[Crónicas sabatinas] ¡Por una Barcelona fraternal! ¡Porque la limpieza y claridad de las palabras!
Las palabras (vacías), los líos (y liantes) y las cosas (del querer, del comer y del vivir)
Para Emiliana Claraco y los restantes 1.558 pasajeros el Sinaia q ue fueron acogidos por el presidente Lázaro Cárdenas. ¡Que viva México!
“El abrazo” (1976), Juan Genovés
ERC quiere hacerse con la alcaldía para transformar Barcelona en plaza fuerte de una nueva acometida del “procés” –aprovechando el previsible impacto emocional de la sentencia del Supremo– y en una etapa decisiva para la conquista de la hegemonía en el campo independentista. Y eso no es una suposición, sino que se desprende de las declaraciones del propio Maragall y de otros dirigentes, y se inscribe en la lógica de esa pugna inacabable.Por eso no es posible un tripartito, ni deseable para la izquierda un pacto con ERC. Por responsabilidad hacia la ciudadanía de Barcelona, que no merece verse sometida a la parálisis y el desgobierno que la estrategia independentista ha instalado en la Generalitat. Pero también porque la ciudad, con su enorme potencial y su posible conexión con un denso entorno metropolitano, es decisiva para evitar que Catalunya se vea arrastrada a una nueva aventura. Para eso hace falta un gobierno de izquierdas que haga de ese potencial un factor de sensatez y contribuya a reconducir el conflicto territorial al ámbito del diálogo y de la política. Conviene dejar de fantasear con un tripartito, hipótesis sólo concebible en un contexto muy distinto al actual. Empecinarse en ello entorpece los pasos que habría que dar para lograr el único gobierno de izquierdas posible – y que, para ser tal, para desplegar las políticas de justicia social y medioambiental que se requieren, no puede estar subordinado al guión “procesista”: un gobierno Bcomú-PSC.
Lluís Rabell (2019)
Sí, la fraternidad significa que los proyectos políticos sean leales respecto a los otros. El proyecto fraternal es el que no deja a nadie que se quede atrás, porque la alternativa es la guerra civil, que no creo que sea deseable. Y dudo, por ejemplo, que los republicanos [ERC] dejen de ir en contra de sus adversarios. Estamos en una crisis de confianza entre las dos mitades de catalanes, y en el interior de esas mismas mitades. Por eso el trabajo que nos espera es tan difícil y hundirá a una generación entera… Se trata del último error [rechazo a la candidatura de Iceta al Senado], de dimensiones colosales, que hace difícil esperar nada en un futuro inmediato. No es el tema de Iceta, es que significa que no se quiere entrar en una lógica de pacto. Los pactos llegan con los otros, no con los tuyos. Me parece una oportunidad perdida, como ocurrió cuando se criticó con dureza la convocatoria de un consejo de ministros de Pedro Sánchez en Barcelona. Hay gestos y situaciones que nos recuerdan a la Europa de los años 30. Todos pensamos en eso, pero vemos, desmoralizados, que no se hace nada para reconducir las cosas.
Josep M. Fradera (2019)
La respuesta está clara, aunque no justifica los años de prisión preventiva ni las extremosas penas de los fiscales. La desobediencia, que ahora los abogados de los dirigentes independentistas reconocen, no explica lo que sucedió en los voraginosos días de septiembre y octubre del 2017. No era tan sólo desobediencia. Si hubiera existido una oportunidad de pasar de la declaración de opereta a la independencia efectiva, todos sabemos que este paso se habría dado. Esto es precisamente lo que temían muchos catalanes. Se estaba cambiando la realidad jurídica del país en el que vivían sin que pudieran decir nada. Más de la mitad del país fue silenciado el 6 y 7 de septiembre. Toda la fuerza institucional (y mediática) catalana empujó en una dirección que, siendo legítima y respetable, no contaba ni con el aval de España y de Europa para llevar a cabo lo que se decía que se haría, pero que, por fortuna, no se hizo. Era inevitable que el Estado se defendiera (y legítimo: lo ha dicho el Tribunal de Estrasburgo).El Tribunal de Schleswig-Holstein ya se desmarcó de una respuesta vengativa. No es una solución. Pesará como un peso muerto en las alas de España, un país que no podrá volar más alto mientras lleve en su conciencia la anomalía de un escarmiento en forma de sentencia y de una interpretación vengativa de la ley. Tampoco ayuda, aunque ahora esté en fase triste, el independentismo: negando los errores propios, que fueron muchos, y rebozándolos con la venganza del Estado, para impedir cualquier tentación de autocrítica.
Antoni Puigverd (2019)
Cierro el viernes por la mañana. Mañana (hoy para ustedes) conoceremos el nombre de la alcaldesa o alcalde de Barcelona y de las otras ciudades y pueblos españoles. Cualquier escenario barcelonés distinto al de un Ernest Maragall no alcalde y al de ERC como principal partido de la oposición, sería una tragedia para la ciudad de Joan Salvat-Papasseit y Manuel Vázquez Montalbán, además de una gravísima irresponsabilidad política de la izquierda. Pero confiemos, debemos confiar. Será así (sin Maragall en la alcaldía) porque no puede ser de otro modo… aunque las decisiones de los Comunes (dominados por el sector nacional-secesionista) en Tarragona y Lérida hagan encender todas nuestras alarmas, nuestros temores… y nuestros nervios.
Abro con dos imposibles muy posibles:
1. Las cosas son así en .Cat: Maritxell Budó, la portavoz del gobierno catalán que no parece tener buenas vibraciones con la lengua de Cervantes, Cernuda y los Goytisolo, reclama una «resposta de país» si Ada Colau acaba siendo elegida alcaldesa de Barcelona (para ella, como para Ernest Maragall, por “una operación de Estado”). En la misma línea, habla también de organizarse –como país desde luego- ante una sentencia condenatoria (https://www.naciodigital.cat/noticia/181711/budo/reclama/resposta/pais/si/colau/acaba/governant/barcelona). ¡Pero no es una dirigente nacional-secesionista quien habla sino la portavoz del gobierno catalán! ¿Se entiende bien qué concepto de país tienen en mente? ¿Se entiende qué significan para ella y para el resto del gobierno del que forma parte los posibles (y deseables) acuerdos democráticos en la Alcaldía de la ciudad? ¿Quiénes amenazan realmente la independencia de las resoluciones judiciales?
2. Lo siguiente parece más imposible pero es tan posible como el anterior.
“Que no ens enganyin. A Catalunya hi conviuen els catalans (que, siguin d’on siguin, estimen Catalunya) i els espanyols empadronats a Catalunya que volen eliminar la nostra llengua, cultura, símbols i llibertats, per entregar el país al Regne d’Espanya. Alerta màxima!” Traduzco: “Que no nos engañen. En Cataluña conviven los catalanes (que, sean de donde sean, estiman Cataluña) y los españoles empadronados en Cataluña que quieren eliminar nuestra lengua, cultura, símbolos y libertades, para entregar el país al Reino de España. ¡Alerta máxima!»
O A o no-A, no hay más posibilidades, o estás conmigo o estás contra mí. ¡Todos los matices a la basura! O “quieres” a Cataluña como yo digo que has de quererla o eres un españolista de m.
¿Quién ha escrito ese mensaje? Un miembro de Dagoll Dagom: https://politica.e-noticies.es/joan-lluis-bozzo-distingue-entre-catalanes-y-espanoles-empadronados-en-cataluna-124588.html. ¡Es un tuit del 7 de junio de… Joan Lluís Bozzo! ¿Nos está pasando algo?
Lo peor, lo más grave: que muchos partidarios del nacional-secesionismo, lo digan o no públicamente, piensan lo mismo. “El huevo de la serpiente” se incuba así, poco a poco, extendiendo esos mensajes.
Las citas de Rabell, Fradera y Puigverd señalan caminos de preocupación y de cercanía. Aunque parezca imposible, más cuarenta años después, “El abrazo” de Genovés es más actual y necesario que nunca. ¿Lo hacemos de nuevo símbolo nuestro? ¿No es eso a lo que aspiramos?
Unas observaciones previas:
1. Sobre el juicio, la sentencia y los escenarios de futuro. Conviene leerlo con atención, son muchas las claves aportadas: José Antonio Zarzalejos, «Estáis despistados. No habrá indulto. La sentencia será clave para la reforma del Código Penal. Una reforma que es necesaria pero tardará tiempo. Si las cosas se serenan, esta vía de reforma legal es más funcional que el indulto» https://blogs.elconfidencial.com/espana/notebook/2019-06-13/juicio-proces-sentencia-indulto_2069440/.
2. Lo sabían desde marzo, otro golpe en su estrategia de “internacionalización”: “El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) rechazó la demanda de la expresidenta del Parlament Carme Forcadell contra su situación de prisión preventiva (informa ACN” https://www.elperiodico.com/es/politica/20190612/tribunal-europeo-rechaza-demanda-forcadell-prision-preventiva-7500633. Un breve resumen:
Según confirmaron fuentes del tribunal a la citada agencia, la decisión la tomó un único juez en marzo, cuando decidió no admitir a trámite la demanda. Las mismas fuentes indican que cuando la decisión está en manos de un único juez «la política del tribunal» es no hacer públicos los motivos para declararla inadmisible, aunque sí que se comunican a las partes. Forcadell registró la demanda en Estrasburgo en enero pero después de que el juez lo haya rechazado la decisión es «final» y no es posible recurrir. La expresidenta del Parlament fue la primera acusada por el 1-O en llevar la situación de prisión preventiva ante el TEDH. Entonces, su abogada internacional Jessica Simor, encargada de la demanda, explicó que había solicitado que el caso se considerara como «urgente».
3. Dicen que no son supremacistas. Pues a veces no lo parece. Y clasistas además. En este caso, ¡contra uno de ellos mismos! David Gerbolés Pérez, “Santiago Espot insulta a Rufián usando un tono supremacista”. https://www.elcatalan.es/santiago-espot-vomita-todo-su-supremacismo-e-insulta-incluso-a-rufian. El intercambio de mensajes:
1. SE: “El quinqui de Santa Coloma acabará mandando en Esquerra. Pasará como en el PSC donde los ‘capitanes’ del área metropolitana acabaron con la poca catalanidad existente“.
2. Un tuitero le contestó a Espot que “el quinqui de Santa Coloma es tan catalán como tú, y posiblemente tenga un proyecto más interesante y posible que tú por este país. Háztelo mirar alma de arranca-cebollas“.
3. La respuesta de SE: “el proyecto del pincho es algo sobre las izquierdas, una república de no sabemos dónde y el aprecio a los pueblos de España. El mío es un estado catalán independiente y ningún amor por España. Usted veo que prefiere el primero. Personalmente haré todo lo posible para que fracase”.
Remarco el desprecio de clase: ¡quinqui de SC! No olvidemos tampoco: ¡ningún amor por España!
4. Una buena noticia: la demanda de escuela pública en Barcelona ciudad sigue en alza. Para el curso 2019-2020: el 51,4% (por segundo año consecutivo supera las solicitudes de plazas concertadas). La cara B: el CEB, el Consorcio de Educación de Barcelona, ha subido las ratios de alumnos por aula y ha incorporado grupos adicionales en varios colegios. En total, el curso que viene habrá 149 aulas con más alumnos por clase (26 en lugar de 25 en P3; 31 en lugar de 30 en primero de ESO) y ocho grupos adicionales.
Otra arista educativa de la que preocuparse: “Alerta por la precariedad financiera en la universidad pública catalana. La asociación catalana ACUP exige una revisión del modelo de financiación”. La entidad, que agrupa las siete universidades públicas catalanas “ha señalado que, a pesar de las restricciones presupuestarias que han sufrido, todos los gobiernos universitarios han asumido su responsabilidad y garantizado el equilibrio presupuestario, y ha remarcado que la financiación actual es inferior a la de ahora hace una década: «Cosa que es insostenible». https://www.eltriangle.eu/es/actualidad/educacion/alerta-por-la-precariedad-financiera-en-la-universidad-publ_102729_102.html
5. Un último comentario (no coyuntural) del profesor José Luis Martín Ramos. Sobre el “soberanismo” de BenC. ¡De rabiosa actualidad!
Una cosa es que Barcelona en Comú se declarase soberanista y otra es que actúe formando un bloque soberanista. Eso del soberanismo es un concepto light, que tendría que explicarse; en primer lugar aclarando cuál es el campo de la soberanía, el nacional o el popular. No sigo, lo hemos hablado otras veces. Pero me sorprende que gente de «izquierda transformadora» (otra deriva light, lo de «transformador») puedan proclamarse soberanistas; lo pueden hacer los nacionalistas, del PNV, de JxCat, etc. Es más coherente proclamarse independentista; yo no lo comparto en absoluto, pero entiendo que haya gente de izquierdas que esté por la independencia, o por la liquidación del estado. Lo que no entiendo es la confusión conceptual y política del «soberanismo».
Sea como sea, prosigue Martín Ramos, lo importante, a día de hoy, es que el discurso soberanista es el que están esgrimiendo actualmente ERC y JxCat para abducir a los Comunes al bloque al que dicen que nunca han querido pertenecer.
En Tarragona están planteando un «bloque soberanista» de todos (ERC/JxCat/CUP/Comunes) para que Ballesteros del PSC, que es quien ganó en votos, no sea alcalde y lo sea el candidato de ERC. Es la misma situación que la de Barcelona. ¿Lo que vale en Tarragona no vale en Barcelona? El primer párrafo del artículo de El Diario es lamentable, no hay escrito, los «pactos no escritos» son solo pactos del momento y no tienen vigencia indefinida. Eso es una tontería. En cuanto a lo de las elites, depende de las elites; detrás de Maragall y de JxCat también hay elites; son ellos, a sus allegados los que han gobernado Barcelona, excepto durante cuatro años, y durante su gestión no elliminaron a los lobbies de las elites de los pasillos y despachos de la administración municipal.
Para nuestro historiador, si los Comunes no quieren caer bajo el nuevo relato del hegemonismo nacionalista de 2019 que ahora es el del “soberanismo”, solo tiene dos opciones:
O hacer un pacto preferente con PSC -sería lo coherente con las posiciones de su grupos parlamentario en las Cortes respecto al gobierno de España- y presentar su candidatura a alcaldesa, o condicionar cualquier «tripartito» Comunes-ERC-PSC a que ella sea la alcaldesa y Maragall y Collboni sean los dos tenientes de alcalde principales y que el pacto se haga sobre un programa municipal, no sobre el programa político que plantea ERC. Las declaraciones políticas propias, las que sean, que queden para los plenos no para el programa de gobiern¿Cómo lo puede argumentar? De dos maneras: en ese pacto a tres ella es el puente; y en un pacto a tres también pueden decidirse cosas de forma mayoritaria, PSC y Comunes imponen su mayoría para la designación de quien encabece la alcaldía.
Vayamos a nuestro asunto, la alcaldía de Barcelona sigue siendo el tema.
Les justifico el título y añado unas reflexiones (¡que valen la pena como verán!) de amigos y compañeros, muy presentes en estas páginas. A mí ya me tienen muy visto y leído; aprenderán más de todos ellos.
El título de esta sabatina viene a cuento de la enormidad de palabras vacías, asignificativas, de ocultamiento, de marear la perdiz, de estos últimos días. La izquierda incluida y en lugar no marginal. Hablar para no decir, responder para hablar de otro tema, dejar las cosas a medias o a un cuarto y entre fases inacabadas, no decir la verdad abiertamente, liarnos con líos y más líos. Jugar, en definitiva, con las cosas de la polis y la vida que nos son esenciales. Se cree o se dice que eso es hacer política y que conviene “controlar o medir” los tiempos de intervención. Se dirá lo que se quiera, con lenguaje o conceptos más o menos sofisticados y dándoselas de “politólogos” o de no sé qué, pero el ciudadano/a se siente agotado ante tanta tomadura de pelo, ante tamañas “pretensiones de profundidad”. Jugadas escondidas, planes ocultados, apuestas a dos o tres barajas, la verdad en el archivo de lo no frecuentado, decir sí pero no o no pero sí, etc. Quien opera en otra dirección es ingenuo o tonto-muy-tonto. Normas así parecen regir en la política mal entendida. Causa rubor tanto disparate, tanta supuesta exquisitez político-conceptual. Rubor y rabia. Nada de “nueva política” sino la más vieja de las viejas políticas: decir a medias o no decir nada y ocultar lo que interesa o las reales posiciones de fondo. Hablar para los “enterados” o para que nos interpreten “los más puestos”. Me atrevo a pensar y sugerir que antes era incluso algo mejor (sin ser mejor). Había más participación real, se decían las cosas con más claridad, sin que fuera el no va más desde luego. Es incomprensible que dos o tres días antes de la elección de alcaldes y alcaldesas, pienso sobre todo en Barcelona, se sigan hablando de pactos imposibles o de gobiernos tripartitos imposibles y nada deseables, pretendiendo o haciendo ver que se aspira a cheques en blanco.
La realidad de fondo (que no apetece ver) cuanto menos en .Cat: hay mucho nacionalismo, marcadísima identidad excluyente, secesionismo incluso, en las fijas de la izquierda. Lo que hay, dicen,… pero debería ser lo que hay para no seguir siendo. No es posible que la izquierda beba, siga bebiendo de esa agua, de ese peligroso torrente que nos puede conducir al desastre y que nunca ha sido el nuestro. Ni la igualdad ni la libertad real ni la solidaridad ni el compañerismo ni el apoyo mutuo ni la fraternidad ni un proyecto común habitan y rigen en ese territorio. No es el nuestro, nunca lo ha sido.
Y conviene no olvidar (https://elpais.com/ccaa/2019/06/10/catalunya/1560195927_114242.html), que En Comú Podem de Tarragona decidió en asamblea el pasado lunes 10 de junio darle la alcaldía de Tarragona a ERC (Pau Ricomà). La votación: 76 votos a favor de Ricomà y solo uno a favor de Ballesteros del PSC (cinco asistentes se abstuvieron). La penetración nacionalista en la organización es evidente. Su veredicto era clave para saber quién gobernaría en Tarragona, después de que las urnas dejaran el pasado 26 de mayo un empate técnico a 7 concejales entre ERC y PSC (con más votos ciudadanos al PSC). ERC había sellado un acuerdo con JuntsxCat y con la CUP (con lo que nivelaba la suma de regidores del PSC, PP y Ciudadanos). Los dos ediles de los comunes tenían la llave del nuevo gobierno. La usaron. Probablemente formen parte del gobierno municipal: ERC+CUP+Junts+Comunes. ¡Qué maravilla! ¿Alguna duda sobre el significado político “nacional” de ese gobierno?
El remate del remate: los comunes de Lérida han seguido el “grandioso ejemplo” de Tarragona y han decidido darle la alcaldía de la ciudad a ERC. ¡Bingo! ¡Y por partida doble! ¡Que nunca el ejemplo en Barcelona!
Los nacional-secesionistas, por su parte, han tenido un detalle con Ada Colau. ¡Son muy cariñosos como pueden ver!
Cedo la voz y la palabra. Con gusto esta vez. Las reflexiones y observaciones de estos últimos días de amigos y maestros (sobre asuntos de Alcaldía y temáticas más generales):
1. Del profesor y filósofo Luis Roca:
El resultado de las votaciones para el ayuntamiento de Barcelona es fundamental para el futuro de Cataluña. No es una cuestión de quién nos gusta más como alcalde. Esto es la infrapolítica, la política-espectáculo. La cuestión es como se resuelve el gobierno de la ciudad en términos social y nacional. Hay dos posiciones: por un lado la de izquierda (socialdemócrata) y la de derecha (neoliberal); por otro la constitucionalista y la secesionista. BeC es un grupo de izquierda, pero ambiguo en la cuestión nacional. La salida progresista en un gobierno de izquierdas constitucionalista. Si Ada Colau quiere que le vote el PSC esto debe quedar claro, debe firmar un pacto de gobierno con el PSC y rechazar el pacto con ERC, que es el del secesionismo (en la cuestión social ni se sabe). No puede pedir un voto incondicional al PSC para luego tener las manos libres para pactar con quién le convenga y sin tener un proyecto claro de gobierno. La postura del PSC de un voto condicionado me parece absolutamente coherente.
2. Del también filósofo y profesor jubilado Miguel Candel:
¿Qué vale un voto en ca’n Comuns?
Me temo que no gran cosa, salvo que se trate de un voto «de calidad» (los emitidos por Ada y sus próximos). ¿A qué viene seguir mareando la perdiz diciendo que se presenta en plan «torero» («Deharme zola»), sin ningún acuerdo previo con nadie (pero, eso sí, echándole los tejos a Maragall ochenta veces por minuto), después de la votación de las bases? ¿Acaso cabe la posibilidad de que cumpla el mandato resultante de esos votos (mantener la alcaldía) por su cara bonita (es un decir), sin ningún tipo de acuerdo previo, al menos, con el PSC (Valls es tan pérfido, facha y elitista, que ha prometido dar sus votos gratis: lagarto, lagarto…)? ¿Tendré que arrepentirme de haber firmado un manifiesto a favor de que conserve la alcaldía? ¿Tendrá razón Miriam Tey cuando dice que Colau no es un mal menor, sino un mal mayor («un», no «el»), porque confunde a los constitucionalistas diciendo que no es independentista pero haciendo reiteradamente causa común con los que lo son?
Sort que això anava de democràcia… [suerte que esto iba de democracia].
3. Del filósofo y filólogo Joaquín Miras.
Decía el otro día un amigo, al comentar cómo se había liquidado a Echenique de la responsabilidad de organización de Podemos, que en cualquier partido comunista había habido siempre mucha más democracia que ahí. El argumento es que, desde luego, lo que deseaba el secretario general de turno siempre se imponía, pero no a través de decisiones personales al desnudo. Se reunía, en primer lugar, el secretariado, donde se valoraba la conveniencia de relevar al camarada de la tarea desempeñada; una vez acordado en esa sede, luego se pasaba a comité ejecutivo, y por último, era aprobado en comité central, etc. Pues, si no quieres caldo dos tazas. Véase el artículo. https://www.elconfidencial.com/espana/2019-06-08/iglesias-remodela-la-ejecutiva-de-podemos-con-caras-nuevas-y-cambios-de-funciones_2062446/
Lo mismo pasa con Inmaculada Colau; ayer reunió a 500 afiliados de su organización y lo que se somete a votación es si ella se presenta o no como candida…ta a la alcaldía.. ¡Hombre -dona-! Era el momento de plantear el debate político sobre cual iba a ser la política de alianzas concreta a impulsar, apoyada por la militancia… En fin, digo yo. Lo otro es, ha sido, un baño de masas de la lideresa
Una reflexión complementaria del autor:
Eso es lo importante [lo sucedido en Tarragona con la reunión y decisión de los Comunes]: que nos quede claro esto. Por no ser, no son democráticos; manipulan a sus propias bases, a las que no expresan y que son, claro, cada vez más exiguas. Creo que el proceso de clarificación que se produce es muy importante. En lo que a mi respecta, lo más importante, porque nunca creí que quienes se hacían con el control del malestar generado por el 15 M fueran otra cosa que aventureros sin otro criterio que el de que era su momento: piojos resucitados, es la expresión que más se ciñe. Recuerdo una tarde noche, tras una asamblea de EM [Espai Marx], en un bar, en la que peroraba uno que quería ser -y creía serlo- mandamás de BCNcomuns. Excepcionalmente -los que estaban en estas cosas, saben que yo no hablaba de política- solté mi rollo de siempre, la izquierda se organiza capilarmente, la organización política debe ser instrumento para ello, el trabajo es paciente, se trata de devolver el protagonismo a la gente y para ello se la debe ayudar a activarse desde su vida cotidiana… La respuesta -de ello hace ya años, 2013 sino 2012, la época de la monja Forcadell y Arcadi Oliveres- fue: esta sociedad tiene problemas muy graves como para poder esperar tanto… Bueno, los problemas siguen ahí. Los que tenían prisa eran los «relevos» de la izquierda. Se pasaban la mañanas, las tardes y las noches, asistiendo a asambleas en la plaza Cataluña… Pero, ¿qué gente podía hacer eso? El que no trabaja, el que no tiene cenas que dar en casa…
Sobre la izquierda vieja, la mía: de la vieja izquierda lo que me horroriza es cómo se acojonó ante la movida. Recuerdo que por esas fechas más o menos, se me invitó a una charla, una tarde a un local de uno de los grupos procedentes del PSUC. Todos estaban pensando cómo situarse ante la tropa, cómo poder participar… Eran gentes, sin embargo, que no tenían poder institucional, eran, éramos, los diversos restos del viejo PSUC, no de ICV. Sentían que se les acababa el tiempo, y no porque no tuviéramos reflexión alternativa, sino porque esas gentes se habían hecho visibles.
Por eso, creo que el trabajo de reflexión y estudio es lo que debemos hacer. La izquierda, si nace, si llega a nacer, como las anteriores veces en las que surgió, fue de un trabajo paciente, que se genera en particulares condiciones sociohistóricas, nuevas, que son las que condicionan su novedad. No saldrá de un Génova, de un Brasil, de un… donde se juntaban los cuadros de las extremas izquierdas con capacidad para comprarse pasajes de avión
Respecto de los barrios de BCN, de Nou barris por ejemplo, ¿qué ha sido del tejido social que trataba de nacer hace 6, 7 años? Desaparecido.
4. Del médico concernido Antonio Navas
Estaba Borrell, sólo, íngrimo, digno. El PSC, último bastión, se avergonzó de dar su nombre para que figurase entre los convocantes del 😯 [de 2017], dejó libertad a sus miembros y votantes de asistir a «título personal». ¿Cómo no nos van a estar dando sopas con honda todos estos procesistas, que se sienten tan absolutamente convencidos, orgullosos e investidos de razón, tan arropados por los suyos y entre ellos, y con apoyos morales y materiales de otras tradiciones? ¿Cómo milagrosamente hay, quizás, algo más del 50% de la población que no ha caído en esas redes? Es pregunta retórica.
Es fundamental que el PSOE-PSC no decaiga, no ceda, entienda la batalla que se está jugando, que se abre aquí, porque está muy lejos de cerrarse, no ha hecho más que empezar, y asuma los retos políticos que se abren (no tengo ninguna confianza en este sentido en Podemos ni en IU.) Que no consisten en volver al pasado idílico y pactista, sino en dar la batalla por la comunidad política desde presupuestos democráticos avanzados, en dar la batalla al nacionalismo hasta ganarla, en remover y expulsar del centro del consenso político catalán la hegemonía del nacionalismo con los cambios que ello comporte, desde la política, desde el combate cultural y político. No es un asunto sobre el que echar tierra para olvidar lo antes posible, sino una batalla de la que hay que tomar conciencia que si no se libra se pierde, porque los otros no han cejado en su empeño ni lo han abandonado y la ganarán por goleada, hoy, mañana o pasado. No me valen, por tanto, todas esas proclamas a olvidar la política de frentes y olvidar el procesismo y el independentismo como «pantallas pasadas», como si se hubieran desvanecido, esfumado.
5. Una reflexión del profesor Joaquín Miras, sobre un artículo de Villacañas (https://ctxt.es/es/20190605/Firmas/26589/Jose-Luis-Villacanas-golpe-de-Estado-fiscalia-intencionalidad.htm)
Villacañas sí ha leído a Kelsen. En CTXT hay una jartá de individuos que hablan sobre el tema. «Ninguna-o» ha leído a Kelsen. Sí Villacañas. El problema: se le va la memoria y no recuerda el 6 y el 7 de septiembre, el pisoteo de las leyes de protección de la ciudadanía, del estatut, del Parlament, y luego la ley de transitoriedad, que es fascismo -ese sí que es fascismo-. Así que reconocer que, según Kelsen, golpe de estado es que un aparato de estado -Generalitat- se cargue la ley… y luego querer irse al post-octubre, olvidando la barbaridad de septiembre… Es tener mala memoria, pero es reconocer que sí hubo golpe de estado. Villacañas ha leído a Kelsen y a Habermas, y no lo han hecho la jarca de periodistas de CTXT, El nacional, El Diario… etc.
… Pasa que yo también los he leído y… encima… tengo memoria tras el 6 y el 7 de septiembre: el 6 y el 7 de septiembre, aquello ocurrió y hasta los estúpidos putos neglitos que teníamos el alma blanca, supimos que eso es lo que habíamos sido toda la puta vida, tíos Tom de mierda… desde entonces, ni mi casa es ya mi casa ni yo ya no soy yo (verde que te quiero verde…)
Así que, esa es la razón profunda de que, como dice Fradera [https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/conversaciones-sobre-cataluna/fradera-perdida-confianza-temible-cataluna_251712_102.html], no estoy ya dispuesto a que no se vuelva a contar conmigo, como no se ha contado nunca antes.
No es cuestión de leyes ni de Constituciones sino de acabar con este cortijo.
6. Sigo con una reflexión detallada del historiador José Luis Martín Ramos:
Todo lo que es público está dicho y ahora ya no hay otra que la sentencia. En esta fase que se ha abierto y en la etapa que seguirá tras el fallo del Supremo seguirán todas las especulaciones que quieran, quienes quieran hacerlas, pero lo fundamental, aquello de lo que nos será obligado partir son los hechos. Estos días algunos episodios del juicio han dado titulares diversos a los opinadores. Me quedo con dos, el de Villacañas, en CTXT, el de Puigverd en La Vanguardia [https://www.lavanguardia.com/politica/20190611/462820701409/escila-y-caribdis.html]. El primero desarrollando una digresión sobre Kelsen y Habermas, citados en su alegato final por el fiscal, para concluir que en todo el asunto que se juzga lo único que hubo en realidad fue solo un acto de voluntad, simbólico, que no tuvo la intención de convertirse en acto jurídico y no se convirtió; fue solo “un acto cargado de mala fe y de un perverso espíritu de aventura”, casi parece que vaya a decir: una mamarrachada, vaya. Puigverd reconociendo, en respuesta al abogado Melero, que no solo hubo desobediencia, que hubo algo más y recordando que toda la aventura épica de Ulises –tan invocada por el independentismo, erróneamente- acabó en tragedia cuando éste al regresar a su isla y mirar atrás vio el resultado de su aventura, todos sus compañeros muertos.
Es interesante lo que ambos dicen, prosigue Martín Ramos, y concuerda en que
hubo mala fe, aventurerismo, imprudencia, a lo que añado que hubo también mentiras, muchas mentiras, mucho autoengaño y desprecio a todo el pueblo de Cataluña; también en que hubo algo más que desobediencia. Pero Villacañas desvía el fondo de la cuestión y Puigverd se queda corto. Desvía el fondo de la cuestión pretendiendo argumentar lo que ha sido todo lo que ocurrió en Cataluña en septiembre y octubre de 2017 dándole vueltas, algo sofistas, a los argumentos de Kelsen, como si estos fueran leyes y no teoría filosófica y jurídica. Esa teoría puede ser válida para elaborar la ley, pero no el cuerpo de la ley. El fiscal Zaragoza descolocó a muchos mostrando que no era un troglodita y usando en su alegato referencias a algunas autoridades internacionales; fue un recurso argumental, pero nada más. El tribunal no dictará sentencia por cómo haya definido el golpe de estado Naudé, Kelsen o Malaparte, sino por lo que dicen las leyes de este país –perfectibles como las de cualquier país, pero que hay que acatar hasta que no sean sustituidas por otras- y por la consideración que hagan de los hechos que den como probados.
El ejercicio de Villacañas tiene algo de malabarismo intelectual en su opinión, y, sobre todo, no viene al caso
No se está juzgando al fiscal Zaragoza, sino a los independentistas procesados por una secuencia de quiebra de las leyes que van desde el abuso de su poder en el Parlament de Cataluña, el 6 y 7 de septiembre, para hacerles tomar acuerdos que no estaban en su jurisdicción y que fueron actos jurídicos consumados, porque sobre ellos se fundamentaron las leyes de desconexión, el pretendido referéndum del 1 de octubre y finalmente la declaración de independencia, que, como recuerda Puigverd, solo fue simbólica porque no pudo ejecutarse de inmediato (una declaración en diferido, que parece que eso está de moda).
En cuanto al emotivo artículo de Puigverd, señala nuestro historiador
habrá que añadir que además de no ser sólo desobediencia, fue política y jurídicamente algo y lo que pudo llegar a ser esto último está también en las leyes y en la consideración de su letra y su espíritu, aquello que conecta a la ley con el tiempo presente. Y últimamente, a la vista de determinadas minimizaciones de lo que sucedió en Cataluña, que a algún independentista radical y honesto le han hecho sonrojar algo sino tirar la toalla, se me está presentando una pregunta. La declaración quedó en simbólica y Puigdemont acabó haciendo lo que hizo aquel día en que estuvo a punto de ratificar materialmente que sólo era eso convocando elecciones al Parlamento, porque tres mil estudiantes se manifestaran en la Plaza Sant Jaume o porque sólo tres mil estudiantes se manifestaron en la Plaza.
Pues bien, comenta Marín Ramos, dejemos las teorías y vayamos a la ley.
Y llegados aquí pienso que hay un punto fundamental: el acatamiento efectivo de la sentencia, sea cual sea e incluso si discrepamos de ella. Como la sentencia de Estrasburgo ha reconocido el estado español es un estado democrático y de derecho, sus gobiernos son legítimos, sus tribunales son legítimos y, por tanto, añado sus sentencias son legítimas. Sólo quedará un paso, la apelación al Tribunal de Estrasburgo que dictaminará no sobre el contenido de las leyes españolas sino sobre la adecuación formal con que se han aplicado. Pero hasta ese último momento, la sentencia es firme, no es una hipótesis. Y esa sentencia no podrá decir que solo se ha tratado de una mamarrachada y de que ha habido algo más que desobediencia; ha habido quebrantamiento de la ley, ruptura de la promesa de acatamiento de la constitución, conspiración para organizar un supuesto referéndum (¡ay, las urnas y las listas electorales!), uso indebido de bienes y servicios públicos ¿y? la disposición final será la que marcará el juicio, aunque no haya sido la única cuestión juzgada.
Esa disposición final, la sentencia con mayúsculas, sostiene Martín Ramos, habrá de acatarse
como habrá de hacerse con el dictamen de Estrasburgo; pero Cataluña no puede seguir parada en este punto, las instituciones de gobierno de Cataluña no deben mantenerla paralizada en este punto haciendo un uso partidista –si no sectario- de su condición institucional. El independentismo no para de reclamar que se supere el momento de la justicia y que se entre en el momento de la política, pero son ellos los que se empeñan en no mover los pies del momento de la justicia y en negarse a la política. Lo hicieron con su veto a Iceta y con las condiciones a las que públicamente han querido someter al gobierno de Sánchez para apoyar un cambio de gobierno en España y un momento de la política diferente. Ellos fueron los principales responsables de que el momento de la política se malograse en 2017 con su choque de trenes al que no es que se resignaran, sino que deseaban (ese, reconocen, era el objetivo supuesto de sus supuestas acciones simbólicas).
Si siguen empeñados en declarar unilateralmente que el estado español es ilegítimo, concluye nuestro historiador
y que las decisiones de la justicia que no se acomodan a su relato lo son, volverán a la dinámica del choque de trenes, negaran el momento de la política que dicen desear, pero por el que no trabajan claramente en público. Una falsedad reiterada es una mentira, la opción reiterada del choque de trenes es… mucho más que “un perverso espíritu de aventura”, mucho más que una desobediencia; será una nueva maniobra a la espera de conseguir que en la Plaza Sant Jaume y en las calles haya más de tres mil estudiantes. La tragedia de Ulises como opción. La disyuntiva no está en la grosería que dijo Maragall, estar con los presos políticos o con sus carceleros; la disyuntiva está en reconocer lo que se haya hecho mal y el daño causado, aceptar las consecuencias y emprender un nuevo camino, en el que incluso esas consecuencias puedan ser revertidas –parcialmente revertidas, porque totalmente no lo serán nunca- en un momento político general.
7. El comentario del helenista Miguel Candel al texto del profesor Martín Ramos:
Muy de acuerdo. Sólo que en Villacañas veo un punto que me parece muy atinado y que he señalado en algún comentario en este grupo: la apuesta era seguramente un farol, como dijo la Ponsatí (no tenían en su mano cartas ganadoras); pero los faroles pueden tener el mismo efecto que un repóker de ases si el contrario, como en un western, hace una de estas dos cosas: saca el revólver (se le va la mano represiva y queda en evidencia ante la opinión internacional, propiciando alguna mediación exterior legitimadora del procés), o se achanta. Y cada vez me parece más claro que la sobrerreacción o el achantamiento era lo que buscaban, porque conocían a Rajoy (Maricomplejines) y las presiones de la derecha de su partido, conocían los escrúpulos -el nacionalismo apenas reprimido- del PSC, el oportunismo aventurerista de Podemos y compañía, etc. Puigdemont lo iba repitiendo a sus fieles (según testimonio de una ujier del Parlament, que lo oyó, le dijo en un momento dado a Forcadell el día de la segunda «proclamación» de la independencia: «Aquesta gent no s’atreveixen amb nosaltres, l’hem feta massa grossa» [Esta gente no se atreverán con nosotros, ¡la hemos liado muy gorda!”; testimonio más directo: a un amigo mío le dijo poco antes del septiembre fatídico: «Això no hi ha qui ho aturi [Esto no hay quien lo pare]«). Por supuesto que, en mi opinión, a diferencia de lo que dice Villacañas, sí que hubo lo que Kelsen llama (aunque el Código Penal español no lo recoja con ese nombre) «golpe de Estado». Una rebelión, pues, con violencia física mínima pero con violencia institucional máxima: toda una parte del aparato del Estado que propone y logra que se aprueben leyes que rompen con el ordenamiento legal fundamental de ese mismo Estado. Como dice el fiscal (copiando casi una frase mía -je, je- en el comentario al que aludo más arriba), no tuvieron que asaltar edificios públicos porque ya estaban dentro. Por lo demás, insisto, muy de acuerdo con José Luis.
8. La posterior reflexión de Joaquín Miras sobre el texto del profesor Martín Ramos:
José Luis: creo que merece la pena que edites esto, al menos en Debat [un correo colectivo], aunque no solo.
Lo que escribes termina señalando el gran problema que ellos han creado y del que se quieren escurrir, o no perciben aún, por su prepotencia y supremacismo: la sociedad que han dejado como resultado de su decisiones. Primero, de sus decisiones inmediatas ante la crisis del 15 -España nos roba, Vamos a la independencia- y después, antes en el tiempo, por la intoxicación antiespañola que han generado durante decenios y decenios, usando la escuela y los medios de comunicación, y reprimiendo la igualdad civil de oportunidades de todos. Todo esto, esas consecuencias de lo que han hecho va a ser irreversible, porque deja dividida a sociedad catalana de forma que esta ya no volverá a ser lo que fue. Y es que el problema, como tú apuntas al final, no es el juicio, al que ahora tocará echarle las culpas de todo lo pasado, lo presente y lo futuro -como antes, a Rajoy, y antes a Aznar, y antes a lo mucho que nos odian los españatas, y antes a…-, sino que lo es la división que han provocado, que se resolverá, o no: o no, porque para resolverse, como condición indispensable, ellos deben aceptar que ya ellos no podrán estar en la situación caciquil de dominio -això ara no toca, això que diuen és feixisme, això, és el que jo digui [esto ahora no toca, esto que dicen es fascismo, esto es lo que yo diga]…, lo tenían todo, lo mandaban todo, se saltaban las leyes, todas las que querían, tanto como querían, ignoraban a más de la mitad de la población hasta hacerla invisible…-, y deberán aceptar que, si se quiere salir de esta situación, se debe entablar una prolongado proceso de reconciliación interior en su propia sociedad. No en Madrid, ni en España, ni en Bruselas, ni en la bolsa de Francfurt, sino en el seno de su propia sociedad local.
Miras recuerda que en mayo anterior a los acontecimientos, en mayo de 2017, un nacionalista independentista decía que una vez las gallinas se salen del corral no se las puede volver a meter dentro.
El mismo sujeto, decía, poco más de un mes después del 6 y 7 de septiembre, tras el 8 de octubre [manifestación antisecesionista], que los que habíamos ido a la gran manifestación, «habíamos soltado a la bestia». La asimetría: ya no se trataba de gallinas fuera de corral, sino de fascistas. Porque para que haya reconciliación, estas gentes nacionalistas y supremacistas, que han sido los amos del cortijo, deberán reconocer que han quedado derrotados, y además, que ya no pueden pretender volver a mayo del 2017. Y sobre todo, si quieren que la sociedad catalana, no el Supremo, ni Madrit, ni el tambor del Bruc, ni España, ni la Bolsa, Cataluña, se vuelva a hacer vivible, vuelva a poder funcionar, deben «reconocer» que deben «Reconocer»: deben reconocer como sus iguales a quienes siempre hemos sido ninguneados. Algo que, por ahora, no son capaces ni de percibir que deben hacer porque no son capaces de aceptar. Seguirán hablando de épica y de tragedia, y de que mejor honra sin barcos que barcos sin honra, pero sabemos la vaciedad de ese discurso, una vez se ha venido abajo el asunto, y han sido derrotados: ese tipo de discurso es el propio de la derrota sin paliativos, con el culo al aire, y sin alternativas, como a comienzos del siglo XX los restauracionistas. Porque lo han sido. Han sido derrotados por su autoderrota, por su soberbia, por su desprecio y su ignorancia.
Un espejo, bastante buen ejemplo, señala Miras, una vez desatacadas las diferencias, lo tenemos en el Brexit británico.
Que en muchas cosas, repito, es un espejo. No entro en el asunto base del mismo que considero opinable. Sí en el hecho de que en un asunto que dividía una sociedad y la partía en dos partes. Una clase política trata de jugar de forma que le sea ventajosa y juega a lanzar el órdago. Propone, como en Grecia, un referéndum. La clase política, allí, en GB, como en Cataluña, tal como vimos una y otra vez en las diversas elecciones, en que se presenta, no solo no aventaja a los otros por mayoría clara -se supone que el poder institucional ayuda a eso- sino que pierde, pierde por poco, pero pierde. Y ahora nadie quiere aceptar la realidad. Una sociedad dividida en dos, imposible de gestionar y gobernar. Que va quemando políticos, y que no parece tener posible conciliación. El problema no lo tiene la UE -ni la bolsa de Frankfurt ni la banca española, ni los estudiantes universitarios, ni los trabajadores emigrados a GB-, el problema lo tiene la sociedad británica. Porque no se trataba de un asunto, llevado a urnas, en el que se dirimiera si una determinada fracción de la sociedad tenía derecho a algo: el matrimonio homosexual, por ejemplo. Un asunto así que es el de opciones individuales, se cierra de inmediato con unos resultados electorales: al que vocifere en contra y señale lo ajustado del resultado, se le responde que nadie está obligado a casarse con nadie de su propio sexo, que se trata de un derecho individual y se acabó. Pero en temas como el del Brexit para GB, o como el separatismo en Cataluña y España, está concernido el destino, la vida, la economía, la salud misma, y la forma de autoentendernos a nosotros mismos, de los miembros de toda una comunidad social. Y es esta la que ha sido dividida en un 53% 47% -o en los que sea-, en una y otra parte. Que Boris Johnson, para seguir con el ejemplo, sea o no partidario de un Brexit duro, no es algo que afecte en primer lugar a los demás países de la UE, sino que afecta en primer lugar a las dos mitades de GB, y choca con una de ellas, y lo hace de forma frontal.
Esa es, en opinión del profesor Miras, la situación que nunca, nadie, ningún político, en ninguna cuestión, podría querer estar.
Y es de una suma, feroz prepotencia y supremacismo, el sentirse cómodo en esa situación, la de Netannyahu, si se quiere. Porque será quemado, dado que la mitad que no quiere, y se siente excluida, destruirá, boicoteará, se cargará las salidas en uno u otro sentido. La alternativa es la violencia feroz extrema, claro. Pero todo lo que no concuerda con un consenso social de un cuatro a uno, o como mínimo, con un dos a tres -hegemonía… pero ahora pienso no en Gramsci, sino en lo que explica Rosenberg en su obra sobre la democracia en la Antigua Atenas- no puede ser gobernado. Esa clase política, sórdidamente supremacista, será quemada. Será quemado el sector independentista. Y esta sociedad civil nuestra, en su conjunto, el país de los catarras, irá de mal en peor. Decaerá.
Hasta la semana que viene. Seguiremos hablando del gobierno…y, no nos queda otra, de los nuevos (y viejos) avatares del nacional-secesionismo. ¡Como Maragall no sea alcalde de Barcelona, se pondrán de los nervios más nerviosos!
[Un ejemplo de los cariñosos comentarios ya en marcha. De un joven periodista nacional-secesionista: Roger Heredia, “Ada Colau, la baronesa de los carceleros” https://www.elnacional.cat/es/opinion/roger-heredia-ada-colau-baronesa-carceleros_393667_102.html]