Buenas tardes, queridos amigos y amigas.
Tal vez sea de vuestro interés estas Memorias a dos voces en sí menor que hemos escrito a lo largo de estos dos o tres últimos años. Los protagonistas somos nosotros mismos (disculpad el toque narcisista) y lo que hemos hecho en ellas (sin chismorreos innecesarios) es contar una parte de nuestras vidas, hasta 1985, vidas que probablemente tengan algunos (¿muchos?) puntos de intersección no vacía con las vuestras.
Os copiamos la contraportada del libro y el enlace editorial por si queréis echarle una ojeada o adquirirlo (19 euros + 3,99 euros de gastos de envío para Península).
Buen verano y que la suerte (o lo que haga falta) nos acompañe el 23J.
Miguel Candel y Salvador López Arnal
https://www.libreriaproteo.com/libro/ver/3654128-memoria-a-dos-voces-en-si-menor-primera-parte.html
Los autores de esta “memoria a dos voces” (lo del “Si menor”, así nos dicen, es un guiño a la música de J.S. Bach) se han ganado la vida de varias maneras, siempre como asalariados, y durante mucho tiempo como profesores de filosofía (también de alguna otra disciplina). Pero no es necesario ser un filósofo profesional para adentrarse en estas páginas. Se han limitado (¡lo que no es poco!) a contar una parte de su vida, desde su infancia. No debemos temer, afirman, oscuridad o densidad filosóficas. Tampoco pretenden exponer los sistemas filosóficos o las filosofías de las que son partidarios o con las que se encuentran más cómodos.
Aunque de hecho, tal como apuntó Antonio Gramsci siguiendo a Aristóteles y a Epicuro, tesis que también ellos comparten, todos los seres humanos, sin excepción, filosofamos, pensamos, reflexionamos, nos interrogamos, con formulaciones más o menos elaboradas, por la orientación y sentido de nuestras vidas; damos mayor o menor importancia a la búsqueda de la justicia, la igualdad, la solidaridad y la fraternidad; nos preguntamos sobre el sexo, el amor, la belleza, amistad y los afectos (también sobre nuestros malestares, enemistades y odios); vamos tomando conciencia de los grandes problemas de este mundo “grande y terrible” (Gramsci), como el calentamiento de origen antropogénico del planeta, las inadmisibles e insoportables desigualdades sociales, la opresión, la explotación, el racismo, las guerras o la locura atómica, y de lo que todo ello puede significar para nuestras vidas y para la vida de las próximas generaciones… y así sobre mil asuntos filosóficos más.
Estos dos ciudadanos barceloneses hablan a lo largo de estas páginas de vivencias individuales, de situaciones vividas por cada uno de ellos, pero, conjeturan, que tal vez esta memoria bicéfala pueda ser también parcialmente representativa de la infancia, las inquietudes, los compromisos, los estudios, las dudas, los amores, los momentos de goce y sufrimiento, de muchas de las personas nacidas a mediados del siglo pasado, hijos, como ellos, de familias no precisamente acomodadas, en este país de todos los demonios, como escribiera el autor de “Apología y petición”, Jaime Gil de Biedma.
Esta Memoria a dos voces en Sí menor abre con estos acordes:
Miguel Candel. Conocí a Salvador a principios de los años 80 en el Instituto de Enseñanza Secundaria (entonces, Instituto de Bachillerato) Puig Castellar de Santa Coloma de Gramenet, donde ambos ejercíamos de profesores. Como él mismo explica, él me conoció antes a mí, a principios de los 70, en la vieja Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona, donde yo me esforzaba por suplir al profesor Emilio Lledó en unas clases de Historia de la Filosofía Antigua. El mutuo (re)conocimiento a partir del instituto, y pese a que Santa Coloma tiene muy poco que ver con Casablanca (entonces aún no había “moros”), fue “el comienzo de una hermosa amistad”.
Salvador López Arnal. Efectivamente, conocí a Miguel en septiembre-octubre de 1974, en la Facultad de Filosofía de la UB. Yo estudiaba segundo de Filosofía y Miguel era mi profesor de Filosofía Antigua. Lo que más recuerdo de aquel curso ―fue el año de la larga huelga universitaria de los profesores no-numerarios y no fueron muchas las clases impartidas― fue su referencia a las geometrías no euclidianas en una de sus primeras clases. Venía de segundo de Exactas, había dejado la carrera el año anterior, y con aquel comentario me ganó para siempre. Era muy inusual en aquel entonces en una Facultad de Letras. Mi ignorancia era tal que pensaba que los filósofos no se preocupaban de esas cosas de “matemáticos”.