Miscelánea 11/02/2024

Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. Año del dragón.
2. El presupuesto anual indio.
3. Como animar una comida de Navidad (observación de Joaquín Miras)
4. State of Power 2024 (2).
5. La prensa basura y Palestina.
6. Elecciones en Pakistán.
7. Resumen de la guerra en Palestina, 10 de febrero.
8. Resumen de la entrevista a Putin.
9. Las movilizaciones campesinas casi pardas.

1. Año del dragón

En este país lo mismo celebramos, la Navidad, el Eid, que el nuevo año chino, así que estamos ahora inmersos en las celebraciones del nuevo año lunar, que es la forma procedente de los EE.UU. con la que se denomina ahora -de manera incorrecta-. Para este nuevo año, Xulio Ríos hace un análisis sobre cómo ve este nuevo Año del Dragón para China.

https://politica-china.org/

El otro dragón

Xulio Ríos 2024-02-08

China se prepara para su año nuevo del dragón. De los doce animales del zodíaco chino, el dragón es el único mítico, lo que le confiere un lugar particular en la cultura tradicional. También podríamos considerarlo un elocuente paradigma de las dificultades de comprensión entre Oriente y Occidente. Se desautoriza a menudo esa idea de que la singularidad cultural oriental exige un mayor esfuerzo de conocimiento y comprensión, descalificando cualquier pretensión de argumentar en ello una narrativa ideológica o institucional al margen de la que nosotros apostillamos como universal. Y sin embargo, en la evocación del dragón tenemos un ejemplo plausible de lo contrario.

La adoración al dragón ha estado presente en la cultura china durante miles de años, convirtiéndose en un emblema del nacimiento de su civilización. Los chinos adoran este tótem de 10.000 años de antigüedad y desde hace tiempo se autodenominan con orgullo «descendientes del dragón». Muchos historiadores creen que su surgimiento, en su forma inicial, estuvo estrechamente relacionado con el culto a seres celestiales y la supervivencia en sociedades agrícolas. El dragón podía traer la lluvia, nutrir la tierra y asegurar abundante cosecha. Podía elevarse a través de las nubes y transitaba con total fluidez entre el cielo y la tierra. Su poder y majestuosidad alude, además, al mantenimiento del orden en el reino humano y, con el tiempo, ha pasado de ser un antiguo símbolo tribal a uno del poder nacional y político.

Hoy, la evocación, muy asociada con la buena suerte, la podemos apreciar en la literatura, la arquitectura, el arte e incluso en los nombres. Por ejemplo, es notable su extensa presencia en la Ciudad Prohibida, con datos asombrosos como las casi quince mil representaciones dentro y fuera del Salón de la Armonía Suprema. En la vida cotidiana, el apellido Long (dragón) también es muy común, clasificándose en el puesto 85 de la larga lista de más de diez mil en el censo poblacional de China en 2016, con más de 2,8 millones de personas.

Sin embargo, fuera del contexto asiático, el dragón dista de ser positivo o benevolente, como bien sabemos. En Occidente lo asociamos con la malignidad, muy diferente de la imagen atractiva y poderosa ligada al dragón en la antigua cultura china. Así, siendo fundamental en su mitología, divinidad del agua y de la lluvia, bestia compuesta de maravillas como dijo el profesor Elliot Smith, puede transformarlo el imaginario occidental en monstruo equivalente de destrucción y muerte. El dragón, como recordaba Donald A. Mackenzie, aparece en mil y una historias chinas y es referencia de mil brebajes de propiedades curativas; el chino que ve un dragón resultará agraciado por la buena fortuna. Los propios emperadores, como los faraones egipcios, tenían barcas con forma de dragón que utilizaban en las ceremonias para rogar por la lluvia. Nuestro monstruo medieval es algo así como la mascota preferida de los chinos. Y estas diferentes percepciones pueden derivar en barreras culturales que abran paso a la confrontación en lugar del entendimiento.

El sinólogo francés Rémi Mathieu sostiene con acierto y fundamento que el dragón chino y el europeo no tienen nada en común. El primero representa el poder y suele presentarse como una criatura de fuerza formidable. Posee atributos positivos y destierra el mal. Posee cualidades casi simpáticas, dice. Por el contrario, el dragón occidental raya con el mal absoluto. Desde el nacimiento del Cristianismo, ha reflejado la malevolencia, llegando a relacionarse con el diablo. En la iconografía cristiana, a menudo aparece abatido y muerto por héroes cristianos, como San Jorge o San Miguel, normalmente con una lanza o flechas. Y no puede faltar en ningún cuento que se precie como el último tributo del valiente caballero a su amada en peligro.

Hace tiempo que en China se discute sobre esta diferencia tan contrastada acerca del disímil significado en una y otra cultura. Algunos claman incluso por traducirlo de otra manera, es decir, de una tal que evitara esa negatividad con la que se asocia en Occidente y que podría reforzar en nuestro imaginario esa idea de la China amenazante. Otros, sin embargo, consideran ese hipotético intento de limpiar su nombre un verdadero desatino y que se solventa una vez explicado pues es fácil de comprender y representa un pedagógico ejemplo de la importancia y necesidad del diálogo intercultural para superar equívocos que no se reducen a lo estrictamente cultural sino que exigen su amplia comprensión para no descarrilar en lo estratégico.

No es un tópico afirmar que China es otro planeta en muchos aspectos. Ello refuerza internamente la lógica que apunta a la construcción de una singularidad que tanto adapte las tendencias e ideas foráneas como actualice las propias evitando la autodestrucción. Cuanto de ello es admisible, lógico o, por el contrario, mero subterfugio, en ámbitos como la organización del poder político o la diligencia respecto a los derechos individuales es motivo de polémica y lo será por mucho tiempo.

Sea como fuere, China tiene fundados motivos, al menos culturales, para confiar en que la fortuna le sonría en este año del dragón.

(Para Diario El Correo)

2.  El presupuesto anual indio.

Modi está desmantelando el sistema estadístico indio porque no le gustan los resultados. En el último artículo de Prabhat Patnaik se analiza la situación económica del país en la presentación del nuevo presupuesto anual.

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El presupuesto y la inversión de la razón
Prabhat Patnaik
EL GOBIERNO DEL BJP sostiene que la verdad es lo que dice Modi; si las pruebas apuntan a otra cosa, entonces las pruebas deben ser erróneas y deben suprimirse. Modi dice que a la India nunca le fue tan bien como durante la última década de su gobierno; pero como las estadísticas oficiales le contradicen, las estadísticas deben estar equivocadas y hay que cambiar el sistema estadístico. De este modo, uno de los mejores sistemas estadísticos del sur global, construido con gran esfuerzo y cuidado, está siendo demolido por este gobierno. La Encuesta Nacional por Muestreo que PC Mahalanobis había establecido ha sido abandonada cuando se trata de recopilar datos sobre el gasto de los consumidores, porque la Encuesta 2017-18 mostró en comparación con 2011-12, una caída desastrosa en términos reales, en el consumo rural per cápita de todos los bienes y servicios. (El gasto real per cápita en alimentos venía disminuyendo desde mucho antes). Del mismo modo, se abandona el censo que se venía realizando desde hace décadas, incluso antes de la independencia, no sea que ponga al descubierto la vacuidad de las afirmaciones de Modi. Del mismo modo, la definición básica de la OIT de que el trabajo no remunerado no debe contabilizarse como empleo se ha abandonado en un descarado intento de ocultar la actual crisis de desempleo.
De hecho, por no hablar del trabajo no remunerado, ni siquiera todo el trabajo remunerado debería contabilizarse como empleo. Durante la Gran Depresión de los años 30, por ejemplo, muchos desempleados británicos se instalaron como limpiabotas al borde de la carretera. Evidentemente, no limpiaban los zapatos de los clientes sin cobrar, pero si se contabilizaran como empleados, la magnitud del desempleo habría parecido mínima incluso durante aquel periodo de crisis sin precedentes. El término «desempleo encubierto» se ideó para tener en cuenta todos esos casos. Pero eso ocurría en una sociedad que se tomaba en serio su crisis, lo que por desgracia no es el caso en la India contemporánea.
Si las declaraciones autoglorificadoras de Modi se toman como la verdad, entonces, no es sorprendente que el presupuesto se convierta en un mero ejercicio de repetición de lo que ha sucedido en el pasado. El hecho de que en realidad agravaría el desempleo y la angustia de los trabajadores, y aumentaría la grotesca desigualdad que prevalece en el país, apenas sería reconocido por el gobierno y sus animadores en los medios de comunicación, ya que la propia existencia de estos problemas es negada por el «líder». Todo el ejercicio del presupuesto provisional presentado por el ministro de finanzas al parlamento el 1 de febrero lo confirma.
Consideremos el discurso de la ministra de finanzas. Hizo la extraña declaración de que la renta real media del país había aumentado un 50%, presumiblemente en la última década. Pero esto solo se refiere a la renta per cápita, no a los ingresos del grueso de la población; y haber citado solo esto como prueba del bienestar económico nacional demuestra deshonestidad.
El hecho de que entre 2011-12 y 2017-18 hubo un aumento de la pobreza nutricional en el país, especialmente en la India rural, es indudable: ¡el porcentaje estimado de población rural que no puede acceder a 2200 calorías por persona y día (la «norma» que antes utilizaba en la práctica la Comisión de Planificación para definir la pobreza rural) aumentó de 68 a más de 80! Por lo tanto, no se puede afirmar que el grueso de la población del país estuviera mejorando durante esos años. Pero la cuestión es: ¿qué ha ocurrido desde entonces?
Como ya se ha dicho, ya no disponemos de los datos quinquenales de la NSS sobre el gasto de los consumidores. Sin embargo, tenemos otros datos a los que recurrir; y hay otras dos pruebas cruciales que muchos han estado utilizando. Uno es que en los últimos cinco años los salarios reales rurales, tanto en la agricultura como en las actividades no agrícolas, han registrado un crecimiento negativo; y todo indica que lo mismo ocurre con los salarios reales urbanos. De hecho, la última Encuesta Periódica de Población Activa muestra que los salarios reales mensuales regulares medios, para el país en su conjunto, incluidas las zonas urbanas y rurales, ¡han caído hasta un 20% entre 2017-18 y 2022-23! Por lo tanto, el descenso de los salarios reales desde 2017-18 es absolutamente indudable.
La otra prueba es que el desempleo actual es mucho más grave que en cualquier otro momento desde la independencia. El Centro de Seguimiento de la Economía India muestra que el empleo total apenas ha registrado un aumento absoluto en los últimos cinco años. Con la disminución de los salarios reales y el estancamiento del empleo, la renta real per cápita de la población ocupada como mano de obra debe de haber disminuido de hecho.
Las rentas reales per cápita de los campesinos y de los obreros difícilmente se moverían en direcciones opuestas, ya que si las rentas de los campesinos aumentan, también aumenta la demanda de mano de obra, lo que se traduce en mayores oportunidades de empleo y también en salarios reales más altos para los obreros. De ello se deduce que la renta real per cápita de todos los trabajadores, incluidos los obreros agrícolas y no agrícolas, los campesinos y los pequeños productores, debe haber disminuido en los últimos cinco años. Dado que los trabajadores constituyen la inmensa mayoría de la población del país, la conclusión es ineludible: la mayoría de la población del país ha experimentado un empeoramiento de sus condiciones de vida en los últimos cinco años. Esto, junto con el hecho señalado anteriormente de que entre 2011-12 y 2017-18 se había producido, según los datos de gasto de consumo de la NSS, una disminución del gasto real de la mayoría de la población, sugeriría que los años Modi en su conjunto han visto un empeoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de la población.
Es este hecho el que también explica por qué la inversión privada se ha estancado durante los años de Modi, a pesar de la solicitud del BJP por los grandes capitalistas, especialmente los capitalistas amigos elegidos a dedo. De hecho, no es sólo la inversión privada no corporativa la que se ha estancado o disminuido; su estancamiento, después de todo, no debería sorprender, ya que este sector ha sufrido duros golpes en forma de desmonetización, GST y el cierre draconiano tras la pandemia. Incluso la inversión corporativa se ha estancado durante los años de Modi, a pesar de que los beneficios corporativos después de impuestos se han disparado. Esto sólo demuestra que la inversión empresarial responde al crecimiento del mercado, más que a los beneficios de que dispone.
Por supuesto, el gobierno argumentaría, como de hecho hizo la ministra de finanzas en su discurso presupuestario, que ha estado aumentando el gasto de capital en los sucesivos presupuestos, y que este hecho en sí mismo debería ampliar, directa o indirectamente, el tamaño de los mercados para los capitalistas privados, generando una mayor inversión por su parte. El problema, sin embargo, es que buena parte de la demanda creada por ese gasto de capital se «fuga» al extranjero, de modo que su contribución a la expansión del mercado nacional es muy limitada. Y lo mismo puede decirse de la otra vertiente de la «estrategia económica» del gobierno, que consiste en hacer que los bancos del sector público concedan grandes préstamos a los capitalistas privados, incluidos los capitalistas amiguetes, para que realicen inversiones en el sector de las «infraestructuras»; esto, al cargar a los bancos con activos improductivos, desplaza los riesgos de la inversión de los capitalistas privados a los bancos del sector público. Pero incluso esta forma de reactivar la economía adolece del mismo problema: no puede reactivar la economía porque buena parte de la demanda generada por ella se «escapa» al extranjero.
Si el presupuesto no se hubiera visto constreñido por la «verdad» que propugna Modi, sino que hubiera mostrado siquiera un ápice de preocupación por la condición real de la gente, su estrategia habría consistido en mejorar su nivel de vida de una de las dos maneras posibles: aumentando las transferencias que se les hacen, o elevando estatutariamente el nivel de los salarios (mínimos) en la economía. Esta estrategia habría matado varios pájaros de un tiro: habría beneficiado directamente a la población, lo cual es deseable en sí mismo; además, también habría estimulado la economía al aumentar la inversión privada mediante la expansión del mercado interior.
Sin embargo, se ha renunciado a esta estrategia. Las subvenciones a los alimentos, los fertilizantes y el combustible se han reducido de 4,13 millones de rupias (RE) en el año en curso a 3,81 millones de rupias en 2024-25; y el gasto en MGNREGS se ha mantenido en 86.000 millones de rupias, aproximadamente donde estaba en 2023-24 (RE). No es de extrañar que esta parsimonia haya sido aclamada en los medios de comunicación leales por representar una sana preferencia por la «prudencia fiscal» frente al «populismo»; y la propia narrativa del gobierno es que con «prudencia fiscal» India podrá atraer mucha inversión extranjera que impulsará su tasa de crecimiento. Pero lo irónico es que, a pesar de este compromiso con la «prudencia fiscal», la «calificación crediticia» internacional de India sigue siendo pésima: ¡un peldaño por debajo de Indonesia, dos peldaños por debajo de Tailandia y sólo un peldaño por encima del estatus de «bono basura»! En resumen, al capital financiero internacional no le impresiona demasiado esta «prudencia fiscal».

3. Como animar una comida de Navidad

¿Es imposible unir la lucha climática con el movimiento obrero? Un doctorando triestino consiguió enfrentar en una comida navideña a su tío, decrecentista y activista climático, con su tía, activista antivacunas. La discusión le lleva a reflexionar sobre la imposibilidad de unir movimiento obrero y activismo ecologista. No sabía que en Italia el movimiento antivacunas había sido tan fuerte, por cierto.

https://www.sinistrainrete.

La convergencia imposible. Pandemia, clase obrera y movimientos ecologistas
por Erasmo Sossich
Estoy sentado a una larga mesa de Navidad, rodeado por la rama materna de mi familia. A mi derecha está sentado mi tío, el hijo mayor. A mi izquierda, en la cabecera de la mesa, está mi tía, la tercera y última nacida, hace ya más de cincuenta años. Mi madre, nacida en el medio, está en el otro extremo de la mesa y, como muchos otros miembros de la familia, permanecerá en un segundo plano en esta historia.
En esta mesa está a punto de producirse una acalorada discusión, por mi culpa.
Mi tío lleva desde siempre intentando concienciar sobre el cambio climático a su familia, al público, a las empresas, a los ancianos, a las instituciones y a la sociedad civil. Trabaja para un instituto de investigación, a menudo en smart working, y pudo asistir a la Bocconi gracias al esfuerzo de sus padres, inmigrantes sureños a caballo entre la clase obrera y una pequeña burguesía, tan pequeña que el sueldo de mi abuela, durante años, se destinó íntegramente a sufragar su educación.
Mi tía, en una época mucho más sospechosa, empezó a concienciar a su familia, al público, a las empresas, a los ancianos, a las instituciones y a la sociedad civil sobre el peligro de las redes 5G, de las vacunas, de la digitalización, del Nuevo Orden Mundial. Trabaja como asistente sociosanitaria en un hospital de Trieste tras haber renunciado a completar un itinerario de formación profesional más cualificado marcado por varias interrupciones y tortuosos nuevos comienzos.
El primero forma parte de la ejecutiva nacional de la Red por el Decrecimiento en Italia, no tiene perfiles sociales y desde hace años me informa de nuevos artículos publicados en revistas ecologistas y decrecentistas.
La segunda forma parte de la galaxia No Vax en Trieste, desde hace años me señala los nuevos vídeos publicados por ByoBlu y, tras haber escapado a la censura de Zuckerberg, comenzó a compartir conmigo los contenidos de varios canales de Telegram y YouTube.
Pero estamos en Trieste, y mi tío, como otros miles de su generación, ha salido a la calle con el movimiento No Green Pass, y se ha solidarizado con quienes, como mi tía, han sido discriminados y, en medio de una pandemia global, suspendidos de sus empleos. La afiliación a mundos culturales antitéticos se ve mitigada por un origen de clase común y la pertenencia a la misma cohorte de nacimiento. Por estas y otras razones, mi tío no puede creer que mi tía pueda ser una negacionista del clima. Por eso, o quizá por cariño, o quizá porque hace treinta años que cada Navidad intenta poner el tema sobre la mesa, después de al menos un par de canapés pero antes de haber empezado con los platos principales. O quizás por paternalismo.
Yo, en cambio, estoy casi seguro de que mi tía es una negacionista del clima, porque le he oído hablar mil veces de la clase obrera de Trieste y del movimiento No Green Pass. Conozco su expresión independentista, masculina, positivista y obrerista, agitada en los pequeños bares donde se agolpan obreros, parados y jubilados alcohólicos. Conozco su expresión espiritualista, new age y antisistema, animada por proyectos ecocomunitarios y fantasías de ecoaldeas, más educadas y femeninas, pero no menos esencialistas al definir la naturalidad de los roles de género y las relaciones sociales naturalizadas junto con ellos. Todos son No Vax, y todos son negacionistas. Y todos ven en la transición ecológica, la digitalización, la gestión de las pandemias, la guerra de Ucrania, la instauración de un nuevo orden mundial. Los que no piensan así, si los hay, en el bar permanecen callados.
Pero mi tío no frecuenta los bares. Y tras unas cuantas frases sobre el tema, le interrumpo y se lo digo. Toco el silbato, o quizá el megáfono, y lo digo: «Pero mi tía no cree en el cambio climático, ¿verdad, tía?».
Mi tío, por un momento, no se mueve. Permanece inclinado sobre la mesa, sobre el plato en el que había centrado su mirada. Luego, lentamente, levanta los ojos. En voz baja, dice: «¿Cómo que no crees?».
No sé por qué lo hice. Quizá por crear entropía. Quizá por la misma razón por la que estoy escribiendo este artículo. Quizá porque soy un estudiante de doctorado de 30 años que publica artículos «científicos» y no cree en la ciencia. Tal vez porque estoy harto, harto, de oír hablar de la convergencia del movimiento climático y la clase obrera sin que nadie tenga el valor de decir que esta convergencia es imposible. Que carecemos de presupuestos. Que hablamos idiomas diferentes. Que en el «movimiento» nuestro clasismo es tan omnipresente que despreciamos la otra cara de la luna tachándola de conspiración. Que nuestro clasismo coexiste con una completa disociación de nuestros ideales de revolución proletaria, combinando aspiraciones libertarias con vanguardias ilustradas distópicas convencidas de que pueden dirigir el país sin formar parte de él.
Tal vez fuera porque quería verter sobre mi tío toda la rabia que siento hacia mí, parte de un colectivo ecologista, y hacia todo el movimiento, por dejar solos a mi tía, a mi padre, y a todos los que han sido suspendidos y despedidos por no vacunarse y amortiguarse, y a todos aquellos con estudios de octavo de primaria y sin ingresos que después de la pandemia se quedaron simplemente jodidos, sin trabajo, sin ingresos, sin posibilidad de reintegrarse, superados por la historia después de haber sido despojados de cada gota de sudor y trabajo durante los cuarenta años anteriores.
«Bueno, ahí… vamos… siempre es lo mismo, ¿no? Emergencia climática, emergencia sanitaria… Crisis por aquí, crisis por allá… Y luego siempre son ellos los que lo solucionan todo, ¡y la solución siempre es jodernos a todos! ¡Voilà! Tarjeta verde, carné de identidad digital, subidas del precio de la gasolina y coches eléctricos… y todos los demás en casa o a pie… lo ves enseguida: «si es verde, es un timo».
Mi tía es alguien que no tiene miedo a nada, pero por primera vez la veo dudar a la hora de defender su postura. Quiere a su hermano, ¿quizás no quiere herirle degradando la causa por la que le ha visto gastar su vida? ¿O teme ser humillada? Si es así, hace bien, porque no sabemos hacer otra cosa.
La disociación es demasiado fuerte, incluso dentro de mí. El momento de la verdad ha pasado, olvido de dónde vengo, el sentido común ha recobrado el control, el doctorando ha recuperado el mando: junto a mi tío me dispongo a explicarle a mi tía por qué negar el cambio climático va en contra de sus intereses, y que la pandemia hay que entenderla como parte de una crisis ecológica más amplia cuyos picos se producen cada día en diferentes escalas y temporalidades.
«¡El problema es la gestión de la crisis ecológica, tía! Y la crisis ecológica es estructural, ¡inherente a la relación de producción capitalista! Vemos que se extiende a los cuatro rincones del planeta, y tal vez dure años y años, como en el caso de la pandemia. El verdadero problema, tanto en el caso de la pandemia como en el del cambio climático, es que las respuestas a estas crisis son siempre soluciones tecnocientíficas ilusorias unidas a un ¡estado de emergencia! Los que salen a la calle contra el cambio climático y el movimiento No Green Pass tienen los mismos objetivos. Debemos luchar unidos contra la falsa transición ecológica por una revolución ecológica, o al menos por una transición justa. De hecho, ¡todos decimos lo mismo! Y sólo nosotros podemos ser vuestros aliados, ¡nosotros los jóvenes activistas climáticos y nosotros los intelectuales ilustrados que entendemos vuestra rabia!»
Trabajadores y estudiantes unidos en la lucha. Una sarta de gilipolleces.
«Sobrino… ¿pero no ves cómo ahora todo es inteligente? ¿Todo es verde? ¿Tan verde que en los campos ahora ponen paneles solares en vez de maíz? El problema, sobrino, es que mucha gente ya no lo puede aceptar, que ahí, en el gobierno, son unos sinvergüenzas. Llevan jugando con ellos quién sabe cuántos años… todos siguiendo a Bruselas… y más arriba, por supuesto, a EEUU. Todos detrás como borregos hacia el «gran reseteo», el gran cambio, ¡la transición! Y qué querían cambiar, nos preguntábamos, personajillos… pero nuestras vidas, ¿no? Ya se hablaba de ello en 2018, entonces llegó Covid y quedamos encerrados. Ese fue el primer gran paso. Y en cuanto se acabó eso, relanzaron con la Tercera Guerra Mundial. Y luego ya veremos con qué salen… y otra vez dirán que somos conspiradores, que somos negacionistas… Pero ¿sabéis lo que decía un artículo que leí el otro día en La Repubblica? Que en los últimos dos años las noticias habían perdido otro medio millón de espectadores. Se preguntaban por qué y se quejaban de que en Italia estamos cada vez más desinformados… Realmente no pueden aceptar que cada vez más gente haya dejado de creer sus mentiras. No se trata de ser negacionistas, ni conspiradores: ¡ni mucho menos! ¡Se trata de dejar de tener fe en ellos! Gire como gire la rueda, siempre ha girado. Es la naturaleza, lo único en lo que creo. ¿Y esta gente cree que puede hacerla girar a su antojo? No lo creo, no creo que les vaya tan bien’.
* * * *
En mayo de 2023, participé en una presentación de Zapruder, una revista social y política; era un número dedicado a los conflictos medioambientales, y en un momento dado, en la discusión, acabamos hablando de la dificultad, hoy, de luchar como antaño contra las molestias industriales, en defensa de la salud de nuestras comunidades; y de la ausencia, a día de hoy, de movimientos radicales capaces de plantear una rigidez y negarse al chantaje sanitario-laboral.
Me golpeó en el estómago como un puñetazo. ¿Acaso mis camaradas no se habían dado cuenta de lo que le había ocurrido a mi padre, a mi tía, de lo que mi madre había conseguido inventar para evitar la vacuna, de lo que había ocurrido en Trieste, en el puerto, y cada sábado, durante meses, en Piazza Castello, en Turín, de los cientos de miles de trabajadores que habían preferido ser suspendidos para no ceder al chantaje ejercido sobre sus cuerpos?
No me sorprende en absoluto que sea la generación que vivió el escándalo del amianto, y Chernobil, la que rechazó en masa la vacuna. Todas cosas seguras, el amianto y la energía nuclear. Lo dice el Gobierno y lo confirma el Organismo Internacional de la Energía Atómica. Tampoco me sorprende que Viernes por el Futuro y Greta Thunberg no lucharan contra el Green Pass, que sólo estaba en Italia, tal como lo conocíamos. No me sorprende porque el movimiento climático está hoy animado por una composición extremadamente joven, carente de la memoria histórica de sus propias categorías, fruto de una historia de movilizaciones largamente dirigidas, o cooptadas, en un intento de negociar una transición justa entre gobiernos, COP y protocolos internacionales. La ecología no es una panacea, ni un saber neutro: es un terreno de confrontación ideológica, y no puedo culpar a los jóvenes ecologistas de hoy cuando la academia, los think tanks, las corporaciones y los gobiernos liberales han hecho del green washing el paradigma que sustenta su comunicación, y han logrado ocupar en gran medida ese espacio discursivo.
Los gobiernos han sido capaces de manipular esa misma confianza en la ciencia, mezclada con un sentido de responsabilidad colectiva, que anima la ansiedad ecológica y el movimiento climático, y ¿cómo puedo sorprenderme de que los cientos de miles de estudiantes que llenaron las plazas en 2019 sintieran que vacunar era lo correcto y aceptaran la narrativa de que el No Pase Verde era todo trumpiano, irracional, irresponsable? Después de todo, enfrentar a ecologistas y trabajadores es el truco bien probado en el que se han basado los últimos treinta años de «capitalismo verde». Enfrentarse a unos u otros nunca ha resuelto nada. Pero los ecologistas radicales, los de las luchas antinucleares, los de las luchas territoriales, ¿dónde estábamos? ¿Y dónde estábamos nosotros, que hasta el día anterior estábamos exultantes por el Gilet Jaunes?
Estábamos en una teleconferencia hablando de convergencia, cuidados e interseccionalidad. Hablábamos de cuidados, mientras fuera de nuestras habitaciones cientos de miles de personas perdían su empleo en nombre de la salud colectiva. Hablábamos de interseccionalidad y no veíamos cómo la pandemia estaba afectando a cada grupo social según una lógica diferencial, exacerbando las propias contradicciones de clase, género y raza en las que centrábamos nuestra mirada. Hablábamos de convergencia y no podíamos creer que fueran los estibadores los que encabezaban las manifestaciones en Trieste, los Si Cobas defendiendo a los trabajadores suspendidos en Pirelli, los Cub defendiendo a los trabajadores sanitarios, los Gkn solidarizándose con los trabajadores suspendidos en toda Italia. Sólo vimos a cuatro mierdas en Roma ocupando el espacio donde deberíamos haber estado nosotros, volcando la sede de la CGIL. Cuatro fascistas que, por enésima vez, tomaron el escenario y ganaron la partida a la patronal, asegurándose de que cualquier disidencia fuera criminalizada.
Miramos el dedo olvidando la luna. Y mientras tanto, al dejar aisladas las luchas de estos trabajadores, quién sabe si no hemos impedido su generalización. Quién sabe si, al hacerlo, nos jugamos la misma oportunidad que llevábamos esperando desde el 15 de octubre de 2011. Quién sabe si nos hemos jugado la oportunidad de que haya diez, cien, mil ocupaciones del puerto de Trieste. Sin embargo, «hacer como en Trieste» nunca lo dijo nadie. Pero quizá, en los tiempos que corren, ya está bien de que haya quien siga diciendo que hay que hacer «como en Francia», o «como en Val Susa».
Quizá necesitábamos tiempo. Había demasiado miedo y demasiada rabia dividiéndonos, y el movimiento climático era demasiado joven. Al fin y al cabo, ya lo era tanto que durante 2019 Viernes Por el Futuro había pasado de pedir un cambio genérico a culpar al fracaso estructural de las élites y las políticas de transición. Y era demasiado pronto para poder ampliar el campo. Sin embargo, aquí estamos, en enero de 2024, casi cuatro años después del inicio del estado de emergencia sanitaria, cinco años después de la explosión de los movimientos por la justicia climática. ¿Y qué queda, hoy, de la pandemia?
Cada uno de nosotros, individualmente, ha tenido que asumir esta experiencia, en sus diferentes fases. Cada uno de nosotros ha llevado a cabo su propia elaboración. Sin embargo, pocos, si es que alguno, pueden decir que están satisfechos con este proceso. Como suspendidas en el vacío, las experiencias individuales siguen siendo incapaces de aferrarse a la realidad, y los recuerdos se desvanecen sin poder convertirse en un engranaje colectivo.
A pesar de los esfuerzos de todos, la pandemia sigue siendo un enorme recuerdo reprimido. Nada volverá a ser lo mismo, se dijo, y en muchos aspectos es así. Sin embargo, por el mero hecho de volver a sacar el tema, quienes lo vivieron desde cierto lado de la valla no pueden, ni siquiera hoy, dejar de estar cabreados. Estos mismos tonos míos, este enfado mío, no sirven para nada. Sin embargo, sólo en el cabreo encuentro la fuerza para escribir, la lucidez necesaria para la autocrítica. El movimiento No Green Pass era una lucha contra la nocividad, y los ecologistas no nos dimos cuenta. En pocas palabras, mi tía no es el problema: el problema somos mi tío y yo.
Lo bueno es que mi tía forma parte de la mayoría, y la clase obrera, a pesar de distanciarse de su pretendida vanguardia, ha seguido, de forma autónoma, haciendo lo que cree correcto.
Lo malo es que somos imprescindibles. O mejor dicho, no somos imprescindibles, pero es imprescindible romper el aislamiento en el que se expresa hoy el conflicto de la clase obrera, y conectar lo que ocurre en las fábricas, en los servicios y en las decenas de formas que adopta hoy el trabajo vivo, con lo que ocurre en los barrios obreros, dentro de nuestras casas, en las cárceles, en los hospitales, en los campos de refugiados. Lo malo es que no existen espacios sociales donde esta composición pueda tejer lazos, en ausencia de organizaciones de síntesis, ni modelos de militancia capaces de responder a estos desafíos, subjetividades simultáneamente internas a la clase y capaces de asumir esta responsabilidad. Pero si no a nosotros, ¿a quién corresponde esta tarea?
En las semanas que siguieron a la cena, mis tíos se veían casi todos los días. Mi abuelo es muy mayor, no se encuentra bien, y son ellos los que cargan con gran parte del trabajo de cuidados. Tenemos un grupo de Whatsapp donde compartimos preocupaciones, fotos, vídeos, bromas. No hablamos del cambio climático ni de pandemias. Porque, al fin y al cabo, no es el proyecto ideológico lo que crea y da fuerza a las comunidades humanas, sino la capacidad de cuidarse unos a otros, la responsabilidad de cada uno por los demás, la voluntad de no dejar a nadie atrás. Son estas voluntades y capacidades las que hacen posible el cambio, tanto en el plano interpersonal como en el político. Y este carácter no es propio sólo de las comunidades familiares. ‘Η αλληλεγγύη, το όπλο των λαών’ reza uno de los estribillos de lucha más populares en Grecia: ‘La solidaridad es el arma del pueblo’, y de todos los movimientos, de todos los colectivos, de toda comunidad en lucha. Hasta que hayamos encontrado nuevas palabras, hasta que hayamos desarrollado un proyecto político a la altura del desafío, partamos de aquí.

Observación de Joaquín Miras:
Es un debate grupuscular, ese de la mesa de navidad, que se corresponde con la realidad y por eso no tiene valor significativo, más allá de mostrar que la izquierda ha acabado siendo una doctrina teológica de fe, incluso en Italia. El movimiento obrero, existe cuando existe movimiento obrero, porque movimiento obrero no es un taxón sociológico referente a un ente de tan suma perfección salvífica y redentora que, según San Anselmo, por su propia perfección no pueda no poseer la existencia, dado que la definición de perfecto incluye la existencia. En conclusión, sería un taxón sociológico que por su propia belleza salvífica es inherentemente ontológico. Los 200 táleros imaginarios son a la vez reales. El sujeto no existe, se crea, se organiza. Un sujeto es activo cuando actúa y actúa plenamente cuando genera nueva cultura material de vida, nuevo vivir distinto, mediante el que desarrolla una nueva antropología. Ayudar a la autocreación de un sujeto exige pensar las cosas de nuestra organización de otra manera. Todo esto lo sabían Gramsci y Togliatti.… En Navidad, mejor dedicarse a comer panettone con tranquilidad o pelearse por el «calcio».

4. State of Power 2024 (2)

Una nueva aportación del especial State of Power 2024 del TransNational Institute. En esta ocasión, sobre la financiación de renovables en África.

https://www.tni.org/en/

¿Quién se beneficia de la fiebre de la energía verde? Derisking y relaciones de poder en la financiación de las energías renovables en África
9 de febrero de 2024
El «derisking» se promociona como la panacea para conseguir financiación para la expansión de las energías renovables en el Sur global, pero la experiencia de los proyectos de energías renovables en Senegal y Namibia demuestra que se está proporcionando a los inversores extranjeros una protección excesiva frente al riesgo, con todos los costes financieros, sociales, regulatorios y a largo plazo que se imponen a los Estados y a las comunidades marginadas.
Steffen Haag Johanna Tunn Tobias Kalt Franziska Müller Jenny Simon
Namibia sueña con la «bala de plata» económica del hidrógeno verde. Escondida en el «Sperrgebiet» -una mina de diamantes bajo dominio colonial alemán y ahora Parque Nacional Tsau ǁKhaeb- hay una zona designada para el megaproyecto de hidrógeno verde Hyphen. Se trata de una empresa conjunta alemana que planea producir hidrógeno verde en una superficie tres veces mayor que la ciudad de Nueva York,1 promocionada como una asociación (enlace externo)
En realidad, Hyphen es un proyecto basado en la deuda que corre el riesgo de aumentar el endeudamiento público y dejar de lado las preocupaciones sociales y medioambientales.
El éxito previsto del proyecto ha barrido bajo la alfombra todos los riesgos y cargas financieras derivados de los acuerdos de financiación público-privada que caracterizan el predominio de la financiación privada. Dadas sus limitadas capacidades fiscales, los países de renta baja dependen de la financiación extranjera pública y privada, lo que conlleva un aumento de la carga de la deuda (enlace externo).3 En vista de la urgente necesidad de financiación para la mitigación del cambio climático, a menudo se propone la «reducción de riesgos» como medio para crear mercados verdes en el Sur global.
En la financiación de las energías renovables, la «reducción de riesgos» ha surgido como la panacea para movilizar los recursos financieros necesarios para la transformación ecológica, especialmente en el Sur global. La reducción de riesgos pretende atraer la inversión privada en infraestructuras verdes ofreciendo garantías públicas de riesgo, con el objetivo último de detener el cambio climático en colaboración con el capital internacional. Sin embargo, los peligros económicos a los que se exponen los países con las medidas de de-risking pueden verse en las Asociaciones para una Transición Energética Justa (JETP) que se han firmado, por ejemplo, con Indonesia, Senegal, Sudáfrica y Vietnam.
Las preguntas cruciales que hay que plantearse son: ¿Responde la financiación internacional a la realidad cotidiana de las personas que viven cerca de las centrales de energías renovables? ¿Y a qué riesgos se está dando prioridad en estos proyectos de energías renovables: a los de las comunidades, al clima o a los de la empresa y los inversores financieros?
Proyectos como el de hidrógeno de Hyphen, en Namibia, revelan cómo el servicio público de producción de energía se trata como un activo invertible. Generan beneficios para los inversores extranjeros a costa de crear entornos explotadores y perjudiciales para las comunidades afectadas.

Los mercados financieros mundiales y el poder estructural de las energías renovables en el continente africano
El volumen de capital que busca inversiones rentables en los mercados financieros ha aumentado enormemente desde la década de 1980.4 La presión sobre la rentabilidad del sector productivo en los países industrializados, la redistribución a favor de los grupos sociales propietarios de la riqueza y el giro hacia sistemas de pensiones basados en los mercados de capitales han contribuido a esta evolución. La creciente libertad de acción de los agentes financieros y la creación de nuevas prácticas financieras alimentaron aún más el aumento del capital financiero…
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Recuadro 1. El poder en las finanzas mundiales
Las finanzas mundiales están estructuradas por relaciones de poder. Afectan, por ejemplo, a las estructuras y la regulación de los mercados financieros o a la distribución desigual de los beneficios y los perjuicios financieros. Esto es evidente en lo que respecta al acceso a las fuentes de financiación, la distribución de los beneficios y la vulnerabilidad a las crisis.
Dado que la globalización financiera surgió del colonialismo y del capitalismo estructurado poscolonial, las economías africanas siguen ocupando una posición subordinada en las relaciones financieras mundiales. Entre otras cosas, esto afecta a la depreciación de los tipos de cambio y al modo en que la inestabilidad financiera obliga a los países a reaccionar ante la dinámica de los mercados financieros internacionales.
Las crisis de la deuda de los años 80 obligaron a muchos países a aceptar préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y los correspondientes programas de ajuste estructural. Éstos no sólo daban prioridad al reembolso de los préstamos del sector privado, sino que también imponían condiciones a los países para impulsar la liberalización económica, abriendo los mercados financieros al capital mundial. Como resultado, los países están expuestos a relaciones financieras volátiles, a veces denominadas «tsunami de liquidez».
Véase el manual del TNI sobre la financiarización.

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Desde la década de 1990, han surgido oportunidades de inversión en nuevas áreas como la vivienda o las tecnologías de la información, así como en nuevas partes del mundo. Posteriormente, muchos países han experimentado repetidos tsunamis de liquidez:5 una afluencia temporal de inversión, un cambio en las expectativas de rentabilidad de los accionistas y una retirada más o menos repentina de capital.6 Al entrar y salir volando cuando cambian las expectativas, la financiación a corto plazo en particular aumenta el riesgo de crisis financieras recurrentes. Esta dinámica queda ilustrada por la llamada crisis asiática de finales de los noventa o la burbuja de las puntocom de principios de los 2000. Tras la crisis financiera mundial de 2008, el volumen del exceso de liquidez en busca de beneficios ha aumentado, ya que los bajos tipos de interés alimentaron aún más la fuerza del tsunami de liquidez.
Hoy en día, la llamada economía verde, sobre todo el sector de las energías renovables en las economías del Sur global, es uno de los destinos prometedores para la inversión del capital financiero mundial. Aunque es necesario invertir masivamente en infraestructuras, las vías tecnológicas y los beneficios económicos siguen sin estar claros y las finanzas privadas perciben graves riesgos de inversión. No es de extrañar, por tanto, que las finanzas privadas intenten trasladar estos posibles riesgos a los gobiernos anfitriones, en forma de apoyo financiero público. Mientras que la financiación de las infraestructuras públicas siempre ha implicado una mezcla de financiación privada y pública, la reducción de riesgos pretende reorganizar las economías energéticas, englobando un conjunto específico de instrumentos junto con una narrativa que los acompañe.
Hasta principios de la década de 2000, el término «financiación de la reducción de riesgos» se utilizaba de forma ecléctica, refiriéndose a la subcontratación de empresas, la microfinanciación o las carteras de fondos de pensiones. Tras la crisis financiera, la reducción del riesgo se matizó y se centró en la reestructuración macroeconómica, los riesgos de liquidez y la estabilidad financiera. Cuando el discurso macroeconómico empezó a abrazar la idea de una «recuperación verde», se inició un debate más específico, centrado en las finanzas verdes y en los prometedores, pero aún arriesgados, mercados del Sur global. La propuesta del grupo de reflexión E3G en la cumbre del G20 de Londres7 fue seguida poco después por una investigación conceptual en profundidad del Deutsche Bank y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD (enlace externo)).8 Este trabajo sugirió una metodología detallada de de-risking para que las políticas de creación de mercados creen un entorno prometedor para la inversión verde.
En esencia, el fundamento de la eliminación del riesgo es el siguiente: Aunque los costes de las energías renovables han caído drásticamente, los riesgos percibidos impiden a los inversores de los países del Sur global financiar la infraestructura para las energías renovables. Para movilizar los fondos necesarios, se necesitan instrumentos de mitigación del riesgo que hagan atractiva una economía para la inversión, por ejemplo garantizando un flujo estable de rendimientos.
Estos instrumentos proporcionan una red de seguridad para los inversores privados basada en un conjunto de medidas como la evaluación de riesgos, el seguro de crédito a la exportación, las garantías de inversión, el pago de primas, los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) como prestamistas de última instancia, la asistencia técnica y la consultoría política, así como iniciativas reguladoras nacionales para proporcionar un contexto político seguro y predecible. La reducción del riesgo se adoptó rápidamente como estrategia clave para abordar el reto de la financiación de infraestructuras sostenibles. Pocos años después de esta primera iniciativa política del PNUD, estas ideas entraron en el Programa GET-FiT (enlace externo) que financia proyectos de energías renovables en Uganda (enlace externo)
y Zambia (enlace externo) y también en el programa multinacional del Banco Mundial Scaling Solar (enlace externo)
y el programa RES4Africa de Italia (enlace externo) de Italia, por citar sólo algunos.
La reducción de riesgos es ahora omnipresente en la financiación de la lucha contra el cambio climático, y figura en muchas recomendaciones políticas del Banco Mundial, el FMI o las Naciones Unidas, como «De miles de millones a billones», «Reconstruir mejor» y «Maximizar la financiación para el desarrollo». Los proyectos de infraestructuras y energías renovables a gran escala en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 se han convertido en activos invertibles como medio para atraer capital internacional en busca de beneficios.
La macroeconomista Daniela Gabor se refirió a esto como el «Consenso de Wall Street», lo que significa que, en contraste con el anterior Consenso de Washington, la movilización de capital financiero privado se ha convertido ahora en una prioridad política y de desarrollo. En definitiva, se trata de un enfoque de la financiación del desarrollo basado radicalmente en el mercado y centrado en los intereses del capital financiero. Como sugiere Gabor, esto culmina en un «Estado de riesgo»,9 cuyas funciones más significativas ya no son el bienestar y la seguridad humana o territorial, sino la producción de oportunidades de inversión atractivas, moderadas por instituciones favorables a los inversores, cuya estructura se asemeja a quimeras gubernamentales o transnacionales. En el sector energético, esto puede incluir subastas de energía facilitadas por consultorías privadas y bufetes de abogados que se dirigen a los inversores occidentales, como demuestra claramente el caso de Zambia10.
En lo que sigue, nos centramos en proyectos que muestran distintos niveles de eliminación de riesgos: el caso del JETP pone de relieve la eliminación de riesgos a un nivel abstracto e interestatal, el caso de Senegal subraya las realidades cotidianas y Namibia ilustra cómo puede transformar toda una economía.

La estrategia de reducción de riesgos de las Asociaciones para la Transición a una Energía Justa (JETP)
En el contexto de las energías renovables en los países africanos, las Asociaciones para la Transición a una Energía Justa (JETP) han sido aclamadas como mecanismos innovadores de financiación de la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, también ilustran cómo las relaciones de poder y las desigualdades estructurales se reproducen a través de la financiación de las energías renovables. Negociadas entre el G7 y los países del Sur global, las JETP pretenden catalizar el cambio de los combustibles fósiles a las energías renovables.
El primer JETP, anunciado en la COP26 de 2021 entre el G7 y Sudáfrica, supone una inversión inicial de 8.500 millones de dólares para realizar la transición del carbón a las energías renovables. Financia proyectos de mejora de la red, generación de energía, vehículos eléctricos e hidrógeno verde, y propone una transición justa centrada en la creación de empleo y la formación profesional. Un JETP con Senegal, aspirante a productor de gas, firmado en junio de 2023, asigna 2.700 millones de dólares para un 40% de energías renovables en 2030.
Aunque el hecho de que los gobiernos de los países ricos empiecen ahora a reconocer sus responsabilidades climáticas e intensifiquen sus esfuerzos para proporcionar financiación para el clima, el modelo de financiación del JETP suscita muchas preocupaciones. En primer lugar, aunque muchos países del Sur global han exigido financiación para el clima, la forma en que se establecen los JETP sirve a los intereses geopolíticos de los Estados del G7 que pretenden reforzar su influencia política y económica global, incluso para responder a la Iniciativa china Belt and Road.
En concreto, sólo una pequeña parte de la financiación se concede en forma de subvenciones: entre el 3% y el 4% en Sudáfrica y el 6% en Senegal. El resto son préstamos en divisas fuertes que, a pesar de los tipos de interés inferiores a los del mercado, deben devolverse. Esto expone a los países receptores a riesgos de endeudamiento cuando las monedas locales se debilitan y los reembolsos de la deuda se vuelven más costosos, como en Sudáfrica, donde desde 2000 el rand ha perdido un 200% de su valor frente al dólar estadounidense.
Además, el modelo de financiación del JETP también se basa en una estrategia de reducción del riesgo. El dinero público se utiliza para financiar empresas privadas a través de asociaciones público-privadas (APP). En el sector de la electricidad, al que se destina la mayor parte de la financiación del JETP en Sudáfrica y Senegal, esto significa invertir en infraestructuras de red para crear las condiciones necesarias para que las empresas energéticas privadas, los llamados productores independientes de energía (IPP), pongan en marcha nuevos proyectos.
En concreto, la reducción del riesgo de los PPI conlleva subvenciones y garantías gubernamentales para la adquisición de la energía producida mediante acuerdos de compra de energía a los PPI por un precio y un periodo de tiempo fijos. Esto asegura ingresos a largo plazo para el sector privado, al tiempo que expone a los países anfitriones, como Sudáfrica y Senegal, a riesgos comerciales y agrava su deuda externa, ya que proporcionan garantías soberanas para la financiación privada.
Centrarse en atraer financiación privada también significa que no se asignan fondos suficientes para medidas de transición justa que no se consideran «financiables», ya que no tienen un retorno directo de la inversión, por ejemplo, un sistema de tarifas socialmente sensible, programas de formación y empleo con perspectiva de género o transferencia de tecnología. Los JETP no apoyan la fabricación local de energías renovables, que es donde se encuentran la mayoría de los puestos de trabajo de alta calidad y la creación de valor económico, por lo que no contribuyen al desarrollo industrial verde soberano ni a los beneficios a largo plazo para el empleo y la comunidad: sólo el 0,6% de las contribuciones prometidas al JETP de Sudáfrica se destina al desarrollo de capacidades, la diversificación económica y la inclusión social.
Además, dado que los productores privados de energía no sólo necesitan recuperar sus costes operativos, sino que también buscan obtener beneficios, esto puede conducir a tarifas energéticas más elevadas que incorporen márgenes de beneficio y pagos de intereses, lo que exacerba la pobreza energética. Por último, la sociedad civil y las comunidades han quedado al margen de las negociaciones del JETP. Los acuerdos se negocian a puerta cerrada entre el G7, que negocia en bloque con los distintos países, que han expresado en repetidas ocasiones su preocupación por los términos y condiciones de estos acuerdos, que a menudo no se hacen públicos. Los movimientos sociales y los sindicatos han presentado propuestas alternativas para una financiación climática justa (enlace externo)11 que se centran en la cancelación de la deuda, (enlace externo)12 reparaciones climáticas e inversiones públicas en lugar de reducir el riesgo de la financiación privada.
Este panorama de financiación parece muy alejado de la vida cotidiana de la gente. Pero la financiación mundial en forma de préstamos, acciones o cualquier otro instrumento llega a proyectos concretos de energías renovables, como el proyecto Hyphen o el parque eólico de Taiba N’Diaye en Senegal, que tienen importantes repercusiones en la vida de las personas.
Aventuras de inversión en Senegal: el parque eólico de Taiba N’Diaye
Chris Antonopoulos, Consejero Delegado de Lekela, presume de «espíritu aventurero (enlace externo)13 para construir parques eólicos en África. Lekela es una empresa londinense de energías renovables que ha construido el parque eólico Taiba N’Diaye, de 160 MW, en Senegal. Lo que para algunos es una aventura inversora, para otros puede destruir la base de su subsistencia.
Este parque eólico es un caso ejemplar de cómo la producción de energía renovable se convierte en un activo que ofrece oportunidades a los inversores que buscan beneficios y que tienen su sede predominantemente en el Norte global. Esto es posible gracias a un entorno institucional de reducción de riesgos tanto por parte del Gobierno senegalés como de las instituciones financieras internacionales de desarrollo, que crean un entorno seguro y estable para los inversores europeos. El parque eólico se ve como un activo invertible del que los inversores lejanos esperan un rico rendimiento, pero al mismo tiempo es el hogar y el lugar de contestación para las comunidades afectadas.
La política energética de Senegal se ha orientado hacia la creación de un «entorno de riesgo» que permita la producción privada de energía. En una reciente reforma del sector energético, el gobierno se inclinó por la financiación privada, eliminando las barreras normativas y creando un entorno propicio para los inversores internacionales. El núcleo de la reforma es la separación de Senelec, la empresa nacional de electricidad y el comprador de electricidad en proyectos de energías renovables, y el fortalecimiento de los agentes privados en la producción de energía (enlace externo).14 Los PPI licitan por los derechos de producción, mientras que la planificación energética a largo plazo del regulador ofrece a los inversores una base estable para las decisiones de inversión a largo plazo. La liberalización del mercado de la electricidad abre el mercado a la producción privada de energía y la planificación nacional pretende hacerlo atractivo para el capital extranjero.
Siguiendo esta orientación política, desde principios de la década de 2010 la cuota de producción de energía de los PPI ha aumentado hasta la mitad de la capacidad total instalada en Senegal, principalmente a través de la inversión extranjera directa (IED). Aproximadamente la mitad de la capacidad solar del país es propiedad de empresas francesas (enlace externo).15 El poder colonial ha vuelto, o quizá nunca se fue.
El parque eólico de Taïba N’Diaye encaja bien en la agenda de política energética de Senegal. La empresa francesa Sarreol desarrolló el proyecto y posteriormente lo vendió a Lekela, que lo desarrolló hasta hacerlo financieramente rentable con un préstamo de la Development Finance Corporation (DFC), la institución gubernamental estadounidense de financiación del desarrollo, y una garantía de inversión del Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (OMGI), una rama del Banco Mundial. Cuando se inició la construcción, Lekela era propiedad de dos fondos de capital de infraestructuras con sede en Europa y estructuras de propiedad opacas, y desde entonces se ha vendido a otros inversores. En la actualidad, el parque eólico consta de 46 aerogeneradores, número que pronto se duplicará, y afecta a más de diez pueblos con una población estimada de 25.000 habitantes.
La necesidad de los inversores privados de un alto grado de seguridad conduce a una constelación de financiación y modelos de negocio que merecen un examen más detenido. Lekela vende la electricidad producida a la empresa nacional de energía Senelec y utiliza los ingresos para pagar los préstamos de los acreedores y abonar a sus accionistas los beneficios previstos. Así pues, Lekela está obligada a operar con ánimo de lucro.
Para no arriesgar este flujo de tesorería, el modelo de negocio está asegurado por el des-riesgo fiscal. El gobierno senegalés proporciona un paquete de garantías para la adquisición de electricidad y el Banco Mundial hace lo mismo para los riesgos políticos, asegurando así a los inversores contra casi todo tipo de riesgos.
En el llamado Acuerdo de Compra de Energía (PPA), Senelec está obligada contractualmente a pagar toda la energía producida, aunque no haya demanda o la red esté sobrecargada. Esto garantiza los ingresos de Lekela. Además, Senegal ofrece una garantía soberana para cubrir la posibilidad de que Senelec incurra en impago.
Los inversores también pueden optar por recurrir a las denominadas garantías de riesgo político proporcionadas por el Banco Mundial, como un seguro de riesgo político (PRI) o una garantía de riesgo parcial (PRG). Estas garantías pueden activarse en casos como el impago por parte de Senelec y el Estado, la expropiación o la guerra y los disturbios civiles. Así pues, aparte de los riesgos relacionados con el proyecto o la tecnología, los inversores están protegidos contra prácticamente cualquier forma de inseguridad.
La lógica del beneficio que subyace a la financiación del proyecto y la necesidad de ingresos constantes para servir a los acreedores da forma a las desigualdades en el extremo inferior del parque eólico, concretamente en cómo afecta a las comunidades locales. Estas desigualdades son aún más llamativas en el contraste entre los propios relatos de inversión de Lekela y la disidencia de las bases.
A los inversores les gusta narrar la historia de los beneficios para el desarrollo de los proyectos de infraestructuras a gran escala, como la creación de empleo. Según Lekela, durante la construcción se ha empleado a un total de 380 personas, todas ellas de los pueblos de los alrededores. Sin embargo, los aldeanos expresan claramente su frustración por esta contratación, ya que los contratos son temporales y principalmente de baja cualificación.
Esto es aún más problemático porque se han expropiado las tierras de la gente para construir el parque eólico, privándoles de sus medios de subsistencia. Se ha indemnizado a unos 420 agricultores afectados por el parque eólico. La indemnización ha sido superior a la tarifa nacional habitual. Aunque esto podría considerarse un gesto noble por parte de Lekela, la cuestión de la tierra representa la división fundamental entre los inversores y la comunidad afectada. La historia de la inversión de Leleka proclama un modernizador -pero imaginario- «de la tierra de labranza al parque eólico», asumiendo el progreso y el desarrollo, pero las conversaciones con los agricultores dan un sentido muy diferente del significado de la tierra de labranza, que significa vida, la base de la alimentación y los ingresos. La indemnización puede aliviar sus vidas a corto plazo, pero no puede compensar la pérdida de sus tierras. La cuestión de la tierra trae el colonialismo del pasado al presente. La idea predominante de terra nullius justificó la ilegítima Lucha por África durante el colonialismo, organizando el acaparamiento de tierras para la economía de plantación colonial de formas que todavía podemos ver en los modelos actuales de extractivismo.16
Desde la perspectiva de los inversores, el parque eólico es todo un éxito de modernidad y desarrollo. Se supone que ha mejorado la vida de los aldeanos, por ejemplo con la construcción de un mercado, un centro informático en la escuela o paneles solares para los agricultores locales. La historia oficial de la inversión se ilustra con mujeres que bailan para expresar su alegría por las inversiones. Recurre a casi todos los tópicos del libro, exactamente como Binyavanga Wainaina nos enseñó a no escribir sobre África (enlace externo).17
La historia aparece como pura filantropía que conduce al progreso en los pueblos de los alrededores, mientras que los inversores ocupan el terreno moral. Como proclaman los inversores, el proyecto es «más que un parque eólico». Lo que esconde la historia de Lekela es que el parque eólico generará ingresos estables y a largo plazo para el promotor europeo, lo que será posible gracias a los instrumentos de reducción de riesgos descritos anteriormente. Sin embargo, esto traslada los riesgos a las comunidades afectadas y a los balances del Estado, añadiendo así una carga más al presupuesto estatal y proporcionando beneficios a corto plazo a la empresa privada.
Si observamos el parque eólico desde una perspectiva macroeconómica, veremos cómo las inversiones en energías renovables, incluso en un único parque eólico en Senegal, están cada vez más enredadas en los circuitos de las finanzas mundiales. Lekela ha sido vendida recientemente al operador Infinity, propietario de numerosos PPI en toda África, y es difícil creer que esta venta se haya producido sin que los anteriores propietarios de la empresa hayan obtenido importantes beneficios. Lo que esta reventa implica es una desconexión entre los propietarios del proyecto y la comunidad. Como mínimo, Lekela lleva varios años trabajando con las comunidades locales. El nuevo propietario no tiene esta relación, lo que amenaza con socavar cualquier responsabilidad y rendición de cuentas por los impactos del parque eólico en las comunidades locales.18 Por último, lo que resulta problemático a nivel macropolítico es la posible influencia que los instrumentos de de-risking conceden a las organizaciones multilaterales. La amenaza de activar una garantía de riesgo es una medida disciplinaria, en la medida en que si el Gobierno no paga, debe hacer frente a la suma garantizada, ya que el Banco Mundial tiene el poder de imponer reformas estructurales en el sector energético, socavando así la soberanía del Estado.
La historia de Lekela oculta y minimiza todas estas jerarquías estructurales. Su narrativa sólo incluye dos papeles: el del benévolo inversor europeo y el de los agradecidos receptores. A pesar de esta narración -o exactamente a causa de ella-, no olvidemos que el parque eólico de Taïba N’Diaye es una inversión que permite a inversores poderosos y ricos obtener beneficios de la venta de electricidad que la población senegalesa paga con sus tarifas eléctricas.
Por eso es importante destacar que los afectados por el parque eólico formaron un colectivo para defender los derechos de la comuna de Taïba N’Diaye (Taxawu Askan Wi), enfrentarse al promotor del proyecto, exigir su justa parte de los ingresos y el derecho a opinar sobre las decisiones que les afectan. Dada la superioridad financiera de Lekela y su poder para definir la narrativa de la inversión, es crucial ver lo que ocurre en los márgenes, cómo la gente lucha cada día para contrarrestar las desigualdades de poder financiero, y lo que estas luchas nos dicen sobre la estructura financiera mundial.
Sueños de hidrógeno verde en Namibia
Desde el noroeste de África hasta el extremo sur, la fiebre por las energías renovables adopta otra forma. Mientras que el parque eólico de Taïba N’Diaye se construyó para abastecer la red energética nacional, toda la economía emergente del hidrógeno en Namibia está orientada a servir a las economías europeas. Desde 2021, Namibia ha abierto rápidamente sus puertas a un sinfín de inversores, empresas y asistencia técnica, además de incorporar instituciones de reducción de riesgos para dar cabida a su objetivo de convertirse en «una superpotencia verde del hidrógeno (enlace externo)’.18

Reducción del riesgo fiscal
Para ello, el Estado namibio ha construido una arquitectura de financiación mixta que se basa en gran medida en un ecosistema internacional público-privado de reducción de riesgos para poner en marcha la incipiente economía del hidrógeno (enlace externo).19 Esto incluye una plataforma de financiación combinada llamada SDG Namibia ONE para la ampliación sin riesgo de la estrategia de hidrógeno verde y las respectivas iniciativas del sector privado. El capital en condiciones favorables de SDG Namibia ONE pretende reducir el coste global del capital y proporcionar así protección fiscal a lo que el país espera que sea una afluencia de inversores privados, dispuestos a desplegar capital y satisfacer las necesidades de inversión. Lanzada en la COP27 de Egipto, la plataforma está gestionada actualmente por dos organizaciones neerlandesas, Climate Fund Managers e Invest International Dutch, en el marco del Fondo de Inversión Medioambiental de Namibia.
La plataforma ha recibido subvenciones para asistencia técnica de Investment International (40 millones de euros) y el Banco Europeo de Inversiones (BEI) (5 millones de euros) con el fin de adecuar la plataforma a las necesidades de los inversores, y otro préstamo en condiciones favorables de 500 millones de euros del BEI. El Gobierno está utilizando este dinero para financiar sus participaciones en el prestigioso proyecto de hidrógeno a gran escala bajo la gestión de Hyphen Hydrogen Energy.
Aunque estos planteamientos siguen siendo muy recomendados por el Grupo del Banco Mundial (enlace externo)
20 y la OCDE, (enlace externo)21 se corre el riesgo de dejar a los países más vulnerables a las crisis de deuda y, en última instancia, amplía el poder y la influencia de los prestamistas financieros. Con una deuda estatal del 60%, la adición de préstamos se suma a la deuda externa global de Namibia y ejerce una mayor presión sobre el presupuesto nacional: si alguno de los proyectos fracasa, serán el Estado namibio y sus ciudadanos los que tendrán que soportar la carga del pago de la deuda.
Además, tanto los acreedores como los promotores de los proyectos forman parte de una red europea que pretende capitalizar y utilizar el hidrógeno verde y sus derivados para sus propios fines. Un representante de un banco local, que participó en la redacción del reglamento de la inversión Hyphen, lo resumió así: «En realidad, es dinero gastado para pagar los sueldos de los europeos […]. Habrá grandes contratos, acuerdos plurianuales, pero entre instituciones europeas».
Ecosistema sin riesgos
La fiebre por el nuevo «petróleo verde» y la creación de un entorno propicio han puesto sobre aviso a muchos gobiernos e inversores. Namibia ha firmado memorandos de entendimiento con Alemania, Países Bajos y la UE para la exportación de hidrógeno verde. Otros inversores, como Anglo American, el puerto de Rotterdam (Bélgica) y varias empresas japonesas, están llevando a cabo sus propios proyectos relacionados con el hidrógeno.
El proyecto más destacado se sitúa en el Parque Nacional Tsau ǁKhaeb de la Iniciativa para el Desarrollo del Corredor Meridional y está gestionado por Hyphen, un consorcio entre la empresa energética alemana ENERTRAG y la sociedad de inversiones Nicholas Holding. Esta empresa de inversión secreta está registrada en el conocido paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas, aunque el brazo operativo está gestionado por su filial Principle Capital, que ya ha participado anteriormente en un controvertido proyecto mozambiqueño de biocombustibles (enlace externo).22
La inversión prevista asciende a 9.400 millones de dólares, lo que equivale al producto interior bruto (PIB) de Namibia en 2020. El plan consiste en construir paneles solares y electrolizadores para producir hidrógeno verde en una zona protegida de 4.000 km², sobre todo, si no exclusivamente, para exportarlo a Europa. El Gobierno namibio prevé entre 10 y 15 proyectos más de este tipo en el parque nacional.
Para hacer frente a los riesgos políticos y normativos que pueden impedir la inversión de capital extranjero en su incipiente industria, como el «complicado» acceso de las empresas extranjeras a la tierra, las estrictas salvaguardias medioambientales o los requisitos de visado, el gobierno alemán, entre otros, ha concedido al gobierno namibio un programa de asistencia técnica. La asistencia corre a cargo de bufetes de abogados multinacionales que elaborarán normativas políticas y jurídicas. El objetivo final es crear un «entorno propicio» en interés de los inversores alemanes y europeos. Los bufetes seleccionados, por ejemplo para los proyectos del guión, son principalmente de origen alemán y europeo.

Reducción del riesgo reglamentario
Se están preparando nuevos ajustes normativos para dar cabida a la economía del hidrógeno. En la actualidad, no existen leyes específicas para la producción de hidrógeno verde destinado a la exportación, ni un régimen de seguridad adecuado para regular la producción, el almacenamiento, el transporte y el uso del hidrógeno y sus derivados (como el amoníaco). Para elaborar esa normativa, Namibia recurre a la costosa asistencia técnica extranjera de bufetes de abogados y consultorías y a las recomendaciones de organizaciones como el Banco Mundial y McKinsey.
El líder del movimiento social Reposicionamiento Afirmativo (AR), Job Amapunda, afirma que Hyphen colabora estrechamente con el gobierno namibio para crear el marco jurídico (enlace externo) para su economía del hidrógeno23 – lo que indica que un coordinador privado de proyectos está configurando eficazmente el futuro marco regulador de toda una industria emergente en Namibia ajustado a sus preferencias, requisitos y necesidades.
Mientras que el gobierno namibio y las partes interesadas europeas celebran los numerosos acuerdos, estrategias y asociaciones que se han establecido en tan sólo unos meses, la sociedad civil de Namibia ha señalado el peligro de que se repitan las dependencias financieras, la degradación ecológica y la exclusión social en medio del bombo verde del hidrógeno en Namibia.
En cuanto a la normativa, la modificación de las leyes en beneficio de los promotores de proyectos y en su afán por asegurarse un espacio de producción abundante para el hidrógeno verde puede facilitar el acaparamiento de tierras y agua. En el caso de Hyphen y su trayectoria actual, el proyecto enfrentará a la ciudad de Lüderitz, en gran medida desprevenida, con una economía de enclave -una economía orientada a la exportación y dominada por capital no local- a sus puertas. Aunque Hyphen anunció la creación de 15.000 puestos de trabajo y otros 3.000 durante la fase de construcción, al igual que en Senegal, la mayoría de ellos serán temporales y para mano de obra poco cualificada.
Además de la precariedad de la mano de obra y de las condiciones de vida in situ, también existen los riesgos socioecológicos de los conflictos por el agua y la destrucción ecológica. Por ejemplo, el vertido de salmuera de las plantas desalinizadoras al mar o a las aguas subterráneas, el uso de reservas raras de agua dulce, como prevé el proyecto Daures, financiado por el gobierno alemán, el uso de zonas de parques nacionales para el proyecto Hyphen, y el enorme impacto de las infraestructuras previstas, como puertos y plantas, en los ecosistemas terrestres y marinos. Los mercados financieros son ciegos a estos riesgos socioecológicos, siempre que no pongan en peligro las inversiones. El resultado es la socialización de los riesgos y la privatización de los beneficios -especialmente para las élites y los inversores internacionales-, que perpetúan el endeudamiento del Estado con los bancos internacionales y limitan el espacio de intervención de la sociedad civil.
La sociedad civil ha expresado su preocupación por la falta de transparencia y responsabilidad en relación con los procesos de contratación, los acuerdos financieros y las opciones normativas. Sin embargo, en lugar de comprometerse con la sociedad civil y abordar sus legítimas preocupaciones de forma democrática y transparente, el Gobierno namibio «advirtió a la población local de que no interfiriera en el proyecto de hidrógeno verde de Hyphen Hydrogen Energy (enlace externo)
24 Los inversores y políticos alemanes y europeos siguen pintando el panorama de las asociaciones de hidrógeno verde entre iguales.
La historia de la implicación alemana en el pasado y el presente extractivos de Namibia, incluida la ocupación colonial y el genocidio de los herero y los nama, no forma parte de los debates. Es asombroso ver lo rápido que se puede movilizar el capital cuando están en juego los intereses de los países ricos, mientras que todavía no hay reparaciones ni siquiera disculpas formales por las atrocidades coloniales alemanas. Cuando se le pidió que describiera la fiebre del hidrógeno verde en Namibia, un activista respondió: «Queremos que esto se llame como realmente es. Esto es importante. Aunque la gente siga arrasando y saliéndose con la suya, hay que llamarlo por su nombre: esto es imperialismo. Esto es colonialismo».
La necesidad de modelos de financiación socialmente justos y democráticos
El panorama que presentan estos casos de energía verde es ambivalente. Existe una necesidad urgente de financiación para proyectos de energías renovables. La crisis climática ejerce la mayor presión sobre algunos de los países y comunidades más vulnerables del mundo. Sin embargo, la forma actual de financiación de las energías renovables puede aumentar esas presiones en lugar de aliviarlas.
Sin duda, amenaza los esfuerzos en pro de la justicia climática mundial. Las asociaciones de financiación como el JETP, así como los proyectos específicos de energías renovables, son a menudo una puerta de entrada para los intereses globales del Norte y pueden perpetuar el colonialismo verde. Las naciones ricas, las élites nacionales y las corporaciones multinacionales se benefician, mientras que los países anfitriones y sus ciudadanos asumen los riesgos financieros y medioambientales a medida que se privatizan los beneficios, y el Estado y los consumidores cargan con los costes de la transición.
Siguiendo los pasos del llamamiento de los años setenta en favor de un «nuevo orden económico internacional», las iniciativas basadas en una perspectiva del Sur global cuestionan cada vez más la arquitectura mundial de financiación de la lucha contra el cambio climático. La Iniciativa de Bridgetown, (enlace externo)
25 una propuesta de reforma financiera mundial encabezada por la Primera Ministra de Barbados, Mia Mottley, ha creado una mayor conciencia de la deuda climática y de una crisis de la deuda que se avecina, con 52 países ya endeudados o, en el caso de Zambia, ya en quiebra. La petición de Mottley de Derechos Especiales de Giro (DEG) al FMI tocó una fibra sensible.
En la Cumbre de París de 2023 sobre la Financiación para el Clima, los líderes se reunieron para reestructurar la arquitectura de la financiación del desarrollo de forma que se reorientaran los flujos financieros y se garantizara un reparto equitativo del capital. Sin embargo, el impulso radical de Bridgetown fue en realidad una causa perdida, ya que la Cumbre no se tradujo en un programa de alivio de la deuda, sino sólo en un enfoque fragmentario. Dejando a un lado el impacto real de la Iniciativa de Bridgetown, representa una importante impugnación de la dinámica neocolonial en la financiación del clima y un llamamiento en favor de unos flujos financieros justos.
Lo que se necesita para que haya justicia en la financiación del clima es un debate y una práctica constantes entre los movimientos sociales, la sociedad civil, la política y el sector privado. Pero a menos que este debate se base firmemente en el contenido y aborde las desigualdades de poder, el llamamiento a la justicia corre el riesgo de ser poco más que la llamada señalización de virtudes. Esto queda ilustrado en los debates sobre los JETP. Como han exigido los sindicatos y la sociedad civil, las negociaciones sobre los proyectos de inversión deben ser inclusivas y transparentes, y no basarse en acuerdos secretos firmados a puerta cerrada entre el país donante y el receptor. Sólo si esto se garantiza, los actores de la sociedad civil podrán exigir más financiación basada en subvenciones en lugar de préstamos condicionados.
Las demandas de justicia en proyectos de energías renovables como las PPI suscitan otras preocupaciones. Es necesario establecer modelos de financiación que transfieran una suma justa y fija de los beneficios obtenidos por los promotores privados a las comunidades afectadas. Las personas cuyas tierras son expropiadas deben recibir una compensación justa porque a menudo es lo único que tienen. A nivel gubernamental, las normas de contenido local deberían exigir a los promotores internacionales que creen valor económico nacional.
Estas exigencias no son abstractas ni utópicas. Podrían adoptarse fácilmente siempre que exista la voluntad política y el espacio para hacerlo. Sin embargo, el hecho de que tales exigencias estén tan lejos de la realidad sobre el terreno muestra la distancia que queda por recorrer. Esto exige que la sociedad civil y los movimientos solidarios con quienes se ven directamente afectados por las energías renovables presionen a las finanzas internacionales que invierten en esos proyectos.

Sobre los autores
Somos un equipo de investigación (enlace externo) de la Universidad de Hamburgo y realizamos investigaciones sobre la economía política global de las transiciones energéticas en África. Nuestro trabajo se centra en las relaciones de poder poscoloniales. El proyecto de investigación H2POLITICS examina los impactos socioecológicos y de desarrollo de la producción de hidrógeno verde en el Sur global para exportarlo a Alemania y apoyar su transición energética.
Este ensayo forma parte de State of Power 2024: Energía, poder y transición.

Notas

  1. Gabor, D. and Sylla, N.S. (2023) ‘Derisking developmentalism: a tale of green hydrogen’. Development and Change, 54(5): 1169–1196. https://doi.org/10.1111/dech.; Haag, S. and Müller, F. (2019) ‘Finanzplatz Afrika. Grüne Finanzflüsse und afrikanische Energietransitionen‘, in H. Melber (Ed.), In Deutschland Und Afrika–Anatomie Eines Komplexen VerhältnissesFrankfurt: Brandes & Apsel, pp. 58–73; Kalt, T. and Tunn, J. (2022) ‚Shipping the sunshine? A critical research agenda on the global hydrogen transition’. GAIA – Ecological Perspectives for Science and Society, 31(2): 72–76. https://www.oekom.de/_files_ 
  2. Eberhardt, P. (2023) Germany’s Great Hydrogen Race. Brussels: Corporate Europe Observatory.
  3. UNCTAD (2023) ‘A world of debt’. https://unctad.org/
  4. Huffschmid, J. (2022) Politische Ökonomie der FinanzmärkteHamburg
  5. The former Brazilian president Dilma Rousseff first used the term liquidity tsunami in 2012 when she criticised the impacts of the ‘global North’ expansionary monetary policy on the Brazilian financial system.

  6. Alami, I. (2019) Money Power and Financial Capital in Emerging Markets: Facing the Liquidity Tsunami. Abingdon: Routledge.
  7. Mabey, N. (2009) Delivering a sustainable low carbon recovery. Proposals for the G20 London Summit.
  8. UNDP (2013) Derisking Renewable Energy Investment. New York: United Nations Development Programme. https://www.undp.org/ 
  9. Gabor, D. (2021) ‘The Wall Street Consensus’. Development and Change, 52(3): 429–59. https://doi.org/10.1111/dech.
  10. Elsner, C., Neumann, M., Müller, F. and Claar, S. (2021) ‘Room for money or manoeuvre? How green financialization and de-risking shape Zambia’s renewable energy transition’. Canadian Journal of Development Studies / Revue canadienne d’études du développement, 43(2): 276–95. https://doi.org/10.1080/ 
  11. Global Energy Justice Workshop Collective (2023) CHANGE THE SYSTEM, NOT THE CLIMATE: What is wrong with the Just Energy Transition Partnership (JETP)? Kassel: Global Partnership Network.

  12. Institute for Economic Justice (2022) Towards a just energy transition. A framework for understanding the just energy transition partnership on South Africa’s just transition. Johannesburg: IEJ. https://www.iej.org.za/a- 
  13. Lekela Power (2021) ‘The spirit of an adventurer’. https://lekela.com/articles/ 
  14. Ward, A. (2021, 3 May) ‘Senegal’s journey from blackouts to gas and green energy progress is swift, but universal access to electricity will take time’. Financial Times Special Report Dakar. https://www.ft.com/content/ 
  15. Meridiam (2021) ‘ENGIE, Meridiam and FONSIS commission two new solar projects in Senegal | Meridiam’. Investir Pour La Collectivité Meridiam. https://www.meridiam.com/news/ 
  16. Dieng (2021, 29 April) ‘The labor of land’. https://africasacountry.com/
  17. Wainaina, B. (2022) How to Write About Africa. Hamish Hamilton. https://granta.com/how-to- 
  18. Baker, L. (2022) ‘Procurement, finance and the energy transition: between global processes and territorial realities’. Environment and Planning E: Nature and Space, 5(4): 1738–64. https://doi.org/10.1177/
  19. Green Hydrogen Organisation (2023) ‘Namibia’. https://gh2.org/countries/
  20. Gabor and Sylla (2023), op.cit. 

  21. World Bank (2023) ‘Blended Finance’. https://ieg.worldbankgroup. 
  22. OECD (2020) ‘Blended Finance Principles’. Paris: Organisation for Economic Co-operation and Development. https://www.oecd.org/dac/ 
  23. Grobler, J., Lo, J. and Civillini, M. (2023, 15 November) ‘Shades of green hydrogen: EU demand set to transform Namibia Shades of green hydrogen: EU demand set to transform Namibia’. Climate Change Newshttps://www.climatechangenews. 
  24. Beukes, J. (2023) ‘World Bank gives Namibia green hydrogen road map’. https://www.erongo.com.na/ 
  25. Matthys, D. (2023, 1 June) ‘Geingob blasted for telling Namibians not to interfere with green hydrogen project’, The Namibianhttps://ww2.namibian.com.na/;
  26. Mottley, M. A. and Hoyer, W. (2023) ‘What it will take to transform development finance’, Project Syndicate. https://www.project-syndicate.;

5. La prensa basura y Palestina

No me gusta perder el tiempo con este tema, pero de vez en cuando conviene hacer un repaso de cómo funciona la prensa basura. Este artículo de Jonathan Cook se centra en la británica y estadounidense, pero la nuestra es solo el siguiente eslabón en la cadena de mentiras. https://www.jonathan-cook.net/

El sesgo israelí de la CNN ha quedado al descubierto. Pero la CNN es la norma, no la excepción

Jonathan Cook 10 de febrero de 2024
Los medios de comunicación occidentales nunca podrán informar realmente sobre el alcance de la criminalidad de Israel, porque hacerlo supondría poner al descubierto su prolongada complicidad en esos crímenes.
Middle East Eye – 9 de febrero de 2024
Filtraciones desde dentro de la CNN revelan que durante meses sus ejecutivos han estado imponiendo activamente una línea editorial diseñada para reforzar el encuadre israelí de los acontecimientos en Gaza, hasta el punto de ocultar las atrocidades cometidas por el ejército israelí.
Los dictados, dicen los informadores, han dado lugar a que altos cargos se nieguen a aceptar misiones en la región «porque no creen que vayan a tener libertad para contar toda la historia». Otros sospechan que los editores los mantienen alejados porque temen que se opongan a las restricciones.
En los memorandos internos se insiste en que los reportajes deben ser aprobados por la oficina de la cadena en Jerusalén, donde el personal es visto como partidista que inclina la información a favor de Israel. Los puntos de vista palestinos están estrictamente restringidos.
«En última instancia, la cobertura de la guerra entre Israel y Gaza por parte de la CNN equivale a una mala praxis periodística», declaró un empleado a una investigación del diario The Guardian.
Según los testimonios del personal, las directrices proisraelíes de la CNN proceden de lo más alto: Mark Thompson, un ejecutivo de televisión que fue contratado de la BBC. Thompson, señala el artículo de The Guardian, era recordado por el personal de la BBC por «ceder a las presiones del gobierno israelí en varias ocasiones», presumiblemente una de las cualificaciones que le valieron el puesto al frente de la CNN.
Fue él quien defendió notoriamente en 2009 la controvertida decisión de la BBC de no emitir por primera vez el llamamiento anual de recaudación de fondos del Comité de Emergencia para Desastres, que es un grupo de importantes organizaciones benéficas británicas, porque el dinero se destinaba a Gaza después de que los bombardeos israelíes la hubieran devastado.
Además del descontento de la CNN, se ha informado de que también hay malestar en la BBC. El personal, incluidos presentadores de alto nivel, se reunió el mes pasado con el director general Tim Davie, uno de los sucesores de Thompson, para acusar a la corporación de parcialidad antipalestina.
Expresaron su preocupación por el lenguaje «deshumanizador» utilizado para describir a los palestinos muertos en Gaza y por el hecho de que la BBC no cubriera noticias importantes difundidas por Al Jazeera y otras cadenas.
Una fuente declaró al sitio web Deadline que el grupo de disidentes estaba sorprendido por la franqueza de Davie. Davie habría admitido que el lobby pro-israelí «estaba más organizado que los partidarios palestinos en sus relaciones con la BBC».
Agendas sesgadas
Nada de esto debería sorprender.
Middle East Eye ha puesto de relieve las prioridades claramente sesgadas de las agendas informativas occidentales desde que Hamás irrumpió en Gaza el 7 de octubre, unos 17 años después de que Israel comenzara a imponer un asedio militar que ya había dejado el enclave apenas habitable.
En la carnicería que ese día causó el ataque de Hamás -así como la violenta respuesta indiscriminada de Israel- murieron unas 1.139 personas en Israel.
Como MEE ha señalado anteriormente, todo el cuerpo de prensa occidental, no sólo la CNN y la BBC, ha fracasado en su deber básico de presentar una imagen equilibrada de lo que ha estado sucediendo en los últimos cuatro meses.
Tampoco ha tratado las afirmaciones israelíes con el escepticismo que merecen, especialmente porque Israel tiene un largo historial de ser descubierto en mentiras y engaños.
Paradójicamente, dada su exposición de los problemas de la CNN, muchas de las acusaciones de fracaso periodístico dirigidas a la CNN y a la BBC podrían dirigirse también al periódico The Guardian, o a cualquier otra organización mediática del establishment.
Tras la irrupción de Hamás el 7 de octubre, Israel desató un asalto devastador contra la población de Gaza, que hasta ahora ha dejado decenas de miles de palestinos muertos o desaparecidos bajo los escombros.
Sin embargo, todos los medios de comunicación occidentales siguen presentando de forma engañosa el ataque de Israel en Gaza -incluido el castigo colectivo infligido a los civiles al negarles alimentos y agua- como «represalias», «una guerra contra Hamás» y «una operación para eliminar a Hamás».
Los medios de comunicación occidentales también han evitado en gran medida calificar de «limpieza étnica» la orden del ejército israelí de que los palestinos abandonen sus hogares. Como resultado, 1,7 millones han quedado atrapados en una pequeña zona del sur de Gaza donde se enfrentan a incesantes bombardeos.
Del mismo modo, casi no se ha mencionado el plan que Israel tiene desde hace tiempo -y que ahora parece estar a punto de hacer realidad- de expulsar a la población de Gaza al desierto del Sinaí, en el vecino Egipto.
Y los mismos medios de comunicación se han negado a conectar los puntos demasiado obvios de que Israel -al destruir la mayoría de los hogares de Gaza, cerrar por la fuerza casi todas sus instalaciones médicas y cortar los alimentos y el agua, al tiempo que exige la desfinanciación internacional de Unrwa, la principal agencia de ayuda de las Naciones Unidas a Gaza- está llevando a cabo una política abiertamente genocida.
Israel está haciendo de Gaza un lugar inhabitable, tal y como Giora Eiland, asesor del ministro de Defensa israelí, prometió que haría Israel al comienzo de su asalto: «Gaza se convertirá en una zona donde la gente no pueda vivir».
Cuando los medios de comunicación se refieren al genocidio, es estrictamente en el contexto de la decisión de la Corte Internacional de Justicia de juzgar a Israel por el «crimen de crímenes». Incluso entonces, los medios del establishment han minimizado en gran medida la importancia de la sentencia del Tribunal Mundial, o incluso la han interpretado como una victoria para Israel.
Sorprendentemente, el panel de 17 jueces de la CIJ ha demostrado ser mucho más valiente que los periodistas de los medios de comunicación occidentales.

Denunciantes débiles
Es notable que, aunque The Guardian se refiere a una «reacción violenta» en la CNN, la única prueba significativa de esa reacción es un grupo de periodistas que expresan sus quejas de forma anónima a The Guardian.
Los autoproclamados «intrépidos narradores de la verdad» de la CNN y la BBC se han mostrado, según admiten ellos mismos, demasiado acobardados para informar con veracidad sobre las atrocidades cometidas por Israel en Gaza.
No son los periodistas y los reportajes sobre el terreno los que están dando forma a la cobertura informativa, se quejan. Son los ejecutivos bien pagados de los medios de comunicación, que miran por encima del hombro a los anunciantes corporativos, a los funcionarios del gobierno y a un grupo de presión pro-Israel estrechamente conectado a ambos.
Los periodistas citados por The Guardian tienen demasiado miedo incluso para hacer constar sus críticas. Son el tipo más débil de denunciantes.
Carecen incluso de la mínima valentía mostrada por los 800 funcionarios estadounidenses y europeos que firmaron una declaración condenando a sus gobiernos por dejar de lado el asesoramiento de los expertos y arriesgarse a ser cómplices de «una de las peores catástrofes humanas de este siglo».
¿Dónde están los periodistas occidentales que exigen que Israel ponga fin a su campaña de asesinatos de periodistas palestinos? ¿O que Israel ponga fin a un asedio mediático que impide a los corresponsales extranjeros llegar a una zona de genocidio a menos que estén empotrados con soldados israelíes?
¿Por qué los periodistas no plantean estas cuestiones en público, o ponen en un aprieto a los funcionarios del gobierno israelí que tan habitualmente reciben en antena, exigiéndoles una explicación?
También hay un malentendido fundamental demostrado por los comentarios que los empleados de la CNN han hecho a The Guardian. Uno de ellos observó: «Hay muchas luchas internas y disensiones. Hay gente que quiere irse».
Otro señalaba sobre el papel de la oficina de Jerusalén que «los cambios críticos -desde la introducción de un lenguaje impreciso hasta la ignorancia de historias cruciales- garantizan que casi todos los informes, por muy condenatorios que sean, eximen a Israel de haber actuado mal».
Pero aunque la CNN pueda ser el peor de un grupo podrido, la simple verdad es que no hay destinos mediáticos establecidos donde estos periodistas desilusionados vayan a encontrar que pueden hablar libremente sobre los crímenes de Israel, por no hablar de sus objetivos genocidas generales.
Si realmente intentan actuar como narradores de la verdad, lo más probable es que compartan el destino de Antoinette Lattouf, periodista despedida por la Australian Broadcasting Corporation por volver a publicar un informe de Human Rights Watch sobre las atrocidades israelíes.
Lattouf había sido objeto de una campaña de lobby proisraelí que exigía su despido después de que investigara la veracidad de un vídeo que supuestamente mostraba a multitudes de protesta en Sydney coreando «gas a los judíos».
Como de costumbre, gran parte de los medios de comunicación occidentales se hicieron eco de la noticia sin cuestionarla. La semana pasada, una larga investigación de la policía de Nueva Gales del Sur concluyó que la pista de audio había sido falsificada.
A oscuras
Una de las principales críticas a la cobertura de la CNN bajo Thompson es que ha insistido en un encuadre proisraelí. Un memorando de gestión afirma: «Debemos seguir recordando siempre a nuestra audiencia la causa inmediata de este conflicto actual, a saber, el ataque de Hamás y el asesinato y secuestro en masa de civiles».
Según los informantes, la CNN ha utilizado el atentado de Hamás del 7 de octubre «para justificar implícitamente las acciones israelíes, y ese otro contexto o historia a menudo no era bienvenido o se marginaba».
Como observó un miembro del personal: «Cada acción de Israel -el lanzamiento de bombas masivas que arrasan calles enteras, la aniquilación de familias enteras- la cobertura acaba siendo manipulada para crear una narrativa de ‘se lo merecían'».
Pero, como MEE ha detallado anteriormente, no es sólo la CNN la que se ha empeñado en imponer un falso equilibrio que le permita equivocarse sobre el genocidio.
Durante meses y meses, la BBC y otros medios de comunicación han revisitado los horrores históricos del 7 de octubre, con demasiada frecuencia a expensas de la difusión de los horrores actuales de la matanza de Israel en Gaza.
El descubrimiento, por ejemplo, de una fosa común la semana pasada en el norte de Gaza, con las víctimas esposadas y con signos de haber sido torturadas antes de su ejecución, ha sido enterrado por los medios de comunicación occidentales.
Como se preguntaba Kenneth Roth, director de Human Rights Watch, en un tuit: «¿Por qué esto no es una historia más grande?». ¿Quién puede dudar de que sin duda lo habría sido, si los cadáveres fueran ucranianos y si Rusia, y no Israel, estuviera en el ajo?
Hay un patrón de omisión de pruebas que contradicen la narrativa oficial de Israel, y que comenzó con los acontecimientos del 7 de octubre, supuestamente el contexto vital e inmediato que los ejecutivos de la CNN afirman que es necesario subrayar constantemente como «causa de este conflicto actual».
Sorprendentemente, durante semanas los medios de comunicación occidentales se han negado a informar sobre las investigaciones de los medios israelíes que han reevaluado los acontecimientos del 7 de octubre y han puesto en entredicho las afirmaciones oficiales israelíes.
Se ha dejado al público occidental completamente a oscuras.
Desde el 7 de octubre, Israel y los medios de comunicación occidentales han promovido la historia de que Hamás quemó vivos a israelíes, un aparente salvajismo que rápidamente se convirtió en la principal justificación de los bombardeos genocidas de Israel y de la hambruna que padece la población de Gaza. Pero las investigaciones de los medios israelíes indican claramente que no fue Hamás sino el propio Israel quien incineró a muchos de sus ciudadanos con proyectiles de tanque y misiles Hellfire disparados por helicópteros Apache.
Esos informes revelan que los mandos israelíes, sorprendidos por el ataque de Hamás, invocaron la famosa «directiva Aníbal» del ejército, que exige a los soldados israelíes que impidan que se tomen como rehenes a israelíes, incluso si ello provoca su muerte.
Este «Aníbal masivo», como lo llamó un comandante israelí, ha sido expuesto con gran detalle por veteranos corresponsales militares del periódico israelí Yedioth Ahronoth.
Del mismo modo, ninguno de los medios de comunicación occidentales ha tenido a bien informar de que el propio asesor de ética del ejército israelí, el profesor Asa Kasher de la Universidad de Tel Aviv, ha calificado las acciones del ejército israelí ese día de «horrorosas» y de urgente necesidad de investigación por parte de una comisión estatal de investigación.
Kasher declaró al diario israelí Haaretz que sospechaba que la invocación de la directiva Aníbal contra civiles israelíes, y no contra soldados israelíes capturados, era contraria a la legislación israelí.

Suicidio profesional
El problema no es sólo que los medios de comunicación occidentales hayan actuado al unísono al ocultar pruebas convincentes de los crímenes cometidos por Israel el 7 de octubre. También han actuado al unísono atribuyendo con credulidad crímenes especialmente bárbaros a Hamás sobre la base de las pruebas más endebles, afirmaciones infundadas que Israel ha estado utilizando para justificar su alboroto genocida.
Esto comenzó inmediatamente después del 7 de octubre, con acusaciones de que Hamás había decapitado a bebés, los había colgado de tendederos y los había asado en hornos. La Casa Blanca incluso se hizo eco de estas afirmaciones.
Sigue sin haber pruebas de ninguna de ellas.
El personal de CNN está molesto porque Hadas Gold, una de sus reporteras en Jerusalén -que forma parte de la unidad que examina todas las copias sobre Gaza- recicló acríticamente las mentiras de la oficina del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.
Calificó de increíbles los desmentidos de Hamás sobre los bebés decapitados «cuando tenemos literalmente vídeos de estos tipos, de estos militantes, de estos terroristas haciendo exactamente lo que dicen que no hacen a los civiles y a los niños».
De hecho, nadie había visto esos vídeos, y mucho menos la CNN. Simplemente repetía las falsedades que le decían los funcionarios israelíes y las hacía pasar por hechos incontrovertibles. Pero este abandono de los principios periodísticos más elementales no se limita a la CNN. La mayoría de los medios occidentales se apresuraron a acusar a Hamás de asesinar y decapitar bebés.
La cautela puede ser lanzada al viento cuando se trata de afirmaciones contra Hamás, cuando ningún periodista occidental se atrevería jamás a promover tan temerariamente afirmaciones sin pruebas contra Israel. No necesitan un memorando de la dirección para entender que sería un suicidio profesional.
Por eso, la investigación académica sobre la cobertura de Israel y Palestina siempre llega a la misma conclusión: que la parcialidad de los medios contra los palestinos está por las nubes.
Por ejemplo, un estudio del primer mes de cobertura de la BBC del ataque de Israel a Gaza descubrió una total incoherencia en el lenguaje utilizado.
Los términos «asesinato», «asesino», «asesinato en masa», «asesinato brutal» y «asesinato despiadado» se utilizaron constantemente para describir, y recordar a los espectadores, las muertes de israelíes en el único día del 7 de octubre. Esos términos no se utilizaron ni una sola vez en la cobertura de las muchas semanas de matanzas de palestinos por parte de Israel.
Como siempre, los medios de comunicación confieren implícitamente una legitimidad y legalidad a la violencia israelí, incluso cuando está cometiendo un genocidio, que a la violencia palestina se le niega automáticamente.
Oscurecimiento de Hamás
Este problema no sólo afecta a la prensa popular, sino también a los llamados medios de comunicación serios y «liberales».
The Guardian ha seguido los pasos del New York Times no sólo al no informar sobre los horrores que Israel desató sobre sus propios ciudadanos el 7 de octubre. Ambos también han promovido activamente la afirmación sin pruebas contra Hamás de que ese día llevó a cabo violaciones «sistemáticas», utilizando la violencia sexual como arma de guerra.
El New York Times dio credibilidad a esta afirmación en un reportaje ampliamente difundido a finales de diciembre. La familia de la supuesta víctima principal de violación citada por el New York Times acusó inmediatamente al periódico de promover una falsedad y de manipularlos. Había otras discrepancias e incoherencias importantes en el reportaje.
Tras las crecientes protestas internas del personal por la escasez de pruebas de la historia, el periódico ha pospuesto indefinidamente un episodio de su emblemático podcast «The Daily» que se suponía iba a ampliar la historia original del Times.
The Intercept expuso el dilema del New York Times: «publicar una versión que se ciña a la historia publicada anteriormente y arriesgarse a volver a publicar errores graves, o publicar una versión muy suavizada, planteando dudas sobre si el periódico sigue manteniendo el informe original».
Aun así, a pesar de estas evidentes deficiencias, The Guardian reprodujo con precisión la historia del Times, basándose en las mismas fuentes israelíes desacreditadas.
Lo que hace que estas tergiversaciones de los hechos sean tan fáciles es la dependencia exclusiva y la confianza reflexiva de los medios de comunicación en las fuentes israelíes.
La investigación de The Guardian sobre la CNN, de nuevo paradójicamente, cita la preocupación del personal por el hecho de que la dirección haya insistido en ocultar las declaraciones de Hamás, argumentando que todo lo que dice es «retórica y propaganda incendiaria» y, por tanto, «no tiene interés periodístico».
Un empleado señaló: «No es periodismo decir que no hablaremos con alguien porque no nos gusta lo que hace».
Pero esta es la práctica habitual de los medios de comunicación cuando se trata de Hamás. La BBC y otros medios indican su sesgo ideológico inherente al añadir la designación interesada de sus gobiernos de Hamás como «organización terrorista». Nunca se atreverían a describir a Israel -con toda exactitud- como «juzgado por genocidio por la Corte Internacional de Justicia».
Como señaló Craig Murray, ex embajador del Reino Unido, la BBC encabezó sus noticias con un segmento de ocho minutos en el que se reciclaban acusaciones israelíes no demostradas de implicación de personal de la agencia de la ONU para los refugiados en Gaza con Hamás. El reportaje de la BBC racionalizó de hecho la decisión del gobierno británico de desfinanciar la Unrwa, incluso ante una catástrofe humanitaria sin precedentes en la zona.
Fue Channel 4, en un momento demasiado raro de verdadero periodismo, el que más tarde demostró que los documentos enviados por Israel al Reino Unido y a otros gobiernos no proporcionaban ninguna prueba que respaldara sus afirmaciones.
Es precisamente la decisión antiperiodística de ignorar las opiniones de Hamás, así como de dejar de lado perspectivas palestinas más amplias, lo que da rienda suelta a Israel y a sus grupos de presión para difundir su propia retórica y propaganda incendiarias.
Con demasiada frecuencia, se prejuzga a Hamás como culpable, se le acuse de lo que se le acuse. Este proceso de vilipendio se extiende incluso a quienes muestran solidaridad con el sufrimiento de Gaza, incluidos los millones de personas que se han manifestado en ciudades occidentales. Han sido repetidamente etiquetados y vilipendiados como partidarios de Hamás.

Las verdaderas presiones
The Guardian ofrece varias explicaciones de por qué la CNN ha fracasado tan estrepitosamente a la hora de cubrir adecuadamente la matanza de Gaza. Todas tienen algo de verdad.
En efecto, la CNN teme enemistarse con el gobierno de Estados Unidos y poner en tela de juicio una parte fundamental de su programa de política exterior.
Existen indudables presiones comerciales por parte de los anunciantes. El lobby israelí puede estar seguro de que sus amenazas serán tomadas en serio cuando los periodistas se enfrenten a ser acusados de antisemitismo por salirse de la línea.  Y todas estas presiones se ven agravadas por las dificultades a las que se enfrentan sus periodistas para acceder a Gaza.
Pero lo que The Guardian no quiere que sus lectores adviertan es que todas estas presiones se aplican no sólo a la CNN, sino a todos los demás medios de comunicación corporativos, incluido el propio The Guardian. Por eso los fallos son generales, no se limitan a una o dos cadenas.
Y esas presiones no son sólo las actuales. Están ahí todo el tiempo. Por eso los medios de comunicación estatales y corporativos se han negado a tratar con seriedad los argumentos de las principales organizaciones de derechos humanos israelíes e internacionales de que Israel es un Estado racista y de apartheid que oprime sistemáticamente a los palestinos.
Pero incluso estas explicaciones no cuentan toda la historia. La verdad más profunda es que los medios comerciales occidentales no están más separados de los intereses corporativos de sus anunciantes de lo que una emisora estatal como la BBC lo está de los intereses clave del Estado que la financia. Están íntimamente ligados.
Las grandes corporaciones y los multimillonarios que poseen los medios de comunicación están fuertemente invertidos en las industrias de armas y combustibles fósiles que requieren el continuo dominio militar de estilo colonial de Occidente sobre el planeta y sus recursos.
Israel ha sido durante mucho tiempo el eje del control de los establecimientos occidentales sobre Oriente Medio, rico en petróleo, y un banco de pruebas de armas, nuevas tecnologías y sistemas de vigilancia e interceptación de misiles.
Aunque rara vez se menciona, son las bombas occidentales las que actualmente devastan Gaza, y es la tecnología financiada por Occidente la que protege a Israel de las represalias. Sin el incesante apoyo occidental, Israel nunca se habría establecido sobre las ruinas de la patria de los palestinos. Y, sin su apoyo incondicional, hace tiempo que se habría visto obligado a firmar la paz con sus vecinos.
Es en este contexto -y sólo en este contexto- como puede explicarse la cobertura coherente, predecible y reflexiva de la región por parte de los medios de comunicación. A Israel se le concede invariablemente el beneficio de la duda, incluso cuando sus crímenes son inequívocos, mientras que se asume que los palestinos cometen salvajadas, incluso cuando las pruebas son endebles o inexistentes.
La realidad es que los medios de comunicación occidentales nunca podrán informar realmente sobre la naturaleza y el alcance de las décadas de criminalidad de Israel. Porque hacerlo sería exponer su complicidad de larga data en esos crímenes.

6. Elecciones en Pakistán

Un análisis de los resuiltados de las elecciones en Pakistán. El partido del depuesto y encarcelado Imran Khan, que tuvo que presentarse como «independientes», es quien más diputados ha conseguido. Como era previsible, la izquierda no se ha comido un torrao. https://links.org.au/pakistan-

Elecciones generales en Pakistán: Un voto contra las políticas del FMI y la represión estatal
Farooq Tariq 11 febrero, 2024

Las elecciones generales celebradas en Pakistán el 8 de febrero se saldaron con una votación dividida, en la que ningún partido obtuvo una clara mayoría nacional. Se votó para 366 escaños de la asamblea nacional y cuatro asambleas provinciales: Punjab, Sindh, Baluchistán y Khyber Pakhtunkhwa. El voto se dividió entre varios partidos de derechas, lo que indica un cambio significativo en la dinámica política. Los primeros resultados sugieren que Pakistán ha votado en contra de las políticas del FMI y de la represión estatal.
El partido centrista de derechas Liga Musulmana de Pakistán (Nawaz) (PML-N), respaldado por el estamento militar, no tuvo eco entre los votantes. Mientras que la PML-N mantuvo su mayoría en la Asamblea de Punjab, el Partido Popular de Pakistán (PPP) obtuvo una amplia victoria en la Asamblea de Sindh. Mientras tanto, la Asamblea de Baluchistán fue testigo de una votación dividida entre varios partidos nacionalistas y federales, y en Khyber Pakhtunkhwa dominaron los candidatos «independientes» apoyados por el Pakistan Tehreek Insaaf (PTI). A pesar de enfrentarse a obstáculos, como la negativa de la Comisión Electoral de Pakistán a permitir el uso de su símbolo electoral debido a unas supuestas elecciones internas desleales, los «independientes» apoyados por el PTI también se erigieron en el grupo político más numeroso de la asamblea nacional.
El voto global refleja una postura contraria a las políticas del FMI, que han provocado una subida de precios sin precedentes en Pakistán. Estas elecciones han servido de claro repudio a los ejecutores de las políticas del FMI y a los responsables de la inflación y la coacción estatal, en particular al gobierno del Movimiento Democrático de Pakistán (PDM), en el poder desde hace 16 meses.
Además, el voto significa oposición a la represión estatal, en particular contra el PTI, liderado por Imran Khan, que se enfrentó a varias condenas por motivos políticos en los días previos a las elecciones generales. La victimización percibida por Khan movilizó a los votantes contra la PML-N, apoyada por los militares. El regreso del tres veces primer ministro Mian Nawaz Sharif de su exilio autoimpuesto en Gran Bretaña y el rápido sobreseimiento de todas las causas abiertas contra él pusieron de manifiesto esta connivencia.
Los partidos políticos religiosos sufrieron reveses en estas elecciones, y sólo el Jamiat Ulema-e-Islam obtuvo ganancias notables. Tehreek Labeek obtuvo entre el 5% y el 7% de los votos en cada circunscripción, mientras que la campaña independiente de Jamaat-e-Islami no obtuvo resultados significativos.
Las elecciones, retrasadas inconstitucionalmente durante varios meses por el gobierno provisional que asumió el poder en agosto de 2023, fueron evidentemente orquestadas para favorecer a la PML-N.
El ala izquierda sufrió debido a la popularidad del PTI, al que se dirigieron la mayoría de los votos contrarios al estamento militar y a la política del FMI. Los candidatos de izquierda, incluidos los del Partido Haqooq-e-Khalq, el Partido Awami de los Trabajadores y el Partido Barabri de Pakistán, no consiguieron un apoyo significativo ni ganaron escaños. En particular, el escaño de la asamblea nacional ganado por el marxista Ali Wazir durante las elecciones generales de 2018 se perdió esta vez.
Las elecciones se vieron empañadas por la corrupción generalizada, ya que todos los principales partidos políticos gastaron sumas exorbitantes para comprar votos. La venta abierta de votos por hasta 5000 rupias (18 dólares) socavó aún más el proceso democrático. Las campañas carecieron de un debate sustantivo sobre las cuestiones, y el PTI se centró en condenar la sentencia de Khan, el PML-N se unió en torno al lema «Dad Nawaz a Pakistán», y el PPP presentó a Bilawal Bhutto como salvador nacional.
El resultado subraya el dominio de las ideologías de derechas, aunque el voto careció de fervor y fue principalmente una reacción a los conflictos internos de la derecha, más que una clara división entre izquierda y derecha. No se trató únicamente de un voto antisistema, ya que la postura antisistema del PTI sigue siendo temporal y selectiva en su oposición a la opresión del Estado.
Por desgracia, las elecciones ofrecen pocas esperanzas de cambio positivo, ya que el gobierno entrante está preparado para acelerar las políticas neoliberales, privatizar las instituciones estatales y profundizar la explotación de clase. Se espera que el posible gobierno liderado por Nawaz Sharif se mimetice con el FMI y el Banco Mundial, dando prioridad a los intereses empresariales sobre el bienestar público. Es probable que el auge de la agricultura empresarial, facilitado por la PML-N y los gobiernos interinos, exacerbe la desigualdad económica y no atienda las necesidades de los pequeños agricultores.
Aunque la izquierda participó en cierta medida, su influencia fue limitada, ya que se presentaron menos de 40 candidatos. A pesar de este revés, partidos como Haqooq Khalq prometen seguir reforzando su base entre la clase trabajadora mediante la intervención parlamentaria. El gobierno entrante será sin duda capitalista y de derechas, centrado en contrarreformas más que en cambios radicales. La izquierda se compromete a intensificar el movimiento de la clase trabajadora, los pequeños agricultores y la gente corriente contra este régimen opresor.
Farooq Tariq es Secretario General del Comité Kissan Rabita de Pakistán y Presidente del Partido Haqooq-e-Khalq.

7. Resumen de la guerra en Palestina, 10 de febrero

El resumen de Mondoweiss. Rybar no hace los fines de semana.

https://mondoweiss.net/2024/

Día 127 de la «Operación Al-Aqsa»: Crece la alarma internacional por los planes israelíes de invadir Rafah
Israel ha anunciado su intención de seguir adelante con sus planes de invadir Rafah, en el extremo sur de la Franja de Gaza, donde se refugian 1,3 millones de palestinos. El alcalde de Rafah, Ahmed al-Sufi, advierte de que cualquier acción militar en la zona provocaría una «masacre».

Por Mondoweiss Palestine Bureau 10 de febrero de 2024
Víctimas:
Al menos 28.064 personas han muerto y 67.611 han resultado heridas en la Franja de Gaza*.
Más de 380 palestinos han muerto en Cisjordania ocupada y Jerusalén Oriental.
El número de muertos en Israel desde los atentados del 7 de octubre asciende a 1.139, según Al Jazeera
564 soldados israelíes muertos desde el 7 de octubre y al menos 3.221 heridos**.
*Esta cifra fue confirmada por el Ministerio de Sanidad de Gaza en su canal de Telegram. Algunos grupos de derechos humanos elevan la cifra de muertos a más de 35.000 si se tienen en cuenta los presuntos muertos.
**Esta cifra la dio a conocer el ejército israelí, mostrando los soldados cuyos nombres «se permitió publicar».

Acontecimientos clave

  • Israel ha cometido 16 masacres, matando a 117 palestinos e hiriendo a 152 en Gaza en las últimas 24 horas, según el Ministerio de Sanidad de Gaza
  • A pesar de las críticas de Estados Unidos, Netanyahu sigue adelante con la invasión prevista de Rafah para «acabar con los cuatro batallones [de Hamás] que quedan» en la ciudad más meridional de la Franja de Gaza, según informa Haaretz.
  • Mientras Netanyahu supuestamente hace planes para la «evacuación de civiles» en Rafah en preparación para la invasión terrestre israelí, el ejército israelí mata a 28 palestinos en Gaza en un asalto a viviendas residenciales en Rafah, incluidos 10 niños, el más joven de los cuales era un niño de tres años, informó Al Jazeera.
  • Se ha encontrado el cadáver de la niña palestina desaparecida Hind Rajab, de 6 años, que saltó a los titulares tras sus desesperadas llamadas para ser rescatada después de que su familia fuera atacada por un tanque israelí. Los médicos palestinos que fueron enviados a rescatarla también fueron declarados muertos.
  • El jefe de ayuda de la ONU expresa su indignación por la invasión prevista de Rafah: «Muchas de las más de un millón de personas que componen hoy la población de Rafah han soportado un sufrimiento impensable. ¿Adónde se supone que van a ir? ¿Cómo se supone que van a estar a salvo?».
  • El alcalde de Rafah advierte de que cualquier invasión de la ciudad «conducirá a una masacre».
  • Biden enviará al director de la CIA a Egipto para continuar las negociaciones sobre el acuerdo de alto el fuego y el posible intercambio de cautivos. Esto se produce después de que Israel rechazara un acuerdo de alto el fuego propuesto por Hamás, que Netanyahu calificó de «locura» y Biden de «exagerado».
  • Biden emite una nueva directiva en la que exige a los países que reciben ayuda militar estadounidense que demuestren que «cumplen el derecho internacional humanitario y la legislación sobre derechos humanos, así como otras normas», informa AP.
  • Fuerzas y francotiradores israelíes disparan contra civiles y personal médico dentro y fuera del Complejo Médico Nasser de Khan Younis, en el sur de Gaza. Médicos Sin Fronteras afirma que dos personas han muerto y otras cinco han resultado heridas en las últimas 48 horas.
  • Afirma que el médico palestino secuestrado y director del hospital Al-Shifa, Muhammad Abu Salmiya, está siendo torturado por las fuerzas israelíes y tratado «como un perro».
  • Las fuerzas israelíes matan a un joven palestino de 17 años en el distrito de Naplusa, en el norte de Cisjordania ocupada, durante una incursión en la localidad de Beita.
  • Israel lleva a cabo ataques aéreos y bombardeos de artillería en el sur de Líbano, sin que se hayan registrado heridos.
  • Al parecer, un alto cargo de la administración Biden se disculpa por los «errores» cometidos en la gestión de la guerra de Israel contra Gaza en una reunión a puerta cerrada con líderes políticos árabe-americanos en Michigan.

Crece la alarma internacional ante los planes de Israel de invadir Rafah
A pesar de las advertencias y críticas de la administración Biden, Israel anuncia su intención de seguir adelante con sus planes de invadir Rafah, la zona más meridional de la Franja de Gaza donde se calcula que se refugian un millón de palestinos, la mitad de la población de Gaza.
El diario israelí Haaretz informó de que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ordenó el viernes al ejército y a la defensa que «presenten planes para derrotar a los batallones de Hamás» que supuestamente operan en Rafah.
Citando una declaración del Primer Ministro, Haaretz informó que Netanyahu dijo: «Es imposible alcanzar el objetivo de la guerra de eliminar a Hamás dejando cuatro batallones de Hamás en Rafah».
En un esfuerzo aparentemente destinado a apaciguar las advertencias vocales de la administración Biden de que EE.UU. no apoyaría una operación militar «no planificada» en Rafah sin consideraciones para «proteger a los civiles», Netanyahu también dijo que una operación militar en Rafah «requeriría la evacuación de la población civil de las zonas de combate.»
No está claro cómo piensa Israel evacuar a los cientos de miles de palestinos que han buscado refugio en Rafah debido a los bombardeos israelíes y a las órdenes israelíes de evacuar el norte, el centro y otras zonas del sur de Gaza.
En el centro de Rafah, decenas de miles de palestinos desplazados se refugian en edificios, escuelas y hospitales. Mientras tanto, en las afueras de Rafah, cerca de la frontera egipcia, se han levantado ciudades enteras de tiendas de campaña para albergar a la creciente población de palestinos desplazados.
Según Save the Children, se calcula que 1,3 millones de palestinos, entre ellos 610.000 niños, están actualmente desplazados y refugiados en la zona de Rafah.
Dada la realidad actual de que Israel se ha abierto paso a través del resto de Gaza, destruyendo más de la mitad de la infraestructura de Gaza en el proceso, la pregunta sigue siendo: ¿a dónde irán los 1,3 millones de palestinos de Rafah si el ejército invade?
Desde el comienzo de la genocida campaña israelí sobre Gaza, los palestinos han venido advirtiendo de los deseos israelíes de limpiarlos étnicamente y empujar a los palestinos del pequeño enclave asediado hacia Egipto. Esos temores se intensificaron cuando, a finales de octubre, se filtraron documentos del Ministerio de Inteligencia israelí en los que se esbozaban planes para empujar a la población civil palestina de Gaza hacia la península egipcia del Sinaí, que limita con Gaza por el sur.
Las fronteras de Egipto, sin embargo, han permanecido firmemente cerradas, salvo la entrada y salida de una mínima ayuda humanitaria. El gobierno egipcio y otras naciones árabes también se han mantenido firmemente opuestos a las ideas israelíes de expulsión masiva de palestinos de Gaza.
A pesar de la creciente amenaza de una invasión en Rafah, muchos palestinos refugiados allí afirman que no abandonarán sus refugios. «Hemos venido a la zona fronteriza con Egipto porque pensábamos que sería el lugar más seguro, el último lugar donde Israel empujaría a los residentes. Ahora no es posible empujarlos más lejos, no es posible que nos traslademos a ningún otro lugar. Sólo nos moveremos de aquí a la tumba. Este es nuestro último recurso», declaró una mujer palestina de Rafah a Middle East Eye.
Mientras Israel sigue promoviendo sus planes de invasión de Rafah, surge un creciente coro de protestas tanto a nivel local como internacional.
Según Al Jazeera, el alcalde de Rafah, Ahmed al-Sufi, ha advertido de que cualquier acción militar en Rafah provocaría una «masacre».
Martin Griffiths, secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios y Coordinador de Ayuda de Emergencia, publicó en X una advertencia de que los palestinos de Rafah no tendrían adónde ir en caso de una invasión israelí.
«Muchos de los más de un millón de personas que componen hoy la población de Rafah han soportado un sufrimiento impensable. Sus casas han sido destruidas, sus calles minadas, sus barrios bombardeados. Llevan meses desplazándose, haciendo frente a las bombas, las enfermedades y el hambre.
¿Adónde van a ir? ¿Cómo van a estar seguros? En Gaza no queda ningún lugar adonde ir. Hay que proteger a los civiles y satisfacer sus necesidades esenciales, como refugio, alimentos y salud», escribió Griffiths.
El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, también publicó en X, diciendo: «La mitad de la población de Gaza está ahora hacinada en Rafah sin tener adónde ir. Los informes de que el ejército israelí tiene la intención de centrarse a continuación en Rafah son alarmantes.
Tal acción aumentaría exponencialmente lo que ya es una pesadilla humanitaria con consecuencias regionales incalculables».
Amnistía Internacional publicó imágenes por satélite que mostraban vastos campos de desplazados en Rafah, y afirmó: «Muchos ya se han enfrentado a sucesivas oleadas de desplazamientos. Si estas «órdenes de evacuación» masivas se emiten realmente, pueden equivaler al delito de traslado forzoso.»
UNICEF también advirtió contra una invasión terrestre en Rafah, afirmando que «marcaría otro giro devastador». El director de la agencia también pidió un «alto el fuego humanitario inmediato», afirmando que salvaría vidas.
Avril Benoit, directora ejecutiva de Médicos Sin Fronteras (MSF)-USA también respondió a la invasión de Rafah planeada por Israel, diciendo que sería «catastrófica y no debe proceder».
«Mientras continúan los bombardeos aéreos sobre la zona, más de un millón de personas -muchas de las cuales viven en tiendas de campaña y refugios improvisados- se enfrentan ahora a una dramática escalada de esta masacre en curso.»
«Ningún lugar de Gaza es seguro», continuó, «y los repetidos desplazamientos forzosos han empujado a la gente a Rafah, donde están atrapados en un diminuto trozo de tierra y no tienen opciones.»
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Jordania también emitió un comunicado en el que afirmaba que «rechaza el desplazamiento de palestinos dentro o fuera de sus territorios y subraya la necesidad de poner fin a la guerra en la Franja de Gaza».

Mientras Israel medita planes para «proteger a los civiles», Israel mata a más civiles en Gaza
Apenas unas horas después de que el primer ministro Benjamin Netanyahu anunciara sus intenciones de evacuar a los civiles de Rafah, las fuerzas israelíes mataron a 28 palestinos en ataques aéreos contra viviendas residenciales de Rafah.
Según un informe de Al Jazeera del sábado, Israel llevó a cabo tres ataques aéreos distintos contra viviendas de la zona de Rafah, en los que murieron varios miembros de una misma familia. Al menos 10 niños murieron en los ataques aéreos, el más pequeño de los cuales tenía sólo tres meses.
El Ministerio de Sanidad palestino en Gaza emitió un comunicado el sábado por la mañana en el que afirmaba que, en las últimas 24 horas, las fuerzas israelíes habían perpetrado 16 «masacres», matando a 117 palestinos e hiriendo a 152 en Gaza.
También se informó de ataques aéreos israelíes en el norte de Gaza, en barrios de la ciudad de Gaza, que mataron al menos a un palestino e hirieron a otros seis, según Wafa.
Wafa añadió también que las operaciones terrestres israelíes continuaban en el sur, en Jan Yunis, y que las fuerzas israelíes habían demolido un bloque residencial entero en la parte occidental de la ciudad.

Hallados muertos en Gaza tras 12 días una niña de 6 años desaparecida y dos paramédicos
El cuerpo de Hind Rajab, la niña palestina de 6 años cuya historia conmocionó al mundo cuando se publicaron en Internet sus gritos desesperados pidiendo ayuda, ha sido encontrado 12 días después de su desaparición en la ciudad de Gaza.
La historia de Hind se hizo viral después de que la Media Luna Roja Palestina publicara una grabación de las llamadas desesperadas de la niña de 6 años a los servicios de emergencia para que acudieran a salvarla después de que el coche de su familia fuera tiroteado por las fuerzas israelíes en el norte de Gaza.
Según el PCRS, la llamada tuvo lugar el 29 de enero, después de que el coche en el que Hind y su familia intentaban huir fuera atacado por el avance de tanques y tropas terrestres israelíes. Antes de la llamada de más de tres horas con Hind, el PCRS recibió una llamada de Layan, la prima de 15 años de Hind, que dijo que su coche estaba siendo atacado por tanques israelíes. La llamada con Layan se corta con sus gritos mientras se oye un intenso fuego de fondo.
Los equipos de PCRS y los expedidores dijeron que tuvieron que esperar más de tres horas antes de que sus equipos recibieran permiso para acercarse al lugar e intentar rescatar a Hind. Pero cuando la ambulancia llegó, fue inmediatamente atacada.
«Primero [los paramédicos] dijeron que las fuerzas israelíes les estaban apuntando con luces láser… Y luego oímos un ruido de disparos antes de perder la conexión. Fue como un disparo o una explosión, no estábamos seguros de lo que había pasado», declaró Nebal Farsakh, portavoz de la MLRP.
Debido a la presencia de fuerzas terrestres israelíes en la zona, fue imposible que los equipos de emergencia, los médicos o la familia de Hind se acercaran al lugar de los hechos en condiciones de seguridad.
Durante los 12 días posteriores al incidente, la MLRP y la madre de Hind publicaron diariamente en las redes sociales peticiones de información sobre el estado de Hind y de los dos médicos que fueron a rescatarla.
El sábado, después de que el ejército se retirara de la zona, la familia de Hind pudo llegar en el coche en el que estaba con su tía, su tío y sus primos. Todos los ocupantes del coche, un total de siete personas, incluida Hind, aparecieron muertos.
Las imágenes de vídeo de la escena muestran el coche gravemente dañado en el que viajaba la familia, plagado de agujeros de bala.
La MLRP también informó de la muerte de los dos médicos, Yusuf Zeino y Ahmed Al-Madhoun. La MLRP publicó fotos y vídeos de la ambulancia destruida, arrugada y quemada en la que viajaban los dos médicos. Aunque no está claro con qué armas atacaron las fuerzas israelíes la ambulancia, parecía haber sido bombardeada, posiblemente con artillería pesada o con algún tipo de artefacto explosivo o incendiario.

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Según la Media Luna Roja Palestina, la ambulancia se encontró a pocos metros del coche de la familia de Hind. En un vídeo publicado por Middle East Eye, un hombre no identificado, al parecer miembro de la familia de Hind que fue a recuperar los cadáveres, afirma que la ambulancia estaba completamente calcinada y que al buscar los restos de los médicos sólo encontraron «huesos».
Los cuerpos de Hind y sus familiares fueron trasladados al hospital Al-Shifa de la ciudad de Gaza para ser amortajados y enterrados. En un vídeo, la madre de Hind llora desesperadamente ante la cámara tras ir a despedirse de su hija, diciendo: «Que Dios castigue a los responsables, me habéis roto el corazón por mi hija… Que Dios nos vengue por todos los que nos han defraudado. Os preguntaré delante de Dios el Día del Juicio por mi hija».

Dos hospitales de Jan Yunis son atacados por Israel
Dos hospitales de la ciudad de Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza, están siendo atacados directamente por las fuerzas israelíes, que han detenido y herido a varios médicos y civiles y matado al menos a dos palestinos en las últimas 48 horas.
Los dos hospitales en cuestión son el Complejo Médico Nasser y el Hospital Al-Amal, ambos asediados por las tropas terrestres israelíes desde hace semanas.
Según Wafa, dos civiles palestinos murieron y al menos otros tres resultaron heridos el sábado cerca de la puerta del Complejo Médico Nasser tras recibir disparos de francotiradores israelíes.
Un vídeo publicado en las redes sociales el sábado por la mañana muestra a un palestino arrastrándose por el suelo en un intento de recuperar el cuerpo de alguien que fue asesinado por francotiradores israelíes frente a las puertas del hospital.
Según Wafa, los equipos médicos no han podido desplazarse entre los edificios del complejo «debido a los constantes disparos de los francotiradores de la ocupación». Al parecer, a última hora de la noche del viernes y a primera hora de la mañana del sábado, las fuerzas israelíes atacaron con fuego de artillería los pisos superiores del complejo.
En el interior del hospital se refugian actualmente al menos 300 miembros del personal médico, 450 pacientes y heridos, y unos 10.000 palestinos desplazados.
El sábado se cumplieron 20 días del asedio de las tropas terrestres israelíes al hospital Nasser. Los vídeos publicados en las redes sociales esta semana han mostrado casos de palestinos abatidos por francotiradores cerca de las puertas del hospital o en sus inmediaciones.
El viernes se hizo viral un vídeo de una médica palestina y otros civiles palestinos esquivando disparos de francotiradores para rescatar a un joven que había sido tiroteado a las puertas del hospital. Los vídeos de esta semana también mostraban a palestinos transportando jarras de agua mediante un sistema de poleas con cuerda y un carro con ruedas, después de que los palestinos refugiados en las inmediaciones del hospital recibieran disparos cuando intentaban recuperar agua potable.
En otro hospital de Jan Yunis, el Hospital Al-Amal, también asediado desde hace semanas por las fuerzas israelíes, médicos, personal de urgencias médicas y civiles fueron atacados y secuestrados por las fuerzas israelíes.
Según informó el viernes la Media Luna Roja Palestina, las fuerzas israelíes asaltaron el hospital y secuestraron a unas 17 personas. Entre ellas había ocho miembros de la sociedad, incluidos cuatro médicos, cuatro pacientes heridos y cinco civiles.
La PRCS declaró que los militares irrumpieron en el hospital y llevaron a cabo una redada que duró más de 10 horas, en la que destruyeron equipos y aparatos médicos y agredieron y «humillaron» a los paramédicos. Al parecer, los soldados israelíes también robaron dinero perteneciente a la MLRP, a sus empleados y a los pacientes. Los soldados también robaron ordenadores portátiles y walkie-talkies.
Desde el comienzo del genocidio israelí en Gaza, el ejército israelí ha convertido los hospitales en centros de ataque, atacando varios hospitales palestinos desde el norte hasta el sur de la Franja. El ejército israelí afirma que Hamás y otros grupos armados palestinos utilizan los hospitales como «centros de mando», aunque el gobierno o el ejército israelíes han aportado pocas pruebas que respalden esta justificación para atacar hospitales.

8. Resumen de la entrevista a Putin

No he visto la entrevista a Putin, así que no puedo juzgar si este resumen del politólogo estadounidense que vive en Moscú, Andrew Korybko, es acertado o no, pero parece sensato.

https://korybko.substack.com/

Putin subvirtió las expectativas de los medios dominantes y alternativos en su entrevista con Tucker
Andrew Korybko 9 feb 2024
No es el monstruo ni el loco que los medios dominantes presentan, aunque tampoco es el genio revolucionario antioccidental que la comunidad de medios alternativos afirma. El presidente Putin es simplemente un pragmático político que sólo quiere preservar la sociedad conservadora-nacionalista de su país, desarrollar sólidamente su economía y garantizar sus intereses objetivos de seguridad nacional, todo ello mientras coopera con otros en busca del beneficio mutuo.
La entrevista de Tucker con el presidente Putin fue precedida por los principales medios de comunicación (MSM) y la comunidad de medios alternativos (AMC), que exageraron sus audiencias con expectativas poco realistas. Ambos predijeron que el líder ruso vomitaría un montón de temas de conversación, que los primeros calificaron de propaganda, mientras que los segundos especularon con que aplastarían la reputación de Occidente, pero ambos se equivocaron. En lugar de una simple tertulia, el Presidente Putin aclaró desde el principio que se trataría de una conversación seria.
Tampoco perdió el tiempo en demostrar su intención, y de inmediato pasó a un detallado repaso histórico de lo que puede describirse como la «cuestión ucraniana» entre Rusia y Polonia a lo largo de los siglos, tras lo cual pasó a explicar cómo se abordó este tema durante el periodo soviético. El objetivo era informar exhaustivamente al público sobre el contexto que condujo a la operación especial, explicando los motivos y matices de cada bando para que lo entendieran todo.
Al acercarse el final de la Vieja Guerra Fría, el Presidente Putin reafirmó entonces el sincero interés de Rusia en cultivar una nueva era de relaciones con Occidente, señalando que incluso una vez preguntó a Clinton si su país podía entrar en la OTAN y exploró la cooperación conjunta antimisiles con Bush Jr. Ambas iniciativas fracasaron finalmente por razones que atribuyó a la obsesión de dominio de la élite estadounidense, insinuando a lo largo de la entrevista que la CIA es la que realmente lleva la voz cantante en política exterior.
En lugar de una cooperación mutuamente beneficiosa, el Occidente liderado por Estados Unidos siguió impulsando sus intereses subjetivamente definidos de suma cero a expensas de los intereses nacionales objetivos de Rusia, que se concretaron en la expansión de la OTAN hacia el este, violando su palabra, y en el intento de balcanizar a Rusia en el Cáucaso septentrional. Aun así, el presidente Putin siguió adelante con la visión que hace varios meses admitió que era ingenua en retrospectiva, y que se manifestó a través de las acciones de Rusia durante el «EuroMaidán» y después.
Reveló que le había dicho al ex presidente ucraniano Yanukóvich que se retirara y no utilizara la fuerza contra la oposición armada en ese momento, aconsejándole que siguiera adelante con lo que él mismo admitió que era un golpe de Estado por medios pacíficos a través de una ronda improvisada de elecciones anticonstitucionales. En respuesta a su ingenuidad, la CIA completó sus planes de golpe armado a pesar de que Alemania, Francia y Polonia actuaron como garantes del mencionado acuerdo justo el día anterior.
Ese violento cambio de régimen llevó a Crimea a reunificarse democráticamente con su patria histórica después de que los golpistas juraran oprimir a los rusos, momento en el que Donbass se rebeló y estalló la Guerra Civil Ucraniana después de que Kiev bombardeara esa región y la invadiera. Una vez más, el presidente Putin prefirió la paz y el pragmatismo a la guerra y los ultimátums, optando por los Acuerdos de Minsk por encima de todo, a pesar de que los líderes alemanes y franceses admitieron posteriormente que nunca tuvieron intención de cumplirlos.
Esta secuencia de acontecimientos, tal y como la describió nada menos que el propio presidente Putin, contradijo las expectativas de los medios de comunicación y de la AMC de que era un «monstruo, un loco o un cerebro», revelando que en realidad era un pragmático político sin sed de sangre, inestabilidad psicológica ni motivaciones ideológicas de ningún tipo. La única razón por la que inició la operación especial fue garantizar la integridad de las líneas rojas de seguridad nacional de su país en Ucrania después de que la OTAN las cruzara clandestinamente y se negara a retirarse.
Nunca hubo segundas intenciones, ya que sigue comprometido con la opinión expuesta en su magnum opus del verano de 2021 de que rusos y ucranianos son el mismo pueblo, que sólo divergió en aspectos superficiales como resultado de la intromisión externa a lo largo de los siglos. Por eso trató de poner fin rápidamente a la última fase del largo conflicto al que su operación especial pretendía poner fin poco después de su inicio mediante el proceso de paz de Estambul, sólo para ser engañado una vez más, con el debido respeto hacia él.
Después de que el presidente Putin ordenara a sus tropas retirarse de Kiev como gesto de buena voluntad por haber cerrado el acuerdo que la delegación ucraniana ya había rubricado, el ex primer ministro británico Johnson les convenció de que desecharan ese detallado pacto político-militar en favor de continuar la lucha. No obstante, el líder ruso siguió afirmando que prevé un final político del conflicto, pero recordó que para ello Ucrania debe derogar primero su legislación que prohíbe las conversaciones con Moscú.
Sin embargo, el mundo no volverá a ser el mismo cuando termine esta guerra por poderes, ya que considera que asestó un duro golpe al dominio previo de Estados Unidos. De hecho, en gran medida fue autoinfligido después de que su élite convenciera a los responsables políticos de intentar infligir una «derrota estratégica» a Rusia, lo que siempre fue una fantasía política. Para ello, incluso convirtieron el dólar en un arma, aunque el tiro les salió por la culata al acelerar los procesos de desdolarización (incluso entre los aliados estadounidenses) que, a su vez, socavan la base del poder de Estados Unidos.
El emergente Orden Mundial Multipolar que está tomando forma debería centrarse en la seguridad colectiva en lugar de separarse en bloques, afirmó, y espera que el derecho internacional consagrado en la Carta de la ONU vuelva a ser respetado por todos con el tiempo. La IA y la genética deberían regularse igual que las armas nucleares, aunque para ello tiene que haber confianza mutua, de la que obviamente carecemos. Mientras tanto, es posible llegar a acuerdos pragmáticos en otras cuestiones, como los canjes de espías, pero no se espera mucho más.
Todo lo que el presidente Putin habló en su entrevista con Tucker, desde los antecedentes históricos de la «cuestión ucraniana» hasta los detalles sobre la evolución de la política rusa, así como sus interacciones con los líderes estadounidenses, subvirtió las expectativas de los medios de comunicación y de AMC porque no se trataba de simples temas de conversación. Más bien al contrario, se trataba de una serie de clases magistrales sobre esos temas complejos que probablemente pasaban por encima de la mayoría, pero que seguía siendo importante debatir por el bien de quienes estuvieran interesados.
La primera conclusión para los espectadores/lectores medios es que la política exterior estadounidense está controlada en realidad por miembros de élite de su burocracia permanente («Estado profundo»), como los de la CIA, y no por el Presidente, ya que los intereses iniciales de Clinton y Bush de cooperar con Rusia fueron desbaratados por esa agencia. El segundo punto es que la intromisión extranjera en Ucrania convirtió la cuestión de la identidad de su pueblo en un arma geopolítica para debilitar a Rusia, que quiere vivir en paz y prosperidad con ese país.
En tercer lugar, el presidente Putin sólo inició la operación especial de su país tras considerar que no hacerlo provocaría problemas de seguridad irreversibles que corrían el riesgo de culminar con el tiempo en la balcanización de Rusia, algo que, según afirmó explícitamente, Occidente persigue como medio de contener a China. El cuarto punto es que es esta obsesión por el dominio entre su élite política (es decir, la CIA) la responsable de la desestabilización del mundo, y el punto final es que quiere la paz por la vía diplomática.
Como se ha señalado antes, no es el monstruo ni el loco que la prensa de masas presenta como tal, aunque tampoco es el genio revolucionario antioccidental que afirma la AMC. El presidente Putin es simplemente un pragmático político que sólo quiere preservar la sociedad conservadora-nacionalista de su país, desarrollar sólidamente su economía y garantizar sus intereses objetivos de seguridad nacional, todo ello mientras coopera con otros en busca del beneficio mutuo. No es ni un villano ni un héroe, sino simplemente él mismo.

9. Las movilizaciones campesinas casi pardas.

Un artículo impecable de Fernando Llorente, que no creo que haga muchos amigos entre los agricultores movilizados.

https://www.elsaltodiario.com/

La revuelta marrón, casi parda, de los tractores

En memoria de Juanjo de Blas que, siempre lúcido y utópico, soñaba con un sindicalismo agrario alternativo.

Fernando Llorente Arrebola 8 feb 2024 13:14

El historiador y economista americano Jason W. Moore escribe en el capítulo X de El Capitalismo en la trama de la vida (ed. Traficantes de Sueños) acerca de la importancia de los alimentos baratos en la reproducción del régimen capitalista, alimentos baratos que permiten abaratar el coste del trabajo pero que también requieren que la energía y las materias primas sean así mismo baratas.

Señala ahí que el modelo agrícola industrial que llegó a su máximo desarrollo con la “revolución verde”, y el posterior giro de tuerca neoliberal y globalizado, han entrado en una profunda crisis. Ya en 2015 dicho autor anunciaba que esta crisis terminal del modelo agrícola se debía “en parte a la sobreexplotación de los recursos y el aumento de los costes de producción: pero en parte ―¡y esta es una parte creciente!― consiste en la desestabilización de las condiciones de estabilidad de la biosfera y de salud biológica que se han obtenido después de siglos, milenios incluso”. En la lista de desafíos biofísicos que socavan la rentabilidad, la productividad y la propia supervivencia del modelo agro-ganadero industrial Moore pone en primer lugar al cambio climático, pero “al cambio climático le podemos añadir la subida de los costes de energía, una creciente competencia por la tierra debido a los agrocombustibles, la proliferación de especies invasoras, el efecto de las supermalezas, el final del agua barata (ya que el calentamiento global hace que se fundan los glaciares, desorganiza los patrones de precipitaciones y provoca la sobreexplotación de los acuíferos) y el descenso de la eficacia de los fertilizantes sobre al aumento de rendimientos.”

Casi una década después resulta obvio que no se ha leído leído a Moore, se ha preferido leer libelos ultras como Agroinformación y otros. De haberlo leído, igual estaríamos presenciando movilizaciones contra las medidas de verdeo de la PAC, pero no para pedir su derogación sino para denunciar su tibieza, su falta de financiación, su hipocresía, y no habrían caído en el infantilismo xenófobo de culpar a las agriculturas del Sur ―y muy específicamente a Marruecos― de sus problemas (como los franceses acusaban de los suyos a España e Italia: la cadena de racismos que se reproduce fatídicamente). Tras leer a Moore se estaría en la calle, sí, pero para exigir medidas contundentes de apoyo a la transición a un modelo agroganadero menos consumidor de petróleo y fertilizantes, con menos herbicidas y fitotóxicos, denunciando los pozos ilegales, los nuevos regadíos para los que ni hay ni habrá agua; se estarían bloqueando y boicoteando a Mercadona y al resto de las grandes superficies que ejercen una presión oligopólica sobre los precios que perciben los productores, saboteando salvajemente las macrogranjas en las que se torturan animales al tiempo que se hunde a la ganadería familiar y extensiva o bloqueando las importaciones masivas de soja latinoamericana que han destruido la rentabilidad de la producción de nuestras leguminosas autóctonas. Se estaría exigiendo una descarbonización integral y urgente de la economía española, de forma que se paliase en algo la catástrofe climática que está destrozando las economías rurales (después les llegará a los urbanitas, tiempo al tiempo) y exigiendo la dimisión del ministro Luis Planas, pero no por “globalista y defensor de la agenda 2030”, sino por aliado de la industria de los pesticidas, de los terratenientes y por ecocida.

Pero, como no parece haberse leído más que los mensajes y bulos de las redes carpetovetónicas y los pescadores en río revuelto de la extrema derecha y de la derecha extrema, se han lanzado a una campaña ―que parece orquestada― de movilizaciones en el campo, de desestabilización política, cayendo en las redes de Feijoo y Abascal que no se han resignado a la derrota que les depararon las urnas y usan todo lo que tienen a su alcance: el poder judicial, a los agricultores, los medios de comunicación, el Ibex 35, etc., para sus fines.

El desconocimiento de nuestras sociedades, mayoritariamente urbanas, de las complejas realidades del mundo agropecuario (no digamos ya del natural) hace que muchos ciudadanos bienintencionados se dejen seducir por el relato victimista de los agricultores que estos días se movilizan en todo el país al rebufo de las movilizaciones en otros países de Europa. Hace que que incluso compren el argumentario que viene a decir que la culpa de la crisis del campo es de las políticas verdes y de los ecologistas. Efectivamente, la productividad y la rentabilidad de las explotaciones agroganaderas está a la baja, esto es una realidad objetiva que ya hace casi una década anunciaba Moore y otros muchos investigadores, pero culpar a la ecología de esa crisis es una manipulación ideológica peligrosa y muy mal intencionada.

A las experiencias de “socialismo” estatal latinoamericano como la venezolana de Chávez, la brasileira de Lula, y la argentina de la saga kichnnerista (si es que eso se puede denominar socialismo), se las conoce como “socialismo marrón”, aludiendo al extractivismo y depredación de los recursos naturales con que se desempeñaron, en un ejemplo de cómo las izquierdas autoritarias también desprecian e ignoran los límites biofísicos y la naturaleza en general. Del mismo modo, a estas movilizaciones de sectores superdependientes del petróleo y otras materias primas baratas se las puede calificar de “revueltas marrones”.

La “revuelta marrón” del campo español busca culpables de su ruina (objetiva, progresiva, y lamento afirmar que sin solución en el marco estructural vigente) en Marruecos, en los ecologistas y sus medidas de “fanatismo climático”, en el animalismo, en el exceso de burocracia estatal y europea, en la agenda 2030, etc. El populismo derechas e izquierdas coincide en buscar respuestas fáciles a problemas complejos, de ahí su miseria intelectual y moral y su peligrosidad.

Las verdaderas causas de la ruina del campo son realmente intrincadas: el aumento del precio del petróleo, una vez que hemos llegado al pico de su extracción y empieza su declive y agotamiento, que tira del encarecimiento de los fertilizantes (una tonelada de nitrógeno requiere de dos toneladas de petróleo para su producción), y de los fitotóxicos que se emplean; los tratados de libre comercio que en la economía globalizada ponen a competir despiadadamente entre sí a los agricultores de todo el mundo, algo posible si los precios del transporte de materias primas a nivel mundial se mantienen bajos, y esto sólo se consigue “manu militari” por la vía del imperialismo (y aquí entra en juego el genocidio palestino al que asistimos impasibles y su derivada yemení, así como la guerra de Ucrania en la que, entre otras cuitas territoriales-nacionales, se dirime una batalla interimperial por la energía fósil menguante); también está el férreo control oligopólico de las grandes distribuidoras y comercializadoras de alimentación, a las que “el gobierno más progresista de la historia”, con un ministro dizque comunista al frente de consumo, no logró arrancar ni unas migajas de piedad para con los productores a los que tratan como siervos de la gleba feudales.

Por último, pero no menos importante, lo que está desbaratando la rentabilidad de la producción agraria es la disrupción climática, reconociéndolo incluso la nada sospechosa de ecologismo patronal de Agroseguro: las incidencias y pérdidas por sequía y otros eventos meteorológicos dañinos se han multiplicado exponencialmente en el último decenio.

Nuestros bienintencionados urbanitas simpatizantes de esta “revuelta marrón” deberían saber que las organizaciones agrarias mayoritarias, a las que muchas veces se denomina sindicatos, son en realidad organizaciones patronales supersubvencionadas y que gestionan las cuantiosas ayudas de la PAC. De hecho, consiguen tener tantos afiliados porque les gestionan el farragoso papeleo burocrático que los agricultores y ganaderos han de tramitar para obtener las ayudas de la PAC. También deberían saber que el mayor monto de estas ayudas de la PAC lo perciben los grandes terratenientes, y que además prolifera el fraude y la corrupción: hay sentencias firmes en las que están implicados dirigentes y gestores de ASAJA, UPA, COAG y la Unión, basta visitar la hemeroteca para comprobarlo.

Las ayudas de la PAC son, de hecho, dumping y competencia desleal contra las agriculturas de fuera de la zona euro, así que cuando los de los tractores denuncian las importaciones de productos baratos del Sur, sería justo que denunciaran también que nuestro sector ganadero está haciendo competencia desleal vendiendo carne (alimentada con soja y maíz latinoamericanos) a los ganaderos de los países que nos la compran. Pero es que nuestras organizaciones agrarias son neoliberales para vender y proteccionistas para comprar: o sea trileros.

Y es que la “revuelta marrón” es casi parda: ASAJA principalmente, pero también las otras, llevan lustros cultivando la ecofobia (en Extremadura, por ejemplo, La Unión no pierde la ocasión de arrear a los ecologistas, todo le vale para ello, hasta el incendio del año pasado en Hurdes), acusando a los ecologistas de ser “chiringuitos subvencionados” en un ejercicio descarado de ver la paja en el ojo ajeno. Todos, incluidos los supuestamente progresistas de la COAG, han arremetido históricamente contra la biodiversidad, les estorba el lobo, los cormoranes, el meloncillo y hasta los abejarucos. Esta ecofobia se puede rastrear en su tabla de reivindicaciones: abolir la ley de bienestar animal, no aplicar medidas de reducción de emisiones a su sector… Ya han conseguido que la Comisión Europea retire su tímido plan de reducción del uso de pesticidas y van a por las muy escasas medidas de pacificación ambiental que la nueva PAC planteaba (los aplausos y carcajadas de la gran industria multinacional de fitotóxicos, transgénicos y fertilizantes se oyen hasta aquí).

Y esto no es un error de cálculo o desinformación: el negacionismo climático del que hacen gala y el situar al ecologismo como enemigo del campo es una estrategia política, una estrategia fascistizante. Una estrategia perversa y delirante porque no hay sector que dependa más directamente de la estabilidad climática y de los servicios ambientales que procuran los ecosistemas sanos que la agricultura y la ganadería. Con lo que, negando el cambio climático y alimentándolo con sus grandes tractores y el arsenal de productos químicos, destruyendo la fertilidad de la tierra y atacando a la biodiversidad, están literalmente destruyendo las bases biofísicas de su actividad productiva, están tirando piedras contra su propio tejado.

No hay mayor aliado objetivo del mundo rural que la Ecología como ciencia y como movimiento (aunque desgraciadamente este tenga sus sesgos urbanitas y autocomplacientes, que no han ayudado nada a su comprensión de y por el mundo rural), no hay mayor enemigo del campo que la derecha y la extrema derecha que tiene secuestrada su representación “sindical” (en elecciones que carecen totalmente de transparencia, limpieza y legitimidad), no hay mayor enemigo de la agricultura familiar y a pequeña escala que las cúpulas de las organizaciones mayoritarias que dicen hablar en su nombre, y prueba de ello es que ninguna incluya en su tabla de reivindicaciones una histórica: la reforma agraria.

Si a alguien le quedan dudas del carácter “marrón casi pardo” de la revuelta de los tractores le voy a dar dos datos más: estas organizaciones se han negado y resistido a aplicar las subidas del Salario Mínimo Interprofesional a sus peones, estas organizaciones que destilan racismo en sus ataques a Marruecos se han aprovechado y se aprovechan de la explotación de la mano de obra inmigrante (con ejemplos tan sangrantes como el de las freseras de Huelva) o las condiciones infrahumanas en que se tiene a los trabajadores migrantes de “la huerta de Europa” almeriense-murciana. Y, por otro lado, es patente que a esta gente no le preocupa nada más que mantener su nivel de vida (que si lo comparamos con otros agricultores del mundo sólo puede ser calificado de privilegiado), no les preocupan los alimentos, no les preocupa la salud de las personas; de otro modo no estarían reivindicando con tanta virulencia el uso de todo el arsenal químico venenoso ―que les sirve, entre otros, Monsanto― y escucharían las evidencias científicas y médicas sobre el carácter cancerígeno de, por ejemplo, el glifosato con el que riegan campos y aguas a discreción todos los años.

Es esta una revuelta marrón casi parda de tractores (mayormente comprados con subvenciones estatales y europeas) que colapsan autopistas y ciudades, en un movimiento consentido por las autoridades del Estado, esas mismas autoridades que acusan de terrorismo a los que hicieron lo mismo en Catalunya con el Tsunami Democratic.

La buena noticia es que ni ASAJA, ni UPA, ni COAG, ni la Unión, ni mucho menos esos extremistas utilizados por VOX y el PP que se mueven en la oscuridad “asindical” (calificaba este medio, como si los otros fueran sindicatos) representan al campo. Por lo menos no representan a todo el campo, no representan a la ganadería y agricultura familiares, no representan a las cooperativas de pequeños productores, y mucho menos representan al único sector que está sorteando la crisis estructural del modelo agrocapitalista: el de la agroecología, que incluso crece y aumenta año a año su todavía, por desgracia, minoritario peso productivo. Aquí es dónde el sueño de mi amigo y compañero Juanjo (ecoagricultor pionero de La Campiña de Guadalajara) ha de ponerse en marcha: necesitamos otras organizaciones sindicales agrarias que reúnan en simbiosis a las agricultoras y ganaderas que sí quieren cuidar la tierra, cuidar los alimentos y cuidar a las comunidades.

Y aquí para acabar también tenemos que citar a Moore: “la lucha de clases del siglo XXI girará en gran medida en torno a cómo se responda a las preguntas de qué son los alimentos, qué es la naturaleza y qué es valioso… los alimentos y la agricultura se han convertido en un campo de batalla decisivo en la lucha de clases mundial. Ya no se trata mayormente del campesinado contra el señorío; la seguridad alimentaria, la prevención y la sostenibilidad han pasado a ser temas centrales de la vida cotidiana del proletariado mundial, desde Beijing hasta Boston”. Y, en esta lucha de clases, los de las tractoradas han decidido ponerse del lado de las fuerzas más oscuras, incluso contra sus intereses objetivos, y desde luego se han posicionado contra la salud de los ecosistemas que es la salud de los alimentos y de las comunidades humanas y no humanas.

Otra agricultura no sólo es necesaria, sino que ya está viniendo, y tranquilidad: esta revuelta marrón casi parda consentida y orquestada de los terratenientes y los pobres que han manipulado es un tigre de papel, ya que ellos mismos trabajan y conspiran para su quiebra. Otros y otras vendrán a cultivar en las ruinas que nos dejan.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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