Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. El precio de la nuez moscada.
2. Trump y Lenin (observación de José Luis Martín Ramos)
3. Análisis de las elecciones austríacas.
4. Habrá represalia iraní.
5. El «no alineamiento» húngaro.
6. Disputas por el Nilo.
7. El resumen de Sapir de las medidas económicas de la cumbre de Kazán.
8. Alberto Acosta sobre el Buen Vivir.
9. Los motivos económicos del declive artístico del cine de Hollywood (comentario de Joaquín Miras).
1. El precio de la nuez moscada
Ocupados con nuestro genocidio actual, hacía tiempo que no os enviaba mensajes sobre historias de nuestra tarea civilizatoria por el mundo. Esta a modo de reseña de la úiltima novela de Gosh nos recuerda cuando se exterminó a toda la población de las islas Banda porque se negaban tozudamente a entregar el comercio de nuez moscada a los holandeses. https://orientxxi.info/lu-vu-
Indonesia. Genocidios y ecocidios, el precio de la nuez moscada
Para apropiarse del monopolio de la nuez moscada, de moda en los salones europeos en el siglo XVII, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales decidió borrar del planeta a la población de las islas Banda que se negaba a ser robada. Fue tan sencillo como disparar un cañón. A partir de esta historia, contada como en una novela, el autor indio Amitav Ghosh desentraña los mecanismos de la colonización que, de Asia a América pasando por África, han engendrado desastres humanos, culturales y ecológicos.
24 de octubre de 2024
Amitav Ghosh
La Malédiction de la muscade. Une contre-histoire de la modernité.
traducido del inglés por Morgane Iserte, Wildproject, Colección Le monde qui vient, 2024. 354 páginas 25 euros.
A primera vista, el título La Malédiction de la muscade (La Maldición de la Nuez Moscada) hace tiempo que ha puesto de manifiesto la difícil situación -«la maldición», de hecho- de los países ricamente dotados de recursos naturales, y existen innumerables escritos sobre el tema. Pero sería un error, ya que este libro ofrece una perspectiva muy original.
La historia de la nuez moscada en sí es poco conocida. Pero, sobre todo, el autor Amitav Ghosh dibuja un vasto panorama en el tiempo y en el espacio, transformando este pequeño fruto seco y algunos otros (como el clavo) en «parábolas de un planeta en crisis», como reza el subtítulo en inglés, mucho más fiel al propósito1. Finalmente, este escritor indio famoso por sus novelas oníricas (como la fantástica La Déesse et le marchand, Actes Sud, 2021) demuestra ser un excelente narrador. No es historiador, pero se apoya en una multitud de documentos de archivo (¡nada menos que 606 notas de referencia y 24 páginas de bibliografía ) para ofrecer un relato fascinante.
Todo empezó en 1621, en las islas Banda (Indonesia), las únicas que tienen árboles de nuez moscada. Hasta entonces, sus habitantes recolectaban y vendían esta especia muy popular en todo el océano Índico. Los europeos, en medio de sus expediciones ultramarinas, acabaron por descubrir las virtudes culinarias y medicinales (se decía que curaba la peste) de esta extraña cáscara difícil de transportar, se convirtió en un signo distintivo de lujo entre los ricos y snobs de la época. » Con un puñado de nueces, se podía comprar una casa», señalaba un comerciante holandés. Tanto como decir que no podían quedar en manos de descalzos en el otro extremo del mundo.
La venerable Compañía Holandesa de las Indias Orientales (CIO) se puso las pilas. «Civilizados», propuso a los bandaneses que «firmaran un tratado que concediera [a los europeos] derechos exclusivos sobre la nuez moscada y el macis (corteza) de las islas». Pero los habitantes se negaron. Esto era tanto más molesto cuanto que en estas islas, «no hay un solo soberano que, bajo amenaza, pueda obligar a sus súbditos a obedecer órdenes extranjeras».
El 21 de abril de 1621, en una «noche oscura, tan oscura como sólo puede serlo una noche india sin luz de luna», los colonos holandeses y su ejército se lanzaron al asalto. ¿Los bandaneses son un estorbo para el CIO que quiere conquistar el monopolio de la nuez moscada? «Matémoslos a todos», ordenan los jefes. Hombres, mujeres y niños, casi nadie escapó. Sus hogares fueron destruidos, al igual que sus medios de supervivencia. Tenemos que «vaciar las islas de sus habitantes» y asegurarnos de que no vuelvan.«Es difícil pensar en una sola buena razón por la que no debamos recurrir a la palabra ‘genocidio’ para describir la conquista holandesa de las islas Banda, escribe Ghosh con infinita cautela.
Las invariantes de la colonización
El autor destaca otra masacre perpetrada prácticamente al mismo tiempo, en 1637, por los británicos en Mystic Fort, hogar de 500 Pecquot en lo que hoy es Connecticut. «En ambos casos, el propósito de estas masacres era poner fin a la existencia de un pueblo» Ahondando en las historias de la colonización -en los continentes asiático y americano en particular- Ghosh se propone poner de relieve las invariantes: la necesidad no sólo de exterminar a las poblaciones, reducidas al rango de animales, sino también de destruir todo lo que les permite vivir y erradicar su cultura. Es imposible no pensar en Gaza o en los colonos de Cisjordania al leer las palabras de los jefes amerindios o de los pueblos de la selva amazónica expulsados de sus tierras…
Así que no se trata sólo de la búsqueda del beneficio, del capitalismo desenfrenado del pasado y de su forma actual, el neoliberalismo. Sino que también se trata de poder, de diversidad cultural todo lo que es indígena, la forma de pensar no occidental se califica de «salvaje». Uno de los primeros colonizadores de Nueva Inglaterra, clérigo de profesión, describió «una naturaleza salvaje, horrible y desolada, llena de bestias salvajes y hombres salvajes» que florecería bajo el dominio europeo. Sin embargo, como explicó uno de los jefes amerindios, «no considerábamos «salvajes» las amplias llanuras abiertas, las hermosas colinas ondulantes y los sinuosos arroyos cubiertos de su enmarañada vegetación. Para ellos, la naturaleza «estaba domesticada» y resultaba«generosa», proporcionando sustento. Se valoraba, pero de una forma que no encajaba con la cultura y los criterios de rentabilidad occidentales. Eso es lo que dice Ghosh: “Las intervenciones ecológicas no fueron un mero efecto secundario de la colonización europea de América, sino que constituyeron el núcleo del proyecto, cuyo objetivo explícito era transformar territorios considerados baldíos en parcelas, de acuerdo con la idea que los europeos tenían de la tierra productiva.”
«Cuando todos los búfalos sean sacrificados…».
Esta visión de la naturaleza ha conducido al agotamiento ecológico. En una carta al entonces Presidente de Estados Unidos Franklin Pierce, un jefe nativo americano llamado Seattle advertía: «Sigue contaminando tu lecho y te asfixiarás una noche en tus propios desechos: Sigue contaminando tu lecho y te asfixiarás una noche en tus desechos. Cuando todos los búfalos hayan sido sacrificados, todos los caballos salvajes domesticados, los rincones secretos del bosque pesen con el olor de los hombres, y la vista de las verdes colinas se vea borrosa por los cables parlantes, ¿dónde estarán los maquis? Desaparecidos. ¿Dónde estará el águila? Se habrá ido.”
El año era 1855. Los hechos son claros. Ya sea en Estados Unidos, Indonesia, Brasil o los países africanos, este modelo único de desarrollo y modernidad ha provocado catástrofes ecológicas, con los daños humanos que hoy conocemos, incluso cuando los ecocidios se remontan al siglo XVI como en las islas Banda.
Son estas interacciones las que Ghosh disecciona con método y meticulosidad, erudito sin llegar a ser aburrido. Y de ellas extrae algunas lecciones. Por ejemplo, el autor cuestiona «la distinción entre refugiados «climáticos», «políticos» y «económicos»», todos ellos víctimas de catástrofes impuestas por Occidente al Sur. Insta a alejarse de una visión puramente occidental y propone una política«vitalista», basada en la idea de que el planeta tiene alma y la naturaleza voz propia… que hay que escuchar si queremos vivir en armonía:«Debemos considerar a la humanidad (…) estrechamente entrelazada con los productos de la tierra», nos recuerda. Esto le lleva a veces a idealizar la vida de los pueblos indígenas. Pero esto no desmerece en absoluto la formidable y bien argumentada denuncia de la colonización de pueblos y tierras, y de la modernidad occidental como único modelo.
2. Trump y Lenin
No entiendo muy bien por qué, más allá de que él sea un especialista en Lenin, Paul Le Blanc establece una comparativa entre el revolucionario ruso y Trump. Esa parte no me interesa mucho, pero el análisis sobre el trumpismo ofrede algunos análisis para el debate. https://links.org.au/logic-
La lógica de Trump frente a la lógica de Lenin
Por Paul Le Blanc
Publicado 26 de octubre de 2024. Una versión de este artículo también está disponible en Tempest.
Dos realidades enmarcan esta charla. Una es que recientemente he escrito un libro, Lenin: Responder a la catástrofe, forjar la revolución. La otra es que las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos, se desarrollen como se desarrollen, adelantan inevitablemente una intensa crisis política cuyo desenlace no está nada claro.1 Se me ocurrió que podría ser útil, en este momento histórico, comparar la lógica de Donald J Trump y la lógica de Vladimir Ilich Lenin. Como esbozaré, las cualidades inherentes a los planteamientos de Trump y Lenin tienen lógicas bastante diferentes, que avanzan hacia resultados distintos.
Mis observaciones tienen cuatro componentes básicos. Primero, un examen de Trump y el trumpismo. Segundo, cómo algunos marxistas han analizado el fascismo. Tercero, una sugerencia de cómo podría aplicarse este análisis a la realidad estadounidense. Cuarto, un breve examen de Lenin y el leninismo, con un comentario final sobre cómo el trumpismo es más fuerte que el leninismo.
Un camarada de confianza que leyó borradores anteriores de esta presentación, señalando lo que a su juicio eran lagunas y deficiencias, me dijo: «Este no es tu mejor trabajo». Creo que es inevitable. Lo que digo aquí es fragmentario e incompleto, en más de un sentido. Mi esperanza es que lo que ofrezco sea útil, no obstante, para ayudar a avanzar en un debate clarificador. Tal vez ese debate contribuya a nuestra reflexión sobre qué es qué y qué hay que hacer.
Trump y el trumpismo
La política de Trump ha sido etiquetada por algunos como trumpismo. Antes de examinar el trumpismo, detengámonos a considerar la mediocridad con cuyo nombre se identifica este «ismo».
El ABC de las cualidades de Trump incluye sin duda la arrogancia, así como las Tres B: bigot, bully, y braggart [fanático, acosador, fanfarrón]. La fanfarronería adopta muchas formas: un «buscavidas» que se autopromociona y destaca compulsivamente sus logros, pero que también afirma haber llegado más lejos y ganado más de lo que en realidad es el caso; un ignorante que glorifica su ignorancia con la agresiva afirmación «¡Yo no leo libros!»mientras afirma saber mucho más de lo que sabe; alguien que exagera la estima que le tiene la gente y se atribuye logros que no son suyos. Su condición de multimillonario añade lustre, recursos y autoridad a todo lo que implica la autoconstrucción narcisista de la persona que es Trump. Es por antonomasia, y con mucho orgullo, un capitalista, y hay treinta y cuatro condenas por delitos graves que hacen que muchos le califiquen de crook.
Saltando hacia delante en el abecedario, algunos críticos insisten en que Trump es un fascista. Otros se preguntan si es lo suficientemente consecuente y coherente como para desempeñar el papel de un Benito Mussolini o un Adolf Hitler. Ciertamente, el término fascista se ha convertido en un insulto de uso libre aplicado a ideas, prácticas y personas que detestamos. El propio Trump lo utiliza (mezclándolo con palabras como «marxistas», «comunistas», «terroristas» y «gente muy mala») para denunciar a los enemigos que acechan en los tribunales, en los principales medios de comunicación, en el Gobierno y en el Partido Demócrata.
¿Hasta qué punto es Trump un líder político disciplinado y decidido? Difícilmente podría compararse favorablemente con un Winston Churchill o un Ronald Reagan, y mucho menos con un Mussolini o un Hitler. «En la primavera de 2020», según la cronista del New York Times Maggie Haberman, «había quedado claro para muchos de sus principales asesores que el impulso de Trump de socavar los sistemas existentes y doblegar las instituciones para adaptarlas a sus propósitos iba acompañado de un comportamiento errático y de niveles de ira que exigían que otros trataran de mantenerlo en el buen camino casi cada hora del día».»2
Es instructivo considerar la experiencia de Steve Bannon, uno de los ideólogos de extrema derecha más centrados que sirvió como asesor central en la fase inicial de la administración Trump de 2016. Informó Michael Wolff: Parte de la autoridad de Bannon en la nueva Casa Blanca era la de guardián de las promesas de Trump, meticulosamente registradas en la pizarra blanca de su despacho. Algunas de estas promesas Trump las recordaba con entusiasmo, de otras apenas tenía memoria, pero se alegraba de aceptar que las había dicho. Bannon actuó como discípulo y ascendió a Trump a gurú -o Dios inescrutable.3
Bannon llegaría a exasperarse y desilusionarse, al darse cuenta de que los detalles de la agenda «populista» de derechas que imaginaba «estaban totalmente cautivos de la falta de atención y los salvajes cambios de humor de Trump». Hace tiempo que Bannon había aprendido que a Trump «le importa un carajo la agenda, no sabe cuál es la agenda»» 4.
Pero lo que puede denominarse trumpismo trasciende la disfuncionalidad de este individuo envejecido. Varios elementos esenciales ayudan a definir lo que estamos etiquetando como trumpismo.
Un elemento es armado y peligroso: las fuerzas que se unieron para asaltar el Capitolio el 6 de enero de 2021, que incluían a los Proud Boys, los Oath Keepers, componentes militantes del movimiento Tea Party, partidarios de última hora de la antigua Confederación del Sur y varios grupos nazis y de supremacía blanca. El general estadounidense Mark Milley, entonces jefe del Estado Mayor Conjunto, en su cuaderno de enero de 2021, enumeró los grupos con el comentario: «Gran amenaza: el terrorismo doméstico». Según Bob Woodward y Robert Costa, del Washington Post: «Algunos eran los nuevos Camisas Pardas, una versión estadounidense, concluyó Milley, del ala paramilitar del Partido Nazi que apoyaba a Hitler. Era una revolución planificada. La visión de Steve Bannon cobrando vida. Derribarlo todo, hacerlo estallar, quemarlo y emerger con el poder» 5 Estos elementos antes marginados habían entrado en la corriente política principal, y habían crecido sustancialmente, con el estímulo activo de Trump y otros a su alrededor. Pero este individuo astuto, avaro y profundamente limitado y sus acólitos apenas eran capaces de controlarlos. De hecho, en su conjunto, el enorme y diverso movimiento «Make America Great Again» no puede entenderse bajo su control.6
Mezclado con segmentos de este electorado pro-Trump hay algo llamado «nacionalismo cristiano», que rechaza los ideales de democracia radical consagrados en la Declaración de Independencia y afirma que EE.UU. fue fundado (como dijo un televangelista) «por cristianos que querían construir una nación cristiana sobre los cimientos de la voluntad de Dios», según la definición de los fundamentalistas de derechas que ven la noción de democracia de igualdad de derechos como una herejía incompatible con el cristianismo. El neoconservador inconformista Robert Kagan comentó con inquietud que «lo que los nacionalistas cristianos llaman ‘totalitarismo liberal'», los firmantes de la Declaración de Independencia lo llamaron «libertad de conciencia». Con o sin esta particular glosa religiosa, señala Kagan, una cepa tan profunda de intolerancia antidemocrática fundamental ha estado presente a lo largo de la historia de Estados Unidos entre segmentos sustanciales del pueblo estadounidense -reflejando actitudes intolerantes sobre raza, etnia, género y religión.7
Otro elemento esencial del trumpismo puede encontrarse en un grupo bastante diferente de entidades e individuos conservadores, reunidos en el Proyecto 2025 de Transición Presidencial de The Heritage Foundation. Fundada en la década de 1970, la Heritage Foundation ha servido de centro para académicos, intelectuales y políticos conservadores desde la presidencia de Reagan. Su último esfuerzo es un libro de 900 páginas, Mandato para el liderazgo: The Conservative Promise, que pretende servir de guía para la elaboración de políticas en una segunda administración Trump. Según su propia descripción: «Este libro es el producto de más de 400 académicos y expertos en política de todo el movimiento conservador y de todo el país. Entre los colaboradores figuran antiguos cargos electos, economistas de renombre mundial y miembros de cuatro Administraciones presidenciales. Esta es una agenda preparada por y para conservadores que estarán listos el primer día de la próxima Administración para salvar a nuestro país del borde del desastre.» Cabe señalar que Trump no es en absoluto la pieza central de este documento; más bien se hace referencia al «próximo Presidente conservador.» Trump se menciona con frecuencia y con mucho respeto, pero la Fundación Heritage, sus colaboradores y su programa se enmarcan como entidades que trascienden a este individuo. La línea de fondo de este manifiesto conservador es una defensa del capitalismo desenfrenado. El objetivo primordial del presidente estadounidense, se nos dice, debe ser desatar «el genio dinámico de la libre empresa». Esto encaja con las propuestas de imponer un régimen autoritario centralizado para hacer cumplir una amplia gama de políticas de derechas.8
Con la vista puesta en los votantes moderados, Trump se distanció del Proyecto 2025. Pero sus defensores permanecen sólidamente en el bando trumpista, incluidos leales que sirvieron en su primera administración presidencial. Se han desarrollado planes encubiertos para poner en marcha el programa Proyecto 2025 en cuanto asuma el poder un presidente de derechas. La investigadora Gillian Kane señala que el Proyecto 2025 no depende de una victoria presidencial de Trump, y subraya que «incluso si Trump pierde en noviembre, muchos aspectos centrales de este plan nacionalista cristiano serán implementados; de hecho, algunas recomendaciones ya están en marcha.»9 Incluso cuando Trump ya no esté en escena, el programa asociado al trumpismo -el desencadenamiento de un capitalismo desenfrenado mientras se reprimen sistemáticamente los derechos humanos y las libertades democráticas- seguirá enfrentándonos.
Un elemento esencial clave del trumpismo es el actual Partido Republicano. Las principales figuras y miembros del personal de ese partido -como ocurrió con la corriente conservadora en su conjunto- no empezaron siendo partidarios de Trump. Un experto operativo republicano, Tim Miller, describe lo sucedido de esta manera:
Cuando empezaron los problemas con Trump no había nadie en nuestras filas que dijera que estaba de su lado. Nos parecía desmañado, repelente y por debajo de la dignidad del servicio público que le otorgábamos con gran respeto. No le tomábamos en serio. … Y no nos habrían pillado ni muertos con una de esas llamativas gorras rojas de béisbol.
Pero, al principio gradualmente y luego de repente, casi todos decidimos seguirles la corriente. Los mismos que tachaban a Donald Trump de amenaza incompetente en privado servían su rancia bazofia en público cuando les convenía. Siguieron haciéndolo incluso después de que la turba que convocó manchara el partido y nuestros ideales y los pasillos del Capitolio con su mierda.10
Miller ofrece una visión desde dentro del cinismo tóxico que impregna la cúpula del Partido Republicano y que contribuyó al triunfo de Trump en sus filas. Viendo la arena política como «un gran juego» a través del cual, al ganar, se «otorgaban a sí mismos el estatus de servicio público, la clase dirigente republicana desestimó la difícil situación de aquellos a los que manipulábamos, sintiéndose cada vez más cómoda utilizando tácticas que los inflamaban, poniéndolos en contra de sus semejantes». Miller y otros operativos «presentaron argumentos que ninguno de nosotros creía» e «hicieron que la gente se sintiera agraviada por cuestiones que no teníamos intención ni capacidad de resolver.» Confiesa que a menudo se empleó un racismo silencioso y no reconocido. «Estas tácticas no solo no se controlaron, sino que se vieron potenciadas por un ecosistema mediático de derechas con el que estábamos encamados y que tenía sus propios incentivos nefastos, absorbiendo clics y visualizaciones mediante el chantaje de la rabia sin ninguna intención de ofrecer algo que pudiera aportar valor a la vida de la gente corriente».
Miller concluye: ¿Debería haber sido una sorpresa que un charlatán que había pasado décadas engañando a las masas para que se unieran a sus esquemas piramidales y compraran sus productos de mierda destacara en un entorno así? ¿Alguien que tenía una plataforma mediática propia y un instinto reptiliano para la manipulación? Alguien que no dudó en decir la parte tranquila en voz alta?11.
Otro ex operativo republicano, Stuart Stevens, insiste en que es un error considerar que Trump ha «secuestrado» al Partido Republicano. Por el contrario, Trump «es la conclusión lógica de aquello en lo que se ha convertido el Partido Republicano en los últimos cincuenta años más o menos, un producto natural de las semillas de la raza, el autoengaño y la ira que se convirtieron en la esencia del Partido Republicano».12
Liz Cheney, una republicana conservadora de toda la vida y ex congresista por Wyoming que resistió con más tenacidad que la mayoría los esfuerzos de Trump por amedrentar al Partido Republicano para que le apoyara, acabó lamentándose: «Ahora hemos aprendido que la mayoría de los republicanos actualmente en el Congreso harán lo que Donald Trump pida, no importa lo que sea. … Me entristece mucho decir que Estados Unidos ya no puede contar con un cuerpo de republicanos electos para proteger nuestra República». Según Cheney: «Tan fuerte es el amor al poder, que hombres y mujeres que antes parecían razonables y responsables de repente estaban dispuestos a violar su juramento a la Constitución por conveniencia política y lealtad a Donald Trump.»13
Por supuesto, el Partido Republicano tiene una historia larga y compleja. Al igual que en el caso de los demás elementos esenciales del trumpismo, no empezó con Trump ni acabará con él. «Pase lo que pase con Trump», escribe el periodista Joe Conason, «el destino del conservadurismo estadounidense y del Partido Republicano… ya parece fijado», destinado «a machacar sin pudor, con o sin él», propagando una ideología bien ensayada (como dice Conason) de «falsedad y fraude».»14 Las muy influyentes y rebuscadas operaciones de noticias y opinión de Fox News, la Breitbart News Network e innumerables emisoras de radio habladas estaban bien establecidas antes de la presidencia de Trump.15 Independientemente de lo que le ocurra a Trump, el fenómeno más amplio del trumpismo nos acompañará durante algún tiempo. «Trump no es la enfermedad, es el síntoma», así lo describió Chris Hedges. «Trump realmente se basó en un malestar que ya era ampliamente prevalente dentro de los Estados Unidos» 16.
También debemos tener claro que se trata de un fenómeno global, como han señalado muchos observadores diferentes, en el que participan poderosos movimientos y, en ocasiones, gobiernos de diversos países: Argentina, Brasil, Francia, Grecia, Hungría, India, Italia, Rusia, Turquía y Estados Unidos, entre otros. Se utiliza una combinación de términos para describir lo que está ocurriendo -populismo de derechas, ultranacionalismo xenófobo autoritario, etc.-, todos ellos tratando de captar su complejo contenido. A veces se aplica la palabra «fascismo», pero el término cuasi-fascismo parece más adecuado. El prefijo quasi- significa «parecido a» y «que tiene algunas, pero no todas las características de». El término cuasi-fascismo, en el momento actual, puede entenderse como «fascismo en ciernes».
¿Qué es el fascismo?
El fascismo representa algo más que una dictadura asesina de derechas, del tipo impuesto por monarcas, generales y élites adineradas durante siglos.17 Una de las primeras marxistas en analizar el fascismo fue la comunista alemana (y camarada de Rosa Luxemburg durante muchos años) Clara Zetkin. Un aspecto primario del desarrollo fascista, señaló, implicaba «la desintegración y decadencia de la economía capitalista, y el síntoma de la disolución del Estado burgués». Otro tenía que ver con las promesas fallidas de la política reformista de defender y hacer avanzar el bienestar de las clases baja y media, causando una desilusión y desesperación masivas en medio de realidades desintegradoras, especialmente cuando los reformistas (en este caso, los que predominaban en el Partido Socialdemócrata Alemán) se mostraban «en benevolente acuerdo» con los capitalistas liberales. El tercer aspecto primario, según Zetkin, implicaba a las clases medias descendentes que proporcionaban una base de masas decepcionada, «a la que se unieron [dice] grandes círculos del proletariado, de trabajadores que han renunciado a su fe no sólo en el socialismo, sino también en su propia clase». El resultado, señala Zetkin, es que «el fascismo se ha convertido en una especie de refugio para los que carecen de cobijo político» 18.
Fue la promesa de la izquierda de resolver la crisis económica mediante la transformación socialista -y luego su total fracaso en hacerlo- lo que dio lugar a la alternativa fascista, uniendo a capitalistas asustados y a masas desesperadas y decepcionadas. Esto sugiere que nosotros en la izquierda tendremos una oportunidad de hacer una revolución antes de que la amenaza del fascismo se convierta en algo serio. Así es como muchos de nosotros entendimos la afirmación de León Trotsky de que «el fascismo vendrá sólo si fracasamos» 19 En este escenario, la posibilidad de que el trumpismo se transforme en fascismo quedaría excluida. Pero esto implica un grave malentendido de nuestra historia, que corresponde de manera única a los desarrollos descritos por Zetkin y Trotsky.
Aspectos de la realidad estadounidense
Los conservadores de la Heritage Foundation, entre otros, desdibujan al ligeramente liberal Partido Demócrata con denuncias retóricas de «la izquierda» y acusaciones de «socialismo». Es una locura, pero en cierto modo tiene sentido. Merece la pena dedicar unos minutos a considerar la historia de la izquierda estadounidense y ver por qué tiene sentido.
Durante el último siglo, la izquierda organizada ha tenido un poderoso impacto, influyendo en la política, las leyes, la conciencia y la cultura de Estados Unidos. El movimiento obrero, las oleadas feministas, los movimientos antirracistas y por los derechos civiles, las luchas contra la guerra de Vietnam, los diversos movimientos estudiantiles, etc., contribuyeron decisivamente a introducir cambios de gran calado en la escena estadounidense durante muchas décadas. Todo ello no habría sido ni mucho menos tan eficaz (y podría no haber llegado a existir) sin los esenciales esfuerzos organizativos de los activistas de izquierdas.
Sin embargo, esto vino acompañado de otro acontecimiento. Aunque un elemento significativo de los activistas de izquierdas insistió en la necesidad de independencia política de los partidos políticos procapitalistas, esto se vio superado en gran medida por una profunda tendencia adaptacionista. En la «Década Roja» de los años 30, la convergencia entre las fuerzas de mentalidad socialista y un liberalismo social algo expansivo fue especialmente acelerada, ya que el Partido Demócrata de Franklin D. Roosevelt (FDR) «robó» muchos componentes reformistas del programa socialista. Esto se hizo, como insistió FDR, para salvar al capitalismo durante los furiosos años de la Depresión – pero también para asegurar la continua popularidad y elección de FDR y los que le rodeaban. Más que esto, el grueso de la izquierda organizada fue absorbido por la coalición del Nuevo Trato.20
A lo largo de medio siglo, seis pivotes decisivos han hecho casi completa la absorción de la izquierda organizada en el Partido Demócrata: (1) El movimiento sindical de la década de 1930, en particular el nuevo Congreso de Organizaciones Industriales (el CIO), de tendencia dinámicamente izquierdista, formó una firme alianza con los demócratas del New Deal de FDR; (2) una decisión tomada en 1935 por la Internacional Comunista de Joseph Stalin de formar una alianza de «Frente Popular» con capitalistas liberales como FDR, incorporó a los dinámicos comunistas estadounidenses a la coalición del Partido Demócrata; (3) al comienzo de la Guerra Fría, el grueso del movimiento obrero organizado (junto con la mayoría de los socialistas moderados) abrazó el programa anticomunista y capitalista liberal del Partido Demócrata, lo que condujo a un amplio «pacto social» de empresas, sindicatos y gobierno desde finales de los años 40 hasta los 50; (4) la coalición por los derechos civiles de principios de los años 60 quedó íntimamente entrelazada con el partido de John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson; (5) la coalición por los derechos civiles de principios de los años 60 quedó íntimamente entrelazada con el partido de John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson. Kennedy y Lyndon B. Johnson; (5) a lo largo de los años 70 y 80, gran parte de la «Nueva Izquierda» de los 60 se comprometió con el ala reformista del Partido Demócrata; y (6) a medida que comenzaba el siglo XXI, nuevas oleadas de jóvenes activistas se unieron a capas más veteranas, entre promesas que sonaban radicales y esperanzas desbordantes, para colocar a Barack Obama en la Casa Blanca.21
Desde principios del siglo XX, la izquierda organizada había sido una fuerza dinámica de considerable importancia en Estados Unidos. Entre los trabajadores y los oprimidos, había movilizado luchas eficaces que obtuvieron auténticas victorias. Inspiró esperanzas de nuevas luchas efectivas que harían avanzar los derechos humanos, mejorarían la vida de la mayoría de la clase trabajadora y darían a luz un mundo mejor. Entre los ricos y poderosos, inspiró miedo y rabia.22
A finales del siglo XX, a través del proceso que hemos trazado, la izquierda organizada se había evaporado en gran medida. Parte de su retórica, muchos de sus valores y gran parte de su programa de reformas (a menudo en forma diluida) podían encontrarse en el Partido Demócrata. Sin embargo, el compromiso sincero y práctico de sustituir la dictadura económica del capitalismo por la democracia económica del socialismo ya no estaba sobre la mesa. No obstante, entre los ricos y poderosos había quienes aún sentían miedo y rabia, y también una profunda determinación de recuperar el terreno perdido, sobre todo en el contexto de la desintegración y decadencia de la economía capitalista.
Por eso los republicanos anti-Trump como Liz Cheney, junto con demócratas como Joe Biden y Kamala Harris -entrelazados como están en la desintegración y decadencia de la economía capitalista y sin soluciones reales que ofrecer- son incapaces de proporcionar una alternativa duradera al trumpismo.
Señalando que 30 millones de trabajadores estadounidenses han perdido sus empleos desde 1996, Hedges señala que esto generó «una profunda desesperación e incluso rabia entre las personas que han sido traicionadas en gran parte por el Partido Demócrata… que impulsó el TLCAN [Tratado de Libre Comercio de América del Norte]» y «que desindustrializó el país», haciendo así que grandes porciones de lo que había sido la base obrera del Partido Demócrata se abrieran a los llamamientos demagógicos del trumpismo.23
Los indicios apuntan a que el voto de la clase trabajadora blanca se ha dividido. En las elecciones de 2020, Joe Biden obtuvo el 41% del voto blanco, mientras que Trump obtuvo el 58%; en ambos casos, la mayoría de ellos procedían de votantes de clase trabajadora. (En relación con esto, el 56% de los hogares sindicalizados fueron a por Biden, y el 40% a por Trump). Los politólogos Noam Lupu y Nicholas Carnes documentan que a menudo se ha exagerado el apoyo de la clase trabajadora blanca a Trump. Solo el 30% de sus partidarios en 2016 pertenecían a esta categoría proletaria, aunque añaden que el 60% de los votantes blancos de clase trabajadora se decantaron por Trump ese año. Algunos estudios indican un descenso de ese apoyo.24.
Sin embargo, Harris expresa constantemente su apoyo al capitalismo, considerándose a sí misma «una capitalista a favor del crecimiento que quiere una ‘economía con visión de futuro que ayude a todos'» 25 El problema con esto es que los beneficios capitalistas a menudo no son coherentes con «ayudar a todos». A la hora de la verdad, cabe esperar que comprometa los intereses de la clase trabajadora (al igual que el Partido Demócrata en su conjunto) para ayudar a mantener la rentabilidad capitalista, causando estragos en la base de la clase trabajadora, como ha ocurrido en las últimas décadas. En los últimos dos años hemos visto a los políticos demócratas alinearse con las élites ricas y poderosas para negar a los explotados trabajadores ferroviarios el derecho a la huelga, permitir que las industrias de combustibles fósiles agredan el medio ambiente y permitir la matanza israelí de decenas de miles de hombres, mujeres y niños inocentes en Gaza.26
En un informe de London Review of Books sobre la reciente convención nacional del Partido Demócrata, Christian Lorentzen señalaba «la alianza forjada bajo Joe Biden entre el establishment centrista del partido y su antigua ala izquierda insurgente», concluyendo «que la tienda demócrata es lo suficientemente grande para los incendiarios que denuncian a los multimillonarios, así como para el tipo correcto de multimillonarios», que apoyan, financian y ayudan a dirigir el Partido Demócrata. Incluso un socialista moderado como Bernie Sanders -por muy bueno que sea en algunos aspectos- se ve gravemente comprometido en la medida en que pide sistemáticamente a sus seguidores que permanezcan en el marco del Partido Demócrata, acérrimamente procapitalista. Sanders termina su libro más reciente con la exhortación: «Es hora, por fin, de que los demócratas reconozcan que una buena política es una buena política. Es buena para el partido. Es bueno para el país. Es bueno para el mundo. Hagámoslo!»27
Lenin y el leninismo
En contraste con tales liberales transigentes y socialistas moderados, y también con grotescos «supercapitalistas» como Trump, está el sin concesiones anti-capitalista Lenin. La lógica de Trump es manipular la presión de las masas, la conciencia de las masas y las luchas de las masas en su beneficio, para la mejora de su posición y poder, pero también para desatar el «genio dinámico» (y los beneficios) del capitalismo. La lógica de Lenin (para usar el viejo eslogan radical-laborista) es «agitar, educar y organizar». Reunir cada vez más a la clase obrera, con un sentido cada vez más profundo de la conciencia de clase, para luchar por mejoras inmediatas en la condición de los trabajadores y los oprimidos, y sustituir el poder de los capitalistas por el poder colectivo de la clase obrera. El resultado sería una transformación de la economía hacia una democracia económica en la que las tecnologías y los recursos necesarios para satisfacer las necesidades humanas fueran propiedad de la sociedad y se utilizaran específicamente para satisfacer esas necesidades.
Comparar la personalidad de Trump con la de Lenin también es instructivo. Uno de los biógrafos más informados y críticos de Lenin, el periodista anticomunista Isaac Don Levine, lo describió como: … sin arrogancia, sin ninguna ambición personal, un gobernante que rehuía los honores, Lenin fue quizás el primer gran líder de la historia que no tenía manía por la gloria, por la autoridad, por la pompa. Su búsqueda del poder no era una pasión egoísta, sino un deber que le imponía su fe [socialista revolucionaria], y no lo utilizó para promover sus propios fines egoístas, sino para promover sus ideales.28
Levine hizo hincapié en la extrema modestia del nivel de vida de Lenin y su trato hacia los demás. Citó a uno de los destacados opositores mencheviques de Lenin, Raphael Abramovitch: «Su vida hogareña y sus relaciones personales merecerían el entusiasmo de cualquier ministro bautista. Es difícil concebir una persona más sencilla, amable y sin pretensiones que Lenin en su hogar. Llegando a fin de mes con dificultad, siempre vestía de forma desaliñada, y no es muy diferente en ese aspecto incluso ahora», después de la revolución bolchevique. Abramovitch añadió que «la pobreza le preocupaba poco, pues su único interés en la vida son los asuntos del partido y la política». La conclusión de Levine construía una crítica política implacable, pero también destacaba mucho de lo positivo: «Desinteresado e irreprochable en su carácter, de talante retraído, casi ascético en sus hábitos, extremadamente modesto y gentil en su contacto directo con la gente, aunque perentorio y burlón en su trato con los enemigos políticos, Lenin podía ser atrevido y provocador en su política, inflexible en la ejecución de sus principios, sin escrúpulos en su método de gobierno y astuto e inmisericorde en su manejo de los hombres y los asuntos.»29
Lo que Levine identifica en términos negativos fue visto por el camarada de Lenin, Anatoly Lunacharsky, como el reflejo del pensamiento único que era «el rasgo dominante de su carácter, el rasgo que constituía la mitad de su constitución, [que] era su voluntad: una voluntad extremadamente firme, extremadamente enérgica, capaz de concentrarse en la tarea más inmediata pero que, sin embargo, nunca se desviaba más allá del radio trazado por su poderoso intelecto y que asignaba a cada problema individual su lugar como eslabón de una enorme cadena política mundial.»30
Esto sugiere una coherencia intelectual ausente en el maquillaje de Trump. Uno es muy culto y el otro no. Mientras Trump presumía de «no leer libros», Lenin se sumergía en las obras de William Shakespeare, Johann Wolfgang von Goethe, Antón Chékov, Alexander Pushkin, Mijaíl Lermontov, Nikolái Nékrasov, Iván Turguéniev, León Tolstoi, Nikolái Chernyshevksy y Máximo Gorki, entre muchos otros. Además, escribió muchos libros, aunque éstos estaban enteramente dedicados a la prosa de enfoque político.
Si bien hubo una apertura a sus perspectivas marxistas en evolución, también hubo una notable coherencia. En su polémica de principios de la década de 1890, Qué son los «amigos del pueblo», Lenin hizo hincapié en temas que serían centrales en su pensamiento, sus escritos y sus acciones durante las tres décadas siguientes. Vale la pena considerar varios pasajes clave: El obrero no puede dejar de ver que está oprimido por el capital, que su lucha debe librarse contra la clase burguesa. Y esta lucha, dirigida a satisfacer sus necesidades económicas inmediatas, a mejorar sus condiciones materiales, exige inevitablemente que los obreros se organicen, e inevitablemente se convierte en una guerra no contra individuos, sino contra una clase, la clase que oprime y aplasta al pueblo trabajador no sólo en las fábricas, sino en todas partes. …
Cuando sus representantes avanzados hayan dominado las ideas del socialismo científico, la idea del papel histórico del obrero ruso, cuando estas ideas se generalicen, y cuando se formen organizaciones estables entre los obreros para transformar la actual guerra económica esporádica de los obreros en lucha de clases consciente – entonces el obrero ruso alzándose a la cabeza de todos los elementos democráticos, derrocará al absolutismo y conducirá a la clase obrera rusa (codo con codo con el proletariado de todos los países) por el camino recto de la lucha política abierta hacia la revolución comunista victoriosa.31
Las formas en que Lenin desarrolló y aplicó estas perspectivas merecen ser elaboradas y examinadas críticamente. Al hacerlo, encontramos un compromiso con lo que Georg Lukács llamó «la actualidad de la revolución», o como dijo Max Eastman, un rechazo de aquellos «que hablaban de revolución pero no tenían la intención de producirla». Al mismo tiempo, encontramos un compromiso con la utilización de la teoría marxista dialécticamente; no como dogma, sino como guía para la acción, entendiendo que las perspectivas teóricas generales deben modificarse mediante su aplicación a «las condiciones económicas y políticas concretas de cada periodo particular del proceso histórico». Encontramos la insistencia de Lenin en que el partido revolucionario debe funcionar como «tribuna del pueblo», combinando las luchas de la clase obrera con las luchas sistemáticas contra todas las formas de opresión, independientemente de la clase afectada. También hay un enfoque de la interacción de las luchas reformistas con la lucha revolucionaria a más largo plazo, impregnado de varias cualidades: (a) un rechazo a inclinarse ante el poder opresor y explotador; (b) un rechazo a someterse al «realismo» transitorio de la política dominante; y (c) una medición de toda actividad en función de cómo ayuda a construir la conciencia de la clase obrera, el movimiento obrero de masas y la organización revolucionaria necesaria para derrocar al capitalismo.32
Quienes comparten los compromisos de Lenin tienen la responsabilidad de adaptar sus perspectivas a lo que se ha desarrollado en los últimos cien años. Al hacerlo, debemos enfrentarnos a un aspecto clave de la superioridad del trumpismo como fuerza política mundial. El movimiento obrero internacional que era esencial para la lógica del leninismo ya no es la poderosa fuerza de hace cien años. Ha habido un dramático declive y fragmentación del movimiento obrero en los centros capitalistas donde una vez floreció.33 Aquellos de nosotros que estamos básicamente de acuerdo con la orientación de Lenin tenemos la responsabilidad de hacer lo que podamos para revertir ese proceso, y ayudar a construir el movimiento obrero y la fuerza y el vigor socialistas revolucionarios capaces de superar los problemas de nuestro tiempo.
Por ahora, el trumpismo es mucho más poderoso que las escasas y dispares fuerzas que actualmente se sienten atraídas por la alternativa leninista. Sin embargo, la lógica del trumpismo tira hacia la profundización de la desintegración, la violencia y las catástrofes del capitalismo global. La lógica de la alternativa tira hacia la democracia económica, la expansión de la libertad y la justicia para todos. La elección, como Rosa Luxemburgo señaló hace mucho tiempo, es entre el socialismo y la barbarie.34
Este es el texto comentado de una presentación programada para la Biblioteca Marx Memorial el 6 de noviembre de 2024.
- 1Partes de esta presentación se derivan y desarrollan a partir de Paul Le Blanc, «Trumpismo, fascismo y realidades políticas en Estados Unidos» Enlaces: Revista Internacional de Renovación Socialista, 11 de junio de 2024 https://links.org.au/trumpism-, y Paul Le Blanc, Lenin: Responding to Catastrophe, Forging Revolution (Londres: Pluto Press, 2023).
- 2Maggie Haberman, Confidence Man: The Making of Donald Trump and the Breaking of America (Nueva York: Penguin Books, 2022), p. 429. Véase también Editorial Board, «The Dangers of Donald Trump From Those Who Know Him,» New York Times, 26 de septiembre de 2024, https://www.nytimes.com/.
- 3Michael Wolff, Fuego y furia: dentro de la Casa Blanca de Trump (Nueva York: Henry Holt and Co., 2018), pp. 115-116.
- 4Michael Wolff, Siege: Trump Under Fire< (Nueva York: Henry Holt and Co., 2019), pág. 29.
- 5Bob Woodward y Robert Costa, Peril (Nueva York: Simon and Schuster, 2021), pp. 273-274; Matt Prince, «¿Cuál es la relación del presidente Trump con los grupos de extrema derecha y supremacistas blancos?» Los Angeles Times, 30 de septiembre de 2020, https://www.latimes.com/; Aram Roston, «The Proud Boys Are Back: How the Far-Right is Rebuilding to Rally Behind Trump», Reuters, 3 de junio de 2024, https://www.reuters.com/.
- 6.Ezra Klein, «El movimiento MAGA se ha convertido en un problema para Trump» New York Times, 22 de septiembre de 2024, https://www.nytimes.com/2024/.
- 7Robert Kagan, Rebellion: How Antiliberalism is Tearing America Apart – Again (Nueva York: Alfred A, Knopf, 2024), pp. 171, 176. Véase también Robert P. Jones, «The Roots of Christian Nationalism Go Back Further Than You Think,» Time, 31 de agosto de 2023, y Robert P. Jones, «Trump’s Christian Nationalist Vision for America,» Time, 10 de septiembre de 2024. Véase también Sruthi Darbhamulla, «An Unsteady Alliance: Donald Trump and the Religious Right,» The Hindu, 10 de septiembre de 2024, https://www.thehindu.. Existen versiones muy diferentes del cristianismo. Véase, por ejemplo, Paul Le Blanc, Marx, Lenin y la experiencia revolucionaria: Studies of Communism and Radicalism in the Age of Globalization (Nueva York: Routledge, 2006), pp. 49-77, 222-27, y Walter Rauschenbusch, Christianity and the Social Crisis in the 21st Century: The Classic That Woke Up the Church (Nueva York: Harper One, 2007). Las cualidades democrático-revolucionarias del documento fundacional de EE.UU. se indican en Pauline Maier, American Scripture: Making the Declaration of Independence (Nueva York: Vintage Books, 1998).
- 8Spencer Chretien, «Project 2025», The Heritage Foundation, 31 de enero de 2023, https://www.heritage.; Project 2025 – The Presidential Transition Project: Policy Agenda, que incluye el texto de Paul Dans y Steven Groves, ed., Mandate for Leadership: The Conservative Promise, https://www.. Para evaluaciones críticas, véase: E. Fletcher McClellan, «A Primer on the Chilling Far-Right Project 2025 Plan for 2nd Trump Presidency», Lancasteronline, 3 de junio de 2024, https://lancasteronline.; Global Project Against Hate and Extremism, «Project 2025: The Far-Right Playbook for American Extremism,» https://Mandate for Leadership: La promesa conservadora, pp. 2-3.
- 9Centre for Climate Reporting, «Undercover in Project 2025,» climate-reporting.org; Curt Devine, Casey Tolan, Audrey Ash, Kyung Lah, «Hidden-camera video shows Project 2025 co-author discussing his secret work preparing for a second Trump term,» CNN, 15 de agosto de 2024, https://www.cnn.com/2024/08/; Amy Goodman y Lawrence Carter, «Project 2025 Co-author Lays Out ‘Radical Agenda’ for Next Trump Term in Undercover Video,» ¡Democracia Ya!, 16 de agosto de 2024, https://www.youtube.com/watch?; Gillian Kane, «Project 2025 is Already Here,» In These Times, junio de 2024, p. 8.
- 10Tim Miller, Why We Did It: A Travelogue from the Republican Road to Hell (Nueva York: Harper, 2022), p. xii.
- 11Miller, p. xx.
- 12Stuart Stevens, Todo era mentira: cómo el Partido Republicano se convirtió en Donald Trump (Nueva York: Vintage Books, 2021), pp. xiii, 4.
- 13Liz Cheney, Juramento y honor: A Memoir and a Warning (Nueva York: Little Brown and Co., 2023), pp. 2, 366. Cabe señalar que la Constitución -que define las estructuras y normas estabilizadoras del gobierno estadounidense- difícilmente es un documento democrático. Véase Robert A. Dahl, ¿How Democratic Is the American Constitution? (New Haven, CT: Yale University Press, 2003), y Robert Ovetz, We the Elites: Why the US Constitution Serves the Few (Londres: Pluto Press, 2022).
- 14Joe Conason, La estafa más larga: Cómo timadores, estafadores y fraudes secuestraron el conservadurismo estadounidense (Nueva York: St. Martin’s Press, 2024), pp. 271-272. Véase también Heather Cox Richardson, To Make Men Free: A History of the Republican Party (Nueva York: Basic Books, 2014).
- 15Pew Research Center, «Five Facts About Fox News,» https://www.; Yochai Benkler, Robert Faris, Hal Roberts y Ethan Zuckerman, «Study: Breitbart-led Right-Wing Media Ecosystem Altered Broader Media Agenda,» Columbia Journalism Review, 3 de marzo de 2017, https://www.cjr.org/analysis/; serie «The Divided Dial» (15 de noviembre – 21 de diciembre de 2022), On the Media, https://www.wnycstudios.org/.
- 16Chris Hedges, «Harris contra Trump: ¿El fin del dominio estadounidense?» Entrevista con Mohamed Hashem, Real Talk: Middle East Eye, 5 de agosto de 2024
- 17Para bastante más detalle del que es posible aquí, véase: David Beetham, ed., Marxistas frente al fascismo: Writings by Marxists on Fascism From the Inter-war Period (Chicago: Haymarket Books, 2019); F.L. Carsten, The Rise of Fascism, Second Edition (Berkeley, CA: California University Press, 1982); Robert O. Paxton, The Anatomy of Fascism (Nueva York: Vintage Books, 2005).
- 18Clara Zetkin, «Fascismo» (agosto de 1923), Marxist Internet Archive, https://www.marxists.. Véase también Clara Zetkin, Fighting Fascism: Cómo luchar y cómo ganar, ed. por Mike Taber y John Riddell (Chicago: Haymarket Books, 2017).
- 19León Trotsky, «Problemas americanos» (7 de agosto de 1940), Escritos de León Trotsky, 1939-1940 (Nueva York: Pathfinder Press, 1973), p. 337. El socialista italiano Ignazio Silone expresó esta idea con un giro cínico: «El fascismo es una contrarrevolución contra una revolución que nunca tuvo lugar» – véase The School for Dictators (Londres: Jonathan Cape, 1939), p. 112.
- 20Le Blanc, Marx, Lenin y la experiencia revolucionaria, pp. 153-98; David Milton, The Politics of US Labor, From the Great Depression to the New Deal (Nueva York: Monthly Review Press, 1982).
- 21Esto se explora en Paul Le Blanc, Left Americana: The Radical Heart of US History (Chicago: Haymarket Books, 2017), así como en Paul Le Blanc y Michael D. Yates, A Freedom Budget for All Americans: Recapturing the Promise of the Civil Rights Movement in the Struggle for Economic Justice Today (Nueva York: Monthly Review Press, 2013). Véase también: Manning Marable, «Jackson and the Rise of the Rainbow Coalition,» New Left Review, enero-febrero, 1985; Sheila D. Collins, The Rainbow Challenge: The Jackson Campaign and the Future of US Politics (Nueva York: Monthly Review Press, 1986); Steve Cobble, «Jesse Jackson’s Rainbow Coalition Created Today’s Democratic Politics,» The Nation, 2 de octubre de 2018; Michael Kazin, What It Took to Win: Una historia del Partido Demócrata (Nueva York: Farrar, Straus y Giroux, 2022).
- 22Véase, por ejemplo, Elizabeth Fones-Wolf, Selling Free Enterprise: The Business Assault on Labor and Liberalism, 1945-60 (Urbana, IL: University of Illinois Press, 1994).
- 23Hedges, «Harris contra Trump: ¿El fin de la dominación estadounidense?».
Observación de José Luis Martín Ramos:
Estoy de acuerdo con el amigo de Le Blanc, no es su mejor trabajo; aunque Le Blanc ya no nos ofreció su mejor trabajo en el ciclo Lenin de Jacobin. La descripción de Trump y de la evolución reaccionaria del conservadurismo USA, que no es exclusiva del P, Republicano, está bien. Pero cuando entra en la interpretación, fundamental para la respuesta política, ya no me convence. Rechazar utilizar el término fascista como insulto, o como etiqueta, de hecho banalizar el fascismo, pero él también cae en lo que critica. Eso de cuasi- fascista, fascismo en ciernes, etc es volver a agarrarse al término – ni siquiera a la historia- para interpretar la realidad y no hacer al revés. No sé por qué cita a Rosa Luxemburgo, que nada pudo llegar a decir de la cuestión; clara Zetkin no necesita setr presentada como la camarada de Rosa, tiene entidad por sí misma. Por otra parte Clara Zetkin viene a decir sobre el fascismo lo que decía Radek y la Internacional Comunista hasta finales de los veinte. Es significativo que Le Blanc “ olvide” a Togliatti, sus “lecciones sobre el fascismo” y en cambio invoque a Trotski.
Discrepo absolutamente de su afirmación de que fue la promesa de la izquierda de resolver la crisis económica mediante la transformación socialista y su fracaso en conseguirlo – son sus palabras. Eso es para mí una barbaridad histórica y política Es una mala versión de la tesis trotskista de que el fascismo fue la contrarrevolución surgida de la no revolución. Una versión que simplifica el proceso histórico de ls Italia de 1920, la Alemania de 1930 o la España de 1936. En ninguno de esos escenarios la alternativa fascista surge de una tal promesa derrotada. En Italia surge de las contradicciones y limitaciones de Rissorgimiento; en Alemania de la supervivencia del nacionalismo imperialista alemán y las limitaciones de la república monárquica de Weimar; en España del rechazo a la reforma democrática. Y de nuevo Le Blanc “ olvida” que la respuesta política que frenó al fascismo en Francia y casi llegó a hacerlo en España gue la del Frente Popular, repuduado desde luego por Trotski.
El fascismo y el giro de la derecha extrema – la que representan Trump, Banon, los nostálgicos puestos al dia del fascismo, el petainismo, el petainismo…- tienen en común su asalto a ka democracia, su radical rechazo a la igualdad, su nacionalismo no popular sino jerárquico…- pero son cosas diferentes concretas. Dejemos de discutir si son bulldogs o rottweilers y veamos que son perros, como ladran y como muerden .
Dejemos de soñar en hacer una revolución – cuál?- antes de que llegue la contrarrevolución. Pensemos que es lo que construye pueblo organizado, la base de la democracia, la que marca un camino propioy propositivo y no el antídoto de algo que además se percibe como una etiqueta y no como su realidad compleja y contradictoria
3. Análisis de las elecciones austríacas
Aunque han pasado ya unas semanas, creo que tiene interés este análisis de las elecciones publicado en Sidecar. https://newleftreview.org/
¿Noticias antiguas?
Lily Lynch 25 de octubre de 2024
El ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) -sucesor indirecto del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Austria- solía generar titulares apocalípticos. Sus éxitos fueron tratados en su día como grandes noticias a ambos lados del Atlántico, especialmente cuando el partido estaba liderado por el telegénico Jörg Haider. Haider, un talento político generacional, dirigió una campaña para forzar un referéndum sobre la restricción de la inmigración en 1993 y fue pionero de una política de derechas bronceada y yuppy que hoy en día resulta terriblemente familiar. Antes de que Haider tomara el timón en 1986, el FPÖ era un partido burgués tradicional dominado por nazis decrépitos y nacionalistas pangermánicos estirados. Pero bajo su liderazgo, se transformó en un moderno conjunto populista alimentado por la xenofobia y el espectáculo. Haider, señalaba en 2000 la revista del New York Times, «conoce el temperamento simplista de la política como cultura pop de su tiempo». Europa, tierra de fantasmas, está atónita».
El multimillonario de Carintia era el político más rico de Austria, pero se autoproclamaba defensor del pueblo, cómodo en compañía tanto de la burguesía vienesa como de la clientela de las cervecerías rurales. Con su populismo económico arrebató apoyos a la base tradicional del Partido Socialista (SPÖ), pero tuvo más éxito entre la clase media, que en los años cercanos al nuevo milenio temía perder empleo, estatus y prestaciones sociales como consecuencia de la inmigración, la pertenencia a la Unión Europea y la globalización. La espectacular metamorfosis del partido bajo Haider fue un éxito electoral espectacular, con resultados de dos dígitos y en aumento a lo largo de los años noventa. En 2000, con un 27%, entró en el gobierno en coalición con el conservador Partido Popular Austriaco (ÖVP), poniendo fin al consenso político de posguerra, basado en el dominio conjunto del ÖVP y el SPÖ. Catorce Estados miembros de la UE adoptaron sanciones coordinadas contra Austria en respuesta, en realidad más bien una cuarentena diplomática parcial: evitar apretones de manos y fotos. Esta política se abandonó pocos meses después. Haider afirmó que había «terminado como un completo fracaso».
El propio Haider sabía cómo convertir la derrota en victoria. Su campaña «Austria primero» de los años noventa a favor de un plebiscito sobre las políticas de inmigración del país fracasó estrepitosamente: sólo el 7% de los austriacos firmó una petición en ese sentido. La fea retórica de la campaña fue recibida con niveles históricos de consternación en la capital liberal: unas 300.000 personas salieron a las calles de Viena en la manifestación «Mar de Luz», la mayor contra el racismo y la derecha en la posguerra. Pero incluso en medio de semejante rechazo, la cruzada antiinmigración de Haider dio resultados. Deseoso de neutralizar el creciente descontento xenófobo suscitado por la retórica de Haider, el gobierno del ÖVP-SPÖ restringió drásticamente la inmigración procedente de países no pertenecientes a la UE ni a la AELC en plena guerra de Bosnia, cuando un número sin precedentes de refugiados huyó a Austria. Bajo el lema «integración antes que nueva inmigración», el gobierno restringió la inmigración a los llamados «trabajadores clave», familiares y temporeros. La campaña de Haider «Austria primero» había conseguido desplazar a la derecha a la corriente política dominante.
En las últimas décadas, el FPÖ ha conseguido cambiar los términos del debate público, llevando al centro político a adoptar algunas de sus posiciones, y ahora se asegura mayores victorias que nunca. En las elecciones parlamentarias del 29 de septiembre, el partido se hizo con el primer puesto, obteniendo la cifra récord del 29% de los votos, frente al 26% del conservador ÖVP y el 21% del SPÖ, el peor resultado de su historia. La victoria del FPÖ supuso la primera victoria de la extrema derecha austriaca en unas elecciones nacionales desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, a diferencia de la época de Haider, el triunfo del FPÖ no provocó ninguna protesta en los medios de comunicación internacionales y apenas suscitó preocupación en Bruselas.
Superficialmente, parece que el centro se mantendrá. Como el FPÖ no alcanzó la mayoría absoluta, necesita socios de coalición para gobernar, y ningún otro partido está dispuesto a unirse a ellos. El Canciller Karl Nehammer, que también es el líder del ÖVP, ha descartado en repetidas ocasiones la posibilidad de formar gobierno con el incendiario líder del FPÖ, Herbert Kickl. Ahora, el Presidente austriaco, Alexander Van der Bellen, ha pedido a Nehammer que inicie negociaciones con el SPÖ para preparar la formación de una gran coalición a la antigua usanza, junto con el liberal NEOS, cuarto, que obtuvo un 9%. Kickl ha dicho que un gobierno así sería «una coalición de perdedores»;
Kickl, de 56 años, no es Haider. Para empezar, el ex ministro del Interior carece del carisma de Haider. Es enjuto, con gafas y pálido; el presentador del programa satírico nocturno alemán ZDF Magazin Royale contestó a Kickl por su insulsez: «No necesita testosterona ni Red Bull; se divierte comparando planes de seguros de jubilación». Pero las apariencias engañan: el delgado y aparentemente dócil líder es un provocador feroz. Durante la campaña, avivó el resentimiento por la respuesta del gobierno a Covid; ha alabado las supuestas propiedades curativas de la ivermectina. El partido ha bautizado a Kickl como Volkskanzler, o «canciller del pueblo», término con el que los nazis designaban a Hitler.
La victoria del FPÖ puede atribuirse en parte a su concentración en el tema más importante para los votantes según las encuestas: la inmigración. La inmigración ha aumentado en Austria en los últimos años. En 2022, las solicitudes de asilo se triplicaron. Una serie de atentados terroristas de gran repercusión y complots frustrados han alimentado el descontento, avivado por escabrosos titulares sensacionalistas. Apenas unas semanas antes de las elecciones, un grupo vinculado a ISIS planeó atacar un concierto de Taylor Swift en Viena, que fue cancelado, dejando a decenas de miles de Swifties cantando entre lágrimas «Cruel Summer» en las calles de la capital.
Mientras Kickl abogaba por la «remigración» -devolver a los inmigrantes a sus países de origen-, el SPÖ intentaba desviar la ira de los votantes de los inmigrantes y los musulmanes hacia los ricos. El líder izquierdista del partido, Andreas Babler, a veces comparado con Jeremy Corbyn, intentó atraer a los votantes del FPÖ dirigiéndose a la élite, haciendo campaña sobre generosas políticas de asilo junto con propuestas para aumentar el impuesto de patrimonio y sucesiones al 2% más rico. Pero la estrategia fracasó. De hecho, la cuota de voto del SPÖ, en declive secular, cayó a un mínimo histórico. Como ha escrito el politólogo Eszter Kováts, el análisis de los votantes revela que, desde las últimas elecciones de 2019, el SPÖ ganó unos escasos 29.000 votantes al FPÖ, mientras que perdió 65.000 de sus propios votantes en favor de la extrema derecha. Otros 180.000 -de 6,3 millones de votantes con derecho a voto – que apoyaron al SPÖ en 2019 se abstuvieron en 2024. Según los datos más recientes, la mitad de los trabajadores de Austria apoyan ahora al FPÖ. Por su parte, el Partido Comunista no ha superado el umbral del 5% necesario para entrar en el Parlamento nacional, aunque en los últimos años ha experimentado un espectacular aumento de su apoyo a nivel local en Salzburgo y Graz.
Los principales conservadores del ÖVP se oponen más a la burda retórica conspiracionista empleada por Kickl que a las políticas de inmigración del partido. Donde la «derecha respetable» diverge más claramente de la extrema derecha es en las relaciones con Rusia. Austria es un país neutral -no es miembro de la OTAN- y, por lo tanto, incluso su centro-derecha y centro-izquierda son vistos por el establishment europeo como insuficientemente beligerantes con Rusia. Pero el FPÖ se considera fuera de lugar. El partido firmó un acuerdo de cooperación con la Rusia Unida de Putin en 2016 y sus dirigentes han culpado en general a Ucrania y Occidente de la guerra, oponiéndose a las sanciones a Rusia y a más ayuda militar a Ucrania. El FPÖ tiende a ver a la Rusia de Putin como pariente ideológico: ambos se oponen firmemente al atlantismo y al liberalismo. También hay lazos materiales: Austria es uno de los países de la UE más dependientes del gas ruso, que en julio seguía representando el 83% de sus importaciones. El país está sometido a una considerable presión política para reducir su dependencia energética de Rusia, pero el FPÖ se ha opuesto a cualquier esfuerzo drástico de diversificación. El partido ha subrayado que Austria ya sufre una crisis del coste de la vida causada por una inflación superior a la media de la UE y un bajo crecimiento, lo que significa que hay poco apetito entre los votantes para emprender una costosa transición energética. Y han tenido un éxito parcial al vincular la crisis del coste de la vida con la inmigración y la guerra de Ucrania en el imaginario público.
Aunque el FPÖ se enfrenta a la exclusión del gobierno, el partido ha conseguido influir en el discurso público y en la agenda política. La noche de las elecciones, Nehammer dijo que el ÖVP se tomaba «en serio, muy en serio» las preocupaciones de casi el 30% de los votantes que apoyaban al FPÖ. Al fin y al cabo, el ÖVP también había hecho campaña para frenar la inmigración ilegal y endurecer las políticas de asilo. Es una tendencia que se extiende mucho más allá de Austria, por supuesto. Ursula von Der Leyen, de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de centro-derecha, se aseguró otros cinco años al frente de la Comisión Europea cortejando a segmentos de la extrema derecha como Giorgia Meloni, y acercándose ella misma a la derecha. La semana pasada, von Der Leyen dijo que los 27 Estados miembros tendrían que explorar «soluciones innovadoras para contrarrestar la inmigración irregular» y estudiar la posibilidad de crear «centros de retorno fuera de la UE», es decir, centros de detención en países no pertenecientes a la UE donde los inmigrantes esperarían la tramitación de sus solicitudes de asilo y su posible repatriación. Recomendó «soluciones» como un nuevo acuerdo bilateral -recientemente anulado por los jueces de Roma- que permite a Italia deportar a los solicitantes de asilo al norte de Albania. Hace un año, el canciller alemán Olaf Scholz dijo que el país tenía que empezar a deportar inmigrantes «a gran escala». En tiempos de Haider, el FPÖ era tratado como una curiosidad alpina en un mar de liberalismo euroatlántico ilustrado. Pero los tiempos han cambiado. El éxito del FPÖ ya no es noticia de primera plana porque algunos de sus puntos de vista fundamentales forman parte ahora de la corriente dominante europea.
4. Habrá represalia iraní
Tras el limitado ataque israelí pensaba que las aguas se calmarían un poco, pero los canales de propaganda iraní -Marandi, por ejemplo- insisten en que habrá respuesta. Habrá que ver cuándo y de qué calibre. Este artículo de The Cradle va en esa línea. https://thecradle.co/articles/
El limitado contraataque de Israel al ataque masivo de Irán
Tras semanas de amenazas grandilocuentes, Israel atacó varios emplazamientos militares en Irán durante el fin de semana. Aunque muchos detalles del ataque siguen sin estar claros, los dirigentes iraníes sugieren que se avecina una respuesta cualitativa.
Fereshteh Sadeghi
27 DE OCTUBRE DE 2024
Veinticinco días después de los masivos ataques con misiles de Irán contra Israel el 1 de octubre, y tras semanas de amenazas y bravatas sobre sus enormes preparativos, Tel Aviv desencadenó su propia ofensiva contra instalaciones militares de la República Islámica de Irán en la madrugada del sábado 26 de octubre.
El ataque israelí comenzó en la capital, Teherán, donde hacia las 02:15 hora local (22:45 GMT) se escucharon explosiones muy fuertes en la parte occidental de la ciudad. Los informes que suelen publicarse inmediatamente en la plataforma de medios sociales X, sugerían que se habían oído seis explosiones.
Un ataque múltiple
Las imágenes que aparecieron después -aunque escasas en número- mostraban cañones antiaéreos iraníes disparando al cielo de Teherán, pero no se registraron señales de misiles en esos vídeos. La falta de pruebas visibles de misiles suscitó el debate entre los analistas, y algunos sugirieron que el Estado ocupante empleó tácticas diseñadas para eludir los métodos de detección tradicionales, potencialmente mediante el uso de drones de baja altitud o furtivos. Pero otros han cuestionado si los aviones israelíes entraron siquiera en el espacio aéreo iraní.
La segunda y tercera oleadas de ataques se produjeron entre dos y cuatro horas después, cuando los sistemas de defensa aérea se activaron en la provincia occidental iraní de Ilam y en la provincia suroccidental de Juzestán. Esta estrategia de varias oleadas indicaba un intento calculado de desgastar las defensas de Irán, probando sus tiempos de respuesta y resistencia en varias regiones simultáneamente.
Al desaparecer las noticias sobre las incursiones iniciales, los medios de comunicación occidentales empezaron a calificar los ataques israelíes de enormes y exitosos. Estas descripciones sin pruebas se encontraron con el escepticismo de los funcionarios iraníes, que hicieron hincapié en la eficacia de sus defensas aéreas para minimizar cualquier daño de los ataques israelíes.
El New York Times escribió: «Los aviones israelíes apuntaron primero a las baterías de defensa antiaérea y más tarde atacaron las baterías de misiles y los centros de producción de Irán.»
Axios citó a funcionarios israelíes que afirmaban, «Israel había enviado un mensaje a Teherán, antes de los ataques aéreos, advirtiendo a los iraníes que no respondieran.»
Por la mañana, el ejército israelí emitió un comunicado diciendo que «había completado sus ataques pero que si Irán comete el error de llevar a cabo otro ataque, Israel tendrá que contraatacar.»
Entretanto, la base de defensa aérea de Jatam al Anbiya -el mando central encargado de defender los cielos de Irán- anunció que: «A pesar de todas las advertencias previas de las autoridades iraníes al régimen sionista criminal e ilegal contra la participación en cualquier forma de aventurerismo, ese régimen falso en una escalada atacó emplazamientos militares en Teherán, Ilam y Juzestán. La defensa aérea conjunta del país interceptó y frustró con éxito las incursiones del agresor. A pesar de ello, se produjeron daños limitados en algunos lugares, cuyo alcance se está investigando».
El ejército iraní anunció más tarde en el día la muerte de al menos cuatro oficiales, entre ellos un coronel, muertos durante los ataques aéreos israelíes en Khuzestan. Una fuente informada que habló con The Cradle bajo condición de anonimato revela que el número de bajas iraníes es mayor de lo que se informa oficialmente.
¿Cuáles fueron las tácticas de Tel Aviv?
Transcurridas más de 24 horas, los detalles sobre los ataques aéreos israelíes o el alcance de los daños causados al ejército iraní son confusos e irregulares en el mejor de los casos. Ambas partes tienen interés en controlar la narrativa: Tel Aviv para proyectar poder y disuasión, y Teherán para mantener una imagen de resistencia y minimizar las vulnerabilidades percibidas.
Israel dice que desplegó más de 100 cazas F-35 para llevar a cabo la ofensiva. Sin embargo, un legislador conservador iraní afirmó el sábado por la mañana que los ataques en Teherán fueron llevados a cabo en realidad por pequeños drones o cuadricópteros.
Hamid Rasaei escribió en su canal de Telegram que «los agentes del régimen sionista en Teherán participaron en esos ataques y los cañones antiaéreos iraníes dispararon contra esos microdrones».
La narrativa en el oeste del país fue diferente. Imágenes del propulsor de un misil israelí cayendo en la provincia iraquí de Salahuddin sugieren que Israel utilizó el misil balístico Golden Horizon lanzado desde el aire para alcanzar radares iraníes en el cinturón occidental del país.
El uso del espacio aéreo iraquí por parte de Israel fue confirmado por la Base de Defensa Aérea de Khatam Al-Anbiya. Ésta ha culpado al ejército estadounidense de permitir a Israel disparar misiles balísticos lanzados desde el aire contra territorio iraní desde 100 kilómetros de profundidad dentro del suelo iraquí. Las autoridades iraquíes no habían concedido tal permiso.
A Bagdad se unieron otras capitales árabes para condenar enérgicamente el ataque israelí en suelo iraní sin referirse al uso de su espacio aéreo por Israel. El corresponsal de The Cradle en Bagdad afirma que «Iraq no aprobó el uso de sus cielos, pero el primer ministro [Mohammed Shia] al-Sudani no tiene nada que decir en este asunto porque Washington controla el espacio aéreo iraquí, mientras que los sistemas de radar iraquíes son antiguos».
Jatam al-Anbiya no ha mencionado a Jordania, un país que niega su implicación en el ataque aéreo israelí a pesar de su historial de defensa del Estado de ocupación frente a anteriores ataques de represalia iraníes.
¿Éxito limitado o daños mayores?
Aunque los medios oficiales iraníes han restado importancia al alcance y la fuerza de los ataques israelíes, el académico y analista político de la Universidad de Teherán Mohammad Marandi dice a The Cradle que «fue una gran operación por parte de Israel y en realidad considerable, ya que los israelíes sí dañaron los radares y los sistemas de defensa iraníes.»
El académico iraní Foad Izadi cree que «el ataque israelí no fue algo que muchos esperaban, mucho menos de lo que se pensaba que haría.» Pero, subraya, «(en esencia) Israel no tiene derecho a atacar a Irán, ya sean ataques pequeños, medianos o grandes. Irán es un país independiente, y atacar a otro país es una violación del derecho internacional»;
Izadi rechaza las afirmaciones occidentales de que los ataques manifiestamente ilegales de Israel contra Irán se justifican como «legítima defensa», señalando que, en todos los casos, Tel Aviv lanzó las agresiones originales mientras Teherán tomaba represalias legales «Irán disparó una andanada de misiles contra Israel por primera vez en abril a raíz de un ataque israelí contra la embajada iraní en Damasco (Siria) que se había llevado a cabo a pesar de las advertencias previas de Teherán. El segundo encuentro se produjo tras el asesinato por Israel del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán. Irán tenía derecho a responder al asesinato de su invitado, así como a los acontecimientos que se desarrollaron en Líbano, incluido el asesinato de Nasralá».
Izadi señala una actuación estelar de los sistemas de defensa antiaérea iraníes, en la que «Irán fue básicamente capaz de minimizar el efecto de esta agresión» de Israel.
Marandi, que trabajó como asesor del equipo negociador iraní en la última ronda de conversaciones nucleares de Viena, coincide con la valoración de que las defensas aéreas de Irán tuvieron un buen rendimiento: «Los iraníes habían llevado a cabo operaciones de seguridad e inteligencia antes de los ataques y lograron limitar el alcance de los daños mediante maniquíes y señuelos, así como difundiendo información errónea sobre los emplazamientos sensibles.»
Según explica a The Cradle, los daños infligidos a los emplazamientos militares iraníes no fueron graves porque «la posibilidad de un enfrentamiento directo con Estados Unidos convenció hace muchos años a los iraníes de reubicar bajo tierra casi todos los emplazamientos sensibles y las instalaciones estratégicas de producción. Ni los aviones de guerra ni los misiles son capaces de penetrar en esas instalaciones subterráneas».
«Lo que queda sobre el terreno son pequeños talleres de producción de piezas de recambio de misiles y están diseminados por todo el país, pero no cerca de las fronteras, por eso el ataque no logró dejar un daño significativo», añade Marandi.
¿Promesa Verdadera 3?
Los impactos directos del sábado sobre la capital iraní y las instalaciones militares provinciales de Irán fueron los primeros desde 1987, cuando las fuerzas militares del ex presidente iraquí Sadam Husein lanzaron una lluvia de misiles sobre Teherán y otras ciudades iraníes. No se puede exagerar el impacto psicológico de atacar Teherán; representa un golpe simbólico que desafía la seguridad y la soberanía iraníes y probablemente requerirá una respuesta significativa y calibrada.
Esta idea fue reiterada por el líder supremo iraní, Alí Jamenei, que tiene la última palabra en todos los asuntos de seguridad nacional. Durante una reunión con familiares de «Mártires de la Seguridad» celebrada hoy, Jamenei señaló que Israel aún no ha aprendido la lección: «Ellos (los israelíes) deben comprender el poder, la determinación y la innovación de la nación iraní y de su juventud. Cómo transmitir este poder y determinación de la nación iraní al régimen sionista es algo que deben determinar nuestros funcionarios, y debe hacerse lo que más convenga a la nación y al país.»
Foad Izadi cree probable un tercer ataque iraní contra el Estado ocupante porque «los dirigentes iraníes están muy de acuerdo con el análisis de que no se debe normalizar el ataque al país». Mohammad Marandi afirma que las represalias de Teherán no son una cuestión de «si», sino de «cuándo»: «Incluso si Teherán no hubiera sido golpeada y sólo Ilam hubiera sido objetivo de los israelíes, los dirigentes iraníes habrían reaccionado», dice a The Cradle.
«Las represalias de Irán al ataque de Damasco de abril tardaron días. Tras el asesinato de Haniyeh, Teherán tardó meses en contraatacar», explica Marandi. Tras los ataques israelíes, el Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán se reunió para recibir información sobre los objetivos alcanzados y evaluar el alcance de los daños. Aunque se habló de una posible respuesta militar iraní, aún no hay información sobre si se ha tomado esa decisión.
5. El «no alineamiento» hungaro
Es evidente que Orbán no está por la paz en Ucrania por motivos altruistas -está a favor del bombardeo israelí en Gaza, por ejemplo-, sino por razones de política interna y de posicionamiento internacional. En este artículo se hace un repaso a estas razones. https://lvsl.fr/viktor-orban-
Viktor Orbán y el conflicto ucraniano: ¿un pragmático «no alineamiento»?
Bálint Demers 27 de octubre de 2024
Más que nunca, Viktor Orbán provoca urticaria en Bruselas y Washington. El verano pasado, aprovechó su presidencia rotatoria de la Unión Europea para promover un final negociado de la guerra en Ucrania, durante una amplia gira internacional (Kiev y Washington, pero también Moscú, Pekín y Mar-a-Lago…). Defendiendo el «realismo» del Primer Ministro húngaro, Balázs Orbán, director político de su oficina, reafirmó que Hungría seguiría«trabajando por la paz, en línea con sus prioridades nacionales «. Pero, ¿cuáles son estas prioridades y por qué llevan a los dirigentes húngaros a adoptar esta postura no alineada? La respuesta a esta pregunta abarca cuatro dimensiones: la estrategia electoral del partido gobernante, el papel de las minorías de habla magiar en Ucrania, la relación de los dirigentes húngaros con la integración euroatlántica y la actualización de la geopolítica tradicional húngara.
«Derecha de la paz» frente a «Izquierda de la guerra»
Con su postura de «no alineados» y su petición de negociaciones, los líderes húngaros no sólo sirven a sus intereses «nacionales» percibidos: están atentos a las apuestas electorales a corto plazo. Las elecciones generales de abril de 2022, que Fidesz [el partido de Viktor Orbán, NDLR] ganó con el 54,13% de los votos (su mejor resultado electoral hasta la fecha), estuvieron muy marcadas por la invasión rusa del país vecino.
El candidato común de los partidos de la oposición, Péter Márki-Zay, euroatlantista convencido, se pronunció a favor del suministro de armas a Kiev, e incluso del envío de soldados húngaros sobre el terreno en caso de intervención directa de la OTAN. Orbán y sus tropas, de los que cabía esperar desestabilización por su abierta cercanía al régimen ruso, hicieron entonces su agosto haciéndose pasar por defensores de la paz y la seguridad, frente a un «campo de guerra» encarnado por la izquierda liberal.
Por muy relativo que sea este compromiso con el «pacifismo», si tenemos en cuenta el apoyo de Orbán a los bombardeos de Israel sobre Gaza y a la invasión de Nagorno-Karabaj por Azerbaiyán, resuena en gran parte de la población húngara1. Como señala Emmanuel Todd en su último libro, Hungría, a diferencia de Polonia, los países bálticos o Ucrania, zanjó su disputa histórica con Rusia con la Revolución de 1956 y el posterior desmantelamiento del Telón de Acero. El recuerdo de 1956 sigue muy vivo, y está teñido de desilusión: en aquel momento, las cancillerías occidentales no acudieron en ayuda de los insurgentes húngaros que se enfrentaban a los tanques soviéticos.
Durante las elecciones europeas de la primavera pasada, Orbán dio a su discurso un sabor pacifista. Con el lema «no a la inmigración, no al género (sic), no a la guerra», obtuvo el 44,82% de los votos. Su principal oponente, Péter Magyar, un antiguo Fideszapparatchik que ascendió meteóricamente en la escena política denunciando la corrupción de su antiguo partido, adoptó una línea similar en la cuestión ucraniana ;ha conseguido aglutinar a gran parte del voto opositor al tiempo que arañaba votos a Fidesz, con un total del 29,6% de los sufragios2.
Al rescate de los magiarhablantes de Ucrania
Otro punto sensible de la política interior húngara se ha visto afectado por la reacción en cadena puesta en marcha por los acontecimientos de Maïdan. El derrocamiento del presidente Yanukóvich y las nuevas leyes lingüísticas adoptadas tras él supusieron un reverso para todas las minorías lingüísticas ucranianas, incluidos los 150 000 magiarhablantes de Transcarpatia (más de la mitad de los cuales serían binacionales y, en su mayoría, votantes de Fidesz).
Sin embargo, desde la caída del Telón de Acero y en un contexto de irredentismo, la situación de las minorías magiarhablantes en los países fronterizos ha estado en el centro de las disputas partidistas húngaras. A principios de la década de 2000, el partido Fidesz tuvo que asumir la cuestión frente a una izquierda liberal (entonces en el Gobierno) acusada de indiferente. La Ley Fundamental de 2011, aprobada por el Gobierno de Orbán, estipula que estas minorías forman parte de la nación, y que Hungría «asume la responsabilidad del destino de los húngaros que viven fuera de sus fronteras3«. Este apoyo adopta la forma de respaldo financiero a las instituciones de las minorías de habla magiar, así como la concesión de la doble nacionalidad si se solicita.
Una ley aprobada en 2017 por la Rada ucraniana que restringía el uso de las lenguas minoritarias en las escuelas tensó especialmente las relaciones entre Budapest y Kiev. El gobierno húngaro intentó entonces retrasar la admisión de Ucrania en la OTAN y la UE, condicionándola a la protección de los derechos lingüísticos de los magiar-hablantes de Transcarpatia4. Posteriormente, en respuesta al no alineamiento de Budapest ante la invasión rusa, Kiev añadió el banco húngaro OTP a la lista de «patrocinadores de la guerra», luego revocó la licencia para una serie de productos vendidos en Ucrania por la empresa farmacéutica húngara Gedeon Richter, empantanando las negociaciones con Budapest.
Aunque el partido de extrema derecha Mi hazánk (Nuestra patria) ha reclamado el territorio de Transcarpatia en caso de ruptura de Ucrania, es dudoso que el realismo de los dirigentes húngaros les permita apostar por tal eventualidad5. No obstante, el estado de sus relaciones con el Gobierno ucraniano está ligado en parte a la suerte de la minoría magiar, para la que será decisiva la forma institucional de la Ucrania de posguerra. Así, en 2015, Orbán declaró en un discurso a sus diplomáticos que, en el contexto actual, el Gobierno húngaro debería aspirar a una mayor descentralización de Ucrania que beneficie a las minorías lingüísticas6.
Esta visión de las cosas explica en cierta medida el apoyo que Hungría prestó -hasta hace poco- a la adhesión de Ucrania a la UE. El deseo de influir en el destino de las minorías magiarhablantes -utilizándolas como palanca de negociación- y, a largo plazo, permitir una mejor circulación de esta mano de obra barata hacia Hungría (como ocurre actualmente con los magiarhablantes de Eslovaquia y Rumanía), parecía explicar esta postura7.
Euro-atlanticismo con geometría variable
Este enfoque también formaba parte de una visión más amplia de la integración euroatlántica y del lugar de Hungría en ella. Como casi todos los actores húngaros de la era poscomunista, el Fidesz ha sido, desde sus inicios, partidario de la integración en la OTAN y la UE. Sin embargo, a diferencia de la izquierda liberal, este compromiso es esencialmente instrumental: ser miembro de la OTAN tiene como objetivo «mantener a los rusos fuera, y a los alemanes abajo8«. En cuanto a la pertenencia a la UE, permite al país beneficiarse de las subvenciones de la UE, a cambio de las cuales Hungría suministra mano de obra barata y mal protegida a la cadena de montaje de las industrias de Europa Occidental (empezando por la industria automovilística alemana)9.
El Gobierno húngaro se opone así al carácter supranacional de la integración euroatlántica. Aunque se adhiere a la orientación neoliberal de la UE, ha adoptado un enfoque heterodoxo, asegurándose de conservar cierta autonomía de acción: rechazo de la adopción del euro, regulación bancaria y financiera, nacionalización del sector energético, fiscalidad de los bancos, rechazo de la independencia del Banco Central, etc. En este contexto, la integración euroatlántica de Ucrania (como las que también apoya Hungría) es una cuestión importante.
En este contexto, la integración euroatlántica de Ucrania (junto con las de Serbia y otros países balcánicos, también apoyadas por Hungría, así como la inclusión de Rumanía y Bulgaria en el espacio Schengen) pretendía reforzar el polo oriental de la UE frente a un polo occidental que se veía disolverse en el supranacionalismo de Bruselas. Para Orbán, las naciones de Europa Central comparten una visión común de las relaciones internacionales basada en la preeminencia de los Estados-nación que defienden sus intereses, practican formas de coordinación entre sí (en la línea del Grupo de Visegrád, que reunía a Polonia, la República Checa, Eslovaquia y Hungría hasta el cisma polaco-húngaro que siguió a la invasión rusa) y son capaces de «definir [su] política exterior e interior de forma independiente10«.
También comparten una clase dirigente postsoviética interesada en mantener un poder estatal independiente. La postura de las élites húngaras puede compararse así a la de la oligarquía rusa descrita por el investigador Volodymyr Ischenko en un artículo para LVSL, cuyo poder se ha construido movilizando una base estatal y nacional poscomunista- que le lleva a negarse a fusionarse con el conjunto normalizado y transnacional del capitalismo occidental11. Los dirigentes de Fidesz se conciben a sí mismos como los líderes de una «clase dominante histórica» a cargo del interés nacional, con el Estado como herramienta esencial para establecer su poder económico y político12.
Para aumentar su margen de maniobra, el Fidesz ha operado así una «apertura hacia el Este»ventajosa en términos económicos y energéticos. La cooperación con Rusia ha proporcionado acceso a un vasto mercado agrícola (al menos hasta la introducción de las sanciones occidentales en 2014) y gas natural barato, así como la coordinación con Rosatom en la construcción de la central nuclear PAKS-II13. Los últimos años también han visto la instalación de «giga-plantas» para la producción de baterías eléctricas, propiedad de multinacionales asiáticas (como la surcoreana Samsung o la china CATL), apoyadas por la introducción de decenas de miles de trabajadores desplazados de fuera de Europa que el Fidesz alienta, yendo en contra de su propia retórica antiinmigración. Esta afluencia de mano de obra en régimen de servidumbre compensa la escasez de mano de obra14 de Hungría.
Con la invasión rusa, el gobierno húngaro, cuyas relaciones con su vecino ya se habían agriado, tuvo que elegir entre un alineamiento con las posiciones occidentales compatible con la integración de Ucrania, y un no alineamiento que le permitiera mantener su cooperación energética con Rusia. Previendo la derrota de Ucrania y de la OTAN, Orbán optó por la segunda vía, más acorde con los intereses de la clase dirigente húngara y con una estrategia geopolítica a largo plazo: la de un país encrucijada.
País-transbordador en el nuevo orden mundial
Esta postura geoestratégica tiene una larga historia: se pueden encontrar rastros de ella desde los cimientos del Estado húngaro medieval, cuando el rey István se vinculó a Europa Occidental convirtiéndose al catolicismo, al tiempo que mantenía la independencia del país y sus vínculos con Bizancio. A finales de julio de 2024, durante su discurso anual en la Universidad de Verano de Bálványos, un pueblo magiar de Transilvania (Rumanía), Orbán expuso cómo pretende reconducir esta lógica en el contexto de las convulsiones geopolíticas en curso15.
En su opinión, la derrota anunciada de la OTAN en Ucrania cristaliza una erosión de la dominación occidental y un desplazamiento del centro de gravedad del mundo hacia el Este. Para Orbán, la reelección de Donald Trump significaría que Estados Unidos volvería a centrarse en su hinterland continental, obligando a la UE a construir su «autonomía estratégica» en términos militares, tecnológicos, energéticos y diplomáticos, independientemente de la OTAN. El consiguiente debilitamiento de los partidarios de la supranacionalidad de Bruselas frenaría sus ambiciones federales, contribuyendo a la consolidación de un bloque nacionalista de EEstados centroeuropeos.
En este contexto, un país pequeño como Hungría, históricamente a medio camino entre Oriente y Occidente, debería garantizar su independencia apoyándose en los distintos bloques geopolíticos presentes, negándose a participar en su confrontación y trabajando en cambio en su «conectividad con ellos. En las últimas semanas, Orbán también ha hablado de «neutralidad económica». Conceptos con los que pretende modernizar la postura del país encrucijada : Hungría actuaría entonces como punto de paso en todos los lados según los intereses nacionales, y cada «conexión» aumentaría su margen de maniobra y su capacidad de negociación.
Señala que, a ojos del Gobierno chino, Hungría desempeña el papel de puerta de entrada a la UE, lo que justifica la importante «asociación estratégica» entre ambos países16. Esta es la razón por la que, a ojos de Orbán, Hungría debe seguir siendo miembro de la UE: combinada con su posición de país de tránsito no alineado, la hace atractiva para las potencias del Este. Por todo ello, el primer ministro húngaro no descarta por completo una Huxit [«Hungría Exit», Rechazo húngaro a un Brexit NDLR], condicionándolo a una » oferta » – considerada improbable – del patrocinador estadounidense17. No alineamiento, desde luego, pero un no alineamiento pragmático, incluso transaccional.
La sostenibilidad del «no alineamiento» en entredicho
En definitiva, dando la espalda a la implicación occidental en el conflicto ruso-ucraniano, elFidesz consolida su base electoral frente a sus oponentes de la oposición liberal, defiende los derechos lingüísticos de las minorías magiar-hablantes de Ucrania al tiempo que las utiliza como palanca, apoya los intereses de la clase dominante húngara en el seno de la UE y persigue una estrategia geopolítica a largo plazo dirigida a insertar a Hungría como país de tránsito en el nuevo orden mundial. Pero, más allá de la guerra en Ucrania, ¿es sostenible esta última vía en el contexto de las convulsiones que se avecinan?
En una reciente intervención, el politólogo Péter Tölgyessy, exdiputado de Fidesz, argumentó que la alianza entre Orbán y Trump -en caso de ser reelegido- podría fracturarse por la cuestión de las relaciones con China. El exdiputado András Schiffer, un soberanista de izquierdas, sugirió que la estrategia del Gobierno húngaro dependía por completo de su capacidad para seguir siendo miembro de la UE, a pesar de las tensiones con Bruselas que seguían enconándose -y, podríamos añadir, de la fragilidad de la propia integración europea-.
La estrategia geopolítica de Hungría se basa en este precario juego de equilibrios. Por ejemplo, en abril de 2023, bajo la presión de Estados Unidos y entre amenazas de sanciones contra funcionarios del régimen por parte del Congreso estadounidense, el Gobierno húngaro se vio obligado a poner fin a su participación en el Banco Internacional de Inversiones, controlado por Rusia y con sede en Budapest18. Asimismo, en enero de 2024, Budapest se vio obligada a respaldar un paquete de ayuda de 50.000 millones de euros para Ucrania después de que Bruselas amenazara con cortar su financiación comunitaria, atacar su moneda y minar su credibilidad en los mercados financieros19. El Gobierno húngaro apuesta por la reelección de Donald Trump para lograr una desvinculación norteamericana de Ucrania. Sin embargo, el aislacionismo de Trump en caso de una segunda presidencia está lejos de estar garantizado, dado el historial ruso-ucraniano de su primer mandato y el perfil de sus partidarios y donantes20….
Desde la caída de la Corona húngara en manos de los otomanos hasta el colapso del «Reino» de Horthy durante la Segunda Guerra Mundial, la historia húngara está plagada de ejemplos de regímenes que, tras socavar a sus poblaciones y sus equilibrios estratégicos, vieron su poder destruido, con graves consecuencias para la soberanía del país. En caso de crisis internacional importante o de disputa con sus socios, el gobierno de Fidesz podría carecer de los recursos necesarios para mantener su no alineamiento, dado que su soberanismo se basa en una serie de dependencias -energéticas, industriales, diplomáticas- y contradicciones -la principal de ellas la alianza entre nacionalismo y neoliberalismo- que podrían ser difíciles de superar.
Notas:
1 El gas azerí, del que el Gobierno húngaro quiere aumentar las importaciones, sin duda tiene algo que ver : Interfax, «Hungría quiere aumentar las compras de gas a Azerbaiyán y Turquía – Szijjarto», (31 de agosto de 2023): https://interfax.com/newsroom/
2 De momento, Péter Magyar reitera las posiciones de Fidesz en la mayoría de los temas (relación con la nación y la Unión Europea, política económica y fiscal, inmigración, etc.), al tiempo que denuncia la corrupción del partido gobernante y su relación de confrontación con sus opositores y socios europeos. Esto, a su vez, pone de manifiesto el grado de hegemonía alcanzado por el régimen de Orbán.
3 Ministerio de Justicia húngaro, «Ley Fundamental de Hungría», (2024) : https://njt.hu/jogszabaly/fr/.
4 Andrzej Sadecki et Tadeusz Iwański, «Ucrania-Hungría: la intensificación de la disputa sobre los derechos de la minoría húngara», Centro de Estudios Orientales, nº 280 (14 août 2018) et Christian Lamour, «Orbán colocado en Europa: Ukraine, Russia and the Radical-Right Populist Heartland», Geopolitics, 29, no. 4, (2024):1297-1323
5 Fait notable, dans son entretien avec Tucker Carlson, Vladimir Poutine a explicitement abordé le sort des minorités magyarophones de Transcarpathie.
6 Cité dans Christian Lamour, Op. cit., 1314-1315
7 Gábor Egry, «Más allá del electoralismo : Minority Hungarians and the Vision of National Unification», dans Brave New Hungary : Mapping the «System of National Cooperation», sous la dir. de János Mátyás Kovács et B. Trencsényi (Londres : Lexington Books, 2020).
8 Cité dans Christian Lamour, Op. cit., 1315.
9 Peter Wilkin, «The Rise of ‘Illiberal’ Democracy: The Orbánization of Hungarian Political Culture», Journal of World-Systems Research, 24, nº 1 (2018): 7.
10 Orbán envuelve esta observación en consideraciones etnoculturales y confesionales características del nacionalismo conservador húngaro, que, en su opinión, también explican otras disputas con países occidentales, por ejemplo en cuestiones sociales. Viktor Orbán, «Conferencia de Viktor Orbán en la XXXIII Universidad Libre y Campamento Estudiantil de Bálványos», (Sitio web oficial del primer ministro húngaro, 27 de julio de 2024) : https://miniszterelnok.hu/en/
11 Testigo de las grandes transferencias de recursos, empresas y capital por parte del gobierno húngaro a los cercanos a Fidesz. Volodymyr Ischenko, «La crisis del bonapartismo postsoviético y el conflicto ucraniano», (Le Vent se lève, 13 de junio de 2023) : https://lvsl.fr/la-crise-du-
12 Estas palabras fueron pronunciadas por alguien cercano a Orbán cuando el Fidesz estaba en la oposición. Se refieren a la patriótica nobleza húngara que, durante siglos, se consideró responsable de la soberanía y los intereses del Reino, y luego de la Nación, frente a los ocupantes otomanos y austriacos. Citado en Zsolt Enyedi, «Plebeyos, ciudadanos y aristócratas o ¿dónde está el fondo del fondo? The case of Hungary», en European Populism in the Shadow of the Great Recession, ed. por Hanspeter Kriesi y T. S. Pappas (Colchester : ECPR Press, 2015) : 240.
13 Christian Lamour, Op. cit., 1298. András Szabó y András Pethő, «Orbán bloqueó la idea que podría haber apartado a Rusia de la ampliación de la central nuclear de Hungría», (Direkt36, 7 de mayo de 2024) : https://www.direkt36.hu/en/.
14 En los últimos años, unos 700 000 húngaros han abandonado el país para trabajar en el extranjero. Valérie Gauriat y Zoltan Siposhegyi, «Hungary calls for foreign nationals to bridge labour gap despite hardline immigration policies», (Euronews, 21 de septiembre de 2023) : https://www.euronews.com/2023/ y Edit Inotai, «Be My Guest Worker: Hungary Forced to Confront Attitudes to Immigration», (Reporting Democracy, 6 de diciembre de 2023) : https://balkaninsight.com/.
15 Viktor Orbán, Op. cit.
16 Con, por ejemplo, inversiones chinas de 3.500 millones de euros en 2022, la construcción de la sucursal de una universidad china en Budapest, un acuerdo marco con Huawei, la participación china en la construcción del enlace ferroviario de alta velocidad entre Hungría y Serbia o la inauguración de un nuevo enlace aéreo entre China y Hungría. La Tribune, «Après Moscou, Viktor Orban continue sa tournée diplomatique à Pékin et inquiète les Européens» (8 de julio de 2024) : https://www.latribune.fr/
17 «No creo que Estados Unidos nos haga una oferta económica y política que nos dé más posibilidades que nuestra pertenencia a la Unión Europea. Si recibimos una, tendremos que considerarla» : Viktor Orbán, Op. cit.
18 Flora Garamvolgyi, «Viktor Orbán’s political allies in Hungary in sights of US sanctions», (The Guardian, 13 avril 2023) : https://www.theguardian.com/ et Dr. András Rácz, «Upping the Stakes: US Sanctions Force Hungary to Shift Policy on Russia’s International Investment Bank», (Consejo Alemán de Relaciones Exteriores, 18 de abril de 2023) : https://dgap.org/en/research/
19 Serge Halimi, «L’Europe au pas cadencé», (Le Monde diplomatique, marzo de 2024) : https://institutions-
20 Politicoboy, «Donald Trump, ¿el candidato antisistema?», (Le Vent se lève, 19 de agosto de 2024) : https://lvsl.fr/donald-trump-
6. Disputas por el Nilo.
Sabemos de las malas relaciones entre Egipto y Etiopía relacionadas con el control del caudal del Nilo. Hasta ahora, la situación ha sido más favorable para Egipto, basada en acuerdos de la época colonial. ¿Es posible un reajuste a satisfacción de todos? El artículo hace una propuesta desde el panafricanismo. https://swentr.site/africa/
¿Pueden salvarse las profundas diferencias coloniales sobre el gran río de África?
Egipto podría perder el control de las aguas del Nilo que mantiene desde hace casi un siglo gracias a tratados de la época colonial
Por Moussa Ibrahim – Secretario Ejecutivo de la Fundación del Legado Africano, Johannesburgo
Este mes ha entrado en vigor un acuerdo sobre el Nilo largamente esperado, y la riqueza de sus aguas se repartirá ahora entre muchos países. Egipto, que depende en gran medida del Nilo, se opone firmemente al acuerdo. Sin embargo, el tiempo de los tratados de la era colonial parece haber llegado a su fin, por lo que tanto los países aguas arriba como los aguas abajo deben trabajar juntos para encontrar una solución justa y equitativa que sea beneficiosa para todos.
Los africanos debemos comprender cómo los tratados de la época colonial siguen alimentando el conflicto por las aguas del Nilo, favoreciendo lo que era un flujo de producción agrícola dominado por Occidente en el continente. Debemos luchar por un enfoque panafricano, plasmado en el Acuerdo Marco de Cooperación de la Cuenca del Nilo, para sustituir los derechos obsoletos por una gestión cooperativa del agua. Al adoptar una gestión compartida, Egipto y Etiopía pueden liderar a África en la transformación del Nilo de una fuente de discordia en un salvavidas que fomente la unidad y la resiliencia regional.
En octubre de 2024, el Acuerdo Marco de Cooperación de la Cuenca del Nilo (CFA, por sus siglas en inglés), o Acuerdo de Entebbe, fue finalmente ratificado por seis países, con lo que entró en vigor. Este acuerdo de cuenca, que incluye a Etiopía, Uganda, Ruanda, Tanzania, Burundi y Sudán del Sur, podría reconfigurar el reparto del río más largo de África.
Sin embargo, Egipto y Sudán, dos países que dependen en gran medida del Nilo, han rechazado el CFA y siguen reivindicando derechos históricos enraizados en tratados de la época colonial. Estos tratados reflejan un perjudicial legado de injerencia extranjera, que ha avivado los conflictos y obstaculizado el desarrollo. A medida que se intensifican los efectos del cambio climático, África se enfrenta a una elección crucial: Seguir dividida por derechos obsoletos o abrazar una cooperación panafricana que redefina el Nilo como una línea de vida compartida por todos.
Un legado colonial de discordia e inequidad
En el centro de la disputa del Nilo se encuentra un conjunto de tratados de la época colonial que otorgaban la mayor parte de los recursos del Nilo a Egipto y Sudán. El principal de ellos es el Tratado anglo-egipcio de 1929, negociado por las autoridades coloniales británicas, que asignaba casi 48.000 millones de metros cúbicos del caudal anual del Nilo a Egipto, sin ninguna aportación de otras naciones ribereñas. Este acuerdo se consolidó en 1959 con el Acuerdo sobre las Aguas del Nilo, que concedió a Egipto y Sudán 55.500 millones y 18.500 millones de metros cúbicos de agua, respectivamente, sin consultar a los demás países de la cuenca del Nilo. Esto dejó a las naciones río arriba, incluida Etiopía -de donde procede el 85% del agua del Nilo- sin voz ni voto en la gestión del río.
Los efectos nocivos de estos acuerdos de la época colonial resuenan hasta nuestros días. Como resultado de este marco excluyente, los países aguas arriba no han podido desarrollar infraestructuras hídricas que pudieran apoyar su propio crecimiento. La presa del Gran Renacimiento Etíope (GERD), por ejemplo, se ha convertido en un foco de tensión entre Egipto y Etiopía. Etiopía considera que la GERD es esencial para su desarrollo y sus necesidades energéticas, mientras que Egipto la percibe como una amenaza para su seguridad hídrica. La dependencia egipcia de los derechos sobre el agua de la época colonial subraya cómo el legado de injerencias externas ha abierto una brecha entre las naciones africanas, creando un juego de suma cero sobre un recurso que, de otro modo, podría fomentar la unidad regional.
El papel de la iniciativa de la cuenca del Nilo
Los esfuerzos para fomentar la gestión cooperativa del Nilo comenzaron con la Iniciativa de la Cuenca del Nilo (NBI) en 1999, que reunió a los 11 estados ribereños del río para promover el desarrollo sostenible y el reparto equitativo del agua. La NBI pretendía abordar la desconfianza profundamente arraigada entre los países del Nilo, preparando el terreno para las negociaciones que acabarían desembocando en el CFA. Aunque el CFA representa el logro más importante de la NBI hasta la fecha, su aplicación se ha visto obstaculizada por la negativa de Egipto a abandonar los tratados de la época colonial que consagran su dominio sobre el Nilo.
La reciente ratificación del CFA por parte de seis países muestra el claro deseo de las naciones de la cuenca del Nilo de superar las limitaciones del pasado. Al hacer hincapié en «la utilización equitativa y razonable», el CFA encarna un enfoque progresista del reparto de los recursos basado en los principios del derecho internacional, en particular la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho de los Usos de los Cursos de Agua Internacionales para Fines Distintos de la Navegación, de 1997. Como declaró el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, la ratificación de Sudán del Sur es un «momento histórico» para la región, que sienta las bases de un marco jurídico para gobernar los recursos del Nilo de forma justa y sostenible.
Gamal Abdel Nasser, líder panafricanista egipcio en los años 1950-1960, defendió la unidad africana en el reparto de recursos, incluida el agua, mediante la diplomacia y la política radical. Venerado en toda África, incluso en Etiopía, sigue siendo un símbolo de liberación. Egipto podría aprovechar el legado de Nasser para fomentar los lazos de cooperación con los países de la cuenca del Nilo, transformando su perdurable influencia en un marco moderno para la gestión equitativa y sostenible del agua.
El imperativo panafricano
El panafricanismo -la idea de que las naciones africanas deben trabajar juntas en un espíritu de unidad y apoyo mutuo- es esencial para abordar los complejos retos del Nilo. Las potencias coloniales trazaron fronteras, firmaron tratados y dividieron los recursos en beneficio de sus intereses, a menudo enfrentando a las naciones africanas entre sí. Un enfoque panafricano ofrece una visión alternativa, en la que el río más largo de África se gestiona como un recurso compartido que sustenta a toda su población, independientemente de las fronteras políticas.
Una solución panafricana a los problemas del Nilo implicaría un modelo de gobernanza cooperativa que tratara el río como un recurso común, de forma muy similar al planteamiento de la UE para la gestión de los ríos transfronterizos. En lugar de ver el Nilo como un campo de batalla para los intereses nacionales, los países ribereños podrían crear una Comisión de la Cuenca del Nilo para supervisar la asignación del agua, promover proyectos conjuntos de infraestructuras y apoyar los esfuerzos de conservación del medio ambiente. Esto crearía una plataforma para el diálogo abierto, mitigando el riesgo de conflicto y fomentando la confianza entre las naciones del Nilo.
Cambio climático y crecimiento demográfico
La urgencia de un enfoque panafricano se ve subrayada por las inminentes amenazas del cambio climático y el crecimiento demográfico. La cuenca del Nilo ya está sintiendo los efectos del calentamiento del clima. Se prevé que el aumento de las temperaturas incremente las tasas de evaporación y reduzca la disponibilidad de agua en toda la región. Un estudio del Instituto de Recursos Mundiales calcula que el estrés hídrico en la cuenca del Nilo podría aumentar un 60% de aquí a 2040, lo que hace aún más crucial la gestión cooperativa del agua.
Además, se prevé que la población de la cuenca del Nilo aumente de 257 millones en 2020 a casi 400 millones en 2050. A medida que aumente la demanda de alimentos, agua y energía, se intensificará la posibilidad de conflictos por los recursos. Ante estos retos, un enfoque panafricano del reparto del agua podría ayudar a los países del Nilo a evitar los escollos de la acción unilateral. Invirtiendo en proyectos conjuntos de infraestructuras, como sistemas de regadío compartidos e iniciativas de conservación del agua, las naciones de la cuenca del Nilo podrían atender sus necesidades colectivas de agua minimizando al mismo tiempo la degradación medioambiental. Los esfuerzos de colaboración para adaptar la agricultura a los efectos del clima, promover cultivos resistentes a la sequía y mejorar la eficiencia del riego no sólo reforzarían la seguridad alimentaria, sino que también reducirían la presión sobre el Nilo.
La posición de Egipto
Aunque la preocupación de Egipto por la seguridad hídrica es válida, su dependencia de los tratados de la época colonial para mantener sus reivindicaciones es cada vez más insostenible. Según la ONU, el Nilo cubre más del 90% de las necesidades hídricas de Egipto, lo que lo convierte en uno de los países más dependientes del agua del mundo. Sin embargo, al rechazar el CFA e insistir en sus derechos históricos, Egipto corre el riesgo de aislarse del movimiento panafricano más amplio hacia la autodeterminación y la gestión colectiva de los recursos.
Para Egipto, adoptar un enfoque panafricano del Nilo podría reportarle beneficios a largo plazo. En lugar de ver el CFA como una amenaza, Egipto podría colaborar con otros países de la cuenca del Nilo para garantizar su seguridad hídrica mediante proyectos conjuntos e innovación tecnológica. Por ejemplo, las plantas desalinizadoras y los programas de reciclaje de aguas residuales podrían ayudar a diversificar las fuentes de agua de Egipto, reduciendo su dependencia del Nilo. Además, invirtiendo en infraestructuras compartidas e iniciativas de conservación, Egipto podría posicionarse como líder en gestión sostenible del agua, alineándose con la agenda africana más amplia de resiliencia climática y gestión medioambiental.
Además, Egipto puede asociarse con Etiopía y otros países de la cuenca del Nilo para poner en marcha iniciativas agrícolas conjuntas, como proyectos de regadío compartidos que aumenten el rendimiento de los cultivos al tiempo que conservan el agua. Además, los desarrollos industriales y comerciales basados en el Nilo, como la pesca cooperativa, las plantas de energías renovables y los sistemas de transporte fluvial, podrían mejorar las economías regionales y crear oportunidades de empleo sostenible. Al invertir en estos proyectos de colaboración, Egipto no sólo garantizaría sus propias necesidades de agua, sino que también ayudaría a construir un marco panafricano para el reparto de los recursos, fomentando la estabilidad y la prosperidad en toda la cuenca del Nilo.
Hacia una visión compartida del Nilo
El camino a seguir para la cuenca del Nilo está claro: África debe superar el legado del colonialismo forjando un nuevo marco para el reparto del agua que priorice la cooperación sobre el conflicto. Para ello es necesario que los países del Nilo estén dispuestos a hacer concesiones, transigir y reconocer su dependencia mutua de este recurso vital. Los principios del CFA de uso equitativo y sostenibilidad medioambiental proporcionan una base sobre la que construir un futuro compartido, pero aún queda el duro trabajo de traducir estos principios en acciones. Una Comisión de la Cuenca del Nilo, como se propone en la CFA, podría servir de vehículo para alcanzar esta visión.
Mediante el establecimiento de acuerdos vinculantes sobre la asignación del agua, la supervisión de las repercusiones medioambientales de los grandes proyectos y la facilitación del intercambio de conocimientos, la comisión podría promover un enfoque holístico de la gestión del agua que respete las necesidades de todos los Estados ribereños. Además, la comisión podría desempeñar un papel clave a la hora de atraer financiación internacional para iniciativas de desarrollo sostenible, como proyectos de energías renovables y programas de conservación, que beneficien a toda la cuenca.
La solución panafricana
El río Nilo, como la propia África, está ligado a una compleja historia de injerencias extranjeras y divisiones internas. Pero también encarna el potencial de unidad, de prosperidad compartida y de un futuro en el que las naciones africanas trabajen juntas para aprovechar sus recursos de forma responsable. Como demuestran las recientes ratificaciones del CFA, muchos países de la cuenca del Nilo están dispuestos a adoptar un nuevo enfoque del reparto del agua, que vaya más allá del legado colonial y se centre en la solidaridad regional. En el espíritu del panafricanismo, los países de la cuenca del Nilo deben seguir abogando por un marco integrador, equitativo y sostenible para la gestión de sus aguas compartidas. De este modo, podrán garantizar que el Nilo siga siendo una fuente de vida y no de conflictos. El río más largo de África tiene el potencial de ser una fuerza unificadora, que una a las naciones en la búsqueda de un bien común. Corresponde a los dirigentes africanos aprovechar esta oportunidad y demostrar al mundo que el futuro del continente no está en la división, sino en la unidad.
7. El resumen de Sapir de las medidas económicas de la cumbre de Kazán
Sapir ha publicado este hilo en el que resume las decisiones más importantes de la reciente cumbre de los BRICS+. https://x.com/russeurope/
I La conclusión de la 16ª cumbre de los BRICS, celebrada en Kazán del 22 al 24 de octubre, dio lugar a algunas decisiones importantes. Un pequeño #Thread sobre el tema. @Vukuzman @escortert
II Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), a los que se han unido 4 nuevos países (Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos), representan ya más del 33% del PIB mundial, frente al 29% del G-7.
III De estas decisiones, destacan tres: la institucionalización de una categoría de países «socios» de los BRICS, la creación del sistema BRICS-Clear para facilitar el comercio entre los países miembros y socios, y la creación de la Compañía de (Re)Seguros de los BRICS.
IV Las consecuencias de estas decisiones serán muy importantes, no sólo para los BRICS y sus asociados, sino también para el mundo occidental. La «desoccidentalización» del mundo se acelera.
V Una de las decisiones más emblemáticas de la cumbre de Kazán fue la institucionalización de la categoría de «países socios» de los BRICS. Se trata de una «zona BRICS» en torno a los BRICS.
VI La presencia de Indonesia, Malasia, Tailandia y Vietnam en esta categoría de «socios» implica que los BRICS, ya dominantes en Asia debido a la presencia de China e India en la organización, podrían convertirse en hegemónicos en esta zona.
VII La segunda decisión clave de la 16ª cumbre de los BRICS fue la creación, bajo el nombre de BRICS Clear, de un sistema de liquidación y compensación comercial tanto para el comercio intra-BRICS como para el comercio entre los BRICS y los países «socios».
VIII Uno de los objetivos de BRICS Clear es crear una alternativa al sistema SWIFT. El sistema BRICS Clear dará prioridad al uso de las monedas nacionales como instrumentos de liquidación de las transacciones internacionales.
IX Las transacciones se compensarán mediante una «stablecoin» gestionada por el Nuevo Banco de Desarrollo. La cuestión de la compensación es importante porque el comercio será multilateral (22 países, los 9 miembros de los BRICS y 13 países asociados).
X Este sistema se inspiró en la Unión Europea de Pagos (1950-1957). En aquella época, las transacciones se calculaban y liquidaban en dólares. En BRICS Clear, se utilizará una «stablecoin» como unidad de cuenta, con liquidación final en las monedas locales.
XI Comercio implica servicios de seguros (el propio contrato / transporte); estos servicios de seguros implican actividades de reaseguro. Con la BRICS (Re)Insurance Company, los BRICS se independizan de las compañías de seguros occidentales.
XII Esta medida, que es la 3ª decisión importante de la cumbre de Kazán, facilitará el comercio intra-BRICS, pero también con los países «socios» y globalmente con todos los países que deseen comerciar con la «Zona BRICS».
XIII Las dos últimas medidas (BRICS Clear y la compañía de seguros) decididas en la 16ª cumbre de los BRICS en Kazán van a tener consecuencias importantes para la estructura del comercio mundial y el uso internacional del dólar y el euro.
XIV Las consecuencias para la estructura del comercio mundial se dividen en dos categorías. La primera se refiere a la desviación de los flujos comerciales como resultado de las condiciones preferenciales para el comercio intra-BRICS y el comercio entre los socios BRICS.
XV La pérdida de exportaciones para los países «no BRICS» y occidentales ascenderá a entre el 5% y el 7% del volumen para los países occidentales. Aunque esta cifra no es muy significativa, el porcentaje podría variar mucho de un país a otro, con consecuencias desestabilizadoras para algunos.
XVI La segunda consecuencia, más inmediata, es la pérdida de volumen de negocios de las compañías occidentales de seguros y reaseguros especializadas en seguros comerciales, pérdida que sin duda será importante.
XVII Las consecuencias monetarias del proceso masivo y relativamente rápido de desdolarización, incluso si el término desdolarización es rechazado por dos países BRICS (India y Brasil) que, sin embargo, aprueban y apoyan el sistema BRICS Clear, serán significativas.
XVIII El comercio dentro de los BRICS y con los países socios representa entre el 35% y el 40% del comercio mundial. Parte de este comercio ya se denomina en monedas locales, pero parece muy poco probable que esta cuota supere el 20% del comercio intra-BRICS y con los países socios.
XIX Esto significa que entre el 28% y el 32% del comercio mundial, que actualmente se realiza en dólares y euros, podría transformarse gradualmente gracias a BRICS Clear en comercio fuera del dólar y el euro.
XX En los próximos 5 años, los BRICS Clear podrían potencialmente «desdolarizar» entre el 70% y el 80% del comercio mundial, lo que representa entre el 19,5% y el 25,5%. Mecánicamente, la cuota del dólar en las transacciones internacionales se reduciría en consecuencia.
XXI Si consideramos que la parte de las divisas en las reservas de los Bancos Centrales refleja aproximadamente el uso de estas divisas en el comercio, la parte del dólar podría bajar del 58% del total de las reservas identificadas a entre el 35% y el 40%.
XXII La cuota del euro se vería mucho menos afectada porque el euro se utiliza actualmente sobre todo para el comercio intracomunitario y con los socios inmediatos de la UE, donde, aparte de Turquía, el impacto del comercio con la «zona BRICS» es escaso.
XXIII En resumen, la distribución de las reservas internacionales de los Bancos Centrales podría ser la siguiente en 2030 […]
XXIV Sin embargo, el impacto no se limitaría a una fuerte caída del dólar y una subida de «otras monedas». En efecto, los importes en dólares en poder de los Bancos Centrales se mantienen en forma de Letras del Tesoro estadounidense.
XXV El paso del 58% al 34%/39% en las reservas del Banco Central implicaría una venta masiva de letras del Tesoro, provocando un colapso en el mercado de deuda pública y grandes dificultades para el Tesoro de EEUU a la hora de refinanciar la deuda estadounidense.
XXVI Por lo tanto, podemos considerar que la creación del sistema BRICS Clear tendrá importantes implicaciones para la estabilidad del sistema monetario mundial y, más concretamente, para la parte «occidental» de este sistema monetario mundial.
8. Alberto Acosta sobre el Buen Vivir.
La verdad es que es un concepto que parece haber desaparecido, o al menos disminuido mucho, del discurso decrecentista, pero en esta entrevista Alberto Acosta nos da su visión sobre el Buen Vivir, junto a otros temas como los derechos de la naturaleza. Todo ello en el marco de la COP 16 sobre Biodiversidad que se está celebrando actualmente en Colombia.
https://www.youtube.com/watch?
9. Los motivos económicos del declive artístico del cine de Hollywood.
Una explicación muy interesante de los mecanismos económicos de la industria del cine desde la edad de oro del «Nuevo Hollywood». Siempre ha sido una industria y un arte, pero al imponerse criterios económicos de aversión al riesgo se ha caído en el adocenamiento.
¿Por qué es tan malo el cine últimamente?
Jake Ures
Traducción: Florencia Oroz
En la época dorada del Nuevo Hollywood, los creadores recibían enormes sumas para asumir grandes riesgos, y salían ganando. Pero la industria ha sido cooptada por fondos especulativos especializados en la gestión de riesgos. ¿El resultado? Un cine aburrido y previsible.
En un reciente artículo de opinión, Martin Scorsese distinguió entre «entretenimiento audiovisual mundial» y cine propiamente dicho, sugiriendo que el primero había empezado a suplantar al segundo. Su comentario sobre la evolución del oficio no cayó bien a todo el mundo, y ha suscitado bastantes críticas. Pero hubo a quienes les pareció una descripción acertada de la industria y una advertencia de hacia dónde se dirige.
La razón de este deterioro, en opinión de Scorsese, no es una crisis de talento o la disminución del apetito del público por las buenas películas. En su opinión, las estructuras de financiamiento actuales han eliminado el riesgo del cine. Son las fórmulas en las que se basan los inversores para garantizar el rendimiento de su dinero las que hacen que el cine sea cada vez más predecible.
Por su naturaleza, el cine es una forma de arte singularmente colaborativa que requiere una inversión financiera inusualmente grande. En el mejor de los casos, tanto el artista como el inversor capitalista pueden alcanzar un equilibrio para apaciguar los intereses opuestos de cada uno: el primero para hacer algo único e interesante, el segundo para reducir la posibilidad de que no salga bien. Pero esta asociación se ha desequilibrado en los últimos años. Lo que antes era una relación tensa pero necesaria de concesiones mutuas se ha transformado en una dinámica en la que solo cede una parte: los artistas.
Casi todo el mundo está de acuerdo en que las películas eran más audaces e iconoclastas durante el periodo comúnmente denominado «nuevo Hollywood», entre 1965 y 1980 aproximadamente. Especialmente al principio de este periodo, el cine estaba muy influido por la contracultura, los movimientos por los derechos civiles y contra la guerra, y la sensación de que un nuevo mundo estaba a nuestro alcance. Por desgracia, ya estaban en marcha ciertos procesos materiales que a su debido tiempo socavarían esas victorias culturales. En 1971, Hunter S. Thompson describía el ambiente imperante como una “sensación de victoria inevitable sobre las fuerzas de lo Viejo y del Mal. No en sentido mezquino o militar; no necesitábamos eso. Nuestra energía simplemente prevalecería. No tenía sentido luchar, ni por nuestra parte ni por la suya. Teníamos todo el impulso; estábamos en la cresta de una ola alta y hermosa… con los ojos adecuados casi se puede ver la marca de pleamar, ese lugar donde la ola finalmente rompió y retrocedió.”
Con un poco más de perspectiva, es posible identificar algunos puntos de inflexión cruciales que ilustran el declive del cine en los últimos cincuenta años. Subrayan el argumento de Scorsese de que las estructuras de financiamiento están en el centro del deterioro de la calidad cinematográfica. En resumen, las películas son malas ahora (no todas, pero sí muchas) porque los inversores han perfeccionado el arte de hacer dinero con ellas.
La última batalla del nuevo Hollywood
Cuenta la leyenda que durante un descanso del rodaje de La guerra de las galaxias un atribulado George Lucas visitó a su amigo Steven Spielberg en Alabama, donde este rodaba Encuentros cercanos del tercer tipo [Encuentros en la tercera fase en España]. Se trataba de la continuación de Tiburón, película de Spielberg a la que a menudo se alude como el primer éxito de taquilla. Puede que Lucas se sintiera intimidado por el hecho de que el presupuesto original de 2,7 millones de dólares de su amigo se hubiera disparado a casi 20 millones de dólares, y que en aquel momento contara con el mayor decorado de interior jamás construido. La tonta ópera espacial de George, por el contrario, tenía un presupuesto de solo 11 millones de dólares y parecía condenada al fracaso.
Ya fuera un voto de confianza en su amigo o una astuta jugada comercial, Lucas le dijo a Spielberg que le cambiaría un porcentaje de los beneficios de La guerra de las galaxias por el mismo porcentaje en Encuentros cercanos de Spielberg. Los dos estuvieron de acuerdo, y el resto es historia. Ambas películas fueron éxitos masivos, pero Spielberg salió claramente ganando en ese acuerdo. Encuentros cercanos era la más seria de las dos y parecía aprovechar el cinismo y la paranoia de los años 70 sin dejar de mirar al futuro con optimismo. Pero Lucas hizo algo totalmente nuevo: estableció un modelo para el futuro de la producción cinematográfica al crear una franquicia rentable que podía utilizarse para generar casi infinitas fuentes de ingresos en forma de juguetes, videojuegos, atracciones de parques temáticos y especiales de televisión.
Aunque Encuentros cercanos no tuvo el impacto cultural o de taquilla de La guerra de las galaxias, también dejó su impronta en la industria cinematográfica. Cuando Spielberg propuso su película, su alcance y presupuesto eran modestos. Pero, tras el éxito de Tiburón, lo amplió hasta que David Begelman, presidente de la división cinematográfica de Columbia Pictures, se vio obligado a aprovechar su posición en la empresa para proteger el proyecto de los ejecutivos de Columbia, que aborrecían la idea de los presupuestos abultados y querían encontrar socios de producción que compartieran la carga financiera a costa de los beneficios futuros.
A pesar de que Encuentros cercanos recuperó su presupuesto de producción en la segunda semana de su estreno (llegando a recaudar 300 millones de dólares en taquilla), Begelman se vio obligado a dimitir de Columbia Pictures al cabo de un año. Su dimisión fue la culminación de una serie de luchas de poder dentro de Columbia que coincidieron con las de la industria en general, y supuso el fin del nuevo Hollywood y el comienzo de la era del Blockbuster.
Esta historia de dos películas es emblemática de un giro importante en la forma en que se financiaban los estudios cinematográficos. A lo largo de los años 70, el sistema de estudios intentó mantener su identidad como una serie de monolitos culturales. Pero al final, los estudios se encontraron en un entorno de adquisiciones hostiles, fusiones corporativas y capitulación ante gestores de inversión reacios al riesgo que aplastarían la energía contracultural que quedaba de los setenta. Y a los inversores les gustó mucho más el modelo de La guerra de las galaxias que el de Encuentros cercanos.
Los inversores consideran cada película que compran y venden como una mercancía, igual que un microondas. Como cualquier empresa moderna, los estudios están muy atentos a las redundancias e ineficiencias inherentes a Hollywood y tratan en todo momento de eliminarlas para reducir costes. El resultado son mayores beneficios, pero también un entretenimiento más predecible. La nueva forma de hacer las cosas es mejor para los inversores, pero a costa de hacer películas incapaces de sorprender al público.
La sucia edad de oro
El auge de los inversores cinematográficos se hizo imposible de ignorar a finales de los años 70, pero en realidad tuvo sus raíces mucho antes, en el boom posterior a la Segunda Guerra Mundial. En 1948, la Corte Suprema desarticuló los cinco grandes estudios integrados verticalmente, obligándoles a renunciar a sus salas de cine para acatar la sentencia de que el esquema vigente de distribución y exhibición violaba la ley antimonopolio. Esto, unido a la suburbanización de Estados Unidos, que hizo que la gente fuera menos al cine y viera más la televisión en casa, lo acabó con el sistema de estudios de Hollywood de la época.
Por un lado, la disolución de las Cinco Grandes fue positiva para la competencia entre los estudios más pequeños. Pero por otro, cuando los estudios eran dueños de sus películas desde la financiación hasta la taquilla, había menos formas de que los bancos de inversión o el capital externo influyeran en ellas. Tras la ruptura, los grandes inversores aprovecharon la oportunidad. Columbia pudo evitarlos durante algunas décadas más solo porque había adquirido una filial de televisión que le permitía compensar sus pérdidas en el cine sin tener que ceder poder a los inversores. Si una serie de películas iba mal, Columbia podía simplemente conceder licencias de algunas películas a la televisión, y mantendría un beneficio para ese año.
Otros estudios no tuvieron tanta suerte. En 1956, Charlie Allen y Serge Semenenko tomaron el control de la Warner Brothers, en apuros. Charlie Allen era el fundador de Allen & Company, un banco de inversiones de Nueva York, mientras que Serge Semenenko era una figura importante en el trasfondo de la financiarización de Hollywood. Nacido en Rusia en 1903, la familia de Semenenko huyó a Estados Unidos tras la revolución bolchevique. Semenenko estudiaría en Harvard y trabajaría como banquero encargado de reorganizar las finanzas de empresas como Hearst Corporation y Hilton Hotels, presagiando el destino de la industria cinematográfica.
Las finanzas siguieron invadiendo Hollywood en los años sesenta. En 1966, la Banque de Paris et des Pays-Bas S.A. (Paribas) intentó una adquisición hostil de Columbia. La Comisión Federal de Comunicaciones la frustró, pero el resultado de la maniobra fue que un magnate farmacéutico se hizo con el control de Columbia, ayudado por Serge Semenenko. En 1967, Allen & Company —a través de su socio Alan Hirschfield— organizó la venta de Warner Brothers a Seven Arts, creando Warner Brothers-Seven Arts. Tanto Allen & Company como Seven Arts realizaron negocios turbios en paraísos fiscales de las Bahamas con socios de Meyer Lansky, una figura que nunca estuvo demasiado lejos de la influencia de la mafia.
Durante este periodo, otros grandes estudios también fueron comprados y controlados por conglomerados. Warner Brothers-Seven Arts acabó siendo adquirida por un conglomerado tan diversificado que su negocio abarcaba aparcamientos y funerarias. En 1973, Allen & Company se hizo con el control de Columbia, convirtiendo a Alan Hirschfield en Consejero Delegado y a David Begelman en Director de la Motion Pictures Division. Los banqueros se habían hecho con el control del estudio, pero carecían de la capacidad de ejercer un control total sobre la producción cinematográfica, porque seguían necesitando que el estudio estuviera supervisado por alguien, en este caso Begelman, con buenos instintos creativos.
Entre 1973 y el estreno de Encuentros cercanos del tercer tipo en 1977, David Begelman fue el artífice del éxito de la División Cinematográfica con películas como Tommy, Shampoo y Funny Lady. Pero Hirschfield y Begelman se enfrentaron, un conflicto que serviría como primera salva en la guerra entre Hollywood y Wall Street dentro del sistema de estudios.
Que una película con luz verde se convierta en un éxito es un arte, no una ciencia. Requiere algo más que un poco de suerte e intuición. Este instinto es un anatema para los funcionarios acostumbrados a reducir las ineficiencias en las grandes corporaciones. Hirschfeld, licenciado en ciencias empresariales por Harvard, tenía un enfoque más reacio al riesgo en el cine, pues quería invertir cantidades razonables de dinero en películas y futuras fuentes de ingresos diversas que garantizaran los beneficios.
Begelman tenía la sensibilidad opuesta. Antiguo agente de talentos de estrellas como Judy Garland y Barbra Streisand, estaba acostumbrado a detectar y cultivar el «factor it», que era algo indescriptible pero universal. En cierto sentido, el choque entre estas dos figuras representa la crisis de identidad a la que se enfrenta Hollywood desde entonces.
Con este conflicto escalando en el fondo, el nuevo Hollywood estaba en su apogeo. No fue una coincidencia. La mística del nuevo Hollywood es, en muchos sentidos, producto de las circunstancias, propiciada por una confluencia única: a los ambiciosos jefes de estudio aún se les permitía experimentar con proyectos singulares, y podían hacerlo con el dinero de los banqueros. La capacidad de un ejecutivo para predecir éxitos era todavía una especie de cualidad mística que no todo el mundo poseía, y aún no existía una alternativa. Era difícil saber qué iba a triunfar cuando películas como Taxi Driver, Rocky y Tiburón eran todas un éxito, así que a los adivinos como Begelman se les daba manga ancha y mucho dinero con el que jugar.
Ese dinero no estaba precisamente limpio. Hirschfield, por ejemplo, fue un firme defensor del uso de refugios fiscales, afirmando que evitaron la quiebra de Columbia. Se dice que películas como Shampoo, Taxi Driver y One Flew Over the Cuckoo’s Nest se financiaron utilizando estos refugios. En otras palabras, dar a los artistas fácil acceso a grandes cantidades de dinero sucio dio lugar a algunas películas muy buenas.
(Mientras Hirschfield abrazaba un tipo de dinero sucio, amonestaba la malversación de cheques de David Begelman, que fue la excusa definitiva para el despido de este último de Columbia. El doble rasero revela mucho sobre los valores y prioridades de los inversores: mientras no impida la inversión de capital, no hay fuente de financiación demasiado indecente.)
El nuevo Hollywood representó un cambio de guardia, que llevó a directores ambiciosos y jefes de estudio a una frágil alianza con el gran capital durante un breve periodo, antes de que este último terminara imponiéndose. El hecho de que este periodo coincidiera con una agitación social masiva y una monocultura cinematográfica destrozada tras la Segunda Guerra Mundial galvanizó una edad de oro del cine estadounidense.
Pero ahora que les habían dejado entrar, los grandes conglomerados se dieron cuenta de lo ineficiente que era Hollywood. Aunque personas como David Begelman eran buenas para las divisiones cinematográficas de los estudios, suponían un conflicto para la inversión empresarial. Con el tiempo, los inversores han desarrollado medios más eficaces para juzgar lo que será un éxito, lo que ha disminuido su dependencia de jefes de estudio como Begelman.
El afianzamiento del control del cine por parte de conglomerados multinacionales no supone necesariamente una divergencia de las estructuras de incentivos de los sistemas de estudios: los estudios siempre han existido para ganar dinero. El verdadero punto de inflexión fue cuando la financiación y la distribución de los estudios pasaron a estar bajo el control total del capital de inversión, que entonces pudo ejercer una autoridad total sobre qué y cómo se hacían las películas.
Éxitos de taquilla
Con el paso de los años, los conglomerados que se habían hecho con el control de los estudios empezaron a utilizar los mismos métodos de análisis predictivo e investigación de mercado que emplearían con cualquier otro sector de su negocio. Esto tuvo el efecto de aplanar los contornos de la temática y el estilo de producción aceptables. Aunque buscada, la proliferación de franquicias de gran éxito significaba que los estudios perseguían películas, géneros y propiedad intelectual que ya habían sido probados. La capacidad de innovación de la industria disminuyó no solo junto con el auge de los éxitos de taquilla de puro entretenimiento, sino a causa de ello.
Las películas se habían convertido en algo no muy distinto a un parque temático. Su objetivo era atraer a un público lo más amplio y diverso posible, sin distinción demográfica ni generacional. El entretenimiento familiar ocupaba más pantallas en los cines y los resultados eran satisfactorios, lo que proporcionaba a los estudios más datos que sugerían que eso era lo que la gente realmente quería ver. Este bucle de retroalimentación creó una situación en la que las películas de gran presupuesto eran cada vez más importantes para el éxito de un estudio, por lo que tendrían que ser aún más amplias en su atractivo, invitando no solo a miembros de distintas edades de una misma familia, sino a personas que viven en países y culturas completamente diferentes de todo el mundo.
En los años 90 se produjeron varios cambios más que aceleraron la tendencia general hacia el cine producido en masa. Las películas se financiaban cada vez más con una combinación de preventas y créditos fiscales. Los créditos fiscales son un acuerdo con un territorio para devolver los impuestos adeudados en ese estado si se cumplen determinadas cuotas de mano de obra. Las preventas consisten en que una producción elabora una propuesta con los mejores talentos, el guion y cualquier otro detalle pertinente y la vende a los distribuidores por el derecho a estrenar una película durante un periodo determinado.
Al presentar un conjunto único de controles sobre el reparto y la producción de una película, el sistema de preventa tiene efectos notables en el cine. Para llevar las películas al mercado y revenderlas, sobre todo en el extranjero, hacen falta «bundlers» con oficio. Estos «bundlers» vinculan el talento a los proyectos seleccionando quién es y quién no es atractivo en determinados mercados basándose en la identidad o en razones superficiales como la altura o la masculinidad percibida, todo ello sabiendo que es más ventajoso conseguir un acuerdo con un actor conocido.
Como resultado, los actores de carácter que prosperan gracias a su capacidad para asumir papeles sin ser estrellas están perdiendo puestos de trabajo en favor de los actores principales. Si alguna vez se ha preguntado por qué los actores tienen cada vez más el mismo aspecto, o por qué la industria cinematográfica ya no produce más Steve Buscemis —o por qué actores como Jared Leto y Christian Bale alteran con tanta frecuencia su aspecto para parecer menos guapos—, esta es una razón importante.
Durante un tiempo, esta combinación de preventas y créditos fiscales solía bastar para cubrir el presupuesto de una película. Pero las preventas en el extranjero se hicieron menos lucrativas debido al número cada vez menor de distribuidores nacionales dispuestas a exhibir películas más pequeñas y arriesgadas, por lo que, a su vez, menos territorios estaban dispuestos a aceptar distribuir películas que no recibieran un impulso muy necesario en los mercados estadounidenses. La financiación de capital procedente de fondos de alto riesgo o de personas adineradas se amplió para compensar la diferencia. Como los fondos especulativos y las empresas de capital tienen aversión al riesgo, también surgió una nueva estrategia denominada «slate financing», que les permitía distribuir su riesgo invirtiendo en grupos de películas en lugar de en una sola.
A medida que estas herramientas financieras se fueron generalizando, su impacto se volvió cada vez más evidente en la producción, el reparto, la estética y la estructura narrativa de las películas. Como ocurrió con la colocación de productos en los años 80 y 90, los cineastas han tenido que hacer concesiones artísticas en función de su financiación. Otra consecuencia es que se ha abierto una brecha cada vez mayor entre las superproducciones más caras y las de menor presupuesto, dejando que se las arreglen solas películas arriesgadas de presupuesto medio con un atractivo popular incierto. Mientras tanto, las películas de presupuesto ultrabajo se han convertido más comúnmente en un vehículo para generar ingresos pasivos para los inversores que se centran en el volumen sobre la calidad con el fin de dispersar y minimizar el riesgo.
Las nuevas plataformas de streaming multimedia son la culminación de las técnicas de gestión del riesgo en la industria. Entre otras cosas, representan una ruptura radical con las anteriores medidas de éxito. Si una película de Warner Brothers es un fracaso, todo el mundo lo sabe, mientras que a las empresas de streaming les importa más la retención de abonados que los beneficios de taquilla. Así, las plataformas de streaming están inundadas de una constante renovación de contenidos, tratando de atraer y retener a los espectadores con novedades.
Netflix es conocida por cancelar programas de televisión en dos o tres temporadas. Un programa de televisión que podría haber durado cinco o seis temporadas en una cadena necesita acelerar su trama si espera terminar el arco, lo que lleva a un nuevo estilo de escritura que a menudo es apresurado, condensado y limitado. Y lo más sorprendente es que, al recopilar datos sobre los hábitos de sus usuarios, los servicios de streaming también pueden ofrecer a los creadores notas detalladas sobre el atractivo de determinados temas, tramas y estructuras. En otras palabras, los servicios de streaming pueden utilizar sus análisis para indicar a los guionistas y directores lo que mantendrá enganchado al público. Cary Fukunaga habló de su serie de Netflix Maniac: Ellos pueden mirar algo que estás escribiendo y decir: «Basándonos en nuestros datos, sabemos que si haces esto, perderemos esta cantidad de espectadores». Es un tipo diferente de toma de notas. No es como: «Vamos a discutir esto y si argumento bien tal vez gane». El argumento del algoritmo gana siempre. Así que la pregunta es si queremos tomar una decisión creativa a riesgo de perder gente.
Esta dinámica ha invertido la relación entre público y creador, y presagia un futuro ominoso. Mientras que las películas de los estudios de gran presupuesto tienden a la universalidad superficial, las plataformas de streaming se inclinan por contenidos hiperespecíficos dirigidos a subgrupos demográficos. A medida que las plataformas de streaming desarrollan medios más sofisticados para identificar géneros más especializados basándose en los datos de los usuarios, los espectadores se dividen en grupos cada vez más pequeños. Las películas y la televisión perderán originalidad y capacidad de permanencia a medida que las plataformas produzcan en función de lo que suponen que los espectadores quieren en lugar de mostrarles algo que no esperarían.
Aceleradas por la pandemia, las plataformas son un medio en alza para el visionado de películas, incluidos los estrenos. Esto ha dado a un grupo aún más pequeño de intereses corporativos la capacidad de moldear y controlar el modo en que la gente experimenta y discute el cine. A expensas de la comodidad, la exhibición y el análisis de las películas están cada vez más en manos de los principales culpables del deterioro de su calidad, lo que a su vez solo genera más datos sobre los espectadores: un bucle recursivo de reducción y control de riesgos.
Desde los años 80 hasta hoy, la industria cinematográfica ha tenido que hacer frente a limitaciones financieras e innovaciones que han tenido un efecto innegable en la calidad de las películas producidas. Gracias a los estudios de mercado y al análisis de datos, ha podido gestionar más fácilmente el riesgo inherente a la industria a costa de las propias películas. Las lecciones aprendidas de la época dorada del nuevo Hollywood son frustrantes porque las condiciones que crearon ese mundo han desaparecido. Para referirme a Scorsese por última vez: «No podemos depender del negocio del cine, tal como es hoy, para cuidar del cine».
Jake Ures Cineasta residente en Los Ángeles.
Observación de Joaquín Miras:
Es un caso ejemplar de lo que acaece cuando se instrumentan medios estadísticos y de estandarización del análisis temático y tópicas técnicas de las películas: los que gustan y funcionan, los que no. A mi juicio, quiero decir, para mi, que soy filólogo y considero que ni en el arte ni en la política la proyección y la prognosis sirven -objeto de consideración singular, en situación única y en devenir, situación futura imprevisible-, este es al caso más antiguo de Rebuzno Teorético: IA, iiiiaaaaa,iiiiaaa. A eso lleva la IA, a la trivialización seriada. el origen clásico de la cosa es la sociología, con perdón.