Desde este 8 julio hasta el 11 se celebrará en Washington la Cumbre de la OTAN. En esta ocasión se conmemora su 75 aniversario. Desde su creación el 4 de abril de 1949, la Alianza Transatlántica ha crecido de los 12 miembros fundadores a un total de 32 países miembros. La OTAN celebró su aniversario el 4 de abril en el Cuartel General de la OTAN en Bruselas, pero repite conmemoración en esta cumbre en Washington, donde se firmó su tratado fundacional.
Esta cumbre es una de las más importantes de los últimos años, donde los miembros acuden entre mucha retórica belicista y una gran incertidumbre sobre la guerra de Ucrania.
A ello se añade el desconcierto sobre el futuro gubernamental de Estados Unidos tras el espectáculo que dio Biden en el debate presidencial. Las elecciones son el 5 de noviembre y está en el aire el apoyo militar de Estados Unidos al ejército de Ucrania.
Y todo esto se produce en unos momentos en los que el avance de las tropas de Moscú en el este de Ucrania es lento, pero imparable. Lo que está evidenciando que todas las previsiones de colapso de Rusia, militar y económico, se han sido erróneas. Hemos analizado ya ese conflicto en varios libros. A pesar de ello, como advirtió el analista Augusto Zamora, los países miembros de la OTAN creen, ciegamente, que son intocables. Que ellos pueden hacer lo que les venga en gana sin riesgo de sufrir represalias porque, detrás de ellos, está EEUU y su apabullante presupuesto militar, que no debemos confundir con su poder militar real. De nuevo otro error de cálculo de la OTAN y sus miembros.
El propio Augusto Zamora, en su libro De Ucrania al mar de la China nos explica que el mundo no va precisamente en la dirección que quisiera la OTAN y sus socios: “Después de 1945, dos superpotencias periféricas, pero de cultura occidental, tomaron el relevo de los desmantelados imperios europeos: EEUU y la URSS. El suicidio de la URSS marcará el principio del fin de esta hegemonía occidental en el mundo, para dar paso al renacimiento de potencias asiáticas, de la mano de la República Popular China y de una Rusia convertida, por la ceguera europea, en potencia asiática. Hoy, la economía y el comercio mundiales giran en torno a ese «arco del triunfo» que va de Rusia y la península coreana a India, con China como epicentro. Desde él se pondrá fin a 550 años de hegemonía occidental. Se abrirá el ciclo de Asia”.
Precisamente los planes de incorporar Ucrania a la OTAN han llevado a esta guerra de Ucrania y a un aislamiento de la OTAN respecto al resto del mundo.
En la misma línea se pronuncia el historiador Emmanuel Todd, en La derrota de Occidente. Nos recuerda que “como la mayoría de las guerras, especialmente las mundiales, esta [de Ucrania]no ha salido según lo previsto, nos ha deparada muchas sorpresas”. Entre ellas, “el desmoronamiento de toda voluntad europea” y “la soledad ideológica de Occidente y su ignorancia de su propio aislamiento”.
Hoy asistimos a una reestructuración de la comunidad internacional que se va a alejando de Occidente, a la que parece que solo le queda la OTAN y su desorbitado gasto militar. No solo Rusia, China, India, Brasil, Irán, Pakistán, Arabia Saudí, Sudáfrica… El mundo se aleja de un bloque otanista al que ya solo le queda Japón o Israel como socios en el mundo. Y menudo socio honorable este último.
Y si las otras potencias se están agrupando comercialmente en torno a los BRICS, también es verdad que se están produciendo nuevos movimientos para reactivar foros políticos alejados del armamentístico de la OTAN. Afortunadamente.
De eso trata la recién publicada obra Multipolaridad y descolonización de las Naciones Unidas de Augusto Zamora. Él también piensa que “La guerra en Ucrania ha acelerado a máximos la colisión sistémica ente Rusia y China, por un lado, y la OTAN, por otro, precipitando el proceso de cambio mundial. La alianza de hierro que se ha forjado entre Rusia y China es una derrota estratégica para EEUU y sus aliados europeos, se mire por donde se mire. La incorporación de Irán a los BRICS y su alianza con Rusia y China ha terminado de cerrar el círculo. Quisieron aislar a Rusia y los aislados fueron los occidentales. Creyeron que el mundo les apoyaría y ahí lo tienen. Occidente, hoy, apesta, más todavía con su apoyo ilegal e inmoral a Israel”.
Es por ello que esta obra trata de una esperanza, la de unas nuevas Naciones Unidas descolonizadas de la tutela de Occidente a la que le sometieron las potencias occidentales. “La configuración actual de Naciones Unidas, constituye un cáncer que ha carcomido el funcionamiento del sistema mundial. Lo estamos corroborando en el genocidio palestino en Gaza, que Israel puede perpetrar por el apoyo y la criminal complicidad de los países del Occidente colectivo. Poner fin a esa colonización taimada y perversa de la ONU es una tarea cardinal e impostergable”. De esa descolonización, tan inédita como esperanzadora, trata este libro.
El mundo está por tanto dividido, entre quienes siguen se reunirán este 8 de julio en Washington para hablar de armas y guerras, y entre quienes apuestan por otro mundo, en paz, sin imperialismo ni colonialismo. Cada vez estos últimos son más, más poderosos y más firmes.
OTAN, en la cumbre en Washington y en el foso en el resto del mundo