[Crónicas sabatinas] ¡Por una izquierda que sienta, piense e intervenga como izquierda!
¡Putas, guarras, zorras, traidoras, hijas de puta…! ¿La “revolució” dels somriures y del buen rollo?
Para Domènec Benet, inspirador de esta sabatina.
Para Marta Harnecker, in memoriam: una luchadora imprescindible.
Para José Saramago, in memoriam. Nueve años después

¡Incompresible… pero altamente significativo! Comentario posterior]
Cientos de miles de emigrantes llegados de toda España en la posguerra, gente muy humilde en su inmensa mayoría, se lo creyeron; mis padres también se lo creyeron [el mensaje pujolista: “Catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña], y criaron a sus hijos en consecuencia. Es verdad que mi madre, que llegó casi sin estudios, con más de 30 años y cinco niños, no habla catalán, y por tanto es de esas personas a quienes el actual presidente de la Generalitat llamó, en un artículo memorable, “carroñeros, escorpiones, hienas” y “bestias con forma humana”; pero mis hermanas y yo no somos como ella. Nosotros no sólo vivimos y trabajamos en Cataluña, sino que adoptamos las costumbres catalanas, nos sumergimos en la cultura catalana, aprendimos catalán hasta volvernos bilingües, nos casamos con catalanes de pura cepa, educamos a nuestros hijos en catalán e incluso contribuimos con nuestro granito de arena a difundir la cultura catalana. Todo en vano. Aunque hasta el último momento hicimos lo posible por seguir creyendo que éramos catalanes, en septiembre y octubre de 2017, cuando todo estalló, supimos sin posibilidad de duda que no lo éramos. Catalán, lo que se llama catalán, ya sólo lo era quien quería que Cataluña se separase de España; quien no lo quería, ya sea por apego sentimental a España o porque, como yo, es del todo incapaz de entender las virtudes de la separación y la considera una causa reaccionaria, injusta e insolidaria, no computaba como catalán, al menos para los políticos separatistas […] Para los políticos separatistas en el poder, los catalanes no somos quienes vivimos y trabajamos en Cataluña, sino sólo quienes, además, son buenos catalanes, fieles a la patria y votan lo que hay que votar. Los demás no somos catalanes, no contamos, no existimos; basta ya de hacerse ilusiones: probablemente nunca lo fuimos, nunca contamos, nunca existimos. Esto es lo que escondían las proclamas unanimistas del procés (“Un sol poble”, “Els carrers seran sempre nostres”), los disciplinados desfiles de cada 11 de septiembre y la sonrisa de la revolución de las sonrisas: una traición descomunal.
Javier Cercas (2019) Continuar leyendo «¡Putas, guarras, zorras, traidoras, hijas de puta…! ¿La “revolució” dels somriures y del buen rollo?»