(Página herida) Elogio de manos y almas

Pedro Sánchez podría optar por dejarnos tranquilos, que aquí estamos tan ricamente. Pero claro, sin problema, no hay amnistía. Y sin amnistía, no sigue de presidente. Continuar en La Moncloa es una aspiración muy humana, quien prueba el poder no lo deja a las buenas, yo comprendo a Sánchez, y por eso me permito sugerirle una solución de compromiso: dígalo claramente, hombre, díganos «concederé la amnistía para que el Vivales esté contento y me permita seguir en el poder» y todos lo comprenderemos, que más triste es robar. A cambio, sólo le pido que no utilice a los catalanes como excusa inventando un problema, haga el favor.
Albert Soler (2023)

Mi esposa-compañera me enseñó hace unos días manteles, delantales, colchas, trapos de cocina,… hechos por sus abuelas (Catalina, Pepa, ambas catalano-andaluzas) que ella guarda con todo cuidado desde hace años. Contemplar y admirarme de su trabajo no mercantil me ha hecho pensar en sus manos, manos no cuidadas, en las manos de trabajo (en las doloridas manos de mi suegra, por ejemplo; las de mi madre, para mi vergüenza, las he olvidado), en las manos, almas y espaldas con dolor de todas las personas trabajadoras que han levantado el país y han cuidado de sus gentes.

Personas, de familias vencidas muchas de ellas, que tuvieron que irse, no les quedó otra, de su pueblo o ciudad por maltrato, miseria, por falta de casi todo. He pensado también en sus muertos que apenas conocieron. Personas que tuvieron que irse a vivir al extrarradio de grandes ciudades en la mayoría de los casos, lugares de dimensiones desconocidas para ellas donde apenas conocían a nadie. No eran viajes de placer. He pensado en su llegada a la ciudad (cuando les dejaban, no fue fácil en ciudades como Barcelona en los años cincuenta, los enviaban de regreso a sus pueblos), en su alojamiento en hostales descuidados, en casa de familiares, en casas de amigos y vecinos solidarios, en las pequeñas habitaciones a ellas destinadas en “las casas de los señores” donde iban a servir. También en sus duros, difíciles y menospreciados trabajos. En talleres mecánicos, en la construcción, en el textil, en fábricas, en limpieza. En sus sueldos de miseria, en sus dobles jornadas (triples incluso en el caso de las mujeres trabajadoras). He pensando en su amor al campo, a la naturaleza, en sus saberes no reconocidos tildados de ignorancia o de conocimiento vulgar. En sus dificultades para poder tener una vida sexual libre, sana, con mínimas condiciones. He pensado en sus partos en casa con parturienta (y vecinas y familiares de apoyo). He recordado sus casas diminutas, sin ducha, sin baño, sin “habitaciones propias”, que fueron levantadas (con grandes ganancias crematísticas de las gentes aposentadas) en barrios en construcción. He pensado en las ayudas que muchos de ellas fueran capaces de dispensar a pesar de sus difíciles circunstancias. También en sus comunidades, en sus lazos vecinales. He pensado en sus esfuerzos para que sus hijos mejoraran, para que fueran a la escuela, al instituto, a la universidad incluso, para que llegaran a ser personas cultas, para que no les pasara, eso decían, lo mismo que a ellos. En sus luchas por conseguir un ambulatorio, un instituto, o servicios tan básicos como agua corriente en sus casas, o calles mínimamente asfaltadas para evitar que en días de lluvia todas aquellas calles, sus calles, todo el barrio, se convirtieran en un barrizal. He recordado sus dificultades para llegar a fin de mes, en sus comidas repetidas de pobres, en sus cenas de sopas de pan. También en su alegría, en sus fiestas, en sus ganas de volver al pueblo donde nacieron.

Y luego, no he podido evitarlo, he pensado en los comentarios que les han dedicado insignes, grandes nombres del nacional-secesionismo catalán: Pujol: “hombres a medio hacer”; Mas: “a los niños gallegos y andaluces no se les entiende cuando hablas”; Duran i Lleida: “se gastan nuestras ayudas en bares”; colectivo Koiné: “han sido unos colonizadores lingüísticos”. Y he sentido entonces rabia, mucha rabia, mucho resentimiento.

Y también he pensado, tampoco he podido evitarlo, en qué pensarían ellos, en qué pensamos nosotros, cuando esas otras gentes, las cien o doscientas familias de Millet, sus representantes políticos, sus herederos en patrimonios y en poder, nos expulsaron del ágora, del demos, inundaron el país de amarillo, hicieron de ellos un país de todos, hablaron por nosotros, nos maltrataron, nos insultaron (ñordos, charnegos, españolistas, españoles de m, etc), utilizaron los medios públicos para una machacona publicidad de su concepción del mundo, de su mundo; arrojaron el castellano al baúl del fascismo; quemaron la ciudad de todos diciendo que eran actos revolucionarios de emancipación; llegaron a conseguir que algunos de nosotros catalanizáramos nombres y apellidos, que nos avergonzáramos de ellos; nos persiguieron en ocasiones, nos censuraron, nos anularon; hicieron que la ciudad solo tuviera una dimensión la suya; se atrevieron a hablar, sacando pecho, de exiliados, de exilios y de presos políticos (con palmeros de izquierda aplaudiendo su relato); amenazaron y amenazan con volverlo a hacer… y entonces me he parado, he tomado aire, consciente de que ese no era el camino, que, como se acostumbra a decir, hay que pensar con la cabeza bien fría, no de forma apasionada. Pero de nuevo, duda sobre duda, contradicción sobre contradicción, he recordado que lo nuestro, así lo hemos dicho mil veces, era también pasión, pasión razonada.

Y luego he recordado las declaraciones de la semana pasada de Patrícia Plaja, la portavoz del gobierno catalán: La manifestación de este fin de semana en Barcelona [8/10/2023] no es a favor de nada, es una vez más en contra de los catalanes, es una manifestación anticatalanista… Son esa gente que no aporta, que no suma, que no quieren construir y que simplemente lo único que tienen es catalanofobia y critican todo lo que sale de Cataluña.” También las del presidente de la Generalitat, que tras la manifestación habló con todo el sectarismo del mundo, y me he vuelto a enfurecer y he sentido de nuevo tanta rabia como antes porque me he dado cuenta una vez más, se me había olvidado por momentos, que para ellos, Cataluña, los catalanes, son ellos, solo ellos. ¡Cuánta razón tiene Albert Soler!

En su narrativa, dicen ahora, la superación de lo que ellos llaman conflicto España-Cataluña es que puedan hacer lo que les dé la gana sin que nadie les diga ni pío. Han sido y son los amos del cotarro. A quienes se oponen a una amnistía unilateral, sin que ellos se comprometan a nada y limpiando sus desmanes, para la formación de gobierno, le tildan sin miramientos de anticatalán o de ser un fascista sin remedio.

Ese es ahora su relato. De nuevo son ellos, derrotados electoralmente el 23J, quienes dirigen el concierto (con incomprensibles ayudas de muchos colectivos de la izquierda soberanista) y lo interpretan con sus propias notas. Los demás a callar.

¡Qué solos estamos, qué solos seguimos estando los ciudadanos/as de izquierda no nacionalista en .Cat y en el conjunto de España!

PS: De la Cataluña real:

Los desahucios cayeron un 32,7% durante el segundo trimestre en España en comparación con el mismo periodo del año pasado, según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a partir de los registros de los juzgados mercantiles. En total, se registraron 7.279 desalojos, hasta 2.274 en Cataluña, la comunidad que más ejecutó, seguida de la Comunidad Valenciana (1.090) y Andalucía (1.051). La cifra equivale a decir que alrededor de uno de cada tres desahucios de toda España se produjo en la comunidad catalana.

De los 7.279 desahucios ejecutados en todo el país entre abril y junio de este año, 5.306 (72,9%) fueron derivados de impago del alquiler, mientras que 1.497 (20,6%) fueron por ejecuciones hipotecarias. El número de desahucios solicitados subió hasta los 13.516, un 21,1% menos que hace un año. Solo teniendo en cuenta los desalojos derivados de impago del alquiler, en primera posición también aparece Cataluña, con 1.621, el 30,6% del total. En cuanto a los que resultan de ejecuciones hipotecarias, Cataluña también lideró la clasificación con 415.

Durante el segundo trimestre, ingresaron en los órganos judiciales 797 juicios verbales posesorios por ocupación ilegal de viviendas propiedad de personas físicas, entidades sin ánimo de lucro o entidades públicas que tienen vivienda social, un 2,3% más que hace un año. De nuevo, Cataluña lideró los registros con 195 casos, casi uno de cada cuatro del total de España. La siguieron la Comunidad Valenciana, con 137, y Andalucía, con 130.

https://www.eltriangle.eu/es/2023/10/06/cataluna-se-mantiene-lider-en-desahucios-y-acumula-uno-de-cada-tres-de-toda-espana/

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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