Se llama Genocidio, lo hacen para sacar el pueblo palestino de Gaza y apropiársela. El jefe del estado que hace este genocidio es un criminal contra la humanidad. Sus aliados no pueden hablar de democracia.
Gustavo Petro (31X/2023)
Estimado O.: te transmito mi dolor e indignación ante la pasividad -¿o no?- del Gobierno-más allá de la palabrería a la que estamos acostumbrados- ante los Crímenes de guerra y el Genocidio que está cometiendo el Gobierno de Israel en Gaza y Cisjordania. ¿Cuando expresará la condena de dichos gravísimos delitos y la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel? El terrorismo de Hamas es terrorismo y exige otra respuesta.
Carlos Jimenez Villarejo (30/X/2023)
Es esta una novela conmovedora y llena de verdad, que tiene además una poderosa lectura contemporánea y universal: la memoria de cuando fuimos nosotros los refugiados, sometidos al mismo maltrato y abandono que siguen sufriendo hoy los refugiados en buena parte del planeta, cerca de nuestras fronteras también. Gran literatura hasta ahora inédita en castellano, debemos agradecer y felicitarnos por su rescate.
Isaac Rosa (2023)
Sobre la primera cita: ¿conocen a muchos políticos europeos (españoles incluidos) que se hayan expresado con la claridad y coraje del presidente colombiano? Sobre la segunda: porque siendo amargando la verdad y nadie como el ex fiscal anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo, para expresarla y arrojarla de la boca (Bolivia, por ejemplo, ha roto sus relaciones diplomáticas con el Estado israelí). Sobre la tercera: una excusa, como otra cualquiera, para recomendarles un libro que es más, mucho más que una hermosísima historia de amor: ¡el exilio republicano, nuestros exiliados en el corazón y en la memoria!: Vladimir Pozner, España primer amor, Barcelona: Seix Barral, 2023 (la edición original es de 1951).
Una sugerencia, diez casi-pecios (no lo son propiamente) y reflexiones complementarias de tres compañeros.
I. La sugerencia:
Un artículo que seguro será de su interés: SAREE MAKDISI, “Ningún ser humano puede existir” [1]. El autor es sobrino del nunca olvidado Edward Said. En mi opinión, entre lo mejor de lo mucho de interés que se ha publicado estos días.
II. Los casi-pecios:
1. Conviene repetirlo una y mil veces más (ahora más que nunca): lo acontencido en septiembre y octubre de 2017 (también antes, también después) nada tiene que ver con la libertad, la igualdad, la justicia, la fraternidad, los derechos políticos, la liberación social o la emancipación de personas y pueblos. Nada. Fuimos muchos los ciudadanos de Cataluña que nos sentimos expulsados del ágora (¡nos expulsaron!), maltratados y menospreciados como no ciudadanos (¡así nos trataron!), y fuimos muchos también, muchísimos, los que nos sentimos solos, desamparados, casi sin voz y clamando en el desierto. Con buena parte de la izquierda .Cat haciendo el juego a las maniobras y cálculos nacional-secesionistas y considerándonos en ocasiones como colectivos de extrema derecha, como españolistas de m. Otras “narrativas” no son nuestras y son falsas además.
2. La falacia del porcentaje tergiversado. “Los representantes de más del 80% de los catalanes respaldan esta medida. Y, por esas mismas razones, en el nombre de España, en el interés de España, en defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía en Cataluña por los hechos acaecidos en la década pasada” (Pedro Sánchez dixit). No entro en “el nombre de España” ni en el “interés de España”, señalo la probablemente consciente falacia del porcentaje “abrumador”: una parte sustantiva de esa ciudadanía de más del 80% votó a fuerzas que en la campaña electoral del 23J se manifestaron en contra de la amnistía, fueron ambiguas en el tema o permanecieron silenciosas. Que algunas de las fuerzas políticas “que nos representan” (también a mí) hayan cambiado de opinión, no significa que sus representados hayan cambiado su criterio en lo que respecta a la amnistía. Por tanto, del 80% nada de nada.
3. Sin entrar tampoco esta vez en la cuestión de fondo (la amnistía y su exposición de motivos): para muchos ciudadanos de Cataluña, para casi todos los no-secesionistas, la puesta en escena, la imagen de Puigdemont-Vivales (y Jordi Turull) con Santos Cerdán, el secretario de organización del PSOE, en Bruselas, con foto de la jornada de agitación nacionalista .Cat del 1-O (o sin ella, tanto daría), duele mucho a los ojos. No solo es un disparate, que lo es, sino que es casi un insulto. Insultados nos sentimos.
4. Yo tampoco hubiera acudido al juramento constitucional -¿juramento en un Estado no confesional?- de la princesa Leonor. Pero mis razones, que seguramente son las suyas, nada tienen que ver con las razones hispanofóbicas de Junts y, esencialmente, de ERC.
5. España ha enviado fragatas de guerra a proteger el despliegue militar de los portaaviones de Estados Unidos. ¿Eso es practicar una política de paz y de independencia? ¿Esa es una acción propia de un gobierno de izquierdas (aunque sea de izquierda muy moderada)? ¿Es realismo político o más bien claudicación y subordinación al Imperio?
6. Javier Muguerza (¡le quisimos tanto, le echamos tanto en falta!) solía gastar una excelente broma con la palabra dialéctica. Cojamos una hoja cualquiera de cualquier sesudo tratado dialéctico. Tachemos las apariciones de la palabra. Volvamos a leer. Si entendemos, bien, perfecto. Si no, tendremos siempre un consuelo: tampoco hubiéramos entendido con la presencia de la palabra borrada. ¡Buen y dialéctico chiste!
No es lo mismo, no es lo mismo, pero usemos un criterio similar con la expresión “Estado español” (expresión que sigue usando, ¡ay, ay, ay!, una buena parte la izquierda siempre que tiene ocasión, venga o no venga a cuento): tachemos la expresión cuando se mal use y no sigamos la lectura de documento, artículo o libro que la emplee para evitar la palabra España. “España” no es una palabra fea, ridícula; España, la España de Pasionaria, Lorca, Machado, Hernández y María Teresa León, no es una nación odiosa.
7. Lo he sentido al leer el capítulo de la novela de la que les ha hablado cuando el narrador describe la visita de uno de los protagonistas a la fábrica abandonada donde se alojan refugiados españoles.
Cuando siendo yo muy pequeño mi padre regresaba del pueblo, de nuestro pueblo (Peralta de Alcofea, Huesca) con alimentos (aceite, huevos, embutidos, patatas) era fiesta mayor en casa. Yo no era capaz de entenderlo. Pero recuerdo emocionado el cariño y saber con los que mi madre nos preparaba los alimentos (los veo, los huelo, casi los saboreo). Para ellos era una forma de religarse con el pueblo, con su comunidad de origen, de volver a ser campesinos, jornaleros. Lo que siempre fueron. No siento odio ni rabia pero sí resentimiento, mucho resentimiento, por las barbaridades que se han dicho en .Cat sobre ellos, sobre personas trabajadoras como mis padres, por “grandes líderes, por grandes “hombres” de la nación”.
8. Muertes olvidadas: un trabajador murió el pasado 27 de octubre en un accidente laboral al quedar atrapado bajo una grúa de gran tonelaje en la empresa en la que trabajaba en Castellbisbal (Barcelona). ¿Cuántas muertes silenciadas como esa en Cataluña y en el conjunto de España? ¿Muertes de segunda, de tercera?
9. Reseñando la novela inédita de Manuel Vázquez Montalbán (Los papeles de Admunsen, 26 años) recientemente publicada, nada menos que Jordi Gracia escribe en “La conmoción del origen” (se supone con conocimiento de causa y adjetivos): “La voz inminente de un Carvahlo aún no nato está ahí, está el cinismo escéptico y la ironía metódica, están la cocina y las recetas como tregua contra la vida, está el ajuste de cuentas contra el magisterio de intelectuales subidos a la parra de la soberbia y con la víscera del corazón más seca que un corcho (Manuel Sacristán), está la lucidez realista y pragmática frente al ensueño utópico y destructivo (los militantes antifranquistas caben en una furgoneta o un vagón de tren), está la interacción de la alta cultura y la baja cultura…”
Sobre la supuesta soberbia y “el corazón más seco que un corcho” del autor de Las ideas gnoseológicas de Heidegger y traductor de El Capital, puede verse el testimonio de un alumno suyo de Económicas comentando su actitud y sensibilidad en 1965, el año en que el joven Vázquez Montalbán escribió su novela: S. López Arnal: “La historia de una expulsión universitaria durante el franquismo. Entrevista con Pep Mercader Anglada» [2]. También la entrevista con Enrique Irazoqui, el Jesús de El Evangelio según San Mateo [3]
Montero González por su parte (“Los papeles encontrados de Vázquez Montalbán y la teoría de la alcachofa”) comenta (y comenta mucho mejor que Gracia): “Pero la cosa se complica cuando, sobre el joven Vázquez Montalbán recaen las sospechas de trabajar para el aparato represor franquista. Será Sacristán quien promueva dicha sospecha. Ahora, que el tiempo ha corrido, podemos desenredar el enredijo que se montó alrededor de todo aquello. Hay que hacerse el cuadro y situar a un joven Vázquez Montalbán trabajando en La solidaridad nacional, un periódico del Movimiento que lo lleva a estar a cada rato en comisaría para recabar información. Por estas cosas, a ojos de Sacristán, el joven Montalbán se convierte en un presunto confidente. Son tiempos asfixiantes donde cualquier duda pasa a ser una falsa certeza por obra y gracia del clima represor que se respira. Hay que hacerse el cuadro, ya dijimos… La relación dolorosa y tirante entre Vázquez Montalbán y Manuel Sacristán se deja entrever en uno de los capítulos del libro, el titulado Floricultura moral, donde el profesor Silvio es un trasunto de Sacristán y su discípulo Zoilo un alter ego de Vázquez Montalbán. Al principio, fueron entrañables, luego acabaron peleados y Zoilo termina con su vida trágicamente, no sin antes dejar constancia de la teoría de la alcachofa -que luego Montalbán retomará en su novela El laberinto griego– como metáfora de las distintas capas de la verdad.” [4].
Varias inexactitudes. Sabrán disculparme por la autocita: para la relación Manuel Sacristán y Manuel Vázquez Montalbán creo que les puede interesar: S. López Arnal, La observación de Goethe, Madrid: La Linterna Sorda,. 2015, 3er capítulo (con testiminios, entre otros, de Gregorio López Raimundo y Antoni Gutiérrez Díaz).
10. Sé que es un señor notario, un patricio catalán que se piensa de izquierda moderada, y tal vez siga siendo consejero de Caixabank (lo ignoro), pero no son muchas las tonterías que escribió José Luis López Burniol en su artículo del pasado sábado en La Vanguardia.
Un ejemplo de estas no tonterías: “Los ciudadanos que votaron el 23 de julio dijeron sí a esta amnistía. No estoy de acuerdo. La amnistía no iba en el programa del Partido Socialista, y un tema como este, de tanta trascendencia política y jurídica, así como de tantas connotaciones sentimentales, no puede aflorar ex novo en el trance agónico de conformar una mayoría parlamentaria.”
Tampoco en este paso que no conviene rechazar de entrada: “Porque creo (y esto es lo más grave de cuanto digo en este artículo) que la izquierda ha debilitado, al pactar con los separatistas, la defensa de España como un ámbito de solidaridad primaria (un espacio de redistribución) definido por la geografía y por la historia, en la que todos los españoles son iguales. Y sin la izquierda, que tan señalados servicios ha prestado a esta idea de España, nada será posible.”
III. Las reflexiones de tres amigos:
1. Tres preguntas de Antonio-Francisco Ordóñez Rivero: “Pensemos en cualquier institución que hubieses producido 440.000 víctimas de pederastria en nuestro país. ¿No estaríamos pidiendo su disolución? ¿Por qué no pasa lo mismo con la Iglesia católica? ¿Por qué, al menos, no se le retiran los privilegios de los que disfruta revisando los acuerdos con el Vaticano?”
2. José Luis Martín Ramos: “Para mí la amnistía había de ser una medida al final de un proceso de acuerdo político sobre la cuestión territorial; me desagrada que sea resultado de una negociación de investidura, preferiría que no lo fuera y reconozco que tendría un problema si la cuestión se pusiese a votación popular de manera aislada, específica. Dicho eso, aunque se firme ese acuerdo de amnistía no dejaré de votar a Sumar por ello, como no dejaré de votarlos por ser tan ambiguos en en conflicto de Ucrania, tan poco firmes -aunque solo fuera de palabra- en la cuestión de la OTAN,… No quiero que gobierne el PP-Vox y por mi parte haré lo único que está en mi mano para impedirlo: darle el voto al otro, es decir al PSOE-Sumar.
Sobre la cuestión de la autodeterminación. La amnistía cabe en la constitución, el derecho de autodeterminación no. Ese es un paso que no dará el PSOE. El acuerdo político requerirá un referéndum popular, pero ese acuetdo político no sera la independencia y no sería legal si no fuese votado por todo el pueblo soberano, el de toda España. Cualquier otro acuerdo sí que sería inconstitucional y por tanto sería papel moja.”
3. Del jurista, del doctor en Derecho Daniel Jiménez Schlegl: “Me imagino que el punto de coincidencia para explicar el apoyo de Junts a la causa genocida israelí (no entro en los motivos del apoyo del PP, Cs, Vox, que se sobreentienden, del PSC no tanto) lo podemos encontrar en la legitimación del discurso victimista del “pueblo históricamente oprimido”, cuyo derecho de existencia (y soberanía independiente) está por encima de la legalidad y, por consiguiente, garantizar ese derecho fin justifica cualquier tropelía criminal.
Al fin y al cabo, cuando la democracia y el derecho internacional flaquean, el conflicto entre “pueblos”, “naciones”, “religiones”, … acaba en la imposición del relato de la supervivencia (como “pueblo”, como “nación”, como “religión”…) frente una amenaza (interesadamente alimentada cuando es imaginaria y potenciada cuando es real). Y en esa dinámica la solución pacífica no la veo posible. Entiendo que la historia acaba en la victoria o la derrota de los defensores del relato de la “supervivencia”. Por consiguiente, en guerra de exterminio y/o subyugación.
Sin llegar a ese extremo en el caso del secesionismo catalán aquí, en el marco de la legalidad del estado de derecho, la solución quizás pase por la decadencia, y extinción por su propio peso, de la estrategia secesionista. Simultáneamente a esa decadencia debe imponerse racionalmente el criterio de la legalidad, que yo entiendo aquí como el sometimiento voluntario a unas reglas consensuadas de vida en común y de justicia (que garanticen la equidad).
Dicho de un modo más apologético: que el principio de legalidad de un estado democrático de derecho garantice esa supervivencia con fórmulas compatibles con el propio sistema democrático y de legalidad (que a su vez ha de garantizar como principios rectores la materialización de principios, libertades y derechos fundamentales. Conditio sine qua non de que podamos hablar de democracia no demediada). La idea (lismo?) es que ese sistema debería ser el poder “soberano” como garantía de supervivencia de todo el mundo (esto es, también de las minorías).
Los juristas debemos ser conscientes que, si bien necesitamos ese marco de seguridad para evitar/solucionar conflictos, la realidad, como bien dice Ramón, es una madeja compleja, multicausal, y que debemos aprender a convivir con los conflictos. Forman parte del “espacio público” común, es decir, el real (M. Delgado).
Lo que pasa es que (volviendo a Israel-Palestina) en ese conflicto, territorialmente pésimamente resuelto desde su origen, no existe ese techo “soberano” y el conflicto ha degenerado en una guerra genocida. Europa, como es habitual, es tan descarada e indignamente servil y rastrera, contribuye activamente a ese fin. Esa complicidad genocida es posible que la pague la población civil europea, siguiendo la lógica de Tierra Santa del ojo por ojo, con nuevos atentados. Otra situación de excepcionalidad más para ir menguando democracias.”
Notas
1) https://slopezarnal.com/miscelanea-28-x-2023-2/#more-10985
2) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=77866.
3) https://www.elviejotopo.com/topoexpress/entrevista-sobre-manuel-sacristan/