El caso de Washington es un ejemplo extremo de este doble discurso, pues mientras insiste en que desea la paz, ha entregado a su aliado ayuda militar por 18 mil millones de dólares, ha despachado costosas escuadras navales a proteger a las fuerzas armadas israelíes y a atacar a sus enemigos y, junto con París y Londres, ha bloqueado en el Consejo de Seguridad toda iniciativa que pudiera facilitar el fin del conflicto.
Es alarmante que Washington lleve su alineamiento hasta el punto de renunciar a su función diplomática en Medio Oriente, una región en la que tiene una responsabilidad no sólo por los desastres ocasionados en décadas de intervenciones, sino también por la cantidad de bases militares y tropas que mantiene ahí. Su parcialidad es motivo de un gran descontento entre la comunidad islámica, y ya provocó que Teherán, ante la falta de condiciones, renuncie al diálogo indirecto que sostenía con la superpotencia. Tal parece que Occidente está determinado a contemplar cómo se extiende y prolonga el peor genocidio en lo que va del siglo XXI, sin importarle que ahora la muerte se despliegue sobre Líbano, un integrante de la comunidad internacional que tiene derecho a la protección de su integridad, su soberanía y la vida de sus ciudadanos.
Editorial de La Jornada, 15 de octubre de 2024
Pero Israel ha dejado claro que para él, y para el titán militar estadounidense que lo respalda, no hay vuelta atrás. La semana pasada, el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Matthew Miller dijo la parte tranquila en voz alta: «Nunca hemos querido ver una resolución diplomática con Hamás».
Según cálculos «conservadores del proyecto Costes de la Guerra de la Universidad de Brown, Estados Unidos ya ha gastadomás de 22.000 millones de dólares en ayuda militar a Israel durante el año pasado.7.000 millones de dólares en ayuda militar a Israel durante el año pasado -equivalente a más de 10.000 dólares por cada hombre, mujer y niño palestino que vive en Gaza. Los bolsillos de Washington parecen no tener fondo.
Para Israel y Estados Unidos no hay líneas rojas. Lo mismo ocurre en las capitales europeas. Todas parecen dispuestas a continuar así hasta el amargo final.
Jonathan Cook (11 de octubre de 2024)
El horror, los asesinatos, la aniquilación, el exterminio, el miedo, la tortura,… en Gaza, Cisjordania, Líbano. Retransmisión en directo todas las noches (sin fiestas que guardar). Barbarie sumada a más barbarie delante de nuestros ojos. Genocidio en directo.
Otra cara de este criminal, descomunal e inhumano poliedro de muerte, horror y destrucción [1]:
La red de organizaciones medioambientales palestinas PENGON y la Universidad de Newcastle han publicado un informe donde denuncian un «ecocidio en Palestina». Según la investigación, una de las consecuencias del genocidio es el aumento en al menos dos veces de la salinidad en el agua de riego de las tierras de cultivo (perjudica el crecimiento de los olivos y las verduras). Los investigadores también detectaron cambios en la textura y estructura del suelo agrícola debido a los bombardeos, que provocaron la pérdida de fertilidad así como la contaminación con metales pesados tóxicos, como cromo, níquel, cobalto y plomo. Los ataques causan la quema del suelo “acabando con los organismos beneficiosos de la tierra”, lo que “mata árboles y deforma sus frutos y la materia orgánica desaparece totalmente con la sucesiva pérdida de fertilidad”. El informe de PENGON Amigos de la Tierra Palestina constata además que “el sector ganadero está completamente destruido por la falta de disponibilidad de alimento para el ganado”.
Otro de los grandes impactos de la criminal ofensiva: el surgimiento de al menos 63 vertederos no regulados al lado de campamentos de personas desplazadas (por la imposibilidad de acceder a los oficiales). Los vertederos acumulan unas 1,2 millones de toneladas de residuos sólidos, lo que representa “un inminente desastre para la salud pública”. Los residuos no tratados suponen “una fuente de transmisión de enfermedades, ya sea por contacto directo con niños o adultos o a través de insectos”. Han aparecido más de 72 estanques con aguas residuales sin tratar; las instalaciones de tratamiento fueron inutilizadas por el Ejército israelí.
Más del 50% de los niños en Gaza han contraído hepatitis A y son varias las enfermedades que se transmiten por el agua a la población. Además de hepatitis, se dan casos de vómitos, fiebre amarilla, tracoma, malaria o cólera. Se ha detectado también la presencia del virus de la poleo.
El informe denuncia también que las personas desplazadas no reciben más de 3 litros de agua potable diarios mientras que el agua disponible para otros fines disminuyó de 80 litros a 15/20 litros por persona al día. La contaminación está también llegando ahora a los embalses subterráneos, la principal fuente del agua para el consumo a través de algunos pozos municipales que aún quedan u otros de propiedad privada.
Hay más. Desde puntos de vista complementarios: las dimensiones de la barbarie (https://mondoweiss.net/2024/):
Genocidio israelí Día 374: Un ataque aéreo israelí contra un hospital de Gaza quema vivos a sus pacientes. Israel bombardeó refugios para desplazados en toda Gaza y puntos de distribución de ayuda en Yabalia. El número de muertos palestinos supera los 42.289, con 98.684 heridos desde el 7 de octubre, de los cuales el 33% son niños, el 18,4% mujeres y el 8,6% ancianos; al menos 115 niños palestinos han nacido y han muerto a manos de las fuerzas israelíes. Según el Ministerio de Sanidad libanés, 2.309 libaneses han muerto y más de 10.782 resultaron heridos en cientos de ataques aéreos israelíes en todo Líbano desde el comienzo de la escalada de hostilidades en septiembre de 2024. El miércoles 9 de octubre, los ataques aéreos israelíes incendiaron tiendas de familias desplazadas en Deir al-Balah y atacaron a palestinos reunidos para recibir ayuda en Jabalia y una escuela refugio en Nuseirat, matando a 36 personas, entre ellas 15 niños, en un solo día. Las fuerzas israelíes han matado a 12 palestinos en Cisjordania y Jerusalén Este desde la semana pasada y han detenido a 50 palestinos el pasado miércoles y el jueves en toda Cisjordania (más de 11.000 palestinos han sido detenidos desde el 7 de octubre). En Deir al-Balah, aviones no tripulados israelíes abrieron fuego contra tiendas de campaña de familias desplazadas en el perímetro del Hospital de los Mártires de al-Aqsa, provocando un incendio que se propagó por las tiendas, causando la muerte de al menos cuatro palestinos y quemando vivos a varios pacientes en sus camas de hospital. En las redes sociales aparecieron imágenes desgarradoras que mostraban a las víctimas envueltas en llamas y visiblemente moviéndose mientras yacían en camas de hospital mientras se quemaban vivas, con los gritos de los transeúntes incapaces de salvarlas debido a la conflagración.
Horror sobre horror, muerte sobre muerte. Ante nuestros ojos, diariamente.
Sigamos movilizados con Palestina (y el Líbano) en el corazón. ¡No pasarán, no pasarán!
Cojo el hilo de la página.
Tal vez no lo recuerden, quizás le parezca una broma del mal gusto, pero no es una broma, figura por escrito en la Constitución de 1978: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos”. Es el artículo 47, las cursivas son mías.
¿Qué política de vivienda, cuando las ha habido, han promovido ese derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada? ¿En qué momento los poderes públicos han promovido las normas pertinentes para hacer efectivo ese derecho? No parece difícil responder: la vivienda, a todos los efectos, lleva décadas siendo una mercancía más regida, por las “leyes económicas” conocidas (se calcula que la rentabilidad media es del 9,5% si se “invierte” actualmente en vivienda, cuatro o cinco veces más que las obligaciones o los bonos de Estado). El mal llamado “mercado libre” no solo no es la solución, sino que es un claro agravante.
Con un añadido: la especulación sobre este bien esencial para todos es mayor que nunca (más modernidad o variantes es siempre más capitalismo sin entrañas), especulación sin entrañas y negocio que no es difícil enmarcar en la ininterrumpida agresión anti-obrera de los grandes poderes a lo largo de estos casi 50 años. Si hace 50 años, en nuestro país, en Barcelona, un joven de origen obrero, sin herencias ni ayudas familiares, podía acceder con esfuerzo, trabajo y ahorro (¡y suerte!) a un alquiler asequible o a un piso de extensión media en el Ensanche barcelonés, pongamos por caso, hoy es un imposible metafísico, una pueril utopía en la que nadie cree. La gran ciudad (y ciudades no tan grandes) arroja cada vez más a más gente fuera de su contorno y de sus cercanías (próximos o no tan próximos).
Algunos datos de la situación que conocen y sufren (o ustedes directamente o personas amigas o familiares de sus alrededores):
1. Incremento del precio medio de la vivienda en los países de la OCDE en la última década: 95% (41% si descontamos la inflación). Incremento de los ingresos medios de las familias de esos países: 16%.
2. Inversión inmobiliaria internacional en 2022: 995.000 millones de dólares anuales (casi 1 billón de dólares). España es una de las primeras economías receptoras de esos fondos especulativos: en 2007, la compraventa de viviendas por extranjeros fue del 7%; en 2024 primer trimestre fue del 21%.
3. En nuestro país hay 26,9 millones de viviendas. Dado que el número de hogares es de 19,2 millones, hay casi 1,5 viviendas por cada familia u hogar. La acaparación de vivienda por algunos sectores sociales privilegiados o por empresas de negocios es obvia.
4. Con edades entre 20 y 30 años (el grupo de población con mayor porcentaje de preocupación por carecer de vivienda), hay 4,9 millones personas y, al mismo tiempo, 3,8 millones de viviendas vacías.
5. El Banco de España afirma que es preciso construir 600.000 viviendas, cuando en 2023 se acumulaban en nuestro país 447.691 sin estrenar; es decir, construidas, pero sin haber encontrado quien las comprara. ¿Quién garantiza que, si se construyesen las 600.000 viviendas nuevas que reclama el Banco de España, iban a ser habitadas por las personas que las necesitan?
6. El fondo de inversión Blackstone es propietario, por el momento, de 30.000 en España.
7. Los datos de .Cat en estas últimas dos décadas: los ingresos medios de la ciudadanía catalana han subido un 57,7%; la obra nueva de compra subió un casi un 172% (tres veces más); la compra de segunda mano subió casi un 123% (dos veces más); el alquiler se dobló (114%). En Barcelona, el alquiler de una sola habitación (con derecho a baño y cocina) supera los 600 euros.
8. La producción de vivienda de protección está lejos, muy lejos de la demanda: en la última década se han terminado unos 13.000 pisos públicos (una media de poco más de 1.200 al año), mientras en el mismo periodo los solicitantes de vivienda pública han sido 90.000 (y muchos ciudadanos no la solicitan porque saben que es casi imposible obtenerla).
No les abrumo con más datos. Sí con una historia breve (me inspiro a continuación en un caso real, el de un ex alumno de Manuel Sacristán, una de las personas que más y mejor conoce su obra): la situación afecta fundamentalmente a jóvenes de familias trabajadoras, pero no solo a ellos (y a ellas por supuesto). También personas adultas, ya jubiladas tras muchos años de duro trabajo, que se ven obligadas a dedicar más de la mitad de su pensión al pago del alquiler (¡sin vivir en Barcelona ni en proximidades!), están en la cuerda floja: con las renovaciones de contrato (en zonas supuestamente no tensionadas) se les exige incrementos de 200 o 300 euros más, con lo que no les queda otra que dejar la casa en la que han vivido muchos, muchos más y buscarse la vida en otra parte. ¿Dónde?
Se nos cuenta ahora que la cosa va en serio, que el gobierno central y los autonómicos se van a centrar en el tema, que se va a construir muchísimas viviendas públicas de alquiler social o de compra a precios razonables, asequibles a sueltos obreros medios. ¿No han oído nunca esa canción? En mi caso, muchas, muchísimas veces. ¿Esta vez será distinto? ¿Y por qué iba a ser distinto? ¿Poque han tomado buena nota? Cualquier escepticismo, incluso el más extremo, es aconsejable y razonable.
Como en tantas otras temáticas y sin olvidar, desde luego, que hay gobiernos más receptivos que otros (nada puede esperarse de una patronal, con grandes beneficios que, además, suelen construir mal, con bajos salarios y finalizando de cualquier modo), lo único que va a permitir avances en este terreno esencial para el vivir es la organización, las reivindicaciones razonables, los acuerdos, la búsqueda de apoyos, la unidad y la movilización social. Para entendernos: un 15-M de la vivienda que como el viejo topo no cese en su lucha y en sus objetivos esenciales… y que no se deje mecer ni engañar por cuentos ya conocidos.
Por lo demás, seamos o no seamos leninistas, recordemos que el revolucionario ruso habló en alguna ocasión del eslabón más débil. Sin pensar en revoluciones sociales que no están por ahora en el orden del día, la vivienda (en España y en muchos otros países) es uno de esos eslabones. Y hay que luchar y soñar.
Notas
(1) https://climatica.coop/investigacion-impactos-ambientales-genocidio-gaza/