Del historiador y miembro de Espai Marx, José Luis Martín Ramos.
Las encuestas se han equivocado las dos veces. Primero pronosticando la victoria de Milei y luego una lucha apretada entre Milei y Massa. Ha ganado Milei por once puntos y casi tres millones de votos de diferencia.
En segunda vuelta Massa solo ha conseguido 1,7 millones votos más. Ni siquiera la suma de las formaciones de izquierda con candidatura independiente. Milei ha obtenido 6,4 millones, más o menos la cifra de votos obtenidos en primera vuelta por la otra candidata de la detecha, sucesora de Macri, Patricia Bullrich (tuvo 6,3 millones). La participación apenas ha variado entre las dos vueltas, 380.000 menos en la segunda que en la primera; la suma de votos blancos y nulos, unos 800.000, no ha variado aunque han crecido los nulos sobre los blancos. Es evidente que una parte de votantes de izquierda se ha abstenido de votar en segunda vuelta, llevado quizás por el rechazo a Massa y la confianza en que este, a pesar de todo, ganaría. De todas maneras ni con esos votantes de izquierda que se han abstenido o han pidido votar blanco o nulo, habría ganado Massa.
Massa era un mal candidato, por su gestión como ministro de economía, nada popular y sí muy liberal; por su oportunismo político acreditado, por su ubicación en la derecha peronista. No era el candidato que podía competir con Milei por el voto de clases populares que pueda haber atraído, un voto que no es el mayoritario en su electorado, burgués, de clases medias mayoritariamente, pero que ha podido marcar la diferencia entre ganar y perder.
El peronismo siempre ha tenido dos almas, la burguesa y pequeño-burguesa y la proletaria. El desarrollismo industrialista las unió en la primera presidencia de Perón. Luego el desarrollismo autógeno se encasquilló en los sesenta y ni siquiera Perón pudo volver a unir las dos almas, caso de que hubiese querido, que no lo tengo claro. Perón rectificó a Cámpora y fue el que inició la represión de la izquierda peronista. Desde entonces el peronismo es un cuerpo fragmentado, sólo cosido por sus enfrentamientos electorales con sus rivales de siempre. Veremos si de este último desastre el peronismo es capaz de rehacer una unidad que no sea coyunturalista. Tengo dudas.
La victoria de Milei tiene dos lecturas. Confirma la nueva ola de derechas en América Latina, con la derrota del correísmo en Ecuador; la triste pero inalterada consolidación de Boluarte en Perú donde solo el fujimorusmo parece tener opción de ganar las próximas elecciones; el aislamiento de Petro en Colombia, frenado por un parlamento hostil; el freno también de la reforma democrática de Boric en Chile. La otra lectura es que la derecha y la extrema derecha han sumado sus fuerzas en Argentina y lo han hecho bajo el programa de Milei, ultraliberalismo disfrazado de canto a la libertad. Es significado que Milei diga que Argentina no empezó a ir mal con Perón sino con Yrigoyen, es decir, con quien consiguió la presidencia cuando se votó por primera vez mediante sufragio universal (aunque solo masculino). El programa de Milei es el de Liz Trus; veremos qué impacto tiene en la débil democracia argentina y ante la subordinación de la derecha a la extrema derecha. El descontento popular que va a producir su política difícilmente tendrá una solución parlamentaria. Milei no se irá como Trus. En todo caso pedirá la ayuda de la misma institución que en su día acabó con Yrigoyen…el ejército.