Seremos breves y puntillosos:
Punto uno.- El tema de la unidad de la izquierda transformadora es como el ajo: se repite; y como la cebolla hace llorar.
Punto dos.- Síndrome del “Yo no fui que fue Tantín, que fue mi hermano el chiquitín”: todos los partidos y organizaciones involucrados dicen desear la unión de la izquierda transformadora y todos dicen que la desunión es culpa de los otros.
Punto tres.- Querencia del desamor: las declaraciones y contradeclaraciones de las cúpulas de las organizaciones de izquierda sobre la unidad semejan las recriminaciones de las parejas rotas y los amantes despechados.
Punto cuatro.- Narcisismo primario: todo grupo de la izquierda transformadora se considera a sí mismo el centro atractor en torno al cual se producirá la anhelada unidad: yo Sol, tú planeta.
Punto cinco.- Dos son los temas que, entre molinos y gigantes, se alzan ante los líderes de la triste figura de la izquierda transformadora y que amenazan con descalabrarla y dejarnos a todos como a Sancho Panza en la Ínsula de Barataria: objeto de mofa, befa, bajos salarios, empleo precario y recortes de derechos sociales y políticos.
Punto seis.- Primero: la valoración del gobierno de coalición. Para unos es “una necesidad estratégica para garantizar la continuidad de cualquier proceso de transformación”; para otros el gobierno de Sánchez ha muerto y es una de las causas del crecimiento de la derecha extrema.
Punto siete.- Segundo: la enemistad, rayana en el odio entre Podemos y Sumar. Para unos, Sumar se constituyó para revitalizar una izquierda – Unidas Podemos – que daba muestras de agotamiento; para otros, Sumar se fundó para destruir a la verdadera izquierda: Podemos. Para unos, Podemos en la actualidad realiza una política sectaria y pretende minar el gobierno de coalición con fines electorales, haciendo así el juego a la derecha; para otros, Podemos es la única fuerza de izquierdas y Sumar es un mero apéndice del PSOE de la corrupción, la guerra y el bipartidismo que hace – espejito, espejito mágico – el juego a la derecha.
Punto ocho.- La unidad, ya con razón o ya sin ella, es un deseo generalizado entre sus potenciales votantes… con la excepción de un buen número de militantes y dirigentes de los grupos de la izquierda transformadora que se adhieren al principio: “Más vale solo que mal acompañado”, siendo siempre el otro la mala compañía.
Punto nueve.- El cierre de la ventana de oportunidad abierta en el 15M, el fracaso de un hipotético periodo constituyente, el agotamiento de las movilizaciones reivindicativas que surgieron en torno a la crisis económica del 2007/8 han dado lugar a un avance de la derecha extrema y a un significativo retroceso de la izquierda. Un cierre reaccionario de la crisis del bipartidismo se cierne sobre el país.
Punto diez.- La izquierda transformadora herida por sus propios errores y por la operación transformista del poder – institucionalización, fragmentación, verticalización, sectarización, desconexión con los de abajo – cada vez semeja más una pequeña elite política ensimismada en luchas intestinas, incapaz de elaborar un programa político a la altura de la crisis general que estamos viviendo. Cabezas de ratones, colas que ya no espantan ni a las moscas.
Todo esto se resume en dos: uno, no somos pocos porque estemos divididos, estamos divididos porque somos pocos; dos, o la izquierda transformadora vuelve a la gente, a los movimientos sociales, a las organizaciones de base y crea tejido civil progresista o… apaga y vámonos.