Un comentario de José Luis Martín Ramos sobre UE-Borrell-Lavrov

Será de su interés este comentario del historiador José Luis Martín Ramos sobre el reciente ‘encontronazo’ entre la diplomacia exterior de la UE (Josep Borrell) y el ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov.

Se le pueden dar diversas vueltas al asunto. La que le doy yo. El acceso de Biden a la presidencia ha generado expectativas de cambio en la política internacional, en el sentido de un retorno a las posiciones tradicionales de EEUU, que son de confrontación/contención con Rusia. Eso sucede cuando Rusia en ámbito internacional está crecida: su intermediación en Nagorno-Karabaj ha evitado una guerra y ha frenado a Turquía. Tiene una carta de reserva como árbitro en la confrontación irano-estadounidense. La vacuna Sputnik es un éxito multiplicado por el lío comercial -y de confianza- de la vacuna de Astra-Zeneca. La UE, Alemania, necesita el gas ruso….
Entre una cosa y otra, la UE cuyo perfil internacional se ha debilitado aún más durante la etapa Trump, no tiene política exterior, aunque tiene un «alto representante para asuntos exteriores». Y la carencia de política exterior se ha manifestado en la división entre palomas (Francia y Alemania) y halcones (los países del Este) ante Rusia. Borrell, que está entre los primeros -lo está él y lo está el gobierno de España-, ha querido tomar una iniciativa arriesgada que con cobertura de protesta era de mediación (uno no viaja en política internacional, si no es para mediar). ¿Lo ha hecho por sí y ante sí o alguien le ha soplado la oreja? Quien sabe: podría haber varios candidatos.
Sea como sea ha calculado mal sus fuerzas y no ha previsto la reacción del gobierno ruso, que le ha dado un portazo en las narices, no solo con lo que dijo Lavrov tomando a Borrell como español y no como «alto representante de la UE» sino con la expulsión de diplomáticos sin avisar mientras se celebraba la rueda de prensa. Para Putin-Lavrov el viaje de Borrell les ha servido en bandeja un golpe sobre la mesa de la UE sin desairar ni a Francia ni a Alemania. Menospreciar a un «alto representante» que en realidad no representa ninguna política concreta es barato. Siempre que, en un efecto boomerang, la UE o el grupo de las palomas no refuerce a Borrell.
¿Cómo sigue? La sangre no llegará al gas. Ese es el gran tema que está bajo las políticas de Alemania y Francia, que necesitan el gas ruso. La Unión Europea en su conjunto cubre sus necesidades energéticas con cerca del 60% de productos importados, entre los que el gas tiene tendencia a ser el más importante. Francia se sitúa un poco por debajo y Alemania un poco por encima; pero la desnuclearización en el abastecimiento de energía de Francia (proyecto Macron, que compartiría cualquier gobierno que le suceda) necesita a corto y medio plazo del gas ruso, hasta que las renovables que es el horizonte-señuelo no sean capaces de proporcionar toda la alternativa. Eso explica la posición de Merkel y Macron ante Putin. No sin diferencias. Francia no está de acuerdo con el segundo gasoducto que se está construyendo en el mar del Norte, promovido por Rusia y Alemania.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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