Sobre las manifestaciones de estos últimos días. Un comentario de José Luis Martín Ramos

Creo que les interesará. Del historiador José Luis Martín Ramos.

Creo que no es conveniente ni corresponde a la realidad entrar en una guerra de generaciones, ni en calificaciones que pueden ser peyorativas.
Se está haciendo un uso abusivo del artículo determinante y de la magnitud del episodio; la magnitud, no la trascendencia. No son los jóvenes o los estudiantes los que se manifiestan y los que acaban protagonizando los incidentes de violencia. Son unos estudiantes y unos jóvenes cuya representatividad es muy discutible por su condición de minoría. Trescientos estudiantes manifestándose en la UB representan un comportamiento muy minoritario, si no grupuscular. Y lo mismo pienso de los pocos miles que se han manifestado y los menos que han quemado hogueras y han saqueado, en el centro de Barcelona, de Girona… con comportamientos que, como Miguel, yo también considero lumpen como sacar piedras del pavimento de puente de Girona o intentar causar desperfectos en el Palau de la Música.
Minorías grupusculares que individualmente pueden ser respetables (no todas) pero no su comportamiento colectivo. Comportamiento que hasta ahora no puedo considerar representativos ni manifestaciones de una determinada generación. Y pienso que es un error considerarlo así.
¿Ruido y furia? Ha sido ruido y focos y sin los focos que les han puesto determinados grupos políticos y determinados medios no habría tenido la trascendencia que ha alcanzado y le estamos dando. Eso si que es representativo y manifestación de colectivos importantes que  han pensado legítimo amplificar el ruido para recuperarse de la frustración que ellos mismos han generado en buena parte.
Dos apuntes más.
Retengo una de las imágenes de la transición de manifestación a altercado violento: delante de un grupo con mezcla de generaciones, dos treinteañeros rodilla en tierra vigilan atentamente a los Mossos de enfrente; no puedo evitar recordar cuando los chechos y los del PCE (i) desbordábamos manifestaciones de CCOO  y de los comités de estudiantes, atacando la línea de policías o asaltando el rectorado. Los infiltrados más peligrosos no son los de la policía sino la de determinados grupos.
Segundo. El tema de la policía es otro y en efecto se ha de hablar de él porque su acción está desquiciada desde que Puigdemont y los suyos quisieron meterlos en su fregado… y lo consiguieron en parte. El incidente de la bola de foam es absolutamente lamentable por la consecuencia que tuvo, producto de una carambola desgraciada: un mosso se siente amenazado por una manifestante con una botella en la mano y reacciona de manera inadecuada disparándole una bola de foam. La manifestante la esquiva y la bola se estrella con la persona de detrás. Es un incidente que ha de analizarse, del que desconocemos la película exacta, que no podemos elevar a hecho general, como se hizo por parte de políticos oportunistas. Lo que sí podemos decir es que el foam no es tan inocuo -como no lo son las porras, el tanque de agua o los furgones policiales- pero conviene recordar que esos grupos que se rasgaron las vestiduras fueron los que dieron por buenos cambiar la bolas de goma por las bolas de foam. Es un incidente individual que lo que tendría que haber producido, en cualquier caso, es la autocrítica de quienes en vez de hacer eso descargaron su conciencia y su oportunismo criticando a los Mossos.
En cambio, no fue un comportamiento individual, espontáneo, sino colectivo y deliberado, el encapsulamiento de los manifestantes en Gracia. No conozco que JxCat y ERC hayan hecho críticas a eso. Si lo han hecho, mejor. Pero a esas alturas ya no importa que hablen o se callen. Me da la sensación de que el Govern en funciones y los partidos que lo apoyan perdieron ante Mossos la poca autoridad que les quedaba y los acabaron de enervar con acusaciones generales a partir de un incidente individual. Y los Mossos, con la autoridad del Govern a sus pies pero sintiéndose menospreciados por el Govern, decidieron que ellos iban a recuperar su propia autoridad y reafirmar su autoestima. Su cúpula se reunió, se reunieron luego con el Conseller, y por la tarde Trapero bajó a la manifestación y se produjo el encapsulamiento de Gracia. Al día siguiente Aragonés hizo, por fin, su intervención. El Govern han desquiciado a Mossos. Ese es un problema, como las bolas de foam, pero un problema mayor y mucho más grave porque puede conducir no a incidentes individuales sino a comportamientos colectivos. Y con las porras de pegar, que, como dice Soledad Bengoechea necesitamos hasta que domine la igualdad y el hombre nuevo, no se juega. 

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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