Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. El resumen de Rybar.
2. Palestina, hoy.
3. Mi imagen del día: comunismo y concentración solar.
4. Perfidia asiática.
5. Quod natura non dat..
6. Libro sobre la Unidad Popular y Chile.
7. Rendición de Ucrania.
8. El coche eléctrico no será la solución.
9. El análisis de Bhadrakumar de la cumbre del G-20.
10. ¿Hacia un golpe de estado militar en Israel?
11. E l peak oil según Birol.
12. Elecciones en Rusia.
1. El resumen de Rybar
Vídeo resumen del 11 de septiembre: https://twitter.com/rybar_
2. Palestina, hoy
Otra entrañable imagen de niños «israelíes» demostrando sus modales. Aquí se dedican a acosar a una turista cristiana: https://twitter.com/
Por eso, cuando crecen, son como este señor, que le dice a otro cristiano estadounidense que su religión le exige matarlo: https://twitter.com/
Pero con los americanos no se atreven. Con los palestinos no hay problema. Hace tiempo que no os envío nada de los niños que siguen asesinando. El último, este chaval de 15 años que quería ser rapero: https://twitter.com/
3. Mi imagen del día: comunismo y concentración solar.
Planta de concentración solar en China.
Fuente: https://twitter.com/
4. Perdidia asiática
No he corrido nunca una ultramaratón de 90 km, solo las maratones normalitas, y alguna Matagalls-Montserrat (83 km.) y Montserrat-Reus (100 km.), pero esas últimas eran andando. Aún así, puedo entender la refinada crueldad de esta tortura china: al acabar la carrera, hacer salir a los corredores subiendo una escalera…
5. Quod natura non dat..
Un ucraniano en EEUU se hizo un test genético para conocer su verdadera «ucraneidad». Los resultados no le gustaron -es más bien polaco- y pidió que le devolviesen el dinero. Como no quisieron, pegó fuego al laboratorio -literalmente-.
6. Libro sobre el gobierno de Unidad Popular y Allende
Desde la Unión de Editoriales de Izquierda, el libro “Allende. El Gobierno Popular”. Reúne el programa de la UP, los principales discursos de Allende y una carta de Gladys Marin. Prologado por@ElicuChihuailaf, se descarga de forma gratuita en este link: https://bit.ly/
7. Rendición de Ucrania.
Scott Ritter en este artículo para RT da por descontada, no una congelación del conflicto, sino una rendición incondicional de Ucrania.
Scott Ritter: Una derrota total de Ucrania es el único resultado posible de su conflicto con Rusia
A Kiev se le ofreció hace tiempo un acuerdo de paz, pero en su lugar optó por la guerra, alentada por sus partidarios occidentales. Ahora su destino está sellado
Scott Ritter
El 2 de septiembre se cumplieron 78 años de la ceremonia de rendición de la Segunda Guerra Mundial a bordo del USS Missouri en la bahía de Tokio. Este momento formalizó la capitulación incondicional de Japón ante Estados Unidos y sus aliados, y marcó el final del conflicto. Desde la perspectiva japonesa, se había prolongado desde el incidente del puente Marco Polo, el 7 de julio de 1937, que inició la guerra chino-japonesa.
No hubo negociación, sino una simple ceremonia de rendición en la que los oficiales japoneses firmaron documentos, sin condiciones.
Porque así es la derrota.
La historia debe estudiarse de manera que se intenten extraer lecciones del pasado que puedan tener relevancia en el presente. Como dijo George Santayana, el filósofo estadounidense: «Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo». El gobierno ucraniano de Kiev haría bien en reflexionar tanto sobre el precedente histórico sentado por la rendición incondicional de Japón, como sobre el consejo de Santayana, a la hora de considerar su actual conflicto con Rusia.
En primer lugar, Ucrania debe reflexionar honestamente sobre las causas de este conflicto y sobre cuál de las partes es responsable de los enfrentamientos. “Desnazificación» es un término que el gobierno ruso ha utilizado para describir una de sus metas y objetivos declarados. El presidente Vladimir Putin se ha referido en numerosas ocasiones al odioso legado de Stepan Bandera, el famoso asesino de masas y socio de la Alemania nazi al que los nacionalistas ucranianos de hoy en día consideran un héroe y casi un padre fundador de su nación.
El hecho de que la Ucrania actual considere adecuado elevar a un hombre como Bandera a tal nivel dice mucho de los podridos cimientos de la causa de Kiev y de la escasez de fibra moral de la nación en la actualidad. No se puede ignorar ni minimizar el papel desempeñado por los modernos partidarios de la odiosa ideología nacionalista del colaborador nazi en la promulgación de los acontecimientos clave que condujeron al inicio de la operación militar por parte de Rusia. Fueron los banderistas, con su larga relación con la CIA y otros servicios de inteligencia extranjeros hostiles a Moscú, quienes utilizaron la violencia para destituir al ex presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich, en febrero de 2014.
Del acto de violencia ilícita politizada surgió la integración de las fuerzas del genocidio étnico y cultural, manifestado en la forma de los actuales banderistas, que iniciaron actos de violencia y opresión en el este de Ucrania. Esto, a su vez, desencadenó la respuesta rusa en Crimea y las acciones de los ciudadanos de Donbass, que se organizaron para resistir el desenfreno de los nacionalistas ucranianos afiliados a Bandera. Siguieron los Acuerdos de Minsk y la posterior traición de Kiev y sus socios occidentales a la posible vía de paz que estos representaban.
Ucrania no puede desvincularse del papel desempeñado por los banderistas modernos en la configuración de la realidad actual. En esto, Kiev refleja a los militaristas del Japón Imperial, cuya ciega lealtad a los preceptos del Bushido, el «camino del guerrero» tradicional que se remonta a los samuráis del Japón del siglo XVII, contribuyó a empujar al país al conflicto mundial. Una de las obligaciones de Japón tras la rendición era purgar su sociedad de la influencia de los militaristas y promulgar una constitución que los desautorizara al declarar inconstitucionales las guerras de agresión y las fuerzas militares necesarias para librarlas.
El banderismo, en todas sus manifestaciones, debe ser erradicado de la sociedad ucraniana del mismo modo que el militarismo inspirado por Bushido fue eliminado de Japón, lo que incluye la creación de una nueva constitución que consagre esta purga como ley. Si no se hace así, el cáncer del banderismo sobrevivirá, supurando dentro del cuerpo derrotado de la Ucrania post-conflicto hasta que en algún momento futuro pueda hacer metástasis de nuevo y causar daño.
Este es precisamente el mensaje que estaba enviando Putin cuando, durante el Foro Económico Internacional de San Petersburgo el pasado julio, mostró un vídeo en el que se exponían públicamente los crímenes de los banderistas durante la Segunda Guerra Mundial. «¿Cómo podéis no combatirlo?» dijo Putin. «Y si esto no es neonazismo en su manifestación actual, ¿entonces qué es?», preguntó. «Tenemos todo el derecho», declaró el presidente ruso, «a creer que la tarea de desnazificación de Ucrania que nos hemos impuesto es una de las claves».
A medida que los medios del establishment occidental empiezan a hacerse a la idea del alcance y la escala de la eventual derrota militar de Ucrania (y, por extensión, de la realidad de una victoria militar rusa decisiva), sus supervisores políticos en Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea se esfuerzan por definir cuál será el final del juego. Habiendo articulado el conflicto ruso-ucraniano como una lucha existencial en la que está en juego la propia supervivencia de la OTAN, estos políticos occidentales tienen ahora la tarea de modelar la percepción pública de forma que se mitigue cualquier reacción política significativa y sostenida por parte de los electores que han sido engañados para tolerar la transferencia de miles de millones de dólares de sus respectivos tesoros nacionales, y miles de millones de dólares más en armas de sus respectivos arsenales, a una causa perdida y deshonrada.
Un aspecto clave de esta gestión de la percepción es la noción de una solución negociada, un proceso que implica que Ucrania tiene voz en cuanto al calendario y la naturaleza de la finalización del conflicto. Sin embargo, el hecho es que Kiev perdió esta voz cuando abandonó el acuerdo de paz alcanzado entre sus negociadores y sus homólogos rusos la primavera pasada, a instancias de sus amos de la OTAN, tal y como se lo comunicaron a través del entonces Primer Ministro británico Boris Johnson. La decisión de prolongar el conflicto se basó en el suministro a Kiev de decenas de miles de millones de dólares en ayuda y equipamiento militar. Las autoridades organizaron una movilización masiva, lo que significó que las tropas ucranianas superaban ampliamente en número a sus homólogas rusas.
Las nuevas fuerzas de Kiev, entrenadas y equipadas por la OTAN, consiguieron impresionantes avances territoriales durante una ofensiva otoñal. La reacción rusa consistió en estabilizar el frente y llevar a cabo una movilización parcial de sus reservas para acumular suficientes efectivos para cumplir la misión asignada desde el principio de la operación: la desnazificación y desmilitarización. La desnazificación es un problema político. La desmilitarización no lo es. En el caso ucraniano significa destruir de forma efectiva la capacidad de Ucrania para librar un conflicto armado a una escala significativa contra Rusia. Presumiblemente este objetivo implica también la necesidad de retirar de Ucrania toda la infraestructura militar de la OTAN, incluyendo equipos y material.
Rusia ha emprendido con éxito la desmilitarización de las fuerzas armadas ucranianas desde el inicio de la movilización parcial. Del mismo modo, el equipamiento que Occidente proporciona a Ucrania está siendo destruido por Rusia a un ritmo que hace insostenible su sustitución. Mientras tanto, la propia industria de defensa rusa se ha puesto en marcha, suministrando una gama de armas y municiones modernas más que suficiente.
La cruda realidad es que ni Ucrania ni sus aliados occidentales pueden soportar las pérdidas operativas en personal y material que está infligiendo el conflicto con Rusia. Rusia, por el contrario, no sólo es capaz de absorber sus pérdidas, sino de aumentar su fuerza con el tiempo, dado el gran número de voluntarios que se están reclutando en el ejército y el alto ritmo de producción de armamento. En algún momento no muy lejano, el equilibrio de fuerzas entre Rusia y Ucrania en el teatro de operaciones llegará a un punto en el que Kiev no podrá mantener una cobertura adecuada a lo largo de la línea de contacto, lo que permitirá que se abran brechas en la línea defensiva que Rusia, capaz de emplear reservas frescas, explotará. Esto provocará el colapso de la cohesión entre las tropas ucranianas, lo que muy probablemente dará lugar a una retirada precipitada hacia posiciones más defensivas que podrían establecerse al oeste del río Dniéper.
Ucrania, a través de sus acciones en 2014, perdió Crimea. Ucrania, y a través de sus decisiones en 2022, perdió el Donbass, Zaporozhye y Kherson. Y si Kiev persiste en extender este conflicto hasta que sea físicamente incapaz de defenderse, corre el riesgo de perder aún más territorio, incluyendo Odessa y Kharkov.
Rusia no entró en el conflicto con la intención de apoderarse de territorio ucraniano. Pero en marzo de 2022, Kiev rechazó un proyecto de acuerdo de paz (que había aprobado preliminarmente al principio), y esta decisión de renunciar a la paz en favor de la guerra llevó a Rusia a absorber Donbass, Zaporozhye y Kherson.
Como una de sus condiciones para comenzar a negociar la paz con Moscú, Kiev exigió la devolución de todos los antiguos territorios ucranianos actualmente bajo control ruso, incluida Crimea. Sin embargo, para lograr tal resultado, Ucrania tendría que ser capaz de obligar a su cumplimiento derrotando a Rusia militar y/o políticamente. Tal y como están las cosas, esto es imposible.
Lo que Ucrania y sus socios occidentales no parecen haber comprendido todavía es que los dirigentes rusos no están dispuestos a negociar por negociar. Putin ha enumerado sus metas y objetivos en relación con el conflicto: desnazificación, desmilitarización y no ingreso de Ucrania en la OTAN.
Esta es la realidad de la situación actual. Rusia está trabajando para alcanzar sus metas y objetivos declarados. Tal y como están las cosas, poco pueden hacer Ucrania o sus socios de Estados Unidos, la OTAN y la UE (el llamado «Occidente colectivo») para impedir que logre esos objetivos. Los plazos no dependen del calendario, sino de los resultados. Cuanto más tarden Kiev -y sus socios occidentales- en prolongar este conflicto, mayores serán los perjuicios para Ucrania.
Es hora de que Ucrania y sus socios occidentales avancen por la senda de la paz y la reconstrucción. Pero esto sólo puede ocurrir cuando Ucrania se rinda y acepte la realidad.
8. El coche eléctrico no será la solución.
Hacía tiempo que no os enviaba nada de «B», el «mago honesto». Me ha gustado su última entrada sobre los problemas del refinado del petróleo y la crisis del diésel, algo de lo que lleva años avisando Turiel.
Correcto por las razones equivocadas
B
Los principales medios de comunicación, las compañías petroleras y sus asesores nos siguen engañando hasta el punto del autoengaño. No sólo en lo que se refiere al cambio climático y sus causas, sino también sobre cuestiones de picos de oferta y demanda. El mensaje es claro: no cabe duda de que prevaleceremos como sociedad de alta tecnología para siempre, con o sin combustibles fósiles. Sin embargo, esta noción está impulsada por la ignorancia y el optimismo ciego. A lo que nos enfrentamos no es ni a un pico de demanda ni a un pico de oferta, sino a un colapso en el uso de la energía, algo completamente inadvertido por la mayoría de los comentaristas. ¿Es posible que, a pesar de todo, las previsiones de los defensores del pico de demanda de petróleo resulten ser correctas al final…?
Según una creencia errónea muy extendida entre los «expertos» de la industria y los expertos en economía, el aumento del parque de vehículos eléctricos reducirá la demanda global de petróleo en todo el mundo, hasta reducirla a cero en un par de décadas. Ya es hora de que nos informemos sobre el tema y empecemos a analizar la producción y el consumo de petróleo en su conjunto, sin centrarnos únicamente en los aspectos que más nos interesan (1). ¿Por dónde empezamos? He recopilado algunos puntos básicos que faltan por completo en los debates sobre el tema, para que pueda decidir por sí mismo si apuesta por que el pico de la demanda se produzca pronto.
Cualquiera que se interese mínimamente por el tema del refinado del petróleo sabe que el petróleo no es polvo mágico de hadas. No se pueden desear partes de él ni conjurar cosas a voluntad. Tiene una composición química determinada que va desde las sustancias ligeras utilizadas en la producción de plásticos hasta el asfalto, pasando por la gasolina, el gasóleo, el combustible para aviones, el fuelóleo pesado y los lubricantes. Mientras que descomponer sustancias más pesadas (que se encuentran más abajo en la lista anterior) es técnicamente posible con mucha energía y aportes adicionales de hidrógeno (normalmente ambos procedentes del gas natural), fusionar componentes más ligeros en otros más pesados es prácticamente imposible (se puede hacer en un laboratorio, pero nunca a escala económica debido a los grandes aportes de energía y las pérdidas). En pocas palabras: hay una cierta proporción de gasolina y gasóleo [o diésel] (y otros derivados del petróleo) en cada barril de petróleo, una proporción con la que no se puede jugar demasiado.
Los vehículos eléctricos sólo sustituyen al uso de gasolina. El gasóleo, utilizado en el transporte de larga distancia, desde camiones a locomotoras y barcos, no puede ser sustituido ni por baterías ni por hidrógeno. (Lo mismo ocurre con el combustible para aviones.) Y aunque se pueden realizar transportes de corta distancia (los llamados «milk runs») con camiones eléctricos -que llevan un paquete de baterías de tres toneladas y cuestan 5 veces más que un vehículo diésel-, no se puede transportar nada más allá de un par de cientos de kilómetros utilizando únicamente electricidad. Los camiones y el combustible son sólo la mitad del coste de explotación de un vehículo de transporte de mercancías, la otra mitad proviene del salario del conductor y del seguro. Ahora bien, ¿se imagina dirigir con éxito un negocio de transporte de mercancías si tuviera que parar cada dos o tres horas (o cada 150 millas) para cargar su camión durante una hora y media (incluso con un cargador rápido)? Bueno, supongo que empiezas a entender lo que quiero decir.
La fabricación de vehículos eléctricos requiere más minerales (níquel, cobalto, grafito, cobre, etc.) que sus homólogos con motor de combustión interna. Dado que la extracción y el transporte de estos minerales se realiza casi exclusivamente con motores diésel (que los trenes de tracción eléctricos no pueden sustituir por las razones antes mencionadas), la demanda de diésel aumentará de hecho con una mayor adopción de los vehículos eléctricos. Sabiendo que la proporción de gasóleo y gasolina en un barril de petróleo es prácticamente fija, un aumento de los volúmenes de producción de vehículos eléctricos aumentaría la demanda de petróleo, por paradójico que parezca.
Un aumento de la demanda de minerales preciosos también provocará inevitablemente escasez y subidas de precios, no sólo en el caso de los metales para baterías, sino también del gasóleo. Cuanto mayor sea la demanda, más costoso será satisfacerla. Atrás quedan los días del combustible barato y de la producción minera fácilmente ampliable. Lo que queda por extraer se encuentra cada vez más lejos de la civilización y en concentraciones cada vez más bajas. Como resultado (gracias a este mecanismo de retroalimentación directa), los costes de las materias primas para los vehículos eléctricos aumentarán aún más, poniendo fin a la caída de los costes de las baterías experimentada en las últimas décadas. Además, ¿te has preguntado alguna vez si existen físicamente suficientes reservas de metales para cubrir toda esta demanda?
Además de una demanda de gasóleo cada vez mayor, hay millones de razones más por las que no se puede reducir la producción de petróleo, aunque se piense que con el tiempo todo el transporte podrá electrificarse o que todos los metales necesarios podrían conjurarse mágicamente en los almacenes de todo el mundo. Para empezar, seguirás necesitando plásticos para cubrir los interiores, fabricar los asientos, los neumáticos, aislar los cables, pintura y lubricantes (no, el aceite vegetal tampoco es un sustituto); por no hablar del asfalto, un ingrediente clave del pavimento de las carreteras modernas. (A no ser que quieras cubrirlo todo de hormigón, pero entonces te quedarás sin arena enseguida). Reconozcámoslo: el petróleo se ha convertido en una materia prima indispensable en sí misma, además de ser parte integrante de la tecnología moderna del transporte. Prescindir de una parte (la gasolina) no soluciona nada. En absoluto.
A pesar de todos estos obstáculos, supongamos que la transición al VE sigue teniendo éxito de alguna manera. (Aunque espero que haya una escuela en algún lugar entrenando ejércitos de magos que dominen el arte de la prestidigitación para que eso ocurra). Ahora, se plantea la pregunta: ¿qué deberíamos hacer con todo ese excedente de gasolina, desplazado por los VE? ¿Quemarla? Pero entonces, ¿por qué tanto alboroto? ¿Deberíamos bombearla de nuevo al subsuelo, con la esperanza de que nunca se filtre a las aguas subterráneas? (Créeme, lo hará.) En épocas anteriores, la gasolina era un subproducto industrial del refinado del aceite de las lámparas, y se vertía en ríos y arroyos, hasta el punto de que a veces estas aguas se incendiaban. En realidad, el invento de Carl Benz ha encontrado una «solución» a este candente problema medioambiental al combustionar este peligroso contaminante en los vehículos personales. (Y contribuyendo así al cambio climático… como suele ocurrir con las «soluciones» que crean más y mayores «problemas» de los que resuelven; pero ésa es otra historia).
La respuesta a la pregunta anterior procede de la propia teoría económica. William Stanley Jevons afirmó, ya en el siglo XIX, que si se utiliza un recurso de forma más eficiente, en realidad aumenta su consumo. Hizo esta observación con el carbón: al diseñar máquinas de vapor más eficientes, los ingenieros en realidad hicieron que esas máquinas fueran más asequibles para una amplia gama de empresas. El elevado consumo de combustible dejó de ser un factor disuasorio, y así cada vez más empresarios decidieron comprar una de estas máquinas sibilantes, más viajeros eligieron el tren cuando los precios de los billetes empezaron a bajar, y más barcos se reconvirtieron para utilizar este combustible. El resultado final: más consumo de carbón que nunca. En igualdad de condiciones, cabe esperar lo mismo con una adopción cada vez mayor de los vehículos eléctricos. Dado que las refinerías trabajan con una proporción más o menos fija entre productos, en caso de auge de los vehículos eléctricos la gasolina sufriría de repente un exceso de oferta. Tan pronto como el precio del combustible, una sustancia comercializada en todo el mundo, empezara a bajar en paralelo a la caída de la demanda en las regiones acomodadas del mundo, cada vez más gente de África, América Latina y Asia podría permitirse un coche o cambiar la bicicleta por una moto. Recuerden: los motores de combustión interna siempre serán más baratos de fabricar que los eléctricos, por lo que combinados con gasolina barata se convertirán en la opción obvia para muchos. Por lo tanto, una mayor adopción de los vehículos eléctricos en las regiones más ricas del mundo provocaría una mayor demanda de gasolina en otros lugares, lo que llevaría a agotar hasta la última gota toda la oferta disponible.
Los vehículos eléctricos tampoco funcionan con aire. Necesitarían un aumento masivo de estaciones de recarga y redes eléctricas. En 2022, se consumieron en Estados Unidos unos 134.500 millones de galones de gasolina de motor terminada. Si trasladamos esta cifra a la demanda de recarga de vehículos eléctricos, esto supondría la friolera de 1024 teravatios de electricidad (2), lo que requeriría un aumento del 25% de la potencia suministrada a la red. Y no sólo significa una cuarta parte más de suministro, sino un 25% más de líneas de transmisión, transformadores gigantes, aparamenta, de todo. Como las energías renovables por sí solas no pueden cubrir ese aumento (debido a la intermitencia) habría que añadir también más centrales eléctricas de gas natural. Todo este equipamiento adicional tendría que pagarlo, por supuesto, el usuario final. ¿Quién si no? ¿Elon Musk? Por tanto, cabe suponer que los precios de la electricidad aumentarían significativamente, mientras que los de la gasolina bajarían. En todo caso, esto por sí solo bastaría para actuar como una retroalimentación negativa en la adopción del VE.
Entendiendo todo esto, no nos dirigimos hacia una utopía totalmente eléctrica, sino hacia un equilibrio inestable entre los VE y los coches de gasolina. Las ventas de vehículos eléctricos se asentarán lentamente en torno a un determinado porcentaje de las ventas totales de vehículos, ya que esta tecnología también alcanza un punto de rendimiento decreciente. Una cierta penetración en el mercado, por encima de la cual los costes de ampliar la red, añadir nuevas infraestructuras de recarga, abrir nuevas minas para cubrir el aumento de la demanda de metal, quemar más gas natural para aumentar el suministro de electricidad, etc. superan los beneficios netos proporcionados por los VE, lo que impide un mayor crecimiento de las ventas. Como contrapartida, la gasolina se abaratará, lo que animará a la gente a conducir vehículos más tradicionales.
Como señal ominosa de todo esto, y de que los fabricantes de automóviles podrían haberse entusiasmado un poco más de la cuenta con los VE (gracias a las generosas subvenciones del Gobierno), la oferta de vehículos eléctricos supera ahora significativamente a las ventas. Los concesionarios tienen cada vez más coches difíciles de vender a la espera de ser cargados. Mientras tanto, la demanda de gasolina por parte de los consumidores estadounidenses aumenta, y la de gasóleo se desploma. Para mí, estos no son exactamente los signos reveladores de una transición exitosa del VE. Más bien, que a pesar de toda la palabrería alegre, los subsidios y los «actos de reducción de la inflación», la economía verde no está ni siquiera cerca de ir bien, por no hablar de estar en la cúspide de una «revolución». De nuevo, si la electrificación tuviera sentido económico más allá de unos pocos nichos, no harían falta subvenciones y veríamos un repunte en el uso de recursos y energía a medida que se desarrolla la transformación. Nada de eso ocurre ahora.
La razón es, como siempre, falsas suposiciones. Todo el optimismo anterior sobre los VE se basaba en un mundo ideal, en el que todas nuestras demandas de materias primas y petróleo podrían satisfacerse durante la transición. La realidad es que la producción de petróleo de EE.UU. alcanzará su punto máximo antes del final de la década, y otras naciones productoras de petróleo empezarán a racionar las exportaciones para ahorrar combustible para su consumo. La obtención de petróleo es cada vez más intensiva en energía, ya que las reservas tradicionales, baratas de producir, dan paso a otras más complejas y caras de obtener. Para no arruinarse extrayendo estos yacimientos de petróleo cada vez más caros a un precio de venta relativamente bajo, las empresas estatales (como Saudi Aramco) están reduciendo bastante la producción y las exportaciones (3).
Como yo y otros como Gail Tverberg seguimos diciendo: el petróleo se ha vuelto poco a poco demasiado costoso de obtener para los productores, al mismo tiempo que los consumidores simplemente no podían pagar más. Dado que el precio del petróleo se incorpora a cada uno de los productos que compramos, el petróleo caro simplemente frena el consumo a través de productos y servicios. También frena su propia producción a través de la inflación de los equipos de perforación y de los trabajadores que exigen salarios más altos -como compensación por la subida de los precios de los alimentos y la energía-, todo ello debido, en última instancia, al encarecimiento del petróleo. Si esto le parece un círculo vicioso, no está del todo equivocado. La energía es la economía, y si cada vez se necesita más energía para obtener la misma cantidad de energía, es sólo cuestión de tiempo que todo este lío nos explote en la cara. Bienvenidos a la gran y loca carrera por la energía, que acabará provocando un colapso en el uso de la energía. En todas partes.
La industria petrolera ya está en su «fase de sentencia de muerte», marcada por un colapso a cámara lenta de la exploración y extracción tradicionales de petróleo. No porque los vehículos eléctricos se estén comiendo la demanda de petróleo -eso es técnicamente imposible, como hemos visto-, sino porque las nuevas reservas requieren cada vez más energía y recursos para explotarlas, y exigen más inversión que nunca en la historia. La lenta agonía de esta industria antaño rentable ha provocado inevitablemente cuellos de botella en la oferta, que ahora dan lugar a picos de precios seguidos de fuertes caídas. En este entorno, agravado por unos tipos de interés cada vez más altos, el rendimiento monetario de las inversiones se hace poco a poco imposible de planificar, y sólo se ejecutarán los proyectos más seguros. Como las razones se encuentran en la geología y la física, arrojar más dinero ayudará sólo temporalmente. A medida que la situación empeore año tras año, con la consiguiente escasez de nuevos suministros en línea, el declive natural de los viejos pozos tradicionales nunca se compensará totalmente. Como consecuencia, la oferta de petróleo empezará a disminuir, a pesar de que las compañías petroleras aún disponen de una tonelada de reservas probadas sobre el papel, que durarán otro medio siglo (teóricamente).
La crisis energética mundial podría dar la razón a Tony Seba, defensor de la demanda máxima de petróleo y uno de los cofundadores de RethinkX, pero por razones equivocadas. Al fin y al cabo, no sería en absoluto inconcebible que, en una situación de deterioro energético, la gente prefiriera vender sus vehículos y optar por el transporte como servicio (TAAS, por sus siglas en inglés: car sharing) en su lugar. Y, como predice Seba, es muy posible que lo veamos:
El TAAS constituirá el 60% del parque automovilístico estadounidense (no poseerás nada y serás feliz).
El número de vehículos de pasajeros en las carreteras estadounidenses descenderá de 247 millones en 2020 a 44 millones en 2030
Como resultado, se fabricará un 70% menos de turismos y camiones al año, las cadenas de suministro de los fabricantes de automóviles mundiales se reducirán a una fracción de su tamaño actual, dejando a millones de personas sin trabajo, con efectos dominó en todas las economías nacionales.
Bienvenidos al colapso económico del otrora poderoso Occidente. BMW ya está dando la voz de alarma. (El hemisferio oriental resistirá un tiempo, pero al cabo de una o dos décadas también sucumbirá a la realidad del agotamiento de los recursos y la energía). Sin duda, el uso compartido del automóvil ayudará a mitigar en cierta medida los efectos negativos de nuestro declive energético mundial, hasta que la situación en la que nos encontramos empiece a afectar realmente a la extracción y fabricación de materiales. Nos enfrentamos a un déficit masivo de combustible para el transporte, que ninguna fuente nuclear, de fusión o «renovable» puede compensar. A medida que el excedente de energía de los combustibles líquidos se desvanezca por el retrovisor, su uso se limitará cada vez más a lo esencial (es decir, la guerra y la agricultura), poniendo fin a la fantasía de electrificar el Titanic mientras se hunde lentamente en el Atlántico.
Hasta la próxima,
B
Notas:
(1) No soy geólogo del petróleo, pero he leído y escuchado lo suficiente a quienes sí lo son como para insertar aquí mis objeciones. Por cierto, la mayoría de los economistas neoclásicos que difunden esta teoría tampoco son científicos, así que al menos en este aspecto estamos en igualdad de condiciones. Dicho esto, el nivel de ignorancia de los teóricos de la demanda máxima y de los tecnooptimistas es tan evidente que hay que ponerles en evidencia y cuestionarles, pase lo que pase.
(2) El consumo medio de los coches nuevos en 2021 fue de 25,4 mpg. Dado que también hay vehículos más antiguos en la carretera (con mpg-s mucho peores) podemos calcular con una media 22 millas recorridas por galón consumido. Así, los 134.550 millones de galones consumidos en 2022 se traducen en 2.960 millones de millas recorridas. Ahora bien, un VE medio recorre una milla consumiendo 315 Wh de electricidad (196 Wh/km). Calculando con una pérdida de carga media del 10%, esto se eleva a 346 Wh/milla. Por tanto, sería necesario extraer de la red la friolera de 1 024 194 mil millones de Wh (o gigavatios) de electricidad para sustituir todo el consumo de gasolina por electricidad (es decir, 1024 teravatios o 1 petavatio). A modo de comparación, Estados Unidos consumió 4050 TW (4 billones de kwh) de electricidad en 2022. Por tanto, la conversión a todos los vehículos eléctricos aumentaría la demanda en una cuarta parte de esa cifra.
(3) Mientras tanto, como consecuencia directa de los recortes de producción y las sanciones saudíes, los márgenes de refino están aumentando en Europa debido a la falta de petróleo adecuado (semipesado) del que obtener destilados medios (gasóleo y combustible para aviones). En este caso, el aumento de la producción de esquisto estadounidense tampoco es la panacea, ya que produce sobre todo destilados ligeros. Europa se ha metido en un callejón sin salida y ahora no parece encontrar la forma de salir de este embrollo.
9. El análisis de Bhadrakumar de la cumbre del G-20
Publicado en su blog y también en RT. Insiste en un posible acercamiento entre EEUU y Rusia-China con India como mediador, a la vez que intenta acercarse también al Sur Global. A Ucrania le toca pagar el pato. Como en tantas ocasiones, incluye numerosos enlaces que se pueden seguir en el original.
US stoops to conquer Global South with some Indian help – Indian Punchline
Posted on septiembre 11, 2023 by M. K. BHADRAKUMAR
Estados Unidos se lanza a la conquista del Sur Global con ayuda india
El impacto de la Cumbre del G20 celebrada en Nueva Delhi los días 9 y 10 de septiembre se medirá por el consenso alcanzado en relación con el conflicto de Ucrania.
Se reconoce ampliamente que este resultado es una hazaña notable que ha sido posible en gran medida gracias a la percepción de que Estados Unidos y el bloque occidental han cedido. Esto tiene enormes consecuencias para la política internacional.
Sin embargo, si se examina más de cerca, también surge una pregunta tentadora: Las tres frases de la Declaración de Delhi sobre Ucrania, que favorecen la posición de Rusia en el conflicto, ¿significan un cambio en el enfoque occidental de las hostilidades y, en concreto, dan un cierto empujón a Kiev para que negocie?
De hecho, estamos asistiendo a una extraña alineación: tanto Rusia como Estados Unidos han elogiado la declaración del G20, mientras que Ucrania se ha quejado de que «no era nada de lo que sentirse orgullosa».
Tanto en los prolegómenos de la cumbre de Delhi como durante su celebración, los líderes occidentales no han proferido los ataques contra Rusia ni los arrebatos emocionales artificiosos a los que están acostumbrados. Incluso la superburócrata de la UE, Ursula von der Leyen, fue la paciencia personificada, como si siguiera el ejemplo de Washington. Me viene a la mente el curioso incidente de la famosa historia de Sherlock Holmes: «El perro no hizo nada por la noche».
De hecho, la tendencia perceptible ya se había manifestado durante la atípica visita de dos días a Kiev del Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, el pasado miércoles, y la sesión informativa a bordo del Air Force One del Asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, al día siguiente, sobre la próxima estancia del Presidente Joe Biden en Delhi para asistir al G20.
La Casa Blanca había dado quizás una pista significativa incluso antes, el 22 de agosto, cuando su declaración anunciando la visita de Biden a la India subrayó que «durante su estancia en Nueva Delhi, el presidente Biden elogiará también el liderazgo del primer ministro Modi en el G20 y reafirmará el compromiso de Estados Unidos con el G20 como principal foro de cooperación económica, incluso acogiéndolo en 2026».
Baste decir que no hay duda de que EE.UU. quería que la Cumbre del G20 fuera un gran éxito -y «empoderar» al primer ministro indio, Narendra Modi, en la arena geopolítica como líder del grupo- una vez que se supo que Biden no tenía ningún grupo de pares compitiendo por un espacio en la reunión durante su visita de cuatro días a Delhi.
La cuestión es que, en el rápidamente cambiante entorno internacional, en el cálculo estadounidense, el G20 ha cobrado vida inesperadamente como el único foro disponible hoy en día para que Occidente (los miembros del G7) «(re)conecte» con China y Rusia, así como con el Sur Global. Cuando los BRICS empezaron a surgir a pasos agigantados, de repente el espectro de la extinción se cernió sobre el foro.
Un rasgo distintivo de la cumbre de Delhi, de hecho, es que la diplomacia estadounidense se movió en tándem con la troika de los BRICS: India, Brasil y Sudáfrica. La foto de familia de la troika flanqueada por Biden, a la izquierda, y el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, a la derecha, proyectaba su carácter político.
No nos equivoquemos, Estados Unidos está llevando a cabo una audaz corrección de rumbo en su acercamiento al Sur Global, especialmente a África, anclada en la realidad geopolítica del creciente desafío que plantean China y Rusia al tratar de monopolizar ese espacio geopolítico. Ciertamente, las incipientes agitaciones anticoloniales en África también encierran últimamente oscuros presagios, dadas sus profundas implicaciones para la prosperidad económica de Europa.
Así, en rápida sucesión, están surgiendo las manifestaciones de un patrón de «nuevo pensamiento»:
la «Asociación Estratégica Integral con fines de paz, cooperación y desarrollo sostenible» entre Estados Unidos y Vietnam
- el nuevo Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (aquí y aquí);
- la Asociación para la Infraestructura y la Inversión Mundiales (integrada por EE.UU., la Unión Europea, Francia, Alemania, India, Italia, Japón, Mauricio, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y el Banco Mundial);
- el Corredor Lobito;
- «la nueva iniciativa con los socios del G20 para remodelar y ampliar fundamentalmente el Banco Mundial a fin de lograr más eficazmente la reducción de la pobreza y el crecimiento económico integrador».
Todo ello en un plazo de 48 a 72 horas. La sensación de urgencia es palpable. El mensaje no puede ser más claro: Estados Unidos busca un papel de liderazgo en el compromiso con el Sur Global y, en este cambio de paradigma, Biden considera a Modi un aliado clave.
Por supuesto, esto sólo ha sido posible gracias a las incipientes señales procedentes de Delhi en los últimos meses de su voluntad de acelerar y cimentar su asociación estratégica con Estados Unidos como aliado global, lo que ha sido, al menos en parte, una consecuencia de las tensiones entre India y China y una consecuencia directa de la valoración india de que la estrategia Indo-Pacífica de la administración Biden es real después de todo, y que tiene un potencial sin fisuras para servir a los intereses indios sin ser una confrontación con China.
Teniendo en cuenta lo mucho que está en juego en el lanzamiento de este nuevo enfoque de política exterior para sinergizar las relaciones de Estados Unidos con el Sur Global, no es realmente un gran problema que Biden tirara a Ucrania debajo del autobús durante las negociaciones sobre la declaración del G20. Abrió una vía en la que la táctica y la estrategia podrían confluir en favor de los intereses fundamentales de Washington.
Pensemos en lo siguiente:
- Ucrania ha sido siempre un socio exigente y todo lo bueno se acaba. Ucrania no puede ni debe dictar las prioridades de la política exterior estadounidense.
- Sin duda, el fracaso de la «contraofensiva» de Kiev, de tres meses de duración, ha sido a escala industrial, con cerca de 70.000 muertos en el conflicto hasta ahora, según estimaciones occidentales favorables a Ucrania. La responsabilidad -moral y política- recae en gran medida en Estados Unidos, algo que ya no puede ocultarse a la conciencia mundial.
- Mientras tanto, los países de la OTAN han rebuscado hasta el fondo de sus arsenales de armas. Seguir por el camino persiguiendo espejismos incipientes es inútil y carece de sentido, y sólo puede herir de muerte la estrategia Indo-Pacífica, que puede repercutir en el equilibrio estratégico mundial.
A los ojos de los medios occidentales, la India, anfitriona del G20, sigue siendo una sucia colonia
- La inminente ofensiva rusa debe ser detenida de alguna manera, ya que su consecuencia inevitable será la «desmilitarización» y la «desnazificación» de Ucrania, el desalojo definitivo de la OTAN de suelo ucraniano y la eliminación de la actual estructura de poder visceralmente hostil en Kiev, que sirve como apoderado de EE.UU. y la OTAN.
- La prioridad número uno hoy, por lo tanto, es congelar el conflicto de Ucrania en la etapa actual en la que Rusia aún no ha logrado cumplir sus objetivos originales de control total de Donbass y la «desmilitarización y desnazificación» de Ucrania -además de impedir la futura adhesión de Ucrania a la OTAN-, mientras que, por otro lado, la alianza occidental aún conserva la opción de seguir comprometida con Kiev en relación con los asuntos pendientes de la guerra desde el ángulo de la seguridad europea.
Estas consideraciones motivaron el atípico y no anunciado viaje de dos días a Kiev los días 6 y 7 de septiembre de Blinken con vistas a transmitir el doble mensaje de Biden de que, mientras Washington seguirá reforzando militarmente a Ucrania, Kiev debe entablar un diálogo con Moscú -en consonancia con el acertijo estadounidense de «nada sin Ucrania».
Sin duda, se trata de un trago amargo para el régimen de Kiev, amamantado con la descabellada idea de derrotar militarmente a Rusia. Pero, ¿cuál es la alternativa? Ucrania no es más que un interno permanente en la Unidad de Cuidados Intensivos de los cuidados paliativos de Estados Unidos, y la ofensiva rusa significará su asfixia.
Sin duda, debe haber una lección en todo esto para la troika del G20, los BRICS y el Sur Global. Biden ha empezado a jugar duro para ganar las elecciones de 2024.
(Este artículo apareció originalmente en RT, titulado «EE.UU. cambia de rumbo en el Sur Global, pero sólo para mantener la dominación», 11 de septiembre de 2023)
10. ¿Hacia un golpe de estado militar en Israel?
Artículo de Alastair Crooke, un antiguo diplomático británico ahora muy crítico con el imperialismo y residente en Oriente Medio, sobre las crecientes crisis políticas en Israel. El nuevo gobierno ultraderechista tampoco quiere la solución de los dos estados, y piensa en un «Israel» exclusivamente judío.
La coalición de Netanyahu se lanza a la provocación, mientras EE.UU. se recrudece en Siria
Alastair Crooke
Fuente: Al Mayadeen Español
9 Sep 2023 14:29
Los temores en materia de seguridad entre la casta militar profesional de «Israel» son muy reales. Hay tensión en el norte con el Líbano, crecientes tensiones con los palestinos, y Siria está al borde de una ruptura importante.
La coalición gobernante de «Israel», encabezada por Netanyahu, se está moviendo agresivamente para establecer estructuras políticas y de seguridad en Cisjordania que excluyan la posibilidad de una solución de dos Estados para el conflicto palestino-israelí.
El objetivo estratégico es remodelar el Estado israelí para afirmar la primacía judía sobre todo «Israel» y sobre los territorios palestinos ocupados por Israel. Esto significaría la atenuación, o incluso la eliminación, de los derechos civiles palestinos.
El ministro de Finanzas Smotrich ha empezado a referirse a la solución de los dos Estados como una «fantasía», que debe ser aplastada «por las buenas o por las malas (es decir, «con hechos»: mediante un aumento masivo de los asentamientos)». Así, para «dejarlo claro para todos, … [subraya] el sueño árabe de un Estado en Judea y Samaria [Cisjordania] – ya no es viable».
El co-ministro Ben-Gvir ha ampliado: «Mi derecho, el derecho de mi mujer y mis hijos a moverse por Judea y Samaria es más importante que la libertad de movimiento de los árabes». Esta es la consolidación del apartheid en la Palestina ocupada.
Para dejar aún más claro su punto de vista, Ben-Gvir invitó provocativamente a los ministros a supervisar la demolición de casas en un improvisado pueblo beduino del Negev: «Deberían entender que aquí gobernamos nosotros – y que este país tiene un propietario». (Hay 100.000 beduinos en Negev – allí, desde los días anteriores a la dominación turca o británica).
Una vez más, para subrayar la cuestión de «quién gobierna», Smotrich se ha apresurado a instar a los organismos gubernamentales a que se preparen para la llegada de 500.000 colonos más a Cisjordania, lo que elevaría la población actual estimada de 700.000 colonos a más de un millón en la próxima década.
Para que quede claro, no se trata de declaraciones dispares de un par de ministros «exaltados». Los comentarios reflejan una postura concertada de la Coalición. Estas declaraciones pretenden claramente provocar, y no sólo a los palestinos. También son provocadoras para el electorado liberal israelí que lleva meses protestando en masa contra el gobierno de Netanyahu.
El hecho de que el gabinete israelí celebre su reunión del 21 de mayo de 2023 en el túnel excavado directamente bajo la mezquita de Al-Aqsa, en un intento de poner de relieve la reivindicación «israelí» de soberanía sobre el lugar en el que se encuentra el tercer lugar más sagrado del Islam, demuestra plenamente que representa una posición concertada del gobierno.
¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué estas provocaciones gratuitas? Una respuesta es que cuanto más iconoclastas y radicalmente sionistas son los pronunciamientos, más crece el apoyo de la facción Mizrahi-colona-Nacional Religiosa.
Por supuesto, la otra cara de la moneda es una mayor furia entre los liberales seculares israelíes. Pero la cuestión es que los líderes de la Coalición (y los medios de comunicación izquierdistas coinciden) en que «un golpe militar está en marcha en Israel». Esta es la pura verdad».
Durante mucho tiempo se ha descrito a «Israel» como un «Ejército con un Estado», y aunque eso puede ser menos cierto hoy en día, las manifestaciones masivas se gestionan de hecho de una manera claramente militar, y entre sus dirigentes destacan antiguos generales askenazíes.
Pero las IOF han cambiado mucho. Antes estaba «dirigida» por la clase laica de los kibbutzim, pero todo eso cambió hace dos décadas o más. Los colonos tienen el mando sobre el terreno, y los israelíes mizrahi destacan ahora entre sus filas.
En pocas palabras, esta estrategia de polarización (provocación) también pretende socavar la amenaza de una toma militar del Estado por motivos de «seguridad nacional». La «preocupación por la preparación de Israel para la guerra» forma parte de esta estrategia. La réplica de Smotrich-Ben-Gvir, sin embargo, parece estar funcionando: Ya se ha informado de un aumento del apoyo al partido Poder Judío entre las bases de las IOF, y se calcula que un 20% de los soldados de las IOF votan al partido de Ben-Gvir.
En resumen, la polarización está llegando a las IOF y socavando las posibilidades de que el ejército opte por desplazar al gobierno de Netanyahu con algún pretexto de seguridad nacional.
Es cierto, sin embargo, que la agitación en «Israel» está haciendo que sus partidarios se preocupen de que «Israel» pueda parecer hoy más débil y vulnerable militarmente. No obstante, los temores en materia de seguridad entre algunos miembros de la casta militar profesional de «Israel» son muy reales. Existe tensión en el norte con Líbano, con un enfrentamiento con Hezbolá que podría desembocar rápidamente en un conflicto. También aumentan las tensiones con los palestinos, y Siria se acerca a una ruptura importante.
Para ser claros, poco de esto tiene que ver con la debilidad israelí, sino más bien con la autopercepción estadounidense de su propia debilidad, a medida que su política en Ucrania implosiona. Mientras Ucrania irradia el fracaso occidental, parece que Estados Unidos está tratando de compensar a través de Siria, mediante el relanzamiento de un levantamiento que vería al presidente Assad derrocado (el objetivo original) por un reavivamiento de algunos de los antiguos movimientos islamistas apoderados de Estados Unidos, y por el continuo desgaste de la fuerza aérea (israelí) del personal iraní y sus aliados en Siria.
La paradoja de esta escalada estadounidense (promulgada como contrapunto a los éxitos de Rusia en Ucrania) es que Estados Unidos podría fácilmente encender un fuego en Siria que se extendiera a Líbano e Irak. La paradoja de tal resultado es que es precisamente esto (llamas que se extienden por toda la región a partir de Siria) lo que podría poner a «Israel» en riesgo existencial.
11. E l peak oil según Birol
El director de la Agencia Internacional de la Energía -dependiente de la OCDE- pronostica el pico de todos los combustibles fósiles en esta década. Recurre al viejo y con toda probabilidad falso argumento del pico de la demanda. Como el propio Birol reconoce, es tabú decir que el pico pueda ser debido a motivos geológico-económicos. Pero ya lo van reconociendo. Hasta en el Financial Times. Lo de la sustitución por las energías renovables, en China, es una pamema, como vemos en el artículo del Mago Honesto.
La demanda máxima de combustibles fósiles llegará esta década
Pero el declive del petróleo, el gas y el carbón no será lo suficientemente pronunciado como para limitar el calentamiento global a 1,5C
Fatih Birol
El autor es director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía
En el sector energético tradicional existe un tabú que impide sugerir que la demanda de los tres combustibles fósiles -petróleo, gas y carbón- pueda entrar en declive permanente. A pesar de que a lo largo de los años se ha hablado repetidamente del pico del petróleo y del pico del carbón, ambos combustibles están alcanzando máximos históricos, lo que hace más fácil rebatir cualquier afirmación de que pronto podrían estar en declive.
Pero, según las nuevas proyecciones de la Agencia Internacional de la Energía, esta era de crecimiento aparentemente incesante llegará a su fin esta década, con importantes consecuencias para el sector energético mundial y la lucha contra el cambio climático.
Cada año, el informe Perspectivas de la Energía en el Mundo de la AIE traza las posibles vías que podría seguir el sistema energético mundial en las próximas décadas, con el fin de contribuir a la toma de decisiones. El informe de este año, que se publicará el mes que viene, muestra que el mundo se encuentra en la cúspide de un punto de inflexión histórico. Basándose únicamente en las políticas actuales de los gobiernos de todo el mundo -incluso sin nuevas políticas climáticas-, la demanda de cada uno de los tres combustibles fósiles alcanzará su punto máximo en los próximos años. Es la primera vez que se vislumbra un pico de demanda de cada combustible en esta década, antes de lo que muchos preveían.
Estos notables cambios adelantarán el pico de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Están impulsados principalmente por el espectacular crecimiento de tecnologías energéticas limpias como los paneles solares y los vehículos eléctricos, los cambios estructurales de la economía china y las ramificaciones de la crisis energética mundial.
La demanda mundial de carbón se ha mantenido obstinadamente alta durante la última década. Pero ahora está a punto de alcanzar su punto máximo en los próximos años, con las grandes inversiones agotándose fuera de China a medida que la solar y la eólica dominan la expansión de los sistemas eléctricos. Incluso en China, el mayor consumidor de carbón del mundo, el impresionante crecimiento de las energías renovables y la energía nuclear, junto con la ralentización de la economía, apuntan a un pronto descenso del uso del carbón.
Algunos expertos sugirieron que la demanda mundial de petróleo podría haber tocado techo tras su desplome durante la pandemia. La AIE se mostró cautelosa ante tales afirmaciones prematuras, pero nuestras últimas proyecciones muestran que el crecimiento de los vehículos eléctricos en todo el mundo, especialmente en China, significa que la demanda de petróleo está en camino de alcanzar su punto máximo antes de 2030. Los autobuses eléctricos y los vehículos de dos y tres ruedas también están creciendo con fuerza, sobre todo en las economías emergentes, lo que reduce aún más la demanda.
La «Edad de Oro del Gas», que denominamos en 2011, está llegando a su fin, y la demanda en las economías avanzadas se reducirá a finales de esta década. Esto se debe a que las energías renovables superan cada vez más al gas en la producción de electricidad, al auge de las bombas de calor y al acelerado abandono del gas en Europa tras la invasión rusa de Ucrania.
Los picos de los tres combustibles fósiles son una buena señal de que el cambio a sistemas energéticos más limpios y seguros se está acelerando y de que los esfuerzos por evitar los peores efectos del cambio climático están avanzando. Pero hay que tener en cuenta algunas cuestiones importantes.
Para empezar, los descensos previstos de la demanda, basados en las políticas actuales, no son ni mucho menos lo suficientemente pronunciados como para poner al mundo en la senda de limitar el calentamiento global a 1,5 ºC. Para ello se necesitarán políticas mucho más enérgicas y rápidas. Para ello será necesario que los gobiernos adopten medidas políticas mucho más enérgicas y rápidas.
La demanda de los distintos combustibles variará considerablemente de una región a otra. El descenso en las economías avanzadas se verá parcialmente compensado por el crecimiento continuado en algunas economías emergentes y en desarrollo, especialmente en el caso del gas. Pero las tendencias mundiales son claras: la electricidad y los combustibles de bajas emisiones, así como las mejoras de la eficiencia energética, se ocupan cada vez más de las crecientes necesidades energéticas del mundo.
El descenso de la demanda tampoco será lineal. Aunque estructuralmente los combustibles fósiles alcanzarán su punto álgido en esta década, todavía puede haber picos, caídas y mesetas en el camino hacia el declive. Por ejemplo, las olas de calor y las sequías pueden provocar aumentos temporales de la demanda de carbón al incrementar el consumo de electricidad y ahogar la producción hidroeléctrica.
Y aunque la demanda de combustibles fósiles disminuya, la seguridad energética seguirá siendo un reto mientras los proveedores se adaptan al cambio climático. Los picos de demanda que se observan en función de las políticas actuales no eliminan la necesidad de invertir en el suministro de petróleo y gas, ya que el declive natural de los yacimientos existentes puede ser muy pronunciado. Al mismo tiempo, socavan los llamamientos de algunos sectores a aumentar el gasto y subrayan los riesgos económicos y financieros de los grandes proyectos nuevos de petróleo y gas, además de sus evidentes riesgos para el clima.
Con las políticas actuales ya se vislumbran los picos de los combustibles fósiles, por lo que los responsables de la toma de decisiones deben ser ágiles. La transición hacia las energías limpias podría acelerarse aún más si se reforzaran las políticas climáticas. Pero el mundo de la energía está cambiando rápidamente y para mejor.
12. Elecciones en Rusia.
Ha habido elecciones parciales en Rusia a gobernadores y municipales. Entre otras zonas, en los cuatro nuevo oblasts, lo que ha provocado la repulsa occidental. Yurii Kazakov hace un repaso de algunos de los datos que le han llamado más la atención.
Ayer hubo elecciones locales en varias zonas de Rusia, a gobernador regional, a alcalde, en parlamentos locales, etc… Vamos con algunos de los resultados, por mera curiosidad (a estas alturas ya solo sigo muy por encima la política interna rusa)
[En rojo, elecciones a gobernador; en rosa a gobernador de otros sujetos de la FR; en azul, parlamentarias; en lila, parlamentarias y a gobernador]
En Moscú hubo elecciones a alcalde de la ciudad. La participación fue del 41,18% (aunque parezca poco, que lo es, en realidad es bastante más alta que lo habitual: en 2018 no llegó al 31%, en 2013 apenas un 32%. Hay que remontarse a las anteriores, del 2003 para que fuera mayor)
Eso quiere decir que de 7,6 millones de electores han ido a votar unos 3,3 millones. Serguei Sobianin (Rusia Unida) ha renovado su mandato de alcalde (por tercera vez) con el 76,4% de los votos. Tampoco es que sea una sorpresa, ya en 2018 consiguió el 70%, aunque (…)
ahora ha conseguido muchos más votos (por el aumento de la participación, de 1,6 millones a 2,5 millones) El segundo candidato más votado es un Ziugánov, pero no Gennadi, sino Leonid, del Partido Comunista de la Federación Rusa (es nieto del líder del partido): 8,11%
En realidad ha bajado en porcentaje (en las elecciones anteriores consiguió el 11,4%, no él, sino el candidato comunista, Vadim Kumin, también es verdad que era un independiente apoyado por el partido y con él se pretendía también atraer al voto no comunista).
Borís Chernyshov (del Partido Liberal Democrático de Rusia), V. Davankov (de Nueva Gente, liberales) y D. Gúsev (de Rusia Justa – socdem) han sido los otros candidatos (con el 5,6%, 5,3% y 3,9% respectivamente). La verdad es que todos los candidatos bajan en porcentaje,
respecto a las elecciones anteriores, excepto, claro está, Sobianin. En Jakasia había elecciones a gobernador, aquí la cosa tenía su curiosidad porque el gobernador actual es del PCFR, Valentín Konoválov. Sus resultados han sido espectaculares y ha conseguido renovar el cargo
Ha conseguido el 63% de los votos (en las anteriores elecciones a gobernador ganó con el 45% en la primera vuelta, el 58% en la segunda). Eso, sí, hay que tener en cuenta que no había candidato de Rusia Unida porque se retiró a última hora (por problemas de salud).
Los otros candidatos: Vladímir Grudinin (de Comunistas de Rusia): 11%; y M. Molchánov (de los Liberaldemócratas), 14%. En cualquier caso, parece que ha habido una campaña bastante sucia contra el candidato del PCFR, pero no ha surtido efecto.
En la región (óblast) de Oriol también ha renovado su cargo A. E. Klychkov, en las filas del PCFR. De hecho, ha arrasado: 82% de los votos (participación del 54%). Por lo demás, en general el papel del PCFR como principal partido opositor ha quedado reforzado, al menos según
declara la dirección del partido, que parece satisfecha con los resultados. De momento lo dejo aquí, que no tengo tiempo para más. No he podido acceder a las páginas de las diferentes comisiones electorales rusas (no sé si no funcionan, las sanciones o qué pasa)…
Por eso he usado solo medios de prensa y la wikipedia para ver los resultados.
Fuentes:
https://ru.wikipedia.org/wiki/
https://ru.wikipedia.org/wiki/
https://ctv7.ru/news/politika/