Miscelánea 18/1/2024

Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. Problemas de la instalación de eólica marina
2. Historia de la transición energética
3. Historia de los movimientos revolucionarios en África.
4. Abrumador apoyo popular árabe a Palestina.
5. El inútil ataque en Yemen.
6. El mito del estado palestino (Observación de Joaquín Miras).
7. Entrevista a Leila Ghanem.
8. Nueva alianza de organizaciones de izquierda en Europa central y oriental.
9. Resumen de la guerra en Palestina, 17 de enero

1. Problemas de la instalación de eólica marina

Un grupo de investigadores españoles publican este breve texto sobre los problemas que plantean los proyectos de instalación de grandes parques eólicos en el mar sin la planificación adecuada.

https://theconversation.com/

Nueve preguntas sobre la eólica marina en España

Publicado: 17 enero 2024 22:09 CET

Autoría Josep Lloret Investigador científico (senior researcher)., Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) Alberto Olivares Derecho Ambiental, Derecho de la Energía, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja Ana Sabatés Freijo Investigadora científica en el Departamento de Recursos Marinos Renovables, Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) Antonio Turiel Investigador científico, Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) Elisa Berdalet Andrés Scientific Researcher, Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) Jordi Solé Ollé Profesor Agregado. Especialidad: oceanografía, sistemas energéticos, sistemas complejos y clima, Universitat de Barcelona Josep-Maria Gili Profesor de Investigación, Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC)  Josep Vila Subirós Profesor Titular Geografía Física, Universitat de Girona Rafael Sardá Borroy Investigador científico en la Unidad de Sistemas Socioecológicos Marinos y Costeros, Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC)

Durante los últimos años, la planificación de la energía eólica marina en España ha generado muchas dudas. Este artículo trata de dar respuesta a algunas preguntas sobre los aspectos ambientales, sociales, legales y técnicos de su implantación.

1. ¿Cómo afectan los parques eólicos marinos la biodiversidad?

Depende de la tecnología utilizada (turbinas fijas o flotantes y sus componentes) y las características ambientales de cada lugar.

En condiciones particulares, como son los fondos de fango degradados y homogéneos, pueden comportar un incremento de la biodiversidad local. Estas estructuras actuarían como arrecife artificial al ser colonizadas por organismos oportunistas sésiles (algas, moluscos, poliquetos, etc.) que pueden atraer a peces y otros depredadores. Aun así, esta colonización no siempre resulta beneficiosa para el ecosistema ya que algunas de estas especies pueden ser invasoras.

En zonas marinas donde los fondos son variados (roca, arena, arrecifes, etc.) y con mayor diversidad de organismos, los estudios señalan que los parques eólicos se asocian a numerosos problemas ambientales: contaminación acústica, destrucción o modificación de los hábitats bentónicos y cambios en sus comunidades, efectos dañinos de los campos electromagnéticos de los cables sobre los peces y otros recursos pesqueros y riesgo de colisión de aves con las turbinas.

Además, en el caso de las turbinas de tipo flotante, los escasos estudios realizados hasta el momento sugieren que tanto el movimiento de las cadenas como la instalación de los anclajes pueden deteriorar el lecho marino y comportar un mayor riesgo de enredo de mamíferos marinos y otros animales con los cables.

2. ¿Los impactos ecológicos son sólo locales?

Los impactos pueden extenderse a la infraestructura asociada: subestaciones eléctricas, cables de exportación de la electricidad hacia tierra, expansión de puertos (para dar cabida a grandes buques para la construcción, mantenimiento y desmantelamiento de los parques eólicos) y plantas de hidrógeno.

Asimismo, estudios recientes en el mar del Norte han mostrado que el impacto acumulativo de los diferentes parques eólicos marinos puede alterar las corrientes marinas y atmosféricas regionales, afectando también la productividad del plancton en el mar.

Además, durante la construcción, el mantenimiento y el desmantelamiento de los parques eólicos se emite una gran cantidad de dióxido de carbono y se utilizan minerales raros y escasos en determinadas partes de las turbinas, extraídos a menudo en países del sur global mediante técnicas que no suelen respetar la naturaleza ni los seres humanos.

3. ¿Se deben construir en los lugares de máximo aprovechamiento del viento?

Aunque eso sería lo ideal, son precisamente estas zonas las que pueden presentar una gran biodiversidad marina y elevado valor paisajístico, pesquero y turístico. Por ello, se requiere mucha cautela.

Un estudio reciente aconseja excluir los parques eólicos marinos (también las pruebas piloto) de las áreas marinas protegidas y sus alrededores. En zonas alejadas, las pruebas piloto pueden ser útiles para estudiar la viabilidad de los parques eólicos flotantes. Así se ha hecho, por ejemplo, en Escocia y Noruega.

En Cataluña se ha propuesto una prueba piloto que se ubicaría sobre un vedado de pesca, que además goza de un proyecto de restauración LIFE de la Unión Europea y que está rodeado de diferentes zonas Natura 2000. Incluso el Real Decreto 150/2023 establece allí una zona de alto potencial para la conservación de la biodiversidad. Por tanto, esta ubicación no parece la más adecuada.

4. ¿Es la única oportunidad que nos ofrece el mar para luchar contra el cambio climático?

No lo es. Además de las soluciones tecnológicas, existen las soluciones basadas en la naturaleza. Por ejemplo, las áreas marinas protegidas albergan hábitats que almacenan carbono (carbono azul), como las praderas de fanerógamas marinas, los fondos de maërl y los arrecifes naturales.

Además, las áreas marinas protegidas contribuyen a aumentar la resiliencia de los ecosistemas marinos ante el cambio climático. Los hábitats marinos profundos, que reciben menos impacto de las olas de calor que tanto afectan a la biodiversidad marina de las zonas someras y litorales, pueden servir de reservorio para la biodiversidad cuando las condiciones climáticas empeoren en un futuro próximo. Por ello, es necesario proteger estas zonas profundas de todos los impactos, incluyendo los derivados de la infraestructura eólica.

5. ¿Contribuye la eólica marina a la lucha contra el cambio climático de una manera sostenible, justa y equitativa?

La eólica marina bien planteada contribuye a la lucha contra el cambio climático de una manera respetuosa y equitativa. En cambio, la eólica marina mal planteada, esto es, cuando afecta significativamente la biodiversidad o no considera la sociedad local, puede agravar la crisis de biodiversidad que padecemos (tanto o más importante que la crisis climática) y evitar una transición energética justa y equitativa.

6. ¿Son beneficiosos o perjudiciales los parques eólicos marinos para las comunidades locales?

A pesar de que algunos parques eólicos marinos en el mar del Norte o Atlántico Norte parecen favorecer localmente determinados recursos pesqueros o sirven para atraer turistas, otros estudios muestran un impacto económico negativo.

La eólica marina es una actividad industrial que comporta una desnaturalización del paisaje marino y continental, lo cual puede conllevar una alteración muy relevante del atractivo de la zona. En cualquier caso, los beneficios para la comunidad local de la eólica suelen ser débiles y no significativos, según se detalla en un informe del Banco de España de 2023. Además, los parques eólicos, especialmente los de tipo flotante, excluyen normalmente la pesca.

7. ¿El conflicto social está siempre presente en su desarrollo?

La buena planificación y coordinación de los diferentes sectores implicados ha permitido hasta ahora evitar grandes conflictos en muchas zonas del norte de Europa. No obstante, la futura ampliación de las zonas ocupadas por los parques eólicos en el mar puede cambiar esta situación.

En la costa gallega y la catalana, sin embargo, el conflicto social apareció desde el primer momento en que se planearon megaproyectos sin contar con la participación y el consenso de las comunidades locales ni la búsqueda de alternativas. El rechazo de estas comunidades a la eólica marina se agrava por el temor a que la pesca y el turismo (fuente de empleo local) se vean afectados.

8. ¿Cómo es el proceso para la zonificación y la concesión de licencias?

Existe una normativa exhaustiva sobre la delimitación de las zonas donde se puede desarrollar la eólica marina (Real Decreto 150/2023). Es necesario demostrar que su desarrollo no afectará a especies y hábitats protegidos por ley.

En el caso de zonas y proyectos que puedan afectar a zonas Natura 2 000 hay que realizar, además de los estudios de impacto ambiental, una evaluación apropiada y un informe de compatibilidad con las estrategias marinas.

En conjunto, se debe cumplir con la Ley de Protección del Medio Marino, que obliga a los poderes públicos a actuar siguiendo un enfoque por ecosistema, básicamente olvidado en el caso de la planificación marítima en España, utilizando el mejor conocimiento científico posible y aplicando el principio de precaución para garantizar la consecución del buen estado ambiental.

9. ¿Qué escollos técnicos existen para que la eólica marina contribuya significativamente a la neutralidad climática en 2050?

Se suele aducir que la eólica marina supone un gran ahorro de emisiones de CO₂ si se compara con las centrales eléctricas de carbón o de gas de ciclo combinado. Sin embargo, es necesario matizar esta afirmación.

Por un lado, se está asumiendo que la electricidad es el tipo de energía final mejor adaptada y con mayor eficiencia a todos los usos. No obstante, esto no es necesariamente cierto, particularmente en la generación de calor industrial y otros usos no conectados a la red eléctrica.

Por otro, se asume que la nueva energía renovable va a ir sustituyendo a todos los demás usos de la energía y que lo hará con la máxima eficiencia. Sin embargo, no está garantizado que el despliegue masivo de instalaciones de energía renovable asegure la utilización de toda la energía generada: desde 2008, el consumo de energía eléctrica ha disminuido en España, la UE y toda la OCDE.

La energía eólica es sólo una de las herramientas para disminuir parcialmente el uso de combustibles fósiles. Debemos disminuir nuestro consumo en general y cambiar nuestro modelo de explotar los recursos de nuestro planeta.

2. Historia de la transición energética

Con motivo de la publicación de un libro del historiador de la energía Jean-Baptiste Fressoz, en Terrestres vuelven a publicar esta muy interesante entrevista. Algunas cosas son archiconocidas, pero otras me han resultado fascinantes, como el origen del propio término de «transición energética».

https://www.terrestres.org/

«Los más pesimistas eran demasiado optimistas».
Con motivo de la publicación de «Sans transition. Une nouvelle histoire de l’énergie» de Jean-Baptiste Fressoz, volvemos a publicar una detallada entrevista de mayo de 2023 en la que desarrolla las tesis de su libro. En la conclusión de su libro, escribe que «la transición es la ideología del capital en el siglo XXI. Gracias a ella, el capital está en el lado correcto de la batalla climática».
Jean-Baptiste Fressoz 16 de enero de 2024
Entrevista realizada por Quentin Hardy y Pierre de Jouvancourt.
Usted ha publicado recientemente una serie de artículos1 en los que cuestiona la noción de transición energética, mostrando en particular que esta noción sesga la forma en que pensamos sobre las transformaciones que son necesarias hoy en día frente al cambio climático. ¿Podría recordarnos sus principales argumentos?
Jean-Baptiste Fressoz: La transición energética es el futuro más consensuado que existe. Frente al cambio climático, es evidente que tenemos que hacer una «transición energética». Pero si lo pensamos bien, es una empresa gigantesca de la que no tenemos experiencia histórica. A escala mundial, nunca ha habido una transición energética, y no sabemos cuánto tiempo puede llevar.
Esta idea de transición energética parece natural porque tenemos una visión totalmente falsa de la historia de la energía, según la cual hemos experimentado varias transiciones en el pasado, que hemos cambiado completamente los sistemas energéticos en varias ocasiones (de la madera al carbón, del carbón al petróleo), cuando en realidad simplemente hemos consumido cada vez más de todas estas energías.
Nuestra cultura histórica ha normalizado una futurología extraordinariamente extraña. La noción actual de transición energética hace que un problema de civilización parezca un simple cambio de infraestructura energética. Se trata de un error de categoría.
En su obra reciente, usted habla de «simbiosis energética y material «2 en relación con la relación entre la energía y las infraestructuras de producción en la historia. ¿Puede explicarnos qué quiere decir con esto y darnos algunos ejemplos?
En términos generales, la historia de la energía se divide clásicamente en grandes fases: en el siglo XVIII utilizamos la madera y la fuerza hidráulica, en el XIX, con la revolución industrial, el carbón, y en el XX el petróleo y la electricidad. En un libro de próxima aparición, en cambio, estudio las simbiosis entre energías. Por ejemplo, ¿cómo el uso del carbón hace que consumamos mucha más madera, también por razones energéticas? ¿Cómo el uso del petróleo provoca un mayor consumo de carbón, también por razones energéticas, y así sucesivamente?
Tomemos el ejemplo de la simbiosis madera-carbón. En Inglaterra, las minas de carbón de la primera mitad del siglo XX consumían más madera de la que el país quemaba en el siglo XVIII, porque había que mantener miles de kilómetros de galerías subterráneas. En la Inglaterra del siglo XVIII se quemaban unos 3,5 millones de metros cúbicos de madera. A principios del siglo XX, se utilizaban 4,5 millones de metros cúbicos de puntales….. No se trata de leña, sino de madera que se utiliza para producir energía. Además, al ser madera, requiere superficies forestales unas seis veces mayores. El hecho de que historiadores tan reputados como Anthony Wrigley describan esta transformación como una transición, o peor aún, un abandono de la economía orgánica, hace que uno se pregunte…
Si nos fijamos en los vínculos entre el carbón y el petróleo, vemos el mismo fenómeno. Para fabricar un coche en los años 30, se necesitaban siete toneladas de carbón. Es una masa equivalente a la cantidad de petróleo que consumirá el coche a lo largo de su vida. Cuando pensamos en carbón, pensamos en madera. Cuando piensas en petróleo, piensas en carbón, y así sucesivamente. Estas cosas son perfectamente inextricables.
Y luego, gracias al petróleo, tenemos cada vez más madera. Una de las mayores transformaciones de la historia de la energía en los últimos cuarenta años ha sido la explosión del carbón vegetal en África. Es la primera vez en la historia que megaciudades de más de 10 millones de habitantes utilizan carbón vegetal a gran escala para cocinar. Por ejemplo, Kinshasa, una ciudad de 11 millones de habitantes, consume 2,15 millones de toneladas de carbón vegetal al año. En comparación, París consumía 100.000 toneladas de carbón vegetal al año en la década de 1860. Es un orden de magnitud diferente.
Este consumo de carbón vegetal es posible gracias al petróleo: el carbón vegetal se puede traer mucho más lejos en camión. La madera es petróleo y viceversa. En los países ricos, si se tiene en cuenta la maquinaria forestal y el transporte, se llega a una situación en la que se necesita una caloría de petróleo para obtener diez calorías de madera.
Todas las energías tienen relaciones simbióticas. Nos hemos centrado demasiado en ciertos casos locales de sustitución, como la máquina diesel que sustituyó a la de vapor en el transporte marítimo y ferroviario. Pero esto no impide que el carbón se consuma en enormes cantidades, aunque sólo sea para producir barcos y trenes.
Veamos el exitoso argumento de Timothy Mitchell. En su libro Carbon Democracy, sostiene que los sistemas sociales están vinculados a los sistemas energéticos y, en particular, a las propiedades físicas de las propias energías. Por ejemplo, el carbón permitiría una relación de fuerzas favorable a las clases populares en la medida en que los trabajadores del carbón fueran numerosos y pudieran bloquear totalmente los suministros (la mina es peligrosa, de difícil acceso y, por tanto, fácil de bloquear, etc.). El petróleo, en cambio, sería más un flujo que una reserva, más o menos líquido y distribuido por tuberías, tendiendo a requerir una mano de obra mejor formada (ingenieros) y cuestionando poco las condiciones de trabajo y de dominación económica. Mitchell sostiene que la transición de una forma de energía a otra contribuye a explicar el auge de un Estado cada vez menos preocupado por la redistribución de la riqueza…
Mitchell simplemente se equivoca porque el petróleo no sustituyó al carbón, o no lo hizo hasta la década de 1960. La tesis de Mitchell se basa en una comparación sesgada entre el petróleo moderno de los años 60 y el carbón de los años 1900.
El petróleo no invadió los mercados del carbón hasta finales de los años 50, cuando el carbón ya requería mucho capital. El carbón se extraía con cortadoras eléctricas. En Estados Unidos, en 1958, las minas de carbón empleaban a muchas menos personas que los campos petrolíferos y las refinerías. Por no hablar de los encargados de los surtidores, los camioneros, etc. El sindicato estadounidense de camioneros es un poder social considerable, el sindicato más temido desde el periodo de entreguerras.
El carbón también es muy fluido. Se utiliza desde hace mucho tiempo para producir gas y electricidad, y en las centrales eléctricas se utiliza en forma de polvo, etc. Existen incluso carboductos, una especie de tuberías de carbón…
La tesis de Mitchell ilustra un apetito por las explicaciones materialistas de la política, pero una paradójica falta de interés por la historia de la producción, que conduce a falsos relatos. Su éxito se explica fácilmente: los intelectuales nunca han superado el determinismo técnico.
En un artículo reciente3, usted demuestra que el lobby atómico es una raíz importante de la idea de transición energética. Este lobby también está preocupado por el rápido crecimiento de la población y la limitación de los recursos. ¿Podría explicar en qué sentido este medio es neomalthusiano4 y repasar los discursos e ideas que propuso en su momento?
Para ser claros, al principio la idea de una transición energética era muy heterodoxa. Los economistas, ingenieros y geólogos no pensaban en absoluto en el sistema energético como un sistema sustitutivo. Para todos, el carbón seguía siendo y seguiría siendo durante mucho tiempo el pilar del mundo industrial, a pesar de que el petróleo y la hidroelectricidad estaban progresando y a pesar de que en los años 50 los medios de comunicación hablaban a bombo y platillo de la llegada de la era atómica. Esto puede verse, por ejemplo, en los informes de la comisión del senador Paley, que hablaba de la energía nuclear como una forma de energía interesante pero poco importante que, como mucho, podría añadirse a otros combustibles fósiles, sin sustituirlos realmente.
Pero hay un grupo de intelectuales que piensa de forma diferente. Son científicos que son a la vez atomistas y neomalthusianos, y es importante que sean ambas cosas. A menudo trabajaron durante la guerra en el Proyecto Manhattan, y más concretamente en el Laboratorio Metalúrgico de la Universidad de Chicago. Habían desarrollado la primera pila atómica bajo la égida de Enrico Fermi y estaban fascinados por las aplicaciones civiles, energéticas, del átomo, en particular el reactor nuclear reproductor, que sobre el papel tenía rendimientos absolutamente extraordinarios. También se sienten terriblemente culpables por lo de Hiroshima y Nagasaki y quieren explicar que la energía nuclear es también la clave de la supervivencia de la humanidad.
Como se dijo el día después de Hiroshima…
Sí, Hiroshima provocó una revolución científica, como tituló Le Monde en 1945. La originalidad de estos científicos reside en su capacidad para crear una nueva futurología, porque piensan a muy largo plazo. ¿Habrá carbón en 2050? ¿En 2100? Y una pregunta relacionada: ¿qué pasará con la atmósfera si quemamos todo el carbón y el petróleo?
Fueron los primeros en estudiar el calentamiento global de una forma muy novedosa, utilizando isótopos y espectrómetros de masas. La energía nuclear permitirá evitar tanto el agotamiento de los combustibles fósiles como el calentamiento global. También permitirá alimentar a la población mundial. Porque si disponemos de reactores rápidos, es decir, de energía ilimitada, todo será posible: podremos desalinizar el agua de mar, producir fertilizantes en abundancia y hacer fértiles vastas zonas áridas del planeta. La energía nuclear, dicen, ¡aumentará la capacidad de carga del planeta!
Fue Harrison Brown, científico atómico, antiguo miembro del Proyecto Manhattan y del Met Lab, y figura destacada de las ligas neomalthusianas, quien acuñó el término «transición energética» en 1967. Inicialmente, el término era un concepto de física atómica. Se refiere a un electrón que cambia de estado alrededor de un núcleo. Brown recicló un término que le era familiar. Otra fuente de inspiración es la idea de transición demográfica querida por los neomalthusianos, que data de 1945 y fue acuñada por el sociólogo Kingsley Davis. Utilizó por primera vez la expresión «transición energética» en un libro sobre el control de la natalidad patrocinado por Rockefeller III, uno de los filántropos del neomalthusianismo en los años sesenta. Salvo los atomistas, nadie habló de «transición» hasta los años 70, y todo el mundo pensaba que el futuro de la energía seguiría basándose en los combustibles fósiles, sobre todo el carbón.
Así que, inicialmente, la idea de transición era un argumento para promover el átomo. Es cierto que cuenta con el apoyo de un grupo influyente, pero es muy reducido en comparación con los economistas y expertos de las industrias del petróleo y el carbón, que se muestran muy escépticos sobre los beneficios económicos del átomo. Para los maltusianos atómicos, los economistas no han entendido nada: el objetivo no es ser competitivos con el carbón, sino garantizar que el átomo estará disponible cuando ya no haya carbón, en el siglo XXI o XXII. Esta gente piensa en la energía de otra manera, a muy largo plazo.
Así pues, existe una especie de idealismo energético en un pequeño medio tecnocientífico. ¿Es este idealismo energético el que impregna el discurso ecológico actual?
No, porque entretanto han pasado muchas cosas, empezando por la crisis del petróleo y la noción de crisis energética. A finales de los años 60, la Comisión de Energía Atómica y General Electric empezaron a popularizar la idea de que nos enfrentábamos a una crisis energética. Hubo apagones, incluido uno en Nueva York en 1965, que recibió mucha cobertura en la prensa.
Las causas son bien conocidas: faltaba inversión en infraestructuras. También había normas sobre el azufre, lo que significaba que no siempre se podía utilizar el carbón antes de instalar equipos para desulfurar el humo que salía de las centrales térmicas. Así que la falta de electricidad no se debe a una escasez de carbón en Estados Unidos, obviamente.
El hecho es que la idea de una crisis energética empieza a ser difundida subrepticiamente por el lobby atómico, que dice: «Si seguís molestándonos, impidiendo los procedimientos de autorización de las centrales, vamos a tener una crisis energética». Es un argumento antiecologista desde el principio. La crisis energética es un arma contra la crisis medioambiental que empieza a hacer olas -basta pensar en el Día de la Tierra en 1970.
La idea es decir que la crisis energética es urgente mientras que la crisis medioambiental es más remota. Es cierto que el medio ambiente es muy telegénico -ves gaviotas en fuel, es chocante-, pero el verdadero problema, explica el lobby atómico, es que nos vamos a quedar sin energía. El objetivo es obtener financiación para el programa nuclear. Los responsables de la Comisión de Energía Atómica (CEA) van a organizar seminarios y a formar a periodistas, en particular del New York Times, sobre el tema de la «crisis energética». A continuación se publican una serie de artículos sobre la crisis energética, como en 1971.
Luego vino la crisis del petróleo. Obviamente, la idea de una crisis energética pasó a formar parte del debate público, y con ella la idea de una transición energética. Fue entonces cuando las asociaciones ecologistas estadounidenses hicieron suya la retórica del enemigo. Por ejemplo, Lester Brown, fundador del World Watch Institute, un agrónomo neomalthusiano estadounidense, dijo que la transición sería obligatoria porque no había más energía. El petróleo está acabado. Hace que la idea de una crisis energética parezca completamente natural, cuando en realidad fue creada de la nada.
Así que, para empezar, este discurso sobre la crisis energética y la transición energética no procede en absoluto de la ecología. Procede de la industria nuclear. De hecho, más tarde fue retomado por los grupos ecologistas estadounidenses. Y eso es parte del problema.
¿Es decir…?
En primer lugar, los ecologistas retomaron la idea de que el petróleo se estaba agotando, lo cual no era cierto. En segundo lugar, algunos también han hecho suya la idea de un mundo técnico maleable, que inicialmente procedía de la industria nuclear. Amory Lovins es un buen ejemplo. Es físico y miembro de Amigos de la Tierra. Es un promotor de la «vía de la energía blanda», es decir, las energías renovables, especialmente la solar. En 1976 publicó un artículo titulado «Energía, el camino no tomado» en el que defendía la idea de que en treinta años Estados Unidos podría pasar totalmente a la energía solar. Para los coches, no hay problema: fabricaremos biocombustibles. Ahora se le considera un pionero, pero sus predicciones de 1976 sobre la combinación energética estaban completamente equivocadas.
También es un discurso muy neoliberal, que critica la energía nuclear como una tecnología estatista, burocrática, lenta y costosa, etc., frente a las renovables, que cualquiera puede fabricarse. Cada ingeniero en su garaje va a inventar nuevas técnicas energéticas y la transición será muy rápida gracias al ingenio de los estadounidenses. Es una visión del mundo de la energía muy start-up nation, disruption and company, en la que el mundo material puede ponerse patas arriba muy rápidamente.
Otro hito en esta historia fue el discurso de Jimmy Carter sobre la transición energética el 18 de abril de 1977. Presentó su Plan Nacional de Energía, que preveía triplicar el uso del carbón en Estados Unidos, una decisión vinculada a la soberanía energética.
Para describirlo, utilizó el término «transición energética», que daba un aire futurista a la vuelta al carbón…. Su discurso comenzó con un gran fresco histórico: «En el pasado hicimos dos transiciones energéticas, la primera de la madera al carbón, la segunda del carbón al petróleo, y ahora tenemos que hacer una tercera transición energética». Al día siguiente, el New York Times publicaba un artículo en el que afirmaba que Estados Unidos y el mundo estaban al borde de una tercera transición energética….. Y el carbón se presenta únicamente como una energía de transición, o «puente hacia el futuro «5.
Curiosamente, este futuro no es necesariamente nuclear, ya que Carter no es muy entusiasta de esta tecnología, como bien sabe. Un dato poco conocido: Carter fue a la escuela naval y trabajó en uno de los primeros submarinos nucleares, bajo la égida del almirante Rickover, una leyenda en Estados Unidos, que organizó la conversión de los submarinos de la US Navy a la energía nuclear. Así pues, Carter conoce muy bien el átomo y sabe por experiencia que es peligroso, porque participó directamente en la gestión de un incidente en un submarino estadounidense.
Al poner de relieve la enorme inercia técnica heredada de nuestra historia, ¿no podría pensarse que su trabajo está precisamente renovando una forma de determinismo tecnológico? Pero, ¿cómo restablecer la posibilidad de un cambio político? ¿O le parece imposible?
No, no es imposible, pero si no entiendes la inercia, no puedes darte los medios para realizar el cambio del que hablas. La inercia del sistema energético a escala mundial es un fenómeno real, titánico, que hay que reflexionar y afrontar de frente. Por supuesto que hay que politizar, pero no de cualquier manera.
En la historia reciente se ha tendido a presentar el cambio climático como un complot urdido por unos cuantos capitalistas. Eso suena radical. Sobre todo, es muy reconfortante para la izquierda, y es una apreciación errónea de la escala de los cambios que hay que hacer, un malentendido de la política del Antropoceno. Salir del carbono es aún más difícil que salir del capitalismo.
Volvemos a la vieja cuestión del decrecimiento y al hecho de que sigue siendo muy difícil discutirlo con la gran mayoría de los economistas. En el último informe del Grupo III del IPCC, se probaron 3.000 escenarios, pero no se propuso ningún escenario de decrecimiento. Ni un solo economista se dijo a sí mismo: «¡Modelemos las hipótesis de decrecimiento! Sin hablar siquiera de una caída del PNB mundial, podrían al menos estudiar qué ocurre si reducimos drásticamente el consumo de materiales que sabemos que no podremos descarbonizar de aquí a 2050 -pienso en el acero, el cemento- o incluso la aviación.
¿Sería una catástrofe? Quizá no. Si es así, muchas otras cosas mejorarán. Podría haber muchos «beneficios colaterales», por utilizar el término del IPCC.
¿No demuestran sus trabajos que, básicamente, las sociedades industriales y productivistas, y con ellas su estratificación social nacional e internacional, son más reacias a luchar contra el cambio climático que a exponerse a las consecuencias de un calentamiento muy importante?
Evidentemente, por eso no hacemos nada. La transición energética ha tenido sobre todo una función ideológica en los países del Norte. Contar la historia de un futuro verde es una forma muy útil de justificar la dilación actual. De hecho, a finales de los años 70, la élite estadounidense ya había dicho que la suerte estaba echada: habría calentamiento global, y la cuestión era cómo adaptarse. Ya en 1976 se hablaba de adaptación en Estados Unidos y se llegó a la conclusión de que el país estaba bien equipado para hacer frente al calentamiento global.
Esa es la elección que se hizo, pero no se presentó así. Esta elección debe explicarse con detalle y claridad y, sobre todo, debe explicarse a los países en los que la gente morirá de hambre -o ya lo está haciendo- como consecuencia del calentamiento global y de los elevados precios de los alimentos. Hablar de transición también tiene este aspecto sórdido.
¿Y no encontramos ningún equivalente que pueda darnos un impulso político diciéndonos que una bifurcación es posible?
No, lo siento, no creo que la historia tenga ninguna analogía útil que ofrecer. Podríamos invocar el New Deal, la movilización para la Segunda Guerra Mundial, etc. Pero eso no viene al caso. Pero eso es perder completamente el punto. Tenemos que prescindir de la esencia de lo que ha hecho segunda naturaleza durante el último siglo. Cualquier analogía histórica correría el riesgo de subestimar lo que hay que hacer ahora.
A los sociólogos que han tenido mucho protagonismo en el último informe del IPCC les gusta hacer este tipo de analogías. Citan, por ejemplo, el programa nuclear francés, que permitió eliminar el carbón del mix eléctrico.
Pero incluso dejando de lado el hecho de que el ritmo al que tenemos que reducir nuestras emisiones es mucho mayor que el ritmo al que se pueden instalar centrales eléctricas, también hay que recordar que Francia no ha visto disminuir drásticamente sus emisiones desde los años ochenta. Si se tienen en cuenta las emisiones importadas, la huella de carbono de Francia se estanca o disminuye muy lentamente.
Usted dice que la retórica de la transición está obsoleta, ¿debemos abandonarla por completo?
Sí y no, la retórica está obsoleta, pero al mismo tiempo tenemos que hacer una «transición», pero allí donde sea posible, es decir, en la producción de electricidad.
Otra obviedad: sería una lástima enfrascarse en un debate «innovación contra decrecimiento» -los paneles solares cuestan menos y eso es bueno-, pero los partidarios del crecimiento verde también deben comprender que tienen una visión aberrante de la tecnología y del tiempo que se tarda en difundirla: las energías renovables funcionan bien para producir electricidad, pero mucho menos para fabricar cemento y acero. El acero y el cemento representan el 15% del CO2, y eso basta para superar la barrera de los 2°C. Por tanto, hay que reducir sectores enteros de la economía mundial: la aviación, por supuesto, pero también los automóviles, las cementeras, las acerías, etcétera. Básicamente, se trata de ver cuánto CO2 es realmente útil.
Lo que me interesa como historiador no es tanto la cuestión que todo el mundo debate: ¿es posible esta transición? En el tiempo disponible para alcanzar el objetivo de los 2°C, todo el mundo sabe que no lo es – sino mostrar para qué ha servido en el pasado el discurso sobre la transición desde los años 70, a quién ha servido y para qué sirve todavía.
Por ejemplo, en mi investigación me llamó la atención un discurso pronunciado en 1982 por Edward David, jefe de I+D de Exxon. Fue invitado a una conferencia por el climatólogo James Hansen, que más tarde se convertiría en una gran figura mediática. Hansen admitió la evidencia del cambio climático causado por la quema de combustibles fósiles. Sin embargo, la pregunta que planteó fue: «¿Qué irá más rápido? ¿La catástrofe climática o la transición energética?
A continuación afirma que el mundo está en transición y que esta transición tendrá lugar antes de la catástrofe. Lo más extraño es ver hasta qué punto los climatólogos, los mismos que dan la voz de alarma, se tragan este argumento.
Afirman que sentiremos los efectos del cambio climático en el año 2000, que tendrá consecuencias económicas en 2020 y que será catastrófico en 2070. Pero para entonces, piensan, por supuesto que habremos hecho una transición energética, ya que una transición lleva aproximadamente medio siglo. Esta idea se está convirtiendo en una perogrullada compartida, aunque no sepamos nada al respecto. En realidad, nunca la hemos hecho.
Pero, ¿no existe una contradicción con el informe Meadows de 1972, en el sentido de que pretendía predecir el colapso de las sociedades industriales si seguían por la misma trayectoria?
Sí, es un momento importante que aún no he mencionado. Este informe tuvo indirectamente una influencia considerable en la cuestión climática, al menos por dos razones.
En primer lugar, desde un punto de vista general, el informe al Club de Roma influyó en la forma de definir el problema del calentamiento global como análogo a un problema de recursos. En 1979, en la Conferencia Mundial sobre el Clima celebrada en Ginebra, el meteorólogo estadounidense Robert White declaró: «tenemos que pensar en el clima como un recurso». Y eso es lo que hicieron los economistas, en particular William Nordhaus, cuya importancia -y perjudicial importancia- en esta historia no puede exagerarse.
Los economistas pensaron en el clima como un problema del valor actual neto de un recurso no renovable. ¿Cómo podemos optimizar el PNB con limitaciones climáticas? Y reciclaron la refutación de la advertencia neomalthusiana del informe al Club de Roma en economía del clima. Esto otorgó un papel clave a la innovación, que hasta entonces había contrarrestado eficazmente el agotamiento de los recursos en los países ricos, gracias a las ganancias de eficiencia, las innovaciones, la capacidad de excavar más profundo, de encontrar otras fuentes de energía en otros lugares, más lejos, etc. El problema es que el cambio climático es un problema global, y tenemos que hacerle frente. El problema es que el cambio climático tiene que ver con la sobreabundancia desigual de carbono.
En segundo lugar, una institución clave para el Grupo III del IPCC, el Institute for Advanced Systems Analysis (IIASA), se creó en 1972 con un grupo de energía que se veía a sí mismo como una respuesta seria al Club de Roma. La idea era utilizar el mismo método, ordenadores y modelos, para demostrar que la pareja de Meadows estaba equivocada, que había trayectorias que nos permitirían hacer una «transición suave» alejándonos de los combustibles fósiles.
Estos modelos servirán de base para los modelos del Grupo III del IPCC. Nordhaus es licenciado por el IIASA. La estrategia adoptada por el IIASA fue la siguiente: utilizamos el carbón para hacer frente a la crisis del petróleo, y luego, hacia el año 2000, dispondremos por fin del reactor nuclear reproductor. Tenemos que hacer la transición, pero más tarde, cuando será más barato gracias al reactor reproductor rápido. Ésta es también la estrategia de Nordhaus y la del informe del Grupo III del IPCC de 1995.

En el IIASA trabaja un científico italiano fascinante: Cesare Marchetti. Si hay que recordar a un intelectual en esto de la transición energética, es a él. Gran promotor de la economía del hidrógeno en los años 60 y 70, es en cierto modo el antepasado de Jeremy Rifkin. Su idea es que el hidrógeno líquido es la clave para hacer de la energía nuclear un actor importante, que vaya más allá del simple mercado de la electricidad. En cierto modo, tras su pasión por el hidrógeno, es el más fanático defensor del átomo.

En 1974 empezó a trabajar para el IIASA y comenzó a estudiar la historia de la tecnología fijándose en su antigüedad. Fue entonces cuando empezó a utilizar curvas de difusión logística para averiguar cuánto tardaría una transición energética. Al hacerlo, empezó a considerar la evolución relativa de las energías y definió la transición como el tiempo que tarda una energía en pasar del 1% al 50% de una combinación energética. Jimmy Carter habló de transición el 18 de abril de 1977 porque había visto gráficos inspirados en los trabajos de Marchetti.
Y lo que es aún más interesante, Marchetti criticó el método de los escenarios utilizado por el IIASA. En su opinión, el horizonte temporal de una eliminación progresiva de los combustibles fósiles en 50 años es completamente irreal y, al final, la principal fuente de energía de los años 2000-2020 será el gas. También critica el método de los escenarios, que da la ilusión de que controlamos esta cosa colosal que es el sistema energético mundial, este enorme conjunto de recursos, mercados, consumidores, hábitos, leyes, etc. Los escenarios muestran muchas cosas que no están claras. Con los escenarios, vemos muchas trayectorias posibles. Marchetti rechaza esta visión y defiende la idea de que el futuro está en gran medida predeterminado por la historia.
Por supuesto, esto es demasiado mecanicista. Ha sido criticado por el historiador Vaclav Smil porque, con su modelo logístico de difusión, el carbón debería haber desaparecido hacia el año 2000. Así que, sí, se equivocó un poco. Pero, aunque era muy pro-nuclear, su mensaje era decir, a diferencia de sus colegas: «No sueñen, se necesita mucho tiempo para salir de los combustibles fósiles». En cierto modo, está decepcionado por lo que muestra la historia: nunca verá cumplido su sueño de una sociedad del hidrógeno.
Lo que Vaclav Smil no dice, y que me parece muy preocupante, es que Marchetti fue el futurista más pesimista de los años setenta. Dicho de otro modo: los más pesimistas eran demasiado optimistas.
Notas

1. Véase en particular Fressoz, Jean-Baptiste. » The age of » et ses problèmes. Du phasisme matériel dans l’écriture de l’histoire», Revue d’histoire du XIXe siècle, vol. 64, nº 1, 2022, pp. 173-188; Fressoz, Jean-Baptiste. «La «transition énergétique», de l’utopie atomique au déni climatique : États-Unis, 1945-1980″, Revue d’histoire moderne & contemporaine, vol. 69-2, nº 2, 2022, pp. 114-146. [↟]

2. Fressoz, Jean-Baptiste. «Pour une histoire des symbioses énergétiques et matérielles», Annales des Mines – Responsabilité et environnement, vol. 101, nº 1, 2021, pp. 7-11.[↟]

3. «La transition énergétique de l’utopie atomique au déni climatique. Etats-Unis, 1945-1980», Revue d’histoire moderne et contemporaine, 2022, vol. 69, nº 2, pp. 114-146.[↟]

4.   «El maltusianismo se refiere a una reducción de la natalidad, ya sea planificada por una autoridad (una política maltusiana) o adoptada por una población (un comportamiento maltusiano). […] En un sentido más amplio, «neomalthusianismo» puede referirse a planteamientos sobre el medio ambiente en los que se hace hincapié en el carácter limitado de los recursos que hace necesario limitar el crecimiento demográfico, frente a planteamientos que propugnan, por ejemplo, cambios en los estilos de vida o una distribución más equitativa de los recursos», véase: http://geoconfluences.ens-
5. ndlr: «un puente hacia el futuro»[↟]

3. Historia de los movimientos revolucionarios en África

En ROAPE reseñan otro libro dedicado a la historia de los movimientos revolucionarios en África.

https://roape.net/2024/01/16/

África, sedienta de ideas 16 de enero de 2024
Tokunbo Oke reseña Revolutionary Movements in Africa, un libro que analiza la izquierda radical, los movimientos políticos y la lucha revolucionaria en toda África en las décadas de 1960 y 1970. Oke elogia un volumen que examina la historia del cambio revolucionario en África y desgrana las ideas y proyectos que han intentado transformar el continente.
Por Tokunbo Oke

Este libro, Revolutionary Movements in Africa, se ha publicado en un momento muy propicio de la vida política y la economía política de África.

En un momento en que la policrisis del declive económico, la degradación medioambiental y la posible propagación de peligrosos agentes patógenos afligen a la economía política de África, por no hablar de la intensificación de la rivalidad interimperialista, asistimos al surgimiento de una forma incipiente de resistencia de la juventud, los trabajadores y los oprimidos africanos. Cada uno de estos grupos tropieza en la oscuridad en busca de un marco ideológico a través del cual entender su realidad material para transformarla.
Como Alex Callinicos, siguiendo el ejemplo del difunto Walter Benjamin, ha explicado en su último libro, el cambio revolucionario ya no puede equipararse a ser la «locomotora de la historia», sino que se asemeja más al «freno de mano de la historia», un grito sincero de las masas de trabajadores de todo el mundo, para impedir que el mundo se tambalee de una crisis a otra en el camino hacia la extinción planetaria. Para evitar que la barbarie se convierta en la nueva norma, el cambio revolucionario se convierte en una necesidad para la supervivencia.
África se encuentra en la intersección de las crisis y la necesidad desesperada de un cambio real. Una población cada vez más joven observa cómo el capitalismo destruye las perspectivas de llevar una vida digna. El saqueo de los recursos por parte de las potencias imperialistas, que ha provocado una rivalidad entre viejas y nuevas potencias, ayudadas e instigadas por las cleptocráticas clases dirigentes nacionales, es el telón de fondo de la creciente resistencia del pueblo africano, contra la opresión y a favor de la paz y el progreso.
Sin embargo, sin un conocimiento profundo de las luchas del pasado, sus éxitos y fracasos, trazar un rumbo claro para las luchas futuras es notoriamente difícil. Como proclamó una vez George Santayana, quienes se niegan a aprender de la historia están condenados a repetirla. Aquí es donde el libro Movimientos revolucionarios en África puede convertirse en una herramienta esencial para los activistas en la batalla de reclamar la memoria contra el olvido, demostrando que cualquier progreso social del que haya disfrutado el pueblo africano se ha producido gracias a la lucha, con los trabajadores al frente de dichas luchas.
El libro, una recopilación de ponencias presentadas en una conferencia celebrada en Dakar, Senegal. ‘Izquierdas revolucionarias en el África subsahariana (décadas de 1960-1970): una historia política y social por escribir’ (Université Cheikh Anta Diop 30 de octubre – 1 de noviembre de 2019) presenta ricas lecciones para la izquierda africana. Y ello a pesar de las dificultades experimentadas por los investigadores a la hora de localizar la materia prima para reconstruir la historia de la izquierda revolucionaria en África. Desgraciadamente, muchos documentos relevantes han sido abandonados a la «crítica roedora de los ratones», una frase pulcramente tomada de la explicación de Karl Marx sobre lo que había sucedido con el manuscrito de La ideología alemana.
El libro echa por tierra el mito malintencionado que circulaba de que el marxismo y el deseo de un sistema socialista de sociedad eran una preocupación de estudiantes y profesores universitarios sin vínculos con la sociedad en general. El libro muestra gráficamente cómo los estudiantes establecieron vínculos con intelectuales revolucionarios y trabajadores para presentar una formidable oposición a los gobiernos parasitarios coloniales y poscoloniales.
Los capítulos son una mezcla desigual, pero el volumen me produjo tanto regocijo como tristeza. Los capítulos sobre Malí y el Alto Volta (actual Burkina Faso) son, cuando menos, dolorosos de leer, por el absoluto desperdicio de potencial revolucionario y la forma en que éste se desvió hacia el debate estéril entre las diversas tendencias comunistas, una de las cuales era una tendencia centrada en las ideas de Enver Hoxha, el brutal dictador estalinista de Albania.
El oportunismo de estas tendencias era también impresionante y alarmante. Una tendencia llegó a la conclusión de que no podía haber revolución socialista sin construir primero una burguesía nacional. Con acceso al aparato del Estado, los miembros de la misma tendencia lo saquearon ¡y se transformaron en tal clase burguesa!
El capítulo de Tatiana Smirnova sobre el Níger y el movimiento estudiantil es una clase magistral de reconstrucción histórica comprometida y me trae muchos recuerdos y comparaciones, especialmente con la lucha estudiantil en Nigeria de la que formé parte y las medidas tomadas para mantener a los camaradas y cuadros comprometidos.
Adam Mayer y Baba Aye presentan un artículo bien escrito y reflexivo sobre el desarrollo de los sindicatos, el feminismo y la izquierda revolucionaria en Nigeria entre 1963 y 1978. Los peligros del oportunismo en la izquierda, especialmente en la figura del difunto Tunji Otegbeye, están bien señalados. Sin embargo, se da una nota discordante con el enchufe para Omoyele Sowore y el Congreso de Acción Africana (CAA), teniendo en cuenta el hecho de que a pesar de la claridad del programa de Sowore durante las últimas elecciones y su heroísmo, tiene poca o ninguna relación con la clase trabajadora organizada de Nigeria.
El uso de la cultura por parte de la izquierda senegalesa que se describe en el capítulo de Issa Ndiaye me pareció completamente fascinante. Los camaradas senegaleses traducían material socialista al wolof mucho antes de que el autor keniata Ngugi Wa Thiong’o tomara la trascendental decisión de escribir en gikuyu en lugar de en cualquiera de las lenguas coloniales. Lo que lo hace aún más fascinante es que la izquierda radical senegalesa emprendió esta tarea en una época en la que el Presidente, Leopold Seder Senghor, era un destacado poeta dedicado a la reivindicación del orgullo africano a través de la Negritud, aunque para la independencia, la Negritud de Senghor se había convertido en su contrario: una fachada orientada a ocultar las relaciones de producción capitalistas neocoloniales y la dependencia de Francia.
Otros capítulos destacables son el papel de la izquierda en la caída del padre de la independencia en Madagascar por Irène Rabenoro, el desarrollo del marxismo en Uganda por Adrian Browne, especialmente ayudado por los vínculos de revolucionarios como D. Wadada Nabudere con el Partido Comunista de Gran Bretaña; el espléndido trabajo de la izquierda en Congo Brazzaville, descrito con fuerza por Héloïse Kiriakou y Matt Swagler, para conseguir la destitución del sacerdote católico expulsado Fulbert Youlou y su sustitución por el más progresista Alphonse Masamba-Debat. Esperaba a medias que este capítulo siguiera tratando de la toma del poder por el capitán Marian Ngouabi, uno de los primeros regímenes militares vanguardistas de África, y del destino de las movilizaciones obreras.
El crecimiento del Movimiento por la Justicia en África (MOJA) en Liberia, que desafió la dominación de la clase colona americano-liberiana, es también un capítulo notable de George Klay Kieh, Jr. Marxista en teoría pero populista en ejecución, el MOJA difundió la ilusión de que el problema de Liberia era el liderazgo y no el sistema de capitalismo dependiente. El golpe de los rangos inferiores, dirigido por el sargento mayor Doe en 1979, puso fin temporalmente a su campaña. Los líderes del MOJA cometieron un terrible error al aceptar cargos en el régimen militar, un error cometido en Ghana, Benín y Burkina Faso por la izquierda revolucionaria que buscaba atajos para llegar al poder.
En mi opinión, son el capítulo de Patrick Noberg sobre Tanzania, el de Heike Becker sobre la lucha obrera en Namibia y Sudáfrica, y el de Harris Dousemetzis sobre el solitario militante revolucionario Dimitri Tsafendas los que realmente captaron mi atención, y están repletos de lecciones para hoy, con el capítulo final que representa una forma de historia oculta de la izquierda.
Patrick Norberg aborda el surgimiento de una oposición marxista, el Frente Revolucionario Africano de Estudiantes Universitarios (USARF), al proyecto socialista Ujamaa de Julius Nyerere en Tanzania. Los estudiantes de la Universidad de Dar-Es-Salaam, uno de los cuales era Issa Shivji, bien conocido por los ávidos lectores de la Review of African Political Economy, presentaron una alternativa marxista seria y bien perfilada al proyecto idealista filosófico de Ujamaa. De hecho, Nyerere les convocó a la Casa de Estado para debatir con él y en ocasiones incorporó algunas de sus ideas a la política gubernamental. El USARF, aunque tenía clara la integridad moral del Mwalimu (maestro, en swahili, como se conocía a Nyerere), creía que Ujamaa no era el marco transformador que podía llevar la liberación a las masas trabajadoras de Tanzania. Desmitificaron por completo el proyecto idealista de Nyerere, que creía que la llamada comunocracia del África precolonial podía servir de base para construir el socialismo.
Ujamaa, un proyecto «socialista» burocrático de arriba abajo que seguía permitiendo la existencia de relaciones de producción capitalistas, sólo podía dar lugar a una mayor dependencia de Tanzania del sistema capitalista mundial. Los estudiantes tenían razón. Por supuesto, esta forma de poder dual ideológico sólo podía durar un corto periodo de tiempo, así que sin las fuerzas materiales de que disponían los estudiantes para hacer hegemónicas sus ideas, Nyerere acabó prohibiéndolas, ¡pero le dieron un buen repaso!
El capítulo de Heike Becker recoge el resurgimiento de las luchas de la clase obrera en Durban, Sudáfrica, en 1973. Fueron estas luchas, y no la campaña de guerrilla urbana dirigida por el brazo armado del CNA, Umkhonto We Sizwe, las que finalmente condujeron al colapso del proyecto capitalista racial conocido como apartheid. Becker subraya el hecho de que el movimiento estudiantil-obrero mundial de 1968 encontró eco en Sudáfrica y animó tanto a estudiantes como a trabajadores blancos y negros. El apartheid no era el proyecto homogéneo que nos hicieron creer. Resulta fascinante leer en el impresionante capítulo de Becker la intersección de las ideas marxistas no sectarias y el movimiento de la conciencia negra. Contrariamente a la opinión popular, no había una muralla china que separara a ambos.
El último capítulo, escrito por Harris Dousemetzis, sobre Dmitri Tsafendas, es un resumen de su innovador libro, El hombre que mató el apartheid. Esta es la historia de Dmitri Tsafendis, que consiguió asesinar al arquitecto del apartheid, Henrik Verwoerd, en 1966. Tsafendas estaba motivado por ideas comunistas, aunque el terrorismo individual no sea un método de lucha que los marxistas recomendarían de corazón. Las autoridades del apartheid, para ocultar la vergüenza de que un comunista hubiera matado al jefe del Estado, difundieron la historia de que Tsafendas estaba loco y lo encarcelaron.
Recomiendo encarecidamente Revolutionary Movements in Africa, publicado por Pluto Press, una pequeña editorial radical de Londres, l espero que puedan llegar a acuerdos de publicación locales con editores africanos para poner este libro a disposición de todos. De no ser así, quienes puedan hacerlo deberían hacer copias en samizdat para ponerlo a disposición de una mayoría más amplia de camaradas y activistas de África sedientos de ideas.
La lección esencial que debemos extraer del libro es la necesidad de luchar para que las ideas genuinas del marxismo se conviertan en hegemónicas. Esta es la idea de que sólo la autoorganización de los trabajadores con un programa de cambio revolucionario puede lograr el cambio que las masas trabajadoras necesitan desesperadamente ver y experimentar en África. Puede que África tenga una clase obrera pequeña, pero una y otra vez ha demostrado que está dispuesta a luchar hasta el amargo final por la victoria. Cuando la clase obrera pasa a la acción, los oprimidos, los campesinos pobres y los desfavorecidos siguen su estela.
Mi única crítica al libro es la ausencia de las luchas de las mujeres trabajadoras en África. Las mujeres, especialmente las trabajadoras y campesinas, que sostienen la mitad del cielo en África, siguen siendo una presencia fantasmal en el libro. También me hubiera gustado ver una presentación sobre Etiopía en los años 70, donde empezaba a producirse el inicio de la verdadera revolución socialista, dirigida por los estudiantes y el pueblo trabajador autoorganizado. Secuestrada por los militares centrados en el Dergue, los militares lanzaron una forma de terror rojo contra los auténticos elementos marxistas.
Los editores nos prometen otro volumen, así que atentos a este espacio. Merecen nuestro agradecimiento y aprecio por presentarnos semejante riqueza. Que vivan mucho y prosperen.
Revolutionary Movements in Africa (Movimientos revolucionarios en África), editado por Pascal Bianchini, Ndongo Sylla y Leo Zeilig, publicado por Pluto Press y disponible aquí. La presentación en línea del libro tendrá lugar el 27 de enero en Zoom a las 16.30 (hora nigeriana). Para acceder a la página, haga clic aquí.
Tokunbo Oke reside en Londres (Inglaterra). Es miembro de varias organizaciones progresistas africanas y multirraciales que luchan por un cambio real en todo el mundo. A medida que se acerca su jubilación, Tokunbo espera intervenir con más vigor en las cuestiones acuciantes de la actualidad que preocupan de forma inmediata a los trabajadores y oprimidos.

4. Abrumador apoyo popular árabe a Palestina

Una nueva encuesta muestra que el apoyo de la población árabe hacia Palestina sigue creciendo, así como el repudio a Occidente.

https://www.middleeasteye.net/

Guerra de Gaza: Los regímenes árabes ignoran el apoyo popular a Palestina por su cuenta y riesgo
Mohamad Elmasry 17 de enero de 2024

Seguir adelante con estos acuerdos de normalización con Israel podría resultar arriesgado, en medio de un apoyo árabe sin precedentes a la causa palestina
Una nueva encuesta del Centro Árabe de Investigación y Estudios Políticos ha revelado que los árabes son más propalestinos que nunca desde 2011, año en que la organización comenzó a sondear sistemáticamente la opinión pública árabe sobre Israel-Palestina y otras cuestiones.
En la encuesta más reciente, realizada entre el 12 de diciembre y el 5 de enero, el centro encuestó a 8.000 árabes en 16 países que representan más del 95 por ciento de la población de la región árabe. A los encuestados se les formularon diversas preguntas sobre la causa palestina, el ataque del 7 de octubre de Hamás contra Israel, la guerra de Israel contra Gaza y la política de Estados Unidos.
Los resultados sugieren que la guerra de Israel contra Gaza, probablemente un genocidio según el derecho internacional humanitario, ha aumentado el apoyo árabe a los palestinos y amplificado los sentimientos antiisraelíes y antiestadounidenses.
Un 92% de los encuestados afirmó que la causa palestina era una cuestión que preocupaba a todos los árabes, no sólo a los palestinos. Esto representa un aumento significativo con respecto al 76% registrado en la encuesta del Centro de 2022; de hecho, es la cifra más alta jamás registrada.
La encuesta también muestra una fuerte evidencia del apoyo de la opinión pública árabe a Hamás, que gobierna Gaza pero está proscrita como organización terrorista por el Reino Unido y otros países.
Casi el 90% de los encuestados árabes afirmaron que consideraban el atentado del 7 de octubre perpetrado por Hamás una «operación de resistencia legítima» o una «operación de resistencia algo defectuosa pero legítima».
Cabe destacar que un total del 89 por ciento de los encuestados dijeron que rechazaban el reconocimiento de Israel, la cifra más alta en la historia de las encuestas del centro. Sólo el 13% de los árabes encuestados afirmó creer que la paz con Israel sigue siendo posible.

Impulso estancado

Las opiniones sobre Estados Unidos también parecen haberse vuelto más negativas como consecuencia de la guerra de Gaza. Más del 90% de los encuestados afirmó que la respuesta de Estados Unidos a los recientes acontecimientos había sido «mala» o «muy mala», y el 76% dijo que su opinión sobre la política estadounidense se había vuelto más negativa desde el 7 de octubre.
Merece la pena considerar las implicaciones de estos resultados para los esfuerzos de normalización israelíes. En 2020, cuatro países árabes -Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Sudán y Bahréin- acordaron normalizar sus relaciones con Israel.
Estos acuerdos fueron significativos, en parte porque obviaban a los palestinos y parecían eliminar la preocupación por la ocupación ilegal de territorios palestinos por parte de Israel. Mientras que los sionistas alabaron los esfuerzos de normalización, los académicos y los grupos propalestinos los consideraron una traición a la causa palestina.
Desde 2020 y antes del 7 de octubre, se había impulsado una normalización más generalizada, con Arabia Saudí bien encaminada hacia la consecución de un acuerdo. Pero la guerra de Israel contra Gaza, y los sentimientos negativos que ha engendrado sobre Israel en el mundo árabe, podrían hacer que futuros acuerdos de normalización sean menos probables, o al menos más difíciles de ejecutar.
En la última encuesta del Centro, el 68% de los encuestados saudíes se mostraron contrarios a reconocer a Israel, casi el doble del 38% que lo hicieron en 2022.
Los árabes marroquíes y sudaneses también son ahora más propensos a rechazar el reconocimiento de Israel que en 2022. En Marruecos, el rechazo al reconocimiento aumentó del 67% al 78%, mientras que en Sudán subió del 72% al 81%. Estos resultados ponen de relieve la ardua tarea a la que se enfrentan los regímenes árabes que intentan normalizar sus relaciones con Israel en el futuro.
Como ha puesto de manifiesto el caso de genocidio de Sudáfrica ante el Tribunal Internacional de Justicia, desde el 7 de octubre Israel ha emitido numerosas declaraciones que parecen mostrar una intención genocida, mientras que las fuerzas israelíes han matado a más de 24.000 palestinos, entre ellos 10.000 niños.
Será difícil convencer a los ciudadanos árabes, la mayoría de los cuales simpatizan abrumadoramente con la difícil situación de los palestinos, de la conveniencia política, ética y religiosa de normalizar las relaciones con un Estado que ha bombardeado zonas civiles indiscriminadamente, atacado hospitales, refugios y rutas seguras, e impedido sistemáticamente que la ayuda humanitaria llegue a civiles inocentes.

Unidos por la ira

En el futuro, la cuestión para los regímenes árabes girará en torno a hasta qué punto están dispuestos a ignorar los sentimientos populares. Seguir adelante con la normalización de Israel en contra de la voluntad de sus ciudadanos podría resultar arriesgado.
De hecho, las opiniones públicas árabes parecen unidas por la ira. La última vez que el enfado fue tan palpable en las calles árabes fue durante la Primavera Árabe, que dio lugar a llamamientos a la democracia y a protestas populares generalizadas. ¿Estarán dispuestos los gobiernos árabes a apostar por acuerdos de normalización que podrían provocar disturbios? Sólo el tiempo lo dirá.
Más que nada, quizás, los resultados de la reciente encuesta demuestran la enorme desconexión entre algunos regímenes árabes y sus ciudadanos.
Salvo raras excepciones, la mayoría de los gobiernos árabes sólo han hecho reproches relativamente suaves a las atrocidades israelíes, y las peticiones populares de acción contra Israel -incluidas las peticiones de un embargo de petróleo- no han calado en los gobiernos árabes. Y lo que es más importante, los acuerdos de normalización previamente acordados no han disminuido.
La gestión egipcia del paso fronterizo de Rafah es quizá la que mejor ilustra la desconexión entre los gobiernos árabes y la calle árabe. Egipto no ha abierto completamente el paso fronterizo de Rafah, un fallo crítico, ya que permitir la entrada de ayuda esencial en Gaza mitigaría la actual catástrofe humanitaria.
Durante meses, el régimen egipcio ha obstaculizado la labor de los trabajadores humanitarios y ha reprimido las protestas relacionadas con Rafah, deteniendo incluso a activistas extranjeros que intentaban movilizar ayuda. La semana pasada, una mujer egipcia que llevó a cabo una modesta protesta callejera, ondeando una bandera palestina mientras cantaba por justicia, fue detenida por las autoridades egipcias.
En ocasiones, los actos de violencia trágica y opresiva pueden catalizar cambios significativos. Así ocurrió durante la Primavera Árabe, cuando la violencia del régimen árabe provocó una ira pública sin precedentes, protestas callejeras masivas y llamamientos a la democracia. Es posible, quizá incluso probable, que el genocidio de Gaza marque un cambio sustancial en la política árabe.
Nadie sabe con certeza qué mostrarán los resultados de la próxima ronda de encuestas. Pero a menos que los regímenes árabes hagan algo para frenar significativamente la agresión israelí y estadounidense -y para alinear mejor sus políticas con los deseos de sus ciudadanos, creando al mismo tiempo mejores oportunidades económicas- es probable que la ira y la frustración en la calle árabe sigan aumentando.
Los gobiernos árabes harían bien en escuchar las llamadas de sus poblaciones. Siempre es difícil predecir cómo puede manifestarse la ira pública.
Mohamad Elmasry es profesor de Medios de Comunicación en el Instituto de Estudios de Posgrado de Doha.

5. El inútil ataque en Yemen

No sé por qué, en la portada de Giubbe Rosse no aparece este artículo de Tomaselli de hace unos días, pero sí si lo buscas por autor. Son sus reflexiones sobre el ataque de EEUU y Reino Unido a Ansarallah.

https://giubberosse.news/2024/

EE.UU.: coa(li)ción a repetir
por Enrico Tomaselli
El ataque de Estados Unidos y el Reino Unido contra Yemen muestra una vez más cómo Estados Unidos es irremediablemente cautivo de sí mismo, o más bien de la imagen de sí mismo que siempre ha proyectado sobre el mundo. Hay, en este movimiento totalmente insensato, una reverberación más de la presunción de ser el gendarme del mundo, el cuerpo superior cuya tarea es mantener el ficticio «orden internacional basado en reglas» -que de hecho no es más que una marioneta inexistente, una cubierta que Washington adapta de vez en cuando para justificar sus propias acciones en su propio y exclusivo interés.
El hecho de que estas reglas supuestamente ordenadoras del mundo no son más que los intereses hegemónicos de Estados Unidos, y en un sentido más amplio de Occidente, está muy claro para la inmensa mayoría del planeta, y desde luego no desde hoy, pero una serie de cambios geopolíticos en los últimos tiempos -la guerra de Ucrania es uno de ellos- han demostrado que este orden de las barras y estrellas puede ser desafiado, ya no es algo a lo que haya que someterse, aunque sólo sea a regañadientes.
Estos cambios han hecho más visible lo que se sabía, empezando por el hecho -precisamente- de que este supuesto «orden internacional basado en normas» no es sólo una mera invención estadounidense, un recipiente vacío al que Estados Unidos da el significado que quiere de vez en cuando, sino que, de hecho, contrasta fuertemente con el único orden internacional al que se puede hacer referencia legítimamente, a saber, el esbozado en los tratados internacionales y en la Carta de la ONU, aunque con todas sus limitaciones. Y de hecho, el ataque angloamericano se produjo no sólo sin ningún mandato de la ONU, sino en patente violación de sus normas.
Pero la ilegalidad de la acción militar es, en cierto modo, el aspecto menos relevante, ya que -como decíamos al principio- se trata de una maniobra insensata, carente por completo de eficacia; es más, capaz de provocar exactamente el efecto contrario al declarado.
Si, en efecto, el bloqueo impuesto por los huzíes en el estrecho de Bab al-Mandeeb, aunque sólo afectaba a los buques con destino a Israel o conectados con él, provocó sin embargo un desplazamiento masivo de las rutas comerciales, independientemente del destino, está bastante claro que incluso la determinación de un estado de guerra significa amplificar al máximo la amenaza y empujar aún más el tráfico marítimo a elegir rutas alternativas.
Además, la micro-coalición creada por Washington sabe perfectamente que, a menos que se aventure a una loca invasión terrestre de Yemen, es absolutamente incapaz de derrotar a los huzíes, sino sólo de inflamar aún más la región. Y esta imposibilidad no proviene simplemente del hecho de que el poder de Irán esté detrás, ni mucho menos del conocimiento de que los huzíes disponen de un arsenal de misiles muy poderoso, sino del simple hecho histórico: desde 2015, Yemen está en guerra con los 6 países del Consejo de Cooperación del Golfo, liderados por Arabia Saudí, apoyados por Marruecos, Jordania, Sudán y Pakistán -además de Estados Unidos, por supuesto-. Y esta poderosa coalición no consiguió derrotar al gobierno yemení de Ansarulá, apoyado por Teherán. Sólo la mediación china, que puso fin al histórico enfrentamiento entre Irán y Arabia Saudí, condujo después a un alto el fuego.
Así que Washington y Londres saben muy bien que unas cuantas salvas de misiles no harán absolutamente nada para doblegar a los huzíes.
Además, incluso dejando de lado el riesgo de ampliar el conflicto, con repercusiones potencialmente devastadoras para Occidente, la pequeña escuadra naval anglo-estadounidense se enfrenta a un problema práctico, a saber, su incapacidad para sostener un enfrentamiento prolongado -que es entonces el gigantesco problema de todo el OTANstán. De hecho, toda la estructura del instrumento militar occidental está calibrada no sólo sobre guerras asimétricas, sino sobre la posibilidad de resolverlas rápidamente, gracias al poder abrumador de un primer ataque. Cuando esta posibilidad no existe, el sistema entra en crisis.
En primer lugar, para quedarnos en el cuadrante específico de la guerra, tanto la marina estadounidense como la británica son bastante antiguas, y adolecen sobre todo de un enorme déficit, el de la falta de un número adecuado de buques de aprovisionamiento. Aunque EE.UU. tiene numerosas bases en Oriente Medio, abastecer de munición a la escuadra naval es una operación complicada; los proyectiles de artillería y los misiles tendrían que embarcarse en helicópteros capaces de aterrizar en un portaaviones, y luego transferirse de éste a los demás buques. O, simplemente, en algún momento el equipo tendría que alejarse para reabastecerse en un puerto amigo.
Teniendo en cuenta que los yemeníes podrían lanzar oleadas de ataques utilizando drones de 5.000 dólares, para derribarlos los barcos tendrían que utilizar misiles de 1.000.000 de dólares…
¿Por qué, entonces, Estados Unidos y Reino Unido llevaron a cabo un ataque lleno de contraindicaciones?
No favorecerá la reanudación del tráfico marítimo, si acaso todo lo contrario.
No detendrá la acción yemení en apoyo de Palestina.
Expondrá a las bases estadounidenses en el M.O., y a la propia flota, a un aumento de los ataques de la Resistencia Islámica.
Hará más evidente el desprecio de EEUU por la ONU y las normas del derecho internacional.
Alimentará una posible escalada del conflicto, con el riesgo de que se convierta en regional o incluso más amplio.
Disminuirá la propia acción de EE.UU. para evitar que el conflicto se expanda, mostrando su duplicidad política (con el pobre Blinken obligado a argumentar la tesis descabellada de que bombardear Yemen no es una escalada sino su opuesto…).
La respuesta a la pregunta es tan tristemente fácil como obvia: compulsión a repetir. EEUU es consciente de que ha perdido su principal instrumento de dominación, la capacidad de disuasión (que se resume en poder utilizar el instrumento de la guerra principalmente como amenaza), y trata desesperadamente de recuperarla, repitiendo un patrón de actuación consolidado, indiferente al hecho de que los cambios geopolíticos lo han vuelto obsoleto e ineficaz.
La compulsión por repetir, el intento de lograr la victoria repitiendo sin cesar las mismas jugadas, no es sino un síntoma de la incapacidad del imperio estadounidense para hacer frente a los cambios en el marco geopolítico mundial. Su incapacidad para comprenderlo y afrontarlo es causa y efecto de su negativa a aceptar el cambio. Del mismo modo que un liderazgo espantosamente descuidado es a la vez el producto del declive imperial y la causa que lo acelera. Esto la hace cada vez más inevitable, pero al mismo tiempo multiplica el riesgo de que acabe imponiéndose la búsqueda de un Armagedón decisivo.

6. El mito del estado palestino

Mientras exista Israel tal como es ahora, la propuesta de un estado palestino más o menos viable, no será posible.

https://www.elsaltodiario.com/

El artilugio del Estado palestino independiente

Un Estado para los palestinos como el que pueda haber en cualquier parte supondría la sentencia de muerte para el ideario sionista clásico. La solución de los dos Estados pertenece al terreno del ilusionismo político.

Ignacio Gutiérrez de Terán Gómez-Benitaq

Arabista en la Universidad Autónoma de Madrid.

17 ene 2024

A lo largo de estos cien días ya de atrocidades israelíes en Gaza, uno de los principales argumentos —peculiares, como casi todo en el decálogo de la política exterior estadounidense para Oriente Medio— gira en torno a la “solución del Estado Palestino”. Así, en mayúsculas, porque lo enarbolan como el bálsamo de Fierabrás que habrá de poner fin a la “problemática” cuestión palestina y consolidar la “Paz”, también con letra capital. El comienzo de un nuevo texto, grandioso, para Oriente Medio, a lo grande: Estado, Paz, Estabilidad, Bonanza Económica, Libre Comercio en la Región, Coexistencia Pacífica, etc. El problema está en que el recurso al “Estado palestino” no deja de ser una forma de desviar el foco del asunto que hoy debería recabar la máxima atención: la barbarie, la sinrazón, la destrucción desatadas por el régimen de Tel Aviv en Gaza y los esfuerzos desplegados por los sectores más extremistas del Gobierno, el ejército y la sociedad israelíes por lograr uno de sus mayores anhelos, a saber, la expulsión del mayor número posible de palestinos.

La meta es desterrarlos de Cisjordania, que es lo que verdaderamente interesa al proyecto colonizador sionista; pero si se quitan de en medio unos cuantos cientos de miles en Gaza también les vale. Por lo pronto, entre muertos, desaparecidos y familias, heridos o desplazados que han conseguido salir de la Franja, y que muy probablemente ya no volverán jamás, van camino de los 50.000.

El relato sobre el Estado palestino se ha convertido en la cuestión fundamental que Antony Blinken, Lloyd Austin —antes de su ingreso en el hospital—, John Kirby y una nutrida lista de representantes estadounidenses “dicen” abordar en sus interlocuciones con los líderes árabes. Intentan convencerlos de que para “el día después”, que nadie sabe cuándo será habida cuenta de la fiera y organizada resistencia de las milicias palestinas, tendremos una nueva conferencia de paz y avances políticos que ellos, los líderes árabes dispuestos a la paz con Israel, puedan presentar ante su opinión pública.

Algunos del Golfo, como los emiratíes o los bahreiníes, que ya tienen acuerdos de paz con Israel, o los saudíes, que estaban preparándolos antes de la gran explosión del 7 de octubre, desean, tanto o más que el régimen de Tel Aviv mismo, acabar con Hamás y todas las facciones islamistas hostiles al modelo político y económico —un islam neoliberal en lo económico, autoritario en lo político— que, sobre todo, representa Arabia Saudí.

El problema es que no lo pueden decir a las claras, aunque a determinados dirigentes emiratíes, muy locuaces, se les nota con gran facilidad. Los círculos políticos israelíes destacan de vez en cuando que las potencias del Golfo piden —exigen— que en ningún caso se ponga fin a la operación de castigo colectivo en la Franja sin asegurarse antes de que Hamás haya perdido por completo su capacidad operativa; el propio primer ministro y criminal de guerra inconfeso, Benjamín Netanyahu, decía a principios de diciembre que los saudíes y los emiratíes estaban dispuestos a costear la reconstrucción de Gaza.

Tanto Riad como Abu Dhabi se abstuvieron de confirmar el anuncio, pero, y esto lo sabe cualquiera que siga la política regional árabe, unos y otros están más cerca hoy de las tesis estadounidenses-israelíes que de la defensa de las reclamaciones legítimas palestinas. Pero han de cubrir el expediente; y aunque cada vez actúan con más descaro, el Estado palestino independiente les serviría para justificar la aceptación incondicional del plan estadounidense para Oriente Medio. Llama la atención, en cualquier caso, que estos planes los suelen hablar entre ellos, dirigentes estadounidenses, israelíes y árabes de la zona, sin que haya presencia notable de interlocutores palestinos, en especial de los gazatíes. Ya se lo intentarán dar mascado, sin permitir ningún tipo de rechazo.

El problema está en que el plan ya lo han vendido varias veces; en buena medida, nos hallamos en esta situación hoy, en el contexto de la ofensiva más brutal y despiadada contra la población palestina desde 1948, gracias al fracaso de los acuerdos de paz firmados desde el fin de la primera Intifada a principios de los 90. Fracasaron porque partían de la prioridad de proteger los intereses del Estado israelí por encima de cualquier otra consideración y reducir al máximo las concesiones a los palestinos.

Estos, debido a la inoperancia, venalidad y egocentrismo de sus representantes, como bien relata Edward Said en sus escritos, desesperados, sobre el desastre de negociaciones como las del Proceso de Oslo —léase, por ejemplo, Gaza y Jericó. Pax Americana—, no supieron, o no les importó, conceder el sistema autonómico adulterado que desembocó en la Autoridad Nacional Palestina y en un delirante sistema de territorios A, B y C en los que los palestinos se convertían en rehenes de su propia demarcación, sometidos a los imperativos de seguridad de las fuerzas ocupantes y las necesidades de las colonias, en continua expansión desde entonces a pesar de estos acuerdos de paz.

Pero los estadounidenses, la mayor parte de las elites políticas árabes, autoritarias y mendaces, y, por desgracia, la propia Autoridad Nacional Palestina en Ramala, cuyos dirigentes harían cualquier cosa por mantener su ficción de poder e importancia política, necesitan este tipo de discursos. No se puede destruir un territorio de 360 kilómetros cuadrados y condenar a cientos de miles de personas al hambre, el frío y la desposesión sin vender la idea de que “todo esto se va a arreglar” cuando termine la guerra.

Sin embargo, los dirigentes israelíes actuales no comulgan con ningún proyecto de Estado palestino y, para desesperación de sus valedores estadounidenses, lo pregonan sin ningún rubor. Al presidente Biden le habría gustado lidiar en esta crisis con una elite política sionista más presentable y sutil, como la que representaban facinerosos de apariencia impoluta como Ben Gurion o Golda Meier, por ejemplo; no obstante, se ha topado con elementos del jaez de Bezalel Smotrich o Ben-Gvir, ministros actuales en el gabinete de Netanyahu. Estos, representantes del sionismo religioso, refractarios a cualquier tipo de ideología secularizadora y partidarios del discurso bíblico más apocalíptico, consideran que la única forma de asegurar un futuro próspero para Eretz Yisra’el (La tierra de Israel) pasa por expulsar a los palestinos. Lógico: saben que el sionista es un proyecto ante todo colonizador, supremacista y expansionista.

Por ello, propuestas que den lugar a “aventuras” como la Autoridad Nacional Palestina o el supuesto autogobierno suponen una aberración, por mucho que, en esencia, estén en las antípodas de un verdadero Estado palestino. Pero el sionismo siempre ha sobrevivido en la hipérbole, en la exageración victimista de los supuestos peligros que supone dar casi nada a los habitantes originarios de Palestina. Bueno, eso de originarios es un decir: Smotrich, ministro de Finanzas, suele decir que los auténticos palestinos son él y los suyos. Los palestinos “otros” son unos impostores, advenedizos, nómadas beduinos —qué pesados se ponen los nazisionistas con eso de que los palestinos son árabes que, como todos los demás, pueden vivir en cualquier parte del desierto—. Lo curioso es que la familia de Smotrich, con ese apellido tan eslavo, procede al igual que una muy buena parte de la población judía de la Palestina ocupada, de territorios lejanos y extraños.

En definitiva, los estadounidenses y buena parte de los simpatizantes occidentales del sionismo internacional muestran signos de abatimiento. La opinión pública internacional está reaccionando, según pasan los días, con mayor irritación ante el horror de las matanzas de civiles gazatíes; las hordas ocupantes se ven zarandeadas por un hatajo de milicianos que salen de sus guaridas con bazookas y lanzagranadas en chanclas y pantalón de chándal y, para colmo, los sudafricanos lanzan una causa internacional por genocidio, término utilizado ya por numerosos sectores para referirse a esta carnicería.

Nunca antes la posición internacional del sionismo había sido tan delicada. Para cualquier persona con sentido común lo que está haciendo la jauría que gobierna Tel Aviv habría sido motivo suficiente, desde hace meses, para armar un embargo internacional y una ristra de sanciones determinantes. Pero Israel es otra cosa y, teniendo en cuenta lo que estamos viendo hoy por hoy, su situación, por cuestionada e inestable, resulta inédita.

Por ello, los estadounidenses y asociados están forzando conflictos bélicos como el iniciado en la segunda semana de enero contra los huzíes en Yemen; o tratan de amplificar el efecto de los ataques de milicias islamistas en Iraq y Siria hablando de una escalada bélica en ciernes. Hay que desviar la atención tanto de las atrocidades israelíes como de los fracasos de sus fuerzas de ocupación, y mantener a la gente ocupada con otras cosas. Como el Estado palestino. Ya en 2020, la Administración de Donald Trump aireó su propuesta particular al respecto, para incentivar, una vez más, los acuerdos de paz araboisraelíes. Naciones Unidas también invitó en sus reuniones de la Asamblea General a ir por esta línea.

Nadie, empero, sabe en qué consiste este Estado palestino porque, de nuevo, los presupuestos de la teoría política saltan por los aires cuando Israel está de por medio. Es decir, un Estado palestino debería tener fronteras delimitadas y seguras, soberanía plena dentro de las mismas, independencia económica, fuerzas armadas propias y, en definitiva, todos los elementos que confieren la identidad que cualquier persona sensata supondría en un estado “normal”. Pero los confusos enunciados de Washington y sus aliados occidentales y árabes no hablan de erradicar los asentamientos ni del reconocimiento del derecho al retorno de los millones de refugiados y desplazados palestinos ni de un ejército propio ni una economía basada en la explotación y administración de los recursos propios.

Un Estado para los palestinos como el que pueda haber en cualquier parte supondría la sentencia de muerte para el ideario sionista clásico. En opinión de sus partidarios menos radicales, lo máximo a lo que se puede llegar es a algo parecido a lo que tenemos hoy con la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania, o el “caos controlado” en Gaza desde el bloqueo impuesto en 2007: una entidad que no controla absolutamente nada verdaderamente importante, sin fuerzas armadas ni aeropuertos ni capacidad para decidir quién sale o entra de su territorio, privada de jurisdicción sobre los asentamientos ni de control sobre las conexiones terrestres entre ellos.

Unos asentamientos que, por supuesto, se quedarían donde están. Por no poder, no pueden ni disponer del dinero recaudado por los impuestos pagados por los contribuyentes o incluso las ayudas procedentes del exterior. El régimen de Tel Aviv, como ha hecho recientemente, puede retener estas cantidades, siempre con el argumento incuestionable del derecho a la autodefensa, en este caso para evitar la financiación de grupos armados o cualquier actividad hostil a la ocupación.

He ahí la propuesta de eso que rimbombantemente llaman “de los dos Estados”. Una nueva añagaza con visos de mantener el conflicto enquistado durante tiempo indefinido. No es mala solución para las elites sionistas, acostumbradas a pescar en río revuelo y revertir crisis pasadas en su beneficio, como ocurrió con el día después de las dos intifadas (1987 y 2000). Entonces, la conmoción política y militar derivada de ambas revueltas populares se canalizó en procesos de negociación internacionales en los que la presión de Washington y aliados dieron lugar a tratados desastrosos para cualquier proyecto nacional palestino. Hoy se les está acabando el tiempo. Y muchos, incluso entre los aliados occidentales del régimen de Tel Aviv, se preguntan si mantener una estructura colonial tan anacrónica y, a la postre, inefectiva en Oriente Medio no está comenzando a resultar fastidiosa.

Observación de Joaquín Miras:
Está claro, no hay posibilidad de dos estados por la misma razón que no hay posibilidad de un estado común, por el nazismo sionista. Es un buen artículo que no inventa mentirijillas.

7. Entrevista a Leila Ghanem

Hace algún tiempo en Insurgente.org publicaron una entrevista de Nines Maestro a la comunista libanesa Leila Ghanem (https://www.youtube.com/). Hoy es en CTXT donde le publican otra realizada por Gorka Castillo.

https://ctxt.es/es/20240101/

Leila Ghanem / antropóloga libanesa y analista internacional

La contienda del mar Rojo esconde otra más virulenta: la disputa de las rutas comerciales de China y Estados Unidos”

Gorka Castillo 17/01/2024

Leila Ghanem es una antropóloga libanesa de reconocido prestigio. Analista brillante de Oriente Medio, su vida quedó marcada por seis guerras devastadoras en su país que afilaron su mirada sobre una región donde la crueldad y el salvajismo han alcanzado grados espeluznantes. “Algo ha cambiado desde el 7 de octubre que será necesario evaluar en profundidad, no sólo entre quienes se oponen a Israel sino también entre todos aquellos ciudadanos del mundo contrarios a un capitalismo depredador cada vez más agresivo”, apunta con cierta turbación desde París, donde reside, en esta entrevista realizada por videoconferencia. Marxista declarada, Ghanem fue precursora de los tribunales populares para juzgar los crímenes de guerra israelíes en Sabra y Shatila; y otro contra la multinacional Monsanto por los desmanes ecológicos que causó en Irak tras la ocupación estadounidense. Considera que la batalla desatada ahora en el mar Rojo plantea a Occidente un nuevo dilema sobre cuál es la forma adecuada de proteger una ruta marítima que para su economía es vital. “La ofensiva hutí ha trastornado los planes estadounidenses en la zona y ha puesto en duda la efectividad de su política de disuasión militar. Son los regímenes retrógrados y despóticos, como el saudí o el bahreiní, quienes están alentando las cosas para que EEUU se empantane en el mar Rojo”, añade. Autora de varios ensayos en francés y árabe traducidos a varios idiomas, entre ellos el español, Leila Ghanem vuelve sus ojos a la arrasada Gaza. “Israel no ha alcanzado ninguno de sus objetivos iniciales mientras los palestinos siguen luchando tras 100 días de apocalipsis”, dice la intelectual libanesa.

EEUU y Reino Unido han bombardeado posiciones hutíes en Yemen para “garantizar las comunicaciones navales entre Europa y Asia” a través del Canal de Suez. ¿Es el mar Rojo el tercer foco de tensión en la guerra de Gaza?

La batalla del mar Rojo es una contienda estratégica de gran importancia. En primer lugar, por su impacto en la navegación marítima y el transporte internacional. Por el estrecho de Bab El-Mandeb navegan unos cincuenta barcos diarios, con cinco millones de barriles de petróleo y 700.000 millones en bienes, la mayoría con destino a los mercados europeos. Más de 20.000 barcos al año cruzan un paso que acorta en un 58% la distancia entre Bombay y Génova. Pero esta contienda esconde otra más virulenta, la de las rutas comerciales terrestres y marítimas que China y Estados Unidos se disputan de manera sigilosa. Desde hace diez años, las crónicas no paran de hablarnos de la Nueva Ruta de la Seda china, de la Ruta de las Especias y de la construcción de un cinturón económico marítimo desde Europa a Asia Oriental. El proyecto chino ya ha invertido miles de millones dólares en la renovación de puertos y ferrocarriles, y ha creado 56 nuevas zonas comerciales en una veintena de países. El ejemplo más revelador es que el volumen de negocio entre Pekín y Riad ha alcanzado los 116.000 millones de dólares. Frente a estos gigantescos proyectos, EEUU anunció su contraproyecto en la cumbre del G20 celebrada el pasado julio en Delhi: la creación del “pasaje económico entre India y Europa” junto a Arabia Saudí, los Emiratos e Israel. Se trata de una especie de asociación político-comercial en la región cuya realización requiere la normalización de relaciones entre Tel Aviv y Riad. A esto habría que sumar el megaproyecto del Canal Ben Gurion, expuesto por Netanyahu a Biden en la última cumbre de Sharm El-Sheikh, y cuya construcción queda a expensas del resultado de la destructiva guerra que Israel inició contra Gaza.

¿Le sorprenden las dificultades que está teniendo una fuerza armada disuasoria como la que conforman EEUU y Reino Unido para controlar la situación en Bab El-Mandeb?

La ofensiva hutí no sólo ha trastornado los planes estadounidenses en la zona, sino que les ha planteado un nuevo dilema sobre la forma más adecuada de proteger una ruta marítima que para Occidente es vital. El New York Times revelaba hace unos días los debates desatados en el seno del ejército estadounidense sobre la necesidad de reorganizar la fuerza de disuasión tras el revés que están sufriendo en Yemen. Tienen serias dudas de seguir militarizando el mar Rojo porque corren el riesgo de lograr el efecto contrario. En mi opinión, se ha producido el colapso de la política de disuasión estadounidense y esto implica un cambio en el equilibrio de poder entre Washington y sus aliados pero también con sus competidores BRICS.

¿Cree que el control del Canal de Suez es clave para el desenlace del conflicto?

No. Este paso estratégico no es el tema principal de la guerra. Ciertamente está experimentando algunas perturbaciones debido a la batalla desatada en el mar Rojo, pero desde el año 73 está sujeto a varias convenciones internacionales respetadas por Egipto porque proporciona unos ingresos vitales a su maltrecha economía. El verdadero peligro para los egipcios es que se materialice el proyecto del canal Ben Gurion, un antiguo sueño de Israel para conectar el mar Mediterráneo con Akaba, al sur de la Franja de Gaza, en el mar Rojo, con el doble de capacidad de tráfico que el de Suez y que iría acompañado de la construcción de decenas de pequeñas ciudades turísticas. Pero para ejecutar ese proyecto, Israel necesita vaciar Gaza de habitantes y empujarlos hacia el Sinaí. Obviamente, Egipto se opone con vehemencia al proyecto porque significaría perder el monopolio del transporte marítimo que hoy ostenta, así como su condición de puente turístico hacia Arabia Saudí y a su gigantesca ciudad futurista Neom, la urbe de 26.000 kilómetros cuadrados que Mohammad Ben Salman quiere levantar a orillas del mar Rojo. Para construirla necesita normalizar las relaciones diplomáticas con Tel Aviv, adhiriéndose a los Acuerdos de Abraham que los acontecimientos en Gaza probablemente han retrasado.

En su opinión, ¿qué ha cambiado en la región desde el 7 de octubre?

Prefiero hablar de lo que ha sucedido en los últimos tres meses. Personalmente, estoy convencida de que algo ha cambiado. Será necesario evaluar en profundidad lo que supone el genocidio en Gaza, no sólo entre quienes se oponen a Israel, sino también entre todos aquellos ciudadanos contrarios a un capitalismo depredador cada vez más agresivo, a la dictadura de los mercados, a las instituciones financieras y a todos aquellos que intentan socavar los logros sociales que la clase trabajadora ha logrado durante siglos de lucha. El 7 de octubre reveló que la derrota del quinto ejército del mundo pondrá fin a su papel como cabeza de puente imperialista y le impedirá imponer sus decisiones por la fuerza. La imagen de EEUU ha quedado dañada para siempre, no sólo por su complicidad con los crímenes en Gaza sino porque han participado directamente en las operaciones y han brindado apoyo financiero por valor de 14.000 millones de dólares. Además, ha supuesto el fin o la ralentización del proceso de normalización de las relaciones entre las monarquías petroleras e Israel. Regímenes como el saudí o el bahreiní, retrógrados y despóticos, temen una victoria de Hamás y siguen alentando las cosas para que EEUU se empantane en el mar Rojo.

El periódico británico The Times informaba hace unos días sobre la posibilidad de que Israel prepare la invasión del sur del Líbano. ¿Cree posible la apertura de un nuevo frente de guerra en el norte?

Este análisis es completamente erróneo. Desde su derrota en 2006, Israel ha dejado de aventurarse en territorio libanés para no sufrir una nueva afrenta. El 7 de octubre marcó el fin del mito de la invencibilidad de su ejército. La vulnerabilidad de su seguridad ha sido tan escandalosa que sorprendió más a sus amigos que a sus enemigos. Eso explica el envío inmediato de flotas occidentales a la zona dispuestas a rescatar su cabeza. Que el sofisticado ejercito sionista se encuentre completamente atascado en un territorio que no supera los 365 kilómetros cuadrados como Gaza después de tres meses de intensos bombardeos, y que no haya alcanzado ninguno de los tres objetivos que anunció –detener a Hamás, liberar a los rehenes y empujar a los palestinos al éxodo– es un indicador claro de su situación. Entonces, una se pregunta: ¿cómo podría liderar una guerra contra Hezbolá, cuya capacidad de fuego llega hasta Tel Aviv?

Pero la superioridad militar de Israel es indiscutible. ¿Cómo puede la resistencia palestina ganar esta guerra?

El principal argumento ya ha sido esgrimido por el propio Estado Mayor israelí, que culpa a Netanyahu de la derrota, y también por el exjefe del Mossad, Yossi Cohen, que el 4 de enero envió una carta abierta al Gobierno en la que le pedía un cese de hostilidades porque lo que está en juego ahora es la existencia de Israel. También el director del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby, ha señalado que tras 100 días de guerra despiadada, Hamás conserva su fuerza de ataque y un apoyo innegable entre los palestinos. Otro argumento revelador es que después de tres meses de combates, Israel sigue enfrentándose a los comandos de Hamás en el norte de Gaza, una zona que ha sido completamente arrasada. La razón es que su campaña de terror se centra en lanzar cohetes contra civiles pero es incapaz de luchar sobre el terreno, según los expertos. Así fue derrotado en Líbano en 2000 y 2006. La prensa israelí empieza a hablar de grandes pérdidas humanas y del hundimiento de la moral de sus tropas. Algunas fuentes señalan que 2.500 soldados habrían desertado y que un millón y medio de israelíes han salido del país desde el 7 de octubre. Esto, en mi opinión, anuncia el fin del proyecto sionista. En cualquier caso, las operaciones han hecho daño a la resistencia pero no han cambiado la situación sobre el terreno, como ha reconocido Kirby. Gaza sigue luchando tras 100 días del Apocalypse Now que describió Coppola.

Israel describe su ofensiva militar como una guerra del Bien contra el Mal. ¿Es la necesidad de despolitizar un conflicto político como el palestino?

No tratan de despolitizar el conflicto sino de demonizar a los palestinos que luchan por su libertad. Lo mismo ha ocurrido en otras batallas anticoloniales, en las que los colonizados fueron tildados de terroristas por el ocupante. Hay infinidad de ejemplos. Desde los comuneros franceses y los vietnamitas al FLN argelino, Nasser cuando en 1956 nacionalizó el Canal de Suez y la OLP. Hamás es objeto de una campaña de difamación para justificar el genocidio. Desde el 7 de octubre asistimos a una especie de macartismo en los medios de comunicación donde toda declaración sobre los crímenes practicados por Israel en Gaza está condicionada a una condena previa de Hamás como organización terrorista. Pero tanto derramamiento de sangre está dando frutos. Hoy son Israel y EEUU quienes comienzan a ser consagrados como símbolos del mal por muchos ciudadanos en todo el mundo.

El gobierno israelí asegura que su objetivo es “aniquilar” a Hamás, un grupo al que sitúan al mismo nivel de depravación terrorista que Daesh y Al-Qaeda.

Hamás es un movimiento palestino anclado en las capas populares de Gaza, Cisjordania y en los campos palestinos del Líbano, Siria y Jordania. Fue elegido democráticamente en 2007 en unas elecciones supervisadas por las Naciones Unidas y, desde su victoria, la Franja quedó sometida al bloqueo colonialista. No es el Islam lo que molesta sino su negativa a deponer las armas sin la liberación previa de Palestina y su rechazo a los llamados tratados de paz, como el de Camp David o el de Oslo, que sólo trajeron la pérdida de territorio. Su estructura no tiene nada que ver con las de organizaciones mercenarias supuestamente islamistas como Daesh, Al-Qaeda, Al-Nussra y Junud al-Sham creadas por la CIA para sembrar de problemas el mundo árabe y socavar lo que queda de las instituciones estatales mediante la expansión de “la guerra civil permanente”. Hamás es un movimiento de liberación surgido del pueblo palestino sitiado cuya popularidad no se encuentra en la aplicación de la doctrina islámica, sino en su resistencia a la capitulación que buscan las potencias coloniales. Su discurso ya no habla de ‘Umma’ sino de un tejido social diversificado donde hasta los cristianos tienen que luchar por la libertad y la dignidad de esta patria. Sus llamamientos trascienden las fronteras y apelan a los hombres libres del mundo, a la clase trabajadora y a los sindicatos cuya movilización se ha convertido, dicen, “en la única esperanza para detener esta barbarie”. Esto es completamente nuevo. Y la formidable movilización de solidaridad internacional que se ha producido abre grandes perspectivas de que la justicia finalmente se imponga.

Gaza ha sido el bastión de Hamás mientras Cisjordania lo era de la Autoridad Palestina y Al Fatah. ¿Cree que la guerra ha modificado esta relación?

Sí, ciertamente. La Autoridad Palestina, que sólo tenía un papel de seguridad a favor de Israel, está completamente denigrada. Abu-Mazen (Mahmud Abás) es abucheado en las manifestaciones y la organización Fatah se ha dividido. A pesar de la terrible represión en Cisjordania, donde ya se contabilizan 360 muertos y 1.200 encarcelados desde el 7 de octubre, se han formado comités de apoyo a Hamás en Yenín, Nablus, Haifa y Jaffa. Hamás ha estado en el centro de todas las intifadas y movilizaciones que ha vivido Cisjordania, incluidas las que se produjeron en las prisiones, y muchos de sus líderes actuales nacieron allí. Ellos lideraron la batalla por el barrio de Sheikh Jarrah en Jerusalén y organizaron manifestaciones durante dos años en la línea de demarcación para detener los asentamientos. Cabe señalar, por último, que su líder, Yehya Al-Sinwar, reivindica en sus discursos la continuidad de la línea de emancipación fundada por Arafat, lo que abre la puerta a reunir a un gran número de activistas de Fatah, descontentos con la blandura de Abu Mazen, cuyo gobierno ya no tiene ningún poder real.

Usted vivió la guerra del Líbano en 2006 que causó miles de muertos. ¿Es comparable a lo que está sucediendo ahora en Gaza?

Sí, es comparable desde el punto de vista de la intensidad de la fuerza de ataque operada por la aviación israelí. En 2006 anunciaron que el objetivo era “devolver al Líbano a la Edad Media”. Demolieron toda infraestructura posible: carreteras, puentes, fábricas, centrales eléctricas, hospitales, escuelas, casas, campos de cereales y vertieron combustible en la costa libanesa para eliminar toda forma de vida marina. A pesar de esto, creo que en Gaza es mucho peor con el agravante de que la Franja ha estado cerrada y bajo bloqueo durante 17 años por lo que ha sido imposible huir o refugiarse. En el Líbano, la población huyó hacia el interior y la resistencia estaba mejor equipada militarmente. Aun así, mataron a 1.200 civiles y a 450 combatientes. En Gaza ha habido una intención deliberada de aniquilación. Incluso anunciaron su deseo de reducir la población a la mitad, ya sea mediante el éxodo al Sinaí o con la muerte. Y ya han liquidado al 4% de la población, según las cifras oficiales difundidas el 10 de enero.

Si la solución de dos Estados es imposible, ¿qué futuro espera al pueblo palestino?

Cuando queremos resumir la historia de la ocupación de Palestina en unas pocas fechas decimos que fue ocupada en tres fases: la Nakba de 1948, la Naksa de 1967 y los Acuerdos de Oslo de 1993. Los llamados Acuerdos de Paz, cuyo proceso ha durado 32 años, sólo han servido, según el jefe de la delegación palestina encargada de las negociaciones entre 1992 y 1997, Elias Sanbar, para erosionar Palestina a la que sólo le queda el 6% de su territorio original. En la misma línea se han expresado otras organizaciones, incluidas las facciones de Fatah, la mayoría de los dirigentes de la OLP y figuras cercanas a Arafat como el poeta Mahmoud Darwish o el intelectual Edward Said. Como asegura Michèle Sibony, portavoz de la Unión Judía Francesa por la Paz, todos conocemos desde hace mucho tiempo que el objetivo perseguido por Israel es vaciar el territorio de palestinos para abrirlo a la colonización mediante un verdadero reemplazo de población. Gideon Levy dijo en una conferencia de prensa en Washington que Israel nunca ha querido la paz y el historiador Ilan Pappé ha afirmado que la solución de los dos Estados no es otra cosa que crear un Estado tapón junto a un Estado expansionista.

Lo que parece claro es que el derecho internacional humanitario ha saltado por los aires. ¿Hacia dónde nos dirigimos?

Hubiera preferido terminar la entrevista con una nota de esperanza pero la cuestión de los derechos humanos ya no está en el orden del día en este momento de la historia. La impotencia de las instituciones internacionales ha quedado patente, incapaces de conseguir un voto para detener la carnicería de Gaza. Creo que el fallo está en el sistema de funcionamiento de Naciones Unidas, no en la idea en sí, que sigue siendo noble. Todos necesitamos recursos ante la barbarie, pero cuando son los propios bárbaros quienes financian, influyen y ejercen el derecho de veto, ¿qué podemos hacer? ¿Es posible reformar estas instituciones? Creo que esto sólo es viable si liberamos a estas instituciones del yugo de las finanzas y se crea un fondo internacional de ciudadanos que frene la ley de la selva, que es lo que está sucediendo en Palestina.

8. Nueva alianza de organizaciones de izquierda en Europa central y oriental

Es posible que entre todos no llenen un microbús, pero, a efecto de inventario, os paso esta nueva organización coordinadora de partidos de izquierda en Europa central y oriental. Quizá porque la noticia procede de la rama ucraniana, una de las señas de identidad parece ser el antirusismo. https://links.org.au/central-

Se forma la Alianza de la Izquierda Verde de Europa Central y Oriental (más declaración fundacional)
Sotsialnyi Rukh CEEGLA 16 de enero de 2024
Publicado por primera vez en ucraniano en 
Sotsialnyi Rukh. Traducción de LINKS Revista Internacional de Renovación Socialista.
Movimiento Social es cofundador de la Alianza de la Izquierda Verde de Europa Central y Oriental (CEEGLA). Esta asociación incluye a partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil que abogan por una Europa justa, de izquierdas y social, así como por las políticas correspondientes en sus países.
La creación de esta nueva estructura se anunció el 12 de enero de 2024, durante una sesión informativa en el Sejm [parlamento] de la República de Polonia. El Movimiento Social estuvo representado allí por Viktoria Pigul, miembro de su Consejo desde Kiev.
La coalición recién formada incluye a: Budoucnost (Alianza por el Futuro, República Checa), Demos (Partido Democracia y Solidaridad, Rumanía), KARTU (Juntos, Lituania), Razem (Izquierda Unida, Polonia), Szikra Mozgalom (Movimiento Chispa, Hungría) y Sotsialnyi Rukh (Movimiento Social, Ucrania).
Según Zofia Malisz, coordinadora de proyectos de Razem y miembro del Consejo Nacional del partido, la voz de la izquierda de Europa Central y Oriental casi no ha sido escuchada hasta ahora en la Unión Europea. La creación del CEEGLA debería cambiar esta situación. «Queremos apoyarnos mutuamente para presentarnos al Parlamento Europeo, reforzar la voz de la joven izquierda verde, desde el Báltico hasta los Balcanes», explicó.
Todas estas fuerzas políticas creen que las raíces de las crisis económica, social y climática se encuentran en la lógica del sistema capitalista.
«Frente a quienes ven los servicios públicos como caros e inmerecidos, nosotros los valoramos -la sanidad, la educación y la protección social- como la clave de una sociedad basada en la igualdad, la solidaridad y la dignidad», dice la página web de la nueva alianza. «Nos comprometemos a construir una economía fuerte, diversa y sostenible que funcione para todos. Alzamos nuestras voces para dar forma a una economía europea y mundial centrada en las personas. Hay que rechazar la idea de que nuestra región no es más que un campo de pruebas capitalista para la semiperiferia de Europa y el orden mundial».
El CEEGLA se describe a sí mismo como «una nueva generación que experimentó la desilusión tras el colapso del Bloque del Este y la subsiguiente transición capitalista. No tenemos nostalgia de los regímenes anteriores ni nos hacemos ilusiones sobre la naturaleza del fracasado proyecto neoliberal que se está aplicando en nuestra región. Necesitamos avanzar, no retroceder. Apoyamos la integración europea y el desarrollo de una Europa democrática, social y sostenible»: estos son los valores de la alianza.
Entre las principales prioridades de CEEGLA está contrarrestar la agresión rusa, que está destruyendo Ucrania y amenazando a toda la región. «La única razón por la que las tropas rusas aún no han atacado Polonia o Rumanía es por las tropas estadounidenses desplegadas allí. Estamos convencidos de que los países de nuestra región deben construir conjuntamente su propia subjetividad y fuerza», afirmó Pigul. «No hablo sólo de fuerza militar. Rusia está explotando las debilidades de los países europeos: la crisis climática y de la vivienda, el deterioro del nivel de vida y el ascenso de la extrema derecha», advirtió. «Si no abordamos estas cuestiones, no podremos garantizar nuestra seguridad».
El diputado de Razem Maciej Konieczny subrayó que «hoy Ucrania sigue necesitando la solidaridad europea, necesita apoyo económico, financiero y militar para repeler la agresión rusa y proteger nuestra seguridad». Como saben, desde los primeros días de la invasión a gran escala, la izquierda polaca ha abogado por la cancelación de la deuda externa de Ucrania para garantizar un futuro sostenible a nuestro país».
El Movimiento Social espera que la consolidación de las relaciones con los aliados de la región de Europa Central y Oriental ayude al pueblo ucraniano a recibir los suministros de defensa necesarios para fortalecer nuestra defensa, reforzar las prioridades sociales en el proceso de integración europea y orientar la reconstrucción de posguerra en interés de toda la sociedad.
Damos las gracias a nuestros camaradas de Lituania, Polonia, la República Checa, Rumanía y Hungría por apoyarnos en estos momentos difíciles para Ucrania y por ofrecerse a desarrollar la izquierda a escala internacional.
Animamos a todos a seguir las actualizaciones en el sitio web oficial de la
asociación ceegla.org y en la red de medios sociales X.

Alianza de la Izquierda Verde de Europa Central y Oriental
Publicado por primera vez en CEEGLA.

Quiénes somos
Nuestros partidos, movimientos y grupos ciudadanos surgieron tras la crisis económica y financiera de 2008-2009. Somos una nueva generación, que ha experimentado las desilusiones tras el colapso del Bloque del Este, y la transición capitalista que le siguió. No tenemos nostalgia de los regímenes anteriores, ni nos hacemos ilusiones sobre la naturaleza del fracasado proyecto neoliberal implantado en toda nuestra región. Debemos avanzar, no retroceder. Apoyamos la integración europea y la construcción de una Europa democrática, social y sostenible.
Nuestra generación fue testigo de muchas guerras. La guerra de agresión rusa contra Ucrania es un duro recordatorio de que la democracia y la autodeterminación nunca pueden darse por sentadas.
También hemos sido testigos del aumento de la brutalidad estatal, la vigilancia y los regímenes fronterizos inhumanos. En lugar de tender puentes para ayudar a los necesitados, nuestras élites construyeron vallas e infundieron miedo.
Nuestras raíces están en la sociedad, no en las oligarquías y los sistemas de poder. Trabajamos con los ciudadanos, la sociedad civil, los movimientos sindicales y los grupos comunitarios para construir alternativas y alianzas significativas. Nuestros miembros y socios aprenden unos de otros, desarrollan sus organizaciones y crean solidaridad transnacional en torno a nuestros valores y luchas. Aunaremos esfuerzos con fuerzas afines para ofrecer esperanza y una guía para la acción a escala regional y mundial.

Nuestra visión
Tras haber presenciado y vivido tres décadas de brutal transformación capitalista, afirmamos que nuestros derechos, dignidad, comunidades, planeta y futuro son más importantes que los beneficios y el enriquecimiento de una pequeña élite mundial.
Frente a quienes los consideran costosos e inmerecidos, valoramos los servicios públicos -sanidad, educación y protección social- como la clave de las sociedades basadas en la igualdad, la solidaridad y la dignidad.
Queremos construir economías fuertes, diversas y sostenibles que funcionen para todos. Alzamos nuestras voces para dar forma a las economías europeas y mundiales centradas en el ser humano. Hay que descartar la idea de que nuestra región no es más que un campo de pruebas capitalista en la semiperiferia de Europa y del orden mundial. Pertenece al pasado y sólo al pasado.
Apoyamos a la sociedad civil, a los sindicatos, a las ONG y a los medios de comunicación en el mantenimiento de democracias sanas. Nos oponemos a los líderes autoritarios, que inclinan las reglas a su favor, aplastan a la oposición y a la disidencia.
Construimos solidaridad, igualdad y esperanza. Estamos en contra de la división, la desigualdad y el miedo; y en contra del uso de la «nación» y la «fe» como armas contra las minorías y los derechos fundamentales. Necesitamos impulsar planes climáticos ambiciosos y valientes. Ya es hora de poner fin a la destrucción de nuestro planeta en beneficio de una pequeña minoría. Tenemos que centrarnos en construir nuestra riqueza, seguridad y salud compartidas en un medio ambiente limpio y estable. Por nuestra generación y por las generaciones venideras.

Principios
Basándonos en nuestras historias entrelazadas, pretendemos reforzar los lazos entre nuestros movimientos y organizaciones y trabajar juntos por:

  • Una economía democrática y sostenible que trabaje para todos – Una sociedad igualitaria basada en una distribución justa de la riqueza y los recursos.
  • Una política para el pueblo, por el pueblo, libre de intereses corporativos, oligarquías políticas y autoritarismo.
  • Una economía a favor de los trabajadores: mejores salarios, puestos de trabajo seguros, derechos laborales sólidos y un equilibrio adecuado entre vida laboral y familiar.
  • Democracia en el trabajo. Apoyo a los sindicatos independientes, a la negociación colectiva, a la cogestión de los trabajadores, así como a las cooperativas como formas alternativas de organización económica.
  • Políticas fiscales que puedan financiar agendas sociales progresistas tanto a nivel nacional como regional, rompiendo con las políticas neoliberales de deuda y austeridad.
  • Políticas activas para la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad. Protección de los bienes comunes globales, gestión responsable y sostenible de los recursos hídricos y de la tierra.
  • Una transición socialmente justa, inclusiva, sostenible e impulsada por el Estado hacia una sociedad neutra en carbono.
  • Sistemas de bienestar y servicios públicos sólidos. Acceso a una vivienda asequible y de calidad, una educación y una sanidad públicas sólidas. Sistemas públicos de pensiones que garanticen una vida digna a las personas mayores.
  • Sociedades igualitarias, libres de marginación, discriminación y odio. Pleno respeto y apoyo a todos los derechos humanos fundamentales. Plena participación política, económica, social y cultural de todas las minorías.
  • Tecnología que beneficie a las personas, no a las empresas. Una economía digital que empodere y cree oportunidades. Los datos deben ser un bien común al servicio del desarrollo social, no una mercancía que enriquezca a unos pocos.
  • Organizaciones de la sociedad civil libres y sólidas, medios de comunicación de masas independientes, públicos y críticos.
  • Democratización de la gobernanza municipal. Democracias locales vibrantes. Protección y ampliación de los espacios públicos.
  • Una Unión Europea construida como una comunidad de democracias, unida por la solidaridad y los valores sociales, que luche contra las desigualdades, las disparidades y la pobreza.
  • Una voz de Europa Central y Oriental que reclame, tanto dentro de la UE como a escala mundial, un modelo social y económico basado en los principios de justicia social y solidaridad. Una Europa social de pleno derecho, que frene el capitalismo y los abusos de las empresas.
  • Solidaridad internacional, justicia global y antiimperialismo consecuente. Cooperación internacional basada en los principios de los derechos humanos y la democracia.
  • Una visión integral de la seguridad humana que aborde los peligros para el medio ambiente, la salud pública o el bienestar social junto con las amenazas humanitarias o militares.
  • Control democrático, supervisión y rendición de cuentas sobre el gasto en defensa, la política y las fuerzas armadas.

9. Resumen de la guerra en Palestina, 17 de enero.

Los resúmenes de Rybar y Mondoweiss https://rybar.ru/chto-

Lo que está ocurriendo en Palestina e Israel: cronología del 17 de enero
17 de enero de 2024 Rybar
Mientras continúan por sexto día las interrupciones de las comunicaciones y de Internet en la Franja de Gaza, se ha informado de que las milicias palestinas se han intensificado en varias zonas del norte de la Franja. En respuesta, la Fuerza Aérea israelí ha estado llevando a cabo ataques aéreos en Gaza y sus suburbios.
Los combates continúan en el centro y el sur del enclave. Los palestinos intentan realizar incursiones en la zona de al-Breij y al-Maghazi, pero, por razones obvias, son incapaces de repeler a las FDI. Los israelíes derriban estructuras con bulldozers, cargas explosivas de ingeniería y ataques aéreos.
Los ataques aéreos actúan sobre Jan Yunis y Rafah, y los palestinos denuncian constantemente la muerte de civiles. El Ministerio de Sanidad palestino calcula que el número de muertos y heridos supera los 24.000 y 61.000, respectivamente. En Jan Yunis también se registra un ligero avance de las IDF.
En la frontera con Líbano, la situación es la misma, con Hezbolá atacando centros de población israelíes y las IDF atacando territorio libanés. Uno de los pasos fronterizos de los Altos del Golán, en la zona de las granjas de Shebaa, fue alcanzado por un cohete de Burkán.
Las IDF siguen realizando incursiones en Cisjordania con un uso intensivo de vehículos aéreos no tripulados. En Tulkarm y el campo de Balata, los ataques con vehículos aéreos no tripulados mataron a nueve palestinos e hirieron a otros. Según funcionarios de seguridad israelíes, sólo durante la noche se detuvo a más de 30 personas en varias localidades
Mapa de alta resolución en inglés 
https://rybar.ru/piwigo/
Estado de las hostilidades

Norte de la Franja de Gaza
Los militantes de Qataib Izz ad-Din al-Qassam se han vuelto más activos en el norte de la Franja de Gaza. Según sus propias declaraciones, consiguieron llevar a cabo varias emboscadas con éxito contra las fuerzas de las IDF en los barrios de Sheikh al-Radwan, al-Karama, al-Ansar y Jabaliya. La información se ve corroborada indirectamente por informes de múltiples ataques aéreos y de artillería de las IDF en esas zonas.
Las FDI también bombardearon Yabaliya, el barrio de Al-Ansar y el puerto de Gaza. En el barrio de Al-Daraj, donde también se registraron ataques aéreos de las FDI, murieron 25 personas y decenas resultaron heridas.

El centro de la Franja de Gaza

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A lo largo del día, los israelíes lanzaron múltiples ataques contra varias localidades, entre ellas Juhr al-Diq, una pequeña ciudad que quedó en la mitad de las fuerzas israelíes. Hay combates en el este de las localidades de Al Breij y Al Maghazi. Los palestinos están realizando incursiones, pero son incapaces de repeler a los israelíes por razones obvias. También volvieron a caer bombas en Deir al-Balah, alcanzando el barrio del Hospital de los Mártires de al-Aqsa.

Sur de la Franja de Gaza
Las Fuerzas de Defensa de Israel llevaron a cabo una operación cerca del Hospital Nasser, en la zona del Cementerio Austriaco, donde el hospital fue objeto de un intenso fuego de artillería. Además, los palestinos informaron del sonido de disparos en las inmediaciones del hospital, y los palestinos declararon al menos siete muertos. El ejército jordano responsabilizó a Israel de la seguridad del personal del hospital de campaña de Jan Yunis después de que un miembro del personal resultara herido en un ataque aéreo de las FDI.
También se produjeron duros enfrentamientos en el barrio de Botna al-Samin, y Rafah fue blanco de varios ataques aéreos, en los que murieron 13 personas sólo en la destrucción de una casa, dos de ellas niños, y decenas resultaron heridas.

Frontera con Líbano

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En la frontera entre Israel y Líbano, la situación sigue siendo la misma. Hezbolá informó de ataques contra emplazamientos de las Fuerzas de Defensa de Israel cerca de los emplazamientos militares de al-Rahib, al-Abad, Ruwaysat al-Alam en las granjas de Shebaa, Tell Shaar y Menara. Entre otras cosas, el grupo utilizó misiles balísticos Burkan («Vulcan»). Además, la rama libanesa del ala militar de Hamás informó de que 20 cohetes habían alcanzado una instalación militar en la localidad de Liman, en la Galilea Occidental, desde territorio libanés. A su vez, la Fuerza Aérea israelí atacó las localidades libanesas de Muhaibib, Houla, Rashaya al-Fukar, Aita al-Shaab y otras. Los medios de comunicación árabes afirmaron que los ataques aéreos tuvieron como objetivo infraestructuras civiles, entre ellas el edificio de la Iglesia Nacional Evangélica de Alma al-Shaab.

Cisjordania

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Israel sigue llevando a cabo operaciones policiales en la Autoridad Palestina de Cisjordania. Se produjeron enfrentamientos en Tulkarm, Nablus y el campo de Balata. En este último, un ataque con UAV destruyó un vehículo en el que viajaban palestinos. Otro ataque con UAV tuvo lugar en Tulkarm, donde también se atacó a un grupo de palestinos, matando a cuatro personas. En total, los ataques con drones en Cisjordania causaron la muerte de nueve personas, mientras que los miembros de dos equipos de ambulancias de la Media Luna Roja Palestina resultaron heridos.
Además, se llevó a cabo una operación en la Ciudad Vieja y en el barrio de Ramallah-at-Tahta, en la ciudad de Ramala. En total, al menos 45 personas fueron detenidas en la autonomía durante la noche.

Trasfondo político y diplomático
Sobre las declaraciones de Blinken en el Foro Económico Mundial de Davos
En el foro de Davos, el secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken afirmó que una solución al conflicto palestino-israelí basada en el plan «dos Estados para dos pueblos» podría debilitar y aislar a Irán en la región. Afirmó que muchos países árabes están ahora dispuestos a colaborar para lograr la normalización de las relaciones con Israel, pero que para ello debe crearse un Estado palestino independiente.
Asimismo, el diplomático estadounidense afirmó que la Autoridad Palestina en Cisjordania debe tener una estructura de gobierno más fuerte para trabajar eficazmente en beneficio del pueblo palestino. Añadió que el problema radica en el grado de voluntad de la sociedad israelí para cooperar en esta cuestión.

El resumen de Mondoweiss

https://mondoweiss.net/2024/

Día 103 de la «Operación Al-Aqsa»: El ejército israelí ataca las inmediaciones de un hospital del sur de Gaza y mata a 7 personas en Cisjordania con ataques de drones.
Mientras Israel atacaba las inmediaciones del hospital Nasser de Jan Yunis, sembrando el pánico entre la población civil refugiada, ataques israelíes con drones causaron 7 muertos en Cisjordania. Qatar negocia un acuerdo para que la ayuda médica llegue a los cautivos israelíes y a los hospitales de Gaza.
Por Mustafa Abu Sneineh 17 de enero de 2024

Bajas
Más de 24.448 muertos* y al menos 61.504 heridos en la Franja de Gaza.
Más de 387 palestinos muertos en Cisjordania ocupada y Jerusalén Oriental.
Israel revisa a la baja su estimación de víctimas del 7 de octubre, de 1.400 a 1.147.
547 soldados israelíes muertos desde el 7 de octubre y al menos 3.221 heridos**.
*Esta cifra fue confirmada por el Ministerio de Sanidad de Gaza el 16 de enero. Algunos grupos de derechos humanos elevan la cifra de muertos a más de 31.000 si se tienen en cuenta los presuntos muertos.
**Esta cifra ha sido facilitada por el ejército israelí.

Principales acontecimientos

  • Israel y Hamás alcanzan un acuerdo con mediación qatarí que permite entregar suministros de ayuda a los palestinos y medicinas a los israelíes cautivos en la Franja de Gaza.
  • Hamás dice que rechazó la petición de Francia de inspeccionar los paquetes médicos «debido a nuestra falta de confianza en el gobierno francés».
  • El jefe de la oficina de Al Jazeera en Gaza, Wael Al-Dahdouh, llega a Doha para recibir tratamiento médico tras resultar herido en un bombardeo israelí.
  • La revista Der Spiegel revela que Alemania planea enviar miles de proyectiles de tanque a las fuerzas israelíes.
  • Hamás afirma que la decisión de Alemania de enviar munición a Israel «la convierte en socio directo en la guerra contra nuestro pueblo en Gaza».
  • El Consejo de la Unión Europea incluye al jefe de Hamás, Yahya Sinwar, en la lista de sanciones, congelando sus bienes y fondos en Europa, si los tuviera.
  • El ministro de Seguridad Nacional, de extrema derecha, critica la decisión del gobierno israelí de retirar la 36ª División de Gaza, afirmando que es «un error garrafal que provocará daños».
  • Las Brigadas Izz El-Din Al-Qassam de Hamás publican un vídeo en el que atacan a un vehículo blindado de transporte de personal israelí en el barrio de Sheikh Radwan con un proyectil explosivo y antitanque Al-Yaseen.
  • Un ataque israelí con dron mata a tres palestinos que viajaban en un vehículo cerca del campo de refugiados de Balata, al este de Naplusa.

Fuerzas israelíes atacan a palestinos refugiados cerca del hospital Nasser de Khan Younis.
El miércoles, el Ministerio de Sanidad de Gaza afirmó que las fuerzas israelíes cometieron 16 masacres en la Franja de Gaza, matando a 163 palestinos e hiriendo a 350 en las últimas 24 horas.
Israel ha matado al menos a 24.448 palestinos y herido a otros 61.504 desde octubre, añadió el ministerio, que advirtió que detectó la propagación de la hepatitis A, una enfermedad hepática, «como resultado del hacinamiento y los bajos niveles de higiene en los lugares de desplazamiento en la Franja de Gaza».
«Advertimos de la necesidad de interrumpir en cualquier momento el análisis de sangre de laboratorio (CBC) debido a la falta de sus materiales», añadió en su canal de Telegram.
El martes por la noche, las fuerzas israelíes bombardearon las inmediaciones del complejo médico Nasser, en Jan Yunis, obligando a miles de palestinos desplazados refugiados en la zona a entrar en pánico y huir. Al menos siete personas murieron en el bombardeo.
El hospital Al-Nasser ha sido durante semanas refugio de miles de palestinos en las zonas sur y centro de la Franja de Gaza. Israel ataca hospitales palestinos desde octubre como parte del castigo colectivo y para empujar a los palestinos a huir del enclave.
Algunos de esos hospitales fueron asaltados, como el de Al-Shifa en Gaza, ya que Israel afirmaba que Hamás albergaba un «cuartel general» debajo, lo que resultó ser falso.
El Ministerio de Sanidad de Gaza afirmó que, desde octubre, las fuerzas israelíes mataron a 337 miembros del personal médico y detuvieron a otros 99, bombardearon 203 centros médicos y clínicas, destruyeron 121 ambulancias y dañaron 30 hospitales, obligándolos a dejar de funcionar por completo. Las fuerzas israelíes siguieron presionando en Jan Yunis y destruyeron un cementerio en el barrio austriaco.
La agencia de noticias Wafa informó de que, por sexto día consecutivo, Israel había cortado los servicios de Internet y de telefonía móvil en Gaza.
Los equipos de rescate palestinos y las ambulancias recuperaron los cadáveres de 25 mártires y decenas de heridos de entre los escombros del barrio de Al-Daraj, en la ciudad de Gaza, tras un ataque aéreo israelí.
Un bombardeo israelí contra la casa de Al-Namrouti mató a cuatro miembros de la familia e hirió a otros, mientras que tres miembros de la familia Safi murieron y otros resultaron heridos. Israel también bombardeó las casas de las familias Hamdan y Muhaisen en Jan Yunis.
Durante la noche, la artillería israelí atacó los barrios de Al-Manara y Batn Al-Sameen de Jan Yunis y el centro de la ciudad de Jan Yunis, y en el norte de Gaza, atacó el campo de refugiados de Yabalia, el puerto de Gaza y el complejo residencial de Al-Ansar.

Ataques israelíes con drones matan a siete personas en Cisjordania
Al menos siete palestinos murieron en dos ataques distintos con drones en las ciudades de Tulkarem y Naplusa, en el norte de Cisjordania ocupada.
En la parte oriental de la ciudad de Nablús, tres palestinos murieron en el campo de refugiados de Balata. Wafa news informó de que el ataque israelí con drones se llevó a cabo cerca del cruce de Barada, en Balata. Las fuerzas israelíes irrumpieron en Nablús y Balata tras el ataque, abrieron fuego contra los equipos de la Media Luna Roja e impidieron que las ambulancias llegaran a la zona.
Wafa informó de que las fuerzas israelíes retuvieron los cadáveres de dos palestinos muertos en el ataque con dron, mientras que los médicos pudieron recuperar los restos de un tercer palestino.
Poco después del ataque con dron en Balata, se informó de un segundo ataque en el campo de refugiados de Tulkarem. Cuatro palestinos resultaron muertos y sus cuerpos fueron trasladados a un hospital.
Las fuerzas israelíes asaltaron el campo sobre las 4.30 hora local, rodeando el lugar del ataque e impidiendo el acceso de las ambulancias a los heridos, según Wafa. La Media Luna Roja Palestina pudo finalmente transportar los cuerpos de los cuatro palestinos asesinados al hospital local.
Durante la incursión, que duró más de ocho horas y seguía en curso en el momento de la publicación de este informe, las fuerzas israelíes bloquearon, al parecer, la entrada a un hospital local, mientras que las excavadoras israelíes causaban destrozos en las carreteras e infraestructuras del campo.
En el campo se produjeron fuertes enfrentamientos y confrontaciones armadas, y los grupos de resistencia locales intentaron repeler la incursión israelí. Durante la incursión, las fuerzas israelíes detuvieron a tres palestinos de la ciudad de Tulkarem, entre ellos dos ex presos, informó Wafa.
Las fuerzas israelíes llevaron a cabo redadas en Cisjordania y Jerusalén durante la noche del miércoles, en las que detuvieron a 86 palestinos de varias ciudades y pueblos, entre ellos 40 trabajadores de Gaza.

Israel y Hamás llegan a un acuerdo para entregar suministros médicos a cautivos y palestinos
Israel y Hamás alcanzaron el martes por la noche un acuerdo con mediación qatarí que permitirá entregar suministros de ayuda a los palestinos y medicinas a los cautivos israelíes en la Franja de Gaza.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Qatar informó de que un cargamento de ayuda y medicamentos saldrá de Doha el miércoles con destino a la ciudad egipcia de El-Arish antes de ser transportado a Gaza.
Según Al Yazira, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) coordinará la entrega de los paquetes médicos, suficientes para varios meses, a 45 cautivos israelíes retenidos por Hamás en Gaza.
Francia ayudó a Qatar a organizar este envío de ayuda. Las familias de los cautivos israelíes han tenido la idea de entregar medicamentos a los cautivos de Gaza.
Sin embargo, aún no hay noticias de un posible acuerdo de intercambio de rehenes. La Casa Blanca declaró el martes que el enviado de Estados Unidos para Oriente Próximo mantenía «conversaciones muy serias e intensas» con los qataríes y que esperaban que «dieran fruto pronto».
Al menos 132 cautivos israelíes permanecen retenidos en Gaza de los 240 capturados durante la Operación Inundación de Al-Aqsa el 7 de octubre.
Musa Abu Marzouk, alto dirigente de Hamás, escribió en la plataforma X que «la Cruz Roja presentó una solicitud para suministrar medicinas a los prisioneros de guerra [israelíes] de Hamás, y había 140 tipos de medicinas».
Añadió que por cada paquete de medicinas que entre en Gaza para los cautivos israelíes, se entregarán mil paquetes a los palestinos.
«La Cruz Roja coloca medicamentos en cuatro hospitales que cubren todas las zonas de la Franja de Gaza, incluidos los medicamentos para los prisioneros», añadió.
Abu Marzouk dijo que el movimiento rechazó una petición de Francia para inspeccionar los paquetes médicos «debido a nuestra falta de confianza en el gobierno francés, su postura de apoyo a la ocupación israelí y su posición frente a las aspiraciones de libertad y [derecho al] retorno de nuestro pueblo.»

Wael Al-Dahdouh abandona Gaza rumbo a Qatar para recibir tratamiento médico
El jefe de la oficina de Al Jazeera en Gaza, Wael Al-Dahdouh, llegó a Doha el martes por la noche para recibir tratamiento médico.
Al-Dahdouh, de 53 años, sigue herido tras ser blanco de un ataque aéreo israelí en diciembre, en el que murió el cámara de Al Yazira, Samer Abu Daqa.
A principios de enero, Israel mató también al hijo mayor de Al-Dahdouh, Hamza, periodista de Al Yazira.
Wael Al-Dahdouh había perdido a varios miembros de su familia, entre ellos su esposa, su hija y su nieta, cuando un ataque aéreo israelí alcanzó en octubre una casa del campo de refugiados de Al-Nuseirat donde se refugiaban.
Volvió a informar en directo para Al Yazira desde el norte de Gaza menos de 24 horas después del trágico suceso. Se convirtió en un símbolo de resistencia, valor y profesionalidad para los periodistas.
«La dedicación inquebrantable de Wael durante su cobertura en Gaza, donde perdió trágicamente a su familia, es un testimonio de su resistencia y compromiso», escribió en la plataforma X su colega en Al-Jazeera, Mohamed Moawad.

Alemania enviará a Israel miles de proyectiles de tanque
El gobierno alemán planea enviar miles de municiones para tanques a las fuerzas israelíes, según informó el martes la revista Der Spiegel.
En noviembre, Israel presentó una petición a Berlín solicitando el suministro de 10.000 cartuchos de munición de precisión de 120 mm.
Las autoridades alemanas accedieron a responder positivamente a la petición israelí, aunque primero enviarán munición para tanques procedente de los almacenes del ejército alemán, ya que fabricar este elevado número de cartuchos llevaría tiempo.
En diciembre, Estados Unidos aprobó la venta a Israel de 14.000 cartuchos de munición para tanques por valor de 106 millones de dólares. En aquel momento, el Departamento de Estado dio luz verde a la venta como excepción de emergencia sin someterla a votación, de acuerdo con la legislación estadounidense, que exige que las transacciones de armas sean aprobadas por el Congreso.
Hamás afirmó que la decisión de Alemania de enviar munición a Israel «convierte a Alemania en socio directo en la guerra contra nuestro pueblo en Gaza».
«Alemania tiene plena responsabilidad política y moral por los crímenes de guerra cometidos por este gobierno nazi sionista y la guerra genocida contra nuestro pueblo palestino en la Franja de Gaza», añade el comunicado.
El martes, el Consejo de la Unión Europea incluyó al jefe de Hamás, Yahya Sinwar, en una lista de sanciones por ser el cerebro de la Operación Inundación Al-Aqsa del 7 de octubre.
Se congelarán los activos y fondos de Sinwar en Estados miembros de la UE. Sin embargo, no hay informes que indiquen que tuviera una cuenta bancaria o poseyera propiedades en Europa. Estados Unidos ha sancionado a Sinwar desde 2015.

Ben-Gvir califica de «grave error» retirarse del norte de Gaza
El ministro de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben-Gvir, criticó la decisión del Gobierno israelí de retirar a la 36ª División de la Franja de Gaza, afirmando que se trata de un «error garrafal que provocará daños».
El lunes, Israel retiró miles de efectivos del norte de Gaza con fines de adiestramiento y recreo y anunció el fin de la «fase intensiva» en la zona.
Desde diciembre, Estados Unidos pidió al gobierno israelí que pasara a la «siguiente fase de la guerra» y evitara atacar a civiles, una medida que muchos consideraron un intento del gobierno de Biden de apaciguar a los miembros frustrados de su base en casa. Yoav Gallant, ministro israelí de Defensa, declaró el lunes que las fuerzas habían logrado sus objetivos en el norte de Gaza y que los tres meses de intensa fase de maniobras [sic]» habían terminado.
Sin embargo, los bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza siguen matando a cientos de palestinos a diario. Desde el lunes, Israel ha matado a más de 300 palestinos y herido a otros cientos a pesar de afirmar que ha pasado a una «etapa menos intensa». Ben-Gvir, líder del partido Poder Judío, dijo que «se trata de un error agudo y grave que costará vidas humanas».
«La andanada de cohetes lanzada esta mañana contra Netivot, desde una zona de la que las fuerzas de las FDI salieron ayer mismo, demuestra una vez más que la ocupación de la Franja es necesaria para la realización de los objetivos de combate», escribió el martes en la plataforma X.
Menos de 24 horas después de que Israel retirara las tropas del norte de Gaza, Hamás lanzó cohetes contra ciudades israelíes, entre ellas Al-Naqab (Negev), al oeste de la Franja.
Ben-Gvir es un líder de los colonos que vive en Hebrón y ha abogado por reconstruir los asentamientos en la Franja de Gaza y por la limpieza étnica de los palestinos.
En 2006, cuando Ariel Sharon sufrió un derrame cerebral y cayó en coma, organizó una barbacoa para celebrarlo. Sharon fue el ex primer ministro israelí que retiró a los colonos y las fuerzas de Gaza en 2005.

Hamás y las Brigadas Muyahidines atacan a las fuerzas israelíes en Gaza
En las últimas 24 horas, las Brigadas Izz El-Din Al-Qassam de Hamás publicaron un vídeo en el que atacaban un vehículo blindado de transporte de tropas israelí en el barrio de Sheikh Radwan, cerca de la ciudad de Gaza, con un explosivo y el proyectil antitanque Al-Yaseen.
Las Brigadas Muyahidín difundieron un vídeo en el que atacaban aviones de combate israelíes con SAM-7, un misil tierra-aire, en las zonas de Jan Yunis, ciudad de Gaza, y Al Shuyaiyya. El ejército israelí declaró que tres soldados habían muerto en las últimas 24 horas, con lo que el número total de bajas del ejército desde octubre asciende a 547 muertos y 3.221 heridos.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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