Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. Haití.
2. Debate en la izquierda rusa sobre las elecciones.
3. Crítica al PCFR (observación de José Luis Martín Ramos)
4. Resumen de la guerra en Palestina, 17 de marzo
5. Lenin y la cuestión nacional (observación de José Luis Martín Ramos).
6. El futuro del socialismo en Cuba (observación de José Luis Martín Ramos).
7. Curso Palestina y el imperialismo.
8. El fascismo que viene (observación de José Luis Martín Ramos).
9. Patnaik sobre ciencia y economía.
1. Haití
No suelo enviar nada sobre América Latina no porque no me interese, sino porque no sigo demasiado las fuentes de información de allí. No llego. Pero hago al menos una excepción dada la crítica situación en la que se encuentra Haití, para la que vuelven a planear una muy próxima invasión. Os paso un par de materiales. Un artículo de Jemima Pierre, de la que creo que hemos publicado algo alguna vez en Espai Marx, explicando los antecedentes de la invasión anunciada, y una declaración de la Asamblea de los Pueblos del Caribe, oponiéndose a esta intervención.
¿Por qué la CARICOM traiciona a Haití en nombre de EE.UU.?
Por Stabroek News 26 de febrero de 2024
La doctora Jemima Pierre, de origen haitiano, es profesora del Instituto de Justicia Social de la Universidad de Columbia Británica e investigadora asociada del Centro para el Estudio de la Raza, el Género y la Clase de la Universidad de Johannesburgo.
Si su conocimiento de Haití se deriva enteramente de las historias producidas por los medios de comunicación occidentales, podría ser perdonado por creer que las siguientes afirmaciones son ciertas:
Haití, un «Estado fallido» dominado por la «violencia de las bandas», sólo puede recuperar la estabilidad mediante la invasión de una fuerza militar extranjera.
Haití tiene un gobierno soberano con autoridad legal para solicitar una invasión militar del país para ‘»luchar contra las bandas».
Estados Unidos, al presionar para que Kenia y las naciones del CARICOM lideren una invasión armada extranjera en Haití, está actuando con las mejores intenciones en Haití y está comprometido a asegurar la paz y la estabilidad en Haití y en la región del Caribe.
CARICOM está actuando en solidaridad con el pueblo haitiano y apoyando la soberanía de Haití.
Ninguna de estas afirmaciones es cierta. Y, de hecho, tales declaraciones ayudan a oscurecer no sólo las motivaciones detrás de los recientes llamamientos a la intervención extranjera en Haití, sino tanto la naturaleza de la actual realidad político-económica de Haití, como la historia de cómo Haití llegó a este momento. Sin embargo, la repetición y sobresaturación de tales afirmaciones en los medios de comunicación, incluso en la región del Caribe, ha engañado a gran parte del mundo para que aclame una intervención militar extranjera en Haití. La verdad es que, bajo el pretexto de ayudar a Haití, en realidad se está acabando con su soberanía e independencia.
Entonces, ¿qué está pasando en Haití? ¿Por qué Estados Unidos está presionando para que se produzca otra invasión militar extranjera en Haití? ¿Por qué ayudan los países del CARICOM? Y lo que es más importante, ¿por qué Haití recibe tanta atención de Estados Unidos?
Comprender lo que está ocurriendo en Haití es comprender lo constante que ha sido y sigue siendo el asalto imperial occidental contra el pueblo y la soberanía haitianos. Este asalto se refleja en la realidad de que Haití está actualmente bajo ocupación extranjera y lo ha estado durante veinte años. No es ninguna exageración.
La única solución a la crisis actual de Haití es el fin de la actual ocupación extranjera.
En 2004, Haití celebró el bicentenario de su independencia. Ese mismo año, la independencia de Haití fue frustrada por potencias extranjeras. Un año antes, Francia, Canadá y Estados Unidos urdieron un complot durante las reuniones de la «Iniciativa de Ottawa sobre Haití» ) para derrocar al gobierno electo de Haití. En las primeras horas de la mañana del 29 de febrero de 2004, el complot se desarrolló. Esa mañana, el presidente Jean-Bertrand Aristide fue secuestrado por marines estadounidenses y enviado a una base militar en la República Centroafricana. Ese día, George W. Bush anunció el envío de fuerzas estadounidenses a Haití para «ayudar a estabilizar el país», y por la noche ya había dos mil soldados estadounidenses, franceses y canadienses sobre el terreno en Haití. La CARICOM, bajo el liderazgo del primer ministro jamaicano P. J. Patterson, protestó enérgicamente contra el golpe de Estado.
La fuerza de invasión franco-estadounidense-
La MINUSTAH, una operación multimillonaria, contaba en todo momento con entre 6.000 y 12.000 efectivos militares y policiales estacionados en Haití, además de miles de personal civil. El ala militar de la MINUSTAH estaba dirigida por Brasil, que aportaba la mayor parte de los soldados. Sin embargo, esta fuerza militar multinacional de ocupación también contaba con soldados de varios países caribeños, sudamericanos y africanos, como Argentina, Chile, Colombia, Jamaica, Granada, Benín, Burkina Faso, Egipto, Costa de Marfil, Nigeria, Ruanda, Senegal, Guinea, Camerún, Níger y Malí.
Ezoic
La ocupación de la ONU bajo la MINUSTAH se caracterizó por su brutalidad hacia el pueblo haitiano. Se atacó y asesinó a civiles. Las «fuerzas de paz» cometieron delitos sexuales. Los soldados de la ONU vertieron desechos humanos en los ríos utilizados como agua potable, desatando una epidemia de cólera que mató entre 10.000 y 40.000 personas. La ONU nunca ha rendido cuentas por estos crímenes contra el pueblo haitiano.
La ocupación se consolidó con la creación y puesta en marcha del Grupo Central. El Grupo Central es un grupo no elegido de extranjeros de Brasil, Canadá, Francia, España, Estados Unidos y Alemania que se autoproclamó árbitro de la política haitiana. Ni neutral ni pasivo, el Core Group desempeña un papel activo e intervencionista en los asuntos políticos cotidianos de Haití. Ha trabajado para ampliar y proteger los intereses económicos extranjeros en Haití. Y ha intervenido sistemáticamente en los asuntos políticos soberanos de Haití, a menudo sin la colaboración o el consentimiento del gobierno haitiano.
Se afirma que esta ocupación terminó oficialmente en 2017 con la retirada formal de la misión de la MINUSTAH. Sin embargo, la ONU ha permanecido en Haití a través de una nueva oficina con un nuevo acrónimo: BINUH, la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití. Actualmente, Haití está dirigido por un grupo de extranjeros no haitianos, el Core Group y la oficina BINUH, los mismos responsables de la destrucción de su democracia.
La ocupación del Core Group es el origen de la situación actual del país. Las fuerzas de ocupación han supervisado el colapso total del Estado haitiano al tiempo que han permitido a un grupo de extranjeros deshonestos -países y corporaciones, y organizaciones no gubernamentales y multinacionales- hacerse cargo de los fragmentos rotos de la economía política de Haití, en gran medida para servir a intereses extranjeros. De hecho, es bajo esta ocupación que EE.UU. y sus aliados, Francia y Canadá, instalaron al neo-duvalierista Michel Martelly en 2011 en las difíciles secuelas del terremoto de 2010; al sucesor de Martelly, Jovenel Moïse en 2016; y al actual Primer Ministro de facto no electo, Ariel Henry, tras el asesinato de Moïse en 2021 .
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Bajo la ocupación del Core Group, la vida del haitiano medio se ha deteriorado. Sin embargo, también debemos ser claros: los haitianos no se han tomado la ocupación a la ligera. Uno de los aspectos sobre los que menos se ha informado de la actual «crisis» en Haití es la continua protesta del pueblo haitiano contra la ocupación y a favor de la autodeterminación. El pueblo protestó por centenares de miles en 2004 tras la destitución de Aristide por Estados Unidos, Francia y Canadá. Protestó contra la imposición de otro presidente ilegítimo, Jovenel Moïse, en 2015 y 2016. Protestaron contra la corrupción del partido político de Martelly y Moïse, el PHTK, impuesto por Estados Unidos, en 2018 y 2019. Y han protestado contra el actual primer ministro no electo e instalado de facto por Estados Unidos, Ariel Henry.
Desde hace más de dos años, Estados Unidos impulsa el aumento de la presencia militar en Haití para proteger al gobierno títere del no electo e impopular Ariel Henry. Quiere proteger a este gobierno para seguir controlando Haití. De hecho, los gobiernos títeres de Haití han servido bien a Estados Unidos. Por ejemplo, es Ariel Henry quien impuso la eliminación de los subsidios al combustible para el pueblo, respaldada por el FMI, que EE.UU. ha estado presionando durante años, y que ha empujado al pueblo haitiano a una pobreza más profunda.
Ahora, EE.UU. necesita mantener su control sobre Haití, ya que el país es estratégicamente importante para sus objetivos geopolíticos: una mayor militarización de la región del Caribe y América Latina en preparación para su confrontación con China y para aplicar la Ley de Fragilidades Globales. Sin embargo, Estados Unidos no está dispuesto a poner sus propias botas sobre el terreno, recurriendo en su lugar, primero a Canadá, luego a Brasil y después a los países de la CELAC y la CARICOM, todos los cuales se muestran reacios a liderar la misión, aunque apoyaran el llamamiento a la intervención militar. El gobierno keniano de William Ruto aprovechó la oportunidad de liderar la intervención, comprado por una bolsa de plata y una palmada de aprobación en sus cabezas neoliberales. Ahora Haití será invadido por Estados Unidos, pero con la cara negra de Kenia y los países de la CARICOM como tapadera.
¿Han preguntado los ciudadanos de Kenia y de los países del CARICOM a sus gobiernos por qué Estados Unidos, Canadá o Francia no enviarán esta vez a sus propios soldados a invadir y ocupar Haití? ¿Han considerado los ciudadanos de estos países que el «Primer Ministro» de facto no electo Ariel Henry no tiene fundamentos legales para pedir una invasión extranjera de Haití? ¿Se han preguntado los ciudadanos de estos países por qué EE.UU. o la ONU no piden una invasión armada extranjera de un lugar como Ecuador, donde bandas brutales han asediado el país, o Jamaica, con su estado de emergencia casi constante, o los propios EE.UU. con sus tiroteos masivos diarios? ¿Se han preguntado los ciudadanos de estos países por qué EE.UU. o la ONU no piden la invasión armada extranjera de Israel, que está cometiendo un genocidio?
¿Por qué Haití?
Se nos dice que el interés de EE.UU. en Haití es humanitario, que EE.UU. quiere proteger al pueblo haitiano de las «bandas criminales». Sin embargo, las armas estadounidenses han inundado Haití, y Estados Unidos ha rechazado sistemáticamente los llamamientos para hacer cumplir de manera efectiva la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para un embargo de armas contra la élite haitiana y estadounidense que importa armas al país. Además, cuando hablamos de «bandas», debemos reconocer que las bandas más poderosas del país son filiales de los propios Estados Unidos: la Oficina Integrada de las Naciones Unidas (BINUH) y el Core Group, las dos entidades coloniales que han gobernado efectivamente el país desde el golpe de Estado de 2004. Es esta banda, el Core Group y su Primer Ministro instalado, Henry, quien, junto con la oficina de la ONU en Haití, insiste en esta solución violenta a la crisis del país, una crisis que ellos mismos ayudaron a crear.
Mientras Haití se enfrenta a otra invasión -esta vez liderada nominalmente por Kenia y los países del CARICOM- me gustaría pedir a la comunidad caribeña que piense en el vasto arsenal del que dispone el imperio estadounidense para convencer al resto del mundo de que acepte de buen grado otro ataque a la soberanía haitiana. También me gustaría pedir a la comunidad caribeña que considere el hecho de que gran parte de lo que oímos sobre Haití hoy en día es una distorsión -o una fabricación descarada- de la realidad social y política de Haití. Gran parte de ello carece de contexto histórico, especialmente en lo que se refiere a la incesante intromisión de los agentes e instituciones extranjeros, para comprender la situación haitiana. Gran parte de ella se basa en un profundo racismo que presume que los negros son ingobernables al tiempo que resiente las implicaciones del compromiso histórico de Haití con la libertad de los negros.
Al mismo tiempo, las continuas protestas de la comunidad haitiana contra las tropas extranjeras y la intromisión occidental son un testimonio de su valor inquebrantable. Haití es el escenario de una de las luchas más largas del mundo por la liberación de los negros y la independencia anticolonial. Esto explica la constante arremetida reaccionaria del imperio estadounidense contra el pueblo de Haití, castigando sus repetidos intentos de soberanía con décadas de inestabilidad diseñadas para asegurar y expandir la hegemonía estadounidense. Durante dos siglos, la contrainsurgencia imperial contra Haití ha tenido como objetivo acabar con el experimento revolucionario más ambicioso del mundo moderno. Las tácticas desplegadas para atacar la soberanía haitiana han sido constantes y persistentes.
Con Linda Thomas-Greenfield, embajadora de EE.UU. ante las Naciones Unidas en Guyana este pasado fin de semana, al parecer para «seguir recabando apoyo mundial para la misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS) en Haití», debemos preguntarnos por qué los líderes de la CARICOM quieren participar en la destrucción de la soberanía y el pueblo haitianos. Y debemos recordar que la «crisis» en Haití ha sido creada y mantenida por Estados Unidos y sus aliados. Los países de la CARICOM deben levantarse contra la ocupación extranjera de Haití, y no prolongar la crisis.
Haití. La Asamblea de los Pueblos del Caribe: “no debe haber ninguna intervención extranjera”
Resumen Latinoamericano 12 de marzo de 2024
El miércoles 6 de marzo, el Comité Ejecutivo Regional de la Asamblea de los Pueblos del Caribe (APC) se reunió virtualmente durante varias horas discutiendo la crisis en Haití. La reunión contó con una completa asistencia de miembros de Haití, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Martinica, Barbados y Trinidad y Tobago. El Comité Ejecutivo Regional recibió del Capítulo Haitiano de la APC un informe y análisis detallado de la crisis en Haití, cuya situación se deteriora día a día.
El Comité Ejecutivo Regional acordó las siguientes acciones en solidaridad con el pueblo de Haití.
- Emitir inmediatamente una Declaración de solidaridad con el pueblo de Haití en nombre de la Asamblea de los Pueblos del Caribe, cuya Declaración identificaría las causas fundamentales de la crisis; analizar la situación actual; y explicar en detalle lo que la comunidad regional e internacional debe hacer –y lo que no debe hacer–.
- Popularizar las propuestas del Acuerdo de Montana –la agrupación que reúne los movimientos sociales y la sociedad civil haitianos– como la única solución real a la crisis haitiana.
- Realizar una conferencia de prensa regional el martes 12 de marzo en la que nuestras hermanas y hermanos haitianos hablarán sobre la crisis y el camino a seguir. En apoyo estarán presentes miembros del Comité Ejecutivo Regional. En la rueda de prensa anunciaremos otras acciones de solidaridad.
Nosotros, la Asamblea de los Pueblos del Caribe, Declaramos que:
- No debe haber ninguna intervención militar extranjera: ni tropas estadounidenses ni de ningún otro país del llamado “Core Group”, ni tropas de Kenia, ni tropas de CARICOM ni de ningún otro Estado. Por lo tanto, condenamos enérgicamente las declaraciones procedentes de algunos Estados miembros de la CARICOM de que sus tropas están “preparadas” para ir a Haití.
- CARICOM debe dejar de reconocer a Ariel Henry como primer ministro de Haití. El reconocimiento constante por parte de CARICOM de Ariel Henry a pesar de las numerosas cartas abiertas enviadas a los Jefes de Gobierno por el APC llamándoles a desistir, incentivó a Henry y le dio “legitimidad” para pedir una intervención militar de la ONU. Este llamado a la intervención tenía el único objetivo de permitirle a él y a las élites políticas y económicas haitianas mantener su control del poder; y por extensión para servir a los intereses de los Estados Unidos y otras potencias imperiales. Las acciones de Henry en la última reunión de CARICOM y su asistencia a la reunión de CELAC la semana pasada en San Vicente fueron precursores de su viaje a Kenia para llevar tropas kenianas a Haití. Henry y sus predecesores en el poder del partido PHTK son corruptos y facilitadores de la violencia y la desintegración de las instituciones haitianas. El fracaso de CARICOM con respecto a Henry y su apoyo a una intervención militar “dirigida por Kenia” es una mancha importante en su trayectoria.
- Tomamos nota de que los Jefes de Gobierno de CARICOM celebrarán una reunión de emergencia el lunes 11 de marzo en Jamaica y, según el actual Presidente de CARICOM, el Presidente Irfaan Ali de Guyana, asistirán “representantes de gobiernos que Haití ha contratado como socios”. También afirmó que CARICOM reconoció a Ariel Henry como “Primer Ministro”. Este reconocimiento continuo de Henry y su presencia en la reunión de Jamaica como una “parte interesada” importante frustrará una solución a la crisis. Además, el lenguaje diplomático de “gobiernos a quienes Haití ha contratado como socios” se refiere al Core Group. CARICOM no debe permitir que el Core Group determine lo que sucede en Haití. CARICOM debe decirle al Core Group que Henry debe irse y que sólo un gobierno de transición haitiano, como lo propone el Acuerdo de Montana, puede resolver la crisis.
- La CELAC también debe dejar de reconocer a Henry.
- La ONU y el Core Group también deben dejar de reconocer a Henry y dejar de negociar con él una transferencia de poder. Es ilegítimo y, por lo tanto, cualquier participación de su parte en el establecimiento de un acuerdo de transición será ilegítima y el pueblo haitiano no la aceptará ni confiará en ella.
- El único camino para seguir es que CARICOM, CELAC, la ONU y el Core Group acepten las propuestas del Acuerdo de Montana titulado “ESTABLECIMIENTO DE UN EJECUTIVO DE TRANSICIÓN POR MEDIOS CONSENSUALES Y PACÍFICOS: LA FORMACIÓN DE UN GOBIERNO DE UNIDAD NACIONAL/RESCATE”, del 10 de octubre de 2023. Esta propuesta se basa en una solución haitiana a la crisis haitiana. Cuenta con el apoyo de cientos de organizaciones haitianas (movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil y partidos políticos) y de personas destacadas. Hemos adjuntado ese Documento a esta Declaración.
- Como declaramos en nuestra carta abierta del 23 de febrero a los Jefes de Gobierno de CARICOM: “Confiamos en que las propuestas del Acuerdo de Montana no sólo son viables sino que pueden establecer el entorno en el que el pueblo haitiano pueda cumplir su derecho a la autodeterminación y reconocer su soberanía, pueden superar las pandillas y la violencia y restaurar a Haití a un camino de democracia y dignidad”.
- En Haití existe un vacío de poder que los grupos armados, dirigidos por delincuentes, intentan llenar. La violencia está imposibilitando la intervención de las masas para que el vacío sea llenado por las tradicionales protestas populares masivas de los movimientos sociales legítimos. El incesante reconocimiento del Primer Ministro de facto, pero totalmente ilegítimo y desacreditado, Ariel Henry, ha sido otro factor importante en la creación de este vacío político. Esto explica por qué su ausencia del país fue la señal para la intensificación de las acciones armadas.
- Sería una parodia y una tragedia si los criminales que participan en actos de violencia estuvieran involucrados en cualquier acuerdo de gobernanza de transición. No se debe ayudar a su participación.
- Un Gobierno de Transición legítimo y democráticamente establecido llenará el vacío de poder y así tendrá la capacidad de comenzar a restaurar la estabilidad y controlar a los grupos armados con el apoyo del pueblo haitiano. Cualquier asistencia que se requiera de la comunidad internacional puede ser negociada adecuadamente por dicho Gobierno de Transición y en términos que respeten la dignidad del pueblo haitiano y la soberanía de la nación haitiana. El Core Group y/o CARICOM y/o las Naciones Unidas no pueden predeterminar ninguna asistencia internacional para enfrentar la violencia en Haití. La fuerza multinacional que la ONU aprobó la petición de Henry, ya sea dirigida por tropas kenianas o no, no puede imponerse a ningún gobierno de transición. Eso equivaldría a otra intervención militar extranjera. La arquitectura de seguridad adecuada sólo puede ser determinada por el Gobierno de Transición si habrá una solución verdaderamente haitiana a la crisis, que sea propiedad del pueblo haitiano.
Nosotros, la Asamblea de los Pueblos del Caribe, Declaramos además que:
- Desde 2004, Haití ha regresado de hecho a un estatus colonial, donde los embajadores y otros representantes de lo que se conoce como Core Group –principalmente los Estados Unidos, Francia y Canadá– han tomado decisiones sobre el proceso político y más en Haití. Así fue como Ariel Henry fue instalado como Primer Ministro de facto de Haití por el Core Group, tras el asesinato del entonces presidente JovenelMoise en 2021.
- Desde el asesinato de Moise en 2021 no ha habido un gobierno legítimo en Haití. De hecho, el propio Moise permaneció en el cargo más allá de su mandato constitucional; y no hubo un Parlamento en funcionamiento durante varios años antes de 2021. Por lo tanto, no hay presidente, ni parlamento, ni primer ministro electo. Los movimientos sociales y la sociedad civil haitianos han estado abogando y movilizando muchas acciones masivas para lograr un proceso que conduzca a un retorno a la democracia y al buen gobierno.
- Este proceso se conoce como Acuerdo de Montana. Formalizado el 30 de agosto de 2021, surgió de un proceso que comenzó el 6 de marzo de 2021 con la Comisión para la Búsqueda de una Solución Haitiana a la Crisis, que derivó en el Acuerdo de Montana firmado por unas 1.000 personas, partidos políticos, movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil. Es significativo que este proceso comenzó después de que el presidente Moise excediera su mandato a principios de 2021, y el Acuerdo se acordó después de su asesinato en julio de 2021.
- El aumento de la violencia es el resultado de grupos armados, algunos de ellos liderados por ex agentes de policía, que son financiados y apoyados por las élites políticas y económicas de Haití y con la complicidad de los Estados Unidos y otros países. Cabe señalar que Canadá ha sancionado a un ex presidente de Haití, Martelly, por su financiación de las pandillas. Las armas que se están utilizando en ataques violentos han llegado en gran medida a Haití desde los Estados Unidos, que no ha hecho nada para detener este flujo de armas. La política migratoria de Biden destinada a socavar los procesos políticos cubanos, venezolanos y nicaragüenses, ha resultado en que más de 3.000 de los 12.000 policías nacionales haitianos abandonen Haití hacia los Estados Unidos. Esto ha vaciado la capacidad de la PNH para hacer frente a la escalada de violencia armada. El regreso de Guy Phillipe a Haití por parte de los Estados Unidos es otra manifestación de que los Estados Unidos está tomando medidas para fomentar la violencia y el caos en Haití.
- Los actos de violencia han estado dirigidos a la clase trabajadora, los pequeños agricultores, los pobres y algunos miembros de la clase media baja. Los ricos y la clase media alta no han sido el blanco de la violencia. Sus barrios, en general, no se han visto afectados por actos de violencia.
- Los actos de violencia han adquirido un carácter muy destructivo. A nivel humano están los actos de barbarie ampliamente denunciados, como masacres, violaciones y agresiones. Luego está la destrucción y el incendio de la infraestructura esencial del país, como hospitales, escuelas, sistemas de suministro de agua potable y áreas reservadas para la producción de alimentos. En otro nivel más, estas bandas armadas también atacan símbolos de la cultura haitiana. Así, quemaron 8 hectáreas de tierra dedicadas a la producción de ron Barbancour y destruyeron una ciudad artística (Village de Nouailles), aspectos de la vida haitiana reconocidos en todo el mundo. Este carácter destructivo de la violencia pretende mostrar que se trata de una acción política de desestabilización con el objetivo de hacer inhabitable la vida en el territorio.
- La importancia del patrón y los objetivos de la violencia es que estos grupos armados operan en interés de las elites económicas y políticas y de las potencias extranjeras; con los objetivos de: (a) frustrar e impedir cualquier acción masiva del pueblo haitiano para forzar una solución política legítima a la crisis; y (b) crear las condiciones para un llamado a una intervención militar extranjera. Hasta la fecha, estosobjetivos se hanlogradosustancialmente.
- La crisis haitiana no puede separarse de la importancia geopolítica del Caribe para el imperialismo principalmente estadounidense y, por tanto, de su control. Haití tiene recursos valiosos (oro, titanio, iridio, bauxita, gas natural) y no debemos olvidar lo que ocurrió en 1915, cuando los intereses económicos del capital estadounidense provocaron la desestabilización y luego la invasión por parte de los Estados Unidos.
Nosotros, la Asamblea de los Pueblos del Caribe, declaramos además que:
- La verdadera raíz de la crisis en Haití es la historia de intervención e interferencia imperialista en los asuntos internos de Haití. Esta historia se remonta a la intervención estadounidense hace más de cien años, cuando los marines estadounidenses invadieron Haití en 1915. Los Estados Unidos continuó esta ocupación durante 20 años. Esto era consistente con la política imperialista estadounidense de la Doctrina Munroe, que se basa en la premisa de que los Estados Unidos puede intervenir en cualquier parte del hemisferio occidental si cree que es de su interés hacerlo. Esos llamados intereses son en realidad los intereses del capital multinacional estadounidense, y en 1915 eran principalmente los del banco “National City Bank” de Nueva York. Es significativo que, dados los acontecimientos ocurridos en Haití en los últimos años, la invasión siguió a un período de inestabilidad socioeconómica y al asesinato del entonces presidente. Esa inestabilidad fue financiada y organizada por el citado National City Bank de Nueva York y con el objetivo de crear las condiciones para una intervención militar estadounidense. Esa ocupación estadounidense vio a los haitianos sometidos a condiciones inhumanas de trabajo forzoso.
- La Política Munroe del imperialismo estadounidense vio capturar al presidente democráticamente electo Jean Bertrand Aristide y sacarlo físicamente de Haití en 2004. Esto fue en el contexto de actos de violencia armada liderados por Guy Phillipe, quien más tarde fue condenado en los Estados Unidos por varios delitos penales y estuvo encarcelado allí desde 2017 hasta noviembre de 2023.
- Cabe señalar que en 1994, 20.000 soldados estadounidenses fueron a Haití para “restaurar la democracia” y tropas de los Estados Unidos y otros países permanecieron durante seis años.
- Tras el golpe de 2004, los Estados Unidos y otros países volvieron a enviar tropas bajo la bandera de las Naciones Unidas. Esta intervención conocida como MINUSTAH continuó durante trece años. La MINUSTAH trajo gran miseria al pueblo haitiano cuando las tropas introdujeron el cólera, lo que provocó la muerte de más de 10.000 personas y cientos de miles de infectados; y muchos casos de abusos físicos y sexuales perpetrados por tropas; así como una masacre por parte de tropas brasileñas.
- Durante 41 de los últimos 108 años, los Estados Unidos y sus aliados han tenido tropas en Haití. Por lo tanto, el pueblo haitiano, orgulloso de su guerra que lo liberó de la esclavitud y estableció a Haití como una nación independiente (sólo la segunda en este hemisferio), se opone totalmente a la intervención militar.
- Nosotros, la Asamblea de los Pueblos del Caribe siempre hemos apoyado y hoy reiteramos nuestro apoyo al pueblo haitiano en su exigencia de que no haya una intervención militar extranjera en Haití.
- Decimos que la única manera de avanzar es que se le permita al pueblo haitiano formar un gobierno de transición como lo propone el Acuerdo de Montana.
La Asamblea de los Pueblos del Caribe
David Abdulá
Por y en nombre del Comité Ejecutivo Regional: 1. David Abdulah, Trinidad y Tobago 2. David Denny, Barbados 3. Camille Chalmers, Haití 4. Robert Sae, Martinica 5. Pedro Franco, República Dominicana 6. Hilda Guerrero, Puerto Rico.
2. Debate en la izquierda rusa sobre las elecciones
Como complemento y, hasta cierto punto, contrapunto al artículo crítico con el PCFR os paso este de Rabkor en el que se discuten las diferentes posiciones de la izquierda ante las recientes elecciones presidenciales. https://rabkor.ru/columns/
Debates en Rabcor sobre las elecciones presidenciales y las tácticas de la izquierda
Desde el inicio de la campaña presidencial, la Izquierda ha estado debatiendo tácticas en relación con este procedimiento, cuyo carácter imitativo todos conocían bien. Sin embargo, el repentino y agudo interés por los candidatos antibelicistas extrasistema Ekaterina Duntsova y Boris Nadezhdina demostró que el potencial de los ánimos de protesta en el país no es tan pequeño como imaginan los bien pagados portavoces de la ideología del Kremlin. Duntsova ni siquiera superó la fase de inscripción como candidata, mientras que Nadezhdin fue objeto de una trama bastante curiosa. Es muy posible que las autoridades, o mejor dicho, la omnipresente y omnisciente Administración Presidencial, aprobara la candidatura de Nadezhdin para darle unos pocos puntos porcentuales en sus «bien gestionadas» elecciones como prueba de que la posición antibelicista es extremadamente impopular en Rusia. Pero de repente, no sólo para las autoridades, sino también para él mismo, se convirtió en el centro de gravedad del descontento social. Se formaron colas en los puntos de recogida de firmas en apoyo del único candidato antibelicista, y en la sede de Nadezhdin no faltaron voluntarios, con lo que se recogieron muchas más firmas de las necesarias.
Las autoridades, por supuesto, recapacitaron y cancelaron el registro de Nadezhdin, privando a los votantes contrarios a la guerra y con mentalidad democrática del último candidato aceptable. Parece probable que las actuales elecciones presidenciales pasen a la historia como las elecciones menos competitivas de la historia de la Rusia postsoviética.
No hubo unanimidad entre la izquierda sobre la candidatura de Nadezhdin; algunos políticos de izquierdas, entre ellos Boris Kagarlitsky, creían que era necesario concentrar las tácticas de la izquierda en torno al apoyo a Boris Nadezhdin, que, quizá contra su voluntad, se había convertido en un punto de encuentro para la protesta y el sentimiento antibelicista. Un invitado frecuente de Rabkor, el historiador y bloguero Alexander Stefanov, también era de la misma opinión. Al mismo tiempo, era bastante influyente la opinión de que Nadezhdin era un proyecto del Kremlin o simplemente una cáscara vacía, que no se registraría y desaparecería del campo político para siempre. También se acusó a Nadezhdin de mantener vínculos con Kirienko, de pertenecer a partidos liberales y de apoyar a los nacionalistas. El político Mikhail Lobanov sugirió que era extremadamente importante no permitir que la izquierda se dividiera en torno a la figura de Nadezhdin.
Tras el rechazo de la inscripción de Nadezhdin, volvió a plantearse la cuestión de la táctica de la izquierda con respecto a lo que el diputado de la Duma de Moscú Yevgeny Stupin denominó «un procedimiento que imita las elecciones». Hubo llamamientos, incluso desde la Unión de Marxistas, a boicotear las elecciones mediante la agitación en vivo a favor de la autoorganización, los sindicatos y la acción colectiva en los días de votación. Sin embargo, la mayoría de la izquierda rechazó la idea de un boicot por considerarla una acción sin sentido dada la abolición del umbral de participación y los métodos bien probados de fraude electoral, incluido el uso de papeletas no utilizadas.
Los izquierdistas sistémicos asociados al PCFR empezaron a hacer campaña activamente a favor de Nikolai Kharitonov. Nikolai Bondarenko, miembro del CPRF, conocido político y bloguero, apoya activamente a Kharitonov. En los debates sobre Rabkor, esta postura fue defendida por Georgy Fedorov, redactor jefe de la agencia de noticias Aurora. Sus principales argumentos fueron los siguientes. Nikolai Kharitonov es candidato del CPRF, el único partido verdaderamente de la oposición en el país, con un electorado estable y una estructura regional desarrollada. El CPRF tiene un programa lógico de orientación social que tiene en cuenta los intereses y necesidades de la mayoría de la población. Ningún boicot, ningún llamamiento a estropear las papeletas en nuestro país ha conducido nunca a ningún resultado. Tales escenarios no funcionan en la estructura de nuestra sociedad atomizada. Los votos emitidos a favor de Kharitonov son votos a favor del PCFR, el único partido del país que aspira a construir el socialismo y el único actor político capaz de llevar a cabo las transformaciones sociales pendientes del país. Un nivel relativamente alto de apoyo a Kharitonov en las elecciones demostrará la popularidad del PCFR, lo que podría salvar al Partido Comunista de un posible desmantelamiento, que sería un desastre político para Rusia.
A Georgy Fedorov se opuso Mikhail Lobanov, portavoz de la coalición de izquierdas Mundo Justo. Dijo que en las actuales elecciones no hay candidatos no sólo con opiniones contrarias a la guerra, sino ni siquiera con opiniones moderadamente izquierdistas. El CPRF no es un partido cuya dirección luche activamente contra las tendencias mínimamente democráticas y antibelicistas en su seno, expulsando a quienes discrepan de la posición de la dirección del partido (últimamente casi totalmente en línea con la posición del Kremlin, salvo por las palabras altisonantes sobre el socialismo y el comunismo). El PCFR no defenderá sus votos, como no hizo en 2021, a pesar de las protestas espontáneas contra el fraude. Alexander Shtefanov, presente en el panel junto a Mijaíl Lobanov, apoyó sus críticas al PCFR y señaló que en 2021 Ziugánov no acudió a los mítines de los simpatizantes de su partido que se manifestaron contra el robo de votos al PCFR porque en aquel momento, en una reunión con Putin, reconoció plenamente los resultados electorales.
Evgueni Stupin y Mijaíl Lobanov defendieron la táctica de la coalición Mundo Justo en las ondas de Rabkor. Tanto Evgeny Stupin como Mikhail Lobanov argumentaron que un boicot no funcionará en absoluto, dado el bajo umbral de participación, por lo que los izquierdistas no llaman al boicot, sino a votar contra todos de la forma que permite la legislación actual. Ni uno solo de los candidatos en las votaciones del 15-17 de marzo es un verdadero representante de la oposición, ni uno solo de ellos es un candidato democrático antibelicista. Además, todos estos candidatos y sus partidos votaron tanto a favor de la OME, de la continuación de la acción militar, como a favor de las leyes represivas que está aprobando la Duma Estatal. Por lo tanto, la Izquierda hace un llamamiento para expresar su actitud ante unas elecciones en las que realmente no hay alternativa. La Coalición por una Paz Justa hace un llamamiento a todos los electores que estén a favor de la democracia y la paz para que acudan a los colegios electorales exactamente a mediodía del 17 de marzo y voten contra todos. Lo importante, desde el punto de vista de la coalición, es que las personas con convicciones antibelicistas y democráticas puedan verse, darse cuenta de que no están solas, de que tienen aliados. La coalición publicó un manifiesto «Necesitamos un mundo justo» con las tesis de un programa de transformación democrática en Rusia.
Mijail Lobanov debatió en Rabkor con el politólogo Alexander Kynev, que cree que Vladislav Davankov, candidato del partido Nuevo Pueblo, es un candidato razonable. Kynev expuso argumentos bastante típicos de los partidarios de Davankov, por quien, por cierto, también votará Boris Nadezhdin. Alexander Kynev destacó el programa moderadamente liberal e incluso parcialmente democrático de Davankov y su falta de retórica agresiva. Considera que es el único candidato antibelicista «con sentido común», pero votar «contra todos» no servirá de nada, la consolidación no funcionará y las autoridades harán todo lo posible por impedirlo. Mijail Lobavnov argumentó que Nuevo Pueblo es un proyecto tan pro-Kremlin como cualquier otro, que en el contexto de la operación militar y la represión a gran escala, las elecciones son una ocasión para consolidar a los ciudadanos que se oponen a la militarización del país, y que el número de votos nulos, que mostrará cuánta gente está a favor de la paz, figurará en el informe de la CEC. Las autoridades no podrán ignorar esto. Alexander Kynev insistió en que la DEG y la votación de tres días, que las autoridades impondrán activamente a los votantes, harán que la táctica del «Noón de protesta» sea un fracaso, y los votos nulos no mostrarán en modo alguno las estadísticas reales de la protesta, porque será imposible distinguir entre ellos exactamente los que están a favor de la protesta, y no sólo los nulos al azar.
Anna Ochkina Candidata a Filosofía, Directora del Departamento de Metodología de la Ciencia, Teorías y Tecnologías Sociales de la Universidad Estatal de Penza. Subdirectora del IGSO, miembro del consejo editorial de la revista Left Politics, socióloga.
3. Crítica al PCFR
No sea dicho que os privo de conocer las opiniones de la «nueva izquierda» rusa y esteeuropea. Os paso el penúltimo artículo de LeftEast sobre las elecciones en Rusia. El último es el manifiesto «Necesitamos una paz justa», o «Necesitamos un mundo justo», pues como sabéis, mir significa ambas cosas en ruso. Pidieron el voto nulo, con escasos resultados, hasta donde yo sé. El artículo que os paso es, fundamentalmente, una crítica a la izquierda realmente existente, la del PCFR. Pero si la alternativa tiene que venir de Youtube -enlaces en el artículo original-, no sé yo…
El plebiscito de Putin, la «izquierda» de Rusia y la izquierda de Rusia
Por Ernest Reid 14 de marzo de 2024
En el período previo a las próximas elecciones presidenciales en Rusia, los medios de comunicación occidentales se han centrado en los contendientes capitalistas como Vladimir Putin y los más favorables a Occidente Boris Nadezhdin y Yekaterina Duntsova, mientras que, como era de esperar, no reconocen la ausencia de un verdadero candidato de izquierda. Tras referirme brevemente a los frustrados aspirantes liberales, voy a hablar de la inane naturaleza del candidato nominalmente «comunista» Nikolay Kharitonov y de la oposición «sistémica» (parlamentaria) rusa en su conjunto, en primer lugar el llamado «Partido Comunista de la Federación Rusa», pero también su incómodo clon «Comunistas de Rusia». A continuación me remontaré en la historia (aunque no tan lejos como lo hace Putin) para mostrar cómo la destrucción sistemática de la izquierda en la Rusia postsoviética condujo al actual estado de cosas. En la sección final, llegaré a la evolución más positiva de los últimos años: la aparición de nuevos izquierdistas, facilitada por las posibilidades de YouTube y otros medios sociales.
Candidatos de la derecha
No se puede negar que Nadezhdin y Duntsova, a los que posteriormente se impidió presentarse a las elecciones, se presentaron con una plataforma que difería de la de Putin en una serie de aspectos, como una resolución pacífica en Ucrania y la liberación de los presos políticos, así como reformas democráticas más amplias relacionadas con la descentralización política y la liberalización social (por ejemplo, los derechos del colectivo LGBT). Al mismo tiempo, a un nivel más sistémico, como demócratas liberales Nadezhdin y Duntsova no ofrecieron más que un cambio parcial de régimen y de élites. Su visión de la sociedad rusa parecía ser una combinación de igualitarismo sociopolítico relativo y desigualdad económica de las relaciones capitalistas, como ejemplifican la mayoría de los regímenes occidentales. Teniendo en cuenta la naturaleza de la democracia liberal, así como la fuerte presencia de occidentalistas yeltsinitas en la base de simpatizantes (sin duda en el caso de Nadezhdin), lo más probable es que estos candidatos previeran una aceleración neoliberal y el retorno de Rusia a la posición de socio menor en el bloque liderado por Estados Unidos, lo que supondría un beneficio ambiguo tanto para los ciudadanos rusos como para el mundo. Así pues, los programas a largo plazo de Nadezhdin y Duntsova, al igual que los de Putin y los de los otros dos candidatos de derechas, no ofrecían ninguna perspectiva de una sociedad progresista e igualitaria en el sentido marxista más amplio.
«Oposición» «comunista» «sistémica
Aunque un sistema más democrático podría haber producido al menos un candidato de izquierdas, el régimen ruso traza la línea en el «Partido Comunista de la Federación Rusa». Por un lado, el programa del PCFR puede girar en torno a la idea de un renacimiento socialista (nacionalización de los recursos naturales, fiscalidad progresiva, etc.), y en ocasiones han mostrado su apoyo a la clase obrera. Por otra parte, ni la oposición ocasional a la Rusia Unida en el poder ni el cosplay soviético pueden enmascarar el coqueteo habitual del PCFR con el nacionalismo, la religión y Putin. Además, su alineamiento con la élite capitalista en la llamada «operación militar especial» en Ucrania deja un gran signo de interrogación sobre su proclamado compromiso con el socialismo, porque un socialista siempre se opone a cualquier uso de la fuerza perpetrado por la élite que no sea defensivo. Esto no quiere decir que no haya socialistas y comunistas en el PCFR. Hay algunos, pero han sido silenciados y reprimidos. Los que no ceden a las presiones, como Yevgeniy Stupin, por ejemplo, son expulsados de la fracción parlamentaria y expulsados del partido. Por lo tanto, a estas alturas, la presencia de la palabra «comunista» en el nombre del partido es, como mínimo, algo engañosa.
El candidato del PCFR, Nikolay Kharitonov, que ha respaldado la línea del partido sobre la guerra en Ucrania, encarna en gran medida la contradicción que está en el corazón del principal partido de la oposición sistémica de Rusia. Por tanto, es bastante difícil no sólo considerarlo un candidato de izquierdas, sino también tomarse en serio su candidatura presidencial. En primer lugar, se ha negado a criticar a Putin en el periodo previo a las elecciones. En segundo lugar, en la página de inicio del sitio web del CPRF aparece como un personaje de última hora. En tercer lugar, a menos de una semana de las elecciones, su sitio web personal sigue «en construcción». Su reciente vídeo de campaña tampoco le hace justicia. En él, Kharitonov aparece como un jubilado descontento que aprieta los puños cuando oye a los presentadores de las noticias hablar de «inflación» y «dólares» y le dice a su mujer que se va «a trabajar». Luego se encuentra fuera del Kremlin, con la mirada perdida y apretando los puños de nuevo, esta vez sin motivo aparente, lo que hace pensar al espectador que el aspirante presidencial puede estar sufriendo algún tipo de dolencia. Esta creencia se amplifica aún más cuando el candidato parece caer en un estado de trance, durante el cual experimenta una serie de recuerdos de la era soviética (la única parte emotiva e inspiradora del vídeo).
La impresión general que uno se lleva es la de que Kharitonov no es tanto un candidato presidencial serio como un anciano confundido, algo así como un Joe Biden ruso, que parece ser el papel que se le ha dado al candidato del PCFR en este espectáculo. Esto tiene mucho sentido, teniendo en cuenta que el propio Putin no es ninguna gallina de los huevos de oro. De hecho, los más jóvenes de la oposición no sistémica han venido llamando cada vez más al presidente «abuelo» en los últimos años. Por lo tanto, Kharitonov, de 75 años, es el candidato perfecto para hacer que Putin, de 70 años, parezca un joven que «todavía lo tiene».
Por último, el viaje de Kharitonov termina con un eslogan tópico: «Ya está bien de jugar con el capitalismo», en la mejor tradición de los vídeos de campaña de hace veintitantos años. Esto no sólo sugiere la falta de intención seria de ganar, sino que también refleja la realidad del potencial de Kharitonov. Puede que en 2004 quedara segundo, pero una parte significativa de ese 13,7% ya eran jubilados entonces, y es poco probable que hayan llegado a 2024. Así pues, parece casi como si la campaña del único candidato relativamente de izquierdas se dirigiera al pequeño porcentaje del electorado que constituyen los leales al CPRF que envejecen. Por lo tanto, sólo aspiran al segundo puesto en el mejor de los casos, algo que el propio Kharitonov ha insinuado.
Una vez comprendida la redundancia del candidato del PCFR, puede ser razonable buscar otros aspirantes a candidatos de la izquierda, que quizá intentaron inscribirse pero no pasaron por el tamiz del régimen de Putin. De hecho, Sergei Malinkovich, de un partido menor llamado «Comunistas de Rusia», llegó a presentar las firmas al Comité Electoral Central antes de enfrentarse al bloqueo por «firmas defectuosas». Sin embargo, aunque esta escisión del PCFR se había formado inicialmente como resultado de una protesta contra la posición cada vez más flexible del PCFR frente a Putin, ha sido acusada de ser un proyecto del Kremlin destinado a debilitar la única fuerza relativamente opositora en la política sistémica de Rusia. Además, recientemente ha sufrido otra escisión interna, con las dos facciones acusándose mutuamente de colaborar con la Rusia Unida en el poder. Todo ello compartiendo la posición fidelista del CPRF de Rusia Unida sobre la guerra en Ucrania, que ha servido como manzana de la discordia para muchas organizaciones de izquierda en Rusia desde 2014, y más aún, desde 2022.
De hecho, Malinkovich, a la cabeza de una de las facciones, ha propuesto recientemente introducir una ley según la cual aquellos que sean etiquetados como «agentes extranjeros» por el Ministerio de Justicia «deberían recibir palas de los agentes de policía para limpiar las calles en convoy, como solían hacer los bolcheviques con la antigua aristocracia en los años [19]20». Así, en lugar de criticar a las autoridades y al sistema político y económico por no mantener las calles limpias de nieve, Malinkovich optó por la opción más segura de atacar a los débiles, convirtiendo en chivos expiatorios a los estigmatizados por el régimen al que pretendía oponerse. Ni que decir tiene que su metáfora es cualquier cosa menos problemática.
En primer lugar, la actual élite política rusa es tan capitalista como la que más y, en ese sentido, diametralmente opuesta a los bolcheviques. En segundo lugar, la mayoría de los tachados de «agentes extranjeros» nunca han formado parte de la clase dirigente e incluyen no sólo a activistas liberales y celebridades, sino también a figuras destacadas de la izquierda no sistémica rusa, como Mijaíl Lobanov y Borís Kagarlitsky. El primero es un activista sindicalista, profesor y político socialista que tenía tantas posibilidades de ganar las elecciones parlamentarias de 2021 en su distrito local que el partido gobernante tuvo que traer a un candidato famoso, un famoso presentador de televisión, Yevgeniy Popov, para derrotarle (por goleada). Si hubiera podido haber un auténtico candidato presidencial de la izquierda en Rusia, habría sido Lobanov. Kagarlitsky es socialista, intelectual marxista, profesor y la persona detrás de Rabkor, un proyecto mediático de éxito moderado que ha estado difundiendo ideas progresistas en Rusia desde la Crisis Económica Mundial de 2008. Encarcelado a finales del periodo soviético, encarcelado, golpeado y amenazado bajo el régimen de Yeltsin, Kagarlitsky, disidente socialista de 65 años, ha sido condenado recientemente a cinco años en una colonia penal de trabajo. Teniendo en cuenta que éste es el tipo de personas a las que ataca el líder de los «Comunistas de Rusia», Malinkovich, hay poca credibilidad en su proclamado compromiso con los ideales comunistas.
Destrucción de la izquierda en la Rusia postsoviética
¿Cómo pasó Rusia de tener la construcción del comunismo promovida a nivel de ideología de Estado durante la mayor parte de la era soviética a tener que conformarse con el escasamente socialista y dúctil PCFR?
Por supuesto, el grado de socialismo de la Unión Soviética es objeto de muchos debates en los círculos de izquierda de todo el mundo. Sin embargo, la mayoría estaría de acuerdo en que el asalto a mayor escala contra el socialismo y contra la sociedad en su conjunto tuvo lugar bajo Boris Yeltsin. Sus esfuerzos por disolver y desmembrar la URSS desembocaron en los sucesos del «Octubre Negro» de 1993. Tras haber sido destituido por el parlamento existente y el Tribunal Supremo debido a su incumplimiento de la Constitución, Yeltsin tomó el poder por la fuerza, bombardeando el edificio del parlamento y causando múltiples muertos y heridos entre la población civil. La oposición a Yeltsin, encabezada por un grupo de funcionarios capitalistas de izquierdas y flanqueada por formaciones comunistas, socialistas y algunas nacionalistas, fue brutalmente reprimida. Los dirigentes fueron detenidos. La mayoría de los partidos y organizaciones fueron prohibidos junto con sus periódicos. Muchos activistas, como Kagarlitsky, también fueron objeto de agresiones físicas y amenazas de muerte por parte de los leales a Yeltsin. El jefe de seguridad de Yeltsin, actualmente miembro de la Rusia Unida de Putin, Aleksandr Korzhakov, alardearía más tarde con orgullo de cómo fueron capaces de asustar a los comunistas «para que no volvieran a intentar asomar [la cabeza]».
Además de suponer un duro golpe para la izquierda en la Rusia postsoviética, los trágicos sucesos del Octubre Negro también sirvieron de plataforma de lanzamiento para Ziugánov, permitiéndole demostrar su capacidad para «no asomar la cabeza» cuando se le pedía. En el momento más crítico, dejó a sus camaradas en el Consejo Supremo y salió en la televisión nacional para pedir al público opuesto a Yeltsin que se quedara en casa. De este modo, se convirtió en el flexible líder de la izquierda moderada que pacificaría al amplio segmento socialista de la sociedad representándolo en la arena política, al tiempo que mantenía al mínimo cualquier política especialmente polémica que desafiara al régimen de Yeltsin. Esto fue en parte lo que le permitió tener una carrera política de éxito, mientras que los que defendieron al Consejo Supremo hasta el final en 1993, como Viktor Anpilov, quedarían gradualmente sin recursos y marginados. No se trata de restar méritos a la estalinista «Rusia del Trabajo», a otras pequeñas organizaciones de izquierda como el Partido Comunista Obrero Ruso y el Partido Comunista Ruso, a los sindicatos y a diversas iniciativas de base. Sin embargo, la mayoría de ellas se fueron debilitando y reduciendo en número a lo largo de la era postsoviética.
En cuanto a Ziuganov, su partido quedó primero en las elecciones parlamentarias de 1995, obteniendo el 40% de los escaños de la GosDuma. Teniendo en cuenta que, junto con los demás partidos de izquierda menores, el CPRF de Ziuganov controlaba más de la mitad de la cámara baja del parlamento ruso, podrían haber liderado una revolución política popular contra el régimen oligárquico ultracapitalista gobernante, a pesar de la constitución superpresidencialista de Yeltsin. Sin embargo, los acontecimientos del año siguiente acabaron con cualquier esperanza de resurgimiento socialista en Rusia.
Las recientes insinuaciones de Kharitonov de aspirar al segundo puesto recuerdan en realidad a la aquiescencia de Zyuganov al papel de «Número Dos» en 1996. Los resultados oficiales de las elecciones presidenciales más sucias y fraudulentas de la Rusia postsoviética asignaron una aplastante victoria a Yeltsin, extremadamente impopular. Sin embargo, numerosos testimonios sugieren que Ziuganov había ganado, pero o bien no estaba preparado para una lucha potencialmente peligrosa contra el régimen, o bien fue presionado entre bastidores para que admitiera su derrota. Años más tarde, el líder de la oposición permanecería en silencio con cara de vergüenza mientras era elogiado por el propagandista en jefe de la élite del poder en la televisión, Vladimir Solovyov, por aceptar los resultados oficiales y no luchar. Aunque hubo algunas manifestaciones de oposición de Zyuganov a Yeltsin, la más extrema fue un intento de destituirlo en 1999, siempre se quedaron cortas.
Cuando Vladimir Putin entró en escena, ya se habían dado las condiciones para neutralizar a la única fuerza política importante de la izquierda. Casi una década del régimen superpresidencialista, ultracapitalista y cada vez más oligárquico de Yeltsin, definido por una desigualdad económica disparada y la anarquía, se cobró un importante tributo en la clase trabajadora y en todo el electorado potencial del PCFR. Muchos de ellos se vieron gravemente afectados por el colapso postsoviético y nunca se recuperaron. Algunos adoptaron el capitalismo y se convirtieron en pequeños burgueses o nuevos ricos. Los actuales «directores rojos» (de las antiguas empresas soviéticas de propiedad estatal), que durante mucho tiempo habían constituido la base de apoyo del PCFR, fueron expulsados o cooptados por el régimen. Ziugánov no supo aprovechar la confianza que el público progresista había depositado en él y perdió el impulso.
Putin, más joven y directo, con poca relación aparente con la anterior élite del poder, tenía un gran atractivo público en aquel momento. Con el respaldo inicial de los oligarcas de Yeltsin, en primer lugar el difunto magnate de los medios de comunicación Boris Berezovsky, Putin pudo ganar las elecciones de 2000 y emerger a los ojos de muchos como el líder revanchista que debía ser Zyuganov. Sin embargo, tras poner a los oligarcas bajo su control, restablecer el orden y compartir con las masas parte del botín de los altos precios del petróleo, Putin no tenía prisa por establecer una sociedad democrática igualitaria. En su lugar, continuó lo que había empezado con Yeltsin: desmantelar los elementos socialistas del sistema y marginar aún más a la izquierda, siguiendo la mejor tradición de los que él llamaba sus «socios occidentales». Su nuevo Código Laboral limitó considerablemente la capacidad de los sindicatos existentes para ejercer su derecho democrático a la huelga y para la formación de nuevos sindicatos. Algunos de los miembros clave de la Federación de Sindicatos Independientes de Rusia fueron cooptados. Hoy en día sigue habiendo algunos sindicalistas activos, pero muchos de ellos, como Kirill Ukraintsev, por ejemplo, han sido objeto de persecución legal.
Además, tras el regreso de Putin a la presidencia en 2012, una serie de leyes federales, que parecían contradecir la Constitución, hicieron que protestar contra el régimen fuera extremadamente problemático, por lo que organizar o participar en protestas podía acarrear una multa, arresto administrativo o incluso una persecución penal y encarcelamiento. Desde marzo de 2022, en un intento de frenar las protestas contra la guerra, los legisladores rusos han aprobado otra serie de leyes, que prevén la persecución penal por desafiar la narrativa oficialmente aprobada sobre el ejército ruso en el dominio público.
Con esta grave limitación de su capacidad para emprender acciones instrumentales y simbólicas, como huelgas y manifestaciones, respectivamente, los activistas de izquierda rusos se han visto obligados a elegir entre seguir la línea como Zyuganov o participar en políticas no sistémicas (por ejemplo, protestas callejeras). Esto último conllevaba un riesgo de persecución por parte del régimen o significaba una vida al margen de la política en el mejor de los casos. En consecuencia, su potencial electoral disminuyó considerablemente. Además, desde el endurecimiento del autoritarismo en Rusia en los últimos dos años, los pocos políticos de izquierdas como Lobanov y Stupin que habían tenido cierto éxito electoral se enfrentaron a la represión y tuvieron que huir del país. Incluso Sergei Udaltsov, del Frente de Izquierda, afín al CPRF, fue detenido e incluido en la lista de «extremistas» y «terroristas».
YouTube y la izquierda no sistémica rusa
Sin embargo, no todo está perdido para la izquierda en Rusia. En los últimos años, el segmento ruso de YouTube se ha convertido en una contraesfera pública anti-Putin, una alternativa a la televisión rusa alineada con las élites. Aunque ha estado dominado por celebridades neoliberales, de este fenómeno tecnológico también han surgido varios YouTubers de izquierdas. Es poco probable que Kagarlitsky sea liberado pronto, pero sus compañeros de RabKor (más de 127.000 suscriptores) siguen publicando nuevos vídeos, que atraen a miles de espectadores. A pesar de su posición relativamente moderada frente al régimen actual, el periodista de izquierdas Konstantin Syomin (772k+ suscriptores) sigue produciendo boletines informativos que ofrecen una alternativa a las variantes capitalistas dominantes. También hay que mencionar a Yevgeniy Bazhenov, más conocido como BadComedian (más de 5,98 millones de suscriptores), a pesar de no ser un activista socialista como tal. En sus críticas satíricas de películas, que en repetidas ocasiones le han acarreado problemas con las autoridades, Yevgeniy no deja de ridiculizar la propaganda anticomunista y capitalista antisoviética que prevalece en la industria cinematográfica de Rusia y de todo el mundo.
Otro YouTuber que destaca es el antiguo profesor de historia Andrey Rudoy y su canal Vestnik Buri (321k+ suscriptores), que puede rivalizar con los de las figuras neoliberales más populares cuando se trata de producir contenidos regulares de alta calidad que generan muchas visitas (a veces más de un millón). Al tener poco más de 30 años, como Bazhenov, y haber enseñado en la escuela durante varios años, Rudoy es capaz de comunicar la perspectiva marxista al público más joven. En sus vídeos aborda una amplia gama de temas interesantes: desde los acontecimientos actuales en Rusia, China, Estados Unidos, Palestina, Cuba y más allá, hasta el feminismo, los movimientos de liberación nacional africanos y los Panteras Negras, pasando por el cambio climático, el «Juego de los calamares» y la música rap rusa de izquierdas.
Con el telón de fondo del aumento gradual de la popularidad de los contenidos de izquierdas en YouTube, se ha producido una proliferación de grupos juveniles marxistas en todo el país. Aunque la actual élite del poder haya paralizado políticamente a la izquierda rusa, es incapaz de detener la proliferación ideológica de ideas progresistas en plataformas como YouTube y Telegram. Siempre que personas como Rudoy sean capaces de aprovechar el actual vacío de liderazgo en el campo neoliberal, podrán guiar a los rusos más jóvenes y abiertos de mente hacia la izquierda y cultivar el pensamiento crítico y progresista, que encontrará su salida práctica de una forma u otra y, finalmente, conducirá a un futuro más brillante.
Mientras tanto, el Vestnik Buri de Rudoy, el Movimiento Socialista Ruso, Lobanov, Stupin y otras organizaciones y activistas progresistas, como Mariya Menshikova, y la influyente mediática marxista y refugiada política Irina Shumilova, se han unido bajo la iniciativa «Un mundo justo». Mientras que los influencers neoliberales han pedido a sus seguidores que voten «a cualquiera menos a Putin», los activistas de la iniciativa «Un mundo justo» llaman la atención de su audiencia sobre la ausencia de un solo candidato progresista en las papeletas y piden a todo el mundo que tache a los cuatro candidatos presidenciales y escriba eslóganes progresistas sobre ellos. La idea es que esas papeletas aún tendrían que contarse y, por tanto, reducirían el porcentaje de votos de los candidatos del régimen: un elevado porcentaje de papeletas nulas representaría la oposición existente al régimen actual tanto para la élite del poder como para el público, lo que potencialmente daría poder a los disidentes silenciosos. Se trata más bien de una acción simbólica, pero es lo mejor que se puede hacer en este momento, y ejemplifica el desafío de la izquierda no sistémica rusa.
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A nivel de sistema, el régimen capitalista postsoviético, establecido por Yeltsin y continuado por Putin, ha sido fundamental para la destrucción gradual de la izquierda rusa en las últimas tres décadas. El PCFR sistémico y sus miniclones no representan ninguna amenaza para el sistema y podría decirse que nunca lo han hecho. Nadie espera sorpresas de las próximas elecciones presidenciales. Sin embargo, la nueva cohorte emergente de izquierdistas, guiada por gente como Kagarlitsky, ofrece esperanza para el futuro. Han sabido instrumentalizar el segmento rusoparlante de YouTube y otros medios sociales para entablar una «guerra de posiciones» de largo alcance. Muchos de ellos se niegan a mantener la cabeza en la arena incluso en una situación aparentemente desesperada y permanecen políticamente activos contra viento y marea. Esto significa que las llamas revolucionarias no se han extinguido del todo y aún pueden arder con fuerza.
Ernest A. Reid es doctorando en la Universidad de Aston, Birmingham, Reino Unido.
Observación de José Luis Martín Ramos:
Los medios de desinformación, como no pueden negar la victoria de Putin, se dedican a sugerir dudas sobre la limpieza de las elecciones; pero reconocen al mismo tiempo que no ha habido prácticamente incidencias.
Os paso el link de una entrevista que TV3, la de ellos, ha hecho a Josep Puigsech, en la que defiende las razones de la popularidad de Putin. Aunque sea por una vez, escuchad el video de tv3: https://www.ccma.cat/3cat/
4. Resumen de la guerra en Palestina, 17 de marzo
El resumen de Mondoweiss. https://mondoweiss.net/2024/
Día 163 de la «Operación Al-Aqsa»: Un alto funcionario de la UE dice que Israel no ha demostrado sus acusaciones contra la UNRWA
Netanyahu ha prometido invadir Rafah a pesar de la línea roja internacional. Mientras tanto, Estados Unidos ha sancionado por primera vez dos puestos avanzados ilegales de colonos en Cisjordania.
Por Mustafa Abu Sneineh 17 de marzo de 202
Bajas
31.645+ muertos* y al menos 73.676 heridos en la Franja de Gaza.
Más de 435 palestinos muertos en Cisjordania ocupada y Jerusalén Oriental**.
Israel revisa a la baja su estimación de víctimas del 7 de octubre, de 1.400 a 1.147.
591 soldados israelíes muertos desde el 7 de octubre y al menos 3.221 heridos.
*El Ministerio de Sanidad de Gaza confirmó esta cifra en el canal de Telegram. Algunos grupos de derechos humanos sitúan la cifra de muertos en torno a los 35.000, si se tienen en cuenta los presuntos muertos.
** El número de muertos en Cisjordania y Jerusalén no se actualiza periódicamente. Según el Ministerio de Sanidad de la AP el 17 de marzo, esta es la última cifra.
*** Esta cifra la publica el ejército israelí, mostrando los soldados cuyos nombres «se permitieron publicar».
Acontecimientos clave
- El primer ministro israelí, Netanyahu, afirma que el ejército «operará en Rafah», mientras funcionarios internacionales y estadounidenses advierten de la posibilidad de invadir el distrito más meridional de Gaza, al que se han desplazado al menos un millón de palestinos.
- El jefe de la OMS afirma que «una nueva escalada de violencia en la zona densamente poblada [de Rafah] provocaría muchas más muertes y sufrimiento, especialmente con unas instalaciones sanitarias ya desbordadas.»
- Según Al-Jazeera Arabic, los jefes de los clanes en Gaza y los funcionarios de la ONU entregan la ayuda siguiendo las instrucciones de los organismos de seguridad de Hamás, que piden a los palestinos que no se reúnan cerca de las zonas a las que llegan los camiones de ayuda debido a los frecuentes ataques israelíes contra las multitudes que buscan ayuda.
- El presidente de Euro-Med afirma que las instrucciones de la policía de Gaza a la población para que se retire cuando lleguen las entregas de ayuda «fueron recibidas con pleno compromiso por parte de la población».
- Israel intenta crear autoridad en la Franja de Gaza en lugar de Hamás, utilizando la ayuda humanitaria como herramienta para fortalecer y empujar a algunos líderes de clanes al frente.
- El máximo responsable de ayuda humanitaria de la UE afirma que Israel no presentó ninguna prueba de las reclamaciones contra la UNRWA ni a él ni a ningún funcionario del ejecutivo de la UE ni a ningún otro donante.
- El funcionario de la UE, Janez Lenarcic, dice que se necesita más ayuda para entrar en la Franja de Gaza en camiones, e Israel debe abrir más pasos fronterizos terrestres.
- Los enfrentamientos armados se intensifican en la ciudad de Al-Zahraa, al sur de Gaza, mientras Israel termina de construir una autopista fortificada que divide el enclave en dos, de norte a sur.
- Mahmoud Nofal, de 42 años, sucumbe a sus heridas tras enfrentamientos armados con soldados israelíes apostados cerca de la calle Al-Shuhada, en Hebrón.
Netanyahu promete invadir Rafah a pesar de la línea roja internacional
Los palestinos de la Franja de Gaza han pasado su primera semana de Ramadán bajo los bombardeos israelíes y con escasa comida y bebida, lo que ha provocado la muerte de decenas de niños por desnutrición y deshidratación.
En las últimas 24 horas, las fuerzas israelíes cometieron nueve masacres en diversas zonas de la Franja de Gaza, según informó el Ministerio de Sanidad de Gaza en Telegram, matando al menos a 92 personas e hiriendo a 130. Miles de personas permanecen bajo los escombros de los edificios bombardeados.
Para los 1,2 millones de palestinos de Rafah, es inminente una invasión terrestre israelí de la ciudad más meridional de la Franja de Gaza.
Las fuerzas israelíes han expulsado a cientos de miles de palestinos, bajo intensos bombardeos y disparos, de las zonas del norte y el centro de Gaza hacia Rafah, que en un momento dado fue designada por Israel «zona segura». En Rafah, muchos han tenido que dormir en refugios escolares de la ONU y en tiendas de campaña.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, insiste en que seguirá adelante con la ofensiva sobre Rafah, a pesar de las supuestas tensiones con la administración estadounidense sobre dicho plan. Aún así, Estados Unidos se ha negado a trazar una línea roja dura en lo que respecta a una invasión de Rafah, y la administración de Biden ha dicho que Israel sólo debe garantizar «la protección de los civiles palestinos».
«Hay presiones internacionales para impedir que entremos en Rafah y terminemos las obras. Como primer ministro de Israel, rechazo esta presión», dijo Netanyahu a los soldados en la base militar de Ofer la semana pasada.
El domingo por la mañana, Netanyahu dijo a los ministros del «gabinete de guerra» que el ejército «operará en Rafah. Esta es la única manera de eliminar al resto de los batallones asesinos de Hamás, y esta es la única manera de aplicar la presión militar necesaria para liberar a todos nuestros secuestrados.»
Tedros Adhanom Ghebreyesus, jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró el sábado por la noche que «una nueva escalada de violencia en esta zona densamente poblada provocaría muchas más muertes y sufrimiento, especialmente con unas instalaciones sanitarias ya desbordadas».
Ghebreyesus añadió que los 1,2 millones de palestinos de Rafah «no tienen ningún lugar seguro al que trasladarse» y que no pueden llegar a instalaciones sanitarias plenamente operativas en la Franja de Gaza, ya que la mayoría de ellas están parcialmente operativas o fuera de servicio debido a la agresión israelí.
«Muchas personas están demasiado frágiles, hambrientas y enfermas para ser trasladadas de nuevo», escribió Ghebreyesus en X.
Israel dijo que está planeando trasladar a los 1,2 palestinos de Rafah a «islas humanitarias» que está creando en el centro de Gaza antes de una ofensiva sobre Rafah, y Netanyahu dijo el domingo que aprobó un plan para trasladar a los civiles palestinos fuera de las «zonas de batalla» en Rafah.
Varios funcionarios de la ONU advirtieron de un baño de sangre en Rafah si Israel lanzaba un asalto a la zona.
Las entregas de ayuda llegan al norte de Gaza
Durante la noche, las entregas de ayuda que llegaban al norte de Gaza se descargaron en un centro perteneciente a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) para distribuirla entre la población.
Según Al-Jazeera Arabic, los jefes de los clanes locales de Gaza y funcionarios de la ONU consiguieron entregar la ayuda tras una directiva emitida por los organismos de seguridad de Hamás en la que se pedía a los palestinos que no se reunieran cerca de la rotonda de Kuwait ni de la calle Salah El-Din, donde suelen llegar los camiones de ayuda.
En las últimas semanas, las fuerzas israelíes han atacado sistemáticamente a los palestinos que se reunían para conseguir alimentos en estas zonas, matando a cientos de ellos. Debido a la inmensa escasez de alimentos y a un sistema de distribución de ayuda paralizado, las multitudes de palestinos hambrientos se han visto obligadas a subirse a los camiones para conseguir su parte, arriesgándose a las balas israelíes o a ser aplastados por la multitud.
Rami Abdullah, presidente del Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos de Ginebra, escribió en la plataforma X que durante los últimos 160 días «el ejército de ocupación [israelí] ha estado atacando a miembros de la policía y de los servicios civiles de Gaza para crear un estado de caos y poner en duda su control».
Añadió que las instrucciones de la policía de Gaza a la población para que se retirara cuando llegaran las entregas de ayuda «fueron recibidas con total compromiso por parte de la población… estas agencias consiguieron, por primera vez, asegurar la entrada de algunas necesidades humanitarias para llegar al punto más septentrional» de la Franja de Gaza.
«Todos somos conscientes de que no hay otra parte capaz de controlar la seguridad que la juventud de Gaza y sus hombres libres, comprometidos a servir a su pueblo y a preservar su sangre y sus sacrificios», añadió.
La noticia del éxito de la coordinación entre los clanes locales y las agencias de la ONU llega en medio de informes según los cuales Tel Aviv está intentando crear una autoridad en la Franja de Gaza en lugar de Hamás. Uno de los medios de Israel para conseguirlo, según los informes, es utilizar las entregas de alimentos y ayuda como herramienta para fortalecer y empujar a algunos líderes de clanes al frente y ponerlos a cargo de la gestión de la ayuda, coordinándose con Israel y las agencias internacionales.
La semana pasada, varios clanes palestinos de la Franja de Gaza afirmaron su postura de negarse a ser «un régimen político alternativo» en la Franja de Gaza y coordinar las misiones humanitarias con Israel.
La UE dice que Israel no presentó pruebas contra la UNRWA
La UNRWA ha sido vital en la prestación de servicios humanitarios a los palestinos de la Franja de Gaza, pero la agencia fue despojada de casi 450 millones de dólares de financiación después de que los principales donantes, incluido Estados Unidos, suspendieran el pago en enero a raíz de las acusaciones israelíes contra la agencia.
Israel ha acusado a la agencia de la ONU de emplear a más de 450 «operativos militares» de Hamás y otros grupos de resistencia, alegando que una docena de ellos participaron en el ataque del 7 de octubre contra Israel, una afirmación que Israel aún no ha respaldado con pruebas concretas.
Desde la retirada inicial de la financiación, varios países, entre ellos Australia, Suecia y Canadá, han reanudado sus promesas de donación a la UNRWA, ya que no han visto ninguna prueba que respalde las acusaciones de Israel.
Las investigaciones iniciales de la UNRWA también han revelado que parte de su personal en Gaza sufrió graves torturas y abusos por parte de las fuerzas israelíes y fue obligado a hacer confesiones falsas para apoyar las afirmaciones de Israel de que el personal de la agencia tiene vínculos con Hamás.
El máximo responsable de ayuda humanitaria de la UE, Janez Lenarcic, ha confirmado que Israel no le presentó a él ni a ningún funcionario del ejecutivo de la UE ni a ningún otro donante ninguna prueba de las acusaciones contra la UNRWA.
La UE dijo a principios de marzo que va a pagar 55 millones de dólares en donaciones a la UNRWA, pero que retendrá casi 35 millones hasta que se resuelva la investigación sobre las acusaciones de Israel.
«Incluso si esas acusaciones, al final del día, resultan ser ciertas, eso no significa que UNRWA sea el autor», dijo Lenarcic.
«UNRWA ha reaccionado de forma adecuada, inmediata y eficaz. Ha tomado varias medidas. Hay una investigación. Hay una revisión. Hasta ahora estamos satisfechos con todo esto», añadió Lenarcic.
El OOPS ya ha despedido a nueve de esos empleados y está investigando el caso de uno de ellos. Los otros dos miembros del personal incluidos en las acusaciones de Israel, murieron durante el ataque del 7 de octubre.
«UNRWA tiene, por supuesto, un papel fundamental que desempeñar aquí, ya que cuenta con una infraestructura inigualable, almacenes, refugios, capacidades logísticas», dijo.
Lenarcic dijo que es necesario que más ayuda entre en la Franja de Gaza en camiones e Israel debería abrir más pasos fronterizos terrestres.
Añadió que el corredor marítimo establecido por Estados Unidos desde Chipre a Gaza «aunque es una adición bienvenida, sólo puede complementar las rutas terrestres».
«En las circunstancias actuales no se pueden proporcionar suministros suficientes por vía marítima o aérea porque no existe un verdadero puerto [en la Franja de Gaza]», añadió.
Israel bombardea el centro de Gaza y se enfrenta a combatientes en el norte
Israel ha proseguido su campaña aérea sobre la Franja de Gaza, bombardeando varias zonas del enclave asediado durante la noche. En Deir al-Balah, en el centro de Gaza, un ataque aéreo israelí contra una casa de la familia Thabet en el barrio de Bishara mató al menos a 11 personas, informó la agencia de noticias Wafa.
Las fuerzas israelíes bombardearon también la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza, al norte de Rafah, y el barrio de Al Shejaiya, en la ciudad de Gaza, en el norte.
En la ciudad de Al Zahraa, en el norte de Gaza, el brazo armado de Hamás, las Brigadas Izz El-Din Al Qassam, difundieron imágenes de enfrentamientos armados entre combatientes de la resistencia palestina y fuerzas israelíes. Los combatientes palestinos dispararon contra varios tanques y vehículos blindados israelíes con proyectiles antitanque Al-Yaseen de 105 mm.
Al-Zahraa es una ciudad muy simbólica, ya que se construyó en 1997 en respuesta al plan de Israel de construir un asentamiento ilegal en el monte Abu Ghoneim, cerca de Belén, en la Cisjordania ocupada.
Es uno de los primeros y escasos proyectos construidos por la Autoridad Palestina (AP) en la Franja de Gaza cuando se abrigaban grandes esperanzas de establecer un Estado palestino en la década de 1990. Está situado al sur de la ciudad de Gaza y alberga el Tribunal Supremo, dos universidades y varios departamentos municipales.
Los enfrentamientos armados se intensificaron la semana pasada debido a que Israel está terminando de construir una autopista fortificada, al sur de la ciudad de Al-Zahraa, que ahora llega hasta la costa mediterránea. El corredor dividirá la Franja de Gaza en dos, entre el norte y el sur, y cimentará aún más el control militar israelí en la Franja y restringirá la circulación de los palestinos y la capacidad de los gazatíes para regresar a sus hogares en el norte.
Fuerzas israelíes matan a un palestino en Hebrón; Estados Unidos sanciona a los colonos de Cisjordania
En Cisjordania ocupada, Mahmoud Abdel Hafez Youssef Nofal, de 42 años, sucumbió a sus heridas tras un enfrentamiento armado con soldados israelíes apostados cerca de la calle al-Shuhada, en Hebrón.
Nofal era el imán de la mezquita Al-Qasim de la ciudad. Se acercó a los soldados israelíes desde el cementerio islámico de Hebrón, cerca de la zona de Karantina y la calle Al Shuhada, antes de que le dispararan.
Las autoridades israelíes siguen reteniendo su cadáver. El sábado, las fuerzas israelíes establecieron controles militares en las principales carreteras que conducen a Hebrón, y más tarde asaltaron la casa de Nofal en el barrio de Al Shaaba. Desde octubre, las fuerzas israelíes y los colonos han matado a 435 palestinos en Cisjordania y Jerusalén ocupadas, según el Ministerio de Sanidad de la Autoridad Palestina.
Israel también ha detenido a 7.605 palestinos en Cisjordania desde octubre. El sábado detuvo a 65 trabajadores en Yaffa (Jaffa) y 36 de ellos siguen bajo investigación, según Wafa. Las fuerzas israelíes también detuvieron durante la noche a palestinos de Yenín, Hebrón, Qalqilya y Belén.
Colonos israelíes lanzaron dos ataques contra palestinos cerca de Naplusa. En Burin, al sur de Nablús, lanzaron piedras contra casas palestinas y dispararon balas al aire sin que se registraran heridos, mientras que en Ain Duma amenazaron a los palestinos con expulsarlos de la zona, informó Wafa.
Algunos de esos colonos han sido objeto de sanciones del Departamento de Estado de Estados Unidos, que también ha incluido en la lista dos puestos de avanzada ilegales, Moshes Farm y Zvis Farm. Es la primera vez que Estados Unidos castiga con restricciones económicas a todo un puesto de avanzada israelí. En la Jerusalén ocupada, 60.000 palestinos realizaron la oración de Al-Tarawih del Ramadán en la mezquita de Al-Aqsa el sábado por la noche. Las autoridades israelíes siguen limitando el número de palestinos de Cisjordania que pueden entrar en Jerusalén. Wafa informó de que las fuerzas israelíes establecieron al menos 30 puestos de control improvisados en las afueras de la Ciudad Vieja, a las puertas de la ciudad y en las entradas de la mezquita de Al Aqsa.
5. Lenin y la cuestión nacional.
Quizá José Luis tendrá comentarios a este artículo de Jaime Pastor sobre Lenin y la cuestión nacional… Es una de las intervenciones en las Jornadas leninistas.
https://vientosur.info/la-
La evolución del pensamiento de Lenin sobre la cuestión nacional: autodeterminación, secesión y federalismo
Jaime Pastor 14/Mar/2024
En este trabajo1/ nos proponemos analizar la evolución del pensamiento político de Lenin sobre la cuestión nacional, su especificidad y su lugar estratégico, así como sobre las diferentes opciones que se plantea para su resolución democrática (secesión, federación, autonomía). Distinguimos fundamentalmente tres fases principales, relacionadas con distintos periodos históricos, casos y debates –especialmente con Rosa Luxemburg, pero también con el austromarxismo, el Bund y miembros de su propio partido-, hasta llegar a sus últimas reflexiones y propuestas en torno a la conflictiva construcción de lo que será la nueva URSS.
1. De la II Internacional a la lucha contra la amenaza de guerra
Obviamente, partimos de que Lenin aborda esta cuestión dentro del marco general establecido por las reflexiones de Marx y Engels sobre la misma, así como de los animados debates que se desarrollan en la Segunda Internacional y, en particular, de sentencias que se convierten en referencias de principio, como las de Engels en 1847 (“una nación no puede conquistar su libertad si sigue oprimiendo a otras”2/) y, sobre todo, en 1882 cuando sostiene que “el proletariado triunfante no puede imponer a ningún otro pueblo felicidad alguna sin socavar con este acto su propia victoria” (Marx y Engels, 1981 [1882]: 508). Una visión inicialmente evolucionista de la historia –que confía en la superación progresiva de los antagonismos nacionales a medida que se avance hacia el socialismo, tal como sostienen en el Manifiesto Comunista-, acompañada de una defensa abierta del derecho a la independencia de Polonia y de Irlanda, y que se va abriendo a una concepción multilineal de la historia a medida que muestran un creciente interés por el estudio de las sociedades no occidentales3/.
La posición que mantienen ante conflictos como los de Polonia e Irlanda influirá en los debates en la II Internacional y se plasmará en el consenso que se alcanza en el Congreso de Londres en 1896, en el que se declara que la Internacional “está a favor del derecho completo a la autodeterminación de todas las naciones y expresa sus simpatías a los obreros de todo país que sufra actualmente bajo el yugo de un absolutismo militar, nacional o de otro género”. Sin embargo, es una resolución que se aprueba “en medio de una incomprensión y una indiferencia totales” (Löwy y Haupt, 1980: 58)4/.
Esa será también la posición que se mantendrá dentro del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) en su II Congreso en 1903 (que en su artículo 9 defiende el “derecho a la autodeterminación de todas las naciones, incluidas las que estén en las fronteras del Estado”). Lenin asume claramente esa orientación, como se puede comprobar en su artículo “El problema nacional en nuestro programa”, publicado el 15 de julio de 1903 (Lenin, 1975: 284-293): En él defiende el derecho de autodeterminación, entendido como derecho a la separación, sin por ello estar a favor de que su partido defienda esta opción y precisando, en polémica con dirigentes del PSP polaco, que “tan sólo en casos aislados y a título de excepción” hay que apoyar la separación.Tampoco se muestra partidario de la federación, salvo también en casos aislados, a diferencia de Kautsky, ya que se mostraba partidario de un Estado centralizado “no imperialista”. Asimismo, se mostró partidario del centralismo democrático dentro del partido frente a las propuestas federales de socialdemócratas de la periferia del Imperio zarista (Eric Blanc, 2014) o de autonomía por parte del Bund.
2. De la Gran Guerra a la Revolución rusa de 1917
Es sobre todo a partir de 1913 cuando Lenin aborda más a fondo esta cuestión considerando que es evidente que se ha entrado en una fase histórica diferente de la que habían conocido Marx y Engels y que por eso ya no tiene sentido la distinción entre “naciones con historia” y “sin historia”. Argumenta que hay que defender la igualdad de derechos de las naciones y, por tanto, los derechos de las minorías nacionales también dentro de los Estados ya existentes, no resignándose a tomar sus fronteras como algo natural.
Así, en “La clase obrera y la cuestión nacional”, en mayo de 1913, Lenin (1984a: 157-158) mantiene que: “En nuestros días, sólo el proletariado defiende la verdadera libertad de las naciones y la unidad de los obreros de todas las naciones. Para que las distintas naciones convivan o se separen (cuando más 1es convenga) libre y pacíficamente, formando diferentes Estados, es necesaria la plena democracia, defendida por la clase obrera. ¡Ni un solo privilegio para ninguna nación, para ningún idioma! ¡Ni la más mínima vejación, ni la más mínima injusticia con ninguna minoría nacional! Tales son los principios de la democracia obrera.”
Estas reflexiones aparecen de forma más sistemática en su artículo “Notas críticas sobre el problema nacional”, escrito entre octubre y diciembre de 1913 (Lenin, 1976a). En el mismo, presenta a Suiza como ejemplo de respeto y práctica del plurilingüismo, a la vez que se reafirma en la defensa del derecho de autodeterminación, entendido como derecho a la separación y no al federalismo o a la descentralización, ya que se reafirma en la necesidad de un Estado basado en el centralismo democrático. También, en ese artículo polemiza con el Bund rechazando la idea de una “cultura nacional” judía y, frente a Otto Bauer5/, de la “autonomía nacional-cultural” como opción a reivindicar, si bien llega a reconocer que “la nación hebrea” es “la más oprimida y perseguida”6/.
También ese mismo año pone de manifiesto el creciente interés que había mostrado a partir del impacto de la revolución rusa de 1905 en los pueblos de Oriente, como muestra en su artículo “El despertar de Asia” (Lenin, 1984b: 154). En él sostiene que: “Después del movimiento ruso de 1905, la revolución democrática se ha extendido a toda Asia, a Turquía, Persia y China. La agitación aumenta en la India inglesa (…) y a la India holandesa”.
Más tarde, en su artículo “El derecho de las naciones a la autodeterminación”, de febrero-mayo de 1914 (Lenin, 1976b), polemiza con Rosa Luxemburg insistiendo en la defensa del derecho a la autodeterminación como derecho a la separación y a “la formación de un Estado nacional independiente”, si bien deja claro que el proletariado subordina las reivindicaciones nacionales a los intereses de la lucha de clases. Esto implica la necesidad de una táctica diferenciada ante la burguesía de la nación oprimida: “Por cuanto la burguesía de una nación oprimida lucha contra la opresora, nosotros estamos en todos los casos y con más decisión que nadie a favor, ya que somos los enemigos más intrépidos y consecuentes de la opresión. Por cuanto la burguesía de la nación oprimida está a favor de su nacionalismo burgués, nosotros estamos en contra. Lucha contra los privilegios y violencias de la nación opresora y ninguna tolerancia con el afán de privilegios de la nación oprimida.” (ibid.: 115; el énfasis es del original).
También, frente a la opinión de la revolucionaria polaca, Lenin considera legítimo el apoyo del movimiento obrero sueco a la independencia de Noruega, alcanzada a través de un referéndum en 1905, apoyándose para ello enla posición de Marx ante las cuestiones de Polonia e Irlanda, a la vez que sigue apostando por “la fusión de los obreros de todas las naciones”.
Estas consideraciones tienen su reflejo en el interior del Imperio zarista y, concretamente, en la crisis que se inicia en en el marco de la Gran Guerra interimperialista. En este marco cabe observar el interés que muestra Lenin por las relaciones entre Rusia y Ucrania, como se refleja en su discurso en Zúrich el 27 de octubre de 1914. En él sostiene que “lo que ha sido Irlanda para Inglaterra, Ucrania lo ha llegado a ser para Rusia, explotada hasta el extremo, sin recibir nada a cambio. Así, tanto los intereses del proletariado internacional en general como los del proletariado ruso en particular exigen que Ucrania reconquiste la propia independencia estatal que, sólo ella, le permitirá alcanzar el desarrollo cultural indispensable al proletariado” (Serbyn, 1981; el énfasis es mío).
Por tanto, asumiendo la denuncia del Imperio ruso como “cárcel de pueblos” (Lenin,1976c: 215), en “El socialismo y la guerra”, escrito en julio y agosto de 1915 (Lenin, 1976d), caracteriza el zarismo como un “imperialismo militar y feudal”, llegando a sostener que: “En ninguna parte del mundo la mayoría de la población está tan oprimida como en Rusia”. Por esa razón, la defensa del derecho de autodeterminación, o sea, a la separación, aparece como una tarea ineludible de los partidos socialdemócratas de los países opresores, si bien insertándola en el camino hacia “la formación más libre, más audaz y, por tanto, más amplia y extensa de grandes Estados y de federaciones de Estados, más beneficiosos para las masas y más en consonancia con el desarrollo económico”.
También en su artículo “La revolución socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminación”, de enero-febrero 1916 (Lenin, 1976e), de nuevo frente a Rosa Luxemburg, considera que Noruega es un ejemplo de que es “realizable” el derecho de autodeterminación bajo el capitalismo sin tener que esperar ala conquista del socialismo. Además,presenta esa misma experiencia de defensa de “la plena libertad de agitación a favor de la separación y de que ésta sea decidida por medio de un referéndum de la nación que desea separarse”, aun estando en contra de esa opción, ya que: “Cuanto más se acerque el régimen democrático del Estado a la plena libertad de separación, más débiles serán en la práctica las aspiraciones de separatismo, pues son indudables las ventajas de los Estados grandes, tanto desde el punto de vista del progreso económico como desde el punto de vista de los intereses de las masas, con la particularidad de que esas ventajas crecen sin cesar al mismo tiempo que el capitalismo” (ibid.: 352).
Asimismo, en ese mismo artículo, no descarta la defensa del derecho a la autodeterminación incluso cuando puede ser aprovechada esa reivindicación por otra “gran” potencia: “La circunstancia de que la lucha por la libertad nacional contra una potencia imperialista pueda ser aprovechada, en determinadas condiciones, por otra ‘gran’ potencia para conseguir fines igualmente imperialistas no puede obligar a la socialdemocracia a renunciar a reconocer el derecho de las naciones a la autodeterminación, de la misma manera que los repetidos casos de utilización de las consignas republicanas por la burguesía con fines de fraude político y de saqueo financiero (por ejemplo, en los países latinos) no pueden obligar a los socialdemócratas a renunciar a su republicanismo” (ibid.: 355).
Es en ese artículo también donde desarrolla la distinción entre tres grandes grupos de Estados y países:1, los avanzados de Europa Occidental y Estados Unidos (en donde cada una de “estas ‘grandes’ naciones oprime a otras naciones en las colonias y dentro del país”); 2, el Este de Europa (en donde se están formando esos legítimos movimientos nacionales en contextos de declive imperial); y 3, los semicoloniales y todas las colonias (en donde se van a ir forjando progresivamente los movimientos anticoloniales, a los que hay que apoyar) (357-358). Una diferenciación que reafirma, de nuevo en polémica principalmente con Rosa Luxemburg, en “Sobre la caricatura del marxismo y el economismo imperialista”, escrito entre agosto y octubre de 1916 (Lenin, 1976f).
Rosa Luxemburg, por el contrario, sostiene en “La cuestión nacional y la autonomía”, escrito en 1908 (1977: 109) que la entrada en la fase imperialista supone “el desarrollo hacia el Gran Estado” condenando así al conjunto de mini y micro-nacionalidades a la debilidad política. Por tanto, según ella, es ilusoriopedir su autodeterminación, ya que no tienen ninguna posibilidad de ejercerla frente a los Estados imperialistas. Una tesis que es compartida por Karl Radek, Bujarin, Görter y otros marxistas radicales (incluido Trotsky, que mantiene una posición ambigua). Esta posición encuentra su réplica en Lenin, quien critica la confusión que muestran del “problema de la autodeterminación política de las naciones en la sociedad burguesa, de su independencia estatal, con el de su autodeterminación e independencia económicas” (Lenin, 1976b: 101-102). La revolucionaria polaca considera, por el contrario, que la tarea central es poner en primer plano las luchas de clases y las anticoloniales y antiimperialistas. Partiendo de esa posición y del análisis crítico que hace del movimiento nacionalista polaco, Rosa Luxemburg muestra su firme rechazo no sólo a la defensa del derecho de autodeterminación de Polonia, sino también a la posición que los socialdemócratas rusos mantienen en su resolución de 1903.
Pese a sus reservas, no por ello niega la socialdemócrata polaca la necesidad de que los trabajadores defiendan “los objetivos democráticos y culturales del movimiento nacional, es decir, al establecimiento de instituciones políticas que garanticen, por medios pacíficos, el libre desarrollo de la cultura de todas las nacionalidades que conviven en el mismo Estado” (ibid.: 134). No obstante, más tarde da su apoyo a los pueblos balcánicos frente al Imperio turco, al que considera inviable, y en 1915 llega a defender el derecho de autodeterminación, si bien no lo considera viable en el marco del Estado capitalista. En resumen, podría concluirse que la revolucionaria polaca cae en una concepción economicista del problema nacional, no comprendiendo que “la liberación nacional de los pueblos oprimidos era también una exigencia de todas las masas populares, incluyendo el proletariado”(Löwy, 1980: 98)7/.
Por el contrario, hemos visto que Lenin se reafirma en sus sucesivos artículos en la defensa del derecho de autodeterminación, o sea, a la separación. Establece para ello una neta distinción entre naciones opresoras y naciones oprimidas, así como entre las diferentes tareas que corresponden a los socialdemócratas en unas y otras: mientras que en las primeras el acento debería ponerse en el derecho a la separación, en las segundas tendría que estar en la apuesta por la libre unión, si bien siempre habría que analizar cada caso concreto.
Siempre debatiendo con la mayoría de quienes incluso han roto con la Segunda Internacional, como recuerda Kevin B. Anderson (2010: 130), Lenin insistirá en la importancia estratégica de los movimientos nacionales antiimperialistas. La clasificación que establece Lenin de los tres grupos de países se desprende, precisamente, del análisis más amplio y profundo que desarrolla en “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, escrito entre enero y junio de 1916 (Lenin, 1976g); lo que le lleva, frente a posiciones como la de Kautsky (que obvia la denuncia de la anexión de Alsacia y Lorena por Alemania), a destacar la relevancia que tiene la cuestión nacional y colonial, como se puede comprobar cuando sostiene que:
El imperialismo es la época del capital financiero y de los monopolios, los cuales traen aparejada en todas partes la tendencia a la dominación, y o a la libertad. El resultado de dicha tendencia es la reacción en toda línea, sea cual fuere el régimen político, y la exacerbación extrema de las contradicciones en esta esfera también. Se intensifica asimismo en particular la opresión nacional y la tendencia a las anexiones, esto es, a la violación de la independencia nacional (pues la anexión no es sino la violación del derecho de las naciones a la autodeterminación (ibid.: 493; el énfasis es mío).
Otro paso posterior importante se puede encontrar en su artículo “Balance de la discusión sobre la autodeterminación”, escrito en julio de 1916 (Lenin, 1976h). En él, como anuncia el mismo título, hace un balance de los debates mantenidos en años anteriores, insiste sobre los casos de Noruega y Alsacia (contra su anexión) y refuta los argumentos de quienes se limitan a defender el derecho de autodeterminación sólo para las colonias. Además, pone especial acento en su firme apoyo a la insurrección irlandesa de Pascua en 1916 frente a quienes dentro de sus propias filas, como Karl Radek, la critican por considerarla un mero “putsch” de un “movimiento nacionalista puramente urbano, pequeñoburgués”. En cambio, para Lenin, este levantamiento popular se convierte en un ejemplo claro de lo que ya había apuntado en su obra sobre las consecuencias de la crisis imperialista en el marco de la Gran Guerra, ya que “demuestra que las llamas de las insurrecciones nacionales con motivo de la crisis del imperialismo se han encendido tanto en las colonias como en Europa, que las simpatías y las antipatías nacionales se han manifestado, a pesar de las draconianas amenazas y medidas represivas” (ibid.: 53; énfasis en el original)8/.
También en julio de 1916, el dirigente bolchevique escribió “Sobre el folleto de Junius” (Lenin, 1976i), refiriéndose al texto publicado por Rosa Luxemburg ese mismo año “La crisis de la socialdemocracia” (1978), que firmó con el seudónimo de Junius. En su comentario, se puede observar de nuevo visiones diferentes del futuro de las guerras de liberación nacional. Así, tras alabar esa obra como “un excelente trabajo marxista, y es muy posible que sus defectos sean, hasta cierto punto, accidentales”, a continuación, señala que “el principal defecto (…) es que silencia la vinculación entre el socialchovinismo (…) y el oportunismo”. Considera que “trasplantar la apreciación de la presente guerra [se refiere a la Gran Guerra iniciada en 1914] a todas las guerras posibles bajo el imperialismo” supondría“olvidar los movimientos nacionales contra el imperialismo” (ibid.: 5; énfasis en el original). Por eso, frente a esa posición defiende que “no sólo son probables, sino inevitables las guerras nacionales por parte de las colonias y semicolonias”, sino que “ni siquiera en Europa se pueden considerar imposibles las guerras de liberación nacional en la época del imperialismo”. Éstas últimas, insiste, no sólo son inevitables, sino también “progresistas, revolucionarias”, aunque su éxito dependerá de distintos factores, entre ellos “la conjugación especialmente favorable de los factores que caracterizan la situación internacional” (ibid: 6-9; énfasis en el original).
De nuevo, detrás de esta controversia, podemos comprobar concepciones distintas sobre las consecuencias derivadas de la entrada en la nueva etapa imperialista y en la Gran Guerra, que implican diferencias sobre la cuestión nacional y el lugar de la reivindicación del derecho de autodeterminación, así como sobre la táctica que puede desprenderse de la misma, no tanto en las colonias, cuyas luchas apoya la revolucionaria polaca, como reconoce Lenin, sino también en Europa. El desarrollo futuro vendría, en nuestra opinión, a dar la razón al dirigente bolchevique.
3. De la Revolución rusa a la fundación de la URSS
La línea argumental desarrollada por Lenin contribuye a ir sentando las bases de la posición que llega a aprobar el Congreso del partido bolchevique en pleno proceso revolucionario en mayo de 1917, cuando también se van desarrollando movilizaciones por sus derechos nacionales de los distintos pueblos del Imperio ruso:
Debe reconocerse a todas las naciones componentes de Rusia el derecho a separarse libremente y a formar Estados independientes. La negación de este derecho y la no adopción de medidas encaminadas a garantizar el ejercicio del mismo equivalen a apoyar la política de conquistas o anexiones (Lenin, 1976j: 419).
Previamente a su aprobación,en su “Discurso sobre el problema nacional” (Lenin, 1976k), polemizando con camaradas de su propio partido,el dirigente bolchevique declaraba ante ese Congreso:
Si Finlandia, Polonia o Ucrania se separan de Rusia, no hay ningún mal en ello. ¿Qué mal puede haber? Quien lo afirme es un chovinista. Hace falta haber perdido el juicio para continuar la política del zar Nicolás. ¿No se ha separado Noruega de Suecia?.
Concretamente, en el caso de Ucrania, en junio de ese mismo año se pregunta si no sería mejor que los trabajadores de Ucrania apostaran por la separación de su país para luego juntarse con Rusia en el marco de una federación socialista (Lenin, 1985: 365-366). Una posición en la que redundará más adelante, en marzo de 1922, mostrándose a favor de aceptar la opción de una Ucrania independiente si así lo decide el Congreso de los Soviets de ese país 9/ (Kowalewski, 2022).
Todo esto no impide a Lenin mantenerse muy crítico de todo tipo de nacionalismos e incluso de conceptos como cultura nacional, pero manifestándose al mismo tiempo contra las políticas asimilacionistas del nacionalismo gran-ruso en cuestiones como la lengua, poniendo de nuevo como ejemplo de solución democrática a Suiza. Postula así un rechazo de los privilegios de cualquier nación en detrimento de otras, si bien siempre luchando por insertar esas reivindicaciones democráticas dentro de un proyecto socialista hegemonizado por la clase obrera.
La Declaración de los Derechos de los Pueblos de Rusia de noviembre de 1917 fundamenta así la búsqueda de una alianza con los movimientos de liberación nacional estableciendo unos principios muy claros sobre esta cuestión:
1. Igualdad y soberanía de los pueblos de Rusia; 2. Derecho de los pueblos de Rusia a la libre autodeterminación, sin excluirse la separación y la constitución en Estado independiente; 3. Abolición de toda clase de privilegios y limitaciones nacionales y nacional-religiosas; 4. Libre desarrollo de las minorías nacionales y de los grupos étnicos que pueblan el territorio de Rusia.
Una toma de posición que, una vez más, será objeto de una dura crítica por parte de Rosa Luxemburg (1978), quien considera que en lugar de esa reivindicación, que contribuiría a “la disgregación estatal de Rusia”, lo que tenían que haber hecho era reconocer la Asamblea Constituyente, a la vez que muestra su desacuerdo con la política agraria adoptada por los bolcheviques. Se reflejan así sus profundas divergencias no sólo en torno a la cuestión nacional, sino también respecto a sus ideas sobre la democracia y a la política de alianzas con los movimientos de liberación nacional y el campesinado que considera deben practicar los bolcheviques rusos.
El debate sobre el derecho de autodeterminación prosigue también dentro del bolchevismo. Así se demuestra con ocasión del Congreso del partido en 1919, en donde Lenin(1977a) polemiza abiertamente con Bujarin, quien opone a ese derecho el de la “autodeterminación de los trabajadores”. Lenin le responde en estos términos:
Nuestro programa no debe hablar de autodeterminación de los trabajadores, porque eso es erróneo. Debe decir las cosas tal como son. Puesto que las naciones se encuentran en diferentes etapas del camino que va del régimen medieval a la democracia burguesa, y de la democracia burguesa a la proletaria, esta tesis de nuestro programa es absolutamente exacta. En este camino hemos tenido numerosos zigzags. Cada nación debe tener el derecho a la autodeterminación, y esto contribuye a la autodeterminación de los trabajadores (ibid.: 323).
Es sabido que en esos años de cerco imperialista contra Rusia el interés del bolchevismo estaba centrado en la esperanza en la extensión de la revolución a otros países europeos, y en particular a Alemania. Pero no por ello olvidaban la nueva ola de movilizaciones que se anunciaba en la propia periferia oriental de Rusia. Así lo manifiesta Lenin en su “Informe al Congreso de las organizaciones comunistas de los pueblos de Oriente”, celebrado en noviembre y diciembre de 1919 (Renault, 2017: 95-98), no sin dejar de insistir en la necesidad de “extirpar todos los vestigios del imperialismo gran-ruso para luchar sin reservas contra el imperialismo mundial”, como lo hizo en noviembre de 1919 dirigiéndose a los comunistas de Turquestán (Renault, 2017: 80-88).
Esa orientación se refleja también tanto en su “Esbozo inicial de las Tesis sobre el problema nacional y colonial”, de julio 1920 (1977b)) como en las Tesis del II Congreso de la IC, también de julio de 1920. Sin embargo, en ellas Lenin defiende la federación como la vía deseable en el camino hacia la unidad de los distintos pueblos que se han liberado del Imperio zarista.
En su “Informe de la Comisión para los problemas nacional y colonial” para el II Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en septiembre de 1920 (Lenin, 1977c), el dirigente bolchevique se reafirma en la importancia que están adquiriendo los movimientos de liberación en los países “atrasados”, si bien desde la preservación de la independencia política de los comunistas y apostando abiertamente por la hipótesis de que no necesariamente tengan que pasar los pueblos de esos países por la etapa capitalista (ibid.: 196).
Será precisamente en septiembre de 1920 cuando se reúne el Primer Congreso de los Pueblos de Oriente en Bakú. Allí se producen debates muy animados entre dirigentes de la Internacional Comunista y otros procedentes de las organizaciones comunistas de Oriente en torno, entre otras cuestiones, al papel de la lucha de esos pueblos dentro de una estrategia revolucionaria mundial, así como a las relaciones con el panislamismo. Estas discusiones proseguirían en sucesivos congresos, especialmente en el IV Congreso de la IC (noviembre 1922), en torno al Frente Único Antiimperialista y las relaciones con las burguesías de los países coloniales, así como sobre la “cuestión negra” en América y, también, su papel en la lucha por la emancipación de los pueblos de África. Un tratamiento específico de estos debates escapa a los objetivos de este trabajo10/.
Con todo, la aplicación de los principios establecidos bajo el nuevo régimen se ve afectada muy pronto por diferentes conflictos–destacando los de Georgia y Polonia– que hacen salir a la luz, ya de forma violenta, el peso del nacionalismo gran-ruso dentro del nuevo régimen –y de “el Partido”–. Así, a partir de 1920, se irá imponiendo la tendencia a sustituir el “derecho a la separación” por el “derecho a unirse” (Carr, 1972: 383).
En efecto, las tensiones internas dentro del bolchevismo irían agravándose, como ocurre, por ejemplo, cuando en septiembre de 1922 comunistas georgianos se oponen a la creación artificial de una República Socialista Soviética de Transcaucasia, formada por la unión de Azerbaiyán, Armenia y Georgia, y defienden la independencia de su país. Es a estos a quienes muestra su apoyo Lenin, a quien se le había ocultado la información hasta finales de 1922, y es ya entonces cuando Stalin, profundamente contrariado,llega a calificar la posición de Lenin como“liberalismo nacional” (Lewin, 1970: 75)11/, mientras que éste declara a su vez la “guerra a vida o muerte” contra el “chauvinismo de la Gran Rusia” que ve representado por Stalin.
Esta confrontación entre ambas posiciones se refleja claramente en “Contribución al problema de las naciones o sobre la autonomización”12/, escrita por Lenin el 30 y el 31 de diciembre de 1922 (Lenin,1977d). En ella crítica el “enconamiento” [de Stalin] contra el decantado socionacionalismo”, acusándole a él precisamente de eso mismo y sosteniendo que el papel del internacionalismo de la llamada nación “grande” ha de ser compensar la desigualdad real. Lenin da entonces un nuevo paso adelante hacia una apuesta prácticamente confederal:
El internacionalismo de la nación opresora, o de la llamada nación grande (aunque sólo sea grande por sus violencias, grande como un esbirro), debe consistir no sólo en observar la igualdad formal de las naciones, sino también esa desigualdad que, por parte de la nación opresora, de la nación grande, compense la desigualdad que se da en la vida (…). Cuarto, hay que implantar las normas más severas sobre el uso del idioma nacional en las repúblicas de población alógena que forman parte de la Unión y comprobar su cumplimiento con particular celo (…). A este respecto, en modo alguno debemos obcecarnos de antemano en que como resultado de todo este trabajo no retrocederemos en el siguiente Congreso de los Soviets, es decir, de que mantengamos la unión de repúblicas socialistas soviéticas sólo en el aspecto militar y diplomático, restableciendo en todos los demás aspectos la completa autonomía de los distintos Comisariados del Pueblo (ibid.: 369; el énfasis es mío).
Una propuesta que, en ese mismo artículo, va acompañada por una renovada esperanza en la lucha de los pueblos oprimidos por el imperialismo que se está extendiendo en Oriente13/. pero manifestando su temor de que “el prestigio que tenemos en él” se vea menoscabado “aunque sólo fuese con la menor aspereza e injusticia a nuestras propias naciones alógenas”. Concluía así con una nueva llamada de alerta a sus camaradas a evitar “actitudes imperialistas frente a naciones oprimidas” (ibid.: 370).
Como se sabe, Lenin fue empeorando en su estado de salud en los meses siguientes, pero aun así no dejó de mostrar su malestar frente a la política respecto a las nacionalidades mantenida por Stalin, buscando apoyarse en Trotsky, como recuerda Moshe Lewin:
Entretanto, como había solicitado [Lenin], Trotski redactó un contundente memorando el 6 de marzo de 1923 para el Politburó, donde declaraba la necesidad de desestimar decidida e implacablemente las tendencias ultraestatales y criticaba las tesis de Stalin sobre la cuestión nacional. Insistía en que una parte importante de la burocracia central soviética veía la creación de la URSS como una manera de empezar a eliminar todas las entidades políticas nacionales y autónomas (estados, organizaciones, regiones…), y había que luchar contra ello como si de la expresión de una actitud imperialista y antiproletaria se tratara. Debía advertirse al partido de que, bajo el paraguas de los denominados ‘comisariados unificados’, se estaban desatendiendo los intereses económicos y culturales de las repúblicas nacionales (Lewin, 2005: 23)14/.
Sin embargo, Trotsky dejó pasar la ocasión de presentar su memorándum crítico ante el XII Congreso del partido en abril, aunque, como también recuerda Lewin, “sabemos que no tardó en lanzarse a una oposición feroz contra Stalin (…). ¿Incidió la enfermedad o el cansancio extremo en este fracaso rotundo de la percepción política de Trotski, que se repetiría posteriormente? Es una posibilidad” (ibid.: 25). En ese Congreso sí se oyeron voces críticas, como las de Skrypnik, Rakovski y Mirsaïd Sultán-Galíev.
Luego, la Constitución aprobada en 1924, en su capítulo 4, artículo 5,vendría a reconocer formalmente a las Repúblicas de la Unión “el derecho a separarse libremente de la Unión. pero el devenir posterior sería otro. Stalin acabaría negando el derecho a la separación y poniendo en práctica en la URSS un proyecto basado en la hegemonía del nacionalismo gran-ruso bajo el centralismo burocrático estatal. Un proyecto que alcanzará su apogeo durante la Gran Guerra Patria contra el nazismo, pero que, sin embargo, no llegará a consumar el objetivo de la formación de un nuevo homo sovieticus superador de las diferencias nacionales entre los distintos pueblos de la URSS.
4. Algunas conclusiones
A lo largo del estudio realizado sobre la evolución del pensamiento político de Lenin considero que se puede distinguir distintas etapas. En la primera, parte del marco de referencia que establecen Marx y Engels, así como de los debates que se van desarrollando dentro de la II Internacional, para asumir que la clase obrera ha de abordar también la tarea de buscar una solución democrática a la cuestión nacional mediante el reconocimiento del derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas. Entiende ese derecho como derecho a la separación o secesión del Estado del que forman parte las naciones oprimidas, rechazando fórmulas alternativas como la federación o la autonomía nacional-cultural, y defendiendo que los marxistas deben estar, salvo en casos que sean resultado de un análisis concreto de cada situación concreta, en contra de la separación. Inserta esta orientación dentro de una estrategia basada en la centralidad estratégica de la clase obrera, en el internacionalismo proletario y, por tanto, en el rechazo a los nacionalismos, pero a su vez sabiendo distinguir entre los de las naciones opresoras y los de las naciones oprimidas y proponiendo diferentes tareas que corresponden a los marxistas en unas y en otras.
A partir de 1913 y en medio de las discusiones dentro de la II Internacional sobre la caracterización de la fase imperialista y la actitud a mantener ante la Gran Guerra, Lenin considera que el imperialismo va a exacerbar cada vez más las contradicciones nacionales, distingue tres diferentes grupos de países en los que se plantea la cuestión nacional y colonial, y aborda algunos casos concretos en Europa occidental y bajo el Imperio zarista ruso, debatiendo abiertamente con otras posiciones, especialmente con Rosa Luxemburg. Los casos de la separación de Noruega de Suecia en 1905 y de la insurrección irlandesa de 1916, así como los que ya se están manifestando en Rusia, como en Polonia, Finlandia, Ucrania y Georgia, son los más significativos en esos debates. Respecto a ellos, se reafirma en su defensa del derecho de autodeterminación y a la secesión si así lo desean esos pueblos, si bien considera que el marco más deseable desde el punto de vista de las clases trabajadoras de las naciones oprimidas y opresoras sería el de un federalismo que podríamos denominar de libre adhesión.
Finalmente, tras el triunfo de la Revolución rusa en octubre de 1917, se promueve la puesta en práctica de ese ideario, como se refleja en la Declaración de los Derechos de los Pueblos de Rusia, pero pronto el nuevo régimen se ve confrontado a una guerra civil y al estallido de distintos conflictos nacionales y coloniales dentro de sus fronteras. Será entonces cuando se irá enfrentando cada vez más abiertamente con el nacionalismo gran ruso que se manifiesta en el seno de su propio partido, encabezado por Stalin. Contra esa tendencia al fortalecimiento del Estado central, Lenin se pronunciará en sus últimos escritos a favor de un proyecto confederal que incluya el derecho a la separación. El reconocimiento de ese derecho por la Constitución de la URSS no podrá ocultar, sin embargo, su negación en la práctica por un régimen cada vez más centralizado y burocratizado. Es también en este periodo, aunque ya lo había apuntado después de la revolución rusa de 1905, cuando Lenin destaca, ya en el marco de la III Internacional y ante la pronta frustración de las expectativas revolucionarias en Europa, el papel cada vez más relevante que van a tener los movimientos de liberación nacional de los pueblos de Oriente; con todo, persiste cierta ambigüedad en su uso de términos como “países civilizados” y “países atrasados”, si bien apunta ya a la hipótesis de que no necesariamente estos últimos tendrían que pasar por la fase capitalista.
Después de este recorrido, sucintamente expuesto, no es difícil entender el radical rechazo que muestra el actual dirigente de Rusia, Vladimir Putin, hacia el legado de las tesis defendidas por Lenin sobre la cuestión nacional (y la deformación de las mismas que hace, entre ellas la de que fue él quien “inventó” la nación ucraniana, como recordó Etienne Balibar en la sesión que compartimos en las Jornadas leninistas) y, en cambio, su reivindicación del viejo nacionalismo gran ruso, del que fue fiel continuador Stalin.
Jaime Pastor es politólogo y miembro de la redacción de viento sur
Referencias
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Notas
1/ Este texto es un desarrollo de mi intervención en la sesión del 29/02/24 sobre “Lenin y la cuestión nacional”, junto con Etienne Balibar y con Gal Kirn, que introdujo la sesión, de las Jornadas leninistas promovidas por diferentes revistas, entre ellas viento sur.
2/ “Discurso sobre el partido cartista: Alemania y Polonia”, 9/12/1847.
3/ Para un estudio bien documentado e innovador de su evolución sobre estas cuestiones y, en particular, sobre las sociedades no occidentales: Anderson (2024).
4/ Una actitud que tiene que ver con el predominio de una posición ambigua en su seno ante la política colonial de las grandes potencias occidentales, como se refleja en el Congreso celebrado en Ámsterdam en 1904 (Galceran, 2016: 154-155).
5/ Sobre Otto Bauer y la cuestión nacional, me remito a mi artículo “Retorno crítico al austromarxismo”, viento sur, 27/08/2021. Accesible en https://vientosur.info/. Sobre otras contribuciones marxistas a la cuestión nacional: Pastor (2014).
6/ En relación con la cuestión judía, Traverso (2023: 177-185) observa en Lenin una oscilación permanente entre un reconocimiento y una negación del carácter nacional de los judíos, pese a su claro reconocimiento en 1913, como acabamos de ver en “Notas críticas…”. Esas oscilaciones estarían condicionadas, según Traverso, por la evolución de sus relaciones con el Bund dentro del POSDR; su rechazo a la existencia de una “cultura nacional judía” específica –aunque defendió su derecho a la instrucción en su propia lengua materna– estaría relacionado con la tendencia que veía hacia la asimilación de las naciones como característica histórica del capitalismo y del futuro camino al socialismo, si bien manifestó siempre su rechazo claro e intransigente al antisemitismo y a los pogromos, frente a los cuales se mostró partidario de organizar milicias obreras de autodefensa.
7/ Para un tratamiento más reciente de las diferencias entre la posición de Rosa Luxemburg y la de Lenin, me remito a Andreassi y Tafalla (2021).
8/ Para un recordatorio de aquella insurrección con ocasión de su centenario: Foulon (2016). Lenin, como observa Kevin B. Anderson (2010: 130), presenta además ese movimiento como ejemplo del papel que pueden jugar las pequeñas naciones dentro de “la dialéctica de la historia” como “uno de los fermentos o bacilos que ayudan a que entre en escena la verdadera fuerza contra el imperialismo: el proletariado socialista” (Lenin, 1976h: 56; énfasis en el original).
9/ “Carta abierta a los obreros y campesinos de Ucrania con motivo de las victorias sobre Denikin”, Obras completas, Vol. XXXII, Madrid, Akal, pp. 283, 287.
10/ Para un análisis de esos debates: Galceran (2016: 169-221). Para una de las primeras selecciones en castellano de las principales intervenciones en el Congreso de Bakú: Schram y Carrère d’Encausse (1974, pp. 180-188). Ha habido otros trabajos posteriores y ya contamos con textos también en castellano de uno de los protagonistas de esos debates, Mirsaid Sultán-Galiev, La yihad roja (Verso, 2023). El Congreso de Bakú, que fue visto por las potencias imperialistas occidentales (especialmente por el gobierno británico) como una verdadera amenaza, está siendo actualmente reivindicado desde un sector de los movimientos anticoloniales como un antecedente importante (Traverso, 2021: 474-481).
11/ Stalin, en un intercambio con Kámenev durante una reunión del Buró Político ruso el 28 de septiembre de 1922, llegará a decirle: “Creo que hay que mostrarse duro con Ilitch” (Lewin, 1970: 64; 2017: 212-213).
12/ Proyecto presentado por Stalin que, como recuerda Moshe Lewin (1970: 69), preveía la inclusión pura y simple de las “repúblicas independientes» en la Federación Rusa como «repúblicas autónomas». El proyecto estipulaba, además, que el gobierno de la República Rusa, su V.C.I.K. (Comité Ejecutivo Central) y su Sovnarkom constituirían en lo sucesivo el gobierno del conjunto.
13/ Esperanza que repetirá en su conocido artículo “Más vale poco y bueno”, del 2 de marzo de 2023.
14/ Para un estudio reciente y bien documentado de los últimos artículos y cartas de Lenin: Monterde (2023).
Observación de José Luis Martín Ramos:
Este ciclo de Jacobin está resultado, en mi criterio, bastante flojo. El artículo de JP no desentona. Es un artículo en el que se repiten las versiones bibliográficas que interesan al autor, en el que no se problematiza nada y en el que se deforma la compleja posición de Lenin, que por cierto no siempre tiene que estar acertado en esta cuestión como en tantas otras.
Para mí ya comienza mal JP cuando empieza diciendo que Lenin aborda la cuestión dentro del marco general establecido por las reflexiones de Marx y Engels. NO, Lenin aborda la cuestión cuando afecta a la unificación de la socialdemocracia a comienzos del siglo XX, y luego a la unidad del POSDR que se está quebrando como consecuencia de la ruptura definitiva entre bolches y menches. Y, como siempre hace él y la mayoría de los socialdemócratas, elabora su posición invocando la autoridad de Marx y Engels. Pero no escribe a partir de lo escrito, sino a partir de la realidad.
¿Por qué es importantes ese detalle? Porque si no se tiene en cuenta se olvida/desprecia un hecho fundamental en el planteamiento de Lenin sobre la cuestión que es el vínculo constante que él establece entre la cuestión política y la cuestión organizativa, entre la defensa del reconocimiento del derecho de autodeterminación y la defensa irreductible -aquí no hay «reconocimiento de derecho» sino defensa de ejecución- de la unidad de clase, también la unidad de clase en el Imperio zarista, y la unidad de organización del movimiento obrero, sea de partido o de sindicato; JP enturbia ese vinculo constante hablando del «centralismo democrático» en el Estado y en el Partido, pero si no se precisa que es el centralismo democrático de un solo estado y de un solo partido, no se entiende nada. Desvincular la posición sobre el reconocimiento del derecho de la irreductibilidad del carácter único de la clase y del partido convierte la afirmación de Lenin de que será el partido el que decidirá sobre la ejecución de la autodeterminación en una posición caprichosa, autoritaria u oportunista. Ese vínculo constante se reafirma tras la revolución de octubre, y de nuevo JP lo escamotea cuando se refiere al congreso de 1919 del Partido Comunista Ruso-bolchevique y cite solo la crítica a Bujarin (por cierto, Lenin, en textos anteriores, escribió en numerosas ocasiones lo de la autodeterminación del proletariado) sobre la organización territorial del Estado Soviético pero no añade la otra resolución del mismo congreso -¡que es el del PCRb!- en el que se establece que los Comité Centrales del resto de partidos comunistas del Estado estarán siempre subordinados al Comité Central del PCR-b, una manera muy clara de expresar que a pesar de la constitución formal de PC’s bielorruso, ucraniano, georgiano… eso solo tiene un sentido administrativo, de gestión, porque solo hay una dirección política, el CC del PCRb. Quien manda, manda. Y el PCR-b es quien tiene la autoridad y ejerce el poder en el Estado Soviético y no los soviets. Y tampoco menciona JP que, en realidad, Lenin ya ha empezado a reconocer el federalismo como forma organizativa del estado revolucionario en la etapa de transición hacia el el socialismo antes de octubre de 1917 y por ello, el Estado soviético se constituye desde 1918 -y no en 1920 como dice JP- sobre la base del principio federal por lo que se refiere a la organización territorial, pero manteniendo el principio unitario por lo que se refiere al poder; por ello los acuerdos federales, bilaterales, que se establecen entre la RFSS de Rusia y las repúblicas de Bielorrusia, Ucrania… son profundamente asimétricos, de manera que la política económica, militar y de representación exterior pertenece a la RFSSR en exclusiva (sí Ucrania mantiene aparentemente un ministerio de exteriores, para competir con las otras Ucranias, pero su actuación sigue estando subordinada al ministerio -comisariado- ruso y finalmente es anulado). Veo que JP no cita a Carrère d’Encausse. No sé si conoce su trabajo, le convendría tenerlo en cuenta y no limitarse a Lewin.
JP discurre sobre escritos, pero prescinde de la realidad. Y a los escritos, si se fragmentan o descontextualizan, se les puede hacer decir lo que interese. Cita eso de que Lenin dijo en mayo que si Finlandia, Ucrania y Polonia se separaban de Rusia no pasaba nada; es obvio que fue un exceso verbal, justificable porque en ese momento no preveía como inmediato la constitución de un estado revolucionario, pero cuando éste se constituyó, ¡vaya sí pasaba! Finlandia podía separarse de Rusia sin consecuencias importantes para el Estado Soviético, pero no así Ucrania. Así que ni a Lenin ni a ningún dirigente bolchevique le pasó por la cabeza la separación de Ucrania y sobre Polonia -sobre la que Lenin solo podía hablar por el Reino de Polonia sometido al imperio ruso-, ya sabemos lo que pasó y cómo en 1920 se intentó la incorporación de Polonia al Estado Soviético. Que JP cite aquella frase y no diga nada más es una frivolidad intelectual.
En mi libro -que debe desconocer- he argumentado, y demostrado, que lo que Lenin siempre dijo es la defensa del reconocimiento del derecho de autodeterminación, no la defensa del derecho. No es lo mismo y no es una mera cuestión de palabras. Si Lenin hubiese defendido sin más el derecho de autodeterminación, no habría añadido, y siempre lo hizo, que no estaba a favor de la independencia, de la secesión -él hizo equivaler autodeterminación a secesión, no a debatir sobre opciones diversas- y que solo muy excepcionalmente -cuando la convivencia se hubiese hecho imposible- y no según los casos (JP sobre la unión escribe «si bien siempre había que analizar cada caso concreto», que es una forma, intelectualmente grosera, de minusvalorar la excepcionalidad, convirtiéndola en un estudio de casos). Además ese reconocimiento lo presentó Lenin, no una vez sino varias y en varias fechas, como un «deber negativo», como el «no poder dejar de». Fue Stalin quien, en una de sus piruetas instrumentalizadoras, simplificó la doctrina de Lenin olvidando el «reconocimiento» y sosteniendo en 1921 la sustitución de «la vaga consigna del derecho de las naciones a la autodeterminación por la clara consigna revolucionaria del derecho de las naciones y las colonias a la separación estatal, a la formación de un Estado independiente» y más tarde propuso la desmembración de Checoslovaquia y Yugoslavia, con resultados nefastos para los movimientos comunistas de ambos países. No quiero extenderme en esto, lo que tengo por decir está por escrito y a ello me remito.
En la línea de la simplificación está también lo que JP escribe sobre Marx, Engels e Irlanda. «Defensa abierta del derecho a la independencia de Polonia e Irlanda», sin más. Las dos cuestiones son diferentes, pero tenían en común que la razón de esa defensa era concreta, táctica en el buen sentido del término: porque la reunificación de Polonia no podia sino debilitar al Imperio zarista y porque la lucha de la población irlandesa podía a ser el estímulo de la revolución en el Reino Unido, considerado entonces por Marx yEengels como palanca (la revolución británica) de una nueva, y socialista ahora, oleada revolucionaria en Europa. En cualquier caso, la posición firme de Marx no fue la defensa de la independencia irlandesa, sino que lo hizo fue proponer el fin del Acta de Unión de 1801, la unificación forzada bajo la hegemonía inglesa y sustituirla por una confederación -eso es lo que dijo en 1869- o un federación libre e igual con Gran Bretaña (lo que dijo en 1870). Eso fue en el momento de euforia de las hipotéticas consecuencias de la guerra franco-prusiana y de La Comuna, cuando esta última fue derrotada y las consecuencias no fueron las esperadas -el inicio de una nueva oleada revolucionaria- Marx pasó a defender el movimiento autonomista de Stewart Parnell. Eso no es lo que dice JP, aunque sí se parece a lo que proponía Lenin.
Acabo. JP dedica un largo espacio a su artículo a las últimas posiciones de Lenin, basándose de manera exclusiva en Moshe Lewin, y puntualmente en Carr, y, desde luego, en la histórica -y política- interpretación que Trotsky hizo del «testamento» de Lenin, que nunca fue como tal. Casi al final de su exposición, y de nuevo citando a Lewin, nos recuerda que Lenin fue empeorando en su salud, aunque no sé por qué lo dice porque de ello no saca ninguna hipótesis, pregunta o conclusión, sobre esos últimos textos, que la recopilación de las obras completas de Lenin en los sesenta convirtió en una suerte de cuerpo de textos y decisiones con sentido propio. Esta es una cuestión que ha de plantearse a la hora de contextualizar e interpretar esos textos y entender como fueron recibidos por los dirigentes y los congresos del PCR-b/PC de toda Rusia. No voy ahora más allá en esto. Sí quiero señalar que JP fusiona dos momentos diferentes, aunque próximos en el tiempo, de la cuestión georgiana, el de la constitución de la República Transcaucásica y el del conflicto final entre el grupo comunista georgiano encabezado por Midvani, que había quedado en minoría por su rechazo a la República Transcaucásica e intentó que el PC georgiano siguiera oponiéndose, protagonizando un agrio enfrentamiento con Ordzhonikidze. Lenin no apoyó a Midvani en su rechazo a la República Transcaucásica, ni tampoco lo apoyó cuando más tarde Midvani intentó resistir a la autoridad del CC del PCR-b. El 28 de noviembre Lenin escribió a Stalin una carta en la que le comunicó su acuerdo sobre la formación de la República Transcaucásica («en lo fundamental estoy de acuerdo con usted»), aunque le advirtiera de llevarla a cabo mediante un proceso de debate en el partido instruyendo al propio tiempo -a través del Buró del Cáucaso establecido por el Comisariado para las nacionalidades- a los CC de Georgia, Armenia y Azerbayán para que defendieran en el debate la constitución de la Federación transcaucásica, que finalmente habría de ser aprobada en los congresos de las tres organizaciones. Una de las razones de la necesidad de la Federación, que JP menosprecia olímpicamente- eran los conflictos territorialmente enredados entre azeríes y georgianos y entre georgianos y armenios, de manera que en esos territorios el «enemigo»nacional no eran tanto los rusos como los georgianos, los armenios o los azeríes según de que lugar se tratara; los conflictos que reaparecieron tras el fin de la URSS con las consecuencias negativas que conocemos. Lenin no apoyó a los comunistas georgianos que se opusieron; tampoco lo hizo cuando el enfrentamiento personal entre Midvani y Ordzhonikidze (este le propinó un bofetón cuando Midvani le acusó de inmoral en el curso de una reunión política). Lo que sí hizo Lenin fue evitar los enfrentamientos personales y estar alerta de cualquier oposición a la propuesta de la Federación, no para retirarla sino para gestionarla mejor. JP va muy deprisa escribieno la historia. Y muy deprisa a la hora convertir en una frase categórica el comentario de Carr sobre la supuesta sustitución del «derecho a la separación» por el «derecho a unirse» a partir de 1920. Es falso, un comentario subjetivo de Carr que no representa lo que realmente se quería hacer, manteniendo el principio cultural de la «unión libre de pueblos libres» y el principio político de la unidad del estado, a través de la unidad del partido y una compleja, y asimétrica insisto, estructura de «repúblicas» que nunca fueron soberanas -no hubo nunca confederación, tampoco en el pensamiento de Lenin- y por el contrario siguieron teniendo, como en los pactos bilaterales de 1919 -de la RFSSR con Ucrania y con Bielorrusia- y de 1920 -con la de Azerbayán, Armenia y Georgia-. Stalin no negó el derecho a separación, como escribe JP; Lenin nunca instó a hacerlo y en realidad bloqueó su ejercicio con el acuerdo del Congreso del PCR-b de 1919. Trotsky estaba más que plenamente de acuerdo con ello, aunque luego quiso utilizar la bronca georgiana para enfrentarse a Stalin.
6. El futuro del socialismo en Cuba
A raíz de un reciente artículo de Claudio Katz, un economista cubano reflexiona sobre las reformas que serían necesarias en Cuba para la supervivencia de la revolución. https://jacobinlat.com/2024/
Qué reformas para qué socialismo
Iran Morejón Quintana
El contexto actual se avizora extremadamente complicado para la supervivencia del proyecto político de superación de la explotación capitalista iniciado en Cuba en los años 1960. Pero eso no es óbice para implementar las reformas que reaviven la maltrecha economía de la isla. Ahora bien, ¿cuáles deberían ser esas reformas?
En tiempos recientes fue divulgado por La Tizza y Revista Jacobin un artículo de opinión de interés público titulado Proezas y encrucijadas de Cuba en el que el economista y académico argentino Claudio Katz esboza su visión sobre el estado actual de la economía antillana y las posibles reformas de urgencia a aplicar para la supervivencia de la Revolución Cubana. Dadas la importancia y actualidad de esta temática, así como el impacto que ejercen sobre las izquierdas cubana y latinoamericana las revistas mencionadas, resulta oportuno analizar algunos elementos contenidos en el ensayo de Katz.
Aunque en el presente texto el lector encontrará propuestas distintas a las de Katz, el objetivo fundamental de este análisis se decanta más bien hacia el enriquecimiento del acervo del público sobre temas económicos desde una perspectiva de izquierda. Claudio Katz es una voz sincera y comprometida con las causas emancipatorias de las naciones latinoamericanas, por lo que de ninguna manera deben interpretarse las ideas que se exponen a continuación como un intento de menoscabar la valía de dicho intelectual.
El contexto actual y futuro de Cuba se avizora extremadamente complicado para la supervivencia del proyecto político de superación de la explotación capitalista iniciado en el archipiélago caribeño en los años sesenta del pasado siglo. Cuba se ha quedado sola, abandonada a la suerte de las mareas arrasadoras del sistema neoliberal imperante y con un bloqueo económico asfixiante. Pero, como señala Katz, eso no es óbice para implementar las reformas que reaviven la maltrecha economía cubana. Ahora bien, ¿cuáles deberían ser las reformas a implementar por un país que pretende desandar la ruta del socialismo?
Para responder esa pregunta habría que analizar los tres principales modelos económicos que se han aplicado en los últimos cien años y que resultan claramente diferenciables según el tipo de empresa: el modelo capitalista basado en un predominio de empresas privadas, el modelo soviético basado en un predominio de empresas públicas y el modelo basado en cooperativas de trabajadores, de escala limitada porque aún no ha podido convertirse en el predominante dentro de un país.
Libre mercado y economía planificada
Antes de continuar la explicación y en aras de deconstruir algunos mitos que se cuecen en la imaginería popular debido a la hegemonía de los medios de prensa de derecha y la manera en que se enseña la economía en los centros educativos, es menester aclarar que el libre mercado no existe. Todos los mercados están controlados por normas jurídicas e instituciones públicas. Un ejemplo ilustrativo y de fácil comprensión sería la ley que estipula si se utilizarán el gramo y el metro como unidades de medida. Las empresas que operan en un territorio están obligadas a acatar las pautas de medición y pesaje para la fabricación y comercialización de sus producciones.
Como lo señala Ha-Joon Chang (2012) en su afamado libro 23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo, si un mercado parece libre solo es porque se aceptan tan incondicionalmente sus restricciones de base que ya no resultan distinguibles. No se puede definir con objetividad lo libre que es un mercado, pues se trata de una definición política.
La razón de ser de la economía como ciencia social consiste en el estudio y la planificación de los procesos económicos, por lo que yo recomiendo no seguir utilizando el término economía planificada en alusión al modelo soviético. Todas las economías nacionales y todas las actividades empresariales responden a un esquema de planificación. Todos los procesos macroeconómicos y microeconómicos se planifican, ya sea una política financiera que incide en los tipos de interés a nivel de país o la gestión del inventario para garantizar una adecuada rotación de los productos almacenados en una fábrica. Por eso existen presupuestos, planes de desarrollo territorial, planes de comunicación, planes de calidad, planes de marketing, planes de venta, etc. Hasta un trabajador por cuenta propia realiza cálculos para prever cuáles serán sus gastos, los costos de los insumos y los precios de venta de sus productos.
El estilo de planificación centralizado y burocrático que caracteriza al modelo soviético no debería interpretarse como sinónimo de economía planificada, pues en todo caso el esquema soviético solo sería una manera muy específica de ejecutar la planificación. La economía capitalista de Corea del Sur también se desarrolló mediante planes quinquenales y ningún economista la define como economía planificada. En consecuencia, la cuestión no radica en si se planifica o no, sino en cómo se concibe la planificación para alcanzar las metas trazadas (Chang, 2012).
Tampoco utilizaré en este ensayo el concepto de economía mixta que muchos autores mencionan como modelo económico independiente, pues deseo centrarme en los efectos que ejercen las empresas según su tipo. Es importante entender que ninguna economía actual está compuesta exclusivamente por empresas privadas o por empresas públicas, sino que siempre existe una mezcla en la que se detecta el predominio de un tipo de empresa en particular.
En el escenario microeconómico convergen además otros actores como las cooperativas, las mutuales, las empresas comunitarias (los kibutz israelíes son un tipo específico de empresa comunitaria), las empresas propiedad de los trabajadores (como la corporación de telecomunicaciones Huawei) y los trabajadores por cuenta propia. Asimismo, en la complejidad organizativa de la economía de un país o región se entremezclan a un mismo tiempo procesos, estrategias y políticas de organizaciones de derecha y de izquierda indistintamente. Por eso se puede afirmar que todas las economías son mixtas. Sin embargo, el modelo empresarial predominante configurará de forma proverbial las relaciones de producción, distribución y consumo, es decir, la naturaleza sistémica de la economía en una escala regional.
Capitalismo y modelo soviético
Retomando el análisis de los modelos económicos, el más conocido y que aún se sigue enseñando en la mayoría de las facultades de economía sería el esquema capitalista basado en empresas privadas. Dependiendo de la proyección ideológica del centro educativo o del economista que lo asume, la descripción del modelo capitalista incluirá elementos doctrinales fundamentales de la corriente de pensamiento identificada como liberalismo, entremezclando ese liberalismo con otras ideas complementarias que no cambian lo esencial del proyecto en cuanto al protagonismo de la empresa privada.
A partir de la semilla doctrinal del liberalismo surgen las variantes: neoliberalismo, anarcocapitalismo, minarquismo, ordoliberalismo, libertarismo, socioliberalismo con su propuesta de una economía social de mercado, e incluso la eufemística doctrina china de economía de mercado socialista que utiliza la palabra socialista para encubrir su verdadero carácter capitalista.
El capitalismo es un sistema socioeconómico basado en un predominio de empresas privadas que utilizan el trabajo asalariado y el intercambio de bienes y servicios en el mercado para acumular capital. En los casos de China y Vietnam, se pueden analizar las estadísticas sobre el panorama empresarial de ambos países para constatar que son economías capitalistas, aunque sus partidos de ideología marxista-leninista pretendan decir lo contrario.
En China el sector privado contrata al 80% de los ocupados, mientras que en Vietnam la cifra ronda el 85% de la fuerza laboral (Xinhuanet, 2018; 2022; Vietnam News Agency, 2021). Expongo estas cifras de fuerza laboral vinculada al sector privado para que se entienda que en esas naciones asiáticas no se manifiesta de forma significativa el trabajo libre asociado que debe caracterizar a una economía socialista, pues sigue predominando el trabajo asalariado (tómese en cuenta además que los ocupados del sector estatal también forman parte del segmento asalariado). Para un mayor entendimiento de las características capitalistas de la economía china, tema que no constituye el objetivo principal del presente artículo, recomiendo a todos los lectores un análisis muy objetivo titulado Por qué China es capitalista y que fuera elaborado por Eli Friedman (2020).
El modelo económico que se aplicó en buena parte del mundo como alternativa al capitalismo de empresas privadas fue el soviético. Con respecto a este modelo, que todavía hoy muchas personas identifican como socialismo o comunismo, vale retomar que el concepto de capitalismo describe una economía con relaciones de producción antidemocráticas en base al trabajo asalariado para entender por qué muchos economistas e intelectuales clasifican a la experiencia soviética como una forma de capitalismo de Estado.
El modelo soviético con predominio de empresas públicas no se caracteriza por una gestión democrática de los medios de producción ejercida por los colectivos obreros. Los trabajadores de las empresas estatales dependen de un salario y apenas influyen en las decisiones y planes que aprueban los directivos. Dado que los trabajadores estatales no determinan la forma en que se reparte la riqueza que ellos producen, muchas veces sus salarios no llegan a cubrir sus necesidades. Las empresas estatales requisan el plusvalor mediante el mismo mecanismo jurídico que utilizan las empresas privadas: el contrato de trabajo asalariado.
Se trata, por tanto, de una forma de expropiación del capital, con la particularidad de que no ocurre en las empresas privadas sino en empresas estatales. En la propaganda de la ideología marxista-leninista se ha descrito de forma eufemística este esquema de producción en empresas estatales como socialista porque su aplicación permite redistribuir en forma de gasto social el plusvalor acumulado por el Estado. Marx advirtió en su Crítica al programa de Gotha sobre esta vulgarización de los principios del socialismo (Marx y Engels, 1980).
Aunque a una parte importante de la izquierda le parezca doloroso aceptar la idea de que el modelo soviético no fue socialista, creo que ya va siendo hora de afrontar la grisura de esa experiencia histórica con la firme determinación de no volver a incurrir en los errores del pasado. El propio Lenin (1981) reconoció que en la URSS había una forma peculiar de capitalismo de Estado en su discurso Cinco años de la Revolución Rusa y perspectivas de la revolución mundial pronunciado ante el IV Congreso de la Internacional Comunista el 13 de noviembre de 1922.
Un caso sui géneris y relativamente esperanzador se preveía en la economía de la antigua Yugoslavia con su sistema autogestionario, es decir, empresas públicas con autonomía. Pero en realidad se comprobó con el paso del tiempo que en las empresas yugoslavas la autonomía fue instrumentalizada por los directivos para llevar a concreción sus deseos y visiones como empresarios, siendo la participación obrera un aspecto meramente formal que gravitaba en torno a cuestiones de mejoras salariales (Musić, 2014).
Otro problema que manifestó el sistema de empresas estatales autónomas de Yugoslavia fue la inflación por el efecto de la competencia en el mercado y el interés de cada unidad productiva por maximizar ganancias. Para corregir el proceso inflacionario, se optó por insertar a los gobernadores locales en la planificación de las actividades empresariales y de esa manera frenar las intenciones de subir precios de forma injustificada para incrementar las utilidades (Lluis y Navas, 1977).
El fracaso de la experiencia yugoslava nos advierte que la conformación de una economía poscapitalista precisa no solo una intervención directa de la clase obrera en las decisiones empresariales, sino además una implicación de los consumidores en la planificación de la producción. Otra gran enseñanza de la extinta Yugoslavia consiste en la importancia de educar a la ciudadanía en cómo se ejerce esa gestión colectiva de las empresas, pues si no se les inculca esa cultura a los trabajadores las personas se enfrentarían a ciegas al difícil proceso de organización de las actividades empresariales, y ese vacío de conocimientos en la masa trabajadora constituye un nicho de oportunidad para que los directivos terminen imponiendo sus deseos particulares.
Nadie nace sabiendo. Avanzar hacia el socialismo implica revertir ese desconocimiento sobre cuestiones de gestión económica y transformarlo en una plena socialización de las ideas sobre democracia empresarial. Las izquierdas pudieran enfocar sus programas políticos hacia el logro de esta meta, como lo hizo el Partido de los Trabajadores de Kurdistán cuando introdujo la enseñanza del cooperativismo en las escuelas de Rojava.
Cooperativismo a gran escala
Ahora me referiré al modelo económico basado en cooperativas de trabajadores. Las manifiestas ventajas de las cooperativas de trabajadores en cuanto a productividad, democratización del espacio de trabajo y equidad en el reparto de la riqueza se pueden constatar en la muy reciente investigación de Young-Hyman, Magne y Kruse (2023), que estudió una muestra de empresas pertenecientes a los sectores económicos intensivos en conocimiento.
Pero quisiera señalar que ante la abundante presencia de estudios empíricos que comparan el desempeño económico de las cooperativas con respecto al de las empresas privadas, me di a la tarea de elaborar un informe abarcador que reuniera la mayor cantidad de esas investigaciones publicadas en revistas con revisión por pares. El informe está a disposición de todos los públicos en un enlace de la biblioteca digital en Telegram del proyecto sociocultural CO-EMPRENDE y hasta el momento agrupa un total de 104 investigaciones (Morejón Quintana, 2023).
Más del 80% de esos estudios plantea que las cooperativas tienen un desempeño igual o superior al de las empresas privadas. Con esto quiero dejar bien claro que si nos atenemos a lo que plantea la ciencia económica valdría la pena fomentar el cooperativismo a gran escala. No pretendo asumir una postura filosófica positivista con la exposición de todos estos datos, en todo caso estoy apelando a un razonamiento económico científicamente informado.
Concuerdo con Claudio Katz en que no disponemos de una experiencia histórica concreta de país donde las cooperativas se hayan convertido en el modelo empresarial predominante. Pero yo matizaría ese criterio, teniendo en cuenta que no podemos asumir la idea de gran escala a través de un prisma histórico que solamente analiza lo que ocurre a nivel de país. Valdría la pena explorar si existe cooperativismo a escalas regionales, porque la dimensión de una región también resulta considerablemente grande.
La primera experiencia histórica de cooperativismo a gran escala ocurrió en Ucrania durante la revolución guiada por Nestor Majnó. La razón por la que esa revolución anarquista no pudo cuajar a largo plazo se debió a la guerra desatada por los bolcheviques para conservar la integridad territorial de la URSS y ahogar el separatismo de las fuerzas majnovistas (Archinov, 2008). Sin embargo, Lenin respetó las cooperativas que allí se habían fundado. Fueron las políticas intervencionistas de Stalin las que luego provocaron el naufragio económico de ese proyecto de autogestión a gran escala.
El segundo momento de florecimiento del cooperativismo a gran escala se dio en la República Española durante los años treinta, con 758.000 cooperativistas en la agricultura y 1.080.000 en la industria, para un aproximado de 1.838.000 personas asociadas a colectividades autogestionadas según el cálculo de Mintz (2006). Estas cifras de Mintz son muy moderadas, pues otros autores como Gastón Leval hablan de tres millones de personas vinculadas a las cooperativas.
El estudio de lo sucedido en España nos demuestra una vez más el nefasto rol que ejercieron los líderes políticos inspirados en la ideología marxista-leninista, quienes solo concebían como socialismo el modelo soviético basado en empresas estatales que imperaba por aquellos tiempos en la URSS de Stalin. Las fuerzas anarquistas debieron enfrentarse a dos grupos rivales, los comunistas de tendencia estalinista y, posteriormente, los fascistas guiados por Franco, lo que significó la derrota final de ese gran apogeo del cooperativismo español.
En la actualidad podemos encontrar una brújula para explorar bolsones de economía cooperativista en cuatro ejemplos distintos con sus particularidades endógenas: el cooperativismo industrial en el País Vasco, la Revolución de Rojava, la Revolución Zapatista en Chiapas y las cooperativas de Emilia-Romagna en Italia. Describir las particularidades de cada uno de esos ejemplos que mencioné implicaría extender demasiado el contenido del presente artículo y no lo considero necesario, por lo que solamente me referiré al funcionamiento sistémico que ya manifiestan las empresas de Mondragón, actuando de conjunto en la cadena de valor y desplegando acciones de inversión para la fundación de nuevas cooperativas o la conversión de empresas privadas en cooperativas (Bretos Fernández y Errasti Amozarrain, 2016).
Como se puede constatar en los diferentes ejemplos de conglomerados empresariales basados en la filosofía de gestión cooperativista, tanto en el pasado como en el presente existen experiencias históricas de valía que se pudieran tomar en consideración para el diseño de políticas orientadas a la superación de las relaciones capitalistas de explotación. Jamás afirmaría que esos ejemplos están exentos de máculas o de contradicciones, pero menospreciar esas experiencias históricas de autogestión cooperativa a escala regional provocaría en los públicos la indeseada sensación de que no existen alternativas ni esperanzas, cuando lo más sensato, en mi opinión, sería estudiar los elementos fuertes de esas experiencias y alertar sobre las posibles desviaciones que manifiesten dichos conjuntos empresariales que pudieran afectar a una economía nacional basada en un predominio de sociedades cooperativas.
Si se explora el panorama actual de las mejores prácticas de gestión que se enfocan en garantizar un proceso democrático de toma de decisiones al interior de la empresa, se pudieran citar los siguientes modelos: Siete Principios del Cooperativismo, Siete Principios del Mutualismo, Holocracia y el esquema de certificación de las empresas B. Es posible que algunos lectores se pregunten por qué no mencioné los principios de autogestión, y mi respuesta sería que la autogestión no es un modelo de administración claramente definido y diferenciable de otros. Cuando se examina la literatura sobre autogestión lo que se detecta es una mímesis de los principios del cooperativismo, incluso autores como Carretero Miramar (2013) citan a las cooperativas de trabajadores a manera de ejemplos de autogestión.
No hay grandes diferencias entre los Siete Principios del Cooperativismo y los Siete Principios del Mutualismo, excepto en que las mutuales no distribuyen los excedentes entre los trabajadores, sino que los reinvierten para aumentar la capacidad financiera de la empresa en la consecución de sus metas sociales. Holocracia se centra en prácticas participativas, pero no propone una socialización de la propiedad, lo cual implica que la democratización de la empresa y la profundidad de esa democratización depende de la buena voluntad de los capitalistas en el caso de las empresas privadas o los deseos de los políticos en el caso de las empresas estatales.
Someter una empresa al proceso de certificación de las empresas B sí implica aumentar la participación de los trabajadores en la toma de decisiones y convertir a los empleados en dueños de, al menos, una parte del capital social, pero al tratarse de un esquema de certificación tanto cooperativas como empresas privadas han optado por conseguir ese aval, por lo que no se puede hablar de las empresas B como una forma empresarial distinta. Las empresas privadas certificadas como empresas B terminan pareciéndose mucho a las cooperativas de participantes múltiples, un modelo empresarial que luego describiré con más detalle.
Si nos atenemos a los resultados históricos y su presencia en el panorama mundial, el modelo de administración que apuesta por la democracia y que más éxito ha alcanzado hasta el momento es el de los Siete Principios del Cooperativismo. Las estadísticas son bastante elocuentes. El 12% de la población mundial es miembro de alguna cooperativa (muchos de ellos como consumidores asociados) y las cooperativas garantizan empleo para el 10% de la población del planeta.
El desempeño económico positivo de las cooperativas puede constatarse en el World Cooperative Monitor, que se publica anualmente y cuya edición de 2022 muestra que solamente las 300 cooperativas más grandes del mundo obtuvieron ingresos por 2,16 billones de dólares (Euricse y Alianza Cooperativa Internacional, 2022). Si agrupáramos a esas 300 cooperativas en una sola región del planeta, su pujanza económica igualaría el PIB de Rusia según los datos del pasado año que muestra el Banco Mundial. Por merecidas razones la idea y la práctica de mancomunar intereses colectivos en cooperativas figura en el listado del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La ONU aprobó recientemente la Resolución A/77/L.60, que insta a los gobiernos a fomentar la economía social solidaria, nombre que recibe el modelo de sistema económico basado en cooperativas.
Si los lectores se deciden a explorar las pautas del modelo de gestión cooperativista, les recomendaría leer Notas de orientación para los principios cooperativos, de la Alianza Cooperativa Internacional (2015), o también pudieran navegar en el resumen sobre ese extenso documento que preparé para La Tizza bajo el título Cultura organizacional: clave del éxito de las cooperativas (Morejón Quintana, 2022).
Horizontes poscapitalistas
Quisiera aclarar que no estoy abogando por asumir las prácticas administrativas democráticas ya existentes como dogmas que anulen la creatividad para la resolución de problemas, sino como una base de conocimientos a partir de la cual se pueden desprender respuestas adaptativas que se adecuen a las particularidades de cada colectivo. Pero no concuerdo con la opinión de Claudio Katz sobre la no existencia de pautas concretas que nos permitan entender cómo pudiera alcanzarse ese horizonte poscapitalista que tanto añora la izquierda.
En las obras de Marx y de Lenin se detecta que ambos autores recomendaron fomentar el cooperativismo a gran escala para superar el sistema capitalista y así avanzar hacia una sociedad comunista. Marx expresó que una economía basada en una unión de cooperativas era comunismo realizable cuando analizó lo ocurrido en la Comuna de París en su libro La guerra civil en Francia, y esa idea del fomento del cooperativismo la desarrolla con un acento un poco más explicativo en el Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores (Marx y Engels, 1980).
Lenin reconoció en su obra meridiana Sobre las cooperativas que la NEP debía ser sustituida por una política de fomento de las cooperativas, a partir del desarrollo de una nueva cultura en la ciudadanía, es decir, había que educar a las masas para que aprendieran cómo se gestionan las cooperativas y en paralelo el Estado debía apoyar decididamente la fundación de cooperativas (Lenin, 1987).
Con respecto a las ideas expresadas por Marx y Lenin sobre un socialismo basado en cooperativas, aunque se pueden encontrar los fragmentos textuales en los libros que mencioné, recomiendo a los lectores analizar el artículo de Camila Piñeiro Harnecker (2022) titulado Qué escribieron los pensadores marxistas clásicos sobre las cooperativas, porque en ese ensayo se organizan de un modo coherente los distintos criterios de los pensadores marxistas que se encuentran dispersos en varias obras.
Resulta llamativo observar cómo muchos economistas de izquierda, incluido Claudio Katz, se refieren constantemente a la posibilidad de una NEP, pero obvian que Lenin renunció a ese enfoque y se decantó por el cooperativismo, algo que no pudo llevar a efecto porque lo sorprendió una prematura muerte. Hasta la fecha actual, ninguna experiencia histórica de privatización o de crecimiento del sector privado conducida por organizaciones de izquierda ha evolucionado en la creación de un sistema socialista, por lo que yo no apostaría por desandar ese camino si lo que se pretende es superar las relaciones capitalistas de explotación. ¿Cuántas veces tendrían que equivocarse las izquierdas para entender que no se puede construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo?
Ahora bien, los tres modelos económicos que he analizado, dígase economía capitalista basada en empresas privadas, capitalismo de Estado basado en empresas estatales o economía basada en cooperativas de trabajadores, poseen una característica que incide de manera negativa en nuestras vidas y en la biosfera: el enfoque en maximizar ganancias y el crecimiento constante de la producción de bienes y servicios. Pudiera causar extrañeza que se hable de lucro en una cooperativa de trabajadores, pero si se observa con detenimiento la dinámica comercial de esta forma empresarial se detecta que la cooperativa de trabajadores vende a terceros con el fin de obtener una ganancia que luego será distribuida equitativamente entre sus trabajadores asociados.
La revista Nature publicó recientemente una investigación muy abarcadora, elaborada por una comisión científica internacional en la que participaron más de cuarenta investigadores, para cuantificar los límites seguros y justos del clima, la biodiversidad, el agua dulce y los distintos tipos de contaminación del aire, el suelo y el agua. El estudio nos advierte que se han transgredido, a escala local y global, siete de los ocho límites analizados y que los seres humanos estamos arriesgando, no ya el futuro de la civilización, sino el de todas las formas de vida que alberga el planeta Tierra. En sus conclusiones, el estudio plantea lo siguiente: Se requiere nada menos que una transformación total en todos los Límites del Sistema Tierra para garantizar el bienestar humano. Dichas transformaciones deben ser sistémicas en los sectores energético, alimentario, urbano y demás, para impulsar los cambios económicos, tecnológicos, políticos y de todo tipo en el Sistema Tierra, y se debe garantizar que beneficien a los pobres […]. Toda la evidencia sugiere que este no será un viaje lineal; se requiere un salto en nuestra comprensión de cómo la justicia, la economía, la tecnología y la cooperación global pueden ponerse al servicio de un futuro seguro y justo. (Rockström et al., 2023, p. 8)
Las investigaciones de Richardson et al. (2023) y Ripple et al. (2023), publicadas en las revistas científicas Science y Oxford respectivamente, también han confirmado que la humanidad ha sobrepasado los límites de la biosfera y se pronuncian sobre la necesidad de cambiar el funcionamiento sistémico de las economías para detener el crecimiento de la demanda y el consumo en los países industrializados, combatir la pobreza y la desigualdad económica, y fomentar el desarrollo sostenible.
En una entrevista a Yewande Awe (2022), ingeniera ambiental sénior del Banco Mundial, dicha investigadora plantea que el costo de los daños a la salud causados por la contaminación atmosférica asciende a 8,1 billones de dólares al año, lo que equivaldría al 6,1 % del PIB mundial. Esa cifra de pérdidas económicas se asemeja a la sumatoria del PIB de Alemania, Reino Unido y Países Bajos en el año 2022.
La esperanza que depositan los empresarios y líderes políticos en la implementación de un capitalismo verde no cuenta con respaldo en evidencias empíricas. El estudio publicado en The Lancet por Vogel y Hickel (2023) señala que las tasas de reducción de emisiones logradas en los países de altos ingresos son inadecuadas para cumplir los compromisos climáticos del Acuerdo de París. Los países de altos ingresos no han logrado un crecimiento verde y es muy poco probable que puedan lograrlo en el futuro. Para lograr reducciones de emisiones que cumplan con lo establecido en el Acuerdo de París, los países de altos ingresos deberán aplicar estrategias de reducción del consumo, reorientando la economía hacia la suficiencia, la equidad y el bienestar humano, y al mismo tiempo acelerar el cambio tecnológico y las mejoras en la eficiencia.
La economía, como ciencia social que estudia y planifica la producción, la distribución y el consumo para la satisfacción de las necesidades humanas, tiene la obligación de proponer alternativas para solucionar el gravísimo peligro del cambio climático, pues precisamente hemos llegado a la antesala de ese abismo por la manera en que se organizan las actividades económicas en la actualidad.
Esta cuestión no incumbe solamente a Cuba, sino a todos los países del mundo y a todos los centros de gestión del conocimiento especializados en la pedagogía sobre economía. Tenemos que transformar la manera en que educamos a los futuros economistas y a la sociedad en general, ya sean políticos, directivos de empresas, líderes sindicales, trabajadores y consumidores, para que luego las personas lleven a la práctica en sus vidas cotidianas y en la inmediatez de su espacio laboral aquellos procesos organizacionales que tributen a una producción moderada en función de las necesidades, un consumo responsable, un reaprovechamiento constante de los desechos y una proyección ambientalista cabal.
Pudieran mencionarse la economía social solidaria, la economía de los bienes comunes, la economía circular, la economía del donut o la economía del cuidado como ejemplos de cambios de paradigma, pero lo fundamental radica en que los públicos comprendan con un mensaje didáctico y de fácil asimilación cómo se gestiona la economía de forma democrática. Y por ello hay que apelar a fomentar el cambio cultural en la base, que en este caso sería la empresa como plataforma de relaciones económicas entre los sujetos.
Cooperativa mixta de trabajadores y consumidores
El modelo de cooperativa que yo explico y promuevo en mis conferencias no es precisamente el de cooperativa de trabajadores, sino una forma específica de cooperativa de participantes múltiples donde se conjugan consejos de trabajadores y de consumidores para la planificación democrática de los procesos organizacionales. Estas cooperativas mixtas de trabajadores y consumidores ya existen, no son un modelo utópico. Ejemplo de ello serían las unidades empresariales del consorcio Eroski que funcionan de esa manera o la cooperativa Landare. Al planificar la producción en función de lo que van a consumir los clientes disminuye la carga extractivista que ejercen las empresas sobre el medio ambiente, pues no se fabrica en exceso sino en correspondencia con una demanda cognoscible. Es ese modelo de cooperativa mixta el que defiende Michael Albert (2005) en su obra Parecon.
El economista Katz se pregunta cómo se pudieran gestionar las empresas turísticas cubanas. Pues mi respuesta sería observar la experiencia ya existente de una región como Andalucía, donde cooperativas enfocadas en servicios turísticos promueven un turismo responsable (Federación Andaluza de Empresas Cooperativas de Trabajo, s.f.). Quisiera señalar que muchas entidades de alojamiento cubanas son unidades hoteleras de pequeño formato que pudieran funcionar perfectamente como cooperativas de trabajadores si sus empleados aprendieran de cooperativismo y se decantaran por asumir ese destino.
En el caso de los grandes resorts de balnearios como Varadero y Guardalavaca, se pudiera optar por un modelo de cooperativa de participantes múltiples en el que se integre a representantes electos democráticamente por la comunidad en la asamblea de trabajadores, siempre y cuando las decisiones de los representantes comunitarios no afecten la correcta satisfacción de las necesidades materiales de los trabajadores hoteleros. De tal forma se pudiera utilizar una porción de los excedentes de dichas empresas para atender proyectos que beneficien a toda la municipalidad y los trabajadores podrían seguir la pista de la manera en que el gobierno municipal está gastando el dinero que ellos produjeron con su esfuerzo laboral. Incluso, lo mejor sería que una buena parte de ese dinero se utilice para fundar nuevas cooperativas que constituyan una fuente de empleo digno y de reproducción ampliada del capital, como lo hicieron y lo siguen haciendo las fábricas de Mondragón (Bretos Fernández y Errasti Amozarrain, 2016).
En los estatutos de dichas cooperativas de participantes múltiples se pudiera establecer un 50% de los votos sociales para los trabajadores, de manera que los representantes de la comunidad no menoscaben las decisiones de la asamblea de trabajadores y se deba optar por negociar un consenso. La experiencia histórica de Yugoslavia demostró que los gobiernos locales y las empresas pueden fundirse en una junta administrativa y sobran los ejemplos de cooperativas de participantes múltiples que gestionan servicios estratégicos, como el alcantarillado o la generación eléctrica, y por ello integran a representantes de gobiernos locales que aconsejan a los trabajadores sobre aquellas cuestiones que atañen a toda la comunidad.
En el caso específico de Cuba el verdadero cooperativismo basado en los Siete Principios no es un fenómeno desconocido. Existen buenos ejemplos de cooperativas cuya experiencia debería ser más publicitada por los medios de comunicación. Por solo citar tres de esos buenos ejemplos, mencionaré la CNA Sancof del sector de la construcción que fuera galardonada como Colectivo Vanguardia Nacional, la CNA La Esperanza especializada en reciclaje de plástico y la cooperativa de servicios de contaduría Acerco.
Democratizar el intercambio
Otro aspecto del artículo de Claudio Katz con el cual no concomito es lo que concierne al mercado, aunque debo señalar que el académico Katz no es el único que asocia la palabra mercado con las empresas privadas y el capitalismo. En la ciencia económica se considera que el mercado es un proceso de intercambio de bienes y servicios. No recomiendo usar la palabra mercado como sinónimo de relaciones monetarias. El mercado de trueque sigue siendo mercado, aunque no intermedie el dinero en sus operaciones comerciales. El mercado no surgió con y para el capitalismo, pues ya existía muchos siglos atrás.
Para muchas personas de izquierda la sola mención de la palabra mercado genera rechazo e intelectuales de valía se han pronunciado sobre la abolición del mercado como aspecto necesario para avanzar hacia el socialismo. Pero cuando se estudian en profundidad las propuestas de abolición del mercado (por ejemplo, en Parecon de Michael Albert, en Against the Market de David McNally o en Los consejos obreros de Pannekoek) lo que se detecta es que los autores proponen una participación de los trabajadores y consumidores en la planificación democrática de los intercambios de bienes y servicios, no precisamente la supresión de los intercambios (Albert, 2005; McNally, 1993; Pannekoek, 2011).
La economía social solidaria aboga en ese sentido por un mercado solidario con relaciones comerciales basadas en el apoyo mutuo y el uso de monedas sociales cuyo control financiero es ejercido de forma democrática por la comunidad. Ejemplos reales de ambas propuestas los encontramos en las cooperativas de grado superior, en las mutuales de grado superior, en la integración de las empresas B, y en las monedas Ekhi y Chiemgauer que actualmente circulan en España y en Alemania.
El capitalismo nos parecerá imbatible y eterno, pero su evolución fue lentísima. Las primeras empresas privadas, tal y como las entendemos en la actualidad en su forma de sociedades de capital, surgieron en Bélgica en el siglo XII. Si tomamos en cuenta que el mercado capitalista globalizado terminó por enraizar sus tentáculos en todas las regiones del planeta apenas a principios del siglo XIX, entonces estamos hablando de un proceso histórico demorado que tardó ochocientos años. La humanidad ha vivido más tiempo sin capitalismo que con él. El capitalismo ha durado mucho menos que la civilización del Antiguo Egipto, cuya existencia abarcó tres milenios. En contraste, las cooperativas contemporáneas surgen apenas en el siglo XIX. Por consenso se considera que su nacimiento se da en 1844 con la constitución de la cooperativa de los Pioneros de Rochdale, aunque ya existían otros precedentes de cooperativismo sin principios escritos. En menos de dos siglos las cooperativas ya se han extendido por todo el mundo llegando a una impresionante cifra de casi tres millones de empresas.
¿Por qué no tenemos más cooperativas? ¿Por qué ningún país del mundo ha logrado concretar una economía basada en un predominio de empresas cooperativas? En mi opinión eso se debe a tres factores. En primer lugar, porque la mayoría de los economistas no centran sus esfuerzos en el estudio y la enseñanza de los Siete Principios del cooperativismo y de las ventajas de la democracia económica. Segundo, porque los estados no priorizan la difusión de la filosofía del cooperativismo y la creación de empresas gestionadas democráticamente por los trabajadores. Como consecuencia de lo anterior, las sociedades no están familiarizadas con las ideas del cooperativismo.
Si se desea acelerar el proceso de desarrollo y expansión del cooperativismo, no bastará con crear ambiciosos programas de apoyo financiero por parte del Estado, pues de nada sirve invertir fondos públicos en una cooperativa cuyos miembros no aplican los procesos de gestión democrática por una cuestión de desconocimiento. Sabemos que no todas las empresas registradas como cooperativas cumplen con los Siete Principios. Obsérvese en ese sentido lo ocurrido en tiempos recientes en Venezuela, donde se han registrado muchas empresas como cooperativas, pero no se percibe en la ciudadanía de ese país latinoamericano una verdadera socialización de los valores y principios del movimiento cooperativista.
Por eso resulta imprescindible fomentar una nueva forma de entender la economía y la gestión empresarial en sintonía con los valores y principios de la cooperación. Eso no garantizará que todos los seres humanos cambien su modo de pensar y simpaticen con la democracia económica, pues los capitalistas probablemente seguirán aferrados a la defensa de sus intereses de clase. ¿Pero qué pasará cuando los trabajadores y los consumidores comprendan que se puede producir riqueza en democracia sin el yugo de los explotadores capitalistas?
Un gobierno que conquiste el poder político para abolir la explotación capitalista no puede darse el lujo de paralizar la economía de un país para enviar a los trabajadores a un centro de enseñanza y esperar hasta que las personas aprendan a gestionar las empresas democráticamente. Por eso el proceso de cambio de paradigma económico y de gestación de una nueva cultura en la población tiene que fomentarse antes, durante y después de cualquier proceso revolucionario de izquierda.
Concuerdo con Claudio Katz en que las cooperativas actualmente están integradas al sistema capitalista globalizado. Incluso añadiría que muchos trabajadores cooperativistas poseen una visión apolítica y no manifiestan intenciones de combatir el sistema capitalista. Pero no olvidemos que las empresas estatales también están integradas en el sistema capitalista globalizado y que los primeros dueños de las empresas privadas que surgieron en el siglo XII no soñaban con transformar el funcionamiento de la economía feudal. Para que la cooperativa pueda erigirse en herramienta de cambio cultural, las experiencias laborales de los trabajadores asociados deberán complementarse con una adecuada educación política.
Los hacedores de revoluciones y las organizaciones de izquierda tienen que interiorizar que una revolución duradera no puede asentar su legitimidad en la popularidad y el carisma de un líder político, porque cuando ese líder muere entonces las masas se quedan atascadas en el inmovilismo o pueden manifestarse procesos de retroceso. El proceso de transformación será más resiliente en la medida en que logre calar en la forma de pensar de grandes grupos humanos. No fue Espartaco quien abolió la esclavitud, sino las sociedades decimonónicas que decidieron por consenso y convencimiento que la explotación esclavista era dañina y podía ser sustituida por otras relaciones de producción.
Sobre el añejo debate sobre las probabilidades de construir el socialismo en un solo país, considero que no se debe aspirar ni esperar pacientemente a que todos los países del mundo se pongan de acuerdo para avanzar hacia el socialismo. La experiencia histórica de la URSS (aunque a la postre haya resultado un fiasco) demuestra que algún país deberá tomar la iniciativa y luego se irán sumando otras naciones. Nunca existirán las condiciones perfectas para construir una economía socialista.
El socialismo tiene que demostrar en su praxis que es capaz de fomentar el desarrollo sostenible de las naciones periféricas acuciadas por la pobreza. Si para salir de un estado generalizado de carencias materiales fuese imperativo implementar el crecimiento del sector privado como lo proponen los simpatizantes con la NEP, entonces, ¿para qué queremos socialismo? Las cooperativas han demostrado ser un mecanismo eficaz para sacar a las personas de la pobreza extrema en África (Birchall, 2003). Tanto es así, que los gobiernos de derecha promueven el cooperativismo para resolver los problemas sociales que generan las economías capitalistas. Si la derecha instrumentaliza a las cooperativas para cumplir sus promesas políticas ante el electorado, más razones les asisten a los gobiernos de izquierda para aplicar la misma estrategia.
En el texto publicado por Katz también se habla de una eliminación de la libreta de abastecimiento (cartilla de racionamiento) que aún no ha ocurrido, aunque sí se han reducido notablemente los productos que se pueden adquirir mediante ese sistema de distribución de alimentos subvencionados. Con adeptos y detractores, la libreta de abastecimiento funciona en Cuba como si se tratara de una renta básica universal para el alivio a la pobreza, con la diferencia de que la renta básica universal asigna un monto dinerario y la libreta de abastecimiento provee productos en físico. Por el momento la decisión política de eliminar la libreta de abastecimiento ha encontrado una férrea oposición en la población y en muchos diputados del parlamento.
Aprender a emanciparse
Dado que mis señalamientos y acotaciones sobre lo expresado por Katz se centran fundamentalmente en aspectos económicos he dejado para el final una cuestión de índole política. Ciertamente las chispas primigenias que encendieron protestas del 11 de julio de 2021 fueron atizadas por opositores asentados en la Florida, pero muchos de los manifestantes eran personas con ideas de izquierda (aunque no eran la mayoría) y no creo que la mayor parte de los protestantes hayan respondido porque escucharon un llamado de la contrarrevolución exiliada en Miami.
Lo ocurrido el 11 de julio es una demostración de que el modelo soviético aplicado en Cuba no ha conseguido sobreponerse a la penuria y la precarización que sobrevino tras la caída del Bloque del Este. Pero las protestas también alertan que el crecimiento del sector privado, la NEP que desean muchos, tampoco ha repercutido de forma positiva en los grupos poblacionales más desfavorecidos.
Si las mipymes privadas fuesen la solución para los problemas económicos de la humanidad, entonces ni en Senegal ni en Haití existiría la pobreza. Todos los países capitalistas pobres están repletos de mipymes privadas, precisamente porque lo que promueven los estados capitalistas es la fundación de empresas privadas de todo tipo, ya sean grandes o pequeñas.
Apelando nuevamente a lo que nos revela la estadística económica, sugiero a los lectores que estudien con detenimiento el informe de la Cepal sobre el pobre desempeño de las mipymes latinoamericanas (Dini y Stumpo, 2020). Dicho informe contiene datos anteriores a la pandemia, por lo que no se puede achacar ese pobre desempeño de las mipymes latinoamericanas a la coyuntura sanitaria causada por la COVID-19. A pesar de englobar el 61% del empleo formal, las mipymes latinoamericanas solamente aportan el 25% de la producción. Este reducido aporte a la producción, en comparación con la cantidad de fuerza de trabajo que absorben, determina diferenciales de productividad muy elevados respecto a las grandes empresas.
En América Latina la productividad de las microempresas equivale a apenas el 6% de la de las grandes empresas; en el caso de las pequeñas empresas es un 23% y en el de las medianas un 46%, brechas mucho más altas que las registradas en la Unión Europea, donde la relación entre la productividad alcanza el 42% en el caso de las microempresas, el 58% para las pequeñas y el 76% para las medianas. Las mipymes en Latinoamérica se ven afectadas por la baja calificación del capital humano, la limitada tasa de innovación, la escasa propensión a la colaboración y el limitado nivel de encadenamiento productivo, el escaso nivel de desarrollo alcanzado por el mercado del crédito para empresas de menor tamaño y la lenta incorporación de tecnologías más avanzadas.
Lo que ha determinado el florecimiento industrial en los países capitalistas primermundistas no es la abundancia de empresas privadas, sino la gestión del conocimiento. Cuba (y cualquier otra nación en vías de desarrollo) tiene que focalizar esfuerzos en preparar a la población laboral en las mejores técnicas de producción industrial, porque es ese saber-hacer lo que determina la cantidad y la calidad de los bienes y servicios que se producen. Si la mayor parte de las empresas son privadas, estatales o cooperativas, esa cuestión incidirá luego en la manera que se reparte la riqueza que se produce, pero la producción de riqueza es un proceso muy vinculado al conocimiento científico de avanzada. Por este motivo las cooperativas industriales de Mondragón invierten ingentes recursos en sus centros de investigación y sus universidades.
Yo creo que las izquierdas se desgastan demasiado discutiendo sobre el tipo de empresa que debería erigirse en protagonista de una economía poscapitalista, lo cual contrasta con las certezas de las personas de derecha que apuestan de manera indefectible por la empresa privada en cualquiera de sus manifestaciones. Hasta que no se genere un consenso entre los movimientos de izquierda en torno a este tema, que en mi opinión resulta un asunto medular, seguirán ocurriendo chisporroteos de protesta social débilmente canalizados hacia procesos de reformas que no resistirán los embates del tiempo. Y luego vendrán los retrocesos cuando los votantes, hastiados de un progresismo que no ataca la raíz de la pobreza, inclinen sus simpatías hacia los políticos de derecha como Javier Milei.
El marxismo-leninismo ha provocado un daño terrible. Es necesario insistir una vez más en que esa ideología no fue inventada ni por Marx ni por Lenin, sino por el régimen de Stalin, algo sobre lo cual se han pronunciado académicos cubanos (así como otros del mundo entero) especializados en ese campo de estudio del pensamiento filosófico. Recomiendo leer los artículos publicados por Roberto Regalado Álvarez (2022a; 2022b) en la página web del Instituto de Filosofía de Cuba. Hay que descontaminar a los políticos, a las organizaciones y a los públicos en general de la influencia que ha ejercido ese corpus doctrinal estalinista.
A la nefasta influencia del marxismo-leninismo le debemos el enfoque teleológico de la historia que tanto ha calado en los economistas y que plantea la supuesta necesidad de atravesar por un estadio previo de desarrollo capitalista de las fuerzas productivas para luego transitar hacia una economía socialista. Marx rechazó ese esquema maniqueo de interpretación de la historia en varios documentos.
En una carta dirigida al director de la revista Otiéchestviennie Zapiski en respuesta a un artículo de Nikolái Mijáilovski, Marx manifiesta las siguientes ideas:
Se siente obligado [Mijáilovski] a trasformar mi esbozo histórico de la génesis del capitalismo en Occidente europeo en una teoría histórico-filosófica de la marcha general que el destino le impone a todo pueblo, cualesquiera sean las circunstancias históricas en que se encuentre, a fin de que pueda llegar finalmente a la forma de economía que le asegure, junto con la mayor expansión de las potencias productivas del trabajo social, el desarrollo más completo del hombre. Pero le pido a mi crítico que me dispense. Me honra y me avergüenza a la vez demasiado.
[…] sucesos notablemente análogos pero que tienen lugar en medios históricos diferentes conducen a resultados totalmente distintos. Estudiando por separado cada una de estas formas de evolución y comparándolas luego, se puede encontrar fácilmente la clave de este fenómeno, pero nunca se llegará a ello mediante la llave maestra universal de una teoría histórico-filosófica general cuya suprema virtud consiste en ser suprahistórica. (Marx y Engels, 1973, pp. 289-291)
Marx reiteró estas ideas en una carta no publicada que le escribió a Vera Zasúlich. En la Rusia de finales del siglo XIX existía una forma tradicional de propiedad comunitaria muy extendida entre el campesinado. Los activistas políticos socialistas se habían propuesto derrocar la monarquía zarista a través de una revolución que fomentaría el desarrollo y la extensión de estas comunas. Por este motivo, los revolucionarios rusos se hallaban inmersos en un intenso debate acerca de la necesidad de atravesar o no por una fase de capitalismo que desarrollara las fuerzas productivas antes de alcanzar el socialismo.
Marx declara una vez más en la carta a Zasúlich que el análisis histórico de El capital se limita a la Europa occidental y que no era necesario destruir las formas productivas basadas en la propiedad comunitaria que existían en Rusia para promover la modernización. Marx consideraba que esas formas comunitarias de organización económica en Rusia llegarían a ser claves en la resistencia frente al avance y la extensión mundial del capitalismo voraz y que constituirían la oportunidad para la materialización del comunismo.
También se puede reconocer ese posicionamiento de Marx en el prólogo a la segunda edición de la versión en ruso del Manifiesto del Partido Comunista, que plantea lo siguiente: «Si la revolución rusa da la señal para una revolución proletaria en Occidente, de modo que ambas se complementen, la actual propiedad común de la tierra en Rusia podrá servir como punto de partida para el desarrollo comunista» (Marx y Engels, 1980, tomo I, pp. 50 y 51). Afortunadamente El capital en la era del Antropoceno, obra escrita por el filósofo japonés Kohei Saito (2022), ha contribuido a divulgar este asunto y a refutar el sesgo teleológico del marxismo-leninismo.
En las ideas iniciales de este artículo expresé que mi interés fundamental no reside en polemizar ni en desatar una agria discusión pública con un economista tan valioso para las izquierdas latinoamericanas como lo es Claudio Katz. Mi objetivo es comunicar ciertos saberes que, acaso por una cuestión de inadecuada promoción y/o educación, aún no gozan de un nivel de socialización entre los públicos.
Como planteara José María Arizmendiarrieta, el trabajador no puede ser emancipado, el trabajador solo puede y debe emanciparse a sí mismo. Pero hay que comunicarles a los oprimidos la existencia de ciertos caminos de esperanza para que aprendan a emanciparse de una forma más expedita. El aprendizaje de estas cuestiones está dejando de ser un asunto circunscrito a lo político, y ha pasado a convertirse en un asunto de supervivencia de las formas de vida que conforman la biosfera actual. El cambio climático ya ha desatado su cuenta regresiva. No tenemos tiempo que perder.
Referencias
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Observación de José Luis Martín Ramos:
Dos cosas: olvida las posiciones de Lenin sobre el cooperativismo, muy negativas antes de octubre de 1917, matizadas después, y claramente favorable al cooperativismo a partir de la NEP; y se confunde cooperativismo con la colectivización sindical durante la guerra civil, que no es en absoluto lo mismo, y eso coexistía con un movimiento cooperativo en el ámbito del consumo y en el de los insumos agrarios.
La cifra de Gaston Leval es una exageración absoluta. Confunde los deseos con la realidad.
7. Curso Palestina y el imperialismo.
La revista Middle East Critique ha iniciado un curso en Ramadán sobre «Palestina y el imperialismo». Tiene muy buena pinta. Os paso el vídeo de la primera sesión, impartida por Ali Kadri: «La centralidad del imperialismo en Palestina». Vimos por aquí algún artículo de esa revista en el número sobre «El imperialismo en Oriente Medio» que editó Kadri. De los siguientes participantes que conozco, destacar que la siguiente sesión está a cargo de Max Ajl y Corinna Mullin. De Bikrum Gill os pasé hace poco un artículo de Ebb Magazine sobre guerra de liberación y guerra de genocidio. Patrick Higgins dio hace poco una charla sobre la historia del comunismo palestino que no os he pasado porque es un audio solo en inglés (https://guerrillahistory.). Un buen plantel, vaya. Eso sí, las sesiones son en inglés.
En Youtube, ya sabéis, podéis activar los subtítulos automáticos. https://www.youtube.com/watch?
8. El fascismo que viene
Al menos, si tenemos una guerra nuclear, nos libraremos de todo esto… ¡Señor, llévame ya! 😀 Ayer hablaba con un amigo indio que me comentaba cómo ve aumentar día a día el supremacismo hindú en su vida cotidiana. Siempre hay avances y retrocesos, pero la sensación de dirigirnos hacia muy malos tiempos me abruma.
El regalo de despedida de Joe Biden a Estados Unidos será el fascismo cristiano
El Partido Demócrata tuvo una última oportunidad de implementar el tipo de reformas del New Deal que podrían salvarnos de otra presidencia de Trump y del fascismo cristiano. Fracasó.
Chris Hedges 18 mar 2024
Joe Biden y el Partido Demócrata hicieron posible una vez una presidencia de Trump y parecen dispuestos a hacerla posible de nuevo. Si Trump vuelve al poder, no será debido a la interferencia rusa, a la supresión de votantes o porque la clase trabajadora esté llena de intolerantes y racistas irredimibles. Será porque los demócratas son tan indiferentes al sufrimiento de los palestinos en Gaza como a los inmigrantes, a los pobres de nuestros empobrecidos centros urbanos, a los que se ven abocados a la bancarrota por las facturas médicas, las deudas de las tarjetas de crédito y las hipotecas usurarias, a los descartados, especialmente en la América rural, por las oleadas de despidos masivos y a los trabajadores, atrapados en la servidumbre de la economía gig, con su inestabilidad laboral y sus salarios suprimidos.
Biden y los demócratas, junto con el Partido Republicano, destriparon la aplicación de las leyes antimonopolio y desregularon los bancos y las corporaciones, permitiéndoles canibalizar la nación. En 1982 respaldaron la legislación que dio luz verde a la manipulación de las acciones mediante recompras masivas y la «cosecha» de empresas por parte de empresas de capital riesgo que provocaron despidos masivos. Impulsaron onerosos acuerdos comerciales, incluido el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la mayor traición a la clase trabajadora desde la Ley Taft-Hartley de 1947, que paralizó la organización sindical. Fueron socios de pleno derecho en la construcción de los vastos archipiélagos del sistema penitenciario estadounidense -el mayor del mundo- y en la militarización de la policía para convertirla en ejércitos internos de ocupación. Financian las guerras interminables.
Los demócratas sirven obedientemente a sus amos corporativos, sin los cuales la mayoría de ellos, incluido Biden, no tendrían carrera política. Por eso Biden y los demócratas no se volverán contra quienes están destruyendo nuestra economía y extinguiendo nuestra democracia. Se secarían las babas del abrevadero. Abogar por reformas pone en peligro sus feudos de privilegio y poder. Se creen «capitanes del barco», escribe el periodista laboral Hamilton Nolan, pero son «en realidad los gusanos devoradores de madera que están consumiendo el barco desde dentro hasta que se hunde».
El autoritarismo se nutre del suelo fértil de un liberalismo en bancarrota. Esto fue cierto en la Alemania de Weimar. Fue cierto en la antigua Yugoslavia. Y es cierto ahora. Los demócratas tuvieron cuatro años para instituir las reformas del New Deal. Fracasaron. Ahora pagaremos.
Un segundo mandato de Trump no será como el primero. Se tratará de venganza. Venganza contra las instituciones que atacaron a Trump: la prensa, los tribunales, las agencias de inteligencia, los republicanos desleales, los artistas, los intelectuales, la burocracia federal y el Partido Demócrata.
Nuestra presidencia imperial, si Donald Trump vuelve al poder, se convertirá sin esfuerzo en una dictadura que emasculará a los poderes legislativo y judicial. El plan para acabar con nuestra anémica democracia está metódicamente expuesto en el plan de 887 páginas amasado por la Fundación Heritage llamado «Mandato para el Liderazgo».
La Fundación Heritage gastó 22 millones de dólares en elaborar propuestas políticas, listas de contratación y planes de transición en el Proyecto 2025 para salvar a Trump del caos sin timón que plagó su primer mandato. Trump culpa a las «serpientes», los «traidores» y el «Estado profundo» de socavar su primera administración.
Nuestros industriosos fascistas estadounidenses, aferrados a la cruz cristiana y ondeando la bandera, comenzarán a trabajar desde el primer día para purgar las agencias federales de «serpientes» y «traidores», promulgar valores «bíblicos», recortar impuestos para la clase multimillonaria, abolir la Agencia de Protección Ambiental, apilar los tribunales y las agencias federales con ideólogos y despojar a los trabajadores de los pocos derechos y protecciones que les quedan. La guerra y la seguridad interior, incluida la vigilancia masiva de la población, seguirán siendo las principales actividades del Estado. Las otras funciones del Estado, especialmente las que se centran en los servicios sociales, incluida la Seguridad Social y la protección de los vulnerables, se marchitarán.
El capitalismo sin trabas ni regulaciones, que no tiene límites autoimpuestos, convierte todo en mercancía, desde los seres humanos hasta el mundo natural, que explota, hasta el agotamiento o el colapso. Crea primero una economía mafiosa, como escribe Karl Polanyi, y después un gobierno mafioso. Los teóricos políticos, entre ellos Aristóteles, Karl Marx y Sheldon Wolin, advierten que cuando los oligarcas se hacen con el poder, las únicas opciones que quedan son la tiranía o la revolución.
Los demócratas saben que la clase obrera les ha abandonado. Y saben por qué. El encuestador del Partido Demócrata Mike Lux escribe: “[Contrariamente a lo que suponen muchos expertos, los problemas de los demócratas en los condados no metropolitanos de la clase trabajadora se deben mucho más a cuestiones económicas que a la guerra cultural… A estos votantes no les importaría tanto la diferencia cultural y el asunto de las olas de calor si pensaran que a los demócratas les importan más los retos económicos a los que se enfrentan a diario… Los votantes que necesitamos ganar en estos condados no son inherentemente de derechas en cuestiones sociales.”
Pero los demócratas no alienarán a las corporaciones y a los multimillonarios que les mantienen en el cargo. En su lugar, han optado por dos tácticas contraproducentes: la mentira y el miedo.
Los demócratas expresan una falsa preocupación por los trabajadores que son víctimas de despidos masivos, mientras que al mismo tiempo cortejan a los líderes empresariales que orquestan estos despidos con fastuosos contratos gubernamentales. Con la misma hipocresía expresan su preocupación por los civiles masacrados en Gaza mientras canalizan miles de millones de dólares en armas a Israel y vetan resoluciones de alto el fuego en la ONU para mantener el genocidio.
Les Leopold, en su libro Wall Street’s War on Workers (La guerra de Wall Street contra los trabajadores), repleto de encuestas y datos exhaustivos, ilustra que la dislocación económica y la desesperación son el motor de una clase trabajadora enfurecida, no el racismo ni la intolerancia.
Escribe sobre la decisión de Siemens de cerrar su planta de Olean, Nueva York, con 530 puestos de trabajo sindicados con salarios decentes. Mientras los demócratas lamentaban el cierre, se negaban a denegar contratos federales a Siemens para proteger a los trabajadores de la planta.
Biden invitó entonces a Barbara Humpton, consejera delegada de Siemens USA, a la firma en la Casa Blanca del proyecto de ley de infraestructuras de 2021. La foto de la firma muestra a Humpton de pie en primera fila junto al senador por Nueva York Chuck Schumer.
A principios del siglo XX, el condado de Mingo fue el epicentro de un enfrentamiento armado entre la Unión de Trabajadores Mineros y los barones del carbón, con sus matones a sueldo de la agencia de detectives Baldwin-Felts. En 1912, los matones desalojaron a los trabajadores en huelga de las viviendas de la empresa y golpearon y dispararon a los miembros del sindicato hasta que la milicia estatal ocupó las ciudades carboneras y rompió la huelga. El asedio federal no fue levantado hasta 1933 por la administración Roosevelt. El sindicato, que había sido prohibido, fue legalizado.
«El condado de Mingo no olvidó, al menos durante mucho tiempo», escribe Leopold. «Todavía en 1996, con más de 3.200 mineros del carbón en activo, el condado de Mingo dio a Bill Clinton la friolera del 69,7% de sus votos. Pero cada cuatro años a partir de entonces, el apoyo a los demócratas disminuyó, bajando y bajando, y bajando un poco más. En 2020, Joe Biden recibió sólo el 13,9 por ciento de los votos en Mingo, un descenso brutal en un condado que una vez vio al Partido Demócrata como su salvador.»
Los 3.300 puestos de trabajo en la minería del carbón del condado de Mingo en 2020 se habían reducido a 300, la mayor pérdida de empleos del carbón en cualquier condado del país.
Las mentiras de los políticos demócratas hicieron mucho más daño a los hombres y mujeres trabajadores que cualquiera de las mentiras vomitadas por Trump.
Ha habido al menos 30 millones de despidos masivos desde 1996, cuando la Oficina de Estadísticas Laborales comenzó a rastrearlos, según el Instituto Laboral. Los oligarcas reinantes, no contentos con los despidos masivos y con reducir la mano de obra sindicada en el sector privado a un mísero 6%, han presentado documentos legales para cerrar la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB), la agencia federal que vela por el cumplimiento de los derechos laborales. SpaceX, de Elon Musk, así como Amazon, Starbucks y Trader Joe’s, se dirigieron a la NLRB -ya despojada de la mayor parte de su poder para imponer multas y obligar a las empresas a cumplir las normas- después de que esta acusara a Amazon, Starbucks y Trader Joe’s de infringir la ley al bloquear la organización sindical. La NLRB acusó a SpaceX de despedir ilegalmente a ocho trabajadores por criticar a Musk. SpaceX, Amazon, Starbucks y Trader Joes pretenden que los tribunales federales anulen la Ley Nacional de Relaciones Laborales, de 89 años de antigüedad, para evitar que los jueces conozcan los casos presentados contra las corporaciones por violar las leyes laborales.
El miedo -el miedo al regreso de Trump y del fascismo cristiano- es la única carta que les queda a los demócratas para jugar. Esto funcionará en los enclaves urbanos liberales donde los tecnócratas con educación universitaria, parte de la economía del conocimiento globalizada, están ocupados regañando y demonizando a la clase trabajadora por su ingratitud.
Los demócratas han descartado tontamente a estos «deplorables» como una causa política perdida. Este precariado, dice el mantra, no es víctima de un sistema depredador construido para enriquecer a la clase multimillonaria, sino de su ignorancia y sus fracasos individuales. Despreciar a los marginados absuelve a los demócratas de defender la legislación para proteger y crear empleos dignos.
El miedo no tiene asidero en los paisajes urbanos desindustrializados y en los páramos abandonados de la América rural, donde las familias luchan sin un trabajo sostenible, con una crisis de opioides, desiertos alimentarios, quiebras personales, desahucios, deudas paralizantes y una profunda desesperación.
Quieren lo mismo que Trump. Venganza. ¿Quién puede culparles?
Observación de José Luis Martín Ramos:
El supremacismo, el racismo, el nacionalismo no antimperialista son producto y productores políticos de la negación, el olvido o el oscurecimiento del discurso de clase. A eso se está contribuyendo desde hace mucho tiempo con narrativas como la del fin del sujeto social revolucionario, la promoción de la identidad transversal, el olvido del factor de clase en las relaciones internacionales, el recurso a un análisis geopolítico vaciado de la dimensión de clase (la excepción, al menos en la voluntad, el artículo que nos pasó Carols, anteayer creo). Se ha de tener la voluntad para no subordinarse a ese discurso y por buscar siempre, en todo, la razón de clase. Es que soy un antiguo.
9. Patnaik sobre ciencia y economía
Hoy precisamente que hemos publicado una de sus Notas económicas en Peoples democracy, acaban de publicar en ese órgano del CPI(M) otro de sus artículos, que va desde la dialéctica de la naturaleza hasta el uso de la inteligencia artificial en el socialismo. https://peoplesdemocracy.in/
Trampa capitalista para los avances científicos
Prabhat Patnaik
HAY una paradoja en el núcleo de la eclosión de la ciencia que se ha producido en el último milenio. En esencia, esta eclosión tiene el potencial de aumentar inmensamente la libertad humana. Aumenta la capacidad del hombre dentro de la dialéctica hombre-naturaleza; la práctica científica pretende ir más allá de lo «dado» no sólo en un sentido de una vez por todas, sino como un movimiento perpetuo a través de un incesante autocuestionamiento, de modo que esta práctica es potencialmente un acto colectivo de liberación. Pero esta promesa de libertad sigue significativamente incumplida; y mientras su potencial no se ha hecho realidad, esta eclosión de la ciencia ha sido utilizada en gran medida para la dominación de algunos sobre otros seres humanos y otras sociedades. La paradoja reside en el hecho de que la práctica científica, que tiene el potencial de aumentar la libertad humana, se ha utilizado para aumentar la dominación, es decir, para atenuar la libertad humana.
Las raíces de esta paradoja se encuentran en el hecho de que el desencadenamiento del avance científico requería un derrocamiento del dominio de la Iglesia sobre la sociedad (que, recordemos, había obligado a Galileo a retractarse); y este derrocamiento sólo podía producirse como parte de la trascendencia del orden feudal, es decir, como parte de la revolución burguesa, de la que la Revolución Inglesa de 1640 fue un ejemplo paradigmático. Por tanto, el desarrollo de la ciencia moderna en Europa estuvo inextricablemente ligado desde el principio al desarrollo del capitalismo; y este hecho dejó su huella indeleble en el uso que se hizo de los avances científicos.
Esta impronta burguesa también tuvo importantes implicaciones epistémicas de las que se han ocupado filósofos (como Akeel Bilgrami), a saber, el tratamiento de la naturaleza como «materia inerte» y la atribución de una «inercia» similar a las poblaciones indígenas de zonas remotas del mundo («pueblos sin historia»), lo que «justificaba» a los ojos europeos la adquisición de «dominio» tanto sobre la naturaleza como sobre esas poblaciones lejanas y, por tanto, «justificaba» el fenómeno del imperialismo.
Muy conscientes de que el papel liberador de la ciencia sólo podía realizarse plenamente mediante la trascendencia del propio capitalismo, los mejores científicos de la época en que dicha trascendencia había entrado en la agenda histórica, se unieron a la lucha por el socialismo. Esto no sólo era esencial para ellos como ciudadanos, para evitar el abuso de la ciencia; también era un imperativo moral para ellos como científicos: luchar contra el abuso de su propia praxis que producía el avance científico, tenía una importancia primordial para ellos.
En materia de lucha por el socialismo, el ejemplo de Albert Einstein es bien conocido. No sólo era un socialista declarado, sino que participaba activamente en actividades y reuniones políticas, por lo que el FBI estadounidense le había puesto un «seguimiento» y mantenía un dossier sobre él que ahora está abierto al público; de hecho, debido a sus convicciones socialistas no se le dio autorización de seguridad para participar en el proyecto Manhattan que desarrolló la bomba atómica. Del mismo modo, en Gran Bretaña, los mejores científicos del siglo XX formaron parte de la izquierda, desde JD Bernal a Joseph Needham, JBS Haldane, Hyman Levy, GH Hardy, Dorothy Hodgkin y muchos otros.
Sin embargo, con la llegada del neoliberalismo se ha producido un cambio fundamental. Se ha producido una «mercantilización» de la ciencia, en virtud de la cual la responsabilidad de financiar la investigación ha pasado del Estado a donantes privados, principalmente empresas. Esto ha significado que la libertad del científico para expresar opiniones políticas que subrayen la necesidad de trascender el capitalismo se ha visto enormemente restringida. Si un científico quiere participar en un proyecto de investigación, tiene que ser suficientemente aceptable para los donantes privados; y no ayuda al científico si se sabe que tiene creencias socialistas. Incluso los nombramientos universitarios vienen determinados por la capacidad del científico para atraer fondos de los donantes. Por tanto, las mismas limitaciones políticas se aplican incluso en un ámbito en el que hasta hace poco los académicos tenían libertad para profesar creencias diversas. En otras palabras, la mercantilización de la ciencia produce, como consecuencia necesaria, un conformismo político, y por tanto una irresponsabilidad social, por parte del científico. El «lujo» de interiorizar el imperativo moral de intentar ir más allá del capitalismo, para que la propia práctica científica contribuya a la liberación humana, se le niega al científico en la era del neoliberalismo; y esto a su vez implica la adopción de avances científicos sin una discusión adecuada de las consecuencias.
Un ejemplo obvio de tal adopción irreflexiva que está ocurriendo hoy ante nuestros propios ojos se refiere a la inteligencia artificial. Por supuesto, tiene varias implicaciones en las que no voy a entrar; mi preocupación es sólo una implicación, a saber, la creación de desempleo masivo, sobre el que llamó la atención la reciente huelga de los guionistas de Hollywood. Cualquier medida que sustituya el trabajo humano por un dispositivo mecánico es potencialmente liberadora: puede reducir la monotonía del trabajo o, alternativamente, aumentar la magnitud de la producción con el mismo despliegue de mano de obra que antes y, por tanto, la disponibilidad de bienes y servicios para la población. Pero en el capitalismo, cada sustitución del trabajo humano por un dispositivo mecánico aumenta la miseria humana.
Veamos un ejemplo. Supongamos que una innovación duplica la productividad del trabajo. En el capitalismo, cada capitalista utilizaría la innovación para reducir la mitad de la mano de obra empleada anteriormente. Este mismo hecho aumentaría el tamaño relativo del ejército de reserva de mano de obra, por lo que los que siguieran empleados no experimentarían ningún aumento en su salario real. Por lo tanto, se produciría una reducción a la mitad de la masa salarial y un aumento de la magnitud del excedente, si se sigue produciendo el nivel anterior de producción. Pero debido al desplazamiento de los salarios al excedente en el nivel anterior de producción, se produciría una caída de la demanda (ya que se consume una mayor proporción de salarios que de excedente) y, por lo tanto, no se produciría el nivel anterior de producción y habría un grado adicional de desempleo, esta vez debido a una demanda insuficiente, además del desempleo generado por la duplicación original de la productividad laboral.
El economista inglés David Ricardo no se había percatado de este desempleo adicional debido a la deficiencia de la demanda. Había supuesto la Ley de Say, es decir, que nunca hay deficiencia de demanda agregada, y que no sólo se consumen todos los salarios, sino que todo el excedente en exceso de la parte que se consume se invierte automáticamente. A partir de este supuesto, había llegado a la conclusión de que el desplazamiento de los salarios a los excedentes, si bien reduciría el consumo total de la producción anterior, aumentaría la inversión, pero dejaría la producción anterior sin cambios desde el principio; y este aumento de la cuota de inversión aumentaría la tasa de crecimiento de la producción y, por tanto, la tasa de crecimiento del empleo. Por lo tanto, el uso de maquinaria, aunque puede reducir el empleo inmediatamente, aumentaría su tasa de crecimiento, de modo que el empleo supera después de algún tiempo lo que habría sido de otro modo.
Sin embargo, la ley de Say no tiene ninguna validez. La inversión en el capitalismo viene determinada por el crecimiento esperado del mercado y no por la magnitud del excedente (a menos que existan mercados coloniales sin explotar a los que se pueda acceder o que el Estado esté siempre dispuesto a intervenir para superar una deficiencia de la demanda agregada). La razón por la que el cambio tecnológico no provocó históricamente un desempleo masivo dentro de la metrópoli fue doble: en primer lugar, había mercados coloniales disponibles a los que se podía acceder, por lo que gran parte del desempleo generado por el cambio tecnológico se trasladó a las colonias (en forma de desindustrialización); es decir, hubo exportación de desempleo desde la metrópoli. En segundo lugar, el desempleo local generado por el cambio tecnológico no perduró, porque los desempleados emigraron al extranjero. A lo largo del «largo siglo XIX» (hasta la Primera Guerra Mundial) 50 millones de europeos emigraron a las regiones templadas de colonización blanca como Canadá, Estados Unidos, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.
Hoy, sin embargo, la situación es totalmente distinta. No es sólo que el colonialismo no exista, sino que los mercados del tercer mundo son inadecuados para contrarrestar cualquier deficiencia de la demanda agregada en la metrópoli. Del mismo modo, el Estado no puede contrarrestar una deficiencia de la demanda agregada, ya que no puede aumentar su déficit fiscal más allá del límite de la Ley FRBM, ni gravar a los ricos para aumentar su gasto (gravar a los trabajadores para aumentar su gasto apenas aumenta la demanda agregada). Por lo tanto, se deduce que la mecanización, incluido el uso de la inteligencia artificial, en el contexto del capitalismo actual generará inevitablemente un desempleo masivo.
Pensemos, por el contrario, en lo que ocurriría en una economía socialista. Cualquier mecanización, incluido el uso de la inteligencia artificial, reducirá la pesadez del trabajo sin reducir el empleo, la producción y, por tanto, la masa salarial de los trabajadores, todo ello determinado centralmente. Esta diferencia fundamental entre los dos sistemas explica por qué el uso benigno de la inteligencia artificial sólo está condicionado a la trascendencia del capitalismo.