Para todas las Elnas.
Un país para el que las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU se consideran “no vinculantes” y pueden ser incumplidas sin consecuencias. Un país que mantiene intactos sus acuerdos comerciales y sus relaciones diplomáticas. Un país que es demandado por Sudáfrica en la Corte Internacional de Justicia por genocidio, y solo otros seis Estados se unen a la demanda, todos ellos latinoamericanos. Un país que, tras asesinar a más de 33.000 personas y un número muy superior de heridos y mutilados además de una destrucción sin precedentes, ve cómo Estados Unidos le sigue enviando material militar, incluidas 1.800 bombas MK84 capaces de arrasar manzanas enteras de edificios. Un país cuya selección de fútbol sigue jugando sus partidos clasificatorios para la próxima Eurocopa. Es que ni de Eurovisión lo han echado. Ese país, sí. Escríbelo tú en los espacios vacíos, que a mí ya me da vergüenza.
Isaac Rosa (4-2024)
Cuando la intención genocida es tan conspicua, tan ostentosa, como lo es en Gaza, no podemos apartar la vista, debemos hacer frente al genocidio; debemos prevenirlo y debemos castigarlo. En concreto, Israel ha cometido tres actos de genocidio con la intención requerida: causar graves daños físicos o mentales a miembros del grupo; infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial; imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos dentro del grupo.
Francesca Albanese (3-2024)
No hay sorpresas en Gaza. Cada acto horrible del genocidio de Israel ha sido telegrafiado de antemano. Así ha sido durante décadas. La desposesión de los palestinos de sus tierras es el corazón palpitante del proyecto colonial de los colonos israelíes. Esta desposesión ha tenido momentos históricos dramáticos -1948 y 1967- cuando se tomaron enormes partes de la Palestina histórica y cientos de miles de palestinos fueron objeto de una limpieza étnica. La desposesión también se ha producido en incrementos: el robo de tierras a cámara lenta y la constante limpieza étnica en Cisjordania, incluido Jerusalén Este. La incursión del 7 de octubre de Hamás y otros grupos de resistencia en Israel, que causó la muerte de 1.154 israelíes, turistas y trabajadores migrantes y la toma de rehenes de unas 240 personas, dio a Israel el pretexto para lo que ansía desde hace tiempo: la eliminación total de los palestinos.
Chris Hedges (3-2024)
No fue un accidente. Como ha señalado Carlos Valmaseda (Espai Marx), fueron tres los coches atacados, separados por 2,5 km y bombardeados uno a uno (https://twitter.com/). Se ha puesto el foco informativo estos días en el crimen de los siete cooperantes (al menos 195 cooperantes asesinados desde el 7 de octubre) del World Center Kitchen. Todas las muertes-asesinatos son igual de terribles. Ese mismo día las fuerzas militares israelíes asesinaron a 71 personas e hirieron a 102 en toda la Franja de Gaza en 7 masacres diferentes.
La referencia de la primera cita: Isaac Rosa, “33.000 muertos, crímenes de guerra, hambruna y no te echan ni de Eurovisión” https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/33-000-muertos-crimenes-guerra-hambruna-no-echan-eurovision_129_11253504.html
La segunda cita: de la intervención de la relatora especial sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados durante la presentación ante la ONU de su informe Anatomía de un genocidio. https://www.ohchr.org/es/hrbodies/hrc/home
Una aproximación a las dimensiones de la barbarie:
32.975 muertos y al menos 75.557 heridos en la Franja de Gaza. Más de 453 palestinos muertos en Cisjordania ocupada y Jerusalén Oriental. 600 soldados israelíes muertos desde el 7 de octubre y al menos 6.800 heridos.
Del informe de Francesca Albanese a las Naciones Unidas: “Además de matar a más de 30.000 palestinos, entre ellos 13.000 niños, las fuerzas israelíes utilizaron «un arsenal apocalíptico» en uno de los lugares más densamente poblados del planeta. Se utilizaron casi 25.000 toneladas de explosivos (el equivalente a dos bombas nucleares), municiones no guiadas (o «bombas tontas») y otros artefactos para arrasar barrios enteros.”
Del artículo de Chris Hedges (“Un genocidio anunciado” https://chrishedges.substack): “Israel ha arrasado el 77% de las instalaciones sanitarias de Gaza, el 68% de las infraestructuras de telecomunicaciones, casi todos los edificios municipales y gubernamentales, los centros comerciales, industriales y agrícolas, casi la mitad de las carreteras, más del 60% de las 439.000 viviendas de Gaza, el 68% de los edificios residenciales -el bombardeo de la torre Al-Taj, en la ciudad de Gaza, el 25 de octubre, mató a 101 personas, entre ellas 44 niños y 37 mujeres, e hirió a cientos- y ha arrasado campos de refugiados. El ataque contra el campo de refugiados de Yabalia, el 25 de octubre, mató al menos a 126 civiles, entre ellos 69 niños, e hirió a 280. Israel ha dañado o destruido las universidades de Gaza, todas ellas cerradas, y el 60% de otras instalaciones educativas, incluidas 13 bibliotecas. También ha destruido al menos 195 lugares patrimoniales, entre ellos 208 mezquitas, iglesias y los Archivos Centrales de Gaza, que contenían 150 años de registros y documentos históricos.”
Sugerencias de lectura: Rami Abou Jamous (periodista palestino en Rafah, fundador de GazaPress, autor de un “Diario de Gaza” que va publicando en Orient XXI): «He aquí otra resolución de la ONU que acabará en un cajón» https://orientxxi.info/ “Ante la resolución del Consejo de Seguridad que pedía un alto el fuego para el periodo del Ramadán, que ha sido aprobada porque por una vez Estados Unidos no la vetó, me dije: aquí hay otra resolución que va a acabar en un cajón, y es la Nakba otra vez. El mismo escenario, los mismos actores: los mismos ocupantes, los mismos ocupados, la misma miseria, las mismas masacres. La única diferencia es que entonces eran milicias; hoy se han convertido en un ejército regular…”
También les interesará este artículo (más general) de Rafael Poch de Feliu: “La ruptura del canon y sus consecuencias” https://rafaelpoch.com/2024/03/28/la-ruptura-del-canon-y-sus-consecuencias/#more-1517
En nota 1, la muerte de un niño palestino (más de 13 mil asesinados), un artículo de Chris Hedges.
Sigamos aportando nuestro granitos de arena, en la línea de la manifestación-concentración del pasado 30 de marzo, en el día de la tierra palestina. ¡No cesemos, no desfallezcamos! ¡No pasarán, no pasarán!
(El jueves noche juegan en el Palau blaugrana el Barça y el Maccabi Tel Aviv. La directiva del Barça ha prohibido la exhibición de banderas palestinas y de pancartas que denuncien el genocidio).
Cojo el hilo de la página. Unas observaciones previas:
1. Dos ejemplos de ‘cancelaciones’ en .Cat:
a) El Viejo Topo, la editorial que ha publicado Tierra quemada de Juan Francisco Martín Seco, no ha podido encontrar una librería barcelonesa, tampoco un centro cívico, donde presentar el libro, finalmente presentado en el Ateneo Dignidad, un local de un colectivo de organizaciones barcelonesas de izquierda (de la izquierda que no se rinde).
(Entre paréntesis: La Vanguardia quería entrevistar a Juan Francisco Martín Seco aprovechando su estancia en Barcelona. Pidió un libro a la editorial, al Topo, pero al final cambio de opinión. No hay entrevista. Su argumento (su excusa más bien): es un libro demasiado político y estamos en tiempo electoral).
b) Ninguna librería de la ciudad de Girona se “ha atrevido” a que Albert Soler firme ejemplares de su libro “Puigdemont: el retorno del Vivales” en las paradas que se instalarán en las calles gerundenses el próximo 23 de abril. Las razones esgrimidas por los responsables de las librerías: «Sólo queremos autores que hayan presentado el libro en nuestra librería», «por la tarde sólo tenemos autores de libros infantiles», «sólo falta un mes para Sant Jordi y ya tenemos la agenda cerrada (sin tenerla cerrada)».
(Les recomiendo, entusiasmado, el artículo de esta semana de Soler en Diari de Girona: “Junts+Vivales i l’ordre dels factors.” Una de sus magníficas ocurrencias: “-Ja ho tinc [¡Ya lo tengo!]! Vota PUIGDEMONT: Partit Únicament Interessat a Guanyar Diners Enganyant Mesquins, amb Objectiu de No Treballar [Partido Únicamente Interesado en Ganar Dinero Engañando Mezquinos, con el Objetivo de No Trabajar.”)
2. Un tuit de Jaume Reixach que suscribo y que pone, en mi opinión, el dedo donde debe ubicarse: “A Catalunya no hem de passar pàgina. Hem de canviar de llibre i tornar a començar la història des del 1980, just abans que el president Josep Tarradellas cedís la presidència de la Generalitat a Jordi Pujol. Es en aquest moment quan va començar, realment, el malaurat ‘procés’” [En Cataluña no debemos pasar página. Debemos cambiar de libro y volver a empezar la historia desde 1980, justo antes de que el presidente Josep Tarradellas cediera la presidencia de la Generalitat a Jordi Pujol. Es en ese momento cuando empezó realmente el lamentable [maldito] ‘proceso’].
3. Para que no haya dudas (que seguro que no las hay) de la orientación de clase de la candidatura de Juntsxperlapela (o como se llamen ahora): la empresaria Anna Navarro será la número dos de ‘Junts+Puigdemont per (su) Catalunya’ para las elecciones del 12 de mayo. El entorno del Vivales ha destacado que el fichaje de Navarro permitirá “reforzar el perfil económico” de la candidatura. Navarro es vicepresidenta de la empresa Procore Technologies. “Es una líder tecnológica” según Puigdemont. Navarro fue nombrada en 2020 la mujer más influyente del mundo-mundial en el ámbito de la tecnología por la revista Analytics Insight.
4. La idea-fuerza de la campaña electoral de ERC (además de la financiación “cupo vasco” para .Cat): referéndum de autodeterminación (sin indicar mayorías cualificadas ni porcentajes de participación) con una pregunta clara (del tipo: “¿Está de acuerdo con que Cataluña sea un Estado independiente?”) amparándose en el artículo 92 de la Constitución que en su primer apartado (el más relevante para la cuestión) dice así: “Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos”. Se habla de referéndum consultivo y de “todos los ciudadanos”. En un asunto de esta naturaleza, ¿todos los ciudadanos interesados son solo los ciudadanos de Cataluña?
Vayamos a Elna (con mucho retraso):
Fue el pasado 21 de marzo, en la ciudad francesa de Elna (lo es a partir del Tratado de los Pirineos, desde 1659), donde Carles Puigdemont presentó su candidatura a la presidencia de la Generalitat de Cataluña en las elecciones autonómicas del próximo 12 de mayo (no son propiamente elecciones presidenciales: los ciudadanos no elegimos presidente, elegimos diputados/as, y ellos eligen, por alianzas y acuerdos entre partidos, el presidente de la institución, como en el caso del gobierno español y la elección del presidente de gobierno).
El ex alcalde de Girona puede elegir, desde luego, el lugar que crea más adecuado para anunciar su candidatura (no es la primera vez que es candidato). Puede convocar a sus partidarios, y a los líderes y cuadros de su formación (cuyas siglas pretende ocultar todo lo posible, tal como hizo Trias cuando se presentó a la alcaldía de Barcelona), y anunciar sus planes, finalidades, objetivos, sus tácticas y estrategias. En la línea de siempre: Cataluña, Cataluña y Cataluña; nosotros (no “los otros”) representamos la verdadera Cataluña; ho tornarem a fer; no renunciamos a la unilateralidad; todo por la patria catalana; etc. etc. El etorno retorno de lo mismo con escasas e insustantivas variantes. Añadiendo, eso sí, que volvería a España si tiene garantizada la presidencia de la Generalitat (no en otras circunstancias).
Ahora bien, lo que Elna (la hija de unos queridos amigos lleva ese maravilloso nombre), la ciudad francesa, significa para la tradición republicana española, para las tradiciones de la izquierda española (incluida la catalana por supuesto), nada tiene que ver con lo que representa Puigdemont. Elna y el Vivales son entidades contrapuestas, sal y aceite.
Elna (entre 1939 y 1944, la Maternidad de la ciudad, fundada por Elisabeth Eidenbenz, una ciudadana suiza, acogió a las mujeres refugiadas de la Guerra Civil española que estaban embarazadas; atendió el parto de unas 600 mujeres republicanas) significa apoyo a los más vulnerables, solidaridad, internacionalismo, republicanismo (en serio), humanismo no retórico, lucha contra el fascismo y el nazismo, consistencia, heroísmo popular,… Nada que ver con los valores e intereses que enmarcan, financian y alimentan la candidatuta de una fuerza política hispanofóbica y muy, pero que muy de derechas, arraigada entre los sectores más conservadores y nacionalistas de la ciudadanía catalana. Otro mundo, otros valores, otra historia.
Un ejemplo de esa otra historia y esos otros valores: en Elna, la Unitat Cívica per la República organizó hace años un homenaje a Antonio Machado y a Walter Benjamin que contó con la participación de Francisco Fernández Buey (y Miguel Casado y Olvido García Valdés). Ni que decir tiene que Puigdemont no estuvo. Tampoco Aragonès.
Me olvidaba… y no debería haberme olvidado: domingo 7 de abril, manifestación en Barcelona, a las 11:30, en la Plaza Urquinaona, en el Día Mundial por el Derecho a la Salud. Estamos todos invitados. ¿Nos vemos?
Notas
1) Chris Hedges, “La muerte de Amr” https://chrishedges.substack.
Más de 13.000 niños han muerto en Gaza. Amr Abdallah era uno de ellos.
La mañana en que Amr Abdallah fue asesinado, se levantó antes del amanecer para rezar la oración del Ramadán con su padre, su madre, sus dos hermanos pequeños y su tía, en un descampado del sur de Gaza.
«Te adoramos y te pedimos ayuda», rezaron. «Guíanos por el camino recto, el camino de aquellos a los que has favorecido, no el de los que han provocado tu ira ni el de los descarriados».
Estaba oscuro. Regresaron a sus tiendas. Su antigua vida había desaparecido: su pueblo, Al-Qarara, su casa -construida con el dinero que el padre de Amr ahorró durante los 30 años que trabajó en el Golfo Pérsico-, sus huertos, su escuela, la mezquita local y el museo cultural del pueblo, con artefactos que databan del 4.000 a.C.
Reducido a escombros.
Amr, que tenía 17 años, se habría graduado en el instituto este año. Las escuelas cerraron en noviembre. Habría ido a la universidad, quizá para ser ingeniero como su padre, que era un destacado líder comunitario. Amr era un estudiante superdotado. Ahora vivía en una tienda de campaña en una «zona segura» que, como él y su familia ya sabían, no era segura. Los israelíes la bombardeaban esporádicamente.
Hacía frío y llovía. La familia se acurrucaba para mantenerse caliente. El hambre los envolvía como una espiral.
«Cuando dices ‘Amr’ es como si hablaras de la luna», me dice su tío, Abdulbaset Abdallah, que vive en Nueva Jersey. «Era el especial, guapo, brillante y amable».
Los ataques israelíes comenzaron en el norte de Gaza. Luego se extendieron hacia el sur. En la mañana del viernes 1 de diciembre, aviones no tripulados israelíes lanzaron octavillas sobre el pueblo de Amr.
«A los habitantes de al-Qarara, Khirbet al-Khuza’a, Absan y Bani Soheila», decían los panfletos. «Debéis evacuar inmediatamente e ir a los refugios de la zona de Rafah. La ciudad de Jan Yunis es una zona de combate peligrosa. Han sido advertidos. Firmado por el Ejército de Defensa Israelí».
Las familias de Gaza viven juntas. Generaciones enteras. Por eso mueren decenas de familiares en un solo ataque aéreo. Amr creció rodeado de tíos, tías y primos.
Los aldeanos entraron en pánico. Algunos empezaron a hacer las maletas. Otros se negaron a marcharse.
Uno de los tíos de Amr fue inflexible. Él se quedaría mientras la familia iba a la «zona segura». Su hijo era médico en el Hospital Nasser. El primo de Amr salió del hospital para suplicar a su padre que se marchara. Momentos después de que él y su padre huyeran, su calle fue bombardeada.
Amr y su familia se mudaron a casa de unos parientes en Jan Yunis. Pocos días después volaron más panfletos. Les dijeron a todos que fueran a Rafah.
La familia de Amr, a la que ahora se habían unido parientes de Khan Yunis, huyó a Rafah.
Rafah era una pesadilla. Palestinos desesperados vivían al aire libre y en las calles. Había poca comida y agua. La familia durmió en su coche. Hacía frío y llovía. No tenían mantas. Buscaron desesperadamente una tienda de campaña. No había tiendas. Encontraron una vieja lámina de plástico, que ataron a la parte trasera del coche para hacer una zona protegida. No había baños. La gente hacía sus necesidades a un lado de la carretera. El hedor era insoportable.
Habían sido desplazados dos veces en una semana.
El padre de Amr, que padece diabetes e hipertensión, cayó enfermo. La familia lo llevó al Hospital Europeo, cerca de Jan Yunis. El médico le dijo que estaba enfermo porque no comía lo suficiente.
«No podemos ocuparnos de su caso», le dijo el médico. «Hay casos más críticos».
«Tenía una casa preciosa», dice Abdallah de su hermano mayor. «Ahora no tiene casa. Conocía a todo el mundo en su pueblo. Ahora vive en la calle con multitud de desconocidos. Nadie tiene suficiente para comer. No hay agua limpia. No hay instalaciones ni baños adecuados».
La familia decidió trasladarse de nuevo a al-Mawasi, designada «zona humanitaria» por Israel. Al menos estarían en terreno abierto, parte del cual pertenecía a su familia. La zona costera, llena de dunas, alberga ahora a unos 380.000 palestinos desplazados. Los israelíes prometieron la entrega de ayuda humanitaria internacional a al-Mawasi, de la que llegó poca. El agua tiene que llegar en camiones. No hay electricidad.
Aviones de guerra israelíes alcanzaron en enero un complejo residencial de al-Mawasi donde se alojaban equipos médicos y sus familias del Comité Internacional de Rescate y de Ayuda Médica para los Palestinos. Varios resultaron heridos. En febrero, un tanque israelí disparó contra una casa de Al Mawasi donde se refugiaba personal de Médicos Sin Fronteras y sus familias, causando dos muertos y seis heridos.
La familia de Amr levantó dos tiendas improvisadas con hojas de palmera y láminas de plástico. Los drones israelíes sobrevolaban la zona día y noche.
El día antes de que lo mataran, Amr consiguió una conexión telefónica -las telecomunicaciones suelen estar cortadas- para hablar con su hermana en Canadá.
«Por favor, sácanos de aquí», suplicó.
La empresa egipcia Hala, que significa «Bienvenido» en árabe, proporcionaba permisos de viaje a los gazatíes para entrar en Egipto por 350 dólares, antes del asalto israelí. Desde que comenzó el genocidio, la empresa ha subido el precio a 5.000 dólares por un adulto y 2.500 por un niño. En ocasiones ha llegado a cobrar hasta 10.000 dólares por un permiso de viaje.
Hala tiene oficinas en El Cairo y Rafah. Una vez pagado el dinero -Hala sólo acepta dólares estadounidenses-, el nombre del solicitante se remite a las autoridades egipcias. La obtención del permiso puede tardar semanas. Sacar a la familia de Amr de Gaza costaría unos 25.000 dólares, el doble si incluían a su tía viuda y a sus tres primos. No era una suma que los familiares de Amr en el extranjero pudieran reunir rápidamente. Crearon una página de GoFundMe aquí. Todavía están intentando reunir suficiente dinero.
Una vez que los palestinos llegan a Egipto, los permisos caducan en un mes. La mayoría de los refugiados palestinos en Egipto sobreviven con el dinero que les envían desde el extranjero.
Amr se despertó en la oscuridad. Era el primer viernes del Ramadán. Se unió a su familia en la oración de la mañana. El Fajr. Eran las 5 de la mañana.
Los musulmanes ayunan de día durante el mes de Ramadán. Comen y beben cuando se pone el sol y poco antes del amanecer. Pero ahora la comida escaseaba. Un poco de aceite de oliva. La especia za’atar. No era mucho.
Volvieron a sus tiendas después de las oraciones. Amr estaba en la tienda con su tía y tres primos. Un proyectil explotó cerca de la tienda. La metralla destrozó la pierna de su tía e hirió gravemente a sus primos. Amr trató frenéticamente de ayudarlos. Explotó un segundo proyectil. La metralla atravesó el estómago de Amr y salió por su espalda.
Amr se levantó. Salió de la tienda. Se desplomó. Los primos mayores corrieron hacia él. Tenían suficiente gasolina en el coche -el combustible escasea- para llevar a Amr al hospital Nasser, a cinco kilómetros de distancia.
«Amr, ¿estás bien?», le preguntaron sus primos.
«Sí», gimió.
«Amr, ¿estás despierto?», le preguntaron al cabo de unos minutos.
«Sí», susurró.
Lo sacaron del coche. Lo llevaron a los abarrotados pasillos del hospital. Lo dejaron en el suelo.
Estaba muerto.
Llevaron el cuerpo de Amr de vuelta al coche. Condujeron hasta el campamento de la familia.
El tío de Amr me muestra un vídeo de la madre de Amr llorando sobre su cadáver.
«Mi hijo, mi hijo, mi amado hijo», se lamenta en el vídeo, con la mano izquierda acariciando tiernamente su rostro. «No sé qué haré sin ti».
Enterraron a Amr en una tumba improvisada.
Esa misma noche, los israelíes volvieron a bombardear. Varios palestinos resultaron heridos y muertos.
La tienda vacía, ocupada el día anterior por la familia de Amr, fue arrasada.