Miscelánea 29/V/2024

Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. Balance de la guerra en Ucrania.
2. Angus.
3. Otra vez Le Blanc sobre Lenin.
4. Los dalits y el voto al BJP.
5. Alianza campesinos y ecologistas.
6. Trayectoria de Grace Lee Boggs.
7. Movilización en la Cachemira pakistaní.
8. Quién se beneficia económicamente de la nueva Guerra Fría.
9. Repaso a la política interna iraní.

1. Balance de la guerra en Ucrania

Un balance de la guerra en Ucrania de dos profesores canadienses. Creen que puede haber guerra durante años, con una implicación cada vez mayor de la OTAN.

https://www.pressenza.com/fr/

Ucrania: balance y perspectivas

21.05.24 – Samir Saul – Michel Seymour

Los dos focos más beligerantes del mundo en este momento son Palestina y Ucrania. Los partidarios de la paz, que son más numerosos de lo que nos quieren hacer creer los portavoces de las potencias y los grandes medios de comunicación que los retransmiten, tienen interés en comprender lo que está en juego para orientar sus acciones. Les interesa comprender los vínculos entre estos dos conflictos, que remiten a una única causa: Estados Unidos. La opinión pública mundial ya ha sido alertada por los trágicos acontecimientos de la Franja de Gaza. Las imágenes que nos llegan son insoportables y asombrosas en su crueldad, pero la larga duración de este conflicto también ha permitido a la opinión pública formarse una opinión informada, lo que facilita la distinción entre verdad y mentira y entre víctima y verdugo. Esto es mucho menos cierto en el caso de Ucrania, donde las acciones de Estados Unidos son más recientes y se han llevado a cabo a hurtadillas, o sólo han sido comprendidas por quienes siguen la actualidad geopolítica. La implicación de Estados Unidos en el genocidio de los gazatíes ha arruinado permanentemente su reputación en el extranjero, pero todavía no hasta el punto de considerarlo el principal responsable de lo que está ocurriendo en Ucrania.

1. Palestina y Ucrania

En Palestina, el sistema estadounidense de control sobre Oriente Medio/Asia Occidental está siendo puesto a prueba por la revuelta palestina contra el colonialismo sionista-israelí de asentamientos, que depende totalmente de Estados Unidos. Más de 7 meses después de su lanzamiento, el ataque masivo israelí contra la población del minúsculo territorio de Gaza y su pequeña fuerza guerrillera no ha logrado ninguno de sus objetivos (destruir a Hamás, recuperar a los rehenes israelíes, expulsar a los palestinos de Gaza mediante una «limpieza étnica»). El acuerdo estratégico basado en el mito de la invencibilidad se ha hecho añicos.

La resolución está muy lejos porque hay décadas de expolio, masacres, apartheid, injusticia y negación de derechos que resolver. El genocidio de los judíos por los nazis alemanes se ha utilizado, especialmente desde el 7 de octubre de 2023, como instrumento y coartada útil para instalar a Israel en una postura de víctima, allanando el camino para el objetivo de la ideología sionista, a saber, el proyecto del Gran Israel y la expulsión de los palestinos de Palestina. El trauma sufrido por los judíos europeos a manos de los nazis se parece cada vez más a lo que Israel está haciendo al pueblo palestino.

El conflicto entre un Estado israelí dominado por la ideología sionista de convertir Palestina en un asentamiento (ideología patrocinada por el imperialismo británico y luego estadounidense) y los derechos nacionales palestinos se remonta a 1917 y ha alcanzado un violento clímax. Forma parte de una dinámica más amplia de conflicto entre el control de la región por el imperialismo estadounidense y su contestación por fuerzas nacionales de países árabes y no árabes (Irán). Este conflicto es a su vez un componente de la lucha mundial que libra Estados Unidos para perpetuar su hegemonía (sistema unipolar), que rechazan Rusia, China y el Sur. Se trata de la Tercera Guerra Mundial, que ha comenzado ante nuestros ojos bajo formas diferentes a las de 1914 y 1939. Será una guerra larga, con características militares y no militares, y con muchos giros y sorpresas.

Es este conflicto global el que también se está desarrollando en Ucrania, donde Estados Unidos y la alianza militar occidental que lidera planeaban poner a Rusia de rodillas utilizando a los ucranianos como carne de cañón y a Ucrania como apoderado, peón y agente de provocación en una guerra por poderes. Patrocinada, financiada, armada y entrenada por la OTAN, Ucrania está siendo sacrificada con la esperanza de desangrar a Rusia, debilitarla y provocar un cambio de régimen en Moscú que pondría a ese país en manos de Estados Unidos. Con Rusia derrotada, Estados Unidos pasaría a su objetivo final, un conflicto con China para frenar su éxito económico, hacerla retroceder en todos los frentes, recolonizarla y prolongar por defecto la hegemonía estadounidense.

La historia tiene la costumbre de frustrar los planes más hábilmente urdidos. Sabemos que la aventura ucraniana no se está desarrollando en absoluto según lo previsto. A pesar del desenfreno de la desinformación, las «historias» engañosas y las «narrativas» fantaseadas sobre una victoria fácil contra una Rusia supuestamente inepta, la realidad (obvia desde el principio para cualquiera que esté familiarizado con la situación) acabó imponiéndose a todo el mundo (incluidos los gobiernos de la OTAN y la fauna mediática proestadounidense: propagandistas, «expertos» en escena y periodistas papagayos). Rusia tiene claramente la sartén por el mango, desarmando metódicamente a Ucrania, destruyendo fácilmente las mejores armas occidentales y vaciando los arsenales de la OTAN. El triunfalismo occidental se está convirtiendo en pánico, abatimiento, desvaríos y poses. La apuesta de una fácil guerra por poderes contra Rusia se ha perdido.

Mientras que la opinión pública mundial llega cada vez más a la misma conclusión, la opinión pública occidental todavía no es plenamente consciente de las causas del conflicto ucraniano. Aunque la absurda idea de que la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 fue un acto de agresión no provocado se oye con menos frecuencia, el alcance del papel desempeñado por Estados Unidos sigue sin apreciarse plenamente. Lamentablemente, puede que haga falta otra conflagración, esta vez entre China y Estados Unidos, para que los focos se centren en un único pirómano y en hasta qué punto está en el origen de la tragedia ucraniana. Por eso tenemos que seguir volviendo a las causas reales de esta otra guerra.

2. Estructura del conflicto en Ucrania

Una vez más, es importante hacer balance de la evolución de este conflicto para mirar hacia el futuro. En primer lugar, hay que recordar que el 20 de enero de 1991, mucho antes del referéndum de independencia de Ucrania del 1 de diciembre del mismo año, Crimea, que sólo había sido transferida administrativamente a Ucrania 37 años antes, votó en referéndum a favor de formar parte de la URSS.

La guerra en Ucrania pasó entonces por varias fases:

  1. La marcha hacia la guerra comenzó en 2008 con el plan de integración de Ucrania en la OTAN. Las sucesivas expansiones de la OTAN desde el final de la Guerra Fría han puesto a sus tropas, tanques y misiles en contacto militar directo con Rusia.
  2. Inicio y preparación. El golpe de Estado de 2014 en Kiev, patrocinado por Estados Unidos, estaba vinculado a Oriente Próximo. Furiosos porque Putin había ayudado a Obama a abstenerse de bombardear Siria en 2013, los neoconservadores decidieron abrir un frente en Ucrania, territorio colindante con Rusia, con vistas al Mar Negro, sede de su base naval de Sebastopol y muy sensible en términos de su seguridad. Instalar en Kiev a los golpistas proestadounidenses y antirrusos de Stepan Bandera es el requisito previo para poner a Ucrania en estado de guerra contra el Donbass rusoparlante y contra la propia Rusia. Solo en respuesta al putsch y tras un segundo referéndum en Crimea, Rusia se anexionó esta provincia, pero no Donbass, a pesar de los llamamientos de la población rusoparlante. Los acuerdos de Minsk de 2015, que debían garantizar la autonomía de Donbass, fueron ignorados por Kiev, amparándose en Francia y Alemania, los garantes. Desde 2014, el ejército ucraniano ha sido reconfigurado, rearmado y aumentado por la OTAN. En 2022, contará con fuerzas militares del tamaño del ejército turco, el mayor de la OTAN después de Estados Unidos. Está preparado para enfrentarse a Rusia.
  3. En 2021, la llegada de Biden al poder dio rienda suelta a los belicistas neoconservadores antirrusos. Aumentaron las amenazas, las provocaciones, los sobrevuelos de bombarderos e incluso las escaramuzas navales frente a las costas de Crimea. La soberanía rusa ya no se respetaba. A finales de 2021, tras años de paciencia, diplomacia, súplicas, advertencias contra el avance de la OTAN hacia sus fronteras y plegarias para que Occidente escuchara sus necesidades de seguridad, Rusia cambió de tono, exigió la firma de acuerdos integrales de seguridad europeos y desplazó tropas hacia el sur. Su llamamiento a las negociaciones fue rechazado por Occidente, Zelensky expresó su deseo de adquirir armas nucleares y el Donbass estuvo a punto de ser invadido por el ejército ucraniano. La seguridad de Rusia está en juego.
  4. El 21 de febrero de 2022, Rusia reconoció la independencia de las repúblicas rusoparlantes de Donetsk y Lugansk. El 24 de febrero de 2022, sus tropas entraron en Ucrania con el objetivo de desmilitarizar y desnazificar el país. La situación es la siguiente Occidente espera una ocupación total de Ucrania (Rusia puede conseguirlo en una semana si ese es su objetivo) y planea su transformación en un segundo Afganistán para Rusia; planea apoyar una guerra de guerrillas que agotaría a Rusia, facilitando un cambio de régimen en Moscú por elementos proamericanos; pero Rusia no tiene intención de meterse en este atolladero ocupando Ucrania; su intervención es limitada, para sorpresa de Occidente; lanza una «operación militar especial» (OME) con el apoyo de Estados Unidos y Rusia. Lanza una «operación militar especial» (OME) con una fuerza expedicionaria de unos 150.000 hombres, insuficiente para una guerra y una ocupación; la OME toma el Donbass contra un ejército ucraniano tres veces más grande y hace una demostración de fuerza con un mínimo de combates para conseguir que Kiev firme un acuerdo de neutralización; casi lo consigue en abril de 2022, pero Estados Unidos impide que Kiev firme y comienza a enviar armas «letales» con vistas a una guerra convencional contra las fuerzas rusas. La cantidad, calidad y potencia de estas armas seguirá aumentando. La OTAN, implicada desde 2008, participa ahora claramente, a través de Ucrania, en una guerra por delegación contra Rusia.
  5. La moderación de Rusia está creando en Occidente la ilusión de una victoria ucraniano-otaniana, perpetuando el mito de la debilidad de Rusia («una estación de servicio», dijo desdeñoso el belicista estadounidense senador John McCain), la creencia en su infinita incompetencia (la intervención en Siria a partir de 2015, con aviones de combate, S-400 y misiles de crucero, demostró exactamente lo contrario) y la especulación ignorante sobre su supuesta falta de municiones. Eso hace que la gente crea en el escenario de la derrota militar de Rusia. La conmoción y el temor de febrero se convirtieron en júbilo y arrogancia. La gente olvida que Rusia lleva al menos diez años modernizando su ejército, que no está tan desindustrializada como la gente quiere creer (¿cómo puede carecer de industria un país que produce sistemas de armamento de vanguardia, incluidos los hipersónicos?), que dispone de inmensas capacidades materiales y humanas, varias veces superiores a las de Ucrania, y que tiene un largo historial de capacidad de resistencia, a la que recurre repetidamente, sobre todo cuando la seguridad de Rusia se ve amenazada. Ante la escalada de la OTAN, dispone de recursos para una contraescalada aún mayor.
  6. La OME fue un término medio entre la inacción y la ocupación de Ucrania. La apuesta de la OME fracasó porque se basaba en la esperanza de evitar lo inevitable: la guerra a gran escala. Hasta el final, Rusia siguió la política que ha seguido desde el final de la Guerra Fría: posponer el uso de la fuerza todo lo posible, intentar convencer a Occidente de que tuviera en cuenta sus preocupaciones y buscar acuerdos. Por el contrario, todo esto sólo sirvió para reforzar la convicción de Occidente de que Rusia era débil, que se la podía presionar y mangonear, y que al final no reaccionaría ante la expansión de la OTAN. Hacer que la OMS firmara un acuerdo era optimista, incluso poco realista, en la medida en que no había ninguna garantía de que el acuerdo se respetaría una vez que las tropas rusas se hubieran marchado, de que Ucrania se desarmaría realmente, de que no se instalarían subrepticiamente misiles estadounidenses apuntando a Rusia. La anulación de los acuerdos de abril de 2022 y el compromiso de la OTAN pusieron fin a esta política.
  7. La guerra que la OME fue diseñada para evitar ocurrirá. Será una guerra convencional, esencialmente terrestre y de alta intensidad, un escenario casi impensable a principios de 2022. A partir de septiembre de 2022, Rusia movilizó sus reservas, aumentó el ritmo de su producción militar, estableció poderosas posiciones defensivas y se dedicó a destruir sistemáticamente las capacidades y el potencial militar de Ucrania, así como los arsenales de la OTAN, mediante una guerra de desgaste («picadora de carne»), un método más seguro que un tratado. Las pérdidas humanas y materiales de Ucrania son asombrosas. La «contraofensiva» de junio de 2023, con la que se esperaba romper el frente ruso, es un desastre a todos los niveles. La complacencia y el desprecio hacia los rusos están llevando a la ceguera. Era la última carta de la estrategia de ofensiva total para propinar a Rusia una derrota decisiva en el campo de batalla. Los responsables de la OTAN/Kyivia están sumidos en el desconcierto; reina la depresión; la política de instrumentalización de Ucrania contra Rusia es un monumental y sangriento fracaso. Su inspiradora desde 2014, Victoria Nuland, ha sido destituida. El comandante en jefe ucraniano Zaloujny ha sido sustituido, a pesar de que el fiasco de la «contraofensiva» es culpa de la OTAN, que la planificó. Hoy Ucrania está escasa de armas y soldados. Pero no hay indicios de que este conflicto vaya a terminar pronto. La guerra hasta el último ucraniano continúa, alimentada por las aportaciones militares y financieras de los países occidentales.

3. Hoy y mañana: un conflicto a largo plazo

Mientras que la seguridad de Rusia no le permite ignorar a Ucrania, Estados Unidos no puede tolerar una derrota rusa en Ucrania porque socavaría su hegemonía mundial. En otras palabras, las posibilidades de llegar a un acuerdo son escasas; se trata de una lucha hasta el final. Los más clarividentes lo comprendieron ya en 2022.

Tras la histeria y la euforia de 2022, en 2023 quedó claro para todos que Kiev no podía ganar. Las fuerzas rusas son claramente superiores en número, equipamiento, potencia de fuego, entrenamiento y organización. Las líneas ucranianas apenas pueden resistir los incesantes mordiscos a lo largo de todo el frente, y podrían romperse en cualquier momento, abriendo el camino hacia el Dniéper, Járkov, Odesa y quizás Kiev, ya que no hay ningún punto de apoyo digno de ese nombre detrás de ellas.

El fracaso del proxy ucraniano obliga a sus patrocinadores occidentales a dar un paso al frente. Las declaraciones advirtiendo del colapso se multiplican. De un tranquilo paseo militar hacia Moscú, el espectro de una avalancha rusa de tanques T90 desfilando por los Campos Elíseos creció de la noche a la mañana. Los aliados europeos de Estados Unidos están alborotados, vilipendiando a Rusia, jurando estar al lado de Kiev, firmando tratados de 10 años con ella, prometiendo misiles de largo alcance para ataques directos en lo más profundo de Rusia y hablando de enviar sus tropas para llenar los huecos en las filas ucranianas. Los únicos rasgos distintivos de Macron son su teatralidad y su torpeza. No es imposible que Kiev bombardee Rusia con misiles europeos, en cuyo caso Rusia considerará a Londres, París o Berlín como beligerantes, con todas las consecuencias que ello implica.

Más acostumbrado a abandonar las causas comprometidas, Estados Unidos, con mucho el mayor proveedor de armas y dólares, se mostró inicialmente reticente a continuar con los gastos a fondo perdido, pero acabó aprobando un nuevo proyecto de financiación. De los 61.000 millones de dólares, Ucrania sólo recibirá de momento 14.000 millones, la mitad de los cuales se destinarán a gastos ordinarios para mantener a flote el Estado ucraniano y la otra mitad a la adquisición de armamento, especialmente proyectiles, cada vez más escasos. El resto se destinará al complejo militar-industrial estadounidense para que pueda fabricar armas que no verán la luz hasta dentro de varios años. Está claro que el conflicto será largo, y que la OTAN llevará el timón mientras haya ucranianos a los que lanzar a la refriega.

Moscú ha validado esta observación. El ministro de Defensa, Shoïgu, ha sido sustituido por Belousov, un alto funcionario cuyo cometido será reforzar los vínculos entre la producción militar y la economía general del país. Rusia ya había anulado el plan occidental de hundirla mediante «sanciones». Desvinculada de las divisas y los mercados occidentales, ha desarrollado su autosuficiencia económica y sus relaciones con China y el mundo no occidental. Adopta cada vez más la postura de un país que prevé la continuación de la presión occidental y se fortalece en previsión. No se puede evitar la ironía: Putin, que nunca ha dejado de criticar a los bolcheviques, se ve obligado a seguir sus pasos porque dirige el mismo país y se enfrenta prácticamente a los mismos adversarios extranjeros. Para la OTAN y Rusia, Ucrania nunca ha sido la cuestión principal. La OTAN y Rusia miran más allá de Ucrania. Rusia se está poniendo en condiciones de enfrentarse a la OTAN a largo plazo. Esto es una confirmación de que es probable que el conflicto con la OTAN se haga más directo y quizá se manifieste en otros frentes además de Ucrania.

Es posible que en Ucrania, foco del enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia, prevalezca una situación de guerra durante años, sin descartar la apertura de otros frentes. Los exaltados europeos, en busca de aventuras militares, podrían lanzar a sus países a intervenciones suicidas contra Rusia. Pase lo que pase, la guerra por poderes Rusia-Ucrania se convertirá aún más claramente en un enfrentamiento OTAN-Rusia. En cualquier caso, se trata de un conflicto a largo plazo que determinará el futuro del mundo. Queda por ver qué será del conflicto entre Estados Unidos y China. Se suponía que Rusia sería despachada rápidamente por Ucrania, para permitir a Estados Unidos volverse contra China, a la que considera su principal adversario. ¿La sorpresa de la resistencia rusa y el hecho de que Rusia cuente aún más en la escena internacional hoy que en 2022 retrasarán una guerra entre Estados Unidos y China? Nos atrevemos a esperar que sí, sin creerlo realmente. Para los partidarios de la paz y la opinión pública, los próximos años serán un periodo en el que su vigilancia y activismo tendrán que hacerse sentir.

Samir Saul es doctor en Historia por la Universidad de París y profesor de Historia en la Universidad de Montreal. Su último libro es L’Impérialisme, passé et présent. Un essai (2023). También es autor de Intérêts économiques français et décolonisation de l’Afrique du Nord (1945-1962) (2016), y La France et l’Égypte de 1882 à 1914. Intérêts économiques et implications politiques (1997). También es coeditor de Méditerranée, Moyen-Orient : deux siècles de relations internationales (2003). Correo electrónico: samir.saul@umontreal.ca seymour@videotron.ca Sitio web:michelseymour.org

2. Angus

Ian Angus, del que estamos viendo su serie sobre las plagas del capitalismo, acaba de publicar un libro sobre los orígenes del capitalismo en Gran Bretaña como eliminación de lo común. Os paso una reseña. https://mronline.org/2024/05/

La guerra contra los comunes, de Ian Angus: Una nueva historia vital del sangriento ascenso del capitalismo

Publicado originalmente: Firebrand el 18 de mayo de 2024 por Steve Leigh (más por Firebrand) (Publicado el 22 de mayo de 2024)

En la teoría marxista, la acumulación primitiva es, como la definió Marx en El Capital, libro I, «el proceso histórico de divorciar al productor de los medios de producción». La acumulación primitiva, que se produce en distintas épocas y en distintas regiones del mundo, es la etapa de la historia durante la cual la clase dominante arrebató la riqueza a las clases inferiores -injustamente, normalmente por la fuerza o mediante el robo- para acumular el capital que necesitarían para convertirse en la clase capitalista.

The War Against the Commons: Dispossession and Resistance in the Making of Capitalism es un excelente nuevo libro sobre esta historia del ecosocialista canadiense Ian Angus. Se trata de un análisis muy bien escrito del auge del capitalismo y la destrucción de los medios de subsistencia de los campesinos a medida que se abandonaban las relaciones sociales seculares del feudalismo en favor de un nuevo modo de producción. Aunque se centra principalmente en la transformación del feudalismo en capitalismo en Inglaterra y Escocia, tiene muchas implicaciones para la organización socialista y para el ecologismo actual.

El libro de Angus es especialmente valioso por la forma en que refuta agudamente la tesis reaccionaria de «la tragedia de los comunes». También aporta una claridad sustancial sobre los puntos de vista de Marx acerca de, como él decía,

la llamada acumulación primitiva.

El auge del capitalismo exigió la guerra contra los bienes comunes

En The War Against the Commons, Angus sostiene que durante cientos de años los campesinos han gestionado con éxito la tierra común en beneficio de todos. Decidían democráticamente su uso y no la sobreexplotaron como sostiene la tesis reaccionaria. A menudo, los campesinos repartieron las franjas privadas de tierra alrededor de la zona común para dar a cada familia tierra suficiente para sobrevivir.

Por supuesto, no se trataba de una utopía agraria. En el feudalismo, los terratenientes explotaban sin piedad a las masas campesinas, ya fuera como siervos, a los que mantenían en régimen de servidumbre, o como agricultores libres que seguían muy ligados a la tierra. Los campesinos pagaban rentas o prestaban servicios en el señorío (la tierra privada del señor, anexa a su feudo), o ambas cosas. Los derechos de los campesinos eran limitados y estaban a merced del señor en materia de justicia. En tiempos de guerra podían ser llamados a luchar y morir por los intereses materiales del señor.

Pero a cambio de esa explotación, se permitía a los campesinos el uso colectivo de las zonas comunes. Los bienes comunes eran absolutamente esenciales para la subsistencia de los campesinos.

A partir del auge de la economía de mercado en el siglo XV, los terratenientes se vieron sometidos a una mayor presión para aumentar sus ingresos. Como escribe Angus, “Las familias terratenientes que se aferraron a las viejas costumbres, dejaron los alquileres como estaban y siguieron concediendo arrendamientos de larga duración, pronto se vieron atrapadas entre unos ingresos estáticos y unos precios al alza.”

Durante este periodo de acumulación primitiva, los terratenientes emplearon varias estrategias relacionadas: aumentar las rentas, cercar los bienes comunes y añadirlos a sus demesnes, consolidar las granjas en unidades más grandes y sustituir la agricultura por la cría de ovejas. Esta última requería menos mano de obra y generaba mayores beneficios. Con el tiempo, la diferenciación económica del campesinado -algunos campesinos se hacían más ricos, mientras que otros se hundían más en la pobreza- contribuyó a los esfuerzos de los terratenientes.

La clase campesina no se limitó a aceptar estas apropiaciones de tierras y cambios forzosos en la organización social anterior. Se resistieron continuamente a estos ataques que negaban su medio de vida, y estallaron revueltas campesinas de vez en cuando a lo largo de todo este proceso.

Estas revueltas alcanzaron su punto álgido en momentos concretos, culminando a veces en situaciones revolucionarias, como la Rebelión de Wat Tyler en 1381. Más a menudo se trataba de retomar tierras comunales derribando vallas y setos. En la década de 1640, estas revueltas campesinas se cruzaron con la Revolución Inglesa y la Guerra Civil.

Según Angus, las revueltas campesinas no alimentaron exclusivamente a ninguno de los dos bandos de la Guerra Civil. Aunque al principio los parlamentarios parecieron ponerse del lado de los campesinos contra los realistas, al final la consolidación del poder por parte del Parlamento favoreció la acumulación de tierras en manos de los terratenientes.

Los elementos más radicales durante este periodo fueron los Diggers, que intentaron extender la propiedad comunal de la tierra tanto físicamente como a través de la organización política.

Al principio de la guerra contra los comunes, la Corona inglesa intentó frenar los cercamientos. Temían una despoblación que les privara de los soldados necesarios para la guerra; y también temían el malestar social.

Así, la Corona promulgó leyes para ralentizar el proceso de cercamiento. Pero los terratenientes, que a menudo controlaban a los jueces de paz locales, impidieron la aplicación efectiva de estas leyes. Con el tiempo, la resistencia de la Corona a la concentración parcelaria y el cercamiento fue disminuyendo a medida que las nuevas relaciones capitalistas dominaban cada vez más la economía.

Angus también examina el papel de los «hombres de la mancomunidad» que, en teoría, estaban en contra del desarrollo capitalista, pero que también se oponían a la resistencia campesina al creciente poder del capitalismo. Eran parecidos a los «socialistas feudales» que Marx y Engels denunciaron en el Manifiesto Comunista:aristócratas que arremetían contra la explotación del nuevo orden capitalista e intentaban poner de su parte al proletariado, sin dejar de mantener opiniones profundamente reaccionarias. «Lo que reprochan a la burguesía no es tanto que cree un proletariado», escribieron, como que crea un proletariado revolucionario.”

A pesar de las revueltas campesinas, la tendencia dominante fue hacia el cercamiento y la consolidación a medida que los residentes rurales eran expulsados de la tierra. Muchos se convirtieron en vagabundos que intentaban sobrevivir mendigando y robando. Con el tiempo, los campesinos expulsados de la tierra se convirtieron en la base de la clase obrera que el capitalismo necesitaba en la industria. Así, la acumulación primitiva creó la clase proletaria al tiempo que destruía el feudalismo.

Durante esta época, la población rural con pequeñas casas de campo entraba directamente en el sistema capitalista trabajando para los capitalistas como tejedores o en otros oficios bajo el «sistema de putting-out». En este sistema, los comerciantes vendían materias primas a los campesinos, que las transformaban en productos. A continuación, los comerciantes compraban el producto acabado a un precio fijo, en lugar de pagar un salario.

Marx llamaba a esto la «subsunción formal» del trabajo al capital en contraposición a la «subsunción real» del trabajo asalariado.

El trabajo asalariado era el último recurso

Cuando los campesinos eran expulsados de la tierra, el trabajo asalariado era el último recurso para sobrevivir. Así, la gente veía el trabajo asalariado como otra forma de esclavitud. Como Marx escribió en El Capital: “Una nueva clase de trabajadores asalariados nació en Inglaterra cuando grandes masas de hombres fueron repentina y forzosamente arrancados de sus medios de subsistencia y lanzados al mercado de trabajo como proletarios libres, desprotegidos y sin derechos.

Bajo el feudalismo, habían controlado en gran medida su propio trabajo. La jornada laboral se regía por el tiempo, las estaciones y otras condiciones naturales. En el capitalismo, el trabajo estaba controlado por el reloj y las horas de trabajo eran más largas.”

Para imponer el trabajo asalariado, el Estado ahora dominado por el capitalismo utilizó métodos draconianos, incluida la esclavitud real. «La caza furtiva estaba prohibida para los pobres que necesitaban comida, pero la caza estaba permitida para los ricos que no la necesitaban. Durante un tiempo, Inglaterra aplicó la pena de muerte para cientos de delitos, incluidos la caza furtiva y los pequeños robos, y también utilizó regularmente el transporte a las colonias de Australia y otros lugares.

La destrucción de la antigua economía rural liberó a más gente de la que la economía capitalista en ascenso podía absorber. Incluso si no había suficiente trabajo asalariado disponible, los vagabundos eran castigados por no trabajar para un amo. La creación del capitalismo se basó en la horrible opresión de la gente corriente.

Este proceso de consolidación del capitalismo en Inglaterra duró cientos de años, desde el siglo XV hasta el XVIII. La práctica del enclosure persistió hasta bien entrado el siglo XIX en Inglaterra. En Escocia, ocurrió mucho más rápidamente tras la conquista inglesa; los resultados fueron igualmente sangrientos pero mucho más condensados en el tiempo.

Los apologistas del capitalismo sostienen que éste hizo la agricultura mucho más eficiente. Angus lo refuta a fondo, demostrando que muchas de estas mejoras surgieron durante el periodo de gestión campesina de los bienes comunes.

Angus también demuestra que la ingesta calórica disminuía a medida que aumentaba el capitalismo. «La mayoría de los trabajadores industriales y agrícolas estaban desnutridos», escribe. «Eran menos sanos y morían más jóvenes que sus antepasados un siglo antes». Según Angus, La expansión del sistema mundial capitalista provocó un dramático y prolongado proceso de empobrecimiento a una escala sin precedentes en la historia.

El nacimiento destructivo del capitalismo

Es importante destacar que Angus explica las opiniones críticas de Marx sobre la guerra contra los bienes comunes. Demasiados aspirantes a marxistas subrayan la naturaleza progresiva del ascenso del capitalismo. Marx, en cambio, lo veía como un proceso destructivo, aunque en última instancia desarrollara las fuerzas productivas que permitirían a la clase obrera tomar el poder y establecer el comunismo. Como dijo Marx, “El capital llega chorreando de pies a cabeza, por todos los poros, sangre y suciedad.”

Marx prefería hablar de la guerra contra los bienes comunes como «expropiación originaria» y no como acumulación primitiva. En última instancia, Marx consideró que «acumulación primitiva» era un término demasiado neutro, por lo que a menudo calificó la frase como la llamada acumulación primitiva.

Demasiada gente pasa por alto el sarcasmo de Marx cuando se discute esta cuestión. Marx dejó claro que los capitalistas robaron su riqueza a otros en lugar de amasarla mediante el trabajo duro o la inteligencia, como quiere el mito capitalista. Cuando los trabajadores ya no tienen acceso a los medios de producción, acaban teniendo que trabajar para quienes se los robaron.

Gran parte de este robo original provino de la colonización. Angus explica el proceso de apropiación de riqueza en las colonias como una base más para la acumulación de capital en Inglaterra. Los efectos sobre la población nativa del hemisferio occidental y sobre los africanos esclavizados son bien conocidos. Como escribió Marx en El Capital: “La esclavitud velada de los asalariados en Europa necesitaba como pedestal la esclavitud sin matices del Nuevo Mundo.”

Continúa: “El descubrimiento de oro y plata en América, la extirpación, esclavización y enterramiento en minas de la población indígena de ese continente , los inicios de la conquista y saqueo de la India, y la conversión de África en un coto para la caza comercial de pieles negras, son todas cosas que caracterizan el amanecer rosado de la era de la producción capitalista.”

Así pues, las cuestiones planteadas por esta historia son directamente pertinentes para las luchas anticoloniales y antirracistas de hoy en día.

Los debates de la izquierda y la actualidad de la historia de la acumulación

Según Angus, la guerra contra los bienes comunes continúa hasta nuestros días. Cree que Marx veía la expropiación como una base continua del capitalismo, no sólo como un proceso contenido que ocurría en sus albores. Aunque el capitalismo domina ahora la economía mundial, la desposesión del campesinado mundial continúa. El capital sigue acumulándose mediante la expropiación.

Esto guarda relación con las actuales controversias políticas en la izquierda. David Harvey, por ejemplo, se centra en sus escritos en la actual «acumulación por desposesión». Harvey parece restar importancia al proceso básico del capitalismo maduro: la acumulación por explotación; en otras palabras, no pagar a los trabajadores el valor total de lo que producen. Angus no respalda explícitamente la posición de Harvey, pero sí argumenta la importancia de la continuación de la expropiación de las tierras campesinas.

Este es un énfasis importante que solidifica nuestra comprensión: «Desde finales del siglo XX, la guerra continua del capital contra los bienes comunes ha desposeído a millones de familias campesinas en África, América Latina y Asia».

La resistencia campesina moderna a ser expulsados de sus tierras es sin duda una lucha que la izquierda debe apoyar. Los campesinos pueden ser aliados de los obreros en la guerra contra el capitalismo: Marx estaba de acuerdo con este enfoque. Angus señala la actitud positiva que Marx tenía hacia las comunas campesinas en Rusia. Pensaba que podían convertirse en la base de una transformación hacia el comunismo, pero sólo si estaban conectadas con la revolución obrera internacional. Marx rechazó una visión utópica de la comuna campesina.

La actitud de Marx tampoco significa que los marxistas apoyen la preservación de la propiedad campesina incluso después de la revolución obrera. El objetivo sigue siendo el control colectivo de toda la economía, incluida la tierra, por el conjunto de la población.

A pesar de la necesidad de que los marxistas defiendan los bienes comunes restantes, el contexto actual es importante. En el periodo en el que se centra Angus, en la Inglaterra moderna temprana, el capitalismo aún se estaba formando. La mayor parte del mundo era precapitalista. La incautación de los bienes comunes fue absolutamente esencial para el surgimiento del capitalismo.

Hoy, la situación se ha transformado. La economía mundial es ahora universalmente capitalista. Incluso la agricultura campesina restante es en gran medida comercial y está integrada en el mercado capitalista. La agricultura de subsistencia, que era la esencia de la agricultura durante el auge del capitalismo, es ahora más marginal.

Durante los últimos 141 años desde la muerte de Marx, gran parte de la tierra común ha sido tomada por los capitalistas. La expropiación de la tierra campesina es hoy una transferencia de riqueza entre los participantes en el sistema capitalista. Ya no es la destrucción de un modo de producción precapitalista para dar paso al capitalismo. Hoy, la expropiación es un complemento importante de la explotación, pero sólo un complemento.

Contra Harvey, el énfasis principal de los anticapitalistas hoy debe ser la resistencia contra la explotación de los trabajadores, y la oposición a la opresión que divide a los trabajadores. La forma de una alianza obrero-campesina diferirá de un país a otro, pero la defensa de los campesinos debe integrarse en la revolución de la clase obrera en lugar de considerarse una lucha separada.

Angus sostiene que Marx y Engels eran más flexibles y menos dogmáticos que los marxistas posteriores. Discute cómo Engels era reacio a dar consejos a los activistas rusos debido a su ignorancia de la política rusa. Angus también dice que Marx y Engels apoyaron el asesinato como estrategia política en Rusia, incluso mientras se oponían a ello en Gran Bretaña.

Esta actitud es un importante correctivo al dogmatismo. Los marxistas deben comprender la situación política y económica antes de pronunciarse sobre ella. Debemos aprender antes de poder enseñar. Sin embargo, el mundo se ha transformado en los últimos 140 años. La extensión del sistema capitalista por todo el mundo significa que las estrategias de Marx para los países capitalistas en la década de 1880 son hoy más aplicables en todo el mundo de lo que lo eran en su época. Aunque tenemos que entender las especificidades de cada situación, las líneas generales del enfoque en la lucha de la clase obrera son aplicables en todas partes. La famosa conclusión del Manifiesto Comunista, «Trabajadores del mundo, uníos; no tenéis nada que perder salvo vuestras cadenas», es aún más cierta hoy que cuando Marx y Engels la escribieron.

Este cambio queda demostrado por la estrategia cambiante de los marxistas rusos, incluidos los bolcheviques, antes de la Revolución. A medida que el capitalismo se desarrollaba en Rusia a principios del siglo XX, se alejaron de la actitud positiva de Marx hacia los narodniks, que estaban orientados al campesinado. En su lugar, se centraron en organizar a la clase obrera industrial.

Por último, Angus plantea la importantísima cuestión de superar la división entre la ciudad y el campo. Marx y Engels tenían muy clara la importancia de extender la población en lugar de tenerla concentrada en las ciudades. Lo consideraban similar a la abolición de la división de clases. En La cuestión de la vivienda (1878), Engels escribió, La abolición de la antítesis entre la ciudad y el campo no es ni más ni menos utópica que la abolición de la antítesis entre capitalistas y asalariados.

La guerra contra los bienes comunes es un brillante examen del auge del capitalismo. Destruye algunas de las bases de la ideología capitalista y reivindica la posibilidad de un control democrático de la Tierra. Aporta una valiosa contribución a los debates actuales en la izquierda, conectando el anticapitalismo con la defensa del medio ambiente. Demuestra que el capitalismo siempre se ha opuesto a la cordura ecológica, por ejemplo, demostrando la conexión directa entre el capitalismo y los combustibles fósiles, especialmente el carbón.

Por todas estas razones, es una lectura obligada para los socialistas y para todos los que se preocupan por el futuro de la humanidad y del planeta.

Steve Leigh (él/ella) es miembro fundador de Firebrand y de los Socialistas Revolucionarios de Seattle. Es marxista activo desde 1971 y fue miembro fundador de la Organización Socialista Internacional. Fue delegado sindical en SEIU durante 35 años y es miembro de la sección de jubilados de SEIU 925.

3. Otra vez Le Blanc sobre Lenin.

Ya hemos visto por aquí algún artículo de Paul Le Blanc para el aniversario de Lenin, muchas veces reciclando material antiguo. Este último que os paso, sin embargo, creo que tiene cierto interés porque repasa la relación entre democracia y socialismo en el bolchevismo hasta la Guerra Civil, e intenta condensar lo que para Le Blanc es más útil para los revolucionarios del presente. https://links.org.au/paul-le-

«lo esencial y lo no esencial en Lenin” Paul Le Blanc 25 de mayo de 2024

El centenario de la muerte de Vladimir Lenin ha generado una notable avalancha de exploraciones y evaluaciones que contrastan dramáticamente con los dogmas planos y bidimensionales que se hicieron dominantes durante los años de la Guerra Fría, entre 1947 y 1990. Aquellos que buscan una comprensión de Lenin tienen ahora mucho que considerar que es complejo, multifacético, vibrantemente vivo y, quizás, urgentemente relevante. Junto con una proliferación de libros, artículos, foros y conferencias, ha habido una serie en línea de cuatro meses de conferencias magistrales y mesas redondas bajo la rúbrica de «Días Leninistas/Jornadas Leninistas» – y todo esto proporciona sólo una idea parcial de la riqueza de este fenómeno. Como subrayan los organizadores de las Jornadas Leninistas, «100 años sin Lenin» se suman al mismo tiempo a «100 años con él». Mucho ha cambiado, mucho ha evolucionado y mucho es diferente. Mucho es también lo mismo – pero en nuevas formas.

Nos centraremos aquí en una de las muchas cuestiones que han surgido en todo esto. Se relaciona con un desafío respecto a un punto planteado en mi nuevo libro sobre Lenin y en mis presentaciones de las Jornadas Leninistas: que algunos aspectos del pensamiento y la práctica de Lenin son esenciales para los revolucionarios serios, y otros aspectos no son esenciales.

Marco histórico de lo esencial y lo no esencial en Lenin

En el libro Lenin: Responding to Catastrophe, Forging Revolution [Lenin: Respondiendo a la catástrofe, forjando la revolución], señalo que «ciertamente se pueden encontrar, en lo que Lenin dijo e hizo en una u otra circunstancia, cosas que eran rígidas o dogmáticas o autoritarias o equivocadas o exageradas… Pero el impulso esencial del pensamiento y la práctica de Lenin iba en dirección opuesta a tales limitaciones». También añado una opinión: «esa ‘dirección opuesta’ humanista y democrática tiene la mayor relevancia para quienes quieren cambiar el mundo para mejor«.1

Más adelante en el libro, cito a Rosa Luxemburg: «Para Lenin, la libertad y la democracia genuinas son inherentemente anticapitalistas y revolucionarias. Un profundo compromiso con esa libertad y democracia es esencial para el objetivo revolucionario de Lenin, y también para su orientación estratégica para lograr ese objetivo.3

Más de una persona ha cuestionado este enfoque de Lenin. ¿Definir «lo que es esencial» para Lenin implica un deseo de escoger sólo lo que parecen ser los aspectos «más agradables» de la orientación de Lenin? ¿Es éste realmente un enfoque materialista, o es una receta para un utopismo muy subjetivo? Estas son preguntas válidas, suponiendo que las tomemos en serio, lo que significa investigar realmente para determinar lo que ocurrió. Estas realidades importan. Como subrayó Lenin, «los hechos son tozudos».

Un impresionante grupo de destacados historiadores ha reunido pruebas suficientes para demostrar que Lenin y sus camaradas bolcheviques estaban sincera y eficazmente comprometidos con una combinación dinámica de democracia y socialismo, y que se convirtieron en una fuerza hegemónica en los movimientos obreros y revolucionarios de Rusia, ayudando a inspirar una insurgencia de masas -una alianza militante de obreros y campesinos- que barrió el orden zarista en 1917 y avanzó hacia el gobierno de consejos democráticos (soviets) y el socialismo. A partir de todo esto, Lenin y sus camaradas crearon una red global de revolucionarios, la Internacional Comunista, para ayudar a generar revoluciones en países de todo el mundo. Consideraban que esto era esencial para el futuro del socialismo y para el futuro desarrollo del proceso revolucionario en la Rusia soviética4.

Como sabemos, el resultado fue cualitativamente diferente de la realización de un orden democrático y socialista -en la Rusia soviética y en nuestro planeta. Los años increíblemente duros de 1918-24 (el año de la muerte de Lenin) culminaron con la consolidación de una dictadura del Partido Comunista que modernizó la nueva Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, formada por la mayor parte del antiguo Imperio Ruso. Esta modernización también conllevó un proceso continuo de asesinato y represión, generalmente denominado estalinismo, en honor al sucesor de Lenin. Las tres explicaciones más influyentes de esta evolución son más o menos las siguientes:

  1. Todo era necesario y bueno, coherente con las aspiraciones democráticas y humanistas de la revolución de 1917, y (cualesquiera que sean las dificultades y contradicciones) está destinado a triunfar.
  2. Lo que ocurrió demuestra que las aspiraciones, métodos y objetivos de Lenin eran perversos, y de forma sistemática, desde su concepción hasta su realización, con compromisos democráticos proclamados a bombo y platillo que no eran más que una tapadera de las ansias de poder totalitario;
  3. Los auténticos compromisos democrático-revolucionarios de Lenin y sus camaradas se vieron desbordados por acontecimientos catastróficos.

Las dos primeras explicaciones predominaron durante la rivalidad de la Guerra Fría entre la URSS y el Occidente capitalista. La primera no puede tomarse en serio al menos desde el colapso de la URSS. Aunque la segunda se convirtió en la explicación predominante, fue contradicha por muchas de las pruebas acumuladas a las que se ha hecho referencia anteriormente. Sólo la tercera explicación es coherente tanto con las pruebas acumuladas como con lo que sabemos de lo que ocurrió entre 1924 y 1991. Consideraremos dos elementos que apoyan la explicación de que los compromisos democrático-revolucionarios de Lenin y sus camaradas fueron abrumados por acontecimientos catastróficos. Uno es un documento primario de 1920, una discusión ampliamente difundida sobre «la dictadura del proletariado» por un prominente dirigente bolchevique, Lev Kámenev. El otro es un minucioso estudio del funcionamiento inicial del gobierno soviético realizado por la académica Lara Douds.

Mientras que Karl Marx y otros pensadores como Luxemburg y Lenin habían definido el término «dictadura del proletariado» democráticamente como el gobierno político de la clase obrera, en 1919 había pasado a significar una dictadura ejercida por el Partido Comunista Ruso, el nombre adoptado por los bolcheviques en 1918. Esto se ha visto a menudo como el atributo esencial y definitorio del «leninismo». Sin embargo, el conocedor y sofisticado camarada de Lenin, Lev Kámenev, se burlaba de la idea de que «los comunistas rusos llegaron al poder con un plan preparado para un ejército permanente, comisiones extraordinarias [la Cheka, policía secreta] y limitaciones de la libertad política, a las que el proletariado ruso se vio obligado a recurrir para defenderse tras una amarga experiencia».5

Inmediatamente después de que el poder fuera transferido a los soviets, recordó, los opositores al dominio de la clase obrera fueron incapaces de mantener una resistencia efectiva, y la revolución tuvo «su periodo de ‘ilusiones color de rosa'». Kámenev se explayó: «Todos los partidos políticos -hasta el partido [procapitalista Kadet] de Miliukov- siguieron existiendo abiertamente. Todos los periódicos burgueses siguieron circulando. Se abolió la pena capital. El ejército fue desmovilizado». Incluso los feroces opositores a la revolución arrestados durante la insurrección fueron generosamente puestos en libertad (incluidos generales pro-zaristas y oficiales reaccionarios que pronto pondrían su experiencia al servicio violento de sus propias creencias). Kámenev pasó a describir las condiciones cada vez más severas de la guerra civil que finalmente cambiaron esta situación, poniendo fin a un periodo de «más de seis meses (noviembre de 1917 a abril-mayo de 1918) [que] transcurrieron desde el momento de la formación del poder soviético hasta la aplicación práctica por parte del proletariado de cualquier medida dictatorial dura».6

Esto lo corrobora un erudito antileninista del periodo de la Guerra Fría, Alfred G. Meyer, que comentó que «la disolución sin ceremonias de la Asamblea Constituyente» en enero de 1918 apenas constituyó la inauguración de la dictadura bolchevique: «Durante algunos meses no hubo terror violento. La prensa no socialista no fue cerrada hasta el verano del mismo año. La Cheka comenzó su reino del terror sólo después del comienzo de la Guerra Civil y del intento de asesinato de Lenin, y este terror contrasta notablemente con el trato indulgente que recibieron los generales blancos [contrarrevolucionarios] inmediatamente después de la revolución».7

También es significativo el estudio académico más reciente de Lara Douds, Inside Lenin’s Government: Ideology, Power and Practice in the early Soviet State. El gobierno al que se hace referencia se conoce comúnmente como Sovnarkom, acrónimo de Sovet Narodnykh Komissarov (Consejo de Comisarios del Pueblo). Como señala Douds, Lenin y sus camaradas creían que al llevar a cabo una revolución para dar todo el poder a los soviets, «estaban construyendo un sistema democrático novedoso y superior».8

«Había visiones contrapuestas entre los socialistas radicales que dirigían el nuevo régimen sobre cómo debía expresarse en la práctica esta democracia soviética», explica Douds, «pero el gobierno del Sovnarkom, que combinaba el poder ejecutivo y legislativo supremo, responsable ante la jerarquía de los soviets desde el nivel local al nacional, expresado en el centro en el Comité Ejecutivo Central de los Soviets de toda Rusia (Vserossiiskii Tsentral’nyi Ispolnite’nyi Kmitet o VTsIK), fue inicialmente la forma institucional que adoptó». Documenta que «la historia de los primeros años del gobierno de Lenin ilustra que el partido-estado monolítico y autoritario no fue el resultado inmediato ni consciente de la ideología y la política intencional bolchevique, sino el resultado de improvisaciones ad hoc y decisiones graduales moldeadas tanto por la compleja y fluida herencia ideológica como por las exigencias prácticas sobre el terreno».9

Douds se ocupa de lo que ella considera «las formas pasadas por alto pero fascinantes en que los líderes soviéticos intentaron aplicar elementos del pensamiento marxista y socialista a las instituciones a su disposición para crear una forma superior de democracia, aunque las medidas experimentales e innovadoras que probaron finalmente no consiguieron ofrecer un sistema más libre y justo y, en cambio, cristalizaron en un aparato estatal disfuncional y en una dictadura del Partido Comunista a la muerte de Lenin en 1924». Pero la dictadura del partido no es como empezó todo. Inicialmente era el gobierno de los soviets, no el partido, el que predominaba. «En el primer o segundo año después de la Revolución de Octubre, el aparato del Sovnarkom estaba ciertamente más desarrollado que el aparato equivalente del partido, que sólo empezó a expandirse a partir de la primavera de 1919».10

Douds presta atención a la dinámica de la coalición bipartidista que gobernó por primera vez la recién nacida República Soviética: los bolcheviques (que pronto pasaron a llamarse comunistas) y los Revolucionarios Socialistas de Izquierda, que se rompió debido a las precipitadas acciones de los eseristas de izquierda en reacción contra el Tratado de Brest-Litovsk. También presta atención al carácter multipartidista de los soviets, en los que mencheviques, socialistas revolucionarios, socialistas revolucionarios de izquierda y otros izquierdistas de la oposición tenían voz y voto, hasta que la implacable brutalidad de la guerra civil rusa hizo que esto diera paso a las represiones impuestas por los comunistas de Lenin.11

Douds también presta atención al ethos colegial, democrático-colectivista que predominaba inicialmente en los diversos componentes del gobierno soviético, aunque las crisis y catástrofes de la guerra civil, la intervención extranjera y el colapso económico dieron paso a modos de funcionamiento más autoritarios. La autora describe los esfuerzos de Lenin por contrarrestar el crecimiento del funcionamiento burocrático y la erosión de la autoridad soviética a través de las crecientes incursiones del Partido Comunista, esfuerzos que resultaron estar condenados al fracaso12.

Las causas del fracaso son, según sugiere la investigación de Douds, atribuibles sólo en parte a los agresivos ataques contra el régimen revolucionario por parte de poderosos y despiadados enemigos dentro de Rusia y en todo el mundo. La sustitución de la democracia multipartidista por la dictadura de partido único hizo que el partido predominara de forma natural, y la relativa autonomía de las instituciones soviéticas desapareció rápidamente. Sin embargo, a la vez que aborda este tema, Douds da importancia a las deficiencias que ve en el clásico de Lenin de 1917, El Estado y la revolución. Independientemente de sus puntos fuertes como obra de excavación histórico-intelectual en los puntos de vista de Marx y Friedrich Engels, lo encuentra ingenuo y deficiente como proyecto para construir una nueva forma de gobierno13.

Identificar lo esencial y lo no esencial en Lenin

Este marco conceptual sugiere un enfoque para determinar lo esencial y lo no esencial en el pensamiento de Lenin. Karl Radek ha relatado un comentario que le hicieron sobre algunos de sus viejos escritos: «¡Es interesante leer ahora lo estúpidos que éramos entonces!»14 Seguramente estaría justificado consignar cualesquiera que fueran esas «estupideces» a lo no esencial en el corpus del pensamiento de Lenin. En mis exploraciones del pensamiento y enfoque general de Lenin, los siguientes ocho componentes parecen esenciales:

  1. La creencia en lo que Georg Lukács denominó «la actualidad de la revolución» o, como dijo Max Eastman, el rechazo a «la gente que habla de revolución y le gusta pensar en ella, pero que no ‘va en serio’… la gente que habla de revolución pero no tiene la intención de producirla «15.
  2. El compromiso de utilizar la teoría marxista no como dogma, sino como guía para la acción, entendiendo que las perspectivas teóricas generales deben modificarse mediante su aplicación a «las condiciones económicas y políticas concretas de cada período particular del proceso histórico».16
  3. Construir una organización de trabajadores con conciencia de clase combinada con intelectuales radicales -que funcione como un colectivo revolucionario, a la vez democrático y disciplinado- capaz de utilizar la teoría marxista para movilizar insurgencias que sustituyan las tiranías del zarismo y el capitalismo por la democracia y el socialismo.17
  4. Un enfoque de la interacción de las luchas reformistas con la lucha revolucionaria a más largo plazo, impregnado de varias cualidades: (a) la negativa a doblegarse ante el poder opresor y explotador; (b) la negativa a someterse al «realismo» transitorio de la política dominante; y (c) la medición de toda actividad en función de cómo ayudaría a construir la conciencia de la clase obrera, el movimiento obrero de masas y la organización revolucionaria que serán necesarios para derrocar el capitalismo y conducir a un futuro socialista.
  5. La insistencia en que el partido revolucionario debe funcionar como «una tribuna del pueblo «18 , combinando las luchas de la clase obrera con las luchas sistemáticas contra todas las formas de opresión, independientemente de la clase afectada, profundizando y ampliando la centralidad de una alianza de obreros y campesinos en la lucha antitzarista.
  6. Una orientación estratégica que combina la lucha contra el capitalismo con la lucha por la democracia revolucionaria (incluyendo una república, una milicia, la elección de los funcionarios del gobierno por el pueblo, la igualdad de derechos para las mujeres, la autodeterminación de las naciones, etc.). Lenin subrayó que «basándonos en la democracia ya lograda, y exponiendo su carácter incompleto bajo el capitalismo, exigimos el derrocamiento del capitalismo, la expropiación de la burguesía, como base necesaria tanto para la abolición de la pobreza de las masas como para la institución completa y total de todas las reformas democráticas».19
  7. Caracterizar el capitalismo global como habiendo entrado en una etapa imperialista, que implica la expansión económica más allá de las fronteras nacionales con el propósito de asegurar mercados, materias primas y oportunidades de inversión, abarcando a todos los países de nuestra época – oprimidos por las élites competidoras y contendientes de las llamadas «Grandes Potencias «20.
  8. Un internacionalismo revolucionario consecuente e implacable: entender que el capitalismo es un sistema global, ver las luchas contra la explotación, la opresión y la tiranía que la solidaridad global y la organización global son esenciales para la revolución socialista.

Se puede argumentar que mucho de esto no es exclusivo de Lenin, pero todo esto es esencial para el «leninismo» de Lenin.

De lo no esencial en el pensamiento y la práctica política de Lenin, se sugieren varios ejemplos. En esta categoría podemos situar las imprevistas medidas de emergencia posteriores a 1917 citadas por Kámenev. Entre los ejemplos anteriores, se puede argumentar que Lenin era, en sus polémicas con otros de la izquierda, propenso a permitirse exageraciones injustas y ridiculizaciones poco cordiales. Ésa fue ciertamente la opinión de algunos de sus camaradas que compartían la orientación básica de Lenin y editaban el periódico bolchevique Pravda y que, muy a su pesar, rechazaron 47 de sus contribuciones entre 1912-14, en un momento dado amonestando que «su lenguaje fuerte y su agudeza van demasiado lejos».21 A pesar desus quejas, Lenin no se separó de sus camaradas por esto -una clara indicación de que estamos tratando con algo que no era esencial.

O consideremos esta crítica hostil de un antileninista llamado Moissaye Olgin22 del Jewish Labor Bund, que describe la orientación de Lenin cuando el ascenso revolucionario de 1905 empezaba a derrumbarse: En 1906, tras la disolución de la primera Duma [parlamento zarista], cuando se hizo evidente que el absolutismo había conservado su poder -cuando la masa del pueblo se desilusionaba y las organizaciones revolucionarias se desmoronaban y el colapso de la revolución era evidente-, Lenin predicaba nada menos que una insurrección armada inmediata. Instó a la creación de un ejército de conspiradores, que consistiría en grupos de cinco a diez «revolucionarios profesionales», esos grupos irían entre el pueblo y escenificarían una insurrección23.

El crítico bundista vio esto como una característica constante de la orientación de Lenin, escribiendo (en los meses de 1917 entre el derrocamiento del zar y la toma del poder por los bolcheviques) que «ahora, como antes, abogaba por una insurrección armada». Sin embargo, el crítico pasa por alto que, en 1907, Lenin ya se estaba apartando de la orientación de la «insurrección armada» (que seguía siendo promovida por su antiguo copensador Alexander Bogdanov). A veces incluso votaba con los mencheviques a favor del trabajo electoral no insurreccional, los esfuerzos sindicales y la actividad reformista del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, al que seguían perteneciendo ambas facciones. Esto culminó en una aguda lucha interna entre los bolcheviques, en la que Lenin encabezó a la mayoría que rompió con los que rodeaban a Bogdánov. Todo ello sugiere -contrariamente a lo que da a entender el crítico- que las perspectivas de Lenin de 1906 no eran un elemento esencial de su orientación revolucionaria general.24

También hay un grupo importante de acontecimientos significativos, que tuvieron lugar durante los últimos años de la vida de Lenin. En el catastrófico periodo de guerra civil e intervención extranjera que siguió a la Revolución bolchevique de 1917, cuando las expectativas optimistas se vieron desbordadas por una lucha desesperada simplemente por sobrevivir, hubo una serie de medidas de emergencia e improvisaciones autoritarias -que nunca habían formado parte de la orientación bolchevique entre 1903-17- pero que fueron defendidas por Lenin y/o aplicadas por el nuevo régimen comunista. Esto provocó protestas y críticas de muchos camaradas bolcheviques que habían estado cerca de Lenin hasta este periodo, reunidos en agrupaciones como la Oposición Obrera y los Centralistas Democráticos. Algunos de los camaradas de Lenin también expresaron su preocupación por las operaciones represivas de la policía secreta, la Cheka. Además de apoyar la creación y muchas actividades de la Cheka, Lenin condonó e incluso defendió el uso de abusos brutales y a veces asesinos contra los derechos humanos, y también (quizá «sólo» retóricamente) amenazó, en 1921, con fusilar a los críticos socialistas de su política. El establecimiento de la dictadura del Partido Comunista fue descrito por el destacado bolchevique Mijaíl Tomsky de esta manera: «Bajo la dictadura del proletariado pueden existir dos, tres o cuatro partidos, pero con la única condición de que uno de ellos esté en el poder y los demás en la cárcel». (Tomsky empleó esta broma en 1927 contra antiguos camaradas de Lenin que, tras la muerte de éste, se oponían a las políticas del régimen burocrático representado en aquel momento por Stalin y Nikolai Bujarin). Tales políticas han sido presentadas como si representaran la esencia misma del leninismo, y no como las medidas de emergencia e improvisaciones autoritarias que en realidad eran.25

De hecho, muchas de estas cualidades»no esenciales» del leninismo de Lenin se convirtieron en esenciales del «leninismo» asociado con la ideología y el régimen asociados con Stalin. Para muchos en el mundo en general, esas cualidades represivas y cínicas llegaron a caracterizar gran parte del comunismo predominante en la era de Stalin. El poderoso aparato propagandístico del régimen de Stalin afirmaba que ese «comunismo» estaba firmemente arraigado en las ideas y acciones de Lenin26.

El mismo mensaje fue transmitido por el poderoso aparato de propaganda de los anticomunistas.

Lenin para revolucionarios

Muchos desean algo mejor que las crisis y calamidades del statu quo. Sin embargo, si somos pasivos, parece probable que ese futuro, o algo aún peor, acabe triunfando sobre nosotros.

Una sociedad en la que el libre desarrollo de cada persona sea la condición para el libre desarrollo de todas las personas, en la que todos compartamos el trabajo que lo haría posible, compartiendo los frutos de nuestro trabajo, con libertad y justicia para todos, una sociedad de libres e iguales, sería bueno hacer realidad ese sueño. Sería una alternativa por la que valdría la pena luchar.

En más de una ocasión, los esfuerzos por conseguirlo han acabado en fracaso y decepción. Sin embargo, sólo a través de tales esfuerzos puede hacerse realidad cualquier avance hacia una auténtica democracia y libertad y una vida mejor para todos. Tampoco es realista pensar que esto pueda lograrse de una vez por todas. Es una historia interminable de luchas continuas que dan sentido a la vida y esperanza para el futuro.

Un número cada vez mayor de quienes son conscientes de la situación en que nos encontramos y se comprometen en la lucha por abrir un camino diferente y mejor para la humanidad, se están convirtiendo en revolucionarios. Para ser más eficaces, esas personas pueden comprometerse a hacer uso de las ideas y ejemplos positivos asociados con lo que hemos identificado como elementos esenciales de la orientación de Lenin.

Este ensayo sirvió de base para una presentación más breve realizada en línea para Marxism 2024 en Estambul el 24 de mayo.

1. Paul Le Blanc, Lenin: Responding to Catastrophe, Forging Revolution (London: Pluto Press, 2023), p. xv.

2. Ibid., p. 122.
3. Paul Le Blanc, “Lenin’s Socialism: Labels and Realities,” 
Links: International Journal of Socialist Renewal, 14 March 2024, https://links.org.au/

4. Por ejemplo: Alexander Rabinowitch, The Bolsheviks Come to Power: The Revolution of 1917 in Petrograd (Chicago: Haymarket Books, 2017); Ronald G. Suny, Red Flag Unfurled: History, Historians, and the Russian Revolution (London: Verso, 2017); David Mandel, The Petrograd Workers in the Russian Revolution: February 1917-June 1918 (Chicago: Haymarket Books, 2018); Lars T. Lih, Lenin Rediscovered. “What Is To Be Done?” in Context (Chicago: Haymarket Books, 2008); Tamas Krausz, Reconstructing Lenin, An Intellectual Biography (New York: Monthly Review Press, 2015).

5. Lev Kamenev, The Dictatorship of the Proletariat (Detroit: Marxian Educational Society, 1920); reproduced in Al Richardson, ed., In Defence of the Russian Revolution: A Selection of Bolshevik Writings, 1917-1923 (London: Porcupine Press, 1995, pp. 102-110); also on Marxist Internet Archive: https://www.marxists..
6. Ibid

7. Alfred G. Meyer, Leninism (New York: Frederick A. Praeger, 1967), p. 193.

8. Lara Douds, Inside Lenin’s Government: Ideology, Power and Practice in the early Soviet State (London: Bloomsbury Academic, 2018), p. 2.

9. Ibid., p. 4.

10. Ibid., p. 10.

11. Ibid., pp. 97-124.

12. Ibid., pp. 149-68.

13. Ibid., pp. 11-20.

14. Radek/Lenin citado en Le Blanc, Lenin: Responding to Catastrophe, Forging Revolution, p xv.

15. Eastman y Lukács citados en Le Blanc, Lenin: Responding to Catastrophe, Forging Revolution, pp. xii, 10.

16. V.I. Lenin, “Letters on Tactics,” Collected Works, Vol. 24 (Moscow: Progress Publishers, 1974), p. 43.

17. Paul Le Blanc, Lenin and the Revolutionary Party (Chicago: Haymarket Books, 2015).

18. V.I. Lenin, What Is To be Done? in Collected Works, Vol. 5 (Moscow: Progress Publishers, 1961), p. 423.
19. V.I. Lenin, en “The Revolutionary Proletariat and the Right of Nations in Self-Determination,” 
Collected Works, Vol. 21 (Moscow: Progress Publishers, 1974), p. 408.

20. Véase Paul Le Blanc, “Lenin, Imperialism, and Revolutionary Struggles,” Irish Marxist Review, Vol. 13, No. 37 (2024).

21. R. Carter Elwood, The Non-Geometric Lenin: Essays on the Development of the Bolshevik Party 1910-1914. (London: Anthem Press, 2011), p. 44.

22. En 1920, tras emigrar a los Estados Unidos, Olgin reevaluó su orientación y se convirtió en parte del movimiento comunista.

23. Moissaye J. Olgin, Lenin and the Bolsheviki (New York: Revolutionary Workers League, 1936; reprinted from Asia, Volume 17; Number 10, December 1917), p. 12.
24. Ibid., p. 12; Le Blanc, 
Lenin and the Revolutionary Party, pp. 129-152; Paul Le Blanc, “Learning from Bogdanov,” in Revolutionary Collective: Comrades, Critics, and Dynamics in the Struggle for Socialism (Chicago: Haymarket Books, 2022), pp. 49-75. 

25. Barbara Allen, Alexander Shlyapnikov, 1885-1937: Life of an Old Bolshevik (Chicago: Haymarket Books, 2016); Charter Wynn, The Moderate Bolshevik: Mikhail Tomsky from the Factory to the Kremlin, 1880-1936 (Chicago: Haymarket Books, 2023), p. 263. 

26. Véase David Brandenberger and Mikhail V. Zelenov, eds. Stalin’s Master Narrative: A Critical Edition of the History of the Communist Party of the Soviet Union (Bolsheviks), Short Course (New Haven, CT: Yale University Press, 2019).

4. Los dalits y el voto al BJP.

Resultados de una encuesta a dalits en dos de los estados del norte de India -el cinturón hindi-. Un análisis de por qué, o por qué no, votan al BJP. No es un voto desdeñable, especialmente en Bihar. En unos días sabremos los resultados reales…https://thewire.in/politics/

Encuesta | El BJP y el voto dalit: Los límites de la narrativa «Viksit Bharat» Smriti Rao

La decisión del Partido Bharatiya Janata (BJP) de utilizar el eslogan «Viksit Bharat» (India desarrollada) como eje de su campaña para 2024 es una muestra de su gran confianza. El eslogan transmite explícitamente un mensaje de «misión en marcha» sobre el proyecto de desarrollo económico, que supuestamente se habrá completado en 2047.

Pero esta afirmación de que el desarrollo económico «va por buen camino» siempre ha estado en entredicho. Numerosos escritores han señalado la falta de mejora en los pocos indicadores macroeconómicos de los que ya disponemos de datos, incluso cuando la desigualdad se ha disparado. Argumentaban que, si bien el BJP podía declarar «misión cumplida» sobre el Templo Ram, no podía decirse lo mismo del desarrollo económico. Por supuesto, el BJP y sus partidarios tacharon a estos académicos de antinacionales y de estar fuera de onda.

A mitad de este proceso electoral, parece que los votantes de a pie tampoco están convencidos de que Bharat se esté convirtiendo en «Viksit». Una serie de encuestas preelectorales en persona, hogar por hogar (cuadro 1), realizadas entre dalits en dos circunscripciones clave -Jalaun en Uttar Pradesh y Muzzafarpur en Bihar- pueden ayudarnos a comprender, por un lado, los límites de la estrategia «economía + Hindutva» del BJP y, por otro, el reto de convertir el escepticismo de los votantes sobre los logros del BJP en votos de la oposición.

El votante principal del BJP es de casta superior: hasta el 61% de los grupos de casta de categoría general votaron al BJP en 2019. Estos porcentajes fueron del 82% para los brahmanes, del 89% para los thakurs y del 70% para los vaishyas en UP, por ejemplo. Pero los dalits son un electorado importante para el BJP. El BJP ha intentado seriamente, y hasta cierto punto con éxito, abrirse camino en las comunidades dalit. El BJP pasó del 24% del voto dalit en 2014 al 34% en 2019 a nivel nacional. Sin embargo, persisten las diferencias regionales. En las elecciones a la asamblea estatal de UP, por ejemplo, según una encuesta del CSDS posterior a los comicios, el BJP pasó del 5% del voto jatav y el 11% del voto no jatav en 2012 al 21% del voto jatav y el 41% del voto no jatav en 2022. Las encuestas aquí comentadas se realizaron para comprender estas tendencias en el voto dalit. Cabe señalar que en nuestra encuesta, cuando se formuló una pregunta abierta sobre a quién le gustaría ver como primer ministro, la preferencia por Modi como primer ministro partía de un punto de partida mucho más alto entre los dalit de Bihar que en los de UP (cuadro 2).

Nuestras encuestas se realizaron para comprender estas tendencias en el voto dalit. En lugar de tratar estas encuestas como predictivas, las utilizamos aquí como una instantánea de las opiniones de los encuestados dalit para ver si se puede sacar alguna conclusión.

¿Hasta qué punto se han creído los dalit las afirmaciones económicas del BJP?

La abrumadora mayoría de los encuestados calificó la situación económica de difícil. Así lo expresaron en sus respuestas a diversas preguntas de la encuesta (véase el Cuadro 3). En ambas circunscripciones, menos del 10% declararon que sus ingresos eran suficientes para cubrir sus necesidades de gasto. Más concretamente, menos del 10% de los encuestados de ambas circunscripciones declararon que su situación económica había mejorado en los últimos 5 años. Más del 60% de los encuestados en UP y Bihar declararon que la brecha entre ricos y pobres (desigualdad) había aumentado en los últimos 5 años.

Los jornaleros, que rara vez tienen ahorros a los que recurrir, no pueden permitirse el «desempleo» tal y como se define convencionalmente. Tienden a aceptar salarios más bajos y/o peores condiciones de trabajo antes que seguir desempleados. El 68% de los encuestados de Bihar y el 75% de los de UP eran jornaleros (mazdoori). Sin embargo, el 17% y el 24% de los encuestados de UP y Bihar, respectivamente, declararon estar desempleados, y las mujeres casi duplicaron la tasa de desempleo de los hombres. Por último, cuando se pidió a los encuestados que eligieran los problemas locales más importantes a los que se enfrentaban, alrededor del 90% en ambas circunscripciones declararon que el desempleo y/o la subida de precios («mehangai») eran los problemas locales más importantes a los que se enfrentaban (tabla 3).

Los encuestados que afirmaron que la desigualdad está aumentando eran menos propensos a elegir a Modi, aunque la dirección de la causalidad no está clara: ¿la gente dice que la desigualdad está aumentando porque ha decidido oponerse a Modi, o al revés? Y sí encontramos que entre los que piensan que su situación económica ha empeorado en los últimos cinco años, el porcentaje de votos a Modi es menor que entre aquellos cuya situación económica ha mejorado. Se trata de una fuerte correlación en ambos estados, aunque de nuevo la dirección de la causalidad no está clara. Por último, cuando se pidió a los encuestados que eligieran una razón por la que Modi podría perder, «el desempleo y la subida de precios» figuraban entre las dos principales razones elegidas (cuadro 6).

Por otra parte, no había una correlación directa entre declarar estar desempleado y elegir a Modi, en parte porque las mujeres tenían más probabilidades de declarar estar desempleadas y también más probabilidades de elegir a Modi; y de forma similar, no había una correlación fuerte en ninguna dirección entre elegir el desempleo y los precios como problemas locales importantes y preferir a Modi como primer ministro. Está claro que el voto de los dalit depende de otros factores, además de la economía.

¿Hasta qué punto resuenan los temas del Hindutva? (Ram Mandir, Hindu Dharm ki Raksha, la oposición como pro-minorías/anti-hindú)

Es notable que algo menos de dos tercios de los encuestados en Bihar y UP piensen que la demanda de un rashtra hindú no está justificada. Por un lado, en el corazón hindi, alrededor de un tercio incluso de los dalits se mostraron satisfechos de expresar abiertamente su apoyo; por otro, ese porcentaje dista mucho de ser mayoritario. Además, las cuestiones «hindúes» no ocupan un lugar destacado entre los asuntos prioritarios a la hora de votar. Cuando pedimos a los encuestados que dieran algunas razones por las que Modi podría ganar, el 20% en UP y el 35% de los encuestados en Bihar mencionaron cuestiones hindúes como el Templo Ram o el artículo 370 [que elimina el status especial que tenían Jammu y Cachemira en la Constitución]. En UP, casi la misma proporción mencionó cuestiones hindúes. En UP, aproximadamente la misma proporción mencionó el odio hindú-musulmán engendrado por las políticas del BJP como razón por la que Modi podría perder; esta proporción fue menor en Bihar, donde el apoyo a Modi entre los dalits partía de un nivel más alto (tabla 6).

El papel del acceso a los «planes»

El tercer pilar del régimen del BJP, y su principal defensa ante el aumento de la desigualdad y las altas tasas de desempleo e inflación, es el acceso a los «planes». Nuestra encuesta revela que en realidad no ha cambiado mucho sobre el terreno en cuanto a los planes a los que se accede. El acceso a las raciones es del 90% entre los encuestados dalit (cuadro 4), pero, por supuesto, el Plan de Distribución Pública (PDS)[se venden productos de consumo básico a muy bajo precio], que es la única red de seguridad (débil) que la India proporciona a sus ciudadanos, tiene muchas décadas de antigüedad. Las raciones «gratuitas» proporcionadas por Modi sí parecen tener cierto efecto narrativo, como analizamos a continuación. El plan de gas Ujjwala [regalan bombonas de gas] parece tener una cobertura significativa en el corazón hindi, en torno al 45% de los encuestados. El plan de seguro médico Ayushmann en UP y el plan Nal Jal en Bihar son los únicos que superan el 20% en términos de acceso. Mientras tanto, el acceso a MNREGA [un plan de trabajo temporal garantizado para la población rural, normalmente en obras públicas] se reduce a un solo dígito en un momento de alto desempleo, una oportunidad perdida dado el éxito ampliamente reconocido de MNREGA, en particular para las mujeres (que reportan notablemente mayores tasas de desempleo en nuestra encuesta).

Por tanto, una vez eliminado el PDS, por término medio cada encuestado sólo accedió a otro plan en ambos estados. Además, en nuestro conjunto de datos no había una correlación estadística clara entre el acceso de un encuestado a un plan concreto y su preferencia por Modi. Más bien se observa una correlación entre el acceso a tres o más programas (entre el 3% y el 8% de los encuestados) y el voto a Modi.

Sin embargo, en nuestra encuesta, los «planes» del BJP se encontraban entre las tres razones principales por las que Modi podría ganar. No así la «mejora económica» (cuadro 5). Así pues, el acceso a los programas parece tener algún efecto narrativo, aunque no determine tan claramente la elección de un votante individual. Puede que esto sea a lo que recurren los encuestados cuando intentan explicar por qué ganará Modi -que es un resultado ampliamente esperado- a pesar de que tan pocos ven una mejora tangible en su situación económica, y tantos se muestran escépticos (al menos de cara al exterior) de que la Hindutva por sí sola pueda llevar a Modi a la victoria.

Tal vez esta información debería ayudarnos a revisar nuestra comprensión del papel de lo que los estudiosos han denominado el «nuevo asistencialismo» del régimen de Modi. Los planes de bienestar no crean directa e inmediatamente una masa de labharthis agradecidos, como algunos han afirmado, sino que deben entenderse como parte del esfuerzo del BJP por construir una imagen de Modi como una figura más grande que la vida, que, como resultado, escapa a la culpa por la mala situación económica del país. Este esfuerzo, además, debe entenderse no de forma aislada, sino junto con los mensajes más amplios de Modi y el uso de símbolos.

El papel de la «chahra»

Esto nos lleva a la confianza de las encuestadas en la nebulosa «chahra» [podríamos traducir por «carisma»], la principal razón aducida en UP y la segunda más importante en Bihar para explicar por qué podría ganar Modi (cuadro 5). De hecho, las mujeres dalit de UP, que sí se inclinaron por Modi en nuestra encuesta, eran más propensas a elegir la «chahra» (en lugar de los planes o la mejora económica o las cuestiones de Hindutva) como la razón por la que Modi ganaría (tabla 7). Las conversaciones con los encuestados apuntaron a la influencia de la cobertura mediática de Modi y a la fuerza de la narrativa construida en torno a Modi en particular (en contraposición al BJP en general). El bajo porcentaje de encuestados en UP y Bihar que atribuyen cualquier aspecto de los planes o acciones de la oposición como explicación de una posible derrota de Modi o de una victoria de Modi indica la debilidad bien documentada de cualquier construcción de «chahra» equivalente entre la oposición. Esta debilidad se vio reforzada por los ataques cada vez más agresivos del BJP contra los recursos financieros de los partidos de la oposición (empezando por la desmonetización en 2014), así como contra los propios líderes.

¿Qué simboliza el chahra? Por un lado, es el resultado del lavado de cerebro de los medios de comunicación. Pero leído de otra manera, sugiere un hambre de liderazgo y una esperanza de un futuro mejor que, según esta encuesta, el régimen de Modi no ha cumplido. Esta corriente subterránea de descontento -especialmente con respecto al desempleo, la inflación, la desigualdad y las amenazas a los medios de subsistencia- podría o no expresarse electoralmente este año. Sin embargo, hay que tener en cuenta que ha surgido orgánicamente, a pesar del bombardeo publicitario del BJP, y sin una oposición suficientemente organizada y dotada de recursos. Aunque son muchas las complejidades y contradicciones que se desprenden de esta encuesta, lo único que queda claro es que los dalit encuestados no están de acuerdo en que Bharat vaya camino de convertirse en «viksit». Esa misión dista mucho de estar cumplida.

La Dra. Smriti Rao es catedrática de Economía en la Universidad Assumption de Estados Unidos.

5. Alianza campesinos y ecologistas.

Es imprescindible, aunque difícil, conseguir unir las protestas agrícolas y el movimiento ecologista. Un artículo imprescindible de Helios Escalante y Adrián Almazán. https://zonaestrategia.net/

Protestas agrícolas y ecologismo: la urgencia de una alianza (im)posible

Por Helios Escalante y Adrián Almazán | May 27, 2024

Habría que aunar la defensa de la producción de alimentos mediante la agricultura familiar, las luchas laborales en el sector desde una visión de clase y la defensa de la naturaleza

Por un lapso breve de tiempo, y rompiendo con su habitual invisibilidad, diferentes componentes del sector agrícola comenzaron este año copando parte del espacio mediático y protagonizando movilizaciones que han sorprendido a muchos por su extensión geográfica y duración. A renglón seguido de recortes a los subsidios al diésel, en Alemania los/as agricultores/as tomaban carreteras y ciudades con el tractor como símbolo. No tardaron en sumarse Francia, Países Bajos, Polonia, Rumanía, Bulgaria, Hungría… Y finalmente el Estado español, que se unía a este clamor internacional a partir del 6 de febrero de 2024, reactivando en realidad protestas que comenzaron en 2020 pero fueron interrumpidas por la pandemia de la COVID-19.

Desde el primer momento los actores políticos y mediáticos han encontrado grandes dificultades a la hora de clasificar este movimiento diverso, polifónico y gris. Como justificación de este estallido de rabia se han esgrimido desde la invasión de cereal ucraniano causado por la guerra al aumento de los precios de los insumos, pasando por la burocracia de la Política Agraria Común –PAC– o una supuesta dictadura verde que desde la Comisión Europea condena a muerte al “campesinado” europeo.

Ninguno de nosotros es agricultor. Aunque participamos de diferentes formas del movimiento agroecológico, no nos dedicamos directamente al trabajo agrario. Es por ello que con este artículo no pretendemos decirle a nadie lo que tiene que hacer o sentar ningún tipo de cátedra. Nuestro objetivo es otro. Lo que queremos es pensar qué papel estratégico, positivo o negativo, ha jugado el ecologismo en esta movilización, y qué vías y alianzas se pueden abrir a partir del mismo. Entendemos que una reflexión como ésta es imprescindible en la compleja tarea de plantear una transformación ecológica y social de nuestras sociedades, hoy en trayectorias de colapso ecosocial1.

Para ello proponemos dos cosas. Primero, acercarnos a lo que consideramos las bases sociales y ecológicas de la crisis del sector primario que, desde nuestro punto de vista, se encuentra en la raíz de estas movilizaciones. Segunda, analizar políticamente este movimiento en el Estado español, centrándonos en las relaciones existentes y potenciales entre este y el ecologismo social.

Bases sociales y ecológicas de la crisis del sector primario

Hace décadas que la agricultura y la ganadería se han convertido en sectores industrializados. Lejos de la imagen bucólica del campesinado primigenio, la realidad es que el actual modelo agroganadero en Europa supone la expulsión estructural de las pequeñas explotaciones y condena a muerte a la producción familiar. Como en muchos otros sectores, la organización capitalista de la producción de alimentos ha supuesto la guerra a muerte contra la capacidad autónoma de la población (en este caso campesina) de satisfacer sus necesidades alimentarias, la privatización y mercantilización de la tierra y los instrumentos de trabajo, la salarización de los trabajadores, la pérdida de saberes, la introducción de intermediarios especulativos y una tendencia al monopolio y a la concentración de capitales.

Buena prueba de ello la da el Censo Agrario español de 2020. Según este el número total de explotaciones agrarias se redujo desde 2009 en casi 75.000. Esta pérdida, además, se concentra en los segmentos de menor tamaño: casi 60.000 de esas explotaciones perdidas eran de entre 1 y 2 hectáreas, y 47.000 de entre 2 y 10. Por el contrario, las explotaciones mayores de 100 hectáreas aumentaron en 4.500 durante el mismo periodo.

En paralelo a esta concentración y aumento de escala vemos una sustitución progresiva del trabajo familiar (que se ha reducido a la mitad en ese mismo periodo) por mano de obra asalariada tanto fija como, de manera emergente, subcontratada (empresas de servicios y externas). En Andalucía, Cataluña, Murcia o Canarias la mano de obra asalariada supone más de la mitad del trabajo fijo en la agricultura. Tratamiento aparte merecería, además, la precariedad de una parte de los trabajadores y las trabajadoras asalariados del campo que sufren al mismo tiempo el yugo del capitalismo, el patriarcado y el colonialismo en cultivos como la fresa de Huelva o en el mar de plástico de Almería.

De este modo, tal y como ya analizaron autores como José Manuel Naredo desde la década de 19702, la “modernización” (mecanización y progresiva dependencia de insumos industriales) no ha supuesto una mejora de las condiciones de las explotaciones familiares, sino su obsolescencia programada. El objetivo real, y ampliamente logrado, de esta gran transformación de la producción de alimentos ha sido hacer de ella un sector rentable y plenamente integrado en los mercados capitalistas.

Una muestra del éxito de este programa es que la renta agraria no ha dejado de crecer en los últimos años. Si en 2011 rondaba los 22.000 millones, en la actualidad suma ya 32.500 millones de ganancias3 que se concentran fundamentalmente en los grandes regadíos, los cultivos muy mecanizados y las nuevas propuestas de agricultura 4.04. Ello implica una importante contradicción. Por un lado, muchos productores pequeños y medianos acaban tirando sus cultivos a la basura ante la imposibilidad siquiera de recuperar el dinero invertido en ellos a tenor de los precios fijados por los grandes mercados alimentarios e intermediarios monopolistas. Por otro, crece el número de fondos de inversión que optan por la agricultura y son capaces de obtener rentabilidades de hasta un 10% anual. No hay, por tanto, una “crisis de la agricultura” en abstracto, sino un modelo que beneficia a la agricultura más intensiva en capital. Los actores pequeños y medianos quedan cada vez más fuera de juego por su incapacidad de invertir masivamente a través de deuda en capital fijo (maquinaria), de sostener consumos intermedios cada vez mayores y de adaptarse a una economía de escala y globalizada.

Este explosivo escenario en lo social es inseparable de una destructividad ecológica estructural que generan la agricultura y ganadería industriales. Probablemente la producción de alimentos capture mejor que ningún otro sector las irracionalidades de la organización industrial de la satisfacción de las necesidades. Históricamente, la agricultura y la ganadería fueron siempre una fuente de energía capaz de sostener a partir de la energía solar las necesidades de alimentación de las comunidades humanas –adaptándose a distintos territorios y climas–. Pese a que sería ingenuo idealizar una agricultura y ganadería históricas que no estuvieron exentas de impactos ecológicos, lo cierto es que, salvo en contadas excepciones, la producción de alimentos vinculó las necesidades humanas con las dinámicas de la biosfera, caracterizándose de hecho por una funcionamiento cuasi-circular, sostenible y capaz de cerrar ciclos en todas sus fases.

Con la industrialización, esta relación de simbiosis se ha sustituido por una dinámica de depredación destructiva en todos los niveles que lleva décadas siendo denunciada y que incluiría la erosión de la fertilidad de los suelos por el abuso de los fertilizantes de síntesis, la deforestación masiva para ampliar la tierra cultivable, una destrucción acelerada y masiva de la biodiversidad causada por el uso a gran escala de biocidas, la contaminación de acuíferos, una dependencia fósil exacerbada tanto en la producción de insumos como en el sostenimiento de cada vez más maquinaria o una contribución fundamental al cambio climático del sector, con el ejemplo paradigmático de las macrogranjas que dominan hoy la ganadería industrial. Precisamente, algunas reformas como la introducción de unas Buenas Condiciones Agrarias y Medioambientales (BCAM) como prerrequisito para el cobro de la PAC o leyes como la de Restauración de la Naturaleza o Reducción de fitosanitarios, se dirigían a mitigar de manera muy tímida algunos de estos impactos. Sin embargo, estas reformas han estado en el punto de mira de una de parte de las movilizaciones del “campo” y han sido parcialmente derogadas.

Por último, cabe señalar que en términos ecosociales hay un segundo conflicto que se superpone al anterior: el de la transición energética. Si en términos generales la voracidad en la construcción de infraestructuras de las últimas décadas ha impuesto una enorme competición por la tierra y sus usos, hoy estamos siendo testigos de un choque de trenes entre la industria alimentaria y la del capitalismo verde “renovable”. Grandes empresas instaladoras de paneles fotovoltaicos se han convertido en muchos territorios en competidores de primer orden por el acceso a la tierra agrícola, desplegando en algunos casos prácticas de coacción y ofreciendo enormes sumas de dinero por tierras agrícolas en diferentes puntos de la Península Ibérica5.

Protestas en el campo: una heterogeneidad en sintonía

¿Con qué tipo de propuestas, estructuras organizativas y estrategias encara el sector de la producción de alimentos esta situación crítica? Ya que dar una respuesta general y en profundidad a esta pregunta es imposible en este artículo breve, podemos tomar las protestas recientes como una muestra encapsulada de todo ello. En relación a lo organizativo, en las protestas recientes se han podido identificar dos grandes bloques. Por un lado, las Organizaciones Profesionales Agrarias (OPAs) con representación en el Comité Asesor Agrario: COAG, UPA, ASAJA. Por otro, todo un conjunto de organizaciones territoriales sin representación agrupadas en espacios como Unión de Uniones6 (resultado de una escisión de COAG), la “Plataforma 6F”7 (cuyos vínculos con Vox o con otras figuras de la ultraderecha en muchos territorios han sido evidentes), y otros espacios autoorganizados. En un primer momento las protestas en el estado español se organizaron por vías espontáneas como grupos de Telegram, fuera por tanto de las OPAs. Esta informalidad fue aprovechada por elementos de la extrema derecha, que trataron de encabezar la propuesta en diferentes territorios. Además, esta polaridad organizativa ha tenido como resultado una presencia importante de la reivindicación de algunas de estas plataformas de ser incluidas, vía elecciones agrarias, en el futuro Consejo Asesor Agrario8.

Ahora, en realidad estos dos bloques organizativos no corresponden a perfiles ideológicos, de capacidad económica, talla o relación laboral absolutamente diferenciados. Por un lado, cada uno contiene una diversidad socioeconómica interna muy grande. Especialmente representados en OPAs como ASAJA pero también en plataformas como la 6F, podemos identificar como protagonistas a grandes polos empresariales y financieros y a los mayores beneficiarios de las destructivas dinámicas ecosociales del sector que antes describíamos. Pero también hay propiedades pequeñas o medianas que a día de hoy han quedado completamente subsumidas en el modelo industrial, endeudados y dependientes tanto de regadíos insostenibles como de insumos químicos y prácticas destructivas. Y sobre todo, son absolutamente dependientes de la posibilidad de acceder a mano de obra (legal o ilegal) barata, y en gran medida desprotegida y sumisa. Por último, tendríamos también un conjunto de asalariados/as y jornaleros/as que, con excepciones como el Sindicato de Obreros del Campo – Sindicato Andaluz de Trabajadores/as9, con el carácter explícitamente jornalero de su afiliación o el Sindicato Labrego Galego (integrado en COAG), cuyos estatutos recogen que solo pueden afiliarse quienes trabajen directamente en la explotación agraria (aunque eventualmente recurran a contrataciones, como forma de solventar esta cuestión), no cuentan con espacios sindicales diferenciados y se encuentran o atomizados y sin representatividad o insertos en los sindicatos generales.

Lo que llama la atención es cómo, incluso pese a la pluralidad de su composición y la división organizativa, en las protestas ha predominado (o al menos ha resultado más visible) una línea estratégica y discursiva que, desde nuestro punto de vista, plantea una salida en falso a la actual crisis del sector. Esta partía de una supuesta unidad del “sector agrícola” que se vincula con la de un pretendido “mundo rural” también homogéneo. Y frente a esta unidad identitaria se alzaría el ecologismo como uno de los grandes enemigos que se habría de batir. Este, a través de la fantasmagórica y demonizada “Agenda 2030”, estaría poniendo en riesgo el ejercicio de la agricultura y ganaderías realmente existentes (asumidas como aproblemáticas) a través de sus medidas de control y regeneración ecológica.

Este relato se ha construido mediante movilizaciones como la de marzo de 202210 que agrupó a organizaciones de cazadores, agricultores y ganaderos y que en estas protestas ha vuelto a aparecer de la mano de la Plataforma SOS Rural y similares. Además, desplaza las problemáticas centrales del sector hacia cuestiones de enorme potencial simbólico como la del lobo. La reciente desprotección de este que han impulsado PP y Vox (con el apoyo de PNV y la abstención de Bildu) puede entenderse en el marco de un intento de construir hegemonía en los territorios no urbanos a través del reforzamiento de una política de gestos antiecologistas. Esta estrategia está alineada con cierto imaginario reaccionario, masculino y fundamentalmente nacionalista español del mundo rural promovido desde la extrema derecha, en el que cierta visión de la caza juega un papel importante. De hecho, es evidente que existe una sintonía total entre este gran relato ideológico y la propuesta estratégica en la que se enmarca el programa antiecologista de la extrema derecha. (Merecería un tratamiento independiente la importancia también en ciertos sectores agrícolas, y la cercanía con la extrema derecha, en la defensa de un discurso racista que ratifica y legitima el apartheid laboral de miles de trabajadores en las grandes explotaciones agrícolas del sur de la península y, a pequeña escala, apoya la progresiva salarización y proletarización de los/as trabajadores/as del campo. No es casual la preponderancia electoral de Vox en territorios especialmente dependientes de este racismo institucionalizado como Murcia o Almería.) Por tanto, no es casual que la extrema derecha haya hecho bandera de las movilizaciones del sector y se haya introducido orgánicamente en el mismo a través de espacios como la plataforma 6F. No obstante, ¿debemos entonces concluir que la alianza entre este nuevo ciclo de movilizaciones y el ecologismo es imposible? Consideramos que no, al menos por tres motivos.

Protestas en el campo: construyendo alianzas (im)posibles

El primero, porque en realidad algunas de las peticiones que han sido abanderadas por todos los actores y bloques agrarios en toda Europa son compartidas con el ecologismo social. Pensamos especialmente en la cancelación de los grandes tratados de comercio e inversión, y en particular la exigencia de no firmar el tratado MERCOSUR, una reivindicación de organizaciones como Ecologistas en Acción por sus implicaciones ecosociales: relajación de las medidas ecológicas, pérdida de soberanía alimentaria, profundización de la deuda ecológica y del neocolonialismo extractivista, agravamiento de la crisis climática, etc11. En las protestas agrícolas se han esbozado también otros elementos de crítica al actual modelo agroalimentario que pueden ser compartidos, como el señalamiento del papel de las grandes cadenas de distribución12. Existe además un malestar de fondo y una preocupación por la defensa de un mundo rural vivo que conecta con diferentes sensibilidades, entre ellas la ecologista.

El segundo, porque aunque hayan sido minoritarias, hemos tenido experiencias en el estado español que apuntan a una vía estratégica diferente. Sin ánimo exhaustivo podemos mencionar algunas de ellas que plantean posibles caminos de confluencia. Actores sindicales y movimientos sociales, como el agroecológico, se han incorporado a estas movilizaciones pero haciendo hincapié en que el conflicto actual del “campo” no se opone completamente al ecologismo, sino que más bien está atravesado completamente por las cuestiones que plantea este movimiento.

Desde una perspectiva a la vez de clase y ecológica han denunciado que por un lado están los que se benefician del actual modelo y, por otro, los que o lo sufren como asalariados o se encuentran en riesgo de ser expulsados de él ya sea por los nuevos monopolios financieros y empresariales del sector o por industrias como la energética. Además, han planteado que hacer frente a los efectos de la degradación ecológica debería ser una prioridad sobre todo para las pequeñas y medianas explotaciones, que se ven comprometidas si no son capaces de garantizar una regeneración ecológica suficiente de los bienes fondo como el agua o los suelos fértiles.

En Cataluña varias las plataformas y colectivos que como Revolta Pagesa13 o Assemblea Pagesa14 han participado en las movilizaciones de manera muy activa con un discurso que ha tenido el ecologismo social como referente y aliado explícito, denunciando la mercantilización de la producción de alimentos –en un sentido similar al que antes exponíamos– y reivindicando la construcción de soberanía alimentaria agroecológica. Podríamos también recordar la existencia de coordinadoras a nivel estatal que se han posicionado también en este contexto de movilizaciones con un discurso explícitamente ecologista y agroecológico, como la plataforma “Por Otra PAC”15 o la creada recientemente “Nos plantamos”, que articula a diferentes organizaciones y entidades del mundo rural y agroalimentario, desde COAG a Ecologistas en Acción o iniciativas agroecológicas locales16.

Otro caso interesante es el de algunos de los sindicatos locales de la COAG en Euskal Herria, muy en particular la Unión Agroganadera de Álava (UAGA), parte de la Euskal Herriko Nekazarien Elkartasuna (EHNE). Aunque recuperaron algunos de los elementos del discurso hegemónico (retórica antilobo, por ejemplo17), introdujeron también un crítica explícita al acaparamiento especulativo y financiarizado de la tierra ya sea por actores del “sector agrícola” como, especialmente, por los nuevos monopolios del capitalismo verde. Resulta esperanzador el que se hayan sumado a la convocatoria de una movilización el pasado 23 de marzo contra la industrialización del medio rural y en defensa de las tierras de cultivo –iniciativa de diferentes plataformas en defensa del territorio y ecologistas, en particular de Euskal Herria Bizirik18–. Dicha colaboración continúa en el presente y ya se han proyectado movilizaciones conjuntas bajo el lema “contra la industrialización del campo”.

Tal y como analizan con precisión y sentido de oportunidad político el colectivo Reprise de terres19 en Francia, nos encontramos en un momento bisagra fundamental para los territorios rurales y la actividad agrícola. Además de su situación de crisis, que hemos descrito, en la próxima década vamos a ser testigos de cómo en ellos se produce un auténtico reemplazo generacional. Se estima que alrededor de la mitad de los titulares de explotaciones alimentarias hoy en activo se jubilarán en dicho periodo, en países como Francia o España, desocupando miles de hectáreas de tierra y de infraestructuras ganaderas y agrícolas. En esa circunstancia se hace todavía más apremiante la pregunta de si esta se convertirá en una oportunidad de oro para inversores de todo tipo, una vuelta de tuerca definitiva y profunda en la dinámica de financiarización y mercantilización, o, en sentido opuesto, la oportunidad de una transformación integral y emancipatoria.

Sublevaciones de la tierra”: componiendo nuevos movimientos

Anunciábamos que desde nuestro punto de vista, una vía estratégica alternativa era posible de imaginar por tres motivos. Los dos primeros, ya expuestos, apuntarían a la existencia de demandas compartidas que pueden ser simiente de movimientos más amplios. Además, hemos mapeado brevemente iniciativas ya en marcha que se pueden utilizar como palancas e inspiraciones para la construcción de dicho movimiento. No obstante, el tercer motivo que vamos a exponer es probablemente el que invita en mayor medida al optimismo: el modo en que en Francia estamos siendo ya testigo de la articulación y agencia de una estrategia de este tipo a una escala que podríamos considerar masiva (de orden de decenas de miles de personas).

El colectivo Reprise de terres, al que antes hacíamos referencia, es solo uno más de los componentes de uno de los fenómenos ecologistas que más han dado que hablar en Europa en este último año. La dinámica de lucha en Francia conocida como “Las sublevaciones de la tierra” (Soulèvements de la Terre) ha revolucionado la acción ecologista y en defensa del territorio demostrando la capacidad de movilizar a decenas de miles de personas en el marco de un discurso, y de acciones, anticapitalistas y decrecentistas. La oposición al agronegocio se combina con la lucha contra la construcción de infraestructuras como carreteras o trenes de alta velocidad. Al mismo tiempo, esta dinámica de lucha está demostrando la capacidad de incidir en el discurso de una parte muy amplia de los movimientos sociales, pero no solo. Ante la explosión de movimientos plurales y abiertos como las protestas en el campo, Sublevaciones de la Tierra han sido capaces de articular un discurso propio que, aliado con el ecologismo social abre la posibilidad de nuevas trayectorias de transformación ecosocial en los territorios no urbanos que son, desde nuestro punto de vista, tan urgentes como imprescindibles.

Aunque es imposible ahondar con detalle en la forma de funcionar de esta dinámica de lucha, algo que ya hemos hecho en otros lugares20, baste señalar que su principal potencia reside en la idea de “componer”. Es decir, aunar diferentes apuestas estratégicas no en ententes militares temporales ni en luchas conflictivas por la hegemonía; componer diferentes líneas de acciones como si se trataran de instrumentos de una orquesta, de un modo en que la diferencia potencia el conjunto y lo embellece. Incluso con disonancias puntuales. Es así como estrategias tan diversas como la acción legislativa y la acción directa no solo conviven, sino que son capaces de potenciarse mutuamente y hacer más factible la construcción de un horizonte compartido. Entre los integrantes de esta dinámica de lucha están asambleas locales opuestas a diferentes megaproyectos, militantes del ecologismo radical provenientes de diferentes experiencias como las ZAD21, grupos naturalistas, jóvenes practicantes de la desobediencia civil, alcaldes y alcaldesas y, un actor clave: la Confederation Paysanne22.

El desarrollo de un movimiento como el de las Sublevaciones de la Tierra debe mucho precisamente a la extensión y trayectoria particular de una organización como esta, que consigue vincular la defensa de la agricultura familiar y campesina con los/las asalariados/as agrícolas y la transición agroecológica; capaz, por tanto (no sin dificultades y tensiones) de alcanzar acuerdos y movilizaciones conjuntas de innegable radicalidad con fuerzas heterogéneas. Este sindicato, el segundo más grande del país, es defensor explícito de un modelo campesino de producción de alimentos.

Lo que hemos visto en el último ciclo de movilizaciones agrícolas es que la Confederation Paysanne ha participado con un discurso y una práctica nítidamente opuestos al modelo de la agroindustria y las organizaciones agrarias que lo defienden, como la FNSEA (equivalente quizá a la ASAJA española). Y su posición, además, se ha visto exponencialmente amplificada por el hecho de integrarse en una dinámica de lucha conjunta y en defensa del territorio más amplia. Un ejemplo de ello fue el impacto político y la capacidad de generar debate y frenar la hegemonía de la extrema derecha que tuvo el posicionamiento de las Sublevaciones de la tierra en el momento de las protestas agrarias23.

Sin embargo, lo visto hasta aquí y las líneas ideológicas hoy dominantes en el Estado español no invitan al optimismo ante la posibilidad de una alianza como la que defendemos. Cabría discutir hasta qué punto algo así es o no replicable en el contexto ibérico. No obstante, consideramos humildemente que una tarea estratégica fundamental para el ecologismo social hoy es contribuir a una fractura de la pretendida homogeneidad del bloque rural/agrícola supuestamente reaccionario a fin de generar otras formas de composición. En este sentido, una alianza entre el “campo” (o “los campos”, con toda su diversidad) y el ecologismo social es, desde nuestro punto de vista, imprescindible.

La complejidad de una alianza tal reside en ser capaces de triangular la defensa de la producción de alimentos mediante la agricultura familiar, las luchas laborales con visión de clase de los/as asalariados/as en el sector, y la defensa de la naturaleza. Es imprescindible trabajar simultáneamente en los tres componentes porque los grandes actores del sector avanzan hoy subsumiendo las pequeñas explotaciones, y a su vez, en los diferentes segmentos de la cadena se trasladan hacia el trabajo y los recursos naturales la presión sobre los costes crecientes.

Las Sublevaciones de la tierra nos ofrecen muchas indicaciones de las vías estratégicas que la alianza (im)posible entre el ecologismo social y el “campo” debe priorizar: la búsqueda generosa de puntos de encuentro entre mundos diferentes, la defensa del territorio como elemento común entre distintos segmentos del sector agrícola y otras fuerzas sociales, o la voluntad de articular las luchas locales y los análisis más generales.

Notas

  1. Se puede acceder a una versión actualizada de este diagnóstico en: Luis González Reyes y Adrián Almazán, Decrecimiento. Del qué al cómo, Barcelona, Icaria, 2023. ↩︎
  2. Una panorámica de este análisis se puede encontrar en: Naredo, J. M. (2004). Evolución de la agricultura en España (1940-2000). Ed. Universidad de Granada ↩︎
  3. https://www.plataformatierra. ↩︎
  4. Un breve análisis crítico de estas tecnologías se puede encontrar en nuestro artículo junto a Iñigo Arrazola: “Agricultura 4.0: una vuelta de tuerca al modelo agroindustrial”. https://www. ↩︎
  5. Para profundizar en esto se puede consultar el libro: Alberto Matarán y Josefa Sánchez (Eds.), Colonialismo energético. Territorios de sacrificio para la transición energética, Barcelona, Icaria, 2023 ↩︎
  6. https://uniondeuniones.org ↩︎
  7. https://plataforma6f.com/ ↩︎
  8. https://uniondeuniones.org/ ↩︎
  9. https://sindicatoandaluz.info ↩︎
  10. https://elpais.com/economia/ ↩︎
  11. Ver “UE-Mercosur. Un acuerdo comercial contra el planeta y las personas” de Yago Martínez, Marta García e Izaskun Aroca el el nº107 de la revista Ecologistahttps://www. ↩︎
  12. Una de las acciones que se han dado durante las protestas ha sido el bloque de centros logísticos de Mercadona, por ejemplo: https://www.elperiodico.com/ ↩︎
  13. https://www.revoltapagesa.cat/ ↩︎
  14. https://www.assembleapagesa. ↩︎
  15. https://porotrapac.org/ ↩︎
  16. https://nosplantamos.org/ ↩︎
  17. https://www.uaga.eus/por-que- ↩︎
  18. https://www.uaga.eus/23-de- ↩︎
  19. https://www.terrestres.org/ ↩︎
  20. Para un análisis más detallado de este movimiento: 40 voces por las Sublevaciones de la Tierra. Abecedario para desarmar el colapso ecosocial. VVAA, Ed. Virus (2024). En particular en su prólogo uno de nosotros se encargó de mostrar el potencial de esta nueva propuesta de organización basada en la noción de composición. ↩︎
  21. Zona A Defender, experiencias de ocupación de territorios amenazados por proyectos de grandes infraestructuras o urbanísticos y cuya defensa han aúnado en muchas ocasiones (la más conocida la oposición al aeropuerto de Nantes en Notre-Dame-Des-Landes) a agricultores, ecologistas y militantes de diferente tipo. ↩︎
  22. https://www. ↩︎
  23. https:// ↩︎

Helios Escalante  forma parte de Ecologistas en Acción. X: @Helios_EM
Adrián Almazán de Euskal Herria Bizirik

6. Trayectoria de Grace Lee Boggs.

Un amplio repaso a la vida de una intelectual comunista estadounidense de la que, francamente, nunca había oído hablar. https://www.revue-ballast.fr/

Marxismo y revolución negra: Grace Lee Boggs en su siglo

28 de mayo de 2024

«Nada es más importante que pensar dialécticamente«: no cabe duda de que Grace Lee Boggs se ha mantenido fiel a este principio rector durante toda su vida. El movimiento de la historia, la inestabilidad del futuro, la irreductibilidad del presente a las teorías heredadas no son palabras vacías para la mujer que nació en vísperas de la Revolución bolchevique y murió en los Estados Unidos de Barack Obama. China nacida en Rhode Island, fue una de las activistas más activas del movimiento Black Power. Filósofa y emuladora de Marx y Hegel, hizo de la imaginación revolucionaria el fundamento de su práctica política. La vida de Grace Lee Boggs es un laberinto que nos enfrenta a algunas de las mentes más penetrantes de su tiempo. También abre infinitas preguntas sobre nuestro futuro: la historia política de la que ella fue actriz sigue siendo, en muchos sentidos, la nuestra. Perdámonos en este laberinto de una vida militante, tratando de captar, en cada una de sus encrucijadas, el eco de nuestras luchas actuales. Por Simon Chuang

«Soy una mujer muy mayor. Nací en 1915, en la época de lo que más tarde se llamaría la Primera Guerra Mundial, dos años antes de la Revolución Rusa. Y como nací de padres inmigrantes chinos, además de nacer mujer, comprendí muy pronto que el mundo tenía que cambiar. Pero también comprendí, a medida que crecía, que la forma en que cambiamos el mundo y pensamos en ese cambio también necesitaba cambiar «. Grace Lee Boggs tenía 97 años cuando, en 2012, introdujo con estas palabras una conferencia en la Universidad de California en Berkeley. A su lado estaba Angela Davis, que había sido invitada a hablar con la distinguida activista sobre un gran tema que las une: la Revolución. Davis no dudó en declarar desde el principio que este encuentro constituía «el mayor honor [que había] recibido en [toda] su vida política «, e inmediatamente saludó la decisiva contribución de Grace Lee Boggs, así como la de su marido James Boggs, al movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. Pero la casi centenaria no tiene intención de asumir el papel de una reliquia de la historia de la protesta estadounidense. Su mirada está vuelta hacia el futuro, porque la Revolución está totalmente por pensar y, sobre todo, por hacer. De ahí este llamamiento, que suena a declaración fundacional y pone la primera piedra de un edificio inacabado: «Ha llegado el momento de reimaginarlo todo». «Reimaginarlo todo «: dos palabras que resumen, sin agotar su significado histórico, el trabajo de toda una vida1.

¿Chinoamericana?

Grace Lee nació el 27 de junio de 1915, encima del restaurante chino de su padre en Rhode Island. Originarios de la provincia de Guangdong, sus padres habían decidido cruzar el Pacífico unos años antes, para huir de la miseria y la agitación de un imperio chino-manchú crepuscular. A principios de siglo, la dinastía Qing se había derrumbado, destrozada por un siglo de devastación colonial y culpable de una implacable opresión del pueblo chino. ¿Cómo olvidar que, en la década de 1860, el poder imperial se alió con las potencias coloniales (Francia y Reino Unido) para sofocar las revueltas Taiping2? Los levantamientos por el advenimiento de la «Gran Paz» se saldaron con la muerte de más de 20 millones de hombres y mujeres, masacrados por el ejército imperial y las fuerzas coloniales: uno de los episodios más mortíferos de la historia china.

Pero el desmembramiento de China por las potencias coloniales significó su asimilación gradual al capitalismo industrial, lo que algunos llamarían su «apertura» al mundo, ofreciendo a los más emprendedores de los pobres la «oportunidad» de vender su fuerza de trabajo en tierras lejanas. Los proletarios están encadenados en todas partes, tanto más cuando su «raza» es un defecto incurable. Como se puede imaginar, la travesía del Pacífico emprendida por un campesino chino a principios del siglo XX no era en absoluto un camino hacia la libertad. La mayoría de las veces, es la inauguración de otra historia, la de nuevas opresiones y nuevas luchas. ¿En qué pensaban los padres de Grace cuando desembarcaron en las costas de California? ¿Qué imaginaban y esperaban? Sin duda, estaban seguros de que Estados Unidos nunca se convertiría en su nuevo hogar. Ningún trabajador chino pensaba en quedarse en Estados Unidos, y mucho menos en convertirse en «americano». América seguía sin ser nada para ellos, igual que ellos no eran nada para América: en 1882, el Congreso estadounidense había aprobado una ley que suspendía la entrada de trabajadores chinos y de «todas las personas de raza china «, con la excepción de ciertas categorías privilegiadas. La propia Grace no sabe exactamente cómo consiguió su padre eludir esta ley racista. Sin duda, sospecha, se hizo pasar por hijo de un compatriota que había entrado legalmente en el país, alegando al mismo tiempo que su partida de nacimiento había sido destruida por los terremotos de San Francisco en 1906.

Por tanto, el nacimiento de Grace en suelo estadounidense podría haberse considerado una curiosa coincidencia, de no ser por una historia plagada de cadáveres y salpicada de múltiples formas de opresión. Afortunadamente, no toda opresión es monstruosa; el nombre chino de Grace, talismán poético, resuena como una conjura patética de un pasado monstruoso: ya no es «Tai Ping» sino «Yu Ping», «paz de jade».

Trabajar con lo negativo

Para Grace, hermana de siete hijos y primera generación nacida en suelo estadounidense, el futuro era una inmensa página en blanco. Los destinos contrastados que se sucedieron -ordinarios para algunos, trágicos para uno, misteriosos para otros- atestiguan la naturaleza profundamente indecisa del futuro que entonces tomaba forma. Para ellos, China no era más que una distancia irreal, un pasado abstracto, definitivamente separado de sus vidas, aunque la cuestión del «regreso» estuviera omnipresente durante su infancia. Es difícil saber cuánto pesaría este pasado, hecho de sufrimiento tácito y legados rotos, en la propia existencia de Grace. De niña, devoraba las novelas americanas protagonizadas por héroes chinos; en el cine, sólo tenía ojos para Anna May Wong, la única actriz de origen chino en Estados Unidos en aquella época. Esta búsqueda de modelos no tendría futuro, ya que la sociedad estadounidense sólo podía proporcionarle clichés en el mejor de los casos. Así que tuvo que inventar su propio destino, imaginando nuevas posibilidades: China, y el imposible regreso a sus orígenes que simbolizaba, no serían más que un recuerdo enterrado bajo las capas del tiempo. Grace no pisaría la tierra de sus antepasados hasta 1983, por última vez, en un momento en que ya sabía que pertenecía a otra historia.

A los dieciséis años, Grace Lee ingresó en la Barnard University for Women de Nueva York, donde su voraz curiosidad la llevó a cursar asignaturas tan variadas como ciencias políticas y zoología. Pero el contexto económico nacional -la Gran Depresión- y el geopolítico -el ascenso de Hitler al poder en Alemania- la llevaron poco a poco a cuestionarse el significado de los acontecimientos históricos, y fue a la filosofía a la que finalmente se dirigió. Sin embargo, el departamento de filosofía de Barnard no era de su agrado: su enseñanza era polvorienta y anclada en el positivismo histórico característico de finales del siglo XIX. Por suerte, tras graduarse en Barnard, consiguió una beca reservada a estudiantes chinos para estudiar en el Bryn Mawr College de Pensilvania. Allí estudió con un discípulo de Whitehead, el filósofo Paul Weiss, cuya capacidad para conciliar pensamiento y vida tuvo un profundo efecto en ella. Él la introdujo en Kant y Hegel, y su lectura de la Fenomenología del Espíritu le enseñó «el trabajo de lo negativo «. La idea de que la verdad no es estática, congelada en alguna eternidad, sino siempre en movimiento, en la superación de las contradicciones, nunca la abandonaría. Igualmente esenciales fueron el descubrimiento y el estudio de la filosofía pragmatista americana, en particular la de George Herbert Mead, a quien Grace Lee dedicó una tesis doctoral en 1940. El pensamiento de Mead, pero también el de Dewey, llegaron en el momento justo de su itinerario: según su análisis retrospectivo, la impulsaron a pasar «de una vida de contemplación a una vida deacción3 «. Es difícil no ver en esto un eco, aunque no sea intencionado, de la distinción entre vita activa vita contemplativa desarrollada por una teórica política de una tradición completamente diferente, pero cuyo destino también se cruzó con el de América: Hannah Arendt.

Había llegado el momento de que Grace Lee se lanzara a la acción. A decir verdad, no tenía muchas opciones: ningún diploma, por prestigioso que fuera, podía ocultar el hecho de que era mujer y de «raza» china. Todas las puertas estaban cerradas para ella. ¿Qué caminos desconocidos podía tomar ? A finales de 1940, decidió marcharse a Chicago, con libros y unos pocos dólares en el bolsillo. Se unió a la «South Side Tenants Organization», una sección del Partido de los Trabajadores4, que luchaba contra la insalubridad de las viviendas de su barrio. Ella misma se había instalado en el sótano de una señora judía, donde proliferaban las ratas, después de ir de puerta en puerta, en vano: no alquilaban a «orientales», le decían. El encuentro con sus camaradas trotskistas fue decisivo para la joven filósofa. Fue su primer contacto con la comunidad negra estadounidense y, más en general, con la acción y la organización militantes.

El movimiento de la Marcha sobre Washington iniciado por Asa Philip Randolph, al mostrarle el poder de la movilización de masas y su capacidad para cambiar el curso de la historia, iba a ser un punto de inflexión en su vida: «Decidí que quería dedicar el resto de mi vida a convertirme en activista política dentro de la comunidad negra «5. Se afilió oficialmente al Partido de los Trabajadores, del que esperaba recibir una sólida formación política e ideológica. Pero las disputas internas que minaban la organización trotskista, la esterilidad de los debates y la indiferencia de sus camaradas ante la cuestión negra casi la empujan hacia la salida, de no ser por un encuentro con Martin Abern. Este experimentado activista, enviado por el Comité Nacional del partido para reconciliar dos secciones locales, dio carne y hueso a la herencia revolucionaria de Grace Lee a través de sus vívidos relatos y testimonios. Abern le hizo un relato detallado de la historia de los movimientos radicales estadounidenses de los años veinte y treinta y, en un gesto de aceptación, eligió para ella un seudónimo del partido: Ria Stone. Sin embargo, Grace Lee intuía que los debates abstractos entre estalinistas y trotskistas, o entre partidarios de Cannon y emuladores de Shachtman6, no estaban a la altura del momento histórico y se alejaban cada vez más de las luchas concretas, que, en definitiva, Abern ya pertenecía a un mundo pasado: el impulso político tenía que venir de otra parte.

Un día de 1942, en una estación de tren de Chicago, conoció a un hombre alto que llevaba dos gruesos volúmenes bajo el brazo: era Cyril Lionel Robert James, que viajaba con el primer libro de El capital de Marx y La ciencia de la lógica de Hegel. Al darse cuenta de que Grace Lee sabía alemán, C.L.R. James sugirió que leyeran juntos a estos dos grandes autores. Fue el comienzo de una asociación intelectual que duraría dos décadas. Gracias a este encuentro, Lee se unió a la Tendencia Johnson-Forest del Partido de los Trabajadores, convirtiéndose en su tercer pensador principal. Mientras Johnson (C.L.R. James) y Forest (Raya Dunayevskaya) procedían del trotskismo y hablaban su idioma -Dunayevskaya fue secretaria de Trotsky durante un tiempo-, Lee se había convertido a la lucha con la cuestión negra: «Yo no era realmente trotskista. [A decir verdad, la mayoría de los escritos de Trotskyme aburrían7«. La cuestión de la «naturaleza» del régimen soviético, y más ampliamente el significado último de la revolución bolchevique, dio lugar a interminables disputas en los círculos trotskistas de la época. Mientras que el propio Trotsky y sus partidarios más ortodoxos seguían manteniendo que laURSS constituía un estado obrero, aunque «degenerado», mientras que una tendencia mayoritaria del Partido Obrero encarnada por Shachtman lo interpretaba como un «colectivismo burocrático», Johnson y Forest lo venían analizando desde principios de los años 40 como un régimen de «capitalismo de estado».

Pero muy pronto, la tendencia Johnson-Forest también intentó pensar en nuevos términos sobre lo que entonces se llamaba«la cuestión negra». En lugar de subordinar la raza a la clase, o de esperar una hipotética unión de trabajadores negros y blancos, sugería apoyar todas las luchas independientes de los negros, reconociendo su potencial revolucionario intrínseco. En agosto de 1943, tras el asesinato de un soldado negro a manos de la policía, el barrio de Harlem, en Nueva York, ardió en llamas: mientras los medios de comunicación hablaban de los «disturbios de Harlem», James, ayudado por Lee, informaba de los mismos sucesos en un artículo titulado «Manifestación masiva en Harlem» en las columnas de Labor Action, la publicación del Workers Party. Los negros estadounidenses ya no eran la masa huérfana de la teoría marxista ortodoxa, sino que se habían convertido en sujetos políticos por derecho propio.

Durante varios años, James, Dunayevskaya y Lee formaron un trío inseparable de prodigiosa productividad teórica. Otro trío, o más bien una santísima trinidad, consumía todas sus energías: Hegel, Marx y Lenin. Dunayevskaya ponderaba y traducía las notas de Lenin sobre Hegel, mientras que James preparaba su obra teórica Notas sobredialéctica8. Lee, por su parte, se basó en los avances teóricos de quienes consideraba sus mentores, al tiempo que estudiaba las revoluciones del pasado. Frente a los marxistas que veían al Partido como el poseedor supremo de la ciencia histórica, subordinando la lucha de clases a la dirección ideológica, la tendencia Johnson-Forest pretendía dar rienda suelta a la movilización popular y pensar, dentro de la propia tradición marxista, en la espontaneidad revolucionaria de las masas y en la apropiación de los medios de producción por parte de los trabajadores. Como minoría dentro del partido, los «johnsonistas» veían cómo el abismo que los separaba de los «shachtmanistas» se hacía cada vez mayor. Mientras que estos últimos consideraban que la esencia del marxismo residía en las «relaciones de producción» y la acumulación de capital, los primeros hacían hincapié en la autoorganización y la experiencia de los trabajadores, lo que paradójicamente les valió acusaciones de «idealismo». La ruptura llegó en 1947: la tendencia abandonó el Partido Obrero para unirse al Partido Obrero Socialista de James P. Cannon. Fue la ocasión de resumir casi cinco años de reflexión en un ensayo escrito a seis manos, titulado The invading Socialist Society, que el propio James consideraba el «documento fundamental » del movimiento. En realidad, los jonsistas también estaban tomando el tiempo del propio Trotsky, ya que en este texto consideraban que el estalinismo era un «producto orgánico«9 del capitalismo.

París, 1948: un encuentro Lee-Castoriadis

No obstante, la tendencia estuvo representada en el II Congreso de la IV Internacional celebrado en París en 1948. Fue la más joven del trío, Grace Lee alias Ria Stone, quien fue enviada para llevar una voz disidente. Durante su estancia, conoció a un joven militante cuyo temperamento fogoso y puntos de vista originales sobresalían de las homilías trotskistas que no habían cambiado desde los años veinte. Dos años antes, Pierre Chaulieu había formado con un camarada la tendencia «Chaulieu-Montal». – En otras palabras, Castoriadis-Lefort10. La colaboración entre la tendencia Johnson-Forest y el futuro grupo Socialisme ou Barbarie, y más concretamente Cornelius Castoriadis, iba a ser duradera. El encuentro fue decisivo para el militante recién llegado de Grecia, mucho más que para Claude Lefort, que más tarde vería con malos ojos el acuerdo11. Por supuesto, las diferencias teóricas entre Castoriadis y los johnsonistas no eran en absoluto anecdóticas, pero coincidían en una reivindicación fundamental: «la autoactividad de la clase obrera«12. » Las discusiones con Ria Stone [Grace Lee Boggs] desempeñaron un papel decisivo en una etapa en la que mi pensamiento estaba tomando forma, y a ella le debo en parte el haber superado el provincianismo europeo que todavía marca tan fuertemente lo que produce la antigua capital de la cultura universal», diría más tarde Castoriadis13. Dos textos importantes que le debemos, «Fenomenología de la conciencia proletaria «14 y «La concentración de las fuerzas productivas «15, llevan la impronta de lo que el pensador de la autonomía describiría más tarde como un «idilio intelectual«16.

En el Congreso de 1948, Lee y Castoriadis presentaron conjuntamente una resolución titulada «Sobre la cuestión rusa», que confirmaba definitivamente su ruptura con el trotskismo al resumir su análisis de la verdadera naturaleza del régimen soviético: «Las relaciones de producción en Rusia son relaciones de explotación basadas en la total expropiación económica y política del proletariado y la completa apropiación del capital por la burocracia dominante. Es este carácter de clase de las relaciones de producción el que determina el carácter de clase de las relaciones de distribución. Es también el carácter de clase de las relaciones de producción, del que la nacionalización es la expresión adecuada, lo que determina el carácter del Estado ruso, un Estado totalitario, un instrumento de opresión contra elproletariado17«. En otras palabras, lejos de poner fin a la explotación de los trabajadores, el régimen de Stalin la exacerbó estableciendo la dominación absoluta de la burocracia. La tesis fundadora del grupo Socialisme ou Barbarie quedaba así formulada por primera vez: la URSS no era un «Estado obrero degenerado», como sugería la vulgata trotskista, sino que había sustituido la división entre burgueses y proletarios por la de dirigentes y ejecutores. La liquidación de la burguesía y la aristocracia rusas no había conducido a la emancipación del proletariado sino, por el contrario, a su esclavización total: «En los países del glacis, el proceso de asimilación estructural a Rusia iniciado tras la caída del nazismo se profundiza cada vez más y tiende a abarcar las fuerzas esenciales de la vida económica, política y social. Este proceso significa fundamentalmente el exterminio de las capas burguesas anteriormente dominantes, su sustitución por la capa burocrática estalinista y el mantenimiento del proletariado en el marco de un régimen de completa explotación yopresión totalitaria18«. Por tanto, la tarea del proletariado ruso ya no es defender o mejorar el régimen burocrático, sino derrocarlo.

Como era de esperar, la resolución fue ampliamente rechazada. Su alcance era limitado, pero tanto para Lee como para Castoriadis marcó la confluencia de sus respectivos caminos. Tres años más tarde, en 1951, un importante artículo de Lee fue publicado y discutido en dos números de Socialisme ou Barbarie bajo su seudónimo Ria Stone. Titulado «La reconstrucción de la sociedad», ofrecía, entre otras cosas, una crítica de la alienación del trabajador estadounidense, al tiempo que intentaba demostrar que la clase obrera estadounidense, en virtud del desarrollo del capitalismo específico de Estados Unidos, se encontraba en la mejor posición para iniciar una nueva revolución socialista. En línea con los análisis de Marx, argumenta que las teorías políticas y económicas que ignoran la vida concreta de los trabajadores son una farsa: «La preocupación de los intelectuales por sus almas y por los programas económicos destinados a conseguir el pleno empleo y un nivel de vida más alto se desvanece en la insignificancia ante la realidad opresiva de la vida cotidiana de cada trabajador «19. Aunque la prosa de Stone roza lo poco imaginativo, también es un intento de mostrar que la clase obrera estadounidense, en virtud del desarrollo del capitalismo específico de Estados Unidos, está en la mejor posición para iniciar una nueva revolución socialista. Si la prosa de Stone roza a veces lo profético, tan apegada está a una concepción teleológica de los procesos históricos, tiene el mérito de vincular a su análisis de la alienación tanto la cuestión feminista como la racial. El horizonte común a todas las luchas debe ser ese «universal humano» del que habla Marx, es decir, la » [liberación] de la humanidad del hombre en el proceso deproducción20«.

Detroit: activista de la «revolución negra»

La inevitable ruptura con todos los círculos trotskistas, incluido el Partido Socialista de los Trabajadores, llegó en 1951. Dunayevskaya se marchó a Detroit, donde fundó Correspondence, la nueva publicación de los johnsonistas. En un documento que resumía sus logros dentro del Partido Socialista de los Trabajadores, los johnsonistas identificaban cuatro grupos que consideraban las principales fuerzas revolucionarias de la nueva secuencia histórica: los trabajadores no cualificados, los negros, las mujeres y los jóvenes. En 1952, el equipo de Correspondencia organizó en Nueva York una «Escuela del Tercer Estrato», en referencia a Lenin que, en 1921, identificó un tercer grupo revolucionario formado por las masas campesinas y obreras, mientras que los otros dos eran los dirigentes del Partido y los sindicatos. La idea era invitar a miembros de las cuatro fuerzas revolucionarias identificadas a dar conferencias a teóricos revolucionarios. Fue en esta «escuela» donde Grace Lee conoció a James Boggs. Este trabajador del automóvil de Alabama, descendiente de esclavos, se convertiría en su compañero de toda la vida. A diferencia de los líderes políticos que había conocido, incluido C.L.R. James, Boggs destacaba por su generosidad y sentido del compromiso colectivo. A diferencia también de Lee, su compromiso revolucionario no estaba alimentado por los libros, sino por su trabajo como obrera en una fábrica de Chrysler. Su amor por América, su rechazo a la identificación biológica y su apego visceral a la tierra en la que sus antepasados habían derramado su sangre convencieron a Grace, que se convirtió en Grace Lee Boggs, de que la lucha tenía que empezar desde el aquí y el ahora.

Para Grace Lee Boggs, la década de 1950 fue una época de intenso aprendizaje y cuestionamiento. Fue una época de entusiasta descubrimiento de la comunidad de la clase trabajadora negra de Detroit, pero también de dolorosas rupturas. Cuando C.L.R. James fue expulsado de Estados Unidos en 1952, su relación con el grupo empezó a decaer, aunque siguió dando instrucciones desde Londres para las publicaciones de Correspondence. Una creciente rivalidad entre James y Dunayevskaya llevó a ésta a provocar una escisión en 1956. Dos años más tarde, publicó un ensayo titulado Marxismo y libertad, con prefacio de Herbert Marcuse, que en ocasiones repetía palabra por palabra el trabajo realizado en estrecha colaboración con Johnson y Stone en las décadas de 1940 y 1950. Sin embargo, ni Grace Lee Boggs ni C.L.R. James fueron nunca mencionados en el libro: la mujer que había estado «más cerca que una hermana«21 de Grace durante trece años nunca volvió a hablarle, llevándose a la tumba su intransigencia revolucionaria. A principios de los años sesenta, le llegó el turno a C.L.R. James de romper con los últimos elementos de Correspondencia. Aislado en Londres y ajeno a las luchas concretas de Detroit, estaba arando un surco teórico cada vez más alejado de las preocupaciones de los miembros del grupo. Encontró inaceptable un texto publicado por James Boggs, que proponía adaptar el análisis marxista del socialismo al contexto estadounidense.

Los dos viajes que Grace Lee Boggs hizo a Londres con C.L.R. James en 1954 y 1957 le dejaron la impresión de que éste se hundía en un monólogo teórico, por brillante que fuera, que contrastaba con la diversidad y complejidad de las luchas libradas por los trabajadores y la comunidad negra de Detroit. Los proyectos en los que trabajaba C.L.R. en 1957 -incluido un ensayo cofirmado por Castordiadis sobre la revolución húngara de 195622 – le parecían guardar una relación lejana con sus actividades en Detroit. ¿Qué sentido tenía disertar sobre la «espontaneidad» de las masas lejos de sus camaradas, que proseguían sus luchas cotidianas? Sus estancias en Londres le permitieron, sin embargo, mantenerse al corriente de las luchas independentistas en el continente africano, ya que C.L.R. James estaba cerca de muchos líderes políticos nacionalistas. Uno de ellos, Kwame Nkrumah, llegó a pedirle matrimonio a Grace tras su primer encuentro en Harlem en 1945. Nkrumah se convertiría en el fundador de la Ghana independiente en 1957. En 1968, cuando los Boggs le visitaron en Conakry (Guinea), donde había estado exiliado desde un golpe de Estado dos años antes, le dijo a James Boggs: «Espero que no te importe que te diga esto, pero si Grace se hubiera casado conmigo, habríamos transformado todaÁfrica23«.

Lejos de África, Grace Lee Boggs se dedicó en cuerpo y alma a las luchas locales de los negros de Detroit, participando en actividades militantes diarias mientras daba clases en una escuela primaria a principios de los años sesenta. La década siguiente fue un punto de inflexión para el movimiento por los derechos civiles: la voz de los negros empezaba a oírse y surgían líderes carismáticos. El ensayo publicado por James Boggs en 1963, The American Revolution: Pages from a Negro Worker’s Notebook, contribuyó a esta efervescencia. Sostenía que los negros estadounidenses, en lugar de tratar de «integrarse» en un mundo que siempre les había oprimido, debían convertirse en la fuerza motriz de una revolución hacia una sociedad diferente. En la década de 1960, a medida que el movimiento por los derechos civiles cobraba impulso, empezó a surgir una clase media negra, algunos de cuyos miembros llegaron a ocupar cargos políticos. El libro de Boggs fue muy leído y elogiado tanto por un actor afroamericano como Ossie Davies como por un filósofo como Bertrand Russell. De hecho, mucho antes que Stokely Carmichael, en cuyo camino se cruzó, fue Boggs el primero en hablar del «Poder Negro» en sus discursos.

En Detroit, los principales líderes del movimiento negro fueron Albert B. Cleage, Richard y Milton Henry, y Edward Vaughn. Pastor como Martin Luther King, Cleage había hecho de su parroquia, la Central Congregational Church, una encrucijada para las luchas de los negros de Detroit. Los Boggs, aunque no eran los líderes oficiales, desempeñaron un papel activo en la organización política local y en la vinculación con activistas de otras ciudades -la implicación de Grace fue tal que los registros del FBI de la época la catalogan como activista «afrochina»-. En 1963, Detroit se convirtió incluso en el corazón del movimiento del «poder negro» en el norte del país: en junio, Cleage y Clarence LaVaughn Franklin organizaron allí una «Marcha de la Libertad», encabezada por Martin Luther King y a la que asistieron casi 250.000 personas, dos meses antes de la de Washington, durante la cual King pronunció uno de los discursos más resonantes del siglo XX: el famoso «Tengo un sueño». Grace Lee Boggs compartía la idea de King de que la revolución negra debía conducir a la reconstrucción de la sociedad en su conjunto24. Ese mismo año, Malcolm X también acudió a Detroit para pronunciar un discurso que situaba la lucha negra en la larga historia de las revoluciones. Cuando rompió con Elijah Muhammad y el movimiento de la Nación del Islam en 1964, el grupo de Detroit le propuso fundar juntos una organización para el movimiento negro. Grace Lee Boggs actuó como intermediaria, yendo a reunirse con él en Harlem, pero la fusión nunca llegó a fructificar: Malcolm X fue asesinado en febrero de 1965.

Así pues, sin Malcolm X, el grupo de Detroit creó su propio movimiento para organizar a los trabajadores negros. El Inner City Organizing Committee, creado en 1967 y dirigido por Grace Lee y James Boggs, cumplió esta función. Como en muchas otras ciudades medianas de Estados Unidos, el ambiente político era explosivo debido a las fuertes tensiones raciales. Estas culminaron en los disturbios de julio, desencadenados por una redada policial en un bar clandestino frecuentado por afroamericanos: 82 personas fueron detenidas, la situación degeneró y estalló la insurrección. Los Boggs habían abandonado Detroit con sus amigos y antiguos camaradas del Workers Party Frances y Lyman Paine. Sin embargo, en el Detroit Newsel periodista negro Louis Lomax acusó a los Boggs de estar entre los principales instigadores de los disturbios. Lo interpretaron más como el final de un ciclo de protestas que como un nuevo comienzo: muchos negros volverían al «orden», mientras que los más rebeldes se unirían al movimiento de las Panteras Negras principalmente por desesperación. Sin embargo, fue precisamente el salto de la rebelión a la revolución lo que se convirtió en la preocupación central de los Boggs en ese momento. En 1969 publicaron el Manifiesto por un Partido Revolucionario Negro, en el que reafirmaban la necesidad de que el movimiento negro se hiciera cargo de la transformación total de la sociedad. Partiendo de este texto, la pareja se propuso construir una red de organizaciones revolucionarias25 basada en una disciplina férrea, con la educación política y la responsabilidad individual como ejes centrales, requisitos necesarios en un contexto en el que la juventud negra estaba cada vez más desorientada. Se trataba de una especie de punto de inflexión leninista, destinado a convertir a cada militante en un «líder revolucionario» y a cada rebelde en un revolucionario, pero tuvo poco éxito. La admisión en uno de los grupos de la red estaba condicionada al estudio del Manifiesto, seguido de una decena de sesiones de formación política, a veces difuminando la línea entre compromiso y adoctrinamiento.

A diferencia del movimiento de los Panteras Negras, la organización dirigida ideológicamente por los Boggs no llevaba a cabo acciones, sino que pretendía formar a revolucionarios cuyos horizontes fueran más allá de la causa negra. Para Grace Lee Boggs, los Panteras Negras eran ante todo un movimiento reactivo y carecían precisamente de la disciplina revolucionaria que ella y su marido intentaban establecer con sus camaradas. Juntos, dedicaron su tiempo en la década de 1970 a escribir y publicar textos políticos, que consideraban el trabajo reflexivo y preparatorio necesario para construir un auténtico movimiento revolucionario: racismo, sexismo, violencia, educación, estrategia… todos los temas eran abordados. Un libro publicado en 1974, Revolución yevolución26, da testimonio de la amplitud de este trabajo teórico. En él se hacía hincapié en el trabajo revolucionario que los negros debían llevar a cabo por sí mismos para dejar atrás su condición de víctimas y convertirse en sujetos políticos verdaderamente autónomos, es decir, plenamente humanos. Precisamente porque los negros podían lograr una humanidad que los trascendiera a sí mismos, los Boggs los consideraban una importante fuerza revolucionaria. Cuando gran parte de la comunidad se unió en torno al candidato demócrata Jimmy Carter en 1976, consideraron que, al igual que los trabajadores y las mujeres, los negros habían entrado en el sistema como un grupo de interés especial. Para ellos, el movimiento negro, o al menos el movimiento revolucionario negro, estaba muerto: la «revolución negra» nunca se produciría.

¿Qué revolución?

No obstante, la lucha continuó. Al fundar la Organización Nacional para una Revolución Americana(NOAR) en 1980, los Boggs querían ampliar su círculo de activistas para incluir a otras comunidades. El enemigo designado era ahora el «capitalismo multinacional», dentro del cual los propios negros trataban ahora de integrarse; éste era también el proyecto explícito del primer alcalde negro de Detroit, Coleman Young, elegido en 1974. El Manifiesto por un Partido Revolucionario Americano, escrito por Grace Lee Boggs en 1982, sustituyó al anterior y dio un nuevo impulso a los compañeros de Boggs. La América que preveía Lee Boggs, basada en el autogobierno local, recordaba a la sociedad autónoma imaginada en su día por Castoriadis. Pero la NOAR pronto se vio minada por el desinterés de sus activistas y por las disensiones políticas. Algunos camaradas negros vieron la expansión del círculo militante y del discurso revolucionario al conjunto de la sociedad estadounidense como una traición al movimiento negro. Uno de ellos incluso envió una carta a James Boggs, en la que afirmaba que «si [él] había sido negro, se había vuelto gris, ciertamente porque lo habían pintado con un pincel amarillo«27. Por primera vez en casi cuarenta años de activismo, el compromiso de Grace Lee Boggs se ponía en tela de juicio por motivos raciales; la conmoción fue tanto más brutal cuanto que ella siempre había hecho de la superación de la raza uno de los principios rectores de su teoría y práctica políticas. La NOAR, que nunca llegó a tener más de cien miembros, se disolvió por completo en 1987 tras un largo periodo de vegetación. Para Lee Boggs, el fracaso de la NOAR fue a la vez una conmoción y una fuente de nuevas preguntas: ¿qué tipo de revolución para el próximo siglo? ¿qué lecciones debemos aprender de todos los fracasos del pasado? ¿hacia dónde debemos dirigirnos a continuación?

La década de 1980 fue testigo del triunfo mundial del neoliberalismo: las perspectivas revolucionarias se extinguían en todas partes. En Detroit, el alcalde Coleman Young, progresista en su juventud, esperaba reactivar una economía moribunda reintroduciendo los casinos, un proyecto contra el que los Boggs lucharon con todas sus fuerzas uniéndose a United Detroiters Against Gambling. Al mismo tiempo, la cocaína crack hacía su primera aparición en las ciudades estadounidenses, sumiendo a un sector de la juventud negra en el tráfico de drogas y en la violencia asesina inherente al mismo. Ambos fenómenos están históricamente ligados, nacidos de la misma desesperación: pudieron prosperar sobre las ruinas del proyecto revolucionario, alimentándose de la ilusión de que se podía «triunfar» sin transformar la sociedad en profundidad. En términos de Castoriadis, reflejan la fase más extrema del movimiento de «privatización» de los individuos que él ya había identificado hacia finales de los años cincuenta28. Grace Lee y James Boggs siguieron trabajando contra esta tendencia, haciendo campaña contra las drogas y la nueva alienación de la juventud, al tiempo que se mantenían fieles a su reivindicación de autotransformación individual y colectiva. Su participación en una organización dedicada a la educación popular, Save our Sons and Daughters, reflejó la reorientación de sus actividades políticas exclusivamente hacia la ciudad de Detroit. Las movilizaciones llevadas a cabo entre 1988 y 1991 dieron sus frutos: Young abandonó el proyecto del casino, y las marchas organizadas por James Boggs contra la violencia callejera -We the People Reclaim Our Streets- pusieron fin a un ciclo de terror. El sueño de reconstruir la ciudad de Detroit, de crear en ella auténticas comunidades humanas: éste sería el legado de Boggs para las generaciones futuras. Justo antes de la muerte de James, en julio de 1993, los Boggs crearon el «Verano de Detroit», un «programa/movimiento intergeneracional, multicultural y juvenil para reconstruir, redefinir y revitalizar Detroit desde sus cimientos «29. Cada verano desde 1992, jóvenes voluntarios se reúnen durante un mes en Detroit para aprender a vivir y trabajar colectivamente, con la esperanza de sembrar las semillas de un mundo liberado de la dominación capitalista.

Sin duda, esta reorientación de los Boggs, y de Grace en particular, no deja de revelar zonas grises y puntos ciegos en su trayectoria política. La insistencia de Grace en la responsabilidad y el compromiso individuales, y su rechazo de todo discurso victimista que a veces la lleva a abstraer al individuo de la sociedad, la sitúan a veces a medio camino entre una visión liberal de la emancipación individual y una ética del heroísmo revolucionario. En este sentido, Boggs, heredera de la tradición marxista-leninista, seguirá siendo siempre una defensora de la superación individual y colectiva, incluso de la superación. Como señala la investigadora Jina B. Kim, «en el jardín de Boggs, las vidas negras y marrones importan, pero con ciertas condiciones: que trabajen, que no mendiguen recursos materiales sino que los creen ellos mismos ex nihilo, y que no planteen exigencias al Estado ni al capitalismo«30. Como si, por una dialéctica inesperada, la lucha se separara del resto de la sociedad, de la que inicialmente formaba parte. El fantasma-fantasía del «hombre nuevo» aún planea sobre la visión política de Grace Lee Boggs, sin duda porque espera que otros, como ella, hagan de su vida un comienzo absoluto.

Su pensamiento suscita reservas sobre otro punto fundamental, el del estatuto mismo de la filosofía y su relación con las luchas. Parece que no ha descartado definitivamente la herencia filosófica que, de Hegel a Trotsky, subordina la praxis histórica a los puntos de vista del teórico -la misma herencia de la que Castoriadis se despidió hacia el final del experimento Socialisme ou Barbarie, y a la que llamó con razón «pensamiento heredado «31. Testigo de ello son los pasajes que dedica a Mao Zedong en su autobiografía32, plagados de juicios ingenuos, falsedades e incluso aberraciones descaradas: Las luchas por el poder en la cúpula del partido, los estragos del «Gran Salto Adelante» y de la «Gran Revolución Cultural Proletaria» quedan totalmente eclipsados, mientras que los tópicos teóricos del «Gran Timonel» se erigen en brújulas para la humanidad. ¿Cómo pudo Grace Lee Boggs, sin caer en una laxa denuncia de la «dictadura comunista», permanecer ciega, hasta el final, a laexplotación verdaderamente inaudita ejercida por la burocracia comunista sobre las masas campesinas chinas, mientras pretendía emanciparlas? En otras palabras, ¿cómo se puede ser coautor de la resolución Bergson-Chaulieu que condena la explotación totalitaria en la URSS y, al mismo tiempo, idolatrar a Mao? Por último, ¿cómo se puede defender y practicar la transformación de la sociedad de abajo arriba ignorando el hecho de que la llamada «revolución cultural» fue decretada por un solo hombre y su camarilla en la cúspide del Estado? Es un enigma inquietante que nos recuerda que nadie es inmune a las mistificaciones más burdas; una contradicción casi insoportable a la que debemos enfrentarnos, porque nos advierte de nuestra propia irreflexión.

*

En el ocaso de su vida, Boggs, con la ayuda de Scott Kurashige, escribió un libro manifiesto titulado The Next AmericanRevolution33. Para la activista casi centenaria, no era momento de hacer balance, sino de filosofía y acción. Las preguntas con las que comienza son las que todos nos hacemos: ¿cómo abolir la opresión y, sobre todo, cómo construir un mundo más humano y justo? Nada nuevo bajo el sol, se dirá. Los cínicos y los pesimistas pueden sonreír ante tanta ingenuidad y angelismo -la próxima etapa de la historia, con la elección de Donald Trump, la multiplicación de los conflictos mundiales y la aceleración de la destrucción del planeta, confirmará sin duda su diagnóstico y su resignación, tan soberana como morbosa. Y ¿cómo no desesperar, parafraseando a Günther Anders, ante la carrera hacia la devastación que nos impone nuestra época34? Precisamente porque las palabras de Boggs conservan el ímpetu juvenil que los guardianes del orden asocian fácilmente con la sinrazón y el salvajismo, están dotadas de una poderosa fuerza afirmativa. Cuántas veces hemos oído a «líderes» políticos o a ancianos desilusionados tachar el espíritu de revuelta y la búsqueda de un «mundo mejor» de pasión adolescente. Pero esta altanera negación es heredera de una historia de dominación e ignorancia, de la que la vida de Grace Lee Boggs es una refutación en los hechos. En efecto, de una hija del siglo XX, el siglo de las guerras mundiales y del desarrollo totalitario del capitalismo, procede la invitación a continuar la lucha y a reflexionar sobre nuestra propia condición histórica. De la caída del gran Imperio Qing a la América de Barack Obama, de la aventura política johnsoniana a las luchas de Detroit, pasando por el poderoso diálogo establecido con el grupo Socialisme ou Barbarie, de las esperanzas defraudadas a los avances políticos, la vida de Grace Lee Boggs teje un tapiz insospechado, enlazando enigmas para dar lugar a otros nuevos, permaneciendo siempre fiel a una idea esencial: la de Revolución. La profundidad y la unidad de un destino que ilumina su siglo tanto como nos compromete a transformar el nuestro.

  1. «Sobre la revolución: una conversación entre Grace Lee Boggs y Angela Davis», marzo de 2012, Universidad de California, Berkeley[].
  2. Movimiento campesino milenarista, la revuelta de los Taiping («Taiping» significa «Gran Paz» en chino), que duró algo menos de quince años (1851-1864), aspiraba a instaurar un mundo igualitario, el «reino celestial de la Gran Paz»(taiping tianguo). Sumió a China en una sangrienta guerra civil, enfrentando a los rebeldes con la dinastía manchú Qing, aliada de las potencias coloniales. Leer el estudio del sinólogo libertario Jacques Reclus, nieto de Élie Reclus. Véase Jacques Reclus, La Révolte des Taiping, París, Le Pavillon, 1972[].
  3. G. L. Boggs, Living for change: an autobiography, Minneapolis; Londres, University of Minnesota Press, 1998, p. 33[].
  4. Fundado en 1940, el Partido de los Trabajadores, que no debe confundirse con el Partido de los Trabajadores de Estados Unidos, es un partido trotskista que surgió de una escisión con otro partido trotskista, el Partido Socialista de los Trabajadores. La escisión se debió a una diferencia fundamental en la interpretación de la naturaleza del régimen soviético y la invasión rusa de Finlandia en 1939[].
  5. Ibid, p. 39[].
  6. James Patrick Cannon, fundador del Partido Socialista de los Trabajadores, era un defensor del trotskismo ortodoxo y fiel a la interpretación de la URSS como un «Estado obrero degenerado»[].
  7. Ibid., p. 49.[]
  8. C. L. R. James, Notes on Dialectics : Hegel, Marx, Lenin, London, Allison & Busby, 1980. D’autres versions du texte ont circulé antérieurement au sein des milieux militants.[]
  9. Voir C.L.R. James, F. Forest, Ria Stone, La sociedad socialista invasora, Detroit, Ediciones Bewick, 1972 [1947], » Prefacio a la 2ª edición «, p. i-ii.[].
  10. Hay que señalar que la autobiografía de Grace Lee Boggs contiene algunos errores de hecho sobre este episodio – hay que decir que pasaron cincuenta años entre los hechos y la redacción del libro. Por ejemplo, menciona a Castoriadis como traductor de La ciencia de la lógica de Hegel, lo cual, que sepamos, no es cierto. Por el contrario, Castoriadis era entonces lector de Hegel y preparaba un proyecto de tesis que proponía conciliar la lógica científica y la lógica histórica (véase Cornelius Castoriadis, Histoire et création : textes philosophiques inédits, 1945-1967, París, Seuil, 2009). También se refiere a Castoriadis como el «líder» del grupo Socialisme ou Barbarie a pesar de que no se formó hasta 1949[].
  11. Lefort criticó la tendencia Johnson-Forest por su «dogmatismo» teórico, mientras que él mismo ya se distanciaba claramente del marxismo. Véase Antoine Chollet, «Claude Lefort, un intrus à Socialisme ou Barbarie?», Rue Descartes, vol. 96, nº 2, 2019, pp. 41-53[].
  12. Términos utilizados por el propio Castoriadis en una conferencia en homenaje a C.L.R. James. Véase Cornelius Castoriadis, «C.L.R. James and the Fate of Marxism», en C.L.R. James: His Intellectual Legacies, Amherst, University of Massachussetts Press, 1995, p. 283[].
  13. Cornelius Castoriadis, La société bureaucratique, París, 10/18, 1973, vol. I, p. 7-8. 1, p. 7-8.[]
  14. Ibid, p. 115-129[].
  15. Ibid, pp. 101-113[].
  16. C. Castoriadis, «C.L.R. James y el destino del marxismo», op. cit. p. 283[].
  17. Bergson y Chaulieu, «Résolution sur la question russe», en Les Congrès de la IVe Internationale (manifestations, thèses, résolutions), París, La Brèche-PEC, 1988, vol. III, pp. 127-130. 3, p. 127-130. El texto está disponible en línea[].
  18. Id.[]
  19. Ria Stone, «La reconstrucción de la sociedad», Socialisme ou Barbarie, nº 7, 1950, p. 73[].
  20. Ria Stone, «La reconstrucción de la sociedad (continuación)», nº 8, 1951, p. 61[].
  21. Grace Lee Boggs, Living for changeop. cit. p. 101[].
  22. Véase C.L.R. James, Grace C. Lee, Pierre Chaulieu, Facing reality, Correspondence Publishing Company, 1958. Este fue el nombre que se dio al grupo que decidió seguir a C.L.R. James tras la escisión de Correspondence[].
  23. Grace Lee Boggs, Living for changeop. cit. p. 73[].
  24. Sobre la relación entre Grace Lee Boggs y Martin Luther King, véase Scott Kurashige, «From Black Power to a Revolution of Values: Grace Lee Boggs and the Legacy of Martin Luther King, Jr.», en N. Slate (ed.), Black Power beyond Borders, Nueva York, Palgrave Macmillan US, 2012, pp. 169-190[].
  25. Advocators en Detroit, Pacesetters en Filadelfia, Committee for Raising Political Consciousness en Muskegon, Committee for Political Development en Nueva York[].
  26. Grace Lee Boggs y James Boggs, Revolution and Evolution, Nueva York, Monthly Review Press, 1974[].
  27. Grace Lee Boggs, Living for changeop. cit. p. 185[].
  28. Sobre este punto, véase el artículo sintético y crítico de Philippe Caumières: «La privatisation des individus : l’approche du social par Castoriadis en question», en Philippe Corcuff, Christian Le Bart, François de Singly (ed.), L’individu aujourd’hui, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2015, pp. 101-108[].
  29. Ibid, p. 232[].
  30. Jina B. Kim, «The Garden in the Machine: Grace Lee Boggs’s Living for Change: An Autobiography and Detroit’s Urban-Agrarian Future», en B. Huang y V. R. Mendoza (eds.), Asian American Literature in Transition, 1996-2020, Cambridge, Cambridge University Press, 2021, p. 51[].

7. Movilización en la Cachemira pakistaní

Aunque conozco mejor la parte de Cachemira administrada, o ocupada, según el punto de vista, por India -a la que recortaron aún más sus derechos con el Artículo 370-, hay que recordar que hay otra parte administrada por Pakistán. Recientemente ha habido una serie de movilizaciones que resume este artículo, quizá demasiado optimista. https://www.marxistreview.

Jammu Cachemira: victoria de las masas contra la opresión colonial y las políticas neoliberales

22 de mayo de 2024

Por Haris Qadeer Traducido al inglés por Sanaa i’ Muhammad

Tras un año de lucha, el movimiento por los derechos de los pueblos de la región de Jammu y Cachemira administrada por Pakistán ha salido finalmente victorioso. En una fase decisiva, el pueblo paralizó efectivamente el funcionamiento del Estado en toda la región durante más de cinco días, culminando en una procesión masiva que marchó hacia Muzaffarabad. Ante la creciente presión, el Estado emitió una notificación aceptando las demandas antes de que la manifestación pudiera llegar a la capital.

Del 9 al 14 de mayo, Jammu Cachemira fue testigo de una extraordinaria serie de acontecimientos. Una vez más, quedó claro que ninguna coerción estatal o poder militar prevalece contra el poder de la gente. Cuando la gente sale a la calle, se niega a retroceder ante cualquier injusticia. El uso excesivo del poder lo deja sin sentido en un punto, hay un límite para la opresión y la tiranía; más allá de él, la opresión se convierte en un catalizador del triunfo. Este principio se demostró en Jammu Cachemira, cuando, a pesar de una campaña por la paz de un año de duración, en lugar de abordar los auténticos agravios, el Estado persistió en reprimir violentamente la disidencia, lo que provocóla siguiente protesta pública y reacción violenta.

Formación y reivindicaciones del Movimiento por los Derechos del Pueblo

Tras la derogación del artículo 370 (estatuto especial de Jammu Cachemira) por el Estado indio el 5 de agosto de 2019, las fuerzas de resistencia de esta región iniciaron una lucha por la restauración de los derechos del pueblo, contra la explotación colonial y las políticas capitalistas neoliberales. Así, si aún no ideológicamente, prácticamente, la lucha por la libertad nacional comenzó a progresar a lo largo de las líneas de clase. La razón principal fue la rápida aplicación de políticas neoliberales para hacer frente a la crisis económica provocada por la COVID, que se tradujo en un aumento incesante de los precios de la energía y los alimentos e introdujo nuevos impuestos.

La lucha iniciada contra este proceso pasó por varias etapas, evolucionando hacia la resistencia contra la explotación colonial y el control de los recursos. En agosto de 2022 se sentaron las bases del «Movimiento por los Derechos de los Pueblos». La carta de reivindicaciones incluía demandas como la reducción del precio de la electricidad, la concesión de subsidios al trigo y la eliminación de los privilegios de la élite gobernante. Se anunció el boicot de las facturas de electricidad hasta que se aceptaran todas las demandas. Sin embargo, este movimiento no pudo mantenerse durante mucho tiempo.

El 9 de mayo de 2023, las Asociaciones de Comerciantes y la Sociedad Civil organizaron una sentada para protestar contra el aumento del precio de la harina. Al no ser atendidas sus demandas, decidieron continuar la sentada basándose en la carta de reivindicaciones presentada por el Movimiento por los Derechos del Pueblo, lo que dio lugar a protestas en varias otras localidades. Dos meses después, un aumento de los precios de la electricidad hizo que el movimiento se extendiera a otros distritos de la región. En consecuencia, el Movimiento por los Derechos del Pueblo creció y, tras la creación del «Comité de Acción Conjunta Awami de Jammu Cachemira» (JAAC) en Muzaffarabad el 16 de septiembre de 2023, se convirtió en un movimiento de ámbito estatal. La lista de reivindicaciones se amplió, y la campaña de boicot de las facturas de electricidad se extendió por toda la Cachemira administrada por Pakistán, con una participación superior al 70%.

De las prolongadas negociaciones a la decisión de la Larga Marcha

El liderazgo que surgió del movimiento, que se extendió rápidamente, estaba compuesto predominantemente por líderes de los comerciantes. También se incluyó en la JAAC a un número limitado de líderes nacionalistas y progresistas. Además de las huelgas de cierre y las protestas mediante atascos, también se incluyeron acciones como la quema de facturas de electricidad, tras lo cual el Estado intentó aplastar el movimiento mediante la coacción con detenciones. Sin embargo, el inmenso poder del pueblo no sólo reinstauró las protestas, sino que paralizó por completo al Estado, lo que condujo a la primera capitulación de éste frente a este movimiento y al inicio de procesos de negociación.

Durante este prolongado y agotador proceso, el gobierno empleó todas las tácticas posibles para sofocar el movimiento mediante negociaciones, pero fue en vano. Cuando surgieron indicios de compromiso por parte de los dirigentes, el pueblo les obligó a retractarse de sus decisiones. Finalmente, como paso decisivo de este movimiento, el 11 de mayo de 2024 se anunció la Larga Marcha desde Bhimber hasta la capital, Muzaffarabad.

Coacción estatal y resistencia ciudadana

En un intento por detener la Larga Marcha, el Estado adoptó una política de represión de mano dura. Los miembros del Comité de Acción Conjunta Awami y los trabajadores políticos activos en diversos comités fueron fichados, el movimiento fue tachado de tener agendas extranjeras y conspiraciones indias, y tanto la Policía de Fronteras (FC) como la Policía de Punjab (PC) fueron desplegadas para intimidar a los ciudadanos.

Apenas dos días antes del inicio de la marcha, comenzaron las detenciones. Se celebraron protestas en varias ciudades contra las detenciones de más de 70 dirigentes en la división de Mirpur. En Dadyal se utilizó la fuerza del Estado para reprimir las protestas. En respuesta a la violencia y las cargas con porras, los manifestantes tomaron el control de la ciudad.

A lo largo de un año de lucha, el Estado empleó la coacción y la violencia en cada intento de aplastar el movimiento, pero éste siguió siendo totalmente pacífico. En respuesta a cada injusticia del Estado, se celebraron protestas pacíficas y no se cedió ni un ápice. Sin embargo, en Dadyal, la violencia estatal brindó al pueblo la oportunidad de responder con la fuerza. En respuesta a la violencia estatal en Dadyal, se anunciaron una huelga de atascos de ruedas y una huelga de cierre en todo el estado, y también se hizo un llamamiento a retractarse de la Larga Marcha.

Los esfuerzos por cancelar la Larga Marcha se vieron frustrados por la reacción del público, que obligó a los dirigentes a retractarse de su decisión. Aplicando la Sección 144 en todas las ciudades, el gobierno intentó frustrar la huelga. En Muzaffarabad, la policía inició una serie de acciones violentas. Muzaffarabad se convirtió en un campo de batalla durante dos días, con muchas detenciones y numerosos heridos. El 11 de mayo, en su plan para detener la Larga Marcha, el gobierno cerró carreteras desde varios puntos. La policía intentó detener a los manifestantes mediante la violencia. Se produjeron enfrentamientos entre la policía y los manifestantes en múltiples lugares. En todas partes, los manifestantes siguieron avanzando, derrotando a la policía. Ante el desafío de los manifestantes a los disparos de la policía, los manifestantes avanzaron valientemente, haciendo retroceder a los policías armados con palos y piedras. Al entrar en la ciudad, se pusieron a prueba los nervios del Estado. Se solicitaron refuerzos de los Punjab Rangers para asegurar la capital.

Una fase de negociación crucial

Tomando nota de la creciente participación e impulso de la Larga Marcha, el Estado intentó una vez más iniciar negociaciones. Sin embargo, éste fue un giro decisivo, ya que los manifestantes no se inclinaban por las negociaciones; los representantes del Estado querían poner fin a la Larga Marcha sin aceptar las reivindicaciones, y no había margen para ningún compromiso por parte de los dirigentes. Por consiguiente, las negociaciones previstas para el 12 de mayo en Rawalakot fracasaron, y los convoyes se trasladaron a Dhirkot, donde se celebraron nuevas conversaciones. Al no recibir ninguna notificación de aceptación de sus demandas, la Larga Marcha continuó hacia Muzaffarabad. En contra de las expectativas de las autoridades estatales, el número de participantes en la Larga Marcha siguió aumentando a medida que se acercaban a Muzaffarabad.

La paciencia de los participantes en la Larga Marcha, compuesta por miles de vehículos y motocicletas, había llegado a su límite. Habían superado todos los temores y estaban listos para la acción decisiva. Los participantes estaban preparados y armados con palos para la batalla decisiva. Junto a diversos grupos políticos, había también individuos dispuestos a cualquier forma de lucha. Si la intrépida fuerza de miles de personas se hubiera unido, podría haber provocado importantes disturbios. Fue una prueba para los dirigentes llevar la marcha a una conclusión pacífica y garantizar la aceptación de las reivindicaciones. El Estado no tuvo más remedio que aceptar las reivindicaciones antes que arriesgarse a un derramamiento de sangre y un caos considerables.

Cuando los convoyes de la Larga Marcha partieron de Dhirkot, el primer ministro de Pakistán, Shahbaz Sharif, anunció un paquete especial por valor de 23.000 millones de rupias. Se emitieron notificaciones aceptando las demandas, y el Primer Ministro de la Cachemira administrada por Pakistán también celebró una conferencia de prensa para anunciar la aceptación de las demandas.

Demandas aceptadas

Mediante una notificación, el gobierno reestructuró la tarifa eléctrica. Para los consumidores domésticos, el precio de la electricidad se fijó en 3 rupias por unidad hasta 100 unidades, 5 rupias por unidad hasta 300 unidades y 6 rupias por unidad para más de 300 unidades. Para los consumidores comerciales, el precio de la electricidad se fijó en 10 rupias por unidad hasta 300 unidades y 15 rupias por unidad para más de 300 unidades. Según el anuncio de Shaukat Nawaz Mir, miembro del Comité de Acción Conjunta Awami que desempeñó un papel fundamental en el proceso de negociación, no se impondrán impuestos ni tasas de servicio sobre esta tarifa.

El precio de la harina se redujo a 2.000 rupias por 40 kilogramos, disminuyendo en 1.100 rupias por 40 kilogramos. También se emitió una notificación para formar una comisión judicial que presentara recomendaciones para poner fin a las concesiones a la élite gobernante.

Cabe señalar que durante el movimiento se incluyeron otras 7 reivindicaciones en la Carta de Reivindicaciones, para lo cual el gobierno había emitido una notificación en la noche del 4 de febrero. Sin embargo, la aplicación de esta notificación aún no ha comenzado. El gobierno también ha asegurado que tomará medidas al respecto.

La acogida de la Larga Marcha y el sacrificio de 3 vidas

Donde eran visibles el entusiasmo y la ayuda mutua entre los participantes en la Larga Marcha, las escenas de bienvenida en las calles simbolizaban también el nacimiento de una nueva sociedad. Viejos y jóvenes, hombres y mujeres, subidos a los tejados de casas, montañas y mercados, daban la bienvenida a las caravanas de la Larga Marcha con consignas. Dispusieron comida, agua, zumos y otros refrescos en diversos lugares para dar la bienvenida a los participantes de la Larga Marcha y abrieron sus casas y hoteles para los participantes de la Larga Marcha.

Antes de la salida de la Larga Marcha de Dhirkot, convoyes de Rangers intentaron una vez más entrar en Muzaffarabad desde Abbottabad para la defensa de los establecimientos sensibles del estado. Sin embargo, los residentes se resistieron a los convoyes de Rangers en Barar Kot, en las rutas de entrada a Muzaffarabad. Los jóvenes, armados con piedras, les obligaron a regresar. Un joven perdió la vida por los disparos de los Rangers. Aunque algunos convoyes de los Rangers consiguieron entrar en Muzaffarabad, los residentes no les dieron ninguna oportunidad de esconderse en ninguna parte.

Como medida práctica para detener la Larga Marcha, se suspendieron los servicios de Internet en todo el estado. Se restringió el flujo de información. Los jóvenes de Muzaffarabad no sabían que se había permitido a los participantes en la Larga Marcha entrar en la capital sin peligro. Pensaban que los convoyes de los Rangers venían a aplastar la Larga Marcha. Por lo tanto, estos jóvenes decidieron enfrentarse a los convoyes armados de los Rangers sin importarles sus vidas para ayudar a los participantes de la Larga Marcha. Durante este tiempo, otros dos jóvenes murieron por las balas. Desde el suministro gratuito de fruta a los participantes de la Larga Marcha por parte de un frutero hasta el sacrificio de vidas por parte de los jóvenes, se hicieron innumerables sacrificios y dedicaciones ejemplares para el éxito de este movimiento.

Aventurerismo y decepción

La vibrante participación de las masas en el movimiento y la implicación de miles de individuos en la Larga Marcha no sólo fueron indicativos del éxito del movimiento, sino también de los esfuerzos concertados dirigidos a lograr objetivos más amplios a través de las reivindicaciones esbozadas por esta Larga Marcha. Sin embargo, los esfuerzos basados en el faccionalismo y los intereses de grupo para ganar proximidad al liderazgo, caracterizados por la bancarrota teórica, el servilismo, el oportunismo y el sectarismo, a menudo desvían al movimiento de sus objetivos principales. Los liderazgos accidentales que surgen de tales movimientos con un débil dominio teórico suelen rodearse de aduladores y volverse gradualmente hostiles a la crítica constructiva. Las figuras políticas dedicadas a la política mezquina, a pesar de estar al frente de los movimientos públicos, no se abstienen de sacrificar los movimientos por sus intereses de grupo. De ahí que a los oportunistas no les resulte difícil ganarse la proximidad de los dirigentes.

Sin embargo, los grupos facciosos y sectarios, en su afán por lograr sus objetivos sectarios, a menudo impiden que el movimiento público alcance sus objetivos, por los que el pueblo está dispuesto a luchar. En consecuencia, se extiende una profunda decepción y la reconstrucción del movimiento en el futuro lleva décadas y a veces siglos. Incluso las victorias de batallas menores proporcionan moral para nuevas batallas. Sin embargo, la derrota de batallas importantes obliga a pensárselo mil veces antes de lanzarse a otra batalla en el futuro.

A menudo, tras un largo periodo de estancamiento, resulta difícil encauzar un movimiento de masas autoorganizado hacia la consecución de los resultados deseados, la preparación para futuras grandes batallas y el cultivo de un liderazgo revolucionario. Esto es especialmente cierto en regiones en disputa como Jammu Cachemira, donde la ausencia de movimientos en las zonas circundantes puede complicar las cosas. En tales contextos, la aventura no sólo puede conducir a la violencia a gran escala, sino también sentar un peligroso precedente para las masas de las regiones adyacentes.

La participación de corrientes sectarias en la Larga Marcha y sus intentos de explotar el sentimiento público por la muerte de tres jóvenes residentes en Muzaffarabad podrían haber tenido graves consecuencias. Sin embargo, la aceptación de las reivindicaciones del movimiento y su resolución pacífica podrían abrir nuevas vías para la política ideológica en el futuro, infundir confianza en las masas para una lucha prolongada y crear oportunidades para desarrollar un liderazgo revolucionario alternativo. Este cambio potencial suponía una importante amenaza para la dirección del movimiento. Afortunadamente, esta amenaza se evitó gracias a la incompetencia de los aventureros, la sabiduría de la dirección y otros factores coadyuvantes.

¿Ha terminado la lucha?

Los acontecimientos que se han desarrollado en Jammu Cachemira son extraordinarios y marcan una victoria histórica para la clase trabajadora. Son poderosos golpes asestados contra las cadenas de las opresivas políticas neoliberales en una región fuertemente colonizada, un logro que muchos consideraban inalcanzable. Sus repercusiones no sólo tendrán eco en nuestra sociedad, sino que servirán como grito de guerra y fuente de fuerza para la clase trabajadora, que lucha contra las políticas neoliberales desde las cumbres del Himalaya hasta todo el sur de Asia.

Sin embargo, éste no es el final de la lucha; por el contrario, es el principio, que en última instancia conducirá a la erradicación de todas las formas de explotación y esclavitud. Esta es también una prueba para que las fuerzas revolucionarias aceleren la preparación de futuras luchas, para solidificar la lucha por la libertad en líneas de clase, para ser expertos en el arte de establecer programas de transición, y para equipar a la clase obrera y a las masas con las herramientas teóricas que pueden cambiar sus destinos.

8. Quién se beneficia económicamente de la nueva Guerra Fría.

Manuel Monleón me ha llamado la atención sobre este artículo de ND del que él mismo ha revisado la traducción de DeepL. El alemán no es lo mío, así que es muy de agradecer cualquier aportación de artículos interesantes en esta lengua. ¡Muchas gracias, Manuel! El artículo trata sobre las características económicas de esta nueva «Guerra Fría» que estamos viviendo y a quién benefician. https://www.nd-aktuell.de/

Cambio de era—Rentabilizar el orden mundial

El armamento, los aranceles y las sanciones cuestan miles de millones a Occidente. ¿Cuáles son los beneficios económicos de la nueva Guerra Fría?

Stephan Kaufmann

¿Es el cambio de era un buen negocio para Occidente? Desde un punto de vista económico, apoyar a Ucrania contra el ataque ruso y la nueva Guerra Fría contra China no parecen merecer la pena. Estados Unidos y Europa están teniendo que gastar cientos de miles de millones en gastos adicionales de defensa, la energía se ha encarecido, asegurar las cadenas de suministro estratégicas está provocando aumentos masivos de los costes y las restricciones a la inversión y la exportación están reduciendo los beneficios empresariales. Pero todo este esfuerzo es necesario, según Washington y Bruselas, para defender la validez global de la ley frente a regímenes autocráticos. Suena altruista, y no es del todo erróneo. Al fin y al cabo, el fortalecimiento del «orden mundial basado en reglas» es precisamente donde residen los beneficios económicos de la nueva era para Occidente.

Los costes

«Nuestro mundo vive una época de conflictos y enfrentamientos, de fragmentación y miedo», declaró la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el Foro Económico Mundial de Davos a principios de año. «No hay duda de que nos enfrentamos al mayor riesgo para el orden mundial en la historia de la posguerra». Estados Unidos y los Estados de la UE—»Occidente»—se ven desafiados en dos frentes en particular: en el apoyo a Ucrania contra la invasión rusa y en la contención de China, que ahora se considera un «rival sistémico». En el campo de la izquierda política, guerras y conflictos suscitan rápidamente la pregunta de quién se beneficia. Sin embargo, de entrada ambas batallas de Occidente engullen enormes sumas de dinero.

Empezando por el apoyo a Ucrania. Hasta ahora, los donantes europeos han destinado un total de unos 90.000 millones de euros en ayudas al país; en el caso de Estados Unidos, la cifra se sitúa justo por debajo de los 70.000 millones, y el Congreso estadounidense acaba de aprobar otro paquete multimillonario. Sin embargo, se trata de sumas bastante pequeñas comparadas con los costes que Europa en particular tiene que soportar por la desvinculación económica de Rusia. Las inversiones directas de Europa en Rusia, que aún ascendían a 250.000 millones de euros en 2021, se han reducido y están en peligro. Los ingresos por exportaciones a Rusia se han desplomado en más de 50.000 millones de euros al año. Pero, sobre todo, la pérdida del suministro de gas ruso ha disparado la factura energética, disparando la inflación y reduciendo el crecimiento económico de la UE. Un punto porcentual menos de crecimiento supone una pérdida de unos 170.000 millones de euros para la UE.

El intento de contener a China, la mayor o la segunda economía del mundo según cómo se calcule, tiene costes económicos mucho mayores. Occidente se ha beneficiado enormemente del auge de China en las últimas décadas: La República Popular suministró productos baratos y se convirtió en un lucrativo mercado de exportación para Occidente, cuyas empresas invirtieron cientos de miles de millones en China para beneficiarse de su auge. El crecimiento de China atrajo a decenas de otros países emergentes, de cuyo crecimiento también se beneficiaron las naciones industrializadas. Este mercado global liberalizado, con sus cadenas de suministro mundiales, con el que las corporaciones multinacionales de Occidente ganaron mucho dinero, está siendo restringido políticamente poco a poco. «El orden global liberal se desmorona lentamente», según la revista británica «Economist».

El deseo de los políticos de frenar a China está entrando en conflicto con la búsqueda de beneficios y crecimiento. En Estados Unidos, por ejemplo, un grupo de inversores liderado por el gestor de activos Blackstone lucha contra una ley del estado de Florida que prohíbe la inversión china en el sector inmobiliario local. Los principales fabricantes estadounidenses de chips informáticos se quejan de las restricciones a la exportación de chips modernos a China, pero el Secretario de Comercio estadounidense tuvo que decirles: «Así es la vida. Proteger nuestra seguridad nacional es más importante que las ventas a corto plazo». También en Alemania se está pidiendo a las empresas que reconsideren sus relaciones comerciales con China, lo que está encontrando poca acogida. Esto se debe a que la industria china suministra productos primarios buenos y baratos que las empresas alemanas necesitan para seguir siendo competitivas. Sin embargo, la asociación industrial BDI les pide ahora que recapaciten: «La situación de la política de seguridad ya no permite una visión puramente económica de los factores clave en las compras de las empresas».

Los aranceles, con los que Occidente quiere proteger a sus industrias nacionales de China y al mismo tiempo perjudicarla, también cuestan mucho dinero. Esto se debe a que los aranceles a la importación aumentan los precios para los consumidores y las empresas nacionales. Según la economista estadounidense Mary E. Lovely, solo los aranceles introducidos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuestan a los consumidores y empresas estadounidenses 180.000 millones de dólares. Sin embargo, los tiempos neoliberales de máximo beneficio y mínimos costes parecen haber terminado. Según la BDI, «la política comercial de la UE ya no debe basarse únicamente en los beneficios potenciales de valor añadido».

El intento de EE.UU. y Europa de reducir las dependencias económicas ubicando en sus territorios viejas y nuevas industrias, por ejemplo para la producción de baterías o chips informáticos[1], también resulta costoso. “La política industrial se basa sobre todo en costosas subvenciones o exenciones fiscales que pueden ir en detrimento de la productividad», advierte el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su último informe Perspectivas de la economía mundial. Las subvenciones crean oportunidades de negocio para las empresas locales en la UE y Estados Unidos. Sin embargo, no está claro si esto es más rentable para la economía en su conjunto que comprar chips y baterías baratas en el extranjero. Martin Gornig, del Instituto Alemán de Investigación Económica, tiene sus dudas: «Las intervenciones en EE.UU. y Europa no están tan motivadas por la política industrial, sino que aceptan deliberadamente pérdidas de eficiencia como prima de seguro de la política de seguridad».

Estas «pérdidas de eficiencia» son gigantescas; según estimaciones del FMI, la «fragmentación» del mercado mundial «forzada» por Occidente podría reducir la producción económica mundial en un 7% a largo plazo, lo que equivaldría a 7,4 billones de dólares. A esto habría que añadir los costes de otras restricciones, como la desvinculación tecnológica de China o la interrupción de los flujos de inversión. Una guerra con China por Taiwán, por ejemplo, podría costar diez billones de dólares según la agencia financiera Bloomberg[2], pero Estados Unidos y Europa parecen dispuestos a pagar estos precios si fuera necesario. Al fin y al cabo, «la idea básica de las medidas geoeconómicas no es lograr beneficios económicos mutuos, sino luchar por ventajas geoestratégicas», explica Lucia Quaglia, politóloga de la Universidad de Bolonia. Dicho claramente: también en la guerra económica la recompensa está en dañar al adversario.

Y, por último, el permanente aumento del gasto en armamento se suma a los costes del cambio de rumbo. Los países de la OTAN se han comprometido a aumentar sus presupuestos militares hasta alcanzar al menos el dos por ciento de su producción económica. En muchos casos, se prevé que habrá que alcanzar niveles del cuatro por ciento, como ocurrió durante la Guerra Fría contra la Unión Soviética. Jennifer Welch, del servicio financiero Bloomberg Economics, calcula que, en este caso, los países del G7 tendrán que hacer frente a más de diez billones de dólares de gasto militar adicional durante la próxima década. Ello implica subidas de impuestos, ahorros o endeudamiento adicional, es decir, un gasto adicional en intereses, que ya es superior al gasto militar actual de Estados Unidos.

Los retornos

Hasta aquí los gigantescos costes para Occidente de contener a Rusia y China. ¿Y cuáles son los beneficios? Si se comparan con los costes, las exportaciones de armas parecen insignificantes. Alemania, por ejemplo, exportó el año pasado material militar por valor de 12.200 millones de euros. Es un buen negocio para los fabricantes de tanques y granadas. En conjunto, sin embargo, las exportaciones de defensa sólo representan una vigésima parte de las exportaciones alemanas de vehículos de motor o una quinta parte de las exportaciones de productos alimenticios. Incluso la exportación de residuos reporta a Alemania más ingresos que la de armas.

Una mayor inversión estatal en la industria de defensa puede conducir a un fortalecimiento de las economías locales o regionales, ya que la producción de defensa emplea a más proveedores. En general, sin embargo, los beneficios económicos siguen siendo cuestionables, entre otras cosas porque el gasto estatal en defensa sería a menudo más productivo en otros ámbitos: tecnología, educación. «Existe una amplia literatura sobre las consecuencias económicas del gasto militar», resume el economista Muhammad Azam en un estudio sobre armamento y crecimiento. «Sin embargo, no se ha llegado a un consenso sobre si el gasto militar es beneficioso o perjudicial para el crecimiento económico». Hay pocas pruebas de una influencia positiva. Las esperanzas de que las economías de Occidente puedan beneficiarse en conjunto -es decir, una vez deducidos todos los costes- de la reconstrucción de Ucrania también son cuestionables, entre otras cosas porque esta reconstrucción será pagada en gran parte por Occidente.

Por otra parte, es probable que se obtenga un importante rédito económico del cambio de era si EE.UU. consigue eliminar realmente o, al menos, minimizar a China como poderoso competidor por los mercados y las tecnologías del futuro, dejando a las empresas occidentales una mayor cuota de mercado. Al fin y al cabo, «China domina la producción mundial de paneles solares, baterías y turbinas eólicas[3], por lo que los responsables políticos de Estados Unidos temen perder la carrera global por las tecnologías verdes, tanto en todo el mundo como en sus patios traseros», escribe The Economist. Sin embargo, la queja de Washington y Bruselas sobre la promoción «desleal» de su propia industria por parte de China apunta a una amenaza general que se han propuesto resolver: la desintegración de su orden mundial. «Nuestras empresas operan en un entorno en el que cada vez se ignoran más las normas internacionales», declaró Ursula von der Leyen. Y hace unas semanas, el presidente francés, Emmanuel Macron, afirmó que la «estabilidad de un conjunto de normas y valores» estaba en peligro y, con ella, toda la «civilización europea».

A Occidente no sólo le preocupan las ventajas competitivas en los mercados individuales. Se trata de controlar el propio mercado, es decir, su posición como potencia reguladora que establece las normas y, por tanto, decide lo que está bien y lo que no: qué subvenciones están permitidas, con qué bienes se puede comerciar, dónde se puede invertir y dónde no. Al describir el problema al que se enfrenta el gobierno estadounidense, el Consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, no eligió por casualidad un punto de partida hace un año, cuando el dominio de Estados Unidos era indiscutible: «Tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo construyó un nuevo orden económico internacional bajo el liderazgo de Estados Unidos. Pero en las últimas décadas han aparecido grietas en estos cimientos». En Europa se tiene una opinión similar. El Munich Securiry Report citó a Macron en 2020, mucho antes de la invasión rusa de Ucrania: «Estábamos acostumbrados a un orden internacional basado en la hegemonía occidental desde el siglo XVIII. Las cosas están cambiando».

El orden

Durante décadas, la hegemonía occidental fue el requisito previo para que EE.UU. y Europa determinaran las reglas de los negocios mundiales; estas reglas, a su vez, garantizaban el éxito económico de Occidente y, por tanto, la base material de su hegemonía. Por tanto, su éxito económico no fue el resultado de la conquista y la dominación colonial de países extranjeros, sino que consistió en el establecimiento de un sistema global que convirtió el mundo entero en una fuente de crecimiento para las empresas occidentales. «En lugar de imperios formales y exclusividad territorial», escribía recientemente el economista griego Costas Lapavitsas en «nd»,[4] «las empresas multinacionales necesitan, en primer lugar, un marco institucional que les permita expandirse y dominar el mercado mundial y, en segundo lugar, una forma segura de dinero mundial para cumplir sus obligaciones y mantener la producción de valor a escala global».

En cuanto al «dinero mundial», está claro que el mercado global sigue siendo el de Occidente. Es cierto que Estados Unidos, Europa y Japón han perdido cuota de mercado, han quedado rezagados respecto a China, en particular como centros de producción. Como potencias financieras, sin embargo, siguen siendo dominantes. Albergan las monedas mundiales, el dólar y el euro, que representan el 80% de los préstamos y depósitos bancarios internacionales. Norteamérica y Europa Occidental son los centros del mercado mundial de capitales, hacia donde fluye el dinero del mundo y desde donde se realizan las inversiones mundiales. «Estados Unidos es prácticamente el proveedor de capital riesgo del mundo y el prestamista global más importante», explica un nuevo estudio de la Escuela de Economía de París. Este «privilegio exorbitante» de EEUU no ha dejado de crecer y se ha convertido en un privilegio de los países ricos, es decir, principalmente EEUU más Europa.

«Estos países más ricos actúan como los banqueros del mundo», afirman los investigadores. «Atraen capitales, pagan a sus acreedores tipos de interés bajos e invierten estas entradas en negocios más rentables en todo el mundo». Este privilegio es extremadamente lucrativo: la Escuela de Economía de París calcula que los ingresos netos generados por las transferencias de los países más pobres a los más ricos ascienden al dos por ciento de su producción económica. Entre los países más ricos figuran Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido y Canadá, así como Australia, Bélgica, Noruega, Suiza e Israel. «La posición central de estos países en el sistema monetario y financiero internacional les permite actuar como intermediarios», explican los investigadores. «Este papel, a su vez, refuerza su privilegio, ya que pueden acceder a capital barato y canalizarlo hacia inversiones productivas. A su vez, este círculo perpetúa su dominio y refuerza su posición como potencias clave en el mundo económico.» Además, este dominio financiero garantiza que los mercados financieros concedan a las principales potencias de Occidente todo el crédito que necesitan para su armamento.

Este orden mundial no sólo ha creado una riqueza gigantesca en Occidente, sino que también ha permitido el ascenso de China, que ahora se enfrenta a una contradicción. Por un lado, su éxito económico es un producto del orden mundial dominado por Estados Unidos, que puede reconocerse en particular por el hecho de que el billionario tesoro del Banco Central Chino está formado principalmente por dólares y euros. Por otra parte, China se está saliendo de este orden. La UE y Estados Unidos ya no ven a la República Popular simplemente como un competidor, sino como un «rival sistémico», lo que significa que reconocen que China se enfrenta con ellos de igual a igual. Al fin y al cabo, un rival quiere lo mismo que tú.

Washington, en particular, la ve como una amenaza a todo el orden mundial, porque como creador y garante de este orden, EEUU define cualquier ataque al orden como un ataque a su propia supremacía. Las medidas que el gobierno estadounidense está tomando ahora para asegurar su supremacía están, de hecho, poniendo en peligro este orden. «El orden que ha regido la economía mundial desde la Segunda Guerra Mundial se está erosionando, y hoy está al borde del colapso», escribe The Economist, enumerando las grietas en los cimientos: el número de sanciones económicas internacionales se ha cuadruplicado desde la década de 1990, y ahora Estados Unidos sanciona incluso a terceros países que no cumplen sus sanciones contra Rusia y China. China y EE.UU. se enzarzan en una «guerra de subvenciones» para ocupar futuros mercados, en la que cada vez participan más países. Los flujos financieros mundiales disminuyen. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ya no puede decidir sobre las disputas debido a un boicot de EE.UU., «el FMI está en una crisis de identidad, el Consejo de Seguridad de la ONU está paralizado – otra presidencia de Donald Trump o el miedo a las importaciones chinas baratas podrían sacudir aún más las normas e instituciones», advierte The Economist.

Atrás quedaron los tiempos del neoliberalismo, del que cada vez está más claro que no era tanto un concepto teórico o práctico como una constelación particular de poder en el mercado mundial. Era una época en la que Occidente había triunfado y sus corporaciones estaban en condiciones de utilizar todo el globo en su provecho: todo lo que tenían que hacer era despejarles el camino: desregulación, privatización, liberalización, globalización eran las palabras clave. Debido a su dominio, Estados Unidos y sus aliados podían asumir que un mercado mundial libre les beneficiaría automáticamente.

Hoy, en cambio, se proponen volver a regular el mercado mundial y consolidar su posición como potencias globales de orden, es decir, como potencias que no sólo determinan los asuntos mundiales, sino que también se benefician de ellos a largo plazo. Esta nueva Guerra Fría es fundamentalmente diferente de la antigua guerra contra la Unión Soviética: «A diferencia de la primera Guerra Fría, cuando las grandes potencias intentaban organizar su territorio en bloques, EE.UU. y China compiten actualmente a escala mundial por la posición central en cuatro redes interconectadas que creen que apuntalarán la hegemonía en el siglo XXI: infraestructuras (por ejemplo, logística y energía), tecnología digital, industria manufacturera y finanzas», escribe un grupo de académicos internacionales miembros del Observatorio de la Segunda Guerra Fría.

Por tanto, en Ucrania Occidente no se juega sólo integrar el país en su propio sistema o se limita a rechazar a Rusia, sino que se juega la situación en su conjunto. «Si Ucrania pierde, nuestros enemigos determinarán el orden mundial», advirtió George Robertson, ex Secretario General de la OTAN. En este contexto, Kathryn Levantovscaia, del think tank estadounidense Atlantic Council, considera que la ayuda a Ucrania es una «inversión estratégica»[5]: La guerra proporciona un «campo de pruebas realista para los sistemas de armas estadounidenses y sus efectos», generando conocimientos que «no podrían obtenerse de ninguna otra manera». Además, según Levantovscaia, la guerra ha debilitado considerablemente a Rusia, y a un precio favorable: «La ayuda estadounidense a Ucrania asciende a alrededor del cinco por ciento del presupuesto anual del Departamento de Defensa, lo cual es un buen negocio para contener y agotar a uno de los mayores adversarios de Estados Unidos. Una derrota rusa en Ucrania sería, por tanto, un doble golpe: reforzaría la disuasión contra China».

Un nuevo modelo de negocio

En este sentido, es verdad lo que afirman los políticos de Europa y EE.UU. cuando dicen que les preocupa el «orden mundial basado en normas». Al fin y al cabo, el orden que prevalece actualmente y que está amenazado es el de EE.UU., creado y mantenido por él y dependiente de su voluntad—de ahí las advertencias de todas partes sobre una nueva presidencia de Donald Trump. Esto se debe a que los aliados de EEUU siguen dependiendo de este país para su éxito, lo que mantiene el sistema del que también se nutre la economía europea. Como dice la Federación de Industrias Alemanas: «La protección del derecho internacional frente a Rusia también asegura los cimientos de las relaciones económicas internacionales y, por tanto, es una prioridad para la industria en Europa.»

Sin embargo, queda por ver si el retorno económico de la reorganización del mundo se materializará para los EE.UU. y sus aliados, incluso si sus acciones contra China y Rusia tienen éxito. «No hay duda de que la globalización neoliberal fue un modelo de negocio rentable para los gobernantes de todos los países, con la excepción de los declarados Estados canallas por EE.UU.», escribe el economista Ingo Schmidt en el periódico mensual «ak». El hecho de que este modelo de negocio «también condujera en última instancia a graves crisis económicas en sus países centrales no significa que la militarización de la política exterior que ha tenido lugar desde entonces sea un mejor modelo de negocio para el capital en su conjunto, con la excepción de la industria armamentística».

links:

1. https://www.nd-aktuell.de/artikel/1175289.technologiekrieg-china-und-usa-profitablerrivale.

html?sstr=computerchips

2. https://www.nd-aktuell.de/artikel/1182300.weltpolitik-china-taiwan-usa-ein-schwierigesdreiecksverhaeltnis.

html?sstr=Aufrüstung

3. https://www.nd-aktuell.de/artikel/1181437.wirtschaft-olaf-scholz-in-china-derklimaschutz-

gehoert-uns.html?sstr=stephan|businessman

4. https://www.nd-aktuell.de/artikel/1181787.kritik-des-imperialismus-auf-dem-weg-zumweltkrieg.

html?sstr=Lapavitsas

5. https://www.atlanticcouncil.org/blogs/new-atlanticist/aiding-ukraine-is-a-strategicinvestment-

not-charity/

https://www.nd-aktuell.de/artikel/1182432.neuer-kalter-krieg-zeitenwende-die-weltordnung-rentabel-machen.html?action=print

9. Repaso a la política interna iraní.

Un artículo en la línea de lo que ayer echaba en falta José Luis en los artículos que hemos visto sobre Raisi: un análisis de las consecuencias de su muerte sobre la situación política interna del país, de creciente desafección.

https://www.middleeasteye.net/

¿Podría ser la muerte de Raisi un punto de inflexión para Irán?

Shahir Shahidsaless 27 de mayo de 2024

En medio de una tendencia a la baja de la participación electoral, el Estado profundo podría optar por abandonar su política de descalificar a todos los candidatos moderados y reformistas.

Hasta las elecciones parlamentarias de 2020 en Irán, a pesar de la estricta supervisión del ultraconservador Consejo de Guardianes, que examina a los candidatos en todas las elecciones iraníes, las facciones moderadas y reformistas experimentaron niveles fluctuantes de representación en el Parlamento.

Pero en 2020, todos los candidatos a las primarias, e incluso a las secundarias, afiliados a estas facciones fueron descalificados. En consecuencia, una parte significativa del electorado, que antes participaba en las elecciones con la esperanza de lograr un cambio a través de las urnas, se abstuvo de votar.

Con sólo un 42,6% de participación, estas elecciones registraron el índice de participación más bajo desde la creación de la República Islámica en 1979, lo que se tradujo en una mayoría conservadora incontestable en el Parlamento.

El Líder Supremo, Ayatolá Alí Jamenei, se mostró satisfecho por este resultado y elogió la «importante participación del pueblo en las elecciones a pesar de la propaganda prejuiciosa».

Los sitios web afiliados o que apoyan a facciones extremistas, que publicaban a diario críticas al gobierno moderado del expresidente Hassan Rouhani, atribuyeron el fracaso del acuerdo nuclear, del que la administración Trump se retiró en 2018, a la postura conciliadora del gobierno hacia Estados Unidos. Estos medios insinuaron que estaba en marcha un plan para «unificar el gobierno».

Desde 1989, cuando Jamenei ascendió a la jefatura del Estado, hasta 2021, cuando Ebrahim Raisi ganó las elecciones presidenciales, ningún presidente se había alineado plenamente con Jamenei. Como parte de la estrategia de unificación, todos los principales candidatos moderados y reformistas fueron descalificados por el Consejo de Guardianes en 2021, lo que condujo a la victoria de Raisi. Era el candidato favorito del Estado profundo.

Esta votación también registró la participación más baja en unas elecciones presidenciales desde la instauración de la República Islámica.

Declive precipitado

Esta tendencia continuó en la primera vuelta de las elecciones parlamentarias del pasado mes de marzo, en las que la participación electoral rondó el 40 por ciento. Este dato es especialmente llamativo si se tiene en cuenta que, años antes, Jamenei había calificado de «vergüenza» una tasa de participación electoral del 40 por ciento en algunos países. En Teherán, epicentro de la evolución política de Irán, la participación descendió al 24 por ciento.

La situación se deterioró aún más en la segunda vuelta de este mes, en la que la participación en Teherán se desplomó hasta el siete por ciento de los votantes con derecho a voto. El candidato más votado en Teherán obtuvo un escaño parlamentario con sólo el 3,5% de los votos.

¿Es importante para el Estado profundo este precipitado descenso de la participación electoral? Antes de las elecciones de marzo, Jamenei señaló: «El enemigo busca unas elecciones poco prósperas… Es primordial que las elecciones sean prósperas y llenas de emoción».

Con la celebración de elecciones, el Estado profundo pretende proyectar la legitimidad gubernamental en la escena internacional. La drástica reducción de la participación subvierte este objetivo.

Otra cuestión acuciante es que, en un contexto así, en el que la población ha perdido la fe en el proceso electoral, la probabilidad de que se produzcan protestas aumenta día a día. El ambiente de descontento está a punto de estallar.

La decisión sin precedentes de Mohammad Jatamí -ex presidente de Irán y padre espiritual del movimiento reformista, que ha defendido sistemáticamente que las reformas son alcanzables a través de las urnas- de abstenerse de votar en este ciclo electoral causó considerable sorpresa.

Por otra parte, un punto importante para el Estado profundo iraní es que cada vez que surgen protestas en Irán, los países occidentales, en particular Estados Unidos, intensifican su presión sobre el gobierno iraní intensificando las sanciones. Este patrón persistió tras las protestas de 2009 y el surgimiento del Movimiento Verde, hasta las protestas de 2022 conocidas como Movimiento Mahsa.

Estrategia fallida

En este contexto, es crucial considerar cuál de los dos escenarios siguientes se producirá en las próximas elecciones presidenciales.

El miércoles comienza la inscripción de los candidatos a las elecciones presidenciales, que durará cinco días. La lista definitiva de candidatos se anunciará el 11 de junio y la votación está prevista para el 28 de junio.

Una advertencia antes de ahondar en los posibles escenarios: la estrategia de un gobierno unificado ha fracasado. El conflicto entre distintas facciones dentro del movimiento conservador (que yo delimito en dos facciones, revolucionaria y superrevolucionaria) se intensificó antes de las recientes elecciones parlamentarias, ya que luchaban sin piedad por el dominio. Las tensiones llegaron a tal punto que ambos bandos orquestaron escándalos unos contra otros y destaparon casos de corrupción.

Ante esta situación, la cuestión fundamental que se plantea al núcleo central del poder (formado por Jamenei y el aparato de seguridad militar de la Guardia Revolucionaria) es si, teniendo en cuenta el acusado descenso de la participación electoral, combinado con el creciente escrutinio de la legitimidad del sistema a nivel internacional, es prudente persistir en la tendencia de descalificación masiva de los moderados.

Este es el primer escenario: dada la gravedad de las repercusiones derivadas del descenso de la participación electoral, el Estado profundo puede hacer ajustes y abandonar la política de descalificación masiva. Pero esto no implica una apertura inmediata de puertas a todos los candidatos moderados y reformistas. Cualquier candidato cualificado en este posible nuevo marco necesitaría contar con la confianza de Jamenei.

Ali Larijani podría desempeñar este papel. Considerado un conservador moderado, Larijani nunca se ha asociado oficialmente a las corrientes moderadas o reformistas, aunque su inclinación política se inclina hacia la moderación.

Tras haber sido presidente del Parlamento durante 12 años (de 2008 a 2020), Larijani se enfrentó a la descalificación por parte del Consejo de Guardianes en las elecciones presidenciales de 2021, que se orquestaron notablemente para elevar a Raisi a la presidencia, proporcionando presumiblemente un trampolín para su ascenso como futuro líder.

Tras la descalificación de Larijani, Jamenei pronunció un discurso que los expertos interpretaron como una referencia a él, afirmando: «Algunos de los que fueron descalificados fueron tratados injustamente». La principal ventaja de Larijani reside en su posición como asesor de Jamenei, lo que le sitúa muy cerca del líder de Irán.

Competencia intragrupo

Además de Larijani, otros posibles candidatos de las facciones reformista y moderada que podrían presentarse a las próximas elecciones si el sistema opta por los ajustes son el diputado Masoud Pezeshkian, el ex ministro de Comunicaciones Mohammad Javad Jahormi, el ex parlamentario Majid Ansari y el ex jefe del Banco Central Abdul Nasser Hemmati.

Pero hay varias preguntas que requieren respuesta. ¿Decidirá Larijani o cualquiera de las otras personas mencionadas presentarse a las elecciones? Si lo hicieran, ¿recibirían la aprobación del Consejo de Guardianes? Y lo que es más importante, si se produjera tal escenario, ¿volvería el pueblo a las urnas, o una parte significativa de la sociedad ha perdido la esperanza y se ha alejado indefinidamente de las elecciones?

En el segundo escenario, si el Estado profundo opta por continuar la tendencia a la unificación, la competencia sería intragrupo dentro del bando conservador.

Una de las siguientes personas podría convertirse entonces en el próximo presidente de Irán: Mohammad Mokhber, que actualmente desempeña el cargo de forma interina; el portavoz Mohammad Bagher Ghalibaf; Parviz Fattah, jefe de la sede ejecutiva de la Directiva del Imán; el partidario de la línea dura Saeed Jalili, miembro del Consejo Estratégico de Relaciones Exteriores de Irán; o Mehrdad Bazarpash, acérrimo revolucionario autoproclamado y actual ministro de Desarrollo Urbano.

Durante unos 15 años, Mokhber, presidente en funciones desde la muerte de Raisi, supervisó la sede ejecutiva de la Directiva del Imán, un imperio financiero que rinde cuentas únicamente a Jamenei. Por tanto, goza de la confianza de Jamenei.

Ghalibaf, por su parte, obtuvo 450.000 votos en las últimas elecciones parlamentarias, frente a los 1,2 millones de votos de 2020. Está enredado en numerosas acusaciones de corrupción destapadas por sus rivales dentro del bando conservador. Ha habido informes no verificados de que decidió dimitir del nuevo parlamento que se reúne el 27 de mayo, pero tras reunirse con un alto funcionario (término utilizado a menudo para referirse a Jamenei), se le aseguró que podría conservar su puesto de liderazgo en el nuevo parlamento.

Se espera que el Consejo de Guardianes anuncie los nombres de los candidatos cualificados el 11 de junio. En caso de que se desarrolle el segundo escenario, podemos anticipar un intenso conflicto intragrupo entre los revolucionarios y los superrevolucionarios, marcado por implacables revelaciones.

Un cambio de juego potencial

Sin embargo, un acontecimiento puede alterar las ecuaciones anteriores: la candidatura de Alireza Arafi. Alireza Arafi es el director de todos los seminarios de Irán y el adjunto al jefe de la asamblea de expertos de la cúpula, compuesta por 88 miembros y encargada de nombrar al líder supremo en caso de fallecimiento del titular.

En un artículo publicado a principios de este mes sostuve que, junto con Raisi, es uno de los dos principales candidatos a suceder a Jamenei.

El 24 de mayo se informó de que algunas organizaciones religiosas le instaron a presentarse a las elecciones, pero Arafi rechazó la petición con una sola palabra: «no».

No obstante, sigue existiendo la posibilidad de que lo reconsidere. Si esto ocurriera, es muy probable que los candidatos conservadores se retiraran en su favor y que los moderados fueran descalificados por el Consejo de Guardianes, como ocurrió en 2021, que culminó con la victoria de Raisi.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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