Primero vinieron a por Julian Assange y no me manifesté porque yo no era Julian Assange.
Luego vinieron a por los periodistas palestinos y no me manifesté porque no era periodista palestino. Luego vinieron a por los periodistas independientes y no me manifesté porque no era periodista independiente. Luego vinieron a por los periodistas de investigación y no me manifesté porque no era periodista de investigación. Nunca vinieron a por mí Y nunca hablé Porque yo no era un periodista de verdad.
Jonathan Cook (14 de octubre de 2024)
La propuesta del Estado palestino junto al Estado judío actualmente carece de valor efectivo, ya que para que fuera creíble, viable y, sobre todo, justa, sería necesario: (1) doblegar la política exclusivista y anexionista de Israel, lo que es imposible hoy por hoy; (2) enmendar en buena parte la Historia, corrigiendo la realidad actual territorial con la expulsión de militantes y colonos de los territorios ocupados, lo que es imposible hoy por hoy; (3) reconocer que la Resolución de Partición, en 1947, de la Palestina británica, fue una decisión catastrófica de la ONU y que hay que rectificar, lo que es imposible hoy por hoy (4); reconocer el derecho de los palestinos expulsados en 1948, y después, a retornar a sus casas y tierras, con recuperación de sus bienes expoliados, lo que es imposible hoy por hoy; (5) que se llegue a discutir sobre la solución más justa, lógica y prometedora, que es la de un Estado palestino con dos naciones, árabe y judía, de tipo federal, democrático, no alienado y sobre todo el territorio antiguamente británico, es decir, la vuelta a 1947, lo que imposible hoy por hoy; y (6) que se desposea a Israel del arma atómica que guarda desde los años 1960, lo que es imposible hoy por hoy.
Pedro Costa Morata (2024)
Pedro Costa Morata continua su reflexión: “esa y no otra”, señala, “ha de ser la base de partida de cualquier negociación nueva y futura, ya que es la justa y equilibrada, pero a la que se opuso ferozmente el sionismo colonizador, alimentando la incompatibilidad entre los dos pueblos con el objetivo de forzar la partición étnica como inicio de su ulterior y progresivo dominio territorial total. Tampoco quieren oír hablar de eso los dirigentes del Tel Aviv porque “deslegitimaría” el sionismo fundacional: el del ideólogo Herzl y el del infame Netanyahu”. Una recomendación sin riesgo de error: Pedro Costa Morata, Israel. Del mito al crimen, Vilassar de Dalt: El Viejo Topo, 2024.
Un apunte sobre las dimensiones de la barbarie: el Ministerio de Sanidad palestino no incluye las muertes por enfermedad y otras causas indirectas derivadas de la guerra en sus tabulaciones de muertos. Sin embargo, como seguramente recuerdan, un estudio publicado en julio de 2024 en la revista médica británica The Lancet calculaba que el «exceso de muertes» provocado por la destrucción de las infraestructuras sanitarias y civiles podía haber superado ya las 186.000 desde el comienzo de la guerra (entre el 7% y el 9% de la población total del territorio antes de la guerra). Si hacemos una comparación con la ciudadanía española, como si hubieran muerto en España entre 3.300.000 y 4.200.000 personas. Ni siquiera hay mantas para cubrir los muertos, ni siquiera hay ataúdes, ni siquiera hay medios para atender a personas desesperadas que no pueden salir de los escombros.
Un testimonio: Nabil Rana, cirujano vascular de Carolina del Norte que se encuentra actualmente en una misión médica voluntaria en el Hospital Nasser de la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza: “Nos enfrentamos a las consecuencias sanitarias de una población entera que no ha tenido acceso a tratamiento médico regular durante más de un año, y en la que cientos de miles de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares para vivir hacinadas en tiendas de campaña, sin saneamiento ni acceso a agua potable. Estamos viendo llegar a un gran número de personas con graves complicaciones derivadas de enfermedades e infecciones fácilmente tratables. Está llegando un punto en que resulta abrumador.”
Unas preguntas (que todos nos hacemos) de un gran autor y director teatral, Ramón Qu, un excelente conocedor de la obra de Manuel Sacristán:
El 15 de febrero de 2003, nos recuerda RQ, nos manifestamos contra la invasión de Irak en 800 ciudades del mundo según algunas estimaciones entre seis y diez millones de personas y según otras entre ocho y treinta millones. En Roma, más de dos millones; en Madrid, más de 1,5; en Barcelona, entre uno y 1,5; en Londres, entre uno y dos…
Podemos dividir las cifras dadas por la mitad, si quieren. Veinte y poco años después, contra los bombardeos sobre Gaza y Líbano que han producido ya más de 45.000 víctimas civiles (el cálculo oficial), las manifestaciones de protesta en Europa no han alcanzado ni de lejos la décima parte de las cifras anteriores. ¿Qué ha ocurrido en la conciencia antibelicista occidental en estos veinte años, se pregunta RQ? ¿A qué se debe la diferencia abismal en las protestas? ¿Acaso el capital empático de Israel y el complejo de culpa europeo por el Holocausto perdona y permite al estado israelí el uso de cualquier medio por bárbaro que sea para su supuesta defensa? ¿Acaso la COVID y el confinamiento han reforzado el egoísmo individualista en Europa e inoculado en los europeos el perentorio deseo de “a vivir que son dos días” o el “ande yo caliente y muérase la gente”? ¿Acaso estamos asistiendo a una mutación antropológica en Europa por la cual aceptaremos cualquier medio con tal de preservar nuestros privilegios? ¿Acaso los europeos estamos dispuestos a rearmarnos hasta los dientes para “defender” contra el eje del mal en el mundo –China, Rusia, el Islam– la civilización occidental, esto es, seguir disfrutando de las ventajas que nos otorga la división internacional del trabajo y de la riqueza? ¿Acaso, entre las mentes europeas más concienciadas, reina la melancolía, la depresión ética y política, la convicción impotente de que nada de lo que hagamos podrá cambiar ni siquiera un ápice las cosas?
Excelentes preguntas, no todas de fácil respuesta.
Sea como fuere, no desfallezcamos, que no puedan con nosotros. Alejémonos de todo nihilismo, de cualquier atisbo de fatalismo. Apoyemos las iniciativas que estén a nuestro alcance. ¡En pie de lucha y de paz! Palestina en el corazón, Palestina en el corazón. ¡No pasarán!
Cojo el hilo de la página. Tres previas:
1. La Mesa del Tercer Sector Social [1] ha denunciado que «el 25% de la población catalana vive en situación de pobreza». La organización ha reclamado al gobierno catalán un Pacto Nacional por el Derecho a la Vivienda ante una situación «crítica» (uno de los grandes y graves problemas de las clases trabajadoras catalanas). «El 40% de los hogares catalanes deben hacer un sobreesfuerzo para pagar el alquiler, y se calcula que hay 59.000 personas sin hogar», ha afirmado Francina Alsina, presidenta de la Mesa. Alsina ha reivindicado que otra de las prioridades de la Mesa es el de avanzar con la implantación del convenio con Endesa para regular la pobreza energética, que afecta actualmente al 20% de la población catalana y en los últimos 4 años no ha parado de crecer hasta triplicarse. Francina ha recalcado que esta pobreza «es un factor de desigualdad que impacta en las personas de forma diferenciada según el lugar en el que vive».
¿Alguna duda sobre cuáles deberían ser los urgentes y esenciales objetivos de un gobierno de izquierdas, por “moderado y centrado” que pueda ser?
2. El Gobierno español otorgará el próximo 31 de octubre a los descendientes de Miguel Hernández (¡su poesía, él también, nos ha hecho a tantos de nosotros!) una declaración de reconocimiento y reparación en la que se detallará que su condena a pena de muerte “por adhesión a la rebelión” (ellos, que precisamente lucharon contra los “rebeldes fascistas”) es nula en virtud de la Ley de Memoria Democrática.
Es seguramente innecesario señalar nuestro acuerdo, mostrar la inmensa alegría que siento, que sentimos todos nosotros. ¡Por fin! ¡82 años después!
Las personas que somos descendientes de ciudadanos y ciudadanas que también fueron condenados a muerte por “adhesión a la rebelión” (el caso de mi abuelo fusilado, en mayo de 1939, en el Camp de la Bota de Barcelona por ser cenetista), sin pretender ningún protagonismo, sugerimos la posibilidad y necesidad de que esa declaración de reconocimiento y reparación se extienda a las familias de todas los condenados y asesinados. ¡También sus condenas deben ser anuladas, como ha sido el caso recientemente de Salvador Puig Antich!
3. Siguen las aproximaciones a ‘El 47’. Dos que les recomiendo:
Ivan Teruel, “‘El 47’: nuestra historia, pero no toda” [2]. Una de sus consideraciones: “Entenderán lo difícil que resulta distanciarse de ese contexto emocional a la hora de valorar la película. En un primer momento, sentí que hacía justicia a una gente cuya historia, la nuestra, ha permanecido sepultada durante demasiadas décadas. Pero, a medida que fueron transcurriendo las horas, fui percibiendo una incomodidad difusa, como si hubiera alguna pieza que no acababa de encajar en aquella reconstrucción. Me permitió seguir el rastro de esa intuición la peste nacionalista, que se había entregado en redes a una infame ceremonia del desprecio diciendo que toda aquella gente eran muertos de hambre que en su tierra no se habían atrevido con los terratenientes, que era Cataluña la que les había dado de comer, y que resultaba inaceptable que medio siglo después no se oyera ni una palabra en catalán en Torre Baró. Cuando llegué a casa tras ver la película, me pregunté cómo, conociendo la miseria en la que habían vivido nuestros padres y abuelos, alguien podía excretar aquella inmundicia moral, aquel pestilente detritus, cómo alguien podía caer en aquella sima de la vileza.”
2. Jordi Cuevas, “’El 47’ y las luchas no compartidas” [3]. Les copio una reflexión de un intelectual, de un escritor, al que, en mi opinión, deberían leer (o ver) siempre que puedan: “Barrena lo dice, por la interpuesta voz en off de la supuesta hija de Vital, Joana (en la vida real Vital no tuvo una hija sino un hijo, y el personaje de Joana en la película está en realidad inspirado por su nieta), al inicio de la película: “Ésta es la historia de mi ciudad, de mi país y de mi lengua”. Barrena, como los burgesets de Òmnium, trata de hacernos creer en unas luchas compartidas que nunca fueron tales. Trata de mostrar las movilizaciones sociales de una clase obrera oprimida y explotada, mayoritarísimamente venida de otros lugares de España, como si fuesen parte integrante de un proyecto de construcción nacional catalana. Como si la lucha por la dignidad, la igualdad y la justicia social que llevaron a cabo aquellos trabajadores murcianos, andaluces o extremeños, hubiesen ido siempre, necesaria e inextricablemente, de la mano del ideario político del catalanismo. En la vida real, Carmen Vila [la esposa del protagonista] fue, efectivamente, maestra, alfabetizadora de adultos y profesora de catalán, y en tales facetas realizó una gran labor en la zona norte de Nou Barris. Pero ni fue una pionera avant la lettre de la immersió lingüística (que no se empezó a aplicar en ningún sitio hasta bien entrados los años ochenta) ni del #jomantincelcatala, tal como se nos pretende hacer creer en la película. Impartía clases en castellano, tanto a adultos como a menores. Y, aunque sí es cierto que Manolo Vital aprendió catalán gracias a ella, son muy poco verosímiles las escenas en que la pareja aparece continuamente hablando en catalán en la intimidad de su hogar, pues era el castellano el idioma que utilizaban para hablar entre ellos, según quienes les conocieron de cerca”.
Y más inverosímiles todavía, observa Jordi Cuevas, “son las escenas en que se muestra a los autobuseros reunidos en asamblea y hablando, todos ellos sin excepción, en catalán, cuando la gran mayoría de la plantilla de la empresa –como la gran mayoría de las clases trabajadoras urbanas de Cataluña– estaba formada, entonces como ahora, por trabajadores castellanohablantes con vínculos familiares en el resto de España”.
Tienen razón Jordi Cuevas en ambos casos. Dirán que me hago pesado al insistir tanto en ese punto, pero no es el caso: muchas aproximaciones de izquierda pone énfasis en el error en presentar a Vital casi como un héroe trabajador que actuaba en solitario, pero apenas nada dicen de la otra cara, de la falsedad lingüística, la que con toda razón critican Teruel y Cuevas.
Hablemos de Madrid. Me apoyo en este apartado en un artículo de Ernesto Gómez de la Hera [EGH], uno de los activistas del movimiento pensionista barcelonés, trabajo publicado en Crónica política, una revista que se publica mensualmente en la red y que también les recomiendo [4].
El próximo sábado, 26 de octubre, el movimiento pensionista ha convocado una manifestación en Madrid. Es esta, nos recuerda EGH, una cita acordada y obligada en el último fin de semana de octubre desde hace varios años. COESPE, la llamada Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones, la principal coordinadora española de organizaciones que defienden el sistema público de pensiones, y muchas otras asociaciones se movilizan, desde hace mucho tiempo, semanalmente en una gran cantidad de ciudades y pueblos de todo el territorio nacional (en Barcelona, concretamente, todos los lunes por la mañana -los llamados “lunes de lucha”, “en defensa de las pensiones públicas de hoy y mañana”, a las 10:00, en la Plaza Universidad de la ciudad) y, como decíamos, una vez al año, lo hacen de manera conjunta en Madrid. Ni que decir tiene que todos los ciudadanos, y especialmente los pensionistas, deberíamos estar profundamente agradecidos por el esfuerzo ininterrumpido que hacen estos activistas ya entrados en años en muchos casos (algunos con más de 80 años, no escribo por escribir).
(Entre paréntesis: EGH escribe, con acierto, “coordinadora española” y “territorio nacional”. Es una lástima que COESPE se siga considerando una “coordinadora estatal”, cuando, como es obvio, no es ninguna coordinadora del Estado. Pero, en este punto, la izquierda sigue, erre que erre, hablando con lenguaje nacionalista, pensando, muy equivocadamente, herencia no revisada de la lucha antifranquista durante la cual tal vez -digo tal vez- tuvo sentido, que esa es la forma de “respetar” la singularidad de todos “los pueblos de España”).
Las consignas de la concentración: PENSIONES PÚBLICAS, SÍ; PRIVADAS Y DE EMPRESA, NO. LAS PENSIONES PÚBLICAS SON UN DERECHO GANADO Y PAGADO.
COESPE y sus aliados, con su lucha y organizando a millares de pensionistas para ella, nos recuerda EGH por si lo hemos olvidado, “son quienes frenan las continuas agresiones que viene sufriendo nuestro sistema público de pensiones”. Las agresiones comenzaron en 1985 y entonces CC.OO., en solitario (no con la UGT en este caso; Marcelino Camacho era entonces el secretario general de CC.OO.), convocó una huelga general para defender las pensiones. En los últimos lustros las agresiones se han incrementado, sin embargo, “algunas de ellas han sido aceptadas por las organizaciones sindicales. Por eso la defensa de las pensiones públicas ha recaído en coordinadoras como COESPE”.
En opinión de EGH, que comparto, “es su permanente movilización en las calles lo que permite que aún exista un sistema público de pensiones digno, por más que insuficiente y desigual”. Es su lucha la que se interpone ante los frecuentes intentos de sustituir este sistema público, universal y de reparto, “por uno privado y de capitalización”. La Banca española es al líder de estos intentos privatizadores. No hace falta explicar las razones.
EGH nos recuerda también que son estos sistemas privados los que han ido a la quiebra en muchos países del mundo, dejando sin ninguna protección en la vejez a millones de trabajadores. Chile es un ejemplo que no deberíamos olvidar nunca. En cambio, prosigue, “pese a los agoreros y falsarios, el sistema público español no amenaza quiebra y es perfectamente sostenible ahora y también en el futuro. Seguramente para evitar poner de manifiesto esta viabilidad es por lo que no se hace la auditoría de cuentas a la que obliga la Ley 21/2021”. La realización de la auditoría es una de las reivindicaciones exigidas por COESPE en sus movilizaciones.
Por esta y por otras muchas razones, nos anima EGH (y yo con él), es por lo que, el sábado 26 de octubre, todos cuantos podamos, ya seamos trabajadores jubilados, parados o en activo, debemos acudir a la manifestación de Madrid. ¡Todos a Madrid!
EGH finaliza su llamamiento con unas consideraciones críticas del siguiente tenor:
Debemos ser conscientes de algunas debilidades y errores que hay que superar para que la defensa de las pensiones públicas sea aún más eficaz. “Por una parte el hecho de que COESPE no aglutine a todas las organizaciones que luchan, aunque es reseñable que las movilizaciones sí son conjuntas, como también lo son los objetivos que se reivindican. Lo que debería ser motivo suficiente para que se produjera esa coordinación unitaria”.
Otra cuestión, señala EGH, es lograr que las organizaciones sindicales vuelvan a lo que hizo CC.OO. en 1985 y se reintegren a la lucha por defender el sistema público de pensiones. En su opinión, no parece fácil alcanzar la unidad “vistas algunas cosas que hemos visto en los últimos tiempos” que esta vez no concreta. Por esta razón, apunta con razón, “es mucho más decisiva la actitud que pueda tomar COESPE, pues como repetía a menudo Marcelino Camacho: cuando los otros se resisten a la unidad, nosotros hemos de ser unitarios por los dos”.
Muy de acuerdo, con Camacho y con Ernesto Gómez de la Hera.
Notas
3) https://www.cronica-politica.es/el-47-y-las-luchas-no-compartidas/
4) Ernesto Gómez de la Hera, “Argumentos arriesgados” https://www.cronica-politica.es/argumentos-arriesgados/.