Miscelánea 25/X/2024

Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda,
1. Más sobre la muerte del periodismo.
2. La extinción del periodismo.
3. La utilidad de las Naciones Unidas.
4. Las revoluciones del Sur Global: dossier.
5. Las revoluciones del Sur Global.
6. El ecomarxismo chino y la teoría de «ecocivilización».
7. Atentado kurdo en Ankara.
8. El crecimiento de la riqueza va unido al crecimiento de la pobreza.
9. Veto a Venezuela. La opinión de Putin.
10. Puede haber empezado el ataque a Irán.
11. Libro de Joan Tafalla sobre Lenin.

1. Más sobre la muerte del periodismo

También Jonathan Cook prosigue su elegía por la muerte del periodismo en esta guerra, como Hedges. No os paso todos los suyos porque puede ser un poco repetitivo, y se centra mucho en la prensa inglesa, pero este que os paso hoy creo que es un buen resumen de la situación. Conmigo no contarán como cómplice de sus crímenes consumiendo su basura. https://www.middleeasteye.net/

Israel mata a los periodistas. Los medios occidentales matan la verdad del genocidio en Gaza

Jonathan Cook 25 de octubre de 2024

La opinión pública occidental está siendo sometida a una campaña de guerra psicológica, en la que el genocidio se clasifica como «legítima defensa» y la oposición a él como «terrorismo»

Israel sabía que, si podía impedir que los corresponsales extranjeros informaran directamente desde Gaza, esos periodistas acabarían cubriendo los acontecimientos de forma mucho más de su agrado.

Cubrirían cada informe de una nueva atrocidad israelí -si es que la cubrían- con un «Hamás afirma» o «miembros de la familia de Gaza alegan». Todo se presentaría en términos de narrativas contradictorias en lugar de hechos atestiguados. El público se sentiría inseguro, indeciso, distante.

Israel podría envolver su matanza en una niebla de confusión y disputa. La repulsión natural que evoca un genocidio se atenuaría.

Durante un año, los reporteros de guerra más experimentados de las cadenas internacionales han permanecido en sus hoteles de Israel, observando Gaza desde la distancia. Sus historias de interés humano, siempre en el centro de los reportajes de guerra, se han centrado en el sufrimiento mucho más limitado de los israelíes que en la vasta catástrofe que se desarrolla para los palestinos.

Por ello, el público occidental se ha visto obligado a revivir un único día de horror para Israel, el 7 de octubre de 2023, con la misma intensidad con la que ha vivido un año de horrores diarios en Gaza, en lo que el Tribunal Mundial ha juzgado como un genocidio «plausible» por parte de Israel.

Por eso los medios de comunicación han sumergido a sus audiencias en la agonía de las familias de unos 250 israelíes -civiles tomados como rehenes y soldados cautivos- tanto como en la de 2,3 millones de palestinos bombardeados y muertos de hambre semana tras semana, mes tras mes.

Por eso el público ha sido sometido a narrativas de luz de gas que enmarcan la destrucción de Gaza como una «crisis humanitaria» y no como el lienzo en el que Israel está borrando todas las reglas conocidas de la guerra. 

Mientras los corresponsales extranjeros se sientan obedientemente en sus habitaciones de hotel, los periodistas palestinos han sido asesinados uno a uno– en una de las mayores masacres de periodistas de la historia.

Israel repite ahora el proceso en Líbano. El jueves por la noche, atacó una residencia en el sur de Líbano donde se alojaban tres periodistas. Todos murieron.

Como muestra de lo deliberadas y cínicas que son las acciones de Israel, esta semana puso a sus militares en el punto de mira de seis reporteros de Al Jazeera difamándolos como «terroristas» que trabajan para Hamás y la Yihad Islámica.

Al parecer, son los últimos periodistas palestinos supervivientes en el norte de Gaza, que Israel ha acordonado mientras lleva a cabo el llamado «Plan del General».

Israel no quiere que nadie informe de su ofensiva final para exterminar el norte de Gaza matando de hambre a los 400.000 palestinos que siguen allí y ejecutando a cualquiera que permanezca como «terrorista».

Estos seis se unen a una larga lista de profesionales difamados por Israel en aras del avance de su genocidio, desde médicos y trabajadores humanitarios hasta personal de mantenimiento de la paz de la ONU.

Simpatía por Israel

Quizá el punto álgido de la domesticación de los periodistas extranjeros por parte de Israel se alcanzó esta semana en un reportaje de la CNN. Ya en febrero, el personal de la CNN reveló que los ejecutivos de la cadena habían estado ocultando activamente las atrocidades israelíes para retratar a Israel bajo una luz más simpática.

En una historia cuyo encuadre debería haber sido impensable -pero que tristemente era demasiado predecible- la CNN informó sobre el trauma psicológico que algunos soldados israelíes están sufriendo por el tiempo pasado en Gaza, que en algunos casos les lleva al suicidio.

Parece que cometer un genocidio puede ser malo para la salud mental. O, como explicó la CNN , sus entrevistas «ofrecen una ventana a la carga psicológica que la guerra está arrojando sobre la sociedad israelí».

En su extenso artículo, titulado «Salió de Gaza, pero Gaza no salió de él», las atrocidades que los soldados admiten haber cometido son poco más que el telón de fondo, ya que la CNN encuentra otro ángulo del sufrimiento israelí. Los soldados israelíes son las verdaderas víctimas, incluso mientras perpetran un genocidio contra el pueblo palestino.

Un conductor de bulldozer, Guy Zaken, dijo a CNN que no podía dormir y que se había vuelto vegetariano por las «cosas muy, muy difíciles» que había visto y tenido que hacer en Gaza.

¿Qué cosas? Zaken había declarado anteriormente en una audiencia del Parlamento israelí que el trabajo de su unidad consistía en atropellar a cientos de palestinos, algunos de ellos vivos.

CNN informó: «Zaken dice que ya no puede comer carne, pues le recuerda las horripilantes escenas que presenció desde su excavadora en Gaza».

Sin duda, algunos guardias de campos de concentración nazis se suicidaron en la década de 1940 tras presenciar los horrores que allí se producían, porque eran responsables de ellos. Sólo en algún extraño universo paralelo de noticias su «carga psicológica» sería la historia.

Después de una enorme reacción en línea, CNN enmendó una nota del editor al comienzo del artículo que originalmente decía: «Esta historia incluye detalles sobre el suicidio que algunos lectores pueden encontrar perturbadores».

Se suponía que los lectores encontrarían perturbador el suicidio de soldados israelíes, pero aparentemente no la revelación de que esos soldados atropellaban rutinariamente a los palestinos de modo que, como explicó Zaken, «todo sale a chorros».

Prohibición de Gaza

Por fin, cuando se cumple un año de la guerra genocida de Israel, que ahora se extiende rápidamente al Líbano, algunas voces se alzan muy tardíamente para exigir la entrada de periodistas extranjeros en Gaza.

Esta semana – en un movimiento presumiblemente diseñado, ante la inminencia de las elecciones de noviembre, para congraciarse con los votantes enfadados por la complicidad del partido en el genocidio– decenas de miembros demócratas del Congreso de EE.UU.escribieron al presidente Joe Biden pidiéndole que presionara a Israel para que diera a los periodistas «acceso sin trabas» al enclave.

No contengas la respiración.

Los medios de comunicación occidentales han hecho muy poco para protestar por su exclusión de Gaza durante el último año, por varias razones.

Dada la naturaleza totalmente indiscriminada de los bombardeos israelíes, los principales medios de comunicación no han querido que sus periodistas fueran alcanzados por una bomba de 2.000 libras por estar en el lugar equivocado.

Esto puede deberse, en parte, a la preocupación por su bienestar. Pero es probable que haya preocupaciones más cínicas.

Hacer volar por los aires o ejecutar por francotiradores a periodistas extranjeros en Gaza arrastraría a las organizaciones de medios de comunicación a una confrontación directa con Israel y su bien engrasada maquinaria de lobby.

La respuesta sería totalmente predecible, insinuando que los periodistas murieron porque estaban en connivencia con «los terroristas» o que estaban siendo utilizados como «escudos humanos» – la excusa que Israel ha utilizado una y otra vez para justificar sus ataques contra médicos en Gaza y contra las fuerzas de paz de la ONU en Líbano.

Pero hay un problema mayor. Los medios del establishment no han querido estar en una posición en la que sus periodistas estén tan cerca de la «acción» que corran el riesgo de ofrecer una imagen más clara de los crímenes de guerra y el genocidio de Israel.

El actual distanciamiento de los medios de comunicación de la escena del crimen les ofrece una negación plausible, ya que se sitúan a ambos lados de todas las atrocidades israelíes.

En conflictos anteriores, los reporteros occidentales han servido como testigos, ayudando en el procesamiento de líderes extranjeros por crímenes de guerra. Eso ocurrió en las guerras que asistieron a la desintegración de Yugoslavia, y sin duda volverá a ocurrir si el presidente ruso Valdimir Putin es entregado alguna vez a La Haya.

Pero esos testimonios periodísticos se aprovecharon para meter entre rejas a los enemigos de Occidente, no a su aliado más cercano.

Los medios de comunicación no quieren que sus reporteros se conviertan en testigos principales de cargo en los futuros juicios contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, en la Corte Penal Internacional (CPI). Karim Khan, fiscal de la CPI, está pidiendo la detención de ambos.

Al fin y al cabo, los testimonios de los periodistas no se detendrían a las puertas de Israel. Implicarían también a las capitales occidentales y pondrían a los medios de comunicación establecidos en una situación de colisión con sus propios gobiernos.

Los medios de comunicación occidentales no consideran que su trabajo consista en pedir cuentas al poder cuando es Occidente quien comete los crímenes.

Censurar a los palestinos

Poco a poco han ido apareciendo periodistas denunciantes para explicar cómo las organizaciones de noticias del establishment -incluidas la BBC y el supuestamente liberal Guardian- están dejando de lado las voces palestinas y minimizando el genocidio.

Una investigación de Novara Media reveló recientemente el creciente descontento en algunos sectores de la redacción de The Guardian por su doble rasero sobre Israel y Palestina.

Recientemente, sus editores censuraron un comentario de la preeminente autora palestina Susan Abulhawa después de que ésta insistiera en que se le permitiera referirse a la matanza de Gaza como «el holocausto de nuestros tiempos».

Durante el mandato de Jeremy Corbyn como líder del Partido Laborista, columnistas de alto nivel del Guardian como Jonathan Freedland insistieron mucho en que los judíos, y sólo los judíos, tenían derecho a definir y nombrar su propia opresión.

Sin embargo, ese derecho no parece extenderse a los palestinos.

Como señaló el personal que habló con Novara, el periódico hermano dominical del Guardian, el Observer, no tuvo ningún problema en abrir sus páginas al escritor judío británico Howard Jacobson para calumniar como «libelo de sangre» cualquier información sobre el hecho demostrable de que Israel ha matado a muchos, muchos miles de niños palestinos en Gaza. 

Un veterano periodista dijo: «¿Le preocupa más al Guardian la reacción a lo que se dice sobre Israel que sobre Palestina? Por supuesto».

Otro miembro del personal admitió que sería inconcebible que el periódico censurara a un escritor judío. Pero parece que censurar a un palestino está bien.

Otros periodistas afirman estar sometidos a un «control asfixiante» por parte de los redactores jefe, y afirman que esta presión existe «solo si publicas algo crítico con Israel».

Según su personal, la palabra «genocidio» está prácticamente prohibida en el periódico, excepto en la cobertura de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), cuyos jueces dictaminaron hace nueve meses que se había presentado un caso «plausible» de que Israel estaba cometiendo genocidio.

Desde entonces, la situación ha empeorado.

Periodistas denunciantes

Sara», una informadora que recientemente dimitió de la redacción de la BBC y habló de sus experiencias al Listening Post de Al Jazeera, afirmó que a los palestinos y a quienes les apoyaban se les mantenía habitualmente fuera de antena o se les sometía a interrogatorios humillantes e insensibles.

Según los informes, algunos productores se han vuelto cada vez más reacios a llevar al aire a palestinos vulnerables, algunos de los cuales han perdido familiares en Gaza, debido a la preocupación por el efecto en su salud mental de los interrogatorios agresivos a los que estaban siendo sometidos por parte de los presentadores.

Según Sara, las investigaciones de la BBC sobre posibles invitados se centran mayoritariamente en los palestinos, así como en quienes simpatizan con su causa y las organizaciones de derechos humanos. Rara vez se comprueban los antecedentes de los invitados israelíes o judíos.

Añadió que una búsqueda que mostrara que un invitado había utilizado la palabra «sionismo» -la ideología del Estado de Israel- en un mensaje en las redes sociales podría ser suficiente para que fuera descalificado de un programa.

Incluso funcionarios de uno de los mayores grupos de derechos humanos del mundo, Human Rights Watch, con sede en Nueva York, se convirtieron en personas non gratas en la BBC por sus críticas a Israel, a pesar de que la corporación se había basado anteriormente en sus informes para cubrir Ucrania y otros conflictos mundiales.

A los invitados israelíes, por el contrario, «se les dio rienda suelta para decir lo que quisieran sin apenas rechistar», incluidas mentiras sobre Hamás quemando o decapitando bebés y cometiendo violaciones en masa.

Un correo electrónico de más de 20 periodistas de la BBC, citado por Al Jazeera, enviado el pasado mes de febrero a Tim Davie, director general de la BBC, advertía de que la cobertura de la corporación corría el riesgo de «ayudar e instigar el genocidio mediante la supresión de historias».

Valores al revés

Estos prejuicios han sido demasiado evidentes en la cobertura de la BBC, primero de Gaza y ahora, a medida que disminuye el interés de los medios de comunicación por el genocidio, del Líbano.

Los titulares -la música ambiental del periodismo y la única parte de una historia que muchos de los espectadores leen- han sido uniformemente nefastos.

Por ejemplo, las amenazas de Netanyahu de un genocidio al estilo de Gaza contra el pueblo libanés a principios de este mes si no derrocaban a sus líderes fueron suavizadas por el titular de la BBC: «El llamamiento de Netanyahu al pueblo libanés cae en saco roto en Beirut».

Los lectores razonables habrían deducido erróneamente tanto que Netanyahu intentaba hacer un favor al pueblo libanés (preparándose para asesinarlo), como que éste estaba siendo desagradecido al no aceptar su oferta.

Ha sido la misma historia en todos los medios del establishment. En otro momento extraordinario y revelador, Kay Burley de Sky News anunció este mes la muerte de cuatro soldados israelíes a causa de un ataque con drones de Hezbolá contra una base militar dentro de Israel.

Con una solemnidad normalmente reservada al fallecimiento de un miembro de la familia real británica, nombró lentamente a los cuatro soldados, mostrando en pantalla una foto de cada uno de ellos. Subrayó dos veces que los cuatro sólo tenían 19 años.

Sky News parecía no entender que no se trataba de soldados británicos, y que no había ninguna razón para que la audiencia británica se sintiera especialmente perturbada por sus muertes. En las guerras mueren soldados continuamente, son gajes del oficio.

Y además, si Israel los consideraba lo suficientemente mayores como para luchar en Gaza y Líbano, entonces también eran lo suficientemente mayores como para morir sin que su edad fuera tratada como algo especialmente digno de mención.

Pero aún más significativo es el hecho de que la Brigada Golani de Israel, a la que pertenecían estos soldados, ha estado implicada en la matanza de palestinos durante el último año. Sus tropas han sido responsables de muchas de las decenas de miles de niños asesinados y mutilados en Gaza.

Cada uno de los cuatro soldados era mucho, mucho menos merecedor de la simpatía y preocupación de Burley que los miles de niños que han sido masacrados a manos de su brigada. A esos niños casi nunca se les nombra y rara vez se muestran sus fotos, entre otras cosas porque sus heridas suelen ser demasiado horripilantes para ser vistas.

Fue una prueba más del mundo al revés que los medios de comunicación establecidos han estado tratando de normalizar para sus audiencias.

Por eso las estadísticas de Estados Unidos, donde la cobertura de Gaza y Líbano puede ser aún más desquiciada, muestran que la fe en los medios de comunicación está por los suelos. Menos de uno de cada tres encuestados –31% – afirmó tener todavía «mucha o bastante confianza en los medios de comunicación».

Aplastar la disidencia

Israel es quien dicta la cobertura de su genocidio. Primero, asesinando a los periodistas palestinos que informan sobre el terreno y, después, asegurándose de que los corresponsales extranjeros formados en la casa se mantengan alejados de la matanza, fuera de peligro en Tel Aviv y Jerusalén.

Y como siempre, Israel ha podido contar con la complicidad de sus patrocinadores occidentales para aplastar la disidencia en su propio país.

La semana pasada, un periodista de investigación británico, Asa Winstanley, crítico abierto de Israel y sus grupos de presión en el Reino Unido, vio su casa en Londres asaltada al amanecer por la policía antiterrorista.

Aunque la policía no lo ha detenido ni acusado -al menos de momento-, confiscó sus dispositivos electrónicos. Se le advirtió de que estaba siendo investigado por «fomento del terrorismo» en sus publicaciones en las redes sociales.

La policía informó a MEE de que sus dispositivos habían sido incautados en el marco de una investigación por presuntos delitos de terrorismo de «apoyo a una organización proscrita» y «difusión de documentos terroristas».

La policía sólo puede actuar gracias a la draconiana Ley de Terrorismo británica, contraria a la libertad de expresión 

El artículo 12, por ejemplo, tipifica como delito de terrorismo la expresión de una opinión que pueda interpretarse como simpatizante de la resistencia armada palestina a la ocupación ilegal israelí, un derecho consagrado en el derecho internacional pero que en Occidente se tacha de «terrorismo».

Los periodistas que no han recibido formación en los medios de comunicación establecidos, así como los activistas solidarios, deben ahora trazar un camino traicionero a través de un terreno jurídico intencionadamente mal definido cuando hablan del genocidio de Israel en Gaza.

Winstanley no es el primer periodista acusado de infringir la Ley de Terrorismo. En las últimas semanas, Richard Medhurst, periodista independiente, fue detenido en el aeropuerto de Heathrow a su regreso de un viaje al extranjero. Otra periodista-activista, Sarah Wilkinson, fue detenida brevemente después de que la policía registrara su domicilio. También se incautaron de sus dispositivos electrónicos.

Mientras tanto, Richard Barnard, cofundador de Palestine Action, que pretende interrumpir el suministro de armas por parte del Reino Unido al genocidio de Israel, ha sido acusado por los discursos que ha pronunciado en apoyo de los palestinos. 

Ahora parece que todas estas acciones forman parte de una campaña policial específica dirigida contra periodistas y activistas de la solidaridad palestina: «Operación Incesante».

El mensaje que se supone que transmite este torpe título es que el Estado británico está persiguiendo a cualquiera que hable demasiado alto contra el continuo armamento y la complicidad del gobierno británico en el genocidio de Israel.

Cabe destacar que los medios de comunicación establecidos no han cubierto este último asalto contra el periodismo y el papel de una prensa libre – supuestamente las mismas cosas que están ahí para proteger.

La redada en el domicilio de Winstanley y las detenciones pretenden intimidar a otros, incluidos periodistas independientes, para que guarden silencio por miedo a las consecuencias de hablar.

Esto no tiene nada que ver con el terrorismo. Más bien es terrorismo del Estado británico.

Una vez más, el mundo se vuelve del revés.

Ecos de la historia

Occidente está librando una campaña de guerra psicológica contra sus poblaciones: les está haciendo luz de gas y desorientando, clasificando el genocidio como «autodefensa» y la oposición a él como una forma de «terrorismo».

Se trata de una ampliación de la persecución sufrida por Julian Assange, el fundador de Wikileaks que pasó años encerrado en la prisión londinense de alta seguridad de Belmarsh.

Su periodismo sin precedentes -revelar los secretos más oscuros de los Estados occidentales- fue redefinido como espionaje. Su «delito» fue revelar que Gran Bretaña y Estados Unidos habían cometido sistemáticamente crímenes de guerra en Irak y Afganistán.

Ahora, basándose en ese precedente, el Estado británico persigue a los periodistas simplemente por avergonzarlo.

La semana pasada asistí en Bristol a una reunión contra el genocidio en Gaza en la que el principal orador se ausentó físicamente después de que el Estado británico no le expidiera un visado de entrada.

El invitado que faltaba -tuvo que unirse a nosotros mediante zoom- era Mandla Mandela, nieto de Nelson Mandela, que estuvo encarcelado durante décadas como terrorista antes de convertirse en el primer dirigente de la Sudáfrica posterior al apartheid y en un estadista internacional aclamado.

Mandla Mandela era hasta hace poco miembro del Parlamento sudafricano. Un portavoz del Ministerio del Interior dijo a MEE que el Reino Unido sólo expedía visados «a quienes queremos acoger en nuestro país».

Los medios de comunicación sugieren que Gran Bretaña estaba determinada a excluir a Mandela porque, al igual que su abuelo, considera que la lucha palestina contra el apartheid israelí está íntimamente ligada a la anterior lucha contra el apartheid sudafricano.

Los ecos de la historia no parecen haber pasado desapercibidos para los funcionarios: el Reino Unido vuelve a asociar a la familia Mandela con el terrorismo. Antes era para proteger el régimen de apartheid de Sudáfrica. Ahora es para proteger el régimen de apartheid y genocidio aún peor de Israel.

En efecto, el mundo está patas arriba. Y los supuestamente «medios de comunicación libres» de Occidente están desempeñando un papel fundamental en el intento de hacer que nuestro mundo al revés parezca normal.

Eso sólo puede conseguirse no informando del genocidio de Gaza como un genocidio. En lugar de eso, los periodistas occidentales sirven poco más que de taquígrafos. Su trabajo: tomar el dictado de Israel.

2. La extinción del periodismo

Uno de los pocos periodistas de verdad que deben estar quedando en Occidente, sobre el asesinato de periodistas en la guerra de Palestina. https://chrishedges.substack.

La guerra de Israel contra el periodismo

El genocidio de Israel incluye la censura más draconiana y el asesinato intencionado de periodistas desde la creación del corresponsal de guerra moderno. Las consecuencias serán catastróficas.

Chris Hedges 26 de octubre de 2024

Hay unos 4.000 reporteros extranjeros acreditados en Israel para cubrir la guerra. Se alojan en hoteles de lujo. Asisten a espectáculos de perros y ponis orquestados por el ejército israelí. En raras ocasiones, pueden ir escoltados por soldados israelíes en visitas relámpago a Gaza, donde se les muestran supuestos alijos de armas o túneles que, según los militares, utiliza Hamás. Asisten obedientemente a las ruedas de prensa diarias. Reciben reuniones informativas extraoficiales de altos funcionarios israelíes que les proporcionan información que a menudo resulta ser falsa. Son los propagandistas involuntarios y a veces deliberados de Israel, taquígrafos de los arquitectos del apartheid y el genocidio, guerreros de habitación de hotel. Bertolt Brecht los llamó ácidamente los portavoces de los portavoces.

Y cuántos reporteros extranjeros hay en Gaza? Ninguno.

Los reporteros palestinos en Gaza que llenan el vacío a menudo pagan con su vida. Son objetivos, junto con sus familias, para ser asesinados. Al menos 128 periodistas y trabajadores de los medios de comunicación de Gaza, Cisjordania y Líbano han muerto y 69 han sido encarcelados, según el Comité para la Protección de los Periodistas, lo que supone el periodo más mortífero para los periodistas desde que la organización comenzó a recopilar datos en 1992.

Israel bombardeó el viernes, en el sur de Líbano, un edificio que albergaba siete medios de comunicación, matando a tres periodistas de Al Mayadeen y Al Manar e hiriendo a otros quince. Desde el 7 de octubre, Israel ha matado a 11 periodistas en Líbano.

El cámara de Al Jazeera Fadi al-Wahidi, que recibió un disparo en el cuello en el campo de refugiados de Jabalia, en el norte de Gaza, a manos de un francotirador israelí a principios de mes, se encuentra en coma. Israel le ha denegado el permiso para recibir atención médica fuera de Gaza. Como la mayoría de los periodistas atacados, entre ellos su colega asesinada Shireen Abu Akleh, llevaba un casco y un chaleco antibalas que lo identificaban como prensa.

El ejército israelí ha calificado de «terroristas» a seis periodistas palestinos de Gaza que trabajan para Al Jazeera.

«Estos 6 palestinos se encuentran entre los últimos periodistas supervivientes de la embestida israelí en Gaza», ha declarado la relatora especial de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese. «Declararlos ‘terroristas’ suena a sentencia de muerte».

La escala y salvajismo del asalto israelí a los medios de comunicación empequeñece todo lo que he presenciado durante mis dos décadas como corresponsal de guerra, incluso en Sarajevo, donde francotiradores serbios apuntaban regularmente a los reporteros. Veintitrés periodistas fueron asesinados en Croacia y Bosnia-Herzegovina durante las guerras yugoslavas, entre 1991 y 1995. Veintidós fueron asesinados cuando cubría la guerra de El Salvador. Sesenta y ocho periodistas fueron asesinados en la Segunda Guerra Mundial y 63 murieron en Vietnam. Pero, a diferencia de lo ocurrido en Gaza, Bosnia y El Salvador, los periodistas no solían ser el blanco de los ataques.

El asalto de Israel a la libertad de prensa no se parece a nada que hayamos vivido desde que William Howard Russell,el padrino del reportaje de guerra moderno, envió despachos de la guerra de Crimea.Su arremetida contra los periodistas es de una categoría aparte.

El representante James P. McGovern y 64 miembros de la Cámara de Representantes enviaron una carta al presidente Joseph Biden y al secretario de Estado Antony Blinken pidiendo que Estados Unidos presione para que Israel permita el acceso sin trabas a periodistas estadounidenses e internacionales. En julio, más de 70 medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil firmaron una carta abierta en la que se pedía a Israel que permitiera la entrada de periodistas extranjeros en Gaza.

Israel no ha cedido. Sigue prohibiendo la presencia de periodistas internacionales en Gaza. Su genocidio sigue adelante. Cientos de civiles palestinos mueren y resultan heridos a diario. Durante el mes de octubre, Israel mató al menos 770  palestinos en el norte de Gaza. Israel divulga sus mentiras e invenciones, desde que Hamás utiliza a los palestinos como escudos humanos, a violaciones masivas y bebés decapitados, a una prensa cautiva que los amplifica servilmente. Para cuando las mentiras son desveladas, a menudo semanas o meses después, el ciclo mediático ha seguido su curso y pocos se dan cuenta.

La censura generalizada y el asesinato de periodistas por parte de Israel tendrán consecuencias nefastas. Erosiona aún más las pocas protecciones que alguna vez tuvimos como corresponsales de guerra. Envía un mensaje inequívoco a cualquier gobierno, déspota o dictador que pretenda enmascarar sus crímenes. Anuncia, como el propio genocidio, un nuevo orden mundial, en el que se normalizan los asesinatos en masa, se permite la censura totalitaria y los periodistas que intentan sacar a la luz la verdad tienen muy cortas expectativas de vida. 

Israel, con el apoyo incondicional del gobierno de Estados Unidos, está destripando los últimos restos de libertad de prensa.

Los que hacen la guerra, cualquier guerra, buscan moldear la opinión pública. Cortejan a los reporteros que pueden domesticar, los que se postran ante los generales y, aunque no lo admitan abiertamente, tratan de mantenerse lo más lejos posible del combate. Son los «buenos» periodistas. Les gusta «jugar» a ser soldados. Con entusiasmo ayudan a difundir propaganda disfrazada de reportaje. Quieren aportar su granito de arena al esfuerzo bélico, formar parte del club. Lamentablemente, constituyen la mayoría de los medios de comunicación en las guerras que cubrí. 

Todos los periodistas de la CNN que informan sobre Israel y Palestina deben someter su trabajo a la revisión de la oficina de la cadena en Jerusalén antes de su publicación, una oficina que está obligada a acatar las normas establecidas por los censores militares israelíes.

Estos periodistas domesticados y las organizaciones de noticias son, como Robert Fisk señaló, «prisioneros del lenguaje del poder». Repiten como loros el léxico oficial: «terroristas», «proceso de paz», «solución de dos Estados» y «derecho de Israel a defenderse» .

The New York Times, The Intercept escribe, «dio instrucciones a los periodistas que cubren la guerra de Israel contra la Franja de Gaza para restringir el uso de los términos ‘genocidio’ y ‘limpieza étnica’ y ‘evitar’ el uso de la frase ‘territorio ocupado’ al describir la tierra palestina, según una copia de un memorando interno obtenido por The Intercept.»

«El memorando también instruye a los reporteros a no usar la palabra Palestina ‘excepto en casos muy raros’ y a mantenerse alejados del término ‘campos de refugiados’ para describir áreas de Gaza históricamente asentadas por palestinos desplazados y expulsados de otras partes de Palestina durante anteriores guerras árabe-israelíes», señala The Intercept. «Las zonas están reconocidas por Naciones Unidas como campos de refugiados y albergan a cientos de miles de refugiados registrados».

«No hay batalla entre el poder y los medios de comunicación», señaló Fisk. «A través del lenguaje, nos hemos convertido en ellos».

El general retirado David Petraeus, uno de los autores del Manual de Contrainsurgencia de 2006 utilizado por las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán, sostiene que persuadir a la opinión pública de que se está ganando -incluso si, como en Afganistán, se está atrapado en un callejón sin salida. y la OTAN en Afganistán, sostiene que persuadir al público de que se está ganando -incluso si, como en Afganistán, se está atrapado en un atolladero- es más importante que la superioridad militar. Los medios de comunicación domesticados son vitales para perpetrar este engaño. 

Los verdaderos periodistas. Ellos iluminan la maquinaria del poder. Dicen la verdad, porque como dijo el poeta Seamus Heaney , «Existe la verdad y se puede decir». Hacen públicas la crueldad, la mendacidad y la criminalidad de los poderosos. Desenmascaran la colaboración de los medios de comunicación domesticados.

Para los poderosos, los que hacen la guerra y los medios domesticados, estos verdaderos periodistas son el enemigo. Esta es la razón por la que Julian Assange fue acosado y perseguido sin piedad durante 14 años. WikiLeaks publicó un documento de 2.000 páginas del Ministerio de Defensa en el que funcionarios del gobierno británico igualaban a periodistas de investigación con terroristas. La animadversión no es nueva. Lo que es nuevo es la escala del asalto israelí al periodismo.

Israel no ha derrotado a Hamás. No ha derrotado a Hezbolá. No derrotará a Irán. Pero debe convencer a su propio público, y al resto del mundo, de que está ganando. La censura y el silenciamiento de los periodistas que exponen los crímenes de guerra de Israel y el sufrimiento que Israel inflige a los civiles es una prioridad israelí.

Sería tranquilizador decir que Israel es un caso atípico, una nación que no comparte nuestros valores, una nación a la que apoyamos a pesar de sus atrocidades. Pero, por supuesto, Israel es una extensión de nosotros mismos.

Como dijo el dramaturgo Harold Pinter: “La política exterior estadounidense podría definirse mejor así: bésame el culo o te parto la cabeza. Así de simple y así de burdo. Lo interesante es que tiene un éxito increíble. Posee las estructuras de la desinformación, el uso de la retórica, la distorsión del lenguaje, que son muy persuasivas, pero en realidad son una sarta de mentiras. Es una propaganda muy exitosa. Tienen el dinero, tienen la tecnología, tienen todos los medios para salirse con la suya, y lo hacen.”

Al recoger el premio Nobel de Literatura, Pinter dijo: «Los crímenes de Estados Unidos han sido sistemáticos, constantes, despiadados, sin remordimientos, pero muy poca gente ha hablado realmente de ellos. Hay que reconocerlo. Ha ejercido una manipulación bastante clínica del poder en todo el mundo mientras se hacía pasar por una fuerza del bien universal. Es un acto de hipnosis brillante, incluso ingenioso, de gran éxito».

El impedimento más importante a la hipnosis de masas de Israel son los periodistas palestinos de Gaza. Por eso la tasa de asesinatos es tan alta. Por eso los funcionarios estadounidenses no dicen nada. Ellos también odian a los periodistas de verdad. Ellos también exigen que los reporteros se domestiquen para escabullirse como ratas de un acto de prensa coreografiado a otro. 

El gobierno de Estados Unidos no dice ni hace nada para proteger a la prensa porque respalda la campaña de Israel contra los medios de comunicación, al igual que respalda el genocidio de Israel en Gaza. 

Los periodistas, junto con los palestinos, deben ser extinguidos.

3. La utilidad de las Naciones Unidas

Aunque está lejos de ser ideal, las Naciones Unidas han conseguido hasta ahora su propósito principal: evitar otra guerra mundial. Es la conclusión del artículo de Pozhidaev, y coincido con ella. Por otra parte, que es necesaria una reforma ante la realidad internacional actual creo que nadie lo niega. https://links.org.au/united-

Las Naciones Unidas: Equilibrio entre altos ideales y duras realidades

Por Dmitry Pozhidaev Publicado 26 de octubre de 2024

Siempre se ha criticado a las Naciones Unidas por no estar a la altura de los elevados estándares establecidos por sus fundadores en la Carta de la ONU, ya sea en términos de preservación de la paz y la estabilidad, desarrollo socioeconómico global, protección de los derechos humanos o gestión de las crisis de refugiados. Sin embargo, puede que las críticas a la ONU nunca hayan sido tan duras como ahora, con dos grandes conflictos -la guerra de Ucrania y la de Oriente Medio- que han puesto de manifiesto la incapacidad de la organización para hacerles frente. Israel declaró recientemente al secretario general de la ONU, António Guterres persona non grata. Tras el viaje de Guterres a la cumbre de los BRICS en Rusia (22-24 de octubre), las críticas se intensificaron, con sugerencias extremas en algunos círculos de «ilegalizarlo» a nivel mundial, retirar a los países occidentales de la «inútil» ONU o incluso disolver la organización por completo.

¿Quiénes son las Naciones Unidas?

Cuando se le pide que visualice la ONU, la mayoría de la gente probablemente piensa en dos imágenes icónicas: el edificio de 39 plantas en el East River y la Sala del Consejo de Seguridad de la ONU, con su mesa de reuniones semicircular. Estas dos imágenes, aunque sencillas, ocultan una realidad compleja sobre la ONU. En sentido estricto, el edificio del East River no alberga a toda la ONU, sino que es principalmente la sede de su Secretaría. La Secretaría es un órgano técnico que apoya el funcionamiento de diversos órganos de la ONU (muchos de los cuales, aunque no todos, se encuentran en el complejo más grande de la ONU en el East River). Entre ellos se encuentran la Asamblea General, el Consejo de Seguridad y el Consejo Económico y Social.

Muchas personas ajenas a la ONU imaginan erróneamente al Secretario General como un «Presidente Mundial», cuando, en realidad, es el jefe de la Secretaría. La Secretaría existe para aplicar las decisiones adoptadas por los órganos decisorios de la ONU: la Asamblea General, el Consejo de Seguridad y el Consejo Económico y Social. Su razón de ser es llevar a cabo las directrices de estos órganos principales, las Naciones Unidas «propiamente dichas», por así decirlo. El segundo Secretario General de la ONU, Dag Hammarskjöld, subrayó que las competencias y el espacio de acción de la Secretaría son definidos por las naciones miembros: «Las Naciones Unidas son lo que los países miembros hacen de ellas, pero dentro de los límites establecidos por la acción y la cooperación de los gobiernos, mucho depende de lo que la Secretaría haga de ella. Tiene capacidad creativa. Puede introducir nuevas ideas. Puede, de forma adecuada, tomar iniciativas. Puede presentar a los gobiernos miembros conclusiones que influyan en sus acciones».

En palabras de Hammarskjöld, la ONU es lo que sus países miembros hacen de ella. Pero, ¿cómo «hacen» la ONU los países miembros? A través de las decisiones de los principales órganos ya mencionados. El poder de estas decisiones, sin embargo, difiere enormemente. Aunque las decisiones (resoluciones) de la Asamblea General tienen un peso moral significativo, no son vinculantes. Los mecanismos de aplicación, como las sanciones o el despliegue de fuerzas de la ONU, sólo pueden ser decididos por el Consejo de Seguridad de la ONU, cuyas decisiones son vinculantes para todos los miembros de la ONU. Esto nos lleva a la segunda imagen popular de las Naciones Unidas: el hemiciclo del Consejo de Seguridad de la ONU.

El poder y la controversia del veto

A diferencia de la Asamblea General, donde las decisiones se toman por mayoría simple (aunque vote menos de la mitad del total de miembros), el proceso de toma de decisiones del Consejo de Seguridad se basa en un sistema de controles y equilibrios, representado por el poder de veto de los cinco miembros permanentes: China, Rusia, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. El poder de veto significa que no se puede aprobar ninguna decisión si alguno de los miembros permanentes vota en contra.

Considerado por muchos críticos como el aspecto más antidemocrático de la ONU, el poder de veto fue considerado por sus principales fundadores como la piedra angular de la organización. Surgió de las negociaciones celebradas durante la formación de la ONU en Dumbarton Oaks (1944) y Yalta (1945). Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad acordaron finalmente el alcance del poder de veto durante la Conferencia de Yalta. Conocido como la fórmula de Yalta, este acuerdo fue esencial para asegurar la participación de las grandes potencias, que buscaban tanto la cooperación como la protección de sus derechos soberanos. Un objetivo clave de la fundación de la ONU fue asegurar la participación de las grandes potencias, una lección aprendida del fracaso de la Sociedad de Naciones. En la conferencia de San Francisco, los Cinco Grandes dejaron claro que sin el poder de veto, no habría ONU. Estados Unidos fue un firme partidario de este mecanismo. El Presidente estadounidense Harry S. Truman escribió: «Todos nuestros expertos, civiles y militares, estaban a favor, y sin ese veto ningún acuerdo habría sido aprobado por el Senado.»

En medio de los recientes llamamientos a despojar a Rusia y China de su derecho de veto en la ONU, es crucial revisar la razón de ser de este mecanismo. Desempeña un papel crucial en la promoción del compromiso entre las naciones más poderosas, evitando acciones unilaterales potencialmente destructivas y fomentando el diálogo. En ausencia del veto, se argumenta que los Estados poderosos podrían recurrir a medios militares para resolver disputas en lugar de buscar soluciones pacíficas o diplomáticas. El veto obliga a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad a negociar y encontrar un terreno común, lo que, aunque imperfecto, ayuda a desescalar conflictos que, de otro modo, podrían derivar en violencia. Este argumento suele enmarcarse en términos de realpolitik, reconociendo que en un mundo de intereses nacionales enfrentados, el veto garantiza que ningún miembro permanente se vea obligado a tomar decisiones que amenacen sus intereses fundamentales, fomentando así la cooperación.

Un ejemplo ilustrativo de cómo el veto del Consejo de Seguridad de la ONU impidió la escalada entre superpotencias es la Guerra de Corea (1950-1953). Durante este conflicto, la ausencia de la Unión Soviética en el Consejo de Seguridad (en protesta por la exclusión de la República Popular China) permitió al Consejo aprobar una resolución que autorizaba la intervención militar en Corea. Si la Unión Soviética hubiera estado presente y hubiera ejercido su derecho de veto, la ONU podría no haber aprobado la intervención, lo que podría haber evitado o alterado el curso de la guerra. Esta ausencia subrayó el valor disuasorio del veto durante la Guerra Fría, ya que ponía de relieve la posibilidad de una escalada sin el acuerdo de las superpotencias.

Como exploré en un artículo anterior, el veto también puede verse como una herramienta para minimizar costes. Al utilizar el veto, los miembros permanentes minimizan los costes económicos y políticos asociados a las intervenciones militares o a los conflictos que podrían surgir al verse obligados a tomar decisiones desfavorables. Este aspecto de ahorro de costes suele pasarse por alto en los debates más generales sobre el papel del veto, pero sigue siendo fundamental para entender su continua relevancia en la diplomacia internacional.

Además, los fundadores (que eran todos hombres) consideraban el mecanismo de veto un factor de consolidación, esencial para que la ONU siguiera existiendo. Creían que evitaría el desmoronamiento de las propias Naciones Unidas si se imponían medidas vinculantes contra alguno de los miembros permanentes. Dada la desproporcionada influencia que estas potencias ejercen a escala mundial, cualquier intento de eludir sus intereses podría provocar su retirada total de la institución, lo que podría debilitar o incluso disolver la autoridad de la ONU.

El trabajo más difícil del mundo

Es innegable que la ONU no ha conseguido detener la guerra en Ucrania ni el conflicto en Oriente Próximo. Pero, ¿se puede culpar de ello al Secretario General? Sin consenso en el Consejo de Seguridad, las opciones del Secretario General son limitadas. Además, debe mantener un delicado equilibrio en sus relaciones con los miembros permanentes, que de hecho tienen el poder de nombrarle. Tampoco es extraño que los miembros permanentes traten con dureza al Secretario General cuando consideran que se extralimita en sus funciones, como ocurrió con Kofi Annan, a quien Estados Unidos reprendió duramente por cuestionar la legitimidad internacional del bombardeo de Serbia por la OTAN en 1999.

Contrariamente a la creencia popular de que el trabajo más duro del mundo es el del Presidente de los Estados Unidos, el papel del Secretario General de la ONU es posiblemente aún más difícil. Está sometido a una presión constante para navegar y actuar en función de muchos intereses, a menudo contrapuestos. Las respuestas del Secretario General a los conflictos de Ucrania y Oriente Medio ponen de manifiesto el difícil equilibrio que debe mantener como máximo diplomático de la ONU. Aunque ha condenado la violación de la integridad territorial de Ucrania, se ha abstenido de criticar explícitamente a Rusia, del mismo modo que ha evitado censurar directamente a Israel en el conflicto de Oriente Próximo. Su reciente declaración sobre la escalada de violencia en Oriente Próximo ilustra esta delicada postura: «Condeno la ampliación del conflicto en Oriente Medio, con una escalada tras otra. Esto debe terminar. Necesitamos absolutamente un alto el fuego». Como Secretario General, su papel es fomentar la paz sin alienar a los actores clave de ambos bandos.

Su moderación pone de manifiesto las limitaciones inherentes a su posición; una condena directa corre el riesgo de socavar su capacidad como mediador neutral, esencial para mantener los canales diplomáticos. El hecho de que ahora haya sido declarado persona non grata por Israel crea una disonancia cognitiva para los liberales de izquierda occidentales que apoyan tanto a Ucrania como a Palestina: ahora se encuentran en la posición imposible de llamar al ostracismo a alguien por su postura sobre Ucrania, que al mismo tiempo ha sido condenado al ostracismo por Israel por su postura sobre Palestina -posiciones que por otra parte apoyan-. Cada una de sus declaraciones debe tener en cuenta la necesidad de mantener un diálogo abierto con todas las partes implicadas, sopesando cuidadosamente la delgada línea entre abogar por la paz y arriesgarse a ser acusado de parcialidad por las partes en conflicto.

Otro dilema surgió recientemente con su decisión de asistir a la cumbre de los BRICS en Rusia. Rechazar la invitación del Presidente Vladimir Putin podría haberle valido los elogios de Ucrania y sus aliados, pero a costa de enemistarse con un bloque de países que representa aproximadamente la mitad de la población mundial y cerca del 30% del PIB mundial. A la hora de elegir entre los BRICS y el G7, que representa el 10% de la población y el 43% del PIB mundial, ¿qué debería priorizar? Dada la diversidad y contradicción de los miembros de la ONU, es casi imposible que el Secretario General satisfaga todas las expectativas. El cargo exige no sólo diplomacia, sino también capacidad para gestionar las inevitables críticas de unos y otros.

Puedo atestiguar personalmente este reto, ya que he conocido a tres Secretarios Generales muy diferentes -Annan, Ban Ki-moon y Guterres-, cada uno con personalidades distintas, pero que se enfrentaban a las mismas presiones y limitaciones. El Consejo de Seguridad restringió severamente sus atribuciones, y sus incursiones en cuestiones que carecían de consenso suscitaron sistemáticamente críticas de distintos bandos, a veces diametralmente opuestos. Por supuesto, los Secretarios Generales que exploraron menos los límites de su libertad tuvieron mandatos más tranquilos.

Éxitos y fracasos de la ONU

Hay muchos ejemplos de cómo la ONU no ha cumplido las expectativas de sus miembros, sobre todo en el Sur Global. Un ejemplo notable son los programas de ajuste estructural aplicados por el Banco Mundial y el FMI en los países en desarrollo durante los años ochenta y noventa. Ahora se reconoce ampliamente que estos programas hicieron más mal que bien y que bien pueden ser responsables de la » década perdida de crecimiento» en África durante los años 80 y de convertirla en un » continente sin esperanza» en los 90. De hecho, la imagen del edificio de la ONU en el East River oculta otra verdad: el Banco Mundial y el FMI, ambos con sede en Washington DC, son organismos especializados en virtud de la Carta de las Naciones Unidas y forman parte del sistema más amplio de la ONU.

Otros fracasos destacados de la ONU también son bien conocidos: no pudo evitar el genocidio de Ruanda en 1994 (a pesar de las desesperadas súplicas del Comandante de la Fuerza, el general canadiense Roméo Dallaire), la masacre de civiles de Srebrenica en 1995 y el genocidio de Darfur a partir de 2003. Debido al inmenso sufrimiento que causaron estos fracasos, están brillando en la conciencia pública. Sin embargo, menos conocido por el público es el trabajo rutinario realizado por diversos organismos de la ONU, a menudo entre bastidores, que salva innumerables vidas proporcionando acceso a atención médica, alimentos, mejores prácticas agrícolas e iniciativas que fomentan la creación de empleo y la igualdad socioeconómica.

Un ejemplo notable es la labor del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS), que ha proporcionado un salvavidas durante más de 70 años a miles de palestinos de toda la región. Aunque muy criticado en Israel, el OOPS ha contribuido sustancialmente a la asistencia sanitaria, la educación y la creación de empleo para los palestinos de Líbano, Siria, Jordania, Cisjordania y Gaza. Aunque la organización se ha enfrentado a graves problemas, como casos en los que terroristas han conseguido infiltrarse en ella, esto no debe definir su misión general. Estos incidentes son trágicos, pero no significan que el propio OOPS esté intrínsecamente alineado con el terrorismo, como a veces afirma el gobierno israelí. Por el contrario, su impacto en el bienestar y la estabilidad de las comunidades palestinas sigue siendo significativo e inestimable.

El emblemático edificio de la ONU también oculta el vasto y variado sistema de las Naciones Unidas, que consta de más de 30 organizaciones afiliadas, programas, fondos y agencias especializadas, cada una con su propia composición, liderazgo y procesos presupuestarios. Muchas de estas entidades gozan de reconocimiento mundial por sus importantes contribuciones a los esfuerzos humanitarios y de desarrollo a lo largo de las décadas, como el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Mundial de la Salud, UNICEF, ONU Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, entre otros. Varias agencias de la ONU, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos, han sido galardonadas con el Premio Nobel de la Paz. Las Fuerzas de Mantenimiento de la Paz de la ONU, desplegadas en diversos puntos conflictivos del planeta desde 1947, también recibieron el premio, al igual que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que fue galardonado en dos ocasiones, en 1954 y 1981.

El último puente: Preservar el diálogo en un mundo dividido

A pesar de sus defectos y críticas, las Naciones Unidas siguen siendo la única organización en la que están representados todos los países del mundo. Esto le confiere un estatus único como plataforma de debate, colaboración y compromiso, no sólo entre actores afines, como suele ocurrir con organizaciones como la Unión Europea o la OTAN, sino también entre adversarios e incluso enemigos declarados. La ONU sirve de espacio en el que naciones con conflictos muy arraigados, como Estados Unidos e Irán, pueden dialogar bajo el mismo techo. La existencia misma de este foro ofrece una oportunidad inestimable para el diálogo y la diplomacia, incluso cuando las perspectivas de acuerdo parecen remotas. Constituye un amortiguador esencial que impide la ruptura de la comunicación entre Estados hostiles, reduciendo el riesgo de escalada del conflicto. Este papel único, en el que los adversarios pueden al menos discutir sus diferencias en lugar de recurrir a la fuerza, sigue siendo una de las contribuciones más críticas de la ONU a la paz y la seguridad internacionales.

En este contexto, no estoy de acuerdo con propuestas recientes, como las de Dominique Lazanski, que argumentan a favor de la disolución de la ONU como institución anticuada y vertical, y su sustitución por un «sistema de federaciones» descentralizado, como sugería Friedrich Hayek. Estas propuestas, que pretenden crear federaciones de países o territorios unidos por intereses comunes como el comercio o la seguridad, corren el riesgo de reflejar peligrosamente el «friendshoring» y fomentar la fragmentación geopolítica. Un sistema de este tipo crearía cámaras de eco: alianzas que carecen de espacio para las perspectivas discrepantes y promueven la división en lugar de la cooperación global. Este enfoque contrasta claramente con el objetivo principal de la ONU: fomentar una plataforma inclusiva en la que las naciones, a pesar de sus diferencias, trabajen por la reconciliación pacífica y la estabilidad, en lugar de reforzar alianzas opuestas.

Por último, al reflexionar sobre los éxitos y fracasos de la ONU, es esencial volver a su mandato original: «preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la humanidad sufrimientos indecibles». Aunque los fundadores sabían que evitar todos los conflictos futuros no era realista, su principal preocupación era evitar otra guerra mundial de la magnitud de las que habían vivido. En este sentido, la ONU no ha fracasado, al menos hasta ahora.

4. Las revoluciones del Sur Global: dossier

El dossier al que hace referencia Prashad en su último boletín. Una larga reflexión sobre las revoluciones del sur global, fundamentalmente, a partir de la experiencia de la revolución china. https://thetricontinental.org/

El siglo XX, el Sur Global y la posición histórica de China

El académico chino Wang Hui repasa el siglo XX, nacido de las múltiples revoluciones en las zonas periféricas del mundo, incluida China.

octubre 22, 2024

Prólogo

Wang Hui (nacido en 1959) es profesor de lengua y literatura chinas en la Universidad Tsinghua y director del Instituto Tsinghua de Estudios Avanzados en Humanidades y Ciencias Sociales. Es autor de varios libros importantes, entre ellos, el estudio en cuatro volúmenes The Rise of Modern Chinese Thought [Auge del pensamiento chino contemporáneo] (现代中国思想的兴起), publicado en 2004, cuyos dos primeros volúmenes ya están disponibles en inglés en Harvard University Press. En una extensa reseña, Zhang Yongle, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Beijing, escribió que “desde el fin del período Qing– principios del período republicano (comienzos del siglo XX) no había aparecido en China nada comparable a la obra de Wang Hui” (2010: 47-83).

Los primeros trabajos de Wang Hui versaron sobre Lu Xun (1881-1936), a menudo considerado el fundador de la literatura china moderna. En el, descubrió un personaje comprensivo que quería ahondar en las profundidades del pensamiento y la cultura chinos, pero que era consciente de sus limitaciones en un mundo en el que el progreso tecnológico había acelerado el reloj. De esta revelación se desprenden dos puntos: en primer lugar, que la gravedad del colonialismo europeo obligó a los países fuera de Europa a medirse con su estándar –una medición que buscaba dejarlos sintiéndose en falta–  y, en segundo lugar, que el desarrollo humano no es lineal, ni siquiera en Europa, ni tiene una base territorial, lo que significa que los países y las culturas aprenden unos de otros y se enriquecen mutuamente de sus recursos culturales. La oposición binaria occidental entre tradición y modernidad oculta, por un lado, el inmenso peso del viejo mundo sobre el nuevo y, por otro, la influencia mutua entre Europa y el resto del mundo. Esta orientación hacia el pasado permitió a Wang Hui aceptar tanto que hubo revoluciones vanguardistas en el siglo XX, a partir de la Revolución Rusa de 1905, como que estas rupturas revolucionarias mantuvieron una continuidad con el pasado y se inspiraron en él de formas productivas e improductivas. Una cuidadosa reconstrucción teórica del pasado aporta mucho más que un interés de anticuario: revela la forma en que países como China se desarrollan a través de su compleja relación tanto con la inmensidad de su ruptura con el pasado (las revoluciones chinas de 1911 y 1949) como con las raíces de estas rupturas, tanto con una historia que las precede como con zonas del mundo (como la Unión Soviética) que influyeron en ellas. Esta actitud enriquecida hacia el mundo cultural de China permitió a Wang Hui producir una obra de enorme importancia sobre el pensamiento chino.

En este contexto, quizá no resulte sorprendente que China no haya sido un marco de referencia para los trabajos académicos desde la época colonial. China, en el modo de pensamiento colonial, se comparaba con Occidente o se evaluaba utilizando conceptos y categorías occidentales y siempre se la consideraba carente o inferior. Una vez más, los conceptos binarios de avanzado frente a atrasado frenan el pensamiento intelectual serio. Europa no es avanzada, ni China es atrasada, y estas dos regiones no son inmunes a influenciarse mutuamente. Sin embargo, la arrogancia del modo de pensamiento colonial sigue presente en nosotros. No solo hay un desconocimiento general del pensamiento chino (aunque esto está cambiando ahora), sino que ha habido poca interacción en las academias fuera de China con los debates y discusiones intelectuales chinos. Precisamente por eso, el Instituto Tricontinental de Investigación Social se unió con la importante revista china Wenhua Zongheng (文化纵横) para producir una edición internacional, de cuyo consejo editorial forma parte Wang Hui.

De mayo de 1996 a julio de 2007, Wang Hui fue el editor de la influyente revista china Dushu (读书, o Lectura). El primer número de esta revista, de 1979, incluía un ensayo de Li Honglin titulado No Forbidden Zone in Reading [No hay zona prohibida en la lectura], que abogaba por un “movimiento de liberación del pensamiento”. Antes y después de su estancia en Dushu, Wang Hui escribió una serie de importantes ensayos sobre la necesidad de revitalizar la política en China. “La democracia occidental basada en elecciones generales no es el único modelo de democracia”, escribió, “ni la democracia es una práctica meramente formal. La democracia debe basarse en el dinamismo político. Una vez que se pierde este impulso, ninguna forma de democracia puede sobrevivir” (2016: 160). Este dinamismo, argumentó Wang Hui en una serie de ensayos, tenía que provenir de la línea de masas, que Mao Zedong había descrito como “de las masas, a las masas”.

En abril de 2020, Wang Hui publicó un interesante artículo en Wenhua Zongheng titulado [Personalidad revolucionaria y filosofía de la victoria: Conmemoración del 150 aniversario de Lenin] (汪晖, 《革命者人格与胜利的哲学– – 纪念列宁诞辰150周年》). En este ensayo, Wang Hui reflexiona sobre la aparición de un nuevo dinamismo y una revitalización política en el gobierno chino y en el Partido Comunista de China, especialmente en torno a la respuesta a la pandemia del COVID– 19: la línea de masas, el optimismo revolucionario y la importancia de un partido con una o un líder que tenga una personalidad revolucionaria. Sin embargo, se trata de una combinación frágil, en la que cualquiera de los elementos puede cambiar y que requiere vigilancia intelectual. Eso es precisamente lo que Wang Hui ha hecho en los numerosos ensayos y libros que ha publicado en los últimos 30 años, así como en este dossier. Nos enorgullece presentar el ensayo de Wang Hui en nuestro dossier de octubre de 2024, octubre por la Revolución Rusa y 2024 por el centenario de la muerte de Lenin.

Introducción

El siglo XX ha pasado. ¿Cómo puede entenderse el legado histórico de la China del siglo XX y su posición en la historia mundial? El preámbulo de la Constitución de la República Popular China (1949) afirma: “En el siglo XX China ha experimentado grandes cambios históricos que han estremecido al mundo” (1982). Las guerras del imperialismo y la Guerra Fría moldearon profundamente a China, pero las revoluciones desencadenadas por la guerra y las crisis sociales, especialmente la fundación de la República Popular China dentro de estas revoluciones, han tenido un impacto indeleble en los cambios posteriores de China y del mundo. No solo se completaron la independencia nacional y la industrialización durante las revoluciones y procesos de construcción, sino que las relaciones sociales, humano-naturales, geopolíticas y de otro tipo experimentaron transformaciones sin precedentes. Es difícil encontrar un ámbito que no haya experimentado cambios profundos, desde las lenguas habladas y escritas hasta los sistemas políticos, desde las organizaciones sociales hasta el trabajo y el género, desde las modas culturales hasta la vida cotidiana, desde las relaciones urbano-rurales hasta las regionales, desde las creencias religiosas hasta la ética social. El “corto siglo XX” fue configurado por un proceso vasto, complejo, profundo e intenso, con una densidad, profundidad y amplitud sin precedentes.1 Hoy en día resulta difícil imaginar una vida distinta a la que ha transformado el siglo XX. Sin las exploraciones, innovaciones y fracasos de las revoluciones, es imposible comprender la importancia de esta época.

El nacimiento del siglo marca la aparición de la simultaneidad global en la historia china y las luchas y exploraciones para transformar el desequilibrio interno de las relaciones simultáneas. Solo desde una doble perspectiva del contexto histórico chino y las convulsiones históricas del mundo podemos comprender la posición de la China del siglo XX.

Primera parte: El nacimiento del siglo

A finales de los siglos XIX y XX, en el contexto de cambios significativos, diversas fuerzas formularon sus propias valoraciones de la “propensión de los tiempos” (时势), dando lugar a opiniones enfrentadas sobre el propio concepto de tiempo. Por ejemplo, el pensador político y reformador Kang Youwei propuso el “calendario confuciano” en el Prefacio a las notas del capítulo Lijing del Libro de los Ritos (《禮運注》叙, publicado en 1901 pero escrito en 1884 según su propio registro), mientras que el filósofo Liu Shipei propuso el calendario del “Emperador Amarillo” en 1903. Estas perspectivas sobre el tiempo eran a menudo opuestas entre sí, pero compartían una nueva conciencia de progreso en cuanto a la unificación de la historia y la línea temporal histórica.

En la medianoche del 30 de enero de 1900 – el Año del Gengzi2 y también el año 26 del reinado del emperador Guangxu de la dinastía Qing –  Liang Qichao, reformista chino, erudito y periodista exiliado en Hawai, conmovido por los acontecimientos escribió el poema A Song for the Pacific Ocean in the Twentieth Century [Una canción para el océano Pacífico en el siglo XX] (《二十世紀太平洋歌》), en el que reflexionaba: “De repente, me pregunto qué noche es ésta, y qué lugar es éste, dándome cuenta de que es el límite entre dos siglos, y el centro de los hemisferios oriental y occidental”. Liang Qichao reunió dos importantes conceptos nuevos: uno que representa el tiempo: el siglo XX,  y otro que simboliza el espacio: el Océano Pacífico. Esta nueva perspectiva espacio-temporal, muy diferente de las expresiones anteriores, se generalizó más tarde y proporcionó un nuevo marco para explorar la posición histórica de China en el siglo XX.

Analicemos primero el concepto de tiempo. El calendario gregoriano, que se estableció en 1582, fue utilizado inicialmente por los territorios católicos de ultramar de España y luego adoptado por Gran Bretaña en 1752, Japón en 1873, China en 1912 y Rusia en 1918. Para Liang Qichao, un siglo no era solo un método de numeración de años, sino también una forma de entender y definir la propensión histórica de los tiempos, de juzgar la base para la acción. Todas las concepciones del pasado, el presente y el futuro se recombinaban en este intenso cambio de conciencia histórica. Aunque el concepto de siglo XX surgió en el contexto del entrelazamiento con narrativas confucianas como la Teoría de las tres edades3 de Gongyang, fue más bien producto de que estas narrativas tradicionales eran incapaces de hacer frente a la naturaleza de los profundos cambios de la época.

La universalización del concepto “siglo” es resultado de la nueva propensión de los tiempos. Desde una perspectiva espacial, la era del Pacífico está estrechamente relacionada con el ascenso de Estados Unidos desde finales del siglo XIX. El centro capitalista mundial comenzó a desplazarse desde el Atlántico hacia el Pacífico. En este vasto espacio, más allá de los viejos imperios del siglo XIX, surgieron dos nuevas entidades político-económicas o, en palabras del político Yang Du, “naciones de guerra económica”, concretamente Estados Unidos y Japón, que cambiaron drásticamente la situación mundial. China y su destino en el siglo XX estuvieron estrechamente ligados a esta transformación.

Liang Qichao comenzó a utilizar el término “imperialismo nacional” en sus largos poemas y en 1903 analizó las características del siglo XX desde una perspectiva económica. Ese año, durante una gira por Estados Unidos, Liang Qichao examinó de cerca esta “nación de guerra económica” y publicó el extenso artículo Trust, the Giant of the Twentieth Century [Trust, el gigante del siglo XX] (《二十世紀之巨靈托拉斯》), en el que analizaba las nuevas características del capitalismo del siglo XX, como los monopolios económicos, la sobreproducción y el control del capital. Propuso que “el trust es el imperialismo del ámbito económico; la tendencia inevitable del ámbito político hacia el imperialismo, y la tendencia inevitable del ámbito económico hacia el trust, son ambos resultados inevitables de la selección natural” (1903). Esto complementaba su interpretación en A Song for the Pacific Ocean in the Twentieth Century sobre la verdadera fuerza motriz de la expansión estadounidense en el Pacífico tras la guerra hispano-estadounidense (1898).

El siglo XX en China fue la primera época de la historia del país en definirse a sí misma con el concepto de “siglo”, y los juicios sobre las características de esta época estaban estrechamente ligados a las observaciones de todo el patrón mundial. Las obras de Liang Qichao A Song for the Pacific Ocean in the Twentieth Century [Una canción para el océano Pacífico en el siglo XX] (1900) y Trust, the Giant of the Twentieth Century [Trust, el gigante del siglo XX] (1903);  Monster of the Twentieth Century: Imperialism [El monstruo del siglo XX: el imperialismo] (1901), de Kōtoku Shūsui; El imperialismo: un estudio (1902), de J.A. Hobson; American Trust and Its Economic, Social, and Political Significance [El trust estadounidense y su significado económico, social y político] (1903), de Paul Lafargue; El capital financiero (1910), de Rudolf Hilferding; La acumulación de capital (1913), de Rosa Luxemburgo; El ultra-imperialismo (1914), de Karl Kautsky y El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916), de Vladimir I. Lenin, forman parte de una larga secuencia que contempla la naturaleza del siglo XX. El imperialismo no es solo un sistema económico y militar expansivo, sino también un espectro ideológico y de valores, en el que intervienen diversas narrativas sobre los otros y sobre sí mismo a través de un sistema de conocimiento expansivo. La toma de conciencia del “siglo” es tanto un reconocimiento como una fuerte resistencia a este proceso.

El advenimiento del “siglo” es un acontecimiento: la adopción de este concepto del tiempo se hizo precisamente para poner fin a los antiguos conceptos del tiempo, de tal forma que el siglo XX no podía derivar ni evolucionar de forma natural a partir de estos conceptos anteriores, ni de las cronologías dinásticas, ni del calendario del Emperador Amarillo, ni del calendario confuciano, ni podía ser captado a través de los conceptos secuenciales del tiempo de los siglos XVIII, XIX y XX. Sin embargo, todos los demás conceptos del tiempo se reconstruirían como la prehistoria del siglo XX. El concepto de “siglo” proporciona un marco epistemológico que integra diversos espacios y tiempos en una historia universal de simultaneidad, lo que suscita reflexiones sobre los desequilibrios, contradicciones y conflictos internos de esta historia universal. La distinción del siglo XX de todas las épocas pasadas no es solo una distinción temporal, sino una captación de la propensión de los tiempos. En este momento histórico único, para que el pueblo chino creara su propia prehistoria para la China moderna y distinguiera la posición única de China en el mundo, también tuvo que pensar en los problemas de Europa y de todo el mundo en los siglos XVIII y XIX, e incluso en periodos anteriores.

Por lo tanto, la narración histórica del siglo XX debe entenderse de manera inversa: el siglo XX no es el resultado de su prehistoria, sino su creador.

Segunda parte: Revoluciones en zonas periféricas

La Europa del siglo XIX es el eje central de la narración histórica moderna. Muchos debates históricos y teóricos, ya sea sobre el periodo clásico, la Edad Media, el periodo moderno temprano o el siglo XX y las eras posmodernas, se reconstruyen en su mayoría según la visión histórica y la conciencia de los problemas del siglo XIX europeo. El siglo XIX y el concepto de modernidad se superponen casi por completo: tiene sus raíces en la doble revolución (la Revolución Francesa y la Revolución Industrial Británica) y en la narrativa de la modernidad capitalista. Las revoluciones, el capital, los imperios y sus fluctuaciones en Europa constituyen el relato central. Los cambios en otras regiones del mundo están subordinados a esta historia central.

Comparado con el “largo siglo XIX”, el siglo XX sigue siendo una breve “época de extremos”: La Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, la limpieza étnica, la Guerra Fría, las tiranías, etc., son todos experimentos sociales que fracasaron.4 En una ocasión, Eric Hobsbawm lamentó que el siglo XX estuviera íntimamente ligado al destino de un solo país: la Unión Soviética. En tales narrativas, ¿qué posición ocupan China y otros mundos no occidentales?

El auge del imperialismo, el patrón de las grandes potencias tanto de competir como de colaborar para repartirse los territorios coloniales, y el desplazamiento del centro de poder mundial al Pacífico constituyen las condiciones históricas necesarias para comprender las cuestiones fundamentales del siglo XX. Desde la perspectiva de China, si hablamos únicamente del fenómeno del imperialismo, resulta difícil trazar hoy una frontera tan clara como la que delinearon muchos escritores clásicos sobre el imperialismo entre 1840 y 1870.

Simultáneamente al desplazamiento del centro capitalista mundial, el nacimiento del siglo XX vino acompañado de una serie de revoluciones en las zonas periféricas. El imperialismo no es solo un sistema internacional, sino también militar, económico, político, social y cultural que se infiltra internamente en las sociedades. Lo que distingue claramente el siglo XX del XIX son las revoluciones en zonas no occidentales, que se nutrieron de las condiciones internas y externas de la era imperialista. La novedad de este nuevo periodo no se define únicamente por la versión desarrollista de que el capitalismo se extendió desde las zonas centrales al escenario mundial. Por el contrario, también estuvo configurado, por un lado, por la constante resistencia de las colonias y semicolonias contra la hegemonía imperialista del desarrollo económico, así como por su lucha por la independencia política y la supervivencia cultural y, por otro, por las transformaciones de las relaciones sociales internas que obstaculizaron tanto los objetivos como la exploración de nuevas formas sociales en este proceso de resistencia y transformación.

Por ejemplo, en la era de la guerra y la revolución, para comprender las transformaciones de la China del siglo XX a través de la propia guerra, es necesario preguntarse cuáles fueron las características de la guerra de esta época en China. La Expedición al Norte (1926-1928), la guerra Revolucionaria Agraria (1927-1937), la guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa (1937-1945), la guerra de Liberación (1946-1949) y las guerras anteriores al siglo XX, como las guerras del Opio (1839-1842, 1856-1860), la guerra Sino-Francesa (1884-1885) y la guerra Sino-Japonesa (1894-1895), presentan diferencias significativas. Se trata de conflictos de organizaciones revolucionarias movilizadas en la guerra, conflictos de revolución llevada a cabo mediante la guerra, luchas por construir un país revolucionario durante la guerra, luchas por crear un nuevo sujeto político “el pueblo” mediante la guerra, guerras que combinaron la guerra de liberación nacional con la guerra antifascista internacional, y guerras que alcanzaron el objetivo de la liberación nacional mediante guerras revolucionarias internas y resonaron con el movimiento socialista internacional.

En este contexto nació la China del siglo XX. Por ello, es probable que el siglo XX no se defina, como sugirió Eric Hobsbawm, únicamente por un solo país (la Unión Soviética), sino que esté, más bien, vinculado a revoluciones en zonas periféricas y a sus consecuencias secuenciales. Discutir los puntos de partida y de llegada del siglo XX es, por tanto, explorar los múltiples orígenes, los procesos intrincados y las formas en declive de las oleadas revolucionarias de esta época.

Un análisis de esta cuestión debe comenzar con un estudio de la no uniformidad del sistema imperialista. Si esta crea el “eslabón débil” de este sistema internacional, las divisiones internas causadas por la competencia entre las grandes potencias también proporcionan el “eslabón débil” para las revoluciones internas. Así, en la era del imperialismo, existen dos tipos de eslabones débiles. Un tipo de “eslabón débil”, como dijo Lenin, es “la desigualdad del desarrollo económico y político” como “una ley absoluta del capitalismo”, que lleva a la conclusión de que “es posible que el socialismo triunfe primero en unos cuantos países capitalistas, o incluso en un solo país en forma aislada”. Otro “eslabón débil” surge del desigual desarrollo político y económico interno, así como de las contradicciones entre los agentes imperialistas dentro de las naciones oprimidas. Este segundo “eslabón débil” proporcionó las condiciones para que las fuerzas revolucionarias chinas sobrevivieran y se desarrollaran en el vasto campo, a lo largo de las fronteras provinciales y en las zonas periféricas (1961: 709).

Percibo el “corto siglo XX” como el siglo de las revoluciones. Este siglo revolucionario no tuvo su origen en el establecimiento de la hegemonía económica y militar en Europa o Estados Unidos, sino en la nueva “no uniformidad” causada por el proceso de establecimiento de dicha hegemonía – o, más exactamente, en las oportunidades revolucionarias creadas por esta “no uniformidad” – , que consiste en una serie de grandes acontecimientos interconectados: revoluciones nacionales, políticas y sociales. La guerra Ruso– Japonesa (1904–1905) desencadenó directamente la Revolución Rusa de 1905, que inspiró la huelga masiva del Partido Socialista Polaco y la insurrección de Lodz ese mismo año, afectando a la Revolución Constitucional Persa (1905–1911) y a la Revolución Turca (1908– 1909). Estas revoluciones, junto con la Revolución China de 1911, formaron una secuencia revolucionaria en Asia (y Europa del Este).5 La Revolución de Octubre de 1917 en Rusia y la Gran Revolución o Revolución Nacional de 1924 en China bajo el Primer Frente Unido, que también pueden situarse dentro de esta secuencia revolucionaria, proporcionaron la premisa para el movimiento de la revolución de la tierra dirigido por las y los comunistas chinos.

La Revolución de Octubre suele entenderse en el contexto de la guerra europea, pero esto pasa por alto la continuidad entre esta revolución y la secuencia revolucionaria asiática. Estrechamente relacionados con esta secuencia están los movimientos de descolonización e independencia nacional que se desarrollaron de diferentes formas en distintos países y regiones, como el movimiento independentista indio. Aunque todas estas revoluciones y movimientos tuvieron lugar en contextos históricos y culturales diferentes, constituyendo trayectorias modernas distintas, sus interconexiones e inspiraciones mutuas son evidentes.

Años más tarde, estas revoluciones y movimientos formaron parte de los cimientos históricos de la Conferencia de Bandung (1955) y del Movimiento de Países No Alineados (desde 1961 hasta la actualidad). Por lo tanto, el nacimiento del “corto siglo XX” tuvo que comenzar con una exploración de los “eslabones débiles”, que solo pueden identificarse dentro de la búsqueda de oportunidades para la revolución y el cambio. Desde el punto de vista de la búsqueda de oportunidades para la revolución y el cambio, no es la antigua rivalidad geopolítica euroasiática, sino la situación revolucionaria provocada por la nueva estructura de Asia tras la guerra Sino-Japonesa y la guerra Ruso-Japonesa, no las guerras imperialistas, sino el “despertar de Asia” desencadenado por estas guerras y configurado por la serie de revoluciones antes mencionadas, lo que marcó los múltiples comienzos del “corto siglo XX”.

Por tanto, desde el punto de vista temporal, el “corto siglo XX” no comenzó en 1914, sino entre 1905 y 1911; desde el punto de vista espacial, no partió de un único punto, sino de un conjunto de puntos de partida; y desde la perspectiva de la oportunidad, no surgió de guerras destructivas, sino de la doble exploración que pretendía romper el sistema imperialista y los viejos regímenes. Geopolíticamente, el siglo XX no fue solo una era poscolonial, sino también una era postmetropolitana,6 durante la cual las revoluciones y reformas en las zonas periféricas no solo transformaron sus propias regiones, sino también las relaciones centro-periferia del mundo, afectando significativamente a las regiones centrales y a las transformaciones que experimentaron.

Solo recientemente, en un momento en que los países del Sur Global representan casi el 60% del PIB mundial y los países BRICS más del 30%, se empiezan a comprender las características de la “era postmetropolitana”, aunque se trata de un proceso prolongado (Tricontinental, 2024). Los conceptos transgeopolíticos ampliamente utilizados de “tricontinentalismo” (亚非拉), el auge de los movimientos independentistas nacionales y del Movimiento de Países No Alineados, y la aparición del Sur Global a lo largo de esta trayectoria se derivan de este proceso revolucionario secuencial. ¿Qué es el Sur Global? El Sur no es solo una región o una mera zona “atrasada” o empobrecida. En la tradición de la Conferencia de Bandung, resuena con el Este, formando unidad a través de las diferencias. China y el Sur Global ya no son solo zonas periféricas totalmente dominadas por las metrópolis coloniales de la era colonial; son las fuerzas de la época que impulsaron la transición de la era metropolitana a la era postmetropolitana. Este proceso comenzó hace un siglo y es una de las premisas para entender el siglo XXI.

Tercera parte: La política del desplazamiento y la creación de continuidad

El nacimiento del siglo representa la transformación de múltiples mundos bajo marcos temporales diferentes en desigualdades dentro de un mundo de sincronicidad, creando así una necesidad absoluta de observar la historia a lo largo de un eje horizontal. En realidad, esta transformación temporal está condicionada por la llamada “revolución espacial”. Bajo la premisa de la revolución espacial, las relaciones temporales adquieren cada vez más un carácter lateral, y los cambios contemporáneos —así como los discursos que describen estos cambios— no pueden narrarse a lo largo de un eje longitudinal de relaciones diacrónicas. Por el contrario, deben explicarse a través de múltiples marcos temporales. Resumo este fenómeno como movimiento lateral conceptual, cuya función es transformar contenidos históricos de diferentes líneas temporales en realidades que puedan ser expresadas por el mismo conjunto de discursos dentro de un marco de sincronicidad.

En este contexto, ¿cómo se desarrolla la política? Sin una serie de conceptos o categorías totalmente nuevos, la política del siglo XX y su significado histórico parecen imposibles de representar. Al mismo tiempo, si estos conceptos, que han sido traducidos o adaptados, se utilizan como categorías fundacionales para construir y explicar escenarios históricos, el desajuste entre los sistemas discursivos y las condiciones sociales suele ser bastante evidente. En esta época, conceptos como individuo, ciudadano, Estado, nación, clase, pueblo, partido político, soberanía, cultura y sociedad se vuelven centrales en la nueva política; la producción, los modos de producción, las formaciones sociales y sus conceptos asociados se convierten en categorías fundacionales para describir las sociedades chinas y de otros países; los conceptos de “eslabones débiles”, relaciones amigo-enemigo, “zonas fronterizas”, “zona intermedia”, “Tres Mundos”, frente unido, etc. surgen de evaluaciones y reflexiones estratégicas y tácticas sobre las realidades globales e internas en condiciones imperialistas.

Dipesh Chakrabarty, un destacado estudioso indio de estudios subalternos, descubrió que los esfuerzos por buscar sujetos revolucionarios en la India y otros países no occidentales han producido una serie de sustitutos para la categoría occidental de proletariado, tales como campesinos, masas, subalternos, etc. (2011: 163-76). Sin embargo, el fenómeno de la repetición y el desplazamiento no solo se produce con categorías como el proletariado, sino también con casi todas las categorías mencionadas anteriormente. Tanto la revolución como la contrarrevolución encarnan la lógica de este desplazamiento.

Estas categorías no pueden explicarse simplemente por la lógica del siglo XIX, ni por sus raíces clásicas. La mayoría de estos conceptos, categorías y proposiciones clave (con la excepción de unos pocos que surgieron de luchas específicas, como “zonas fronterizas” y “zona intermedia”) tienen su origen en traducciones y apropiaciones de conceptos y proposiciones europeas del siglo XIX. Sin embargo, el contenido político de estos términos o conceptos  —como Estado, soberanía, pueblo, clase, ciudadano, partido político, etc.—  no puede definirse únicamente por sus orígenes europeos. Lxs revolucionarixs y reformistas del siglo XX rápidamente utilizaron estos conceptos, categorías y proposiciones para prácticas políticas específicas, causando mucha inquietud a los historiadores de la nueva era. Por ejemplo, si “feudal” fue originalmente un término mal empleado, ¿qué base hay para describir las formas sociales antes y después? Del mismo modo, a medida que se desarrollaban el capitalismo y el colonialismo europeos en el siglo XIX, los socialistas inventaron el concepto de “proletariado”, que se consideraba el verdadero sujeto revolucionario orientado hacia el futuro. En la China del siglo XX, la búsqueda del proletariado como sujeto revolucionario fue un proceso político continuo. No obstante, en una sociedad con una industrialización tan débil, había pocos grupos de trabajadorxs en términos de número, escala y nivel de organización, y es cuestionable si el grupo capitalista, como su contraparte, constituía o no una clase. ¿Implica esto que la propia Revolución China fue producto de un “malentendido”?

Muchas categorías y temas de la China del siglo XX son una repetición de la Europa del siglo XIX, pero cada repetición supone también un desplazamiento, que no solo es producto de contextos diferentes, sino que también es un desplazamiento político. Por tanto, es necesario indagar sobre la formación y el significado de categorías como Estado, nación, soberanía, partido político, pueblo, clase, etc., en condiciones históricas específicas; investigar sobre cómo las guerras populares transformaron y crearon nuevas organizaciones políticas (aunque con los mismos nombres) y formas de Estado (como el soviet) diferentes de los partidos políticos anteriores. Analizar cómo, a través de la organización y la movilización, el campesinado se convirtió en fuerza motriz o clase política en la revolución; e indagar cómo entender la soberanía y las disputas soberanas en el seno de la Liga o Sociedad de Naciones y la guerra entre estas naciones.

En este sentido, ninguna de estas categorías puede explicarse simplemente según la lógica del siglo XIX, ni basarse en las raíces clásicas de los términos. Estos conceptos reorganizaron las narrativas históricas y rompieron el dominio de las viejas narrativas, allanando el camino para el despliegue de una nueva política. Esto no quiere decir que las prácticas discursivas de esta época no implicaran el desplazamiento de conceptos o categorías, sino que, sin analizar el despliegue político de estos conceptos o categorías, no podemos comprender su verdadero significado, su fuerza y sus limitaciones, y por tanto no podemos utilizarlos para entender la singularidad de la China del siglo XX. Cuando estos conceptos desconocidos se utilizaron en condiciones históricas enormemente diferentes a las que les dieron origen, no solo fomentaron nuevas conciencias, valores y acciones, sino que también produjeron una nueva lógica política. Por lo tanto, sin la perspectiva interna de la Revolución China, es difícil explicar el significado de la China del siglo XX.

Este desplazamiento político proporciona una premisa metodológica para comprender dos aspectos singulares de la China del siglo XX: no se trató de un simple trasplante, sino de un desplazamiento en unas condiciones históricas y unos contextos tradicionales específicos que establecieron una relación dialéctica entre revolución y continuidad. Podríamos reexaminar dos aspectos singulares de la China del siglo XX desde esta perspectiva.

El primero se centra en el comienzo del “corto siglo XX”, concretamente en la cuestión de la continuidad entre la antigua dinastía y el nuevo Estado durante el proceso revolucionario de construcción del Estado. El siglo XX comenzó con las revoluciones nacionales asiáticas y la democracia constitucional, y podemos referirnos a la Revolución Rusa de 1905, la Revolución Constitucional Persa de 1905-1911, la Revolución Turca de 1908-1909 y la Revolución China de 1911 como los acontecimientos inaugurales del “Despertar de Asia”. La Revolución de 1911 condujo rápidamente a la fundación de la primera república de Asia, dotando a la revolución del significado de un verdadero comienzo. También sitúo la Revolución Rusa de 1905 dentro de la secuencia de revoluciones asiáticas, no solo porque su desencadenante directo fue la Guerra Ruso-Japonesa y la derrota de Rusia dentro del territorio de la dinastía Qing, sino también porque esta guerra y revolución catalizaron el proceso de la revolución nacional china (el Tongmenghui de China, o Alianza Revolucionaria China, se fundó ese mismo año), desencadenando encarnizados debates entre republicanos y constitucionalistas, e inspiraron las posteriores revoluciones de Irán y Turquía.

Se puede relacionar el “Despertar de Asia” con la Primera Guerra Mundial como una época de colapso de los imperios. Aunque la Revolución Rusa de 1905 fracasó, reveló los síntomas de decadencia del inmenso y multiétnico imperio ruso, que acabó derrumbándose entre la humareda de revoluciones y guerras. La Revolución Rusa y las fuerzas nacionalistas avanzaron juntas, y el principio de autodeterminación nacional prevaleció en las regiones fronterizas rusas como Polonia y Ucrania. Aunque las naciones fronterizas se unieron más tarde a la Unión Soviética como “repúblicas federadas”, la disolución de 1991 reveló que la estructura soviética estaba profundamente ligada al principio nacional. En 1918, el Imperio Austrohúngaro instaurado en 1867 se derrumbó, y Austria y Hungría establecieron cada una su propia república, mientras que las naciones más pequeñas que antes formaban parte del imperio adquirieron el estatus de naciones independientes. El concepto nacionalista del Partido Socialdemócrata de Austria de revolución y reforma dentro del Imperio Austrohúngaro —coherente con la teoría de Otto Bauer— resultó en un fracaso absoluto. El Imperio Otomano tenía un amplio territorio y una gran población que abarcaba Europa y Asia. Su ascenso fue un acontecimiento histórico mundial de importancia internacional que impulsó la era de la exploración naval europea. Durante la Primera Guerra Mundial, ese imperio, que había sobrevivido a revoluciones anteriores, cojeaba hacia el colapso, y la recién nacida Turquía renunció a su pluralismo institucional en favor de un territorio más pequeño y una estructura menos compleja.

En los sucesivos colapsos de estos tres grandes imperios, el nacionalismo, la reforma constitucional y la desintegración del complejo pluralismo institucional fueron diferentes facetas de un mismo acontecimiento. En 1918, los “14 puntos” de Woodrow Wilson situaron el principio nacional por encima de los intereses imperiales en nombre de la autodeterminación nacional. La nación, el nacionalismo y el Estado-nación como antítesis del imperio dominaron la lógica política de todo el siglo XX.

En un principio, la dinastía Qing parecía muy similar a otros imperios. Un levantamiento regional en 1911 desencadenó la ruptura de todo el sistema imperial, y vientos de separatismo e independencia se extendieron por todo el imperio. A nivel filosófico, el nacionalismo étnico se propagó en zonas donde habitaban pueblos han, mongoles, tibetanos y uigures. Zhang Taiyan, un líder revolucionario intelectual, comparó a los Qing con los imperios austrohúngaro y otomano (1963: 98). Sin embargo, sorprendentemente, a pesar de la violenta agitación, la fragmentación y las invasiones extranjeras, la precaria república consiguió finalmente permanecer unificada, manteniendo el territorio y la población del imperio anterior. ¿Cómo podemos explicar esta singular continuidad entre el imperio multiétnico unificado y un estado soberano multiétnico unificado?

La segunda característica singular de la China moderna es la continuidad entre los periodos revolucionario y postrevolucionario a finales del “corto siglo XX”. En esta época en Asia, que comenzó con la Revolución Rusa de 1917, los movimientos revolucionarios nacionales ya no solo se aliaron con la democracia constitucional burguesa, sino también con revoluciones sociales y ciertos tipos de movimientos de construcción del Estado de orientación socialista. La Revolución de Octubre en Rusia fue un producto de las guerras europeas, pero se hizo eco del espíritu de las revoluciones asiáticas porque continuó el camino marcado por la Revolución China de 1911, que combinó la revolución nacional con un programa económico socialista y un proyecto de construcción del Estado.7 Por otra parte, había que establecer un Estado y un programa de acción socialistas para desarrollar el capitalismo en un país agrario atrasado (capitalismo sin burguesía).8

La característica clave que distinguió a la Revolución China de 1911 de la Revolución Rusa de 1905, de la Revolución Constitucional Persa de 1905-1911 y de la Revolución Turca de 1908-1909 fue que vinculó los movimientos nacionales con los movimientos socialistas de construcción nacional y las revoluciones internacionales. Esta característica fue un presagio de la diferencia radical entre las revoluciones del siglo XX y las de los siglos XVIII y XIX, como ejemplificaron las revoluciones estadounidense y francesa.

Por lo tanto, la Revolución China de 1911 fue un punto de inflexión significativo en la secuencia de revoluciones posteriores a 1905. En otras palabras, fue la Revolución de 1911 —y no la Revolución Rusa de 1905— la que marcó el verdadero comienzo de este “corto siglo XX” (que se remonta más atrás que la “era de los extremos”). La efímera Revolución de 1911 fue un toque de clarín para la larga revolución china. La Revolución China de 1911, la Revolución Rusa de 1917 y el establecimiento del campo socialista mundial remodelaron el panorama mundial, que había estado dominado por la expansión unidireccional del capitalismo desde el siglo XIX. Por tanto, no se puede entender el orden mundial global después de finales del siglo XIX sin la perspectiva de la “revolución”.

Al término de la Guerra Fría, la Unión Soviética y los países socialistas de Europa del Este se desintegraron uno tras otro, y el principio nacional y el sistema capitalista de democracia de mercado obtuvieron una doble victoria. En Occidente, este cambio se comparó con la desintegración de imperios anteriores y se consideró un momento de liberación para las naciones y los pueblos del “despótico” imperio soviético y un paso hacia la democracia constitucional. En la Unión Soviética y en Europa del Este, la ruptura entre las eras de la revolución y de la posrevolución era evidente. Pero desde el final de la “era de los extremos” descrita por Eric Hobsbawm, la propia China no solo ha mantenido la integridad de su estructura política, su composición demográfica y su tamaño, sino que también ha completado, o está en vías de hacerlo, una transformación económica orientada al mercado dirigida por su sistema estatal socialista. ¿Por qué?

La primera consideración para responder a esta pregunta tiene que ver con las relaciones entre la dinastía Qing y la nación china moderna, por un lado, y entre los sistemas imperial y republicano, por otro. La segunda consideración se vincula con las relaciones entre el socialismo y la economía de mercado. Después de 1989, nadie esperaba que China desarrollara su economía tan rápidamente como lo hizo, manteniendo al mismo tiempo su estructura política. Del mismo modo, en los turbulentos años que siguieron a 1911, tampoco se sabía hacia donde conduciría la agitación social de la época. La estructura política de la China moderna es producto de la construcción nacional revolucionaria que comenzó en 1949. Su tamaño y sus relaciones soberanas, sin embargo, se remontan a la continuidad establecida entre la Dinastía Qing y la recién nacida república tras la Revolución de 1911. En otras palabras, la creación de la revolución, la transformación y la continuidad —que inevitablemente también se expresan como rupturas de la continuidad— encierran los secretos cruciales del “corto siglo XX” de China. Si este singular proceso político se contempla también a través del prisma de la “continuidad de la soberanía”, resulta evidente que la aparición, renovación y culminación de la “continuidad soberana” en el transcurso del proceso revolucionario y de construcción del Estado chino vino acompañada del nacimiento de un nuevo sujeto político y de su cada vez mayor capacidad de integración política.

A diferencia de las revoluciones francesa y rusa, la Revolución China no puede caracterizarse por un único acontecimiento, sino que se trata de un largo proceso de movilización y transformación de la sociedad en todos los ámbitos —político, económico, cultural, militar, etc.— un proceso de creación de continuidad a través de una permanente autotransformación, incluso autonegación, y un proceso que no solo estableció su posición en las relaciones mundiales, sino que también cambió la desigualdad mundial. La revolución está conformada no solo por personajes y acontecimientos tangibles, sino también por fuerzas invisibles como ideas, valores, costumbres y tradiciones que forman parte de los acontecimientos instigadores y confluyen en su estallido. La subjetividad política del “pueblo chino” nació y se fortaleció a través de este largo proceso. La continuidad histórica de la China moderna nace de acontecimientos históricos concretos, producidos por sus participantes bajo diversas fuerzas históricas. La energía y la capacidad de la China del siglo XX para crear su propia continuidad a través de la revolución y la transformación, sientan las bases para afrontar los retos contemporáneos y futuros.

Interpretar la historia de China del siglo XX o debatir sobre la China contemporánea y su futuro depende de la fundamental valoración de la continuidad, que no puede verse ni como una extensión natural de la China tradicional y su civilización ni como una invención de las revoluciones y transformaciones modernas. El debate sobre la continuidad no existiría sin las revoluciones y transformaciones de la China del siglo XX. Tanto las experiencias prácticas de la revolución y la reforma chinas como la relación entre la China moderna y la civilización clásica deben entenderse dentro de este marco.

Cuarta parte: Crisis y oportunidad en la era postmetropolitana

Si una de las características globales del siglo XX fue la aparición de revoluciones en las regiones periféricas fuera del centro del capitalismo global, esta serie de revoluciones también significó la aparición de nuevos sujetos políticos en las relaciones globales, denominados sucesivamente naciones oprimidas, Movimiento de Países No Alineados, Tercer Mundo y Sur Global en función de diferentes condiciones históricas. Las naciones y pueblos bajo estas denominaciones difieren enormemente en función de sus diversas condiciones históricas y antecedentes culturales. Como declaró el Presidente indonesio Sukarno en la ceremonia de apertura de la Conferencia de Bandung en 1955, las naciones participantes “no se han reunido en un mundo de paz, unidad y cooperación. Grandes abismos se abren entre naciones y grupos de naciones. Nuestro desdichado mundo está desgarrado y torturado, y los pueblos de todas las naciones caminan temerosos ante la posibilidad de que los perros de la guerra vuelvan a desencadenarse sin que ellos tengan la culpa” (1955). Décadas después, siguen abundando las contradicciones entre naciones, religiones, etnias, clases, sexos y entre la humanidad y la naturaleza, conformando una cadena de crisis.

El fundamento histórico de la globalización neoliberal radica en los múltiples monopolios formados durante la era del imperialismo y la Guerra Fría, incluidos los de las finanzas, la tecnología, los recursos naturales, las armas de destrucción masiva y las comunicaciones. Desde las revoluciones industrial y eléctrica hasta las revoluciones biotecnológica y digital, este orden global y sus desigualdades inherentes son cada vez menos capaces de satisfacer las necesidades de desarrollo de China y del resto de Asia, de proporcionar apoyo para un mayor desarrollo en los países africanos y latinoamericanos, o de ofrecer un nuevo marco para un desarrollo global justo y la superación de las ecológicas. Si las naciones oprimidas, el Tercer Mundo y el Movimiento de Países No Alineados fueron respuestas al imperialismo y a la política hegemónica, hoy el Sur Global debe hacer frente a la cadena de crisis provocadas por la globalización neoliberal y abogar por nuevas relaciones políticas, económicas y culturales, y por un nuevo orden internacional que permita el ascenso de las regiones periféricas.

Si comparamos la coyuntura internacional de la era de Bandung con la actual, la diferencia o evolución más significativa es el ascenso de China y otras regiones periféricas, que, a través de la revolución y la transformación, ha cambiado parcialmente la estructura hegemónica del orden mundial. A partir de la era de Bandung, la hegemonía persistió pero fue perdiendo fuerza de un modo difícil de contener. Si las crisis bélicas de la época colonial se debieron a los conflictos entre naciones imperialistas que se disputaban colonias, esferas de influencia y el llamado equilibrio de poder, las mayores amenazas actuales para la paz surgen de los esfuerzos por reprimir el ascenso de las regiones periféricas a medida que las estructuras hegemónicas han empezado a aflojarse.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los países del Sur Global, incluido el Oriente, consiguieron las condiciones básicas para la modernización gracias a los movimientos de liberación nacional y socialistas. Con esta base, algunos países y regiones han logrado avances significativos mediante un desarrollo independiente y cooperativo y buscan continuamente un orden más justo en los procesos globales. Acompañados de crisis internas y externas, los países del Norte Global han pasado de la globalización neoliberal a una contención y un monopolio más abiertos, y las crisis bélicas regionales tienen el potencial de escalar hasta convertirse en conflictos globales a mayor escala. Las restricciones y sanciones financieras, comerciales y tecnológicas impuestas reiteradamente por Estados Unidos y la Unión Europea son manifestaciones de una crisis hegemónica. Los países del Norte Global ya no pueden monopolizar los recursos naturales como en la época colonial. Incluso en materia de armas de destrucción masiva y medios de comunicación, el monopolio de las naciones hegemónicas está en decadencia. La cuestión de la defensa de la paz que se planteó en la Conferencia de Bandung presenta una nueva urgencia e implicaciones diferentes en el contexto de una nueva era. En la actualidad, los conflictos contemporáneos más intensos están estrechamente relacionados con los cambios internos de cinco estructuras monopolísticas: las finanzas, la tecnología, los recursos naturales, las armas de destrucción masiva y las comunicaciones.

En primer lugar, analicemos el sistema financiero, donde la hegemonía sigue existiendo pero claramente ha comenzado a debilitarse. La internacionalización del renminbi ya está en marcha, pues China utiliza su propia moneda en los acuerdos comerciales con varios países. Las sanciones financieras impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea durante la guerra entre Rusia y Ucrania han actuado como un arma de doble filo. Al tiempo que perjudican a otros países, también ponen de manifiesto las evidentes debilidades del sistema del dólar. El sistema de hegemonía financiera no ha terminado, pero la lucha en torno a él es cada vez más intensa.

En segundo lugar, en la situación actual, la crisis de los monopolios tecnológicos es aún más grave que la del sector financiero. La Ley estadounidense de Creación de Incentivos Útiles para la Producción de Semiconductores (CHIPS por su sigla en inglés) y la Ley de Ciencia (2022) son un ejemplo típico de ello. Mientras los países no occidentales realizan avances tecnológicos y refuerzan su autonomía, los países del Norte Global recurren a cualquier medio necesario para reprimir, sancionar, limitar o dividir a los países del Sur Global. El proceso de desorden impuesto por la globalización neoliberal está evolucionando hacia un proceso de intensos conflictos.

En tercer lugar, también ha surgido una crisis en el monopolio del Norte Global sobre los recursos naturales a medida que los países del Sur Global ganan independencia y una creciente autonomía económica. La hostilidad y la resistencia de Europa y Estados Unidos hacia la Iniciativa “La Franja y la Ruta” reflejan los desafíos sin precedentes al monopolio de los recursos establecido desde la época colonial. Por lo tanto, la forma en que China elabore un modelo distinto de la hegemonía europea y articule claramente su estrategia de desarrollo a escala mundial es también una cuestión crucial para los países del Sur Global.

En cuarto lugar, en lo que respecta a las armas de destrucción masiva, sigue existiendo un monopolio, aunque no lo abarca todo. Esto ha provocado un nuevo peligro de crisis nuclear mundial y carrera armamentística. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el acuerdo trilateral Australia-Reino Unido-Estados Unidos (AUKUS por su sigla en inglés) están diseñados para mantener el monopolio de las armas de destrucción masiva y establecer nuevos marcos estratégicos a nivel mundial que favorezcan este objetivo.

En quinto lugar, el monopolio de las comunicaciones sigue siendo fuerte. Tras el colapso del sistema socialista, el monopolio de los grandes medios de comunicación occidentales no solo persiste, sino que además se ha reforzado. La aparición de plataformas de redes sociales como TikTok y las audiencias en el Congreso estadounidense demuestran que Estados Unidos y Europa utilizarán todos los medios para suprimir cualquier tecnología que pueda romper parcialmente su monopolio de los medios de comunicación, ya sea un gran medio de comunicación nacional o una plataforma de redes sociales. Sin embargo, las nuevas políticas digitales restrictivas que están formando y estableciendo Estados Unidos y Europa también revelan la situación cada vez más tensa de estas regiones.

En medio de estos cambios, no se ha detenido el continuo ascenso de la posición de Asia en la economía mundial, las nuevas posibilidades de desarrollo económico de los países africanos, la tendencia a largo plazo de los países latinoamericanos a buscar cada vez más un desarrollo independiente y las oleadas de socialismo del siglo XXI. Hace 30 años, Samir Amin dijo que la globalización no es orden, sino desorden, y hoy este desorden se está acelerando hasta convertirse en conflictos a través de una cadena de múltiples crisis, lo que supone una  constante amenaza para la paz y el desarrollo mundiales. Como amplio movimiento mundial, el objetivo del Sur Global no es simplemente perseguir un desarrollo unilateral, sino trabajar por un orden mundial más justo, pacífico y respetuoso con el medio ambiente. Para ello, es crucial desmantelar los monopolios de las finanzas, la tecnología, los medios de comunicación, los recursos naturales y las armas de destrucción masiva, y organizar el desarme mundial para defender la paz. En este sentido, el movimiento del Sur Global no es simplemente un movimiento en el Sur, sino un movimiento global que promueve cambios en las relaciones internacionales y busca una nueva universalidad para la supervivencia y el desarrollo de la civilización humana.

Referencias bibliográficas

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Notas

1 El “corto siglo XX” es un término acuñado por el historiador británico Eric Hobsbawm para referirse al periodo comprendido entre el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914 y el colapso de la Unión Soviética en 1991 (1995).

2 El Año del Gengzi (庚子年) se refiere a un año del ciclo tradicional chino de sesenta años. 1900 fue el Año del Gengzi más conocido debido a la rebelión anticolonial y antiextranjera de los bóxers, apoyada por la dinastía Qing bajo el emperador Guangxu (光绪帝), y la posterior invasión de la Alianza de las Ocho Naciones, que incluía fuerzas de Japón, Rusia, Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Alemania, Italia y Austria-Hungría. Este año representa la humillación nacional y la crisis de la época.

3 Atribuida al erudito confuciano Gongyang Gao durante el periodo de los Estados Combatientes (475– 221 a.C.), la Teoría de las tres edades de Gongyang (公羊三世说) presenta una visión confuciana del tiempo en la que la historia progresa a través de distintas “edades”, cada una de las cuales representa un nivel diferente de desarrollo moral y político.

4 El “largo siglo XIX”, según la teoría de Eric Hobsbawm, se refiere al periodo histórico comprendido entre la Revolución Francesa de 1789 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914, un periodo caracterizado por el auge del capitalismo industrial, la difusión del nacionalismo y la expansión de los imperios europeos, entre otros cambios relevantes.

5 La Revolución China de 1911, también conocida como la Revolución Xinhai, puso fin a la última dinastía imperial de China, la dinastía Qing, y condujo al establecimiento de la República de China.

6 “Metropolitana” se refiere a las potencias coloniales occidentales representadas por metrópolis, como Londres y Nueva York, y su relación asociada de dominación de colonias, semicolonias y poscolonias. Por tanto, la llamada “era postmetropolitana” corresponde al “postcolonialismo”. En la actualidad, con el ascenso económico de China y Asia Oriental y los cambios en el orden mundial, ha comenzado la era “post (occidental) central”, un proceso que se inició con las revoluciones y los cambios que tuvieron lugar en las zonas periféricas en el siglo XX. La influencia de estas zonas sobre las centrales ha aumentado de tal manera que la sociedad occidental debe enfrentarse hoy a su propia realidad “postcentro” o “postmetropolitana”.

7 Lenin tomó nota por primera vez de las características distintivas de la Revolución China en 1912– 1913. En 1919, sostuvo que la revolución socialista “será una lucha de todas las colonias y todos los países oprimidos por el imperialismo, de todos los países dependientes, contra el imperialismo internacional” (1957: 137). Sobre el “descubrimiento” de Lenin de la Revolución de 1911, véase Wang Hui, 2008.

8 El aspecto socialista de la Revolución China de 1911 se plasmó en el hecho de que el programa de construcción del Estado de Sun Yat-sen, el “padre de la China moderna” y primer presidente de la República, implicaba no solo una revolución política nacional, sino también una revolución social que pretendía superar la debilidad del capitalismo. Sus principales tácticas para lograrlo fueron la equiparación de la propiedad de la tierra y el aumento de los impuestos sobre el valor de la tierra, una política influida por las teorías de Henry George.

5. Las revoluciones del Sur Global

Aprovechando el 24 de octubre, la fecha de la revolución rusa -aunque fuese en noviembre-, Prashad publica su boletín, aunque en realidad está más centrado en los resultados de la conferencia de Bandung y las revoluciones en el Sur Global, en especial la china, haciendo referencia al último dossier del Tricontinental. https://thetricontinental.org/

Nuestras revoluciones son por la supervivencia y el desarrollo de la civilización humana | Boletín 43 (2024)

Al surgir un renovado espíritu de Bandung en el mundo, debemos entender el Sur Global desde su propia dinámica y no sólo en relación con Occidente.

Octubre 24, 2024. Créditos: Amrus Natalsya, miembro de Lekra, organización cultural revolucionaria de Indonesia.

Queridas amigas y amigos,

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

El próximo año se cumple el 70° aniversario de la Conferencia Asiático-Africana celebrada en Bandung, Indonesia, en 1955 que contó con la asistencia de jefes de gobierno y de estado de 29 países africanos y asiáticos. El Presidente de Indonesia Kusno Sosrodihardjo, conocido como Sukarno (1901-1970), que lideró el movimiento de liberación de Indonesia contra el colonialismo holandés, inauguró la conferencia con un discurso titulado “¡Una nueva Asia y una nueva África han nacido!”, en el cual lamentaba que, mientras el progreso técnico y científico de la humanidad había avanzado, la política del mundo seguía sumida en el caos. Al cabo de estos 70 años (aproximadamente la esperanza de vida media mundial), mucho se ha perdido y mucho se ha ganado de lo que se llamó el espíritu de Bandung. Los seres humanos aún tienen que aprovechar el inmenso poder que tienen en sus manos.

El fuego de Prometeo esgrimido contra los pueblos de África y Asia en su lucha anticolonial y contra los habitantes de Hiroshima y Nagasaki sembró el miedo. “La vida del hombre”, dijo Sukarno, “está corroída y amargada por el miedo. Miedo al futuro, miedo a la bomba de hidrógeno, miedo a las ideologías”. Este temor, advirtió Sukarno, es más peligroso que el armamento, porque lleva a los seres humanos “a actuar insensatamente, a actuar irreflexivamente, a actuar peligrosamente”. Sin embargo, continuó, “no debemos dejarnos guiar por estos miedos, porque el miedo es un ácido que deja huellas extrañas en las acciones del hombre. ¡Debemos guiarnos por la esperanza y la determinación, guiarnos por los ideales y, sí, guiarnos por los sueños!”.

La agenda resultante de la Conferencia de Bandung era clara:

  1. Acabar con el colonialismo y democratizar el sistema político internacional, incluidas las Naciones Unidas.
  2. Desmantelar la estructura económica neocolonial, que fomentaba la dependencia del mundo anteriormente colonizado.
  3. Reformar los sistemas sociales y culturales que fomentaban las miserables jerarquías —especialmente el racismo— y construir una sociedad mundial de entendimiento mutuo y solidaridad internacional.

Desde fines de los años 50 hasta principios de los 80, el espíritu de Bandung definió las luchas del Proyecto del Tercer Mundo y obtuvo grandes victorias, como la deslegitimación del colonialismo y el racismo, así como el intento de construir el Nuevo Orden Económico Mundial. No obstante, en la vorágine de la crisis de la deuda de los años 80 y con el colapso final de la URSS, ese proyecto murió. Este colapso puede fecharse en la Reunión Internacional sobre Cooperación y Desarrollo, que se celebró en Cancún, México, en octubre de 1981 para debatir el Informe Brandt. En el encuentro no se logró alcanzar ningún compromiso sustancial y fue seguida, en agosto de 1982, por el impago de la deuda externa de México.

Cincuenta años después de la Conferencia de Bandung, los representantes de 89 países se reunieron en Indonesia en la Cumbre Asiático-Africana de 2005, en la que redactaron la Declaración de la Nueva Asociación Estratégica Asiático-Africana, pero la reunión no alcanzó gran notoriedad ni fue acogida con seriedad por la “comunidad internacional”. Indonesia acababa de salir de un espantoso régimen golpista que gobernó el país de 1965 a 1998, y a partir de este último año naufragaba en las rocas de las políticas neoliberales, incluida una relación cada vez más estrecha con Estados Unidos. El gobierno indonesio que acogió la conferencia de 2005 incluía a las fuerzas que habían participado en el sangriento golpe de 1965 contra Sukarno. Ésta no fue una forma propicia de conmemorar la conferencia original, ni de imaginar una nueva agenda para el Sur Global. Dos años antes, Estados Unidos inició una guerra ilegal de gran envergadura contra Irak, tras haber invadido Afganistán. En ese momento parecía que la unipolaridad estadounidense permanecería indiscutida indefinidamente. Indonesia y las demás potencias del Sur Global no estaban preparadas para desafiar a Estados Unidos. Por eso, la Nueva Asociación Estratégica Asiático-Africana anunciada en la cumbre de 2005 no fue más que un eco vacío de los principios del Proyecto de Bandung original, sin grandes modificaciones y, por tanto, sin ningún entusiasmo.

Mucho ha cambiado desde 1955 y 2005. Para entender el carácter de estos cambios, nos dirigimos a uno de los intelectuales de izquierda más importantes de China, Wang Hui, él mismo producto de la Revolución China de 1949 y del espíritu de Bandung. En nuestro último dossier El siglo XX, el Sur Global y la posición histórica de China, Wang Hui reflexiona sobre la importancia de leer la historia de China y del Sur Global desde su propia dinámica, y no en relación con Occidente como punto de referencia por defecto. A 107 años de la Revolución de Octubre en el imperio zarista, a 75 años de la Revolución China y a casi 70 años de Bandung, a medida que China y otros grandes Estados del Sur Global se posicionan como grandes potencias en el mundo, el análisis de Wang Hui nos ayuda a profundizar en la explicación teórica del ascenso de China y del Sur Global.

Tres elementos del texto de Wang Hui, de gran riqueza teórica, son de especial interés para este debate sobre un mundo que busca un nuevo Bandung:

  1. Revoluciones en la periferia. Wang Hui afirma que el mundo moderno surgió a partir de dos ciclos de revoluciones clasistas diferentes. El primero, el ciclo revolucionario liberal burgués, comenzó a raíz de la Revolución Francesa de 1789. El segundo, el ciclo revolucionario proletario, anticolonialista y socialista, fue desencadenado por la Revolución China de 1911. El segundo ciclo, inspirado más en la Comuna de París de 1871, que en la Revolución Francesa, tuvo lugar en las zonas periféricas, en las zonas colonizadas y en los “reinos del hambre” (como dijo Pier Paolo Pasolini en su poema de 1964 “L’uomo di Bandung” o “El hombre de Bandung”). En estos “reinos del hambre”, las revoluciones formaban parte de un largo proceso de derrota de las herencias feudales, de construcción de fuerzas productivas y de intento de alumbrar lo más rápidamente posible una sociedad socialista. Mientras tanto, no hubo revoluciones en los “reinos de las barrigas llenas”.
  2. Nuevos conceptos para la periferia. Wang Hui examina detenidamente la forma en que se utilizan las palabras para describir el proceso revolucionario chino y descubre que algunas que se “toman prestadas” de las experiencias de otros países (la historia política de Europa, el marxismo, la Revolución de Octubre, etc.) se despliegan, sin embargo, a partir del desarrollo histórico de la propia Revolución China. Esto es exactamente lo que ocurrió en otras experiencias revolucionarias, como en Cuba o Vietnam. Incluso los conceptos que se tomaron prestados, señala Wang Hui, no se transmiten sin ser transformados. Pasan por un acto de “desplazamiento político”. El proceso revolucionario chino tomó prestados términos como “guerra popular” y “soviético”, pero la historia real de la guerra popular china y del Soviet de Jiangxi (1931–1934) no es un reflejo de los acontecimientos que esos términos describían originalmente. Es en estas experiencias, enraizadas en un mundo cultural diferente y a veces en una época distinta, donde los conceptos pueden enriquecerse y metamorfosearse.
  3. La era postmetropolitana. Wang Hui sostiene que no estamos simplemente en un periodo postcolonial, sino en una era postmetropolitana. Esta condición postmetropolitana se refiere al hecho que las antiguas “naciones campesinas” se están convirtiendo poco a poco en el centro del desarrollo, el crecimiento y la cultura mundiales. China y el Sur Global, señala Wang Hui, son “las fuerzas trascendentales que han impulsado” esta transición. Sin embargo, la transición no ha concluido. El control de Occidente sobre las finanzas, los recursos, la ciencia y la tecnología se ha debilitado, pero no su control sobre la información y el poder militar. Esa fuerza militar, una presencia fantasmal, amenaza al mundo con grandes destrucciones para mantener la influencia y el poder de los países metropolitanos o centrales.

El viaje hacia un nuevo Bandung ya ha comenzado, pero tardará en germinar. Con el tiempo, cuando hayamos comprendido bien el mundo postmetropolitano, podremos elaborar una nueva teoría del desarrollo y un nuevo enfoque de las relaciones internacionales. No será un arma el primer instrumento que se elija para resolver disputas.

En 2016, Hawa Gamodi, poetisa libia y directora de una revista infantil, escribió sobre lo que puede hacer la poesía en el lugar de la carnicería:
El mundo se ha convertido en un cementerio
pero sale el sol
la brisa acaricia la mejilla de una niña
el mar no abandona su azul
las golondrinas me cuentan mi niñez
oculta bajo sus alas
y en algún lugar un muchacho presiente un beso de los labios de su enamorada.

Son bellas imágenes de la otra cara de la devastación, cuadros pintados en palabras por una poetisa que ha visto caer las bombas y las armas disparar a fantasmas, y matar a niños. “Te escribo”, continúa, “mi resistencia a la ruina / pinto un mundo glorioso / iluminado por un poema / que ellos esperan”.

En cierto modo, esa es la mejor manera de describir estos boletines (de los que hemos publicado 348 desde el 1 de marzo de 2018): resistencia a la ruina.

Cordialmente,

Vijay

6. El ecomarxismo chino y la teoría de «ecocivilización»

Un tema que desconozco bastante y me resulta muy interesante: la teoría socialista de «ecocivilización» en el marco de la discusión china sobre ecomarxismo. En el último artículo liberado de Monthly Review de octubre. https://monthlyreview.org/

Ecología marxista en China: De la ecología de Marx a la teoría socialista de la ecocivilización

por Chen Yiwen (01 de octubre de 2024)

Chen Yiwen es profesor adjunto en la Escuela de Marxismo de la Universidad Tsinghua de Pekín, República Popular China.

Ante los acuciantes desafíos medioambientales mundiales, la ecología marxista ha surgido como un pilar fundacional del análisis de la izquierda global. Representa un examen crítico de la crisis medioambiental moderna. La comunidad académica china se ha dedicado a la investigación de la ecología marxista desde la década de 1980, basándose en los estudios tradicionales sobre el marxismo y en la historia de la modernización socialista. Esto difiere de la trayectoria de la ecología marxista en Occidente, que ha pasado por diferentes etapas, desde negar o complementar la ecología de Marx hasta redescubrirla y desarrollarla.1 Los académicos chinos han destacado la interpretación de las perspectivas ecológicas de Karl Marx y Federico Engels desde el principio. Se han referido proactivamente a las ideas occidentales del ecomarxismo/ecosocialismo, con el objetivo de formular una teoría de la civilización ecológica socialista (ecocivilización) con características chinas distintivas. Este artículo analiza algunos de los diversos paradigmas de investigación y su curso de desarrollo dentro de la ecología marxista china, al tiempo que destaca los logros de la ecología marxista en China y los retos a los que se enfrenta.

La interpretación del pensamiento ecológico de Marx y Engels

La interpretación del pensamiento ecológico de Marx y Engels no sólo implica dilucidar sus perspectivas ecológicas, sino también aplicar sus teorías para analizar el contexto histórico contemporáneo. La investigación sobre el pensamiento ecológico de Marx y Engels en China se caracteriza predominantemente por centrarse en la filosofía y la economía. Los estudiosos de la economía pretenden desarrollar una economía medioambiental socialista basada en los escritos marxistas clásicos e impregnada de características chinas distintivas. Por ejemplo, en 1981, Huang Shunji y Liu Jiongzhong profundizaron en la noción del desarrollo coordinado de la humanidad y la naturaleza presentada en El Capital.2 En 1983, Xu Dixin argumentó que Marx ya había iniciado temas como el equilibrio ecológico y el metabolismo entre la humanidad y la naturaleza, proporcionando una base teórica para la economía ecológica.3 Los estudiosos chinos están ampliamente de acuerdo en que las fuerzas productivas organizadas para la maximización del beneficio en el capitalismo chocan intrínsecamente con los imperativos de la conservación del medio ambiente. Sin embargo, es necesario explorar la ventaja en la conservación del medio ambiente que ofrece el socialismo mediante la organización social de la producción y la gestión científica de los recursos naturales. En el ámbito de la filosofía, los eruditos chinos se han concentrado en la visión marxista de la naturaleza y sus implicaciones ecológicas. Por ejemplo, en torno al año 2000, Huan Qingzhi y Xie Baojun publicaron obras en las que interpretaban los puntos de vista de Marx y Engels sobre la naturaleza desde la perspectiva de la filosofía ecológica.4 Su objetivo era demostrar que la visión marxista de la naturaleza es una visión práctica, dialéctica e históricamente materialista que examina las cuestiones medioambientales a través de la lente de la historia humana y la clase social. Encarna un pensamiento «rojo-verde» que integra la liberación medioambiental y social, abogando por el desarrollo sostenible con un enfoque humanista.

Otra característica notable de la investigación china sobre el pensamiento ecológico de Marx y Engels es que se centra en interpretar las proposiciones fundamentales y el sistema teórico de sus ideas ecológicas. En cuanto a la proposición fundamental, los estudiosos chinos se concentran principalmente en la afirmación de que «la lógica del capital es la causa fundamental de la crisis ecológica». Sus argumentos en torno a esta proposición suelen girar en torno a dos aspectos.

El primer aspecto explora la oposición entre capital y ecología discutiendo los principales principios de la lógica del capital.5 Un enfoque representativo consiste en categorizar la lógica del capital en el «principio de utilización» y el «principio de valorización». El primer principio afirma que la producción basada en el capital busca continuamente explotar la utilidad de la naturaleza, destacando cómo el capital percibe la naturaleza como una mera herramienta para la producción y reduce su valor de uso a valor de cambio mediante transacciones monetarias. En consecuencia, este proceso acelera la mercantilización y capitalización de la naturaleza, mientras que el «principio de valorización» hace hincapié en la búsqueda perpetua de la maximización del beneficio por parte del capital. Debido a este principio, la producción capitalista muestra una tendencia hacia la expansión indefinida, que choca intrínsecamente con la finitud del ecosistema natural.

La segunda línea de pensamiento profundiza en los riesgos ecológicos que plantea la lógica del capital dentro de los ámbitos de la producción y el consumo.6 En primer lugar, se hace mayor hincapié en la lógica del capital, una forma de razón económica que prioriza el beneficio. Aquí, el capital se acumula mediante una expansión de la producción que se considera perpetua. Esta estrecha búsqueda del beneficio hace caso omiso del orden del metabolismo natural de la tierra y de la sostenibilidad ecológica. Además, el carácter lucrativo del capital conduce a menudo a que los agentes carezcan de una visión a largo plazo de la protección del medio ambiente. En segundo lugar, la visión utilitarista de la riqueza y el modo de vida consumista fomentados por la lógica del capital reducen la naturaleza a una mera utilidad dentro del proceso global de acumulación de capital. Las necesidades, dentro de la lógica del capital, se satisfacen exclusivamente a través del consumo de bienes, exacerbando y justificando la destrucción ecológica. Por último, el capital promueve la globalización de la inversión y el comercio y aprovecha su hegemonía económica y política para explotar los recursos y transferir las crisis a todo el mundo, exacerbando la ruptura metabólica a escala global. Sin embargo, los académicos chinos sostienen que una crítica ecológica de la lógica del capital no pretende simplemente negar el capital rotundamente. En su lugar, abogan por un enfoque más dialéctico para debatir las funciones del capital y regularlo científicamente, haciendo así que la lógica del capital sirva a los objetivos de la emancipación humana y la sostenibilidad ecológica.7

En cuanto a la construcción de un sistema teórico, los académicos chinos proponen principalmente tres líneas de pensamiento. La primera línea de pensamiento se centra en la economía ecológica.8 En el núcleo de este enfoque se encuentra el concepto de «emergencia endógena del entorno ecológico», que reconoce que el entorno ecológico existe no sólo como condición externa para la supervivencia humana y el desarrollo social, sino también como condición interna de las actividades de producción material humanas, constituyendo la base esencial para el desarrollo social y económico. Esta perspectiva fomenta una comprensión unificada de la relación ecológica entre la humanidad y la naturaleza, así como de las relaciones socioeconómicas entre los individuos. Propone una ley general de desarrollo ecológico y económico coordinado y sostenible. Dentro de este marco, la ecología marxista abarca varios aspectos, incluida la teoría del valor ecológico, que hace hincapié en la unidad de la provisión de la naturaleza para las necesidades humanas (valor extrínseco) y la dependencia del ser humano de la naturaleza (valor intrínseco).

El marco crítico general incluye: (1) la teoría de la unidad dual de los elementos ecológicos naturales y los elementos socioeconómicos, (2) la teoría del metabolismo centrada en la interconexión entre las leyes históricas de la relación ecológica natural y la dinámica socioeconómica, (3) la teoría de la producción integral que hace hincapié en la compatibilidad entre la producción socioeconómica y la protección del medio ambiente, (4) la teoría de las fuerzas productivas generalizadas haciendo hincapié en la unidad de las fuerzas productivas económicas y las fuerzas productivas naturales, (5) la teoría de los ciclos materiales haciendo hincapié en la interconexión entre los ciclos socioeconómicos y los ciclos ecológicos naturales, (6) la teoría del desarrollo sostenible abogando por la integración del desarrollo socioeconómico con el desarrollo sostenible desde el punto de vista medioambiental; y (7) la teoría de una civilización integral que aboga por el desarrollo coordinado de las civilizaciones material, política, ético-cultural y ecológica.

La segunda línea de pensamiento profundiza en «la negación de la negación» en relación con la unidad, la alienación y la reconciliación de la humanidad y la naturaleza.9 Esta perspectiva delimita la ecología marxista en tres elementos distintos: (1) la visión de la naturaleza humanizada, que hace hincapié en la unidad de la humanidad y la naturaleza; (2) la crítica del capitalismo, que se centra en la alienación entre la humanidad y la naturaleza; y (3) la perspectiva de la revolución comunista, que destaca la reconciliación entre la humanidad y la naturaleza. Con respecto al primero de estos elementos, la visión marxista de la naturaleza humanizada percibe la naturaleza como un producto moldeado por la práctica humana, concibiendo así la humanidad, la naturaleza y la sociedad como una unidad cohesiva. No obstante, el modo de producción social determina la estructura específica y la trayectoria histórica de la humanización de la naturaleza. En relación con el segundo elemento, en la sociedad moderna, la lógica del capital transforma la producción social en expropiación del trabajo y de los recursos naturales, dando lugar a una oposición entre humanidad y naturaleza. Por último, desde la perspectiva de la revolución comunista marxista, se hace hincapié en la eliminación del dominio del capital sobre la humanidad y la naturaleza, con el objetivo de resolver las contradicciones y los conflictos entre ellas.

La tercera línea de pensamiento sitúa la praxis en su núcleo.10 Junto a las actividades prácticas humanas, se forma un marco fundamental que abarca las interacciones entre la humanidad y la naturaleza, entre la humanidad y la sociedad y entre los seres humanos, junto con una estructura que incorpora las fuerzas productivas, las relaciones de producción y la base y la superestructura económicas. Por lo tanto, la ecología marxista engloba la visión ecológica de la naturaleza, que hace hincapié en la reverencia por las leyes de la naturaleza; la visión ecológica de la sociedad, que aspira a la coexistencia armoniosa de la sociedad y el medio ambiente; el enfoque ecológico del desarrollo, que se dedica a satisfacer las necesidades ecológicas de la humanidad y a lograr un desarrollo libre e integral; la visión ecológica de la economía, que promueve el desarrollo coordinado y sostenible de los intereses ecológicos y económicos; la visión ecológica de la política, que da prioridad a la justicia medioambiental y al papel principal del proletariado en la transformación; y la perspectiva ecológica de la cultura, que pretende desarrollar la racionalidad ecológica y regular la racionalidad científico-técnica.

Como puede verse más arriba, la comunidad académica china ha desarrollado una profunda comprensión del pensamiento ecológico de Marx y Engels. Sobre esta base, los académicos chinos han propuesto perspectivas más completas sobre la ecología y un sistema teórico más sólido de la ecología marxista, haciendo que la ecología marxista sea más compatible con las realidades contemporáneas.

Reflexiones sobre el ecomarxismo

Desde la Reforma y la Apertura, China ha prestado activamente atención a las tendencias teóricas extranjeras. En este contexto, el estudio del ecomarxismo occidental se ha convertido gradualmente en un aspecto importante de la investigación sobre ecología marxista en China.11 Desde la introducción del ecomarxismo, los académicos chinos han albergado un sentido de reflexión crítica, reconociendo que el ecomarxismo procede predominantemente de las sociedades occidentales y está imbuido de una fuerte perspectiva subjetiva occidental. Esta conciencia ha impulsado a los académicos chinos a tener en cuenta el contexto específico de China al profundizar en las teorías del ecomarxismo.

La publicación de la edición china de Western Marxism: An Introduction de Ben Agger en 1991 despertó un gran interés por la difusión y el estudio del ecomarxismo en China. Las primeras investigaciones chinas sobre el ecomarxismo se basaron principalmente en las obras de Agger y William Leiss, autor de La dominación de la naturaleza.12 Sin embargo, durante finales del siglo XX, el estudio del ecomarxismo permaneció en una fase incipiente. Se trataba predominantemente de una revisión e introducción, centrada en presentar, comparar y evaluar las perspectivas teóricas generales del ecomarxismo. La investigación en esta fase no fue exhaustiva ni en profundidad.

En el siglo XXI, especialmente tras el establecimiento de los Estudios sobre el Marxismo en el Extranjero como especialidad dentro de la disciplina secundaria de Teoría Marxista en China en 2005, la investigación sobre el ecomarxismo en China se ha embarcado en una nueva fase. Este periodo ha sido testigo de una exploración exhaustiva del ecomarxismo marcada por investigaciones específicas sobre sus figuras representativas clave, su evolución histórica y sus conceptos centrales. Un hito importante se produjo en torno a 2008, cuando se publicaron varios trabajos académicos titulados «Ecomarxismo/Marxismo ecológico». Los investigadores han abordado principalmente el estudio del ecomarxismo desde tres perspectivas.

La primera resume los puntos de vista teóricos y la trayectoria de desarrollo del ecomarxismo basándose en líneas temporales y cifras representativas. Por ejemplo, An Introduction to Ecological Marxism de 2007 compara principalmente las teorías de Agger, James O’Connor, Joel Kovel y John Bellamy Foster y delinea la evolución del ecomarxismo como un viaje desde el ecomarxismo, al ecosocialismo y de vuelta a la ecología marxista.13

La segunda examina los puntos de vista de algunos representantes individuales del ecomarxismo a través de la interpretación de textos. Por ejemplo, Ecological Criticism: A Study of Foster’s Ecological Marxism, publicado en 2008, analizaba el marxismo ecológico de Foster a través de la interpretación textual y la observación de la historia de las ideas.14 Como argumentaron Wang Zhihe y otros, Foster es uno de los teóricos ecomarxistas a los que los académicos chinos han prestado más atención.15 Entre las publicaciones relacionadas con Foster posteriores a 2010 se incluyen Critiques, Structuring and Inspiration: Un estudio sobre las ideas ecomarxistas de Foster (2011), Un estudio sobre los pensamientos marxistas ecológicos de Foster (2013), Un estudio sobre los pensamientos marxistas ecológicos de Foster (2016), La crítica ecológica de la lógica del capital: Una evaluación del pensamiento crítico ecológico de Foster en el campo del marxismo (2020), Investigación sobre el pensamiento de Foster sobre la justicia: Basado en el Campo del Ecomarxismo (2020), e Investigación sobre el Marxismo Ecológico de Foster (2023).16 Esta atención puede atribuirse a varios factores. Por un lado, Foster afirma inequívocamente la ecología marxista y proporciona argumentos detallados, alineándose estrechamente con las tendencias predominantes en la academia marxista china. Por otro, Foster avanza continuamente en su propia investigación teórica y profundiza en su crítica ecológica del capitalismo en respuesta a cuestiones contemporáneas como el Antropoceno y el decrecimiento, planteamientos representativos del ecomarxismo moderno.

La tercera consiste en estudiar el marco teórico del marxismo ecológico resumiendo sus cuestiones centrales. Por ejemplo, el libro Crítica ecológica y utopía verde: A Study of Ecological Marxism Theory , publicado en 2009, resume cinco aspectos teóricos del marxismo ecológico: las implicaciones ecológicas del materialismo histórico, la crítica del sistema capitalista, la crítica del uso de la tecnología capitalista, la crítica de los valores consumistas y las estrategias políticas ecológicas.17 Considera el marxismo ecológico como una crítica del capitalismo que se basa en el materialismo histórico y se centra en la relación entre la humanidad y la naturaleza. Estos estudios temáticos han contribuido a una comprensión más amplia y profunda del marxismo ecológico en China. Sin embargo, por el momento, los académicos chinos no han aplicado el ecomarxismo de forma eficaz para analizar los problemas medioambientales específicos de China.

Después de 2015, la investigación sobre el ecomarxismo en China pasó proactivamente de transferir conocimientos a proporcionar recursos ideológicos para analizar los retos medioambientales de China. Este cambio ha sido especialmente notable en las tres áreas clave siguientes.

En primer lugar, los estudiosos han profundizado en el ecomarxismo centrándose específicamente en los aspectos fundacionales del progreso de China en la civilización ecológica, buscando fuentes de inspiración. Por ejemplo, Chen Xueming ha articulado que la esencia teórica del ecomarxismo reside en la observación de las contradicciones entre las personas y en la observación de las contradicciones entre la humanidad y la naturaleza. En opinión de Chen, el ecomarxismo hace hincapié en la importancia de las actividades productivas para hacer feliz a la gente; también subraya la crítica del capitalismo como estrategia fundamental para abordar los problemas medioambientales. En consecuencia, el progreso de la civilización ecológica en China se considera condicionado por una perspectiva de valores centrada en el ser humano, que incorpora una forma de modernización basada en la coexistencia armoniosa de la humanidad y la naturaleza y una vía de desarrollo socialista.18

En segundo lugar, los estudiosos han aplicado los principios básicos del ecomarxismo al contexto de las naciones de reciente adhesión, desarrollando una teoría de la civilización ecológica enraizada en el materialismo histórico. Por ejemplo, Wang Yuchen sostenía que el enfoque chino del progreso de la civilización ecológica debería conllevar un examen dialéctico de la interacción entre el crecimiento económico, el avance tecnológico y la protección del medio ambiente. Esta perspectiva subraya el potencial transformador de la civilización ecológica como alternativa al capitalismo, abogando así por el desarrollo de una teoría que se alinee con los objetivos de modernización socialista.19

En tercer lugar, los académicos propusieron integrar los avances de China en materia de civilización ecológica en el discurso global de la izquierda verde. Por ejemplo, Huan Qingzhi argumentó que detrás de las medidas prácticas de gobernanza medioambiental y desarrollo económico verde, el progreso de China en la civilización ecológica encarna una profunda ideología política y una comprensión de las transformaciones socioecológicas. Su objetivo es fomentar la integración y el refuerzo mutuo entre la política socialista y los valores favorables a la sostenibilidad ecológica, constituyendo así un aspecto importante de la iniciativa global de la izquierda verde.20

Por lo tanto, a través de la investigación continua sobre el ecomarxismo, la comunidad académica china se ha embarcado en el desarrollo de su propio ecomarxismo distintivo. Este enfoque emplea el ecomarxismo como recurso teórico para analizar el capitalismo contemporáneo y las crisis ecológicas, al tiempo que adopta medidas proactivas para interpretar la búsqueda socialista del progreso de China en materia de civilización ecológica dentro del contexto mundial. Aunque esta interpretación se inclina hacia perspectivas normativas, subraya la conciencia subjetiva en evolución dentro de la ecología marxista china, que se caracteriza por el deseo de abordar los retos contemporáneos y contar las propias historias de China utilizando teorías autóctonas y su propia lengua vernácula.

La construcción de la teoría de la civilización ecológica socialista

La teoría de la civilización ecológica socialista destaca como un producto distintivo de la ecología marxista china. Aunque a menudo se inspira en las ideas ecologistas de Marx y Engels y se basa en los frutos teóricos del ecomarxismo, el enfoque principal de la teoría es el progreso de la ecocivilización socialista china y la interpretación de las implicaciones teóricas de la ecocivilización socialista y sus fundamentos marxistas. Este enfoque subraya la necesidad y la superioridad de los principios, sistemas e ideologías socialistas para abordar eficazmente los retos medioambientales, al tiempo que esboza las condiciones históricas necesarias para materializar estas ventajas. Este esfuerzo contribuye al desarrollo de una teoría china distinta de la transformación socioecológica «rojo-verde». Esto se refiere principalmente a la investigación llevada a cabo por el Grupo de Investigación sobre la Ecocivilización Socialista en China, creado conjuntamente por la Universidad de Pekín y la Oficina de Pekín de la Fundación Rosa Luxemburgo en 2015.21

La promoción y aplicación del concepto de civilización ecológica se atribuye en gran medida a la interacción entre el desarrollo político-estratégico de China y la investigación académica. Desde la perspectiva del gobierno chino, la idea de «civilización ecológica» se planteó oficialmente durante el XVII Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh) en 2007. Desde entonces, la civilización ecológica se ha convertido gradualmente en un componente clave de la ideología política y la estrategia de gobierno del Partido. En cuanto al proceso de investigación académica, los académicos chinos comenzaron a avanzar en las teorías de la civilización ecológica socialista ya en la década de 1980. Por ejemplo, en 1986, el agrónomo chino Ye Qianji propuso el concepto de «civilización ecológica», que significa que «los seres humanos se benefician de la naturaleza y devuelven beneficios a la naturaleza. Transforman la naturaleza y protegen la naturaleza. Deben mantener una relación armoniosa y unificada».22

En 1988, el economista chino Liu Sihua introdujo el concepto de «civilización ecológica socialista». Afirmó que «la civilización moderna del socialismo es una unidad de alto nivel de la civilización material socialista, la civilización espiritual y la civilización ecológica».23 En su opinión, el desarrollo coordinado de la economía, la sociedad y la ecología natural es (o debería ser) la principal diferencia entre la modernización socialista y la modernización capitalista.

El valor pionero de estos estudios de los eruditos chinos del siglo pasado reside en los siguientes aspectos. En primer lugar, estos eruditos propusieron que el concepto de civilización ecológica se desarrollara con el objetivo de satisfacer las necesidades del desarrollo integral de las personas, haciendo hincapié en que la civilización ecológica encarna la plena realización de los valores socialistas, con las personas como prioridad. En segundo lugar, debatieron la civilización ecológica en el contexto de la modernización socialista de China, subrayando su papel fundamental en la configuración de la relación entre la humanidad y la naturaleza dentro del marco socialista. En tercer lugar, elaboraron la civilización ecológica en el contexto de las interacciones entre la civilización material y la civilización espiritual. Al mismo tiempo, señalaron que la era de la civilización ecológica marca el amanecer de la verdadera civilización.

Al entrar en el siglo XXI, la comunidad académica china se ha embarcado en una exploración más profunda de los conceptos fundacionales de la ecocivilización socialista desde una perspectiva teórica. Una consideración primordial es la comprensión teórica de la ecocivilización socialista. Hay dos interpretaciones predominantes. Una traza la progresión desde la «civilización primitiva, la civilización agrícola, la civilización industrial y la civilización ecológica», considerando la civilización ecológica como una nueva etapa en la evolución de la civilización más allá de la civilización industrial.24 La otra visión vincula lo ecológico a la secuencia de «civilización material, civilización política, civilización espiritual, civilización social y civilización ecológica» que conforman la civilización humana en su conjunto.25 Sin embargo, estas interpretaciones no integran plenamente el socialismo con la civilización ecológica. Según la teoría de la ecocivilización socialista, ésta engloba una visión de la civilización socialista y de un modo de desarrollo que integra la sostenibilidad ecológica y los principios de la justicia social. Este enfoque pretende intrínsecamente construir una nueva civilización humana mediante la reconstrucción socialista de las relaciones sociales junto con una transformación ecológica fundamental de los métodos de producción existentes en la humanidad. El objetivo último es la realización del comunismo, que conlleva la liberación tanto de la humanidad como de la naturaleza.26 El modificador «socialista» indica un método de pensamiento socialista en respuesta a los problemas medioambientales. También hace hincapié en la adhesión a la orientación teórica marxista, las vías de desarrollo socialista y el marco institucional de la propiedad pública de los recursos naturales.27

Una segunda consideración es el sistema de valores de la ecocivilización socialista. La comunidad académica china lleva mucho tiempo debatiendo el antropocentrismo frente al no antropocentrismo, y la tendencia predominante ha pasado de criticar el antropocentrismo a remodelar el antropocentrismo. La teoría socialista de la ecocivilización defiende explícitamente el humanismo, con el objetivo de satisfacer las necesidades de las personas de un entorno ecológico saludable y de productos ecológicos de alta calidad de una manera más integral y equitativa. Este enfoque se alinea con la búsqueda marxista del desarrollo libre y holístico de la humanidad.28 Según este sistema de valores, el progreso de la ecocivilización socialista debe dar prioridad a la justicia socioecológica. Esto implica no sólo la igualdad de acceso a los derechos medioambientales y la distribución equitativa de las responsabilidades medioambientales a nivel social, sino también el fomento del respeto y el cuidado de la naturaleza a nivel ecológico.

Una tercera consideración es la estrategia práctica de la ecocivilización socialista. La comunidad académica china ha llegado a un consenso sobre la defensa del principio de «armonía entre la humanidad y la naturaleza» para promover una transformación integral y ecológica de la economía y la sociedad. Esto implica avanzar en la gobernanza de la modernización medioambiental y fomentar una economía verde, junto con el progreso de las reformas socialistas. Partiendo de esta premisa, una preocupación clave entre los académicos chinos es cómo integrar la conservación ecológica como elemento intrínseco y aspecto esencial de la modernización socialista.29 Una cuestión es si -y en qué medida- las diversas iniciativas de transformación verde pueden contribuir al desarrollo y la optimización del modelo socialista. En respuesta, la teoría de la ecocivilización socialista hace hincapié en que los esfuerzos contemporáneos de conservación ecológica no deben estar impulsados por el capital privado y los mecanismos de mercado. En su lugar, aboga por acciones sociales colectivas guiadas por los principios fundacionales de un sistema y una organización política socialistas. En este proceso, la participación pública institucionalizada permanente y el reparto de los recursos naturales sirven de base económica y son fundamentales para garantizar la naturaleza socialista de la conservación ecológica.30

En 2012, el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China elaboró un discurso político sobre la civilización ecológica, resumido como «Pensamiento Xi Jinping sobre la ecocivilización». Para dotar a este discurso político de mayores fundamentos científicos y teóricos, la comunidad académica china inició una exploración sistemática de las teorías de la ecocivilización socialista y propuso una serie de nuevos conceptos.31

Los conceptos centrales más significativos son «una comunidad de vida» y la «modernización de la armonía entre la humanidad y la naturaleza». Estos dos conceptos constituyen respectivamente el fundamento filosófico y el principio práctico de la teoría de la ecocivilización socialista. «Una comunidad de vida» puede desarrollarse en tres dimensiones: la “comunidad de vida en montañas, aguas, tierras de cultivo, lagos y praderas”; la “comunidad de vida para la humanidad y la naturaleza”; y la “comunidad de toda la vida en la Tierra”. La primera dimensión se refiere a la integridad del ecosistema y a las estrechas interacciones entre sus diversos componentes. Esto significa que las actividades humanas deben basarse en la percepción de la naturaleza como un todo organizado o un organismo vivo. La segunda dimensión pretende cuestionar la dicotomía entre humanidad y naturaleza predominante en el pensamiento filosófico moderno y hacer hincapié en su interrelación y relación simbiótica. Esto pone de relieve la necesidad de que los humanos se adapten a las leyes de la naturaleza y acepten las limitaciones del ecosistema. La tercera dimensión, la «comunidad de toda la vida en la Tierra» es otra expresión de «la comunidad con un futuro compartido para la humanidad» en el ámbito del medio ambiente. Hace hincapié en que ninguna nación o región, independientemente de su poder económico o político, puede determinar unilateralmente su propio destino, y mucho menos el de todo el planeta. Aunque hacen hincapié en aspectos diferentes, el núcleo de estos tres conceptos subraya el imperativo de que la humanidad coexista armoniosamente con la naturaleza.

«La modernización de la armonía entre la humanidad y la naturaleza» es un enfoque práctico destinado a salvaguardar la comunidad de la vida en el marco de la modernización, es decir, a lograr la coexistencia armoniosa entre la humanidad y la naturaleza mediante una nueva forma de modernización. Es esencial diferenciar este concepto dentro de la teoría de la ecocivilización socialista de la noción de «modernización ecológica» que surgió en Europa a mediados y finales de la década de 1980. La modernización ecológica, predominante en las naciones capitalistas desarrolladas, pretende mejorar gradualmente la calidad medioambiental mediante mejoras económicas y tecnológicas y ajustes de la administración pública (incluida la aplicación cada vez mayor de instrumentos de mercado), a menudo sin cuestionar los principios fundamentales del capitalismo. Por el contrario, la modernización de la coexistencia armoniosa entre la humanidad y la naturaleza, sustentada en los principios básicos del socialismo y dirigida por un partido de gobierno marxista, es capaz de resistirse a someterse a los intereses capitalistas y hace hincapié en la planificación estratégica a largo plazo y en las prácticas progresistas. Aunque se inspira en ciertas estrategias aplicadas por otros países a la modernización ecológica, como el comercio de emisiones de carbono, la modernización de la armonía entre la humanidad y la naturaleza garantiza que todas esas medidas sigan alineadas con los principios socialistas. Los enfoques de la modernización ecológica se consideran en función de sus respectivos modelos de desarrollo y de los contextos sociales en los que operan.

Una de las proposiciones fundamentales -quizás la más pivotal- está encapsulada en la frase: «las aguas lúcidas y las montañas exuberantes son bienes inestimables». El enunciado completo de esta proposición fue realizado por Xi en 2013, diciendo «Queremos tener no sólo montañas de oro, sino también montañas de verde. Si tenemos que elegir entre las dos, preferimos las verdes a las doradas. Y en cualquier caso, las montañas verdes son en sí mismas montañas de oro».32 La comunidad académica china ha realizado investigaciones teóricas sobre este pasaje y lo considera una de las declaraciones más representativas de la teoría de la ecocivilización socialista. Como la idea subyacente no es oscura y puede difundirse fácilmente entre los funcionarios y el público, ejerce mayores efectos prácticos. En la teoría de la ecocivilización socialista, la proposición de que «las aguas lúcidas y las montañas exuberantes son bienes inestimables» incluye tres puntos de vista fundamentales. En primer lugar, la proposición defiende el principio de la primacía ecológica en la coexistencia armoniosa de la humanidad y la naturaleza. Este principio dicta que las actividades humanas no deben sobrepasar los límites de los recursos naturales y del medio ambiente. Por el contrario, los seres humanos deben dejar un amplio espacio y tiempo para restaurar la naturaleza, ya que cualquier daño infligido a la naturaleza repercute en última instancia sobre los propios seres humanos. En segundo lugar, adopta una perspectiva dialéctica sobre la relación entre el desarrollo económico y la protección del medio ambiente. Aboga por una relación sana en la que el desarrollo económico y la protección del medio ambiente se refuercen mutuamente. Esta relación requiere modelos de desarrollo innovadores y los correspondientes sistemas económicos y políticos. Esto es especialmente crucial para la China contemporánea, que se encuentra en las fases media y tardía del proceso de modernización. El tercer punto de vista hace hincapié en la búsqueda de una transformación científica y racional de la riqueza natural en prosperidad económica y social. Reconoce que un buen entorno ecológico es un bien colectivo de la humanidad y debe protegerse y aprovecharse para mejorar la vida de las personas en condiciones adecuadas. La clave está en identificar una vía científica para la transformación que se ajuste a los principios tanto de la naturaleza como de la economía. Por lo tanto, la esencia de la puesta en práctica de la filosofía de «las aguas lúcidas y las montañas exuberantes son bienes inestimables» reside en la transformación ecológica del modelo de producción y de los estilos de vida para fomentar una vía de modernización caracterizada por la primacía ecológica, el desarrollo verde y los beneficios para el bienestar de las personas, impulsándonos así hacia un futuro caracterizado por la ecocivilización socialista.

Por lo tanto, a medida que el gobierno chino sigue desarrollando la conservación ecológica en todos los frentes, el debate teórico sobre la teoría y la práctica de la ecocivilización socialista dentro de la comunidad académica china ha surgido como un componente significativo para profundizar en la investigación de la ecología marxista. Esto permite especificar los principios generales de la ecología marxista dentro de las realidades sociales e históricas de China, lo que conduce al desarrollo de nuevos discursos teóricos, destacando así la postura independiente de la comunidad académica a través de su elección de temas de investigación. Esta profundización también significa que los académicos chinos se han vuelto más proactivos a la hora de utilizar sus discursos y conceptos teóricos únicos para abordar sus propios retos (y también los mundiales), marcando un paso crucial hacia la unión de la humanidad para hacer frente a las crisis ecológicas.

Conclusión

Un examen de la trayectoria de los estudios de ecología marxista en China desde la década de 1980 revela que la ecología marxista se ha convertido en un área de estudio vibrante y prolífica dentro del mundo académico chino contemporáneo. Esta investigación ha dado frutos significativos en tres frentes principales: 1) interpretaciones de las perspectivas ecológicas de Marx y Engels, 2) interpretaciones de los fundamentos teóricos del ecomarxismo, y 3) exploraciones de la teoría de la ecocivilización socialista. En particular, la exploración de la teoría de la ecocivilización socialista se ha profundizado enormemente en los últimos años, pasando de la investigación sobre la teoría fundamental de la civilización ecológica al análisis teórico de la conservación ecológica de China y la formulación de marcos discursivos. Al mismo tiempo, la investigación sobre el marxismo clásico y el ecomarxismo ha proporcionado fundamentos teóricos y marcos metodológicos para los estudios de la teoría de la civilización ecológica socialista. Esta investigación también demuestra que estos tres ámbitos no son independientes. Al contrario, muestran trayectorias interrelacionadas y progresivas. De hecho, la ecología marxista en China siempre ha sido una respuesta teórica para abordar las cuestiones que se plantean en el camino de China hacia la modernización socialista y los retos medioambientales que la acompañan. A principios del siglo XXI, la investigación sobre la ecología marxista se centró principalmente en explorar los textos marxistas clásicos y las fronteras académicas mundiales. Sin embargo, la evolución en curso del progreso de China hacia la civilización ecológica trajo consigo un cambio en los estudios sobre la ecología marxista. Este cambio supone la transición de una etapa centrada en la comprensión de las filosofías ecológicas de Marx y Engels y en la exploración del ecomarxismo a una nueva fase, dominada por el paradigma de la «sinicización del marxismo».

El panorama contemporáneo de la ecología marxista en China representa una importante transformación histórica provocada tanto por los avances teóricos como por la aplicación práctica. A lo largo de cuatro décadas, los académicos chinos han acumulado una gran riqueza de conocimientos intelectuales y metodologías para los estudios sobre el marxismo. Por ejemplo, la comunidad académica de China ha entablado debates en profundidad sobre la relación entre el estudio de los textos clásicos en la investigación marxista y los problemas del mundo real.33 Hacen hincapié en que los conceptos de «retorno al marxismo» y «desarrollo del marxismo» deben ser interdependientes y estar perfectamente integrados. Es esencial dar prioridad a la realidad y avanzar continuamente en las innovaciones teóricas y metodológicas. Este enfoque pretende facilitar la transición de la ecología marxista desde los conceptos abstractos y la construcción de principios universales hacia la investigación independiente sobre las realidades de la sociedad china y su lógica práctica. Además, los esfuerzos de China en materia de conservación ecológica representan una práctica histórica significativa dentro de un marco socialista, que ofrece oportunidades reales y un espacio innovador para el desarrollo de la ecología marxista china. En particular, plantea una serie de cuestiones teóricas que deben estudiarse.34 Por ejemplo, ¿qué esfuerzos han contribuido al éxito de los esfuerzos de conservación ecológica de China? ¿Qué papel desempeña el sistema socialista en estos logros? ¿Cómo podemos integrar eficazmente el marxismo/socialismo con los estudios ecológicos? Esto implica que la ecología marxista contemporánea en China no sólo necesita fundamentar científicamente las crisis ecológicas que prevalecen en las sociedades capitalistas y la necesaria reconciliación entre los seres humanos y entre la humanidad y la naturaleza en la sociedad comunista ideal, sino también dilucidar cómo el progreso en la civilización ecológica en la etapa primaria del socialismo puede lograr la trascendencia histórica del capitalismo y del capitalismo verde y realizar la «transformación rojo-verde» en las etapas media y avanzada del socialismo.

En la actualidad, la investigación sobre la ecología marxista china aún no ha dado respuestas teóricas plenamente convincentes a las cuestiones mencionadas y, en el proceso, existen numerosos retos y limitaciones en cuanto a las perspectivas y metodologías de investigación. Entre estos retos destacan las limitaciones que plantean los límites disciplinarios. Dentro del marco disciplinario establecido de la teoría marxista en China, las teorías ecológicas de Marx y Engels, el marxismo ecológico y la teoría de la ecocivilización socialista se clasifican en subdisciplinas distintas, a saber, Principios fundamentales del marxismo, Estudios sobre el marxismo en el extranjero y Marxismo en el contexto chino, respectivamente. Esto restringe la comprensión holística y la investigación exhaustiva de la ecología marxista y obstaculiza la interacción sinérgica entre los textos marxistas clásicos, las fronteras académicas globales y los estudios teóricos chinos autóctonos.

La segunda cuestión radica en la excesiva dependencia de los métodos de interpretación textual. Debido a la falta de comprensión y aplicación de los conocimientos y metodologías de las humanidades y las ciencias sociales medioambientales más amplias, la investigación actual sobre la ecología marxista china se limita a menudo a la generalización o incluso la repetición de las ideas de Marx, Engels y los estudiosos ecomarxistas, así como de los documentos gubernamentales sobre las políticas de conservación ecológica. Como resultado, es difícil lograr un análisis riguroso de la razonabilidad lógica y la aplicabilidad práctica de las teorías y políticas existentes, y aún más difícil desarrollar perspectivas y metodologías cognitivas únicas.

El tercer reto se deriva de los cambios medioambientales del mundo real. A medida que China se enfrenta al empeoramiento de las condiciones medioambientales internacionales, garantizar la seguridad ideológica y reforzar la independencia de los sistemas de conocimiento se han convertido en preocupaciones importantes en la investigación académica china. En este contexto, los académicos chinos deben pensar cuidadosamente cómo equilibrar la relación entre la investigación teórica general y el valor de las reflexiones críticas, y cómo transformar la interpretación del discurso político en la creación de un discurso académico. Abordar estas complejidades exige valentía y sabiduría a los investigadores chinos contemporáneos de ecología marxista que buscan desarrollar ideas y soluciones originales que permitan un progreso continuo en el desarrollo de la ecocivilización socialista.

Notas

  1.  John Bellamy Foster and Paul Burkett, Marx and the Earth: An Anti-Critique (Leiden: Brill, 2016), 1–11.
  2.  Huang Shunji and Liu Jiongzhong, “On the View of Nature in Das Kapital,” Journal of Hebei University (Philosophy and Social Science), no. 4 (1981): 1–9.
  3.  Xu Dixin, “Marx and Ecological Economics: Commemorating the 100th Anniversary of Marx’s Death,” Social Science Front, no. 3 (1983): 50–58.
  4.  Huan Qingzhi, The Discovery of the Value of the Natural Environment: A Study of the Marx-Engels View of Nature in the Modern Environment (Nanning: Guangxi People’s Press, 1994); Xie Baojun, The Eco-Philosophical Implications of Marx’s View of Nature (Harbin: Heilongjiang People’s Press, 2002).
  5.  Chen Xueming, The Ecological Crisis and the Logic of Capital (Leiden: Brill, 2017).
  6.  Zhang Le, A Study on the Methodology of Resolving Ecological Crisis from the Perspective of Capital Logic Domain (Beijing: China Social Science Press, 2016), 55–89.
  7.  Ren Ping, “The Logic of Capital in Ecology and the Logic of Ecology in Capital: A Critique of the Logic of Capital Innovation in the Red-Green Dialogue,” Marxism and Reality 138, no. 5 (2015): 161–66.
  8.  Liu Sihua, Principles of Ecological Marxist Economics (Beijing: People’s Press, 2014).
  9.  Tao Huosheng, Research on Marx’s Ecological Thought (Beijing: Study Press, 2013); Liu Xigang, From Eco-Criticism to Eco-Civilization: A Study of the Value Logic of Marxist Ecological Theory (Beijing: People’s Press, 2021).
  10.  Sun Daojin, Studies in Marxist Environmental Philosophy (Beijing: People’s Press, 2008); Dong Qiang, Studies on the Marxist Ecological Perspective (Beijing: People’s Press, 2015); Fang Shinan, The Ecological Civilization Thought of Marx and Engels (Beijing: People’s Press, 2017).
  11.  Zhihe Wang, Meijun Fan, Hui Dong, and Dezhong Sun, “Ecological Marxism in China,” Monthly Review 63, no. 9 (February 2012): 36–44.
  12.  Ben Agger, Western Marxism: An Introduction (Santa Monica: Goodyear Publishing, 1979); William Leiss, The Domination of Nature (Boston: Beacon Press, 1974).
  13.  Liu Rensheng, An Introduction to Ecological Marxism (Beijing: Central Compilation and Translation Press, 2007).
  14.  Guo Jianren, Ecological Criticism: A Study of Foster’s Ecological Marxism (Beijing: People’s Press, 2008).
  15.  Zhihe Wang, Meijun Fan, Hui Dong, and Dezhong Sun, “What Does Ecological Marxism Mean for China?: Questions and Challenges for John Bellamy Foster,” Monthly Review 64, no. 9 (February 2013): 47–53.
  16.  Kang Ruihua, Wang Ximan, and Ma Jidong, Critiques, Structuring and Inspiration: A Study of Foster’s Eco-Marxist Ideas (Beijing: China Social Science Press, 2011); Hu Ying, A Study on Foster’s Ecological Marxist Thoughts (Harbin: Heilongjiang University Press, 2013); Jia Xuejun, A Study of Foster’s Ecological Marxist Thoughts (Beijing: People’s Press, 2016); Liu Shun, The Ecological Criticism of the Logic of Capital: An Evaluation of Foster’s Ecological Critical Thoughts in the Field of Marxism (Shanghai: Shanghai People’s Press, 2020); Chen Wu, Research on Foster’s Thought on Justice: Based on the Field of Eco-Marxism (Beijing: China Social Science Press, 2020); Liu Yalan, Research on Foster’s Ecological Marxism (Beijing: Social Science Academic Press, 2023).
  17.  Wang Yuchen, Ecological Critique and Green Utopia: A Study of Ecological Marxism Theory (Beijing: People’s Press, 2009).
  18.  Chen, The Ecological Crisis and the Logic of Capital.
  19.  Wang Yuchen, Ecological Marxism and Ecological Civilization Studies (Beijing: People’s Press, 2015); Wang Yuchen, Ecological Marxism and the Theoretical Study of Ecological Civilization in Latecomer Nations (Beijing: People’s Press, 2017).
  20.  Huan Qingzhi, “Socialist Eco-Civilization as a Transformative Politics,” Capitalism Nature Socialism 32, no. 3 (2021): 65–83.
  21.  Huan Qingzhi and Wang Congcong, Socialist Ecological Civilization: Theory and Practice (Devon: China Forestry Publishing House, 2022); Huan Qingzhi, “Socialist Eco-Civilization and Social-Ecological Transformation,” Capitalism Nature Socialism 27, no. 2 (2016): 51–66.
  22.  Ye Qianji, Ye Qianji Anthology (Beijing: Social Science Academic Press, 2014), 81.
  23.  Liu Sihua, Selected Works (Nanning: Guangxi People’s Press), 225.
  24.  Lu Feng, “Agricultural Civilization, Industrial Civilization and Ecological Civilization: An Essay on the Core Ideas of Ecological Philosophy,” Theoretical Investigation 223, no. 6 (2021): 94–101.
  25.  Zhang Yunfei, “On the Historical Position of Ecological Civilization,” Capitalism Nature Socialism 30, no. 1 (2019): 11–25.
  26.  Pan Yue, “On Socialist Eco-Civilization,” Green Leaf, no. 10 (2006): 10–18; Chen Xueming, Ecological Civilization Theory (Chongqing: Chongqing Publishing Group, 2008); Ji Zhiqiang, Socialist Eco-Civilization: How It Is Possible (Beijing: Central Party Literature Press, 2015).
  27.  Zhang Jian, Ecological Civilization and Socialism (Beijing: Minzu University of China Press, 2010), 199–209; Cai Huajie, “The Socialist Meaning of Socialist Eco-Civilization,” Teaching and Research 423, no. 1 (2014): 95–101.
  28.  Zhang Yunfei, “People-Oriented Value Orientation of Socialist Eco-Civilization,” Marxism and Reality 166, no. 3 (2020): 68–75.
  29.  Zhou Yang, Study on the Ecological Civilization Progress under the Five-Sphere Integrated Plan (Beijing: China Book Press, 2019).
  30.  Zhang Yunfei, “The Scientific Paradigm of the Socialist View of Ecological Civilization,” Studies on Marxism 244, no. 10 (2020): 45–53; Huan Qingzhi, “On Socialist Ecological Civilization Economy,” Journal of Peking University (Philosophy and Social Sciences) 325, no. 3 (2021): 5–14; Li Qiang, “The Connotation and Path Construction of Natural Capitalization in the Construction of Socialist Ecological Civilization,” Journal of Poyang Lake 89, no. 2 (2024): 35–46.
  31.  Zhang Yunfei, “A Primer on the Discourse System of Xi Jinping’s Thought on Eco-Civilization,” Probe 208, no. 4 (2019): 22–31; Huan Qingzhi, “The Systematic Sample, Core Concepts and Basic Propositions of Xi Jinping’s Thought on Ecological Civilization,” Academic Monthly 628, no.9 (2021): 5–16.
  32.  Xi Jinping quoted in China Media Project, “Green Waters and Green Mountains,” April 16, 2021.
  33.  Wang Dong, “The Relationship Between Thesis-Based Research and Theoretical Innovation,” Academic Monthly, no. 1 (2003): 8–11; Wu Xiaoming, On the Independent-Assertion of Chinese Academics (Shanghai: Fudan University Press, 2016).
  34.  Wang Zhihe, He Huili, and Fan Meijun, “The Ecological Civilization Debate in China,” Monthly Review 66, no. 6 (November 2014): 37–59.

7. Atentado kurdo en Ankara

Precisamente cuando estábamos hablando de un posible cambio de postura del gobierno turco ante la cuestión kurda, se produce el ataque en Ankara. Esta es una visión desde Rusia, viendo la mano de Occidente. https://swentr.site/news/

Atentado terrorista en Ankara: ¿Un mensaje para Erdogan?

Después de que el Partido de los Trabajadores del Kurdistán admitiera su implicación en el atentado contra la capital turca, queda clara la responsabilidad indirecta de Estados Unidos en esta tragedia

Por Farhad Ibragimov – experto, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad RUDN, profesor visitante del Instituto de Ciencias Sociales de la Academia Presidencial Rusa de Economía Nacional y Administración Pública.

Justo cuando el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, aterrizaba en Kazán para asistir a la cumbre de los BRICS, desde Ankara llegaban noticias espeluznantes: unos terroristas habían atacado la sede de la empresa aeroespacial TUSAŞ. Tres terroristas (entre ellos una mujer), equipados profesionalmente y armados con armas y explosivos, asaltaron la sede de la corporación que fabrica aviones militares y drones y moderniza los cazas F-16. Cinco personas murieron y más de 20 resultaron gravemente heridas.

Los primeros momentos del atentado fueron captados por las cámaras de seguridad; el canal de televisión turco A Haber informó de que la incursión inicial se produjo mientras los guardias de seguridad cambiaban de turno. Algunos terroristas consiguieron entrar en el edificio y tomar rehenes (más tarde fueron liberados por fuerzas especiales, y los terroristas fueron eliminados). El presidente ruso, Vladimir Putin, expresó sus condolencias a su homólogo turco y condenó el atentado. Erdogan, por su parte, declaró que el asalto a TUSAŞ era un atentado contra la independencia del país y prometió continuar la lucha contra el terrorismo.

El ministro del Interior turco, Ali Yerlikaya, informó de que las autoridades han identificado a uno de los autores del atentado como miembro del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), designado organización terrorista por Ankara. La Fuerza Aérea turca lanzó ataques contra objetivos del PKK en Irak y Siria. El Ministerio de Defensa Nacional del país confirmó una operación aérea dirigida contra posiciones terroristas en el norte de Irak y Siria, subrayando que la operación se inició «de conformidad con los legítimos derechos de legítima defensa establecidos en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas». Según el Ministerio turco de Defensa Nacional, se atacaron 32 objetivos.

De hecho, esta retórica se parecía mucho al planteamiento del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que también lanzó rápidamente una operación militar en Gaza tras los sangrientos atentados del 7 de octubre. Y del mismo modo que el ala militar de Hamás reivindicó esos hechos e incluso se atrevió a jactarse del crimen, el PKK hizo lo mismo.

La rápida reacción de las autoridades turcas no es sorprendente, dado que la tragedia ocurrió en la sede de TUSAŞ, una empresa clave en la industria de defensa de Turquía conocida por desarrollar tecnología militar de vanguardia. Sus proyectos incluyen el desarrollo de aviones de combate de quinta generación Kaan, drones de combate Anka, así como el trabajo en aviones de combate F-16. La zona que rodea la planta de producción alberga también el centro de pruebas USET para naves espaciales y satélites, lo que convierte a TUSAŞ en un objetivo prioritario para los grupos armados que se oponen a la expansión militar de Türkiye.

Por sombrío y cínico que pueda sonar, este tipo de ataques rara vez se improvisan; a menudo se planifican meticulosamente para maximizar el impacto. En consecuencia, uno no puede evitar pensar que el momento del atentado fue deliberado: coincidió con la visita de Erdogan a Rusia para asistir a la cumbre de los BRICS y puede ser un posible intento de obligarle a acortar su viaje. Sin embargo, si lo fue, ha fracasado – Erdogan aún participó en el formato «outreach/BRICS+» de la cumbre.

En Turquía, el atentado terrorista ha suscitado una oleada de especulaciones alimentadas por diversas teorías y misterios, que en realidad no son infundados. Por ejemplo, una popular serie de televisión turca predijo el atentado del 23 de octubre en Ankara hace tres años. El episodio inicial de la serie de televisión «La Organización» sobre el trabajo del MIT (Organización Nacional de Inteligencia de Turquía), mostraba un incidente terrorista ocurrido en SİHA, una empresa que produce drones militares de vanguardia y participa en proyectos secretos de la industria de defensa. En la serie, ingenieros turcos fueron víctimas del ataque y se robó información sensible. Posteriormente, los servicios de inteligencia turcos descubrieron que agencias de inteligencia extranjeras habían orquestado el asalto.

Además, esta semana se está celebrando una importante exposición sobre las industrias de defensa, aeroespacial y aeronáutica de Turquía. El sector de la defensa representa casi el 80% de las cifras de exportación de Turquía: solo en 2023, el país exportó equipos de defensa por un total de 10.200 millones de dólares. En otras palabras, es posible que los terroristas tuvieran como objetivo infligir daños al complejo industrial militar de Turquía, especialmente a TUSAŞ, una de las principales empresas de la industria de defensa.

Otra coincidencia llamativa es que el atentado se produjo en un distrito de Ankara conocido como «Kahramankazan», que hasta 2016 se llamaba «Kazan». Los analistas políticos turcos creen que este atentado es una especie de «punto negro» – un mensaje siniestro enviado a Erdogan por su cooperación con los BRICS (sobre todo teniendo en cuenta que la cumbre de los BRICS se está celebrando actualmente en Kazán). Aunque los países occidentales están tratando de enmascarar su descontento con Erdogan por su asistencia a la cumbre en Rusia, está claro que tanto Bruselas como Washington están lejos de estar satisfechos. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, declaró que la entrada de Turquía en el BRICS es un derecho soberano del país, pero está claro que tal movimiento será visto por el Occidente colectivo como «poco amistoso» como mínimo, y puede desencadenar medidas más radicales a la hora de abordar la «cuestión turca». Al mismo tiempo, Rutte se apresuró a dar el pésame a Turquía y «condenó enérgicamente el atentado».

Turquía tiene la certeza de que Occidente intenta atemorizar a Erdogan mediante actos de terrorismo que orquesta utilizando al Partido de los Trabajadores del Kurdistán como su «herramienta eficaz». Özgur Özel, líder del principal partido de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), afirmó que el momento del atentado fue deliberado. Además, algunos políticos turcos sospechan que este incidente podría ser un intento externo de interrumpir el diálogo con las fuerzas políticas kurdas del país.

Los lazos entre el PKK y Estados Unidos siguen siendo uno de los temas más polémicos en las relaciones entre Ankara y Washington. Aunque ambos países califican oficialmente al PKK de organización terrorista, Estados Unidos mantiene contactos con el grupo. Desde su perspectiva, la colaboración con los grupos kurdos es una estrategia necesaria en la lucha contra el ISIS. Washington suele justificar su apoyo al PKK como una alianza táctica destinada únicamente a lograr objetivos militares a corto plazo. Sin embargo, Türkiye considera esta cooperación como una amenaza directa a su seguridad nacional, ya que todos los grupos kurdos de la región están estrechamente vinculados al PKK y comparten puntos de vista similares respecto a la autonomía kurda.

Estados Unidos no sólo proporcionó ayuda militar a las Unidades de Defensa Popular (YPG), sino que también las entrenó, lo que suscitó gran preocupación en Turquía. Ankara ha advertido en repetidas ocasiones de que las armas y el equipo suministrados a los combatientes kurdos en Siria podrían utilizarse contra las fuerzas turcas en el actual conflicto con el PKK en el sureste del país. Además, Turquía afirma que las armas entregadas al YPG han caído con frecuencia en manos del PKK, facilitando ataques contra el ejército turco.

El apoyo directo de Estados Unidos a las fuerzas kurdas tensa en ocasiones las relaciones entre Washington y Ankara.

Turquía considera que la alianza con las YPG socava la soberanía y la seguridad del país. Sin embargo, a pesar de las exigencias de Turquía de que deje de apoyar a las fuerzas afiliadas al PKK y rompa todos los lazos con ellas, Estados Unidos sigue proporcionando ayuda militar al YPG.

En respuesta, Turquía ha llevado a cabo numerosas operaciones militares en el norte de Siria, como la Operación Rama de Olivo y la Operación Primavera de Paz. Estas campañas pretenden alejar a las YPG de la frontera y establecer una «zona segura» para evitar la propagación de la influencia kurda cerca de las fronteras de Turquía. Dado que el PKK está implicado en el reciente atentado de Ankara, se podría argumentar que Estados Unidos tiene cierta responsabilidad indirecta en el mismo. En los últimos años, Washington ha advertido a Ankara de las posibles consecuencias si no corta sus lazos con Moscú y deja de ampliar sus relaciones con Pekín.

Mientras tanto, siguiendo su característica política multivectorial, Turquía se ha esforzado por mantener su papel de aliado fiable de Occidente dentro de la OTAN, respetando al mismo tiempo sus propios intereses nacionales, ya que es plenamente consciente de los problemas a los que se enfrentaría en caso contrario.

En el verano de 2023, el influyente periódico turco Yeni Şafak, afiliado al gobierno, informó de que Washington estaba librando una guerra no declarada contra Ankara apoyando al PKK en Siria. Los analistas de la publicación señalaron que el PKK, contra el que Turquía lucha activamente desde 2015 (también en Siria), estaba a punto de ser desmantelado. Sin embargo, Estados Unidos siguió prestando asistencia a la rama siria del PKK, conocida como Unidades de Defensa Popular (YPG), mediante el entrenamiento de combatientes y la realización de ejercicios militares. Las autoridades turcas consideran tanto al PKK como a las YPG amenazas principales para la seguridad nacional del país. El ejército turco lleva a cabo regularmente operaciones contra grupos armados kurdos en el norte de Siria y mantiene una importante presencia a lo largo de la frontera. Ankara ha acusado repetidamente a Estados Unidos de proporcionar ayuda militar y armas a las YPG en el norte de Siria, mientras que Washington se ha abstenido casi siempre de hacer comentarios.

Un año después, en agosto, periodistas turcos descubrieron pruebas de que la administración Biden estaba trabajando para reforzar las fuerzas kurdas en Siria suministrándoles sistemas de misiles de corto alcance Avenger. Además, se supo que el Pentágono había comenzado a entrenar a combatientes kurdos en el uso de estos sistemas. Informes de Syria TV, un canal afiliado a la oposición pro-Ankara, confirmaron que Estados Unidos había enviado un nuevo cargamento de sistemas Avenger al noreste de Siria. Los instructores estadounidenses incluso decidieron formar a miembros de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) -una alianza militarizada dominada por grupos kurdos- en su manejo. El verano pasado, los dirigentes turcos prometieron en repetidas ocasiones despejar de fuerzas kurdas las zonas fronterizas de Siria e Irak. Desde octubre de 2023, Turquía ha intensificado los ataques en el norte de Siria, tras un atentado perpetrado por militantes del PKK frente a la Dirección General de Seguridad en Ankara. El ejército turco intensificó el bombardeo de bastiones kurdos clave a lo largo de la frontera meridional, atacando infraestructuras industriales, cuarteles generales de las Fuerzas de Autodefensa, arsenales militares y refinerías de petróleo. Sin embargo, a pesar del feroz descontento de los funcionarios turcos, Estados Unidos siguió apoyando a las unidades kurdas.

Casualidad o no, el atentado terrorista de Ankara se produjo justo cuando Erdogan llegaba a Kazán para estrechar lazos con el Sur Global. Como miembro de la OTAN, se ha convertido en un modelo a seguir para aquellos miembros de la alianza que no están de acuerdo con las acciones de Bruselas y Washington, pero tienen miedo de hablar o actuar. Para estos países, Turquía representa un ejemplo que podría guiarles de nuevo a dar prioridad a sus propios intereses nacionales. En pocas palabras, Erdogan ha optado por ir a por todas y desafiar las reglas del juego que los estadounidenses habían impuesto a Europa Occidental e intentan imponer a todo el mundo. Pero su radical desprecio por las reglas puede no ser fácilmente perdonado por Washington.

8. El crecimiento de la riqueza va unido al crecimiento de la pobreza

También Prabhat Patnaik tiene una opinión muy negativa sobre los recientes ganadores del «Nobel de Economía». Su tesis principal es que unos países se «desarrollan» a costa de la pobreza de otros, porque así es el funcionamiento del capitalismo. https://peoplesdemocracy.in/

La dialéctica de la riqueza y la pobreza

Prabhat Patnaik

El Premio Nobel de Economía de este año (el Premio del Riksbank para ser más precisos) ha sido concedido a tres economistas estadounidenses por sus investigaciones sobre lo que promueve o dificulta el crecimiento de la riqueza entre las naciones; y asignan un papel crucial a las instituciones, argumentando que las instituciones occidentales como la democracia electoral favorecen el crecimiento. Allí donde el colonialismo condujo a la promoción de lo que ellos llaman «instituciones inclusivas», como en las colonias de colonos, el crecimiento floreció, pero en otros lugares del imperio colonial donde el colonialismo estableció «instituciones extractivas», resultaron ser perjudiciales para el crecimiento.

Su trabajo ha suscitado muchas críticas. Algunos han afirmado que su argumento carece de sustancia: el éxito del crecimiento de Asia Oriental va acompañado de una falta de democracia al estilo occidental y de un entorno libre de corrupción; de hecho, la corrupción caracterizó a los países occidentales en su periodo de alto crecimiento. Otros han argumentado que el contraste entre las colonias de asentamiento y las demás colonias puede atribuirse a que las primeras recibieron como inmigrantes a los «parientes» de las poblaciones occidentales. Otros han criticado la apoteosis de las instituciones occidentales por parte de los autores y su silencio ante la extrema opresión desatada por el colonialismo.

Nuestro propósito aquí no es discutir los argumentos de estos autores, sino subrayar una laguna básica en su propia percepción del crecimiento y el subdesarrollo, una laguna que caracteriza la percepción incluso de sus críticos, por mucha razón que éstos puedan tener. Esta laguna consiste en que consideran que la pobreza surge de una ausencia de desarrollo en lugar de ser un acompañamiento dialéctico del propio crecimiento. La imagen que suscriben implícitamente es la de una carrera, en la que algunos países con buenas instituciones («inclusivas») avanzaban mientras que otros con malas instituciones («extractivas») se quedaban atrás; lo que esta imagen pasa por alto es que el hecho de que unos se queden atrás se debe a que los otros avanzaron, que el crecimiento capitalista produce pobreza. El difunto André Gunder Frank había acuñado una frase para describir este fenómeno: el desarrollo del subdesarrollo, que subrayaba que el subdesarrollo no era falta de desarrollo sino en sí mismo una forma específica de desarrollo que acompañaba a lo que generalmente reconocemos como «desarrollo». Hay una ausencia total de reconocimiento de esta dialéctica entre desarrollo y subdesarrollo o entre el crecimiento de la riqueza en un polo y la pobreza en otro en la argumentación de los galardonados con el Premio Riksbank.

La razón fundamental de esta dialéctica del crecimiento de la riqueza que acompaña al crecimiento de la pobreza, y de su contrapartida internacional, a saber, el desarrollo de unos países que acompaña al subdesarrollo de otros, reside en lo siguiente: el crecimiento capitalista va necesariamente acompañado de un proceso de acumulación primitiva de capital, que conlleva la expropiación y, por tanto, el empobrecimiento de una masa de pequeños productores; pero el número de personas que trabajan en el sector capitalista, a las que asimila como trabajadores directamente, son sólo una fracción de los empobrecidos. Las cifras absolutas de las víctimas de la acumulación primitiva de capital que permanecen «fuera del sistema» siguen aumentando a medida que avanza la acumulación de capital; o, si sus cifras absolutas no aumentan, sino que permanecen constantes o disminuyen, entonces la extensión de la pobreza aumenta entre ellos. Pero una disminución tanto del número de personas empobrecidas por el sistema pero que permanecen fuera de él, como de la extensión de la pobreza de dichas personas, queda descartada por el hecho de que la acumulación primitiva es un proceso incesante.

Es este fenómeno el que explica por qué la acumulación de riqueza en un polo va acompañada simultáneamente del crecimiento de la pobreza en otro. Sin embargo, la percepción de este fenómeno se ve típicamente oscurecida por la ausencia de una visión global de la totalidad del proceso de acumulación; la atención se centra sólo en una parte concreta del mismo, lo que da una impresión errónea.

En el transcurso del largo auge del capitalismo, que se extendió desde mediados del siglo XIX hasta la primera guerra mundial, cuando el capitalismo se consolidó como sistema global, esta dialéctica de riqueza y pobreza funcionó de la siguiente manera. Hubo una difusión del capitalismo desde Gran Bretaña a la Europa continental y más allá a las regiones templadas de asentamiento europeo como Canadá, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. El mecanismo para ello fue una difusión de la industria a estas zonas de colonialismo de colonos, que fue posible gracias a que Gran Bretaña no sólo mantuvo su propio mercado abierto a las importaciones de estas regiones, sino que además les exportó capital para acompañar la emigración masiva desde Gran Bretaña y el resto de Europa a estas regiones.

La magnitud de la emigración europea se estimó en al menos cincuenta millones entre el final de la guerra napoleónica y la Primera Guerra Mundial. Los que emigraron, desposeyeron a las poblaciones locales de sus tierras; los que no murieron luchando, o a causa de las nuevas enfermedades a las que ahora estaban expuestos, fueron agrupados en «reservas». La migración sólo desde Gran Bretaña fue tan grande que se calcula que casi la mitad del aumento natural de la población británica cada año, abandonó sus costas en dirección al «Nuevo Mundo» durante este periodo.

Como el mercado británico estaba abierto tanto al sector primario como a las exportaciones industriales de estos países de asentamiento recientemente industrializados y además Gran Bretaña también realizaba exportaciones de capital a estos mismos países, acumuló grandes déficits de balanza de pagos con respecto a ellos. Además, el superávit de las importaciones británicas procedentes de estas regiones habría causado normalmente cierta desindustrialización en la economía británica, creando desempleo y generando presiones para proteger el mercado británico frente a las mercancías importadas. Esto se evitó porque los bienes británicos, incluyendo sobre todo los textiles de algodón que habían encabezado la Revolución Industrial, y que se estaban produciendo muy por encima de las necesidades de su propio mercado interno, se exportaron a sus colonias tropicales; Eric Hobsbawm se refiere a la creciente venta por parte de Gran Bretaña en las colonias (tropicales) de lo que no podía en casa, como una «huida a las colonias». Dichas exportaciones provocaron a su vez la desindustrialización en estas colonias, donde los artesanos y artesanas tradicionales, sobre todo hilanderas y tejedoras, perdieron sus ocupaciones y fueron arrojados a la tierra provocando un aumento de los alquileres, un descenso de los salarios y un aumento de la pobreza masiva.

Los déficits de la balanza de pagos británica con respecto a los «nuevos países industrializados» de ese periodo, se cubrieron sustancialmente con dos partidas que obtuvo de las colonias tropicales: una fueron las exportaciones desindustrializadoras a estas colonias a las que nos hemos referido anteriormente. La otra era la fuga de riqueza, es decir, las transferencias unidireccionales, de estas colonias a Gran Bretaña: la totalidad de los excedentes anuales de exportación de países como la India eran desviados por Gran Bretaña sin contrapartida alguna y contribuían a pagar el déficit de Gran Bretaña con respecto a sus colonias de colonos y otros «nuevos industrializadores».

Este sistema funcionó porque estas colonias tropicales tenían un excedente de exportación de mercancías frente al continente europeo, el Nuevo Mundo y Japón. El enorme superávit de exportación de mercancías de la India con estos países, el segundo mayor del mundo durante muchas décadas, surgió de su capacidad para suministrarles los productos primarios que necesitaban para su industrialización. Gran Bretaña se apropió totalmente gratis de estos excedentes de exportación para pagar su propio déficit con respecto al «Nuevo Mundo». Era gratis porque Gran Bretaña «pagaba» al campesinado por sus productos de exportación con sus propios impuestos; ésta fue quizá la fuente más importante de generación de pobreza en las colonias tropicales.

El crecimiento de la riqueza en las colonias de colonos y en otros lugares durante lo que Hobsbawm denomina el «largo siglo XIX» (que se extiende hasta la Primera Guerra Mundial) tuvo como contrapartida el crecimiento de la pobreza, incluidas las hambrunas periódicas, en las colonias tropicales que eran colonias de conquista (a diferencia de las colonias de asentamiento). Para que no se piense que países como India siempre fueron tan pobres como en el momento de la independencia, merece la pena citar aquí una estimación de Shireen Moosvi, historiadora económica. Ella calcula la renta per cápita de la India mogol a partir de las cifras de ingresos dadas por Abul Fazl para 1575 y la compara con la cifra de renta per cápita proporcionada por S Subramonian para toda la India en 1910, y encuentra que esta última es inferior a la primera en términos reales.

La difusión del capitalismo industrial en el largo siglo XIX fue posible gracias a la succión de una parte del excedente de las colonias tropicales; el acceso al mercado proporcionado a los «nuevos industrializadores» por Gran Bretaña tuvo como contrapartida la invasión por parte de Gran Bretaña de los mercados de sus colonias tropicales. Ambas cosas formaban parte de un proceso de acumulación primitiva de capital que produjo la pobreza masiva moderna en estas colonias; pero los beneficiarios de esta acumulación primitiva de capital fueron las regiones templadas de asentamiento europeo que presenciaron un aumento masivo de su riqueza. La acumulación de riqueza y la acumulación de pobreza estaban, pues, dialécticamente relacionadas. Pero la economía burguesa nunca admitiría este hecho.

9. Veto a Venezuela. La opinión de Putin.

La opinión de Putin -subtitulado en español- al veto de Lula a Venezuela: https://x.com/Carocarolina81/

10. Puede haber empezado el ataque a Irán

Ayer Bhadrakumar publicaba un tuit enlazando con una noticia de la prensa árabe en la que se decía que las señales eran muy negativas y se esperaba el ataque israelí a Irán en una semana https://x.com/BhadraPunchline/. Se está publicando ahora mismo que podría haber empezado: https://x.com/TheCradleMedia/.Es The Cradle y la agencia Fars, por lo que tiene credibilidad.

Si no va a más, parece que el ataque israelí ha sido contenido -para ser israelí-. Ni tan «flojo» como el de Ispahan, ni tan mortífero como para atacar las instalaciones petrolíferas o nucleares. Ahora falta ver la respuesta iraní. Esto opina un analista en el seguimiento continuo que está haciendo Al Jazeera: https://www.aljazeera.com/

Hasta ahora, el ataque israelí parece sólido pero evita las infraestructuras clave: Analista

Ali Vaez, director de proyectos para Irán del International Crisis Group, afirma que el ataque de Israel contra Irán hasta ahora parece estar en el «rango medio» de sus posibilidades.

Los ataques fueron «considerablemente más contundentes que su respuesta al anterior ataque de Irán en abril, pero sin llegar a apuntar a infraestructuras clave o instalaciones nucleares», dijo Vaez a Al Jazeera.

«Las preguntas ahora son, en primer lugar, si éste es el alcance total de su respuesta y, en segundo lugar, si Teherán absorberá el golpe e intentará trazar una línea en este intercambio o subirá de nuevo la apuesta con una contra-respuesta», dijo Vaez, señalando que Irán tiene ahora varias opciones para su respuesta, “cada una de las cuales tiene riesgos importantes”.

Irán podría ahora lanzar ataques contra Israel y enfrentarse a otra represalia, probablemente mayor, dijo Vaez, o podría atacar a través de sus apoderados, que se han debilitado significativamente en las últimas semanas.

Otra opción sería atacar intereses estadounidenses en otros lugares de la región «pero entonces se enfrentará no sólo a Israel, sino también a Estados Unidos», dijo.

Desde el inicio de la guerra contra Gaza, EE.UU. ha desplegado equipos militares en la región, incluidos sistemas avanzados de defensa aérea y aviones estadounidenses.

Estos movimientos, dijo Vaez, tenían «dos propósitos: Disuadir a los iraníes de una respuesta, y defender a Israel de una respuesta si ésta falla».

11. Libro de Joan Tafalla sobre Lenin

Joan ha escrito un libro sobre Lenin, y Alejandro Andreassi ha publicado esta reseña que veo ahora en Viento Sur.

https://vientosur.info/resena-

¡Hola Lenin! Reflexiones sobre la revolución

Alejandro Andreassi 25/Oct/2024
Joan Tafalla: “Continuamos y seguiremos queriendo la luna”1

Empiezo por el final: el libro es magnífico, no sólo por la calidad de las reflexiones del autor y por su erudición, sino también porque es al mismo tiempo una herramienta para la lucha política. Es un libro militante escrito por un militante comunista –que es al mismo tiempo doctor en Historia con una tesis sobre resistencias populares en la Revolución francesa– para militantes y para todos los que mantengan el interés por conseguir una sociedad donde reinen la libertad, la igualdad y la fraternidad. Y cito una frase al final de libro que expresa la esperanza del autor y que comparto: “Continuamos y seguiremos queriendo la luna” (p. 297). Joan Tafalla en el prólogo hace una afirmación tajante que sirve de hilo conductor y de fundamento de su intención al escribir este libro: “La vida me ha demostrado que, sin una vuelta al marxismo revolucionario de Lenin, nuestra lucha revolucionaria por la superación del capitalismo no tiene ninguna posibilidad de prosperar. Nunca he buscado la letra sino el espíritu con que Lenin afrontaba la cuestión” (p. 16).

Y en este libro nos muestra el proceso del pensamiento de Lenin desde la perspectiva del materialismo histórico y de la dialéctica como metodología de su pensamiento, aplicadas sistemáticamente al análisis concreto de la situación concreta, practicando de esta manera la filosofía de la praxis2 –teoría contrastada con la realidad empírica en proceso de ida y vuelta. Por lo tanto, Tafalla nos plantea que analizar una situación concreta no significa aplicar como una receta infalible lo que dice Lenin en tal o cual texto suyo que nos parezca adecuado para esa situación, sino analizar el proceso de su pensamiento sobre una situación concreta, cómo piensa, qué metodología utiliza, cómo se acerca a la realidad empírica con la que contrasta las conclusiones a las que llega. Esto le permite elaborar una síntesis, que explica de modo heurístico y holístico la situación analizada. Por eso el autor recoge esta metodología de Lenin cuando afirma: “…he vuelto a Lenin para intentar captar el método y el estilo con el que él afrontaba situaciones análogas”, (p. 38). Pienso que esta metodología que él propone resulta válida para cualquier estudio de nuestros clásicos.

Al mismo tiempo, este libro, aunque todos sus capítulos me han resultado enormemente interesantes y de los que he aprendido mucho, hay que leerlo como una totalidad. Ya veréis que los diversos capítulos se interrelacionan entre sí componiendo un análisis poliédrico del pensamiento de Lenin. En su desarrollo Joan Tafalla siempre hace un análisis contextual para explicar las raíces y las razones del pensamiento de Lenin. Al mismo tiempo, aplica la metodología de Lenin al analizar la situación política y económica actual, tanto a nivel nacional como internacional, utilizando los conceptos elaborados por Lenin pero comprobando su validez en la prueba de su adecuación a la coyuntura actual.

El diálogo entre el texto de Lenin y su contexto es la clave del método que utiliza el autor y que nos permitirá aprovechar las citas que hace de Lenin no como una escritura sagrada que hay que seguir al pie de la letra, sino como una reflexión viva en la que vemos cómo funciona el cerebro de Lenin. Por lo tanto, esta es la manera en que su pensamiento no sólo sigue vivo, sino que nos sirve como método para analizar la situación actual en la que estamos inmersos. El objetivo de un libro como este es el de aprender cómo los conceptos y método de pensamiento de Lenin nos pueden ayudar en la actualidad. En ello consiste la práctica teórica, en el diálogo entre contexto y teoría, y en la reflexión con la consiguiente modificación o confirmación del supuesto teórico.

Por ello, nos explica Joan Tafalla, la concepción de Lenin del partido revolucionario está estrechamente vinculada a esta praxis teórica y práctica que surge únicamente en tanto el partido forma parte de la clase obrera participando en sus luchas y reflexionando colectivamente sobre esta experiencia de lucha de manera constante. En ningún caso el partido es una estructura que está sobre la clase obrera actuando como vanguardia iluminada ejerciendo el liderazgo de una clase pasiva, que sigue al partido como el rebaño al pastor (pp. 266-274).

Joan Tafalla define los campos en los que Lenin ha hecho una revolución teórica: la cuestión del imperialismo, la guerra imperialista y la posición del movimiento obrero ante ésta, la cuestión campesina y su alianza con la clase obrera, la cuestión nacional, la cuestión del Estado (y la democracia) y la cuestión de la dialéctica. Esta revolución teórica significó la ruptura radical con Kautsky y con el marxismo de la Segunda Internacional, por tanto con el sesgo determinista, economicista, positivista y evolucionista del pensamiento de Marx y Engels (p. 173).

Un aspecto fundamental de su reflexión sobre el pensamiento de Lenin se centra en la cuestión de la lucha de clases y de la hegemonía. Considera que Lenin ya utiliza el concepto que más tarde elaborará E.P. Thompson por el que las clases sociales se constituyen en la lucha de clases. También evoca el vínculo en la concepción de la hegemonía entre Lenin y Gramsci: la clase que dirige –por tanto, la clase hegemónica– comienza la construcción de su hegemonía antes de llegar al poder. Así como la importancia de la pedagogía como herramienta para conseguir la hegemonía (pp. 181 y 200). También, la cuestión de la hegemonía surge cuando Lenin habla de la revolución cultural necesaria para completar la revolución política y social (p. 234).

Para completar esta reseña del libro de Joan Tafalla comentaré algunos puntos de su libro que me resultan sumamente interesantes para un debate posterior. El primer punto se refiere a la democracia consejista o soviética. Respecto a los que como Plejánov proclamaban que la Comuna de 1871 “era historia antigua”, Lenin la considera como una fuente de inspiración de la verdadera democracia y como sinónimo de verdadero poder proletario. Y fijaos que repetidamente esta experiencia se ha vuelto a poner a la orden del día cada vez en que se ha producido un cambio en la relación de fuerzas entre las clases dominantes y las clases subalternas, y no sólo durante la Revolución rusa, sino también durante las primeras fases de la Revolución alemana de 1918-1919, durante los consejos obreros turineses de 1919-1921 que analizó Antonio Gramsci, durante la guerra civil española, durante la liberación de las ciudades y pueblos por el movimiento antifascista contra la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial, durante la Larga Marcha de la Revolución china, la Revolución de los Claveles en Portugal, hasta nuestros días con el movimiento zapatista o la lucha del pueblo kurdo en Rojava.

El segundo punto trata sobre la cuestión campesina, en la que Joan Tafalla deja muy claro la importancia que para Lenin tenía la relación del partido obrero con el campesinado, y no sólo en la fase de la revolución democrática contra la autocracia zarista, sino en la fase de transición al socialismo una vez producida la Revolución de Octubre. En este sentido, nuestro autor señala que el pensamiento de Lenin está influido por el recuerdo de los populistas rusos como Chernyshevski3 y, por tanto, por la importancia de la clase campesina no sólo porque demográficamente su presencia era abrumadora, sino porque había sido una protagonista principal de los movimientos sociales del XIX y especialmente de la revolución de 1905-1906.

Lo importante sobre este tema y especialmente para una lectura de la actualidad a través del pensamiento de Lenin es lo que podríamos denominar como el momento populista de Lenin. Este no tiene nada que ver con las teorías de Ernesto Laclau que difundieron en nuestro medio Pablo Iglesias y Podemos, no se trata de buscar una unidad popular en base a “significantes vacíos” que permitan amalgamar diferentes intereses de las clases subalternas, sino por el contrario, como escribe Lenin y cita Joan Tafalla: se trata de que el partido obrero y la clase obrera deben asumir como suyas las reivindicaciones del campesinado: “Nuestro partido debe incluir esas reivindicaciones [las de los campesinos] si quiere ponerse a la cabeza de todo el pueblo en su lucha contra la autocracia” (pp. 56-57). Una muestra clara de ello es la decisión bolchevique de asumir el programa de reparto de la tierra aprobado (Reparto negro – Chernyyperedel) en el Congreso de las aldeas, coincidente con la propuesta eserista [los socialistas revolucionarios] pero que ese partido, miembro del gobierno provisional, había rechazado aplicar (pp. 65-67).

También cita a dos autores sobre esta cuestión. Por una parte, Teodor Shanin, que consideraba a los populistas rusos como revolucionarios conservadores, porque rechazaban la modernización capitalista y apostaban por el paso directo al socialismo en Rusia sobre la base del mir (p. 255). Por otro, la importancia de la pervivencia de la comuna agraria, como señalaba Moshe Lewin al escribir que “con la revolución el mir va a resucitar casi milagrosamente […]la reforma agraria, liberando a las aldeas de los obstáculos, va a cumplir una igualación entre ellos” (p. 63). Por todo ello remarca el papel fundamental de la comuna agraria en la ola revolucionaria de 1917-1918 (páginas 66-67). Como bien escribe Joan Tafalla, si se conecta la cuestión de la democracia consejista o soviética con la cuestión campesina, vemos en la aprobación por el II Congreso de los Soviets del decreto sobre la tierra no la entrega de la tierra a las aldeas por parte de los bolcheviques, sino la respuesta del Congreso de los soviets al mandato imperativo de las aldeas, y como afirma nuestro autor: “… en eso consiste la democracia real” (p. 68), la materialización de uno de los principios elaborados por la Comuna de París y defendidos por Lenin en su libro El Estado y la revolución.

El libro de Tafalla nos aporta muchas sugerencias que nos permiten desarrollar análisis ulteriores sobre las cuestiones planteadas por Lenin y que pueden sernos de gran utilidad para el análisis de los problemas actuales, como este que reproduzco: “para la tradición democrática y revolucionaria, el proletariado era el conjunto de las capas y clases explotadas y oprimidas, y [que] su proceso de constitución en clase era permanente y con avances y retrocesos” (p. 296). Es el reconocimiento de una concepción que no sólo refleja la complejidad de las clases subalternas y sus articulaciones internas, sino también las condiciones que es necesario hoy en día tener en cuenta para alcanzar una alianza entre oprimidos capaz de hacer frente a las clases dominantes, muy lejos de perspectivas reduccionistas que presentan la lucha de clases como una confrontación entre una burguesía y un proletariado abstractos y homogéneos.

Hay que recordar que los productos del trabajo pueden ser tanto materiales como inmateriales y es la concepción que le permite a Marx incluirlos en la producción capitalista. Es por eso que cuando Marx se refiere a la relación de explotación propia del capitalismo, no se refiere tan sólo a la producción material que se realiza en una fábrica textil o metalúrgica, sino también a la producción intelectual que realiza un profesor asalariado en una academia privada, ya que con su trabajo también produce plusvalor, valorización del capital (contribuye al acto valorización del capital4). Por lo tanto, este concepto puede aplicarse hoy en día a todos los trabajadores que independientemente de su cualificación y el tipo de actividad en la que participan están asalariados al servicio de un capitalista o una empresa capitalista: asistentes sociales, médicos, profesores, científicos en general; donde su trabajo produce plusvalor que es apropiado por el capitalista.

Una de las conclusiones fundamentales que nos aporta Joan Tafalla es la que hace a partir de preguntarse si la Revolución rusa, que va a ser el marco interpretativo del movimiento comunista del siglo XX, lo seguirá siendo para la militancia comunista del siglo XXI. Y él nos responde, en primer término, que las lecciones del pasado son imprescindibles al menos para identificar los múltiples obstáculos que afrontan los proyectos revolucionarios, lo que hace que el estudio de su historia sea condición necesaria (p. 262). Y en segundo término que «…de acuerdo con lo dicho sobre la cuestión del progreso, la revolución entendida como locomotora de la historia cuyas calderas son alimentadas por el desarrollo de las fuerzas productivas ha sido descartada hace mucho tiempo. Las fuerzas productivas desencadenadas hace décadas que se han convertido en fuerzas destructivas. La ideología del progreso infinito proveniente de la Ilustración fisiocrática conminó al marxismo inventado por la segunda Internacional, y que fue heredada por las sucesivas internacionales, ha tenido como resultado inesperado favorecer los mecanismos de acumulación del capitalismo. Pero éste, en su desenfrenado y caótico desarrollo conduce el tren de la humanidad hacia el colapso ambiental, hacia el desastre humanitario, hacia la guerra, hacia la barbarie.»

Con esta cita nos ofrece una perspectiva similar a la que propone Walter Benjamin al que nuestro autor cita, afirmando que “… el sentido de la revolución del siglo XXI debe atenerse más que nunca a la advertencia de Walter Benjamin: «Tal vez las revoluciones son el gesto de agarrar el freno de seguridad que hace la humanidad que viaja en este tren»” y por tanto continúa diciendo “Ha llegado la hora de hacerle caso” (pp. 263-264).

Por lo tanto en síntesis, un libro muy valioso para el estudio de la historia y para el activismo, ya que es el producto de la reflexión de un historiador militante.

Alejandro Andreassi es profesor jubilado del Departament d’Història Moderna i Contemporània de la Universitat Autònoma de Barcelona

  • 1. ¡Hola Lenin! Reflexiones sobre la revolución, Irrecuperables, 2024
  • 2. Tal y como escribe Hegel, «el búho de Minerva levanta el vuelo al anochecer», después de la experiencia viene la reflexión sobre la misma.
  • 3. Lenin tituló una de sus obras más conocidas como el propio título del libro principal de Chernyshevski: ¿Qué hacer?

4. Marx, El Capital, libro 1, Vol. 2, 616.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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