“Sobre el concepto de ‘innovación’” por Manuel Martínez Llaneza

El profesor jubilado MML es miembro de Espai Marx.

A mí la ‘innovación’ me parece uno de los mayores timos de la propaganda y la ideología capitalistas. En el mundo industrial existe desde hace mucho el concepto I+D (Investigación y Desarrollo, con su correspondiente paralelo en inglés y francés, R&D). Con ello, se definió una serie de actividades reales que se consideraron singulares y ajenas a la mera ‘producción’, y con ello se justificaban subvenciones que violaban el concepto capitalista de que el estado no debe intervenir más que en la seguridad y la guerra (laissez faire). Como las grandes empresas (alemanas en primer grado) se privaban de golosos subsidios, ya en las conclusiones del primer Programa Marco de la UE (mediados los años 80) inventaron el rocambolesco nombre de “I+D precompetitivo” que permitía que se subvencionasen las actividades de I+D hasta el momento anterior de poner el producto en la vitrina del comercio. (Más o menos).

El nombre que habían inventado cantaba mucho y despertaba disputas conceptuales en el CDTI y otras instituciones. Además, hacer investigación y/o desarrollo requiere un esfuerzo y una inversión que no todas las empresas se pueden permitir, y resultaba que todos los fondos se lo llevaban los alemanes (menos los griegos, que monopolizaron la gestión de proyectos que sí se podía facturar). La cosa estaba clara: una cosa es ser liberal y otra ser gilipollas, una cosa es estar en la Europa liberal y otra quedarse sin subvenciones nacionales. Hubo un gran descontento, Miterrand hizo un plan francés de 1 página (Eureka) que resultó un fracaso: era una llamada a italianos y españoles para crear un núcleo mediterráneo que no resultó.

Fue entonces cuando un genio de la lingüística y la filosofía encontró el término mágico: INNOVACIÓN. Bastó poner una ‘i’ para configurar el nuevo amuleto: I+D+i. Con la modestia de la minúscula se permitía subvencionar a los que innovaban la pintura del local, los uniformes de los empleados, el embalaje o la propaganda de empresa, incluso a los que cambiaban de lado un botón del aparato de patente alemana o yanqui que fabricaban o sólo vendían. El éxito fue espectacular. Todas las empresas subvencionables crearon su I+D+i, incluso con I mayúscula; CCOO cambió inmediatamente el nombre de su departamento correspondiente.

Y así seguimos, viendo lo fácil que es hacer feliz a un empresario. Y cómo se difunden los bulos.

Manuel

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *