DEL COMPAÑERO Y MIEMBRO DE ESPAI MARX, CARLOS VALMASEDA.
ÍNDICE
1. Movimiento septembrista en Francia.
2. Por una alternativa «antipolar».
3. Elecciones en Noruega y situación económica.
4. La partición de Ucrania según Orban.
5. Los aranceles y la necesidad de «dirigismo».
6. La falsa transición energética.
7. La respuesta occidental a Tianjin.
8. La desigualdad en la producción agroalimentaria.
9. Resumen de la guerra en Palestina, 8 de septiembre de 2025.
1. Movimiento septembrista en Francia.
Ayer cayó el gobierno de Bayrou y todo el mundo está expectante respecto a la amplitud de las movilizaciones del 10, por lo que en Contretemps han empezado a sondear las opiniones de la izquierda ante la situación actual. Comienzan con un artículo de dos diputados de La Francia Insumisa.
https://www.contretemps.eu/debouche-politique-mouvement-10-septembre/
¿Qué salida política tiene el movimiento septembrista?
Clémence Guetté y Hadrien Clouet 7 de septiembre de 2025
El mes de septiembre ve resurgir en Francia la crisis política, rayana en la crisis de régimen, que el bloque en el poder de Macron y Los Republicanos había logrado suspender provisionalmente con la complicidad del Nacionalista Republicano y del Partido Socialista. El Gobierno de François Bayrou tiene todas las posibilidades de caer el día 8 y, a continuación, el día 10 se anuncia una jornada de movilizaciones, imprevisible en su amplitud, sus formas y su radicalidad, pero muy esperada.
Contretemps ha pedido a varios militantes o dirigentes de organizaciones de la izquierda social y política que desarrollen sus posiciones sobre la nueva coyuntura política que se ha abierto este verano y las perspectivas que plantean. En esta contribución, Clémence Guetté y Hadrien Clouet, diputados de La France Insoumise, sitúan esta jornada de movilización en un verano político que exige prolongaciones muy políticas para poner fin al reinado de Emmanuel Macron.
También pueden leer en nuestra página web la contribución de Hendrik Davi, diputado miembro de L’Après.
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Un verano político
Por primera vez en el siglo XXI, el letargo estival no ha diluido las movilizaciones políticas. Así, durante el verano, dos millones de personas firmaron una petición contra la ley Duplomb sobre los pesticidas. El movimiento por la paz se reforzó con la salida de una nueva flotilla de la libertad, a bordo de la cual se encontraban dos diputadas insumisas. Y al día siguiente de la declaración de guerra social de François Bayrou, surgieron espontáneamente en las redes sociales llamamientos a la respuesta popular.
Esta politización estival no cae del cielo: se inscribe en un contexto socioeconómico particular. Cíngulosamente, los anuncios presupuestarios de François Bayrou actuaron como detonante, revelando una ira popular ya latente. Estructuralmente, el verano permite a una parte de la población disfrutar de un tiempo libre del trabajo, los estudios o la escuela. Este tiempo libre es también a menudo sinónimo de privaciones. Así, en la Francia de Macron, las vacaciones pagadas ya no son sinónimo de irse de vacaciones: el 40 % de los franceses no se va de vacaciones, y los que querrían hacerlo se ven estrangulados por el aumento de los precios. De hecho, entre 2019 y 2024, los precios de una noche de hotel y de una parcela de camping han aumentado un 30 %, y el de una entrada de adulto a Disneylandia, un 25 %. Por lo tanto, durante el verano de 2025, el tiempo libre se ha convertido en un tiempo libre marcado por la prohibición material de irse de vacaciones, lo que lo hace propicio para la organización política.
Un poder que precipita su propia caída
Es este contexto de politización estival el que presagia el mes de septiembre que se avecina. Paralelamente, y desde la decisión de Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional en junio de 2024, asistimos a una verdadera crisis del régimen, es decir, a la brecha entre la cúpula, que ya no puede, y la base, que ya no quiere. La cabeza del poder se pudre a un ritmo acelerado, como lo demuestran el baile de gabinetes, la rotación de ministros y, más recientemente, el anuncio por parte del propio François Bayrou de su fecha de salida. Por primera vez en cinco años, notificó, a finales del verano, que se sometería a un voto de confianza en la Asamblea Nacional, 268 días después de su llegada a Matignon.
Esta decisión puede parecer legítimamente una victoria popular contra la declaración de guerra social del Gobierno este verano. Bayrou va a caer, y con él su plan de violencia social sin precedentes. Sin embargo, no hay que engañarse. La única preocupación de la oligarquía macronista es controlar su propia salida, con el fin de mantener sus fracasos en un marco estrictamente parlamentario y evitar así ser expulsada por la movilización popular del 10 de septiembre. Pero este intento de separación entre el Parlamento y la sociedad, para reducir esta última a aquel, choca con la construcción política autónoma iniciada por el pueblo durante el verano.
Un regreso a la actividad marcado por el espíritu prerrevolucionario
A través de cadenas de mensajes y comités locales, miles de personas han reaccionado a la actualidad inmediata en torno a un objetivo («que se vayan») y un método («bloquearlo todo»). Es este temor a un bloqueo generalizado de la economía el 10 de septiembre lo que llevó a François Bayrou a organizar la votación del 8 de septiembre. A raíz de ello, el rápido apoyo prestado por las confederaciones sindicales más combativas permitió obtener preavisos de huelga, lo que garantizó, por un lado, la capacidad concreta de los trabajadores para llevar a cabo el bloqueo sin riesgo de perder su empleo y, por otro, la credibilidad de la relación de fuerzas del movimiento de septiembre.
Pero la fuerza esencial del movimiento es su independencia político-sindical, que le confiere tres ventajas cruciales. En primer lugar, la ausencia de antecedentes de conflicto entre unos y otros, que perjudicaría la solidez y la fraternidad de la lucha. En segundo lugar, porque la independencia es siempre una exigencia recíproca, que lleva al movimiento a dotarse de sus propias consignas sin querer alinear imperativamente sus apoyos con el conjunto de reivindicaciones. Los Insoumis tienen su programa, que el movimiento del 10 de septiembre no les pide que abandonen, sino solo que identifiquen los puntos comunes sobre los que luchar juntos. Por último, porque la independencia implica reivindicaciones inmediatas y concretas, más que luchas de posicionamiento o juegos de billar a cuatro bandas.
El primer efecto concreto de esta movilización incipiente: ha impactado en la agenda mediática de la extrema derecha. Por primera vez en muchos años, en julio y agosto no se ha podido imponer ninguna polémica islamófoba. No ha habido burkinis ni abayas en las cadenas de televisión, porque el 10 de septiembre ha conseguido que el inicio del curso escolar se caracterice por un ambiente prerrevolucionario. Resultado: los emisarios del bloque reaccionario son espectadores de una actualidad que se les escapa. Más ávidos de defender los intereses de la oligarquía dominante que de ponerse al servicio del pueblo, se niegan a participar en el movimiento «bloqueemos todo» que les «da miedo».
Emmanuel Macron debe irse
Ahora se plantea la cuestión del objetivo de tal movilización. En el primer aniversario de la disolución de la Asamblea Nacional decidida en 2024 por Emmanuel Macron, este encarna más que nunca al adversario en la mayoría de las redes en las que asistimos a los intercambios. ¿Qué representa Macron? La ignorancia del resultado de las urnas. Del nombramiento de gobiernos contrarios a las expectativas populares expresadas en las urnas. Es responsable de los métodos autoritarios del Gobierno y de la represión de la oposición. Es responsable de la continuidad macroeconómica desde 2017, a pesar de las múltiples resistencias y sus derrotas electorales. Posee un conjunto de poderes exorbitantes para un solo hombre. Es conocido por todos en Francia, a diferencia de los ricos cuyos intereses representa y que se reparten la explotación del trabajo de la población. Su caída es posible de forma totalmente legal y constitucional: mediante una dimisión o una destitución, lo que daría lugar a unas elecciones presidenciales anticipadas. El 67 % de los franceses lo desea.
Dichas elecciones ofrecerían la salida constituyente en el momento de la destitución. Arbitrarían mediante el voto, y por tanto la mayoría, la relación de la nación con las reivindicaciones del 10 de septiembre. Sin negociaciones de pasillo ni acuerdos informales en un ministerio: una votación popular sobre las reivindicaciones sociales. Y esto, mientras la clase acomodada se ve debilitada por un movimiento que le es hostil, cuyas nuevas posiciones conquistadas, por ejemplo en las empresas, deberán ratificarse en caso de una movilización masiva deseable y ya anunciada por la intersindical con la jornada del 18 de septiembre. Tanto más cuanto que, por el contrario, la victoria electoral de un gobierno popular puede favorecer la continuación de la movilización, prosiguiendo la lucha contra los propietarios en el ejecutivo y en la calle.
2. Por una alternativa «antipolar».
Patrick Bond, como siempre, es muy crítico con los BRICS y escéptico con la posibilidad de un mundo multipolar. Es la versión tradicional del «subimperialismo» con toques de «verdadera izquierda», pero me parece sano ver también alguna visión bastante alejada de los entusiastas de los BRICS.
https://znetwork.org/znetarticle/dispelling-the-multipolar-myth/
Desmontando el mito multipolar
Por qué los BRICS no son una amenaza para el imperialismo y por qué se necesita una alternativa «antipolar»
Por Patrick Bond, 7 de septiembre de 2025
Fuente: Rosa Luxemburg Stiftung
Si el imperio político liberal occidental ha quedado irremediablemente desacreditado por el genocidio en Palestina y el proyecto neoliberal no puede recuperarse (a pesar de las afirmaciones sobre la reducción de la desigualdad, la seguridad alimentaria o la «acción climática», como se propuso para la cumbre del G20 en Johannesburgo en noviembre), ¿qué va a pasar ahora?
Recientemente han aumentado las expectativas de un «multipolarismo» renovado, en parte porque el bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) sigue creciendo en términos de población, PIB y gravedad geopolítica, tras haber incorporado nuevos miembros como Egipto, Etiopía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos en la cumbre de Johannesburgo de 2023. A menudo también se incluye a Arabia Saudí como miembro inminente, mientras que Indonesia se unió a principios de este año. También hay diez nuevos «socios» con estatus de observadores: Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Uganda, Uzbekistán y Vietnam. Estos países muestran una gran variedad de tendencias políticas y uno de ellos, Bolivia, acaba de dar un giro brusco hacia la derecha (aunque, a diferencia de Argentina en 2023, eso puede que no le impida mantener su alineamiento con el BRICS).
La cumbre del bloque de julio de 2025 fue organizada en Río de Janeiro por el presidente brasileño de centroizquierda (y líder del Partido de los Trabajadores) Luiz Inácio Lula da Silva. A pesar del ampliamente anticipado fracaso a la hora de abordar la serie de cuestiones que un multipolarista serio insistiría en tratar en Río, las semanas posteriores han sacudido las certezas geopolíticas y han dado al BRICS un nuevo aura. El dictador ruso Vladimir Putin y Trump se reunieron en Alaska el 15 de agosto sin que se produjera ningún cambio en la guerra de Ucrania, salvo un bombardeo más intenso de civiles por parte de Moscú, lo que dejó al líder estadounidense «muy decepcionado». Pero debido a las consecuencias de la imposición de nuevos aranceles estadounidenses en agosto, especialmente contra Brasil y la India (el segundo principal cliente de petróleo de Putin), la ira creció y Deutsche Welle preguntó acertadamente: «¿Prosperarán los BRICS bajo la mirada de Trump?».
La reunión de la Organización de Cooperación de Shanghái, tradicionalmente orientada a la seguridad, celebrada en Tianjin del 31 de agosto al 1 de septiembre, contó con la destacada participación de Putin y con un acercamiento, al menos temporal, entre los a menudo conflictivos líderes indio y chino, Narendra Modi y Xi Jinping. Este último copresidirá las dos próximas cumbres del BRICS, respectivamente. Pero entre ambos, durante la última década, han surgido tensiones duraderas a causa de los conflictos fronterizos —especialmente en el territorio del Himalaya, por ejemplo, los efectos adversos que se prevén de la construcción china de la presa más grande del mundo en esa zona— y de los estrechos vínculos de Pekín con los enemigos de Delhi en Pakistán. En 2020, después de que decenas de soldados murieran en combates en las montañas, la India impuso sanciones a la tecnología china y a la inversión extranjera directa, e incluso prohibió los vuelos directos, lo que ahora podría relajarse.
El 8 de septiembre, en una reunión online de emergencia convocada por Lula para debatir sobre comercio, los líderes del BRICS se enfrentarán a una prueba aún más seria: ante las caóticas políticas arancelarias de Estados Unidos —por ejemplo, muy elevadas contra Brasil, India, China y Sudáfrica, pero solo del 10 % contra los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí—, ¿podrán trascender sus negociaciones bilaterales aisladas e individualistas con Washington y trabajar finalmente de forma colectiva?
Esto puede ser imposible, ya que, al fin y al cabo, decenas de líderes nacionales «nos llamaban y nos adulaban», como se jactó Trump en abril, poco después de su primera ronda de aumentos arancelarios irracionales del «Día de la Liberación». De los miembros y socios del BRICS, solo Vietnam ha logrado desde entonces cerrar un acuerdo comercial (los demás son Corea del Sur, el Reino Unido y la Unión Europea). Lula calificó la política de Trump de «chantaje inaceptable».
Aun así, el pesimismo respecto a una revuelta multipolar contra las artimañas comerciales de Estados Unidos sigue siendo apropiado. Como dijeron varias fuentes de Brasilia a Bloomberg el 1 de septiembre, es probable que los BRICS vuelvan a quedarse cortos en su resistencia sistemática: «Lula no quiere que la reunión se convierta en una cumbre antiestadounidense», a pesar de que Trump impuso un arancel del 50 % a las exportaciones brasileñas en represalia por el enjuiciamiento de su Gobierno al predecesor Jair Bolsonaro tras el fallido intento de golpe de Estado de enero de 2023.
Mitos multipolares
No obstante, algunos miembros de la izquierda internacional creen que ahora existe un potencial mucho mayor para que los BRICS generen nuevas relaciones de poder basadas en el respeto mutuo y en unas condiciones económicas globales justas. Señalan que la palabra «paz» apareció 41 veces en la Declaración de Líderes de Río. Pero para que este argumento sea plausible, el movimiento multipolar necesitaría victorias claras contra la hegemonía destructiva de los intereses imperiales occidentales, incluidos la neoliberal Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Estos intereses se basan en la agenda de expansión de las empresas —especialmente los financieros, los comerciantes, los capitalistas del big data, las grandes farmacéuticas y las industrias extractivas— que llevan mucho tiempo dominando las políticas de la mayoría de las instituciones multilaterales occidentales.
Sin embargo, en el contexto actual, la supuesta reforma de las instituciones de Bretton Woods ha dado ahora un giro inverso. La directora de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, admite que, en parte debido a la pérdida de poder de su institución por culpa de Trump (que se remonta a 2019), «el sistema comercial mundial está experimentando hoy sus peores perturbaciones desde la Segunda Guerra Mundial. La propia cooperación multilateral está siendo cuestionada… Los economistas de la OMC han rebajado las expectativas de crecimiento del volumen del comercio de mercancías en casi tres puntos porcentuales y ahora prevén una contracción del 0,2 % en 2025».
Por lo tanto, es fácil caer en una pendiente resbaladiza, desde lo que se podría denominar «entusiasmo» o «esperanza» con respecto al multipolarismo de los BRICS que salva el multilateralismo, hasta un sentimiento de «impotencia» una vez que se revelan las limitaciones del bloque. Las reformas de las instituciones multilaterales del bloque BRICS han fracasado a pesar de haber invertido grandes sumas de dinero en el FMI. El Nuevo Banco de Desarrollo, extremadamente conservador y plagado de corrupción, sigue prestando el 75 % en dólares estadounidenses, incluso para proyectos de desarrollo de necesidades básicas que no requieren importaciones.
Por el contrario, los críticos de la izquierda independiente son tradicionalmente mucho más escépticos sobre la multipolaridad. Una de las razones es su base analítica implícita dentro de una teoría más amplia del «subimperialismo», que sitúa a las economías del BRICS no en contra sino dentro del capitalismo mundial. En cambio, los críticos se alían con los opositores locales progresistas a los regímenes del BRICS, especialmente contra sus clases dominantes y las grandes empresas. El resultado puede ser una versión «antipolar» (o, como mínimo, «no polar») del internacionalismo, en oposición explícita tanto a la unipolaridad imperialista como a la multipolaridad subimperialista.
Aun así, la prominencia de los BRICS se ve amplificada por el odio mal informado de Trump hacia ellos (en el que en enero incluyó falsamente a España), su miedo irracional, repetido en numerosas ocasiones, a su potencial de «desdolarización» (por mucho que se niegue esa agenda, incluso por parte de la principal víctima de las sanciones estadounidenses, Putin), y su autodestructiva ruina de grandes aspectos de la gobernanza multilateral y del poder blando de Estados Unidos (como la burocracia de ayuda anual de 64 000 millones de dólares).
Situar los intereses de la élite de los BRICS
Desde el punto de vista de la izquierda independiente, parece que el bloque BRICS ha degenerado en una red de potencias subimperiales en rápido crecimiento, pero a menudo tambaleante, que en general ha servido a los intereses del capital internacional y ha obedecido —y, de hecho, legitimado— a las instituciones multilaterales neoliberales. Esto es especialmente cierto en los ámbitos del comercio internacional, la inversión, las finanzas y la gestión climática.
Salvo algunas excepciones, el objetivo de los BRICS no es abolir o cambiar radicalmente los mecanismos capitalistas internacionales —comercio, deuda, inversión y mano de obra migrante—, sino reducir el dominio de Estados Unidos y, en general, de Occidente sobre los procesos. Pero frente a Trump, los BRICS se han visto hasta ahora divididos y conquistados y, en el caso de Sudáfrica, de forma tan obsequiosa, incluso en una humillante reunión en el Despacho Oval el 21 de mayo, que una partida de golf con ese notorio tramposo sigue siendo una de las prioridades en la agenda del presidente Cyril Ramaphosa. De forma servil, le ofreció sin éxito a Trump una visita de Estado formal a finales de noviembre para atraerlo a la cumbre del G20 en Johannesburgo. Para 2026, Trump tiene previsto acoger el G20 en su propio campo de golf de Miami.
Plenamente conscientes de la necesidad geopolítica de oponerse al imperialismo occidental, muchos activistas que participan en luchas sociales no polares se encuentran a menudo enfrentados a los dos grandes bloques del G20: el G7 y los BRICS. En cambio, los activistas exigen regularmente el tipo de políticas y prácticas económicas, sociales y medioambientalmente justas asociadas a los valores liberadores, poscapitalistas, antirracistas, feministas y ecológicamente sólidos de la izquierda, que tienden a ser ignorados o reprimidos tanto en el G7 como en los BRICS. Las voces críticas con las clases dirigentes de los BRICS, así como con el bloque en su conjunto, se basan en una amplia gama de quejas. Estas se expresan en las cumbres alternativas periódicas «People’s BRICS» (BRICS del pueblo) o «BRICS-from-below» (BRICS desde abajo), o en las protestas «Break the BRICS» (Romper los BRICS) de 2018 y 2023 en Johannesburgo, y próximamente, en la Cumbre Popular «We the 99 percent» (Nosotros, el 99 %) de 2025.
La crítica conceptual de la izquierda independiente
En cuanto a la preocupación más general sobre el capitalismo de los BRICS, además de las críticas a la creación masiva de exceso de capacidad por parte de China —es decir, lo que Karl Marx consideraba la contradicción fundamental del capitalismo, a saber, la «sobreacumulación», y su destructivo desplazamiento—, el papel de las empresas de los BRICS en los circuitos extractivos y productivos del capital es a menudo el más neocolonial y explotador.
Esto es cierto no solo en términos de apropiación de la plusvalía, sino también cuando las empresas de los BRICS se dedican a la extracción de lo que Marx denominó «el regalo gratuito de la naturaleza» al capital —especialmente los recursos minerales y fósiles no renovables de los países más pobres— y se aprovechan de la «superexplotación» de la mano de obra: pagando a los trabajadores por debajo de los costes de su reproducción a lo largo de su vida. Por lo tanto, hay tres grupos de BRICS:
- aquellos cuyos negocios dependen de mano de obra barata debido a las altísimas tasas de pobreza —por simplicidad, utilizando una medida de 5,50 dólares/persona/día— que caracterizan a la India (más del 80 % de pobreza), Indonesia (70 %), Sudáfrica (66 %), Egipto (58 %) y Etiopía (50 %);
- las economías en las que la acumulación de capital no ha dependido tanto de los trabajadores más baratos del mundo, como Brasil después de que Lula llegara al poder y duplicara el salario mínimo (27 % de pobreza), Irán (22 %) y China (17 %, aunque el sistema de mano de obra migrante hukou sigue afectando a una cuarta parte de la población activa); y
- aquellas que han impulsado sus economías mediante estímulos artificiales basados en los combustibles fósiles y el ejército, concretamente Rusia (4 % de pobreza) y los Emiratos Árabes Unidos (cuya mano de obra ultrabarata es casi en su totalidad inmigrante, al igual que la de Arabia Saudí).
Basándose en parte en su observación de los procesos de superexplotación de Brasil y en parte en el papel que algunas economías desempeñaron como agentes regionales del imperialismo estadounidense, el intelectual marxista Ruy Mauro Marini introdujo el concepto de subimperialismo en 1965. En el exilio en Chile y México, trabajó con sus compañeros académicos y activistas Andre Gunder Frank, Vania Bambirra, Theotonio dos Santos, Samir Amin e Immanuel Wallerstein para establecer un enfoque marxista de la teoría de la dependencia y los sistemas mundiales.
Los Estados subimperiales tienden a sufrir crisis de sobreacumulación en formas más intensas y, por lo tanto, a menudo buscan exportar el capital excedente a través de la inversión extranjera directa, los préstamos y el comercio.
Posteriormente, en 2001, David Harvey documentó el surgimiento del subimperialismo «en el este y el sudeste asiático, a medida que cada centro en desarrollo de acumulación de capital buscaba soluciones espacio-temporales sistemáticas para su propio capital excedente mediante la definición de esferas territoriales de influencia». El término resurgió durante la década de 2010 con los estudiosos agrarios Sam Moyo, Paris Yeros y Pravin Jha, mientras que Amin utilizó el concepto (póstumamente en su Long Revolution) contra la Sudáfrica posterior al apartheid. En Brasil, Ana García y Miguel Borba contribuyeron a las críticas académicas, pero altamente políticas, de la capa subimperial del capitalismo.
Desde el punto de vista económico, los poderes subimperiales suelen compartir las siguientes características internas: altos niveles de concentración empresarial y financiarización, una tendencia más rápida a la sobreacumulación de capital (la contradicción interna central del sistema), una dependencia cada vez mayor de la producción y el procesamiento de materias primas para la exportación («reprimarización») y, impulsada por las políticas públicas neoliberales, la superexplotación de la mano de obra y la destrucción ecológica generalizada. Esto suele coexistir con una estructura de clases osificada, altos niveles de represión social y una desigualdad creciente, aunque a veces también da cabida al tipo de nacionalismo de izquierdas en las palabras y de derechas en los hechos tan familiar para los sudafricanos.
A nivel mundial o regional, las economías subimperiales son fundamentales para las cadenas de valor mundiales contemporáneas, ya que se encargan de gran parte de la extracción y el procesamiento de las materias primas suministradas por los países más pobres, así como, desde la década de 2000 en China, de la mayor parte de la fabricación de productos baratos. Por el contrario, el núcleo imperialista sigue beneficiándose de la mayor parte de la extracción de excedentes tanto de los países BRICS como de las economías más pobres, a través de los derechos de propiedad intelectual y los beneficios obtenidos en los circuitos financieros, de comercialización y de distribución del capital. En este proceso, los Estados subimperiales exacerban lo que se denomina «intercambio ecológico desigual» con los países más pobres, especialmente en África: la extracción no compensada de recursos naturales no renovables y la destrucción ecológica asociada.
Los Estados subimperiales también tienden a sufrir crisis de sobreacumulación en formas más intensas y, por lo tanto, a menudo tratan de exportar el capital excedente a través de la inversión extranjera directa, los préstamos y el comercio. El «dumping» —ventas por debajo del coste— de productos es habitual, con el fin de socavar a los competidores regionales. Como resultado, muchos BRICS se imponen aranceles muy severos entre sí; por ejemplo, la Comisión de Administración del Comercio Internacional de Sudáfrica impuso este año nuevos aranceles a las importaciones de acero, tuercas y tornillos, neumáticos y lavadoras chinos. Políticamente, los Estados subimperiales suelen cooperar con el multilateralismo imperialista, tratando de incorporarse cada vez más y ganar influencia en las instituciones multilaterales esencialmente no reformadas de Washington-Nueva York-Ginebra y el G20.
«Reforma» multilateral subimperialista
Estas características del subimperialismo contemporáneo proporcionan un nivel de generalidad que, a su vez, requiere una mayor validación teórica y un apoyo empírico mucho mayor. Pero ya ayudan a explicar por qué, en lugar de seguir una agenda multipolar contra Occidente, los Estados BRICS suelen operar dentro del núcleo del imperialismo.
La primera reunión de jefes de Estado del G20 se celebró en octubre de 2008 en Washington. Se trataba de una reunión urgente, ya que el presidente estadounidense George W. Bush buscaba aliados entre los mercados emergentes —especialmente China y Arabia Saudí, que contaban con las mayores reservas financieras— para respaldar el mayor rescate bancario internacional de la historia. Pero fue Occidente quien se benefició. Esa reunión del G20 y la siguiente, celebrada en Londres seis meses después, tenían una sencilla tarea de emergencia: garantizar que las políticas extremadamente centradas en los bancos —la nueva «flexibilización cuantitativa» de la impresión de dinero, los préstamos a bajo interés, la laxitud regulatoria y la recapitalización del FMI— se coordinaran para rescatar a los financieros occidentales.
En ese momento, el ministro de Finanzas sudafricano, Trevor Manuel, dirigió un «Comité para la Reforma de la Gobernanza del FMI» cuyo informe recomendaba otorgar al FMI casi un billón de dólares estadounidenses en poderes financieros adicionales, lo que garantizaría no solo la estabilidad económica occidental, sino también que el FMI se convirtiera en una herramienta más útil para los prestamistas del BRICS, que también estaban cada vez más expuestos a los países más pobres. En África, esto incluía a los bancos sudafricanos de todo el continente, al corrupto banco ruso VTB Bank en Mozambique y a los bancos estatales chinos en casi todas partes.
El resultado fue la decisión de los líderes del G-20, en abril de 2009, de respaldar al FMI sin reservas, aprobando el plan de Manuel. Las estructuras de clase cada vez más financiarizadas de los BRICS estaban ahora íntimamente entrelazadas con las instituciones de Bretton Woods y las agencias de calificación crediticia de Nueva York, lo que convirtió a la mayoría de los BRICS en inversores mucho más importantes en el FMI durante su recaudación de fondos de 2010-2015: la participación de China en la propiedad y los derechos de voto aumentó un 37 %, la de la India un 23 %, la de Brasil un 11 % y la de Rusia un 8 %.
Este aumento de la participación de los países BRICS se produjo a expensas de los Estados más pobres, que perdieron derechos de voto. Nigeria y Venezuela, por ejemplo, perdieron cada uno el 41 % de sus derechos de voto. Así, a través de la recapitalización del G20 y el FMI, los líderes de los BRICS decidieron unirse —en lugar de luchar— a las instituciones de Bretton Woods y a los circuitos financieros occidentales. Es mejor considerarlo una deformación multilateral, no una reforma.
Del mismo modo, en términos geopolíticos, la principal preocupación es que las clases dirigentes de las potencias subimperiales «colaboren activamente con la expansión imperialista, asumiendo en esta expansión la posición de nación clave», como explicó Marini en 1965. Aunque falleció en 1997, él asentiría con complicidad al ver cómo todos los países BRICS —excepto Irán— aumentaron en 2024 su comercio (especialmente energético y militar) con la que posiblemente sea la más brutal potencia subimperial, Israel, durante un genocidio que, irónicamente, fue denunciado por el Gobierno sudafricano ante la Corte Internacional de Justicia a finales de 2023. No obstante,
- las empresas chinas e indias facilitan las importaciones militares a Israel a través de su gestión de las terminales de contenedores (privatizadas) de Haifa, incluidos miles de drones chinos que persiguen a los habitantes de Gaza;
- Sudáfrica, Rusia y China proporcionan la mayor parte del carbón que alimenta la red eléctrica israelí (ahora que Colombia ha impuesto sanciones), mientras que los suministros de petróleo de los genocidas proceden de Brasil (9 %) y de los nuevos socios del BRICS, Kazajistán (22 %) y Nigeria (9 %);
- Las empresas brasileñas, indias y sudafricanas mantienen relaciones con la principal empresa armamentística de Tel Aviv, Elbit, mientras que los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Egipto facilitan la defensa militar de Israel contra Irán y los palestinos.
- Miles de ciudadanos de Rusia, Etiopía, India y Sudáfrica sirven en las Fuerzas de Defensa de Israel, sin que les afecte la normativa sobre mercenarios de los países del BRICS.
Asimilación y colaboración
Desde estos puntos de vista, la unidad del BRICS se refleja con demasiada frecuencia en las declaraciones de las cumbres y en compromisos multilaterales concretos que revelan cómo (la mayoría de) los miembros y socios no se oponen, en realidad, al unilateralismo del capitalismo occidental, sino que lo refuerzan. Desde 2022, cuatro países del BRICS —Indonesia, India, Brasil y ahora Sudáfrica— han acogido con entusiasmo al club global de países poderosos que gestionan el imperialismo, el G20. En lugar de desafiar el statu quo imperialista, los países del BRICS suelen deferir al G20, destacando sus propias responsabilidades como «naciones clave».
Un ejemplo típico de esta colaboración fue, por ejemplo, la Declaración de Kazán del BRICS de octubre de 2024: «Reafirmamos nuestro compromiso de mantener una red de seguridad financiera mundial sólida y eficaz, con un FMI basado en cuotas y dotado de recursos adecuados en su centro… Reafirmamos nuestro apoyo a un sistema comercial multilateral basado en normas, abierto, transparente, justo, predecible, inclusivo, equitativo, no discriminatorio y consensuado, con la Organización Mundial del Comercio como núcleo».
La Declaración de los Líderes del BRICS en Río, en julio, llevó este compromiso aún más lejos al añadir una generosa promesa monetaria: «A pesar de la ausencia de un reajuste de las cuotas, hemos dado nuestro consentimiento al aumento de cuotas propuesto en el marco de la 16.ª Revisión General de Cuotas (GRQ) e instamos a los miembros del FMI que aún no lo hayan hecho a que den su consentimiento y apliquen los aumentos de cuotas previstos en la 16.ª GRQ sin más demora».
Ese documento era especialmente consciente de cómo funcionan los aliados subimperiales de la «nación clave» del imperialismo dentro del G20: «Subrayamos el papel clave del G20 como principal foro mundial para la cooperación económica internacional, que proporciona una plataforma para el diálogo entre las economías desarrolladas y emergentes en pie de igualdad y mutuamente beneficioso, con el fin de buscar conjuntamente soluciones compartidas a los retos mundiales y fomentar un mundo multipolar».
La herencia de Trump de la presidencia del G20 en 2026 y su promesa de eliminar toda consideración sobre el clima global, la salud pública, el comercio internacional, la paz y la retórica contra la desigualdad heredada de Lula y Ramaphosa debería haber llevado a este último a organizar una exclusión del tipo «votad para echarlo de la isla» en 2025 (del mismo modo que el G8 expulsó a Putin en 2014 después de que Rusia invadiera Crimea).
Pero, a pesar de la retórica multipolar que favorece la «solidaridad, la igualdad y la sostenibilidad» —las palabras de moda de Ramaphosa en el G20—, la asimilación de los BRICS a la economía política dominada por Occidente y la mala gobernanza mundial seguirá mostrando todas las características de una alineación subimperial, en lugar de un desafío antiimperial. Esto irá en detrimento de todos, salvo de las élites del G7 y los BRICS, y por lo tanto seguirá reforzando la necesidad de una resistencia política antipolar.
3. Elecciones en Noruega y situación económica.
Hay elecciones en Noruega y, como siempre, Michael Roberts hace un repaso a la situación económica del país.
https://thenextrecession.wordpress.com/2025/09/07/norway-the-fossil-fuel-capital-of-europe/
Noruega: la capital europea de los combustibles fósiles
Hoy se celebran elecciones generales en Noruega. En un país de 5,6 millones de habitantes, unos 4 millones tienen derecho a voto y, por lo general, la participación es alta en comparación con los estándares internacionales: más del 75 %. De hecho, el voto anticipado se ha vuelto cada vez más popular, y hasta un 60 % de los votantes emite su voto antes del día oficial.
Los noruegos son probablemente la nación más rica del mundo, si se mide por la renta media per cápita. La renta per cápita es más alta que la de cualquier otra gran economía, solo superada por los paraísos fiscales de Suiza, Luxemburgo, Mónaco, etc. Pero la renta media oculta los extremos de la desigualdad. Y, como en cualquier otra economía capitalista, la desigualdad de ingresos y riqueza es elevada en Noruega. Se supone que los países nórdicos y escandinavos, con su historia socialdemócrata, son los que menos desigualdad y pobreza tienen en el mundo moderno. Pero esa realidad ha desaparecido en los últimos 30 años. El índice Gini de desigualdad de ingresos (donde 0 = igualdad y 1 = una persona lo tiene todo) ha pasado de un modesto 0,25 en 1990 a cerca de 0,40 en la década de 2020, una ratio ahora superior a la de muchas economías avanzadas.
Y en lo que respecta a la riqueza personal, la desigualdad es aún más extrema (como ocurre en todos los países escandinavos). Solo el 1 % de los noruegos posee el 22 % de toda la riqueza personal del país, mientras que el 50 % de los adultos con menos recursos solo tiene el 3,6 %.
Según estos indicadores, Noruega no es un paraíso socialdemócrata. Y esta creciente desigualdad preocupa a los votantes noruegos. La desigualdad encabeza la lista de preocupaciones de los votantes, según una encuesta realizada entre el 7 y el 13 de agosto por Respons Analyse para el diario Aftenposten. Noruega tiene un impuesto sobre el patrimonio (formuesskatt) desde 1892, algunos años antes de conseguir la independencia total de Suecia. Junto con España y Suiza, es uno de los tres únicos países europeos que siguen gravando el capital de esta manera. El tipo actual es del 1 % para quienes tienen activos por valor de más de 1,7 millones de coronas (125 000 libras esterlinas) y del 1,1 % para quienes tienen más de 20,7 millones de coronas.
El impuesto se recauda anualmente y se calcula sumando el valor de las propiedades, los ahorros, las inversiones y las acciones, y deduciendo cualquier deuda. Las empresas privadas se contabilizan como parte del patrimonio de sus propietarios. Existen descuentos: por ejemplo, solo el 25 % del valor de la residencia principal de los ciudadanos está sujeto a impuestos. El impuesto recauda alrededor de 32 000 millones de coronas noruegas (3000 millones de dólares) y afecta a unos 725 000 noruegos, la mayoría de los cuales pagan poco.
Los multimillonarios noruegos son los más afectados y están protestando. Y los multimillonarios noruegos se están haciendo más ricos. En 2024, los 400 más ricos tenían un patrimonio de 2,139 billones de coronas, un 14 % más en un año, según la revista de negocios Kapital, y la mitad de esta riqueza estaba controlada por familias que se habían trasladado al extranjero. Treinta de ellos abandonaron Noruega cuando el Partido Laborista subió el impuesto. Estas elecciones han dado lugar a otra poderosa campaña de los ricos y los políticos de derecha para eliminar el impuesto. El Partido Laborista, como era de esperar, se mantiene al margen. Ha prometido crear una comisión multipartidista «para revisar todos los impuestos».
Pero el impuesto sobre el patrimonio no es el tema que más preocupa a los políticos noruegos; están obsesionados con la aparente invasión inminente de la Rusia de Putin y la necesidad de aumentar la «seguridad nacional» y el gasto en defensa. El actual Gobierno laborista se ha comprometido a aumentar el gasto en defensa hasta el 5 % del PIB, en línea con los objetivos de la OTAN. Y esa política no cambiará independientemente del partido que lidere el próximo Gobierno después de este fin de semana.
El éxito económico de Noruega en los últimos 50 años se ha basado casi exclusivamente en la enorme producción de petróleo y gas en sus costas. El fondo soberano de Noruega, de 2 billones de dólares, construido sobre los vastos ingresos del petróleo y el gas, equivale a 340 000 dólares por ciudadano noruego. El fondo permite a los gobiernos gastar mucho más libremente en servicios públicos y prestaciones sociales que otros países europeos. Y la guerra de Ucrania ha supuesto una bonanza para los gigantes energéticos de Noruega. Noruega es ahora el principal proveedor de gas de Europa, sustituyendo a Gazprom tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2022. Y su papel está llamado a crecer, ya que la Unión Europea tiene previsto eliminar progresivamente el uso de gas ruso para 2027.
La explotación de nuevas reservas de petróleo y gas es fundamental para frenar la prevista disminución de la producción. Sin embargo, muchos noruegos están preocupados por el impacto de la producción de combustibles fósiles en el calentamiento global y el clima. Han empezado a comprar coches, barcos y camiones eléctricos y a adoptar otras políticas «verdes», con el apoyo de subvenciones gubernamentales. No obstante, el éxito económico de Noruega sigue ligado a los gigantes energéticos y el capital noruego depende de la producción de combustibles fósiles. La rentabilidad del capital noruego se basa en los precios mundiales del petróleo y el gas.
Fuente: EWPT, AMECO, autor
No es de extrañar que el Partido del Progreso, de derecha, antiinmigrante y escéptico con respecto al cambio climático, que está obteniendo buenos resultados en las encuestas de opinión, haga campaña a favor de una mayor producción y exploración de petróleo. «Noruega debería ser el último país del mundo en detener la producción… Queremos extraer petróleo durante otros 100 años», afirmó Sylvi Listhaug, líder del Partido del Progreso. Esto es música para los oídos de los gigantes energéticos.
Equinor, Aker BP y Shell son algunas de las empresas más activas en la plataforma continental noruega y siguen explorando e invirtiendo fuertemente en los yacimientos existentes en los mares del Norte y de Noruega. Shell ha presentado recientemente una nueva tecnología para aumentar la recuperación hasta el 75 % en el yacimiento de Ormen Lange, el segundo más grande de Noruega en cuanto a gas. Los beneficios de ese yacimiento por sí solos cubrirán el coste adicional de la recuperación en un año. Las empresas petroleras y gasísticas tienen previsto invertir este año la cifra récord de 275 000 millones de coronas noruegas (27 000 millones de dólares). Uno de los principales empresarios no petroleros de Noruega afirma: «Esta ha sido una industria extraordinariamente exitosa para el país. No va a detenerse por sí sola». A pesar de todas las bonitas palabras sobre el medio ambiente, el actual Gobierno laborista no se resiste. Espen Barth Eide, ministro de Asuntos Exteriores de Noruega, sostiene que la UE necesitará el gas noruego en particular durante mucho tiempo, porque todavía queda «un largo camino por recorrer hasta alcanzar el nivel en el que se necesitan los suministros noruegos, ya que primero se quiere prescindir de las fuentes rusas y otras fuentes no occidentales de petróleo».
Sin embargo, los enormes beneficios de las empresas energéticas no se traducen en una mayor prosperidad para los noruegos, por ricos que sean. Desde el final de la pandemia, el coste de la vida se ha disparado (como en todos los países); los precios de los alimentos han subido casi un 6 % en los últimos 12 meses. La inflación general se mantiene muy por encima del objetivo del banco central del 2 % anual y ahora está aumentando.
Al mismo tiempo, el desempleo está repuntando.
Así pues, están apareciendo signos de una economía estanflacionaria (como en el resto de Europa), incluso en la rica Noruega. Excluyendo el sector energético, el crecimiento real del PIB de Noruega ha sido, en el mejor de los casos, lento, por lo que el gasto público depende casi exclusivamente de los ingresos energéticos.
Los precios de la vivienda se han disparado junto con la deuda de los hogares (que ahora alcanza un récord del 200 % de los ingresos).
De hecho, la economía en general está entrando en recesión,

a medida que los precios de la energía bajan.

Como en otros lugares, los noruegos están divididos sobre las razones del deterioro de la economía. El Partido del Progreso, contrario a la inmigración, ha culpado abiertamente a esta de la situación. Dado que una quinta parte de los residentes en Noruega son ahora inmigrantes o hijos de inmigrantes, y que la inmigración ha alcanzado niveles récord en los últimos años (influenciada especialmente por los refugiados ucranianos), los ayuntamientos han expresado su preocupación por la «sobrecarga de capacidad» debido a las altas tasas de inmigración. El PP está ganando apoyo en las encuestas de opinión, pero principalmente a expensas de los conservadores tradicionales.
Noruega tiene un sistema de representación proporcional por el que se eligen 169 legisladores de 19 distritos geográficos para un mandato fijo de cuatro años. Cualquier partido que obtenga más del 4 % de los votos a nivel nacional tiene garantizada su representación, aunque un buen resultado en distritos individuales también puede dar lugar a uno o más escaños. No se espera que ningún partido obtenga los 85 escaños necesarios para una mayoría absoluta, pero las últimas encuestas muestran que el actual «bloque rojo» liderado por los laboristas obtendrá la mayoría de los votos, por lo que lo más probable es que se produzca un gobierno en minoría bajo el liderazgo laborista o la formación de otra coalición.
Pero la coalición «de izquierdas» está dividida. La anterior coalición del primer ministro laborista Jonas Gahr Stoere se rompió cuando el Partido del Centro, con base rural, se opuso a la adopción de la normativa de la UE sobre control climático. Y la Izquierda Socialista dijo que solo apoyaría a un futuro gobierno laborista si se desprendía de todas las empresas involucradas en lo que denominó «la guerra ilegal de Israel en Gaza». Pero los laboristas, liderados por Stoere y el recientemente reincorporado secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, están decididos a mantener su apoyo a Israel y a la «coalición de voluntarios» en Europa para continuar la guerra en Ucrania.
El capitalismo noruego ha tenido un gran éxito gracias a la producción de combustibles fósiles. Pero la desigualdad cada vez mayor y el calentamiento global están intensificando las contradicciones del capitalismo noruego. ¿Puede la economía noruega seguir creciendo basándose en el capital de los combustibles fósiles? ¿Deben los multimillonarios noruegos seguir acaparando la mayor parte de los beneficios de los combustibles fósiles? ¿Cuál es la alternativa? Los votantes noruegos no lo tienen claro.
4. La partición de Ucrania según Orban.
La visión de Orban sobre el futuro inmediato de Ucrania.
https://x.com/Zlatti_71/status/1964998995128041610
«Ucrania se está dividiendo en partes en este momento. Una parte estará controlada por los rusos, la segunda será una «zona desmilitarizada» y la tercera estará controlada por Occidente», afirma Orbán.
«Los europeos hablan elegantemente de «garantías de seguridad». Pero las «garantías de seguridad» significan en realidad la división de Ucrania. El primer paso ya se ha dado: Occidente ha reconocido la existencia de una «zona rusa». La única pregunta ahora es la escala: dos regiones, cuatro regiones, cinco o más. Pero ya nadie dice que la «zona rusa» no existe. Existe: es aproximadamente el 20 % del territorio. Esto ya se ha convertido en un hecho.
Ahora están discutiendo la creación de una zona desmilitarizada desde las fronteras de esta zona. Su profundidad podría ser de 40 kilómetros, 50 o 200, nadie lo sabe con certeza. Esta será la segunda zona.
Como resultado, la división de Ucrania dará lugar a la aparición de tres zonas: la «zona rusa», la «zona desmilitarizada» y la «zona occidental». Esta última estará controlada formalmente por Occidente. Su estatus aún no está claro, pero lo que sí está claro es que Ucrania acabará dividida en tres partes». – SK
5. Los aranceles y la necesidad de «dirigismo».
La nota económica de la semana de Patnaik está dedicada a los aranceles de Trump hasta derivar en uno de sus temas favoritos: la necesidad de un régimen «dirigista» para la descolonización.
https://peoplesdemocracy.in/2025/0907_pd/trump%E2%80%99s-tariff-terrorism-and-its-lessons
El terrorismo arancelario de Trump y sus lecciones
Prabhat Patnaik
Los libros de texto de ECONOMÍA nos dicen que un país impone aranceles cuando quiere proteger a los productores nacionales de los bienes importados. Sin embargo, los aranceles de Donald Trump tienen un objetivo más amplio: son como una intervención militar, un golpe de Estado o un ataque terrorista, para que las naciones se sometan a su voluntad. Por ejemplo, los exportadores de prendas de vestir indios se ven afectados por aranceles del 50 % no para proteger a los productores de prendas de vestir estadounidenses, sino para que la India se someta a la voluntad de Trump.
Esto explica las anomalías de la política arancelaria de Trump. Se supone que los aranceles del 50 % de Trump contra la India son un castigo por comprar energía rusa. Sin embargo, China es el mayor comprador de energía rusa, más que la India, y sin embargo, el tipo arancelario contra la mayoría de las importaciones procedentes de China es inferior al 50 %. La razón de este trato diferenciado radica en el hecho de que Trump cree que la India es fácil de manipular, mientras que China no lo es. China puede tomar represalias donde más duele, por ejemplo, deteniendo las exportaciones de tierras raras, mientras que la India aún no ha amenazado con ninguna represalia. La India se diferencia en este aspecto incluso de Brasil, el único otro país al que se le ha impuesto un arancel del 50 %, que ha iniciado el proceso de represalias contra los Estados Unidos.
La razón aparente de Trump para imponer un arancel del 50 % a los productos brasileños es aún más extraña. Se supone que es un castigo por llevar a juicio a Jair Bolsonaro, su expresidente neofascista que perdió las elecciones y que, en opinión de Trump, debería ser absuelto con honores. Se trata de una increíble injerencia en el sistema judicial de otro país, pero es poco probable que sea la razón principal de la belicosidad de Trump; la verdadera razón para señalar a la India y Brasil con un arancel del 50 % es posiblemente romper cualquier frente unido contra el imperialismo estadounidense intimidando a dos de los países más grandes del tercer mundo para que lo abandonen.
La utilización de los aranceles como arma constituye una táctica totalmente novedosa del imperialismo. La mayoría de los países del tercer mundo, tras la descolonización, siguieron una estrategia dirigista que buscaba promover la autosuficiencia, expandir el mercado interno y utilizar al Estado, especialmente al sector público, como medio para desarrollar la producción nacional y las capacidades tecnológicas. El imperialismo lanzó una lucha implacable contra esta estrategia, cuyo componente ideológico consistió, inicialmente, en señalar el supuesto éxito de la «banda de los cuatro» en Asia oriental, es decir, Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur. El Banco Mundial estableció una distinción entre estrategias de desarrollo «orientadas hacia el interior» y «orientadas hacia el exterior», defendiendo la superioridad de la estrategia «orientada hacia el exterior» y citando el éxito de los cuatro países de Asia oriental.
Para ello se utilizó un argumento intelectual totalmente deshonesto, a saber, que las tasas de crecimiento de las exportaciones y del PIB experimentadas por los cuatro países de Asia oriental podían ser alcanzadas por todos los países si seguían una estrategia «orientada hacia el exterior». Esto era absurdo, ya que la tasa de crecimiento de las exportaciones de todos los países en conjunto estaba limitada por la tasa de crecimiento del mercado mundial, por lo que el crecimiento más rápido de algunos debía ir acompañado del crecimiento más lento de otros; pero este argumento fue descartado al suponer que cada país era un «país pequeño» que podía exportar todo lo que quisiera.
Dos factores inclinaron el debate hacia el argumento imperialista. Uno fue el éxito de las exportaciones de China, que, aunque tenía sus raíces en un contexto socioeconómico y una trayectoria de desarrollo completamente diferentes, se presentó al mundo como una confirmación de la superioridad de la estrategia «orientada al exterior». El segundo fue la aparente disposición del capital metropolitano a trasladar sus actividades al tercer mundo, lo que, según se argumentaba, difundiría el capitalismo a este último y superaría por completo la dicotomía entre los dos mundos; lo que se suponía aquí era que los Estados metropolitanos se quedarían quietos y observarían para siempre el consiguiente aumento del desempleo en sus economías nacionales sin intervenir para impedir dicho traslado.
Sin embargo, todos estos factores sirvieron para inclinar el argumento en contra del dirigismo, aunque, por supuesto, la base material de esta inclinación radicaba en los intereses de clase de la gran burguesía, atraída por la perspectiva de globalizarse, y de una clase media alta urbana cuyos hijos se habían mudado cada vez más fuera del país para establecerse en la metrópoli y que, por lo tanto, se veía y seguía viéndose más vinculada a la metrópoli que a los trabajadores y campesinos nacionales. El Banco Mundial y el FMI también se habían vuelto bastante proactivos mientras tanto, especialmente a raíz de la crisis de la balanza de pagos a la que se enfrentaron varios países del tercer mundo tras las crisis del petróleo; colocaron a sus empleados en puestos clave de toma de decisiones en los ministerios de finanzas de varios países del tercer mundo, primero en África y más tarde también en otros países, para subvertir los regímenes dirigistas desde dentro. La India, hay que reconocerlo, fue la que más aguantó, pero finalmente también cayó en 1991.
No es este el lugar para detallar lo que ha ocurrido bajo el régimen neoliberal posterior, pero lo que está claro en la actualidad es que, tras haber atraído a los países del tercer mundo a depender de los mercados metropolitanos y haber hablado grandilocuentemente de un orden internacional «basado en normas», el imperialismo ahora puede obligarlos mediante aranceles a seguir sus dictados. Puede amenazar con infligir un sufrimiento enorme a millones de campesinos y trabajadores desventurados del tercer mundo, entre ellos muchos millones de mujeres trabajadoras, dejándolos sin empleo. Ya lo está haciendo con los agricultores de algodón indios, manteniendo sus enormes subvenciones agrícolas, mientras que el Gobierno de Modi ha eliminado recientemente el arancel del 11 % sobre el algodón importado. Hacer inevitable un mayor número de suicidios de agricultores no alterará en absoluto el impacto adverso que tiene sobre millones de trabajadores textiles de la India el cierre del mercado estadounidense mediante un arancel exorbitante del 50 %; y esto es exactamente lo que amenaza con hacer el arancel de Trump sobre las exportaciones textiles y de prendas de vestir de la India a los Estados Unidos. En resumen, lo que está ocurriendo de la forma más grotesca en Gaza puede ocurrir también en otros lugares, no mediante la intervención militar, sino mediante el terrorismo arancelario, si un país del tercer mundo se atreve a desafiar el dictado imperialista. Se trata de una reafirmación del imperialismo con saña.
La lección que hay que aprender es que una estrategia de desarrollo dirigista, basada predominantemente en el mercado interno y que busque la autosuficiencia, es un complemento necesario de la descolonización, como se dieron cuenta la India y otros países del tercer mundo inmediatamente después de la descolonización. Una estrategia de desarrollo «orientada al exterior» hace que un país del tercer mundo se someta al dictado del imperialismo debido a su dependencia del mercado de este último, aparte de otras razones.
Hay que agradecer aquí la agitación de los agricultores durante todo un año, que impidió que el país abandonara su autosuficiencia en cereales y se volviera dependiente de las importaciones de cereales de los Estados Unidos. Depender de las importaciones de cereales de los Estados Unidos habría proporcionado al imperialismo un arma aún más poderosa para imponer su voluntad a la India. Una potencia metropolitana capaz de consentir el genocidio del pueblo de Gaza no tendría ningún reparo en provocar una hambruna en un país del tercer mundo como la India, negándole las importaciones de alimentos si actúa en contra de los deseos imperialistas.
Por lo tanto, lo que necesita un país como la India es modificar su estrategia de desarrollo. Esto no debe interpretarse como un simple retorno al antiguo dirigismo, sino a una estrategia dirigista que busque seguir aumentando el tamaño del mercado interno promoviendo el crecimiento agrícola (entre otras cosas, mediante la institución de reformas agrarias), redistribuyendo los ingresos a favor de los trabajadores y aumentando el salario social mediante medidas del Estado del bienestar.
Se podría pensar que esto es lo que el Gobierno de Modi pretende hacer con las concesiones del impuesto sobre bienes y servicios anunciadas el 15 de agosto, pero esa afirmación es absurda. Si bien las concesiones reales del GST, que no están destinadas principalmente a los trabajadores y no se compensan con impuestos a los ricos, son algo mayores de lo que sugerí en People’s Democracy el 24 de agosto (0,6 % del PIB en lugar de 0,1 %, y 1,95 billones de rupias en lugar de 0,32 billones), siguen siendo lamentablemente insignificantes; una trayectoria de desarrollo alternativa que anteponga las medidas del estado del bienestar supondría que el gobierno gastara al menos un 10 % adicional del PIB.
Además, el gobierno tiene que tomar medidas para aliviar el sufrimiento de los trabajadores cuyo empleo se verá gravemente afectado por los aranceles de Trump. Dado que el imperialismo está utilizando los aranceles como arma, medidas como las subvenciones a la exportación para superar su impacto pueden no ser suficientes, ya que Trump aumentará aún más los aranceles. No obstante, pueden intentarse, además de las represalias contra Estados Unidos a las que están recurriendo China y Brasil. Además, deben realizarse esfuerzos activos para encontrar mercados alternativos, aparte de buscar oportunidades de empleo alternativas para quienes probablemente serán sus víctimas.
El Gobierno de Modi no solo no está haciendo nada en este sentido, sino que, de hecho, está tratando de hacer concesiones a los Estados Unidos en otros ámbitos para apaciguarlos, como permitir las importaciones de algodón libres de aranceles, lo que perjudicará a los agricultores indios; es más, está recortando el gasto del MGNREGS, que podría suponer un salvavidas para los más desfavorecidos de la India rural, precisamente en esta coyuntura.
6. La falsa transición energética.
Ya hemos leído en varias ocasiones las opiniones de Fressoz sobre la falsa «transición energética». Pero aprovecho que lo entrevistan con una cierta profundidad en La Vanguardia para volver una vez más.
Jean-Baptiste Fressoz: “Los sectores que no se pueden descarbonizar deben decrecer”
Entrevista
“Las energías renovables van a descarbonizar la electricidad, pero no la economía”, dice este experto, historiador de la energía y las políticas ambientales

Fressoz es profesor en la Ecole Nationale des Ponts et Chaussées
Antonio Cerrillo
Barcelona
08/09/2025 06:00 Actualizado a 08/09/2025
Jean-Baptiste Fressoz (1977) es un experto historiador de la energía, las políticas ambientales y la tecnología, y profesor en la Ecole Nationale des Ponts et Chaussées. Fressoz rechaza esa visión de la historia como una sucesión de etapas en la que las diferentes fuentes de energía van dando pasos unas a otras, hasta sustituirlas con el esperado final feliz en las renovables.,, Así lo expresa en su libro Sin transición. Una nueva historia de la energía (Arpa).
Usted rechaza la tesis de que la historia de la energía es una transición entendida como una sucesión de etapas, de manera que después de la edad de la madera viene la del carbón, el petróleo; y nos esperan las energías renovables. Dice que en la historia se da una mezcla, unas se añaden a otras. ¿Puede dar algunos ejemplos de por qué no es posible esa definición?
Se suele describir la revolución industrial como una transición de la era de la madera a la era del carbón. Pero en realidad, a lo largo del siglo XIX se consumió cada vez más madera. Se consumía cada vez más madera porque era utilizada para extraer carbón. Las minas de carbón consumían cantidades colosales de madera para extraer carbón. Por ejemplo, en 1900, Inglaterra consumía más madera en sus minas que el carbón que había quemado en todo el siglo XVIII. Por lo tanto, la narrativa de la revolución industrial, que consiste en decir que se trata de una transición energética de la madera al carbón, simplemente no tiene en cuenta todas las relaciones de interdependencia que existen entre las energías y los materiales.
¿Y en el silo XX?
Del mismo modo, en el siglo XX, es evidente que no se produjo una transición del carbón al petróleo, ya que para fabricar un coche se necesita una gran cantidad de carbón. En los años 30, Ford necesitaba siete toneladas de carbón para fabricar un coche, que es más o menos la misma cantidad de petróleo que consumiría ese coche. Por lo tanto, en aquella época, un coche era tanto una tecnología del carbón como del petróleo. Hoy en día, todavía se necesita mucho carbón, aunque ahora se necesita menos. En China, se necesitan 2,5 toneladas de carbón para fabricar un coche. El carbón es la primera materia prima que se utiliza en la fabricación de un coche.
Se necesitan combustibles fósiles para producir energías renovables al fabricar los componentes
Su libro sugiere que en realidad será difícil eliminar las fuentes de energía que hoy conocemos. ¿No es así?
Escribí este libro porque me di cuenta de que, muy a menudo, el discurso que se hace sobre la transición energética necesaria para hacer frente al cambio climático se basa en una historia falsa. Hablo, por ejemplo, de John Kerry.
¿Kerry?, ¿por qué?
Sí, John Kerry, el candidato presidencial estadounidense, que luego fue el enviado especial para el clima de Joe Biden. Él dice que en el pasado ya hemos hecho dos transiciones energéticas y que la transición energética actual es una nueva revolución industrial. Existe realmente una historia falsa de la energía que sirve de discurso aglutinador para la transición energética, cuando se dice: ‘Ya lo hemos hecho en el pasado, y lo volveremos a conseguir en el futuro’. Es algo que me sorprendió porque, realmente, históricamente, no tiene ningún sentido.
¿Y qué me dice del impulso que están teniendo las renovables?
Lo que hacemos hoy en día, gracias principalmente a los paneles solares y a los aerogeneradores (molinos de viento), es disminuir la intensidad de carbono de la economía. Es decir, necesitamos menos carbono [y, por lo tanto, producen menos emisiones de CO2] para generar un dólar de PIB. Pero no es fácil pasar de los combustibles fósiles a las energías renovables; no se pasa de la energía fósil a las renovables, así como así.
¿Por qué?
Una razón bastante simple es que, en primer lugar, se necesitan combustibles fósiles para producir energías renovables (al fabricar los componentes). Al igual que se necesitaba madera para producir carbón, se necesita carbón, petróleo y gas para fabricar aerogeneradores y paneles solares. Es bastante obvio. Pero no es lo más importante.
¿A qué se refiere?
Sobre todo, el verdadero problema son todos los combustibles fósiles que se utilizan para la fabricación de ciertos productos.
¿Cómo dice…?
El problema no son tanto los paneles solares como los coches eléctricos. Los coches eléctricos han reducido la intensidad de carbono relacionada con la movilidad, pero no son ‘cero carbono’, no son neutros en carbono. Porque en un coche eléctrico hay mucho metal, mucho acero, mucho plástico, con muchos componentes que hacen que siga siendo una tecnología con carbono, con menos carbono, pero sigue siendo tecnología ‘carbonizada’.
Se puede descarbonizar una buena parte de la producción de electricidad, pero es ilusionar pensar que se puede descarbonizar la economía
¿No estamos haciendo una transición energética?
Con los esfuerzos que estamos realizando actualmente no podemos decir que estemos haciendo una transición energética si simplemente reducimos la intensidad de carbono de la economía. En el pasado, ya se han producido enormes avances tecnológicos. Por ejemplo, los motores eléctricos permitieron sustituir las máquinas de vapor. Esto se hizo en la década de 1920. Esto redujo a una décima parte la intensidad de carbono de la fuerza industrial. Hoy en día, cuando se sustituye una central de gas por paneles fotovoltaicos, se reduce a una décima parte la intensidad de carbono de la electricidad. Lo que quiero decir con esto es que la renovable es muy eficaz, pero es solo un avance tecnológico. Pero no se trata de una gran revolución que de repente vaya a anular el consumo de una gran parte de las materias prima.
Pero me reconocerá que es un avance…
Es importante decir también que, sencillamente, la transición tiene lugar en el sector eléctrico. Y que la electricidad representa el 40 % de las emisiones. Y en todo lo demás, ahí, realmente no hay una dinámica de transición energética.
¿Cree entonces que la energía fósil no desaparecerá? ¿Cuándo cree que podría desaparecer?
No tengo ni idea, pero no será ni dentro de 25 ni dentro de 40 años. No sé cuándo dejaremos de utilizar por completo los combustibles fósiles, pero sin duda no será dentro de 25 o 40 años, como exige el reto climático, que persigue descarbonizar la economía mundial entre 2050 y 2070. Eso no va a suceder.
Hay materias primas esenciales que no se pueden obtener o producir sin combustibles fósiles
¿Será posible dejar de utilizar energías fósiles a mitad de este siglo?
No, imposible.
¿Por qué?
Porque hay materias primas esenciales que no se pueden obtener o producir sin combustibles fósiles, en particular los productos agrícolas.
Usted dice en su libro no cree posible descarbonizar (electrificar) la economía, teniendo en cuenta las dificultades que presentan ciertos sectores clave, como la siderurgia, el cemento, los fertilizantes, que necesitan gran potencia energética, o el plástico y, sobre todo, el transporte…
Si, se hace esa la promesa, pero luego, cuando vemos lo que está ocurriendo sobre el terreno, vemos que no podemos fabricar cemento con electricidad para evitar la emisión de 1,7 giga toneladas. Sabemos hacerlo, pero ciertamente no a gran escala. Y, por ahora, la intensidad del carbono en la industria siderúrgica a nivel mundial se ha mantenido estable durante 30 años. Durante 30 años, hemos emitido la misma cantidad de CO₂ por tonelada de acero por tonelada de acero producida.
Pero el sector del cemento ha empezado a utilizar los residuos como alternativa a la energía fósil, y cada vez más.
En el caso del cemento, el problema es que la piedra caliza se calienta a altas temperaturas. Este calentamiento a altas temperaturas se puede hacer con neumáticos viejos, por ejemplo, con residuos, efectivamente. Pero el proceso en sí mismo hace que se libere CO₂ a la atmósfera. Para resolver esto, hay que capturar el CO₂ a la salida de las chimeneas. Es muy complicado, muy caro, contaminante y consume mucha electricidad.
¿Lo ha estudiado?
He hablado de ello con especialistas del Gobierno federal suizo, que nos dicen que Holcim, una gran multinacional del cemento, no es capaz de capturar el CO₂ en Suiza. Piden subvenciones colosales. No pueden hacernos creer que van a capturar el CO₂ de la producción de cemento en los países pobres. Y sin embargo, es allí donde se produce mucho cemento. Donde se produce mucho cemento es en China, India, África, Indonesia y Vietnam. Es allí donde se produce el cemento; ya no es en los países ricos.
¿Hasta que punto los recursos de las energías renovables pueden servir para lograr la descarbonización?
Las energías renovables son eficaces para producir electricidad. Es decir, se puede descarbonizar una buena parte de la producción de electricidad, gracias, principalmente, a que los paneles solares son fáciles de instalar, más que los aerogeneradores. Sin embargo, es probable que no se consiga reducir a cero las emisiones de C02 con las energías renovables. Se necesitará un respaldo cuando no hay ni sol ni viento, se necesita un poco de gas; pero eso no es muy grave. El problema es que las energías renovables no sirven para fabricar todos los materiales de los que ya hemos hablado. Las energías renovables no sirven para la agricultura, no sirven para la aviación, no sirven para el transporte de mercancías pesadas, y no sirven para el acero, el cemento y el plástico. Por lo tanto, no hay que hacer creer que gracias a los paneles solares y los aerogeneradores vamos a descarbonizar la economía. Eso no es cierto, se va a descarbonizar es la electricidad, no la economía. También, insisto, hay que señalar que la electricidad representa el 40 % de las emisiones mundiales y que una buena parte de esa electricidad ya está descarbonizada. No es novedad que se puede hacer electricidad sin emitir carbono.
Las energías renovables no sirven para la agricultura, la aviación, el transporte de mercancías pesadas, el acero, el aluminio o el plástico
Entonces, ¿ante el riesgo climático y la dificultad para encontrar soluciones para electrificar esos sectores, ¿cuáles son las soluciones?, ¿consumir menos materiales, decrecer?
Si realmente queremos reducir rápidamente las emisiones de CO2, la solución, en primer lugar, es seguir apostando por las energías renovables para dejar de producir electricidad con carbón. Esto es muy importante y funciona. Es extremadamente importante.
Admite, pues, el papel importante de las energías renovables.
Mi libro no se opone a las energías renovables; ¡al contrario! Simplemente, dice que las energías renovables no serán suficientes. Es evidente. Y, en relación a los sectores que no podremos descarbonizar con energías renovables, debe haber un decrecimiento sectorial. Hay que reducir los consumos de acero, de cemento y también de plástico y carne.
¿Por qué?
Creo que hay que entender bien que la cuestión del cambio climático, una vez que se plantea como es debido, es esencialmente una cuestión de redistribución. Habrá CO2 en la economía en 2050, en 2070. La pregunta importante es: ¿en dónde debemos invertir, ¿para hacer qué? Creo que la pregunta que deberemos hacernos constantemente es: ‘¿para qué sirve esa emisión?,¿es una emisión vital?, ¿sirve esa emisión?, ¿es útil para el bien social?’ No es lo mismo fabricar cemento para construir un hospital que para construir un rascacielos. No tiene el mismo servicio en absoluto. Creo que eso es realmente de lo que tenemos que discutir.
Entonces…
No creo que haya solución. La respuesta final es que no creo que haya solución. No conseguiremos descarbonizar la economía y es ilusorio creer que lo lograremos.
Habría que poner más acento en una economía más centrada en los servicios, el ocio, la salud y la cultura….
No soy quién para decirlo. Solo le diré que me llama la atención que, en los años 70, durante la crisis energética, se publicaron informes muy interesantes y muy ambiciosos, especialmente sobre la economía estadounidense, en los que se decía que se consumía -y sigue consumiendo- mucho petróleo. Son informes donde se dice que hay que cambiar por completo los deseos de consumo de los estadounidenses. Decían: ‘hay que hacer que dejen de pensar en comprar coches, casas y bienes materiales, y que piensen en salud, cultura y ocio’. También en los años 70, algunos políticos estadounidenses hablaban muy seriamente de racionamiento, de racionar el consumo, de limitar legalmente, el consumo de petróleo por persona.
Hay que reducir los consumos de acero, de cemento y también de plástico y carne
¿Le parece una buena idea tener derecho a un consumo de energía fósil per cápita?
Creo que si se quiere tener una política justa y eficaz, habrá que hablar de racionamiento.
Hay quien apunta que los grandes consumidores de energía son los ricos, los más ricos.
Yo creo que mientras la población en general vea que las personas muy ricas consumen y emiten mucho más CO2 que ellos, es poco probable que se consiga que esta población acepte medidas un poco más serias contra el cambio climático. Por lo tanto, creo que es realmente importante. No es algo solo simbólico.
Mientras la población vea que las personas muy ricas consumen y emiten mucho más CO2 que ellos, es poco probable que se consiga que se acepten medidas más serias contra el cambio climático
También ha mencionado la dificultad de descarbonización (electrificaciónn) que tiene la agricultura, por su gran dependencia del petróleo y el metano (usado para fabricar fertilizantes…)
Totalmente. La agricultura es sin duda uno de los sectores más difíciles de descarbonizar. Es un poco como la aviación. Hemos construido un mundo en el que hay muy pocos agricultores y en el que agricultura se ha mecanizado enormemente, con máquinas cada vez más potentes que consumen petróleo. La agricultura depende de los fertilizantes y de los pesticidas, y éstos a su vez también dependen del petróleo; y, además, depende enormemente del plástico. Basta ver las fotografías de Almería, en el sur de España. Hay inmensas extensiones de plásticos. El plástico es un elemento esencial de la agricultura actual.
Las políticas climáticas se centran el modelo energético o la movilidad, pero los departamentos y ministerios de Agricultura quedan lejos del epicentro de la acción climática de los gobiernos, ¿no cree?
Sí creo que tiene razón, es totalmente cierto. El grupo de trabajo 3 del IPCC está formado sobre todo por economistas especializados en energía.
La revuelta de los chalecos amarillos en Francia demostró que no es fácil actuar encareciendo la energía fósil, por ejemplo…
Fue un movimiento que surgió sobre todo a raíz de la política de Emanuel Macron. Justo antes de aumentar los impuestos sobre el diésel había reducido el impuesto sobre el patrimonio. Eso muestra claramente que si quiere que haya una transición justa hay que demostrar que tiene que ser mucho más justa e igualitaria. Los ricos deben contribuir más que los pobres. Esto lo demuestra claramente. Pero no era un movimiento contra el clima, era contra las desigualdades que se justifica en base a la protección del clima.
Es la clave, lograr que la transición energética sea justa. ¿no?
Parece difícil, pero lo primero que habrá que hacer, evidentemente, es reducir el consumo de los más ricos. Normalmente, si lo pensamos de forma muy sencilla, la transición energética aumenta la justicia social, no la disminuye.
Usted es muy crítico sobre el funcionamiento y el modo de operar del Panel Intergubernamental de Expertos sobre cambio Climático de la ONU (IPCC), que ha sintetizado el conocimiento sobre el calentamiento. Es especialmente crítico sobre el grupo de trabajo III, que se encarga de las recomendaciones que que los gobiernos pueden adoptar los países para reducir la energía fósil y afrontar el calentamiento. Sugiere que ese grupo de trabajo frena las soluciones reales al cambio climático y que ha utilizado tácticas dilatorias?
Repasemos la historia del grupo de trabajo III y ver de dónde viene. Cuando se creó el IPCC en 1988, ya existía un grupo de expertos creado en 1985 que impulsaba medidas de acción climática inmediatas muy ambiciosas. Esto dio lugar a la Conferencia de Toronto, en Canadá, en 1988, a la que asistieron ya unos cuarenta representantes gubernamentales. Y la declaración final establecía que era necesario reducir las emisiones de CO₂ en un 25% antes de 2005. Era algo extremadamente ambicioso. Cuando el Gobierno estadounidense se enteró de esta conclusión, se escandalizó. Dijeron que era impensable dejar en manos de un pequeño grupo de climatólogos y burócratas de la ONU la definición de cuál debía ser la política climática y energética adecuada. Y muy claramente, ante esto, los representantes de Estados Unidos decidieron que el IPCC debe servir para reinternalizar y reintegrar la restricción y el condicionante económico.
¿Y, qué pasó?
Decidieron que en estas reuniones no solo debían estar los climatólogos, sino también representantes de la industria, del Ministerio de Agricultura, del Ministerio de Energía o de las empresas eléctricas: lo que ellos consideraban que eran ’gente seria’. Y el grupo de trabajo III sirve para eso. Sirve para tener en cuenta el peso económico a la hora de afrontar la reducción de emisiones. El segundo presidente del grupo de trabajo III del IPCC era abiertamente escéptico sobre el cambio climático. Robert Reinstein, que fue su presidente en 1992 y fue negociador estadounidense en Río, fue a pedir consejo a William Nordhaus [del que se habla más abajo]. Los primeros informes del IPCC decían explícitamente que es económicamente rentable posponer esos esfuerzos [de acción climática]. Desde el punto de vista económico, lo óptimo es comenzar la transición energética, pero más adelante. Ese es el primer punto. El otro asunto condenable es que el grupo de trabajo III ha avalado las emisiones de gases negativas.
Las propuestas para enterrar el CO2 bajo el suelo son descabelladas; fueron descartadas pero el IPCC sigue avalándolas
¿Qué significa eso?
Básicamente, la idea es que, dado que no conseguimos reducir las emisiones de CO₂ lo suficientemente rápido, para el futuro se propone extraer el CO₂ de la atmósfera y enterrarlo en el subsuelo inyectándolo bajo tierra. No sabemos cómo hacerlo ni dónde, pero … Esta idea proviene de la industria de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque en el grupo de trabajo III del IPCC hay muchos representantes de la industria de los combustibles fósiles.
Usted tacha de descabelladas las ‘fábricas’ de bioenergía con captura y almacenamiento de CO2 (BECCS, en sus siglas en inglés). [Esta propuesta o estrategia del grupo III del IPCC de plantar muchos árboles para que capturen y almacenen el CO2 bajo la premisa de que su proceso de crecimiento, destinado a quemar la madera y producir energía, redundará en una eliminación neta de CO2 de la atmósfera, hasta convertirse esta tecnología en una forma de emisión negativa de CO2].
Las tecnologías BECCS se proponen para lograr esas emisiones negativas. Es obtener energía con captura y almacenamiento de carbono. El planteamiento es: vamos a producir electricidad con madera; vamos a quemar madera en centrales térmicas como si fuera carbón. Recuperamos el CO₂ a la salida de las chimeneas y lo enterramos bajo tierra. Pero para que esto tenga impacto positivo, habría que construir un número colosal de instalaciones. Habría que almacenar bajo tierra miles de millones de toneladas de CO₂.
Y no lo ve factible…
Sólo producimos 4.000 metros cúbicos de madera. No hay suficiente capacidad para producir esto. Por lo tanto, se trata realmente de propuestas descabelladas; estas siempre han sido consideradas como disparatadas por los expertos, hasta que en la década de 2000, el grupo de trabajo III del IPCC las impulsó.
¿Y por qué se propusieron y han recibido el aval del IPCC?
Creo que no fue con mala intención. El objetivo era decir: podemos alcanzar la meta y evitar un calentamiento de más de los 2ºC. Esa era la esperanza. Era decirle a los gobiernos: ‘ustedes pueden firmar el Acuerdo de París porque podremos alcanzar la meta de los 2ºC gracias a este tipo de técnica. Pero esta técnica no existe, y no existirá.
¿Se lanzan de cara a la galería?
Este tipo de propuestas se lanzan porque motivan las corrientes de financiación pública y las subvenciones para las empresas emergentes que afirman ser capaces de generar emisiones negativas o no.
Pero también dice en su libro que estas plantas de captura y almacenamiento de CO2 [como solución para lograr la neutralidad climática] son una tecnología extravagante y que está siendo instrumentalizada para ocultar el hecho de que no lograremos la descarbonización.
Sí, en todos los modelos climáticos del grupo de trabajo III [para proyectar o simular la salida al calentamiento] hay una gran cantidad de emisiones negativas. En el último informe del IPCC, de 2022, según los modelos, se necesitan entre 170 y 900 gigatoneladas de emisiones negativas hasta 2100. No vamos a tener esas emisiones negativas. Por lo tanto, de hecho, seguirá habiendo mucho carbono en la economía en 2050 y en 2070.

Activistas del grupo de justicia climática Extinction Rebellion participan en una acción en la refinería de petróleo de Equinor en Mongstad (la más importante de Noruega) el 18 de agosto de 2025.
Usted menciona en su libro a muchas personalidades que ha desempeñado un papel destacado en esa historia de la energía y las políticas ambientales, como William Nordhaus, premio Nobel de Economía en 2018 y el gran teórico que avaló el impuesto ecológico sobre el carbono para reducir emisiones, o a Maurice Strong, presidente de la Cumbre la Tierra de Río de Janeiro de 1992, entre otros. ¿Qué nos puede decir sobre Nordhaus? ¿Cuál es su opinión? Lo presenta como una especie de gran ideólogo de la idea de retrasar las medidas de acción climática.
William Nordhaus es una figura muy importante en la economía climática. Es el primer economista y el único Premio Nobel por sus trabajos sobre el cambio climático. Ahora bien, si analizamos su trabajo desde un punto de vista histórico, ¿qué es lo que hace fundamentalmente? Él recicla teorías que inventó durante la crisis energética de los años 70, diciendo: ‘el petróleo es cada vez más caro, pero no pasa nada, haremos la transición energética más adelante, cuando tengamos reactores nucleares’. Luego recicla esta teoría aplicándola al problema del cambio climático y dice: ‘hay un efecto invernadero, pero es mejor no hacer nada ahora, porque más adelante será más fácil hacer la transición’. Y, por lo tanto, Nordhaus lleva cabo realmente una justificación teórica de la espera.
¿Y qué más destacaría?
También es una justificación teórica de la innovación: la idea de que la innovación sirve como solución (de respuesta) al calentamiento. Por eso, digo que lo que hace es transferir el ciclo las teorías sobre la crisis energética al ciclo de cambio climático.
Es el gran defensor de los impuestos al carbono…
¿Para qué sirve el impuesto sobre el carbono? Sirve para asimilar en el mundo económico la escasez de combustibles fósiles. Su argumento era decir que, si los combustibles fósiles se agotan, que es lo que se pensaba en los años 70, el petróleo va a ser cada vez más caro, por lo que los ingenieros y las empresas han de innovar para encontrar soluciones ante esta escasez.
Muchas veces la innovación se presenta como la varita mágica para resolver los problemas, ¿no?
Exactamente. Y para estimular esta innovación, hay que aplicar este impuesto sobre el carbono. La idea de que la innovación y el impuesto sobre el carbono funcionan bien juntos. Busca motivar a las empresas para que innoven de forma ecológica. Básicamente, la idea es que, dado que no conseguimos reducir las emisiones de CO₂ lo suficientemente rápido, para el futuro se propone extraer el CO₂ de la atmósfera y enterrarlo en el subsuelo inyectándolo bajo tierra. No sabemos cómo hacerlo ni dónde, pero … Esta idea proviene de la industria de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque en el grupo de trabajo III del IPCC hay muchos representantes de la industria de los combustibles fósiles.
El mundo nuclear lanzó la alerta…
¿Cuándo nace la idea del cambio climático?
El cambio climático es una idea muy antigua que se remonta al siglo XVI. Aparece ligada, en primer lugar, con la deforestación. Cuando se talan los árboles, se cambia el clima. He escrito un libro sobre este tema titulado “Chaos in the Heavens: The Forgotten History of Climate Change” junto con mi colega Fabien Locher, y mostramos hasta qué punto esto proviene en particular de cuando los españoles llegan a América. Y dicen: ‘Podremos mejorar y restaurar el clima americano desbrozando’. Se trata de una idea muy antigua que circula desde el siglo XVI y que cobra verdadera importancia en el siglo XVIII en Europa.
Me refiero a nuestra época.
La idea de que el cambio climático puede convertirse realmente en un gran problema surge después de la Segunda Guerra Mundial. Fue primero el lobby de la energía nuclear el primero que impulsa esta idea.
El sector nuclear…
El mundo nuclear afirma que, a largo plazo, los combustibles fósiles llegarán a su fin. Dice no podemos seguir quemando carbón o se agotará; si se agota el carbón, la energía nuclear volverá a ser competitiva, o bien a medida que el clima se caliente, nos veremos obligados a pasar a la energía nuclear. Este es un argumento que se repite con cierta frecuencia en los años 50, 60 y 70, en el lobby nuclear, en la literatura en los documentos internos de la Agencia Internacional de la Energía o en la Comisión de la Energía Atómica de Estados Unidos.
¿Y Maurice Strong?
Maurice Strong es un personaje interesante. Fue un hombre de la industria del petróleo canadiense y que se vio impulsado para encabezar la Conferencia sobre Medio Humano de Estocolmo de 1972, estando al frente del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), y la cumbre de Río de Janeiro, de 1992. Su caballo de batalla fue el desarrollo sostenible. En la base está la idea de que las empresas deben participar, aportar su experiencia y participar en la búsqueda de soluciones. Esto explica por qué hay tantos representantes de la industria de los combustibles fósiles en el grupo de trabajo tres del IPCC. La idea era decir que las industrias petroleras, dado que son las causantes del problema, también deben encontrar soluciones.
La industria petrolera siempre ha estado involucrada de una u otra manera en el debate climático…
La idea es que, dado son ellas las que causan el problema, son ellas las que deben encontrar las soluciones. Ellas tienen el capital, los medios para investigar, son ellas las que pueden innovar, invertir. Por eso Maurice Strong impulsó esta idea. No es el único; Koffi Annan hace lo mismo. Todo esto permite comprender la naturaleza ambivalente de este grupo de trabajo III del IPCC, creo. Es cierto que Maurice Tron tuvo un papel bastante negativo, en mi opinión, en este asunto.
Su valoración de Maurice Strong es negativa o positiva?
Más bien negativa porque ha debilitado la gobernanza internacional del clima. No ha permitido clarificar el problema.
Y el otro personaje es Denis Hayes.
Conozco menos a Hayes. Era un protegido de Jimmy Carter. Fue quien lanzó la celebración del Día de la Tierra. Lo interesante es que, en 1970, cuando Denis Hayes habla del problema medioambiental, su crítica se dirige de manera fundamental a la economía estadounidense. En aquella época, la economía estadounidense consumía el 30 % de los recursos, mientras que representa el 7 % de la población. Decía: ‘Esto es intolerable’. Era una crítica muy dura al mundo industrial, al mundo económico. El Día de la Tierra se convirtió en un fenómeno popular, muy pronto cooptado, y al que los industriales se sumaron en masa. Muestra cómo el movimiento ecologista fue rápidamente infiltrado por la industria. Por lo tanto, Denis Hayes es un personaje interesante por eso. También fue el rector de la Oficina de Desarrollo Solar bajo la presidencia de Jimmy Carter.
Si países poderosos como Estados Unidos, Rusia y los países del Golfo se oponen ferozmente a esta transición, evidentemente este lo hace aún más imposible
Las grandes discusiones políticas en las conferencias del clima siguen girando en torno a si es posible frenar el acuerdo para frenar el calentamiento global en 1,5ºC y, sobre todo, alcanzar la neutralidad climática a mediados de siglo. Usted me dice que no se va a conseguir esa neutralidad climática. ¿Está esta discusión desenfocada?, ¿Deberíamos actuar de otra manera?
Creo que existe una gran desconexión entre los debates internacionales sobre el clima y el mundo económico, tecnológico y material. Y esto es cada vez más evidente, patente y masivo. El objetivo de frenar el calentamiento en 1,5ºC ya es inalcanzable. Ya es demasiado tarde. Y el objeto de los 2ºC de aumento es igualmente inalcanzable. Y dentro de cinco o diez años los científicos reconocerán que el objetivo de los 2ºC también es inalcanzables¡.
¿Inalcanzables?
Efectivamente, estamos hablando de objetivos inalcanzables. Y el problema es que, aunque es bueno fijarse objetivos, al hacer creer que se puede alcanzar la neutralidad en carbono gracias a la tecnología, no se hace suficiente hincapié en la cuestiones claves, como son la sobriedad, la reducción del consumo. Y todo esto queda completamente fuera del ámbito del debate democrático sobre el cambio climático.
Última cuestión. El cambio de política de Estados Unidos cambia por completo todas las discusiones…
Aunque todo el mundo estuviera acuerdo y tuviera buena voluntad, ya sería muy difícil llevar a cabo la famosa transición energética porque hay grandes obstáculos tecnológicos. Pero cuando además hay países poderosos como Estados Unidos, Rusia y los países del Golfo, que se oponen ferozmente a esta transición, evidentemente este lo hace aún más imposible.
“Estados Unidos representa ahora el 13 % de las emisiones mundiales. Ya no es el centro del mundo. El centro del mundo es China, es Asia donde se producen las emisiones masivas. No creo que China vaya a alcanzar la neutralidad en carbono, pero es cierto que está descarbonizando su electricidad.
China habla de alcanzar la descarbonización en el año 2060.
Creo que es una ilusión. Por otro lado, existe la voluntad de impulsar las energías renovables, pero no lograrán descarbonizar toda su economía en 2060. La intensidad de carbono de China es mayor que la de Estados Unidos. Parece muy moderna, pero Es China sigue siendo un país en desarrollo en muchos aspectos. Tiene muchos coches eléctricos, pero, de hecho, la intensidad de carbono de la economía en China, es más alta que las de Estados Unidos.
7. La respuesta occidental a Tianjin.
Crooke sigue analizando la política de Trump, en esta ocasión como respuesta a la cumbre en Tianjin, y el reto que ha lanzado fundalmentalmente China.
¿Podrá Trump reajustarse tras la cumbre de la OCS en Tianjin? ¿Fue totalmente fortuito el momento elegido por China para «lanzar el guante» de la OCS?
Alastair Crooke • 8 de septiembre de 2025
¿Disfruta Trump siquiera del margen de maniobra que le proporcionan sus vínculos ocultos para aprovechar la distensión nuclear como su historia para el Premio Nobel, si así lo decide?
Se acabaron las contemplaciones. La cumbre de la OCS fue una clara demostración de la realidad del poder que se consolida, por un lado, y del poder que se desvanece, por otro. El impresionante desfile militar fue la contrapartida de la cumbre: lo dijo alto y claro: ¿Quieren enfrentarse a nosotros? «Estamos preparados».
China ha lanzado el guante con una precisión milimétrica. (Casi se diría que lo habían planeado así…). «La historia se está escribiendo con tinta rusa y china», observó un comentarista ruso.
Los sistemas políticos occidentales están en crisis, acosados por políticas populistas que lo prometen todo, pero carecen de las herramientas para resolver nada. Las alianzas occidentales están divididas por la duda y la incertidumbre, y la estabilidad política se resquebraja bajo la presión de los fracasos de las políticas occidentales de endeudamiento y gasto. Incluso The Economist reconoce que «se está imponiendo una nueva realidad».
La reacción de Trump al espectáculo de la OCS fue una sarcástica crítica a lo que percibió como una «conspiración» antiamericana. Sin embargo, si se siente como un «invitado indeseado» en esta reunión de «amigos», es porque decidió no ir a Tianjin. Solo puede culparse a sí mismo. Si la OCS se define en la mentalidad occidental como antioccidental, eso también se deberá en gran medida a Trump y a cómo decida enmarcar el futuro de Estados Unidos.
Xi señaló este último punto en su discurso de apertura: «La humanidad se enfrenta de nuevo a la elección entre la paz o la guerra, el diálogo o la confrontación, y los resultados beneficiosos para todos o los juegos de suma cero».
Por desgracia, es probable que Trump esté demasiado avanzado en su camino hacia la «grandeza excepcionalista» estadounidense como para esperar de él una respuesta matizada. Pero, una vez más, Trump suele desafiar lo obvio.
La actitud psicológica por defecto de Occidente será defensivamente antagónica. Es evidente que Estados Unidos no está preparado psicológicamente para ponerse en pie de igualdad con estas potencias de la OCS. Siglos de superioridad colonial han moldeado una cultura en la que el único modelo posible es la hegemonía y la imposición de una dependencia prooccidental.
Reconocer que China, Rusia o la India se han «desvinculado» del «orden basado en normas» y han construido una esfera no occidental separada implica claramente aceptar el fin de la hegemonía global occidental. Y significa también aceptar que la era hegemónica en su conjunto ha terminado. Las clases dirigentes estadounidenses y europeas no están en absoluto dispuestas a ello. Las clases dirigentes europeas, como verdaderos creyentes, siguen mostrando hostilidad hacia Rusia.
Así que, para los europeos, no hay duda de que también sintieron algo de inquietud, pero no entendieron qué había causado exactamente ese temblor, por lo que decidieron responder con rudeza. Friedrich Merz expresó su opinión: «Putin es un criminal de guerra. Es quizás el criminal de guerra más grave de nuestro tiempo que hemos visto a gran escala. Debemos tener claro cómo tratar a los criminales de guerra: no hay lugar para la indulgencia».
La realidad (y lo poco que sabemos) de lo que ha surgido del desfile de la plaza de Tiananmen en China sin duda causará consternación en Washington, Bruselas y Londres: El presidente Xi declaró que el auge de China es «imparable», al tiempo que mostraba a más de 10 000 soldados marchando en perfecta sincronía y revelaba el impresionante nuevo armamento chino (un misil balístico intercontinental nuclear con un alcance de 20 000 km, un interceptor láser y drones submarinos gigantes).
Lo más destacable es que el presidente Xi (también por primera vez) mostró la fuerza nuclear terrestre, marítima y aérea del Ejército Popular de Liberación, una tríada completa y letal.
En el desfile de celebración de la victoria, Xi se presentó orgulloso junto a sus aliados sancionados por Estados Unidos y se sentó en la tribuna con Kim Jong Un directamente a su izquierda y Putin a su derecha, una alineación simbólica que pocos podían esperar. Del mismo modo, la bonhomía evidente entre Putin, Xi y el primer ministro Modi era claramente real y no fingida.
Los resultados prácticos de la cumbre también desconcertarán a Occidente. El anuncio del gasoducto Siberia 2, señala Blomberg, pone fin de facto a los planes de «dominio energético» de Estados Unidos.
Como dice el editorial de Blomberg, «China podría dejar de importar más de la mitad de su GNL extranjero y, a principios de la década de 2030, la cuota de gas ruso en las necesidades de China podría alcanzar el 20 %. Los analistas calcularon rápidamente que la puesta en marcha del proyecto Power of Siberia 2 equivale a una caída de la demanda de unos 40 millones de toneladas de GNL al año».
«Esto significa que muchos proyectos de producción de GNL, por los que había apostado Estados Unidos, ya no tienen sentido».
¿Cuáles serán las otras secuelas? El Estado oscuro de Estados Unidos y Europa no se tomará estos acontecimientos a la ligera. En su hostilidad, es probable que su ira se centre en primer lugar en Rusia (a través de Ucrania) y, paralelamente, en Irán, aliado estratégico de Rusia y China.
Durante la cumbre, Xi propuso la creación de un nuevo orden económico y de seguridad internacional, desafiando explícitamente el sistema institucional existente liderado por Estados Unidos. Describió la iniciativa como un paso hacia la construcción de un mundo multipolar. Y tras anunciarla, se produjo directamente la primera «acción» concreta de la OCS.
China y Rusia se unieron a Irán para rechazar una iniciativa europea destinada a restablecer las sanciones de la ONU contra Teherán a través del «mecanismo de restablecimiento». Una carta firmada conjuntamente por los ministros de Asuntos Exteriores de China, Rusia e Irán, y dirigida al secretario general de la ONU, afirmaba en términos inequívocos que el hecho de que el E3 activara la cláusula de «restablecimiento» «contraviene claramente la resolución y, por lo tanto, es, por defecto, defectuosa desde el punto de vista jurídico y procedimental. La actuación del E3 abusa de la autoridad y las funciones del Consejo de Seguridad de la ONU, al tiempo que induce a error a sus miembros y a la comunidad internacional sobre las causas fundamentales del fracaso en la aplicación del PAIC y la resolución 2231 del Consejo de Seguridad de la ONU».
Un lenguaje duro que, sin embargo, puede no ser suficiente para impedir que la reactivación de las sanciones entre en vigor en 30 días a partir de la transmisión de la carta del E3 al Consejo de Seguridad el 28 de agosto.
El E3 afirma que su acción en realidad proporciona «espacio» a Irán para negociar el retorno al pleno cumplimiento del JCPOA, pero esto se ve desmentido por el hecho de que el E3 vincula el período de negociación de 30 días a nuevas exigencias relativas al inventario de misiles de Irán y a su postura en materia de política exterior como parte integrante de cualquier acuerdo. Saben que Irán nunca aceptará estos elementos adicionales.
Por lo tanto, el E3 está preparando a Irán para una acción militar mediante la introducción de condiciones irrealizables.
Está claro que la declaración de China y Rusia implica que no cumplirán con ninguna sanción de restablecimiento si se imponen a Irán.
Trump afirma periódicamente que no quiere una guerra con Irán, pero, sin embargo, ya ha atacado las instalaciones nucleares de Irán (el 22 de junio).
El «marco de restablecimiento», con sus condiciones punitivas que parecen destinadas a provocar un colapso de la diplomacia, no surgió de la nada.
Recordemos que fue Trump quien, en febrero de 2025, firmó un Memorándum Presidencial Nacional (una orden judicial legalmente vinculante) en el que se establecía que los objetivos de Estados Unidos eran «negar a Irán el acceso a armas nucleares y misiles balísticos intercontinentales, y neutralizar la red y la campaña de agresión regional de Irán»; que el secretario del Tesoro debe aplicar la máxima presión sancionadora sobre Irán; y que el representante de Estados Unidos ante la ONU debe trabajar con los aliados clave para completar el «snapback» de las sanciones y restricciones internacionales sobre Irán, al tiempo que se responsabiliza a Irán por su incumplimiento del Tratado de No Proliferación Nuclear (entre muchas otras disposiciones incluidas en el memorándum)».
El Memorándum Presidencial de febrero de 2025 sentó las bases para una eventual acción militar contra Irán o la capitulación total de este país. Negar a Irán su defensa antimisiles y sus vínculos con los aliados regionales siempre fue una idea inviable. Sin embargo, estas exigencias resurgen ahora con las últimas demandas del E3. ¿Quién está detrás de esto? Trump y, detrás de él, Netanyahu.
La primera ronda sobre Irán ya se ha probado y ahora las fuerzas que actúan entre bastidores están presionando para que haya una nueva ronda. Ven que Irán se fortalece, Israel se debilita y la ventana de oportunidad se reduce. Tienen prisa.
La otra vertiente de la represalia occidental ante la «insolencia» de la OCS al mantenerse al margen de la primacía occidental probablemente tomará forma en Ucrania. Los europeos y Zelensky exigirán más presión, tanto militar como financiera, sobre Rusia.
Sin duda, Rusia informó a sus colegas en Tianjin de que tiene la intención de transmitir a Trump el mensaje de que Rusia continuará la operación militar especial hasta que se alcancen plenamente todas las tareas y objetivos fijados (ya que Washington parece incapaz de controlar a los ucranianos y europeos). Si las cosas toman un rumbo diferente, Rusia está dispuesta a seguir la vía diplomática para poner fin al conflicto, pero en sus propios términos. Sin embargo, el esfuerzo principal será el de asegurar la victoria en el campo de batalla. Si Trump responde con una escalada, Rusia responderá adecuadamente.
Trump vive bajo enormes presiones y ganchos (desconocidos). Pero lo que hemos visto una y otra vez con Trump es que desafía lo obvio. Se las arregla para sobrevivir a las cosas, para superarlas y, de hecho, para prosperar en cierto sentido precisamente gracias a ellas. La adversidad es su alma. Tiene esa inexplicable cualidad indomable que afirman sentir quienes le conocen bien.
¿Podrá Trump reajustarse tras los acontecimientos de Tianjin? ¿Conducirá la continuación de su exigencia del derecho de Estados Unidos a la hegemonía financiera, ante un bloque SCO desafiante, a un debilitamiento de Estados Unidos? ¿Fue totalmente fortuito el momento en que China «lanzó el guante»? ¿O es la situación financiera de Occidente más frágil de lo que se cree en general?
¿Disfruta Trump siquiera del margen de maniobra que le dan sus vínculos ocultos para aprovechar la distensión nuclear como su historia del Premio Nobel, si así lo decide?
8. La desigualdad en la producción agroalimentaria.
Aunque la producción agroalimentaria se desplaza progresivamente hacia el Sur global, es el Norte el que se lleva los ingresos. Un estudio académico de Goya, Hickel y Jha.
https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2211912425000586
Aumento de la desigualdad en las cadenas de valor agroalimentarias: tendencias mundiales entre 1995 y 2020
Meghna Goyal, Jason Hickel, Praveen Jha
https://doi.org/10.1016/j.gfs.2025.100883
Aspectos destacados
- •En las últimas décadas, la producción y el consumo de productos agroalimentarios se han globalizado.
- •La participación del Sur global en el valor de la producción agrícola ha aumentado durante el período 1995-2020.
- •La distribución internacional del valor económico generado en las cadenas de valor agroalimentarias mundiales ha cambiado tanto a nivel regional como entre sectores.
- •La participación del Norte global en los ingresos no agrícolas es desproporcionadamente mayor que su participación en la producción agrícola.
- •El Norte y algunas economías globalizadas capturan valor al registrar ingresos asimétricos en los vínculos hacia adelante, en contraposición a la agricultura.
Resumen
Los sistemas agroalimentarios están cada vez más globalizados. En las últimas tres décadas, a medida que los sistemas alimentarios nacionales se han vuelto más interdependientes, la distribución de las actividades productivas y el valor económico entre los diferentes actores y países ha cambiado. Investigaciones anteriores sobre las cadenas de valor agroalimentarias nacionales han demostrado que la participación de las explotaciones agrícolas en los ingresos del sistema alimentario ha disminuido de forma constante, mientras que los sectores posteriores a la explotación agrícola captan la mayor parte de los ingresos. La concentración del mercado en los sectores posteriores a la explotación agrícola es elevada en las economías industrializadas y está impulsando la transformación de los sistemas alimentarios en las economías en desarrollo. En este artículo ampliamos este análisis para evaluar por primera vez las consecuencias distributivas globales de la transformación de los sistemas alimentarios. Utilizamos datos de insumo-producto multirregionales para desagregar los gastos en alimentos entre los diferentes países y sectores a lo largo de las cadenas de valor agroalimentarias, desde 1995 hasta 2020. Llegamos a varias conclusiones principales: 1) la producción agrícola para la alimentación y los insumos industriales se ha desplazado cada vez más hacia el Sur global, 2) los ingresos del sistema alimentario mundial son captados cada vez más por las actividades posteriores a la producción agrícola en el Norte global, y 3) una parte sustancial de los ingresos del sistema alimentario se captura en jurisdicciones con bajos impuestos y baja producción agrícola. Estas conclusiones demuestran que el sistema agroalimentario contemporáneo y el comercio agrícola están sesgando la distribución de los beneficios económicos en detrimento de los productores agrícolas del Sur global.
1. Introducción
Al igual que otros sectores económicos, el sector agroalimentario está cada vez más globalizado y es cada vez más complejo. El comercio en este sector casi se ha triplicado en términos reales, pasando de 680 000 millones de dólares estadounidenses en 1995 a 1,9 billones de dólares estadounidenses en 2022. (Banerjee, 2011; FAO, 2020, 2024). Un tercio de la producción agrícola y alimentaria total cruza las fronteras nacionales al menos una vez durante el proceso de producción, a través de las cadenas de valor mundiales (Bellemare et al., 2022). La concentración del valor en la fabricación y la venta al por menor de alimentos ha aumentado, y las inversiones extranjeras están provocando transformaciones en los sistemas alimentarios de los países en desarrollo. Los agricultores y productores utilizan cada vez más insumos agrícolas industriales, los supermercados están aumentando su cuota de mercado en la venta minorista de alimentos y los alimentos procesados constituyen una parte mayor de la cesta de la compra, entre otros cambios (Ambikapathi et al., 2022; Reardon y Timmer, 2012). Los estudios sobre el sector han tratado de analizar estos cambios mediante marcos que describen y evalúan los sistemas alimentarios y las cadenas de valor agroalimentarias mundiales (GAVC) (Lawrence, 2019; Patel, 2012). Utilizamos el término «transformaciones del sistema alimentario» para referirnos a los cambios en la organización material de la producción agrícola mundial, en contraposición a otros usos comunes del término que se refieren a cambiar el sistema alimentario para que sea más sostenible y equitativo.
El marco de la cadena de valor global recoge los efectos de los vínculos entre los diferentes sectores de la economía que componen una cadena de valor. En el sistema alimentario global, los sectores posteriores a la explotación agrícola se han vuelto más grandes y poderosos, ya que los cultivos se procesan, transforman y transportan largas distancias hasta llegar a los consumidores finales. Estos vínculos se han profundizado a medida que las empresas multinacionales gestionan actividades económicas de producción y no producción en todos los sectores e incluso en todos los países, como parte de una única operación comercial, o mediante contratos «en condiciones de igualdad» con empresas y productores agrícolas de todo el mundo (Clapp, 2022; Reardon y Timmer, 2014).
Parte de la literatura económica actual sugiere que el crecimiento de la producción y el comercio agroalimentarios ha creado oportunidades de desarrollo económico para los países en desarrollo a través del acceso a los mercados mundiales y las transferencias de tecnología (Gereffi y Lee, 2012), mientras que otros sugieren que las cadenas de valor intensifican la competencia entre países para reducir los costos y aumentan la desigualdad al facilitar el intercambio desigual y crear una división internacional del trabajo. Podemos comprobar estas afirmaciones empíricamente evaluando la dinámica distributiva en el sistema alimentario mundial (Hickel et al., 2022; Yeung y Coe, 2015).
Investigaciones recientes han demostrado que, en las economías avanzadas, la participación de las explotaciones agrícolas en los ingresos del sistema alimentario ha ido disminuyendo (Canning et al., 2016). En muchos países del Sur global, la participación de las explotaciones agrícolas en los gastos alimentarios «fuera del hogar» (es decir, en restaurantes, etc.) ha disminuido en muchas economías o se ha estancado en niveles bajos en otras (Yi et al., 2021). Varios estudios de casos ricos sobre cultivos o agriculturas específicos que se comercializan a nivel mundial señalan la existencia de enormes márgenes de beneficio sobre los precios agrícolas, que se acumulan en manos de actores no agrícolas y en los sectores posteriores a la explotación agrícola (Elsby, 2020; Kumar, 2019, 2022; Purcell, 2018). Esto plantea interrogantes sobre hasta qué punto estas dinámicas distributivas se producen de forma más generalizada en los países del Sur global y a escala mundial.
En este documento ofrecemos la primera evaluación exhaustiva de las dinámicas distributivas en el sistema agroalimentario mundial, por sectores y regiones, para los años 1995-2020. Nos centramos específicamente en la distribución entre el Norte global y el Sur global y dentro de cada uno de ellos. Para ello, desglosamos la distribución del valor añadido mundial en el sector agrícola y alimentario por la región en la que se obtiene. Además, desglosamos estos ingresos por el sector económico en el que se registran. Los ingresos relacionados con la cadena de valor agroalimentaria mundial obtenidos en sectores no agrícolas del Norte global pueden haberse obtenido gracias a la producción agrícola del Sur global o viceversa. Esto les permite describir dónde se produce la producción agrícola, a qué sectores se destina y, en última instancia, dónde se captura el valor del sistema alimentario.
Encontramos pruebas de la captura de valor en las GAVC por parte de los sectores económicos que conforman los vínculos hacia adelante de la agricultura, como la fabricación de alimentos, la investigación y el desarrollo y los servicios financieros, entre otros. También observamos que las economías del Norte global, y especialmente algunas economías que son paraísos fiscales, como Singapur, capturan de manera desproporcionada el valor en estos sectores, incluso cuando su participación en la producción agrícola mundial disminuye. Esto implica que el potencial de desarrollo de las GAVC para las economías más pobres no se materializa, ya que los ingresos del sistema alimentario no se distribuyen de acuerdo con la producción agrícola.
Nuestro estudio utiliza datos de insumo-producto multirregionales (MRIO) para contribuir a esta literatura centrándose en el nivel mundial. Desglosamos todos los ingresos del sistema alimentario mundial por sector y región para identificar las ganancias relativas utilizando la base de datos de insumo-producto entre países (ICIO) de la OCDE por su fiabilidad, cobertura y comparabilidad con otros estudios (OCDE, 2023). Nuestro análisis se centra en el sector de la «agricultura, la caza y la silvicultura» y en el sector de la «fabricación de productos alimenticios, bebidas y tabaco». En este análisis, ignoramos el sector de la «pesca y la acuicultura» para centrarnos en los segmentos del cultivo y la ganadería. También ignoramos el sector de «alojamiento y servicios de restauración», ya que no podemos aislar la producción de alimentos dentro de este sector.
Distinguimos entre las economías nacionales del Norte global y del Sur global, utilizando la clasificación del FMI de economías «avanzadas» y economías «emergentes y en desarrollo» (FMI, s. f.). El Norte global («avanzado») incluye a los Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea, Israel y las economías ricas de Europa. El Sur global incluye al resto de Asia, África y América Latina.
Tenga en cuenta que, debido a la naturaleza agregada del ICIO, el sector «agricultura, caza y silvicultura» incluye los ingresos obtenidos de pequeñas explotaciones agrícolas y grandes operaciones industriales, incluidas las explotaciones ganaderas intensivas. No es posible separar los ingresos obtenidos de la agricultura a pequeña escala de los beneficios de la agroindustria. Esto debe tenerse en cuenta al interpretar los resultados sobre la «participación de las explotaciones agrícolas», que puede referirse a explotaciones de cualquier tamaño. Al mismo tiempo, a nivel del análisis MRIO no es posible tratar por separado el cultivo y la ganadería. En conjunto, la participación agrícola podría denominarse más bien «participación agrícola y agroindustrial».
2. Métodos
Utilizamos métodos de insumo-producto (IO) para desagregar la producción y la absorción de valor entre las diferentes economías y sectores nacionales. Esto sigue la metodología adoptada en los estudios sobre el comercio en las cadenas de valor mundiales, así como la distribución del valor a través del comercio internacional (Hickel et al., 2022; OCDE, 2022; Timmer et al., 2015). Las tablas de insumo-producto contienen datos sobre el comercio entre diferentes economías, así como sobre la absorción de la producción de diferentes pares de industrias y países por parte de otras industrias y países. Se trata de una herramienta muy útil para comprender los movimientos en la estructura económica mundial y la distribución del valor entre sectores y países.
2.1. Elección de la ICIO de la OCDE
De las diversas bases de datos de insumo-producto mantenidas por la OCDE y la UNCTAD (EORA), entre otras (Lenzen et al., 2013; OCDE, 2023; Timmer et al., 2015), hemos seleccionado las tablas Inter Country Input-Output (ICIO) de la OCDE. Esta mantiene datos de 76 países y un término residual para el «resto del mundo». Dado que los datos son más precisos y están más ampliamente disponibles para los países avanzados del Norte global, la categoría «resto del mundo» comprende los países cuyas oficinas nacionales de estadística no mantienen la información necesaria para ser incluidos en la construcción de la tabla ICIO de la OCDE. Para estas 77 categorías de países, la OCDE mantiene datos durante 26 años, entre 1995 y 2020, y para 45 sectores de producción diferentes, que se mantienen como cifras agregadas para que sean comparables entre los diferentes países. La lista de países y sectores para los que la OCDE agrega datos de fuentes nacionales oficiales y estima agregados para su comparabilidad está disponible públicamente (OCDE, 2023).
Para su análisis, consideran que la base de datos ICIO de la OCDE es la más adecuada por dos razones. En primer lugar, la OCDE recopila datos de fuentes nacionales oficiales según lo comunicado por los gobiernos nacionales de estos países. Estos países abarcan una gran variedad de países del Norte y del Sur globales, especialmente los países con mayor producción agrícola. La resolución por países para el continente africano es baja, pero mejor que la de otras bases de datos de organizaciones internacionales. Dado que muchas naciones africanas dependen de manera abrumadora de la agricultura para el empleo, las exportaciones y los ingresos nacionales, esta es una consideración importante para el análisis de la generación y distribución del valor agrícola mundial. Se requieren estudios y recopilación de datos futuros para superar las limitaciones de cualquier análisis empírico basado en estos conjuntos de datos.
En segundo lugar, la CIIA de la OCDE se ha utilizado ampliamente para estudios sobre cadenas de valor mundiales, y especialmente para estudios recientes sobre cadenas de valor agrícolas (Yi et al., 2021). La división estadística de la FAO también mantiene la base de datos de la cadena de valor alimentaria basada en la CIIA de la OCDE. A pesar de las diferencias de enfoque entre este estudio y otros, el uso de la misma base de datos permite la comparabilidad y permite comprender sus resultados empíricos de forma continua.
Para nuestro análisis, también es importante señalar que la ICIO de la OCDE se basa en el Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) de 2008, que incorpora algunas actividades como actividades económicas productivas que generan valor añadido, que anteriormente estaban excluidas del SCN de 1993 y versiones anteriores.
2.2. Clasificación de los sectores económicos en vínculos
La tabla 1 (en el apéndice) presenta nuestra clasificación de los sectores tal y como figuran en la CIIU en los diferentes vínculos relativos al sector agrícola en las GAVC. Además, proporciona detalles sobre nuestra clasificación de los sectores de la CIIU en las categorías industriales utilizadas en nuestro análisis.
Esta clasificación se basa en la comprensión común de los diferentes sectores económicos en relación con el sector agrícola. Los vínculos hacia atrás comprenden los sectores que proporcionan insumos a la agricultura, como fertilizantes y servicios básicos como la electricidad y el agua. Los vínculos hacia adelante comprenden (1) los sectores que utilizan la producción agrícola como materia prima o pienso, y (2) los que proporcionan apoyo logístico a toda la cadena de valor, incluidos el transporte, el comercio minorista y mayorista y los servicios financieros.
2.3. Cálculo de los ingresos de la cadena de valor alimentaria
La OCDE proporciona la matriz inversa de Leontief para la matriz subyacente de demanda final y transacciones (matriz Z) del comercio y la absorción entre pares de países y sectores. Para desglosar el valor generado a lo largo de la cadena, ampliamos el método para incorporar la cadena de valor «posterior a la explotación agrícola» o los vínculos hacia adelante (Canning et al., 2016; Yi et al., 2021). Para asegurarnos de no sobrevalorar los ingresos obtenidos de la cadena de valor alimentaria, multiplicamos las ventas de cada par país-industria relacionado con el gasto en alimentación por sus respectivas cuotas de valor añadido de la producción bruta. De este modo, se elimina el papel de los sectores que comprenden vínculos hacia atrás a la hora de determinar el peso del sector agrícola.
Utilizamos el siguiente cálculo para obtener los «ingresos» o el valor añadido registrado de las ventas de alimentos a nivel mundial de cada par país (
)-industria (): donde
es un vector de la demanda final mundial del sector «agricultura, caza y silvicultura» (en adelante, nos referiremos a él como el sector agrícola) y los sectores «fabricación de productos alimenticios, bebidas y tabaco», L es la matriz inversa de Leontief, VA es el vector de valor añadido (incluidos los impuestos menos las subvenciones) y X es el vector de producción bruta.
Para calcular la participación de las explotaciones agrícolas en el dólar alimentario mundial, calculamos el valor que se acumula en el sector agrícola de cada país a partir de los gastos de demanda final en agricultura (que suponemos que son gastos en alimentos) y los gastos de demanda final en la fabricación de productos alimenticios, bebidas y tabaco.
Para relativizar estas «ganancias», las dividimos por la producción agrícola neta. Para calcular la producción agrícola neta de cada país, deducimos de la producción agrícola bruta de cada país el insumo intraindustrial, es decir, el insumo del sector agrícola. Elegimos la producción agrícola neta porque queremos evitar sobreestimar la contribución de los diferentes países a la producción agrícola mundial, lo que puede ocurrir cuando sus sectores agrícolas se basan en grandes importaciones de insumos agrícolas para la producción agrícola bruta. Esto es especialmente importante para evitar exagerar la producción de aquellas economías que dependen de grandes insumos de piensos para la producción industrial de carne y lácteos.
Como saben, el valor registrado puede diferir del valor real generado por medios directos (Cobham y Jansky, 2017), como los precios de transferencia, y por medios indirectos, como la supresión de precios por el poder monopolístico en el mercado (Yeros y Jha, 2020). Estos medios permiten la captura de valor por parte de los sectores ganadores. Por lo tanto, interpretan los cambios a lo largo del tiempo en la participación de los ingresos de los diferentes sectores en relación con la producción agrícola como indicadores del valor capturado.
3. Resultados
3.1. Cambios en la participación de la producción agrícola
Comenzamos evaluando los cambios en la distribución de la producción agrícola mundial en la economía global entre el Norte y el Sur globales. Observamos que, en los 26 años transcurridos entre 1995 y 2020, la producción agrícola mundial total se ha desplazado de forma abrumadora hacia el Sur global en términos de valor (fig. 1). Del total de la producción agrícola, el Sur global produjo el 50 % en 1995 y en 2020 producía el 80 %, mientras que los países del Norte solo producen el 20 %.
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Fig. 1. (a) Porcentaje del valor de la producción agrícola y forestal mundial correspondiente al Norte y al Sur, donde la producción es la producción agrícola bruta menos los insumos intraindustriales. (b) Ingresos no agrícolas del sistema alimentario mundial como porcentaje de los ingresos agrícolas.
A nivel mundial, la participación de la agricultura en los ingresos del sistema alimentario se mantiene en torno al 35 % de los ingresos totales generados en el sistema alimentario, definidos como el «valor añadido» total de los diferentes sectores que corresponden a los gastos de consumo final en las industrias de «agricultura, caza y silvicultura» y «fabricación de alimentos, bebidas y tabaco» en la ICIO de la OCDE. En lo sucesivo, nos referiremos a este valor añadido de las ventas finales de ambos sectores como ingresos del sistema alimentario.
A pesar de que la producción agrícola en sí misma aumenta de forma desproporcionada en el Sur global, otros sectores del sistema alimentario crecen de forma desproporcionada en el Norte global. Hemos medido la relación entre los ingresos no agrícolas del sistema alimentario y los ingresos agrícolas del mismo. Esta relación ofrece una medida del peso relativo de los sectores agrícolas y no agrícolas en el sistema alimentario. Hemos constatado que los países del Norte global obtuvieron en 1995 3,5 veces más ingresos de los sectores no agrícolas del sistema alimentario mundial que de los sectores agrícolas, y que esta relación aumentó hasta 4,5 en 2020. Al mismo tiempo, el Sur global se estancó, de modo que su ratio de ingresos no agrícolas respecto a los agrícolas aumentó marginalmente de 1,12 a 1,22 durante este periodo.
Dentro del sistema alimentario global, esto significa un estancamiento de la diversificación en el Sur global, de modo que existe una creciente especialización de las actividades territoriales en el sistema alimentario. El Sur global se especializa en la agricultura y mejora marginalmente sus oportunidades de obtener ingresos del resto de la cadena de valor alimentaria. Al mismo tiempo, las industrias del Norte global siguen captando valor del sistema agroalimentario mundial, incluso cuando su contribución relativa a la producción agrícola y forestal subyacente disminuye, ya que estos procesos se trasladan al Sur global.
Además, observamos que el aumento de la producción bruta está impulsado por el aumento del uso en piensos, la fabricación y la industria, así como por los servicios e insumos intraagrícolas (fig. 2). La fabricación de alimentos, que incluye la producción de alimentos ultraprocesados, el procesamiento de cereales y la preparación de piensos para la industria ganadera y cárnica a gran escala, ha multiplicado por más de cuatro el uso de insumos agrícolas en este periodo, absorbiendo aproximadamente 1,5 billones de dólares de productos agrícolas en 2020. Otros usos industriales también han absorbido considerablemente la producción agrícola del Sur global. Las exportaciones para el consumo final en otros países han seguido el ritmo del crecimiento del consumo final propio. La diversificación y la dependencia de las exportaciones en la absorción de la producción agrícola sugieren que las cadenas de valor agrícolas son esenciales para otras cadenas de valor de la economía mundial, y que el crecimiento y la dirección del crecimiento de la agricultura están ligados a los incentivos del mercado en otras industrias.
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Fig. 2. (a) Absorción de la producción agrícola de los países del Norte global. (b) Absorción de la producción agrícola de los países del Sur global. Las cifras de la derecha muestran el cambio porcentual en 2020 con respecto a 1995.
Además, observamos, como se muestra en la fig. 3, que la dependencia del Norte global del consumo de la producción agrícola y forestal del Sur global ha aumentado en los últimos años en comparación con su dependencia de su propia producción agrícola y forestal. Esto muestra un marcado aumento de la dependencia del Norte global respecto a las importaciones de productos básicos primarios. En 2020, el Norte consumió productos agrícolas y forestales del Sur por valor de 391 000 millones de dólares, directamente o incorporados en otros productos (el 28 % de su dependencia total de la producción agrícola y forestal). Al mismo tiempo, el Sur importó 124 000 millones de dólares en producción agrícola y forestal del Norte, directamente o incorporados en otros productos (el 2 % de su demanda final basada en productos básicos agrícolas).
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Fig. 3. Porcentaje de la demanda final de productos básicos agrícolas en forma directa o incorporada procedente de la producción agrícola y forestal del Norte global y del Sur global.
Los incentivos de mercado en los GAVC impulsan la distribución de las tierras de cultivo. Por ejemplo, estos incentivos son los medios contemporáneos por los que se decide la competencia entre «alimentos, piensos y combustibles», de modo que el 40 % de las tierras de cultivo mundiales se dedican ahora a la producción de piensos (Dixon et al. s. f.; Kastner et al., 2012; Ray et al., 2022). En 2023, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura registró que «los preparados alimenticios (no clasificados en otra parte)» eran los productos alimenticios y agrícolas más exportados en términos de valor, con un comercio mundial que alcanzaba aproximadamente los 96 000 millones de dólares estadounidenses.
La FAO clasifica de manera general los preparados alimenticios (no clasificados en otra parte) como «preparados alimenticios compuestos homogeneizados; sopas y caldos; ketchup y otras salsas; condimentos y sazonadores mezclados; vinagre y sustitutos; levadura y levadura en polvo; pasta rellena, cocida o no; cuscús; y concentrados de proteínas». Este valor superó el valor de exportación de cualquier cultivo, incluidos el maíz, la soja y el trigo, que son los productos más comercializados en volumen (FAOSTAT, s. f.). Mientras tanto, la mayor parte de algunos cultivos se destina a la producción de piensos para la producción de carne. Por ejemplo, el maíz representa el 36,6 % de todos los piensos a nivel mundial, y casi el 60 % de su producción mundial se utiliza para piensos (FAOSTAT).
Además, observamos que los ingresos agrícolas siguen siendo una pequeña parte de los ingresos del sistema alimentario. El predominio de otros sectores que constituyen los sectores previos a la explotación agrícola (fertilizantes, investigación y desarrollo, servicios de apoyo, etc.) y los sectores posteriores a la explotación agrícola (fabricación de alimentos, procesamiento, transporte, comercio minorista y mayorista) en los ingresos del sistema alimentario siempre ha sido significativo en el Norte global, pero esto también es cada vez más cierto en el Sur global. China presenta un ejemplo especialmente llamativo, donde los sectores posteriores y previos a la explotación agrícola se han expandido rápidamente (Fig. 4).
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Fig. 4. (eje izquierdo) Valor añadido en miles de millones de dólares estadounidenses. (eje derecho) Valor añadido agrícola relativo: valor añadido agrícola de grupos de países calculado como ratio de la producción agrícola neta.
Lo que el sector agrícola retiene como ingresos en relación con su producción neta (producción bruta menos sus propios insumos) también ha disminuido o se ha mantenido estable en todas partes, pero sigue siendo más alto en el Sur global. La mayor parte del crecimiento de los ingresos del sistema alimentario en el Norte se ha producido en el sector no agrícola, ya que reduce su participación en la producción agrícola mundial.
3.2. Los ingresos del sistema alimentario no se correlacionan con los ingresos agrícolas a nivel internacional
Observamos que, incluso cuando la producción agrícola se expande a nivel mundial, el crecimiento de los ingresos del sistema alimentario no se produce con el crecimiento de la producción agrícola. Definimos los ingresos del sistema alimentario de cada país como la relación entre su producción agrícola y la relación de captura de valor. Esta relación mide la capacidad de los países para obtener ingresos del sistema alimentario mundial a medida que cambia su producción agrícola. La bibliografía existente sugiere que el Sur global puede aumentar los ingresos de los sectores posteriores a la explotación agrícola gracias al aumento de la producción agrícola.
Desde este enfoque, observamos que algunos países registran ratios muy elevados, muy superiores a las medias mundiales y regionales. Esto es especialmente llamativo en el caso de centros financieros como Singapur, Hong Kong, Luxemburgo, Islandia, Irlanda y Noruega, que tienen las ratios de captura de valor más altas del conjunto, ya que todos ellos obtienen del sistema alimentario al menos tres veces el valor de su producción agrícola neta (tabla 1). Singapur capta casi 69 veces más valor de la cadena de valor agroalimentaria mundial que el que produce la agricultura, lo que supone un aumento con respecto a las 36 veces de 1995; la ratio de Hong Kong ha aumentado de 18 a 27. La mayoría de estos países son también paraísos fiscales, según la lista de Tørsløv et al. (2018).
Tabla 1. Las diez principales economías en cuanto a ratios de captura de valor en 2020.
País Ratio de captura de valor
Singapur 69,01
Hong Kong, China 21,25
Luxemburgo 5,35
Islandia 4,82
Noruega 3,46
Irlanda 3,29
Malta 2,90
Alemania 2,80
Brunei Darussalam 2,78
Japón 2,71
Con los datos disponibles, evaluamos ocho de los once países identificados en Tørsløv et al. (2018) como paraísos fiscales, tal y como se describe en la sección de métodos (T. Tørsløv et al., 2023). Estos son: Malta, Singapur, Hong Kong, Irlanda, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos y Suiza. En promedio, las economías de los paraísos fiscales tienen ratios de captura de valor casi tres veces superiores a las del resto del mundo. La figura 5a muestra los ratios de estos paraísos fiscales, junto con los seis países con los ratios de captura de valor más altos de nuestro conjunto, a efectos comparativos. Hemos elegido los seis países con la mayor captura de valor en 2020, ya que estos países registran ratios de captura de valor superiores a 3. Las fluctuaciones en el crecimiento de este ratio para las economías altamente globalizadas y financiarizadas sugieren además que estas adiciones de valor podrían deberse, en realidad, al traslado de beneficios generados en otros lugares, más que a cambios en las actividades productivas reales (Grondona y Burgos, 2022; Smith, 2012).
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Fig. 5. Índices de captura de valor (valor registrado en las cadenas de valor agrícolas mundiales como proporción de la producción agrícola neta), para (a) los seis países con los índices más altos (Singapur, Hong Kong, Luxemburgo, Islandia, Irlanda y Noruega), los ocho principales paraísos fiscales y economías financiarizadas (Malta, Singapur, Hong Kong, Irlanda, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos y Suiza) y el resto del mundo, y (b) para el Norte global y el Sur global, donde se eliminan del análisis los países con ratios elevados y los paraísos fiscales del panel anterior. La línea del Sur global incluye a China.
Estos resultados demuestran la tesis de que las estadísticas de valor añadido suelen incluir procesos de «captura de valor», por los que el valor producido en una región y un sector se captura en otra, a través de relaciones «de plena competencia» dentro de las cadenas de valor (Smith, 2012). El valor capturado por los paraísos fiscales es especialmente notable en muchos casos, lo que hace que países como Singapur y Hong Kong parezcan los más «productivos» en términos económicos, a pesar de que allí se produce muy poca producción física. Nuestro análisis muestra que Singapur y Hong Kong, y en menor medida Luxemburgo, Islandia, Noruega e Irlanda, son capaces de captar más ingresos del sistema alimentario que otras economías, en relación con su producción agrícola. Esto concuerda con el funcionamiento de estos países dentro de otras cadenas de valor (Grondona y Burgos, 2022).
Estas economías figuran en la lista del Índice de Secreto Financiero de lugares secretos que se utilizan para deslocalizar la riqueza y los beneficios, y las identificamos como actores importantes en el sistema alimentario mundial (Cobham y Janský, 2019). A pesar de la escasa actividad agrícola y de la baja producción del sistema alimentario de cualquier tipo, estas economías son capaces de registrar un alto valor añadido gracias a las ventas mundiales de alimentos. Las economías con bajos impuestos también han sido identificadas a menudo en las listas negras de varios países del Sur global, por lo que estos países pueden imponer sanciones a las jurisdicciones que son paraísos fiscales (Akhtar y Grondona, 2019).
La captura de valor en este sentido se produce cuando las empresas trasladan sus beneficios de un lugar y un sector a otro, especialmente en el caso de las empresas multinacionales. Se estima que el 40 % de los beneficios multinacionales se transfieren a jurisdicciones con bajos impuestos; en el caso del sistema alimentario mundial, los principales comerciantes de productos básicos y empresas agroindustriales como Cargill, Bunge y Louis Dreyfus tienen sus oficinas comerciales en Singapur (Grondona y Burgos, 2022, Quentin y Campling, 2018; UNCTAD, 2020).
Sin embargo, incluso al margen de las jurisdicciones con bajos impuestos, algunos países del Norte global, como Islandia y Noruega, figuran como grandes beneficiarios del sistema de valor agroalimentario mundial. Además, observamos que los países del Norte global, como grupo, registran unos ingresos del sistema alimentario más elevados en proporción a la producción agrícola que los países del Sur global (fig. 5b). La ratio de captura de valor del Norte aumentó de forma constante entre 1995 y 2008, disminuyó durante la crisis financiera y desde entonces se ha recuperado. Por el contrario, el Sur global muestra un descenso gradual y persistente. Este análisis revela que las economías dependientes de la agricultura, que están asumiendo una mayor carga de la producción alimentaria mundial, no se están beneficiando proporcionalmente de la globalización de los sistemas alimentarios y la expansión de las cadenas de valor.
3.3. Los sectores posteriores a la producción agrícola son la fuente de la desigualdad
Si dicha captura de valor se limita efectivamente a unos pocos sectores económicos, debe entenderse que el valor registrado en las estadísticas de comercio y de insumos y productos deriva, al menos en parte, de la captura y el traslado de beneficios. La figura 6 muestra que este valor añadido se concentra en sectores que comprenden vínculos hacia adelante, como la fabricación de alimentos, las finanzas, los bienes inmuebles y las actividades profesionales. Los vínculos hacia adelante son aquellos que conectan los productos agrícolas con los consumidores. En estas actividades, los paraísos fiscales y las economías avanzadas destacan por captar cantidades importantes y crecientes de valor. Las economías del Norte global en su conjunto registran ganancias relativas superiores a las de China y el resto del Sur global. Los paraísos fiscales y las economías del Norte global también captan más valor que el Sur en los vínculos hacia atrás (como el petróleo y los productos químicos), aunque por márgenes menores. Esto proporciona una prueba más de la captura de valor a nivel sectorial.
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Fig. 6. Valor obtenido o capturado de las cadenas de valor agrícolas mundiales como proporción de la producción agrícola neta. Los paraísos fiscales son Malta, Singapur, Hong Kong, Irlanda, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos y Suiza.
Los vínculos hacia adelante se definen como aquellos sectores que utilizan insumos agrícolas en la producción de alimentos o siguen las actividades agrícolas. Por ejemplo, los sectores agrícolas obtienen o captan entre el 40 % y el 50 % del valor (neto de todo el consumo intermedio de otros sectores) de la producción agrícola.
Es fundamental señalar aquí que, con la excepción del sector de la fabricación de alimentos, estos vínculos hacia adelante se clasifican como actividades «no productivas» o «no manufactureras». Estos sectores producen valor sin llevar a cabo una producción material y se consideran dependientes de los sectores productivos para la generación de beneficios (Assa, 2016; Assa y Kvangraven, 2021; Ghosh, 2022). Algunas de estas actividades, en particular los servicios financieros y la investigación y el desarrollo, no se incluían como actividades productivas en el Sistema de Cuentas Nacionales antes de 2008. Las finanzas, los seguros y los bienes inmuebles se clasifican a menudo como sectores «FIRE» y se tratan conjuntamente como tales en nuestro análisis.
3.4. Concentración en los sistemas alimentarios
Nuestro análisis sugiere además que, mientras que el Sur global produce la mayor parte de la agricultura mundial, el Norte global domina todos los vínculos hacia adelante. La distribución de los ingresos sectoriales es un claro indicador de la creciente desigualdad en la distribución de los ingresos del sistema alimentario. La figura 7 muestra cómo el Norte global ha concentrado el poder sobre los diferentes sectores principales de las cadenas de valor agroalimentarias.
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Fig. 7. Composición del valor añadido en los sistemas alimentarios mundiales por grupos de países y sectores.
Para contextualizar estos resultados, es importante señalar que, en los últimos años, algunas empresas multinacionales de los sectores de la fabricación y el comercio de alimentos han aumentado enormemente sus beneficios aprovechando los cuellos de botella temporales en el suministro y los periodos de volatilidad para mantener los precios elevados (Salerno, 2017; Weber y Wasner, 2023). Solo en los Estados Unidos, los beneficios empresariales de la industria de fabricación de alimentos aumentaron de 21 900 a 80 700 millones de dólares estadounidenses entre 1998 y 2023. De su actividad empresarial global (incluida la relacionada con la alimentación), los sectores del transporte y el comercio registraron 758 400 millones de dólares estadounidenses en beneficios solo en los Estados Unidos (Oficina de Análisis Económico de los Estados Unidos, 2024).
En general, encontramos pruebas de la captura de valor por parte de los sectores que registran elevados beneficios empresariales en los sistemas de valor agroalimentarios mundiales. El valor capturado por estos sectores se concentra en los países del Norte global. Esto pone seriamente en duda el potencial de los mercados mundiales para lograr un desarrollo real de las economías del Sur. Los ingresos agrícolas se están estancando, incluso a pesar de la expansión de la producción, y los sectores no agrícolas se están desarrollando a un ritmo más rápido solo en el Norte global, donde las materias primas agrícolas se procesan y comercializan cada vez más (Clapp, 2022). En este caso, el valor añadido se concentra en los sectores no productivos.
Los países del Sur global, que se han desindustrializado históricamente durante siglos de colonización, han asumido en los últimos años una gran parte de las necesidades de producción agrícola mundial (Patnaik, 2015). A medida que aumenta la producción agrícola, también lo hace toda la cadena de valor que depende de ella. Otras industrias que dependen de los insumos agrícolas pueden crecer gracias a la expansión de los piensos y las materias primas agrícolas. La industria alimentaria también puede diversificarse hacia la producción de carne a gran escala y los productos procesados en los supermercados (Bellemare et al., 2022; Lawrence, 2019; Reardon y Minten, 2020). Sin embargo, aunque la expansión de la producción agrícola permite el crecimiento de la producción de valor y el rendimiento de los materiales en la economía mundial, no genera oportunidades económicas proporcionales para los países y los actores productores. Según la FAO, los países del Sur global siguen manteniendo una pequeña proporción de empleo no agrícola en las cadenas de valor alimentarias (17,67 % en Asia y 10 % en África), a pesar de que una parte significativa de su población depende de la agricultura para su sustento (FAO, 2023). En África, por ejemplo, el 48,1 % del empleo total se concentra en la agricultura, frente a solo el 5,3 % en los segmentos no agrícolas de la cadena de valor alimentaria.
La existencia de la captura de valor a nivel mundial sugiere que las GAVC se han convertido en un medio para propagar el intercambio desigual entre las economías nacionales, de modo que el comercio a lo largo de las cadenas de valor se produce en condiciones desiguales (Ajl, 2023; Jha y Yeros, 2022). El crecimiento del valor añadido y coordinado por las empresas transnacionales «líderes» está aumentando la desigualdad dentro de la cadena de valor y entre las regiones del mundo. La regulación de la economía mundial y los flujos comerciales en las GAVC debe tener como objetivo medir y reducir la captura de valor. Dicha captura de valor facilita el crecimiento sin una distribución justa (Gibson et al., 2025). Estos resultados indican que el libre comercio en la agricultura no puede por sí solo ofrecer los medios de desarrollo y transformación estructural hacia la industrialización a los países del Sur global.
En el marco del capitalismo global, nuestro análisis muestra que el crecimiento de la fabricación de alimentos, la inserción de los sectores FIRE en la producción y distribución de alimentos y la producción para mercados geográficamente distantes han aumentado los ingresos de los sectores manufactureros de los países avanzados, el sector financiero y los sectores del comercio y el transporte, que están ganando en la distribución económica de la cadena de valor global y, por lo tanto, en su poder de negociación dentro de la cadena. Se ha observado que las cadenas de valor financiarizadas crean incentivos de mercado que imponen dietas poco saludables e insostenibles a la población mundial (Wood et al., 2023).
Los países del Sur Global se enfrentan a obstáculos importantes para beneficiarse de las cadenas de valor agroalimentarias globales. Al mismo tiempo, a nivel mundial, los agricultores y los trabajadores agrícolas se enfrentan a una reducción de sus ingresos, debido a la captura de valor por parte de los sectores de servicios, FIRE y otros sectores de la economía. Los trabajadores rurales y agrícolas son los principales perdedores. Las pruebas indican que los pequeños agricultores de los países en desarrollo sufren inseguridad alimentaria y, al menos en algunos casos, más inseguridad alimentaria que la media nacional de esos países (Mwangi et al., 2020; Sibhatu y Qaim, 2017). Esto sugiere que la desigualdad intersectorial se traduce en inseguridad alimentaria dentro del sistema alimentario mundial. El aumento de la desigualdad en el sistema alimentario mundial, alejada de los agricultores, contribuye a prolongar la crisis de seguridad alimentaria y pobreza entre los agricultores, y puede agravarla.
3.5. Conclusión
Nuestro estudio proporciona pruebas empíricas a nivel mundial del aumento de la desigualdad intersectorial e interregional. Muestra que el Norte global, y los sectores manufacturero y FIRE en general, han aumentado su captura de valor a través de las cadenas de valor globales, mientras que la producción básica de bienes agrícolas se ha desplazado al Sur global. Esto refleja el proceso más amplio por el cual el capital busca desplazar las actividades altamente competitivas y de baja rentabilidad a la periferia del sistema mundial, mientras que concentra las actividades de alta rentabilidad en el núcleo (Wallerstein, 1995).
Nuestro estudio se ve limitado por la disponibilidad y el nivel de agregación de los datos globales. En primer lugar, el análisis de las IO asume la homogeneidad de la producción. Las tablas de las IO asumen que la producción de cualquier par país-industria es homogénea y que la combinación de insumos utilizada para producir cualquier parte de esa producción debe ser la misma. Se ha demostrado que esta suposición no es cierta, especialmente si se compara la producción destinada a la exportación con la destinada al consumo interno. De hecho, incluso en el caso de la producción destinada a la exportación, la combinación de insumos puede variar significativamente en función del destino de las exportaciones (De Gortari, 2019). Por lo tanto, nuestro análisis solo puede mostrar una imagen media.
Además, a partir del análisis IO, podemos saber dónde se registra el valor añadido generado, pero no de forma adecuada a qué actor se acumula ese valor añadido. Dentro del valor añadido registrado en cualquier país-industria, los actores que capturan ese valor añadido pueden estar fuera de los territorios de las economías nacionales. Las tablas IO no pueden captar explícitamente fenómenos como el traslado de beneficios y la fijación de precios erróneos en las transferencias, que tienen un impacto significativo en el valor añadido que podría registrarse para cualquier sector y en cualquier economía. Tampoco pueden captar en qué medida el valor añadido registrado (y, en particular, los beneficios) en cualquier país-sector recae en empresas multinacionales o grandes empresas nacionales, en contraposición a las empresas más pequeñas. Para ello, siguen dependiendo de otras fuentes de datos. A pesar de estos retos, el análisis de las IO que realizan proporciona información fundamental sobre la distribución del valor añadido registrado en diversos países. Las futuras investigaciones y la recopilación de datos deberían tener como objetivo superar estos retos.
Nuestro análisis pone de relieve la necesidad de políticas reguladoras en las cadenas de valor mundiales. A nivel nacional, es necesario regular el comercio, desarrollar la capacidad nacional para las operaciones no agrícolas y gestionar la producción y la distribución agrícolas en interés de la seguridad alimentaria nacional, en lugar de la maximización de los beneficios. Para ello se requiere una política y una planificación industriales. A nivel internacional, todos los países deben cooperar para reducir la captura de valor y la desigualdad (Wise y Murphy, 2012). La mejora de los ingresos en la producción agrícola básica, la regulación de los beneficios empresariales y el traslado de beneficios en sectores específicos, así como la regulación de las condiciones del comercio agrícola, podrían orientar las GAVC en la dirección propugnada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (Yi et al., 2021).
Agradecimientos
MG y JH agradecen el apoyo del Consejo Europeo de Investigación (ERC-2022-SYG, número de referencia 101071647) y la subvención de la Unidad de Excelencia María de Maeztu del Ministerio de Ciencia e Innovación de España (CEX2024-001506-M, financiada por MICIU/AEI/10. 13039/501100011033).
Apéndice técnico.
Tabla 1. Clasificación de los sectores CIIU de la OCDE
Vínculos Industria agregada Sector CIIU Código de la industria
Agricultura Agricultura Agricultura, caza y silvicultura A01_02
Vínculos hacia atrás Minería y fertilizantes Minería y canteras, productos para la producción de energía B05_06
Minería y explotación de canteras, productos no energéticos B07_08
Actividades de servicios de apoyo a la minería B09
Coque y productos petrolíferos refinados C19
Productos químicos y químicos C20
Servicios básicos Suministro de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado D
Suministro de agua; alcantarillado, gestión de residuos y actividades de remediación E
Vínculos hacia adelante Fabricación de alimentos Productos alimenticios, bebidas y tabaco C10T12
Sectores FIRE Construcción F
Actividades financieras y de seguros K
Actividades inmobiliarias L
Actividades profesionales, técnicas y de apoyo Actividades profesionales, científicas y técnicas M
Servicios administrativos y de apoyo N
Transporte y comercio Comercio al por mayor y al por menor; reparación de vehículos de motor G
Transporte terrestre y transporte por tuberías H49
Transporte acuático H50
Transporte aéreo H51
Almacenamiento y actividades de apoyo al transporte H52
Otras actividades postales y de mensajería H53
Actividades de alojamiento y restauración I
Actividades editoriales, audiovisuales y de radiodifusión J58T60
Telecomunicaciones J61
Servicios informáticos y otros servicios de información J62_63
Administración pública y defensa; seguridad social obligatoria O
Educación P
Salud humana y actividades sociales Q
Artes, entretenimiento y recreación R
Otras actividades de servicios S
Actividades de los hogares como empleadores; actividades indiferenciadas de producción de bienes y servicios de los hogares para uso propio T
Textiles, productos textiles, cuero y calzado C13T15
Madera y productos de madera y corcho C16
Productos de papel e impresión C17_18
Productos farmacéuticos, químicos medicinales y botánicos C21
Productos de caucho y plástico C22
Otros productos minerales no metálicos C23
Metales básicos C24
Productos metálicos fabricados C25
Equipos informáticos, electrónicos y ópticos C26
Equipos eléctricos C27
Maquinaria y equipos, n.c.o.p. C28
Vehículos de motor, remolques y semirremolques C29
Otros equipos de transporte C30
Fabricación n.c.o.p.; reparación e instalación de maquinaria y equipo C31T33
Notas sobre la metodología
Es importante señalar que, en lo que respecta a nuestra metodología, especialmente en lo que se refiere a su comparabilidad con otros estudios sobre las cadenas de valor mundiales, los datos están disponibles en dólares estadounidenses corrientes y en «precios básicos», en lugar de en precios de compra. Es importante destacar que los precios básicos eliminan los márgenes comerciales y de transporte (OCDE, 2022). Cuando se utilizan los precios de compra, se estima que los márgenes del comercio minorista y mayorista son más elevados que en nuestro análisis, lo que indica que este subestima la participación relativa de las industrias minorista y mayorista en el valor añadido de la cadena de valor alimentaria. Otros estudios sugieren que más del 46-48 % del valor total generado en la cadena de valor alimentaria corresponde al comercio mayorista y minorista (FAO, 2022).
Las bases de datos de IO son relativamente nuevas y solo proporcionan datos de los últimos años, lo que hace imposible la comparabilidad a largo plazo (por ejemplo, antes de 1995). Aunque esto limita su análisis al período comprendido entre 1995 y 2020, consideran que se ajusta a sus objetivos de evaluar las cadenas de valor mundiales contemporáneas. La revolución logística y la rápida globalización de la producción se produjeron precisamente durante este período.
Para relacionar las ventas de cada par país-industria con el gasto en alimentación, partimos de las siguientes hipótesis, que consideramos razonables: 1. Se supone que todas las ventas de demanda final de la industria agrícola, cinegética y forestal de cada país son ventas para uso alimentario. Esto es necesario porque la industria no puede desagregarse más utilizando métodos de IO para especificar las ventas exclusivamente alimentarias. 2. Se supone que todas las ventas de demanda final de la industria de fabricación de productos alimenticios, bebidas y tabaco de cada país son ventas para uso alimentario. 3. Ignoramos el sector de la pesca y la acuicultura, ya que nos centramos en el cultivo de cosechas. 4. También ignoramos el sector de los servicios de alojamiento y restauración, ya que para determinar qué parte de los servicios debe contabilizarse como servicios de restauración u hospitalidad se necesitaría un conjunto de hipótesis que no abordamos aquí, pero que han sido abordadas para algunos países por Yi et al. (2021).
Disponibilidad de los datos
Los datos se facilitarán previa solicitud.
Referencias
View in ScopusGoogle ScholarAmbikapathi et al., 2022
View in ScopusGoogle ScholarAssa, 2016







