Tratado de paz. Dos aproximaciones. Ramón Qu y Daniel Jiménez Schlegl

DEL ALTO EL FUEGO AL TRATADO DE PAZ” por Ramón Qu

El pacto alcanzado entre Trump, Israel y Hamás se acerca más a un alto el fuego que a un tratado de paz.

La falta de participación palestina en la elaboración del pacto, su carácter de ultimátum, la carencia de compromisos relativos a la «justicia, reparación y libertad», el no establecimiento de plazos explícitos y mecanismos seguros de cumplimiento y un pasado repleto de incumplimientos hacen del pacto un acuerdo sucio.

Tres parecen que han sido los motivos que han empujado a Trump a obligar a Netanyahu a aceptar este pacto:

– El ataque israelí a un aliado de EE.UU como Qatar. En su huida criminal hacia adelante Netanyahu cruzó una línea que Trump no podía permitir. Netanyahu estaba desbocado y había que frenarlo.

– La presión internacional. La ola de manifestaciones y la cascada de reconocimientos del estado palestino había que detenerlas. Para el poder la ciudadanía siempre está mejor en casa y el creciente desprestigio de occidente en el Tercer Mundo había que tratar de contenerlo.

– El deseo de Trump de compensar su fracaso en Ucrania y, aunque suene a chiste, su aspiración a conseguir el premio Nobel de la Paz.

Sin embargo, a pesar de sus insuficiencias no podemos menos de alegrarnos por los gazatíes –y por los rehenes– de la firma de este acuerdo por sucio que sea. Desde un punto de vista humano, el cese de los bombardeos con su interminable retahíla de muertos y heridos debe ser siempre bienvenido.

Ahora bien, este alto el fuego tiene que ser vigilado y empujado para que se convierta en un verdadero tratado de paz que alcance los objetivos de «justicia, reparación y libertad” para el pueblo palestino.

Las movilizaciones en occidente deben continuar en pro de este fin.

Tal cual.

Además esa paz de Gaza sin solucionar la colonización y el apartheid criminal de Cisjordania no augura una supervivencia palestina en condiciones de autonomía (ya ni pienso en términos de soberanía) y respeto mínimo de sus derechos y libertades. Y nada impide que Israel “provoque” un crimen que justifique una ruptura del compromiso y “finalice su trabajo”. La historia reciente no hace pensar lo contrario. Además, por encima de este acuerdo, siempre flotará ese ambiguo y abusado “derecho de Israel a defenderse”. Argumento tan vacío en la práctica como justificativo de los vómitos de odio de, por ejemplo, Savater contra aquellos que defendemos la causa palestina y, específicamente, que no se mate de hambre a la población, se bombardeen hospitales, campos de refugiados o se maten niños como objetivo militar.

Y, en todo caso, para que el derecho humanitario internacional -ya desacreditado- no entre definitivamente en vías de desaparición, Netanyahu, Gvir, Smotrich y toda la peña militar e ideológica artífice de la Shoah palestina deben rendir cuentas ante la humanidad. Que el árbol de ese acuerdo entre los asesinos, que han decidido dejar de machacar a la población civil, deje ver el bosque de las atrocidades y crímenes contra la humanidad que han cometido.

No es venganza, es darle un soplo de vida al derecho humanitario internacional en vías de desaparición.

Abrazos

Daniel Jiménez Schlegl

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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