“Una voluntad inquebrantable: el triunfo del espíritu de Gaza frente a la arquitectura del genocidio”por Ramzy Baroud

Durante los últimos dos años mi algoritmo de redes sociales ha estado dominado implacablemente por Gaza, en particular por las voces de los habitantes comunes de Gaza, que muestran una mezcla de emociones que se centra en dos principios fundamentales: dolor y desafío.

El dolor ha venido caracterizando la vida en Gaza a lo largo de muchos años, como consecuencia de las sucesivas guerras israelíes, el implacable asedio y los bombardeos habituales. Sin embargo, los últimos dos años, marcados por el genocidio y la hambruna, han redefinido ese dolor de una manera casi incomprensible para los propios palestinos.

Sí, Palestina ha sufrido numerosas masacres antes, durante y después de la Nakba, la trágica destrucción de la patria palestina. Pero esas masacres fueron típicamente episódicas, cada una de ellas marcada de forma distintiva por circunstancias históricas específicas. Cada una de ellas se ha incorporado a la psique colectiva palestina como prueba de la barbarie israelí, pero también como demostración de su propia resistencia perdurable como pueblo.

Crecí en un campo de refugiados de Gaza donde conmemorábamos cada masacre con manifestaciones, huelgas generales y expresiones artísticas. Conocíamos a las víctimas y las inmortalizábamos a través de cánticos, grafitis políticos, poesía y similares.

La guerra de exterminio lanzada por Israel contra Gaza en los últimos dos años ha cambiado radicalmente todo eso. En un solo día, el 31 de octubre de 2023, el ejército israelí mató a 704 palestinos, 120 de ellos solo en el campo de refugiados de Yabalia. Una sola bomba aniquilaba a cientos de personas de un solo golpe, a menudo en hospitales, refugios de refugiados o escuelas de la ONU. Las masacres tenían lugar todos los días, en todas partes.

No había tiempo para reflexionar sobre ninguna de estas masacres, para rezar por las víctimas, ni siquiera para enterrarlas con la dignidad que merecían. Lo único que podían hacer los habitantes de Gaza era aferrarse desesperadamente a la vida, enterrar a sus seres queridos en fosas comunes y utilizar sus propias manos para sacar a los heridos y muertos de debajo de las enormes losas de hormigón y las montañas de escombros. Miles de personas siguen desaparecidas y alrededor de un cuarto de millón de habitantes de Gaza han muerto o resultado heridos.

La cifra seguirá aumentando y el grado de devastación seguirá empeorando, incluso ahora que el ritmo de las matanzas ha disminuido. Pero entonces, ¿por qué mis redes sociales siguen mostrando a los palestinos celebrando abiertamente su victoria? ¿Por qué los niños de Gaza, demacrados y agotados por la hambruna, siguen bailando la tradicional debka? ¿Por qué María Hanun, de cinco años, una de las muchas influencers de Gaza, sigue recitando las poesías de Mahmud Darwish y enviando mensajes incendiarios al presidente estadounidense Donald Trump diciendo que Gaza nunca será derrotada?

Decir que «los habitantes de Gaza son diferentes» es quedarse muy corto. He dedicado los últimos veinte años a la investigación académica sobre la historia del pueblo palestino centrándome principalmente en Gaza, y sigo encontrando asombrosa su voluntad colectiva. Parecen haber tomado una decisión consciente y compartida: los criterios para medir su derrota o victoria serían totalmente distintos de los utilizados por los medios de comunicación que cubren la guerra.

Estas medidas tienen su origen en la resistencia como opción fundamental. Valores fundamentales como karamah (dignidad), izza (orgullo) y sabr (paciencia), entre otros, son los criterios con los que Gaza juzga su actuación. Y, según estos profundos criterios, el pueblo de la Franja, azotado por el genocidio y la hambruna, ha ganado esta guerra.

Dado que estos valores suelen ignorarse o malinterpretarse en la cobertura de la guerra, muchos han encontrado confusa la respuesta de Gaza al alto el fuego, caracterizada por una alegría y celebración desenfrenadas. La escena de las madres esperando la liberación de sus hijos en una gran celebración en Jan Yunis, al sur de Gaza, fue especialmente reveladora. Lloraban amargamente, mientras aplaudían y ululaban al mismo tiempo. Una madre aclaró perfectamente la paradoja a un periodista: las lágrimas eran por los hijos e hijas muertos en la guerra, y los ululatos eran por los que habían sido liberados.

Sin embargo, los medios de comunicación rara vez comprenden la complejidad del paradigma de supervivencia de Gaza. Algunos, incluidos analistas militares israelíes, han llegado a la conclusión de que Benjamin Netanyahu ha perdido la guerra porque no ha logrado ninguno de sus objetivos declarados. Otros hablan de una especie de victoria israelí simplemente porque Israel ha logrado destruir casi toda Gaza y una gran parte de su población.

Cada bando utiliza números y cifras para respaldar sus afirmaciones. Sin embargo, los palestinos de Gaza ven esta situación de una manera fundamentalmente diferente. Entienden que la guerra de Israel fue, en última instancia, un intento de destruir su propia identidad como pueblo: destrozar su espíritu, desorientar su cultura, enfrentarlos entre sí y, en última instancia, erradicar la esencia misma de ser palestino.

Los habitantes de Gaza celebran precisamente porque saben que Israel ha fracasado. La nación palestina ha surgido aún más arraigada en su identidad, tanto en Gaza como en otros lugares. El niño que canta a los mártires, los trabajadores de la defensa civil que bailan la debka por sus compañeros caídos y la mujer que utiliza los restos de un tanque Merkava israelí destruido para tender su ropa: todas estas imágenes hablan de una nación unida por su amor por la vida y su firme compromiso con los valores compartidos de valor, honor y amor. 

Algunos analistas, tratando de encontrar una conclusión más matizada y razonada, han resuelto que ni Israel ganó la guerra ni los palestinos fueron derrotados. Si bien este planteamiento equilibrado puede apreciarse en términos de la lectura estratégica del alto el fuego, sigue siendo profundamente incorrecto cuando se entiende en el contexto de la cultura popular palestina. Para la gente común la supervivencia, la continuidad y la autoafirmación son los signos definitivos de la victoria contra Israel, un país que no duda en recurrir al genocidio para obtener beneficios políticos temporales. La esencia de su triunfo es simplemente esta: que siguen existiendo, que permanecen en su tierra.

Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle. Es autor de seis libros, el último publicado fue These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons (Clarity Press, Atlanta). Su próximo libro, Before the Floodserá publicado por Seven Stories Press. El Dr. Baroud es investigador principal no residente en el Centro para el Islam y los Asuntos Mundiales (CIGA) de la Universidad Zaim de Estambul (IZU). Su sitio web es www.ramzybaroud.net

Texto en inglés: CounterPunch.orgtraducido por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/10/24/una-voluntad-inquebrantable-el-triunfo-del-espiritu-de-gaza-frente-a-la-arquitectura-del-genocidio/

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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