MISCELÁNEA 12/11/2025

DEL COMPAÑERO Y MIEMBRO DE ESPAI MARX, CARLOS VALMASEDA.

ÍNDICE
1. Elecciones en Irak.
2. Dossier del Tricontinental sobre Palestina.
3. Vijay en Corea del Sur.
4. Los tanes visitan Washington.
5. Mamdani visto por Wolff y Hudson.
6. Reconocimiento al papel de Cuba en la historia de África.
7. Homenaje a Virno.
8. LFI y el anticapitalismo.
9. Resumen de la guerra en Palestina, 11 de noviembre de 2025.

1. Elecciones en Irak.

Ayer hubo elecciones en Irak, y en The Cradle publican este artículo sobre uno de los actores políticos tras la retirada pública de al-Sadr: una nueva clase empresarial.

https://thecradle.co/articles/the-sadrist-void-and-the-billion-dollar-campaign-to-control-iraq’s-future

El vacío sadrista y la campaña multimillonaria para controlar el futuro de Irak

Desde que el clérigo populista Muqtada al-Sadr se retiró de la política electoral, ha surgido una nueva clase de poderosos para llenar el vacío: empresarios y políticos con profundos vínculos con los partidos y bolsillos aún más profundos.

Abutalib Albohaya

10 DE NOVIEMBRE DE 2025

En el escenario infinitamente volátil de la política iraquí, las elecciones parlamentarias previstas para el 11 de noviembre de 2025 ya han comenzado a remodelar el terreno. Pero esta vez, la contienda se desarrolla bajo la sombra de una ausencia decisiva: la no participación del movimiento de Muqtada al-Sadr, que obtuvo la mayoría de escaños en las últimas elecciones.

El boicot sadrista deja un enorme vacío en el panorama político chií y una oportunidad para que el Marco de Coordinación consolide su dominio. Sin embargo, este vacío también ha atraído a una fuerza más insidiosa: una clase en expansión de empresarios-políticos híbridos, forjados en el crisol de las oficinas económicas iraquíes posteriores a 2010, cuya fortuna proviene de redes de contratos afiliadas a partidos políticos.

Estas figuras no son producto del panorama comercial orgánico de Irak. Como explica el periodista Jalil Ouda a The Cradle, son «la versión más clara de una economía de influencia», y añade que no se trata de empresarios corrientes, sino de beneficiarios de fondos públicos y redes de influencia arraigadas en las instituciones estatales.

Muchos de ellos, que comenzaron como facilitadores de licitaciones de los partidos, ahora financian grandes campañas. Con el tiempo, algunos de los que trabajan en estas oficinas han amasado enormes fortunas y se han convertido en los principales financiadores de las campañas electorales.

Un economista con sede en Bagdad informa a The Cradle de que «los fondos desviados del presupuesto nacional a lo largo de los años están regresando ahora a través de canales electorales», en referencia al reciclaje de dinero público dentro del proceso político iraquí. Esto ha creado una clase híbrida de empresarios-políticos, más motivados por el lucro que por el servicio público.

Esta dependencia de tales financiadores se ha convertido en un factor decisivo en la formación de alianzas y la selección de candidatos. Muchas campañas están ahora gestionadas por redes comerciales que cubren los gastos a cambio de futuros contratos o influencia legislativa, lo que en la práctica traslada la toma de decisiones de las instituciones al capital.

El capitalismo de campaña y la ilusión de la supervisión

Aunque la ley iraquí limita el gasto de campaña a 250 dinares (0,19 dólares) por votante, la realidad es muy diferente. El economista Hossam Asim Shahid estima que el gasto real oscila entre 3 y 4 billones de dinares, más de 8000 millones de dólares. Este gasto inflacionario transforma el proceso electoral en el sector económico más grande de Irak, superando incluso a las industrias de servicios básicos, explica Shahid a The Cradle.

En las zonas empobrecidas e informales, este dinero se convierte en lo que el exdiputado Ayoub al-Rubaie denomina «dinero político negro», utilizado para manipular la voluntad pública e influir en los votos explotando la vulnerabilidad socioeconómica.

El experto en derecho constitucional Abdulamir al-Nouri advierte que esto socava la integridad electoral, erosiona la confianza pública en las instituciones y atrapa el proceso democrático en un círculo financiero cerrado que comienza con la financiación y termina en la corrupción administrativa.

Los partidos dependen cada vez más de estas redes de empresarios, no solo para la financiación, sino también para el dominio operativo. Las campañas se subcontratan a consorcios privados que pagan la factura a cambio de un acceso garantizado: contratos postelectorales, influencia legislativa y exenciones reglamentarias.

Esta externalización vacía de contenido las instituciones iraquíes, transfiriendo el poder del Parlamento a los plutócratas. Como resultado, la mercantilización de la candidatura significa que menos voces de la sociedad civil o de la clase profesional pueden permitirse participar. El coste de entrar en la política se ha disparado, creando un mecanismo de control basado no en el mérito o la visión, sino en la riqueza y las conexiones.

La IHEC y la vanguardia digital

En este contexto, la Comisión Electoral Independiente de Alto Nivel (IHEC) está tratando de actuar como «válvula de seguridad» del sistema, encargándose de administrar las votaciones en medio de numerosos retos.

Las cifras oficiales indican que más de 21 millones de iraquíes tienen derecho a votar, con alrededor de 7754 candidatos compitiendo por 329 escaños parlamentarios. Estas cifras apuntan a la fragmentación del voto y a la incertidumbre sobre el bloque líder, pero también reflejan la amplitud de la competencia, a pesar del escepticismo generalizado sobre su importancia.

A la complejidad se suma el reto de la desinformación algorítmica, con la inteligencia artificial (IA) emergiendo como un actor peligroso e influyente. El experto en tecnología digital Ali al-Imran explica a The Cradle que Irak ha entrado en una era de «desinformación industrial», en la que herramientas como las cuentas falsas pueden redirigir el discurso público antes de las votaciones.

Un informe de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Irak (UNAMI) señaló más de 1800 casos de desinformación digital durante las elecciones de 2021. Sin una nueva legislación para combatir estas técnicas, la integridad de la carrera electoral de 2025 podría estar determinada menos por las papeletas que por los bots.

Najaf, la calle y la cuestión de la participación

La característica más llamativa de estas elecciones es, sin duda, la decisión del movimiento sadrista de no participar. Tras obtener el mayor número de escaños en 2021, la decisión de Muqtada al-Sadr de boicotear lo que él denomina «los corruptos» reorganiza el panorama político y allana el camino para que sus rivales chiitas del Marco de Coordinación consoliden su influencia.

Esta ausencia deja un vacío en la esfera política chií, pero mantiene el potencial de tensión política, ya que el atractivo masivo de Sadr sigue siendo una fuerza poderosa fuera de las urnas.

Más allá de las campañas y el capital, existe otra fuerza decisiva: el clero de Najaf. La máxima autoridad religiosa de Irak ha mantenido su posición de «neutralidad basada en valores» y «distancia consciente», negándose a apoyar u oponerse a ningún bando.

Un episodio reciente en el que el representante de la autoridad de Nayaf en Basora, Ali Mohammad Rashad al-Muzaffar, se disculpó por un sermón en el que instaba a la participación electoral sirvió como recordatorio público de que los púlpitos religiosos deben mantenerse libres de mensajes políticos.

El experto en asuntos estratégicos Mohammad al-Tamimi explica a The Cradle que la disculpa refleja la insistencia del clero en evitar la alineación política y dejar la elección totalmente en manos de los ciudadanos.

En cuanto a los índices de participación, el miembro del comité legal parlamentario Murtadha al-Saadi declara a The Cradle que espera una participación relativamente alta en las regiones occidentales de mayoría suní y en el norte kurdo, mientras que las zonas de mayoría chií también podrían registrar un aumento de la participación, impulsadas por los mensajes del clero y las élites políticas.

Washington, Teherán y el voto por poder

Como siempre, las elecciones iraquíes no son totalmente iraquíes. Tanto Estados Unidos como Irán entran en la contienda de este año con intereses claros y contrapuestos.

Washington, que ha pasado de la coacción militar a la gobernanza condicional, pretende configurar el próximo Gobierno mediante palancas económicas y de seguridad, con el objetivo de formar un gabinete que aísle a las facciones de la resistencia y permita la entrada de Estados Unidos en el mercado. Esta es ahora una condición previa para sacar a Irak de la lista anual de emergencias nacionales de Washington, que autoriza las sanciones.

Los observadores señalan que, aunque las herramientas han cambiado, el objetivo sigue siendo el mismo. Irak sigue siendo una piedra angular del proyecto estadounidense de recalibrar los equilibrios de poder en Asia Occidental. El desarme de las facciones es fundamental para ese esfuerzo. La participación o el éxito de estos grupos se considera en Washington como una provocación directa.

Teherán, por el contrario, está jugando a largo plazo. Una revisión estratégica ha provocado cambios en el personal y en el enfoque, alejándose de la coordinación en materia de seguridad y acercándose a la mediación política. El objetivo es mantener la cohesión del bloque de la alianza chiíta, al tiempo que se preservan las líneas de trabajo con Estados Unidos.

A pesar de presentarse en listas separadas, las facciones del Marco de Coordinación siguen colaborando tácticamente. Las voces antiiraníes advierten de que Teherán sigue «moviendo los hilos», garantizando un voto chiíta unificado e impidiendo la plena alineación de Irak con las vías de normalización lideradas por Estados Unidos, incluidos los Acuerdos de Abraham.

Otros actores

Cualquiera que observe la situación actual de Irak puede ver fácilmente que el panorama electoral refleja las luchas de poder regionales e internacionales que hay detrás. Irak, que debería ser libre de elegir su propio camino, se ve una vez más atrapado en un juego regional en el que las potencias circundantes mueven los hilos desde detrás del telón.

La fórmula es clara: una intervención invita a otra. La presencia duradera de Estados Unidos, entrelazada con la influencia arraigada de Irán, ha atraído naturalmente a los Estados del Golfo y a Turquía a la mezcla, no por curiosidad, sino para proteger sus intereses y asegurar su participación en el rico panorama iraquí.

Sin embargo, lo que destaca en estas elecciones es que la participación regional —especialmente la del Golfo y Turquía— ha traspasado las líneas sectarias o nacionalistas tradicionales para apoyar los movimientos civiles chiítas, como informa The Cradle.

Este cambio refleja una comprensión más profunda de la realidad iraquí posterior a 2003: el poder ya no se obtiene mediante consignas o políticas identitarias, sino mediante el control de las instituciones estatales, la economía y los medios de comunicación.

Además, según se informa, este apoyo va más allá de las campañas mediáticas inteligentes e incluye esfuerzos logísticos destinados a impulsar fuerzas políticas específicas en las próximas elecciones. El objetivo final es salvaguardar una amplia red de intereses económicos y de inversión, lo que marca una nueva fase en la lucha de Irak por la influencia, una lucha que se libra con dinero en lugar de con armas.

La prueba de Sudani y la carrera para llenar el vacío

Estas elecciones son también un referéndum sobre la trayectoria del primer ministro iraquí, Mohammed Shia al-Sudani. Se prevé que su alianza «Reconstrucción y Desarrollo» obtenga alrededor de 50 escaños, impulsada por un mandato pragmático y orientado al servicio. Ahora se encuentra en competencia directa con figuras como el ex primer ministro iraquí Nouri al-Maliki, cuya alianza «Estado de Derecho» apuesta por las redes tradicionales de clientelismo.

El atractivo de Sudani proviene no solo de la prestación de servicios, sino también de su capacidad para equilibrar los centros de poder internos sin alienar ni a Irán ni a Estados Unidos. Su postura tecnocrática le ha valido un apoyo silencioso más allá de las líneas ideológicas, algo poco habitual en Irak.

En el ámbito suní, el poder se concentra entre dos polos principales: la alianza «Taqaddum» de Mohammed al-Halbousi, que busca seguir siendo el mayor bloque suní mediante el afianzamiento regional, y la alianza «Siyada» de Khamis al-Khanjar, que pretende unificar las fuerzas suníes.

En la región kurda, los principales bloques tradicionales —el Partido Democrático y la Unión Patriótica— se presentan a las elecciones en listas separadas, lo que refleja profundas divisiones en su liderazgo. Pero su peso combinado en Bagdad será decisivo en las negociaciones para la formación del Gobierno.

La verdadera contienda: silencio frente a captura

Mientras la comisión electoral trata de mantener la integridad del proceso, la escena política iraquí se ve empañada por más de 8000 millones de dólares en financiación política opaca, desinformación impulsada por la inteligencia artificial y la ausencia del movimiento sadrista, que ha dejado un enorme vacío político y popular.

En su lugar, una clase de políticos respaldados por las empresas ha consolidado su control, convirtiendo la desesperación pública en capital electoral.

Para los iraquíes que observan desde los márgenes, en particular los jóvenes excluidos de la vida económica y política, esta votación puede ser la última oportunidad de forzar una ruptura en un sistema diseñado para excluirlos.

Si la mayoría silenciosa pasa del rechazo a la participación, puede obligar al sistema a adaptarse. De lo contrario, Irak corre el riesgo de hundirse aún más en un ciclo en el que las reglas son fijas, los actores permanecen inalterados y los resultados están predeterminados.

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2. Dossier del Tricontinental sobre Palestina.

Los compañeros del Tricontinental han centrado este dossier en las diferentes expresiones de la resistencia cultural palestina.

https://thetricontinental.org/es/dossier-resistencia-cultural-palestina/

Dossier Nº 94

A pesar de todo: resistencia cultural por una Palestina libre

Frente a décadas de agresiones genocidas sionistas, las y los palestinos empuñan el arte y la cultura para resistir el borrado, dar testimonio e imaginar un futuro en el que su pueblo sea libre.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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