Del compañero de ASEC/ASIC Luis Caldeiro. Publicado en El Triangle.
Este colectivo de trabajadoras lleva en su propio nombre (“Kellys”) el estigma del clasismo. Un nombre despectivo, vulgar, que de algún modo recuerda a la palabra choni; un nombre que huele a gente zafia, barriobajera. Si las Kellys lo han adoptado ha sido por hacer de la necesidad virtud; por dignidad y orgullo. Las Kellys proviene de la expresión las-que-limpian, y sustituye a la auténtica denominación de este personal, camareras de hotel, que es el que prepara y adecenta las habitaciones que usted y yo ocuparemos cómodamente en nuestro destino de vacaciones. Así es la vida: llegamos a un hotel, relajados, dispuestos a disfrutar de un merecido descanso en nuestra habitación reservada, y ni sospechamos que ese ámbito confortable -lujoso, incluso- ha costado sangre, sudor y lágrimas a unas trabajadoras a las que previamente se ha exprimido sin piedad. Pocas veces un colectivo obrero encajó mejor con la definición de esclavo que utilizaba el romano Catón: “Instrumento que habla”. Porque eso son las Kellys: cuerpos convertidos en meros instrumentos, que se mueven frenéticamente en un vano intento de cumplir la ratio de habitaciones que les exige el patrón. Ratio que las Kellys saben positivamente que nunca podrán cumplir en horario de jornada laboral y que, por tanto, les obligará a hacer horas extras; horas que, por supuesto, nunca cobrarán.
“En el 2002, cuando empecé en este trabajo, nos pedían hacer once habitaciones en ocho horas. Ahora nos exigen treinta, en el mismo tiempo. Es sencillamente imposible”. Quien así habla es Míriam, 47 años, una mujer menuda, de voz apagada, pero con voluntad de hierro. Es ecuatoriana y llegó a España en 1999. Míriam relata el descenso a los infiernos de su colectivo, la progresiva degradación de sus condiciones de trabajo, que atribuye a la externalización de este servicio, un conocido método de abaratar costes. “Al principio trabajábamos directamente para la empresa, para el hotel” -recuerda- “luego pasamos a trabajar para las ETT, que nos pagaban a diez euros la hora. Y con la Reforma Laboral de Mariano Rajoy (2012), pasamos de las ETT a las subcontratas, que ya no te pagan por hora, sino por habitación hecha: 1’50 € por cada una”. La guinda final es cuando confiesa que, en la cumbre del cinismo, “el dueño del hotel a menudo es el dueño de la subcontrata”.
Su trabajo, además, es durísimo. Tal como relata un artículo aparecido hace pocos meses en El País (“Las Kellys preparan un portal para que los clientes sólo reserven en hoteles justos”, 16 de agosto de 2021), “la repetición a toda prisa de movimientos –agacharse para recoger la ropa, doblar sábanas, hacer la cama, fregar suelos, limpiar cristales- suele dejar lesiones”. Y la misma Míriam denuncia ahí que “trabajas a destajo. No tienes tiempo casi ni de beber o comer. Enfermas de gastritis, sientes estrés y migrañas. Te agachas, te levantas: lumbago, dolor de brazos y hombros. Todo el aparato muscular y óseo termina estropeado. El médico te va recentando pastillas. Con cincuenta y pico estás totalmente rota”.
Pero si hay un colectivo guerrero, ése es el suyo. Una lucha que no cesa, que siempre vuelve, como un bucle. Han topado con la absoluta inacción de las autoridades (“ni aquí en Cataluña el Govern, ni en España el Gobierno, nadie ha hecho absolutamente nada. Nos lo dijeron ellos mismos una vez: quien manda es la patronal”, relata en el artículo). E incluso con la total falta de apoyo de las dos grandes centrales sindicales.“UGT nos recibió con buenas formas, nos dijeron que iban a hacer lo posible. Pero era mentira, estuvieron mareando la perdiz, porque ya habían pactado todo con la patronal. Son unos falsos. Y CCOO directamente nos recibió de malas maneras: tres minutos y ya está, vete. ¿Dónde están los sindicatos que defienden a los trabajadores?”. Ante tal panorama, no han tenido más remedio que montar su propio sindicato (Sindicato Las Kellys Cataluña) y emprender la iniciativa de crear un portal de reservas, sólo con hoteles que respeten las condiciones laborales del colectivo. Ya han recaudado 90.000 € mediante el sistema de crowfunding, y esperan que el portal esté operativo en 2022.
Abandonadas por todos (partidos, sindicatos mayoritarios, administraciones), ¿qué van a hacer ahora la izquierda y el feminismo? ¿Mirarán hacia otro lado o apoyarán la iniciativa autogestionaria de estas desheredadas, dignas sucesoras de aquellas que originalmente inspiraron el 8 de marzo y a quienes, en rigor, este día rinde tributo?
https://www.eltriangle.eu/es/2021/11/04/kellys-la-lucha-que-no-cesa/