Autoría de José Lasaga Medina. Sobre el acto celebrado en Madrid el pasado 4 de marzo, en la nueva sede del Instituto Universitario de Investigación de la FOM (Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón).
Organizado por el Instituto Universitario de Investigación Ortega-Marañón (FOM), el Instituto de Filosofía del CSIC y el Departamento de Filosofía y Filosofía moral y política de la Uned, el pasado 4 de marzo en la nueva sede del Instituto Universitario de Investigación de la FOM celebramos el seminario HISTORIAS EN TORNO A LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA sobre el libro de Víctor Méndez Baiges, La tradición de la intradición. Historias de de la filosofía española entre 1843 y 1973 (Madrid, Tecnos, 2021) con la asistencia del autor, y de los profesores Agustín Serrano de Haro, ,Jesús M. Díaz, Antonio García Santesmases, Antolín Sánchez Cuervo, Miguel Candel, Alejandro Del Río, Miguel García-Baró, Antonio García Valdecantos, Carlos Madrid, Roberto Navarrete y José Lasaga Medina. El acto se inició con unas palabras de bienvenida del Dr. D. Antonio López Vega a los asistentes en las que, entre otras cosas, habló de la conveniencia de que el Instituto de su dirección acogiera un seminario sobre filosofía española.
En sesión de mañana y tarde, las más de seis horas que duró la reunión, permitió a los asistentes debatir a fondo las hipótesis, novedosas en algunos puntos, que el libro propone en torno a la Historia de la Filosofía española.
El autor preparó el debate con una breve intervención contando el origen del libro y las razones que le llevaron a escribirlo. Subrayó el plural “historias” que aparece en el título como la clave que manifiesta la razón de ser del libro, plural que remite a muchos protagonistas, atendiendo por igual a sus vidas, circunstancias, ideas, publicaciones, a las instituciones que crearon y sirvieron y a los acontecimientos históricos en que unos y otros se vieron envueltos. Vidas cruzadas y vidas paralelas que se narran a los largo de las tres partes en que está estructurado el libro. El seminario ordenó la discusión precisamente sobre esa estructura tripartita. La primera llega hasta la guerra civil y la destrucción de las instituciones que hicieron posible el nivel alcanzado por el pensamiento español plenamente incorporado a la modernidad europea, gracias a la continuidad de varias generaciones. Este hecho de la continuidad que se rompe con la guerra civil fue especialmente debatido, como también la tensión entre Unamuno y Ortega en el programa de modernización que el segundo promovió entre los miembros de su generación, pero buscando siempre integrar a las generaciones precedentes.
De la segunda parte, de 1939 a 1956, se comentó el análisis de la reconstrucción de las instituciones de la universidad “nacional-católica” en la perspectiva de los “vencedores”, pero atendiendo a la evolución interna que sus protagonistas vivieron. Se comentó la atención que Baiges presta a Calvo Serer, auténtico factótum de la “nueva universidad” a través del control de algunos departamentos de filosofía, del acceso a las cátedras y del Instituto de Filosofía del CSIC, así como de ciertas publicaciones, como Arbor; El debate ideológico que lanzó en oposición al grupo de la revista Escorial, liderado por Ridruejo y Laín fue muy comentado, entre otras cosas porque condicionó la evolución de las tendencias académicas, finalmente polarizadas en el enfrentamiento entre “comprensivos” y “excluyentes”, con Ortega al fondo. El autor subraya que su obra se convirtió en el frente de hostilidades entre católicos orteguianos como Marías o Laín y un sector de la jerarquía católica que veían en su obra un proyecto mundano y laico, ajeno a cualquier forma de religiosidad. Hubo cierta unanimidad en cuanto a concluir que aquellas polémicas tuvieron más que ver con el poder académico de las cátedras que con las ideas y la investigación.
La tercera parte fue la que provocó las discusiones más intensas y cierto desacuerdo de fondo. El “héroe” del periodo que va de 1956, el año en que la oposición al régimen, desde la universidad, se manifestó con cierta fuerza, hasta 1973, en que termina el libro, es Manuel Sacristán. Ni su obra filosófica ni su trayectoria en las instituciones justificaría el papel que le otorga Baiges. Se discutió si otros filósofos como Aranguren, Tierno Galván o Gustavo Bueno no hubieran encajado mejor en el centro del relato. Méndez Baiges argumentó que su marginalidad y su militancia política no fueron las razones para convertirlo en el “héroe de la resistencia” sino su ejemplaridad filosófica, asimilada de sus tempranas lecturas de la obra orteguiana, y su negativa a pactar con el “tinglado” académico de la dictadura. Simplificando mucho, Sacristán encarna en la “novela filosófica” de Baiges el héroe socrático que asumió la responsabilidad de ejercer la “pedagogía política” al tiempo que no renunciaba a pensar en activo contacto con las corrientes y los autores nuevos que llegaban de Europa. Y fue esto lo que, como se ha indicado, desató mayor número de objeciones.
Sobre el detalle de las personas y las instituciones, Méndez Baiges propuso una consistente visión de conjunto que se interrumpe en 1973 con la aparición de una forma de entender la práctica filosófica que rompe o ignora el pasado que comenzó con los krausistas y siguió actuando, aunque bajo la forma de la negación, en la universidad franquista. La filosofía dejaba de tener un lugar privilegiado en el conjunto de los saberes. Serán las ciencias sociales las que deban conocer y comprender la sociedad. Se iniciaba una retirada de la filosofía del primer plano que había usufructuado hasta finales de los sesenta. Aranguren, Elías Díaz, Tierno Galván encajaban en este futuro. El debate en torno a estos puntos fue intenso. Algunos asistentes subrayaron que hay más continuidad de la que el autor concede en su libro.
Un tema recurrente en varios momentos del debate fue señalar críticamente que el exilio filosófico estuviera ausente del libro. Zambrano, mencionada por varios asistentes, José Gaos o Ferrater Mora tuvieron cierta presencia en la evolución de la filosofía española. Baiges arguyó que, por un lado, el papel institucional de los exiliados en el periodo estudiado fue escaso y que, en efecto, su influencia, actualmente notable, queda fuera de las fechas que limitan su estudio.
El seminario terminó con el comentario, compartido por la mayoría de los asistentes, acerca de que Méndez Baiges tenía que ir pensando en escribir una cuarta parte para su libro.