Más sobre Irán

Intercambio entre los compañeros Antonio Navas y José Luis Martín Ramos, miembros de Espai Marx.

1. Antonio Navas.

José Luis, me gusta y me interesa mucho tu nota. Mi desconocimiento cercano, con datos concretos, de lo que pasa en esas latitudes me impide hacerme ideas claras de conjunto.

El asunto del ateísmo trasladado dogmáticamente a lo político me parece en efecto un error de principio, con suficientes ejemplos históricos que lo demuestran. Ahora bien, eso, claro está, no exime del conocimiento concreto de cada situación. Es por eso que no me atrevo a discutir con un iraní sobre como es el fundamentalismo islámico llevado a la dirección de un país. En palabras literales de mi amigo sería, según él, como si a nosotros, ahora, nos gobernase la Inquisición. Dejemos de lado la realidad histórica de la Inquisición y quedémonos con la percepción general que suele tenerse del asunto: el de una opresión vital, cotidiana, espiritual, asfixiante. Es decir una opresión moral-mental-ideológica tal que se nos hiciera intolerable el vivir así día a día. La impugnación, el rechazo de tal situación, que podría estar muy contaminada del sentido liberal de libertad, no deja de formar parte de las aspiraciones más nobles de las luchas revolucionarias que en la historia han sido. Es por eso que, sin conocer de cerca el asunto, necesito el tipo de conocimiento que tú aportas para forjarme una opinión sobre estos asuntos.

Luego está el asunto de la conexión entre el factor nacional y el internacional, en mi opinión, extraordinariamente más complejo de evaluar en los últimos lustros. Evaluar los movimientos populares hoy en día se ha convertido en una tarea titánica. A mí me costó tener una opinión más o menos clara sobre el meollo de la guerra en Siria. Al principio se veía un pueblo en la calle y represión del gobierno. Luego empiezan a aparecer armas de guerra y agentes extranjeros, una guerra convencional que se despliega ante nuestros ojos. Luego uno piensa que a los españoles nadie nos vino a democratizar, nadie a los chilenos ni argentinos, nadie a los africanos en los viejos tiempos del imperialismo y la descolonización. Hace tiempo, cuando un movimiento popular irrumpía, solía ser poco arriesgado ponerse de su lado: solíamos acertar: Nicaragua, Chile, El salvador, Sudáfrica…A día de hoy, se ha vuelto muy complicado por la capacidad multiplicada de actuar de agentes internacionales de todo pelaje. Por eso, me produjo un cierto desasosiego la afirmación desacomplejada de mi amigo, de aceptar alegremente el apoyo de los USA a la naciente oposición iraní. Enseguida pensé en Siria. Ya no en Libia o Afganistán.

Abrazos.

2. José Luis Martín Ramos.

Tienes razón en el carácter opresivo que pueda tener un estado teocrático, sobre todo desde la perspectiva de la libertad individual; aunque también hay que considerar otros aspectos de ese estado, que en la administración de la justicia o la explotación económica puede ser considerado comparativamente por la gran mayoría de la población como mejor que la que padecieron con el régimen “liberal” de los Pahlevi.

Compararlo con la Inquisición puede ser mediáticamente rentable, pero no tiene nada que ver uba cosa con la otra. En el caso del régimen de la República islámica hablamos de un estado sustentado en un determinado tipo de consenso; en el de la Inquisición de una institución de vigilancia y control. Puestos a comparar, compararía la Inquisición con la SAVAK, y creo que saldría infinitamente más malparada la SAVAK.

Otra cosa es lo de la policia moral y sus abusos; pero ahí entramos en el terreno de los sbusos policiales y del grado de impunidad de esos abusos. No se si Irán está en el primer lugar del ranking de ls infamia de esos abusos. Lo digo no para justificar ningún abuso, injustificable y condenable, sino para no abusar de comparaciones que son llamativas pero son absolutamente superficiales.

Por otra parte, es evidente que la República islámica merece una crítica, que la lucha por la libertad forma parte de la lucha revolucionaria, pero que en nuestra tradición- la socialista en términos amplios- no es una lucha por la libertad individual, sino por la colectiva y no es una lucha justificada en sí misma sino porque está asociada a la lucha por la igualdad. Esas dos características de nuestra lucha libertaria, pienso yo, no se ha de plantear en términos universales, cosmopolitas, sino en los términos concretos de la sociedad concreta. De otra forma indicamos una lucha revolucionaria vacía y, en el fondo, sectaria aunque el sectarismo venga desde la voluntad democrática, que también puede ser. Esa es la lección que aprendí de la historia de los comunistas afganos y de su error sectario en la etapa Taraki-Amin y sobre todo en la de este último.

Si los demócratas, los revolucionarios, iraníes incurren en ese error sectario podrán tener toda la razón universal que quieran, pero se aislarán del grueso, del conjunto mayoritario, de la población. Y si encima si se dejan embaucar por el canto de sirenas imperialistas, los EEUU, revestidas de disfraz democrático y libertariano, se aislan pillados en una trampa, de la que no tienen la llave para salir de ella.

Lo que me gustaría oír de los demócratas y revolucionarios iraníes no es cuánto confían en que Occidente los apoyen, los acojan, los protejan, sino con qué aliados cuentan en Irán, en el islam iraní, para avanzar.

3. Antonio Navas.
Si se dejan llevar de la mano de los cantos de sirena de EE.UU. acabarán teniendo que vender su país a las transnacionales, y vender en primer lugar las fuentes de riqueza nacional: petróleo, etc. Tendrán que privatizarlo todo y aplicar cumplidamente las directrices de la OMC, el Departamento de Estado, etc. Ese cuento ya empieza a tener tradición. O bien el país puede ser presa de la guerra civil. Eso, no obstante, lo veo más difícil porque los yanquis no han tenido el terreno despejado para, mediante sus «ONG», tejer una red político-ideológica densa, reclutar sectores de las élites y financiar descontento popular, movilizable como tropa de choque en una revolución de terciopelo o en un Maidán. Hasta ahí estamos avisados.

Que no nos ciegue ese aviso para reconocer reclamaciones/movimientos que pueden ser, en un momento dado, muy similares, y tan legítimas como las de, pongamos por caso la oposición antifranquista: derechos sociales y libertades personales fundamentales y colectivas: de opinión, de credo religioso, de organización sindical y política, etc. El contexto de desarrollo económico y el consenso social que sostenía al régimen franquista no nos cegó para seguir empujando por ampliar nuestros derechos sociales y los inseparables horizontes de libertad que se anhelaban, en nuestro caso inseparables del resto de reivindicaciones. La lástima es que a nosotros, como a los palestinos, los sudafricanos y tutti quanti no nos echó nunca una mano el todopoderoso Dios llamado Departamento de Estado ( y la CIA).

Un abrazo.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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