Perú (26.01.2023)

Del historiador y miembro de Espai Marx, José Luis Martín Ramos.

Este miércoles no hubo cambios en el panorama de movilizaciones. Se mantienen en el Sur, sobre todo en el triángulo de los departamentos de Puno, Arequipa y Cusco, con ciudades paralizadas casi por completo por la huelga, como Juliaca y Puno y manifestaciones permanentes; la protesta aquí es mayoritaria y se cronifica a falta de una respuesta política de los poderes centrales. Y se consolida una dinámica de manifestaciones en el centro de Lima, que suman unos pocos de miles o unos cuantos cientos, según que medio, que por acción de la policía son dispersados antes de que puedan alcanzar su objetivo, que siempre es el edificio del congreso; siguen siendo la gente llegada del Sur, una representación de la izquierda limeña y desde ayer también los estudiantes universitarios; la geografía de las marchas añadió ayer un nuevo punto, la embajada de EEUU, delante de la cual desfilaron una de las columnas que marchaban a manifestarse en el centro. La represión policial siguió en la capital la misma pauta: uso masivo de bombas, aunque también algún perdigonazo; pero la prensa denunció que mandos policiales mandaron a sus agentes bajar el punto de mira de los lanzabombas, hacia el la línea del cuerpo de los manifestantes. En el interior el conflicto más agudo fue en los puntos de corte de la Panamericana en Ica, donde se produjeron duros enfrentamiento de 4 horas, por los que tuvieron que ser atendidos en hospitales una media docena de personas, de ellos dos policías un grave, y dos manifestantes con impactos, uno de perdigones y otros de balas en el pecho. Así que diga lo que diga Boluarte, quien dispara es la policía; los manifestantes tiran piedras. 

En esa situación de anormalidad «estabilizada», los políticos se mueven. La izquierda (Perú Libre, Juntos por Perú-Cambio Democrático) ha presentado una propuesta de destitución de Dina Boluarte, que no prosperará pero será la primera que tendrá que afrontar la Presidenta en sede institucional. Ayer se estuvo rumoreando que el gobierno iba a presentar una propuesta nueva de adelanto de elecciones para fin de 2023; se reunió el Consejo de Ministros con Dina Boluarte, pero luego, tras una posterior reunión de jefe del gobierno y el Presidente del Congreso, Otárola y Williams, se desmintió de hecho ese rumor (detrás del que debió haber algo) y se afirmó que por su parte, el del gobierno y tácitamente el de Williams, la perspectiva es el adelanto a abril de 2024, que ha de votarse inmediatamente después de la reapertura de sesiones el 15 de febrero. Frente a eso, Juntos por Perú-Cambio Democrático, con el apoyo de Perú Libre en la firma, harán su propia propuesta de adelanto al 2023 antes de que acabe este periodo de sesiones, el 10 de febrero. Más allá de esa firma, por ese adelanto a este año se han pronunciado también otros diputados y grupos, como el centrista del Partido Morado, y figuras políticas entre las que ha destacado el que fue candidato a la presidencia por la histórica Acción Popular.

Como de momento no hay grandes novedades, aprovecho para completar un comentario que hice ayer al hilo del artículo de Héctor Béjar en CxT. Aquello de la izquierda capitalina y la provinciana, que serían etiquetas a adjudicar respectivamente a Juntos por Perú-Cambio Democrático (candidata presidencial Verónika Mendoza) y Perú Libre (candidato Pedro Castillo). Otros hablan de izquierda «caviar», para referirse a la coalición de Verónika Mendoza (lo hacen los fujimoristas y la extrema derecha de Renovación Popular): o de «izquierda universitaria», algo corriente entre los intelectuales de centro-izquierda. Todas esas etiquetas resultan muy inexactas. Ciertamente Perú Libre, tras incorporar a Pedro Castillo y los movimientos que tenía detrás (sindicato de maestros, organizaciones de ronderos) arrasó en el Sur en las elecciones -en la primera vuelta- con porcentajes de poco más del cincuenta por ciento en Apurimac, Ayacucho, Huencavélica y del 47,5 % en Puno; en Madre de Dios, tuvo el 37% en Tacna el 38, en Moquegua el 34,4 y en Arequipa el 32.. El Sur es suyo, el Perú «profundo», el provinciano, es suyo. Pero no solo tuvo apoyo importante en ese territorio, también lo tuvo en el Norte; en Cajamarca, con el 45% fue la candidatura más votada, igual que  en Amazonas, con el 26, en San Martin con el 21en Acash con el 21 y estuvo por encima del diez por ciento de votos en Piura, Lambayeque, La libertad y la circunscripción no metropolitana del Departamento de Lima en la tuvo un 14,7% de apoyo, en segunda posición, sólo por detrás de Keiko Fujimori. A su vez, Juntos por Perú-Cambio Democrático, que obtuvo un 7,8 en todo el país tuvo promedios importantes en el Sur, en Ayacucho el 9,8, en Apurimac, el 9,2, en Cusco – donde fue segunda- el 20,3. Resultados todos ellos por encima del general y también del «capitalino», del que obtuvo en Lima, el 8.2 (la única circunscripción en la que pasó por delante de Perú Libre, que solo obtuvo el 7,2). Así que esas dos coaliciones (Perú Libre era de hecho una coalición) penetran más allá de sus supuestos territorios de origen; aunque seguro que no de sus bases sociales de origen, que en parte comparten con una mayor, mucha mayor, presencia de Perú Libre en el campesinado y de Juntos por el Perú-Cambio democrático entre asalariados industriales y del sector servicios. También en Perú opera la línea de clase, aunque haya quien se empeñe en ocultarla tras líneas etnicistas o culturales. Una última consideración, sumadas las dos coaliciones de izquierda obtuvieron por encima del cincuenta por ciento de los votos en Puno, Cusco, Apurimac, Ayacucho, Huencavélica y Cajamarca y más del cuarenta por ciento en Tacna, Moquegua, Arequipa, Madre de Dios Pasco y Huánuco; más del treinta en Juni, Ancash y Amazonas. Esa suma debió ser tremenda para la derecha, el Perú estaba enrojeciendo. Eso explica el despiadado acoso y derribo a Castillo desde el primer, al que la derecha reconoció victoria legal – que impugno hasta donde pudo- pero no legítima (¿os suena?). Luego la torpeza, volubilidad, sectarismo, lo que sea de Pedro Castillo y su entorno principal – no Perú Libre- fragmentó en el Parlamento a su propia bancada, Si la movilización actual es capaz de restablecer la unidad y consolidarla un mínimo por encima de personalismo y diferencias – legítimas- eso podría ser el resultado más importante de ella; más allá de cuando se celebren las elecciones, que no deja de tener una notable importancia táctica, aquello de golpearen caliente; unirse en caliente, elevar a unidad política y mínima unidad organizativa la unidad de manifestación.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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