Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. Ojalá tuviéramos más miedo a volar.
2. Más sobre la conferencia del Europarlamento.
3. Deprisa, deprisa.
4. Menos hipocresía.
5. El error europeo.
6. Mi querido enemigo.
7. Just Stop Oil.
8. Doñana resiste.
9. Desdolarización “ordenada”.
10. Otra entrevista a Jason Hickel
1.Ojalá tuviéramos más miedo a volar
Os paso dos artículos sobre aviación: la lucha contra los jets privados y la imposibilidad de combustibles de aviación sostenibles. Lo primero no me afecta, apoyo plenamente a estos activistas, e incluso dedicaría unos cuantos misiles a derribar jets privados si no podemos acabar con ellos en tierra, pero lo segundo sí, y, aunque era ya archisabido, aumenta mis niveles de flygskam.
https://www.elsaltodiario.com/
Cien activistas interrumpen el espectáculo de aviones privados más grande de Europa
Un centenar de personas han bloqueado la feria europea de jets privados para denunciar que estos aviones son “escandalosamente contaminantes” y la “hipocresía” de promover la aviación privada en medio de una crisis climática sin precedentes.
23 may 2023 13:35
Cerca de un centenar de activistas climáticos de organizaciones medioambientales como Greenpeace, Stay Grounded, Extinction Rebellion o Scientist Rebellion han conseguido bloquear durante la mañana de este martes la mayor feria de venta de jets privados de Europa, la European Business Aviation Convention & Exhibition (EBACE). Procedentes de 17 países diferentes, los activistas han llegado a Ginebra para exigir “la prohibición total de los jets privados”. La protesta se produce tras una serie de manifestaciones en los últimos meses contra este tipo de aviación por toda Europa.
Con un pacifismo ejemplar, los activistas se han plantado en la puerta de entrada de varios de los aviones privados que se exhiben en el evento empresarial y se han encadenado a las escaleras de embarque de los jets. También han hecho lo suyo a las puertas de la exposición para impedir la entrada de posibles compradores.
Con una organización trabajada, las activistas han abordado los aviones para colocarles etiquetas de advertencia de grandes dimensiones en las que clasifican estos jets como tóxicos. Casi como si fueran las alertas de una cajetilla de tabaco, en las pancartas se podían leer frases como: Los jets privados están quemando nuestro futuro, Están matando nuestro planeta o Alimentando la desigualdad.
Organizaciones como Greenpeace han aprovechado para recordar las dramáticas repercusiones que el uso indiscriminado de los jets privados tiene en el planeta. También han subrayado “la hipocresía de promover la aviación privada en medio de una creciente desigualdad social y una crisis climática sin precedentes”.
Con conocimiento de causa, citan distintos estudios en los que se constata que los vuelos privados producen unas 10 veces más CO2 que un vuelo comercial por pasajero-kilómetro y causan cantidades desproporcionadas de contaminación por micropartículas y ruido, perjudicando la salud, la calidad de vida, el medio ambiente y el clima.
El consejero delegado de Boeing advierte de que los biocombustibles respetuosos con el clima «nunca alcanzarán el precio del combustible para aviones».
David Calhoun dice a los ejecutivos del transporte que no hay forma barata de descarbonizar el transporte aéreo
El jefe de Boeing ha advertido de que los nuevos biocombustibles respetuosos con el clima «nunca alcanzarán el precio del combustible para aviones», echando un jarro de agua fría sobre un pilar central de la estrategia del sector de la aviación para reducir drásticamente las emisiones.
Las aerolíneas afirman que los combustibles de aviación sostenibles (SAF), fabricados a partir de residuos alimentarios como el aceite de cocina y las plantas, pueden contribuir a una rápida descarbonización al sustituir a los combustibles tipo queroseno, como el Jet A, que se utilizan hoy en día en los aviones.
Pero el SAF representa actualmente menos del 1% del consumo mundial de la aviación y su precio es al menos dos veces superior al del combustible tradicional para aviones.
«Crearemos escala y seremos más económicos», declaró Dave Calhoun, Director General de Boeing. Pero añadió: «No, no creo que alcancemos nunca el precio del Jet A. Es más positivo y tendrá un impacto, pero será lo que tenga que ser».
Los comentarios de Calhoun se hacen eco de las preocupaciones planteadas en privado en el sector sobre las dificultades -y los gastos- que entraña la descarbonización de una industria que, al crear los viajes transcontinentales masivos, representó uno de los mayores logros de la era del petróleo.
«Robert Campbell, responsable de investigación sobre la transición energética de Energy Aspects, se refirió a los comentarios de Calhoun. «No hay formas baratas de hacer SAE; si las hubiera, ya las estaríamos haciendo».
Las desgravaciones fiscales a la producción de SAE en EE.UU. fueron una de las grandes subvenciones a las energías limpias de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de la administración Biden, aprobada el año pasado. La UE también ha exigido a los aeropuertos europeos que utilicen volúmenes cada vez mayores de SAF como combustible para sus aviones.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (Iata), un grupo comercial que agrupa a las mayores aerolíneas del mundo, fijó en 2021 el objetivo de lograr cero emisiones netas en 2050. La Iata calcula que el 65% de la reducción correspondería a las FAE.
Pero la medida sería costosa, según Willie Walsh, ex director ejecutivo de British Airways, que dirige Iata.
«Es factible», declaró la semana pasada en una conferencia en el Financial Times. Pero «me temo que quien diga que los costes de la transición a cero emisiones netas van a ser bajos o imperceptibles se está engañando a sí mismo».
«Los pasajeros tendrán que pagar tarifas más altas. Tenemos que ser honestos con nuestros clientes», dijo Walsh. «Las aerolíneas no están en posición financiera de absorber ese coste, así que en última instancia tendrá que repercutirse en los consumidores».
El precio en EE.UU. del combustible de aviación sostenible cerró el viernes a 6,83 dólares el galón, mientras que un galón de combustible de aviación costaba 2,34 dólares, según el proveedor de datos energéticos Argus Media.
Uno de los costes asociados al cambio al 100% de SAF es que toda la infraestructura de repostaje existente – en aeropuertos y a bordo de los aviones – debe adaptarse para manejar el biocombustible, que carece de los «aromáticos» presentes en los hidrocarburos que ayudan a sellar las tuberías.
Boeing y su rival Airbus afirman que para 2030 sus aviones serán capaces de utilizar el 100% de SAF, frente al 50% actual. Boeing también está desarrollando una nueva herramienta de modelización, Cascade, para ayudar a las aerolíneas y a los responsables políticos a evaluar los métodos de descarbonización.
Los detractores del SAF también han advertido de que, a medida que aumente la demanda del combustible, se agotarán rápidamente las materias primas procedentes de grasas alimentarias, lo que creará una nueva demanda de cultivos, amenazará los bosques o generará un incentivo para cultivar materias primas en tierras necesarias para el suministro de alimentos.
El gobierno de Biden, que ha fijado a la industria el «gran reto» de producir 3.000 millones de galones anuales de SAE para 2030, frente a los menos de 16 millones actuales, afirma que las materias primas procederán de residuos agrícolas producidos junto al maíz y la soja, y de biomasa leñosa en los estados occidentales.
Pero los analistas afirman que, hasta que no se garantice la demanda a largo plazo, los inversores serán reacios a invertir capital en nuevas capacidades de producción de SAF, lo que elevará los costes de un producto de nicho.
Tom Vilsack, Secretario de Agricultura de EE.UU., declaró que las desgravaciones fiscales del IRA ayudarán al sector a superar ese obstáculo a la inversión, aunque no se alcanzará pronto la paridad de precios con el combustible de aviación.
«Al principio se contará con el apoyo y la ayuda del Gobierno… para aprender a ser eficientes y, en última instancia, bajar los precios», declaró Vilsack al Financial Times la semana pasada.
2. Más sobre la conferencia del Europarlamento
Tras la mal llamada «colapsista» de Bordera, os paso ahora una visiòn «newgreendealista» de la conferencia, la de Xan López, de Contra el diluvio y Corriente cálida. Como siempre, dando la matraca con la correlación de fuerzas, pero sin ninguna idea concreta de como avanzar en esa línea.
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El Woodstock del poscrecimiento. Xan López
Del 15 al 17 de mayo se celebró el encuentro Beyond Growth en el Parlamento Europeo al que asistieron un millar de académicos, activistas, representantes de partidos, sindicatos e instituciones europeas.
3. Deprisa, deprisa
No soy muy partidario de que entre los diferentes sectores de izquierda nos tiremos los trastos a la cabeza. Pero evidentemente hay tendencias y posturas que no me convencen nada y creo que pueden haber hecho más mal que bien. Esto que comenta el Pablo Iglesias de primera hora -antes de cortarse literalmente la coleta- es un claro ejemplo: lo importante no es el trabajo de base para acumular fuerzas, que no funciona, sino dominar el discurso, los medios de comunicación y las redes. Ya estamos viendo los límites de esa política en su agonía, pero supongo que él no, pues está insistiendo en montar su propia televisioncita, Roure mediante, supongo. Castells, otro que tal… https://twitter.com/luisdo/
“Acumular poder político desde los espacios de conflictividad social para recrear una institucionalidad obrera (a imagen de esta clase) no sirve, dice Pablete: hay que crear una institucionalidad de los medios de comunicación (a imagen de su clase social)…”
4. Menos hipocresía
Los periodistas mainstream lo tienen más difícil. Antes los entrevistados tenían que ajustarse a un discurso más o menos estandarizado y bastante hipócrita. Puro paripé. Pero cada vez más frecuentemente se encuentran con entrevistados que rompen ese discurso único entre personalidades del Sur Global. Unos cuantos ejemplos en África con motivo de la guerra de Ucrania:
Una primera andanada en este hilo de Lord Bebo -un tuitero prorruso- que ya hemos visto por aquí: https://twitter.com/
Ahora el mismo Lord Bebo publica este fragmento de una entrevista al que aparece en primer lugar en el hilo anterior, Malema, el líder del EFF, una oposición de izquierda en Sudáfrica: Sudáfrica es aliada de Rusia, pero él iría más allá y le vendería armas a Rusia porque es un aliado que lucha contra el imperialismo, y cualquiera con esa agenda será apoyado por el EFF.
Aquí otro sudafricano, en este caso el secretario general del ANC, machaca a un periodista anglo: «¿Cuántos crímenes ha cometido su país en Irak?»
https://twitter.com/sahouraxo/
Y termino con esta entrevista a un multimillonario británico-sudanés, Mo Ibrahim, que lee la cartilla a un periodista de DW: https://twitter.com/
5. El error europeo
Un artículo interesante del exdiplomático británico Alastair Crooke, director del Conflict Forum. Los enlaces que cita, como siempre en el original:
https://strategic-culture.org/
La UE ha invertido demasiado en el proyecto bélico ucraniano
Alastair Crooke
22 de mayo de 2023
Ucrania no es una cuestión aislada de política exterior, sino el eje en torno al cual girarán las perspectivas económicas de Europa.
La Unión Europea, se mire por donde se mire, ha sobreinvertido en el proyecto bélico ucraniano, y también en su romance con Zelensky. A principios de este año, la narrativa occidental (y de la UE) era que la próxima ofensiva de Ucrania tras el invierno «rompería» a Rusia y daría un «golpe de gracia» a la guerra. Los titulares de los medios de comunicación hablaban de Rusia en las últimas. Ahora, sin embargo, los mensajes del establishment han dado un giro de 180º. Rusia no está «en las últimas»…
Dos medios anglo-estadounidenses muy del establishment en el Reino Unido (en los que a menudo aparecen mensajes del establishment estadounidense) han admitido finalmente -y con amargura-: «Las sanciones a Rusia fracasaron». The Telegraph se lamenta: Son «una broma»; «se suponía que Rusia ya se habría derrumbado».
También con retraso, Europa se está dando cuenta de que las ofensivas ucranianas no serán decisivas, como se esperaba semanas antes.
Foreign Affairs, en un artículo de Kofman y Lee, argumenta que, ante una ofensiva ucraniana no concluyente, la única forma de avanzar -sin sufrir una derrota históricamente humillante- es «tirar la toalla» y centrarse en construir una coalición a favor de la guerra para el futuro, que pueda aspirar a igualar el potencial de sostenimiento militar-económico a largo plazo de Rusia.
«Kofman-Lee explica lentamente por qué no se debe esperar ningún tipo de éxito dramático o decisivo, y por qué en su lugar la narrativa debe cambiar hacia la construcción de una infraestructura de sostenimiento a largo plazo para que Ucrania sea capaz de luchar contra lo que ahora es probable que sea un conflicto muy largo y prolongado», señala el comentarista independiente Simplicus.
En pocas palabras, los líderes europeos se han metido en un profundo agujero. Los Estados europeos, al vaciar lo que quedaba en sus arsenales de armas viejas para Kiev, habían confiado sombríamente en que la próxima ofensiva de primavera/verano lo resolvería todo y ya no tendrían que ocuparse del problema: la guerra de Ucrania. Se equivocan de nuevo: Se les invita a «profundizar».
Kofman-Lee no aborda la cuestión de si evitar la humillación (OTAN y EE.UU.) vale la pena para un «conflicto prolongado». Estados Unidos «sobrevivió» a su retirada de Kabul.
Sin embargo, los líderes europeos no parecen ver que los próximos meses en Ucrania son un punto de inflexión clave; si la UE no rechaza con firmeza el «mission creep» ahora, se producirá una serie de consecuencias económicas adversas. Ucrania no es una cuestión de política exterior aislada, sino más bien el pivote en torno al cual girarán las perspectivas económicas de Europa.
El raid de Zelensky por los F-16 a través de Europa la semana pasada es indicativo de que, mientras algunos líderes europeos quieren que Zelensky ponga fin a la guerra, él, por el contrario, quiere (literalmente) llevar la guerra a Rusia (y probablemente a toda Europa).
«Hasta ahora», ha informado Seymour Hersh, «[dice un funcionario estadounidense], Zelensky ha rechazado el consejo [de poner fin a la guerra]; y ha ignorado las ofertas de grandes sumas de dinero para facilitar su retirada a una finca de su propiedad en Italia. No hay apoyo en la Administración Biden para ningún acuerdo que implique la salida de Zelensky, y los líderes en Francia e Inglaterra «están demasiado en deuda» con Biden para contemplar tal escenario».
«Y Zelensky quiere aún más», dijo el funcionario. «Zelensky nos está diciendo que si queréis ganar la guerra tenéis que darme más dinero y más cosas: «Tengo que pagar a los generales». Nos está diciendo, dice el oficial, que si le obligan a dejar el cargo, «se irá al mejor postor. Prefiere irse a Italia a quedarse y que le mate su propia gente».
Casualmente, Kofman-Lee ha transmitido a los líderes europeos un mensaje que coincide con el de Zelensky: Europa debe abordar las necesidades de mantenimiento a largo plazo de Ucrania reconfigurando su industria para producir las armas necesarias para apoyar el esfuerzo bélico, mucho más allá de 2023 (para igualar la formidable capacidad logística de fabricación de armas de Rusia), y evitar cifrar sus esperanzas en un único esfuerzo ofensivo.
De este modo, la guerra se proyecta ahora como una elección binaria: «Poner fin a la guerra» frente a «Ganar la guerra». Europa se encuentra en una encrucijada, indecisa y vacilante, empezando por un camino para luego dar marcha atrás y dar unos pasos cautelosos por el otro. La UE entrenará a los ucranianos para pilotar F-16, pero se muestra tímida a la hora de proporcionar los aviones. Huele a simbolismo, pero el simbolismo es a menudo el padre de las misiones fallidas.
Habiéndose unido a la Administración Biden, los irreflexivos dirigentes de la UE abrazaron con entusiasmo la guerra financiera contra Rusia. También abrazó irreflexivamente una guerra de la OTAN contra Rusia. Ahora, los dirigentes europeos pueden verse presionados a aceptar una carrera de suministros para igualar la «logística» con Rusia. Es decir, se está instando a Bruselas a que vuelva a comprometerse a «ganar la guerra», en lugar de a «ponerle fin» (como desean varios Estados).
Estos últimos Estados de la UE buscan ahora desesperadamente una salida del agujero en el que se han metido. ¿Y si Estados Unidos cortara la financiación de Ucrania? ¿Y si el Equipo Biden pivota rápidamente hacia China? Político publica un titular: El fin de la ayuda a Ucrania se acerca rápidamente. Reupping it Won’t be Easy. La UE podría verse obligada a financiar un «conflicto eterno» y la pesadilla de una nueva avalancha de refugiados, que agotaría los recursos de la UE y agravaría la crisis de inmigración que ya sacude a los electores de la UE.
Parece que los Estados miembros siguen pensando de nuevo en ilusiones, creyendo a medias las historias de divisiones en Moscú; creyendo en las «tortillas mentales» de Prigozhin; creyendo que la lentitud rusa a la hora de cocinar a Bakhmut es un signo de agotamiento de las fuerzas, en lugar de una parte de la paciente degradación rusa de las capacidades ucranianas que se ha ido produciendo en todo el espectro.
Estos Estados escépticos ante la guerra, que hacen su parte simbólica de «proucranianismo» para evitar ser castigados por la nomenclatura de Bruselas, apuestan por la improbable noción de que Rusia accederá a algún acuerdo negociado, y más que eso, a un acuerdo que sea favorable para Ucrania. ¿Por qué iban a creerlo?
El problema de Europa», dice la fuente de Seymour Hersh, «es que la Casa Blanca quiere que Zelensky sobreviva»; y «sí», Zelensky también tiene su cuadro de fanáticos de Bruselas.
La pareja de Foreign Affairs predice que una carrera armamentística sería -de nuevo- «pan comido»:
«Rusia no parece bien posicionada para una guerra eterna. La capacidad de Rusia para reparar y restaurar equipos almacenados parece tan limitada que el país depende cada vez más de material soviético de los años 50 y 60 para completar los regimientos movilizados. A medida que Ucrania adquiere mejores equipos occidentales, el ejército ruso se parece cada vez más a un museo de principios de la Guerra Fría».
¿De verdad? ¿Acaso estos periodistas estadounidenses comprueban alguna vez los hechos? Parece que no. En el primer trimestre de 2023 se fabricaron en Rusia más tanques que en todo 2022. Extrapolando, Rusia había fabricado anteriormente más de 150-250 tanques al año, y Medvedev prometió aumentar esta cifra a más de 1.600 tanques. Aunque esta cifra incluye los tanques reacondicionados y mejorados (que en realidad constituyen la mayor parte), sigue siendo indicativa de una enorme producción industrial.
La UE no discute en público estas decisiones cruciales que afectan al papel de Europa en la guerra. Todos los asuntos delicados se debaten a puerta cerrada en la UE. El problema de este déficit democrático es que las secuelas de estas cuestiones relacionadas con Rusia afectan a casi todos los aspectos de la vida económica y social europea. Se plantean muchas preguntas, pero apenas se debaten.
¿Dónde y cuáles son las «líneas rojas» de Europa? ¿Realmente «creen» los líderes de la UE en proporcionar a Zelensky los F-16 que busca? ¿O están apostando por las propias «líneas rojas» de Washington, dejándoles escapar? Al preguntársele el lunes si Estados Unidos había cambiado su postura sobre el suministro de F-16 a Ucrania, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, respondió: «No»: «No». Este asunto de los F-16 no cambia las reglas del juego; sin embargo, puede convertirse en el delgado filo de una «guerra eterna». También podría ser la antesala de la Tercera Guerra Mundial.
¿Dejará la UE de apoyar militarmente el proyecto ucraniano (en línea con las anteriores advertencias de EE.UU. a Zelensky), a medida que la ofensiva ucraniana se desvanezca, sin que se produzcan avances?
¿Cuál será la respuesta de la UE, si Estados Unidos la invita a entrar en una carrera de suministro de municiones contra Rusia? Para que quede claro: la reestructuración de la infraestructura europea hacia una economía orientada a la guerra conlleva enormes consecuencias (y costes).
La infraestructura competitiva existente tendría que reconvertirse de manufacturas para la exportación a armas. ¿Existe hoy mano de obra cualificada para ello? La construcción de nuevas líneas de suministro de armas es un proceso técnico lento y complicado. Y esto se sumaría al hecho de que Europa cambiaría infraestructuras energéticas eficientes por nuevas estructuras verdes que son menos eficientes, menos fiables y más caras.
¿Hay alguna forma de salir del «agujero» que se ha cavado la UE?
Sí, se llama «honradez». Si la UE quiere poner fin rápidamente a la guerra, debe comprender que existen dos opciones: La capitulación ucraniana y un acuerdo en los términos de Moscú; o la continuación del desgaste de espectro completo de la capacidad de Ucrania para hacer la guerra, hasta que sus fuerzas sean superadas por la entropía.
La honestidad exigiría que la UE abandonara la postura ilusoria de que Moscú negociará un acuerdo en los términos de Zelensky. No habrá solución siguiendo ese último camino.
Y la honestidad exigiría que la UE admitiera que unirse a la guerra financiera contra Rusia fue un error. Un error que debería corregirse.
6. Mi querido enemigo.
Si hay algo en que rusos y ucranianos están de acuerdo, es en que no se puede parar el tráfico de los oleo y gasoductos rusos por Ucrania. ¯\_(ツ)_/¯ Así nos lo explican en el WaPo.
Despite war, Ukraine allows Russian oil and gas to cross its territory
A pesar de la guerra, Ucrania permite que el petróleo y el gas rusos atraviesen su territorio
Por David L. Stern
24 de mayo de 2023 a las 1:00 a.m. EDT
KYIV, Ucrania – A pesar de la brutal invasión rusa que ha matado a decenas de miles de soldados y civiles ucranianos y arrasado franjas del país, Ucrania sigue permitiendo que el petróleo y el gas rusos atraviesen su territorio para abastecer a sus vecinos europeos, generando ingresos para Kiev y Moscú e ilustrando lo difícil que es para los acérrimos enemigos cortar lazos.
Altos funcionarios ucranianos han exigido a sus socios occidentales que impongan sanciones más duras y corten prácticamente todos los lazos económicos con Rusia, afirmando que «hay que hacer más» para paralizar la maquinaria bélica de Moscú. Pero, por surrealista que parezca, Ucrania insiste en que prácticamente no tiene otra opción que mantener sus propios acuerdos comerciales y ha presionado para conservarlos, argumentando que proporcionan cierta influencia sobre el Kremlin y ayudan a limitar los lugares donde el ejército ruso lleva a cabo ataques aéreos.
Oleksiy Chernyshov, director ejecutivo de la compañía energética estatal ucraniana Naftogaz, admitió la extraña óptica de que Ucrania siga haciendo negocios con Rusia. «Es imposible, como ciudadano ucraniano; ésa es mi primera reacción», declaró Chernyshov, añadiendo que se trataba de una respuesta personal y emocional.
Pero Naftogaz -y altos dirigentes políticos- insisten en que Ucrania no puede ni debe cerrar los oleoductos, tanto para reclamar unos ingresos residuales (aunque la cantidad que paga Moscú, si es que paga algo, no es información pública) como porque algunos de los partidarios europeos de Kiev siguen dependiendo del petróleo y el gas rusos.
Los continuos beneficios de Rusia, y las frustraciones de Kiev, salieron a la luz recientemente en documentos clasificados de los servicios de inteligencia estadounidenses filtrados en la plataforma de mensajería Discord, en los que se afirmaba que el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, consideró la posibilidad de volar el oleoducto de Druzhba a principios de este año.
Según el documento, obtenido por The Washington Post, funcionarios estadounidenses cuestionaron la seriedad de las amenazas, que podrían haber sido un arrebato de frustración hacia el primer ministro húngaro, Viktor Orban, que ha expresado posiciones favorables al Kremlin y ha insistido en una exención de un esfuerzo de la Unión Europea para poner fin a las compras de petróleo ruso.
Moscú envió el año pasado unos 300.000 barriles de petróleo al día a través del oleoducto Druzhba -o «de la Amistad»-, que atraviesa Ucrania. Rusia también está obligada a bombear unos 40.000 millones de metros cúbicos de gas al año a través del sistema de tránsito de gas de Ucrania debido a acuerdos de suministro anteriores a la invasión a gran escala de febrero de 2022.
Las autoridades ucranianas dicen que se encuentran en un dilema. Los hidrocarburos rusos que atraviesan su territorio hacen ganar millones de dólares al Kremlin y contribuyen a financiar su maquinaria bélica. Pero Kiev también necesita el dinero que gana con el tránsito y quiere ser un socio económico fiable para las naciones europeas, algunas de las cuales podrían sufrir subidas de precios desestabilizadoras si se cortara repentinamente el suministro energético ruso.
Chernyshov afirmó que Kiev debe cumplir sus obligaciones contractuales, y que la decisión de poner fin a los suministros corresponde a los países receptores, como Hungría, que necesitan el petróleo y el gas rusos para calentarse en invierno. «No se ha interrumpido este flujo para no congelar a otros países que apoyan a Ucrania», afirmó.
El Kremlin ha utilizado el suministro de energía como arma, incluso en la década de 2000, cuando cortó en dos ocasiones el suministro a Europa.
Pero Kiev también ha insistido en que el gas de Rusia debe seguir fluyendo, incluso en los años transcurridos desde que Moscú se anexionó ilegalmente Crimea en 2014 y fomentó una guerra separatista en la región oriental de Donbás. Ucrania insistió en que debía mantener su papel como país de tránsito, al tiempo que exigía a países como Alemania que no ayudaran a Rusia a construir nuevos gasoductos, una opinión que los críticos calificaron de hipócrita. Ahora, Ucrania dice que todos sus partidarios deben reducir o eliminar su consumo de energía rusa.
Un grupo de trabajo sobre sanciones a Rusia, presidido por Andriy Yermak, jefe de la oficina presidencial ucraniana, y Michael McFaul, ex embajador de Estados Unidos en Rusia, publicó el mes pasado un «plan de acción» en el que se exponían las medidas adicionales que, según el grupo, deberían adoptarse para castigar a Rusia, pero en el plan se instaba expresamente a preservar el tránsito de energía rusa a través de Ucrania.
También pedía suspender «todas las rutas de gasoductos controladas por Rusia» que llevan gas ruso al mercado europeo, así como el gasoducto TurkStream a través de Turquía. «Poner fin al suministro directo de gas ruso a la Unión Europea, excepto a través de Ucrania», decía el plan de acción.
Anders Aslund, experto económico en la antigua Unión Soviética que formó parte del grupo de trabajo sobre sanciones, afirmó que la lógica de mantener el tránsito a través de Ucrania era clara: el gas llegaría a los mercados europeos a pesar de todo, porque la UE incluyó varias excepciones, o «carveouts», a su régimen de embargo para países como Hungría.
Es más, Rusia se ha comprometido a pagar a Ucrania un total de 7.000 millones de dólares a lo largo de un contrato de cinco años firmado en 2019, denominado acuerdo «pump or pay», que obliga a Moscú a pagar tanto si envía gas como si no. «Entonces, ¿por qué no conseguir el dinero?». dijo Aslund. «Los contratos se han acordado con la Unión Europea para estos desvíos».
El objetivo de las sanciones no es introducir «una prohibición general contra el comercio con Rusia», dijo Aslund, sino «causar a Rusia el máximo daño sin causar a Ucrania más daño del necesario».
El 10 de mayo, enviados de la UE se reunieron en Bruselas para debatir un nuevo paquete de sanciones contra Rusia, el undécimo hasta la fecha. Las medidas anteriores iban dirigidas a particulares, empresas y sectores de la economía rusa, y restringían las exportaciones y las importaciones.
La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una rueda de prensa con Zelensky en Kiev la víspera, dijo que la UE «seguirá haciendo todo» lo que esté en su mano «para erosionar la maquinaria bélica de Putin y sus ingresos». Zelensky elogió las propuestas de la U.E., que, según dijo, afectarían al sector de la energía atómica de Rusia. Pero él y otros funcionarios han dicho que esto aún no es suficiente.
En virtud de su contrato de gas con Kiev, Rusia está obligada a pagar a Ucrania entre 1.000 y 1.500 millones de dólares anuales. Tras el comienzo de la guerra, se cerró un punto de entrada clave para el gas ruso en los territorios ocupados del este, con reclamaciones contradictorias sobre quién era el responsable. Los funcionarios ucranianos insistieron en que había capacidad para enviar todo el gas ruso a través de otro punto de entrada. Sin embargo, Rusia redujo drásticamente la cantidad de gas que bombeaba a través de Ucrania.
En septiembre, Naftogaz presentó una demanda ante el Tribunal Internacional de Arbitraje de París, alegando que la empresa estatal rusa de gas Gazprom «no pagó los fondos ni a tiempo ni en su totalidad» según los términos del contrato. Sin embargo, Naftogaz declinó especificar cuánto faltaba por pagar.
«Haremos que Gazprom pague», declaró entonces Yuriy Vitrenko, máximo responsable de Naftogaz. Gazprom, en respuesta, dijo que no había «razones apropiadas» para seguir adelante con el caso y amenazó con imponer sanciones económicas a Naftogaz.
El gas ha estado en el centro de la problemática relación entre Rusia y Ucrania durante décadas. En un momento dado, Rusia enviaba más del 80% de su gas a los países europeos a través de Ucrania.
Rusia esperaba eludir a Ucrania abriendo dos gasoductos a través del Mar del Norte hasta Alemania. Mientras se construía el segundo, llamado Nord Stream 2, las autoridades ucranianas argumentaron que parte del gas ruso debía seguir atravesando Ucrania para evitar una guerra a gran escala. Nord Stream 2 se construyó pero nunca se utilizó. La guerra se produjo de todos modos.
Sin embargo, Nataliia Shapoval, vicepresidenta de investigación política de la Escuela de Economía de Kiev, dijo que el uso de los oleoductos ucranianos por parte de Rusia «crea cierta protección adicional» y ha parecido limitar los ataques aéreos de Moscú. «Durante su campaña contra el sector energético este invierno, el transporte y almacenamiento de gas no fueron sus objetivos principales, sin duda», dijo Shapoval.
El oleoducto de Druzhba tampoco se ha visto afectado, ya que sólo se interrumpió su actividad durante «un par de días, cuando no tenían energía para hacer funcionar las bombas», explicó Matthew Sagers, experto en transporte de energía de S&P Global Commodity Insights en Londres.
Según Sagers, Druzhba transportó el año pasado alrededor del 80% del petróleo de MOL, la mayor petrolera húngara, y se supone que este año transportará entre el 50% y el 55%.
Además de Hungría, la República Checa y Eslovaquia dependen del petróleo transportado a través de Druzhba. Además, Ucrania ingresó cerca de 180 millones de dólares en concepto de derechos de tránsito de Druzhba el año pasado, según Sagers. «Dinero es dinero».
Al final, dijo Sagers, los ucranianos «no necesitan volar el oleoducto – simplemente podrían dejar de hacer negocios si quisieran».
7. Just Stop Oil.
Si veíamos recientemente un vídeo recopilatorio de las acciones de los compañeros franceses de Soulèvement de la Terre, hoy os paso un discurso muy lúcido de un miembro de Just Stop Oil en el momento de ser detenido. Están llevando a cabo una campaña con marchas lentas caminando por la calle. Además de sufrir la furia de algunos conductores, que ellos aguantan con paciencia cartujana –https://twitter.com/JustStop_ frecuentemente son detenidos por la policía por interrumpir el sacrosanto tráfico. Este compañero explica por qué lo hacen, tras probar los métodos habituales: https://twitter.com/JustStop_
Naturalmente, en las respuestas a ese tuit hay un montón de ciudadanos pidiendo que los linchen. Nadie ha dicho que no merezcamos la extinción. Eso sí, los compañeros de Just Stop Oil cuentan con la simpatía de Terminator: https://twitter.com/JustStop_
8. Doñana resiste.
Me entristezco cada vez que veo este vídeo de los compañeros de Rebelión Científica, pero es necesario: https://twitter.com/
PD. No creo que los gobiernos tengan que «hacer caso a la ciencia». Lo tienen que hacer a ciudadanos informados que tomen decisiones sobre nuestra vida colectiva. La ciencia es una de las herramientas para eso, pero nada más.
9. Desdolarización “ordenada”.
Hasta think tanks del establishment sector «realista» como el Quincy Institute-financiado por gente como Soros, los Koch, la Ford Foundation…- dan por hecha la desdolarización, y apuestan por que EEUU participe voluntariamente en un nuevo sistema monetario internacional. Dedollarization: it’s happening (en inglés con subtítulos también en inglés)
Dos de los participantes en el vídeo han publicado recientemente artículos en esta línea en Responsible Statecraft, la revista del Quincy Institute.
De-dollarization: Not a matter of if, but when – Responsible Statecraft
Is China poised to help other unaligned powers usurp the dollar? – Responsible Statecraft
10. Otra entrevista a Jason Hickel
Supongo que con motivo de la presentación de su libro en español, está apareciendo más en los medios. Siempre me parece interesante lo que dice, aunque sea en un panfletillo como El Periódico. https://www.elperiodico.com/