Resumen (comentado) de El capital en la era del Antropoceno de Kohei Saito (XXI)

Entramos en el capítulo 4º: “Marx en el Antropoceno”. Primer apartado: “La rehabilitación de Marx”.
Unas sugerencias iniciales:

1. “I Congreso Internacional de Humanidades Ecológicas: pensamiento, arte y educación ante las crisis y para las transiciones ecosociales. 22, 23 y 24 de mayo de 2023, UAM. DECLARACIÓN FINAL”: “[…] desde hace años se ha ido consolidando un espacio de reflexión colectiva (y un área académica) bajo el rótulo de Humanidades Ambientales (Environmental Humanities en inglés). ¿A qué introducir entonces este nuevo rótulo de “Humanidades Ecológicas?” ¿Sólo se estaría buscando especialización, en esa suerte de nuevos cercamientos (enclosures en campos de conocimiento) que impulsa el capitalismo académico? En nuestra opinión, no es el caso. Creemos que la gravedad de la crisis ecológico-social es tan grande, y la insuficiencia de las respuestas que vienen proporcionando las sociedades industriales resulta tan manifiesta, que hace falta ir más allá de las propuestas formuladas desde las Humanidades Ambientales –aunque los pasos que se han dado por ese camino nos parecen valiosos. No puede servirnos como marco general el desarrollo sostenible, ahora concretado en los ODS de NN.UU.; hay que marcar distancias decididamente con el antropocentrismo y las propuestas de “capitalismo verde”; el paradigma del crecimiento económico ha de ser superado; la sedicente transición “verde y digital” que ahora impulsan tantas instituciones en los países centrales de nuestro sistema-mundo nos parece engañosa. Creemos conveniente acotar, dentro del área de las Humanidades Ambientales o quizá más allá, un ámbito más específico de Humanidades Ecológicas donde la práctica de la inter- y transdisciplinariedad se asiente sobre una base sólida de realismo termodinámico, geológico y ecológico (realismo que en la cultura dominante brilla por su ausencia).”

2. Apocalipsis de insectos en el antropoceno (parte II)” por Ian Agnus. “[…] El cambio al monocultivo ha reducido de por sí sustancialmente la diversidad de insectos. Algunos insectos han evolucionado para poder vivir en cualquier parte, pero muchos no pueden sobrevivir sin el acceso a determinadas plantas. Las mariposas monarca, por ejemplo, solo pueden comer hojas de algodoncillo, y sus huevos no eclosionarán si se ponen en cualquier otra planta. La simplificación de millones de hectáreas ha reducido radicalmente el número de mariposas monarca, junto con otras muchas especies especializadas en un hábitat. Para ellas, miles de hectáreas dedicadas al maíz, o a la soja o al trigo son como desiertos, por mucho que aporten alimentos y sustento. Pero la agricultura industrial no se limita a eliminar pasivamente el sustento de los insectos, sino que los ataca agresivamente.” https://vientosur.info/apocalipsis-de-insectos-en-el-antropoceno-parte-ii/

3. Vídeo de Rebelión Científica: https://twitter.com/. Comentario de Carlos Valmaseda: No creo que los gobiernos tengan que «hacer caso a la ciencia». Lo tienen que hacer a ciudadanos informados que tomen decisiones sobre nuestra vida colectiva. La ciencia es una de las herramientas para eso, pero nada más.”

4. Entrevista a Jason Hickel: «El crecimiento sin límites nos está llevando al desastre ecológico» https://www.elperiodico.com/

5. Recopilación de Pascual Serrano de datos sobre la contaminación del ejército usamericano: Los que contaminan, los que pagan y los que se enriquecen con el capitalismo verde – globalter

Cojo el hilo de Saito.

Para el filósofo nipón, “la emergencia climática del Antropoceno reclama una crítica del capitalismo y una propuesta de futuro poscapitalista”. Pero, ¿por qué Marx a estas alturas?, pregunta.

En general, señala, “el marxismo está fuertemente asociado a la imagen de la dictadura del partido único de los comunistas de la URSS o de China y a la nacionalización de todos los medios de producción”. Por eso, al oír hablar de Marx, “no pocos lectores sentirán que es algo trasnochado e incluso peligroso”.

En efecto, observa Saito,el marxismo en Japón está en horas bajas como consecuencia del colapso de la URSS. En la actualidad, son muy pocos los que, aun siendo de izquierdas, defienden abiertamente a Marx y tratan de aprovechar su sabiduría”.

Sin embargo, en los últimos años fuera de Japón (también en Japón, si recordamos el éxito de su libro), “las ideas de Marx están volviendo a ser objeto de atención. A medida que las contradicciones del capitalismo se hacen más profundas, el sentido común que dictaba que el capitalismo es la única opción está empezando a ser cuestionado”. Como él mismo explicó anteriormente, “existen datos de sondeos de opinión que indican que entre los jóvenes de Estados Unidos, una mayoría siente predilección por el socialismo en detrimento del capitalismo” (No oculto mi desconfianza sobre la correción de esos datos o siquiera próximos a lo real).

A partir de aquí, el filósofo nipón tratará de aclarar cómo Marx, desde su punto de vista, analizaría la crisis ambiental del Antropoceno e irá sugiriendo algunas pistas para alcanzar soluciones diferentes al keynesianismo medioambiental.

Por supuesto, añade, “no voy a redundar en una interpretación apolillada [que no define] de Marx. Propondré una nueva perspectiva del pensamiento de Marx en el Antropoceno, recurriendo también a documentos nuevos”. Se basará, como veremos, en la Nueva MEGA.

Una tercera vía llamada lo ‘común” es el título del siguiente apartado.

Uno de los conceptos clave para la reinterpretación de Marx, observa Saito, es el concepto de lo “común” o del “bien común”. Lo común, señala, “hace referencia a los bienes que deben ser socialmente compartidos y administrados”. Es un concepto propuesto por dos marxistas en las postrimerías del XX, Antonio Negri y Michael Hardt, en su ensayo Imperio.

Se puede afirmar, prosigue Saito, “que lo común es la llave que abre una tercera vía entre los dos polos opuestos del liberalismo norteamericano y el colectivismo soviético”. Es decir, “ni se trata de mercantilizarlo todo, como ocurre bajo el fundamentalismo de mercado, ni de nacionalizarlo todo, como sucede en el socialismo de corte soviético”. Lo común, como tercera vía, “consiste en tomar como bienes compartidos el agua, la electricidad, la vivienda, la sanidad o la educación y gestionar democráticamente entre la gente.”

Saito traza un paralelismo con el concepto, más popular en Japón, de «capital común social», de Hirofumi Uzawa. El razonamiento de Uzawa fue el siguiente: “para que la gente pueda vivir en una sociedad rica y prosperar, es necesario satisfacer una serie de requisitos: el medio ambiente natural, como el agua o el suelo; las infraestructuras sociales, como la electricidad o los medios de transporte; y los sistemas sociales, como la educación o la sanidad. Considerar todo ello como bienes compartidos, o comunes, de toda la sociedad, y administrarlos y operar con ellos socialmente sin recurrir a normas estatales o criterios de mercado. Esta es también, en esencia, la idea de lo común”.

Pero, según Saito, a diferencia del capital social común, “en lo común se concede más peso a la participación ciudadana en la cogestión democrática y horizontal, sin delegar su manejo en manos de expertos. Y se distingue definitivamente del capital social común en que su fin último es la superación del capitalismo a través de la ampliación progresiva de los límites de lo común”.

Gestionar la Tierra como lo común” es el título del siguiente apartado.

En realidad, observa Saito, “el comunismo no era para Marx la dictadura de partido único o la nacionalización de la producción, como ocurrió en la URSS”. Para Marx, “el comunismo hacía referencia a una sociedad en la que los productores coadministran y cooperan los medios de producción bajo la consideración de estos como bienes comunes”.

Es más, añade el filósofo nipón, Marx describía como comunismo una sociedad en la que la gente gestionara no solo los medios de producción sino la Tierra como parte de lo común.

De hecho, en un famoso pasaje en la última parte del primer libro de El Capital, conocido la “negación de la negación”, donde se ilustra la llegada del comunismo a través del “saqueo del saqueador”, Marx afirma lo siguiente: “Es la negación de la negación. Esta restaura propiedad individual, pero sobre el fundamento de la conquista alcanzada por la era capitalista: la cooperación de trabajadores libres y su propiedad colectiva sobre la tierra y sobre los medios de producción producidos por el trabajo mismo [poseerlos como lo común]”.

Saito explica el significado del concepto-metáfora “negación de la negación”: la primera negación hace referencia al trabajo de los productores a las órdenes del capitalista, desgajados de los medios de producción considerados lo común; pero en la segunda negación, la negación de la negación, “los trabajadores desmontan el monopolio del capitalista y ¡recuperan la Tierra y los medios de producción como lo común.”

Saito no tiene duda de que el esquema anterior es muy abstracto. Lo es desde luego. Sin embargo, “la propuesta de Marx es clara: derrocar el capitalismo que arruina la Tierra en su búsqueda infinita de la multiplicación del valor de cambio con comunismo; después, cogestionar la Tierra entre todos como lo común”.

El comunismo reconstruye lo común” es el título del siguiente apartado. Seguimos en el capítulo IV.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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