Del historiador y miembro de Espai Marx, José Luis Martín Ramos.
I. ERC ha retrocedido, precisamente porque no es de izquierdas; sus afiliados y su electorado no son mayoritariamente de izquierdas, su programa tampoco lo es – yo no veía tanta afinidad en las propuestas de Maragall y Colau, es decir, entre las propuestas de los comunes y las de ERC-. El electorado de ERC le ha pasado factura a su política de diálogo con el gobierno español y de apoyo, aunque fuera con flecos, a Sánchez. Eso es lo que ha interpretado la última reunión de ERC y por eso han lanzado la consigna del «front democrátic», que es la misma con la que Junqueras llegá a la dirección del partido, «front nacional». Y ya la han puesto en práctica, anunciando Junqueras que nunca harían a Collboni alcalde de Barcelona y que sí lo harán a Trias.
Veremos que les da ese nuevo tumbo; y a lo mejor lo veremos pronto.
En Comú ha retrocedido porque siendo de izquierdas no es/no ha sido capaz de demostrarlo. Su plan de cambiar los criterios de la movilidad en BCN es un plan imprescindible, pero se han empeñado -lo hemos comentado- en empezar la casa por el tejado con la ilusión de que así dejarían obra hecha -las islas y los carriles bici, que pocos proletarios usan- en vez de mejorar, invertir, insistir y demostrarlo en comunicación pública, colectiva, de superficie. Y dejarse colar constantemente el gol de caer en la agenda mediática de la burguesía barcelonesa, enredándose en discusiones simbólicas, en vez de hacer agitación efectiva para la transformación del modelo de la ciudad y para la defensa de lo que se hace -porque se hacen cosas- en eses sentido.
II. Soy consciente de que obvio el embrollo de determinar qué es y que no es izquierda, y de cuándo algo que fue izquierda dejó de serlo. Centrándome en ERC, fue entre 1931 y 1939 un partido de izquierda, popular y populista. En la dictadura giró hacia la derecha, se alejó del mundo popular y se identificó con el liberalismo y el anticomunismo. Ese fue el legado de Barrera, reafirmado con Hortalà.
A ese partido, abducido por Pujol y al borde de la extinción, se le unió gente nueva, descontenta del pragmatismo de Pujol y que buscaban una plataforma no grupuscular para desarrollar un nacionalismo abiertamente independentista. Algunos eran verdaderos aventureros políticos (Rahola, Colom,…). Tuvieron su primer gran momento con el tripartito y sobre todo con los errores del tripartito -dejar que ERC dibujara el perfil simbólico principal-. Cuando el tripartito perdió el gobierno y se deshizo, la mayoría del partido consideró un error haberse aliado con socialistas y apoyó la nueva propuesta de un aventurero de la academia, Junqueras, de recuperar el “eje nacional”. En ese proyecto se preveía la competencia con la Convergència post-Pujol por el liderazgo del nacionalismo con el arma de desarrollar una verdadera y explícita estrategia independentista. En esa competencia, Junqueras puso a dormir el front nacional -en el que sería todavía subsidiario- e impulsó un izquierdismo de gestos, basado no en programas -ni alternativos ni reformistas- sino en la denuncia de la doble corrupción, la pujolista y la “del estado” y una confrontación con el estado que prometía sublimar las amarguras padecidas por la izquierda desde la transición. El desastre de Iniciativa le permitió sacar provecho del desastre mismo -difuminación de la izquierda- y de la orfandad política en que cayó gente de clase media progresista que habían militado en el PSUC o lo habían votado. La radicalidad del enfrentamiento del procés le sumó brillibrilli a su nueva chaqueta izquierdista. Al final todo fue un desastre y Junqueras -tan maniobrero como Sánchez- impuso el rumbo del diálogo con el gobierno Sánchez y el apoyo a lo que para ellos era el mal menor.
El giro les ha dado réditos negativos y la dirección de ERC, presionada por su militancia, ha reactivado el front nacional, disimulado con el adjetivo democrático. Me pregunto cómo reaccionaran todos aquellos que desde la izquierda se sumaron, se creyeron, el guiño izquierdista de la ERC de Junqueras a este nuevo cambio de guión.
III. M. Candel: Muy de acuerdo, José Luis. Sólo una duda: Entre 1931 y 1939 tenemos el episodio del 6 de octubre de 1934 y el papel de los muchachos de Dencàs. ¿Hasta qué punto se podía considerar Estat Català vinculado a ERC y, más difícil todavía, de izquierdas? (De los hermanos Badia ya ni me molesto en hablar.)
JLMR: ERC era un partido a la francesa, de clubes, caciques locales…Globalmente es izquierda reformista, su ideal de sociedad era un buen capitalismo de libre competencia y por ello pacífico (algo que, por otra parte, también defendía Kautsky). Como partido nacido de una coalición electoral victoriosa (el 12 de abril de 1931) tenía muchos matices, en él podía estar Dencàs, los Badia y otra perlas perseguidoras del movimiento obrero, y Martí Barrera, de origen cenetista, y todo lo contrario. Dencàs y Cia tuvieron su momento en las turbulencias del 34, pero quedaron muy en evidencia como aprendices de “revolucionarios”. Companys ganó la partida y ERC se mantuvo en la línea mayoritaria inicial, no la de Dencàs, que se marchó de ERC para crear su propio partido, Estat Català. ERC bajo el liderato, difuso, no vertebrado organizativamente, de Companys se mantuvo como izquierda reformista…y federalista. No obstante la guerra favoreció una mayor emergencia del nacionalismo – que en el caso del Presidente del Parlamento apuntaba al independentismo- y el crecimiento de posiciones liberales, como reacción al proceso de colectivizaciones y la presencia del sindicalismo en la política de retaguardia. El giro liberal se acentuó después de mayo de 1937 y su promotor fue Tarradellas, que boicoteó todo lo que pudo -y lo consiguió- reformas básicas como la Ley de explotación de la tierra y la ley de municipalización de la vivienda. Anticomunista ferviente, Tarradellas -Companys no lo era- maniobró con algunos sectores anarquistas para bloquear al PSUC, pero esa alianza de intereses no tuvo réditos positivos porque el PSUC bloqueó a su vez el reingreso de la CNT al Govern que había abandonado después de mayo 37.
Me extiendo demasiado. La conclusión es que durante la segunda mitad de la guerra hay gérmenes de giro a la derecha liberal en el seno de ERC y crece el cultivo del anticomunismo -un problema general de la segunda mitad de la guerra-. La resolución del giro liberal y de la orientación de Tarradellas quedó a la expectativa del final de la guerra. Como este fue la derrota y el exilio, las proyecciones (liberal o socioliberal) quedaron en suspenso. Cuando en los sesenta se reactiva en el interior un grupo clandestino de ERC, lo hace bajo el liderazgo de Heribert Barrera, que durante la ocupación en Francia rstuvo más cerca de Vichy que de la resistencia, para gran enfado de su padre. Pecados de juventud, pero Barrera se formó en el anticomunismo de Vichy y el de la guerra fría y en la adhesión al liberalismo económico. Y reconstruyó ERC con esos mimbres y en alianza con Pallach.