Ernst Bloch: religión, marxismo y utopía (II)
A diferencias de los «maestros de la sospecha», la crítica de la religión en Bloch no es tanto un ejercicio radical acerca del carácter engañoso de las religiones existentes en el mundo occidental como, según su criterio, una elucidación y decodificación del mensaje revolucionario que se oculta y es inherente a las tradiciones bíblicas judeocristianas.
De esta suerte, las Sagradas Escrituras comparecen como si fueran una botella lanzada al mar que transporta un encriptado aviso a náufragos susceptible de ser descubierto, desvelado e interpretado a la luz de un pensamiento materialista. Ciertamente, la obra del filósofo alemán Ernst Bloch contiene una monumental y original reflexión sobre el tema religioso, que remonta sus fuentes nutricias al Marx joven («el ateísmo es el humanismo mediante la superación de la religión»), esto es, a una relectura sabia y refinada de la tradición marxista y a una recuperación de la herencia dialéctica hegeliana. Todo ello soportado y llevado a buen puerto gracias a una historia personal intransferible, la de «un heterodoxo por libre decisión y la de un viajero solitario por mundos poco transitados en la filosofía»[1]. Su magna y bella obra, El principio esperanza (1954-1955 y 1959), es la culminación de su punto de vista sobre la religión y de todo un programa filosófico al servicio de la utopía como horizonte de emancipación humana[2]…
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