Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda
1.El Viejo Topo es Vox.
2. Pico del petróleo 2.
3. Resumen general.
4. Chihuahuas en el Pacífico.
5. Extracto del libro de Poch (comentarios de José Luis Martín Ramos).
6. Ni galio ni germanio.
7. Mi vídeo del día: pum, pum, bang, bang.
8. Entrevista a Mélenchon
1. El Viejo Topo es Vox
Yesurún Moreno -el muy gilipollas- trabaja para Vox → El Viejo Topo publica a Yesurún Moreno –> El Viejo Topo es Vox. La lógica del fachólogo Miquel Ramos:
Y no os perdáis las réplicas al tuit: https://twitter.com/Miquel_R/
Soy demasiado viejo para esto. ¿No tenía bastante con odiar el comunismo indepe que ahora tengo que odiar también el woke posmo?
2. Pico del petróleo 2.
«B» ha publicado la segunda parte de su artículo sobre el pico del petróleo. Una vez más, nada que no hayamos ya leído a Turiel, por ejemplo, pero no está de más recordar.
The Spectre of Peak Oil — Part 2
El espectro del pico del petróleo – Parte 2
Ramificaciones: las consecuencias a largo plazo del pico del petróleo. B
El pico del petróleo no es el fin del mundo. Es un fenómeno sutil, casi imperceptible. No significa que vayamos a quedarnos sin petróleo de un día para otro, provocando la paralización de todos los transportes, provocando hambrunas, caos, disturbios y fusiones nucleares por doquier. Llegaremos a eso a su debido tiempo, no nos equivoquemos, pero no en el momento del pico de suministro de petróleo. ¿Por qué tanto alboroto?
Como hemos visto en la primera parte de esta serie, el suministro mundial de petróleo tiene varios límites. En primer lugar, la Tierra tiene un volumen finito. De este volumen finito sólo hay un número limitado de lugares en los que se puede formar y posteriormente encontrar petróleo. Las mayores reservas de petróleo ya han sido identificadas y explotadas y, a medida que se acercan al final de su vida útil, nos vemos obligados a recurrir a yacimientos cada vez más pequeños, que consumen cada vez más energía y recursos, o a explotar la propia roca madre (por ejemplo, pizarra). Aparte de eso, poco podemos hacer. Estamos consumiendo los ahorros de toda una vida de nuestra civilización a un ritmo exponencial.
A medida que los yacimientos ricos y fáciles de explotar -que proporcionan prodigiosos rendimientos de la inversión- van abandonando poco a poco el fantasma, la era del suministro flexible pero fiable llega a su fin. El aumento persistente de la demanda de energía y recursos para perforar el siguiente pozo y obtener el siguiente barril -a medida que avanzamos en la explotación de yacimientos cada vez más complicados- requerirá un precio de venta cada vez más alto para equilibrarse.
El único problema es que los precios del petróleo por encima de cierto punto acaban matando al anfitrión, la propia economía. A pesar de ser un insumo tan vital -e insustituible- para la economía, la asequibilidad del petróleo acabará por asfixiar su propio futuro. El coste del petróleo se acumula en todos los productos que se compran -especialmente alimentos-, dejando cada vez menos dinero en el bolsillo para gastar en otros productos y viajes (ambos cortesía del petróleo). Este proceso acaba por diezmar la demanda tanto de energía como de materias primas y, al mismo tiempo, limita las inversiones en la futura producción de petróleo al poner un enorme signo de interrogación sobre los beneficios.
Llegará un momento en que el petróleo será demasiado caro para los compradores y demasiado caro para los productores.
Todo esto está ocurriendo en tiempo real ante nuestros ojos. De hecho, estamos bien adentrados en este proceso desde 2005, cuando la producción de petróleo convencional tocó techo y la humanidad empezó a recurrir a formas de suministro cada vez más exóticas (petróleo de «esquisto» fracturado, arenas bituminosas o petróleo ultrapesado de Venezuela) para mantener al menos un simulacro de crecimiento.
Como los combustibles líquidos son indispensables para la economía, su producción recibe ahora subvenciones masivas de otros recursos energéticos. Ya se trate de plataformas de perforación alimentadas por centrales hidroeléctricas cerca de las costas de Noruega, o de energía proporcionada por el carbón, el gas natural e incluso las «renovables» (por no hablar de la mezcla de biocombustibles en la gasolina), la humanidad lo arroja todo a la cuestión de mantener la cantidad necesaria de combustible fluyendo en la economía. Nuestra situación es tan calamitosa que temporalmente podríamos incluso intentar alcanzar niveles de equilibrio para subvencionar la producción de hidrocarburos (invertir más de un barril de petróleo en energía para obtener a cambio un barril de combustible). Pensemos en crear combustible de la nada o diesel nuclear, no es broma.
Sin embargo, la disminución de la energía neta no afecta sólo al petróleo. Los mismos principios se aplican a todos los recursos minerales, del carbón al gas natural, del uranio al litio e incluso al cobre. A medida que se agoten los yacimientos de fácil acceso, el siguiente lote será cada vez más intensivo en energía para obtenerlo. Con el tiempo, llegaremos a un punto en el que las fuentes de energía que ahora se utilizan para subvencionar la producción de combustibles líquidos resultarán cada vez menos rentables y, por tanto, dejarán de ser una subvención. Si tenemos en cuenta que los combustibles líquidos retroalimentan la extracción, producción y transferencia de todas las formas de energía (sí, incluidas las «renovables», la hidroeléctrica y la nuclear también), empezaremos a entender cómo este declive de la energía neta hará que nuestra era de alta tecnología se vaya al garete.
Es una putada vivir en un planeta finito, ¿verdad?
Dicho esto, conviene recordar que el pico del petróleo no es una fecha a partir de la cual nos quedamos sin petróleo, sino un día a partir del cual ya no somos capaces de «producir» tanto como antes. No es un apocalipsis repentino, sino el inicio de un largo declive. Algo que puede permanecer invisible durante un periodo de tiempo relativamente largo, a medida que las regiones más pobres del mundo renuncian silenciosamente a la mayor parte de su consumo de petróleo y regresan, una a una, a una economía mucho más simple, local y de baja tecnología.
A medida que el proceso se desarrolle, grandes franjas de nuestra población civilizada se verán obligadas a renunciar al uso del automóvil y al consumo de productos procedentes de tierras lejanas. Los productos de todo tipo se volverán prohibitivos a medida que aumente el coste de la minería, la fabricación y el transporte. La demanda de petróleo empezará a disminuir: no porque lo deseemos, sino porque ya no podremos permitírnoslo.
¿Hay alguna salida a este desastre? ¿Pueden las fuentes de energía alternativas sacarnos de este agujero? Bueno, como hemos visto antes, los precios relativamente altos (inasequibles) del petróleo también frenan la demanda de «renovables» al aumentar los costes de extracción y transporte, lo que paradójicamente hace imposible la propia transición energética. Se trata de un problema mucho más general y grave de lo que la mayoría supone. Sea cual sea la tecnología con la que soñemos, todas ellas requieren la extracción y el transporte de materias primas a una escala inmensa. Si a esto añadimos que carecemos de reservas de cobre y otros minerales -además de la energía necesaria para obtenerlos- para electrificar el mundo, nos damos cuenta de que tenemos un grave problema matemático. Y si no podemos construir (y mucho menos mantener) la infraestructura alternativa necesaria para el futuro, realmente no importa cómo planeemos alimentarla.
Un suministro cada vez menor de petróleo, caminando de la mano de un flujo vacilante de minerales, es una sentencia de muerte para la economía de consumo. El largo declive nos dejará con un mercado cada vez más reducido de productos de gama alta dirigidos a los ricos, dejando poco o nada para los pobres y la clase trabajadora. A medida que el proceso se desarrolle durante las próximas décadas – primero lentamente y luego a un ritmo cada vez más rápido – se espera una avalancha de quiebras, desempleo masivo, colapso de los servicios, disturbios y todo lo que suele venir con la agitación política. (Lo que le ha ocurrido a Sri Lanka en los últimos años es un buen ejemplo).
Las comunidades cerradas con toda la alta tecnología que uno pueda imaginar seguirán siendo una vía de escape para los ricos, mientras que el resto de la población no tendrá más remedio que intentar ganarse la vida con el trabajo manual, cultivando alimentos y fabricando productos sencillos de baja tecnología para uso local. Para quienes aún puedan permitírselo, las «renovables» proporcionarán temporalmente al menos algo de energía para acceder a Internet, alimentar algunos electrodomésticos o bombear agua de un pozo. Dado que la base de la economía y el comercio mundiales se desvanecerá con una producción de petróleo cada vez menor, la sustitución de las turbinas eólicas, los paneles solares y las baterías será primero un reto y luego casi imposible. (Puede hacerse una idea de cómo podría evolucionar esto escuchando la historia de Joslin Faith Kehdy, del Líbano, un país que nos lleva mucha ventaja en un mundo postpetróleo. Un relato fascinante, por no decir otra cosa…)
En el mundo occidental todo esto se verá como el resultado de una serie de crisis económicas, una caída del mercado financiero, falta de liquidez, malas políticas, dictadores malvados, gente que viene de lejos, lo que sea. Todo menos la verdadera causa subyacente: el vacilante rendimiento energético de las inversiones y el agotamiento de los recursos. En consecuencia, los gobiernos intentarán resolver el «problema» arrojando una cantidad de dinero sin precedentes, restringiendo la competencia (así como lo que queda de la propia democracia) o rebajando las normas medioambientales en las «zonas de sacrificio» para hacerse con el último lote de recursos. Lo único que se conseguirá con ello es aumentar la inflación, la agitación política, la contaminación y el cambio climático, hasta que el consumo acabe por frenarse y se produzca otra oleada de quiebras.
Pero no todo es pesimismo. Como afirma el profesor William E. Rees, creador del concepto de «huella ecológica», en su reciente artículo: “La globalización y el comercio sin trabas -es decir, la dependencia de «otros lugares» lejanos para obtener alimentos y muchos otros recursos- ya no serán posibles en un mundo emergente con recursos y clima limitados. Esto no es del todo malo. La globalización es uno de los motores del rebasamiento (overshoot): el llamado libre comercio, sobre todo en el último medio siglo, ha acelerado enormemente la (sobre)explotación de los recursos y la contaminación, y ha facilitado el crecimiento de la población. De ahí que las ecoeconomías adaptativas sean economías locales más ecocéntricas. La agricultura y la manufactura ligera esencial -por ejemplo, el procesado de alimentos, los textiles, la ropa, los muebles, las herramientas- se relocalizarán proporcionando un amplio empleo significativo. Resurgirán las habilidades personales y el orgullo por el trabajo bien hecho. Como beneficio adicional inmediato, cuando los ciudadanos toman conciencia de su dependencia de los ecosistemas locales, se preocupan más activamente por la salud y la integridad de esos sistemas. Un sentido de participación consciente en el propio ecosistema no es posible si los ecosistemas pertinentes están a medio planeta de distancia.”
Es muy importante comprender que ha sido el uso de combustibles fósiles en general y del petróleo en particular lo que nos ha permitido sobrepasar masivamente la capacidad de carga de la Tierra y contaminar la Naturaleza más allá de cualquier nivel tolerable. Su uso ha provocado el cambio climático y ha causado estragos en ecosistemas enteros. Pero fue la llegada del petróleo lo que ha alimentado (y sigue alimentando hasta hoy) toda la minería, así como todo el transporte intercontinental de recursos y productos. Ha permitido a la agricultura industrial cultivar una cantidad de alimentos sin precedentes gracias al diesel, los fertilizantes y los pesticidas. Su uso desenfrenado ha acabado por reducir todas las materias primas y la Naturaleza, y nos ha dejado en una situación desesperada. Sin embargo, con una producción de petróleo que no deja de disminuir, las gallinas volverán a casa.
La humanidad pronto tendrá que aceptar la pérdida de lo que Catton denominó «capacidad de carga fantasma» y el fin del rebasamiento humano. ¿Será un asunto pacífico? Se podría argumentar que, debido al rápido descenso de las tasas de fertilidad, el aumento del coste de criar a los hijos, la muerte por desesperación y con una generación masiva de baby boomers abandonando la escena, este proceso podría seguir siendo manejable, pero es demasiado pronto para saberlo. Los efectos combinados de un suministro de petróleo cada vez más insuficiente y de un aumento de la temperatura global por encima de los 1,5°C en 2030 y de los 2°C en 2040 (con un grado adicional derivado de la eliminación del «efecto de enmascaramiento de los aerosoles») podrían acelerar fácilmente el declive de la civilización más allá de lo imaginable. Los sistemas complejos, como los ecosistemas o la economía mundial, tienen múltiples puntos de inflexión más allá de los cuales las cosas pueden fácilmente quedar completamente fuera de control.
Una cosa parece segura: cuando se agote el último pozo de petróleo, a nadie le importará nada. Para entonces, conducir un coche será un lejano recuerdo en el pasado, así como comprar artilugios de plástico en un supermercado o encargar algo por Internet. El declive de la extracción de petróleo obligará a la humanidad a volver a vivir en un solo planeta y a desintoxicarse de su adicción a la tecnología (suponiendo que para entonces todavía quede un planeta con un ecosistema viable que habitar). El consiguiente declive de la civilización en las siguientes décadas tras el pico del petróleo se parecerá inquietantemente a una cura radical de deshabituación, pero como en el caso de abandonar cualquier adicción grave, no hay garantías de supervivencia.
Hasta la próxima, B
Notas:
Para aquellos que apuntan al cielo divagando sobre «minaremos asteroides entonces» tengo un duro recordatorio que servir: necesitamos recursos rápidamente y por millones de toneladas. ¿De dónde sacar la tecnología (por no hablar del combustible para cohetes) para conseguirlo? El pico del petróleo no es algo que ocurra en un futuro lejano, sino un acontecimiento que se desarrolla aquí y ahora… (Esto sin mencionar el hecho de que el desastre ecológico (provocado por el consumo excesivo, el crecimiento y la contaminación) empeoraría infinitamente si importáramos aún más cosas a este pequeño planeta).
3. Resumen general
El del primer tuit se ha dejado que el jueves superó al martes: https://twitter.com/ (los tres días más cálidos en 125.000 años en cuatro días)
Una semana normal:
El lunes, el día más caluroso jamás registrado en el planeta.
El martes supera el récord del lunes.
Conocemos el junio más caluroso.
Registramos la noche más calurosa en África (¡casi 40 °C!)
Riadas atroces en Zaragoza.
El lunes que viene, debate electoral.
Pero siempre hay una pequeña esperanza:
https://twitter.com/Helios_EM/
Miembros de@esXrebellion han tapado hoyos en una decena de campos de golf en diferentes provincias
Miembros de@ecologistashan tapado los vertidos de la mina de San Finx, en A Coruña
Y desde el mov. de vivienda de Madrid se ha actuado contra la lona de Desokupa
Es un tuit de Helios E.M. que remata con este:
https://twitter.com/Helios_EM/
Una pequeña muestra de una semana cualquiera. Más allá de las campañas electorales, por todas partes y todo el año hay gente organizada para actuar de diferentes formas. Votes o no votes, salga quién salga, nos vemos en la asamblea.
Fuente: https://twitter.com/picaraza_/
Y como dicen los compañeros de Extinction Rebellion UK sobre este compañero de Just Stop Oil que interrumpió un partido de tenis en Wimbledon, «así es un héroe». El tuit de Tim Reid dice: «La foto que utilizaré para mostrar a mis nietos que hice todo lo que pude».
Fuente: https://twitter.com/ (los tuits de respuesta, por cierto, son todos puta basura imperialista militarista anglo. Dadme un meteorito más grande).
4.Chihuahuas en el Pacífico
I. La historia de las relaciones entre China y Lituania es, cuanto menos, tumultuosa. Pero jamás me hubiera imaginado que llegasen a tener una «estrategia para la región Indo-Pacífica»… Imagino que ya estarán construyendo una flota de portaviones para hacer frente a la amenaza. Porque como responde un tuitero, «Quizá sea hora de que China tenga una estrategia para la «región Balto-Pacífica». (https://twitter.com/
Lituania aprueba ‘nueva estrategia para la región Indo-Pacífica’, designando a China como principal amenaza.
II. Los chinos, en su editorial del periódico oficial Global Times, parece que piensan que es una avanzadilla de lo que decidirá pronto la OTAN. Para lo diplomáticos que suelen ser los chinos, el claro desprecio que muestran aquí por Lituania debe indicar lo hasta las narices que deben estar.
NATO’s hidden agenda against China exposed in advance by Lithuania: Global Times editorial
La agenda oculta de la OTAN contra China expuesta de antemano por Lituania: Editorial del Global Times
Por Global Times Publicado: Jul 07, 2023 11:43 PM
La OTAN celebrará una cumbre en Vilna (Lituania) la próxima semana. Como país anfitrión, Lituania parece a la vez entusiasmada e impaciente. Una parte importante de este sentimiento se refleja en su provocación a China. Al mismo tiempo, varios otros miembros de la OTAN también parecen haberse coordinado en su acercamiento a la isla de Taiwán. Todo ello ha puesto de manifiesto las maliciosas intenciones de la próxima cumbre de la OTAN hacia China. Esto no puede ser ignorado por el pueblo chino, que debe permanecer vigilante.
Aproximadamente una semana antes de la cumbre, Lituania, imitando a EEUU, anunció su llamada Estrategia Indo-Pacífica. La parte más llamativa de esta «estrategia» de 16 páginas es su declaración sobre la cuestión de Taiwán, subrayando que «el desarrollo de las relaciones económicas con Taiwán es una de las prioridades estratégicas de Lituania». Incluso traza descaradamente una «línea roja», afirmando que el statu quo en el estrecho de Taiwán «no puede cambiarse mediante el uso de la fuerza o la coerción».
Esta es otra muestra de la «mano dura» y la arrogancia de Lituania, después de que el país y la isla de Taiwán establecieran mutuamente oficinas de representación, lo que provocó un fuerte deterioro de las relaciones de Lituania con China. Si no hubiera habido nadie que la respaldara, Lituania no habría podido provocar a China durante tanto tiempo, ni habría sido tan descarada al hacerlo.
Resulta extraño que un país báltico con menos de 3 millones de habitantes, situado en la zona de radiación directa del conflicto entre Rusia y Ucrania, haya ideado una Estrategia Indo-Pacífica. Muchos de los términos de la estrategia resultan familiares, como si hubieran sido tomados directamente de la retórica estadounidense hacia China, sólo que esta vez se expresan desde Lituania. Lo que resulta aún más asombroso es que el ministro de Asuntos Exteriores lituano afirmara que «con la aprobación de la Estrategia, Lituania se encuentra ahora entre los líderes mundiales». Sólo alguien completamente falto de autoconciencia podría hacer semejante afirmación. Lituania no es en absoluto un «líder mundial», pero el incidente se ha convertido en uno de los mayores hazmerreír internacionales del año.
En medio de una época de grandes cambios, la radical política exterior de Lituania es algo representativo. Este gobierno lituano parece haberse dejado llevar por un miedo excesivo hacia Rusia, carece de sentido de la seguridad y se comporta de forma anormal. Estados Unidos y la OTAN, por otro lado, parecen ser el trozo de madera al que se agarra una Lituania que se ahoga.
Cuanto más dependiente psicológicamente se vuelve el gobierno lituano de EEUU y la OTAN, más fuerte es su impulso de tomar la delantera a EEUU y la OTAN para demostrar su propio valor. Estados Unidos ha señalado repetidamente su apoyo a Lituania en cuestiones relacionadas con China, llevando a Lituania hasta la oscuridad. Sin embargo, Lituania no se da cuenta de que, sin darse cuenta, ha entregado su destino a otros, y el miedo y el malestar son las fuentes esenciales de energía que impulsan el carro geopolítico de Washington.
La cumbre de la OTAN de este año en Vilna tendrá claras diferencias con las anteriores. La pequeña camarilla antichina que Washington ha cultivado está escenificando una «actuación pública» antes de la cumbre de la OTAN, haciendo gala de radicalismo, ansiedad, agresividad e injerencia impulsiva en los asuntos de Asia-Pacífico. Estas acciones sirven de barómetro para esta cumbre de la OTAN y presagian los próximos movimientos de la Alianza. Al tiempo que intensifica la presión sobre Rusia, la OTAN está acelerando claramente su expansión en la región Asia-Pacífico. Esta cumbre de Vilna puede convertirse en un momento decisivo.
Los líderes de los cuatro países de Asia-Pacífico -Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda- que han sido etiquetados como «socios en todo el mundo» por la OTAN asistirán a la cumbre por segundo año consecutivo. Según informan los medios de comunicación japoneses, la OTAN elevará su asociación con estos cuatro países a un nivel superior, dando una fuerte señal de la expansión de la OTAN hacia Asia-Pacífico. ¿Quién más ignora que esto va dirigido a China? En la gran partida de ajedrez que juegan la OTAN y Estados Unidos no influye, desde luego, Lituania, que no es más que un peón que ha cruzado el Rubicón, alentado y empujado hacia adelante sin plantearse la retirada, y en última instancia incapaz de dar marcha atrás.
El mismo día en que Lituania anunció su estrategia Indo-Pacífica, el Reino Unido y Polonia firmaron la declaración conjunta de asociación estratégica 2030, que también se inmiscuye en la cuestión de Taiwán. Diversos indicios apuntan a que los países miembros de la OTAN están coordinando aún más sus posiciones sobre la cuestión de Taiwán, intentando formar un patrón envolvente contra China en la opinión pública internacional. Debemos observar atentamente qué tipo de consenso surgirá en la cumbre de Vilnius sobre las cuestiones relacionadas con China y qué planes concretos se elaborarán. En este sentido, no debemos considerar a Lituania simplemente como un payaso o una broma. Sus exageradas y feas palabras y acciones son también una ventana a través de la cual el mundo exterior observa a la OTAN, lo que nos permite estar preparados de antemano.
5. Extracto del libro de Poch
En Globalter han publicado este artículo de Rafael Poch que presentan como un extracto de su último libro. Ya hemos visto por aquí los argumentos, por tanto, pero siempre vale la pena volver sobre ellos.
La transformación de Rusia y los escenarios de la guerra
RAFAEL POCH-DE-FELIU
Los «valores europeos» (entre los que, por supuesto, no figuran el belicismo, ni Auschwitz, ni el colonialismo racista) y los «derechos humanos» (es decir su selectiva utilización vía la política occidental de derechos humanos) ya no impresionan al mundo no occidental, harto de la hipocresía y los dobles estándares.
Las giras africanas del representante europeo para la Política Exterior, Josep Borrell, y del presidente francés, Emmanuel Macron, o la latinoamericana del canciller alemán, Olaf Scholz, ofrecieron a principios de 2023 señales inequívocas al respecto. La inflación de premios Nobel y homenajes literarios a maltratados personajes y autores bielorrusos, rusos y ucranianos unidos por su hostilidad al Kremlin, así como la incriminación judicial contra Putin de la Corte Penal Internacional, cambian poco las cosas: la artillería ideológica y el discurso de los amos del mundo está perdiendo credibilidad y poder.
En febrero, China lanzó su propuesta de seguridad global y un plan de paz para Ucrania que ha sido ninguneado con muestras de nerviosismo en Washington y Bruselas. En marzo de 2023, la diplomacia china medió en un sensacional acuerdo para el restablecimiento de relaciones entre Arabia Saudí e Irán, y el presidente Xi Jinping visitó demostrativamente Moscú en su primer viaje tras su reelección para un tercer mandato como presidente.
En la propia Rusia, el «cambio de régimen» auspiciado por Occidente transcurre por senderos insospechados. Todo indica que va a tener lugar sobre un guion bien ruso, en el que el régimen se hará más autoritario y social al mismo tiempo. Para entender este aspecto es necesario entrar en las contradicciones entre la oligarquía liberal occidental y la oligarquía rusa.
Desde un punto de vista «de clase», la guerra entre Rusia y Occidente que se libra en Ucrania es producto de las frustraciones del establishment ruso por no haber sido aceptado en pie de igualdad por sus homólogos capitalistas occidentales. ¿Qué significaba ser aceptados «en pie de igualdad»? Fundamentalmente que Occidente reconociera la soberanía y primacía de la élite rusa en la rapiña del patrimonio nacional y de los ricos recursos en su propio país, incluyendo en ese reconocimiento el de los intereses rusos en su entorno geográfico, una especie de «Doctrina Monroe» del espacio postsoviético aunque fuera en condiciones de condominio con Occidente, Turquía y China, como viene ocurriendo en Asia Central y Transcaucasia.
En Moscú tardaron años en comprender la seriedad del proyecto globalista occidental que contemplaba una Rusia subalterna con una elite nacional compradora subordinada a las grandes transnacionales occidentales. Tardaron en comprender que no se pensaba reconocer «soberanías» ni cotos privados de la elite oligárquica rusa derivados del tradicional control estatal que esa élite tiene de los negocios, privatizaciones y desfalcos en el mayor país del mundo. Los occidentales querían libre acceso sin restricciones para sus multinacionales a los recursos de Eurasia, y, por supuesto, no reconocían «zonas de influencia» políticas, económicas ni militares, más allá de su propio dominio hegemónico. La inicial colaboración de Moscú fue considerada debilidad y las repetidas quejas de Putin, ignoradas durante años.
Todo eso es lo que contiene el reproche a Occidente de no haber sido capaz de «acordar con Rusia y China los términos del nuevo mundo», formulado por Sergei Karagánov, un conocido intelectual orgánico del Kremlin.
Decidido a hacerse respetar por la fuerza, el Kremlin se ve ahora obligado a realizar un cambio interno. La tensión con Occidente, las sanciones y el esfuerzo de la guerra acaban definitivamente con todo aquello por lo que Putin fue apreciado por la mayoría de los rusos: los sacó de los desastres de los noventa, del continuo deterioro del nivel de vida de la mayoría. Se recuperó cierta estabilidad institucional y simbólica, y se restablecieron las funciones esenciales del Estado.
Ese cúmulo de mejoras perdonaba con creces las injusticias del continuismo neoliberal y los excesos del capitalismo oligárquico, que quedó más sometido al Estado, los fraudes de las elecciones sin alternativa. Ahora aquellos beneficios se tambalean. Se exige a la población un patriótico sacrificio con posibles recesiones y caídas del nivel de vida, ante la «amenaza existencial» que el Kremlin dice que se cierne sobre Rusia.
Puede decirse que el contrato social del putinismo se ha disuelto. Pero si algo dejan claro los estudios de sociología realizados en el país en los últimos años, es la prioridad que la gente da al bienestar sobre la identidad de gran potencia. Ya no hay en Rusia aquella predisposición soviética al sacrificio popular en el altar de los supremos intereses del Estado. Eso quiere decir que el nuevo consenso debe ser comprado.
Por eso, o hay un cambio radical en lo socioeconómico y el Kremlin propone a la sociedad un nuevo contrato social, con mayor reparto, menos desigualdad y abuso económico, o bien la mera represión no podrá impedir una quiebra del régimen político.
El politólogo Dmitri Trenin ya pedía en marzo de 2022 «la reedición de la Federación de Rusia sobre bases políticamente más sostenibles, económicamente eficaces, socialmente más justas y moralmente más sanas». Ante lo que se le viene encima, el régimen debe «movilizar todos los recursos» y «conseguir el apoyo de los sectores más vulnerables de la población», decía. Para ello se deben «cortar los canales que alimentan la corrupción; reorientar las grandes empresas hacia los intereses nacionales; una nueva política de recursos humanos para mejorar significativamente la calidad de la administración pública a todos los niveles; solidaridad social; el retorno de los valores fundamentales, no monetarios, como base de la vida. Estos cambios, a su vez, son imposibles sin superar el capitalismo oligárquico exportador de capital a paraísos fiscales, una amplia rotación de la élite gobernante, los aparatos estatales y administrativos y, como consecuencia, la renegociación del contrato social entre el gobierno y la sociedad sobre la base de la confianza mutua y la solidaridad». «El Estado ruso es casi invencible desde el exterior, pero se derrumba cuando una masa significativa de rusos se decepciona con sus gobernantes y con el sistema social injusto y disfuncional», advertía.
El sociólogo ucraniano Volodymyr Ishchenko ha apuntado en ese contexto la configuración en Rusia de cierto keynesianismo militar. Para servir al esfuerzo de guerra, las fábricas militares rusas están trabajando veinticuatro horas al día en turnos de personal continuos siete días por semana. Los servicios sociales y sueldos de ese personal de la defensa, producción, investigación y desarrollo están siendo mimados. A quienes se alistan por contrato en el ejército para combatir se les pagan sueldos mensuales de tres mil dólares, una suma muy elevada que resuelve los problemas económicos de centenares de miles de familias, particularmente en las regiones más pobres del país que son la principal cantera del ejército.
La reconstrucción que se está llevando a cabo en ciudades devastadas del oeste de Ucrania, ocupadas y anexionadas a Rusia, como Mariupol, está dando trabajo a decenas de miles de trabajadores de la construcción, también muy bien remunerados. Independientemente de su efectividad a largo plazo, todo eso está incentivando la economía nacional y contribuyendo a la reconstrucción del Estado social.
Los últimos discursos de Putin apuntan nuevos tonos «sociales» y «anticoloniales», con insólitas críticas a los oligarcas que ya no tienen la posibilidad de disfrutar de sus palacios y yates en Londres o la Costa Azul. «El pueblo no les tiene ninguna lástima», ha dicho Putin, haciendo un llamamiento a los ricos que ya no pueden evadir sus beneficios a paraísos fiscales a invertir patrióticamente en la economía nacional. Todo esto está dirigido a construir un nuevo consenso social en el país y su evolución deberá ser observada atentamente.
La guerra está abierta a diversos escenarios, ninguno de ellos bueno, pero algunos más probables que otros. Según el politólogo francés Jacques Sapir, empezando por lo que parece menos probable, y con todas las reservas que impone la situación en el frente a la hora de escribir estas líneas, no se puede excluir que la famosa ofensiva ucraniana tenga lugar y que, armada con los recursos blindados y aéreos suministrados por los países de la OTAN, logre reconquistar territorios ocupados por el ejército ruso e incluso llegar al mar y partir en dos la zona ocupada. En un escenario de ese tipo, el conflicto podría congelarse con un armisticio a la coreana, es decir sin acuerdo de paz ni más negociación que un alto el fuego.
En una segunda hipótesis, más peligrosa, el ejército ucraniano se hunde en los próximos meses, Rusia avanza sus líneas y Polonia interviene militarmente por libre, sin comprometer a la OTAN. En Ucrania ya hay miles de combatientes polacos luchando en el ejército ucraniano, pero de lo que aquí se trata es de una intervención militar abierta y en toda regla del ejército polaco. Conviene recordar que Polonia tiene en su biografía nacional un largo historial de decisiones desastrosas, enfrentándose simultáneamente a potencias superiores y propiciando los repartos de su territorio.
Honoré de Balzac, que estuvo casado con una noble polaca nacida en Ucrania, ya evocaba en el siglo XIX esa realidad diciendo que si hay un precipicio, el polaco se tira por él. Desde el inicio del conflicto, Polonia ha mostrado la actitud más demencialmente beligerante de toda la Unión Europea, fortaleciendo su ejército y solicitando la intervención militar de la OTAN, así como el despliegue de armas nucleares americanas en su territorio. Con su anuncio de desplegar armas nucleares estratégicas en Bielorrusia, Putin parece prepararse para la eventualidad de una intervención militar polaca, cuyas consecuencias serían imprevisibles.
En tercer lugar, siguiendo la escala contemplada por Sapir, que lo considera más probable que los otros dos, el «escenario Mannerheim»: Rusia avanza lentamente en territorio ucraniano y llega un momento en el que Ucrania se aviene a negociar pérdidas territoriales y neutralidad, a cambio de garantías de seguridad.
Es lo que hizo la Finlandia del mariscal Mannerheim tras la breve «guerra de invierno» de 1939-1940 con la URSS, que buscaba asegurar la defensa de Leningrado ampliando su territorio a costa del finlandés. Mannerheim cedió el 11% del territorio nacional y alcanzó un equilibrio consolidado tras la Segunda Guerra Mundial con una Finlandia estable y neutral. En el fondo, los tres escenarios de Sapir, expuestos en una intervención del 21 de marzo de 2023 junto con Emmanuel Todd, accesible en Youtube, ilustran una situación abierta a diversas evoluciones, algunas más peligrosas que otras, pero todas con serios riesgos por delante.
La guerra es un desastre sin paliativos del Norte global en su conjunto. Una criminal pérdida de tiempo para la humanidad en el periodo del Antropoceno. Esa «izquierda de derechas» partidaria de alimentarla con el envío de armas haría bien en corregir el tiro e inspirarse en otro autor francés, el polifacético Boris Vian (1920-1959). Vian fue el autor de la célebre canción «El desertor».
Centenares de miles de jóvenes rusos se han marchado del país, huyendo de la posibilidad del reclutamiento. En marzo de 2022, había en Polonia centenares de miles de hombres ucranianos en edad militar que no regresaban a su país para combatir. Según fuentes oficiales ucranianas, en diciembre del mismo año las autoridades habían detenido a más de doce mil personas que intentaron atravesar la frontera ilegalmente para evitar ser reclutados. Algunos murieron congelados en el intento de escapar de Ucrania en las montañas de los Cárpatos, o ahogados en los ríos fronterizos. En medio del redoblar de tambores y de la criminal infamia de la guerra, ellos son los genuinos representantes de la esperanza humana.
Este texto es un extracto del libro recientemente publicado “Ucrania, la guerra que lo cambia todo”.
Observaciones de José Luis Martín Ramos:
I. Pues parece que la contraofensiva ucraniana sino ha fracasado ya está a punto de hacerlo. Si no ¿por qué Z quiere ahora bombas de racimo, y Biden se las da y en Europa, cuyos estados han firmado el Acuerdo de 2008 contra las bombas de racimo -Francia, Alemania, Países Bajos, Italia, Austria, Bélgica,…también España- sus gobiernos están callando de manera infame? Y Z no tiene bastante y quiere armas de largo alcance. Es decir, de momento no es ni la primera opción que decía Poch, ni la segunda -la intervención polaca- sino otra peor.
Requiescat in pace Europa.
II. El gran argumento de EEUU para entregar a Ucrania ese armamento [bombas racismo] es: a) se están quedando sin municiones; b) Rusia también tiene. Por ese argumento, que reconoce que Ucrania no avanza, también le podrían entregar armamento nuclear. Un escalón más hacia la hora final.
6. Ni galio ni germanio
No sabemos si es un guiño de los chinos, pero ya es casualidad que los dos elementos fundamentales para la industria tecnológica sobre los que el gobierno chino acaba de decretar su control llevan el nombre de dos países europeos… En Ahí les va empiezan su vídeo sobre el tema con un chiste autoreconocido como pésimo sobre esa «coincidencia», pero el programa en general es muy instructivo: https://twitter.com/
Se están publicando multitud de artículos sobre esta escalada de sanciones y qué puede suponer para la cadena de suministros global, pero os paso solo este artículo desde una perspectiva española y más bien «oficialista», de alguien que trabaja para el think tank Real Instituto Elcano.
Enrique Feás
Bienvenidos a la guerra tecnológica global
Publicado: 07/07/2023 04:45
En el último artículo explicábamos que la Comisión Europea había propuesto (en parte por convicción, en parte por necesidad) aliarse con Estados Unidos a la hora de controlar las exportaciones e inversiones tecnológicas que supongan un riesgo para la seguridad nacional, en un claro mensaje hacia China. El Consejo Europeo del 30 de junio debatió la denominada Estrategia de Seguridad Económica de la UE, pero no llegó a un acuerdo. Aunque los jefes de Estado y de gobierno de los 27 reconocieron las tensiones y la necesidad de reducir la dependencia de China en materiales críticos, varios países advirtieron del peligro de una estrategia de desconexión total.
Mientras tanto, los eventos se han precipitado. El pasado 3 de julio, China anunció el control de exportaciones de algunas materias primas críticas que afectarán no sólo a Estados Unidos, sino a todo Occidente. Bienvenidos a la guerra tecnológica global.
Llevamos tiempo ya hablando del enfrentamiento tecnológico entre Estados Unidos y China, que dio un salto cualitativo en septiembre de 2022 cuando el asesor de seguridad nacional estadounidense, Jake Sullivan, anunció la modificación de los objetivos de seguridad nacional, pasando de conformarse con mantener una “ventaja relativa” sobre los competidores en ciertas tecnologías clave (lo que se denomina “escala móvil”, es decir, estar un par de generaciones por delante de los competidores) a lograr una ventaja tecnológica “lo más grande posible”.
Semanas después, el gobierno estadounidense anunció la limitación del uso de tecnología estadounidense para la producción en China de semiconductores de nodo avanzado, equipos de fabricación de semiconductores, capacidades informáticas avanzadas y supercomputadoras, con el objetivo de que las empresas e individuos estadounidenses no puedan contribuir a que las instalaciones en China desarrollen esos productos. Desde ese momento, las fábricas chinas sólo pueden usar tecnología estadounidense para producir semiconductores de nodo maduro (más de 14-16 nanómetros). Detrás del bloqueo a las capacidades informáticas avanzadas y a las supercomputadoras está el desarrollo de la inteligencia artificial que, además de datos, algoritmos y memoria, requiere personas (lo que explica que las sanciones prohíban también la colaboración de ciudadanos estadounidenses).
Las sanciones, pese a su extraterritorialidad, no dejaban de ser unilaterales (y por tanto fáciles de sortear), de modo que la Administración Biden comenzó a presionar a otros gobiernos para que se sumasen a este bloqueo, en particular a aquellos cuyas empresas podrían proporcionar alternativas tecnológicas a la estadounidense. Entre estos destacan Japón y Países Bajos, únicos productores de las sofisticadas máquinas de litografía para semiconductores (la litografía o fotolitografía es un paso crítico en la fabricación de chips).
Pues bien, el 30 de junio el gobierno de Países Bajos (sin coordinarse, por cierto, con la Comisión ni con los Estados miembros) anunció que restringiría las ventas de kits de fabricación de chips a China. En términos prácticos, estamos hablando de que el fabricante holandés de las máquinas de litografía más avanzadas del mundo, AMSL, no venderá a partir ahora a sus clientes chinos más que dispositivos tecnológicamente anticuados.
La reacción de las autoridades chinas ha sido muy llamativa. Hasta el momento se habían limitado a responder a las sanciones estadounidenses con represalias menores, como la prohibición a algunas compañías chinas del uso de chips de memoria fabricados por la estadounidense Micron. Pero el 3 de julio China anunció, por primera vez, limitaciones a la exportación de materiales estratégicos: el galio y el germanio, metales utilizados en la fabricación de semiconductores de alta gama alta.
Estos controles, que entrarán en vigor el 1 de agosto, ya no afectan solamente a Estados Unidos, sino que van a repercutir en toda la industria mundial. Hay que recordar que China proporciona cerca del 80% del galio y el germanio del mundo y que la mitad del germanio usado en Estados Unidos proviene de China.
Por lo que respecta a Europa, tanto el galio como el germanio se incluyen entre los 30 materiales considerados por la Comisión como “estratégicos” y en los que existe una fuerte dependencia. La UE obtiene galio para “semiconductores y células fotovoltaicas” de Alemania (35%), Reino Unido (28 %), China (27%) y Hungría (2%), y el germanio para “fibras ópticas y óptica infrarroja, células solares para satélites y catalizadores de polimerización” de Finlandia (51%), China (17%) y Reino Unido (11%). La dependencia europea de importaciones de ambos materiales es del 31%, y por tanto no tan grave como la de otros (como tierras raras), pero ya podemos prepararnos para una buena subida de precios de chips, pantallas, equipos de fibra óptica, paneles solares, radares, vehículos eléctricos, energía nuclear y algunas armas. E incluso para un retraso de los chips más avanzados, ya que los fabricantes están intentando reemplazar gradualmente el silicio utilizado en la mayoría de los procesadores con nitruro de galio, que permite manejar voltajes más altos.
Así pues, la UE va a empezar a sufrir los efectos de esta guerra, y en ámbitos que afectan, entre otras cosas, a nuestra transición energética.
Lo malo es que esto no se acaba aquí. El 4 de julio se supo que el gobierno estadounidense tiene planeado bloquear el acceso de China a servicios de computación en la nube, que permiten a las empresas chinas de inteligencia artificial eludir las prohibiciones estadounidenses aprovechando los procesadores de alta gama disponibles en la nube. De concretarse esa prohibición, seguramente provocará nuevas represalias.
En conclusión, mientras la Unión Europea debate tranquilamente su Estrategia de Seguridad Económica, acaba de recibir un golpe a su disponibilidad de materiales críticos por parte de una China que parece dispuesta a doblar su apuesta. En un mundo interdependiente como el actual, la UE va a comprobar que a veces no hace falta siquiera posicionarse para salir perjudicado, y que la acción de uno afecta a todos: la decisión de Países Bajos tendrá efectos sobre toda Europa. Pero mucho cuidado: esta guerra ya no es solo una batalla arancelaria, sino algo mucho más peligroso.
7. Mi vídeo del día: pum, pum, bang, bang
Cuando alguien piensa en vídeos de propaganda del ejército, se imagina cosas épicas de este estilo:
Pero últimamente a los militares les ha dado por hacer vídeos graciosos. Los ucranianos suelen hacer muchos, ya sea con chicas atractivas https://twitter.com/DefenceU/ (Pikachu dance) o emulando Bollywood supuestamente en Crimea (ahora no lo encuentro…)
Pero lo del ejército chino es otro nivel. Estos son algunos de los vídeos de la cuenta oficial del ejército en Douyin, una de las plataformas más usadas:
https://twitter.com/jokieliu/ (los que siguen están todos en este mismo hilo. Imprescindibles todos con audio)
8. Entrevista a Mélenchon.
En Mediapart le han hecho una entrevista a Mélenchon sobre los recientes disturbios. https://www.mediapart.fr/ Como está tras muro de pago, os paso la versión traducida desde el inglés que han publicado en Jacobin. El manifiesto de la policía que cita ya lo vimos por aquí.
https://jacobin.com/2023/07/
Jean-Luc Mélenchon: Estamos en peligro porque el Gobierno ya no controla a la policía
Entrevista a Jean-Luc Mélenchon
El partido de Emmanuel Macron ha acusado a una izquierda «incendiaria» de suscitar protestas violentas tras el asesinato por la policía de Nahel Merzouk, de 17 años. Para el líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon, el problema es la incapacidad del Gobierno para frenar a una policía que no rinde cuentas.
Entrevista realizada por Mathieu Dejean, Fabien Escalona, Ellen Salvi
El martes, los ánimos volvieron a caldearse en la Asamblea Nacional francesa. Una semana después de la muerte de Nahel Merzouk, el joven de diecisiete años tiroteado a quemarropa por un policía la semana pasada, la presidenta del grupo parlamentario France Insoumise, Mathilde Panot, había planteado una pregunta sobre la falta de respuestas políticas. Pero la Primera Ministra, Élisabeth Borne, respondió con un nuevo ataque al movimiento de izquierdas de Jean-Luc Mélenchon. «Estáis saliendo de los límites de la República», dijo a los diputados de France Insoumise.
Desde la tragedia de Nanterre del 27 de junio, las críticas de la derecha contra France Insoumise también se han hecho oír cada vez más en las filas de la alianza de amplia izquierda Nouvelle Union Populaire Écologique et Sociale (NUPES). El debate sobre la realidad de la violencia policial en los barrios obreros y marginados, mientras tanto, ha quedado completamente eclipsado.
En una entrevista concedida a Mediapart, Jean-Luc Mélenchon analiza las razones de este giro. Detrás de él, ve la aparición de un «frente antipopular», diseñado para unir a la derecha y a la extrema derecha mientras se demoniza al pueblo en revuelta.
Mathieu Dejean
Hace una semana que un policía disparó a quemarropa a Nahel. Rápidamente, el debate se desplazó de la violencia policial a la violencia ejercida por jóvenes de barrios obreros y marginados. ¿Qué opina de este cambio?
Jean-Luc Mélenchon
El presidente debería haber respondido inmediatamente a los problemas que llevaron a la muerte de Nahel. En otras palabras, debería haber suspendido inmediatamente la ley de «licencia para matar» de 2017 de [el ex primer ministro Bernard] Cazeneuve. Pero como la intención del presidente no es responder a los problemas que esto ha planteado, se ha inventado otros de los que hablar en su lugar. Es una táctica de distracción.
En primer lugar, culpó a los padres, un comentario insultante que demuestra su negativa a tener en cuenta su situación social. Luego culpó a los videojuegos, lo que no es más que palabrería de bar, ya que no existe ningún estudio que demuestre la relación entre estos juegos y la violencia. Por último, sus partidarios en el Parlamento nos acusaron a nosotros, France Insoumise.
Cuando expliqué que pedíamos justicia, se dedujo que no llamaba a la calma, y nos criticaron por ello. Pero actuamos en nuestro ámbito. No somos sociólogos ni urbanistas. Nuestro papel es formular una valoración política de un problema político para dar respuestas políticas.
Fabien Escalona
¿Qué opina de las respuestas del Gobierno?
Jean-Luc Mélenchon
Reconoceré que la primera reacción de Macron, cuando fue informado del asesinato de un joven de diecisiete años, fue humana. Como cualquier padre, sintió que este suceso era inaceptable, lo cual es cierto. Y se detuvo ahí, dejando en manos de un ministro la tarea de llamar a la madre de Nahel. Podría haberla llamado él mismo o haber ido a verla, lo que habría sido un gesto extremadamente poderoso, para demostrar que no hay desconexión entre la población y las autoridades.
En lugar de eso, se ha pasado el tiempo corriendo detrás de la policía. Así lo entendieron de inmediato los sindicatos Unsa Police y Alliance Police, que emitieron un comunicado totalmente inaceptable. Sin embargo, no oímos ni una palabra de crítica al respecto. Cuando preguntamos a [el Ministro de Justicia Éric] Dupond-Moretti o a otras personalidades del gobierno, dijeron que no eran sus palabras, o incluso que no tenían ningún comentario que hacer. Lo que significa que corremos más peligro del que pensábamos.
El mayor sindicato policial afirma que «ahora no es el momento de la acción sindical, sino del combate» e incluso que «la policía está en combate porque estamos en guerra». Hablo aquí como representante político de una parte de la opinión pública francesa que se siente amenazada por un gobierno que se comporta así con los quartiers populaires [barrios populares y marginados]. Y que no hace nada cuando bandas armadas de fascistas salen a la calle para agarrar a los niños y entregarlos a la policía. Así que, insisto: estamos en peligro porque el gobierno ya no controla a la policía. Les tiene miedo. Está sometido a ellos.
Esa es la situación después de una semana. Con el hecho increíble de que el presidente y su gobierno todavía no han hecho ni una sola propuesta en relación con los acontecimientos, aparte de enviar a cuarenta y cinco mil hombres [encargados de mantener el orden, cifra deliberadamente sobreestimada por el Ministerio del Interior, según Le Canard enchaîné] por todo el país. Incluso Jacques Chirac, [enfrentado a los disturbios] en 2005, pronunció un discurso que intentaba preservar un terreno común con el que pudieran identificarse personas de todos los bandos.
Por aquel entonces, Claude Dilain, alcalde de Clichy-sous-Bois, pronunció esta maravillosa frase en el congreso del Partido Socialista, celebrado justo después de las revueltas urbanas: «Queréis volver a la normalidad, pero es la normalidad la que es insoportable». Sabemos que la normalidad es insoportable, y que la gente que vive allí la está soportando con un coraje y una paciencia increíbles. Así que la respuesta es justicia. En otras palabras: la calma es algo que hay que construir.
Ellen Salvi
Dices que las autoridades tienen miedo de la policía. Es una afirmación contundente. ¿Cree que es una situación sin precedentes en la V República?
Jean-Luc Mélenchon
Fue una situación similar a la que condujo a la reescritura de la Constitución en 1958, porque entonces el Gobierno ya no controlaba al ejército. Ahora ya no controla a la policía, cuyos sindicatos más importantes utilizan palabras tomadas directamente del repertorio de la extrema derecha, llamando «pestes» a la población que se les resiste. Nuestra primera señal de alarma llegó cuando [el ex ministro del Interior] Christophe Castaner se pronunció en contra del uso de las llaves de estrangulamiento. En aquel momento, nos quedamos estupefactos al ver a policías que exigían que se les permitiera el derecho a estrangular a la gente. Entonces comprendimos que, para mostrar tal descaro, necesitaban sentir que la balanza del poder estaba a su favor. De hecho, el Sr. Castaner perdió su cargo ministerial.
Mathieu Dejean
¿Cómo se explica que ahora sea imposible criticar a la policía? ¿Decir simplemente que hay un problema de racismo en la policía sin ser inmediatamente condenado al ostracismo por la República?
Jean-Luc Mélenchon
El punto de partida es una confrontación entre dos visiones del mundo y de las relaciones sociales: la de la extrema derecha y la de France Insoumise. Los partidarios de las doctrinas económicas neoliberales se encontraron ante una población que se resistía masivamente a sus políticas. Entonces aceptaron adoptar la retórica de distracción de la extrema derecha, afirmando que el problema eran los inmigrantes, e incluso los musulmanes, con el fin de crear una división en la población francesa. Esto hizo que las cosas fueran cuesta abajo. Pero ése es el destino de cualquiera que ceda el más mínimo terreno a la extrema derecha.
Esta tendencia hacia la peor de las opciones se refleja políticamente en lo que los economistas Bruno Amable y Stefano Palombarini llaman el «bloque burgués». En la segunda vuelta de las elecciones legislativas del año pasado quedó claro que el gobierno de Macron consideraba que la peor amenaza no era la extrema derecha, sino nosotros. Luego se produjo el punto de inflexión de las elecciones parciales en Ariège, donde una candidata de France Insoumise, que había llegado muy por delante en la primera ronda, vio cómo todos los demás se unían para derrotarla en la segunda vuelta. Inmediatamente oímos a [el ex primer ministro conservador] Jean-Pierre Raffarin afirmar que se había formado un reverso del frente republicano [es decir, el frente electoral utilizado históricamente para cerrar el paso a la extrema derecha]. Y efectivamente, el frente republicano se puso del revés, se transformó en un «frente antipopular». Utilizo esta expresión porque recuerda la situación de 1936, cuando todos los demás se unieron contra el Frente Popular, bajo el lema «mejor Adolf Hitler que el Frente Popular.» La formación de este frente antipopular es una puerta abierta al desastre para nuestro país.
Fabien Escalona
Usted y France Insoumise se han convertido en el centro de las críticas, y sus detractores le excluyen del arco de las fuerzas republicanas. ¿Cómo piensa romper este aislamiento?
Jean-Luc Mélenchon
En primer lugar, no nos sentimos aislados. Representamos a un sector de la población. Si estamos en el punto de mira, se trata en realidad de un pretexto para otro objetivo político, a saber, la unificación de las fuerzas de derechas. El reto al que nos enfrentamos es no distanciarnos nunca de los grupos sociales a los que representamos. Esto, incluso cuando tienen contradicciones – y a nadie le hace gracia que se quemen coches. Tenemos que evitar que parte de nuestro bloque se ponga del lado del partido de la represión. Para ello, tenemos que seguir representando políticamente a este bloque, aunque sea difícil. Justicia en todas partes: ¡esa es nuestra causa común!
En cualquier caso, ninguna cantidad de propaganda borrará los hechos básicos del problema. En primer lugar, los quartiers populaires han sido relegados a los márgenes de la República, con poblaciones que han sido racializadas por la forma en que son vistas por los demás, reducidas a su religión y exiliadas en los suburbios, y que se benefician de menos dinero, transporte y atención médica que los demás. En segundo lugar, los ricos se han separado de la República. Se han refugiado en sus propios barrios con una visión fantaseada del resto de la sociedad. En general, todo lo que solía ser propio de una comunidad está desapareciendo, con el resultado de que es «sálvese quien pueda».
Ellen Salvi
Usted menciona a los ricos, pero el comportamiento de «separarse» de la sociedad también se observa entre las clases medias…
Jean-Luc Mélenchon
Hablemos de eso. En los años 30, las clases medias ya estaban en juego electoralmente. Eran más heterogéneas que hoy, con muchos comerciantes y agricultores. La derecha contrapuso el destino de estos grupos al de los trabajadores, en su lucha contra el Frente Popular. Hoy nos enfrentamos a una población más homogénea que entonces, debido a una comunidad material de hecho, en la dependencia de la gente de diversos tipos de redes.
Veámoslo más de cerca. Para que la estrategia de centro-izquierda funcione, como ocurrió en los años setenta, se necesita una clase media en ascenso. Cuando yo era socialista en Lons-le-Saunier, mi secretario de sección de partido era un trabajador social y mi primer secretario de federación era un profesor universitario. ¿Quiénes eran? Eran hijos de trabajadores sindicados, en ascenso social, y compartían las mismas consignas transversales, como los centros de trabajo autogestionados.
La diferencia es que hoy las clases medias ya no ascienden. Están empobrecidas y en vías de ser desclasadas. Su relación con la política está determinada por la incertidumbre: a medida que la sociedad se polariza, ¿hacia dónde van a ir? Por ahora, se inclinan por una vuelta a la calma. Dentro de una semana, sin embargo, tendrán una avalancha de documentos, artículos y columnas sobre las condiciones de vida en los suburbios. En ese momento, creo que las clases medias educadas e «informadas» recuperarán la compostura y se darán cuenta de que no hay solución policial para una situación como ésta.
Mathieu Dejean
¿Qué estrategia política adoptar, en un clima mediático histérico y polarizado? Su política consiste en no retractarse nunca de una posición adoptada, pero ¿no corre el riesgo de tener que justificarse constantemente por problemas de forma, en detrimento del contenido político?
Jean-Luc Mélenchon
Permítame recordarle que no estamos aquí para vender helados. Pertenecemos a un campo político, y nuestras convicciones no se negocian. Adoptar ese enfoque es la única manera de que nos escuchen.
Si no nos mantenemos firmes, ¿quién lo hará? ¿La simpatía de quién nos ganaríamos cediendo? ¿La gente que siente pánico? ¿La gente que tiene miedo? ¿Debemos alimentar ese miedo? No. Nuestro deber es mantenernos firmes. En este sentido, me sorprende poderosa y gratamente la resistencia del grupo parlamentario France Insoumise. Muchos de ellos fueron elegidos por primera vez en su vida el año pasado y han tenido que soportar constantes ataques.
No vamos a perder el tiempo explicándonos sobre problemas de forma, porque no los hay: es una pura invención. Ninguno de nosotros ha llamado a la insurrección ni ha incendiado nada. En cambio, cuando salgo en televisión y cuento la historia de madres que luchan por salir adelante, me escuchan miles de mujeres que son la sustancia misma de los quartiers populaires. A cada paso, estamos diciendo algo a alguien que se sentirá más digno y más fuerte.
Fabien Escalona
Volvamos a la muerte de Nahel. En febrero de 2017, el Gobierno de Bernard Cazeneuve y François Hollande aprobó una ley que permitía un uso más fácil de las armas de fuego por parte de las fuerzas del orden. Todo el grupo socialista votó a favor. ¿Es posible hoy que la alianza de izquierdas NUPES [que incluye a los socialistas] tenga una posición común para su derogación?
Jean-Luc Mélenchon
Tiene razón al mencionar esta ley. Habría sido de sentido común suspenderla tras la muerte de un niño. La señal a la policía sería: no más disparos. Nadie ha cuestionado nunca el hecho de que utilicen sus armas en legítima defensa. Ellos lo saben. Pero siempre estoy a favor de limitar los daños. Por eso he dicho que hay que desarmarlos, cuando se trata de controlar manifestaciones. También apoyamos la transferencia inmediata de la jurisdicción para todos los casos de violencia policial, que es una exigencia del sindicato de magistrados, y la creación de una comisión de «Verdad y Justicia». Necesitamos esto, porque hay muchos casos en los que todavía no ha habido una decisión judicial.
Volvamos a los que votaron a favor de esta ley. Para empezar, ni los Verdes ni los Comunistas lo hicieron -eso es un buen comienzo. En cuanto a los socialistas, su grupo en la Asamblea emitió un comunicado de prensa que dice lo siguiente: «Porque estamos comprometidos con el orden republicano. . . decimos claramente: es urgente redefinir una doctrina para el mantenimiento del orden, trabajar en la reforma de la formación policial, en la revisión de las instancias de control y sanción de nuestras fuerzas del orden, pero también en una necesaria evaluación de la aplicación de la ley de 2017, con vistas a su revisión.» O sea, que quieren revisarla, que es mejor que nada. ¿Qué necesidad hay de seguir diciendo que tienen una diferencia fundamental de opinión conmigo? ¿De qué están hablando?
Ellen Salvi
Justo después de la muerte de Nahel, usted dijo que había que «revisar completamente» la policía. ¿Qué significa eso concretamente? ¿Y qué les dice a todos aquellos que en la izquierda creen que la policía siempre será una fuerza represiva al servicio del Estado?
Jean-Luc Mélenchon
En toda sociedad es necesaria una fuerza policial, eso es evidente desde que existen las ciudades. Creo que nunca prescindiremos de la necesidad de personas que representen al Estado y que hagan cumplir la ley. ¿Por qué? Porque no queremos que cada uno se tome la justicia por su mano. Hay una policía para que no se meta todo el mundo y porque hay que hacerlo bien. Se trata, pues, de una profesión y de una delegación de poder que debe permanecer bajo un estrecho control político. Tradicionalmente, las grandes fortalezas del Estado están cogestionadas. El ministro del Interior trabaja con los sindicatos policiales. Pero hay una delgada línea entre el compromiso y la cesión de poder a la policía.
Las encuestas muestran que casi el 50% de los policías votan a la extrema derecha. ¿Cómo es posible que el cuerpo encargado de mantener el orden republicano tenga una opinión mayoritaria por las ideas no republicanas? ¿Por qué un hombre de veinticuatro años dispara a un niño? ¿O a una mujer joven? Es porque no ve a su hermano o a su novia. No digo que disparen por racismo, pero su racismo les hace olvidar a quién van a disparar. Eso es lo que yo creo.
Así pues, hay que reformar la policía, empezando por la formación, controlando la supervisión, restableciendo el código deontológico de Pierre Joxe… Permítanme recordarles que cuando Joxe era ministro del Interior y acudieron policías armados a manifestarse bajo sus ventanas, suspendió a ciento veinte de ellos y expulsó a cuatro. Te garantizo que después de eso hubo un ambiente más profesional. Hacer reivindicaciones forma parte de la vida sindical. Pero a un sindicato que escribe «estamos en guerra» hay que ponerlo directamente en su sitio.
Mathieu Dejean
Usted ha evolucionado en cuestiones de islamofobia. ¿Puede decirse lo mismo de la violencia en política?
Jean-Luc Mélenchon
Comparado con cuando tenía veinte años, sin duda. Cuando tenía veinte años, era un admirador de la guerrilla del Che [Guevara]. Después, tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet, estuve de acuerdo con los que practicaban la resistencia armada. Y luego hice balance de todo aquello: ¿habíamos conseguido algo significativo en alguna parte, de alguna manera? No, y murieron los mejores.
Definitivamente, creo que la violencia como estrategia política no lleva a ninguna parte. No porque sea una especie de santa que teme la violencia, sino porque sólo conduce al desastre. Abogo por estrategias no violentas. La única estrategia revolucionaria es el voto.
Fabien Escalona
¿Cómo explica que se le acuse de estar del lado de la violencia?
Jean-Luc Mélenchon
Tenemos que pasarnos todo el tiempo defendiéndonos de las acusaciones de que somos violentos, cuando son las autoridades las que institucionalizan la violencia. También hay una deriva semántica en nuestro vocabulario. Cuando oigo a Macron hablar de un proceso de «descivilización», me asusta. Incluso cuando hablamos de revueltas, por costumbre del lenguaje, sugiere que es algo loco y ciego, cuando podemos ver claramente que las cosas son más complicadas. Estamos en una situación de revuelta urbana. Están adoptando formas que se adaptan al terreno.
Ellen Salvi
Usted hace mucho hincapié en las cuestiones urbanas en su libro L’Ère du peuple. Ya en 1989, el texto fundador de la Nouvelle école socialiste teorizaba el concepto de «socialdemocracia urbana». ¿Cómo pueden los habitantes de los quartiers populaires recuperar el control colectivo sobre este espacio?
Jean-Luc Mélenchon
Mi idea en aquel momento era que, a medida que el mundo se urbanizara, las nuevas organizaciones progresistas, socialistas y colectivistas surgirían de la estructura urbana y no del nivel de las empresas. La ciudad no es mero decorado, corresponde a su época. Lógicamente, ha acompañado los diversos cambios del capitalismo.
Durante la era fordista y keynesiana, la ciudad se troceaba: el lugar donde vivías, el lugar donde paseabas, el lugar donde comías, etcétera. Pero era una ciudad del contrato social, donde todos vivían juntos. Luego vino la ciudad neoliberal, caracterizada por una tendencia al aburguesamiento. Hoy, en París, si eres una familia y los padres no ingresan 5.000 euros al mes, no puedes salir adelante.
La ciudad también produce formas políticas específicas. Cuando sus habitantes no tienen recursos, entran en fases de revuelta que son como erupciones. Ya no hay mediación para traducir esto en formas en las que sea posible un compromiso. La ciudad es, sin embargo, el nuevo escenario del conflicto social, porque para producir y reproducir tu existencia material, necesitas redes. Y no se puede negociar con una red. El agua del grifo fluye o no fluye. Hay suministro eléctrico o no lo hay.
Mathieu Dejean
La desconexión entre la clase política y los barrios obreros y marginados no es nada nuevo. ¿Hasta qué punto percibe usted esta desconexión y cómo podemos reconstruir el vínculo entre los habitantes de estos barrios y las estructuras políticas?
Jean-Luc Mélenchon
Esta ruptura depende de la relación social de fuerzas. Los que están en el poder siempre han dicho que las clases sociales subyugadas y oprimidas son peligrosas. Durante la Comuna de París, Émile Zola dijo: «Es una causa maravillosa, pero está mal representada».
Cuando los sindicatos perdieron su poder, destruidos por el neoliberalismo, ya no había ninguna línea de resistencia social y política. Los partidos en el poder no iban a ponerse de acuerdo con quienes protestaban contra su forma de dirigir las cosas, es decir, en los quartiers populaires. La última línea de defensa que teníamos eran las asociaciones, y también fueron desmanteladas. Millones de personas quedaron desamparadas. Y el discurso dominante sigue diciendo: las revueltas son culpa de los revoltosos. No hay absolutamente nada nuevo bajo el sol desde hace un siglo.
France Insoumise cuenta con cuatro mil personas que actúan como puntos de contacto en bloques de viviendas individuales. Ninguna otra organización hace eso. Aún falta mucho, necesitamos cuatro o cinco veces más. También hay representación política. Eso significa conseguir que Rachel Keke, Carlos Martens Bilongo o Louis Boyard, que también procede de un quartier populaire, sean elegidos. Así que el problema está ahí y estamos intentando abordarlo.
«Tenemos que pasarnos todo el tiempo defendiéndonos de las afirmaciones de que somos violentos, cuando son las autoridades las que institucionalizan la violencia».
Pero creo que la reestructuración de la sociedad producirá su propia forma de representación política. La ley ya estipula que las ciudades de más de veinte mil habitantes deben crear juntas vecinales. Pero, ¿cuántas ciudades las tienen realmente? Desde el momento en que hay una expansión urbana, sin bordes, sin límites, es obvio que la cuestión de cómo dirigirlas se plantea de otro modo, y que la escala adecuada es el nivel de barrio.
Ellen Salvi
El movimiento social contra la reforma de las pensiones ha sido derrotado, la agenda securitaria gana terreno y muchos dirigentes políticos hablan como la extrema derecha. ¿Qué iniciativas concretas debería tomar la izquierda para evitar ser aplastada bajo esta agenda mortífera?
Jean-Luc Mélenchon
En primer lugar, la izquierda tiene que existir. En el plano político, hemos conseguido superar la división -con muchas dificultades- proponiendo la coalición NUPES para las elecciones legislativas del año pasado. Pero eso no basta. La estrategia es la unión popular, no sólo la unión de los partidos políticos. La unión popular es un objetivo que se dirige a las masas y que también adopta formas organizadas. Como vimos durante la batalla de las pensiones, todavía no hemos superado la absurda división entre fuerzas sociales y fuerzas políticas. Naturalmente, nuestros adversarios se aprovechan de la situación: enfrentan a los sindicatos con las organizaciones políticas, y luego a las organizaciones políticas entre sí.
Después de una semana de revueltas y sin respuesta del gobierno, ¿somos capaces de convocar una movilización conjunta? ¿Somos capaces de plantear consignas comunes como «verdad y justicia»? Las marchas del sábado son una respuesta [se ha lanzado una convocatoria colectiva para el 8 de julio]. Es un buen precursor de la unión popular.
Hay debates, hacemos lo que podemos, pero nuestros adversarios son muy astutos: demonizándome, intentan que sea imposible asociarse conmigo. Pero yo no soy el problema. Por eso hago un llamamiento a todos para que superen el espíritu de clanes, capillas y grupos, y estén a la altura de las circunstancias. Cuando hay fascistas en la calle, es hora de despertar, ¿no? Tenemos que ser capaces de hacer un frente no violento. Pero para ser eficaz, tiene que ser diez, cien veces más masiva que la de los violentos.
Jean-Luc Mélenchon es fundador de La France Insoumise.
Mathieu Dejean es colaborador de Mediapart y autor de Sciences Po, l’école de la domination.
Fabien Escalona es periodista de Mediapart y autor de La reconversion partisane de la social-démocratie européenne.
Ellen Salvi es colaboradora de Mediapart.