Burocracia europea

Por Joaquín Miras, presidente de Espai Marx.

Burrell es un ejemplo estadístico medio, promedio, de rango medio de cerebro demediado en la escala de Rita. Es la burocracia europea: c´est ça, tout simplement, mes amis. Estamos en manos de una burocracia que está acostumbrada, sin memoria de otra cosa que no ha vivido, a tomar decisiones de horca y cuchillo impunemente, sin respuestas ni réplicas, por parte de nada ni de nadie. Es la euroburocracia. Sin leyes, porque las leyes eran de los estados, sin reglas económicas, por lo mismo etce etce.  Desde el  «acero y el carbón», y siendo como eran políticos de segunda, que por ello mismo, habían sido convertidos en burócratas internacionales, porque los políticos importantes, estaban en los estados. Estas formas de hacer se convierten en el imaginario ex post, generado por ellos mismos y por su complacencia de placentero placet regio, alimentado por «el servilismo que nace entre la parte mejor pagada de la intelectualidad intermedia (la omnipresente casta periodística…)» (Canfora dixit, sobre la campaña de destrucción de la primera República italiana, en folleto sobre Togliatti, que voy leyendo ahora): en algo eterno, de siempre. Estas ideas, para arraigar, no requieren de siglos pueden convertirse en «naturaleza» ideológica, rápidamente. en 30 años, en 20, en 35. La denominada Gerontocracia soviética es el ejemplo en el que no se quieren reconocer, pero ellos son un calco, solo que con mejores trajes. Prepotencia, imbecilidad cretina, ignorancia supina, rebozada y refocilada en su propio narcisismo. Nada más adecuado que este tipo de gente para conducir un mundo a la catástrofe: su hacer es peor que un crimen, es una idiotez, según frase célebre. Si a Burrell, y a cualquiera de esos euroburócratas, se les dijera que son el calco de un Chernenko cualquiera, montarían en cólera, en burra y en bici -ellos, queusan calzoncillos prêt a porter de la mode de Paris: c’est ne pas posible, mon cher-, pero amigo, ahora, ellos, con su soberbia de vía estrecha, no se encuentran delante de un Alexis Tsipras que se hace caquita en los calzoncillos -griegos, por favor, no parisinos- y se comporta como el neglito de colacao ante el sahib… y nos vamos a enterar todos, de lo que vale un peine… y rápido, rápido, incluso antes de que se nos haya caído el pelo…

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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