Es un barrio de Alicante situado tras la estación de ferrocarril, pero podría estar en Murcia, Barcelona o Sevilla. Las diferencias son sólo nominales. Todavía quedan casas unifamiliares construidas en lo que hasta los años cincuenta fue huerta, casas con una puerta central y una ventana a cada lado, con un pasillo, que va a dar a un patio trasero, en torno al cual se distribuían las habitaciones. Son pocas, pero subsisten al lado de los edificios de muchas plantas construidos al calor del desarrollismo franquista sin modificar el trazado de las calles, que siguen siendo muy estrechas, más todavía que cuando todo eran casas de planta baja y la gente salía a tomar la fresca como si la calle fuese una extensión más de su morada. Hoy no hay nadie, no sale nadie, el viejo barrio construido por los emigrantes sin planificación alguna, sin servicios, sin verde, sigue con las mismas carencias, con la misma fealdad, como si los cuarenta y tantos años de democracia no hubiesen pasado por aquí. Continuar leyendo «“Anatomía de un barrio obrero español” por Pedro Luis Angosto»