“Eliminar las barreras de acceso a la universidad” por Jordi Mir Garcia

Publicado en El Periódico. “Con motivo de la tramitación de la Ley Orgánica del Sistema Universitario que se está preparando, algunas personas hemos considerado necesario hacer aportaciones públicas para intentar incidir en aspectos que a nuestro entender merecerían otro trato. Os dejo lo que he escrito sobre las barreras de acceso a la universidad, que no trata por ahora la nueva ley. Por si os puede interesar” https://www.elperiodico.com/es/opinion/20221020/eliminar-barreras-acceso-universidad-losu-articulo-jordi-mir-77484632 (Comentario marginal del profesor emérito Miguel Candel)

Todavía hoy, no son pocas las personas que son las primeras de su familia en llegar a la universidad. Todavía hoy, son excepcionales los casos de estudiantes que llegan a la universidad provenientes de determinados barrios y localidades. La explicación: las barreras que dificultan el acceso a la universidad. Ahora que se está tramitando la LOSU, la Ley Orgánica del Sistema Universitario, no se debería desperdiciar la ocasión de llevar a la nueva ley mecanismos que contribuyan a evitar que estas barreras impidan o dificulten el acceso a los estudios universitarios.

Habría que pensar en la injusticia que supone para estos sectores de la sociedad no poder aprovechar todo lo que les ofrecería el paso por la universidad. Las personas que pueden estudiar en la universidad se vacunan contra la pobreza y consiguen una trayectoria laboral más estable, menos precaria y con mejores ingresos. La pobreza nos puede afectar siempre, pero afecta mucho menos a las personas universitarias. Mientras que más del 60% de personas que sufren pobreza no han pasado de los estudios obligatorios, no llegan al 15% las que tienen estudios universitarios. Por otra parte, el sesgo socioeconómico en el acceso a la universidad constituye un desaprovechamiento del talento de las personas que podrían y querrían estudiar, pero no se lo pueden permitir, lo cual impide un desarrollo pleno de toda la potencialidad de nuestras sociedades.

En la LOSU hay una declaración en favor de la equidad en el acceso a la universidad, pero se echan en falta medidas que permitan desplegar políticas concretas que actúen en contra de estas barreras que lo impiden o dificultan. Una de ellas es el precio de la matrícula. El movimiento estudiantil lleva años insistiendo en la necesidad de reducir precios, y en los últimos dos años así se ha hecho. Pero el estudiantado sigue reivindicando avanzar hacia la gratuidad y las becas salario. Convendría ver qué se puede incluir en la nueva ley. Las recientes limitaciones de precios se limitan a las primeras matrículas de grados y másteres habilitantes. Esta medida, que se debe valorar positivamente, no es suficiente, pues deja fuera más del 90% de los másteres y genera inequidad, ya que solo quien tiene posibles se puede permitir repetir una asignatura, provocando que las personas con pocos recursos económicos que llegan a la universidad estudian mayoritariamente carreras que consideran más fáciles, para evitar las recargas económicas de las segundas matrículas.

Ahora bien, las barreras económicas no se limitan al precio de las matrículas. También tienen que ver con la dedicación económica que comporta estudiar: dejar de trabajar, desplazamientos, residencia, alimentación… Las residencias y los comedores públicos universitarios casi han desaparecido, es una nueva barrera. Bien al contrario, el mercado de las residencias universitarias privadas ha crecido significativamente en los últimos años. Algunas universidades públicas han encontrado en la mercantilización de este patrimonio un recurso para combatir problemas de financiación.

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Finalmente, conviene tener presente que no todas las barreras son económicas ni su solución significa una gran inversión. El actual ministro de Universidades, Joan Subirats, lo sabe bien porque como teniente de alcaldía de Cultura, Educación, Ciencia y Comunidad en Barcelona contribuyó a impulsar el proyecto Prometeus, una iniciativa de acompañamiento y mentoría que ha llevado a la universidad a personas de barrios y condiciones socioeconómicas precarias, que hasta entonces pensaban que no era lugar para ellas.

Los países que hacen una apuesta decidida por la formación de su sociedad buscan ofrecer matrículas gratuitas o de precio reducido, un potente sistema de becas y políticas que faciliten la residencia fuera de casa, los desplazamientos y la manutención. Sabiendo que acceder a los estudios universitarios tiene efectos tan positivos, es responsabilidad de una sociedad democrática contribuir al acceso universal: la universidad no puede ser un privilegio. En el momento de elaborar esta nueva ley, es necesario avanzar al máximo en democracia, justicia y equidad.

Comentario marginal de Miguel Candel:

Una de las -en mi opinión- aberraciones de la vigente política de tasas universitarias es que, al menos en el caso de la UB, a los ya licenciados (perdón, graduados, pero sin Mrs Robinson…), si quieren cursar una nueva carrera, se les exigen unas tasas mucho mayores que las de quienes cursan su primera carrera. El argumento para ello es que hay que dar pioridad a estos últimos por delante de quienes pretenden acumular titulaciones. Sería un argumento convincente si se cubrieran todas las plazas ofertadas en primer curso de carrera y aun quedara gente haciendo cola. Pero en facultades como la que fue mía, por ejemplo, no es así. No sería tan difícil abrir primero un plazo de matrícula para estudiantes de primera carrera y, vencido éste, que a las plazas no cubiertas pudiera optar cualquier estudiante pagando las tasas normales hasta agotar el cupo, dando finalmente opción a los ya graduados de matricularse pagando las tasas extra.

El «truco» que muchos estudiantes hacen para evitar ese abuso es cursar dos o más carreras en paralelo y no graduarse de ninguna de ella hasta haber aprobado todas las asignaturas de cada una.

Miguel

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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