Con el actual genocidio de Gaza, no sólo han muerto miles de niños, mujeres, ancianos, cooperantes internacionales, periodistas y médicos. Esta es sólo la muerte física, visible. La otra muerte provocada por la masacre, la que no viene rebozada en sangre y polvo, es intangible porque es moral, espiritual. Hablo de la muerte de la decencia humana. De una mínima decencia humana. Y en este punto no puedo más que recordar las palabras de un buen amigo mío, que una vez me dijo que un matón, aún siendo un miserable, es un tipo al no se le puede pedir que actúe como una hermanita de la caridad. Un matón, al fin y al cabo, es lo que es, y actúa como tal. Pero cuidado con un fariseo, decía, porque es un espectador que, desde la tranquilidad que da la distancia y bajo una falsa apariencia de ecuanimidad, se permite maquillar, relativizar y hasta justificar abiertamente los abusos del primero. Y por tanto, es aún más execrable.
Cristo fue especialmente duro con este tipo de personajes, a quienes fustigó por su doble moral durante buena parte del Evangelio. No en vano, “fariseo” todavía hoy es sinónimo de “hipócrita” en nuestra lengua. El recuerdo de aquella casta religiosa, hegemónica en la sociedad judía de la época, resulta muy útil para comprender lo que sucede hoy. Porque su abyecta hipocresía ilumina muchas actitudes ante el Genocidio de Gaza, proclamadas en voz alta y sin pudor alguno por políticos, periodistas, tertulianos y hasta organismos oficiales. Una de ellas es la perversión del lenguaje. La primera y más evidente es llamar “guerra” a lo que no es más que una campaña de exterminio pura y dura. Porque aquí no hay dos estados combatiendo con sus respectivos ejércitos en un plano de igualdad. Aquí lo que hay es un yunque, la población civil de Gaza, martilleado día y noche por una de las máquinas de guerra más hipertecnologizadas y fanatizadas del mundo, el Tsahal, es decir, el ejército de Israel. Un estado convertido en matón regional y protegido, por si fuera poco, por el matón global norteamericano.
El falso calificativo de “guerra” viene, obviamente, a enmascarar la verdad: que se está perpetrando un Genocidio en toda regla. Pero los sanedrines internacionales han tardado en reconocer este hecho, pese a estar siendo retransmitido en directo, día a día, por todas las televisiones del mundo. El pasado 2 de septiembre podía leerse en La Vanguardia: “La mayor asociación académica mundial de expertos en genocidio aprobó una resolución que declara que se cumplen los criterios legales para establecer que Israel está cometiendo genocidio en Gaza”. Dos semanas después, el día 16, Euronews informaba de que la ONU hacía lo propio. Todo ello, como puede verse, dos años después del inicio de la brutal ofensiva israelí. Fascinante.
El fariseísmo en este tema se multiplica y alcanza un punto notable con la UE: enérgica y decidida ante Rusia, se muestra tibia, temblorosa, con Israel, al que apenas se limita a repetirle que “debe respetar la legalidad internacional”. Es decir, a un estado cuyo objetivo es precisamente dinamitar dicha legalidad día a día. Vamos, que el matón actúe como una hermanita de la caridad. Se ha de ser muy genuflexo o muy pusilánime para pretender algo así. O ambas cosas a la vez.
Pero el nivel farisaico aumenta hasta cotas difíciles de igualar con ciertos eventos deportivos. El gobierno regional de Madrid escenificó hace poco el muy bíblico gesto de rasgarse las vestiduras al hablar de kale borroka y de Sarajevo para referirse a los altercados que enturbiaron la final de la Vuelta Ciclista a España. Un verdadero insulto a la inteligencia que sólo se explica en alguien que no tiene ni pajolera idea de lo que fue la guerra de los Balcanes ni del País Vasco en sus años duros pero que, eso sí, tiene el cuajo suficiente para utilizarlos como arma política.
Cierro esta breve (pero sustanciosa) historia universal de la infamia, que diría Borges, con otra perla del fariseismo relacionada también con la Vuelta a España. La Unión Ciclista Internacional (UCI), que ya no sabe donde meterse para justificar la presencia en esta competición del equipo israelí, ampliamente repudiado durante todo el recorrido, fue expeditiva en cambio a la hora de expulsar en 2022 a Rusia y Bielorrusia de cualquier evento de su calendario internacional. Del mismo modo actuaron el Comité Olímpico Internacional (COI) y la Unión Europea de Radiodifusión (UER), que excluyó a los rusos de Eurovisión.
Al parecer, no todos los muertos son iguales. Lo dicho: ya no hay decencia. Pero sí muchos fariseos.
https://www.eltriangle.eu/es/2025/10/01/gaza-infierno-de-fariseos/