“LA FORTUNA AYUDA A LOS AUDACES… HASTA QUE DEJA DE AYUDARLOS” por Ernesto Gómez de la Hera

Acostumbrado a subir siempre la apuesta y acostumbrado a tener suerte en ello, el presidente del Gobierno acaba de hacer su postrer envite convocando elecciones generales para el domingo 23 de julio.

En realidad, tras el desastre electoral del 28 de mayo, no tenía muchas más cartas para jugar, pues es su propia persona la que se ha convertido ya en un pesado lastre electoral y arrastrar su gobierno durante medio año más lo único que iba a hacer es aumentar los daños para su propio partido. Así que, intereses electorales del PSOE mediante, esta operación no carece de lógica. Aunque, seguramente, su propia soberbia y la conducta genuflexa de la cohorte monclovita que le rodea no estén ausentes en el origen de la decisión. Hasta es posible que crean factible aminorar los daños, pero ya hemos advertido que llega un momento que la audacia se convierte en simple locura.
Si algo muestra el resultado del pasado domingo es que el Dr. Sánchez es un producto político tóxico y que la cercanía a él produce repelús a los electores. Esta es una lección que ya están extrayendo algunos de quienes han colaborado con él, lo que motivaría muchas dificultades para sacar adelante cualquier votación en el Congreso o para armar posibles alianzas en algunos municipios importantes como Barcelona. Sin ignorar que la disolución de las Cortes aleja aún más las pocas posibilidades que tenía Collboni de ser alcalde.
Naturalmente las consecuencias del adelanto electoral no se quedan en las dificultades que imponen para alcanzar pactos municipales. Puede que a algunos les creen problemas para esta nueva liza. Pero a ninguno de los grandes partidos de la derecha les pilla esto con el pie cambiado. Ellos tienen medios de sobra para afrontar la nueva campaña inmediata. En realidad a los ganadores del 28 de mayo les viene bien: están en la cresta de la ola, su moral es muy alta y sus electores están motivados y movilizados, como se ve por el incremento de votantes habido en los lugares donde ha ocurrido el vuelco electoral.
En cambio, por el otro lado del marco las dificultades van a aumentar. Lo van a hacer el desánimo y  la desgana electoral. Nada de la realidad política material que está en el origen del fracaso del pasado domingo se va a alterar en las menos de 8 semanas que quedan hasta el 23 de julio. Entonces ¿que van a discurrir sus bien pagados asesores? Pues más publicidad, más oropel y más tomar por estúpidos a los electores de izquierda. Algo de lo que ha habido ya un hartazgo en la campaña recién concluida y que no ha funcionado. ¡Y que seguirá sin funcionar!
Así las cosas sólo les queda el recurso del miedo. El miedo a la ultraderecha que viene. Un recurso que no es inútil del todo, pero que tiene límites muy marcados. El primer límite es que el miedo no es precisamente una virtud, sino todo lo contrario, así que no es algo que históricamente haya dado resultado a las fuerzas de izquierda. Lo cierto es que el combate antifascista de hace 90 años se daba no en nombre del miedo a lo que acechaba, sino en nombre de un mundo nuevo, mejor y más libre. Una cosa muy alejada de lo que hoy “vende” esta sedicente izquierda actual que, incapaz de mejorar nada, se limita a hablar del mal menor. Otro límite es que millones de españoles viven ya con gobiernos, regionales o municipales, de ese signo (sin olvidar que ya hubo, entre 2011 y 2018, un gobierno nacional del PP) sin que haya ocurrido ninguna gran catástrofe, ¿o acaso las leyes aprobadas por el actual gobierno, se supone que en beneficio de los trabajadores, son muy diferentes de las que había antes? Y es que puede que algún día llegue el lobo, pero mientras no llega es absurdo alarmar con su advenimiento, ya que esto sólo sirve para desmoralizar aún más a las personas.
En todo caso, es posible que este adelanto electoral frene algo la caída del PSOE. Pero esto será efecto de la concentración del voto útil, como ya se ha visto el último domingo de mayo. Lo que significa que para la izquierda del PSOE el daño será mayor y que la operación Sumar verá invertido su signo aritmético, del + al -, con seguridad. Todo ello junto cambiará muy profundamente el escenario político.
Y, sin embargo, el escenario social seguirá asediado por todos los graves males que continúan poniendo en riesgo a amplias capas de la sociedad. Seguirán los problemas económicos derivados de la inflación, seguirán los desahucios derivados de la subida de las hipotecas y del fracaso de la reciente Ley de Vivienda, seguirá la pérdida de poder adquisitivo de los salarios consagrada en el V AENC, seguirá el abandono de la sanidad, la enseñanza y los servicios sociales que atienden a la mayoría de la población derivado del desvío de las recursos públicos a los gastos militares para apoyar la guerra de la OTAN contra Rusia y, sobre todo, seguirá la constante degradación de la naturaleza y del medio ambiente que nos amenaza a todos los habitantes del planeta sin que se tome ninguna medida real. Y es obvio que el gobierno que vendrá tras el 23 de julio no tendrá ningún interés en abordar todo esto. Seguramente ni siquiera entre en simular que lo hace, que es lo que ha venido haciendo el actual.
Está claro que todas las direcciones políticas de esta izquierda  tienen que salir del escenario, pues ellas son máximas responsables del fracaso, fracaso que sufrimos todos los ciudadanos. Por eso la obligación de los demócratas para el 23 de julio no es intentar aminorar el daño, ni elegir males menores. Es urgente la limpieza de estos establos de Augías que han desacreditado las ideas y la política de izquierda. Sólo después podremos levantar fuerzas y direcciones políticas que, junto a los movimientos sociales que no han sido serviles con lo sucedido, traten de responder a esos desafíos citados en el párrafo anterior. Probablemente el resultado del 23 de julio será una palanca importante para esta tarea urgente.

Ernesto Gómez de la Hera
AIREs-La Izquierda

 

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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