Las Naciones Unidas declararon el 21 de septiembre día internacional de la paz dedicado a fortalecer los ideales de la paz, mediante el respeto de 24 horas de no violencia y alto el fuego. Ese día, todas las personas, organizaciones sociales, culturales, confesiones religiosas, organizaciones políticas e institucionales de todo el planeta, tenemos la oportunidad y la obligación de manifestar nuestra repulsa a las guerras, a la carrera de armamentos, al arsenal de armas de destrucciones masivas, al aumento exponencial del gasto en armamento.
El siglo XXI se está desarrollando en un contexto dramático para el futuro de la humanidad y la vida en nuestro planeta. A la desigualdad creciente, la falta de empleos dignos y de servicios públicos universales y de calidad, al expolio de los países empobrecidos, al hambre y desnutrición, a la violencia de género, a las pandemias, se suma la emergencia climática y guerras y conflictos no resueltos que cierran un escenario de emergencia planetaria al que hay que dar respuesta en la perspectiva de dar certidumbre de vida a la mayoría de los habitantes y a los ecosistemas.
Parece poco razonable, desde el punto de vista de la seguridad humana que el gasto militar mundial en 2022 creciera por octavo año consecutivo hasta alcanzar el máximo histórico de 2,24 billones dólares, según el informe anual del SIPRI. Esta cifra, la más alta desde la guerra fría, contrasta con la de la ayuda oficial para el desarrollo, que supone el 0,36% de la Renta Nacional Bruta de los países donantes, aún lejos del compromiso histórico del 0,7 adoptado por la ONU en 1970.
La prohibición de la guerra, solemnemente proclamada en el preámbulo y en los dos primeros artículos de la Carta de las Naciones Unidas no sólo no se cumple, sino que se desarrollan y mantienen conflictos como el palestino o el saharaui con absoluta impunidad, se continúa perpetuando el crimen del colonialismo, violando abiertamente los principios y valores del derecho internacional.
Existe además una guerra silenciosa, la económica, financiera y comercial que, con acciones unilaterales, someten, al margen del derecho internacional, a muchos pueblos soberanos. El neocolonialismo, una expresión de los imperialismos, sigue actuando en una parte importante de los países empobrecidos.
Muchas de las grandes empresas de la información actúan de forma consciente en generar desinformación para justificar la desigualdad, la injusticia y las guerras.
Consideramos que el actual despliegue de bases militares de los países OTAN desarrollado en todos los continentes es un obstáculo para la paz.
Y, otra vez en Europa, la guerra está provocando dolor y muerte a los pueblos ucraniano y ruso. Otra guerra que solo beneficia a los que se lucran con el negocio de la muerte. Una guerra inaceptable que podía haber sido evitada si la OTAN no hubiese dinamitado la Carta de Paris de 1990 en la que se acordaba una seguridad compartida y un proceso de desmilitarización para Europa.
Una Europa, una Unión Europea que avala la militarización de su economía y el gran negocio del armamento, siguiendo el mal ejemplo de los EEUU y de otros estados muy desarrollados que se lucran con las guerras.
El 21 de septiembre, día mundial de la Paz, debería convertirse en una oportunidad para parar la guerra de Ucrania, conseguir un alto el fuego verificable e iniciar una vía de dialogo para superar el conflicto sobre la base de iniciar un dialogo para superar el conflicto sobre la base de las propuestas de México, China, Brasil, el Vaticano, India, el secretario general de las NNUU, Antonio Guterres, y países africanos como Sudáfrica e iniciar un nuevo camino para construir un Nuevo Sistema de Seguridad Compartida, una Seguridad Humana basada en la desmilitarización y reducción del gasto militar de forma progresiva, la defensa de un mundo multipolar y de la Carta de las Naciones Unidas y la prohibición y destrucción ecológica de todo el arsenal mundial de armas de destrucción masiva.
Detener la escalada bélica es una responsabilidad de toda la comunidad internacional. La política llevada adelante por algunos gobiernos e instituciones de apostar al uso de la fuerza, proveer pertrechos y armamento no solo ha demostrado ser ineficaz para arribar a una resolución del conflicto sino que claramente ha agravado la situación agudizando las tensiones y aumentando las terribles consecuencias que provoca la guerra para los pueblos de ambos países, que se traduce en la pérdida de vidas y materiales y genera profundas heridas que luego pueden transformarme en la excusa para el inicio de un nuevo ciclo de violencia y que son utilizados por sectores de ultraderecha y neo nazis para instalar su plataformas de odio.
Solo la conformación de un mundo multilateral y el compromiso con la defensa y el respeto de los propósitos y principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas podrán asegurar y garantizar a las generaciones venideras la posibilidad de un futuro libre de los flagelos actuales y de que un mundo mejor es posible.
Como recordaba la pacifista Luise Rinser, «hasta ahora tendíamos a considerar la guerra como una maldición, y la paz como una bendición divina. Actualmente sabemos que los humanos hacemos y permitimos las guerras y que a nosotros nos corresponde forjar la paz, si queremos gozar de ella».
Con este manifiesto nos sumamos al dia Mundial por la Paz en favor de la paz, del cumplimiento de la Carta de las Naciones Unidas, del fin de todas las guerras y conflictos para pedir el alto el fuego en la guerra de Ucrania y demandar una Paz concertada y duradera entre Rusia y Ucrania.
¡Que la paz ahogue los tambores de guerra!
¡No a la guerra!
CAMPAÑA NO A LAS GUERRAS