Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. Evaluación del triunfo en Yasuní.
2. El resumen de Rybar.
3. No sé, no sé.
4. El arma definitiva.
5. El gas natural en el mundo.
6. Mis videos de hoy: ¡haced ruido!
7. Nuevo artículo de Pepe Escobar sobre los BRICS-
8. Especial decrecimiento de Monthly Review.
9. La economía rusa en julio.
1. Evaluación del triunfo en Yasuní
Una reflexión interesante sobre lo que supone el reciente triunfo en el referéndum sobre Yasuní. https://www.elsaltodiario.com/
Yasuní: el día después
Casi seis de cada diez personas aprobaron en una consulta el 20 de agosto dejar bajo tierra los hidrocarburos del Yasuní, una reserva de la biosfera única. Construir una red de vigilancia, atender aquellos territorios donde la votación fue desfavorable y lograr una red colaborativa nacional e internacional son algunos de los retos que hay por delante.
Àlex Guillamón
Activista de Entrepueblos
29 ago 2023 06:00
Todas las personas que estamos vinculadas solidariamente con organizaciones y comunidades del Sur global hemos experimentado alguna vez la sensación de sentirnos extraterrestres en nuestro propio país. Sucede cuando vemos lo inadvertidos que pasan fenómenos, acontecimientos o procesos sociales en esos países, que nos parecen de gran alcance comunicativo, político y ético. Esta es la sensación con la que vivimos los tres meses desde que se convocaron las Consultas Populares sobre el Yasuní y el Chocó Andino en Ecuador hasta el pasado 20 de agosto.
En cambio, al día siguiente, la indiferencia se acabó convirtiendo en titulares como “decisión histórica”, “precedente mundial en el debate climático”, etc.
Uno de esos días de agosto en que me enfrentaba al reto de dar a entender mi mensaje de otra galaxia, se me ocurrió lo siguiente: imaginémonos por un momento que un movimiento social consigue que en el Reino de España se convoque un referéndum para proponer el desmantelamiento de infraestructuras turísticas en lugares sensibles ambientalmente. (¿Por qué el sector turístico? Porque sería equiparable al peso del petróleo en la economía de Ecuador).
Imaginemos la cruzada a la que sería sometida durante esas semanas la población por parte de casi todos los medios de comunicación escrita, digital, canales de radio y TV y todo el arsenal de redes sociales, los discursos de portavoces de las organizaciones empresariales, expertos, famosos, etc., con sus mensajes apocalípticos agitando poco menos que el fantasma del racionamiento de la postguerra si triunfara el SÍ.
A todo ello hay que agregar en el caso ecuatoriano la profunda crisis institucional y social, así como el auge de la violencia ligada a los carteles del narcotráfico y sus conexiones con sectores del poder, que, como ocurre en otros países de la región, inducen a focalizar el debate político en los temas de seguridad.
Imaginemos que, a pesar de todas estas fuerzas sumadas y combinadas a todo volumen, ese movimiento social logra ganarles el pulso por goleada de casi el 60% de la votación popular.
Pues eso es lo que ha ocurrido en Ecuador.
Pero, para cerrar el ejercicio, queda tener en cuenta que el debate sobre dejar el petróleo bajo el suelo adquiere un alcance planetario en un contexto en que la ONU, la comunidad científica y una gran parte de la sociedad claman ante gobiernos y empresas por medidas urgentes para reducir drásticamente el uso de combustibles fósiles. Y pocas semanas después de una Cumbre Amazónica, en la que los presidentes más progresistas de la región no alcanzaron ni a mencionar la palabra petróleo en su declaración.
En palabras de Alejandra Santillán, de Yasunidos: “En esta consulta hemos logrado hacerle un bypass a la política tradicional, esa misma que se pasa en cumbres mundiales sin dar soluciones (…) Estamos democratizando la democracia”.
¿Y qué viene ahora?
La respuesta no es nada fácil. Pero, por lo que hemos ido escuchando estos días, ya asoman varios retos:
En primer lugar, construir una red de vigilancia y de activación social e institucional para garantizar un seguimiento técnico, jurídico y político, socialmente participativo y transparente, del cumplimiento de la decisión emanada de la Corte Constitucional: que la victoria del SÍ comporta la detención de la explotación petrolera en el plazo de un año. Y en primera instancia, exigir a las dos candidaturas que irán a la segunda vuelta en octubre un compromiso de acatamiento de esta nueva legalidad.
Se trata a la vez de mantener y fortalecer la cohesión social y territorial lograda, con un SÍ muy sólido, que oscila entre el 67 y el 55% en 22 provincias, sin diferencias significativas en sierra, costa y selva. También en el voto de la diáspora, que se sitúa en la banda alta del 67%. No digamos el SÍ al Chocó andino, que logró más del 67%. El mensaje que trasladan estos resultados no deja lugar a dudas a las que puedan agarrarse quienes seguirán utilizando todo su poder para sabotear la implementación del resultado.
Pero también hay gente muy consciente en el movimiento de la necesidad de atender los resultados inversos en Orellana (42%) y Sucumbíos (48%), justamente las dos provincias en las que está situado el territorio ancestral del Yasuní. Esto puede resultar sorprendente para quien no conozca el terreno. Pero, cuando decimos que Ecuador ha sufrido 50 años de explotación y contaminación petrolera, estamos hablando de que en estas dos provincias la falta de inversión social de los sucesivos gobiernos ha dejado muy conscientemente en manos de las empresas petroleras la construcción de servicios básicos, escuelas, puestos de salud, infraestructuras y comunicaciones, etc.
Y ahí coexisten las comunidades y grupos que lideran la resistencia en primera línea, con otras comunidades muy dependientes de ese cacicazgo petrolero. Se trata de plantear un diálogo social claro y honesto entre estas comunidades para encontrar puntos de encuentro para el cumplimiento de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de toda la población. En este proceso el resultado de la consulta a escala nacional será de gran ayuda.
Al mismo tiempo, se plantea la necesidad de lograr una red colaborativa nacional e internacional con organizaciones, instituciones, universidades y personas expertas, ante un gran reto sin precedentes en el mundo y que, por eso mismo, es un reto apasionante: interrumpir una explotación petrolera, desmantelar sus estructuras físicas y sociales, hacerlo regenerando y remediando al máximo posible los ecosistemas y a las comunidades, humanas y no humanas, que los habitan.
Para todo ello será necesario un trabajo no menor, a lo interno, ya sin los apremios de la campaña, para potenciar las fortalezas y superar las tensiones y debilidades propias de la megadiversidad de un movimiento tan inspirador como complejo.
Una tarea inmensa, desde luego. Pero, ¡quién tuviera este problema!
2. El resumen de Rybar
Vídeo resumen de las actividades militares el 30 de agosto en la guerra de Ucrania: https://twitter.com/
3. No sé, no sé.
Crecen las sospechas sobre el nuevo líder de Gabón tras el golpe de estado. De momento, la reacción en Occidente ha sido muy distinta que en Níger. Nadie propone eliminar la nueva junta por las armas, por ejemplo.
El nuevo jefe de la junta militar de Gabón es primo del presidente depuesto, Alí Bongo.
Fue su jefe de guardaespaldas después de que sufriera un derrame cerebral en 2018. Y se sospecha que compró tres propiedades en EEUU con dinero robado del erario público de Gabón.
Brice Oligui Nguema es hijo de un oficial militar gabonés. Se formó en la la Real Academia Militar de Meknes, en Marruecos, y luego comenzó un meteórico ascenso en la pirámide de poder del país africano. Así pasó a ser, en poco tiempo, colaborador cercano del difunto dictador de Gabón, Omar Bongo, hasta su muerte en 2008.
Alí Bongo al asumir el cargo de su padre, una de sus primeras decisiones fue remover a Brice Oligui Nguema y enviarlo como agregado militar de la embajada de Gabón en Marruecos y Senegal.
Según Bergès Mietté, investigador en el laboratorio Las África sen el Mundo consultado por Radio Francia Internacional; «tras la llegada al poder de Ali Bongo, Brice Oligui Nguema fue acusado de haber participado en un intento de golpe de Estado instigado por el general Ntumpa [en 2009]. Salvo que su responsabilidad en el golpe no quedó demostrada en el juicio celebrado en Libreville. Fue entonces cuando fue más o menos relevado de sus funciones y enviado a la embajada de Gabón en Senegal como agregado militar».
Al sufrir un derrame cerebral, Alí Bongo ordenó en 2018 que el militar se hiciera cargo de la la Dirección General de Servicios Especiales (DGSS), el servicio de inteligencia de la Guardia Republicana. Seis meses después, fue ascendido a jefe de la Guardia Republicana, «donde emprendió reformas destinadas a fortalecer el aparato de seguridad y garantizar la estabilidad del régimen»
Esta dirección fue clave cuando en 2019, Alí Bongo sorteó una fallida intentona golpista cuando aún estaba convaleciente en 2019.
Para el politólogo Jude Olivier, consultado por Radio Francia Internacional; «Brice Oligui Nguema era muy aclamado por sus tropas porque era general de la Guardia Republicana, que es la élite militar del país, los que realmente tienen el poder militar del país. Las armas las tienen ellos. Era la única institución que podía poner realmente fin a este gobierno. Y lo ha hecho».
Sobre el general también pesan sospechas de enriquecimiento ilícito durante el reinado de los Bongo. Brice Oligui Nguema compró, por ejemplo, tres propiedades en Estados Unidos por un millón de dólares en efectivo, según Organized Crime and Corruption Project (OCCRP).
La compra de inmuebles con efectivo es algo común en la familia Bongo. En Francia, se estima que los hijos del difunto dictador tienen propiedades por el valor de 89 millones de euros. Lo mismo sucede con los colabores del régimen.
La jueza Marie-Madeleine Mborantsuo adquirió, por ejemplo, inmuebles en Estados Unidos por tres millones de dólares luego de favorecer en varios fallos al depuesto presidente, Alí Bongo, según la OCCRP. Ayer en la capital de Gabón, además, le fueron confiscadas varias valijas llenas de dinero a Yann Ngoulo, jefe del personal del hijo y sucesor de Alí Bongo, Nourredine.
Por lo que el actual jefe de la junta militar tiene todas las características de pretender continuar el legado de sus primos al frente de Gabón.
4. El arma definitiva.
Según la prensa, Putin quiere utilizar como arma un calamar gigante asesino de 14 patas encontrado a dos millas bajo la Antártida que puede hipnotizar a sus víctimas y paralizar humanos a una distancia de 150 pies gracias a su veneno.
Fuente: https://twitter.com/Glenn_
Se añade a esta larga lista de cosas que Putin ha convertido, o intentado convertir, en armas. Desde cucarachas robot al posmodernismo, pasando por «la avaricia de Londres» (sic) o «trucos mentales Jedi». Por suerte, la prensa otanista lleva buena cuenta de todos estos malignos planes. Un hilo imprescindible:
5. El gas natural en el mundo.
Tras el repaso que vimos recientemente de Pedro Prieto a la producción de petróleo, le llega ahora el turno al gas. Este es el artículo que ha publicado en la página de Crisis Energética: https://www.crisisenergetica.
Productores, exportadores e importadores: el gas natural en el mundo
6. Mis vídeos de hoy: ¡haced ruido!
La gente es muy mala, así que cuando el depuesto presidente Bongo pidió a sus amigos «hacer ruido» -lo curioso es que siendo francófono lo dijese en inglés-, han empezado a publicarse memes haciéndole caso:
https://twitter.com/tedbradon/
Lo curioso es que el propio Bongo, con el nombre de Alain en lugar de Alí, también hizo sus pinitos en la musica funky con este disco de 1977:
7. Nuevo artículo de Pepe Escobar sobre los BRICS
Esta vez en Sputnik sobre la cuestión de la nueva moneda. Y, una vez más, basándose en Michael Hudson -enlaces en el artículo original-.
Pepe Escobar: ¿Necesita el BRICS su propia moneda?
La nueva era que se abre con el tour de force estratégico que supone la creación de los BRICS 11 implica la cuestión decisiva de establecer una nueva estrategia económica/financiera internacional.
En el centro de los fervientes debates están las ventajas de diseñar una nueva moneda BRICS.
El economista brasileño Paulo Nogueira Batista Jr., ex director del FMI que estuvo profundamente involucrado con el BRICS de 2007 a 2015, ha señalado cómo una discusión sobre la moneda de reserva entre los cinco miembros originales ya era demasiado difícil. Con 11, aún más.
Una moneda tiene que ser emitida por un gobierno soberano. El imprescindible Michael Hudson ha ido al grano para centrarse en lo que el presidente Putin subrayó en la cumbre de Johannesburgo: lo que se necesita es un medio de liquidación entre los bancos centrales para mantener bajo control los desequilibrios del comercio y la inversión en sus balanzas de pagos.
Esto implica que los BRICS no dispongan de una moneda supranacional respaldada en oro.
El profesor Hudson ha observado que «nadie utiliza el oro como moneda. No se va al supermercado ni se compran acciones y bonos o incluso casas con oro. No vas a poder hacerlo con nada parecido a una moneda BRICS en el futuro».
Así que la posible «moneda BRICS» en un -¿lejano? – futuro será «sólo una moneda estrecha que sólo los gobiernos pueden gastar entre sí, y se crea en un ordenador. No es nada que puedas llevar en el bolsillo para gastar».
No puedes pagar tu café con esto
Michael Kumhof, asesor principal del Banco de Inglaterra, añade algunos elementos más: «Una moneda no tiene por qué ser emitida por un solo Estado, sino que su emisión puede ser delegada por un grupo de Estados en una institución común, véase el BCE [Banco Central Europeo]. Y aunque es improbable que esa moneda sea utilizada por la gente para comprar un café (aunque quién sabe, si se le da tiempo suficiente), podría ser utilizada por las empresas para facturar en el comercio transfronterizo».
Kumhof proyecta un futuro diferente: «Imaginemos que entre 50 y 100 países se unieran al BRICS, algunos de ellos con monedas bastante pequeñas y marginales. Agradecerían poder facturar y liquidar en una moneda común fuerte, en lugar de tener que elegir entre el USD y, por ejemplo, el RMB. Por no mencionar el hecho de que si los chinos quieren mantener algunos de sus controles de capital (buena idea por ahora, creo), el RMB no podría realmente sustituir por completo al USD en este tipo de transacciones. Una moneda BRICS no estaría sujeta a tales restricciones. Este banco del BRICS compraría bonos de los países miembros de acuerdo con alguna cuota, y luego emitiría una moneda común contra ella, con todas sus ganancias y pérdidas compartidas por los gobiernos miembros. Eso podría crear una cantidad arbitrariamente grande de liquidez (y potencia de fuego para BRICS) sin requerir ninguna deuda para hacerlo, de hecho reduciendo masivamente la deuda mientras lo hace. Y, por supuesto, estoy de acuerdo en que esto tendría que complementarse con un acuerdo tipo Bancor para compensar los desequilibrios entre países».
Lo que es seguro por ahora es que en el centro de lo que está por venir habrá un papel reforzado para el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), el banco de los BRICS, con sede en Shanghái y ahora presidido por la ex presidenta brasileña Dilma Rousseff.
Sergey Glazyev, ministro de Macroeconomía de la Comisión Económica de Eurasia, una rama de la UEEA, ha sido muy crítico con el NDB, explicando cómo los estatutos del banco están vinculados al dólar estadounidense; y esa es la razón por la que el banco está ahora semiparalizado, temeroso de sanciones secundarias estadounidenses.
Esto saca a la palestra otra cuestión subrayada por Kumhof: la conexión BRICS-FMI. Kumhof observa: «me parece que el NDB es básicamente un Banco Mundial, mientras que he oído hablar muy poco del Acuerdo de Reservas Contingentes, que en un momento dado se mencionó como una especie de BRICS-FMI embrionario».
Lo que China realmente quiere
Este análisis, que llamó la atención de Glazyev, ahonda en las razones por las que los BRICS no podrán convertirse en competidores de las monedas de reserva -especialmente el dólar estadounidense y el euro- y lanzar de inmediato una desdolarización en toda regla.
La esencia del argumento es que sólo China «puede pretender crear una moneda de reserva», ya que «la escala, la profundidad de la diversificación y el nivel de desarrollo de la economía china son suficientes para competir con EE.UU. y la eurozona».
El problema, según el análisis, es que «el estatus de reserva no puede surgir en condiciones de restricciones a los flujos de capital».
Eso nos lleva al yuan convertible restringido, ya que existen «límites para las divisas que varían según la región y los destinos de la inversión»; límites a la «repatriación de capital a través de dividendos e intereses»; «cuotas de retirada de capital industrial para industrias sensibles»; y «requisitos estrictos para el registro de empresas extranjeras», entre otras cuestiones.
Así que el análisis se reduce, de hecho, al capitalismo en bruto:
«No hay competidores del dólar y el euro en el mercado internacional de capitales y no se espera que los haya en un futuro próximo, porque para que el yuan salga de la sombra China debe liberalizar la política financiera y eliminar las restricciones al control de capitales».
Así que «cualquier ruptura del orden mundial existente en el mercado de divisas debe verse exclusivamente a través del foco de China».
Pero la cuestión es que a Pekín no le interesa que el yuan asuma el papel de moneda de reserva mundial. Y tampoco lo estaban los BRICS, incluso antes del BRICS 11.
El interés chino se centra en aumentar el comercio del yuan y las operaciones de efectivo y liquidación (aproximadamente el 4,5-5% del volumen de negocios mundial a partir de este mes).
En la siguiente fase habrá más financiación transfronteriza (como en los préstamos en yuanes) y más atracción de capital internacional en instrumentos financieros denominados en yuanes. Aún no hemos llegado a ese punto.
El análisis acierta al identificar las prioridades de China como «ampliar la presencia del yuan en el mercado exterior y restablecer la entropía interna mediante la descentralización y la difusión internacional de la masa monetaria en yuanes».
El análisis tampoco va desencaminado cuando concluye que el yuan no es un competidor del dólar estadounidense ni del euro: «Se encuentran en dimensiones diferentes, en fases de desarrollo distintas y con una trayectoria de desarrollo diferente».
Así que lo que seguramente ocurrirá a continuación es «una yuanización más pronunciada entre los países neutrales, en la que China llevará a su órbita a países subordinados y dependientes, ampliando su influencia.»
No lo soportaremos más
La visión de Michael Hudson es mucho más sofisticada, y va mucho más allá de la internacionalización del yuan o de la necesidad de una moneda BRICS. Toca el corazón del problema para el Sur Global/Mayoría Global/Global Globe:
«Los países del Sur Global tienen un catéter económico en su torrente sanguíneo monetario, drenando sus superávits de balanza de pagos para pagar la carga poscolonial (o quizás deberíamos decir neocolonial) de los «atrasos de dependencia» dolarizados por estar bloqueados para equilibrar su comercio exterior y sus inversiones.»
Y añade: «si los países tienen que seguir pagando sus ingresos de exportación y nuevos préstamos (como el préstamo de yuanes de Argentina a China) para pagar al FMI y a otros tenedores de dólares (a menudo su propia élite cleptocrática nacional), entonces ¿cómo pueden acumular yuanes, rublos, rupias, riales y otras monedas del Sur Global? Para que esto ocurra, tienen que decir: ‘Ahora que hemos echado a los colonialistas franceses y a las ONG estadounidenses, tenemos que anular las facturas que tienen en su poder por hacernos pagar las torcidas pautas de inversión y comercio que nos han impuesto desde la Segunda Guerra Mundial».
Ni que decir tiene que las fuerzas imperiales, incluso en su actual desorden, aceptarán eso por encima de sus cadáveres. Sin embargo, el profesor Hudson es implacable al denunciar cómo el FMI y el Banco Mundial «empujaron la asignación de recursos de la producción nacional de alimentos a la producción de cultivos de exportación, y de la sustitución de importaciones a la dependencia de las importaciones, todo ello rematado por la privatización de las infraestructuras básicas a extranjeros para imponer precios de monopolio y la fuga de capitales en lugar de proporcionar servicios básicos a precios subvencionados para hacer sus economías más competitivas, como estaban haciendo Estados Unidos y Europa con sus propias economías».
Ahí, como subraya el profesor Hudson, es donde debe centrarse el debate político. Es un mensaje directo a los 11 BRICS. Y eso es mucho más relevante que especular sobre una lejana moneda BRICS.
8. Especial decrecimiento de Monthly Review
Ya casi terminando la publicación de este especial de Monthly Review sobre decrecimiento. En el artículo de hoy vuelve a vincularse el decrecimiento con la necesidad de una planificación democrática.
Planificación democrática para el decrecimiento
por Matthias Schmelzer y Elena Hofferberth
Matthias Schmelzer es investigador postdoctoral en la Universidad Friedrich Schiller de Jena (Alemania) y coautor de El futuro es decrecimiento (Verso, 2022). Elena Hofferberth es investigadora visitante en la Universidad de Lausana (Suiza). Es doctora en Economía por la Universidad de Leeds.
Vivimos tiempos verdaderamente históricos. Según el reciente Informe de Síntesis del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, existe una «ventana de oportunidad que se cierra rápidamente» para garantizar un futuro habitable y sostenible para todos. Para evitar un catastrófico escenario de «Tierra invernadero» de calentamiento extremo y subida del nivel del mar, «son necesarias transiciones rápidas y de gran alcance en todos los sectores y sistemas». Cada vez hay más pruebas de que, en el caso de los países ricos, para lograr las vías de mitigación necesarias, mucho más rápidas, es necesario abandonar el crecimiento económico agregado.
A pesar de todos los esfuerzos de descarbonización en los países de renta alta, que a menudo se pregonan como muestra de que el PIB puede desvincularse de las emisiones, la escala y la velocidad de las reducciones de emisiones no se acercan ni de lejos a lo que sería necesario. De hecho, las pruebas científicas de los últimos años demuestran que si los países del Norte Global siguen persiguiendo el «crecimiento verde», es extremadamente improbable que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan al ritmo y la escala necesarios para evitar el colapso climático. Tomemos Europa como ejemplo: Aunque el cambio a una energía con menos emisiones de carbono entre 1990 y 2020 ha permitido reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 34% (sin tener en cuenta el comercio), estas reducciones de menos del 1% anual de media distan mucho de lo que se necesita para frenar el colapso climático, que se estima en unas reducciones de alrededor del 11% anual para Alemania, o del 6% para la Unión Europea, según el Consejo Asesor Alemán sobre Medio Ambiente. Otros análisis apuntan a la necesidad de reducir aún más las emisiones1.
De hecho, un conjunto cada vez más sólido de publicaciones científicas demuestra que el crecimiento ecológico no puede ser sostenible, pero también que es posible otra forma de organizar la sociedad.2 Para lograr la sostenibilidad, los llamados países desarrollados deben abandonar el objetivo de crecimiento del PIB y reducir las formas de producción menos necesarias y destructivas para reducir el uso de energía y materiales. Necesitamos una contracción planificada y selectiva de la actividad económica dirigida a aumentar el bienestar y la igualdad.3 O, como se ha argumentado recientemente en esta revista, necesitamos un «decrecimiento ecosocialista».4 El decrecimiento se fundamenta y justifica por una crítica sólida de los instrumentos de mercado, la confianza optimista en los mecanismos de precios y las soluciones del sector privado, que son fundamentales para los enfoques de la llamada «economía verde». De hecho, la falta de planificación socioecológica y la dependencia de instrumentos de mercado socialmente injustos y a menudo ineficaces es precisamente lo que nos ha metido en este lío en primer lugar.
El decrecimiento formula una alternativa al mercado capitalista que pretende escapar del imperativo del crecimiento capitalista, que impide continuamente los esfuerzos de mitigación al impulsar el aumento de la demanda energética.5 El decrecimiento se construye en torno a una democratización fundamental de la economía y la «autolimitación» colectiva (según André Gorz), o el establecimiento de límites y derechos sociales definidos colectivamente que definan las condiciones de una buena vida para todos.6 Todo esto va a requerir una planificación democrática. De hecho, la autolimitación colectiva puede entenderse como la expresión más fuerte de la autonomía democrática de la sociedad, que se manifiesta en la liberación social de la omnipresente lógica «heterónoma» de la acumulación. Es el afán de acumulación lo que obliga a las sociedades capitalistas a perseguir una expansión continua y lo que impide la adhesión a reglas colectivas determinadas democráticamente. El decrecimiento es una expresión de la libertad o autonomía de la sociedad, en el sentido de un acto de autogobierno colectivo, resistiendo así a «la regulación funcional de la conducta según principios dados, como la llamada ley del mercado o el mantra de austeridad y crecimiento».7
Entonces, ¿cómo podría ser la planificación más allá del crecimiento? El decrecimiento no tiene por qué reinventar la rueda. Puede basarse en los debates actuales y productivos sobre la planificación ecológica, las economías participativas y la democracia económica. Estos temas se han estudiado ampliamente en los campos de la geografía, la gestión medioambiental y la ingeniería industrial, y han sido un punto clave en la literatura económica y socialista. Actualmente, hay un resurgimiento del interés por la planificación económica como proyecto postcapitalista.8 La mayoría de estos debates sobre planificación, así como los debates relacionados sobre el comunismo de plataforma de digitalización, han descuidado en gran medida las cuestiones ecológicas, la cuestión del crecimiento o el decrecimiento, y los límites en general.9 Afortunadamente, hay algunas excepciones notables en la tradición ecosocialista, así como recientes esfuerzos por revivir la planificación socialista democrática en respuesta a las crisis ecológicas actuales.10
La planificación ecológica para el decrecimiento puede concebirse como la deliberación democrática tanto de los límites ecológicos como de las necesidades sociales, o de la planificación de lo que en el pensamiento económico heterodoxo se ha dado en llamar «‘el donut'». Esto significa que la sociedad -basándose en pruebas científicas y en el debate público- decide democráticamente cómo organizar el proceso de aprovisionamiento social y cómo evitar transgredir los límites planetarios. Al fin y al cabo, aunque tanto los límites planetarios como las necesidades sociales suelen entenderse como conceptos científicos objetivos, sólo pueden ser políticamente eficaces si son el resultado de procesos de toma de decisiones sociales11.
La planificación ecológica más allá del crecimiento puede adoptar diversas formas. En última instancia, podría converger en torno a instituciones de planificación multinivel, fractalmente integradas, no mediadas por el mercado y subsidiarias, que coordinen lo local con las instituciones globales y de toda la sociedad, como hemos argumentado en un documento reciente.12 Pero el decrecimiento no es sólo una propuesta para una economía postcapitalista plena, sino fundamentalmente una propuesta de transformación, no sólo conceptualizando el objetivo, sino también el camino desde donde estamos hoy. Así, el decrecimiento analiza cómo transformar las instituciones existentes mediante reformas radicales que creen independencias de crecimiento y mejoren la sostenibilidad y la justicia. Sus propuestas políticas radicales pueden interpretarse como el uso de herramientas de planificación para una transformación socioecológica de las sociedades industriales que comienzan dentro de los mercados, a través del Estado y a escala local o nacional, pero que continuamente se oponen a las fuerzas competitivas del mercado y a los Estados jerárquicos, y que finalmente tendrán que transformar las instituciones globales.
Las políticas de decrecimiento, argumentamos, ofrecen una variedad de puntos de entrada clave para la planificación ecológica más allá del crecimiento, ya que conceptualizan el cambio radical partiendo de las instituciones existentes. Este enfoque es similar a lo que Gorz ha llamado «reformas no reformistas», o la «Realpolitik revolucionaria» de Rosa Luxemburgo. Destacamos cinco conjuntos de estas áreas políticas de decrecimiento radical que podrían formar parte integral de la planificación ecosocial, en transición hacia una economía de poscrecimiento más allá del capitalismo.
(1) Florecimiento selectivo y reducción de la escala de producción: Los cambios necesarios para lograr una transición justa y con bajas emisiones de carbono son amplios y complejos. El caso más evidente, desde la perspectiva del decrecimiento, es la cuestión de la expansión y la contracción. Una transformación hacia el decrecimiento significa que la «destrucción creativa» (según Joseph Schumpeter) y la expansión relacionada con ella -o, dicho de otro modo, la eliminación progresiva y la expansión simultánea de diferentes sectores, tecnologías, usos de recursos o actividades económicas- ya no se dejarían en manos del mercado, la competencia y los precios. Y lo que es más importante, la mitigación rápida exige la reducción activa y la eliminación progresiva de la producción y el uso de combustibles fósiles sobre la base de un calendario vinculante y científicamente determinado que tenga en cuenta los presupuestos de carbono restantes.
Sin embargo, no sólo hay que ocuparse de los combustibles fósiles: la mitigación rápida en los países ricos también requiere la eliminación progresiva de otros sectores económicos industriales globalizados, orientados al beneficio e insostenibles que no sirven al bien común, al tiempo que se mejoran y amplían las actividades que garantizan el florecimiento humano dentro de los límites ecológicos, como todos los aspectos del cuidado, las fuentes de energía renovables, la agricultura regenerativa, el transporte público con bajas emisiones de carbono, etc. La coordinación y la planificación económicas son fundamentales para lograrlo. Habrá que reducir las actividades sociales que no promuevan el bienestar humano, como los trabajos de mierda, la industria armamentística y militar, la publicidad, los grupos de presión, la obsolescencia programada, la moda rápida, la seguridad fronteriza y gran parte de la industria financiera. Lo mismo ocurre con cualquier actividad económica que no pueda reestructurarse socioecológicamente, como gran parte del transporte individual motorizado (sobre todo en las ciudades), el transporte aéreo y el comercio globalizado, así como la agricultura industrial y la ganadería industrial. Para garantizar que los trabajadores (y las comunidades) afectados estén en el centro de este proceso, las transiciones justas deberían incluir procesos de reconversión de empresas e industrias, el reciclaje adecuado de los trabajadores y planes de jubilación anticipada. Además de los acuerdos sectoriales, el decrecimiento aspira a una distribución más justa del trabajo a nivel social, incluyendo tanto el trabajo mercantilizado como el no mercantilizado. Esto tendrá que implicar procesos decididos que tengan en cuenta las múltiples desigualdades existentes en materia de género, raza y clase, entre otras.13
En lugar de confiar en el mercado y esperar que las alternativas ecológicas acaben superando a estas actividades nocivas, el decrecimiento propone una amplia gama de medidas políticas destinadas a impulsar activamente estos cambios. Las políticas para llevar a cabo la eliminación progresiva y la reducción de escala incluyen límites al uso de recursos, moratorias, reformas fiscales ecológicas o incluso expropiaciones, y tendrán que dar lugar a procesos de desacumulación. La aplicación de límites absolutos a las emisiones de gases de efecto invernadero, la extracción de recursos, el uso de la energía y la pérdida de biodiversidad es una característica definitoria del decrecimiento, sobre todo si se compara con otras estrategias de sostenibilidad. El aprovisionamiento público, la financiación gubernamental directa y el tratamiento fiscal preferencial son medidas para garantizar la mejora y la expansión de los bienes y servicios esenciales y deseables. La inmensa velocidad y escala de las transformaciones necesarias justifica la exploración continua de medidas e instrumentos adecuados, incluyendo una política industrial progresiva y formas más amplias de coordinación macroeconómica.14 Para abordar el reto de la inversión selectiva y la desinversión, el decrecimiento aboga por una reforma monetaria y financiera que aumente el poder del gasto público y limite el poder de las finanzas privadas. Esto podría implicar una coordinación monetaria-fiscal más fuerte o la creación de dinero soberano, y unos requisitos de reservas más altos (y diferenciales) o regulaciones directas del crédito.15 Estas propuestas reconocen que la creación de dinero y la asignación del crédito dan forma a la economía en términos cualitativos y cuantitativos. Su reorientación y democratización socioecológica es, por tanto, esencial para lograr la satisfacción universal de las necesidades dentro de los límites planetarios.
(2) Democratizar la economía: El objetivo de tomar decisiones sobre la expansión y el declive de sectores y actividades fuera del mercado capitalista hace necesarias formas alternativas de gobernanza y coordinación económica. El decrecimiento requiere deliberar colectivamente sobre la vida económica de las sociedades y planificarla basándose en múltiples aspectos relevantes. Requiere un refuerzo de las formas democráticas y participativas de toma de decisiones y planificación a escala regional, nacional y mundial. Los límites absolutos a las emisiones, por ejemplo, tendrán que establecerse y aplicarse a escala mundial y desglosarse a escala regional y local, así como a diversos sectores económicos y satisfactores de necesidades específicas. Aunque en la actualidad se construyen enteramente dentro de un marco de crecimiento económico, los modelos de evaluación integrada postcrecimiento podrían desempeñar un papel clave a la hora de ayudar a las sociedades a determinar democráticamente entre las diversas vías futuras posibles.16 Definir y aplicar autolimitaciones definidas colectivamente sobre el consumo de recursos y las emisiones hace necesarias las decisiones relativas a la mejor manera de asignar los fondos de recursos restantes. Estas decisiones deben incluir la deliberación sobre las prioridades relativas a los tipos de bienes y servicios que deben proporcionarse, y la organización de los canales de producción y distribución asociados. Por ejemplo, considerar la necesidad de movilidad exige tomar decisiones sobre la importancia comparativa del transporte público y privado; el papel del transporte aéreo, terrestre, ferroviario y fluvial; el tipo de motores utilizados; y cómo podrán acceder a ellos las personas y organizaciones.
La democratización también es necesaria porque el poder concentrado del capital conduce a resultados injustos e insostenibles. El capital invierte en lo que es más rentable, no necesariamente en lo que es socialmente necesario.17 No sólo los combustibles fósiles son más rentables que las energías renovables, sino que los coches y los vehículos utilitarios deportivos son más rentables que el transporte público, el monocultivo industrial es más rentable que la agricultura orgánica y regenerativa, la moda rápida y los bienes de consumo desechables son más rentables que los productos duraderos, reparables y de alta calidad. Por supuesto, si se tuvieran en cuenta los costes sociales a largo plazo o, como sostienen los economistas, las externalidades sociales y medioambientales, las cosas se verían de otro modo, y las energías renovables se están abaratando rápidamente. Pero tal y como experimentamos actualmente en el entorno de alta inflación, impulsado por el aumento de los precios de la energía, una espiral de inflación de beneficios y beneficios récord, las inversiones en combustibles fósiles continúan, mientras que las inversiones en energías renovables siguen siendo demasiado lentas. Esperar a que la financiación privada invierta en lo necesario para un futuro sostenible o incentivarla mediante planes de «des-riesgo verde» será demasiado lento, por lo que los gobiernos deben intervenir y organizar directamente la financiación y la producción necesarias.18 En términos más generales, muchas de las actividades económicas sostenibles necesarias para construir un futuro resiliente -en particular, dados los retos de hacer frente a los resultados de la catastrófica crisis climática y la ruptura de la biodiversidad- prometen pocos o ningún beneficio: la repoblación forestal, la reducción natural del carbono y la atención a las personas afectadas por catástrofes son sólo algunos ejemplos.
A diferencia de confiar en las inversiones privadas para impulsar la economía sostenible, el decrecimiento aboga por situar la economía en el centro de las decisiones conscientes, políticas y democráticas. Esto implica empoderar a las personas -como los trabajadores de una fábrica, los vecinos de una granja, los usuarios de una central eléctrica de propiedad comunitaria o los cuidadores de las residencias de ancianos- para que tomen decisiones clave. Ver las decisiones económicas como problemas políticos exige superar la idea de una vara de medir universal para todas las actividades (ya sea el PIB, el dinero o cualquier otro indicador), o la esperanza de delegar la producción eficiente en algoritmos (aunque puedan ser extremadamente útiles como herramientas). La democratización de la economía implica varias dimensiones, desde los recursos hasta las organizaciones, con una gestión colectiva que sustituye a la propiedad privada y a la gobernanza. Poner fin a uno de los sectores más poderosos de la economía mundial, que ha demostrado durante décadas su capacidad para utilizar campañas de desinformación para engañar al público y para capturar los procesos políticos, más recientemente incluso las negociaciones de la ONU sobre el clima, requiere tomar la industria de los combustibles fósiles bajo control público y democrático.19 Esto nos permitiría no sólo garantizar una transición justa que proteja los ingresos de los trabajadores de esta industria, sino también evitar el caos de los precios, racionar y dirigir la energía durante la fase de transición hacia donde más se necesita.
De hecho, los estudios han demostrado en repetidas ocasiones que la industria del petróleo y el gas ya ha invertido en la producción de más petróleo y gas del que el mundo puede permitirse quemar para limitar el calentamiento global a 1,5 °C, lo que hace inevitables algunas formas de expropiación o pérdidas forzosas sobre estos activos bloqueados20. Aunque las nacionalizaciones pueden desempeñar un papel, la desmercantilización, democratización y comunalización de la producción de energía es más importante, tanto para reducir los combustibles fósiles como para desarrollar las energías renovables mediante la reutilización de los servicios públicos existentes, el reciclaje de los trabajadores y la concentración de la producción en las necesidades regionales en lugar de en los mercados mundiales mediados por los precios. Un ejemplo de ello es la expansión de los bienes comunes, en los que la autoorganización y la gestión de recursos, bienes o territorios se basan en las necesidades de los implicados; un ejemplo destacado es Wikipedia, que proporciona una gobernanza democrática de la información y el conocimiento, permitiendo su uso sin ánimo de lucro. La democratización de la economía también implica diversas formas de democracia en el lugar de trabajo, que destacan en los cientos de cooperativas de la economía solidaria de todo el mundo, combinándolas con la democracia de los consumidores y formas de deliberación económica en toda la sociedad. La sostenibilidad depende de que los movimientos sociales y los sindicatos hagan frente colectivamente al poder irracional del capital fósil y organicen la vida económica en torno a las necesidades dentro de unos límites.
(3) Planificar el aprovisionamiento social y la igualdad: Este es el núcleo del decrecimiento. Debido a que los mercados capitalistas organizan la producción en torno a lo que es rentable, los resultados son altamente irracionales, produciendo riqueza y lujo privado para algunos, mientras que al mismo tiempo crean miseria y escasez para muchos. La producción de toda la riqueza que ha generado el crecimiento económico está distribuida de forma muy desigual: según el Informe sobre la Desigualdad en el Mundo, de toda la riqueza adicional acumulada entre 1995 y 2021, el 1% de los más ricos se llevó el 38%, mientras que el 50% de los más pobres sólo se llevó el 2%.21 Incluso en los países ricos, muchas personas carecen de una vivienda adecuada, no pueden permitirse la atención sanitaria y luchan con trabajos precarios para llegar a fin de mes. En Estados Unidos, por ejemplo, con uno de los sistemas sanitarios más caros del mundo, la esperanza de vida es la más baja de los últimos veinticinco años, y la falta de acceso a una buena atención sanitaria afecta sobre todo a los pobres y marginados y a las personas negras, indígenas y/o de color.22 Dada la cantidad de riqueza que hay en el mundo, se trata de escaseces artificiales. Para poner fin a esta situación, el decrecimiento aboga por el suministro basado en las necesidades y orientado a la suficiencia de bienes y servicios esenciales, como la atención sanitaria, la vivienda, la energía y la educación para todos. Existen diferentes esquemas para lograrlo.
Los servicios básicos universales contemplan procesos democráticos y participativos que vinculan el control local con la coordinación nacional. El poder sobre la organización del suministro debe transferirse en la mayor medida posible. Los gobiernos podrían desempeñar un papel para «garantizar la igualdad de acceso; establecer y hacer cumplir las normas; recaudar e invertir fondos; y coordinar las funciones entre sectores para maximizar los resultados sociales, medioambientales y económicos «23. En particular, en la próxima era de la extinción, el aprovisionamiento social debe ampliarse a nuevas formas de socorro en caso de catástrofe para proporcionar ayuda médica rápida, alojamiento, alimentos, agua y suministro de energía a los afectados por inundaciones, incendios, sequías, tormentas, olas de calor o pandemias. Es esencial combinar el socorro planificado democráticamente mediante el reembolso y el refuerzo de estos sistemas vitales en la línea de lo que Nancy Fraser denominó la «política del cuidado», con el apoyo a los esfuerzos comunitarios autónomos y espontáneos desde el terreno.24 Cuanto más configuren nuestras vidas las catástrofes, más se convertirá en piedra de toque de la superioridad de cualquier sistema la capacidad relativa de los mercados capitalistas o de la planificación democrática para organizar el socorro.
Los estudios demuestran que, si se organiza racionalmente, es posible proporcionar una vida material decente a toda la población mundial con un consumo de energía mucho menor que sería compatible con mantenerse por debajo de 1,5 °C de aumento de la temperatura global, lo que incluye alimentos, refugio, agua, ropa, educación, atención sanitaria, movilidad y comunicaciones. Para ello, sin embargo, se requieren reducciones sin precedentes en las desigualdades de ingresos y energía, y para ello, la desigualdad social tendrá que reducirse drásticamente, y muy rápido, a un ritmo de más del doble del observado en la llamada edad de oro del capitalismo.25 Las consideraciones de equidad y justicia también se refieren al reparto justo del trabajo en la sociedad, las garantías de empleo público, la reducción de la jornada laboral y una redistribución del trabajo. Todas ellas son medidas para realizar este objetivo y establecer la seguridad económica.
Para alcanzar la justicia ecológica más allá de la expansión, el decrecimiento no sólo exige un aprovisionamiento, unos ingresos y un trabajo seguros para todos, sino que también se centra en lo contrario: la redistribución orientada a eliminar a los ricos mediante impuestos, la reapropiación y los límites a la reducción máxima de la disparidad de ingresos y riqueza. Como sostienen Thomas Piketty, Yannick Oswald, Joel Milward-Hopkins y otros, reducir la riqueza de los ricos podría ser una de las palancas más eficaces para reducir las emisiones.26 Un estudio reciente concluyó que, con las tendencias actuales, las emisiones de los millonarios del mundo agotarían por sí solas el 72% del presupuesto de carbono restante para mantenerse dentro del límite de 1,5 ºC.27 La demanda de ingresos y riqueza máximos, un componente clave en el repertorio político del espectro del decrecimiento, puede entenderse como la limitación de los ingresos a dos, cinco o diez veces el «ingreso básico» de la sociedad o, durante una fase de transición, a x veces el ingreso mínimo en un negocio o sector específico. Además, el decrecimiento también aboga por cambios fundamentales en la forma en que la propiedad privada estructura la sociedad. Entre ellos, la tributación de las herencias, ya que éstas estabilizan las desigualdades y las jerarquías de clase a lo largo de las generaciones. Reducir la licencia para contaminar de los ricos -el único grupo social europeo cuya huella de carbono ha aumentado en las últimas décadas- es fundamental. Reducir los jets privados, los yates, los cruceros, las grandes mansiones y la producción de bienes posicionales no sólo son pasos que, al reducir el uso agregado de energía, facilitan la rápida descarbonización, sino que también son condiciones previas para hacer aceptables los cambios de sostenibilidad en toda la sociedad que impliquen suficiencia. Así pues, el decrecimiento promueve políticas de mínimos y máximos definidos colectivamente para los derechos de acceso a los recursos, la energía y la producción disponibles en la sociedad: «corredores de consumo» determinados democráticamente y construidos en torno a las nociones de justicia medioambiental global y bienestar28.
(4) Planificar el desarrollo tecnológico: El desarrollo tecnológico en una sociedad del decrecimiento no puede estar orientado al mercado ni a la competencia capitalista o los intereses militares, sino que debe estar orientado fundamentalmente a las necesidades. Para los países del Norte Global en el siglo XXI, esto requiere un cambio radical en la forma y dirección del futuro desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, incluyendo tanto modelos técnicos diferentes como estructuras de propiedad modificadas: mientras la primacía de la eficiencia económica, en lugar de criterios de sostenibilidad y utilidad, domine los procesos de diseño y las inversiones en infraestructuras técnicas, esta transformación no tendrá éxito. Para ayudar a esta transformación, se ha desarrollado el concepto de tecnología convivencial, basado en la obra de Ivan Illich, que consta de cinco valores fundamentales: conectividad, accesibilidad, adaptabilidad, biointeracción y adecuación.29 Estas dimensiones, argumentamos, podrían ser fundamentales para determinar democráticamente y planificar en consecuencia el futuro desarrollo de las fuerzas productivas.
Para empezar, la conectividad pregunta de qué manera una tecnología configura las relaciones entre las personas, tanto en lo que se refiere a su producción como a su uso o infraestructura. La planificación ecológica debe determinar cómo pueden basarse las tecnologías e infraestructuras en cadenas de suministro globalmente justas, incluidos los recursos que necesitan para su producción y funcionamiento, y cómo podrían configurar mejor las sociedades y los modos de relacionarse según los objetivos globales determinados. La accesibilidad pregunta dónde, quién y en qué circunstancias se puede (seguir) desarrollando y utilizando una tecnología. Desde la perspectiva del decrecimiento, esto significa, por ejemplo, proporcionar a todo el mundo los recursos y tecnologías necesarios para la participación social, poner la tecnología financiada con fondos públicos bajo licencias de código abierto y no impedir el desarrollo tecnológico mediante patentes con ánimo de lucro. La adaptabilidad se refiere a la medida en que una técnica puede utilizarse de forma independiente, a la facilidad con que puede ampliarse y acoplarse a otras técnicas, y a la forma en que esto puede facilitarse mediante la estandarización de los componentes básicos. Desde una perspectiva de decrecimiento, esto fomenta unos periodos de garantía más largos y una reparabilidad garantizada, así como el control sobre los propios datos en el espacio digital, ya que los usuarios de Internet podrían así salvaguardar la información que comparten a través de diferentes plataformas. Por biointeracción se entiende la interacción con el mundo vivo: ¿Qué efectos tiene una tecnología en los organismos vivos, ya sean humanos, animales o plantas, así como en ecosistemas enteros? El decrecimiento exige que las tecnologías se consideren a lo largo de todo su ciclo de vida, desde la obtención de recursos hasta su eliminación, y que se aplique el principio de precaución a la hora de evaluar los riesgos para la salud y el medio ambiente de las nuevas tecnologías, desde la gestión de la radiación solar hasta la ingeniería genética. Las tecnologías deben aspirar a lograr una economía de circuito cerrado lo más completa posible, en la que todas las materias primas industriales se reciclen por completo y todas las materias primas degradables se devuelvan al ciclo ecológico. La última dimensión de la tecnología convivencial, la adecuación, consiste en evaluar si una determinada tecnología es apropiada para la tarea a realizar. En una sociedad del decrecimiento, las tecnologías deben mantener una relación significativa entre el tiempo y los recursos materiales aportados y lo que se quiere conseguir. Esto significa, por ejemplo, moverse en una ciudad en gran medida sin coches, diseñada en torno a barrios con transporte público, bicicletas (de carga) y a pie, en lugar de utilizar coches individuales.
(5) Justicia global y reparaciones: Dado que los países ricos son históricamente responsables de la mayor parte de las emisiones de carbono, son especialmente responsables de decrecer sus economías para no transgredir los límites planetarios y dejar espacio ecológico para vías económicas, políticas y sociales autodeterminadas en el Sur Global. Determinar políticas de «contracción y convergencia» -para una contracción global de la producción ecológicamente perjudicial y una convergencia de los niveles de vida- requiere planificación. Sin embargo, la política mundial del decrecimiento no debe limitarse a poner fin a los perjuicios de la externalización y la expropiación del Norte Global mediante políticas como la moratoria del extractivismo verde, los límites al uso de recursos y energía, y el decrecimiento de los sectores intensivos en recursos. El decrecimiento también debería tener en cuenta los efectos de estas políticas en los pueblos del Sur Global. Por ejemplo, el decrecimiento en los países ricos podría, si se introdujera unilateralmente, perjudicar gravemente a las economías del Sur Global que dependen de la exportación de recursos y bienes de consumo, o del turismo, como demostraron los efectos de los cierres de COVID-19. Habrá que poner en marcha políticas que tengan en cuenta los efectos del decrecimiento en los países del Sur Global. Será necesario poner en marcha políticas que aborden esta cuestión, no sólo para ayudar a los países del Sur Global a dejar de depender de los intercambios desiguales y los mercados globalizados, sino también para garantizar que las políticas de decrecimiento conduzcan realmente a una mayor justicia global a través del intercambio de recursos, conocimientos, tecnología y cooperación, así como a través de acuerdos comerciales preferenciales.
Del mismo modo, las reparaciones ecológicas requieren una coordinación y planificación globales. Una perspectiva de decrecimiento de las reparaciones exigiría la cancelación total de la deuda del Sur Global. Además, como complemento internacionalista a las propuestas de rentas básicas universales nacionales, el decrecimiento debería promover transferencias globales de efectivo incondicionales a los individuos, idealmente ponderadas por las desventajas acumuladas.31 El Norte Global debe aumentar significativamente su apoyo financiero a la adaptación climática, especialmente en el Sur y dentro de un marco de justicia interseccional, como parte de una agenda de transformación más amplia. Estos esfuerzos deben ser financiados principalmente por el Norte Global e implicar la remediación ecológica, como el rewilding, la reducción del carbono y la reforma agraria.
La reestructuración de la economía a través del decrecimiento promovería una «desglobalización» de las relaciones económicas, o lo que Utsa y Prabhat Patnaik, siguiendo al economista egipcio Samir Amin, denominaron «desvincular» al Sur Global de la globalización neoliberal y de su sistema comercial y financiero explotador dominado por el Norte.32 Esta reestructuración pretende limitar el comercio de bienes y servicios que resultan problemáticos desde una perspectiva ecológica y de derechos humanos y que están impulsados en gran medida por empresas que se aprovechan de las diferencias internacionales en los costes laborales unitarios. Se hace especial hincapié en la reducción del transporte marítimo y aéreo, así como en la restricción de la circulación internacional de capitales, una política que podría desempeñar un papel clave en la transición para estabilizar los mercados internacionales.33 Al mismo tiempo, el decrecimiento persigue la expansión del comercio beneficioso (sobre todo hacia el Sur Global), el intercambio cultural, los viajes lentos y la libertad de circulación de las personas. El objetivo no es volver al nacionalismo y al aislamiento, sino crear relaciones económicas ancladas regionalmente, pero interconectadas y abiertas, y una producción mucho más localizada34.
Sobrevivir al Capitaloceno
La acumulación capitalista está provocando el colapso ecológico y amenaza con destruir los cimientos mismos de la civilización humana. Para evitarlo y lograr una rápida descarbonización al tiempo que se mantienen los niveles de vida, se requiere una transformación socioecológica de toda la sociedad, comparable en magnitud a la Revolución Industrial, pero mucho más rápida. Como afirma Kohei Saito, es esencial reconocer que el desarrollo de las «fuerzas productivas» en el capitalismo contemporáneo «no prepara automáticamente la base material para [una] nueva sociedad postcapitalista», sino que más bien contribuye al «robo de la naturaleza». Las sociedades ricas necesitan, pues, una transición hacia el decrecimiento. Todos los interesados en las economías postcapitalistas en la era de la emergencia climática deberían comprometerse con las múltiples propuestas desarrolladas en el campo del activismo y la investigación sobre el decrecimiento.
Al mismo tiempo, lograr el decrecimiento requiere una planificación ecológica democrática, es decir, un esfuerzo colectivo para reorganizar el sistema de aprovisionamiento hacia la equidad y la suficiencia.
Como afirma Saito «La planificación social es indispensable para prohibir la producción excesiva y sucia y para mantenerse dentro de los límites planetarios, satisfaciendo al mismo tiempo las necesidades sociales básicas «3535 .
Para avanzar en el debate sobre el nexo entre planificación y decrecimiento, las políticas radicales de decrecimiento ofrecen oportunidades para explorar la planificación ecológica más allá del crecimiento, incluyendo políticas para democratizar la economía, eliminar gradualmente los sectores de combustibles fósiles, crear sistemas de aprovisionamiento social, garantizar la equidad y facilitar el desarrollo tecnológico y las reparaciones climáticas. Esperamos que este artículo sirva de inspiración para intensificar el intercambio de opiniones sobre el tipo de planificación que implica el decrecimiento y sobre cómo debe adaptarse para abordar las cuestiones, necesidades y retos específicos que plantea el decrecimiento.
Notas
- ↩ European Environment Agency, “Is Europe Reducing Its Greenhouse Gas Emissions?,” June 22, 2022; German Council on the Environment, Wie viel CO2 darf Deutschland maximal noch ausstoßen?: Fragen und Antworten zum CO2-Budget (2022); “IPCC’s Conservative Nature Masks the True Scale of Action Need to Avert Catastrophic Climate Change,” The Conversation, March 24, 2023.
- ↩ Helmut Haberl et al., “A Systematic Review of the Evidence on Decoupling of GDP, Resource Use and GHG Emissions, Part II: Synthesizing the Insights,” Environmental Research Letters 15, no. 6 (June 2020); Jason Hickel and Giorgos Kallis, “Is Green Growth Possible?,” New Political Economy 25, no. 4 (June 2020): 469–86; Jason Hickel et al., “Urgent Need for Post-Growth Climate Mitigation Scenarios,” Nature Energy (August 2021): 1–3.
- ↩ Matthias Schmelzer, Andrea Vetter, and Aaron Vansintjan, The Future Is Degrowth: A Guide to a World Beyond Capitalism (London: Verso, 2022).
- ↩ Michael Löwy, Bengi Akbulut, Sabrina Fernandes, and Giorgos Kallis, “For an Ecosocialist Degrowth,” Monthly Review 73, no. 11 (April 2022): 56–58.
- ↩ Schmelzer, Vetter, and Vansintjan, The Future Is Degrowth.
- ↩ André Gorz, Critique of Economic Reason (London: Verso, 1989); see also Ulrich Brand et al., “From Planetary to Societal Boundaries: An Argument for Collectively Defined Self-Limitation,” Sustainability: Science, Practice and Policy 17, no. 1 (January 2021): 265–92.
- ↩ Brand et al., “From Planetary to Societal Boundaries,” 276; Schmelzer, Vetter, and Vansintjan, The Future Is Degrowth; Giorgos Kallis, Limits: Why Malthus Was Wrong and Why Environmentalists Should Care (Stanford: Stanford University Press, 2019).
- ↩ Leigh Phillips and Michal Rozworski, People’s Republic of Wal-Mart: How the World’s Biggest Corporations Are Laying the Foundation for Socialism (London: Verso, 2019); Christoph Sorg, “Failing to Plan Is Planning to Fail: Toward an Expanded Notion of Democratically Planned Postcapitalism,” Critical Sociology 49, no. 3 (May 2023): 475–93.
- ↩ P. Cockshott, J. P. Dapprich, and A. Cottrell, Economic Planning in an Age of Climate Crisis (Independently published, 2022); Robin Hahnel, Democratic Economic Planning (London: Routledge, 2021); Simon Tremblay-Pepin and Frederic Legault, “A Brief Sketch of Three Models of Democratic Economic Planning,” Élisabeth-Bruyère School of Social Innovation, Saint Paul University, April 2021.
- ↩ Michael Löwy, “Eco-Socialism and Democratic Planning,” Socialist Register 2007 (New York: Monthly Review Press, 2007), 294–309; Fikret Adaman and Pat Devine, “Democracy, Participation and Social Planning,” in Routledge Handbook of Ecological Economics (London: Routledge, 2017); Marta Harnecker and Jose Bartolome, Planning from Below: A Decentralized Participatory Planning Proposal (New York: New York University Press, 2019); Troy Vettese and Drew Pendergrass, Half-Earth Socialism: A Plan to Save the Future from Extinction, Climate Change and Pandemics (London: Verso, 2022); Nick Dyer-Witheford, “Biocommie: Power and Catastrophe,” essay for Socialist Futures workshop, European University Institute, Florence, Italy, May 25–26, 2022, Platforms, Populisms, Pandemics and Riots, projectpppr.org.
- ↩ Brand et al., “From Planetary to Societal Boundaries.”
- ↩ Cédric Durand, Elena Hofferberth, and Matthias Schmelzer, “Planning beyond Growth: The Case for Economic Democracy within Limits,” Political Economy Working Papers, Université de Genève, January 25, 2023.
- ↩ Stefania Barca, “The Labor(s) of Degrowth,” Capitalism Nature Socialism 30, no. 2 (2019): 207–16.
- ↩ Elena Hofferberth, Pathways to an Equitable Post-Growth Economy: Towards an Economics for Social-Ecological Transformation (Leeds: University of Leeds Press, 2021); Melanie Pichler et al., “EU Industrial Policy: Between Modernization and Transformation of the Automotive Industry,” Environmental Innovation and Societal Transitions 38 (March 2021): 140–52.
- ↩ Christopher Olk, Colleen Schneider, and Jason Hickel, “How to Pay for Saving the World: Modern Monetary Theory for a Degrowth Transition” (preprint, 2023).
- ↩ Hickel et al., “Urgent Need for Post-Growth Climate Mitigation Scenarios”; Vettese and Pendergrass, Half-Earth Socialism.
- ↩ Andreas Malm, Fossil Capital: The Rise of Steam Power and the Roots of Global Warming (London: Verso, 2016).
- ↩ Daniela Gabor, “The Wall Street Consensus,” Development and Change 52, no. 3 (2021): 429–59; Brett Christophers, “Fossilised Capital: Price and Profit in the Energy Transition,” New Political Economy 27, no. 1 (January 2022): 146–59.
- ↩ See, for example, the campaign for a fossil fuel nonproliferation treaty, supported by one hundred Nobel laureates and thousands of scientists, which demands an international agreement to end fossil fuels on a fair and binding schedule: org.
- ↩ Kelly Trout et al., “Existing Fossil Fuel Extraction Would Warm the World beyond 1.5°C,” Environmental Research Letters 17, no. 6 (May 2022).
- ↩ Lucas Chancel et al., World Inequality Report 2022 (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 2022).
- ↩ Janice Hopkins Tanne, “US Life Expectancy Reaches 25 Year Low,” BMJ 379 (December 2022).
- ↩ Anna Coote and Andrew Percy, The Case for Universal Basic Services (Cambridge: Polity, 2020), 133.
- ↩ Nancy Fraser, “Contradictions of Capital and Care,” New Left Review 100 (2016): 99–117; Rebecca Solnit, A Paradise Built in Hell: The Extraordinary Communities That Arise in Disaster (New York: Penguin, 2010).
- ↩ Joel Millward-Hopkins et al., “Providing Decent Living with Minimum Energy: A Global Scenario,” Global Environmental Change 65 (November 2020); Joel Millward-Hopkins and Yannick Oswald, “Reducing Global Inequality to Secure Human Wellbeing and Climate Safety: A Modelling Study,” Lancet Planetary Health 7, no. 2 (February 2023): e147–54.
- ↩ Thomas Piketty, Capital in the Twenty-First Century (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 2014); Millward-Hopkins and Oswald, “Reducing Global Inequality to Secure Human Wellbeing and Climate Safety.”
- ↩ Stefan Gössling and Andreas Humpe, “Millionaire Spending Incompatible with 1.5°C Ambitions,” Cleaner Production Letters 4 (December 2022).
- ↩ Doris Fuchs et al., Consumption Corridors: Living a Good Life Within Sustainable Limits (London: Routledge, 2021).
- ↩ Andrea Vetter, “The Matrix of Convivial Technology—Assessing Technologies for Degrowth,” Journal of Cleaner Production, Technology and Degrowth, 197 (October 2018): 1778–86; Schmelzer, Vetter, and Vansintjan, The Future Is Degrowth.
- ↩ For the following, see Matthias Schmelzer, “From Downscaling to Global Justice: On the Need of Linking Climate Reparations and Degrowth,” in Facing the Socio-Ecological Crisis: Delinking and the Question of Global Reparations, ed. Ndongo Samba Sylla (New York: Pluto, forthcoming).
- ↩ Olúfẹ́mi O. Táíwò, Reconsidering Reparations: Worldmaking in the Case of Climate Crisis (Oxford: Oxford University Press, 2022).
- ↩ Utsa Patnaik and Prabhat Patnaik, Capital and Imperialism: Theory, History, and the Present (New York: New York University Press, 2021).
- ↩ Stay Grounded, Degrowth of Aviation: Reducing Air Travel in a Just Way (Vienna: Stay Grounded, 2019).
- ↩ Samuel Decker, “From Degrowth to De-Globalization,” Degrowth.Info, January 23, 2018.
↩ Kohei Saito, Marx in the Anthropocene: Towards the Idea of Degrowth Communism (Cambridge: Cambridge University Press, 2023), 177, 242.
9. La economía rusa en julio
Jacques Sapir sigue haciendo un balance mensual de la situación económica en Rusia a partir de las estadísticas oficiales de ese país. Este es su hilo sobre julio:
I Un breve #fil o #hilo sobre la economía rusa en julio. Continúa la fuerte recuperación de la actividad económica, con un crecimiento del PIB del 5% en julio, de la industria del 4,9% y de la renta real de los hogares del 4,7% (en comparación con julio de 2022).
II Esto confirma que el crecimiento para 2023 se situará en torno al 3%, en línea con nuestras propias previsiones (2,5%-3,5%). Las expectativas empresariales son buenas. Rusia no solo se habrá recuperado del impacto de las sanciones, sino que habrá reanudado su crecimiento con respecto a 2021.
III. La tasa de desempleo sigue bajando. Ahora se sitúa en el 3% (2,3 millones). Un mínimo histórico desde 1991. Los salarios reales aumentaron un 6,8% en el primer semestre de 2023 con respecto al primer semestre de 2022.
IV ROSSTAT ha realizado encuestas sistemáticas sobre los resultados de la industria en los últimos 18 meses y ha modificado sus series. Los resultados actuales son más fiables que los anteriores, que se basaban en estimaciones y declaraciones de los directores de las empresas.
V Esta práctica (estimaciones seguidas de encuestas) es similar a la del INSEE. Implica que si el orden de magnitud inicial y la tendencia general son exactos, hay que esperar a las encuestas sistemáticas para obtener resultados más precisos.
VI Las nuevas series muestran una menor caída de la producción en 2022 que las estimaciones utilizadas anteriormente, pero, a la inversa, un crecimiento ligeramente inferior para 2023.
VII También podemos observar que el crecimiento actual se debe en gran medida a las ramas de consumo. Esto concuerda con el aumento constante de los salarios reales en los últimos meses.
VIII Lo mismo ocurre con las industrias químicas, de refinado y afines.
IX Del mismo modo, todos los sectores metalúrgico y de ingeniería mecánica, incluida la producción de automóviles, confirman las tendencias observadas en mayo y junio. Todo confirma la fuerte tendencia de crecimiento de Rusia.
X El consumo también se recupera. Aumentó un 10,5% en el segundo trimestre de 2023. Está siendo impulsado por el aumento de la renta real de los hogares, pero también por el aumento de los préstamos (+24% en julio de 2023 en comparación con julio de 2022 para las hipotecas).
XI se espera una desaceleración del crecimiento, pero es improbable que se produzca antes del cuarto trimestre de 2023, sobre todo porque se espera un nuevo gasto social en septiembre-octubre de este año.
Estimado Salvador,
os envío un editorial con un tono más agresivo y amenazante contra la OTAN y sus palmeros a raíz del ataque con drones a Pskov, por si fuera de vuestro interés y……. que la locura y el delirio de los de Arriba no se tornen en pesadilla y más administración de muerte para los de abajo!!!!
Y, por supuesto muchísimas gracias a ti y a Carlos y al resto de colaboraciones por vuestra enorme labor.
El enlace: https://strategic-culture.su/news/2023/09/01/boiling-frogs-towards-nuclear-armageddon/