Del compañero Carlos Valmaseda, miembro de Espai Marx.
1. Libro sobre la rebelión mapuche a finales de los 90.
Ahora que el tema vuelve a estar de plena actualidad por la presunta influencia que ha tenido en el rechazo de la nueva constitución chilena el reconocimiento de derechos a las comunidades indígenas, quizá os interese este libro del mexicano César Pineda sobre el movimiento radical mapuche. Es un libro que se puede descargar gratuitamente en su página web: https://enriquepineda.info/arde-el-wallmapu/
Pero para que juzguéis si os interesa, aquí tenéis un hilo en el que resume su contenido: https://twitter.com/cesarpinedar/status/1580338601237549056
En el sur del continente, en territorio ancestral, el Wallmapu, encontramos una de las múltiples luchas dignas y rebeldes de los pueblos. Esta es una de ellas, la del movimiento radical mapuche que a partir de hoy puedes descargar libremente.¡¡Marrichiweu!! https://enriquepineda.info/arde-el-wallma
El 1 de diciembre de 1997, Lumaco, una pequeña población en el sur de Chile, en la llamada Araucanía, amaneció bajo el humo de tres camiones incendiados. Comunidades mapuche habían realizado una recuperación de territorios ancestrales después de años de reclamos sin solución.
Los camiones pertenecían a la forestal Bosques Arauco que, como en toda la Araucanía, explota bosques usurpando y ocupando tierras que los mapuche reivindican como suyas. El diario El Mercurio habló de un nuevo Chiapas en la Araucanía. Otro diario se preguntaba: “¿Chiapas chileno?»
El gobierno también reaccionó con fuertes declaraciones, considerando la protesta como una acción subversiva, infiltrada por agentes guerrilleros. Año y medio más tarde, se anunciaba la formación de la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco Malleco (CAM).
Se abría una larga fase de antagonismo e insubordinación por la tierra y la autonomía, que significó una bifurcación en el movimiento mapuche. Inflexión protagonizada de manera central -aunque no exclusiva- por el movimiento de recuperación de tierras ancestrales de la CAM.
Este trabajo intenta narrar esa historia y, en especial, comprender y aprender de dicha rebeldía, enmarcado en la lucha contra las grandes empresas extractivas, la conflictividad socioambiental en América Latina y la defensa etnoterritorial de los pueblos indígenas.
Un trabajo sobre la historicidad del pueblo mapuche, de sus propias formas de gobierno y que señala el colonialismo interno de nuestras naciones, el despojo pero también el Newen Mapuche: la fuerza de la gente de la tierra y la política de los de abajo.
2. La “españolidad” de Ceuta y Melilla.
A pesar de su parte final, con las reflexiones del tuitero, en la que incluso se cita al indepe Sirera (aka Doctor Maracas), me ha gustado este hilo sobre Melilla. Es de un historiador que está haciendo su tesis precisamente sobre españoles en esa zona. El hilo es la respuesta a otro tuitero, saharaui, que comenta un documento enviado por Marruecos a la ONU en el que señala que la «frontera marroquí-española es inexacta, ya que el Reino de Marruecos no tiene fronteras terrestres con España y que Melilla sigue siendo un presidio ocupado».
(https://twitter.com/JalilWs/status/1580309735642759168).
Este es el hilo: https://twitter.com/Desvelandorient/status/1580337331374288896
El documento en sí es tremendo (básicamente Marruecos dice no tiene nada que ver con los abusos a los inmigrantes irregulares), pero la cuestión de Ceuta y Melilla es muy interesante y está relacionada con mi tesis, así que aquí va una minichapa.
Ceuta y Melilla eran, efecto, presidios. Ocupadas por los cristianos peninsulares a finales del siglo XV, durante siglos no fueron más que pequeñas fortalezas destinadas a controlar el espacio marítimo y disuadir de cualquier intento de invasión terrestre a la península ibérica.
A esta faceta se le añadía la de servir de prisiones, ya fuera para presos políticos o para reos de sangre considerados demasiado peligrosos como para estar en España. El caso que mejor conozco es Melilla, cuya población se mantuvo en unos 1.000-2.000 personas hasta 1860.
En 1860, tras un breve conflicto bélico, España y Marruecos llegan a un nuevo acuerdo que incluye la demarcación de un nuevo perímetro de los presidios. Sobre el papel, claro. Sobre el terreno, Melilla sigue siendo una fortaleza aislada en un peñón. (Y aquí añade otro hilo suyo anterior sobre la guerra de 1859-60: https://twitter.com/Desvelandorient/status/1577379392959008768).
Lo curioso es que el encargado de velar porque se respetasen los nuevos límites era el sultanato marroquí. Las comunidades fronterizas a Melilla, donde apenas hubo actividad en la guerra del 59-60, no aceptaron el tratado y los nuevos límites.
Pero Marruecos sí acató (y respetó) los artículos 6 y 7 del tratado de Wad Ras.
Tratado de paz entre España y Marruecos – Wikisource
Cada vez que había conflicto entre alguien de Melilla y las comunidades fronterizas y, era Marruecos el que se hacía cargo de las indemnizaciones y del «castigo» si se confirmaba el abuso. Lo sé porque llevo una semana en el archivo leyendo reclamaciones y compensaciones.
El sistema funcionó durante unas cuantas décadas. De hecho, fueron las tropas del sultán quienes se encargaron de desahuciar a todos los rifeños que vivían dentro de los nuevos límites de Melilla, y de destruir un pequeño santuario que había.
Cuando a finales del XIX el Majzén comienza a perder el control de las comunidades rifeñas y éstas empiezan a atacar o robar a súbditos españoles, los representantes marroquíes se excusan ante los diplomáticos españoles diciendo que las tribus están en abierta rebelión.
Las comunidades fronterizas a Melilla no entendían el acuerdo ni lo compartían. ¿Por qué iban a ceder parte de su territorio sin haberlo perdido? Los españoles no trataron de hacer efectiva la ocupación del terreno hasta la década de 1880, cuando empezaron a construir fuertes.
La «guerra» de Melilla de 1893 no es realmente una guerra entre España y Marruecos, sino entre España y las comunidades fronterizas. El Estado marroquí no intervino más que para intentar poner orden.
A partir de ahí, Melilla empieza a extenderse fuera de su murallas y a aumentar su población. La mayoría eran militares de la guarnición e inmigrantes españoles, pero también se sumaron muchos judíos marroquíes (aunque los 1os llegaron en 1860 con la declaración de puerto franco).
Para 1909, inicio de las campañas coloniales españolas en el Rif, Melilla contaba con más de 15.000 habitantes civiles. Es decir, la población se había multiplicado por 10 desde 1870. En 1920, la población llegaba a 50.000.
La cuestión es: en el documento citado al inicio del hilo, el Estado marroquí dice que no comparte fronteras terrestres con España, ya que Ceuta y Melilla son presidios ocupados (ilegítimamente). Sin embargo, el Estado marroquí reconoció esos límites en los tratados del siglo XIX.
Entonces, Marruecos no era aún un protectorado hispano-francés. Obviamente, estaba en una posición de inferioridad, y podría argumentarse que se limitó a aceptar la realidad sobre el terreno. D hecho, la cuestión de Ceuta y Melilla lleva persiguiendo a la monarquía desde entonces.
El sultanato marroquí, entre la espada y la pared, escogió apaciguar a las potencias europeas a costa de alienar a sus súbditos y enfrentarse a posibles rebeliones. De ahí el irredentismo. Pero entonces, ¿son nulos los tratados y acuerdos del XIX? Eso es para los juristas.
Como historiador, me interesa más saber si el propio Majzén lo veía así. Y la respuesta es no. No solo se encargaron activamente de velar por el respeto al tratado: cada vez que había conflicto entre las comunidades rifeñas y las tropas del rey, éstas se refugiaban en Melilla.
El primer caso fue en 1879, cuando las tropas de Muley Amín (hermano del sultán) y algunas familias rifeñas se refugiaron en Melilla para escapar de la ira de las comunidades fronterizas. Meses después, eran los rifeños rebeldes quienes solicitaban protección en Melilla.
Es decir, que durante el final del XIX Melilla fue un actor en la compleja política de Marruecos y el Rif. Solo a partir de 1906 comienza a ser concebida seriamente como una potencial cabeza de puente para una expansión militar, como así fue entre 1909 y 1927.
Voy terminando, que me quiero ir a dormir. Este hilo no defiende ni la españolidad ni la marroquinidad de Melilla. En historia, la mayoría de cosas son contingentes. Solo me llama la atención el borrado de la complejidad histórica y el uso, nada neutral, de palabras y conceptos.
Llama la atención que un Estado considere que los «presidios» son territorios ocupados ilegítimamente al mismo tiempo que mantiene una ocupación real de todo un territorio aún pendiente de descolonización. Todo esto encaja con la visión irredentista del nacionalismo marroquí…
Pero a mí me hace preguntarme… ¿Marruecos no respeta los tratados firmados en el pasado? También resulta curioso que un país tan dado a la «realpolitik» insista en decir que la frontera entre Melilla y Marruecos no es una frontera sino «un simple punto de paso».
Termino ya. Ceuta y Melilla, aunque nos cueste reconocerlo, son parte de esos legados posimperiales de los que ha hablado alguna vez @DrSirera. El crecimiento y desarrollo actuales, especialmente en el caso melillense, son una herencia directa del colonialismo español en el Rif.
No vale con decir «Pedro de Estopiñán conquistó Melilla en 1497 y desde entonces es española». Tampoco sirve «Melilla es marroquí y está bajo ocupación española.» La relación de la ciudad con España y Marruecos es algo más compleja y enrevesada.
3. Más literatura soviética.
La gente de Edithor siguen distribuyendo gratuitamente libros de filósofos y científicos soviéticos de posguerra. Publican ahora La teoría del reflejo y la química contemporánea de Yuri Zhdánov. Zhdánov era químico -y yerno de Stalin- https://en.wikipedia.org/wiki/Yuri_Zhdanov.
Enlace para descarga: https://t.co/DaxTBikNVW
4. Poch sobre la cuestión de clase en el establishment ruso
Sigue en buena medida las tesis de Ishchenko, que vimos aquí hace unos días.
https://ctxt.es/es/20221001/Firmas/41028
5. Inflación made in USA
Vijay Prashad recomienda este artículo, de un inglés miembro de No Cold War y profesor en una universidad china, en el que se explica cómo la tensión inflacionista actual no es consecuencia de la guerra en Ucrania, sino que venía de antes, y concretamente, de Estados Unidos.
https://asiatimes.com/2022/10/global-inflationary-tsunami-made-in-us-not-ukraine/
El tsunami inflacionista mundial se produjo en Estados Unidos, no en Ucrania
Los precios en EE.UU. ya estaban subiendo mucho en los dos años anteriores a la invasión rusa, con el consiguiente descenso del nivel de vida
por John Ross 12 de octubre de 2022
Un tsunami inflacionario está atravesando la economía mundial, creando desórdenes económicos -en algunos casos, agudas crisis políticas- en todos los países que toca. Este fenómeno está cobrando fuerza a medida que EE.UU. intenta controlar la inflación subiendo rápidamente los tipos de interés, forzando a las demás economías del Norte Global a entrar en recesión.
Las economías del Sur Global se han visto así afectadas por un cuádruple golpe que produce una estanflación aún más severa, un aumento de la inflación y una ralentización del crecimiento que en el Norte Global.
En primer lugar, el aumento de los tipos de interés en EE.UU., hace subir el tipo de cambio del dólar frente a las monedas de los países en desarrollo, aumentando los precios de las importaciones que suelen fijarse en dólares, lo que agrava la inflación en estos países.
En segundo lugar, la subida del dólar frente a las monedas de los países en desarrollo aumenta su coste de reembolso de las deudas internacionales, que tienen un precio en dólares.
En tercer lugar, para intentar evitar una caída muy brusca de sus tipos de cambio, y para tratar de impedir que los capitales salgan de sus economías hacia Estados Unidos, los países del Sur Global suben sus propios tipos de interés, empujando sus economías hacia la recesión.
En cuarto lugar, la recesión del Norte Global reduce la demanda de las exportaciones del Sur Global, presionando aún más a la baja sus economías.
Desde el punto de vista político, esta situación crea crisis para varios regímenes de derecha del Sur Global, pero también añade una presión negativa sobre las políticas de los gobiernos de izquierda progresista y conduce a la amenaza de «revoluciones de color».
La inflación de EEUU
Estados Unidos afirma que esta inflación global, y la presión a la baja sobre los niveles de vida que crea, se debe a la guerra de Ucrania, y que por lo tanto los países deberían culpar y unirse contra Rusia. Pero una breve mirada a los hechos refuta esta afirmación.
La guerra de Ucrania comenzó el 24 de febrero de 2022, pero los precios al consumidor de Estados Unidos ya habían estado subiendo fuertemente durante casi dos años antes de eso. Más del 90% de las subidas de precios en EE.UU. en ese periodo tuvieron lugar antes de la invasión rusa de Ucrania. Por lo tanto, es importante pensar de forma crítica cuando Estados Unidos culpa a Rusia de la inflación mundial y de la consiguiente reducción del nivel de vida.
La enorme ola inflacionaria estadounidense, que se extendió por todo el mundo con sólo dos o tres meses de retraso, ya que Estados Unidos es la mayor economía del mundo, tuvo lugar antes de la guerra de Ucrania. Como señaló el consejo editorial del Wall Street Journal, «Esta no es la inflación de Putin…. Esta inflación se hizo en Washington».
¿Qué causó la inflación de Estados Unidos?
Es fácil explicar en términos técnicos económicos por qué se disparó la inflación en EE.UU.; fue analizada mientras ocurría por economistas estadounidenses como el ex secretario del Tesoro Larry Summers. En mayo de 2021, Summers advirtió: «Estamos asumiendo riesgos muy importantes por el lado de la inflación…. La idea de la Fed solía ser que retiraba la ponchera antes de que la fiesta se pusiera buena…. Ahora, la doctrina de la Fed es que sólo retirará la ponchera después de que vea que algunas personas se tambalean borrachas…. Estamos imprimiendo dinero, estamos creando bonos del Estado, [y] estamos pidiendo prestado a escalas sin precedentes».
Pero más importante que una explicación técnica es entender el papel social de la inflación. La inflación muestra que la demanda es mayor que la oferta, lo que presiona al alza los precios de los bienes y servicios. Por lo tanto, al no producirse un aumento de la oferta, la demanda tiene que reducirse. La pregunta social clave es: ¿Qué gasto estadounidense se recortaría?
Muchas reformas estadounidenses podrían aplicarse recortando la demanda y reasignando el gasto, con lo que se reducirían las presiones inflacionistas, sin que se redujera el nivel de vida de Estados Unidos; de hecho, estas reformas mejorarían la eficiencia económica y el nivel de vida de Estados Unidos.
El gasto militar de Estados Unidos es el más elevado del mundo, más que el de los nueve países siguientes juntos. Este gasto, que asciende al 3,7% del PIB estadounidense, podría reducirse sin que el nivel de vida disminuyera.
Además, en 2020 el gasto de EE.UU. en sanidad alcanzó el 19,7% del PIB, casi una quinta parte de su economía. Pero el sistema sanitario privado estadounidense es muy ineficiente. Estados Unidos gasta más en sanidad en proporción a su economía que cualquier otra economía del mundo, pero la esperanza de vida en Estados Unidos es de sólo 77 años, frente a una media de 83 años en otras economías de renta alta.
Intereses creados
Pero la reducción del gasto militar estadounidense o la racionalización de la atención sanitaria irían en contra de los intereses creados de los fabricantes de armas y de las grandes farmacéuticas en Estados Unidos, respectivamente. Reducir el gasto militar estadounidense obligaría a disminuir su agresiva política militar en el extranjero. La racionalización de la asistencia sanitaria en EE.UU. supondría un cambio hacia un sistema público, como el que utilizan con más éxito otros países, y reduciría los beneficios de las grandes empresas privadas de asistencia sanitaria.
El interés del gobierno estadounidense en apoyar a los fabricantes de armas y a las grandes farmacéuticas hace que no se tomen medidas de este tipo.
Pero si no se toman medidas contra estos intereses creados, la única alternativa para reducir el gasto es recortar el nivel de vida de la clase trabajadora. Esto es lo que ocurre durante la inflación. Como explicó John Maynard Keynes, es mucho más fácil recortar los salarios reales mediante una inflación elevada que reduciendo directamente los salarios monetarios: es un recorte parcialmente oculto, y los trabajadores no pueden negociar con sus empleadores los niveles de inflación.
La inflación a medio y largo plazo es desestabilizadora y debe ser controlada. Normalmente, en el capitalismo esto se consigue mediante la recesión. Pero la inflación a corto plazo es una poderosa herramienta para reducir los salarios reales, que es lo que está ocurriendo.
En términos monetarios, los salarios medios estadounidenses están aumentando. En agosto aumentaron un 4,6% interanual. Pero los precios aumentaron más rápidamente, un 8,3% durante el mismo periodo. Por lo tanto, los salarios reales estadounidenses cayeron, como lo han hecho todos los meses desde abril de 2021. En agosto de 2022, los ingresos semanales reales de EE.UU. eran un 3,4% más bajos que un año antes.
Pero esta inflación, que está recortando los ingresos reales de los trabajadores estadounidenses, se extiende al resto del mundo, creando una crisis en el Sur Global.
La inflación estadounidense, por tanto, ataca tanto a los trabajadores estadounidenses como al resto del mundo.
Este artículo fue producido por Trotamundos, que lo proporcionó a Asia Times.
John Ross es miembro del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. También es miembro del comité organizador de la campaña internacional No Cold War. Sus escritos sobre la economía y la geopolítica de China y Estados Unidos se han publicado ampliamente en Internet, y es autor de dos libros publicados en China, Don’t Misunderstand China’s Economy y The Great Chess Game. Su libro más reciente es China’s Great Road: Lessons for Marxist Theory and Socialist Practices (1804 Books, 2021). Anteriormente fue director de política económica del alcalde de Londres.
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator
6. ¿Capitalismo verde o socialismo ecológico?
Una reciente y extensa charla muy interesante de nuestro compañero José Sarrión: «¿Capitalismo verde o Socialismo Ecológico?»
JOSÉ SARRIÓN ANDALUZ. 29 sept 2022. «¿Capitalismo verde o Socialismo Ecológico?»
7. Las propuestas Green New Deal de Santiago y Tejero.
No es exactamente una respuesta al rifirafe de estos últimos días, pero Emilio Santiago y Héctor Tejero publican en El País un artículo que se enmarca de lleno en esa polémica y en el que defienden su tesis: la necesidad de crear un instrumento político poscrecimiento de amplio espectro y un plan de políticas públicas también poscrecimiento. Ya os comenté que el rifirafe se había ido un poco de las manos, con insultos personales incluidos. Ante la entrada de Riechmann en su blog, que os pasé ayer, esto es lo que ha comentado Emilio Santiago: «Agradezco a @JorgeRiechmann estas notas de discusión. Hay cosas que comparto, cosas en las que discrepo, pero es un modo enriquecedor de abordar desacuerdos que no son ni léxicos, ni personales ni gratuitos. Son estratégicos, son políticos y son impuestos por las circunstancias.» https://twitter.com/E_Santiago_Muin/status/1580433643507691520
Un enfoque distinto en el debate del decrecimiento. Los autores abogan por políticas públicas que combinen un incremento del bienestar de la población y una disminución de los impactos materiales
Emilio Santiago Héctor Tejero
En 2022 se cumplen 50 años de Los límites del crecimiento, una obra clave de la literatura ecológica por ser pionera en concretar y modelizar la afirmación casi evidente de que el crecimiento infinito es imposible en un planeta con recursos finitos. Su corolario es que cualquier proyecto social progresista debe plantearse asegurar una vida mejor compatible con los límites de la biosfera que habitamos y de la que dependemos.
Con los impactos cada vez más visibles del cambio climático, la más urgente y avanzada de las múltiples caras de la policrisis ecológica que sufrimos, sumados a la creciente constatación científica de otros límites planetarios peligrosamente sobrepasados, el crecimiento económico vuelve a estar de nuevo en cuestión. Al menos en tanto que expansión de la dimensión material de nuestras sociedades, algo evidentemente incompatible con un planeta cada vez más deteriorado. La incapacidad del crecimiento de asegurar el bienestar ciudadano refuerza estas dudas.
Este creciente escepticismo respecto al proyecto del crecimiento puede observarse tanto en un tímido cuestionamiento desde el mainstream político a la dominancia del PIB como indicador económico como por la creciente aparición de todo una nueva literatura sobre el decrecimiento, que vive una segunda oleada tras su surgimiento en los 90, con obras como las de Giorgios Kallis, Jason Hickel, Thimotee Parrique, Matthias Schmelzer o Kohei Sato.
Con todo, la madurez intelectual de la idea del decrecimiento no corre pareja a su madurez política. Entre las críticas que se pueden hacer al decrecimiento desde una perspectiva de ecologismo político destacamos dos. En primer lugar, si bien es una idea inspiradora con la que seguramente todos podemos estar de acuerdo, es un término todavía demasiado opuesto al sentido cultural dominante. Por tanto, si bien puede ser un afilado bisturí en la disputa cultural, es un instrumento romo a nivel político. Dicho de otra forma, si bien el decrecimiento nos fija una meta orientativa, es poco aplicable en nuestros contextos institucionales y no tiene traducción social y electoral amplia, condición indispensable para que su verdad científica (la existencia de límites materiales al crecimiento) pueda transformar el mundo. En segundo lugar, en su gran mayoría de formulaciones el decrecimiento se mantiene todavía en una posición puramente enunciativa. Una abstracción moral incapaz de aterrizar en lo concreto y sus contradicciones. Un gesto más simbólico que práctico. Otra propuesta más centrada en el qué en vez de en el cómo.
Frente a la primera cuestión, nuestra hipótesis es que, a día de hoy, el objetivo del ecologismo político debe ser intentar articular una amplia coalición poscrecimiento. El término puede resultar confuso o aparatoso, y quizá pronto se le ocurra a alguien una palabra mejor. Pero el contenido de la idea es claro: los objetivos de esta amplia coalición deben ser construir una sociedad ecológicamente sostenible y justa, que asegure un suelo social de derechos universales sin sobrepasar los límites planetarios actualmente excedidos. Pero en sus medios no debe buscar un choque político directo contra la idea de crecimiento, sino más bien un abordaje colateral. En una coalición de esta índole cabrían vectores ideológicos más amplios, como podrían ser el “keynesianismo verde”. E incluso podría colaborar puntualmente con sectores que abiertamente se reconocen bajo el paradójico paraguas del “crecimiento verde”.
Este bloque poscrecimiento podría encontrar sus primeros puntos de encuentro apoyándose en lo concreto y lo práctico frente a la visión maximalista y abstracta que caracteriza al decrecimiento. Y esto significa formular un enfoque de políticas públicas poscrecentistas que puedan entrar a formar parte de la agenda de los próximos gobiernos progresistas. Por políticas públicas poscrecimiento entendemos aquellas políticas sectoriales, parciales y específicas (que no suponen, por tanto, una enmienda a la totalidad), que combinen un incremento del bienestar de la población con una disminución constatada de ciertos impactos materiales, como la huella ecológica o la huella de carbono. Consideramos que estas políticas deben tener al menos cuatro características:
En primer lugar, su objetivo: desligar el bienestar personal y los imaginarios de vida buena de los impactos ambientales crecientes. Somos conscientes que ambos aspectos (bienestar e impactos materiales) son conceptos que recogen realidades contradictorias y complejas. En el segundo caso, por ejemplo, tan innegable es que la instalación de renovables tiene impactos locales en el territorio como que su contribución para frenar la mayor amenaza ecológica actual hace que presenten, salvo excepciones, un balance ecológico neto positivo.
En segundo lugar, deben ser políticas políticamente viables. Es decir, susceptibles de ser defendidas en público sin parecer un marciano o una minoría, capaces de ser apoyadas por sectores amplios de la sociedad y, pese a que puedan encontrarse con resistencias culturales o sectoriales, no deben necesitar de cambios estructurales profundos de escala cuasi-histórica.
En tercer lugar, deben ser políticas transformadoras pero al mismo tiempo institucionalmente factibles, esto es, compatibles con el espacio de reforma que ofrece nuestro marco jurídico y la flexibilidad y la velocidad de maniobra que deja nuestras inercias económicas.
Por último, y fundamental, deben apuntar a forzar novedades evolutivas, esto es, novedades experimentales, abiertas a resultados inciertos y encajes imprevistos, que obliguen a los agentes económicos y políticos a mutar para adaptarse a ellas, y que pueden tener efectos de cambio histórico estructural que si bien sí es orientado (tienen un objetivo: más bienestar, menos huella ecológica) sin embargo no está subordinado a una ingeniería social integral conocida de antemano.
Novedades experimentales positivas
Ponemos tres ejemplos: En primer lugar, destacamos la reducción de jornada laboral, un buen ejemplo de política pública poscrecimiento. Es una de las medidas más habituales, por no decir casi imprescindible, en cualquier programa decrecentista o de economía de estado estacionario. Sin embargo, su entrada en el debate público ha tenido lugar no mediante un choque directo con las lógicas del crecimiento económico sino a través de una defensa de un mayor tiempo libre y sus ventajas para la conciliación, la mejora de la salud física y mental de los trabajadores y, paradójicamente, su asociación a aumentos de la productividad empresarial y laboral o incluso el consumo.
Como segundo ejemplo, queremos destacar las políticas concretas que nos puedan ayudar a dar un salto de escala en el necesario reciclaje de minerales críticos de los que dependen las tecnologías verdes. Lo que se traduciría en un suministro más seguro de recursos limitados y un menor impacto socioambiental en forma de nueva minería. Hoy apenas se reciclan estos materiales, pero esto no es destino, sino que depende de políticas públicas. Y la situación cambiaría sustancialmente si estas se orientan a facilitar inversiones estatales en plantas de reciclaje, a promover diseños estandarizados para facilitar que nuestros objetos se desensambles y legislación draconiana contra fenómenos como la obsolescencia programada.
Finalmente, el tercer ejemplo de política pública poscrecimiento sería una reforma ecológica de la contabilidad nacional que podamos vincular a una redefinición poscrecentista de los criterios de la compra pública. Necesitamos introducir en las cuentas nacionales indicadores biofísicos homologados que vayan más allá del PIB, y que nos permitan tener información clara sobre los impactos ecológicos de nuestros procesos productivos. Con esa información se podrían establecer criterios en la compra pública que redujesen sustancialmente los impactos materiales de la producción e implicarían transformaciones de alcance estructural, ya que la compra pública supone del 18% del PIB.
Diagnóstico histórico
Este planteamiento se apoya en un diagnóstico histórico de cómo ocurren las transiciones sistémicas. Nadie jamás se propuso dar el paso del feudalismo al capitalismo como un proceso diseñado y global. Lo que ocurrió fueron cambios culturales así como reformas legislativas y “políticas públicas” parciales (aunque no se llamaran así) que dieron espacio a mutaciones a favor del mercado y la creciente salarización del trabajo en el seno de la sociedad feudal. Un proceso que fue evolucionando hacia un encaje no diseñado que, siglos mediante, dio lugar a la estructura social capitalista.
Con la transición hacia una sociedad poscapitalista (poscrecimiento, ecosocialista, como lo queramos llamar), ocurrirá igual. Solo que tendrá que suceder de forma mucho más acelerada, en favor de lo cual concurre que, efectivamente, los procesos sociales y los cambios culturales han incrementado considerablemente su velocidad desde la edad media.
Otros más sabios que nosotros dijeron antes que el camino lo es todo y la meta no es nada. La frase es falsa por exagerada, pero tiene algo cierto. En nuestro contexto, pensamos que toca torcer el palo más hacia el cómo, el camino, que hacia el qué, la meta. El decrecimiento es una brújula, cada vez mejor calibrada, con propuestas más sofisticadas y valiosas, que nos orienta hacia un norte ineludible: incrementar el bienestar y la justicia social reduciendo nuestros impactos ambientales en un planeta finito. Pero en lo político recorrer esa ruta nos exige un paraguas de ideas más generoso, más agnóstico, donde quepa el mayor número de sensibilidades ideológicas transformadoras. Y sobre todo, como en todo camino difícil, exige prestar mucha más atención a los pasos concretos sobre un suelo firme lleno de obstáculos que a la imagen ideal y completa de un lejano punto de llegada. Cruzar el río tocando las piedras.
Emilio Santiago es doctor en Antropología y científico titular del CSIC. Héctor Tejero es diputado de Más Madrid en la Asamblea de Madrid y coordinador político de Más País en el Congreso de los Diputados.
8. Kirguistán.
Si, como yo, también os perdéis un poco en cómo les va a los «tanes’ de Asia central, quizá os interese este artículo que acaban de publicar en Left East sobre Kirguistán. Su historia reciente y su situación, ‘demócrata’ pero pobre… Otro caso de ‘éxito’ del desmoronamiento soviético.
Como siempre, la traducción automática deja fuera los numerosos enlaces del texto original.
https://lefteast.org/what-liberalism-did-to-kyrgyzstan%ef%bf%bc/
Lo que el liberalismo le hizo a Kirguistán
Martino Comelli
12 de octubre de 2022
Kirguistán es un producto de la disolución de la Unión Soviética, nacido bajo los auspicios de la autodeterminación y la economía capitalista, en línea con las expectativas del fin de la historia de la posguerra fría. Entre los países vecinos de Asia Central, Kirguistán es la única democracia de la región. Ahora, 31 años después, vemos en esta pequeña y montañosa región las formas elementales de lo que es la democracia en la vida real en el siglo XXI: sus límites, sus retos y su potencial.
A pesar de la democracia, o quizás a causa de ella, el crecimiento económico de Kirguistán ha sido uno de los más débiles de la región. La transición de una economía planificada socialista a una capitalista ha sido un fracaso sin paliativos. A pesar de contar con libertades civiles y políticas -un rasgo único en la región-, la mayoría de los ciudadanos kirguises se muestran apáticos al juego político, mientras que muchos otros están encantados con el nacionalismo, las ideologías reaccionarias, la religión y las normas de género supuestamente tradicionales. Esto sigue un patrón reciente y recurrente que podemos identificar también en otras partes del mundo democrático. ¿Qué puede explicar esta falta de entusiasmo por la democracia burguesa?
No según el plan…
La historia política y económica de Kirguistán se refleja en el urbanismo de Bishkek, la capital del país. Fundada como puesto militar del kanato de Kokand y posteriormente anexionada al imperio ruso, la ciudad comenzó su crecimiento en la década de 1920 como capital de la (posteriormente denominada) República Socialista Soviética de Kirguistán, una república constituyente de la Unión Soviética. Su expansión se intensificó tras la Segunda Guerra Mundial con nuevas zonas industriales y urbanizaciones.
Bishkek fue planificada como una ciudad jardín a pesar de estar situada en un entorno seco. La cantidad de parques y las calles arboladas contrastan con las áridas colinas del sur de la ciudad. Una extensa red de desagües y canales hace posible el verdor de Bishkek. La planificación soviética creó varios barrios o «microdistritos» generalmente no expuestos al tráfico directo de automóviles, desarrollando espacios accesibles y sociales, donde los niños pueden jugar con seguridad en las canchas, bajo la sombra de los árboles. Mientras los árboles proporcionan temperaturas frescas durante los calurosos veranos, un sistema de calefacción centralizado a nivel de la ciudad proporciona un calor confortable durante el invierno.
La mayor parte de la ciudad sigue creciendo sobre sus huesos soviéticos; después de que Kirguistán se independizara de la Unión Soviética en 1991, comenzó otra era geológica para el urbanismo de Bishkek. A pesar de haber alcanzado recientemente el millón de habitantes, Bishkek no puede considerarse una gran ciudad. Es más bien una ciudad obesa, que supera las infraestructuras que la sostienen. La ciudad ha perdido el rumbo. Se produjo una expansión salvaje de nuevos edificios. En su mayoría de mediana altura, estos nuevos desarrollos a veces imitaban un vago estilo haussmaniano, tal vez reflejando las aspiraciones de los nuevos propietarios, pero con resultados extraños. Aquí vemos un marcado contraste con la planificación soviética: los aparcamientos sustituyen a las aceras verdes y anchas, y se utilizan vallas y puertas, algo que nunca ocurrió en el microdistrito soviético.
En un irónico giro de los acontecimientos, mientras que los nuevos proyectos de vivienda en Europa que imitan el modelo de microdistritos se consideran ahora un elemento básico del buen urbanismo, el nuevo desarrollo en Bishkek recuerda a los caóticos desarrollos en toda Europa en los años 60 y 70, en los que los coches se consideraban más importantes que los seres humanos. En el otro lado del espectro, están los llamados «nuevos asentamientos», la otra cara de la polarizante desigualdad creada por la transición. Aquí, una población precaria encuentra refugio, pero está desconectada de la administración de la ciudad, del transporte y de los servicios públicos compartidos, como el sistema de calefacción centralizado. Los hogares se ven a menudo obligados a quemar carbón para calentarse, lo que convierte a Bishkek en una de las ciudades más contaminadas del mundo.
La precipitada transición al capitalismo en el país sumió a la economía kirguisa en una profunda crisis durante la década de 1990. Treinta años después de la transición, Kirguistán acaba de alcanzar el nivel de PIB per cápita que tenía en la última etapa de la Unión Soviética: 30 años de desarrollo económico en el altar del liberalismo. Durante el régimen soviético, la incidencia de la pobreza absoluta era baja en comparación con los estándares de los países de bajos ingresos, mientras que en la década de 1990 aumentó considerablemente. Kirguistán experimentó una recesión de larga duración que estuvo a punto de provocar la ruptura total de su base industrial. Esto también incrementó las disparidades geográficas entre el campo y las ciudades y entre el norte y el sur del país, aumentó las animosidades políticas y étnicas internas, así como las tensiones y conflictos con los países vecinos. Con el fin de la economía soviética, Kirguistán empezó a seguir las doctrinas neoliberales, privatizando los recursos nacionales, especialmente en la industria minera, más rápidamente que cualquier país cercano. La interrupción del sector industrial se consideró entonces como una desaceleración temporal, con la creencia de que la economía haría la transición a una economía de servicios. En realidad, los efectos han sido radicales y permanentes.
El desarrollo del subdesarrollo
En lugar de una rápida recuperación, la transición desencadenó una pauperización generalizada. Para un país en el que el 60% de la población sigue siendo rural, la llegada del mundo postmaterialista fue demasiado optimista. La desurbanización se produjo con la desaparición de algunos centros industriales y el descenso de la producción industrial de Kirguistán. El país se encontró con que dependía de la migración de la mano de obra, la minería y las exportaciones agrícolas.
El 10% del PIB de Kirguistán depende de una sola mina de oro, Kumtor, y el 50% de las exportaciones kirguisas son de oro. Las minas también fueron rápidamente privatizadas y gestionadas por empresas extranjeras. El economista maoísta egipcio Samir Amin (1931-2018) ha etiquetado procesos similares como el desarrollo del subdesarrollo, en el que las economías periféricas sólo se utilizan para extraer recursos naturales útiles para los países centrales y hegemónicos. Aunque esta relación entre el centro y la periferia puede aumentar temporalmente los ingresos de la periferia, también crea subdesarrollo. Impide el avance de un entorno económico más holístico, que puede crear puestos de trabajo en diferentes sectores de la economía y generar un crecimiento económico equilibrado. En cambio, los países periféricos son explotados por el extractivismo, cayendo en ciclos de desindustrialización, y es probable que acaben dominados por la dependencia de sistemas sociales arcaicos.
Lo mismo está ocurriendo en Kirguistán. Aunque los soviéticos explotaron intensamente los recursos naturales de Kirguistán, también transformaron el país y pusieron en marcha un desarrollo industrial e institucional relativamente complejo. En Bishkek, por ejemplo, se produjeron los componentes electrónicos avanzados del programa espacial soviético, lo que permitió al país alcanzar un grado de sofisticación tecnológica y una notable capacidad productiva. Todo esto ha desaparecido. Mientras la economía periférica se aprovecha de sus recursos naturales, los países centrales coordinan y regulan la explotación de los recursos y la producción de servicios y productos de alto valor. Kirguistán ha sido, como muchos otros, víctima de la doctrina del shock, en la que las prioridades eran la apertura comercial, la circulación de capitales, la disciplina financiera, la privatización y el rápido desarrollo de una economía de mercado. John Williamson llamaría más tarde de manera informal a este fenómeno el Consenso de Washington.
El propio John Williamson señaló que «Washington, por supuesto, no siempre practica lo que predica a los extranjeros». De hecho, mientras Estados Unidos y el FMI predican contra el déficit fiscal y a favor de recortar el gasto público, el gasto de Estados Unidos en el sector público y en las industrias (como la de defensa) es astronómico, manteniendo y alimentando con dinero público y rescates una vasta industria militar y un gran sector financiero, como base de la economía estadounidense. El hecho de que el gasto público masivo signifique poco para el estadounidense medio es otro problema que no contradice la importante presencia del Estado estadounidense en la economía.
De hecho, casos como el de Kirguistán dejaron claro que el valor no se produce mágicamente por la simple interacción de la oferta y la demanda en un mercado libre, sino que es el resultado de políticas orientadas al desarrollo del trabajo y la producción. Esto puede llamarse reductivamente una política industrial. En todo caso, la experiencia de Kirguistán muestra por contraste el grado en que el capitalismo se construye, dirige y protege políticamente en Occidente y China. La financiarización del sistema económico estadounidense es un ejemplo de política industrial. Tras la crisis de 2008, el gobierno estadounidense demostró con qué determinación está dispuesto y es capaz de proteger, estabilizar y rescatar al sector financiero. Los países occidentales tienen la capacidad de redistribuir el dinero según consideraciones políticas; aunque la mayoría de las veces la redistribución es horizontal y no vertical, las herramientas y el poder están ahí. Los rescates a los bancos son un buen ejemplo, y en el sector financiero, o cuando el Estado decide externalizar sus funciones para privilegiar a un sector, como la vinculación de las pensiones a los mercados financieros. Esta capacidad de redistribución es insignificante en países como Kirguistán. Dado que esos países fueron saludados como el fracaso de la idea socialista, con el capitalismo como única posibilidad, el capitalismo no necesita enmascararse en esos países: aquí no hace falta un capitalismo con rostro humano. Es pura explotación, tanto por parte de los actores locales como de los internacionales.
Si la autodeterminación era un objetivo, también ha fracasado. Los kirguises emigraron en masa, y hoy en día, el 30% del PIB del país está representado por las remesas de los emigrantes laborales kirguises, que trabajan principalmente en Rusia. A menudo tienen que sufrir el racismo institucional del gobierno ruso, además de la brutal violencia de los nacionalistas rusos. La emigración rompió familias y más de 277.000 niños fueron dejados por sus padres en Kirguistán, todo por la necesidad económica creada por la transición.
No tan irónicamente, los mismos patrones tóxicos también surgieron dentro de Kirguistán frente a otras etnias del país, como los uzbekos, los uigures y los dungan, que juntos siguen representando el 28% del país. En 2010, en Osh, un conflicto entre uzbekos y kirguises causó la muerte de 426 personas y obligó a otras 80.000 a reubicarse, mientras que, más recientemente, un conflicto militarizado en la frontera sur provocó tensiones con Tayikistán por los recursos comunes.
La composición étnica de Kirguistán es cada vez menos diversa. Aprovechando el descontento generalizado de las víctimas de la transición económica, grupos nacionalistas como Kyrk Choro experimentaron un importante aumento de popularidad, especialmente entre la población rural. El primer presidente kirguís, Askar Akayev, comprendió rápidamente que el patrioterismo podía ser un gran problema para Kirguistán, e intentó establecer el nuevo Kirguistán como una forma de nacionalismo cívico bajo el lema «Kirguistán es nuestro hogar común». Este programa fracasó rápidamente, y un giro cada vez más nacionalista se ha convertido en la nueva normalidad, aceptada por todo el espectro político.
La lógica de los nuevos nacionalismos significa que las viejas amistades en el espacio postsoviético han desaparecido. Se intentó recrear un espacio económico protegido de los países postsocialistas estableciendo una unión aduanera con Rusia, Kazajstán y otros países de la región. Los políticos kirguises vieron con entusiasmo la posibilidad de volver a desarrollar la industria local. ¿Pero qué industria local? Mientras tanto, el mundo era diferente, y la lógica de la Unión Económica Euroasiática era sobre todo una iniciativa dirigida por Rusia para impedir las exportaciones de China y proteger la hegemonía comercial rusa en la región. Esto supuso otro golpe para Kirguistán, ya que la reexportación de productos de origen chino a Rusia y a los países de Asia Central era uno de los sectores más dinámicos de su economía.
El internacionalismo liberal fue otra promesa del orden liberal, que no funcionó para la mayoría, ni en Kirguistán ni en ningún otro lugar. En cambio, multiplicó los nacionalismos, creando etnoestados balcanizados, intensificando y multiplicando los conflictos y la opresión étnica. Los liberales de facto, al carecer de cualquier otro asidero ideológico, no hacen otra cosa que permitir la extrema derecha. Especialmente tras la invasión rusa de Ucrania, muchos intelectuales y académicos liberales de la región han abrazado funcionalmente el nacionalismo, a menudo bajo el disfraz de moda de una versión intelectualmente débil de la descolonización (anticomunismo con nuevos ropajes). La misma élite que apenas podía hablar kirguís siente ahora la necesidad de convertir la lengua en un arma y movilizar la identidad para establecer su posición política. Esta política de identidad nacionalista, tan típica en Europa y en los partidos moderados de Estados Unidos también, será contraproducente y permitirá a los derechistas. Cuando se trata de nacionalismo, ¿por qué deberían los electores elegir versiones débiles y liberales cuando pueden votar por el verdadero? ¿Por qué deberían creer en los liberales y en su vaga promesa de mejora económica que siempre no se materializa?
…o barbarie
La falta de planificación y dirección común no sólo acabó con las aceras verdes de Bishkek, sino con toda la estructura de la sociedad. A pesar de las especificidades locales, una gran característica del capitalismo es homogeneizar globalmente no sólo la producción sino también los problemas políticos, y los problemas de Kirguistán están en línea con lo que hemos visto en todas partes en los últimos años. Si hay alguna diferencia, se trata más de la intensidad, que de la naturaleza del problema.
Cuando el último presidente, Sadyr Japarov, fue elegido, la prensa liberal lo comparó con Trump u Orban, convirtiéndolo en una figura más de una barrida global de demagogos nacionalistas de derechas que movió el espectro político en todo el mundo. Sin embargo, Japarov era en general muy querido por los pobres del campo y la ciudad. Su aumento de popularidad ni siquiera fue previsto por la intelectualidad urbana y los medios de comunicación debido a su escaso dominio y conocimiento del resto del país. Mutatis mutandis, la razón de la elección de los nacionalistas en todo el mundo, es la misma en todas partes: un sentimiento de soledad, abandono y perturbación provocado por el capitalismo. El altísimo índice de abstención y la falta de entusiasmo por las elecciones en Kirguistán, como en cualquier otra parte del mundo, se producen cuando la política decide ser impotente ante el capitalismo desenfrenado. Pero también sabemos que la elección de un hombre fuerte no resuelve el problema, sino todo lo contrario.
El barrido global hacia la ilusión nacionalista no creará más seguridad, sólo más miseria. Siguiendo las predicciones de Samir Amin, los sistemas sociales arcaicos tienden a fortalecerse en los países periféricos. La falta casi total de protecciones sociales hace que las mujeres sean a menudo las principales proveedoras de atención social en el país y, por supuesto, una presión social para ser madres y cuidadoras. Los desequilibrios de género se profundizaron en todo el contexto postsoviético. La vergonzosa ley sobre la violencia familiar en Rusia es un claro ejemplo de esta tendencia, así como los ataques de los miembros de Kyrk Choro contra las feministas locales de Bishkek. Ante la falta de solidaridad social, la gente sólo puede confiar en su familia o, en el peor de los casos, en Dios. Y esto explica la proliferación de mezquitas y madrazas por todo el país, en un país que tradicionalmente no era muy religioso.
A pesar de la ilusión nacionalista en pleno apogeo, Japarov no difiere realmente de los presidentes anteriores en cuanto a políticas. Mientras Japarov nacionalizaba la mina de oro como medida populista, a pesar de que de todas formas estaba a punto de agotarse, los anteriores propietarios canadienses lanzaron un arbitraje internacional que bloqueó temporalmente cualquier otro comercio de oro kirguís, un buen recordatorio sobre el alcance real de la soberanía nacional. Pero la lección no se aprende, y las privatizaciones volverán en pleno apogeo. Japarov prometió privatizar las centrales eléctricas y los bancos, y seguir, en línea con su predecesor, desmantelando el bienestar público y reduciendo los impuestos. Por ejemplo, en 2017, el Estado decidió no gravar las escuelas privadas. Japarov quería ir más allá introduciendo un sistema de vales, que no se ha aplicado con éxito en ningún lugar del mundo pero que se intenta continuamente. Este enfoque favorece a las escuelas urbanas privadas, socavando su contraparte pública más responsable. Los vales serían otro regalo para la élite liberal urbana en contra del vasto campo, donde no hay más escuelas que las públicas.
Complejo industrial filantrópico y fuga de cerebros interna
Mientras los huesos del país se han roto, un nuevo credo liberal se ha impuesto desde fuera, y a menudo financiado y fomentado por donantes externos y organizaciones internacionales. Esto ha creado algunos puestos de trabajo cómodos para la clase media local. El FMI, lacónicamente, señaló los malos resultados económicos de Kirguistán, diciendo que es «productividad atrasada y dependencia del oro, las remesas y la ayuda extranjera». A diferencia de las remesas, la ayuda exterior suele ir acompañada de cierto grado de envenenamiento ideológico.
Un ejemplo de este envenenamiento es la fuga interna de cerebros. Los graduados de las mejores universidades del país emigran físicamente o permanecen en el país, pero son más responsables ante los donantes extranjeros y sus proyectos y objetivos (a menudo engañosos) que ante las necesidades reales de la población local. A menudo, esos proyectos se ven muy bien en Instagram, pero carecen más o menos de importancia real. La mayor parte de la exaltada sociedad civil, la prensa, las instituciones y diversas ONG siguen funcionando gracias a los fondos extranjeros.
Según el credo liberal, la educación, la creación de «capital humano» ha sido considerada como la principal forma de sostener y desarrollar el país. Pero, por desgracia, a pesar del lenguaje ultracapitalista, las analogías y las mistificaciones relacionadas, el «capital humano» no es en absoluto capital. El «capital humano» es mano de obra, y no es nada sin trabajo. El capital humano necesita del capital financiero para ser útil. En otras palabras, sin capital financiero, el capital humano es inútil. Los liberales, como siempre, tratan de arreglar a los pobres de forma moralista, en lugar de tratar de arreglar la pobreza. Así, el «capital humano» se encuentra o bien emigrando, o bien trabajando a distancia para empresas extranjeras (que la mayoría de las veces eluden completamente los impuestos locales), o bien trabajando para los grandes sistemas industriales filantrópicos. Esto crea la ilusión de una sociedad civil que es poco más que una pequeña burbuja urbana. La destrucción de cualquier capacidad productiva durante la transición y la falta de cualquier política, plan u objetivo industrial hace que la búsqueda de capital humano sea un esfuerzo caprichoso y puramente ideológico.
En todo caso, el capital humano es aún más irrelevante hoy en día, donde la mayor parte no necesita ni siquiera desplazarse físicamente para trabajar en actividades más intensivas en capital. En Bishkek florecen muchos programadores, expertos en informática, servicio al cliente, trabajadores de logística, profesores y otras actividades a distancia. Sin embargo, esas actividades apenas aportan nada a las finanzas públicas, ya que su evasión fiscal es casi total. Esto no genera ninguna expectativa hacia el público: cada uno está por su cuenta bajo el sol neoliberal, y fomenta la fuga de cerebros interna.
Esto, de nuevo, está lejos de ser una especificidad kirguisa. Tras la agresión rusa en Ucrania, muchos programadores y trabajadores remotos rusos inundaron Bishkek, Almaty, Tiflis y Ereván. La mayoría de ellos lo hizo no por su oposición ideológica a la guerra, sino por las sanciones, incluida la necesidad de tener cuentas bancarias en el extranjero para seguir recibiendo sus salarios. La mayoría de ellos han regresado ahora a Rusia. ¿Qué impacto tienen esas personas en el bien común? El alquiler se ha encarecido, eso es seguro.
¿Qué es la democracia en este contexto? Desprovista de cualquier sabor ideológico, si no es el nacionalismo y el liberalismo, la política se convierte en un mercado, y el parlamentarismo kirguís se parece más a un bazar que a un centro de dirección y visión del país. Los estudiosos del parlamentarismo kirguís muestran cómo el parlamento es algo más parecido a un centro de intercambio de intereses privados y de negocios que permite habilitar transacciones y fomentar nuevas oportunidades de negocio. La intelectualidad liberal se mantiene mayoritariamente al margen de la política sucia del país, prefiriendo el papel de guardián (a menudo alimentado con dinero extranjero). Sin embargo, la decisión consciente de evitar la política real les resta potencia.
En resumen, la transición al capitalismo no regulado ha conseguido destrozar el país y socavar su sistema productivo, mientras que la receta liberal para el desarrollo -centrada en la capacidad individual y no en la producción de valor como bien social- mantiene a Kirguistán en la ruina. La democracia que renuncia al control de los medios de producción no es una democracia sino una explotación. Sin embargo, la democracia conlleva un potencial, y el hambre de una alternativa está claramente presente. Tal vez, en Kirguistán y en otros lugares, sea un poco ingenuo considerar a los votantes de la derecha radical como socialistas avergonzados, pero también es cierto que las campañas de la izquierda que más éxito han tenido en los últimos años se han centrado en cuestiones económicas básicas y han hablado claramente al electorado. En lugar de insistir en que las identidades nacionales son una forma de fomentar la solidaridad, la izquierda debería crear solidaridad a través de la redistribución y, sobre todo, de una idea socializada de la creación de valor.
9. El aislamiento de Putin
Toda la prensa va hoy con la noticia de la ‘derrota’ de Rusia en las Naciones Unidas al aprobarse una resolución de condena por la ‘anexión’ de las nuevas regiones. Los países no totalmente sometidos a Occidente en su mayoría se han abstenido -30-, y estas son imágenes de Putin hoy mismo:
https://twitter.com/apocalypseos/status/1580424790862888961
Allí acaba de decir que «El mundo se está volviendo multipolar y están surgiendo nuevos centros de poder en Asia».
https://twitter.com/GazetaRu/status/1580433663673573376
El ministro indio de exteriores, de visita en Australia, hizo hace unos días estas declaraciones: «»No abandonaremos a Rusia, nos ayudó cuando Occidente se negó»: El ministro de Asuntos Exteriores, Jaishankar, elogia a Rusia en Australia, insiste en la necesidad de la diplomacia en el conflicto Ucrania-Rusia.» https://twitter.com/TimesNow/status/1579324430781919233
Por cierto, hoy no hago un mensaje sobre energía, pero ayer esto fue lo que dijo Putin en la «Semana rusa de la energía»: «Rusia podría trasladar el tránsito de gas del Nord Stream a la región del Mar Negro y hacer así que las principales rutas de suministro de nuestro gas natural a Europa pasen por Turquía, creando en este país el mayor centro de gas para Europa». «Crear nuevas infraestructuras en el Mar Negro en lugar de restaurar el Nord Stream será más rápido», dijo.
Turquía, en respuesta, reflexionó sobre la propuesta de Putin. El ministro turco de Energía, Fatih Donmez, dijo que era técnicamente posible y que debía estudiarse en detalle.https://twitter.com/apocalypseos/status/1580420361833025537
10. Situación militar
Las fuentes habituales han publicado poco, así que os paso en primer lugar un ‘parte de guerra’ ruso de una fuente que no suelo citar, que me parece bastante ajustado a la realidad -desde el punto de vista ruso, claro-. Empieza con un resumen del resultado de los dos días de bombardeos masivos. Es un hilo con varios vídeos. Está en ruso pero subtitulado en inglés. A parte de las escaramuzas de estos últimos días, parece que los ucranianos se están planteando en serio un ataque hacia Zaporozia, y también tienen un especial interés en la central nuclear de Energodar -aunque de eso no se habla en estos vídeos-. Es para ellos uno de los objetivos principales en los que insisten. Y hemos visto que pasa cuando insisten mucho en un objetivo: Isla de las Serpientes, Moskva, puente de Kerch…
https://twitter.com/DeuNachrichten/status/1580404207693467648
Y este es el artículo de hoy en Slavyangrad.es, insistiendo en que las autoridades rusas son demasiado ‘blandas’ en esta guerra, han planificado mal y tienen un ejército mal preparado y con problemas de suministro:
https://slavyangrad.es/2022/10/13/25693/
Una guerra extraña
Publicado por @nsanzo ⋅ 13/10/2022 Artículo Original: Antifashist
El experto militar y antiguo miembro del Estado Mayor, el coronel retirado Konstantin Sivkov cree que los ataques de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa contra la infraestructura ucraniana son una advertencia. “Moscú está dejando claro a Kiev que si las autoridades ucranianas suben la apuesta, el siguiente paso serán ataques a los centros de decisión”, opina. De hecho, este argumento no es más que la repetición de algo que ya se ha dicho anteriormente al más alto nivel. Resulta que nuestro comando y autoridades políticas conducen sus operaciones militares en Ucrania según el principio del “ojo por ojo”, entendiendo que su actividad aumenta solo como respuesta a los actos de los servicios de seguridad de Ucrania, como el ataque al puente de Crimea.
La importancia del puente es de estatus, pero también como línea operativa: es una de las vías para garantizar el suministro del frente. Es uno, pero no el único. Ahora mismo, el suministro a las tropas de la operación militar especial en el frente continúa, aunque no a través de la ruta de Crimea, sino por la vía terrestre y el mar de Azov, a través de Mariupol y Berdyansk.
¿Cuál es el resultado de dos días de ataques con misiles contra las infraestructuras energéticas de Ucrania y estructuras de control de las Fuerzas Armadas de Ucrania y otros cuerpos de seguridad? En casi todo el país se han producido apagones, pérdida parcial de las comunicaciones móviles y dificultades para el acceso a internet. No es tanto. Todo ello puede ser reconstruido en un mes y medio. Si se atiende a lo dicho al más alto nivel, esta acción es algo temporal. Es más, nada similar se ha hecho tras los bombardeos de regiones fronterizas a Ucrania: Kursk, Belgorod, Bryansk, ni a territorios recientemente rusos como la RPL, la RPD, Zaporozhie y Jerson.
Hoy, mientras Ucrania permanecía bajo el fuego masivo de los misiles, las Fuerzas Armadas de Ucrania abrieron fuego en las regiones de frontera de la Federación Rusa, como han hecho en otras ocasiones. Es una guerra extraña, ¿verdad? El comando reacciona duramente solo ante actos concretos, mientras que se mantiene a la defensiva el resto del tiempo. Además del generalmente pasivo impacto sobre los sistemas energético y de transporte y la estructura de control de Ucrania, las tropas rusas no tienen la iniciativa en el frente. En realidad, se la han entregado al enemigo hace mucho tiempo.
Eso hace surgir la pregunta de si es posible ganar guerras conduciendo operaciones militares de esta forma. No lo es. Pueden criticarme por el estilo, pero estas conclusiones proceden de haberme familiarizado con las cuestiones militares, haber estudiado en una de las instituciones militares de más nivel en la Unión Soviética y haber servido activamente en posiciones de mando. A esto habría que añadir que es cuando menos estúpido ofrecer al enemigo sentarse a la mesa de negociación sin ningún éxito en el frente. Desde una posición de debilidad, es imposible convencer al enemigo a que se rinda. El enemigo solo puede verse obligado a pedir clemencia tras haberse creado condiciones insoportables para su existencia. Primero debe ser derrotado en el frente, no solo una vez, sino llevar a su ejército al estado de colapso. Esta es la única manera de llevar al enemigo a suplicar negociaciones. No al revés.
Para romper al enemigo, es necesario realizar operaciones militares con todas tus fuerzas, de forma ofensiva y progresiva, aumentando el nivel, sin dar al enemigo un minuto de descanso ni la oportunidad de recuperar o reagrupar a sus tropas derrotadas. Y no debe surgir siquiera la idea de un gesto de buena voluntad hacia el enemigo. En ese caso, el oponente ve una debilidad y se pierde la iniciativa en lugar de conseguir una victoria decisiva durante estas pausas. Los descansos y pausas causadas por la necesidad urgente de tirar de reservas y de la retaguardia indican una deficiente planificación militar. La falta de suministro de material y medios técnicos indica un mal trabajo tanto de la administración militar como de los servicios en la retaguardia. Y pueden indicar que las fuerzas armadas no están preparadas para operaciones militares.
En esas circunstancias, sería mejor no iniciar operaciones militares, pero una vez que la confrontación se ha iniciado, es necesario luchar de forma resolutiva, sin pararse a pensar en la valoración de la comunidad internacional ni en la verborrea de los políticos occidentales o el estrato liberal de nuestros compatriotas.
Digamos que todo lo que ha ocurrido desde el 24 de febrero de este año se hubiera producido sobre la base de unas decisiones tomadas a partir de una valoración incorrecta de la situación, del estado de las tropas enemigas y de las propias. Cuando se entra en la batalla, es mejor no pensar en la retirada, la única forma de salir de la situación es arreglar las cosas, apretar los dientes sean cuales sean las dificultades. Como dicen, no hay mal que por bien no venga. Rusia tiene la oportunidad de reorganizar su ejército, endurecerse en la batalla y deshacerse de quienes sobren en las Fuerzas Armadas y en las estructuras de poder a nivel local y estatal.
La actual situación también ayudará a lidiar con el desastre del complejo militar-industrial del país y a reforzar el sistema de responsabilidades. Existe también la oportunidad de valorar las debilidades y los errores de la construcción militar y determinar los conceptos de futuros conflictos, algo que permitirá valorar correctamente la dirección del desarrollo de armas avanzadas y la estrategia militar.
Por ejemplo, en los noventa ni en la primera década de este siglo queríamos escuchar en las Fuerzas Armadas nada sobre vehículos aéreos no tripulados, que se consideraban una pérdida de tiempo. Ahora vemos que todo se mueve en una dirección en la que los drones pronto serán la base de las operaciones de combate en tierra, mar y aire. Por cierto, las interrupciones temporales en los ataques contra las infraestructuras ucranianas pueden deberse a que para cada ataque masivo es necesario acumular grandes cantidades de proyectiles de largo alcance y alta precisión y que la industria militar no tiene la capacidad de producirlos en suficientes cantidades de forma continuada.
Ahora sabemos que se puede salir de la guerra en Ucrania como vencedores o vencidos. La derrota implicaría el colapso de Rusia. Así que es necesario actuar sobre la base de esta certeza. Es decir, no tenemos derecho a perder.
Qué más se puede decir. Hay algo llamativo: la ausencia de carros de combate blindados Teminator en el frente (aunque se ha anunciado que están de camino). No hay información sobre el uso de sistemas modernos de guerra electrónica, guerra de contrabatería, armas láser y otros ejemplos presentados con ostentación en exhibiciones y foros militares. También se informa de que las tropas ucranianas han empezado a usar más sus fuerzas de tanques. ¿Dónde están nuestras armas antitanque capaces de destruir los blindados con más avanzada protección? La falta de drones, sistemas modernos de comunicación segura e imágenes térmicas también son problemáticas para nuestras tropas, como lo es la falta de vigilancia, reconocimiento, control y en el frente y los sistemas de corrección de fuego. En resumen, existe una clara idea de cuál es la dirección en la que las autoridades militares deben trabajar activamente para prepararse para posibles guerras abiertas con Estados Unidos o sus aliados, que pueden no ser inevitables.
11. Lo nuclear.
Precisamente acaban de anunciar que cuando se acabe el combustible que tienen ahora en la planta nuclear de Energodar, volverán a usar el ruso -si no la ocupan antes los ucranianos-: «La central nuclear de Zaporozhye se cambiará al combustible ruso cuando agote sus reservas actuales, dijo Renat Karchaa, asesor del director general del consorcio Rosenergoatom.
También señaló que la transición de la central nuclear de Zaporozhye al sistema ruso de almacenamiento de combustible gastado ya ha comenzado.»
https://t.me/tass_agency/160309
12. La preocupante salud mental de Biden.
Se hacen muchas bromas con los problemas de orientación de Biden en el estrado, pero más preocupante es que si hace unos días en una reunión preguntaba por una congresista que había olvidado que murió recientemente (https://twitter.com/Falastinecom/status/1575488745440018435), ahora Biden parece haber olvidado cómo murió su hijo Beau. Según él, le dieron una medalla y murió heroicamente en Irak. En realidad, murió en EEUU por un tumor cerebral. «Lo digo como padre de un hombre que recibió la Estrella de Bronce, la Medalla al Servicio Conspicuo y que perdió la vida en Irak». Hacia el final del vídeo.
https://twitter.com/PacGeopolitics/status/1580468293093101568
Aunque ahora algunos especulan que lo dice porque él cree que el humo tóxico que respiró allí le provocó el cáncer: https://www.pbs.org/newshour/health/biden-addresses-possible-link-between-sons-fatal-brain-cancer-and-toxic-military-burn-pits