Del compañero y miembro de Espai Marx Carlos Valmaseda.
1.Problemas en Volkswagen.
2. Una muestra de nuestra clase dirigente.
3. Línea roja fosforito.
4. El candidato de la izquierda en Sri Lanka.
5. El fascismo cotidiano.
6. De Villepin vuelve al ataque.
7. Las elecciones estadounidenses desde el sur.
8. La falsa guerra contra el terror.
9. Bangladesh visto desde la izquierda (observación de José Luis Martín Ramos).
1. Problemas en Volkswagen
Es comprensible que tanto el establishment como los trabajadores de la industria del automóvil alemana pidan «virgencita, que me quede como estoy», pero me temo que ese tiempo ha pasado. En el artículo de Ferrero, sin embargo, obvia una de las causas principales del rápido declive: renunciar voluntariamente al gas ruso, su fuente energética más barata y asequible. Por lo de los coches no puedo sino alegrarme. Uno de los peores inventos jamás creado. Lo que me preocupa, eso sí, es que antes que con Volkswagen imagino que acabarán con SEAT, así que habrá que buscar una alternativa para sus trabajadores. Últimamente se ha hablado mucho de la italiana GKN, de la que ya os había pasado alguna cosa, por lo que no insistí con esta entrevista a uno de sus trabajadores, también en El Salto: https://www.elsaltodiario.com/
Y tras esa disgresión, os dejo el artículo sobre las dificultades de Volskwagen. https://www.elsaltodiario.com/
Volkswagen y el “hombre viejo” de Europa
La semana pasada los medios informaban de que Volkswagen se plantea cerrar “al menos” una planta de producción de automóviles y otra de fabricación de componentes en Alemania.
Àngel Ferrero 11 sep 2024 06:19
Desde mediados del siglo XIX más o menos han sido varios los estados que han buscado colgar a otro la etiqueta de “hombre enfermo de Europa” en su espalda. De tanto coserla y descoserla no solamente la etiqueta está deshilachada: también las levitas de cancilleres y jefes de estado están como raídas y desgastadas. Quizá por ese motivo estos días se habla más del “hombre viejo de Europa” en Alemania, el país cuyos medios de comunicación no dudaron en clavársela con largos alfileres a Grecia hace más de diez años, en plena crisis de deuda. También lo emplean algunos medios internacionales, que han pasado de publicar en unos pocos años portadas con el águila federal con bíceps como símbolo de la fortaleza de su economía a preguntarse si Alemania es “otra vez el hombre enfermo de Europa”.
Ahora ya no son los achaques propios de la edad. El paciente se ha roto directamente la cadera: la semana pasada los medios informaban de que Volkswagen se plantea cerrar “al menos” una planta de producción de automóviles y otra de fabricación de componentes en Alemania como parte de su plan de reestructuración, de acuerdo con el comité de empresa. La noticia cayó como un jarro de agua fría, no en último lugar porque Volkswagen se enorgullecía de no haber cerrado ni una sola fábrica en Alemania en sus 87 años de historia. Actualmente la compañía cuenta con unos 680.000 empleados a nivel mundial y más de 330 mil millones de euros de beneficios anuales.
El objetivo de Volkswagen es ahorrar entre dos y tres mil millones de euros antes de terminar el año y reducir sus costes de producción en torno a los diez mil millones de euros hasta 2026. El director financiero de la compañía, Arno Antlitz, aseguró en una tensa reunión con los trabajadores en la sede de Volkswagen en Wolfsburgo (Baja Sajonia) que se trata de medidas drásticas que la empresa debe tomar. “Tenemos un año, quizá dos, para revertir esta situación, pero tenemos que aprovechar bien este tiempo”, señaló Antlitz.
Volkswagen espera vender unos 500.000 coches menos en Europa cada año en comparación con los niveles anteriores a la pandemia de covid-19, una caída “equivalente a unas dos plantas [de producción]”, según los cálculos del propio Antlitz. Aunque reconoce la crisis, el sindicato IG-Metall responsabiliza a la dirección de Volkswagen de la presente situación, rechaza cualquier opción de recortar personal y advierte que emprenderá acciones de protesta contra el cierre de fábricas.
Stephan Weil, el ministro-presidente socialdemócrata de la Baja Sajonia —el estado federado cuenta con una participación del 20% en la empresa; los otros accionistas más importantes de Volkswagen son la familia Porsche-Piëch (50%) y el emirato de Qatar a través de un holding (10,5%)—, también se ha opuesto al cierre de factorías. “La industria del automóvil es uno de los pilares de Alemania como centro industrial y debería continuar siéndolo”, afirmó por su parte el vicecanciller y ministro de Economía Robert Habeck (Los Verdes), quien, como IG-Metall, cargó la responsabilidad sobre la dirección de Volkswagen.
Entre tanto, la situación en Volkswagen ya preocupa a la Unión Europea. El comisario europeo de Mercado Interior, el francés Thierry Bretton, admitió que el panorama no se puede “embellecer”: “El anuncio de cierre de fábricas me preocupa mucho”, manifestó al añadir que hay que “conservar y proteger nuestro know-how, nuestra energía innovadora y nuestra competitividad”. En sus declaraciones, Bretton también se refirió a los problemas que atraviesa Audi en la propia Bruselas.
Los problemas económicos de Volkswagen han brindado al presidente de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), un recrecido Friedrich Merz, otra oportunidad para atacar al gobierno del canciller Olaf Scholz, al que ha acusado veladamente de inacción. “Alemania ya no es suficientemente competitiva”, lamentó Merz en un acto del partido en Osnabrück (Baja Sajonia). Aunque el presidente de la CDU calificó la noticia de “señal de alarma”, más adecuado sería hacerlo de síntoma de una enfermedad más profunda. El 5 de septiembre el instituto de investigación económica Ifo declaraba Alemania “en crisis estructural” y corregía sus previsiones de crecimiento a la baja. Según los investigadores de este instituto, la industria alemana retrocederá este año un 2%, la economía se estancará y el desempleo repuntará. Unos días antes el instituto GFK ya había registrado una caída en el clima de consumo durante el mes de julio en Alemania, que atribuyó a que los alemanes prefieren ahorrar frente a la incertidumbre económica y el incremento del paro. El indicador de esperanza de mejorar los ingresos de este instituto ha caído 16’2 puntos desde la última medición.
Buscando culpables
Una de las razones más citadas estos días en los medios de comunicación es que la transición al coche eléctrico no ha funcionado como la empresa de Wolfsburgo esperaba. La demanda ha sido inferior a lo calculado por los fabricantes, no solo Volkswagen. En agosto se registraron en Alemania 197.000 nuevos automóviles, un 28% menos que en el mismo mes de 2023, y la cifra es aún más baja en el caso de los automóviles eléctricos: 27.000 nuevos registros, o un 69% menos en comparación con el mismo mes del año pasado. Algunos comentaristas en medios de comunicación y el sindicato IG-Metall acusan a Volkswagen de no haber prestado la suficiente atención a los modelos híbridos.
Con todo, China se ha convertido en el auténtico chivo expiatorio de los problemas de la industria automovilística alemana. Es un discurso que viene sosteniendo, entre otros, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien ha solicitado desde hace tiempo una investigación a los subsidios que Beijing concede a las empresas fabricantes de automóviles eléctricos chinas. La mayoría de automóviles eléctricos cuestan en el mercado entre 30.000 y 50.000 euros, mientras que los modelos importados desde China tienen precios más asequibles. La respuesta de Bruselas ha sido proponer aranceles a su importación —en algunos casos el porcentaje podría ser de hasta el 36,3%—, que, de aprobarse el próximo 30 de octubre, podrían comenzar a aplicarse con efecto inmediato. La respuesta de Beijing ha sido asimétrica, iniciando una investigación sobre las importaciones de alimentos y bebidas de procedencia europea —lo que podría afectar especialmente a la industria cárnica de países como España— y que ha sido visto como una señal de alarma ante la posibilidad de que este tipo de “guerras aduaneras” aumenten en intensidad y sean más frecuentes en el futuro inmediato, con repercusiones negativas para las industrias locales y, por extensión, sus trabajadores y sus consumidores.
Para ilustrar los problemas de Alemania, Münchau menciona los problemas de otro gigante industrial teutón, ThyssenKrupp, “la encarnación del sistema conocido como capitalismo renano”
“Konjunktur, como lo llaman los alemanes, no es el problema”, escribía hace unos días el analista Wolfgang Münchau en su confidencial, EuroIntelligence. Konjunktur, continuaba, “es la noción de varios factores económicos externos que descienden sobre el ciclo empresarial”. Como recuerda este comentarista, “los problemas coyunturales son normales y normalmente se gestionan con una política monetaria y fiscal”. Para Münchau, el problema de Alemania no es coyuntural, sino estructural, y se basa en dos “desplazamientos irreversibles: en la tecnología y la demanda global”.
Münchau argumenta que el sistema económico alemán “es demasiado dependiente de la industria manufacturera, y su sistema político nunca supo hacer nada mejor que alimentarlo.” Mientras funcionaba bien —en buena medida, a costa de sus vecinos—, Alemania era una “isla de felicidad” en medio de una Europa en crisis de deuda. La solución a los problemas pendientes del país —desde una mayor agilidad de la pesada burocracia local hasta la digitalización— se iban postergando. Los celebrados (ahora ya no tanto) años de Angela Merkel en la Cancillería fueron en buena parte eso mismo.
Para ilustrar los problemas de Alemania, Münchau menciona los problemas de otro gigante industrial teutón, ThyssenKrupp, en cuyo comité ejecutivo están representados también políticos y sindicatos en lo que supone “la encarnación del sistema conocido como capitalismo renano” y que también se da en otros de los sectores clave de la industria alemana como el del automóvil, la construcción de maquinaria y el químico. La diversificación y la necesidad de contar con una tecnología muy especializada en los mercados actuales, explica Münchau, exige de empresas ágiles y especializadas. En otras palabras, el modelo opuesto al de la Alemania actual y que ya no satisface a nadie: ni a sus empresarios, que ven sus beneficios menguar, ni a sus trabajadores y consumidores, cuyo nivel de vida se estancó hace años y ahora comienza a periclitar de manera evidente.
Desde las páginas de The Guardian, el editor económico de este diario, Larry Elliot, escribía que “la dura verdad es que Alemania ya no es un modelo apropiado para Reino Unido o para cualquier otro país: es un país en el que la amenaza a la democracia que suponen los partidos extremistas es el resultado de su fracaso económico […] En cierto sentido, Alemania se ha convertido en víctima de su propio éxito: no vio ningún motivo para cambiar el modelo e invirtió demasiado poco en infraestructura física, humana y digital.”
“Los beneficios no son suficientes para gestionar la transformación a los vehículos digitales y eléctricos”, consignaba Reinhard Bingener en el Frankfurter Allgemeine Zeitung el pasado 3 de septiembre. “La debilidad general de Alemania como centro productivo con elevados salarios, el tránsito, hoy difícil de calcular, hacia la movilidad basada en el vehículo eléctrico, y los crecientes riesgos en China dan como resultado un triángulo tóxico para la empresa”, argumentaba Bingener. Münchau no se muestra especialmente optimista.
“Las elecciones políticas en Alemania están entre una izquierda que todavía sigue anclada en un pasado industrial y una izquierda que culpa a los extranjeros”, critica. “No hay ningún tipo de debate sobre resiliencia, robustez, diversificación, renovación”, lamenta. El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) ya ha propuesto subvencionar el precio de la electricidad para las factorías de automóviles, cubriendo una parte del coste hasta que las compañías productoras tengan disponible una energía más barata de origen renovable, una medida que algunos consideran, razonablemente, como un parche. Ausente de todo este debate está la escalada de los precios de la energía en el país —y su impacto directo en la producción industrial y, como consecuencia de ello, en la competitividad de Alemania— a raíz de la política de la Unión Europea de sanciones a la importación de petróleo y gas rusos tras la invasión de Ucrania, de la que Alemania era la principal beneficiaria.
Los problemas de Alemania no serían, por tanto, coyunturales, afirma Münchau, sino “una fase histórica”, que se desplegará y terminará como lo hicieron otras antes. La pregunta, por supuesto, es cuándo y cómo. De momento, los pronósticos no son muy buenos ni para Alemania ni para Europa.
2. Una muestra de nuestra clase dirigente
El título ya indica el aprecio que siente el autor por el elegido por Macron como Primer Ministro de Francia. https://newleftreview.org/
El sepulturero
Romaric Godin 12 de septiembre de2024Política
Cuando el 5 de septiembre se anunció el nombramiento de Michel Barnier como Primer Ministro, muchos electores franceses experimentaron dos sensaciones simultáneas que dicen mucho sobre el rumbo político del país. La primera fue, naturalmente, la sorpresa: que un hombre que ya no se considera un político de primera línea, cuyo nombre ni siquiera se mencionó durante la campaña electoral, recibiera este cargo. La segunda fue un déjà vu. A lo largo del último medio siglo, Barnier ha ocupado casi todos los cargos del cursus honorum de la política francesa: electo local, diputado, senador, ministro, comisario europeo. Es una figura ejemplar del vieux monde al que Emmanuel Marcon pretendía oponerse cuando se presentó a las elecciones presidenciales como «modernizador» y «perturbador» en 2017.
¿Quién habría imaginado que al final de su carrera -a los 73 años- Barnier se instalaría en Matignon? Tras su nombramiento, circuló por las redes sociales un clip de archivo de 1971 que mostraba a un joven Barnier pronunciando un discurso tan insípido y anodino que ya sonaba como un político curtido. Da la impresión de que nunca ha cambiado, de que ha nacido, como Atenea, con todas las de la ley. Típico arribista de la clase política burguesa conservadora, no ha conocido otra profesión: elegido para un cargo público en su región natal de Saboya a los 22 años, a los 27 ya era diputado. El clip viral delata su esencia: un estadista ambicioso pero de segunda fila, que se ha pasado la vida navegando por las turbulentas aguas de la derecha francesa sin llegar nunca a lo más alto… hasta ahora.
«Michel Barnier, hombre de consenso», declaraba Le Monde el 5 de septiembre. Sin embargo, lejos de crear consenso, el nuevo Primer Ministro nunca ha sido más que un oportunista. Balladurista con Balladur, juppéista con Juppé, chiraquista con Chirac, sarkozista con Sarkozy, Barnier consiguió puestos ministeriales en la mayoría de los Gobiernos de derechas entre 1993 y 2009. Su reputación de tecnócrata competente acabó abriéndole las puertas de la Comisión Europea. Derrotado por Jean-Claude Juncker en su candidatura a la Presidencia de la Comisión en 2014, se recuperó cuando Juncker lo reclutó como negociador jefe del Brexit: un papel en el que, sin tener en cuenta la racionalidad económica o la soberanía popular, trató de infligir el máximo castigo a Gran Bretaña por optar por abandonar el bloque.
A su regreso a Francia, lleno ya de arrogancia, Barnier se presentó a las primarias de Les Républicains, una reliquia de la derecha tradicional francesa, con la esperanza de convertirse en su candidato presidencial. En sus esfuerzos por seducir a los votantes conservadores, Barnier no dudó en desplegar los argumentos de los Brexiteers sobre la inmigración y el Tribunal de Justicia Europeo, prometiendo «poner freno a la inmigración» y crear un «escudo constitucional» contra las leyes «demasiado favorables a los extranjeros». La campaña fue un fracaso. Sin embargo, sirvió para revelar la verdadera cara de Barnier. Sus reflejos en cuestiones sociales siempre han sido reaccionarios, y su largo historial de votos en contra del aborto y los derechos de los homosexuales le distanciaron de la primera encarnación del macronismo; pero cuando este último se desplazó a la derecha, despotricando contra «le wokisme», se alinearon a la perfección.
Orgulloso, oportunista, conservador, pero carente de toda visión política fuerte, Barnier es perfecto para el papel que Macron pretende ahora que desempeñe: transmutar la alianza electoral conocida como «frente republicano», que impidió a la Agrupación Nacional (RN) obtener la mayoría en la Asamblea Nacional, en una alianza parlamentaria de centro. Esta estrategia tiene un objetivo: mantener una política económica favorable al capital. Para entender el nombramiento de Barnier, junto con el juego que Macron ha estado jugando desde las elecciones legislativas, hay que recordar la naturaleza cambiante del macronismo, que se ha vuelto cada vez más autoritario y represivo durante su segundo mandato. Este cambio no ha sido una mera cuestión de táctica política, sino una respuesta al estado actual del capitalismo francés.
Desde 2017, la economía francesa se ha debilitado, la productividad ha disminuido y el crecimiento ha sido mínimo. Para garantizar la rentabilidad, algunas fracciones del capital se han vuelto cada vez más dependientes del apoyo estatal, con una estimación de 130.000 a 200.000 millones de euros distribuidos a empresas privadas cada año. El empeoramiento del déficit público es un reflejo de ello: el Estado garantiza una tasa de rentabilidad superior a la tasa de crecimiento y asume la responsabilidad del déficit. Sin embargo, una fracción importante del capital -el financiero- exige garantías férreas sobre la deuda pública. El macronismo se ve así obligado a actuar como juez de paz del capital, tratando de conciliar estos intereses en conflicto.
Lo ha hecho trasladando la carga del ajuste a los trabajadores: de ahí la caída de los salarios reales, la reducción de las prestaciones por desempleo y los recortes en los servicios públicos desde 2021. El objetivo de la presidencia de Macron es mantener esta asimetría entre trabajadores y patronal. En este contexto hay que entender su creciente autoritarismo, que alcanzó nuevas cotas con la reforma de las pensiones del año pasado. Impulsada por el parlamento frente a la oposición popular generalizada, y aplicada a nivel de calle con la ayuda de la brutalidad policial sin control, la política fue denunciada tanto por la izquierda como por la extrema derecha.
Sin embargo, RN intenta ahora proyectar una imagen de «respetabilidad» ante los mercados financieros y el electorado conservador tradicional. Durante la campaña electoral de junio, sometió su programa a una «auditoría de las finanzas públicas», anunciando de hecho que la mayoría de sus medidas «sociales» serían anuladas si llegaba al poder. La izquierda, por su parte, acordó un programa relativamente moderado, aunque -en una clara ruptura con el macronismo- pretendía revertir las reformas del presidente y hacer pagar al capital. La dificultad de Macron es, por tanto, la siguiente: para mantenerse a flote políticamente, su bando debe forjar una nueva alianza electoral; pero para mantener su programa favorable al capital, no puede aceptar ningún acuerdo de este tipo con la izquierda. Así, tras la segunda vuelta, el Presidente trató de excluir al Nuevo Frente Popular a pesar de haber obtenido el mayor número de escaños, alegando el «peligro» que supondría para la economía francesa. Con el apoyo explícito del Medef, el sindicato patronal francés, impuso nuevas restricciones a la democracia: descartó de hecho cualquier política económica alternativa.
Desde el punto de vista del capital, este movimiento tiene mucho sentido. Pero presupone la traición del frente republicano y el establecimiento de una «entente cordiale» con la RN. Para este último, esta exclusión de la izquierda es una bendición, ya que la convierte en la única alternativa «creíble» al macronismo, al tiempo que le otorga un poder extraordinario sobre el nuevo gobierno. En las últimas semanas, Macron presentó los nombres de los candidatos a primer ministro a Marine Le Pen, que era libre de hacer su selección. Barnier debe su nombramiento a la buena voluntad de ella, que presumiblemente se ganó con sus comentarios virulentamente antimigrantes durante las primarias de 2021. Su nombramiento representa un intento de garantizar la agenda antiobrera de Macron bajo la atenta mirada de la RN, que tendrá derecho de vida o muerte sobre su mandato. Se ha convertido en el eje de una alianza de facto entre el macronismo y la extrema derecha.
El Gobierno de Barnier aún no se ha formado, pero dos de sus características políticas ya han quedado claras: su compromiso con la austeridad y su obsesión por la inmigración. En su primera entrevista televisiva, Barnier prometió «no aumentar la deuda» y «controlar los flujos migratorios». Mientras se habla de restablecer un «ministerio de inmigración», el nuevo Primer Ministro visitó un hospital parisino para afirmar que serán necesarios importantes recortes. El «retournement des alliances» que encarna sólo puede acelerar el declive de la democracia francesa. La estrategia del frente republicano ha resultado ser una trampa, y las elecciones han arrojado un resultado contrario a la lógica del voto. Los ciudadanos rechazaron el macronismo en la primera vuelta y la RN en la segunda. Ahora reciben ambos.
La situación francesa confirma que la extrema derecha sólo puede llegar al poder con el apoyo de fuerzas dedicadas a defender los intereses del capital. También expone las limitaciones de la izquierda. Al insistir en que el cambio debe perseguirse únicamente a través del ámbito electoral, y al limitar ese cambio a la regulación o mejora del capitalismo, se ve empujada a los márgenes de una democracia cada vez más estrechamente delimitada por un capitalismo en crisis. Si la izquierda quiere renovarse, debe reconocer que la crisis del régimen es sólo una faceta de otra más amplia. Pero puede que ya sea demasiado tarde. Los sepultureros de la democracia, encabezados por Michel Barnier, están trabajando duro.
3. Línea roja fosforito
Poch hace referencia en su último artículo a estas declaraciones de Putin sobre la quizá definitiva línea roja de la intervención occidental: el uso de misiles de largo alcance dentro de territorio ruso, que sería considerado un acto de guerra por los motivos que aquí explica él directamente: https://x.com/ActualidadRT/
Os paso un artículo en la misma línea de Moon of Alabama. https://www.moonofalabama.org/
Vladimir Putin no hace amenazas vacías
Hace unos meses apareció una filtración de una llamada entre oficiales alemanes de alto rango. Hablaban del posible despliegue de un misil alemán Taurus cruse en Ucrania para utilizarlo contra objetivos rusos.
De la filtración se desprende que el despliegue, la puntería y el disparo de un arma de este tipo no pueden producirse sin la participación de personal del país que donó el arma. Esto se aplica a los misiles estadounidenses ATAMCS, a los misiles franceses/británicos SCALP/Storm Shadow al igual que se aplicaría al misil alemán Taurus cruse: Gerhartz, [comandante de la Luftwaffe], y sus subordinados discutieron cuánto entrenamiento y apoyo a los Taurus podría tener que proporcionar Alemania si se enviaban misiles Taurus a Ucrania, y si esto incluiría información sobre objetivos y programación.
Gerhartz dijo: ″Cuando se trata de la planificación de la misión, por ejemplo, sé cómo lo hacen los británicos, lo hacen completamente en reachback [es decir, con el apoyo de personas que no están desplegadas hacia delante]. También tienen algunas personas sobre el terreno, ellos lo hacen, los franceses no. Así que también controlan la calidad de los ucranianos cuando cargan el SCALP, porque Storm Shadow y SCALPS son relativamente similares desde un punto de vista puramente técnico. Ya me han dicho que sí, por Dios, que también mirarían por encima del hombro a los ucranianos al cargar el Taurus.
Estados Unidos está debatiendo actualmente(archivado) permitir a Ucrania el uso de armas de largo alcance contra objetivos dentro de Rusia, es decir, más allá de los objetivos en suelo ucraniano y ex ucraniano.
Se trataría de una transformación cualitativa de la guerra en Ucrania en una guerra de la OTAN contra Rusia.
El Presidente ruso Vladimir Putin lo dejó inequívocamente claro.
Respuesta a una pregunta de los medios de comunicación, 12 de septiembre de 2024, Kremlin.ru
Pregunta: En los últimos días, hemos oído declaraciones de muy alto nivel en el Reino Unido y Estados Unidos de que se permitirá al régimen de Kiev atacar objetivos en el interior de Rusia utilizando armas occidentales de largo alcance. Al parecer, esta decisión está a punto de tomarse, o ya se ha tomado, por lo que podemos ver. Esto es realmente extraordinario. ¿Podría comentar lo que está ocurriendo?
Presidente de Rusia Vladimir Putin:
El ejército ucraniano no es capaz de utilizar sistemas de largo alcance de alta precisión de última generación suministrados por Occidente. No pueden hacerlo. Estas armas son imposibles de emplear sin datos de inteligencia procedentes de satélites de los que Ucrania no dispone. Esto sólo puede hacerse utilizando los satélites de la Unión Europea, o los satélites estadounidenses -en general, los satélites de la OTAN. Este es el primer punto.
El segundo punto -quizás el más importante, el punto clave incluso- es que sólo el personal militar de la OTAN puede asignar misiones de vuelo a estos sistemas de misiles. Los militares ucranianos no pueden hacerlo.
Por lo tanto, no se trata de permitir o no que el régimen ucraniano ataque a Rusia con estas armas. Se trata de decidir si los países de la OTAN se implican directamente en el conflicto militar o no.
Si se toma esta decisión, significará nada menos que una implicación directa: significará que los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos son partes en la guerra de Ucrania. Esto significará su implicación directa en el conflicto, y cambiará claramente la esencia misma, la naturaleza misma del conflicto de forma drástica.
Esto significará que los países de la OTAN -Estados Unidos y los países europeos- están en guerra con Rusia. Y si este es el caso, entonces, teniendo en cuenta el cambio en la esencia del conflicto, tomaremos las decisiones apropiadas en respuesta a las amenazas que se nos plantearán.
Rusia dispone de muchos medios para responder a tales amenazas. Esto incluye el fuego directo contra objetivos dentro de Francia, el Reino Unido y los propios Estados Unidos.
Vladimir Putin no es conocido por proferir amenazas vacías.
4. El candidato de la izquierda en Sri Lanka
Ya os había pasado alguna cosa sobre las próximas elecciones presidenciales en Sri Lanka, en las que un candidato de la izquierda tiene alguna posibilidad. En Al Jazeera publican este artículo, muy crítico por cierto con el pasado de la organización a la que pertenece el candidato, y a sus posturas actuales en diversos temas. https://www.aljazeera.com/
¿Podría el marxista Anura Dissanayake convertirse en el próximo presidente de Sri Lanka?
El partido de Dissanayake, el JVP, favorito en las elecciones presidenciales del 21 de septiembre, libró en dos ocasiones violentas batallas para derrocar al mismo Estado de Sri Lanka que ahora quiere dirigir.
Por Saroj Pathirana
Publicado el 13 Sep 202413 de septiembre de 2024
Colombo, Sri Lanka – Era una invitación improbable del gobierno indio.
A principios de febrero, Anura Kumara Dissanayake visitó Nueva Delhi para reunirse con el ministro de Asuntos Exteriores, el asesor de seguridad nacional y altos diplomáticos del gigante surasiático.
El político de 55 años de Sri Lanka no está en el Gobierno. El Poder Popular Nacional, la alianza política que lidera, ni siquiera es la principal oposición. Sólo tiene tres escaños en el Parlamento de 225 miembros, donde es la cuarta fuerza. Y su partido se ha considerado a menudo próximo a China, el principal rival geopolítico de India.
Pero desde hace meses, Dissanayake goza de otro tipo de autoridad dentro de la política de Sri Lanka, lo que a su vez le ha valido el reconocimiento como fuerza política emergente incluso por parte de la superpotencia regional, India.
Es uno de los principales aspirantes a la presidencia del país, cuando la isla del océano Índico vote el 21 de septiembre. Algunos sondeos de opinión sugieren incluso que podría ser el favorito entre 38 candidatos.
Es una alineación plagada de caras conocidas de las familias políticas más prominentes del país: Namal Rajapaksa, hijo mayor del ex Presidente Mahinda Rajapaksa; Sajith Premadasa, hijo de otro ex Presidente, R Premadasa; y el actual Presidente Ranil Wickremesinge, sobrino del primer Presidente ejecutivo del país, JR Jayewardene.
Dissanayake destaca entre ese conjunto: Es el líder del Janatha Vimukthi Peramuna (JVP), un partido que nunca antes ha estado cerca del poder nacional y que lideró en dos ocasiones insurrecciones marxistas contra el mismo Estado que ahora Dissanayake quiere gobernar.
El punto de inflexión para el partido y el PNP, la coalición que lidera, se produjo en 2022, cuando la economía del país se hundió, provocando una escasez generalizada de productos de primera necesidad y una inflación desorbitada.
Un movimiento de protesta masivo -conocido como Aragalaya [lucha en cingalés]- contra el gobierno en el poder forzó la dimisión del entonces Presidente Gotabaya Rajapaksa, después de que su hermano Mahinda, el Primer Ministro, también tuviera que renunciar. Los hermanos se vieron obligados a huir de una nación enfurecida.
Aunque ningún partido político reclamó oficialmente el liderazgo del movimiento Aragalaya, el JVP desempeñó un papel activo, celebrando protestas diarias, levantando tiendas de campaña en la pintoresca Galle Face de Colombo y organizando huelgas generales. El vacío de poder creado por la dimisión de los hermanos Rajapaksa allanó el camino para que Dissanayake y el JVP amplificaran los llamamientos a un cambio más amplio, atrayendo a ciudadanos desilusionados a su defensa de la justicia social y contra la corrupción. Desde los márgenes, el partido se convirtió en una fuerza política importante y creíble. Y el atractivo personal de Dissanayake se ha disparado con el de su partido.
«Veo que es honesto al intentar cambiar el sistema», declaró a Al Jazeera el escritor y analista político Gamini Viyangoda. Viyangoda es coorganizador del movimiento de la sociedad civil Purawesi Balaya, que aboga por la reforma democrática en Sri Lanka.
«Cuando dice que cerrará las puertas a la corrupción, creo que lo dice en serio. Que lo consiga o no es otra cosa, pero no he visto esta autenticidad en ningún otro líder político», declaró Viyangoda.
De la insurrección al llamamiento popular
Nacido en una familia rural de clase media del pueblo de Thambuttegama, a 177 km de la capital, Colombo, en el distrito de Anuradhapura, Dissanayake se licenció en Ciencias por la Universidad de Kelaniya.
Había militado en el JVP desde su época escolar y fue diputado por primera vez en 2000.
Dissanayake fue nombrado líder del JVP en 2014 y desde entonces ha intentado reimaginar la imagen del partido como algo distinto de su pasado violento.
En 1971 y a finales de la década de 1980, el partido había dirigido insurrecciones fallidas de inspiración marxista. El levantamiento armado lanzado por el JVP en 1988-89, que pedía el derrocamiento de lo que consideraban el régimen imperialista y capitalista de los presidentes JR Jayawardene y R Premadasa, se convirtió en uno de los periodos más sangrientos de la historia de Sri Lanka.
Las matanzas generalizadas y los asesinatos políticos, los toques de queda no oficiales, los sabotajes y las huelgas convocadas por el JVP estaban a la orden del día. Entre las víctimas del JVP -se cree que los marxistas mataron a miles de personas- había intelectuales, artistas y sindicalistas, además de opositores políticos. El Estado tomó represalias aplastando brutalmente la rebelión con detenciones masivas, torturas, secuestros y asesinatos en masa. Al menos 60.000 personas murieron en la represión gubernamental, incluidos la mayoría de los altos dirigentes del JVP, entre ellos su fundador Rohana Wijeweera.
Dissanayake fue nombrado miembro del politburó del JVP tras la insurrección fallida, cuando el partido abandonó la violencia y se decantó por la democracia electoral.
En declaraciones a la BBC en mayo de 2014, poco después de convertirse en líder del JVP, Dissanayake pidió perdón por los crímenes cometidos por el partido en el pasado. Era la primera y la última vez que el JVP pedía perdón por la violencia que había desatado en Sri Lanka en su anterior avatar.
Criticado por algunos miembros del partido y por sectores de la izquierda esrilanquesa por pedir disculpas, Dissanayake ha sido desde entonces más cuidadoso a la hora de enmarcar el pasado. Desde entonces ha expresado su arrepentimiento en varias ocasiones, pero no ha vuelto a pedir perdón.
Sin duda, el pasado sigue persiguiendo al JVP y al país. Wickremesinge, ahora presidente, fue ministro del gobierno de Premadasa en la época de la insurrección del JVP en los años 80, y sigue luchando contra las acusaciones de que desempeñó un papel activo en la represión. Mientras tanto, muchos ciudadanos mayores de Sri Lanka tampoco han olvidado el terror del JVP.
Sin embargo, según los analistas, Dissanayake ha conseguido crear una amplia coalición de sectores de la sociedad que antes estaban en el punto de mira del JVP: intelectuales, artistas, policías y militares retirados y sindicatos, entre otros. La principal bandera del partido: La promesa de luchar contra la corrupción.
«Creo que es un error criticar al JVP por lo que hizo en los años 89-90», dijo Viyangoda. «Porque lo que vemos hoy no es el mismo JVP que había en la década de 1980».
Eso es precisamente lo que Dissanayake espera que crea Sri Lanka cuando vote el 21 de septiembre, ya que tiene todo en contra.
Desde la independencia en 1948, el país ha estado dirigido por las dos formaciones políticas dominantes, el Partido Nacional Unido (UNP) y el Partido de la Libertad de Sri Lanka (SLFP), por alianzas dirigidas por ellos o por facciones disidentes.
Ese es el dominio que Dissanayake tendrá que romper para convertirse en presidente.
¿Encubrimiento del racismo budista cingalés?
Sin embargo, a pesar del planteamiento de Dissanayake de crear una coalición popular contra la corrupción tras las protestas de 2022, el pasado turbulento del JVP con otra comunidad importante también enturbia su presente y su futuro.
El JVP se opone desde hace tiempo a cualquier intervención de India en Sri Lanka. Considera que el movimiento separatista tamil que también desgarró la nación desde la década de 1980 hasta 2009 está vinculado a la influencia de India sobre el país.
De hecho, India envió tropas a Sri Lanka para luchar contra los rebeldes tamiles junto a Colombo de 1987 a 1990. Por otra parte, Nueva Delhi convenció a Colombo para que aceptara lo que se conoce como la 13ª Enmienda de la Constitución de Sri Lanka, cuyo objetivo es la devolución de algunos poderes a los consejos provinciales.
Aunque ya se había levantado en armas contra el Estado, el JVP se opuso al movimiento rebelde tamil por su objetivo de crear una nación separada que dividiera Sri Lanka. En la década de 2000, cuando el entonces presidente Mahinda Rajapaksa aplastó el movimiento separatista tamil, el JVP apoyó al gobierno.
Dissanayake ha declarado que no se arrepiente de haber apoyado la guerra del gobierno de Rajapaksa contra los Tigres de Tamil, el grupo militante tamil que lidera la rebelión.
Los tamiles de Sri Lanka y sectores de la comunidad internacional llevan mucho tiempo pidiendo responsabilidades por los presuntos crímenes de guerra cometidos durante la guerra civil. Las acusaciones incluyen ejecuciones extrajudiciales, bombardeos indiscriminados contra objetivos civiles, incluidos hospitales, desapariciones forzadas, asesinatos masivos de civiles, torturas, violencia sexual y denegación de ayuda humanitaria.
Pero el Poder Popular Nacional, dirigido por el JVP, ha descartado cualquier investigación de este tipo. El NPP no tratará de castigar a nadie acusado de violaciones de derechos y crímenes de guerra, ha dicho Dissanayake. En su lugar, ha sugerido establecer un mecanismo, tal vez en línea con la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica, para averiguar qué ocurrió durante la guerra civil.
«Ellos [el JVP] están firmemente fijados en el ‘Estado Unitario’ y no tienen una posición clara sobre la 13ª Enmienda», dijo el escritor y analista Kusal Perera.
Desde su promulgación en 1987, la 13ª Enmienda a la Constitución aún no se ha aplicado en su totalidad. La enmienda allanó el camino para la devolución de competencias policiales y territoriales a los consejos provinciales, pero ningún presidente ha llevado a cabo su aplicación, por temor a la oposición política de los críticos que han argumentado que podría conducir a la creación de un Estado separado en el norte por parte de los separatistas tamiles.
Dissanayake no tiene «absolutamente ninguna postura democrática, aparte de encubrir su racismo budista cingalés diciendo que defiende la unidad», afirmó Perera, añadiendo que «nunca ha condenado públicamente ningún extremismo etnorracista».
Según Viyangoda, el JVP, «un partido racista cuando fue creado por Wijeweera en 1968», se ha identificado históricamente con la ideología budista cingalesa y su retórica refleja las preocupaciones de la comunidad mayoritaria de Sri Lanka. Por ello, obtiene el apoyo de los jóvenes budistas cingaleses de las zonas rurales, incluso aprovechando los sentimientos antielitistas y antiimperialistas.
Un «enfoque favorable al comercio»
Sin embargo, mientras Sri Lanka se prepara para votar, ninguna cuestión es tan central para el país como el estado de la economía.
En abril de 2022, el gobierno de Sri Lanka anunció el impago de su deuda por primera vez desde su independencia. Tras suceder a Gotabaya Rajapaksa, el presidente Wickremesinge consiguió un paquete financiero del Fondo Monetario Internacional (FMI) en un intento de reconducir la economía del país.
Mientras algunos analistas y partidarios de Wickremesinge elogian el acuerdo con el FMI, Dissanayake ha dicho que el JVP puede intentar renegociarlo para que sea menos doloroso para muchos ciudadanos corrientes de Sri Lanka.
Tras el acuerdo, el gobierno introdujo subidas de impuestos, recortes de subvenciones y reformas del sector público, que aumentaron el coste de la vida y redujeron las ayudas sociales. El aumento de los impuestos y la reducción de las subvenciones, especialmente en productos esenciales como el combustible y la electricidad, han afectado de forma desproporcionada a las familias de rentas bajas y medias.
Dhananath Fernando, director general del Instituto Advocata, un grupo de reflexión promercado con sede en Colombo, afirma que la actual política económica de Dissanayake representa un cambio significativo respecto a su tradicional postura socialista.
«Ahora aboga por un enfoque favorable al comercio, haciendo hincapié en la simplificación de la estructura arancelaria, la mejora del entorno empresarial, la reforma de la administración fiscal, el fin de la corrupción y el posicionamiento del sector privado como motor del crecimiento», declaró Fernando a Al Jazeera. «Sin embargo, su postura sobre las negociaciones de la deuda sigue sin estar clara».
Dissanayake, sin embargo, «ha expresado su compromiso de mantenerse dentro del actual programa [del FMI]», dijo Fernando.
Por su parte, el Instituto de Economía Política (IPE), un think tank de tendencia izquierdista, ha pedido que se renegocie el 17º acuerdo de Sri Lanka con el FMI. Un portavoz del IPE, que no quiso hacer comentarios sobre candidatos individuales o sus políticas, declaró a Al Jazeera: «Renegociar el acuerdo con el FMI es imperativo para la recuperación económica y la estabilidad futura de Sri Lanka. Las condicionalidades actuales no se ajustan a las mejores prácticas y plantean riesgos significativos para la salud fiscal y el bienestar social del país.»
Para quienquiera que se convierta en el próximo presidente de Sri Lanka, el consejo del IPE es: «Un acuerdo reestructurado con el FMI que incluya una reducción sustancial de la deuda, objetivos fiscales realistas y el respeto de la soberanía de Sri Lanka sobre sus políticas económicas sentará las bases de un crecimiento sostenible.»
¿Es Dissanayake el candidato que mejor puede cumplir esos objetivos? ¿Y es eso lo que quieren los votantes? Sri Lanka responderá a estas preguntas el 21 de septiembre.
5. El fascismo cotidiano
Puede parecer repetitivo lo que dice Cook, pero es lo que sucede con las guerras y genocidios que duran años, que hay que insistir una y otra vez sobre lo evidente: los israelíes, somos también nosotros, Occidente, con la activa complicidad de la prensa, en el caso de Cook centrándose su crítica en la BBC. https://jonathancook.substack.
Cómo la guerra contra Gaza destapó el fascismo israelí y occidental
Por Jonathan Cook 13 de septiembre de 2024
El apoyo material y retórico al genocidio del pueblo palestino está en todas partes. Es hora de preguntarse por qué
Casi un año después del primer genocidio retransmitido en directo del mundo -que comenzó en Gaza y se está extendiendo rápidamente a la Cisjordania ocupada-, los medios de comunicación occidentales establecidos siguen evitando utilizar el término «genocidio» para describir el desenfreno de destrucción de Israel.
Cuanto peor sea el genocidio, cuanto más dure el bloqueo por hambre de Israel sobre el enclave, más difícil será ocultar los horrores y menos cobertura recibirá Gaza.
El peor infractor ha sido la BBC, dado que es el único organismo de radiodifusión británicofinanciado con fondos públicos. En última instancia, se supone que debe rendir cuentas al público británico, que está obligado por ley a pagar su canon.
Por eso ha sido más que ridículo ver a los medios de comunicación propiedad de multimillonarios echar espuma por la boca en los últimos días sobre el «sesgo de la BBC», no contra los palestinos, sino contra Israel. Sí, han oído bien.
Estamos hablando de la misma BBC «antiisraelí» que acaba de publicar otro titular -esta vez después de que un francotirador israelí disparara en la cabeza a una ciudadana estadounidense- que se las arregló de alguna manera, una vez más, para no mencionar quién la mató. Cualquier lector casual se arriesgaba a deducir del titular «Activista estadounidense muerta a tiros en Cisjordania ocupada» que el culpable era un pistolero palestino.
Al fin y al cabo, los palestinos, y no Israel, están representados por Hamás, un grupo «designado como organización terrorista» por el gobierno británico, como la BBC no deja de recordarnos.
Y es la BBC, supuestamente «anti-israelí», la que la semana pasada trató de obstaculizar los esfuerzos de 15 agencias de ayuda conocidas como Comité de Emergencia para Desastres (DEC) para llevar a cabo una importante recaudación de fondos a través de las emisoras del país.
Nadie se hace ilusiones sobre por qué la BBC está tan poco dispuesta a implicarse. El DEC ha elegido Gaza como beneficiaria de su última campaña de ayuda.
La comisión se enfrentó al mismo problema con la BBC en 2009, cuando la cadena se negó a participar en una recaudación de fondos para Gaza con el extraordinario pretexto de que hacerlo comprometería sus normas de «imparcialidad».
Presumiblemente, a los ojos de la BBC, salvar las vidas de los niños palestinos revela un prejuicio que salvar las vidas de los niños ucranianos no revela.
En su ataque de 2009, Israel mató «sólo» a unos 1.300 palestinos en Gaza, no a las muchas decenas de miles -o posiblemente cientos de miles, nadie lo sabe realmente- que ha matado esta vez.
Famosamente, el difunto político laborista Tony Benn, de mentalidad independiente, rompió filas y desafió la prohibición de DEC de la BBC leyendo en directo los detalles de cómo donar dinero, a pesar de las protestas del presentador del programa. Como señaló entonces, y es aún más cierto hoy: «Morirá gente por la decisión de la BBC».
Según fuentes tanto del comité como de la BBC, los ejecutivos de la corporación están aterrorizados -como ya lo estaban antes- por la «reacción violenta» de Israel y sus poderosos grupos de presión en el Reino Unido si promueve el llamamiento a Gaza.
Un portavoz de la BBC declaró a Middle East Eye que la recaudación de fondos no cumplía todos los criterios establecidos para un llamamiento nacional, a pesar de que la DEC había dictaminado que sí, pero señaló que la posibilidad de emitir un llamamiento estaba «en estudio».
Sacar las cosas de quicio
La razón por la que Israel es capaz de llevar a cabo un genocidio, y los líderes occidentales son capaces de apoyarlo activamente, es precisamente porque los medios de comunicación del establishment tiran constantemente de la cuerda, muy a favor de Israel.
A los lectores y espectadores no se les da la sensación de que Israel esté llevando a cabo crímenes de guerra sistemáticos y crímenes contra la humanidad en Gaza y Cisjordania ocupada, y mucho menos un genocidio.
Los periodistas prefieren calificar los acontecimientos de «crisis humanitaria» porque así se elimina la responsabilidad de Israel en la creación de la crisis. Se fijan más en los efectos, en el sufrimiento, que en la causa: Israel.
Peor aún, estos mismos periodistas nos arrojan constantemente arena a los ojos con absurdas reconvenciones para sugerir que Israel es en realidad la víctima, no el agresor.
Por ejemplo, el nuevo «estudio» sobre la supuesta parcialidad antiisraelí de la BBC, dirigido por un abogado británico afincado en Israel. Un Daily Mail falsamente horrorizado advirtió el fin de semana de que «la BBC es CATORCE veces más propensa a acusar a Israel de genocidio que a Hamás… en medio de crecientes llamamientos a la investigación».
Pero si leemos el texto, lo que resulta verdaderamente asombroso es que durante el cuatrimestre seleccionado, la BBC asoció a Israel con el término «genocidio» sólo 283 veces, en su enorme producción a través de numerosos canales de televisión y radio, su sitio web, podcasts y diversas plataformas de medios sociales, que sirven a innumerables poblaciones dentro y fuera del país.
Lo que el Mail y otros medios derechistas de perros de presa no mencionan es el hecho de que ninguna de esas referencias habría sido una editorialización propia de la BBC. Incluso los invitados palestinos que intentan utilizar la palabra en sus programas son rápidamente acallados.
Muchas de las referencias habrían sido noticias de la BBC informando sobre un caso presentado por Sudáfrica ante el Tribunal Internacional de Justicia, que está investigando a Israel por lo que el máximo tribunal del mundo calificó en enero de riesgo «plausible» de genocidio en Gaza.
Lamentablemente para la BBC, ha sido imposible informar de esa historia sin mencionar la palabra «genocidio», porque se encuentra en el corazón del caso legal.
Lo que, de hecho, debería asombrarnos mucho más es que un genocidio activo, del que Occidente es plenamente cómplice, fuera mencionado por el imperio mediático de la BBC, que abarca todo el mundo, un total de sólo 283 veces en los cuatro meses posteriores al 7 de octubre.
Campaña de intimidación
La sentencia preliminar del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia sobre el genocidio de Israel es un contexto vital que debería ocupar un lugar destacado en todas las noticias sobre Gaza. En cambio, no suele mencionarse o se oculta al final de los reportajes, donde pocos lo leen.
La BBC apenas dio cobertura al caso de genocidio presentado en enero ante el Tribunal Mundial por Sudáfrica, que el panel de jueces consideró «plausible». En cambio, difundió íntegramente la defensa de Israel ante el mismo tribunal.
Ahora, tras esta última campaña de intimidación por parte de los medios de comunicación propiedad de multimillonarios, es probable que la BBC esté aún menos dispuesta a mencionar el genocidio, que es precisamente el objetivo.
Lo que debería haber asombrado mucho más al Mail y al resto de los medios del establishment es que la BBC emitiera 19 referencias a un «genocidio» de Hamás en el mismo periodo de cuatro meses.
La idea de que Hamás es capaz de cometer un «genocidio» contra Israel, o contra los judíos, está tan alejada de la realidad como la ficción de que «decapitó bebés» el 7 de octubre o las afirmaciones, aún carentes de toda prueba, de que cometió «violaciones masivas» ese día.
Hamás, un grupo armado que cuenta con miles de combatientes, actualmente inmovilizado en Gaza por uno de los ejércitos más poderosos del mundo, es totalmente incapaz de cometer un «genocidio» de israelíes.
Ésta es, por supuesto, la razón por la que el Tribunal Mundial no está investigando a Hamás por genocidio, y por la que sólo los apologistas más fanáticos de Israel corren con noticias falsas de que Hamás está cometiendo un genocidio, o de que es concebible que intente hacerlo.
Nadie se toma realmente en serio las afirmaciones sobre un genocidio de Hamás. La prueba fue la reacción de estupefacción del mundo cuando el grupo consiguió escapar del campo de concentración que es Gaza durante un solo día, el 7 de octubre, y causar tanta muerte y estragos.
La idea de que Hamás pueda hacer algo peor que eso -o incluso repetir el ataque- es sencillamente delirante. Lo mejor que puede hacer Hamás es librar una guerra de guerrillas de desgaste contra el ejército israelí desde sus túneles subterráneos, que es precisamente lo que está haciendo.
He aquí otra estadística que merece la pena destacar del reciente «estudio»: en el mismo periodo de cuatro meses, la BBC utilizó el término «crímenes contra la humanidad» 22 veces para describir las atrocidades cometidas por Hamás en un solo día del pasado octubre, en comparación con sólo 15 veces para describir las atrocidades aún peores cometidas por Israel de forma continuada durante el año pasado.
Pensamiento permitido
El efecto último del último furor mediático es aumentar la presión sobre la BBC para que haga aún mayores concesiones a la interesada agenda política de derechas de los medios de comunicación de propiedad multimillonaria y a los intereses corporativos de la maquinaria de guerra que representa.
El trabajo de la radiotelevisión pública consiste en establecer los límites del pensamiento permisible para el público británico, no en la derecha, donde ese papel corresponde a periódicos como el Mail y el Telegraph, sino en el otro lado del espectro político, en lo que se denomina engañosamente «la izquierda».
La tarea de la BBC consiste en definir lo que es aceptable en términos de discurso y acción -es decir, aceptable para la clase dirigente británica- por parte de quienes pretenden cuestionar su política interior y exterior.
Dos veces en la memoria viva han surgido líderes progresistas de la oposición de izquierdas: Michael Foot a principios de la década de 1980, y Jeremy Corbyn a finales de la década de 2010. En ambas ocasiones, los medios de comunicación se han unido para vilipendiarlos.
Esto no debería sorprender a nadie. Convertir a la BBC en el chivo expiatorio -denunciándola como «izquierdista»- es una forma de luz de gas permanente diseñada tanto para hacer que los medios de extrema derecha británicos parezcan centristas, como para normalizar el impulso de empujar a la BBC cada vez más a la derecha.
Durante décadas, los medios de comunicación, propiedad de multimillonarios, han creado en la mente del público la idea de que la BBC define el extremo del pensamiento supuestamente «de izquierdas». Cuanto más se puede empujar a la corporación hacia la derecha, más se enfrenta la izquierda a una elección no deseada: o seguir a la BBC hacia la derecha, o ser vilipendiada universalmente como la izquierda chiflada, la izquierda woke, la izquierda trotona, la izquierda militante.
Reforzando este argumento autocumplido, cualquier protesta del personal de la BBC puede ser deducida por los periodistas-sirvientes de Rupert Murdoch y otros magnates de la prensa como una prueba más del sesgo izquierdista o marxista de la corporación.
El sistema mediático está amañado, y la BBC es el vehículo perfecto para mantenerlo así.
Pulsar el botón
Lo que la BBC y el resto de los principales medios de comunicación están minimizando no son sólo los hechos del genocidio de Israel en Gaza, sino también la evidente intención genocida de los dirigentes israelíes, de la sociedad en general del país y de sus apologistas en el Reino Unido y en otros lugares.
No debería ser objeto de debate que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza, cuando todos, desde su primer ministro hasta el último, nos han dicho que esa es su intención.
Los ejemplos de tales declaraciones genocidas de dirigentes israelíes llenaron páginas del caso de Sudáfrica ante el Tribunal Mundial. Sólo un ejemplo: El Primer Ministro Benjamin Netanyahu denunció a los palestinos como «Amalek», una referencia a una historia bíblica bien conocida por todos los escolares israelíes, en la que Dios ordena a los israelitas que borren de la faz de la tierra a todo un pueblo, incluidos sus hijos y su ganado.
Cualquiera que participe en las redes sociales se habrá enfrentado a una batería de declaraciones igualmente genocidas de partidarios de Israel, en su mayoría anónimos.
Los animadores del genocidio acaban de conocer un rostro, de hecho dos. Se han hecho virales los vídeos de dos israelíes que emiten en inglés bajo el nombre de «Two Nice Jewish Boys», en los que aparecen pidiendo el exterminio de todos los palestinos, hombres, mujeres y niños.
Uno de los comentaristas afirmó que a «cero personas en Israel» les importa si un brote de polio provocado por la destrucción por Israel del agua, el alcantarillado y las instalaciones sanitarias de Gaza acaba matando a bebés, y señaló que el acuerdo de Israel con una campaña de vacunación obedece únicamente a necesidades de relaciones públicas.
En otro clip, los podcasters coinciden en que los rehenes palestinos en las cárceles israelíes merecen ser «ejecutados metiéndoles un objeto demasiado grande por el culo».
También dejan claro que no dudarían en pulsar un botón de genocidio para acabar con el pueblo palestino: «Si me dieran un botón para borrar Gaza sin más -cada ser vivo de Gaza dejaría de vivir mañana- lo pulsaría en un segundo… Y creo que la mayoría de los israelíes lo harían. No hablarían de ello como yo, no dirían ‘yo lo pulsé’, pero lo pulsarían».
Depravación implacable
Es fácil alarmarse por comentarios tan inhumanos, pero es probable que el furor generado por esta pareja desvíe la atención de un punto más importante: que son totalmente representativos de la situación actual de la sociedad israelí. No están en una franja depravada. No son atípicos. Están en la corriente dominante.
La prueba no está sólo en el hecho de que el ejército ciudadano de Israel esté golpeando y sodomizando sistemáticamente a prisioneros palestinos, disparando a niños palestinos en Gaza con tiros en la cabeza, vitoreando la detonación de universidades y mezquitas, profanando cadáveres palestinos e imponiendo un bloqueo hambreador en Gaza.
Es en la acogida de toda esta implacable depravación por parte de la sociedad israelí en general.
Después de que saliera a la luz un vídeo de un grupo de soldados sodomizando a un preso palestino en el campo de tortura israelí de Sde Teiman, los israelíes se pusieron de su lado. La gravedad de las heridas internas del prisionero obligó a hospitalizarlo.
Tras los hechos, los expertos israelíes – «liberales» educados- se sentaron en los estudios de televisión para debatir si se debía permitir a los soldados tomar sus propias decisiones sobre si violar o no a los palestinos detenidos, o si tales abusos debían ser organizados por el Estado como parte de un programa oficial de tortura.
Uno de los soldados acusados en el caso de violación en grupo optó por salir del anonimato tras ser defendido por los periodistas que le entrevistaron. Ahora es tratado como una celebridad menor en los programas de la televisión israelí.
Las encuestas muestran que la inmensa mayoría de los judíos israelíes aprueban el arrasamiento de Gaza o quieren aún más. Alrededor del 70% quiere prohibir en las redes sociales cualquier expresión de simpatía por los civiles de Gaza.
Nada de esto es realmente nuevo. Todo se volvió mucho más ostentoso tras el ataque de Hamás del 7 de octubre.
Al fin y al cabo, algunos de los actos de violencia más impactantes de aquel día se produjeron cuando combatientes de Hamás se tropezaron con un festival de baile cerca de Gaza.
El brutal encarcelamiento de 2,3 millones de palestinos y los 17 años de bloqueo que les niegan lo esencial de la vida y cualquier libertad significativa, se habían convertido en algo tan normal para los israelíes que los jóvenes israelíes amantes de la libertad podían celebrar alegremente una fiesta tan cerca de esa masa de sufrimiento humano.
O como observó uno de los Dos Buenos Chicos Judíos sobre sus sentimientos acerca de la vida en Israel: «Es agradable saber que estás bailando en un concierto mientras cientos de miles de gazatíes están sin hogar, sentados en una tienda de campaña». Su compañero le interrumpió: «Lo hace aún mejor… La gente disfruta sabiendo que ellos [los palestinos de Gaza] están sufriendo».
Soldados heroicos
Esta monstruosa indiferencia o incluso placer ante la tortura de otros no se limita a los israelíes. Hay todo un ejército de destacados partidarios de Israel en Occidente que actúan con confianza como apologistas de las acciones genocidas de Israel.
Lo que les une a todos es la ideología supremacista judía del sionismo.
En Gran Bretaña, el rabino jefe Ephraim Mirvis no se ha pronunciado contra la matanza masiva de niños palestinos en Gaza, ni ha guardado silencio al respecto. Por el contrario, ha dado su bendición a los crímenes de guerra de Israel.
A mediados de enero, cuando Sudáfrica empezaba a hacer público su caso contra Israel por genocidio que el Tribunal Mundial consideró «plausible», Mirvis intervino en una reunión pública, donde se refirió a las operaciones de Israel en Gaza como «lo más sobresaliente posible».
Describió a las tropas claramente documentadas cometiendo crímenes de guerra como «nuestros heroicos soldados», confundiendo inexplicablemente las acciones de un ejército extranjero, israelí, con el ejército británico.
Incluso si imaginamos que realmente ignoraba los crímenes de guerra en Gaza hace ocho meses, ahora no puede haber excusas.
Sin embargo, la semana pasada, Mirvis volvió a pronunciarse, esta vez para reprochar al gobierno británico que impusiera un límite muy parcial a la venta de armas a Israel tras haber recibido asesoramiento jurídico en el sentido de que dichas armas podían ser utilizadas por Israel para cometer crímenes de guerra.
En otras palabras, Mirvis pidió abiertamente a su propio gobierno que ignorara el derecho internacional y armara a un Estado que cometía crímenes de guerra, según los abogados del gobierno británico, y un «genocidio plausible», según el Tribunal Mundial.
Hay apologistas como Mirvis en puestos influyentes en todo Occidente.
En una aparición televisiva a finales del mes pasado, su homólogo en Francia, Haim Korsia, instó a Israel a «terminar el trabajo» en Gaza, y respaldó a Netanyahu, a quien el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional persigue por crímenes de guerra.
Korsia se negó a condenar la matanza israelí de al menos 41.000 palestinos en Gaza, argumentando que esas muertes «no eran del mismo orden» que las 1.150 muertes de israelíes el 7 de octubre.
Era difícil no llegar a la conclusión de que quería decir que las vidas palestinas no eran tan importantes como las israelíes.
Fascista interior
Hace casi 30 años, el sociólogo israelí Dan Rabinowitz publicó un libro, Overlooking Nazareth, en el que sostenía que Israel era una sociedad mucho más profundamente racista de lo que se creía.
Su trabajo ha adquirido una nueva relevancia -y no sólo para los israelíes- desde el 7 de octubre.
En la década de 1990, como ahora, los forasteros suponían que Israel estaba dividido entre lo religioso y lo laico, lo tradicional y lo moderno; entre los vulgares inmigrantes recientes y los «veteranos» más ilustrados.
Los israelíes también ven a menudo su sociedad dividida geográficamente: entre comunidades periféricas donde florece el racismo popular, y un centro metropolitano en torno a Tel Aviv donde predomina un liberalismo sensible y culto.
Rabinowitz hizo trizas esta tesis. Tomó como caso de estudio la pequeña ciudad judía de Nazaret Illit, en el norte de Israel, famosa por su política de extrema derecha, incluido el apoyo al movimiento fascista del difunto rabino Meir Kahane.
Rabinowitz atribuyó la política de la ciudad principalmente al hecho de que había sido construida por el Estado sobre Nazaret, la mayor comunidad de palestinos de Israel, específicamente para contener, controlar y oprimir a su vecino histórico.
Su argumento era que los judíos de Nazaret Illit no eran más racistas que los de Tel Aviv. Simplemente estaban mucho más expuestos a la presencia «árabe». De hecho, dado que pocos judíos elegían vivir allí, se veían superados ampliamente en número por sus vecinos «árabes». El Estado los había colocado en una competencia directa y enfrentada con Nazaret por la tierra y los recursos.
Los judíos de Tel Aviv, por el contrario, casi nunca se cruzaban con un «árabe» a menos que fuera en calidad de sirviente: como camarero o trabajador en una obra.
La diferencia, señalaba Rabinowitz, era que los judíos de Nazaret Illit se enfrentaban diariamente a su propio racismo. Lo habían racionalizado y se habían acomodado a él. Los judíos de Tel Aviv, mientras tanto, podían fingir que eran abiertos de mente porque su fanatismo nunca se ponía a prueba de forma significativa.
Pues bien, el 7 de octubre cambió todo eso. Los «liberales» de Tel Aviv se encontraron de repente con una presencia palestina inoportuna y vengadora dentro de su Estado. El «árabe» ya no era el oprimido, manso y servil al que estaban acostumbrados.
Inesperadamente, los judíos de Tel Aviv sintieron invadido un espacio que creían exclusivamente suyo, igual que los judíos de Nazaret Illit lo habían sentido durante décadas. Y respondieron exactamente igual. Racionalizaron su fascista interior. De la noche a la mañana, se sintieron cómodos con el genocidio.
El partido del genocidio
Esa sensación de invasión se extiende más allá de Israel, por supuesto.
El 7 de octubre, el asalto sorpresa de Hamás no fue sólo un ataque contra Israel. La fuga de un pequeño grupo de combatientes armados de una de las prisiones más grandes y más fuertemente fortificadas jamás construidas fue también un sorprendente asalto a la complacencia de las élites occidentales, a su creencia de que el orden mundial que habían construido por la fuerza para enriquecerse era permanente e inviolable.
El 7 de octubre sacudió gravemente su confianza en que el mundo no occidental podía ser contenido para siempre; que debía seguir cumpliendo las órdenes de Occidente y que permanecería esclavizado indefinidamente.
Al igual que ha ocurrido con los israelíes, el atentado de Hamás puso rápidamente en evidencia a los pequeños fascistas de la élite política, mediática y religiosa de Occidente, que llevaban toda una vida fingiendo ser los guardianes de una misión civilizadora occidental, ilustrada, humanitaria y liberal.
El acto funcionó, porque el mundo estaba ordenado de tal manera que podían fingir fácilmente ante sí mismos y ante los demás que se enfrentaban a la barbarie del Otro.
El colonialismo occidental se perdió de vista en gran medida, ya que pasó a manos de empresas occidentales explotadoras, destructoras del medio ambiente y de una red de unas 800 bases militares estadounidenses en el extranjero, que estaban allí para patear traseros en caso de que este nuevo imperialismo económico se encontrara con dificultades.
Intencionadamente o no, Hamás arrancó la máscara de ese engaño el 7 de octubre. La pretensión de una fractura ideológica entre los líderes occidentales de la derecha y una supuesta «izquierda» se evaporó de la noche a la mañana. Todos pertenecían al mismo partido de la guerra; todos se convirtieron en devotos del partido del genocidio.
Todos han clamado por el supuesto «derecho a defenderse» de Israel -en realidad, su derecho a continuar décadas de opresión del pueblo palestino- imponiendo un bloqueo de alimentos, agua y electricidad a los 2,3 millones de habitantes de Gaza.
Todos aprueban activamente armar a Israel para masacrar y mutilar a decenas de miles de palestinos y no han hecho nada para imponer un alto el fuego, aparte de defenderlo de boquilla.
Todos parecen más dispuestos a romper el derecho internacional y las instituciones que lo respaldan que a aplicarlo contra Israel. Todos denuncian como antisemitismo las protestas masivas contra el genocidio, en lugar de denunciar el propio genocidio.
El 7 de octubre fue un momento decisivo. Puso al descubierto una barbarie monstruosa con la que es difícil llegar a un acuerdo. Y no lo haremos, hasta que nos enfrentemos a una difícil verdad: que el origen de tal depravación está mucho más cerca de casa de lo que jamás imaginamos.
6. De Villepin vuelve al ataque
No es solo el contenido de sus intervención, es también la pasión con la que lo dice… Hay que ver el vídeo: https://x.com/RnaudBertrand/ Como está solo en el original francés con subtítulos en inglés os paso también traducido este artículo en Z que resume algunos pasos de su intervención.
Un «auténtico escándalo»: El ex primer ministro francés denuncia la parcialidad de los medios de comunicación occidentales y su silencio sobre la matanza de Gaza
Por Dominique de Villepin13 de septiembre de 2024
El ex primer ministro francés Dominique de Villepin ha denunciado la inacción de Francia y Occidente ante la guerra genocida israelí contra la Franja de Gaza.
En unas inusuales declaraciones de un ex primer ministro francés, Dominique de Villepin se refirió al silencio francés sobre la guerra de Gaza y a la sesgada cobertura mediática francesa del número de muertos, afirmando que es «un auténtico escándalo en términos de democracia».
Francia «ya no tiene voz en la escena internacional», añadió en una entrevista concedida el jueves a la emisora France Inter.
Dominique de Villepin señaló que la guerra contra Gaza no es como las demás guerras, ya que la mayoría de las víctimas son mujeres y niños.
Subrayó que Francia y otros países occidentales disponen de herramientas para detener la guerra, como la suspensión de la venta de armas al régimen de ocupación y las sanciones económicas.
«Pero nos negamos a utilizar estas palancas con argumentos que son absolutamente irreales cultural o intelectualmente hablando. Decir ‘tenemos que dejar que Israel luche su guerra hasta el final’, pero ¿qué final? …¿Cuál es el final?»
Francia vive en el «absurdo», lo que hace que se «desvanezca», reiteró.
El ex funcionario advirtió de que Francia y Occidente «pagarán la factura» de lo que describió como «el mayor escándalo histórico», en términos de pérdida de credibilidad y legitimidad.
En otra parte de sus declaraciones, el ex primer ministro reprendió al entrevistador por referirse a la cifra de muertos en Gaza como datos proporcionados por «el Ministerio de Sanidad dirigido por Hamás», afirmando que esa narrativa adoptada por la mayoría de los medios de comunicación occidentales tiene como objetivo mostrar las cifras como «poco fiables».
«No sólo está el Ministerio de Sanidad de Hamás que dice que hay 40.000 muertos. Y probablemente hay muchos más, ¡muchos más! Así que partiendo de esta base no demos la sensación de que sería una cifra así, poco fiable. No!»
«Es una desafortunada realidad cotidiana. En Gaza, los cuerpos están hechos pedazos, ¡los corazones están hechos pedazos! Las almas están hechas pedazos. Las cabezas están hechas pedazos».
Dominique de Villepin señaló que «Israel no tiene un objetivo político y cuando no se tiene un objetivo político lo único que se puede hacer es la guerra… Hay un objetivo de seguridad, hay un objetivo de identidad, hay una locura mesiánica y eso explica la catástrofe a la que estamos asistiendo».
Israel desató su guerra genocida contra Gaza el 7 de octubre, después de que el grupo de resistencia palestino Hamás llevara a cabo la Operación Tormenta Al-Aqsa contra la entidad usurpadora en represalia por la intensificación de sus atrocidades contra el pueblo palestino.
Desde el comienzo de la guerra, el régimen de Tel Aviv ha matado a 41.118 palestinos y herido a casi 95.125, y la mayoría de la población ha sido desplazada por la fuerza.
7. Las elecciones estadounidenses desde el sur.
Una visión bastante sensata desde el Sur Global sobre las elecciones estadounidenses esta de Walden Bello. Aunque son dos caras del mismo imperialismo, cree que los demócratas progresistas desestiman su fuerza, y podrían obligar a una postura menos agresiva en este ámbito de Harris y su gente. https://znetwork.org/
¿Cómo debe ver el Sur Global las elecciones estadounidenses?
El imperialismo sigue estando a la orden del día para los dos principales partidos políticos estadounidenses.
Por Walden Bello13 de septiembre de 2024
A medida que se acercan las elecciones estadounidenses, crece la presión sobre muchos progresistas del Sur Global para que hagamos oír nuestra voz en apoyo de la candidatura de Kamala Harris. Ningún acto por tu parte es insignificante en estas elecciones, se nos dice. Los votos de tus familiares en Estados Unidos podrían marcar la diferencia en una carrera muy reñida.
El argumento es bastante sencillo. Donald Trump es una amenaza para la democracia en Estados Unidos y también para los intereses del Sur Global. Harris y los demócratas pueden tener sus defectos, pero la alternativa, cuatro años de Donald Trump, es peor.
Los anteriores gobiernos demócratas, prosigue el argumento, pueden haber fracasado a la hora de lograr una sociedad más igualitaria, frenar a Wall Street y a las grandes tecnológicas y avanzar más en la promoción de los derechos de las minorías. Pero con los demócratas, al menos hay espacio para debatir estos fracasos y corregirlos, no se dará carta blanca al racismo, se prestará a la crisis climática la atención urgente que requiere y no se violarán descaradamente normas democráticas fundamentales como la regla de la mayoría en las contiendas electorales. Es muy probable que Trump en el poder presione con fuerza para llevar a Estados Unidos al borde del régimen autoritario, si no del fascismo, y oficiosamente la ideología dominante de su administración será la supremacía blanca desenfrenada.
No tengo nada que objetar a esta valoración de que una victoria de Harris redundaría en interés de la mayoría de la población de Estados Unidos. Es la afirmación de que una presidencia de Harris sería mejor para el Sur Global que un régimen de Trump lo que me parece cuestionable y merece un extenso debate.
Dos Partidos del Imperio
Tanto el Partido Demócrata como el Republicano han favorecido un imperialismo expansivo que ha extendido la hegemonía corporativa estadounidense por la fuerza de las armas. Ambos han movilizado la ideología de la democracia misionera, o la difusión del evangelio de la democracia occidental en lo que consideran el ignorado mundo no occidental, para legitimar la expansión imperial. Y en determinados momentos históricos, como durante el debate para invadir Afganistán en 2001, ambos han manipulado la histeria democrática para promover los fines del imperio.
El historial habla por sí solo. Por poner sólo los ejemplos más recientes, sólo una congresista demócrata, Barbara Lee, votó en contra de la resolución que autorizaba la invasión de Afganistán. A pesar de la ausencia de pruebas de que Saddam Hussein poseyera armas nucleares, la mayoría de los senadores demócratas votaron a favor de comprometer a las tropas estadounidenses en la invasión de Irak en 2002. Y fue un presidente demócrata, Barack Obama, quien lideró la campaña que, en descarada violación del principio de soberanía nacional, derrocó al gobierno de Gadafi en Libia en 2011, lo que finalmente condujo al estado de anarquía que ha prevalecido desde entonces en ese país.
Por supuesto, ha habido algunas variaciones en la forma en que demócratas y republicanos han llevado a cabo sus actividades de construcción o mantenimiento del imperio. Los demócratas han tendido a ser más «multilaterales» en su enfoque. En otras palabras, se han esforzado más que los republicanos en reunir a las Naciones Unidas y a la OTAN en torno a las aventuras imperiales de Washington. También han presionado al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial para que tomen la iniciativa de disciplinar económicamente a los países del Sur global. Pero el objetivo es simplemente dotar a las maniobras de Estados Unidos de más legitimidad de la que tendría un ejercicio unilateral del poder estadounidense, es decir, revestir el puño de hierro con un guante de terciopelo. Se trata de diferencias de estilo menores y marginales en cuanto a sus consecuencias.
Los críticos del Sur Global han señalado con razón que la eliminación de Gadafi por parte de Obama con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU puede haber tenido más «legitimidad» que el derrocamiento de Sadam Husein por parte de Bush a través de su tan denostada «coalición de voluntarios», pero los resultados han sido los mismos: el derrocamiento a través del ejercicio en gran medida del poder estadounidense de un gobierno legítimo y la consiguiente desintegración de una sociedad.
El gran éxodo republicano
En los últimos meses, sin embargo, se ha producido un fenómeno interesante. Cada vez más personas que desempeñaron papeles clave en política exterior en anteriores administraciones republicanas han declarado su apoyo a la candidata demócrata, primero Joe Biden, ahora Kamala Harris. La incorporación reciente más notable al carro demócrata es la del ex vicepresidente Dick Cheney, que fue uno de los arquitectos clave de las guerras intervencionistas de Bush hijo en Oriente Próximo, y que recientemente se ha apuntado a apoyar a Harris junto con su hija Liz. Se espera que haya más deserciones en los menos de dos meses que quedan antes de las elecciones.
Hay dos razones por las que los antiguos partidarios de la línea dura en política exterior han ido abandonando el redil republicano. La primera es que ya no pueden confiar en Trump, que ahora tiene el control total de la base republicana. En su opinión, durante su primer mandato Trump debilitó la alianza occidental que Washington había creado en los últimos 78 años al hablar mal de los aliados y exigirles que pagaran por la protección estadounidense, declarar que la invasión de Irak patrocinada por los republicanos fue un error y cruzar las líneas rojas que la élite estadounidense de la Guerra Fría estableció, siendo la más famosa su paso por la Zona Desmilitarizada (DMZ) en Corea para hablar con Kim Jong Un. Más recientemente, ha sugerido repetidamente su desaprobación del apoyo estadounidense y de la OTAN a Ucrania en su guerra con Rusia, mientras que su compañero de fórmula, JD Vance, quiere eliminar por completo la ayuda a Kiev.
Trump, piensan estos desertores republicanos, no está interesado en mantener la piedra angular del consenso bipartidista al que la élite estadounidense, a pesar de sus rencillas a veces rencorosas, se ha adherido: expandir y mantener un imperio «liberal» a través del libre comercio y el libre flujo de capital, un orden promovido bajo el palio político del multilateralismo, legitimado a través de una ideología económica de globalización y una ideología política de democracia liberal, y defendido por una alianza militar occidental en cuyo centro está el poder estadounidense. Les preocupa que Trump esté jugando con la parte no desdeñable de su base, pesonificada por Vance, que está cansada de soportar los costes del imperio y ve en ello una de las causas clave del declive económico de Estados Unidos. Saben que lo que hace que «Make America Great Again» (MAGA) sea atractivo para mucha gente es su promesa de construir una Fortaleza América mucho, mucho menos comprometida con el mundo y centrada en reconstruir el corazón imperial. Temen que, con Trump, las instituciones multilaterales a través de las cuales Estados Unidos ha ejercido su poder, la OTAN y las instituciones de Bretton Woods, se marchiten. Temen que la negociación selectiva y pragmática, como la que Trump intentó con Kim Jong-Un, Xi Jinping y Vladimir Putin, se convierta en la norma de la diplomacia estadounidense y que la acción militar unilateral, en lugar de las iniciativas aliadas a través de la OTAN, sea el principal medio para coaccionar y disciplinar al Sur Global.
La otra razón por la que los republicanos de línea dura se están dedicando a la práctica antaño despreciada de cruzar las líneas del partido es que la administración Biden está llevando a cabo el tipo de política exterior agresiva y militarizada que una vez se asoció con la administración Bush Jr. en Oriente Medio en la década de 2000. Biden ha apoyado sin reservas a Israel, que los republicanos de línea dura han santificado como el único aliado fiable en Oriente Próximo, ha seguido la política de Bush Jr de aislar a Rusia apoyando a Ucrania, ha revigorizado la OTAN después de que Trump hablara mal de los aliados de EE.UU. desde el punto de vista moral, y ha ampliado la alianza.Estados Unidos y amplió el alcance de la alianza al Pacífico, y montó la contención en toda regla de China que Bush Jr. y Cheney querían llevar a cabo pero tuvieron que archivar debido a su necesidad de ganar la participación de Pekín en la «guerra contra el terror» de su administración.
De hecho, Biden ha llevado la contención de Pekín más allá del enfoque de Trump de restringir el comercio y las transferencias de tecnología, llevando a cabo el agresivo cerco militar de China. Ha hecho lo que ningún otro presidente estadounidense había hecho desde el histórico Comunicado Conjunto de 1979 que articulaba la «Política de una sola China» de Washington, que es comprometer explícitamente a Washington a una defensa militar de Taiwán. Ha ordenado a la Armada estadounidense que envíe buques a través del estrecho de Taiwán, de 110 millas de ancho, para cebar a Pekín, y ha desplegado cinco de las once fuerzas especiales de portaaviones estadounidenses en el Pacífico Occidental. No es de extrañar que sus gestos hayan dado luz verde a una preocupante retórica belicosa de los altos mandos militares, como la declaración del general Mike Minihan, jefe del Mando de Movilidad Aérea de Estados Unidos, de que «mi instinto me dice que lucharemos en 2025».
Que la élite del partido demócrata tiene ahora el monopolio de la promoción del imperialismo expansivo quedó en plena exhibición durante el discurso de aceptación de Kamala Harris durante la Convención Nacional Demócrata el 23 de agosto, cuando acusó a Trump de abdicar del liderazgo gubernamental estadounidense, de querer abandonar la OTAN y de animar a «Putin a invadir a nuestros aliados» y a «hacer lo que le dé la gana». Los tránsfugas republicanos como Cheney y su hija Liz sólo pudieron vitorear cuando Harris prometió asegurarse de que las fuerzas armadas estadounidenses serían «la fuerza de combate más letal del mundo» y se comprometió a asegurarse de «que Estados Unidos, y no China, gane la competición del siglo XXI».
Dos paradigmas del Imperio…
En resumen, lo que tenemos en liza el 5 de noviembre son dos paradigmas del imperio. Uno es la vieja visión expansionista demócrata/republicana del imperio, que busca hacer del mundo un lugar seguro para el capital y la hegemonía estadounidenses. La visión opuesta, la de Trump y JD Vance, su candidato a la vicepresidencia, considera que el imperio se ha extendido demasiado y propone una postura «defensiva agresiva» apropiada para una superpotencia en declive. El enfoque MAGA se desentendería de lo que Trump ha llamado «países de mierda» -es decir, la mayoría de nosotros en el Sur Global- y se centraría más en amurallar el núcleo del imperio, América del Norte, del mundo exterior restringiendo radicalmente la migración y el comercio, trayendo de vuelta el pródigo capital estadounidense, prescindiendo de lo que Trump considera el ejercicio hipócrita de ampliar la ayuda exterior y exportar la democracia, y abandonando con una venganza todos los esfuerzos para hacer frente a la acelerada crisis climática mundial (preocupación que considera un fetiche del liberalismo decadente).
En cuanto al ejercicio de la fuerza, lo más probable es que el enfoque de MAGA sea al estilo israelí de ataques unilaterales periódicos contra enemigos seleccionados fuera del muro para mantenerlos fuera de balance, sin consultar a ningún aliado ni importarle un bledo los estragos que causen.
Si esto es lo que se ofrece en las elecciones del 5 de noviembre, sería absurdo que en el Sur Global tomáramos partido, ya que ambos paradigmas son perjudiciales para nuestros intereses.
De rehenes indefensos a actores decisivos
Aun así, hay quien dice que hay que dar un respiro a los demócratas. En términos de composición, demócratas y republicanos no son, estrictamente hablando, las dos caras de la misma moneda imperial. Debido a las limitaciones del sistema electoral estadounidense, hay un gran contingente de progresistas cuyo único hogar político es el Partido Demócrata. En términos de valores, esta gente son nuestros aliados. Tienen más en común con nosotros que con la élite de su partido, y han sido, en su mayor parte, ignorados y dados por sentados por esta última, cuya actitud hacia ellos puede resumirse en: «No tenéis más remedio que apoyarnos».
Esta opinión tiene mérito. Pero el problema es que, hasta ahora, la mayoría de estos simpatizantes demócratas progresistas han aceptado pasivamente la retórica y los gestos imperiales de Harris y de la élite del partido, como la negativa de Harris a conceder la modesta petición de dar a un demócrata pro-palestino un turno de palabra en la Convención Nacional Demócrata.
Mi sensación es que el bloque progresista del Partido Demócrata probablemente subestima su fuerza. En las circunstancias que rodean a estas elecciones en particular, pueden pasar de ser rehenes indefensos de políticas horribles a actores significativos que pueden obligar a Harris y a la élite del partido a pensárselo dos o tres veces antes de abrazar la plataforma rabiosamente imperialista que Harris enunció en la convención, pero sólo si son lo bastante audaces como para actuar de acuerdo con sus convicciones, como hizo la diputada Barbara Lee al emitir el único voto discrepante contra la guerra de Afganistán, un acto de gran valentía que la historia ha reivindicado.
Los demócratas progresistas deberían darse cuenta de que la única manera de conseguir que la élite del partido les escuche y cambie de rumbo es organizarse y organizar a los votantes afines para que se abstengan de votar si Harris no se retracta de su plataforma imperial, lo que, en una carrera reñida, podría lanzar las elecciones a Trump. Si lo he entendido bien, este era el enfoque que el Movimiento de los No Comprometidos de Michigan planeaba seguir originalmente para obligar a Biden a dar marcha atrás en su política progenocidio en Gaza. Esta estrategia es arriesgada, pero puede funcionar si la élite del partido capta el mensaje de que los progresistas están decididos a llevar a cabo su amenaza. La fortuna nunca ha recompensado a los tímidos. Esta es la única manera de conseguir que la élite del partido empiece a cambiar de rumbo. De lo contrario, actuarán como siempre han actuado, desde Clinton hasta Obama y Biden, que es dar por sentado tu apoyo y atropellarte.
Los progresistas del Partido Demócrata tienen menos de dos meses hasta el día de las elecciones para organizarse y demostrar que una presidencia de Harris representaría una amenaza menor para los intereses del Sur Global que un régimen Trump-Vance. A menos que tengamos pruebas claras de que Harris se ha retractado de su postura imperial rabiosa y belicosa, en el Sur Global haríamos bien en no tomar partido en esta pelea de perros entre partidos rivales del imperio.
8. La falsa guerra contra el terror
Un repaso de Pepe Escobar al interminable proyecto bélico de EEUU desde la «Guerra contra el Terror» tras el 11-S
https://thecradle.co/articles/
Del 11 de septiembre al 7 de octubre: La falsa «guerra contra el terrorismo» se derrumba
Durante años, Estados Unidos ejecutó el programa de desestabilización regional de Israel utilizando terroristas fantasmas como justificación de la «Guerra contra el Terror». Pero el 7 de octubre de 2023 acabó con el interminable proyecto bélico de Washington: con sólo pulsar el interruptor, los adversarios de Estados Unidos han vuelto la «Guerra Larga» contra Israel.
Pepe Escobar 13 SEP 2024
La colonización … es el mejor negocio en el que puede participar el capital de un país antiguo y rico … no se aplican las mismas reglas de moralidad internacional … entre naciones civilizadas y bárbaras.
John Stuart Mill, citado por Eileen Sullivan en «Liberalism and Imperialism: JS Mill’s Defense of the British Empire», Journal of the History of Ideas, vol. 44, 1983.
Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 pretendían imponer y consagrar un nuevo paradigma excepcionalista en el joven siglo XXI. Sin embargo, la Historia dictaminó lo contrario.
El 11 de septiembre de 2001, considerado como un ataque a la patria estadounidense, generó inmediatamente la Guerra Global contra el Terrorismo (GWOT), lanzada a las 11 de la noche del mismo día. Inicialmente bautizado como «La Guerra Larga» por el Pentágono, el término fue posteriormente saneado por la administración de Barack Obama como «Operaciones de Contingencia en el Extranjero (OCO)».
La Guerra contra el Terrorismo fabricada por Estados Unidos gastó ocho billones de dólares que no se pueden rastrear para derrotar a un enemigo fantasma, mató a más de medio millón de personas -en su inmensa mayoría musulmanas- y se extendió a guerras ilegales contra siete Estados de mayoría musulmana. Todo esto se justificó implacablemente por «motivos humanitarios» y supuestamente con el apoyo de la «comunidad internacional» -antes de que ese término también se rebautizara como «orden internacional basado en normas».
Cui Bono? (Una tupida red de neoconservadores fervientemente partidarios de Israel, estratégicamente posicionados en los establecimientos de defensa y seguridad nacional por el vicepresidente Dick Cheney -que había sido secretario de Defensa en la administración del padre de George W. Bush- entraron en acción para imponer la agenda largamente planeada del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC). Esa agenda de largo alcance había esperado entre bastidores el detonante adecuado -un «nuevo Pearl Harbor»- para justificar una serie de operaciones de cambio de régimen y guerras en gran parte de Asia Occidental y otros Estados musulmanes, remodelando la geopolítica mundial en beneficio de Israel.
La tristemente célebre revelación del general estadounidense Wesley Clark de un complot secreto del régimen de Cheney para destruir siete grandes países islámicos en cinco años, desde Iraq, Siria y Libia hasta Irán, nos demostró que la planificación ya estaba hecha de antemano. Estas naciones objetivo tenían una cosa en común: eran enemigos resueltos del Estado de ocupación y firmes partidarios de los derechos palestinos.
Desde la perspectiva de Tel Aviv, lo mejor era que la Guerra contra el Terror haría que Estados Unidos y sus aliados occidentales libraran todas estas guerras en serie en beneficio de Israel en nombre de la «civilización» y contra los «bárbaros». Los israelíes no podían estar más contentos o engreídos de la dirección que estaba tomando esto.
No es de extrañar que el 7 de octubre de 2023 sea una imagen especular del 11 de septiembre de 2001. El propio Estado de ocupación lo anunció como el propio «11 de septiembre» de Israel. Los paralelismos abundan en más de un sentido, pero desde luego no de la manera que esperaban los partidarios de Israel y la cábala de extremistas que dirigen Tel Aviv.
Siria: el punto de inflexión
El hegemón occidental sobresale en la construcción de narrativas y actualmente se revuelca en los pantanos de la rusofobia, la iranofobia y la sinofobia de su propia creación. Desacreditar las narrativas oficiales e inmutables, como la del 11 de septiembre, sigue siendo el tabú por excelencia.
Pero una construcción narrativa falsa no puede resistir eternamente. Hace tres años, en el vigésimo aniversario del derrumbamiento de las Torres Gemelas y del inicio de la Guerra contra el Terror, asistimos a un gran descalabro en la intersección de Asia Central y Meridional: los talibanes estaban de nuevo en el poder, celebrando su victoria sobre el Hegemón en una desconcertante Guerra de Forever.
Para entonces, la obsesión de «siete países en cinco años» -que pretendía forjar un «Nuevo Oriente Próximo»- se estaba desbaratando en todo el espectro. Siria fue el punto de inflexión, aunque algunos sostienen que las hojas de té ya estaban echadas cuando la resistencia libanesa derrotó a Israel en 2000, y de nuevo en 2006.
Pero aplastar a la Siria independiente habría allanado el camino para el Santo Grial del Hegemón -y de Israel-: el cambio de régimen en Irán.
Las fuerzas de ocupación estadounidenses entraron en Siria a finales de 2014 con el pretexto de luchar contra el «terror». Esa fue la OCO de Obama en acción. En realidad, sin embargo, Washington estaba utilizando dos grupos terroristas clave -Daesh, alias ISIL, alias ISIS, y Al Qaeda, alias Jabhat al-Nusra, alias Hayat Tahrir al-Sham- para tratar de destruir Damasco.
Así lo demuestra de forma concluyente un documento desclasificado de 2012 de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos (DIA), confirmado posteriormente por el general Michael Flynn, jefe de la DIA cuando se redactó la evaluación: «Creo que fue una decisión deliberada [de la administración Obama]» cuando se trata de ayudar, no de combatir, el terrorismo.
El ISIS fue concebido para luchar contra los ejércitos iraquí y sirio. El grupo terrorista fue un vástago de Al-Qaeda en Irak (AQI), luego rebautizado como Estado Islámico en Irak (ISI), después rebautizado como ISIL, y finalmente ISIS, después de cruzar la frontera siria en 2012.
El punto crucial es que tanto el ISIS como el Frente al Nusra (más tarde Hayat Tahrir al-Sham) eran vástagos salafistas yihadistas de Al-Qaeda.
La entrada de Rusia en el teatro de operaciones sirio por invitación de Damasco en septiembre de 2015 fue lo que realmente cambió las reglas del juego. El presidente ruso, Vladimir Putin, decidió librar una verdadera guerra contra el terror en territorio sirio antes de que ese terror llegara a las fronteras de la Federación Rusa. Esto fue captado por la formulación estándar en Moscú en ese momento: la distancia de Alepo a Grozny es de sólo 900 kilómetros.
Los rusos, después de todo, ya habían sido sometidos a la misma marca y modus operandi de terror en Chechenia en la década de 1990. Después, muchos yihadistas chechenos escaparon y acabaron uniéndose a grupos dudosos en Siria financiados por los saudíes.
El difunto y gran analista libanés Anis Naqqash confirmó más tarde que fue el legendario comandante de la Fuerza Quds iraní Qassem Soleimani quien convenció a Putin, en persona, para que entrara en el teatro de guerra sirio y ayudara a derrotar al terrorismo. Este plan maestro estratégico, según se desprende, era debilitar fatalmente a EE.UU. en Asia Occidental.
El establishment de seguridad estadounidense, por supuesto, nunca perdonaría a Putin, y especialmente a Soleimani, por derrotar a sus prácticos soldados de infantería yihadistas. Por orden del presidente Donald Trump, el general iraní anti ISIS fue asesinado en Bagdad en enero de 2020, junto con Abu Mahdi al-Mohandes, líder adjunto de las Unidades de Movilización Popular (UMP) de Irak, un amplio espectro de combatientes iraquíes que se habían unido para derrotar al ISIS en Irak.
Enterrar el legado del 11 de septiembre
La proeza estratégica de Soleimani de establecer y coordinar el Eje de la Resistencia contra Israel y Estados Unidos se gestó durante años. En Irak, por ejemplo, las PMU fueron impulsadas a la vanguardia de la resistencia porque el ejército iraquí -entrenado y controlado por Estados Unidos- simplemente no podía luchar contra el ISIS.
Las PMU se crearon tras una fatwa del gran ayatolá Sistani en junio de 2014 -cuando el ISIS comenzó su andanada iraquí- en la que imploraba a «todos los ciudadanos iraquíes» que «defendieran el país, su pueblo, el honor de sus ciudadanos y sus lugares sagrados.»
Varias PMU contaban con el respaldo de la Fuerza Quds de Soleimani -que, irónicamente, durante el resto de la década sería tachado invariablemente por Washington de «terrorista» maestro. Paralelamente, y de forma crucial, el gobierno iraquí acogió un centro de inteligencia contra el ISIS en Bagdad, dirigido por Rusia.
El mérito de derrotar al ISIS en Irak fue sobre todo de las UMP, complementado con su ayuda a Damasco mediante la integración de unidades de las UMP en el Ejército Árabe Sirio. En eso consistía una verdadera guerra contra el terrorismo, no esa construcción estadounidense mal llamada «Guerra contra el Terror».
Lo mejor de todo es que la respuesta autóctona de Asia Occidental al terror ha sido y sigue siendo no sectaria. Teherán apoya a la Siria laica y pluralista y a la Palestina suní; el Líbano cuenta con una alianza Hezbolá-cristiana; las PMU iraquíes cuentan con una alianza suní-chií-cristiana. Divide y vencerás no es una estrategia antiterrorista autóctona.
Entonces, lo ocurrido el 7 de octubre de 2023 impulsó el espíritu de las fuerzas de resistencia regionales a un nivel completamente nuevo.
En un rápido movimiento, destruyó el mito de la invencibilidad militar israelí y su tan alabada primacía en vigilancia e inteligencia. Mientras el espantoso genocidio de Gaza no cesa (con la posibilidad de que mueran 200.000 civiles, según The Lancet), la economía israelí está siendo destruida.
El bloqueo estratégico yemení del Bab al-Mandeb y el Mar Rojo a cualquier buque de transporte marítimo vinculado o con destino a Israel es un golpe maestro de eficacia y simplicidad. No sólo ha llevado ya a la quiebra al estratégico puerto israelí de Eilat, sino que, además, ha supuesto una espectacular humillación para el talasocrático Hegemón, ya que los yemeníes han derrotado de facto a la marina estadounidense.
En menos de un año, las estrategias concertadas del Eje de la Resistencia han enterrado esencialmente dos metros bajo la falsa Guerra contra el Terror y su multimillonario tren de la gratificación.
Por mucho que Israel se beneficiara de los acontecimientos posteriores al 11 de septiembre, las acciones de Tel Aviv después del 7 de octubre aceleraron rápidamente su desmoronamiento. Hoy, en medio de la masiva condena de la Mayoría Global al genocidio israelí en Gaza, el Estado ocupante se mantiene como un paria, manchando a sus aliados y exponiendo la hipocresía del Hegemón cada día que pasa.
Para el Hegemón, la situación es aún más alarmante. Recordemos la advertencia del Dr. Zbigniew «Gran Tablero de Ajedrez» Brzezinski en 1997: «Es imperativo que no surja ningún retador euroasiático capaz de dominar Eurasia y, por tanto, de desafiar también a Estados Unidos».
Al final, todo el sonido y la furia combinados del 11 de septiembre, la Guerra contra el Terror, la Guerra Larga, la Operación Esto Y Aquello durante dos décadas, han hecho metástasis en exactamente lo que «Zbig» temía. No sólo ha surgido un mero «retador», sino una asociación estratégica de pleno derecho entre Rusia y China que está marcando una nueva pauta para Eurasia.
De repente, Washington se ha olvidado por completo del terrorismo. Éste es el verdadero «enemigo», ahora considerado como las dos principales «amenazas estratégicas» de EEUU. No Al-Qaeda y sus muchas encarnaciones, un endeble producto de la imaginación de la CIA, rehabilitado y saneado en la década anterior como esos míticos «rebeldes moderados» en Siria.
Lo que es aún más espeluznante es que la conceptualmente disparatada Guerra contra el Terror forjada por los neoconservadores inmediatamente después del 11 de septiembre se está transformando ahora en una guerra de terror (la cursiva es mía), encarnando el desesperado pase de Ave María de la CIA y el MI6 para «hacer frente a la agresión rusa» en Ucrania.
Y eso está destinado a hacer metástasis en el pantano de la sinofobia porque esas mismas agencias de inteligencia occidentales consideran que el ascenso de China es «el mayor desafío geopolítico y de inteligencia» del siglo XXI.
La Guerra contra el Terror ha sido desacreditada; ahora está muerta. Pero prepárense para guerras de terror en serie por parte de un Hegemón desacostumbrado a no poseer la narrativa, los mares y la tierra.
9. Bangladesh visto desde la izquierda
Una entrevista en las páginas del periódico del maoísta CPI(ML)-Liberación sobre la situación actual en Bangladesh con varios militantes de izquierda del país. https://links.org.au/
Bangladesh navega por una transición turbulenta, a la espera de un nuevo equilibrio tras la destitución de la Liga Awami
Por el Partido Comunista de Liberación Marxista-Leninista de la India
Publicado el 13 de septiembre de 2024
Publicado por primera vez en CPI(ML) Liberation.
Mientras Bangladesh atraviesa una turbulenta transición, Liberation ha hablado con varias voces progresistas y de izquierdas del país -Anu Muhammad, economista y activista político; Saiful Haque, del Partido Revolucionario de los Trabajadores de Bangladesh; un representante del Partido Socialista de Bangladesh y Saeed Juberi, poeta y periodista- para conocer su opinión sobre el levantamiento de masas sin precedentes que desencadenó esta transición y su valoración y expectativas de la administración interina ahora en funciones.
Ha habido noticias inquietantes de ataques a minorías, hindúes en particular, y a dirigentes y simpatizantes de la destituida Liga Awami. Sin embargo, ha sido tranquilizador ver a las principales corrientes del movimiento y a los miembros de la administración provisional, incluido el actual consejero jefe Mohammad Yunus, hacer un llamamiento a la restauración de la estabilidad y subrayar la necesidad de garantizar la seguridad de todos los ciudadanos.
El levantamiento de masas en Bangladesh y su actual culminación
Anu Muhammad, economista y activista política (AM): Los sucesos ocurridos entre el 1 de julio y el 5 de agosto han creado un ejemplo de cómo un movimiento popular pacífico puede escalar hasta convertirse en una situación de levantamiento masivo, llegando incluso a provocar la caída de un gobierno autoritario de larga duración. El nivel de brutalidad, el número de asesinatos y la cantidad de sangre derramada por el gobierno desde el 15 de julio en respuesta a este movimiento popular pacífico no tienen precedentes. Ya habíamos oído antes órdenes de disparar o una retórica semejante, pero nunca antes habíamos presenciado una matanza tan directa y generalizada, en la que se perdieran tantas vidas y se disparara a la gente de forma tan indiscriminada que murieran personas tiroteadas incluso mientras estaban en balcones, azoteas o dentro de sus casas. No sólo se disparó contra los manifestantes, sino también contra trabajadores, profesores, estudiantes, periodistas y profesionales sin relación alguna con el movimiento. Nunca se habían producido disparos tan indiscriminados en la historia del país, ni siquiera antes o después de la Guerra de Liberación. Entre el 15 y el 24 de julio, al menos 300 personas fueron asesinadas por la policía, terroristas armados y organizaciones afiliadas al partido gobernante. Después, sólo el 4 de agosto, murieron más de 100 personas. Entre los asesinados había personas de todas las edades, desde un niño de 4 años hasta una mujer de 60, pasando por trabajadores, estudiantes, periodistas y profesionales. Un gran número de personas también resultaron gravemente heridas.
En contraste con la brutal represión, hemos sido testigos simultáneamente de una resistencia creativa y sin precedentes por parte de los estudiantes y el público en general. Mientras la policía continuaba sus bárbaros ataques, hiriendo y brutalizando a los jóvenes, personas de diversos segmentos de la sociedad empezaron a congregarse a su alrededor en número creciente. Ya se había producido una acumulación de ira en la sociedad, impulsada por varios factores, como la continua subida de los precios de los productos de primera necesidad, la falta de oportunidades de empleo, la opresión generalizada por parte de las fuerzas del Estado y las milicias del partido gobernante en todos los rincones, la corrupción rampante en los procesos de contratación laboral y el colapso total de la responsabilidad institucional, incluido el poder judicial. Los recientes acontecimientos han demostrado claramente cómo la intolerancia, la centralización del poder y la arrogancia pueden crear una situación aterradora en un país.
Cuanta más fuerza ejercía el gobierno, más se fortalecía el movimiento. Observamos que, a medida que los estudiantes eran asesinados en gran número, profesores, padres, abogados, periodistas, trabajadores, artistas, actores y banqueros empezaron a solidarizarse con ellos. Hombres y mujeres de todas las profesiones y clases sociales se unieron a las protestas. Estudiantes de universidades públicas y privadas se unieron y salieron juntos a la calle. Cuando incluso aquellos que normalmente no participan directamente en las protestas empezaron a unirse al movimiento, quedó claro que este levantamiento no podía retroceder. Fue evidente entonces que existía una solidaridad generalizada entre la gente y una rebelión extrema contra el gobierno. En esta situación, ni siquiera la policía y la Guardia Fronteriza de Bangladesh (BGB) pudieron controlar el movimiento. A pesar de las graves heridas y la pérdida de vidas, el pueblo no retrocedió ni se retiró. El gobierno decidió entonces hacer uso de su máximo poder, imponiendo un toque de queda y desplegando al ejército, creando una situación de emergencia. Sin embargo, cuando la gente empezó a desafiar el toque de queda y se echó a la calle, quedó claro que, incluso mediante la represión, el gobierno no podría evitar su caída. La imposición del toque de queda y el despliegue del ejército fueron los últimos esfuerzos del gobierno. Una vez que esas medidas fracasaron, al gobierno no le quedó más remedio que dimitir. El desafío al toque de queda puso de manifiesto que el gobierno de Sheikh Hasina ya no podía mantenerse en el poder.
Saiful Haque, Partido Obrero Revolucionario de Bangladesh (SH): Este despertar de masas sin precedentes de la población estudiantil o, en general, el levantamiento de masas no fue un acontecimiento accidental. La ira multidimensional acumulada de la población del país contra los largos dieciséis años de desgobierno fascista del gobierno de la Liga Awami dirigido por Sheikh Hasina se expresó a través de este levantamiento de la población estudiantil. Los partidos políticos de la oposición se enfrentaron a una represión extrema y a un brutal gobierno fascista durante todos estos años. Los estudiantes que iniciaron esta lucha para despedir al gobierno acabaron convirtiéndose en una lucha mortal que desafió a todo el sistema del Estado armado y prácticamente llevó al Estado a una situación de parálisis.
El 5 de agosto, día en que Hasina abandonó el país, es visto como un segundo día de la independencia por mucha gente en nuestro país, se mide como una victoria similar a la guerra de liberación de Bangladesh de 1971. Esta revolución ha sentado las bases para construir un nuevo Bangladesh democrático y más humanitario contra todo tipo de discriminación.
Partido Socialista de Bangladesh (SPB): A lo largo de estos años, todas las instituciones del Estado, incluida la administración, la policía, la burocracia y el sistema judicial, se mantuvieron dentro del partidismo, admitiendo que la megacorrupción con blanqueo de dinero, el saqueo imprudente y el blanqueo de dinero en el extranjero alimentaban el alboroto. En conjunto, nuestra nación necesitaba una base en torno a la cual pudiera entrar en erupción el volcán dormido. La dirección conjunta de la sociedad estudiantil centrada en las reformas de las cuotas y la arrogancia y opresión del partido gobernante lo alimentaron.
En el caso de los empleos públicos, la cuota reservada es del 56% (combatientes por la liberación 30%, distrito 10%, mujeres 10%, minorías 5%, discapacitados 1%). Como no hay tal ámbito de empleo disponible en el país, se está privando a otros estudiantes meritorios. Las protestas contra este proceso no cesan desde 2018. Sobre la cuestión de las cuotas, especialmente en reconocimiento de la gran contribución de la guerra de liberación, el número de cuotas fijado para los familiares de los luchadores por la libertad, es decir, el 30%, no es razonable después de 52 años.
Saeed Juberi, poeta y periodista (SJ): En resumen, los ciudadanos de Bangladesh querían liberarse de la política de crear una narrativa unilateral sobre la historia de la nación y del juego de la división, creado por los que detentan el poder para separar a la gente corriente del legado de la Guerra de Liberación. En segundo lugar, la gente ha pedido el respeto de los civiles por parte del poder estatal, que nunca se les ha proporcionado. En tercer lugar, la gente se ha enfurecido al ver ante sus ojos la corrupción, el desgobierno, la falta de justicia y la pérdida de libertad de expresión.
La situación actual consiste principalmente en hacer frente a los retos de establecer un gobierno estable y sus normas. El principal reto del gobierno es gestionar la economía al tiempo que maneja adecuadamente la ley y el orden y la administración. Los manifestantes estudiantiles hablan de llegar a un nuevo acuerdo político, pero la idea sigue sin estar nada clara. En la política posterior a los noventa, el principal problema era Jamaat y ahora no sólo tenemos a Jamaat, sino también a la Liga Awami. No tenemos claro cómo la Liga Awami va a configurar su política en el futuro y cómo se va a resolver la cuestión de Jamaat.
Expectativas del Gobierno provisional
AM: Tanto si las llamamos expectativas como exigencias, este gobierno debe entender el lenguaje del levantamiento de masas. Debe tomar medidas contra las estructuras de poder que se oponen al interés público. El gobierno debe garantizar la investigación y el enjuiciamiento de los crímenes del pasado, el saqueo, el contrabando de activos y la represión. Deben abandonarse megaproyectos peligrosos y equivocados como Rampal, Rooppur y Banshkhali. Debe garantizarse la transparencia y la rendición de cuentas.
Desde la «Red de Profesores Universitarios», que participó activamente en el movimiento, habíamos afirmado que debía formarse un gobierno provisional inclusivo con el consentimiento de las principales fuerzas que respaldaron el levantamiento estudiantil-público, basado en las opiniones de las fuerzas cívicas y políticas, y compuesto por profesores, jueces, abogados y miembros de la sociedad civil de todos los sectores de la sociedad, independientemente de su nacionalidad, religión, género o clase.
SH: Nuestra esperanza para este gobierno es que respete las aspiraciones democráticas de la población estudiantil por sus derechos y su libertad. Tomarán medidas para limpiar la basura del gobierno de Hasina sin mandato público. Deberían retirar inmediatamente todos los casos falsos y de acoso de todos los niveles del Estado, incluidas las fuerzas del orden y la burocracia. Del mismo modo, los mártires del levantamiento deben recibir el estatus que les corresponde y las familias de los muertos y heridos deben recibir una indemnización y una rehabilitación adecuadas.
SPB: Los izquierdistas, incluido nuestro partido, se han unido a la promesa del gobierno de permanecer junto al movimiento estudiantil a pesar de muchas debilidades, limitaciones y deficiencias, y las consignas «antidiscriminación» planteadas en el movimiento han cobrado importancia porque nosotros también formamos parte del movimiento. Sin embargo, en lugar de un apoyo absoluto, continuaremos con la estrategia aparente de apoyo y oposición, teniendo en cuenta la cuestión de la observación y la protección del tema principal del movimiento. Además, seguiremos aclarando la cuestión de no seguir el camino del sistema social o la política de gobierno que crea la discriminación, es decir, el sistema socioeconómico capitalista, y el sistema que puede acabar con esta discriminación.
SJ: Establecer la autoridad del gobierno e iniciar diversas reformas institucionales, incluida la Constitución. Esto incluye reformas sociales, empezando por el poder judicial, el sector financiero, la comisión electoral y los partidos políticos. La cuestión de garantizar la libertad de prensa y de expresión es muy importante y crítica aquí, ya que hoy en día los medios de comunicación no son sólo periódicos impresos y aparatos electrónicos, sino que también se han asegurado un estado muy influyente en las plataformas digitales. La derogación de la ley sobre blasfemia, seguridad digital, etc. es una de las tareas.
¿Qué papel han desempeñado los trabajadores, los agricultores y todo el pueblo trabajador en este levantamiento, y qué cambios esperan de este gobierno provisional?
AM: Al principio, este movimiento estaba dirigido principalmente por estudiantes. Sin embargo, los trabajadores, los agricultores y la clase trabajadora, incluida la clase media baja, apoyaron firmemente este movimiento porque estos grupos son las principales víctimas del actual modelo económico del país. Este modelo ha provocado un aumento de la desigualdad en Bangladesh. Una pequeña fracción de la población se ha convertido rápidamente en millonaria, lo que ha provocado que la mayoría de la población se enfrente a una vida dura caracterizada por el desempleo, los bajos salarios, el hambre, la malnutrición, la humillación y todas las formas de inseguridad social.
En la última década, hemos sido testigos de la prisa por construir grandes proyectos de infraestructura, junto con niveles de corrupción sin precedentes, deforestación generalizada, contaminación del aire y del agua, y acaparamiento y saqueo desenfrenados de tierras y ríos. Como resultado, la clase trabajadora es la que más ha sufrido, con un increíble aumento de las penurias y la inseguridad.
Durante la última década, muchos megaproyectos se financiaron con préstamos extranjeros masivos. A largo plazo, muchos de estos proyectos son desastrosos desde el punto de vista medioambiental y responsables económicamente de la carga a largo plazo de la deuda externa. Estos proyectos han provocado un aumento de la deuda nacional, la devaluación de la moneda y subidas de los precios del gas, la electricidad y los impuestos, agravando la angustia económica de la mayoría de la población.
En la última década y media, un puñado de individuos se han hecho extremadamente ricos, ampliando aún más la brecha en la desigualdad de la riqueza. Las estadísticas de 2010 mostraban que el 5% de las personas más ricas tenía unos ingresos 30 veces superiores a los del 5% de la población más pobre. En 2016, esta proporción había aumentado a 60 veces, y en 2022 había superado las 80 veces. Es importante señalar que estas cifras oficiales solo reflejan parcialmente la riqueza de los saqueadores ultrarricos. En una situación así, cuando los hijos de la mayoría luchan por un movimiento justo, los brutales ataques contra ellos desencadenaron una indignación generalizada. Obreros, campesinos y otros trabajadores se unieron activamente al movimiento, poniéndose frente a las armas. Más del 20% de los muertos por las balas de la policía eran trabajadores, lo que subraya su importante implicación en la lucha.
SH: En este despertar de masas – levantamiento de masas, la clase obrera, incluidos los trabajadores de las ciudades y las zonas industriales, desempeñó un papel importante. A nivel de upazila de distrito, el papel de los campesinos de las aldeas fue bastante destacado.
La gente espera que este gobierno atienda las demandas inmediatas de los trabajadores, los agricultores y los pobres del campo y tome la iniciativa de poner en marcha las fábricas cerradas.
SJ: Los obreros, los campesinos y la clase trabajadora han estado agitados durante mucho tiempo en relación con las cuestiones de los salarios, los sueldos y el statu quo, pero las oportunidades de que la gente común obtuviera justicia en estas diversas situaciones eran limitadas. Con estos atropellos, la gente común se ha echado a la calle después de ver cómo mataban a tiros a los estudiantes. Dejaron atrás las identidades separadas de obreros, campesinos o cualquier clase, participaron en este movimiento de masas dirigido por los estudiantes sólo como ciudadanos de Bangladesh. El nuevo gobierno debe acabar con la discriminación social y garantizar los derechos y el respeto de la gente corriente en todo el país. Queda una cosa más por abordar: ¿cuál será el coste más barato de la mano de obra en el mercado?
Expectativas de las comunidades indígenas de Bangladesh
AM: Los retos económicos a los que se enfrentan las comunidades indígenas de Bangladesh son similares a los de la mayoría bengalí. Sin embargo, tienen la carga añadida de la negación de su existencia como grupos étnicos o indígenas diferenciados. Además, no se trata sólo del gobierno recientemente destituido; las enmiendas introducidas en la Constitución a lo largo de muchos años la han hecho cada vez más comunal, étnicamente sesgada, antidemocrática y autoritaria. Por ello, una de sus principales aspiraciones es la eliminación de la discriminación de clase, género, etnia y religión a nivel constitucional. Además, exigen la desmilitarización de Chittagong Hill Tracts, garantizar la seguridad de la vida y la tierra de los pueblos indígenas y obtener el reconocimiento constitucional como comunidades indígenas. Estas son ahora sus principales reivindicaciones para el nuevo Bangladesh.
SH: Las minorías religiosas y étnicas, incluidas las tribales, esperan la eliminación de todas las formas de discriminación. Se garantizarán sus derechos humanos y democráticos.
SJ: Lo primero es el reconocimiento, y hay que establecer sus derechos a pesar del control militar. También hay que suavizar bastante sus relaciones con los colonos bengalíes. La gestión de sus tierras debe establecerse de otra manera; como ellos quieren. Debería haber un sistema de cuotas para las comunidades tribales presentes en diversas instalaciones estatales.
¿Sobre la situación general actual tras el levantamiento popular?
AM: Tras el derrocamiento de Sheikh Hasina, se produjo la primera desviación en el proceso de transición cuando el jefe del ejército asumió el mando y anunció negociaciones. Se hizo evidente que quienes lideraron el levantamiento y fueron las principales fuerzas detrás del movimiento no estaban incluidos en estas discusiones. En su lugar, estaban presentes algunos individuos con acusaciones de acciones antipúblicas. Esta exclusión de las principales fuerzas del movimiento creó un vacío.
A partir de este vacío, empezaron a producirse incidentes indeseables en todo el país, como ataques a comunidades minoritarias, vandalismo contra esculturas y estructuras, incendios provocados y agresiones indiscriminadas a personas. Sin embargo, más tarde, los líderes del movimiento estudiantil contra la discriminación aparecieron en escena y se posicionaron en contra de esta violencia.
Por un lado, el movimiento estudiantil contra la discriminación y diversos segmentos de la sociedad abogan por un Bangladesh diferente, libre de la opresión y la discriminación del pasado. Los estudiantes escriben sus aspiraciones en las calles. Por otro lado, los viejos partidos políticos se preparan para tomar el poder, mientras que las antiguas clases y grupos dirigentes intentan mantener su dominio. Hay tres fuerzas activas en juego. En las últimas décadas, especialmente en los últimos 15 años, se ha producido en Bangladesh una importante concentración de la riqueza, que se ha beneficiado del sistema autocrático. Además, las burocracias militar y civil se han estructurado de forma que sirvan a los intereses del partido y de los saqueadores. Las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones y los asesinatos han sido rampantes y siguen existiendo. Varias potencias internacionales también se han beneficiado del sistema autocrático. Por ejemplo, empresas como las indias Adani y Ambani han ganado mucho con este sistema, y proyectos como la central de carbón de Rampal, que amenaza los Sundarbans, sólo han sido posibles gracias al marco autocrático. Lo mismo ocurre con los intereses de Estados Unidos, China y Rusia. Estos grupos de presión siguen siendo muy activos.
La trayectoria futura del país dependerá de lo vigilantes que estén las fuerzas del movimiento y de lo organizadas que puedan llegar a estar estas fuerzas de transformación democrática frente a estos tres poderosos grupos: la élite adinerada que se ha hecho fuerte en las últimas décadas, la burocracia militar-civil y los grupos de presión internacionales.
SH: La situación política y social aún no se ha resuelto, llevará algún tiempo más. Se están llevando a cabo muchos tipos de actividades dentro y fuera del país para hacer fracasar al gobierno provisional. También se temen actividades subversivas. El gobierno tiene muchos retos urgentes. Hay una enorme indignación contra India por haber dado cobijo a Hasina, a quien se acusa de la masacre de los estudiantes y de las actividades de incitación anti-Bangladesh del gobierno del BJP. Quedan muchas preguntas por responder, como cuánto tiempo permanecerá este gobierno con el apoyo de las fuerzas armadas, si tienen su agenda política específica o no. También se discute sobre la influencia estadounidense en este gobierno.
SJ: Me gustaría que se tomaran medidas para empezar a aplicar los cambios estatales y políticos que querían los estudiantes y la gente corriente. La policía y la administración pública tienden a ceñirse a historias hirvientes para engañar al público, como antes. Pero esta vez hemos visto la tenacidad social más rara de los estudiantes y la mentalidad de hacer el bien por el país, como que no hay policías destinados durante más de 7 días pero no ha ocurrido ningún crimen importante. Teniendo en cuenta este asunto, la actitud de todas las organizaciones tiene que cambiar; pero hasta ahora, no hemos visto ningún cambio. El lenguaje de los asesores del gobierno provisional es comprensivo con el pueblo y sus aspiraciones, lo que es positivo.
Situación actual de los ataques a minorías religiosas
AM: Cuando un régimen autocrático es derrocado a través de un movimiento o levantamiento popular, los individuos oportunistas suelen tratar de explotar los momentos de incertidumbre. Apenas unas horas después de la dimisión del Primer Ministro, el 5 de agosto, la situación era caótica, e incluso los participantes en el movimiento no estaban preparados para manejarla. A los militares también les pilló desprevenidos. Esa noche se produjeron saqueos y ataques a las minorías. Además, se hicieron esfuerzos comunitarios para proteger muchos templos, y la población local organizó la seguridad fuera de ellos. Los líderes del levantamiento, especialmente los del movimiento estudiantil contra la discriminación, tomaron medidas proactivas para mantener la armonía comunal. Por la noche, ya habían organizado patrullas en varias zonas.
El caos, los saqueos y la violencia que siguieron al levantamiento pueden clasificarse en tres tipos. En primer lugar, estaban quienes habían sido víctimas de las tácticas opresivas de la Liga Awami durante años y buscaban venganza. En segundo lugar, había individuos oportunistas que aprovecharon la situación para saquear. En tercer lugar, había fuerzas fascistas comunales que planeaban ataques contra las minorías y vandalizaban esculturas y obras de arte. Sin embargo, la resistencia nacional contra estas acciones ha sido significativa. Por desgracia, algunos medios de comunicación indios han exagerado y difundido propaganda falsa, provocadora y comunal sobre estos sucesos, ocultando los hechos. En respuesta, hemos emitido una declaración pública. Estas informaciones de los medios de comunicación indios sobre ataques a minorías, son exageradas y falsas con viles intenciones (declaración: jugantar.com).
El 6 de agosto escribí: «Quienes están empañando la alegría de la liberación del pueblo de la opresión tiránica mediante el levantamiento masivo encabezado por el movimiento estudiantil contra la discriminación, atacando hogares, templos, lugares de culto y diversos santuarios de hindúes, ahmadíes y otras comunidades religiosas, prendiéndoles fuego; los que están destruyendo esculturas e incendiando museos por todo el país; los que están agrediendo a artistas como Rahul Anand y destruyendo sus valiosísimos instrumentos musicales; los que están poniendo en peligro la vida de la gente indiscriminadamente son los enemigos de este levantamiento de masas. Debemos resistirnos a ellos. Fortalezcan las iniciativas para resistir a estos criminales en todo el país. Exigimos justicia y castigo rápidos para los saqueadores, ocupantes, asesinos y autores de actos violentos. Y buscamos la seguridad de todos los ciudadanos y creadores».
SH: No hubo violencia comunal en Bangladesh durante este periodo, salvo algunos casos excepcionales; todos los ataques contra las minorías religiosas se llevaron a cabo debido a su afiliación política a la Liga Awami. Sus concentraciones y protestas se debieron a la Liga Awami. Su objetivo era atraer la atención del gobierno de Modi. Ahora la situación se ha calmado. Junto con los estudiantes, los partidos políticos de la oposición se están turnando para protegerlos.
SPB: Durante este tiempo se produjeron algunos acontecimientos inesperados en diferentes lugares. Las casas de las minorías y los establecimientos comerciales fueron atacados, saqueados y vandalizados en algunos lugares. Muchas esculturas conmemorativas de la Guerra de Liberación, incluida la escultura de Sheikh Mujib, fueron objeto de actos de vandalismo. Todos estos incidentes se produjeron en ausencia de fuerzas policiales, en un ambiente de total vacío. Bangabhaban y Ganabhaban también fueron saqueados. Fueron, sobre todo, estallidos de actividad incontrolable. La gente ha empezado a manifestarse contra todo esto.
SH: Se han producido algunos incidentes, como ocurre siempre después de un gran acontecimiento en este país. Por ejemplo, cuando hay elecciones, se queman las casas de los hindúes. No ha ocurrido nada comparado con ese nivel, hay que recordar una cosa no hay policía en el país durante más de 7 días. Como resultado, se ha creado una conciencia social sobre la seguridad de las minorías. Todo lo que ocurrió fue instantáneo.
Como ciudadano de Bangladesh, ¿cuál es su mensaje al mundo?
AM: La rebelión contra la injusticia no sólo es justa, sino también imparable. El sistema imperialista capitalista mundial, que impone un gobierno opresivo y explotador en países de todo el planeta, está siendo desafiado de diversas formas por las luchas populares. La forma de protesta y resistencia puede diferir debido a factores como la situación, la historia de la lucha popular y la distribución relativa del poder. Sin embargo, el poder del pueblo demuestra sistemáticamente que, por mucho que un tirano amplíe su poder coercitivo, su derrota es inevitable cuando irrumpe el poder popular. Ciertamente, esto requiere el papel activo de fuerzas revolucionarias vigilantes y organizadas. También es crucial la solidaridad entre las fuerzas de liberación de los distintos países. Esta solidaridad es muy débil en el sur de Asia. La falta de comunicación entre las fuerzas progresistas y activas de Bangladesh y la India está perjudicando la lucha por la liberación de los pueblos de ambos países.
SH: Nuestro mensaje a la comunidad internacional es que queremos el apoyo sincero y la cooperación de todos en nuestro camino de transformación democrática. Ya hemos solicitado la cooperación de Naciones Unidas para una investigación imparcial y creíble sobre el genocidio cometido por el gobierno de Hasina.
Nuestro mensaje especial con respecto a India es que no debe ser en modo alguno cómplice de la rehabilitación política de los fantasmas del fascismo autocrático caído. Si India no hubiera dado un apoyo inequívoco al gobierno de Hasina, esta situación podría haberse evitado. Y también queremos resolver todos nuestros problemas bilaterales sobre la base de la igualdad y la equidad con India.
SJ: El público lo sabe todo. Y en la medida en que se puede vivir sabiendo, toda persona viva lo sabe. Por tanto, no hay nada que convenza más a la gente. La gente aguanta todo lo que puede. En consecuencia, aconsejaré a los gobernantes que no sobrepasen el límite de la tolerancia humana.
En las universidades están circulando comunicados para poner fin a la política estudiantil. ¿Cuál es su opinión sobre estos mandatos que prohíben las mismas fuerzas que construyeron el trasfondo de este levantamiento de masas?
AM: Esto está muy mal. Tiene su origen en la opresión y el dominio del gobierno en la política estudiantil. Sin embargo, no reconocen que luchar contra esta opresión es también una forma de política. Aquellos que lideraron el movimiento político masivo, como el levantamiento de masas, deberían ser promovidos, no marginados. Su responsabilidad debe ser avanzar, no renunciar al poder.
SH: Creemos que la cuestión no es acabar con la política estudiantil, la cuestión es acabar con la ocupación de los partidos gubernamentales, el faccionalismo, el terrorismo, el vandalismo y la toma de rehenes en las instituciones educativas. Cortar la cabeza por los dolores de cabeza no es en absoluto una solución. En nuestro país, los centros educativos son los depositarios del pensamiento y el activismo políticos. Lo que esté haciendo ahora el movimiento estudiantil contra la discriminación es totalmente político.
SPB: Dejar de practicar la política no lo soluciona. El remedio es una cultura de la educación centrada en la igualdad en lugar de las prácticas racionales científicas idealistas y los intereses individuales consumistas, que posiblemente darán lugar a la política dedicada y consagrada a los intereses de la población estudiantil y al interés nacional.
¿Qué espera del nuevo gobierno para proteger la soberanía de Bangladesh en la nueva situación?
AM: Deben eliminarse todos los obstáculos al poder popular. Deben hacerse públicos todos los acuerdos celebrados con gobiernos o empresas de países, incluida India, con el pretexto del desarrollo, la seguridad o los intereses mutuos, y debe desecharse cualquier acuerdo perjudicial para el interés público. Ampliar el poder del pueblo es la única forma de proteger la soberanía del país.
SH: La principal salvaguarda de la soberanía de Bangladesh es la unidad de su pueblo. Bangladesh tiene que garantizar sus intereses nacionales, su seguridad nacional y su soberanía al margen de la potencia hegemónica regional y del círculo imperialista. Requiere nuestra especial atención que Bangladesh no se convierta en patio de recreo de ninguna superpotencia.
Observación de José Luis Martín Ramos:
Gracias Carlos, parece que habían suficientes razones para el levantamiento y que no se trató de una «revolución de colores» instigada por el imperialismo. Otra cosa será que el imperialismo intentará intervenir. Yo tengo la sensación de que Bhadrakumar tuvo una visión prejuiciada por su enfoque rígidamente geopolítico de las cuestiones.