Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. La vergüenza de Europa.
2. Un instante de libertad (observación de Antonio Navas).
3. Scott Ritter se une a la causa palestina.
4. El albatros Netanyahu.
5. La Internacional Progresista lanza un llamamiento por Palestina.
6. Entrevista a un diputado comunista judío.
7. Situación militar y político-diplomática en Palestina.
8. Alejamiento absoluto.
1. La vergüenza de Europa
Supongo que todos nos sentimos un poco así, avergonzados de nuestros gobernantes europeos: genocidas o timoratos. https://globalter.com/la-
La vergüenza de Europa
JAVIER GARCÍA
Como europeo, durante los últimos meses he sentido en varias ocasiones indignación y vergüenza por el comportamiento de Europa y sus dirigentes. La actitud servil hacia los designios de EEUU en Ucrania -en contra de sus propios intereses-, la cancelación de la cultura rusa, la posición hacia China, los llamamientos a restringir el asilo a los refugiados, el auge de la extrema derecha, la imposición del discurso único y la censura a cualquier opinión diferente, eran síntomas desoladores.
Pero la posición de la Unión Europea (UE) ante la descomunal tragedia que está sufriendo y sufrirá aún más, si nadie lo remedia, el pueblo palestino ha superado todos los límites de lo imaginable.
Siempre había pensado que los valores de la ilustración, los conceptos de libertad, paz, solidaridad o justicia eran ideas por las que valía la pena luchar y enorgullecerse como europeo. Que esas palabras que se inscriben en las constituciones occidentales, no eran una ficción, sino que procedían de una tradición europea enriquecedora de pensamiento libre, humanista y plural.
Sin embargo, la evolución política de Europa y sus dirigentes -en paralelo al imparable declive de la dominación occidental sobre el mundo- han hecho que esos valores pierdan cada vez más su genuino significado, en boca de políticos que los proclaman, pero nunca los defienden.
Que prácticamente ningún dirigente europeo haya criticado o haya hecho un llamamiento a la contención al Gobierno israelí por dejar sin agua, sin comida, sin luz y sin combustible a dos millones de gazatíes mientras les bombardea sin tregua, es terrible y bochornoso. Y más atroz aún es que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, haya viajado este viernes a Israel para “solidarizarse”, según sus palabras, exclusivamente con las víctimas israelíes, sin mencionar a las palestinas. Lo ha hecho además el mismo día que Israel anunciaba un ultimátum de 24 horas para que más de un millón de palestinos abandonen sus casas en el norte de la Franja, incluida la ciudad de Gaza.
Un ultimátum que supone expulsar en un día de sus hogares a un millón cien mil palestinos, todavía más que los desalojados durante toda la tristemente recordada Nakba de 1948, tras la creación del Estado de Israel cuando cerca de 700 mil palestinos se vieron obligados a dejar atrás sus pueblos para convertirse en refugiados de por vida.
Pues bien, una vez en Israel, Von der Leyen no solo avaló ese ultimátum -considerado inviable y muy peligroso por la ONU- sino que volvió a solidarizarse únicamente con las víctimas israelíes, al tiempo que seguían cayendo toneladas de bombas sobre edificios residenciales de la franja, sobre sus mezquitas, sus hospitales o sobre las propias agencias de Naciones Unidas. Bombas israelíes que han matado ya a cerca de 600 niños, según el Ministerio de Salud palestino. Y a nadie en Europa parece caerle la cara de vergüenza por ese viaje, por ese tremendo desprecio al sufrimiento palestino.
La misma presidenta de la Comisión de la UE que hace un año ante el Parlamento europeo decía: “Los ataques de Rusia contra infraestructura civil, especialmente electricidad, son crímenes de guerra. Dejar sin agua, electricidad o calefacción, ahora que llega el invierno, a hombres, mujeres y niños son actos de puro terror. Y debemos llamarlos así”.
Pocas veces la doble moral europea y el cinismo de sus dirigentes ha quedado tan en evidencia. Más cuando Rusia no dejó sin agua, electricidad o calefacción, ni mucho menos, a toda Ucrania, como Israel ha dejado por completo a toda la franja de Gaza y a sus dos millones de habitantes -la gran mayoría refugiados-, mientras les bombardea de una forma bastante más salvaje e indiscriminada de lo que ha hecho Moscú hasta ahora con los ucranianos.
Para Von der Leyen, estas víctimas no merecían, al parecer, siquiera un comentario durante su visita al país que les está matando y dejándoles sin luz, agua o comida. Tampoco eran necesarias, a su juicio, unas palabras pidiendo a Israel que proteja a la población civil en sus bombardeos. Sus imágenes sonrientes con Netayanhu, mientras hablaba de los “bárbaros ataques” de Hamás, sin decir ni una palabra del sufrimiento palestino y arrogándose la representación de todos los europeos, quedarán grabadas en la historia de la infamia.
Sabemos que la presión de Estados Unidos sobre Europa, es enorme. Sabemos que los coletazos de un imperio que se derrumba suelen ser los más peligrosos, especialmente los de uno acostumbrado a encontrar su beneficio en promover guerras, generar conflictos e impedir la prosperidad de los demás en lugar de tratar de resolver sus problemas o colaborar en solucionar los del mundo.
Sabemos que Europa poco puede hacer para cambiar el curso de los acontecimientos decidido y perseguido por el hegemón en Ucrania, en Gaza, en Oriente Medio y, si pudiese, en el mundo entero.
Pero ya que no autonomía política o estratégica, los dirigentes europeos deberían mostrar al menos un mínimo de decencia. Si son incapaces, dejen por favor de enarbolar conceptos como humanismo, libertad, solidaridad o justicia. Dejen de manosear valores que en absoluto persiguen y a todas luces han abandonado.
Dejen de una vez de hablar en nombre de todos los europeos. No nos representan.
Javier García es periodista. Ha sido jefe de corresponsalías en Medio y Extremo Oriente, Latinoamérica, Europa y África, además de enviado especial a diferentes conflictos bélicos. Actualmente, es profesor de Periodismo en la Universidad Renmin de Pekín. Su último libro es China, amenaza o esperanza.
2. Un instante de libertad
Tras el de Scott Ritter, otro relato en primera persona, pero este de una palestina en Cisjordania. No parece especialmente izquierdista, ni islamista. Puede ser una indicación de lo que piensa y siente al menos parte de la población palestina.
El 7 de octubre, Gaza salió de la cárcel
Y aunque por un breve momento, los palestinos nos sentimos libres
Mariam Barghouti Escritora palestino-estadounidense afincada en Ramala.
Publicado el 14 Oct 2023
En la madrugada del sábado 7 de octubre, los palestinos de toda Cisjordania se despertaron con el sonido de explosiones.
Nadie sabía realmente lo que estaba ocurriendo hasta que empezaron a llegar noticias de que combatientes de Gaza habían tomado el control del paso fronterizo de Beit Hanún, el único a través del cual los residentes de Gaza pueden llegar al resto de la Palestina histórica en las escasísimas ocasiones en que el ocupante se lo permite.
Pronto apareció en las redes sociales la información de que el muro que Israel había levantado alrededor de la Franja de Gaza para mantener a sus 2,3 millones de habitantes permanentemente prisioneros había sido traspasado.
Y entonces llegaron las imágenes y filmaciones del muro roto. En un vídeo, en el que se ve una excavadora derribando el muro, se oye a un palestino cantar exultante: «¡Sí, vamos! ¡Allahu Akbar [Dios es el más grande]! ¡Adelante, chicos! Descansa en paz, muro».
Era increíble. Parecía surrealista. Nos preguntábamos cómo era posible que el pueblo de Gaza hubiera salido de su prisión.
Pocos en el mundo entenderían nuestros sentimientos en ese momento. Quizá los presos políticos sí.
La inmensa mayoría de la población palestina que permanece en la Palestina histórica ha nacido en prisión y sólo conoce la prisión. Gaza está completamente aislada del resto del mundo por el muro del apartheid israelí y sometida a un asedio debilitante, en el que participa alegremente su vecino Egipto.
En la Cisjordania ocupada, todos los puntos de entrada y salida de cada aldea, pueblo y ciudad palestinos están controlados por las fuerzas de ocupación israelíes; los palestinos -a diferencia de los colonos israelíes que les roban sus tierras- no tienen libertad de movimiento.
Nuestro encarcelamiento también incluye trabajos forzados. Con la ocupación israelí asfixiando la economía palestina y la consiguiente alta tasa de desempleo, los palestinos se ven obligados a buscar trabajo con los guardianes de sus prisiones. Las autoridades israelíes, por supuesto, controlan estrictamente este proceso, expidiendo a los palestinos «permisos de trabajo» y a menudo revocándolos arbitrariamente.
Como en una cárcel de verdad, también estamos sometidos a vigilancia permanente mediante cámaras en lugares públicos, drones, intervención de teléfonos y telecomunicaciones, una red de infiltrados y espías, etc.
Y por supuesto, al igual que los prisioneros, somos «castigados» por «portarnos mal». En Gaza, el castigo se traduce en bombardeos indiscriminados de zonas densamente pobladas que siempre se traducen en matanzas masivas de civiles.
En Cisjordania, nos someten a «redadas de búsqueda y captura» todas las noches, en las que los ocupantes invaden nuestras casas, maltratan a nuestros seres queridos delante de niños aterrorizados y se los llevan (a veces a los propios niños) para detenerlos indefinidamente sin cargos. Matar a tiros a civiles palestinos en esas incursiones es, por supuesto, algo habitual.
En este contexto, ver esas imágenes y vídeos del muro de la prisión derribado en Gaza es liberador. No se puede exagerar su poder simbólico.
Sentimos el mismo júbilo en 2021 cuando nos enteramos de que seis presos políticos palestinos se habían fugado de una cárcel israelí. Habían cavado un túnel para salir de la cárcel utilizando cucharas, trozos de metal y mucha paciencia.
Aquella fuga de la cárcel se convirtió en un emblema de la perseverancia palestina. Los palestinos vitorearon a los presos mientras evadían a sus carceleros durante días. Celebramos sus sencillos actos de saborear la libertad: comer un higo chumbo por primera vez en 20 años, abrazar una vaca, pasear por las colinas de Nazaret. Respiramos la libertad con ellos, como si nosotros también fuéramos libres.
La sensación liberadora de salir de la cárcel también ha llegado de la mano de nuestros valientes presos en huelga de hambre. En 2011, Khader Adnan, que había estado detenido por los israelíes de forma intermitente y sin cargos durante una década, inició una huelga de hambre contra otra detención injusta. A él se unieron cientos de presos palestinos. A pesar de las amenazas y los malos tratos, perseveró hasta que la presión fue suficiente e Israel se vio obligado a liberarlo. También celebramos la libertad de Adnan como si fuera la nuestra.
Estos breves momentos de ruptura en nuestra realidad de encarcelamiento son a la vez aterradores y estimulantes. Por supuesto, siempre son efímeros: breves instantes de triunfo palestino antes de que el insoportable peso de la dominación militar israelí vuelva a aplastarnos.
La euforia inicial de ver caer el muro del apartheid en Gaza fue rápidamente superada por la aterradora comprensión de lo que vendría después.
Sabíamos que la guerra estallaría en el momento en que los palestinos de Gaza salieran de su prisión israelí. Mis conversaciones con compañeros y amigos, mis charlas de grupo, las llamadas telefónicas… todo estaba dominado por la misma oscura premonición: «Van a matarnos a todos».
Sabemos, por experiencia directa, lo que significa la política de venganza de Israel. También sabemos que no importa qué salvajada cometa su ejército, Occidente lo «apoyará» y señalará los «crímenes palestinos».
Israel ha librado cinco guerras contra Gaza, cada vez matando en masa a civiles palestinos mientras los líderes occidentales justificaban la matanza con el conocido mantra «Israel tiene derecho a defenderse».
Y, por supuesto, eso es exactamente lo que está ocurriendo ahora. Israel está bombardeando Gaza. Ha impuesto un bloqueo total a Gaza, sin que entren en la Franja agua, electricidad, alimentos ni medicinas. La infraestructura de telecomunicaciones ha sido bombardeada, aislando a los palestinos de Gaza del resto del mundo. Mientras tanto, Cisjordania ha sido completamente bloqueada; los puestos de control se han cerrado por todas partes, paralizando de hecho todo el territorio. Los soldados israelíes disparan contra los palestinos y animan a los colonos a hacerlo también.
Y, sin embargo, Occidente «apoya» a su aliado, Israel, y su «derecho a defenderse» del pueblo que ocupa y oprime brutalmente. Los países occidentales se tragan la propaganda israelí de que está luchando contra el «terrorismo islámico», de que «Hamás es ISIS», de que los palestinos son «infrahumanos», de que están «decapitando bebés». Se han abandonado todas las pretensiones de moralidad, lógica y verdad para justificar la matanza masiva de palestinos.
En los últimos siete días, el ejército israelí ha matado a más de 2.200 palestinos en Gaza, entre ellos 600 niños. Sus soldados han asesinado al menos a 53 palestinos en Cisjordania. Desde el comienzo del año, otros 250 han sido asesinados, lo que lo convierte en el año más letal desde que Naciones Unidas comenzó a documentar las víctimas mortales en 2004-2005.
Todo esto lo esperábamos. Todo esto sigue siendo doloroso y horroroso. Todo esto pasará a la historia palestina como un episodio más de resistencia por parte de los palestinos y de matanza masiva y limpieza étnica por parte de Israel.
Sin embargo, a diferencia de otros momentos de la historia palestina, esta vez algo es diferente. Los palestinos no sólo consiguieron liberarse de su prisión en Gaza -aunque por poco tiempo- sino que, por primera vez, asestaron un golpe que tendrá repercusiones de largo alcance.
Los palestinos han golpeado a Israel donde éste ha golpeado a los palestinos durante más de 75 años: vidas y tierras. La arrogancia israelí y la sensación de seguridad de que puede oprimir, matar y robar tierras con impunidad se han hecho añicos.
Hemos sido rehenes de Israel durante décadas. Hemos sido prisioneros en nuestra tierra durante generaciones. Pero este octubre, el niño enclenque dio por fin su puñetazo y el matón se ha tambaleado.
Mientras nuestros opresores salen a matar indiscriminadamente con rabia ciega, entre ellos se está extendiendo la incómoda sensación de que la prisión en la que nos tienen encerrados empieza a desmoronarse.
Comentario de Antonio Navas:
Creo que explica muy bien, desde el punto de vista humano, civil, psicológico, experiencial, desde ese punto de vista que es el que al final explica la adhesión de las masas, de comunidades enteras a proyectos, acciones, luchas, guerras… aunque no utilice complejas teorías geopolíticas, lo que significa esta acción para -no sé si decir la mayoría de los palestinos- muchos. Palestinos y no palestinos. Y dentro de eso aceptamos implícitamente un elemento de crueldad, de brutalidad, de salvajismo, de venganza. Lo dice la autora abiertamente. Golpear a Israel como ellos han sido golpeados 75 años.
3. Scott Ritter se une a la causa palestina
Scott Ritter, que colaboró muy activamente con los servicios secretos militares de Israel, como vimos hace poco, explica por qué no apoyará ya nunca más a ese país. Un relato interesante en primera persona. Porque los estadounidenses no pueden evitar intentar ser los protagonistas aunque estén explicando la historia de otro pueblo. 😀 https://www.scottritterextra.
Por qué ya no apoyo a Israel y nunca más lo haré
Scott Ritter 14 oct 2023
Las puertas de Gaza
«Los atacantes llegaron al amanecer, ocupando rápidamente la ciudad. Separaron a los hombres de las mujeres y les dispararon. Uno de los atacantes, al abrir la puerta de una de las casas, encontró a un anciano allí de pie. Le disparó. Disfrutó disparándole», dijo después un testigo ocular del ataque.
Pronto la ciudad quedó vacía: toda la población de 5.000 habitantes había sido asesinada o expulsada, y los que sobrevivieron fueron subidos a camiones y conducidos a Gaza. Las casas vacías fueron saqueadas. Estábamos muy contentos», dijo después uno de los participantes. Si no lo tomas tú, lo hará otro. No sientes que tienes que devolverlo. No iban a volver'».
Parece un relato arrancado de las portadas de los periódicos de hoy, una de las muchas historias de este tipo -demasiadas para contarlas- que describen las atrocidades infligidas a la población civil de las ciudades y kibutz israelíes adyacentes a la Franja de Gaza controlada por Hamás.
Pero no lo es. Se trata de los recuerdos de Yaakov Sharett, hijo de Moshe Sharett, uno de los padres de Israel, firmante de la Declaración de Independencia de Israel, primer Ministro de Asuntos Exteriores y segundo Primer Ministro de Israel. Yaakov Sharett relataba la toma de la ciudad árabe de Bersheeba, en 1948, por soldados israelíes, durante la Guerra de Independencia de Israel.
Cuando era un joven soldado que servía en el desierto del Néguev en 1946, Sharett fue nombrado mujtar -o jefe- de uno de los once equipos de soldados que formaban parte del «Plan de los 11 Puntos» secreto, diseñado para establecer puestos de avanzada judíos en el desierto del Néguev que sirvieran de punto de apoyo estratégico en la región cuando estallara la guerra prevista entre sionistas israelíes y árabes.
El sionismo, tal como existía antes de 1948, era un movimiento para el restablecimiento de una nación judía en el territorio del Israel bíblico. Se estableció como movimiento político, la Organización Sionista, en 1897 bajo el liderazgo de Theodor Herzl. Herzl murió en 1904, y la Organización Sionista pasó más tarde a manos de Chaim Weizmann como recompensa por impulsar la adopción de la Declaración Balfour, que comprometía al gobierno británico a la creación de un Estado judío en Palestina. Weitzman permaneció al frente de la Organización Sionista hasta la creación de Israel en 1948, tras lo cual fue elegido primer Presidente de Israel.
En 1946, un plan de partición de las Naciones Unidas que dividía el mandato palestino británico en secciones árabes y judías había asignado la región del Néguev a los árabes. Los líderes sionistas del futuro Estado de Israel, encabezados por David Ben Gurion, Moshe Sharett y otros dedicados a los principios del sionismo, idearon el «Plan de los 11 Puntos» como medio de alterar el statu quo existente entonces en el Néguev, donde 500 judíos en tres puestos avanzados vivían entre 250.000 árabes residentes en 247 pueblos y ciudades. Los 11 nuevos puestos avanzados aumentarían la presencia israelí en el Néguev, creando la condición en la que, como señaló el historiador palestino Walid Khalidi, «una mayoría indígena que vivía en su suelo ancestral» se vería «convertida de la noche a la mañana en una minoría bajo dominio extranjero.»
La noche del 5 de octubre de 1946 -justo después de Yom Kippur- Yaakov condujo a su equipo al Negev. «Recuerdo cuando encontramos nuestro pedazo de tierra en la cima de una colina estéril», relató Yaakov. «Aún estaba oscuro, pero conseguimos golpear los postes y pronto estuvimos dentro de nuestra valla. Al amanecer, llegaron camiones con barracones prefabricados. Fue toda una hazaña. Trabajamos como demonios».
Cuando Yaakov formaba parte del Movimiento Juvenil Sionista, recorría el Néguev a pie, familiarizándose con las aldeas árabes y aprendiendo sus nombres en hebreo, tal como aparecían en la Biblia. Junto al asentamiento de Yaakov en la cima de la colina, que se convirtió en el kibutz Hatzerim, había un pueblo árabe llamado Abu Yahiya. Una de las misiones encomendadas a los kibutzniks de Hatzerim era recopilar información sobre los árabes locales que utilizarían los planificadores militares israelíes que en aquel momento estaban preparando la expulsión a gran escala de los árabes del Néguev.
Los árabes de Abu Yahiya proporcionaban agua fresca a Yaakov y a sus compañeros sionistas y a menudo vigilaban las propiedades del kibbutz mientras los hombres estaban fuera trabajando. Hubo un acuerdo entre los líderes de Abu Yahia y el kibbutz Hatzerim de que se les permitiría quedarse una vez que Israel tomara el control del Néguev. Sin embargo, cuando llegó la guerra, los kibbutzniks de Hatzerim se volvieron contra sus vecinos árabes, matándolos y expulsando a los supervivientes de sus hogares para siempre.
La mayoría de los supervivientes acabaron viviendo en Gaza.
La matanza y erradicación física del pueblo de Abu Yahiya, la ciudad de Bersheeba y los otros 245 pueblos y aldeas árabes del Néguev a manos de colonos y soldados israelíes ha pasado a la historia como la Nakba, o «Catástrofe». Los palestinos, cuando hablan de la Nakba, no sólo se refieren a los acontecimientos de 1948, sino a todo lo que ha ocurrido desde entonces en nombre del mantenimiento, la expansión y la defensa del sionismo después de 1948, que define al Israel actual. Los israelíes no hablan de la Nakba, sino que se refieren a los acontecimientos de 1948 como su «Guerra de Independencia».
«El silencio sobre la Nakba», ha observado un estudioso contemporáneo del tema, «también forma parte de la vida cotidiana en Israel».
Tras la creación del Estado judío de Israel en 1948, un grupo de colonos judíos se dirigió al Primer Ministro David Ben-Gurion, solicitando que se permitiera a los hombres de sus asentamientos servir en el ejército como grupo. El resultado fue la creación del programa Nahal, que combinaba el servicio militar con el trabajo agrícola. Las fuerzas del Nahal formarían una guarnición, que luego se transformaría en un kibutz, que serviría como primera línea de defensa contra cualquier futuro ataque árabe a Israel. En 1951 se estableció el primero de estos asentamientos del Nahal, Nahlayim Mul Aza, en la frontera con la Franja de Gaza. Siguieron más, ya que el proyecto Nahal pretendía rodear Gaza con estos asentamientos-fortaleza. En 1953, Nahlayim Mul Aza dejó de ser un puesto militar para convertirse en un kibbutz civil y pasó a llamarse Nahal Oz.
Uno de los primeros colonos de Nahal Oz fue un hombre llamado Roi Ruttenberg. A los 13 años, sirvió como mensajero durante la Guerra de Independencia de 1948. Cuando cumplió 18 años, en 1953, se alistó en las FDI, y luego pasó a obtener su comisión. Su primer trabajo como oficial fue el de oficial de seguridad de Nahal Oz. Se casó, y en 1956 fue el orgulloso padre de un niño. El 18 de abril de 1956, Roi cayó en una emboscada de árabes, que lo mataron y se llevaron su cuerpo a Gaza. Su cuerpo fue devuelto tras la intervención de la ONU, y fue enterrado al día siguiente, el 19 de abril. La muerte de Roi había enfurecido a la nación israelí, y miles de personas se reunieron para su funeral.
Moshe Dyan, el Jefe del Estado Mayor israelí, estaba presente, y pronunció un panegírico que ha pasado a la historia israelí como uno de los discursos definitorios de la nación. Ayer por la mañana temprano», comenzó Dyan, su voz se elevaba por encima de la multitud de dolientes, «Roi fue asesinado». La tranquilidad de la mañana primaveral le deslumbró y no vio a quienes le esperaban emboscados, al borde del hoyo».
No echemos hoy la culpa a los asesinos. ¿Por qué deberíamos declarar su odio ardiente hacia nosotros? Durante ocho años han estado sentados en los campos de refugiados de Gaza, y ante sus ojos hemos ido transformando las tierras y los pueblos donde ellos y sus padres vivían, en nuestra propiedad.
No es entre los árabes de Gaza, sino en nuestro propio seno donde debemos buscar la sangre de Roi. ¿Cómo hemos podido cerrar los ojos y negarnos a mirar de frente nuestro destino y ver, en toda su brutalidad, el destino de nuestra generación? ¿Hemos olvidado que este grupo de jóvenes que habita en Nahal Oz lleva sobre sus hombros las pesadas puertas de Gaza?
Más allá del surco de la frontera, se hincha un mar de odio y deseo de venganza, a la espera del día en que la serenidad embote nuestro camino, del día en que hagamos caso a los embajadores de la hipocresía malévola que nos llaman a deponer las armas.
La sangre de Roi clama a nosotros y sólo a nosotros desde su cuerpo desgarrado. Aunque hemos jurado mil veces que nuestra sangre no correrá en vano, ayer de nuevo fuimos tentados, escuchamos, creímos.
Hoy haremos cuentas con nosotros mismos; somos una generación que asienta la tierra y sin el casco de acero y las fauces del cañón, no podremos plantar un árbol ni construir un hogar. No dejemos de ver la repugnancia que inflama y llena la vida de los cientos de miles de árabes que viven a nuestro alrededor. No apartemos los ojos para que no se nos debiliten los brazos.
Este es el destino de nuestra generación. Esta es la elección de nuestra vida: estar preparados y armados, fuertes y decididos, no sea que la espada se clave en nuestro puño y nuestras vidas sean segadas.
El joven Roi que dejó Tel Aviv para construir su casa a las puertas de Gaza y ser un muro para nosotros estaba cegado por la luz de su corazón y no vio el destello de la espada. El anhelo de paz ensordeció sus oídos y no oyó la voz del asesinato que esperaba emboscado. Las puertas de Gaza pesaban demasiado sobre sus hombros y le vencieron.
El discurso destaca por su abierto reconocimiento del odio a Israel por parte de los palestinos encarcelados en Gaza, así como de la fuente de su odio, y su comprensión respecto a la legitimidad de las emociones palestinas.
Pero tampoco se disculpa por la rectitud de la causa israelí, independientemente de la legitimidad de la causa palestina. Israel, dijo Dyan, no puede asentarse sin el «casco de acero y las fauces del cañón». La guerra, dijo, era la «opción vital» de Israel, y como tal Israel estaba condenado a una vida de diligencia militarizada, «no sea que la espada sea arrancada de nuestro puño y nuestras vidas segadas».
Cuando la gente reflexiona sobre la violencia que tuvo lugar el 7 de octubre, cuando cientos de combatientes de Hamás fuertemente armados salieron de Gaza y cayeron sobre los puestos militares avanzados y los kibutz que rodeaban Gaza, no deberían olvidar nunca los orígenes y la finalidad de estas instalaciones: encerrar literalmente a la población de Gaza en lo que es, de hecho, un campo de concentración al aire libre, y las emociones producidas entre la población árabe allí recluida. Los israelíes que vivieron, trabajaron y sirvieron en estos campamentos llevaban sobre sus hombros «las pesadas puertas de Gaza», trabajando bajo el «odio ardiente» de un pueblo obligado a sentarse en campos de refugiados mientras, ante sus ojos, los colonos de los kibutz circundantes transformaban «las tierras y las aldeas donde ellos y sus padres habitaban» en la patria judía israelí.
Todos estos israelíes empuñaban firmemente la espada del sionismo. Ninguno de los adultos que vivieron y trabajaron en estos campamentos puede considerarse inocente: formaban parte de un sistema -el sionismo- cuya existencia y mantenimiento exigen el encarcelamiento brutal y la subyugación de millones de palestinos a los que se les robaron sus hogares hace 75 años. Vivieron su «destino», como lo llamó Moshe Dyan, con toda su brutalidad inherente. Las «pesadas puertas de Gaza» fueron el destino de su generación, hasta que, como Roi Ruttenberg antes que ellos, las puertas pesaron demasiado sobre sus hombros y los vencieron.
Nunca renunciar
Hubo un tiempo en que me consideraba amigo de Israel. Había hecho campaña durante la Operación Tormenta del Desierto para impedir que se lanzaran misiles SCUD iraquíes contra Israel y, desde 1994 hasta 1998, viajé mucho a Israel, donde trabajé con la organización de inteligencia de las Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF), AMAN, para asegurarme de que Irak no pudiera volver a amenazar a Israel con misiles SCUD portadores de ojivas convencionales de alto explosivo, químicas, biológicas o nucleares. Informé a generales, diplomáticos y políticos israelíes.
Trabajé largas horas codo con codo con intérpretes fotográficos israelíes, recopiladores de señales de inteligencia, analistas técnicos de inteligencia y oficiales de casos de inteligencia humana, mientras nos asegurábamos de que no quedara piedra sin remover a la hora de garantizar que todas las capacidades de Irak en materia de armas de destrucción masiva estuvieran completa y verificablemente justificadas. Me sorprendió la asombrosa ética de trabajo y la inteligencia innata de mis colegas israelíes. También me impresionó su integridad, ya que cumplieron con creces su promesa de adherirse al mandato establecido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en lo que respecta al trabajo que yo y mis compañeros inspectores de la Comisión Especial de las Naciones Unidas (UNSCOM) estábamos realizando en Iraq.
Cuando dejé la UNSCOM, en agosto de 1998, me consideraba un auténtico amigo de Israel (esta relación tenía un inconveniente: el FBI me estaba investigando por supuestas violaciones de la ley de espionaje, investigación que no concluyó hasta después del 11 de septiembre de 2001, cuando, tras una entrevista entre tres agentes del FBI y yo, se cerró la investigación).
Debo admitir que de niño sentía algo más que ambivalencia respecto a Israel: no era un admirador nato. Mi primer recuerdo de Israel fue la Guerra del Yom Kippur, en octubre de 1973, y quedé hipnotizado por los reportajes que vi en televisión. Más tarde, en 1976, quedé igualmente cautivado por la audacia y el heroísmo del rescate de Entebbe. Pero este encaprichamiento infantil se desvaneció cuando fui a la universidad. Entre un compañero de cuarto estadounidense-israelí que acababa de terminar su servicio en las Fuerzas de Defensa de Israel (yo acababa de terminar mi servicio en el ejército de Estados Unidos y estaba inscrito en un programa de comisión del Cuerpo de Marines, y no podía entender por qué un ciudadano estadounidense serviría -o podría servir- en las fuerzas armadas de otra nación), y una organización Hillel (de estudiantes judíos) muy activa en el campus, me sentí ofendido por la tolerancia cero que existía entre muchos judíos estadounidenses hacia Palestina y el mundo árabe en general.
El profesor John B. Joseph, historiador asirio-estadounidense de estudios sobre Oriente Medio, me influyó profundamente. Hijo de refugiados del genocidio asirio en la Persia anterior a Irán, el profesor Joseph nació y creció en Bagdad. La amplitud de miras con la que impartía cursos sobre las relaciones árabe-israelíes contrastaba fuertemente con el enfoque de «yo hago lo que quiero» adoptado por Hillel. En una ocasión, en la primavera de 1983, Hillel patrocinó la visita al campus de una delegación de soldados israelíes que dieron charlas sobre la invasión y ocupación israelí del sur del Líbano. Yo estaba matriculado en el Curso de Líderes de Pelotón del Cuerpo de Marines y estaba previsto que me alistara al graduarme en mayo de 1984.
En febrero de 1983, un enfrentamiento entre un marine estadounidense y tres tanques de las Fuerzas de Defensa de Israel ocupó los titulares de todo el mundo. Los tanques, comandados por un teniente coronel israelí, habían intentado atravesar la posición de los marines. El capitán Charles B. Johnson, oficial al mando de una unidad de Marines destinada a impedir que los israelíes entraran en Beirut, se había colocado delante de los tanques, diciendo al oficial de las IDF que no les dejarían pasar. Cuando los tanques amenazaron con atropellarle, el capitán Johnson sacó su pistola, saltó sobre el tanque israelí que iba en cabeza y le dijo al teniente coronel que lo harían por encima de su cadáver. Los israelíes se echaron atrás.
El enfrentamiento en las afueras de Beirut provocó tensiones entre Estados Unidos e Israel, y el Departamento de Estado llamó al encargado de negocios israelí, Benjamin Netanyahu, para protestar por la provocación israelí. Los israelíes difundieron el rumor de que el aliento del capitán Johnson olía a alcohol.
Este rumor fue repetido por uno de los soldados embajadores de las IDF en una charla en el campus a la que asistí. Me ofendí y me levanté para desafiar al orador. De forma no muy diplomática, le recordé al soldado de las IDF que estaba en suelo estadounidense, en presencia de un marine estadounidense, y que no iba a permitir que manchara la reputación de un oficial del Cuerpo de Marines en mi presencia. Intuyendo la violencia inherente a mis palabras (yo ya tenía fama en el campus de haber maltratado a un compañero que había deseado que John Hinckley, el posible asesino del presidente Ronald Reagan, hubiera tenido mejor puntería), los organizadores de Hillel intervinieron y sacaron al soldado de las IDF del escenario y del campus.
Mi siguiente interacción con Israel se produjo, indirectamente, durante la Operación Tormenta del Desierto. Aunque la misión de las fuerzas estadounidenses era liberar Kuwait del ejército iraquí, el lanzamiento de misiles SCUD modificados contra Israel por parte de Irak amenazaba con implicar a Israel en el conflicto, un acto que habría provocado el desmoronamiento de la coalición de naciones, formada por numerosas naciones árabes que se negaban a luchar en el mismo bando que Israel, y que tan cuidadosamente había improvisado el presidente George H. W. Bush. Detener los lanzamientos de misiles SCUD iraquíes se convirtió en la principal prioridad de la guerra y, como experto en SCUD del Estado Mayor del general Norman Schwarzkopf, me impliqué a fondo en este esfuerzo. (Como le recordé a un miembro del público abiertamente hostil durante una presentación en 2007 ante una importante organización judía estadounidense, me estaba jugando el pellejo por Israel cuando él y otros judíos estadounidenses estaban comprando billetes para escapar de Tierra Santa).
Después de la guerra fui reclutado por la UNSCOM para ayudar a crear una capacidad de inteligencia independiente en apoyo de la misión de las Naciones Unidas en Iraq. En 1994 propuse que la UNSCOM abriera un canal secreto con Israel para coordinar estrechamente las cuestiones de inteligencia relacionadas con el desarme de Iraq. Mi propuesta fue aprobada, y ayudé a dirigir la primera delegación de la UNSCOM enviada a Israel, donde nos reunimos con el Director de AMAN y el Jefe de la División de Investigación y Análisis (RAD) para discutir el alcance y la escala de la cooperación entre la UNSCOM e Israel en materia de inteligencia.
Durante mi primera visita a Israel, en octubre de 1994, me presentaron a un oficial de inteligencia de las Fuerzas Aéreas israelíes que se convirtió en mi principal interlocutor durante los cuatro años siguientes. Nuestra relación profesional era exquisita; no cabe duda de que sin este oficial, cuya energía, intelecto y experiencia eran insuperables, la relación UNSCOM-Israel fue todo un éxito. Lo que más me impresionó de este hombre, al que llegué a considerar amigo además de colega, fue lo mucho que quería que comprendiera y apreciara Israel, el verdadero Israel, no el espectáculo propagandístico hecho para la televisión por el que Israel es conocido cuando se trata de influir en extranjeros como yo.
Sí, me dieron la vuelta a Israel en helicóptero para que pudiera ver a vista de pájaro lo pequeña y vulnerable que era la nación de Israel. Sí, el helicóptero aterrizó en Masada, donde me instruyeron sobre la tragedia de aquel periodo de la historia israelí. Sí, me llevaron a los Altos del Golán, a un puesto de observación avanzado, donde pude ver las posiciones del ejército sirio a través de un telescopio; todo esto es cierto. Pero mi anfitrión israelí observó sabiamente que lo que realmente me interesaba era el «museo SCUD», donde Israel había reunido los restos de todos los misiles SCUD que habían caído en su suelo durante la Operación Tormenta del Desierto. Esto me interesaba porque era mi misión.
Enamorarme de Israel no lo era.
Poco a poco, mi anfitrión fue aflojando los controles en cuanto a los lugares a los que podía ir y lo que podía ver durante mi tiempo libre para planificar las inspecciones. Mi mujer me visitó en Israel durante un fin de semana largo, y la llevé al Mar Muerto, Jerusalén (donde recorrimos la Vía Dolorosa en Jerusalén, la ruta procesional de Jesús hasta su crucifixión en el Monte de la Caballería), Nazaret, el Mar de Galilea y el río Jordán, todos ellos lugares sacados directamente de las páginas del Nuevo Testamento. Mi esposa, una devota ortodoxa georgiana, estaba extasiada. Yo, un simple historiador, estaba profundamente impresionado. «Cada piedra que vuelcas con el pie cuenta una historia», me dijo. «Esta tierra está llena de historia».
Pronto nos pusimos a hablar de la historia del propio Israel, empezando por el barrio donde se encontraba la unidad israelí de explotación de imágenes con la que yo trabajaba: Sarona, también conocida como la Colonia Alemana. Hablamos del Mandato Británico mientras visitábamos el Hotel Rey David, en Jerusalén, escenario de un infame atentado terrorista perpetrado por Menachem Begin, futuro Primer Ministro de Israel galardonado con el Premio Nobel, que en el momento del atentado, en 1946, formaba parte de la organización terrorista Irgun. A la mayoría de los israelíes se les pondría los pelos de punta ante la idea de que Begin y el Irgun fueran etiquetados de esa manera. «Mire», me dijo mi anfitrión, «era un terrorista. Tenía mucho en común con Yassar Arafat». Este tipo de sinceridad hizo que mi anfitrión me cayera aún mejor.
Hablamos de la formación de Israel mientras visitábamos el museo Ma’oz Mul ‘Aza (La Fortaleza de Gaza), en el kibbutz de Kfar Aza, y comparamos y contrastamos la narrativa israelí sobre el nacimiento de una nación bajo el fuego (el museo se construyó en el emplazamiento del kibbutz Saad, que había sido destruido por el ejército egipcio en 1948), y la Nakba, o catástrofe palestina, relativa al desalojo forzoso de familias palestinas de sus hogares, incluso en las inmediaciones del kibbutz de Kfar Aza (este kibbutz fue uno de los objetivos de Hamás el 8 de octubre de 2023, y trágicamente perdió decenas de residentes a causa de la violencia perpetrada por los combatientes de Hamás. )
Hablamos de las palabras de David Ben Gurion, el primer presidente de Israel, que afirmó: «Si yo fuera un dirigente árabe, nunca firmaría un acuerdo con Israel. Es normal; hemos tomado su país. Es cierto que Dios nos lo prometió, pero ¿cómo podría eso interesarles? Nuestro Dios no es el suyo. Ha habido antisemitismo, los nazis, Hitler, Auschwitz, pero ¿fue culpa suya? Sólo ven una cosa: hemos venido y les hemos robado su país. ¿Por qué iban a aceptarlo?».
Otra cita de Ben Gurion insistió en este punto. «No ignoremos la verdad entre nosotros… políticamente somos los agresores, y ellos se defienden», dijo. «El país es suyo, porque ellos lo habitan, mientras que nosotros queremos venir aquí y establecernos, y en su opinión, queremos quitarles su país».
«Tenía razón», dijo mi anfitrión sobre Ben Gurion. «Israel tiene una historia muy difícil».
Las consecuencias de esta difícil historia eran existenciales para mi anfitrión, su familia y sus compatriotas israelíes. A menudo me invitaban a su casa, en un pequeño barrio enclavado en las colinas que separan Tel Aviv de Jerusalén. Allí recibí el tipo de hospitalidad que cabe esperar de alguien con quien se comparte un vínculo especial. Mientras disfrutábamos de una barbacoa y escuchábamos la música que su hija adolescente había seleccionado para nuestro deleite, mi anfitrión señaló las colinas que dominaban su barrio, donde se veía un pueblo a lo lejos, con el minarete de una mezquita que lo delataba como árabe.
«Esta es la «Línea Verde», dijo señalando la colina. La «Línea Verde» representaba la frontera original de Israel, establecida en su creación en 1948. Tras la Guerra de los Seis Días, en 1967, Israel tomó el control del territorio hoy conocido como Cisjordania. Los palestinos luchaban por recuperar su tierra, por devolver la frontera entre Israel y Palestina a la «Línea Verde».
«Usted es un militar», dijo. «Ese es el terreno elevado. Comprendes el riesgo que corre mi familia y mis vecinos si un enemigo ocupara ese terreno, pusiera un mortero o un francotirador allí arriba. Moriríamos», dijo casi en un susurro, como si ocultara sus palabras a su mujer y a sus hijos, «moriríamos todos».
«Necesitamos paz», concluyó mi anfitrión. «El tipo de paz que devuelva a los palestinos su tierra y permita a mi familia vivir sin miedo».
Como la mayoría de los oficiales militares, mi anfitrión mantenía un aire de desinterés cuando se trataba de política interna. Una vez, mientras estaba sentado en un restaurante local cerca del distrito de Sarona, mi anfitrión señaló a un hombre bajo y fornido sentado unas mesas más abajo. «Es Ehud Barack», dijo. Barack se había retirado de las FDI a principios de 1995, terminando su carrera como Jefe del Estado Mayor. «Ahora está entrando en el mundo de la política», señaló mi anfitrión. «Ahora debe aprender a mentir».
Aunque mi anfitrión no me informó de su afiliación política (ni se lo pregunté), dos cosas me resultaron muy evidentes. En primer lugar, admiraba a Isaac Rabin, un antiguo soldado reconvertido en político. «Miente, como todos los demás», observó una vez. «Pero miente por la paz. Puedo aceptarlo».
Y despreciaba absolutamente a Benjamin Netanyahu. «Él será la destrucción de Israel», advirtió mi anfitrión. «Sólo conoce el odio».
Durante mis numerosas visitas a Israel, la amenaza del terrorismo era una realidad siempre presente. El 19 de octubre de 1994 -durante mi primera visita a Israel- un terrorista suicida de Hamás se inmoló en un autobús situado en la calle Dizengoff, una transitada vía de Tel Aviv, matando a 22 personas. El lugar del atentado estaba a poca distancia a pie de mi hotel. El 24 de julio de 1995, durante mi tercera visita a Israel, otro terrorista de Hamás se inmoló en un autobús en Ramat Gan, suburbio de Tel Aviv, matando a seis personas. Durante mi cuarta visita, el 21 de agosto de 1995, otro terrorista suicida de Hamás atentó contra un autobús en Ramat Eshkol, un suburbio de Jerusalén, matando a cinco personas.
El impacto de estos atentados en el pueblo israelí fue palpable. Las lágrimas corrían libremente mientras lloraban a los muertos. Recuerdo que después del atentado de julio de 1995 me recogió el conductor de las FDI que debía llevarme a mi cita en el interior de la Kirya, el recinto del cuartel general de las FDI en el centro de Tel Aviv. «¿Se ha cancelado nuestra reunión?», le pregunté. «No», respondió sombríamente. «La vida debe continuar».
Llegamos al edificio donde mi anfitrión tenía su oficina. Había varias mujeres soldados de las FDI trabajando para él. Me hicieron pasar a la sala de espera y me ofrecieron té. Me di cuenta de que tenían los ojos enrojecidos y la cara llena de lágrimas. «Le pregunté a mi anfitrión cuando entró en la sala. Llamó a las chicas para que volvieran a la habitación. «Scott quiere saber si debe volver más tarde», dijo. «¿Cuál es tu respuesta?».
«Si os rendís, ganan los terroristas», respondió una chica. «No renunciaremos, nunca. Esperamos que vosotros tampoco».
El 4 de noviembre de 1995, mi anfitrión me llevaba de vuelta del Kirya a mi hotel. Pasamos por la plaza de los Reyes de Israel, un gran lugar público donde a menudo se programaban mítines políticos. Había uno programado para esa noche: un mitin a favor de la paz organizado por los partidarios de Isaac Rabin en apoyo del proceso de paz de Oslo. Rabin se había reunido con el presidente de la OLP, Yassar Arafat, en Washington DC el 28 de septiembre de 1995, donde ambos firmaron los Acuerdos de Oslo II.
Los atentados terroristas de Hamás habían sido diseñados para interrumpir el proceso de paz de Oslo; Isaac Rabin no vaciló en su determinación de llevar el proceso a buen puerto, a pesar de la fuerte presión política interna de su principal rival, Benjamin Netanyahu.
Netanyahu había movilizado a su causa a los extremistas religiosos judíos de la derecha radical, acusando a Rabin de estar alejado de la tradición y los valores judíos. Pero la postura de Netanyahu fue más allá de la simple retórica política y viró hacia la violencia política. En marzo de 1994, cerca de la ciudad de Ra’anana, al norte de Tel Aviv, el grupo religioso de derechas Kahane Chai organizó una marcha de protesta. Netanyahu marchó delante de la protesta de Kahane Chai; detrás de él, se llevaba un ataúd con la inscripción: «Rabin está causando la muerte del sionismo». El 5 de octubre de 1995 -el día en que la Knesset israelí votó a favor de Oslo II- Netanyahu organizó una concentración de 100.000 personas en señal de oposición. Netanyahu instó a la multitud mientras gritaban: «Muerte a Rabin».
«He oído que vas a salir esta noche con algunos de los chicos», dijo mi anfitrión. Tenía planes para cenar con dos jóvenes capitanes de la RAD y sus prometidas. «No te acerques a este lugar», me indicó mi anfitrión, señalando la Plaza de los Reyes de Israel. «Rabin va a hablar aquí esta noche y hay muchas probabilidades de que se produzcan actos violentos. Debería cancelarlo», continuó mi anfitrión. «Demasiada gente le desea el mal, y aquí hay demasiadas oportunidades para hacerle daño».
Aquella noche, poco después de las 21:30, a mis dos amigos, sus prometidas y a mí nos acababan de servir la cena y nos disponíamos a disfrutarla, cuando apareció ante nosotros el dueño del restaurante. «Han disparado a Isaac Rabin», dijo la dueña con lágrimas en los ojos. «Le han llevado a un hospital. Necesita que recemos por él».
Sin mediar palabra, todos se levantaron de sus mesas y abandonaron el restaurante. No se pagaron facturas. Me dejaron en el hotel mis compañeros de cena, que escucharon la radio y me mantuvieron informado de las últimas noticias.
El mitin atrajo a 100.000 personas, y Rabin pronunció un discurso entusiasta. «Siempre he creído que la mayoría de la gente quiere la paz», dijo a la admirada multitud, «y está dispuesta a arriesgarse por ella».
Un judío religioso de derechas, que creía seguir instrucciones de un rabino para matar a Rabin por traicionar a Israel, había apretado el gatillo de la pistola que acabó con la vida de Rabin.
A las 23:15, la muerte de Isaac Rabin fue anunciada a la nación israelí. Desde mi habitación de hotel, donde veía el anuncio por televisión, podía oír los lamentos de las mujeres que lloraban en las habitaciones de hotel contiguas y en las calles de abajo.
El 5 de noviembre fue un día de luto nacional. Israel enterró a su líder asesinado al día siguiente, 6 de noviembre.
El 7 de noviembre, mi chófer estaba en el vestíbulo y me llevó a la Kirya. Mi anfitrión y sus soldados habían vuelto al trabajo. Dos días después, el 9 de noviembre, armado con la información que los israelíes habían recopilado sobre el envío de dispositivos de guía y control de misiles desde Rusia a Jordania, donde estaba previsto que se trasladaran a Irak, crucé el puente Allenby que separa Israel de Jordania, donde me recogieron agentes de seguridad jordanos. Esa noche me reuní con Ali Shukri, jefe de la oficina privada del rey de Jordania, y le convencí a él y al jefe del servicio de inteligencia jordano para que hicieran una redada en un almacén donde los israelíes creían que se guardaban los componentes de los misiles. La redada se llevó a cabo y se incautaron varios centenares de dispositivos de guía y control que iban a ser enviados a Irak al día siguiente.
La noche siguiente, mientras esperaba en la oscuridad para cruzar de nuevo a Israel, reflexioné sobre la tenacidad de mis anfitriones israelíes. No se rindieron, pensé.
Nosotros no nos rendimos.
Para mostrar la medida del hombre que era mi anfitrión, conté una historia que Ali Shukri me contó mientras esperábamos los resultados de la redada, sobre su padre, un palestino rico de la ciudad de Jaffa, junto a la actual Tel Aviv. Una calle había sido bautizada con el nombre de su padre, y me preguntó si podía ir a visitarla en su nombre. Le comenté la petición a mi anfitrión y, sin dudarlo, subimos a su coche y exploramos la antigua Jaffa. Las calles habían cambiado a nombres hebreos, pero mi anfitrión se acercó a varios ancianos y les preguntó si recordaban los antiguos nombres. Lo hicieron, y pronto nos encontramos paseando por un bulevar bien iluminado.
«Me gustaría creer que Isaac Rabin hubiera querido que Ali Shukri pudiera pasear por esta calle», observó mi anfitrión. «Quizá incluso vivir en su casa familiar».
Seguimos caminando por la calle silenciosa, solos en nuestros pensamientos.
Los pecados del padre
El 5 de enero de 1996, las fuerzas de seguridad israelíes asesinaron a Yahya Ayyash, un operativo de Hamás conocido como «El Ingeniero». Ayyash era el diseñador jefe de bombas de Hamás, y sus bombas eran responsables de la mayoría de las acciones terroristas llevadas a cabo por Hamás contra Israel. La seguridad israelí consiguió hacerse con un teléfono móvil en el que se había colocado una cantidad ínfima de explosivo de gran potencia. Al conseguir que Ayyash contestara al teléfono, la seguridad israelí hizo estallar el explosivo, matando instantáneamente al artificiero de Hamás.
Aunque Israel suele mostrarse reticente a asumir la responsabilidad de este tipo de asesinatos selectivos, mis anfitriones me informaron de manera informal sobre cómo llegaron a matar a Ayyash. Supongo que pensaron que yo necesitaba saberlo, dada la repercusión que sus atentados tuvieron en mi trabajo en Israel.
El asesinato de Ayyash desencadenó una violenta respuesta de Hamás, que en las semanas y meses siguientes desató una campaña de terror contra el pueblo israelí. Tres atentados terroristas, dos de ellos contra autobuses en Jerusalén y otro frente al Centro Dizengoff de Tel Aviv, ocurridos entre el 25 de febrero y el 4 de marzo, en los que murieron 55 personas y cientos resultaron heridas, conmocionaron a la nación y contribuyeron a la elección de Benjamin Netanyahu como Primer Ministro en las elecciones generales celebradas el 29 de mayo de 1996.
El periodo entre la elección de Netanyahu y mi dimisión de la UNSCOM, en agosto de 1998, estuvo lleno de agitación y cambios. El éxito de la operación de interceptación en Jordania allanó el camino para una relación aún más profunda entre UNSCOM e Israel, que se vio facilitada por mi relación con mi anfitrión israelí. Fuimos capaces de crear el equivalente de una célula de fusión de inteligencia, combinando la explotación de imágenes, la recopilación de información SIGINT y la inteligencia humana para crear un producto de inteligencia que ayudó a UNSCOM a desvelar la cuestión de los pasados esfuerzos iraquíes por ocultar la verdad sobre sus programas de armas de destrucción masiva, así como a descubrir pruebas de actividades iraquíes en curso, vinculadas a la Oficina de la Presidencia, que violaban las resoluciones del Consejo de Seguridad relativas a las sanciones.
Mi relación de trabajo con Moshe Ya’alon, el nuevo jefe de AMAN, fue todo lo sólida que cabía esperar, e Israel se desvivió por asegurarse de que se atendía cada una de mis peticiones de apoyo. Y los resultados fueron innegables: cuando inicié mi relación con la inteligencia israelí, en 1994, Irak encabezaba la lista de AMAN de amenazas a Israel. En 1998, Irak había descendido al quinto puesto, por detrás del extremismo nacional de extrema derecha, Irán, Hezbolá y Hamás. Esta transformación se había producido gracias a la comprensión que la cooperación UNSCOM-Israel había logrado alcanzar sobre las verdaderas capacidades de los programas iraquíes de armas de destrucción masiva.
En 1998, sin embargo, esta relación, tan cuidadosamente cultivada por mi anfitrión y por mí desde nuestras primeras reuniones en octubre de 1994, se interrumpió repentinamente. Presionado por Estados Unidos, Israel puso fin a su relación de inteligencia con la UNSCOM. En 1998, todo el equipo de AMAN que había hecho funcionar esta relación, desde Moshe Ya’alon, pasando por Yaakov Amidror, hasta mi anfitrión, había sido sustituido. El nuevo equipo -Amos Malkin como jefe de AMAN, Amos Gilad como jefe del RAD y un nuevo «anfitrión»- cerró inmediatamente la operación de intercambio de información de la UNSCOM. Realicé una última visita a Israel, a principios de junio de 1998, donde mis homólogos me informaron de la nueva realidad.
Dos meses después dimití de la UNSCOM, incapaz ya de llevar a cabo mi misión de desarme.
A pesar de la naturaleza abrupta que rodeó la terminación de mi relación profesional con el gobierno israelí, siempre mantuve un lugar blando en mi corazón para el pueblo israelí y, por extensión, para la nación israelí. Incluso cuando vi a Amos Gilad desmantelar por sí solo los resultados del duro trabajo que mis homólogos israelíes y yo habíamos realizado con tanta diligencia, rechazando las conclusiones basadas en hechos que veían disminuir el perfil de amenaza de Irak y elevando una vez más a Irak a la categoría de amenaza digna de guerra, no culpé a Israel en su conjunto, sino más bien a los israelíes individuales implicados, en primer lugar al hombre que había tomado el relevo de Isaac Rabin como Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.
La incompetencia de Netanyahu como dirigente político había provocado su destitución en 1999, siendo sustituido por Ehud Barack (que, al parecer, había aprendido a mentir hasta un grado suficiente para la tarea de ser un político israelí). En septiembre de 2002, Netanyahu testificó ante el Congreso estadounidense sobre el programa de armas nucleares de Irak. Aunque lo hizo como ciudadano privado, su condición de ex Primer Ministro dio a sus palabras una credibilidad que no merecían.
«No cabe la menor duda de que Sadam está buscando, está trabajando, está avanzando hacia el desarrollo de armas nucleares», dijo Netanyahu. «Una vez que Sadam tenga armas nucleares, la red terrorista tendrá armas nucleares».
Las declaraciones de Netanyahu contradecían directamente las conclusiones a las que mis colegas israelíes y yo habíamos llegado -conclusiones que compartía el Organismo Internacional de la Energía Atómica, responsable de supervisar el desmantelamiento del programa nuclear iraquí-, según las cuales el programa nuclear iraquí había sido eliminado y no había pruebas de su reconstitución.
Pero el trabajo de Netanyahu no consistía en decir la verdad sobre el programa nuclear iraquí, sino en utilizar el miedo generado por el espectro de un arma nuclear iraquí para justificar una guerra contra Irak que eliminara a Sadam Husein del poder. «Si eliminan a Saddam, al régimen de Saddam, les garantizo que tendrá enormes repercusiones positivas en la región», dijo Netanyahu a su receptiva audiencia en el Congreso. «Y creo que la gente sentada justo al lado en Irán, los jóvenes, y muchos otros, dirán que la época de esos regímenes, de esos déspotas, ha pasado».
Benjamin Netanyahu testificando ante el Congreso, 2002
Mirando hoy hacia atrás, a las horribles consecuencias de la invasión y ocupación ilegal de Irak por parte de Estados Unidos, a un régimen iraní firmemente atrincherado tras un programa nuclear que no va a desaparecer, uno puede ver claramente que Benjamin Netanyahu se equivocó en todo. Pero ese ha sido su modus operendi desde el principio: exagerar y mentir sobre las amenazas a las que se enfrenta Israel para justificar una acción militar que invariablemente desembocaba en el desastre.
En los años transcurridos entre mi dimisión de la UNSCOM y el comienzo de la invasión de Iraq dirigida por Estados Unidos, viajé a menudo a Washington, DC, donde buscaba reuniones con representantes y senadores de ambos partidos para informarles sobre los hechos relativos a las armas iraquíes de destrucción masiva. A cada paso me perseguían equipos de agentes del Comité de Acción Pública Americano-Israelí (AIPAC). En cuanto salía del despacho de un cargo electo, el equipo del AIPAC se deslizaba detrás de mí y le recordaba a la persona en cuestión quién había extendido los cheques que pagaban su reelección.
Años más tarde, vi un vídeo de 2001 en el que Netanyahu se jactaba de lo fácil que era controlar a Estados Unidos, hasta el punto de que sabía que podía salirse con la suya saboteando abiertamente el mayor legado de Isaac Rabin -los Acuerdos de Oslo- sabiendo perfectamente que Estados Unidos se echaría atrás. «No tuve miedo de enfrentarme a Clinton», se jactó Netanyahu. «Sé lo que es Estados Unidos. Estados Unidos es algo que se puede mover fácilmente. Movido en la dirección correcta».
Estados Unidos entró en guerra con Irak por culpa de Israel, de las mentiras de Netanyahu y de la manipulación por parte de Israel, a través de su apoderado estadounidense, el AIPAC, del deber de supervisión responsable que el Congreso tiene para con el pueblo estadounidense.
Para que nadie piense que el AIPAC actuaba por voluntad propia, el FBI descubrió pruebas de connivencia entre funcionarios del AIPAC y un diplomático israelí, Naor Gilon, en relación con la transferencia de información clasificada a Israel.
Naor Gilon era mi punto de contacto en la Misión de Israel ante la ONU, en Nueva York.
La diferencia entre el AIPAC y yo, sin embargo, era que todos mis contactos estaban aprobados por la ONU y la CIA.
El AIPAC simplemente trabajaba por cuenta propia como un activo israelí.
Decir que estaba furioso con Israel por interferir en la política exterior y de seguridad nacional de Estados Unidos es quedarse corto. A pesar de ello, seguí apoyando a Israel.
El 13 de noviembre de 2006, hablé en la escuela de asuntos internacionales de la Universidad de Columbia. El tema era el programa nuclear de Irán. Comencé mi intervención abordando lo que denominé «el elefante en la habitación: Israel». Israel, dije, era un estrecho aliado de Estados Unidos, y si se llegaba a las manos, e Israel e Irán llegaban a las manos, entonces las «legítimas preocupaciones de seguridad nacional» de Israel eran las nuestras y podrían incluso llevar a la guerra.
Pero mi apoyo no era incondicional; a diferencia de la administración Clinton, no era fácil conmoverme. «Israel», dije, «está borracho de arrogancia y poder. Funciono con el viejo dicho de que ‘los amigos no dejan que los amigos conduzcan borrachos’. Por lo tanto, como amigo de Israel, creo que tenemos la responsabilidad de sacar las llaves del contacto y detener el autobús que están conduciendo, porque de lo contrario se dirige directamente hacia un precipicio».
En aquel momento me preocupaba mucho que Israel estuviera repitiendo sus acciones en el periodo previo a la guerra de Irak, fabricando información de inteligencia (Amos Gild era, por aquel entonces, el zar israelí de la «inteligencia y la seguridad», tras haber sido trasladado al puesto de jefe de la oficina de asuntos políticos y militares) y difundiendo una narrativa falsa entre los legisladores estadounidenses y los organismos internacionales, como el OIEA.
Pero también había algo que me corroía.
En octubre de 1997 estaba trabajando con los israelíes en una nueva operación en Rumanía, siguiendo la pista de una delegación iraquí que pretendía comprar una participación mayoritaria en una empresa aeroespacial rumana con el fin de adquirir tecnología de misiles balísticos de una forma que violaba las sanciones. El mes anterior, un equipo israelí frustró el asesinato de un alto cargo de Hamás en Ammán (Jordania). Los supuestos asesinos habían envenenado a su objetivo, Khaled Mashal, pero fueron capturados por los guardaespaldas de Mashal antes de que pudieran escapar. Un enfurecido rey jordano exigió a Israel que proporcionara el antídoto para el veneno utilizado contra Mashal a cambio de los agentes israelíes capturados. El asunto se resolvió, pero con una enorme vergüenza para Israel.
Benjamin Netanyahu había ordenado el asesinato de Khaled Mashal, me dijo mi anfitrión.
«Era de esperar», respondí.
«¿Lo es?», preguntó mi anfitrión. «¿Sabes que Hamás fue creado por Israel?».
Me quedé estupefacto. Me habían llevado a un museo dentro de la Kirya, donde se exponían armas, uniformes y otras piezas de equipo que habían sido capturadas a terroristas de Hamás. Hamás había cometido numerosas atrocidades contra el pueblo israelí durante mi estancia en Israel. Yo los veía como el enemigo de Israel,
Y ahora me decían que Israel había participado en la creación de Hamás. La intención, me dijo mi anfitrión, era crear una división política dentro de la dirección política palestina y diluir el poder y la influencia de la organización Fatah de Yassar Arafat. Al parecer, lo habían conseguido. Pero la violenta respuesta de Hamás a los Acuerdos de Oslo había hecho que Israel se replanteara esta relación, y pronto Israel estaba en guerra abierta con su creación.
Yo estaba dispuesto a descartar el nexo entre Israel y Hamás como un experimento político que había salido mal cuando, en 2006, parecía que Israel había perdonado a Hamás su pasado violento, trabajando para crear las condiciones que ayudaron a Hamás a asegurarse la mayoría de los escaños en el Parlamento palestino. En 2007, sin embargo, las malas relaciones entre Hamás y Al Fatah se habían roto aún más, lo que desembocó en una guerra civil entre ambas facciones que condujo a la división de la entidad palestina en dos mitades: una, dirigida por Al Fatah, se encontraba en Cisjordania, mientras que la otra, liderada por Hamás, operaba en Gaza.
Más tarde se supo que este conflicto intestino entre palestinos había sido orquestado por Israel para dividir la entidad política palestina, debilitándola al tiempo que proporcionaba a Israel la oportunidad de mejorar las relaciones con Al Fatah bajo el argumento de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
En el transcurso de la siguiente década y media, vi cómo Israel aprovechaba su control sobre Al Fatah, y su animadversión hacia Hamás, en un ciclo de violencia interminable que siempre acababa con la causa palestina haciendo más concesiones que se traducían en más territorio perdido… y más vidas perdidas. Los conflictos de Gaza de 2014 y 2021 fueron reveladores por su violencia contra los civiles palestinos que vivían allí, violencia que se ignoró en gran medida en Occidente, ya que la gente se hizo inmune a la visión de niños palestinos muertos.
Tras el ataque de Hamás a Israel del 8 de octubre de 2023, la memoria muscular de mi corazón y de mi cerebro me decía que debía apoyar a Israel en su respuesta a esta atrocidad.
Pero entonces vi cómo generales y políticos israelíes defendían abiertamente crímenes de guerra en la televisión nacional, llamando «animales» a los palestinos y abogando abiertamente por su eliminación.
Vi cómo los israelíes mentían sobre la naturaleza de los ataques de Hamás, convirtiendo lo que había sido un ataque impecable contra una serie de asentamientos militarizados y puntos fuertes militares que rodeaban el campo de concentración abierto que era Gaza, en una narrativa de sed de sangre incontrolada que luego fue alimentada a una audiencia occidental incuestionable por unos medios de comunicación de masas obedientes.
Vi cómo el mundo se unía a la conmoción generada por la ficción de 40 bebés israelíes decapitados, mientras permanecía en silencio ante las muertes reales de casi 400 niños palestinos muertos -no, asesinados- por los ataques aéreos israelíes.
Niños palestinos muertos por bombas israelíes, Gaza, octubre de 2023
Y decidí que no podía seguir al lado de Israel.
Llegué tarde a la causa palestina. Estaba demasiado envuelto en la saga israelí, demasiado invertido en la fantasía israelí, para ver el bosque por los árboles. Estaba demasiado ocupado odiando a Hamás para darme cuenta de que, en lugar de eso, debería odiar lo que permitía a Hamás llevar a cabo los crímenes que ha cometido durante las últimas cuatro décadas.
En pocas palabras, estaba ciego ante la tragedia del pueblo palestino.
Hoy sé que las únicas víctimas verdaderas de la saga israelí (aparte de los niños de todas las clases sociales que se ven atrapados en los trágicos acontecimientos que les endilgan los adultos que dicen trabajar por un mañana brillante y resplandeciente, pero que sólo entregan muerte y destrucción) son el pueblo palestino.
Al menos los padres fundadores de Israel fueron lo suficientemente honestos como para reconocerlo.
Los sionistas de hoy carecen del carácter moral para admitir que Israel sólo puede construirse y sostenerse a costa de una Palestina viable, libre e independiente, que Israel nunca permitirá que exista tal Palestina y que si hay un Israel sionista, nunca habrá una Palestina independiente.
Los pecados de los padres son reales, especialmente cuando se trata de los padres fundadores de Israel y de los crímenes que cometieron contra el pueblo palestino. Moshe Dyan lo admitió. También lo hizo David Ben Gurion. Eran hombres fundamentalmente defectuosos en sus ideologías y motivaciones, pero honrados.
Benjamin Netanyahu y sus colegas políticos israelíes actuales, independientemente de su afiliación política, no tienen esa integridad. Son mentirosos empedernidos, hombres y mujeres que prometen una cosa y luego hacen otra cuando se trata del futuro de Palestina, mientras conducen a Israel por el camino de la guerra permanente.
Llegué tarde a la causa palestina, pero ahora que estoy aquí, puedo decir esto: la mejor manera de derrotar tanto a Hamás como al Israel sionista es apoyar un Estado palestino libre e independiente.
Nunca he apoyado a Hamás y nunca lo haré.
Una vez apoyé a Israel, pero nunca volveré a hacerlo.
Durante cuatro décadas, la connivencia entre Israel y Hamás ha seguido su trágico curso, cada parte proclamando su deseo de destruir a la otra y, sin embargo, cada parte sabiendo la terrible verdad: que una no puede existir sin la otra.
El problema palestino-israelí se ha convertido en un ciclo interminable de violencia que se alimenta del dolor y el sufrimiento del pueblo palestino. Es hora de poner fin a este ciclo.
A partir de este momento, siempre estaré con el pueblo palestino, convencido de que el único camino para la paz en Oriente Próximo pasa por una patria palestina viable, con su capital firmemente asentada para siempre en Jerusalén Este.
De este modo, Hamás quedará deslegitimada como organización terrorista: un Estado palestino legítimo elimina el perpetuo estado de conflicto al que contribuye Hamás, un estado que se justifica por la búsqueda de un Estado palestino legítimo que el Israel sionista nunca permitirá que exista.
Un Estado palestino legítimo deslegitima la noción de una entidad sionista israelí que, por definición, sólo puede existir mediante la explotación perpetua del pueblo palestino. Benjamin Netanyahu fue capaz de sostener la versión moderna del Estado sionista israelí generando miedo a través del interminable ciclo de violencia impulsado por Hamás.
Si se elimina la amenaza que supone Hamás, el Israel sionista ya no podrá cegar a los ciudadanos de Israel y del mundo ante la realidad de apartheid de la actual existencia israelí. La humanidad básica obligará al Israel sionista a despojarse de su ideología sionista, del mismo modo que la Sudáfrica del apartheid se despojó de su horrible legado de supremacía blanca. El Israel post-sionista se verá obligado por necesidad a aprender a coexistir con sus vecinos no judíos de forma pacífica y próspera, no como un Estado colonial de apartheid, sino como socios iguales en el experimento de vida que se habrá apoderado colectivamente de los pueblos que llaman hogar a Tierra Santa.
La bandera palestina sobre Gaza
La letra de la gran canción de Roger Waters, The Gunner’s Dream, me viene a la mente al imaginar un lugar así:
Puedes relajarte
a ambos lados de las vías
Y los maníacos
no hacen agujeros en los soldados por control remoto
Y todo el mundo puede recurrir a la ley
Y ya nadie mata a los niños
Estoy con Palestina porque quiero vivir en un mundo en el que los niños ya no sean arrancados de los muebles manchados de sangre esparcidos por un kibutz saqueado por pistoleros de Hamás, o extraídos, rotos y ennegrecidos por el hollín, de los restos de una casa pulverizada por las bombas israelíes.
Ya nadie mata a los niños
Puede que estas letras provengan de The Gunner’s Dream, pero deberían formar parte permanente de los sueños de todo ser humano vivo que pretenda aferrarse a una pizca de humanidad y compasión por sus semejantes.
Estoy con Palestina, porque estoy con los niños de Israel y Palestina, sabiendo muy bien que la única oportunidad que tienen de un futuro en el que puedan vivir juntos como vecinos unidos en paz, en lugar de enemigos unidos en guerra, es que exista una Palestina libre e independiente.
4. El albatros Netanyahu
Definitivamente, Bhadrakumar no tiene mucha simpatía por Netanyahu, y le preocupa su influencia por el vergonzoso y decidido acercamiento de la India de Modi a Israel.
Netanyahu is an albatross around India’s neck – Indian Punchline.
Publicado el 14 de octubre de 2023 por M. K. BHADRAKUMAR
Netanyahu es un albatros alrededor del cuello de la India
Niños palestinos y una rara paloma blanca con un futuro incierto entre las ruinas de la ciudad de Gaza tras los terribles ataques aéreos israelíes.
Ha pasado una semana desde que estalló una situación explosiva en Asia Occidental en torno a Israel. El famoso y locuaz ministro de Asuntos Exteriores de la India, S. Jaishankar, mantiene un silencio ensordecedor. No es propio del Vishwaguru (maestro del mundo).
Hasta ahora, aparte de un emotivo tuit del primer ministro Narendra Modi y una posterior lectura de su conversación telefónica con el primer ministro israelí Netanyahu, donde se reiteraron los sentimientos de solidaridad con Israel en un tono más tranquilo, no ha habido ninguna declaración «independiente» del MAE.
La breve interjección arrancada literalmente al reticente portavoz oficial el jueves por los periodistas, ni siquiera hizo referencia a la flagrante indulgencia en crímenes de guerra por parte de Israel en tiempo real. ¿Puede ser que el MEA esté bajo una orden de silencio?
Desde luego, no puede ser que los diplomáticos arabistas de primera fila del servicio exterior estén ocultando a su ministro la explosiva situación que se desarrolla en Asia Occidental. Moral, política y diplomáticamente, el silencio ensordecedor del Ministerio de Asuntos Exteriores es atroz. Hace añicos las pretensiones de India de ser una potencia regional. Y no tiene ninguna explicación plausible.
El silencio de India sobre la masacre de Gaza no sólo es moralmente repugnante, sino que va a ser insostenible en términos estratégicos, ya que lo que a los dirigentes indios les parecieron «actos terroristas en Israel» se está transformando dramáticamente en una guerra salvaje en una región en la que viven millones de indios, se ganan la vida y contribuyen a la economía de India. Consideremos lo siguiente:
En una acción sin precedentes, Estados Unidos ha desplegado dos portaaviones con una armada de buques de guerra y aviones de combate frente a las costas de Israel. El Mando Central estadounidense y la infraestructura de inteligencia de la región están ayudando a Israel en la planificación y logística de las operaciones en Gaza. EE.UU. está suministrando armas avanzadas en grandes cantidades a Israel. Las fuerzas especiales como los equipos SEAL / Delta Force de los países europeos cercanos están en alerta máxima.
El Reino Unido, el eterno consorte de los estadounidenses en cualquier «coalición de voluntarios» en teatros de guerra, ha anunciado el envío de dos buques de la Royal Navy y aviones de vigilancia al Mediterráneo oriental en planes para «reforzar la seguridad». También se están enviando Marines Reales. Los aviones británicos iniciaron patrullas frente a Gaza para «rastrear amenazas a la estabilidad regional como la transferencia de armas a grupos terroristas». El Secretario de Defensa británico, Grant Shapps, ha declarado que el despliegue pretende «disuadir a otros de involucrarse en la región» y «difamar la influencia externa».
Israel ha reclutado a 400.000 reservistas para «pasar a la ofensiva», ha impuesto un bloqueo total a Gaza y le ha cortado la electricidad, el agua y los suministros diarios.
Basta decir que Israel se está preparando militarmente de forma activa para una guerra regional con el respaldo de Estados Unidos y el Reino Unido. Siempre se puede generar una coartada para una guerra regional creando nuevos hechos sobre el terreno. Un ataque israelí contra el Líbano es posible.
Las declaraciones realizadas ayer por el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Amir-Abdollahian, durante su visita a Beirut (donde se reunió con el líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah) indican que es muy probable que los grupos de la resistencia reaccionen ante la agresión y los crímenes de guerra israelíes: «Algunos funcionarios europeos me preguntaron (Amir-Abdollahian) si había alguna posibilidad de que se abrieran nuevos frentes contra el régimen sionista. Les dije que si los sionistas continúan con sus crímenes de guerra, existen todas las posibilidades de que otros movimientos de resistencia [entren en guerra]… La continuación de estos crímenes de guerra irá seguida de otras reacciones en otros ejes…
«La resistencia palestina es poderosa y tiene grandes capacidades, y si los crímenes de Israel continúan, la resistencia palestina utilizará sus otras capacidades…
«(Los estadounidenses) llamando a otros en la región a ejercer la autocontención, por un lado, y proporcionando pleno apoyo al régimen usurpador israelí para continuar sus crímenes de guerra, por el otro, es un comportamiento contradictorio que viola la afirmación de que no quieren ampliar el alcance de la guerra y el conflicto.»
«Creemos que los crímenes de guerra contra el pueblo de Palestina deben cesar de inmediato, y que debe levantarse el asedio humanitario, que corta el agua, la electricidad y las medicinas a la población de Gaza… Irán continuará firmemente su apoyo a la resistencia. La resistencia es el derecho absoluto de los palestinos frente a la ocupación israelí…
Tras una reunión a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la actual escalada, el Representante Permanente de Rusia ante las Naciones Unidas, Vasily Nebenzya, advirtió: «La región está al borde de una guerra a gran escala y de una catástrofe humanitaria sin precedentes».
Sin duda, también están aflorando las dimensiones geopolíticas de la guerra que se avecina. Nebenzya añadió: «Permítanme ser claro: la responsabilidad de la inminente guerra en Oriente Próximo recae, en gran medida, sobre Estados Unidos. Es Washington quien ha bloqueado de forma temeraria y egoísta el trabajo del Cuarteto de mediadores internacionales para Oriente Medio, en un intento de monopolizar el proceso de paz y limitarlo a imponer a los palestinos y a otros países árabes una paz económica con Israel, sin resolver la cuestión palestina».
Rusia presentó un proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad que pedía un alto el fuego inmediato y a largo plazo que respetaran todas las partes; la liberación inmediata de los rehenes; y «el suministro y distribución sin trabas de ayuda humanitaria, incluidos alimentos, combustible y tratamiento médico, así como la creación de condiciones para la evacuación segura de los civiles necesitados».
Pero la iniciativa rusa no prosperará. El Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció en un discurso televisado: «Estamos respondiendo a nuestros enemigos con gran fuerza, con una fuerza sin precedentes». Me gustaría señalar que es sólo el principio. Nuestros enemigos acaban de empezar a pagar. No entraré en detalles de lo que vendrá después, pero diré que es sólo el principio».
Es concebible que eso deje a Moscú explorar otras opciones. Una iniciativa de los BRICS es una posibilidad. Brasil y China están en consultas. Y también China y Arabia Saudí. Es probable que el Presidente Putin se reúna con Xi Jinping en Pekín.
Lo realmente intrigante es que Israel disponía de numerosas evaluaciones de inteligencia sobre la gran posibilidad de una operación por parte de Hamás el pasado sábado. Egipto ha confirmado que transmitió información de inteligencia a Israel.
Desde entonces, la CNN ha informado de que las agencias de inteligencia estadounidenses también advirtieron de una posible escalada del conflicto palestino-israelí poco antes del ataque de Hamás del 7 de octubre. Los siguientes extractos del informe de la CNN son, cuando menos, sorprendentes:
«Una actualización (estadounidense) del 28 de septiembre advertía, basándose en múltiples flujos de inteligencia, que… Hamás estaba a punto de intensificar los ataques con cohetes a través de la frontera. Un cable de la CIA del 5 de octubre advertía en general de la creciente posibilidad de violencia por parte de Hamás. Luego, el 6 de octubre, el día antes del ataque, funcionarios estadounidenses hicieron circular informes de Israel que indicaban una actividad inusual por parte de Hamás -indicios que ahora están claros: un ataque era inminente». (Énfasis añadido.)
Sin embargo, ¡Netanyahu no actuó! Muy posiblemente, este gorila de 800 libras en la jungla política israelí calculó que un Holocausto podría no ser una mala idea si le ayudaba a sobrevivir a la crisis existencial de su carrera política: los cargos legales y la posibilidad de ir a la cárcel junto con una relación problemática con la Administración Biden.
Curiosamente, la emergente situación geopolítica está engendrando una convergencia de intereses entre Netanyahu y Biden. Biden también se enfrenta a un desafío existencial por la inevitable derrota de la OTAN en la guerra de Ucrania y no hay mejor forma de contener las consecuencias que dañan su posición en las elecciones de 2024 que desvincularse y hacer carrera hacia una defensa de la seguridad de Israel, lo que aglutinará al poderoso lobby judío y atraerá a la opinión pública.
La gran pregunta sigue siendo: ¿Netanyahu nos ha tomado el pelo mezclando islamofobia y terrorismo en un cóctel embriagador y seductor en estos tiempos extraordinarios de la política india?
El bromance con Netanyahu nunca iba a tener un final feliz. Trump acaba de revelar cómo Netanyahu se escabulló en el último momento del complot conjunto estadounidense-israelí para asesinar al carismático general iraní Qassem Soleimani, y luego se apresuró a atribuirse el mérito.
5. La Internacional Progresista lanza un llamamiento por Palestina
Me resulta un poco extraño porque no hace concesiones, criticando a Hamás por atacar a civiles, y va directamente a pedir la liberación de Palestina. No es habitual en los tiempos que corren. Por una paz duradera, acabemos ya con la Nakba
Por una paz duradera, acabemos ya con la Nakba
Mientras un renovado e intensificado ciclo de violencia desata atrocidades contra inocentes, miembros del Consejo de la Internacional Progresista llaman a las fuerzas progresistas a marchar por millones por la liberación palestina.
Una catástrofe se cierne sobre Gaza. Tras la operación del 7 de octubre desde el interior de la Franja de Gaza, el ministro de Defensa israelí ha ordenado su “asedio total” desde el exterior. “No habrá electricidad, ni alimentos, ni agua, ni combustible, todo está cerrado. Estamos luchando contra animales humanos y actuaremos en consecuencia”.
Según el miembro de la Knesset Ariel Kallner, del gobernante Partido Likud, la intensificación del asedio de 16 años tiene “un único objetivo: la Nakba”, palabra árabe que designa la “catástrofe” de 1948 en la que las milicias sionistas obligaron a 750.000 palestinos a abandonar sus hogares. «Una Nakba que eclipse la Nakba de 1948».
Pero la Nakba del 48 nunca terminó. Más bien, durante los últimos 75 años, el pueblo palestino ha sufrido un proceso continuo de desposesión violenta. Desde 1948, los palestinos han perdido más del 85% de sus tierras. En lo que queda, el Estado israelí ha envenenado el suelo, contaminado el agua, construido muros, instituido puestos de control y llevado a cabo invasiones letales.
Sólo en los nueve primeros meses de 2023, las fuerzas israelíes mataron a más palestinos en Cisjordania que en ningún otro año desde que la ONU empezó a registrar las víctimas mortales en 2005.
Contra este sistema de apartheid, la resistencia palestina también ha sido continua. Desde la Gran Revuelta de 1936 hasta la Intifada de la Unidad de 2021, el pueblo palestino ha perseguido su derecho reconocido por la ONU a luchar por la liberación nacional.
En 2018, cuando los palestinos de Gaza organizaron la Gran Marcha del Retorno —caminando desarmados hacia las vallas militares que los enjaulan— más de 8.000 civiles fueron baleados, y al menos 220 asesinados, por las fuerzas armadas israelíes.
Las potencias occidentales llevan mucho tiempo fomentando esta violencia en beneficio propio. A principios del siglo XX alimentaron el movimiento sionista como instrumento de control colonial en Asia Occidental. Desde entonces, han financiado y armado al régimen israelí como un puesto avanzado del imperio.
Ahora, tras la declaración de “guerra” del primer ministro Benjamin Netanyahu el 7 de octubre, los Estados Unidos han enviado el grupo de ataque del portaaviones USS Gerald R. Ford al Mediterráneo para proporcionar apoyo “rápido” a las Fuerzas de Defensa de Israel.
Estas armas están destinadas a cometer crímenes contra la humanidad. En Gaza viven dos millones de personas, la mitad de ellas niños. Con la promesa de Netanyahu de convertir Gaza “en escombros”, esta población será castigada colectivamente a la muerte, el hambre y el despojo.
Estos crímenes no prometen poner fin al ciclo de violencia, sino más bien mantenerlo. “Puesto que la opresión es la causa fundamental de la violencia, para acabar con toda la violencia —la violencia inicial y continuada del opresor y la resistencia reactiva de los oprimidos— debemos actuar para acabar con la opresión”, escribe el Comité Nacional Palestino de BDS.
Por eso nosotros, los abajo firmantes, llamamos a las fuerzas progresistas del mundo a marchar por millones por la liberación de Palestina. La única forma de forjar una paz duradera es acabar con la Nakba de una vez por todas.
Firmantes Yara Hawari Palestina Renata Avila Guatemala Walden Bello Filipinas Gacheke Gachihi Kenia Scott Ludlam Australia Ammar Ali Jan Pakistán Ismat Shahjahan Pakistán Aya Chebbi Túnez Clarissa Mendoza Filipinas Baba Aye Nigeria Kohei Saito Japón Hasina Khan India Nazma Akter Bangladesh Yanis Varoufakis Grecia Jodi Dean Estados Unidos Łukasz Kozak Polonia Vashna Jagarnath Sur África Pierre Sané Senegal Vijay Prashad India Abirami Jotheeswaran India Nicolas Richards Argentina Stephen Ruvuga Tanzania Milena Ochoa Larrota Colombia Antônio Lisboa Brasil Monica Valente Brasil Alexey Sakhnin Rusia Demba Moussa Dembele Senegal Rita Berlofa Brasil Alicia Castro Argentina
II. Nuestros mamporreros de la prensa, lo primero que hacen es preguntar a cualquiera mínimamente crítico: «¿Pero condena usted los crímenes de HAMAS?» Es un pequeño peaje que hay que pagar por intentar meter algo de cordura en el cenagal. Y no digo que esté mal condenar toda violencia contra los civiles -aunque ya sabes que creo que muchos colonos no lo son-. Lo que me extraña es que los de IP no hagan eso, y vayan directamente a reclamar la libertad de Palestina, sin poner requisitos.
Aprovecho para decir que sí, que la Internacional Progresista es un invento inicial de Varufakis. Pero la última reunión la hicieron en Cuba, así que imagino que algo tendrán que ver ellos. Estas últimas semanas han estado enviando tuits informando de nuevas incorporaciones. Como organizaciones, estas: https://twitter.com/
En tuits individuales han ido explicando quién es cada uno de ellos.
6. Entrevista a un diputado comunista judio
Entrevista en Jacobin lat a un diputado comunista judío sobre el conflicto.
Judios contra el colonialismo israelí
UNA ENTREVISTA CON Ofer Cassif Traducción: Valentín Huarte
Ofer Cassif, miembro de la Knesset, habla con Jacobin sobre el «psicópata pirómano» Benjamin Netanyahu y por qué, como político judío, se unió a la lucha por el socialismo y la liberación de Palestina.
Entrevista de Leena Dallasheh
Cassif milita hace décadas. Fue el primer Israelí en ir a la cárcel por negarse a prestar servicios durante la Primera Intifada en los territorios ocupados. En esa misma época —siendo todavía muy joven— se unió al Partido Comunista y se desempeñó como asistente parlamentario de Meir Vilner, una de las figuras más importantes del partido.
En su columna de Haaretz, el destacado intelectual de izquierda Gideon Levy describió a Cassif como «una persona muy importante» y un «izquierdista de nuevo tipo en la Knéset», al que no le tiembla la voz cuando hay que sostener una posición decididamente antisionista.
El radicalismo de Cassif lo convirtió en uno de los blancos privilegiados de la violencia policial y las amenazas de muerte. Esto, dice Cassif, no le ocurre solo a él. La violencia colonial de Israel se vuelve cada vez más contra los judíos que critican a Benjamín Netanyahu y las políticas de ocupación.
Cassif conversó con Leena Dallasheh sobre la reciente escalada de violencia, el actual impasse político Israel y la campaña de Netanyahu para mantener el control del país. Comentó también cuáles son las perspectivas de su partido para terminar con el conflicto y puso énfasis en la prioridad de terminar con la ocupación como un primer paso hacia una solución justa, que también debería incluir el derecho de los refugiados a retornar al país y garantías democráticas para los palestinos que viven en Israel.
Leena Dallasheh [LD] Podríamos empezar con un breve panorama de la situación desde el cese de hostilidades entre Israel y Hamás.
Offer Cassif [OC] Mientras la ocupación continúe, el cese de hostilidades no cambiará mucho la situación. Por supuesto, es muy significativo para las personas que sufrieron directamente el derramamiento de sangre que se produjo durante estos días. Pero en cuanto al panorama general, no cambió nada. No parece que el gobierno de Israel, específicamente Netanyahu y sus matones, estén dispuestos a cambiar en lo más mínimo. Y si cambian algo, me temo que será para peor. En este sentido, se siente mucha tensión en el aire, especialmente en lugares como la ocupación de Jerusalén Este, el sur de Israel o los territorios ocupados. En esas áreas no se aprecia ninguna diferencia profunda desde el cese de hostilidades.
LD Unos días atrás twitteaste: «Netanyahu inició el ataque para sostener su posición. Debemos decir esto en todas partes y en todos los idiomas».
Esto se vincula con la próxima pregunta que me gustaría plantearte, vinculada a la temporalidad de esta última ronda de violencia. Como dijiste, la situación encaja en un patrón histórico más amplio, pero esta última escalada parece estar vinculada al impasse político de Israel, especialmente a que Netanyahu no logró formar gobierno y a que su posición en este momento es bastante débil. ¿Podrías decirnos algo sobre este aspecto del conflicto?
OF Netanyahu es un psicópata piromaníaco. No soy el único que piensa así. Mucha gente que no es de mi espacio político estaría de acuerdo.
Ehud Olmert, anterior primer ministro de Israel, que no es precisamente un izquierdista, advirtió hace aproximadamente dos semanas que Netanyahu iniciaría «un incendio», específicamente en Jerusalén, para mantenerse en el poder. Lo dijo dos o tres días antes de que comenzara esta escalada de violencia. Dan Jalutz, anterior Teniente General de la Fuerza Aérea Israelí —evidentemente, tampoco estamos frente a un izquierdista— dijo algo muy parecido. Y ayer o antes de ayer, en el periódico Maariv, se publicó un artículo que afirmaba que muchas personas en el Linkud, partido de Netanyahu, dicen que el actual primer ministro quiere que el conflicto continúe para mantenerse en el poder, y que considera que, si Israel ingresa en una quinta ronda de elecciones, la escalada de violencia favorecerá su posición.
Efectivamente, pienso que es una especie de estrategia. Como dije, Netanyahu es un psicópata piromaníaco y una de las principales características de los psicópatas es que no nadie les importa. Netanyahu solo quiere permanecer en el poder, en gran medida porque no quiere ser encarcelado [por corrupción].
De nuevo, no se puede ignorar la posibilidad de que el comienzo de esta escalada haya estado directamente vinculado a la pérdida del mandato de gobierno de Netanyahu frente al líder de la oposición, Yair Lapid. Netanyahu sentó las bases para esta escalada durante mucho tiempo: en 2019, le ordenó a la policía que colocara rejas en Bāb al-ʿĀmūd, la Puerta de Damasco, a sabiendas de que suscitaría una gran controversia porque se trata de un lugar tradicional donde se reúnen los palestinos jóvenes luego del ayuno. Ordenó la construcción de las rejas sabiendo la furia que ocasionaría y lo hizo a propósito.
También está el proyecto de limpieza étnica de largo plazo en Sheij Yarrah (aunque no es el único barrio afectado). De hecho, esta limpieza étnica alcanzó niveles mucho más brutales durante los días previos a la escalada.
Hay quienes piensan que Itamar Ben-Gvir, miembro de extrema derecha de la Knéset y dirigente de la ocupación, es responsable por incitar a la violencia en Sheij Yarrah, pero yo creo que el verdadero responsable es Netanyahu. Para mí, Ben-Gvir es solo un delegado. Ben-Gvir fue a Sheij Yarrah e instaló sus oficinas en el corazón del barrio palestino, frente a las casas que serán desalojadas y traspasadas a los judíos. Creo que lo que hizo Netanyahu fue darle los fósforos a Ben-Gvir para que inicie el incendio.
Dos días antes de que Hamás empezara a lanzar los misiles, Netanyahu le dijo a Ben-Gvir: «Hay que abandonar Sheij Yarrah. Si no, Hamás lanzará misiles en Jerusalén».
Para los palestinos, especialmente para los musulmanes, la ocupación de la mezquita de Al-Aqsa fue la gota que rebalsó el vaso. Lanzaron granadas contra la mezquita siguiendo las órdenes de Netanyahu. Y, por supuesto, el otro momento clave fueron las enormes movilizaciones de los denominados «judeonazis». Los grupos judíos de extrema derecha Lehava y La Familia patrullaban las calles de Jerusalén buscando palestinos y judíos de izquierda para golpearlos y someterlos a todo tipo de vejaciones.
Directa o indirectamente, Netanyahu fue el responsable de todo. Estos acontecimientos se desarrollaron justo antes de que Hamás comenzara a lanzar misiles a Jerusalén. Habría que estar ciego para ignorar el vínculo causal entre las acciones de Netanyahu y la escalada de violencia que se vivió.
No tengo dudas de que Netanyahu es responsable del derramamiento de sangre, especialmente en Gaza, aunque no debemos ignorar que también murió gente en Israel. Cuando mueren niños —dos en Israel y setenta en Gaza— se me parte el corazón.
Por supuesto, Israel está matando palestinos desde la Nakba. Pero probablemente esta es la primera vez que la mayoría de la sociedad —por supuesto, nunca todos los israelíes— legitima la matanza.
Yeshayahu Leibowitz acuñó el término «judeonazis» hace cuarenta años. Cuando le preguntaron «¿Cómo puede decir eso? ¿Cómo se atreve a utilizar ese término? No vamos a construir cámaras de gas ni a implementar un proyecto de exterminio masivo», respondió dos cosas. Primero, dijo, «Si la única diferencia entre ustedes y los nazis es que no van a construir cámaras de gas, estamos en grandes problemas». Y luego dijo algo que es más importante para nuestra conversación: «Tal vez no construyan cámaras de gas ni implementen un plan de exterminio masivo, pero la mentalidad social que domina Israel podría llevarlos a eso».
Esto es exactamente lo que quiero decir: Netanyahu convirtió esta mentalidad «judeonazi», según el término de Leibowitz, en un discurso hegemónico. Esto es muy peligroso. El asesinato, no solo de palestinos, sino también de gente de izquierda, está ganando un nuevo tipo de legitimidad. Hay una movilización al frente de mi casa que exige que me expulsen de la ciudad en la que vivo. Alguna gente escribió en las redes sociales que los aviones enviados a bombardear Gaza deberían arrojar las bombas sobre mi casa. Netanyahu no solo habilita este tipo de discursos y acciones, sino que las incentiva.
El mundo debe entender que Netanyahu se comporta como un psicópata frente a los palestinos, pero también frente a cualquiera que lo critique. Si uno critica a Netanyahu, se convierte en un traidor y hace no mucho tiempo la traición se castigaba con pena de muerte en Israel.
LD Me gustaría que te explayaras un poco sobre la idea de que el movimiento de ocupación dirigido por Ben-Gvir y sus socios está incursionando más allá de la frontera de 1948.
OF Desde hace muchos años —pero, de nuevo, especialmente bajo el gobierno de Netanyahu— los colonos que viven en los territorios palestinos ocupados —que Israel ocupó en 1967— se creen «amos y señores de la región». Se consideran a sí mismos amos y señores en el sentido de que no están dispuestos a someterse a ninguna regla. En los territorios ocupados ellos asesinan palestinos, queman sus campos y cortan sus árboles. Arrojan piedras y disparan a matar. La ley no parece aplicarse a sus actos.
Leibowitz, a quien mencioné antes, escribió un artículo de septiembre de 1967, pocos meses después de que comenzara la ocupación. Dijo entonces que la ocupación iba a penetrar y destruir al Estado de Israel como a cualquier otro sistema colonial. No lo dijo porque haya sido un profeta. Es lo que enseña la historia.
De nuevo, esta actitud colonialista empezó a desarrollarse ahora al interior de Israel. Estos fanáticos hacen todo lo que mencioné antes sin enfrentar ningún tipo de represalia, mientras el primer ministro se refiere a ellos como si fuesen pioneros y héroes. Con el tiempo, terminan dirigiendo esa misma violencia también contra los judíos.
Mi amigo, [el rabí] Arik Ascherman, fue violentamente atacado por los colonos. Si se les permite atacar a los palestinos, ¿por qué no pueden hacer lo mismo con un activista por los derechos humanos no palestino, aun si es judío?
Estos colonos construyeron sus propios «nidos» en las denominadas «ciudades mixtas» como Acre, Jaffa, Haifa y Lod. Por supuesto, no están ahí con la perspectiva de construir buenas relaciones con sus vecinos palestinos. Su intención es sustituir a esos vecinos nativos. Entonces, el potencial para la explosión está ahí desde hace mucho tiempo.
Lugares como Lod, Jaffa y Acre son las semillas de esta explosión. Solo faltaban las circunstancias adecuadas. Esta atmósfera de tipo KKK penetró en Israel a causa de la ocupación y de las políticas del primer ministro. Netanyahu dijo que no permitirá que los árabes realicen pogromos contra los judíos, pero no dijo ni una palabra sobre los linchamientos que cometen los judíos. Esto implica que está bien cuando ellos lo hacen.
Quiero ser muy claro y enfatizar que la violencia contra los civiles es algo que mis amigos y yo rechazamos absolutamente. No importa si son palestinos contra judíos o judíos contra palestinos. Estamos en contra de esta atmósfera de linchamiento al estilo KKK que avanza en Israel a causa de la ocupación, específicamente a causa de las políticas del primer ministro. El que nos opongamos a la violencia contra los palestinos, no implica que apoyemos la violencia contra los judíos, ni viceversa.
Desafortunadamente, los medios en Israel son muy parciales. Buscan generar la impresión de que hay una división entre palestinos y judíos. Esto no es verdad. La división no es entre judíos y palestinos en Israel ni en ninguna parte. Es entre aquellos que creen en la supremacía judía y aquellos que apoyan la igualdad y la democracia.
LD Aludiste al sistema colonial que está detrás del Estado de Israel. En ese marco, ¿cómo situar tu propio proyecto político y el de la Lista Conjunta?
OF Lo más importante en este momento es terminar completamente con la ocupación de 1967. Este es el cáncer que afecta el cuerpo de nuestra sociedad. Muchas de las cosas que vivimos durante estas semanas son el resultado natural de esa ocupación.
Este proyecto colonial debe ser desmantelado inmediatamente. Aquí acuso a la comunidad internacional por guardar silencio durante tantos años y no hacer nada. Quienes guardaron silencio también son, en gran medida, culpables por el agravamiento actual de la situación y la escalada de violencia, porque no hicieron nada serio para terminar con la ocupación.
Está claro que si la comunidad internacional uniera fuerzas y le dijera a Israel, «Se terminó la ocupación, deben iniciar las negociaciones ya mismo», la cosa cambiaría. La verdad es que Israel no puede sobrevivir sin apoyo internacional.
Para dejarlo en claro, quiero que Israel sobreviva, pero quiero que sea una sociedad democrática y justa, no la entidad colonialista y racista que es. Mi lucha no es contra el Estado de Israel. Es contra las políticas que hacen de Israel un Estado racista y colonialista.
Entonces, lo primero que debería hacerse es terminar completamente con la ocupación de 1967, mediante el establecimiento de un Estado Palestino independiente y soberano en Gaza y en la Ribera Occidental, que tenga a Jerusalén Este como capital. También debemos encontrar una solución para los refugiados palestinos que siga las definiciones de las NU sobre el derecho a retorno. Esto es lo primero.
En segundo lugar, hay que plantear que el Estado israelí —sea cual sea el nombre que asuma— debe convertirse en un Estado realmente democrático, sin ninguna diferencia entre sus ciudadanos en función de sus orígenes étnicos, nacionalidad, religión o cualquier otro rasgo. Me impacta cuando muchas autoridades de los Estados más diversos del mundo se refieren a Israel como a una democracia. Todo el mundo sabe que la democracia moderna se funda en un principio básico que es la igualdad.
Podemos debatir qué significa exactamente la igualdad y hasta dónde debe llegar. Como comunista, por supuesto, pienso que debe incluir la igualdad en términos sociales y económicos. Pero el mínimo que se requiere para hablar de democracia en términos modernos es la igualdad ciudadana, y el Estado de Israel no garantiza ni siquiera eso.
Todo el mundo dice, «Sí, pero miren, los palestinos que viven en Israel son ciudadanos». Frente a esto respondería dos cosas: en primer lugar, no es del todo cierto, porque existe una enmienda a la legislación de la Knéset de 1985 que impide que se postule a elecciones cualquier lista electoral que no acepte el carácter judío del Estado. Es verdad que muchas veces las cortes permitieron que algunas listas, con cierta perspectiva crítica, participen de las elecciones, pero formalmente la ley no permite que se ponga en cuestión el carácter judío del Estado.
No es muy distinto del caso de Sudáfrica. Por supuesto, hay matices. Pero en términos sustanciales, no hay ninguna diferencia, porque en Sudáfrica el Estado se identificó y se definió constitucionalmente como un Estado de personas blancas. Y ni siquiera un blanco podía cuestionar ese principio. En Israel, el Estado se define como un Estado judío, aun si en términos abstractos dice ser un Estado democrático. Pero es simplemente una contradicción en los términos.
De nuevo, es una farsa decir que hay igualdad ciudadana en Israel. Israel no tiene una Constitución formal. Las leyes fundamentales de Israel dividen y distinguen entre judíos y no judíos, especialmente en el caso de los palestinos. Esto no es solo un asunto legal: es una cuestión social.
Recordemos que en 2015, durante la tarde de las elecciones [en las que la Lista Conjunta estaba ganando muchos votos entre los árabes], Netanyahu advirtió que las oenegés de izquierda llevaban a los árabes en colectivos y estos invadían «las urnas en masa». Esto significa, por un lado, que en términos formales y legales los árabes en Israel pueden votar; pero, por otro lado, significa que su voto no es el mismo que el de los judíos. Entonces, en muchos sentidos —en términos legales, y especialmente en términos de cultura política— Israel no es una democracia, es una etnocracia.
LD Hay quienes podrían pensar que hay una contradicción en este planteo porque, por un lado, tu análisis utiliza un marco colonial y destaca las semejanzas con el apartheid de Sudáfrica. Pero, por otro lado, tu propuesta parece mantenerse en la línea de los dos Estados elaborada por Yabha y por el Partido Comunista. Muchas personas piensan que esta perspectiva no es viable en la actualidad. ¿Qué dirías frente a esas objeciones?
OF Es un viejo debate que resurgió en los últimos años. Diría dos cosas. En primer lugar, en términos de principios, apoyamos la solución de los dos Estados porque el pueblo palestino nunca dispuso de derecho a la autodeterminación y este es un postulado que nosotros mantenemos, siguiendo la tradición de Lenin (antes del Tratado de Brest-Litovsk). Consideramos que el pueblo palestino debe tener el derecho a la autodeterminación y a un Estado independiente y soberano.
En tiempos de Lenin, hubo debates en torno a la audeterminación de los ucranianos, por ejemplo, a los que Lenin apoyaba. Y explicó que, para que cesen las hostilidades entre dos pueblos en guerra, la autodeterminación y la libertad nacional es un deber. No hay ninguna posibilidad de conquistar el socialismo en un país en el que existen hostilidades entre dos pueblos. Y esto es lo que planteamos: la autodeterminación nacional del pueblo palestino no es solo un medio para construir una alianza nacional, sino que es también un medio para promover una sociedad socialista.
Hay dos motivos por los que apoyamos la solución de los dos Estados (y, por supuesto, apoyamos también los derechos nacionales de la minoría palestina en Israel). Nuestro apoyo a la solución de los dos Estados se funda en esos dos principios: la autodeterminación y la creación de una sociedad socialista. No debemos olvidar que los palestinos son nativos.
Ahora bien, no conozco a nadie en mi entorno que rechace ideológicamente la solución del Estado único. Pero todos consideramos que, en las circunstancias actuales, se convertirá en otro apartheid. No será un Estado democrático, porque el poder está en manos de la mayoría judía.
Y aun si no hubiera una mayoría numérica, seguiría siendo un problema. Asumamos hipotéticamente que mañana tenemos un solo Estado, dividido aproximadamente a la mitad (entre el Río Jordán y el Mediterráneo, con un número más o menos igual de judíos y palestinos). Entonces, ¿quién controla los recursos? ¿Quién controla las armas? ¿Quién controla todo? La comunidad judía. Y no estoy hablando de individuos: es la comunidad judía.
Esa situación no llevará a ninguna forma de igualdad ni a un Estado democrático; llevará a otro régimen de apartheid. Digo que estas es «nuestra perspectiva», porque no soy yo quien debe decirles a los palestinos qué deben y qué no deben hacer. Esto es algo en lo que acordamos los palestinos y los judíos de mi partido.
Pensamos que, políticamente, la solución del Estado único pondrá en riesgo los intereses de los palestinos, dadas las circunstancias actuales. Pero, en el largo plazo, asumiendo que existan dos Estados y que se trate de algo consentido, nadie rechaza la posibilidad de reunirlos en un Estado federado común. No nos oponemos a nada de esto.
La mayoría de los comunistas de nuestra región —palestinos y judíos— apoyan la solución de los dos Estados desde mediados de los años 1940.
LD Comunistas judíos, no palestinos.
OF No, eso no es cierto. También los palestinos. Se desarrolló el debate entre los comunistas árabes Imil Habibi, Emile Touma, Tawfiq Tubi y otros.
LD Pero eso fue en 1948.
OF No, no, el debate comenzó un poco antes. Por supuesto, la posición obedecía en gran medida a los intereses de la Unión Soviética. Pero, en términos históricos, desde antes de 1948 la mayoría de los comunistas, no quiero decir todos, apoyan la solución de los dos Estados. Desde los años 1970, el Frente Democrático por la Liberación de Palestina apoya la solución del Estado único. El comunista jordano Nayef Hawatmeh me dijo: «Sí, siempre apoyamos la solución del Estado único y siempre lo haremos. Pero no rechazamos la posibilidad o la necesidad de una solución de dos Estados en la transición hacia una situación de Estado único».
Ahora bien, el Partido del Pueblo Palestino, comunista, dice: «Sí, todavía apoyamos la solución de los dos Estados, pero también contemplamos en el largo plazo la solución de un Estado único federado, luego de un período de dos Estados».
Entonces, de nuevo, para resumir: apoyamos la solución de los dos Estados, pero no rechazamos que en el futuro pueda desarrollarse un Estado único.
LD Una última pregunta: ¿qué cabe esperar luego de este impasse?
OF Debemos continuar la lucha. Como dije antes, debemos luchar por la liberación palestina y contra la ocupación, que se está volviendo cada vez más brutal. Y, por otro lado, debemos luchar por la igualdad al interior del Estado de Israel. Ese es el camino. No darnos nunca por vencidos, no rendirnos. No suelo citar a Churchill, pero…
SOBRE LA ENTREVISTADORA
Leena Dallasheh es profesora adjunta de historia en la Universidad Estatal de Humboldt.
7. Situación militar y político-diplomática en Palestina
El resumen de Rybar de las operaciones militares y el trasfondo diplomático y político. La verdad es que me parece el resumen más imparcial diario de todo lo que voy leyendo. https://rybar.ru/obstanovka-v-
La situación en la zona de conflicto israelo-palestina para el 14 de octubre de 2023
14 de octubre de 2023 Rybar
A juzgar por la acumulación de vehículos blindados israelíes cerca de las fronteras con la Franja de Gaza, las declaraciones de las autoridades y los representantes de las Fuerzas de Defensa de Israel, los preparativos para una operación terrestre en el enclave palestino están llegando a su fin. Los medios de comunicación han informado de que el gabinete político-militar israelí no llega a un consenso sobre los detalles de la invasión prevista, pero las posibilidades de evitarla son extremadamente bajas.
Hoy se han producido varios enfrentamientos al este de la Franja de Gaza, en la zona de los kibutzim Nahal Oz, Nirim y Sufa. Los militantes también siguen disparando intensamente contra territorio israelí, teniendo como objetivo tanto las comunidades situadas en las inmediaciones del enclave como las ciudades centrales.
La tensión continúa a lo largo de la frontera entre Israel y Líbano. Cerca de Al-Adisa, en la Línea de Control, se produjo hoy un intento de infiltración en territorio israelí, al que las FDI respondieron con fuego. Además, se infiltró un dron procedente del Líbano, interceptado en la zona de Shefaram, al este de Haifa. Tras el incidente, el ejército israelí volvió a atacar territorio libanés, matando a un militante de Hezbolá y a dos civiles.
En la Franja de Gaza, sometida a continuos bombardeos de la aviación israelí, ya han muerto más de 2.000 personas, 700 de ellas niños. Los hospitales del enclave se están quedando sin medicinas y sufren cortes de Internet. Además, las IDF volvieron a atacar un convoy de refugiados que intentaban huir del norte de la región.
Por la noche, se produjo un incidente en la frontera de Siria con Israel. Según un portavoz de las FDI, se lanzaron dos ataques con cohetes desde territorio sirio en los Altos del Golán ocupados, tras lo cual los israelíes respondieron bombardeando la RAS.
Mapa de alta resolución en inglés https://rybar.ru/piwigo/
Curso de las hostilidades
Norte
Un gran número de fuerzas de las IDF se concentran al norte de las fronteras de la Franja de Gaza. La agencia de noticias Al-Jarmak ha publicado imágenes de una gran concentración de tanques cerca del kibutz Mawkim. Las imágenes muestran varias docenas de tanques Merkava Mk.4 y otros vehículos blindados.
En particular, el lugar está dentro del alcance de los cohetes de Hamás, y si las imágenes se tomaron hoy, las IDF podrían aprender una lección sobre por qué no es una buena idea colocar el equipo y el personal tan densamente cerca de las posiciones enemigas. Sin embargo, los militantes palestinos han atacado activamente la zona hoy, con al menos tres informes publicados de bombardeos en Yad Mordechai, muy cerca de la Franja de Gaza. A juzgar por las declaraciones oficiales de funcionarios israelíes, la acumulación de material y la información filtrada a los medios de comunicación, los preparativos para la operación terrestre de las FDI en el enclave palestino están a punto de concluir y están a punto de comenzar. Los residentes de Gaza han sido advertidos por el mando israelí de que la guerra durará al menos 3 semanas.
Además, las ciudades y asentamientos del centro de Israel situados cerca de las fronteras con la Franja de Gaza son objeto de bombardeos masivos durante todo el día: como antes, los objetivos eran Tel Aviv, Ashkelon, Sderot, Herzliya, Petah Tikva, Rishon le Tzion, Zikim y otros.
Oficiales de las Fuerzas de Defensa de Israel publicaron un vídeo de combates navales durante los primeros días de la escalada. Las imágenes muestran a combatientes en un barco eliminando a militantes de Hamás que intentan alcanzar la costa israelí.
Este y sur
Anoche, cazas de las Fuerzas de Defensa de Israel eliminaron a dos militantes de Hamás en la valla fronteriza cerca del kibutz Nahal Oz, y también se registraron enfrentamientos cerca de Sufa. En otro incidente cerca de Nirim, los palestinos atacaron posiciones israelíes con misiles ATGM, dañando equipos e hiriendo a varios soldados.
El Primer Ministro Benjamin Netanyahu visitó Be’eri y Kfar Azu, que militantes de Hamás asaltaron en los primeros días de los combates. Además de recorrer los kibutzim donde murieron civiles, habló con los soldados, asegurándoles que las Fuerzas de Defensa de Israel están plenamente preparadas para la guerra.
Franja de Gaza
Por la mañana, las autoridades israelíes dieron a los civiles de la parte norte de la región otras 6 horas para evacuar hacia el sur, plazo que expiraba a las 16.00 hora de Moscú de hoy. A última hora de la tarde, la cúpula militar israelí volvió a pedir a los palestinos de Gaza que abandonaran sus hogares y huyeran hacia el sur. Mientras tanto, la aviación israelí sigue atacando la Franja de Gaza, cuyas víctimas son en su mayoría civiles. Hoy, las IDF han vuelto a bombardear convoyes de refugiados que huían de la supuesta zona de guerra.
La situación humanitaria empeora: los hospitales se están quedando sin medicinas y no hay nuevos lugares donde alojar a los heridos. Según UNICEF, al menos 700 niños han muerto bajo los bombardeos israelíes en Gaza durante la semana de conflicto, más que el número de víctimas infantiles en conflictos de larga duración en otras partes del mundo. La Organización Mundial de la Salud afirmó que la exigencia israelí de evacuar los hospitales suponía una sentencia de muerte para los enfermos y heridos graves del enclave.
La frontera con Líbano
Durante la noche, tres militantes propalestinos intentaron infiltrarse a través de la frontera israelí cerca de Al-Adissa, pero fueron eliminados por combatientes de las IDF. Se produjeron varios intercambios de disparos a lo largo de la frontera, y la artillería israelí mató a un miembro de Hezbolá y a dos civiles ancianos en el valle de Shebaa.
Además, durante el día, las IDF informaron de la interceptación de un dron en la zona de Shefaram. Las fuerzas israelíes declararon que el dron había entrado en el país desde territorio libanés. En respuesta a las acciones anteriores, los israelíes bombardearon presuntas posiciones de Hezbolá cerca de Wazzani. La reacción del grupo chií es más bien pasiva por el momento. Por su parte, el Departamento de Estado de Estados Unidos afirmó que si Hezbolá entra en el conflicto, las Fuerzas Armadas estadounidenses responderán.
La frontera con Siria
Por la noche, se lanzaron dos ataques con cohetes desde Siria contra la parte ocupada de los Altos del Golán bajo control israelí. Las IDF respondieron con ataques masivos de artillería.
Cisjordania
No cesan los enfrentamientos armados en Cisjordania. Los enfrentamientos más violentos de la noche tuvieron lugar en Yenín, donde militantes hicieron explotar un vehículo perteneciente a las fuerzas de seguridad israelíes. También estalló la violencia en Vered Jericó, Al-Daheriya, Azzan y Merawa. No obstante, el número de enfrentamientos registrados había disminuido considerablemente esta noche: esto puede deberse tanto a una estabilización temporal de la situación como a problemas triviales de Internet en la región.
Contexto político y diplomático
Sobre el papel de Estados Unidos en el conflicto palestino-israelí
Los gigantes de la información estadounidenses están llenos de insinuaciones bastante ambiguas de la Casa Blanca sobre una posible operación terrestre de las Fuerzas de Defensa de Israel en la Franja de Gaza.
Según Bloomberg, a pesar de la promesa del presidente estadounidense de prestar un apoyo sin precedentes, la administración Biden está preocupada por la falta de planes posteriores a una operación terrestre. Si no conociéramos a los estadounidenses y sus metodologías, podríamos creer que en Washington simplemente temen por sus aliados. Al fin y al cabo, por mucho que los israelíes bombardeen la Franja de Gaza, no pueden prescindir de una operación terrestre.
Sin embargo, esto no es así en la realidad. Al parecer, los estadounidenses insinúan que sería bueno arrastrar a los países vecinos al conflicto. Las autoridades israelíes no ven con buenos ojos esta opción en estos momentos, sobre todo a la luz de las pérdidas ya sufridas. Y difícilmente podrán librar una guerra simultánea con Hezbolá e Irán y sus apoderados a este ritmo.
Rueda de prensa del ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir Abdollahian, en Líbano:
El ministro iraní de Asuntos Exteriores, Hossein Amir Abdollahian, ofreció una conferencia de prensa en Líbano, durante la cual afirmó que aún puede alcanzarse una solución política al conflicto antes de que la situación se descontrole por completo. Afirmó que cualquier medida adoptada por Israel contra los palestinos desembocaría en un grave conflicto y que la «resistencia» tiene la fuerza necesaria para enfrentarse a las IDF. Al mismo tiempo, subrayó que Irán consulta con sus aliados en la región, pero no influye en sus acciones y decisiones.
Ayuda humanitaria a la Franja de Gaza y situación en el paso fronterizo de Rafah
Hoy se ha informado de que Egipto, Estados Unidos e Israel supuestamente habían acordado abrir el paso fronterizo de Rafah para que los ciudadanos estadounidenses pudieran salir, pero se desconoce si los estadounidenses fueron realmente liberados del enclave. Circularon por Internet imágenes de que los egipcios habían bloqueado el paso con bloques de hormigón para impedir la entrada en el país de un gran número de refugiados. Además, se publicaron imágenes de convoyes de ayuda humanitaria que, al parecer, nunca llegaron a entrar en la Franja de Gaza.
Gobierno de emergencia
Avigdor Lieberman, líder del partido de la oposición Nuestro Hogar Israel, aceptó la oferta de Benjamin Netanyahu y accedió a formar parte de un gabinete político-militar ampliado mientras durara la escalada del conflicto.
Protestas antigubernamentales en Israel
Han comenzado las protestas antigubernamentales en Israel. Ciudadanos cuyos familiares fueron secuestrados por militantes de Hamás acudieron hoy al centro de Tel Aviv. Cada vez son más los llamamientos a la dimisión de Benjamin Netanyahu, lo que atrae a la acción a más personas descontentas con las autoridades. Una sociedad ya cansada de la crisis política que se desarrolla desde enero ha recibido además una enorme tragedia, al encontrarse de repente en una zona de conflicto militar. Un conflicto que la actual coalición de extrema derecha liderada por Netanyahu provocó en gran medida.
No cabía duda de que la pregunta «¿quién tiene la culpa?» surgiría en la mente de la gente conmocionada. Y parece que las consecuencias para la alianza gobernante de radicales de derecha y ultraortodoxos no serán en vano. Por supuesto, durante las hostilidades es improbable que la situación se convierta en algo grave, pero ya ahora muchos ciudadanos culpan a las autoridades de lo ocurrido. Netanyahu está intentando aplacar el descontento, entre otras cosas formando un gobierno de emergencia con los líderes de la oposición Beni Gantz y Avigdor Lieberman. Esto está ayudando a legitimar las acciones actuales de los altos mandos israelíes. Pero esta guerra tampoco durará para siempre. Y ahora el futuro político de Netanyahu parece aún más sombrío que durante las protestas masivas contra la reforma judicial. Y es poco probable que, en la situación actual, Gantz, su aliado temporal, no intente ganar puntos políticos con el conflicto como telón de fondo.
8. Absoluto alejamiento.
Acabo de terminar mis funciones de taquillero por este año y, de vuelta en casa, puedo volver a daros la turra con tranquilidad. 😀
En mi cuenta de Twitter he ido reenviando los mensajes de los diferentes ministerios de exteriores sobre la situación en Palestina. Ya habéis visto por el envío de hoy que China pide el reconocimiento del estado de Palestina, muy similar a lo que piden los rusos, aunque Putin se viene arriba y compara el sitio de Gaza con el de Leningrado. Mensajes aún más contundentes de los «sospechosos habituales»: Cuba, como este que envía Salvador, Venezuela, Sudáfrica, por las excelentes relaciones que han tenido siempre por la lucha común de ambos pueblos, Sahara Occidental, etc. Si queréis, os paso los tuits, pero ya sabéis que los tenéis en https://twitter.com/KZeliony, que J. se empeña en llamar mi WP, no sé muy bien por qué… 😀
Un apoyo que me ha gustado mucho, extraoficial, claro, es este. Donetsk Solidarity with Palestine.
Creo que Occidente en general y Europa en concreto no se está dando cuenta del absoluto alejamiento, a veces incluso desprecio, que está provocando su actitud en el Sur global. En este sentido me ha parecido muy acertado este comentario de un francés que vive en China y escribe en inglés -los cosmopolitas somos así-, aunque no me parece que de momento sea verdad que Europa esté reculando: https://twitter.com/
Uno de los argumentos más interesantes que he estado viendo MUCHO sobre el conflicto palestino-israelí es: «Hamás predijo sin duda la represalia masiva de Israel, eso les hace aún más culpables por sacrificar vidas palestinas».
Lo que la gente no se da cuenta es que el hecho de que esta reacción -el castigo colectivo masivo- fuera de hecho inmensamente predecible dice tanto de Israel como de Hamás.
Dice mucho de Israel por 3 razones. 1) Dice mucho de la imagen de Israel que se esperara que reaccionara con un castigo colectivo masivo, violando el derecho internacional. 2) También dice mucho de la incapacidad de Israel para pensar estratégicamente el que reaccionara exactamente de la forma en que su adversario predijo que lo haría. La venganza no es una estrategia, de hecho es lo contrario de estratégica. Y, por último 3) dice mucho que Israel no parece haber aprendido nada de los inmensos errores de EE.UU. en su respuesta posterior al 11-S.
Sí, por supuesto, también dice mucho de Hamás, porque sabían que sus acciones causarían sin duda un sufrimiento indecible a su propio pueblo (además del sufrimiento que causaron con los atentados). No hay duda.
Desgraciadamente, esto parece una competición por ver quién se gana más simpatías del mundo exterior por su sufrimiento. Y desde mi punto de vista, Israel está perdiendo a lo grande al hacerle el juego a su adversario. Incluso Europa -¡Europa! – está hoy a punto de romper filas con una revuelta total en los niveles más altos de la burocracia contra Von Der Leyen por su apoyo incondicional a Israel. Esto se suma al renovado apoyo a la causa palestina por parte del mundo musulmán y, en general, de todo el Sur global (con la notable excepción de la India, que hoy en día, con Modi, se rige prácticamente por la islamofobia).
Voy a arriesgarme y plantear la hipótesis de que Hamás, como organización, se ha suicidado por la causa palestina. Sin duda, Hamás no sobrevivirá a esto, está bastante claro. Y lamentablemente se perderán miles de vidas inocentes. Pero han centrado toda la conversación mundial en su tema y la reacción de Israel está haciendo que los palestinos ganen la guerra de simpatía.
¿Qué debería haber hecho Israel en su lugar? Bueno, deberían haber reconocido en qué guerra les estaba metiendo Hamás. No una guerra contra ellos per se, sino una guerra por los corazones y las mentes. No vieron el bosque por los árboles. Lo cual es sorprendente porque empezaron con ventaja, con diferencia. Podrían haber utilizado los ataques iniciales para reunir un inmenso apoyo, declarar un periodo de luto, unificar a gran parte del mundo en torno a la justa causa de no matar a civiles inocentes. En lugar de eso, empezaron a hacerlo a su vez, a una escala aún mayor: hasta ahora han matado a 614 niños y 370 mujeres. Es un error insondable y de consecuencias inmensas.
Esta guerra también revela algo interesante, y con esto termino. Revela cuánto poder e influencia ha perdido Occidente a la hora de dirigir la conversación global. ¿Recuerdan después del 11-S, cuando Estados Unidos tuvo una reacción tan exagerada como la de Israel hoy al invadir Afganistán? En aquel momento no oímos ninguna oposición significativa. Estaba ahí, sin duda, pero era inaudible. Hoy, por el contrario, es tan abrumadora que incluso Europa -¡Europa! – se siente obligada a disentir. Lo que, por supuesto, nunca harían por pura moralidad, lo hacen porque están entre la espada y la pared, en sus palabras «no quieren perder el Sur global», lo que no era ni remotamente un factor en 2001. Por si fuera poco, acabamos de ver que EE.UU. ha pedido a China -¡a China! – que «utilice su influencia para impulsar la calma en Oriente Medio»: esto habría sido absolutamente impensable hace 22 años, ¿qué mejor prueba de que ellos mismos han perdido su influencia? Influencia irónicamente perdida por la misma razón por la que exageraron hace 22 años: qué irónico que hoy pidan ayuda a China para apoyar otra exageración más, realmente no pueden ayudarse a sí mismos…