ÍNDICE
1. Recordemos también Sudán.
2. Nueva entrevista Hudson-Wolff.
3. El Golfo, India y Pakistán.
4. Libros sobre socialismo y ecología en Argentina.
5. Una de las partes no quiere la paz.
6. Ahora lo ven…
7. Entrevista a Bond.
8.Gaza como Vietnam.
9. Resumen de la guerra en Palestina, 16 de mayo.
1. Recordemos también Sudán.
El último boletín de Prashad para el Tricontinental está dedicado a otra guerra tristemente en muy segundo plano: Sudán. Y en la que los dos ejércitos en conflicto parecen igualmente despreciables frente al sufrimiento del pueblo sudanés. Como lo son las fuerzas externas que apoyan a uno de los dos bandos.
https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/boletin-sudan-lenguaje-de-sangre/
Un lenguaje de sangre domina nuestro mundo | Boletín 20 (2025)
La guerra civil olvidada de Sudán ha dejado al menos 150.000 personas muertas y cerca de 13 millones desplazadas. Comprender sus aspectos políticos es clave para encontrar las causas y posibles soluciones del conflicto.
15 de mayo de 2025
Queridas amigas y amigos,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
En las últimas semanas, la atención internacional se ha centrado, sin lugar a dudas, en la escalada entre India y Pakistán, sobre la cual escribiremos más adelante, cuando se asiente el polvo. Aunque ninguno de los ejércitos cruzó la frontera ni la Línea de Control, la preocupación es comprensible: ambos países cuentan con armas nucleares en su arsenal. Por ahora, se ha retomado de hecho el alto al fuego de 1948, que ha persistido durante décadas sin que se haya alcanzado un tratado de paz satisfactorio e integral. La atención internacional también se ha mantenido, con razón, en el genocidio en Palestina, donde Israel ha intensificado el asedio total a Gaza, tal vez como represalia por el retorno de la población palestina al norte de Gaza el 27 de enero de 2025, en un acto de desafío radical frente a la guerra genocida.
Mientras tanto, algunos conflictos, como la guerra en curso en Sudán, han sido prácticamente olvidados. Este boletín se centra en ese conflicto, elaborado a partir de conversaciones con trabajadorxs humanitarixs y figuras políticas sudanesas. La noción de que esta guerra es desconcertante y no tiene explicaciones fáciles refleja el racismo de nuestra cobertura mediática, que considera los conflictos en África como incomprensibles e interminables. Sin embargo, por supuesto que hay causas para esta guerra, lo cual implica que también existen formas de ponerle fin. Es necesario dejar de lado ese lenguaje de sangre que domina nuestro mundo y, en su lugar, buscar en los detalles políticos las posibilidades concretas de la paz.
Hace dos años, la frágil pero esperanzadora paz en Sudán se rompió cuando las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF, por su sigla en inglés) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF por su sigla en inglés), ambas del aparato estatal sudanés, entraron en guerra entre sí. El segundo aniversario de este conflicto se conmemoró el 11 de abril de 2025 con un espantoso ataque de las RSF contra el campamento de refugiadxs de Zamzam, en el norte de Darfur. Como relató Hawa, una madre de tres niñxs que, junto con ellos, sobrevivió al ataque, “las bombas cayeron sobre el hospital… Quienes sobrevivimos salimos solo con nuestrxs hijxs a cuestas”.
Para el 16 de abril, el campamento, que alguna vez albergó a medio millón de personas refugiadas, quedó destruido, dejando cientos de muertxs, obligando al resto a huir hacia las cercanías de El Fasher y Tawila. En dos años de combates, al menos 150.000 personas han muerto y cerca de 13 millones, más de una quinta parte de la población sudanesa de 51 millones, han sido desplazadas. Esta catástrofe en curso carece por completo de sentido para la mayoría de la población sudanesa.
Todo parecía distinto el 11 de abril de 2019, seis años antes de la masacre de Zamzam, cuando el presidente Omar al-Bashir, en el poder desde hacía décadas, fue derrocado por un movimiento de masas y, finalmente, por el ejército. Las protestas contra el gobierno de al-Bashir comenzaron en diciembre de 2018, motivadas por la inflación y una creciente crisis social. Incapaz de dar respuestas al pueblo, al-Bashir no pudo sostener su mandato, ni siquiera por la fuerza, especialmente cuando las Fuerzas Armadas sudanesas se volvieron en su contra (como lo hizo el ejército egipcio con el entonces presidente Hosni Mubarak en 2011). Al-Bashir fue derrocado por lo que más tarde se conocería como el Consejo Militar de Transición, encabezado por el general Abdel Fattah al-Burhan con la asistencia del teniente general Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como “Hemedti”.
Los grupos que lideraban las protestas en las calles formaron una coalición llamada Forces for Freedom and Change [Fuerzas por la Libertad y el Cambio] (FFC por su sigla en inglés). Las FFC incluía al Partido Comunista Sudanés, las Fuerzas del Consenso Nacional, la Asociación Profesional Sudanesa, el Frente Revolucionario Sudanés, el colectivo Mujeres de Grupos Cívicos y Políticos Sudaneses, así como numerosos comités de resistencia o vecinales. Presionado por las movilizaciones encabezadas por la FFC, el ejército firmó a mediados de 2019 un acuerdo para encaminar una transición hacia un gobierno civil.
Con el respaldo de la Unión Africana, se conformó el Consejo de Soberanía de Transición, compuesto por cinco integrantes militares y seis civiles. El consejo designó a Abdalla Hamdok (nacido en 1956) como nuevo primer ministro y a Nemat Abdullah Khair (nacida en 1957) como presidenta del Poder Judicial. Hamdok, un diplomático reservado que había realizado un trabajo muy relevante en la Comisión Económica para África parecía una figura idónea para liderar el gobierno de transición. Khair, una jueza de larga trayectoria que se sumó a las protestas contra al-Bashir, representaba el tono adecuado para una conducción judicial competente. La puerta hacia un nuevo futuro parecía abrirse para Sudán.
Pero, al poco tiempo, Sudán sucumbió a las presiones de su propia historia. En 2021, tras varios intentos fallidos de golpe de Estado, el general Abdel Fattah al-Burhan tomó el poder, aparentemente para “proteger la transición”, aunque en realidad lo hizo para reintegrar al gobierno a los sectores vinculados al régimen de al-Bashir, que hasta entonces estaban marginados. Las revoluciones son interrumpidas con frecuencia por el regreso del antiguo régimen, cuyo control sobre las fuerzas armadas y sobre la sociedad no se disuelve con facilidad. Ambos militares, al-Burhan y Hemedti, sabían que cualquier intento de justicia contra el gobierno de al-Bashir los alcanzaría directamente, ya que fueron el brazo ejecutor de su régimen (las fuerzas de Hemedti, conocidas coloquialmente como los Janja’wid, o “demonios a caballo”, estuvieron implicadas en violaciones a los derechos humanos durante la campaña de al-Bashir en Darfur). Pero además, tanto ellos como su círculo cercano tenían intereses materiales en juego, entre ellos el control de las minas de oro en Darfur y Kordofán.
Con hombres como estos, el miedo al patíbulo y la ambición de mayor botín son lo que prima. Una verdadera transferencia de poder exige una ruptura total con la vieja sociedad, algo difícil de lograr a menos que las fuerzas armadas colapsen o se reconstruyan a fondo según los principios de la nueva sociedad y no con los elementos del pasado. Tanto al-Burhan como Hemedti se opusieron a esta transición y mediante una rápida represión contra los movimientos populares, especialmente sindicatos y comunistas, aseguraron su poder en Jartum.
Cuando una pandilla de matones se reúne por cualquier país, toda su población debería preocuparse. En 2021, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, el Reino Unido y Estados Unidos formaron el llamado “QUAD [Diálogo de Seguridad Cuadrilateral] para Sudán”, con el supuesto propósito —según anunciaron— de devolver al país a la democracia. Sudán quedó en la cuerda floja de las intrigas geopolíticas, cuando comenzaron a surgir acusaciones sobre los vínculos crecientes entre el ejército contrarrevolucionario sudanés y Rusia. En 2019, al-Bashir negoció un acuerdo para permitir a Rusia construir una base naval en el mar Rojo, lo que le habría otorgado un punto de apoyo estratégico en el continente africano. La caída de al-Bashir puso en peligro ese acuerdo, que fue reactivado cuando su antiguo equipo volvió al poder. Esto colocó a Sudán en el centro del conflicto creciente entre Occidente y Rusia, así como entre las monarquías del Golfo.
Cuando un país queda atrapado en conflictos ajenos, sus propios problemas se vuelven más difíciles de discernir. Dentro del círculo gobernante de militares y remanentes de al-Bashir, comenzó a crecer un desacuerdo sobre la integración de las fuerzas armadas y el reparto de botín. En apariencia, discutían sobre los plazos para retornar a un gobierno civil, pero en realidad la disputa era sobre poder militar y control de los recursos.
Estas luchas internas por el poder desembocaron finalmente en la guerra civil de 2023, un conflicto inevitable que presenta todos los rasgos de una guerra por delegación: las SAF respaldadas por Egipto y Arabia Saudita, las RSF apoyadas por Emiratos Árabes Unidos y otros actores externos mueven los hilos tras bambalinas. Las conversaciones de paz continúan aquí y allá, pero no avanzan en absoluto. La guerra parece tener su propia lógica, con los 300.000 efectivos de las SAF incapaces de lograr avances importantes frente a los 100.000 soldados de las RSF, altamente motivados. Los recursos ilimitados provenientes de la venta de oro y el apoyo externo podrían prolongar esta guerra indefinidamente, o al menos hasta que gran parte del mundo olvide que está ocurriendo (como ha sucedido con las guerras olvidadas en la República Democrática del Congo o en las fronteras de Myanmar).
La Organización de las Naciones Unidas emite declaraciones, mientras distintas organizaciones defensoras de derechos humanos claman por ejercer mayor presión sobre las SAF y las RSF. Pero no se ha logrado nada. Incluso las conversaciones de paz están fragmentadas: los gobiernos de Emiratos y Egipto impulsan unas en El Cairo, Arabia Saudita organiza otras en Yeda y el Reino Unido convocó más en Londres. No está claro qué actores dialogan entre sí, ni sobre qué temas.
El intento más activo para mediar un acuerdo de paz provino de la Unión Africana (UA), en enero de 2024, con la creación del Panel de Alto Nivel para Sudán (HLP-Sudán, por su sigla en inglés). El panel está presidido por el Dr. Mohamed Ibn Chambas, diplomático ghanés que fue representante especial de la Unión Africana y las Naciones Unidas para Darfur y jefe de la Operación Híbrida de la UA-ONU en Darfur (UNAMID) entre 2012 y 2014. Conoce a ambos generales y es consciente de la complejidad de la situación en Sudán. Los otros dos miembros del panel son la Dra. Specioza Wandira-Kazibwe, exvicepresidenta de Uganda y el embajador Francisco Madeira de Mozambique, exrepresentante especial de la UA en Somalia y jefe de la misión de la UA en ese país. El HLP-Sudán colabora con la Intergovernmental Authority on Development (IGAD por su sigla en inglés), organismo regional de África Oriental, para llevar a ambas partes a la mesa de negociaciones con el fin de lograr un alto al fuego y, eventualmente, un acuerdo definitivo.
Es importante destacar que el HLP-Sudan se reunió con una amplia gama de actores del espectro político del país, incluidas personas de partidos políticos, del ejército y de organizaciones de la sociedad civil. Muchas de ellas fueron firmantes del Acuerdo de Paz de Juba de 2020, que también incluyó a facciones beligerantes de Darfur, Kordofán del Sur y el Nilo Azul. Sin embargo, los negociadores enfrentan un problema entre los sectores civiles. En octubre de 2023, el derrocado primer ministro Abdalla Hamdok formó la coalición Taqaddum [Progreso], que llevó voces civiles a la mesa de negociaciones. No obstante, en los últimos dos años surgieron divisiones por lealtades hacia uno u otro bando, por lo que en febrero de 2025 la coalición se disolvió. Hamdok luego creó un nuevo grupo, Sumoud [Resistencia], que busca mantener la equidistancia de ambas partes. En marzo, al-Hadi Idris, exmiembro del Consejo Soberano de Transición, formó la coalición Ta’sis [Fundación de Sudán], que luego nombró a Hemedti, líder de las RSF, como su dirigente. Incluso los grupos civiles se dividieron siguiendo las líneas de la guerra civil.
El año pasado conversé con Hamdok, quien parecía agotado por la larga guerra y la futilidad de las negociaciones. Diplomático impasible como siempre, consideraba que las guerras pueden desgastar a los ejércitos y forzarlos a negociar. Conoce bien la historia: Sudán obtuvo su independencia de Gran Bretaña y Egipto en 1956, pero pronto se sumió en su primera guerra civil entre el norte y el sur, que concluyó con el Acuerdo de Adís Abeba en 1972. La década de paz que siguió (impulsada por los ingresos petroleros del sur) es ahora un recuerdo lejano. Una segunda guerra civil entre el norte y el sur se extendió desde 1983 hasta 2005, lo que desembocó en el referéndum de 2011 que escindió el país en Sudán y Sudán del Sur. Finalmente, un atroz conflicto en Darfur comenzó en 2003 y llegó lentamente a su fin en 2010, allanando el camino al derrocamiento de Omar al-Bashir en 2019. En ese entonces, el lema contra al-Bashir era tisqut bas: “¡Que caiga!”. Cayó. Pero la tierra sigue temblando.
El pueblo sudanés no ha conocido la paz en generaciones. La esperanza de Hamdok es una esperanza contra la historia, pero a favor del futuro.
Cordialmente,
Vijay
2. Nueva entrevista Hudson-Wolff.
Michael Hudson ha seguido publicando transcripciones de algunas de las entrevistas que le han hecho. Como son argumentos ya conocidos, las he obviado, pero os envío la última con Richard Wolff en el programa de Alkhorsid porque vuelven a hacer una especie de repaso a la actualidad.
https://michael-hudson.com/2025/05/empire-without-returns/
Imperio sin retorno
Miércoles, 14 de mayo de 2025
Transcripción – 08/05/2025 – Dialogue Works
NIMA ALKHORSHID: Hola a todos. Hoy es jueves, 8 de mayo de 2025, y nuestros amigos Michael Hudson y Richard Wolff están de vuelta con nosotros. Bienvenidos de nuevo.
RICHARD WOLFF: Gracias. Me alegro de estar aquí.
NIMA ALKHORSHID: Empecemos con lo que dijo el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Bessent, sobre el conflicto en Ucrania y la forma en que Trump está abordando la situación. Después les haré mi pregunta. Hablemos de ello.
[comienzo del clip]
SCOTT BESSENT: La Asociación de Inversión en Ucrania, la Asociación Económica, fue idea suya, y él creía que serviría para varias cosas. En primer lugar, le daría más influencia sobre los líderes rusos cuando llegara el momento de negociar con ellos. Así que la idea era empezar por Ucrania, firmar un acuerdo que demostrara que no hay diferencias entre Estados Unidos y el pueblo ucraniano.
Sería un símbolo para el pueblo ucraniano de que Estados Unidos sigue ahí. Sería un símbolo para un público estadounidense cansado y escéptico ante más compromisos financieros de que era posible compartir la prosperidad con Ucrania. Y luego, en esencia, sería una garantía tácita de seguridad gracias a la asociación económica.
[fin del clip]
NIMA ALKHORSHID: Sí, Michael, la pregunta para usted sería: ¿puede Estados Unidos seguir confiando en un enfoque transaccional de la política exterior cuando las potencias mundiales están buscando alternativas estructurales a largo plazo al orden liderado por Estados Unidos?
MICHAEL HUDSON: Parece que otros países están reaccionando en contra de esto. Y el efecto de lo que Trump imagina que es un enfoque transaccional es, en realidad, empujarlos a hacer acuerdos entre ellos. Y toda la atención se ha centrado hasta ahora en esta vorágine de acciones durante los primeros 100 días de Trump en el cargo.
Pero, ¿cuántas acciones reales ha habido? Los anuncios de Trump han sido más bien una serie de amenazas contra otros países. Eso aún no es una transacción. Y, sin embargo, ha estado retirando rápidamente todas estas amenazas. Es como si estuviera negociando consigo mismo, discutiendo consigo mismo a medida que ve cuál es la reacción extranjera. Así que creo que esta mañana ha sido la primera transacción con Inglaterra.
Trump ya ha cedido en sus aranceles del 25 % a las piezas de automóvil de Canadá y México. Ha cedido en las importaciones estadounidenses de iPhones y otros productos de China. Ha dado marcha atrás en todas sus conversaciones con los países europeos. Y el efecto que ha tenido su enfoque transaccional de convertir a Canadá en el estado número 51 ha sido la reelección de Mark Carney como primer ministro canadiense con un programa de reacción nacionalista contra Estados Unidos y de estudio de todas las opciones disponibles.
Así que este enfoque transaccional es como si Trump intentara tratar las relaciones internacionales como un negocio inmobiliario. Su estrategia consiste en hacer una demanda extrema para asustar a otros países. Y el simple hecho de exigir estos enormes aranceles que ha propuesto se supone que les hará pensar: «Vaya, esto puede arruinar nuestras economías, sin duda a corto plazo».
Y el objetivo de Trump no es realmente conseguir nada de lo que pide. Eso es lo más extraño. Se trata de llegar a un acuerdo. Y ese compromiso es lo que quería desde el principio. Y el compromiso a menudo no tiene nada que ver con los aranceles en sí.
Esta mañana ha llegado a un acuerdo con Londres. Y el acuerdo, ¿qué quería que cediera Londres a cambio de gravar solo con un 10 % las importaciones británicas, aparte de los impuestos especiales sobre el aluminio y el acero y otros impuestos adicionales?
Quería que Inglaterra concediera preferencias fiscales especiales a las empresas estadounidenses de tecnología de la información y a las acciones del NASDAQ que han impulsado el promedio bursátil del NASDAQ. En esencia, como discutimos la última vez, ha amenazado con utilizar los aranceles para desestabilizar el comercio exterior a menos que básicamente le den vía libre a Estados Unidos.
Con Panamá, por ejemplo, está pidiendo que los barcos estadounidenses no tengan que pagar ningún cargo por atravesar el Canal de Panamá.
Y eso es en respuesta a la afirmación de Panamá de que, bueno, los barcos estadounidenses son mucho más grandes, tenemos que cobrarles las tasas según el tamaño, el tonelaje y la dificultad de atravesar el canal.
Hasta ahora, ha estado utilizando los aranceles no como una forma de intentar aumentar los ingresos fiscales, sino simplemente para amenazar con crear el caos en otros países.
Bueno, ¿cuál es la respuesta a todas estas transacciones? Ha sido hacer que otros países se replanteen todas sus transacciones entre sí. Y lo curioso es que, aunque Trump no ha hecho mucho por sí mismo, creo que la atención debería centrarse en lo que ha pasado en los otros 100 días, en lo que han hecho los demás países durante estos 100 días.
Y ahí es donde ha estado la verdadera acción, no en Mar-a-Lago.
Y, obviamente, hay una gran diferencia entre las reacciones europeas y asiáticas y lo que esperaba Trump. Él esperaba que otros países estuvieran desesperados por llegar a un acuerdo. Al igual que esperaba que Rusia estuviera tan desesperada por llegar a un acuerdo en Ucrania que su economía se estuviera derrumbando, su ejército estuviera perdiendo y hubiera perdido un millón de hombres. Todo esto era propaganda que le proporcionó Kellogg. Y no tenía ninguna base en la realidad.
Pero él pensaba que Rusia estaba desesperada. Luego salió y dijo: «China está desesperada». Miren los problemas financieros que tiene con la banca y el sector inmobiliario. Pensaba que China estaba tan desesperada que podría llegar a un acuerdo con ellos. Ninguno de estos países está desesperado.
Pero se dieron cuenta de que estarían desesperados si se tomaran en serio las amenazas transaccionales de Trump. Por eso han estado tratando de llegar a acuerdos entre ellos. Y los países más importantes que han estado cambiando sus reacciones han sido los aliados más cercanos de Estados Unidos.
Los países europeos han estado defendiéndose y llegando a acuerdos para, una vez más, imponer impuestos especiales a las grandes empresas de Internet, a Google, a Meta, e incluso para dividirlas o imponerles multas muy elevadas. Justo lo contrario de lo que Trump quería hacer con ellos y con Inglaterra.
En Japón han dicho: «Bueno, tenemos que replantearnos qué vamos a hacer con todos nuestros bonos del Tesoro estadounidense si realmente ya no podemos exportar a Estados Unidos ni comerciar con él. ¿Qué sentido tiene mantener todos estos bonos del Tesoro? Y Japón tiene más valores del Tesoro estadounidense que cualquier otro país, incluso más que China».
Así que se está produciendo una reacción en otros países. Esa es la realidad. Esa es la verdadera transacción. Y como dijimos la última vez, este cambio en la estructura del comercio mundial, que es una reacción a las acciones de Trump, es irreversible.
Y una vez que otros países lleguen a acuerdos entre sí para asumir el enorme gasto que supone cambiar sus relaciones productivas y comerciales para adaptarse a los mercados de los demás en lugar de a los de Estados Unidos, no van a volver atrás, porque eso supondría otro enorme gasto duplicado para reestructurar su industria y su comercio.
Además, implicaría romper todas sus relaciones entre sí y con China y con las partes del mundo que realmente están creciendo, en lugar de la economía estadounidense, que se está contrayendo. Así que aquí tenemos a Trump haciendo amenazas desde una economía que se está contrayendo, que depende de otros países, actuando como si los demás países tuvieran que llegar a un acuerdo.
Y lo que se dan cuenta es que sí tienen que llegar a un acuerdo, pero no con Estados Unidos, sino entre ellos.
NIMA ALKHORSHID: Richard.
RICHARD WOLFF: Sí, ya que Michael ha hablado de la situación internacional, déjeme hablar un poco de la situación interna de Estados Unidos, para completar el panorama. Y luego quiero hablar de dos cosas.
En primer lugar, los aranceles, en términos de su efecto interno en Estados Unidos. Y luego la pequeña historia, que no es tan pequeña, que fue el acuerdo, creo, desde nuestra última reunión, o al menos muy recientemente, para cambiar lo que se llama la regla de minimis, que es la regla según la cual si su paquete que entra en Estados Unidos tiene un valor de 800 dólares o menos, no paga ningún tipo de impuesto, no es inspeccionado, es simplemente una transacción minorista.
¿Por qué es importante? Porque quienes más han aprovechado esta norma han sido la mitad inferior de la distribución de ingresos en Estados Unidos. Porque se trata de una forma de abaratar la compra. La realidad es, y lo diré con toda claridad, que en las últimas semanas y meses hemos sabido por la empresa Starbucks, la cadena de cafeterías, y por la empresa McDonald’s, la cadena de hamburgueserías, dos de las industrias de comida rápida más importantes y con mayor distribución, que están en dificultades financieras.
Y han publicado información que indica que, en ambos casos, sus estudios muestran que están perdiendo clientes entre los grupos de ingresos más bajos que los frecuentan.
En otras palabras, se está volviendo inasequible tomar un café con leche en Starbucks o un Big Mac en McDonald’s.
Muy bien. Si ese es el caso, entonces tengo que explicarles a todos, si no lo han entendido, que tanto el arancel general como el mínimo, que se ha pasado de 200 a 800 dólares y que ahora se va a eliminar, creo que a partir de mañana, o en cualquier caso, más o menos ahora, se está eliminando gradualmente. Y todos esos paquetes de bajo coste se verán ahora afectados por aranceles, y aranceles muy elevados, estamos hablando del 145 %, el doble, más del doble del precio.
De acuerdo. Un arancel es como un impuesto sobre las ventas. Es un impuesto regresivo. No tiene en cuenta la capacidad de pago del comprador. No es como el impuesto federal sobre la renta. Es un impuesto regresivo, no progresivo. Eliminar la exención de 800 dólares para el de minimis es igualmente un acto regresivo porque duplica el precio, como lo haría un impuesto sobre las ventas, y eso es un impuesto regresivo bien conocido.
Entonces, ¿qué están haciendo? Todo este paquete de políticas solo puede empeorar la ya extrema desigualdad de ingresos y riqueza dentro de Estados Unidos. Y creo que casi todo el mundo, incluso los derechistas, entienden lo que sucede con las divisiones sociales, las animosidades, las hostilidades y la discriminación cuando se hace eso, que todos los problemas sociales que conocemos se agravan.
Ya saben, los libros recientes, el trabajo de los investigadores de Princeton sobre la clase media que se está suicidando y todo lo demás. Las investigaciones son abrumadoras: se trata de un programa autodestructivo.
Michael acaba de hablar de cómo es autodestructivo a nivel mundial.
Y quiero que vean que también es extraordinariamente autodestructivo, creo, a nivel nacional. El Sr. Trump está favoreciendo mucho a los ricos a expensas de todos los demás. Sistemáticamente, paso a paso, ya sea consciente de ello o no, no lo sé y no me importa. Pero la realidad interesante es que esto es, esto es extraordinario. Un último punto.
Creo que es crucial recordar a la gente, sé que ya lo hemos dicho antes, pero es crucial en este momento, dado lo que acaba de decir Michael, recordar a la gente que el enfoque transaccional que Michael acaba de ilustrar o resumir, una vez sí, otra vez no, ahora hay aranceles, ahora no, ahora son altos, ahora son bajos, ahora puede que solo sea una táctica de negociación para conseguir pequeños regalos.
Puede recorrer el país y decirle al pueblo estadounidense: «He conseguido los minerales en Ucrania, o he conseguido lo que sea que los británicos han cedido», etc., etc. Esa incertidumbre, esa falta de estabilidad, es una razón de peso por la que lo que ha dicho Michael no se va a deshacer.
Porque incluso si crees que Trump seguirá siendo el mismo durante cuatro años, no sabes si los demócratas, si ganan las próximas elecciones, no desharán todos los aranceles que él ha impuesto. Lo que significa que no se puede volver atrás. No tiene sentido. Pero incluso significa que lo único que se puede hacer ahora es salir de la dependencia de Estados Unidos, es demasiado incierto.
¿Y por qué es eso importante? Porque aunque sea menos rentable temporalmente para los chinos vender lo que venden a Indonesia en lugar de a Nueva York, lo harán porque un beneficio menor durante un tiempo es mejor que la incertidumbre del acuerdo que tenían en Estados Unidos.
Eso será un factor tan importante en los cálculos de las empresas de todo el mundo que ahora van a hacer todo lo posible por reducir su conexión con Estados Unidos. Es lo mismo.
Si da marcha atrás, llega a un acuerdo con Xi Jinping y los aranceles contra China desaparecen o se reducen. Es demasiado tarde. Ha demostrado lo que está dispuesto a hacer. Todas las empresas chinas, aunque aplaudan la reducción de los aranceles, se preocupan por cuándo se volverán a imponer. ¿Qué dificultades en Estados Unidos y para Estados Unidos le llevarán a intentar resolver sus problemas de esta manera?
Este es un imperio cuyo declive le está causando dificultades, que está tratando de resolver haciendo pagar al resto del mundo, sin comprender que el declive no se puede arreglar de esa manera, porque lo empeorará.
Eso es lo que estamos haciendo. Todos los demás imperios han hecho cosas así. Lo estamos haciendo como si nunca hubiera sucedido antes, como si nadie tuviera influencia sobre el Sr. Trump para decirle: «Tenga mucho cuidado. Los imperios en declive tienen la mala costumbre de intentar resolver sus problemas explotando su situación imperial, lo que solo acelera su desaparición».
MICHAEL HUDSON: Richard ha mencionado antes el efecto de que Trump apoye a los ricos y a los consumidores y asalariados con bajos ingresos que sufren en Estados Unidos. Pero el Wall Street Journal está lleno de noticias sobre pequeñas empresas estadounidenses que han estado negociando con empresas chinas para que les suministren productos clave que han estado vendiendo.
Y el número de pequeñas empresas que operan en China representa una proporción muy significativa de la producción industrial del país. Y son estas pequeñas empresas las que están siendo objeto de estos aranceles.
Algunas de ellas han acordado con sus clientes que las empresas chinas envíen los productos desde China o, en algunos casos, desde Hong Kong, mediante envíos de paquetes de venta de minimis a los clientes.
Pero la mayoría de las empresas simplemente han estado importando lo que han encargado a las fábricas chinas para producir con diseños muy específicos para vender a sus clientes. Estas pequeñas empresas son las principales víctimas de los aranceles que Trump ha impuesto a China. Ha eximido a las grandes empresas, y en especial a las que más han contribuido a su campaña, como Amazon o los iPhones, del pago de los aranceles.
Pero no ha prestado ninguna atención a este importante comercio de las pequeñas empresas. Así que no solo se está presionando a los clientes de McDonald’s con bajos ingresos, sino también a las pequeñas empresas. Y eso se debe a que se suponía que formaban parte del electorado designado por el Partido Republicano.
Así que todo esto, quiero hablar de lo que es probable que suceda este fin de semana en Suiza, cuando los negociadores comerciales estadounidenses se sienten finalmente con los negociadores chinos para decidir, ya sabe, qué va a pasar. Porque, al fin y al cabo, es el antagonismo entre Estados Unidos y China lo que ha creado todo esto.
Y creo que puedo imaginar cómo va a ser la discusión. No va a ser como esperaba el Sr. Trump. Creo que China va a insistir como condición previa en que se reactivará la Organización Mundial del Comercio, permitiendo que se complete el quórum de jueces en lugar de la parálisis actual.
No son suficientes: Estados Unidos se ha negado a nombrar un juez para la Organización Mundial del Comercio, lo que impide a China utilizar el derecho internacional para decir que Estados Unidos está infringiendo la ley. Necesitamos una compensación.
Estados Unidos ha paralizado la OMC para poder infringir la ley sin ningún recurso. Y, por supuesto, aunque se infrinja la ley, ¿de qué sirve si no hay un tribunal que imponga multas o sanciones o proteja de alguna otra manera a estos países?
Creo que Bessent va a ofrecer reducir los aranceles estadounidenses al 40 %, quizá incluso menos. Y China reconoce que un arancel del 40 % sobre sus productos o lo que Bessent pida siguiendo las órdenes de Trump equivale a un bloqueo total de las importaciones chinas.
Por lo tanto, China va a insistir en que no haya ningún cambio. De hecho, ha dicho que antes de negociar, no va a negociar con una pistola apuntándole a la cabeza, que es la idea que tiene Trump de una transacción. Puedo dispararle, arruinar su economía si no hace lo que yo quiero. Esa es una transacción al estilo Trump.
China va a decir: en primer lugar, elimine todos los aranceles a China. Entonces podremos sentarnos a negociar qué tipo de aranceles mutuos vamos a aplicar. Y ese tipo de negociación suele durar entre tres y cinco años.
Y Bessent ya ha dicho: «De acuerdo, no vamos a aplicar ningún arancel a determinadas categorías de productos estadounidenses. Por ejemplo, a sus tierras raras, los materiales que necesitamos para la seguridad nacional y para fabricar nuestras armas, de modo que podamos bombardearles cuando entremos en guerra con ustedes dentro de dos años. ¡No habrá ningún arancel sobre esos productos!».
Y creo que China se va a dar cuenta de que estas ofertas comerciales sin aranceles, como los iPhones, no suponen ningún sacrificio para Estados Unidos. Son una indicación de que Estados Unidos necesita estas importaciones de China, que depende de ellas, y que China no tiene que hacer nada.
Y dejemos que Trump reduzca las importaciones de productos específicos, tal y como ha estado haciendo con los iPhone y con productos similares de otros países. Pero lo que creo que Bessent realmente defiende, recuerden, es que es un tipo de las finanzas. Formó parte del equipo de George Soros que atacó la libra esterlina para forzar su devaluación hace unos años.
Trump dirá: «Bueno, podemos hablar de reducir los aranceles, pero queremos que nos den un trato especial. Dejen que los bancos estadounidenses entren en China. En lugar de tener su sistema bancario socializado, dejen que los bancos estadounidenses entren y concedan préstamos a su población.
Va a querer acceso financiero. Les daremos acceso a nuestros mercados para sus productos y ustedes nos darán acceso a sus mercados financieros. Creo que eso es… China tendría que dar marcha atrás en toda su revolución para hacer eso. Creo que Estados Unidos pedirá a China que retire sus sanciones a la exportación de tierras raras y otros artículos de seguridad nacional.
Y no hay forma de que China acepte esto. Cualquier acuerdo arancelario que China firme estará sujeto a una medida paralela, al igual que Estados Unidos bloquea todo lo que tenga que ver con la seguridad nacional de China, como los chips informáticos avanzados o la maquinaria holandesa para grabar chips informáticos.
China dirá: «Bueno, vamos a comerciar con bienes de consumo normales, pero no con bienes que sean necesarios para que los estadounidenses compitan directamente en el ámbito militar o en el monopolio, especialmente en los campos de la tecnología de la información y el procesamiento de alta tecnología». Y creo que otros países verán que este es básicamente el enfoque que van a adoptar.
Creo que, como acaba de decir Richard, se dan cuenta de que cualquier acuerdo que puedan alcanzar con Estados Unidos en los próximos tres meses —todavía estamos en el periodo provisional de tres meses en el que Trump ha dicho que está negociando país por país— les arruinaremos si no nos dan un regalo. Todo esto puede suceder: llegan a un acuerdo y luego Trump puede cambiarlo unilateralmente en cualquier momento, dejando a los demás países con la misma amenaza que antes.
Pero Estados Unidos habrá aprovechado este tiempo para aislarse de las maniobras extranjeras. Esto es muy similar al tipo de alto el fuego que quería Ucrania. Estados Unidos quiere un alto el fuego en la guerra comercial con China para decir, bueno, ya saben, al menos sigan exportándonos los materiales que necesitamos, tierras raras, otros materiales, y ya veremos qué podemos hacer más adelante.
Intenta hacer una promesa. Otros países saben que no tiene ninguna obligación de cumplir estas promesas, y lo que quiere Trump, al igual que Ucrania quiere utilizar un alto el fuego para movilizar su ejército y traer las armas y misiles alemanes y las tropas inglesas para luchar contra Rusia, es utilizar este libre comercio total para acumular reservas de productos que necesita de China para su seguridad nacional, de modo que luego pueda volver a la guerra comercial total con China.
Obviamente, China no va a renunciar a eso. Así que la verdadera división en las relaciones actuales entre los países es, en mi opinión, que los países que miran a corto plazo se enfrentan a la siguiente elección.
Pueden mirar al corto plazo y decir: «De acuerdo, no queremos que se interrumpa nuestro comercio. Por lo tanto, vamos a seguir centrando nuestro comercio en Estados Unidos, aunque sea una economía en declive a largo plazo». Otros países reconocerán la necesidad de una transformación a largo plazo del orden económico mundial para reorientar su comercio con China, Asia y los países de la Franja y la Ruta.
La verdadera elección es entre la independencia de Estados Unidos o la dependencia de Estados Unidos y un orden económico centrado en Estados Unidos que se estableció en 1945 y que ahora es obsoleto, o la creación de un nuevo orden económico. El enfoque transaccional de Trump ha llevado a una transacción de conciencia por parte de otros países.
Y este cambio de conciencia es lo que es irreversible. Y ese es el verdadero efecto de sus primeros 100 días y de los aranceles que impuso el 2 de abril.
NIMA ALKHORSHID: Richard.
RICHARD WOLFF: El Financial Times de hoy publica una noticia según la cual las empresas de la UE, las empresas europeas, están muy activas en China, captando o tratando de captar el mercado al que ya no pueden acceder las empresas estadounidenses debido a los aranceles que les bloquean el acceso.
Ahora bien, he aquí por qué es importante esta noticia. Para China es un problema encontrar un mercado que sustituya al de Estados Unidos. No tenían un negocio de exportación abrumador, pero sí significativo, a este país. Y hay muy pocos lugares en los que puedan esperar sustituirlo.
Pero Europa es el principal destino posible para ello. Sin embargo, los europeos no permitirían que los chinos lo hicieran a menos que, por supuesto, estos hicieran por ellos lo que necesitan, ya que están perdiendo su mercado en Estados Unidos.
Así que tenemos una unión de conveniencia entre europeos y chinos, ya que cada uno utiliza al otro para suavizar el golpe de cualquier medida que pueda tomar Trump.
NIMA ALKHORSHID: Richard, puede incluir también a Japón.
RICHARD WOLFF: Sí, y ahora, bueno, Japón es un poco diferente. Pero sí, especialmente después de los problemas del mercado de bonos de hace unas semanas. ¿Fue hace unas semanas cuando los japoneses dijeron a los estadounidenses, si lo he entendido bien, que si les imponían aranceles, se replantearían la compra de bonos del Tesoro estadounidense que tan convenientemente han estado comprando durante 30, 40 o 50 años? Eso es otro peligro que acecha.
Pero déjeme terminar este punto. Está uniendo a Europa y China. Déjenme detener a todo el mundo. Eso es una parte enorme de la economía mundial en este momento. Cualquier cosa que pueda hacer incluso un presidente transaccional que una a los europeos y a los chinos y, con los chinos, a la alianza BRICS, para que trabajen juntos con los europeos en una hostilidad compartida hacia Estados Unidos.
Bueno, eso ya no es un error, es una estupidez. Es una estupidez. ¿Qué están haciendo? Están creando enormes dificultades a los europeos que no quieren tratar con los chinos debido a la cercanía de estos con Rusia.
Y el hecho de que todos los gobiernos europeos de centro y centro-derecha no tienen ahora nada más que su política antirrusa mientras mueren allí. Y Michael ha mencionado las elecciones canadienses. Sí, pero añadamos también las elecciones australianas de hace unos días, en las que ocurrió lo mismo, en las que un candidato, Albanese, que iba muy por detrás en las encuestas, se convirtió en el principal candidato antitrumpista y se alzó con una victoria muy contundente.
Son señales que no debe ignorar. Y sin embargo, ahí están. Y luego, hoy, no podía creer la noticia principal del Financial Times sobre las empresas de la UE que están arrebatando cuota de mercado a los estadounidenses, que ya no pueden hacer sus negocios. Esto es un ejemplo concreto de lo que Michael quería decir al principio.
MICHAEL HUDSON: Así que Trump está integrando al resto del mundo y aquí, todo este tiempo, hemos estado describiendo lo que los BRIC y otros países deberían hacer si quieren crear una alternativa.
Y lo han estado haciendo: hace unos días hubo una reunión en Brasil con Lula, en la que no adoptó en absoluto una postura de confrontación con los BRIC. Y se pudo ver que su idea de los BRIC, al menos en la reunión de Brasil, era intentar mediar entre la mayoría mundial y Estados Unidos.
Bueno, son los demás países, los aliados de Trump, los que están ejerciendo una gran presión para que se cree algún tipo de nuevo orden, y ya que Richard ha mencionado a Japón, le daré un ejemplo. Hace unos años estuve en Japón y me reuní con el director general y el vicepresidente de una importante empresa, una de las más grandes de Japón, para una larga cena estratégica. Una de las cosas que les gusta hacer a los japoneses es cantar canciones durante la cena, y cantaron una. Yo había bebido bastante sake y las únicas canciones que recordaba eran las viejas canciones socialistas que conocía de niño, ya que me dijeron que eran las canciones que me gustaban de pequeño.
Y canté algo así como «trabajadores, uníos, hay que luchar», etcétera. Bueno, de repente, el director general, que parecía un Buda, me miró con el ceño fruncido y el vicepresidente, que tenía una expresión bastante amenazante, esbozó una gran sonrisa.
Más tarde, me llevó aparte y me explicó que su empresa japonesa siempre tenía un plan B como alternativa al plan A, que era proestadounidense. Y su trabajo consistía en dirigir el plan B, que consistía en reestructurar el comercio y las inversiones de la empresa con China, alejándolas de Estados Unidos.
Bueno, China había perdido mucho en los acuerdos de Plaza y Louvre con Estados Unidos, que obligaron a revalorizar su moneda. Y Japón tuvo que aceptar, no los aranceles, sino reducir voluntariamente sus exportaciones de automóviles y productos electrónicos a Estados Unidos dentro de unos límites para que la industria automovilística y electrónica estadounidense pudiera ser más competitiva.
Pero, como puede imaginar, los acuerdos de Estados Unidos llevaron a la industria japonesa a la crisis a partir de 1990. Creo que el índice Nikkei necesitaba estar en torno a los 36 000 puntos para mantener el crecimiento. Y sigue muy, muy por debajo de eso. Y Japón no quiere volver a repetir esto nunca más.
Así que imagino que ahora se están manteniendo conversaciones con China sobre si realmente debemos cambiar de fase en nuestras relaciones. ¿Debemos reorientar nuestro comercio con ustedes? ¿Podemos acordar algún tipo de especialización de la producción, inversión mutua y mercados que nos ayuden a sustituir a Estados Unidos por China?
Bueno, así es como funciona la economía mundial. Es una función escalonada. No es un mundo… la economía no evoluciona de forma suave. Es un salto cuántico. Y a esto se le llama cambio de fase. Y nosotros estamos en una fase de cambio como esa, que refleja unas reglas del comercio y la inversión completamente nuevas. Y hoy vemos cómo el resto del mundo se prepara para ello mientras elabora sus propios planes sobre cómo vamos a reunirnos con Trump cuando se reúna con nosotros. E intente hacer con nosotros lo que ha podido hacer con Inglaterra.
RICHARD WOLFF: Bueno, la ironía también es, y creo que ya lo hemos abordado en otros debates que hemos tenido en el pasado, que se trata de un proceso extraño en el que la persecución de Estados Unidos contra China, llamándolo así, y creo que esto es significativo, otra guerra fría, significa que existe la idea de que su enemigo actual, China, es en cierto modo comparable a la enemistad con la Unión Soviética de la segunda mitad del siglo XX.
Y eso es un error colosal. Rusia era un ratón pobre y atrasado económicamente en comparación con el elefante estadounidense. Ese no es el caso de China. Y tampoco es el caso del resto del mundo. No está saliendo de su condición colonial. Ha tenido ahora 40, 50 o 60 años para empezar, lentamente pero de forma significativa, a alcanzar la independencia.
No es solo política, sino también, en la medida en que la economía mundial permite a cualquiera ser independiente, tener una política independiente, llegar a acuerdos con China, algo que una colonia nunca podría haber hecho antes, etcétera, etcétera.
Así que lo que estamos viendo es la irónica consecuencia de que una guerra fría que se ha desplazado de la Unión Soviética a China tendrá el efecto contrario. Se puede argumentar que la guerra fría contra la Unión Soviética aisló y finalmente acabó con la Unión Soviética.
La realidad es que la misma política de guerra fría contra China está aislando a Estados Unidos. Está literalmente eliminando a Estados Unidos, llevándolo hacia una dirección autárquica. Quiero recordarles a todos que los aranceles que encarecen todo aquí, de una forma u otra, significan que otros países que tienen competidores en Estados Unidos podrán comprar sus insumos a precios más bajos que los que tendrán que pagar las empresas estadounidenses debido al muro arancelario.
Y eso disminuirá la competitividad de Estados Unidos a nivel mundial. Y eso costará puestos de trabajo, ingresos y tendrá un efecto acumulativo. Utilizando el lenguaje marxista, se está restringiendo la producción de excedentes aquí. Y, al final, eso es el alma del crecimiento del sistema. Y no hay manipulación financiera que le ayude a escapar de esa política autodestructiva y autoaislante.
MICHAEL HUDSON: Bueno, me alegro, Richard, de que haya mencionado la comparación entre la nueva Guerra Fría con China y la Guerra Fría contra la Unión Soviética. ¿Cuál fue realmente el origen de esa Guerra Fría?
No fue solo geopolítico. La Unión Soviética no era un rival comercial ni un rival en materia de inversiones. Era un sistema económico diferente. Y eso es lo que llevó a Estados Unidos a iniciar la Guerra Fría inmediatamente en 1917. Tan pronto como se produjo la Revolución Bolchevique, Estados Unidos, junto con Inglaterra, intentó invadir Rusia y derrocar la revolución.
Toda la lucha contra el comunismo, no dijeron que era contra la Unión Soviética o el pueblo ruso o la producción rusa. Era contra el comunismo.
¿Y cuál era la amenaza del comunismo? Los estadounidenses temían que fuera una organización económica alternativa al capitalismo financiero estadounidense. Y en las negociaciones de 1944 y 1945, que condujeron a la creación de la Organización Mundial del Comercio, la Organización Internacional del Comercio, los negociadores estadounidenses dijeron: «¿Cómo vamos a lidiar con una economía socialista?». Porque las economías socialistas tienen un costo menor que las economías capitalistas occidentales.
Las economías socialistas son más eficientes porque no tienen una clase financiera depredadora. No tienen una clase inmobiliaria. Sus costes de vivienda son mucho más bajos porque no hay una clase de propietarios ausentes que puedan maximizar la renta de la tierra. No hay deuda. El Gobierno de Rusia simplemente crea el dinero.
Bueno, todos sabemos que el sistema ruso no era realmente una amenaza económica viable para Occidente porque, básicamente, bajo Stalin, era un colectivismo burocrático. No dejaron que florecieran cien flores como hizo Mao. No dejaron que la nueva política económica de Lenin de 1921 creara realmente ningún tipo de competencia allí. China sí lo hizo.
Por lo tanto, la amenaza de China no es simplemente que produzca exportaciones a bajo precio. Eso es lo que quería Estados Unidos con la guerra de clases de externalizar su mano de obra a China, que China hiciera exactamente lo que Estados Unidos quería que hiciera, producir mano de obra barata para mantener baja la mano de obra manufacturera estadounidense.
Pero lo que hizo China al tener tanto éxito fue crear un sistema en el que el sector financiero formaba parte del gobierno socialista, era el gobierno el que creaba el dinero. China no tenía un sistema bancario que concediera préstamos para adquisiciones de empresas, para la recompra de acciones, para todas las cosas que hacía el sistema bancario estadounidense.
China no había privatizado el transporte ni otros monopolios de servicios públicos, porque se trataba de inversiones públicas que proporcionaban transporte a bajo precio, comunicaciones a bajo precio y todas las cosas que el socialismo se propuso hacer durante la era progresista hace más de cien años.
Esa es la amenaza para Estados Unidos, el espectro de que el socialismo sea más eficiente que el sistema financiero estadounidense, que se ha alejado mucho de la idea de eficiencia del capitalismo industrial de finales del siglo XIX para convertirse en algo completamente diferente.
El sector financiero, el capitalismo financiero, se ha apoderado del capitalismo industrial en Estados Unidos y la gran amenaza es que otros países digan que esto no funciona. ¿Por qué ha crecido China y no Estados Unidos y Europa occidental? Es un sistema económico y una organización política diferentes. Por eso hoy existe una guerra fría contra China.
NIMA ALKHORSHID: Richard.
RICHARD WOLFF: La ironía es que no se puede gestionar de la misma manera porque China no es pequeña ni pobre. China, además de todo lo que ha dicho, está demostrando ahora que su sistema le ha permitido enriquecerse y hacerse tan poderosa que es un competidor para Estados Unidos que la Unión Soviética nunca llegó a ser.
Así que es completamente diferente, no se puede, ya sabe, es una broma. Es la vieja broma. No se puede aplicar la misma política a una situación radicalmente diferente y esperar un resultado similar. Y eso no significa que no estés haciendo el proceso intelectual normal de plantear la pregunta pertinente.
Y la pregunta relevante aquí queda ilustrada por ese titular del Financial Times de hoy, en el que uno se rasca la cabeza y dice: «Sí, claro, los europeos, mientras discuten con Trump, están enviando discretamente misiones comerciales a China porque tienen mucho de qué hablar».
China necesita exportar a Europa. Europa necesita exportar a China. Alemania lleva muchos años exportando a China de forma crucial. Así que las relaciones están ahí. Los sistemas están ahí. Las rutas comerciales están ahí. Todo está en su sitio para que puedan hacerlo. Y ahora van a hacerlo.
Y lo van a hacer independientemente de los acuerdos a los que lleguen Starmer y Trump, porque, una vez más, los británicos, a menos que sean increíblemente estúpidos, lo van a entender. Van a entender que la incertidumbre por sí sola les obliga a hacerlo, no a hacerlo con China, teniendo en cuenta lo que Trump ya les ha demostrado.
Y, por cierto, no solo Trump. Sino el hecho de que, al menos por el momento, no hay una oposición corporativa visible. El sector empresarial parece estar diciendo: «Veamos qué puede hacer Trump». Bueno, eso es enviar un mensaje a todo el mundo. No es solo Trump.
E incluso si Trump desapareciera de alguna manera mágica, ¿por qué deberían creer que no hay otro Trump esperando entre bastidores? Y sin duda, señor Vance, si conoce su carrera, que este es un hombre que pone el dedo en el aire para ver por dónde sopla el viento y toma sus decisiones políticas en función de eso. Solíamos llamar a eso la actividad de la familia Clinton, pero el señor Vance ha aprendido a ser otro Bill Clinton.
MICHAEL HUDSON: Bueno, Trump, de hecho, ha dicho abiertamente que en las negociaciones que está llevando a cabo con todos y cada uno de los países de forma bilateral, la primera exigencia es que se comprometan a no comerciar con China. Bueno, por lo que usted y yo acabamos de describir, esto no va a tener éxito.
Así que toda la idea de estas amenazas que ha hecho Trump, que han trastornado toda la economía y están uniendo a otros países, dejando a Estados Unidos aislado, se basaba en la creencia errónea de que Trump podía decir: «Bajaremos los aranceles si centran su comercio e inversión en Estados Unidos, boicotean a China y le imponen sanciones». Ya se ha demostrado que eso va a ser un fracaso.
La estrategia que, según él, sustentaba los próximos tres meses de negociaciones se ha derrumbado. Desde el punto de vista de Estados Unidos, no se trata en absoluto de una transacción. Volviendo a la pregunta de Nima al principio, otros países están haciendo sus propias transacciones. Y las transacciones no se limitan al comercio y la inversión. La transacción consiste en crear una estructura y una reorganización completamente diferentes del sistema mundial de comercio e inversión.
RICHARD WOLFF: Michael, no sé, me preguntaba si usted o Nima saben si hay alguna cláusula en lo acordado entre Trump y los británicos sobre lo que Gran Bretaña puede o no puede hacer con China. En otras palabras, ¿el «boicot a China» fue un componente acordado por Gran Bretaña?
MICHAEL HUDSON: Y creo que Trump está dando el discurso sobre eso incluso mientras hablamos hoy. Bueno, no podemos escuchar eso y hablar al mismo tiempo.
NIMA ALKHORSHID: Richard, justo antes de concluir esta sesión, creo que el punto crucial en este momento para algunos países como Brasil sería la siguiente pregunta. ¿Puede existir realmente una estrategia intermedia como la que está intentando ahora Lula en Brasil en un orden mundial cada vez más polarizado? Y mientras observamos, como usted ha mencionado.
RICHARD WOLFF: Bueno, en un aspecto fundamental, no lo creo. Y ese aspecto fundamental es el hecho de que China sigue superando a Estados Unidos. Y lo que eso significa, para ser franco, es que el tiempo está del lado de China. Y ellos lo saben. Y creo que el Sr. Trump también lo sabe. Y no tienen tiempo. No tienen un compromiso intermedio al que puedan llegar y que sea una solución plausible en este caso.
Porque creo que Estados Unidos, si firmara un acuerdo de ese tipo, observaría en los meses y años siguientes un mayor deterioro. Entonces, ¿qué sentido tiene? Usted sabe que no pueden.
Ahora bien, usted podría responderme diciendo que la aparente decisión de continuar la guerra en Ucrania es también un acuerdo estadounidense con algo que solo puede empeorar para Estados Unidos. Ya que, por lo que sé, nada impide a los rusos avanzar de forma constante hacia el oeste a través de lo que queda de Ucrania, y punto.
Ya sabe, así que aparentemente están dispuestos a dejar que la situación empeore para no tener que tomar una posición ahora. Bueno, tal vez, no lo sé, tal vez estarían dispuestos a hacerlo, si Michael tiene razón, y si fracasan sus esfuerzos por conseguir que los países de todo el mundo rompan con China, especialmente si fracasan públicamente, de modo que quede claro en los medios de comunicación que no ha funcionado. Ahora está bastante claro que los esfuerzos estadounidenses por conseguir un alto el fuego en Ucrania no han funcionado.
De acuerdo, bueno, tal vez entonces tendrían que hacerlo. Y entonces lo sabremos en los próximos dos o tres meses, si eso ocurre, y eso será lo que determine si los esfuerzos del Sr. Lula por encontrar un término medio tienen alguna posibilidad de éxito.
Pero desde mi punto de vista actual, no. No, me temo que el reconocimiento por parte de Estados Unidos del callejón sin salida en el que se encuentra hará que la atractiva idea de hacer algo militar cuanto antes se convierta en un argumento persuasivo en Washington. Y entonces, ya sabe, no tengo ni idea de adónde irá a parar todo esto.
MICHAEL HUDSON: Bueno, Richard, quizá nuestro enfoque materialista de la historia empiece a funcionar después de todo como medio de predicción. Quizá los países vayan a trabajar en su propio interés en lugar de en el interés de otros países.
RICHARD WOLFF: Podrían haberlo hecho y podrían no haberlo hecho individualmente. Es evidente que la desaparición de Europa es en gran parte el resultado de la incapacidad de los países europeos para crear una unión lo suficientemente fuerte como para hacer frente a la gran unión de China y sus aliados y a la gran América y sus aliados.
Y así, mira, esto nos lleva al principio de lo que decía Michael, están siendo empujados juntos por Estados Unidos, por un lado, y la victimización de China por parte de Estados Unidos, que lleva a los chinos a estar más dispuestos que nunca a llegar a un acuerdo con los europeos, que están más dispuestos que nunca a hacer lo mismo.
Eso podría ser muy, muy peligroso para Estados Unidos, porque podría significar la salvación de Europa y de China al unirse. ¿Quién lo hubiera pensado, dados los tres polos del mundo en los que nos encontrábamos hasta hace unos años?
MICHAEL HUDSON: Trump, el libertador. Eso es lo que quería decir con el Día de la Liberación del 2 de abril.
NIMA ALKHORSHID: Muchas gracias, Michael y Richard, por estar con nosotros hoy. Ha sido un placer, como siempre.
RICHARD WOLFF: Muy bien. Muchas gracias.
NIMA ALKHORSHID: Cuídense. Adiós.
3. El Golfo, India y Pakistán.
Aunque para asuntos militares los países del Golfo han contado normalmente con la colaboración de Pakistán, el reciente conflicto ha mostrado que India podría estar provocando un realineamiento. No la mejor noticia para el futuro de los BRICS como organización, si China sigue apoyando a Pakistán y ahora Arabia Saudí a India.
https://thecradle.co/articles/the-persian-gulfs-pivot-betting-on-india-sidestepping-pakistan
El giro del Golfo Pérsico: apostando por la India y dejando de lado a Pakistán
Con el auge de Nueva Delhi —y Tel Aviv— como socios estratégicos, los Estados árabes del Golfo Pérsico están recalibrando sus lazos históricos con Islamabad, lo que revela un reajuste más profundo en la matriz de poder de Asia Occidental.
Mawadda Iskandar
16 DE MAYO DE 2025
Desde el estallido de la escalada militar entre India y Pakistán el 22 de abril hasta el anuncio del alto el fuego el 10 de mayo, el mundo contuvo la respiración, temiendo que los dos vecinos con armas nucleares pudieran caer en una guerra a gran escala que amenazara la seguridad y la estabilidad regionales.
La mediación internacional se apresuró a contener la peor crisis en décadas entre los dos países, que culminó con una tregua forjada a través de intensas comunicaciones en las que participaron más de 30 naciones. Sin embargo, siguen existiendo dudas sobre la durabilidad de este acuerdo y su capacidad para evitar que se reanude la violencia en Cachemira, un punto álgido desde la partición colonial británica del subcontinente indio en 1947.
En medio de la escalada, la atención se centró en las posiciones de las potencias regionales, entre las que destacan las monarquías árabes del Golfo Pérsico, que se vieron envueltas en una doble encrucijada: por un lado, sus tradicionales vínculos estratégicos con la República Islámica de Pakistán y, por otro, sus crecientes relaciones económicas con la India, de mayoría hindú.
Arabia Saudí, considerada desde hace tiempo el hinterland estratégico de Islamabad, se mostró esta vez más cautelosa, absteniéndose de condenar los bombardeos indios y adoptando una retórica equilibrada, incluso apresurándose a mediar. Este cambio refleja un reajuste más amplio, impulsado por la Visión 2030 de Riad y una priorización de los intereses económicos claramente inclinada hacia Nueva Delhi.
Una red de reajustes
El primer ministro indio, Narendra Modi, se encontraba en Yeda en una histórica visita, la primera en cuatro décadas, cuando se conoció la noticia del mortífero ataque en la Cachemira ocupada por la India. A pesar de acortar su viaje, Modi mantuvo largas conversaciones con el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman (MbS), que dieron lugar a una declaración conjunta en la que se condenaba el ataque y se rechazaba «vincular el terrorismo a cualquier raza, religión o cultura».
La declaración fue la culminación de una trayectoria que comenzó con el acuerdo de Nueva Delhi-Riad de 2006, que evolucionó hasta convertirse en una asociación estratégica en 2010. Es revelador que Modi se hiciera eco de esta retórica en su primer discurso televisado tras la escalada, en el que advirtió a Pakistán que desmantelara su «infraestructura terrorista» o afrontara las consecuencias.
Los Estados del Golfo Pérsico actuaron rápidamente para contener la tensión y evitar una confrontación abierta entre las potencias nucleares. Arabia Saudí lideró la mediación con intensas gestiones ante ambas partes, aprovechando sus fuertes lazos con Islamabad y Nueva Delhi. Qatar se comprometió con ambos líderes, afirmando su apoyo a las soluciones pacíficas, mientras que los Emiratos Árabes Unidos subrayaron su compromiso con la resolución diplomática del conflicto.
Sin embargo, siguen sin respuesta algunas preguntas: ¿Por qué las capitales del Golfo Pérsico se apresuraron a apaciguar el foco de tensión del sur de Asia, mientras que mostraron mucha menos urgencia en casos como Gaza, Líbano o Sudán? Y lo que es más importante, si estallara de nuevo la guerra entre los vecinos, ¿de qué lado se pondrían?
El declive del valor estratégico de Islamabad
Pocos discuten que las relaciones entre el Golfo Pérsico y Pakistán no están en su mejor momento. Varios factores explican este distanciamiento. Las relaciones entre Arabia Saudí y Pakistán, históricamente marcadas por profundos vínculos militares, religiosos y estratégicos, han sufrido reveses.
Riad dependía en gran medida de la experiencia militar pakistaní: alrededor de 30 000 soldados pakistaníes estuvieron estacionados en el reino durante los años setenta y ochenta, entrenando a las fuerzas saudíes e incluso proporcionando garantías de protección nuclear.
Esa intimidad se desvaneció tras dos acontecimientos clave: la aparición de Al Qaeda en la península arábiga, que más tarde se transformó en el ISIS, con Pakistán considerado como una fuente de estos grupos yihadistas; y la negativa de Islamabad en 2015 a unirse a la guerra liderada por Arabia Saudí contra Yemen.
La India aprovechó el vacío dejado por la pérdida de influencia de su archirrival y avanzó su perfil en toda Asia Occidental. Como uno de los principales consumidores de combustibles fósiles del Golfo Pérsico y el importador de petróleo de más rápido crecimiento de la región, Nueva Delhi se convirtió en indispensable para las economías del Golfo Pérsico. Al mismo tiempo, el sector tecnológico indio comenzó a atraer inversiones masivas de los fondos soberanos del Golfo Pérsico.
La creciente proximidad de la India con Estados Unidos y su creciente capacidad naval en el mar Arábigo llamaron la atención de las capitales del Golfo que buscaban ampliar sus relaciones exteriores. Con la aparición del Estado de ocupación israelí como importante proveedor de armas de Nueva Delhi debido a la fortaleza de sus relaciones, los países del Golfo Pérsico que buscaban la normalización se fijaron en las oportunidades que ofrece la India en este ámbito.
El Dr. Nabil Sarour, investigador en relaciones internacionales y experto en asuntos asiáticos, declara a The Cradle:
«La India es un socio clave en infraestructura, energía y tecnología, ámbitos en los que eclipsa a Pakistán. Con más de 10 millones de indios trabajando en todo el Golfo, el vínculo humano también es mucho más fuerte que con Pakistán. A esto hay que añadir las enormes importaciones de petróleo y gas del Golfo por parte de la India, y los volúmenes comerciales hablan por sí solos.
La India se presenta como un socio moderado y laico, distanciándose de las disputas sectarias. Por el contrario, las afiliaciones islámicas manifiestas de Pakistán son motivo de inquietud para los Estados del Golfo. El giro geopolítico hacia la India, especialmente el estrechamiento de sus lazos con el enemigo israelí, se ajusta perfectamente a los intereses del Golfo».
Y añade:
«En última instancia, queda claro que los factores económicos y de desarrollo, junto con la estabilidad política de la India y su visión estratégica alineada con los intereses del Golfo, inclinan la balanza a favor de la India. Por el contrario, a pesar de los lazos históricos y religiosos con los países árabes, las diferentes prioridades y estrategias con Pakistán reducen su atractivo como socio estratégico».
Los intereses económicos
Los lazos económicos entre la India y el Golfo Pérsico se intensificaron cuando este último lanzó ambiciosos planes de transformación. Solo Arabia Saudí ha prometido más de 100 000 millones de dólares en inversiones indias, la mitad de los cuales se destinarán a la gigantesca refinería de Al-Saeed. Los Emiratos Árabes Unidos tienen previsto invertir 50 000 millones de dólares, mientras que Qatar ha comprometido 10 000 millones.
El comercio entre la India y el mundo árabe alcanzó los 218 000 millones de dólares en 2024, una cifra récord. Los Emiratos Árabes Unidos son el principal socio comercial de la India en la región, seguidos de Arabia Saudí. Qatar y Omán completan los cinco primeros puestos.
Con más de 9 millones de indios frente a 3 millones de pakistaníes en el Golfo Pérsico, las empresas indias dominan los mercados regionales. Los Emiratos Árabes Unidos acogen a más de 83 000 empresas indias; Baréin tiene 7500; Qatar y Omán, 6000 cada uno; Kuwait, 4000; y Arabia Saudí, más de 400.
Pero el verdadero giro del Golfo Pérsico hacia la India radica en una ruta entre la India y Europa respaldada por Estados Unidos y actualmente en desarrollo, el Corredor Internacional de Oriente Medio (IMEC), presentado en la cumbre del G-20 de 2023 en Nueva Delhi. Con la participación de Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, el IMEC se presenta como un contrapeso a la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda (BRI) de China. Su objetivo es establecer un vínculo comercial y tecnológico entre la India y Europa a través del Golfo Pérsico e Israel, lo que reconfiguraría los flujos comerciales mundiales.
El IMEC comprende dos rutas: una ruta marítima oriental desde Bombay a Dubái y una ruta terrestre septentrional a través de Arabia Saudí, Jordania, los territorios ocupados por Israel y hasta Europa. Además del transporte de mercancías, incluye infraestructuras avanzadas: fibra óptica, tuberías de hidrógeno y redes de energía digital para respaldar las energías renovables y la economía digital.
La importancia del proyecto es estratégica: la India rechaza la BRI de China, ya que atraviesa la disputada Cachemira, mientras que Pakistán es un socio central de la BRI a través del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC). En esta bifurcación regional, los Estados del Golfo Pérsico emergen como nodos fundamentales entre Oriente y Occidente.
Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos aspiran a convertirse en centros neurálgicos de las cadenas de suministro mundiales, algo fundamental para sus visiones económicas. El IMEC ofrece un imán para la inversión en energía, tecnología e infraestructuras, al tiempo que refuerza la influencia política del Golfo Pérsico a través de asociaciones intercontinentales. Como explica el Dr. Sarour:
«La rápida mediación del Golfo en esta crisis se deriva de sus imperativos económicos y estratégicos fundamentales. El IMEC, que une la India, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y el mar Rojo con Europa, es vital para el comercio mundial y el flujo de energía. Se están invirtiendo miles de millones en puertos y logística a lo largo de este corredor. La estabilidad regional es innegociable para obtener rendimiento de estas inversiones».
¿Qué está en juego para el golfo Pérsico?
La escalada entre la India y Pakistán no es un asunto lejano para el Golfo Pérsico. Más de 12 millones de indios y pakistaníes viven y trabajan en la región. Solo el comercio bilateral con la India supera los 160 000 millones de dólares. El cierre del espacio aéreo y la suspensión de los vuelos han interrumpido las cadenas de suministro y han aumentado los costes de transporte hasta un 30 %. El flujo de petróleo y gas a través de los puntos de estrangulamiento marítimos también está en peligro, lo que ejerce presión sobre la inflación y los mercados laborales.
El Dr. Sarour señala:
«Arabia Saudí se está afirmando como actor regional, no solo como cliente occidental. Su estrategia exterior está cambiando. La mediación del Golfo no es solo teatro diplomático, sino que se trata de salvaguardar la estabilidad regional, la influencia estratégica y la resiliencia económica».
En la escena mundial, cualquier conflicto entre la India y Pakistán atraería a alianzas arraigadas: la India con Estados Unidos, Francia e Israel; Pakistán con China, Turquía e Irán. Este cálculo del equilibrio de poder deja poco margen para la neutralidad.
En esta ecuación tan tensa, los Estados del Golfo Pérsico no se están cubriendo por principios, sino por pragmatismo. Alinearse plenamente con la India o con Pakistán supone el riesgo de romper alianzas vitales.
Al presentarse como mediadores, las capitales del Golfo no buscan la neutralidad, sino salvaguardar sus intereses en el orden regional. Para ellas, la estabilidad ya no es una postura diplomática, sino un imperativo estratégico.
4. Libros sobre socialismo y ecología en Argentina.
Vídeo de una conversación con sus autores sobre dos libros publicados recientemente en Argentina sobre socialismo y ecología. uno de ellos, el de Petruccelli.
https://www.laizquierdadiario.com/Argumentos-para-el-socialismo-ecologia-y-comunismo
Argumentos para el socialismo: ecología y comunismo
Conversación con Esteban Mercatante y Ariel Petruccelli
Esteban Mercatante y Ariel Petruccelli acaban de publicar, respectivamente, los libros Rojo fuego. Reflexiones comunistas frente a la crisis ecológica y Ecomunismo. Defender la vida: destruir el sistema por Ediciones IPS.
En una nueva edición del ciclo “Argumentos para el socialismo”, conversamos con ellos a propósito de sus nuevos trabajos, abordando distintas problemáticas relacionadas con la cuestión ecológica. Empezamos por tratar de definir qué es y cómo se caracteriza la crisis ecológica. Luego abordamos los principales debates que se dan en el movimiento ecologista en la actualidad, repasando las críticas que se pueden realizar desde una perspectiva marxista a las posiciones que proponen un “Green New Deal”, las aceleracionistas, las colapsistas y las decrecentistas. Posteriormente discutimos sobre cuáles son los principales aportes de Manuel Sacristán (pionero en el tratamiento de la cuestión en los años ‘70) y la corriente de la “fractura metabólica” que ha ganado peso en los últimos años, fortaleciendo el tratamiento de la cuestión ecológica dentro del marxismo. Asimismo, tomamos en cuenta la elaboraciones del anarquista Bernard Charbonneau, rescatado en el libro de Ariel.
En función de estas cuestiones, abordamos también la pregunta sobre en qué medida las elaboraciones que proponen estos libros implican una modificación de la lectura del socialismo como proyecto que promueve el “máximo desarrollo de las fuerzas productivas”, así como la diferencia entre una perspectiva “ecomunista” y la de lo que se ha conocido en las últimas décadas como “ecosocialismo”.
Pasen y vean.
5. Una de las partes no quiere la paz.
Si aún leéis prensa basura como El País, La Vanguardia, etc., habréis visto que la consigna es que Putin no se ha tomado en serio las negociaciones en Turquía. Supongo que alguno se lo creerá. Numerum stultorum infinitus est. Y, además, la droga hace mucho daño. Zelensky, Macron y demás deberían dejarla. Pero ya, con un poco más de seriedad, un análisis del boicot occidental de Thomas Fazi. Y, aunque me da un poco de reparo ponerlos juntos, también os paso un artículo en Al Jazeera del periodista ruso Leonid Ragozin. Que trabajó muchos años en la BBC y vive en Riga, para que veáis de qué palo va. Pero en la cuestión de la guerra de Ucrania, me parece bastante razonable lo que dice.
https://www.thomasfazi.com/p/zelensky-and-its-western-backers
Zelensky y sus aliados occidentales siguen saboteando la paz
Abordan esta última ronda de negociaciones con la misma mentalidad que ha condenado al fracaso los esfuerzos anteriores: no alcanzar un acuerdo, sino garantizar la continuación de la guerra.
Thomas Fazi
16 de mayo de 2025
Los negociadores rusos y ucranianos se reunirán hoy en Estambul para lo que serían las primeras conversaciones de paz directas en más de tres años. Pero estas ya han tenido un mal comienzo, y la razón principal es que los ucranianos (y sus partidarios occidentales) no están actuando de buena fe. De hecho, todo indica que los ucranianos y los europeos abordan esta última ronda de negociaciones con la misma mentalidad que ha condenado al fracaso los esfuerzos anteriores: no alcanzar un acuerdo, sino garantizar la continuación de la guerra.
Zelensky y los gobiernos occidentales —incluida la Administración Trump— han criticado la decisión de Putin de no asistir a las conversaciones ni reunirse con Zelensky en persona, sino enviar una delegación en su lugar. Zelensky desestimó esta última como una «farsa» y dijo que es una prueba de que Rusia no está realmente interesada en la paz. Pero esto tiene poco sentido. En estos casos, es totalmente habitual que los negociadores designados sienten las bases y preparen borradores de acuerdos, tras lo cual los líderes intervienen para iniciar las discusiones basadas en un marco mutuamente aceptado.
Al fin y al cabo, Rusia ha dejado muy claras cuáles son sus condiciones previas para llegar a un acuerdo: el reconocimiento (de facto, si no de jure) de los territorios anexionados por Rusia —Crimea, Sebastopol, Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporizhia— como parte de la Federación Rusa; la retirada total de Ucrania de los territorios en disputa; y la renuncia de Ucrania a sus aspiraciones de adhesión a la OTAN y la adopción de un estatus neutral y no alineado, junto con la desmilitarización, a cambio de garantías de seguridad occidentales.
No tiene mucho sentido que Putin se reúna con Zelensky hasta que la parte ucraniana haya aceptado estas condiciones, sobre todo teniendo en cuenta que Rusia, como es bien sabido, tiene la ventaja en el campo de batalla. De hecho, cuando Putin pidió negociaciones directas con Ucrania durante el fin de semana, tras rechazar, como era de esperar, la propuesta unilateral de alto el fuego de Occidente, claramente no estaba sugiriendo reunirse inmediatamente con Zelensky en persona. El presidente ruso no va a permitir que le arrastren a un enfrentamiento improvisado ante los medios de comunicación mundiales, como el que tuvo lugar en febrero en la Casa Blanca entre Zelensky, Trump y Vance.
Hay que suponer que Zelensky entiende muy bien todo esto y, por lo tanto, su consternación ante la negativa de Putin a reunirse con él en persona solo puede entenderse como un intento de sabotear las conversaciones antes incluso de que comiencen. Lo mismo ocurre con el reciente intento de Occidente de presionar a Putin para que acepte un acuerdo de alto el fuego de treinta días.
El 10 de mayo, Emmanuel Macron, Keir Starmer, Donald Tusk y Friedrich Merz visitaron Kiev, donde lanzaron un ultimátum a Putin: aceptar un alto el fuego incondicional o enfrentarse a sanciones «masivas» impuestas conjuntamente por Europa y Estados Unidos. Según se informa, esta postura fue respaldada incluso por Donald Trump por teléfono.
Invectivas, acusaciones, ultimátums, amenazas… Este no es precisamente el enfoque de alguien genuinamente interesado en fomentar el diálogo o garantizar un acuerdo de paz. Por el contrario, estas propuestas parecen diseñadas deliberadamente para ser rechazadas por Rusia. Al fin y al cabo, no hace falta ser un genio de la diplomacia para darse cuenta de que Putin no va a permitir que Rusia sea presionada para aceptar un alto el fuego unilateral por parte de quienes están perdiendo la guerra. La idea no solo es poco realista, es totalmente absurda.
En este sentido, cuando los líderes europeos hablan de imponer una nueva ronda de «sanciones devastadoras» —una idea supuestamente inspirada por el senador republicano Lindsey Graham, un aliado cercano de Trump, que ha sugerido gravar las exportaciones rusas con aranceles del 500 % si Putin no detiene sus ataques contra Ucrania—, no están realmente tratando de presionar a Rusia para que llegue a un acuerdo. Están haciendo todo lo posible para garantizar la continuación de la guerra. En resumen, si alguien va a quedar «devastado» por las nuevas sanciones, ese será Ucrania, así como Europa, que sigue sufriendo mucho más que Rusia por las mismas (auto)sanciones que ayudó a imponer.
Esto encaja en un enfoque tradicional de los gobiernos europeos respecto al conflicto, que lamentablemente ahora parece respaldar incluso la Administración Trump, especialmente a la luz de la ayuda militar recientemente aprobada por Estados Unidos para Ucrania.
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En Estambul, Rusia juega al ajedrez mientras Occidente se queda estancado en un mundo de fantasía
La guerra solo puede terminar según los términos de Moscú. La incapacidad de Occidente para aceptar esta dura realidad mantiene a Ucrania sangrando.
Leonid Ragozin
Leonid Ragozin es un periodista independiente afincado en Riga.
Publicado el 16 de mayo de 2025
Serhii Kyslytsia, viceministro primero de Asuntos Exteriores de Ucrania, habla con la prensa tras la reunión de los delegados ucranianos, estadounidenses y rusos para las conversaciones de paz entre Ucrania y Rusia el 16 de mayo de 2025 en la oficina del presidente turco en el palacio de Dolmabahce, en Estambul (Turquía). [Burak Kara/Getty Images]
Mientras las delegaciones rusa y ucraniana llegaban a Estambul el viernes en un intento por poner fin a la guerra de tres años en Ucrania, el contraste entre las dos partes en conflicto no podía ser más marcado. Una parecía segura, metódica y clara en sus objetivos. La otra, dispersa e incierta.
La posición de Rusia sobre los contornos de un posible acuerdo ha sido clara desde hace tiempo, salvo por su calculada ambigüedad en cuestiones territoriales, que mantiene como moneda de cambio. Moscú sigue presionando para que se vuelva a los acuerdos de Estambul, que, como ahora sabemos, fueron descarrilados por el Reino Unido y Estados Unidos en la primavera de 2022. Al mismo tiempo, exige conservar los territorios que ha ocupado desde entonces, y posiblemente más, aunque deliberadamente no ha definido cuánto más.
La posición de la coalición proucraniana, por el contrario, es caótica. Estados Unidos ha adoptado una postura casi neutral, mientras que Ucrania y sus aliados europeos están trabajando para evitar que Washington presione a Kiev para que acepte lo que consideran una paz prematura e injusta.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, dijo el jueves que la administración Trump está abierta a cualquier mecanismo que pueda poner fin al conflicto. Mientras tanto, Ucrania y sus socios europeos insisten en un alto el fuego de 30 días como condición previa para iniciar las conversaciones de paz.
Justo antes de que comenzaran las negociaciones en Estambul, Ucrania declaró que su delegación no discutiría nada con los rusos hasta que se acordara un alto el fuego. Los países europeos apoyaron esa demanda, con amenazas de sanciones severas que afirmaban estar dispuestos a imponer. La incertidumbre sobre si Ucrania acabaría retirando esta exigencia seguía siendo el principal punto de incertidumbre al inicio de las conversaciones directas en Estambul el viernes por la tarde.
Cuando los negociadores salieron del lugar de la reunión y se enfrentaron a la prensa, dejaron esa pregunta sin respuesta. Las dos partes acordaron continuar las conversaciones, pero el alto el fuego sigue sobre la mesa, quizás como una medida para salvar las apariencias y mantener al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy a bordo. Es muy improbable que los rusos acepten cualquier alto el fuego hasta que vean un camino claro hacia el acuerdo final.
Pero el objetivo de este juego del alto el fuego era demasiado transparente, especialmente para su público destinatario: la Administración de Donald Trump. Un alto el fuego va claramente en contra de Rusia, cuya principal baza en las negociaciones es el avance lento pero constante de sus tropas a lo largo de los más de 1000 km de frente.
La demanda ucraniana y europea estaba diseñada para ser rechazada. Su verdadero objetivo es descarrilar las conversaciones, enfrentar a Trump con Putin y revivir la estrategia de larga data de intentar derrotar a Rusia mediante una combinación de mayor apoyo militar a Ucrania y nuevas sanciones económicas a Moscú.
Esta estrategia no es nueva, y ya le ha costado muy caro a Ucrania en los últimos tres años: se ha perdido un vasto territorio e infraestructuras críticas, han muerto cientos de miles de personas y 6,9 millones de personas, en su mayoría mujeres y niños, han abandonado el país, probablemente para siempre.
En respuesta a lo que considera una manipulación, Rusia envió una delegación de menor rango político del esperado, pero que incluía a expertos militares y diplomáticos de alto nivel capaces de discutir todos los aspectos técnicos de un posible acuerdo. El mensaje: Moscú está dispuesta a entablar negociaciones sustantivas, siempre y cuando se superen los ultimátums teatrales.
La posición de Rusia sobre los contornos de un acuerdo no ha cambiado desde las anteriores conversaciones de Estambul en la primavera de 2022, cuando insistió en una Ucrania neutral con un límite en el tamaño de su ejército.
La única diferencia ahora es el territorio. Según el acuerdo marco de Estambul de 2022, Rusia se habría retirado a las líneas de contacto existentes antes de la invasión a gran escala. Ahora, reclama el territorio ocupado desde entonces y mantiene una ambigüedad estratégica sobre las partes de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporizhia que siguen bajo control ucraniano, utilizándolas como moneda de cambio.
Desde que comenzó la invasión total, Moscú ha considerado la ocupación territorial como una forma de castigo por lo que considera la intransigencia de Ucrania. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova, lo expresó sin rodeos el jueves: «El territorio ucraniano se reduce cada vez que Ucrania rechaza las negociaciones».
Pero el territorio no es el principal objetivo del Kremlin en Ucrania. Su objetivo central es trazar una línea roja infranqueable contra una mayor expansión militar occidental cerca de sus fronteras, de ahí sus exigencias de restablecer la neutralidad de Ucrania y reducir el tamaño de sus fuerzas armadas al mínimo. Sin embargo, Moscú está abierto a la idea de que Ucrania se incorpore a la UE, sobre todo porque esa perspectiva sigue siendo muy improbable, ya que países como Polonia y otros de Europa del Este consideran que el sector agrícola de Ucrania es una amenaza para su estabilidad económica.
Dada la situación actual en el campo de batalla, la guerra solo puede terminar en los términos de Rusia, por duros e injustos que puedan parecer. Las ganancias diarias de las tropas rusas y las lentas pérdidas territoriales de Ucrania subrayan este punto. Cada retraso en las conversaciones de paz se traduce en una Ucrania más pequeña. Putin está actuando como un mafioso político, muy parecido a los que dirigían San Petersburgo durante sus años de formación política: cuanto más se resiste, más se paga.
Pero un acuerdo en estos términos sería extremadamente difícil de vender, tanto a los ucranianos como a los europeos, que también han sufrido importantes repercusiones económicas por las sanciones a Rusia. Surge la pregunta inevitable: ¿por qué han luchado y muerto los ucranianos durante los últimos tres años? Podrían haber conseguido un acuerdo mucho mejor con los acuerdos de Minsk de 2015, o incluso con el fallido acuerdo de Estambul de 2022.
Lo que mantuvo a Ucrania en la lucha fue la ilusión, cultivada por el complejo militar-industrial y las operaciones psicológicas en las redes sociales, de que una potencia nuclear como Rusia podía ser derrotada de forma decisiva.
El temor a quedar expuestos como uno de los principales responsables del sufrimiento de Ucrania, junto con Rusia, es lo que ahora impulsa a los políticos europeos a seguir cavando un agujero más profundo para Ucrania y sus dirigentes, en lugar de admitir (o reformular discretamente) la derrota en una guerra que, como afirma acertadamente el presidente Trump, nunca debería haber tenido lugar.
Pero ahora casi todas las cartas están sobre la mesa. Las ilusiones se están desvaneciendo una a una. La idea, planteada por Francia y el Reino Unido, de desplegar tropas de la OTAN en Ucrania ha quedado prácticamente descartada, ya que escalaría el conflicto de una guerra por poder a un enfrentamiento directo entre la OTAN y Rusia. Mientras tanto, la UE se prepara para reducir las cuotas de comercio libre de aranceles sobre las importaciones ucranianas, que han ayudado a sostener la economía de Ucrania durante los últimos tres años. Es una señal reveladora de que Bruselas ya no ve la continuación de la guerra como una vía realista para avanzar.
Uno de los últimos intentos por cambiar el curso de los acontecimientos se está llevando a cabo en el mar Báltico, donde los países nórdicos y bálticos están tratando de abrir un segundo frente en la guerra de Ucrania, apuntando a la llamada «flota fantasma» rusa, petroleros que ayudan a Moscú a eludir las sanciones occidentales.
Pero el último intento de abordar uno de estos buques terminó con la violación del espacio aéreo estonio por un caza ruso, una clara advertencia de lo que podría suceder a continuación.
Occidente no está preparado para un enfrentamiento con Rusia, y mucho menos para el conflicto nuclear que sin duda se produciría a continuación. Pero no faltan estrategias alternativas beneficiosas para todas las partes. Ucrania es la que más tiene que ganar con la paz, una vez que esta se haya consolidado. Los verdaderos perdedores serían la clase política y las élites de seguridad que han invertido tanto en resultados ilusorios.
6. Ahora lo ven…
Nuestra prensa y nuestros políticos basura empiezan a reconocer que en Gaza se está cometiendo un genocidio. Hasta nuestro Erdogán-Sánchez, que siempre dice una cosa y hace otra. Evidentemente, lo sabían todos. Por qué lo reconocen ahora, es el motivo del último artículo de Jonathan Cook.
https://jonathancook.substack.com/p/why-the-wall-of-silence-on-the-gaza
Por qué el muro de silencio sobre el genocidio de Gaza finalmente está comenzando a resquebrajarse
Mientras Israel da a conocer su ofensiva genocida final y la muerte masiva por inanición se cierne sobre Gaza, los medios de comunicación y los políticos occidentales comienzan tímidamente a alzar la voz.
Jonathan Cook
16 de mayo de 2025
[Publicado originalmente por Middle East Eye]
¿Quién hubiera imaginado hace 19 meses que se necesitaría más de un año y medio de matanzas y hambre infligidas por Israel a los niños de Gaza para que aparecieran las primeras grietas en lo que ha sido un muro sólido como una roca de apoyo a Israel por parte de las instituciones occidentales?
Por fin, parece que algo está a punto de ceder.
El diario financiero del establishment británico, el Financial Times, fue el primero en romper filas la semana pasada para condenar «el vergonzoso silencio de Occidente» ante el ataque asesino de Israel contra el pequeño enclave.
En un editorial —que es, en la práctica, la voz del periódico—, el FT acusó a Estados Unidos y Europa de ser cada vez más «cómplices» mientras Israel hacía Gaza «inhabitable», en alusión al genocidio, y señaló que el objetivo era «expulsar a los palestinos de su tierra», en alusión a la limpieza étnica.
Por supuesto, ambos graves crímenes de Israel son evidentes no solo desde la violenta escapada de Hamás de Gaza el 7 de octubre de 2023, sino desde hace décadas.
Tan precaria es la situación de la información occidental, por parte de unos medios de comunicación no menos cómplices que los gobiernos criticados por el FT, que debemos aprovechar cualquier pequeño indicio de progreso.
A continuación, The Economist se sumó a las críticas, advirtiendo que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y sus ministros estaban impulsados por el «sueño de vaciar Gaza y reconstruir allí los asentamientos judíos».
El fin de semana, The Independent decidió que el «silencio ensordecedor sobre Gaza» tenía que terminar. Era «hora de que el mundo despertara a lo que está sucediendo y exigiera el fin del sufrimiento de los palestinos atrapados en el enclave».
En realidad, gran parte del mundo despertó hace muchos, muchos meses. Han sido los medios de comunicación occidentales y los políticos occidentales los que han permanecido dormidos durante los últimos 19 meses de genocidio.
Luego, el lunes, el supuestamente liberal Guardian expresó en su editorial el temor de que Israel esté cometiendo un «genocidio», aunque solo se atrevió a hacerlo formulando la acusación en forma de pregunta.
Escribió sobre Israel: «Ahora planea una Gaza sin palestinos. ¿Qué es esto, si no genocidio? ¿Cuándo actuarán Estados Unidos y sus aliados para detener el horror, si no es ahora?».
El periódico podría haber planteado una pregunta más adecuada: ¿Por qué los aliados occidentales de Israel, así como medios de comunicación como The Guardian y The Financial Times, han esperado 19 meses para alzar la voz contra el horror?
Y, como era de esperar, cerrando la cola, estaba la BBC. El miércoles, el programa PM de la BBC Radio decidió dar protagonismo al testimonio de Tom Fletcher, jefe de asuntos humanitarios de las Naciones Unidas, ante el Consejo de Seguridad. El presentador Evan Davis dijo que la BBC había decidido «hacer algo un poco inusual».
Inusual, sin duda. Reprodujo el discurso de Fletcher en su totalidad, los doce minutos y medio que duró. Eso incluyó el comentario de Fletcher: «Para los que han sido asesinados y aquellos cuyas voces han sido silenciadas: ¿qué más pruebas necesitan ahora? ¿Actuarán con decisión para impedir el genocidio y garantizar el respeto del derecho internacional humanitario?».
En menos de una semana, la palabra «genocidio» había pasado de ser tabú en relación con Gaza a convertirse en algo casi habitual.
Grietas crecientes
Las grietas también son evidentes en el Parlamento británico. Mark Pritchard, diputado conservador y partidario de Israel desde siempre, se levantó de los escaños traseros para admitir que se había equivocado con respecto a Israel y condenó «lo que está haciendo al pueblo palestino».
Fue uno de los más de una docena de diputados y lores conservadores de la Cámara de los Lores, todos ellos antiguos defensores acérrimos de Israel, que instaron al primer ministro británico, Keir Starmer, a reconocer inmediatamente el Estado palestino.
Su iniciativa siguió a una carta abierta publicada por 36 miembros de la Junta de Diputados, un organismo de 300 miembros que afirma representar a los judíos británicos, en desacuerdo con su continuo apoyo a la matanza. La carta advertía: «Se está arrancando el alma de Israel».
Pritchard dijo a sus compañeros diputados que era hora de «defender la humanidad, de estar en el lado correcto de la historia, de tener el valor moral para liderar».
Lamentablemente, aún no hay señales de ello. Una investigación publicada la semana pasada, basada en datos de las autoridades fiscales israelíes, reveló que el Gobierno de Starmer ha mentido incluso sobre las restricciones tan limitadas a la venta de armas a Israel que afirmaba haber impuesto el año pasado.
A pesar de la supuesta prohibición de los envíos de armas que pudieran utilizarse en Gaza, Gran Bretaña ha exportado en secreto más de 8.500 municiones distintas a Israel desde la prohibición.
Esta semana han salido a la luz más detalles. Según las cifras publicadas por The National, el actual Gobierno exportó más armas a Israel en los últimos tres meses del año pasado, tras la entrada en vigor de la prohibición, que el anterior Gobierno conservador en todo el periodo comprendido entre 2020 y 2023.
Tan vergonzoso es el apoyo del Reino Unido a Israel en medio de lo que la Corte Internacional de Justicia —el Tribunal Mundial— ha calificado de «genocidio plausible», que el Gobierno de Starmer necesita fingir que está haciendo algo, incluso mientras sigue armando ese genocidio.
Más de 40 diputados escribieron al ministro de Asuntos Exteriores, David Lammy, la semana pasada pidiéndole que respondiera a las acusaciones de que había engañado al público y al Parlamento. «La opinión pública merece conocer el alcance total de la complicidad del Reino Unido en crímenes contra la humanidad», escribieron.
Hay rumores crecientes en otros lugares. Esta semana, el presidente francés, Emmanuel Macron, calificó de «vergonzoso e inaceptable» el bloqueo total de Israel a la ayuda a Gaza. Añadió: «Mi trabajo es hacer todo lo posible para que esto se detenga».
«Todo» pareció reducirse a plantear posibles sanciones económicas.
Aun así, el cambio retórico fue sorprendente. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, denunció de forma similar el bloqueo, calificándolo de «injustificable». Añadió: «Siempre he recordado la urgencia de encontrar una forma de poner fin a las hostilidades y respetar el derecho internacional y el derecho internacional humanitario».
¿«Derecho internacional»? ¿Dónde ha estado durante los últimos 19 meses?
Al otro lado del Atlántico se produjo un cambio similar en las prioridades. El senador demócrata Chris van Hollen, por ejemplo, se atrevió recientemente a calificar las acciones de Israel en Gaza de «limpieza étnica».
Christiane Amanpour, de la CNN, referente del consenso de Washington, sometió a la viceministra de Asuntos Exteriores de Israel, Sharren Haskel, a un interrogatorio inusualmente duro. Amanpour prácticamente la acusó de mentir sobre el hambre que padecen los niños en Israel.
Mientras tanto, Josep Borrell, el recientemente dimitido jefe de la política exterior de la Unión Europea, rompió otro tabú la semana pasada al acusar directamente a Israel de preparar un genocidio en Gaza.
«Pocas veces he oído al líder de un Estado esbozar tan claramente un plan que se ajusta a la definición legal de genocidio», dijo, y añadió: «Nos enfrentamos a la mayor operación de limpieza étnica desde el final de la Segunda Guerra Mundial».
Por supuesto, Borrell no tiene ninguna influencia en la política de la UE en este momento.
Un campo de exterminio
Todo esto es un progreso dolorosamente lento, pero sugiere que puede estar cerca un punto de inflexión.
Si es así, hay varias razones. Una, la más evidente de todas, es el presidente estadounidense, Donald Trump.
Era más fácil para The Guardian, el Financial Times y los diputados conservadores de la vieja escuela observar en silencio el exterminio de los palestinos de Gaza cuando detrás estaban el amable tío Joe Biden y el complejo industrial militar estadounidense.
A diferencia de su predecesor, Trump olvida con demasiada frecuencia que debe maquillar los crímenes de Israel o distanciar a Estados Unidos de ellos, incluso cuando Washington envía las armas para cometerlos.
Pero también hay muchos indicios de que Trump, con su constante ansia de ser visto como el líder, está cada vez más molesto por que Netanyahu le haya ganado en astucia públicamente.
Esta semana, mientras Trump se dirigía a Oriente Medio, su administración consiguió la liberación del soldado israelí Edan Alexander, el último ciudadano estadounidense vivo cautivo en Gaza, pasando por alto a Israel y negociando directamente con Hamás.
En sus comentarios sobre la liberación, Trump insistió en que era hora de «poner fin a esta guerra tan brutal», un comentario que, evidentemente, no había coordinado con Netanyahu.
Cabe destacar que Israel no figura en la agenda de Trump en Oriente Medio.
En estos momentos parece un momento relativamente seguro para adoptar una postura más crítica hacia Israel, como probablemente aprecian el FT y The Guardian.
Además, está el hecho de que el genocidio de Israel está llegando a su fin. No ha entrado comida, agua ni medicinas en Gaza durante más de dos meses. Todo el mundo está desnutrido. Dada la destrucción del sistema sanitario de Gaza por parte de Israel, no está claro cuántas personas han muerto ya de hambre.
Pero las imágenes de niños esqueléticos que salen de Gaza recuerdan de forma incómoda a las imágenes de hace 80 años de niños judíos esqueléticos encarcelados en los campos nazis.
Es un recordatorio de que Gaza, estrictamente bloqueada por Israel durante 16 años antes de la ruptura de Hamás el 7 de octubre de 2023, se ha transformado en los últimos 19 meses de un campo de concentración en un campo de exterminio.
Parte de los medios de comunicación y de la clase política saben que la muerte masiva en Gaza no puede ocultarse mucho más tiempo, ni siquiera después de que Israel haya prohibido la entrada de periodistas extranjeros en el enclave y haya asesinado a la mayoría de los periodistas palestinos que intentaban documentar el genocidio.
Actores políticos y mediáticos cínicos están tratando de buscar excusas antes de que sea demasiado tarde para mostrar remordimiento.
El mito de la «guerra de Gaza»
Y, por último, está el hecho de que Israel ha declarado su disposición a asumir la responsabilidad directa del exterminio en Gaza mediante, según sus propias palabras, la «captura» del pequeño territorio.
El tan esperado «día después» parece estar a punto de llegar.
Durante 20 años, Israel y las capitales occidentales han conspirado en la mentira de que la ocupación de Gaza terminó en 2005, cuando el entonces primer ministro israelí, Ariel Sharon, retiró a unos pocos miles de colonos judíos y retiró a los soldados israelíes a un perímetro altamente fortificado que encerraba el enclave.
En una sentencia del año pasado, la Corte Internacional de Justicia desestimó esta afirmación, subrayando que Gaza, al igual que los territorios palestinos de Cisjordania y Jerusalén Este, nunca había dejado de estar bajo ocupación israelí y que esta debía terminar de inmediato.
La verdad es que, incluso antes de los ataques de Hamás de 2023, Israel llevaba muchos, muchos años sitiando Gaza por tierra, mar y aire. Nada —ni personas ni mercancías— entraba o salía sin el permiso del ejército israelí.
Las autoridades israelíes instituyeron una política secreta de someter a la población a una estricta «dieta» —un crimen de guerra entonces como ahora— que garantizaba que la mayoría de los jóvenes de Gaza sufrieran una malnutrición cada vez mayor.
Los drones zumbaban constantemente sobre sus cabezas, como lo hacen ahora, vigilando a la población desde el cielo las 24 horas del día y, ocasionalmente, lanzando una lluvia de muerte. Los pescadores eran tiroteados y sus barcos hundidos por intentar pescar en sus propias aguas. Las cosechas de los agricultores fueron destruidas por herbicidas rociados desde aviones israelíes.
Y cuando les apetecía, Israel enviaba aviones de combate para bombardear el enclave o enviaba soldados en operaciones militares, matando a cientos de civiles cada vez.
Cuando los palestinos de Gaza salían semana tras semana para organizar protestas cerca de la valla perimetral de su campo de concentración, los francotiradores israelíes les disparaban, matando a unos 200 y dejando inválidos a muchos miles más.
Sin embargo, a pesar de todo esto, Israel y las capitales occidentales insistieron en la historia de que Hamás «gobernaba» Gaza y que era el único responsable de lo que ocurría allí.
Esa ficción era muy importante para las potencias occidentales. Permitía a Israel eludir la responsabilidad por los crímenes contra la humanidad cometidos en Gaza durante las últimas dos décadas, y permitía a Occidente evitar las acusaciones de complicidad por armar a los criminales.
En cambio, la clase política y mediática perpetuó el mito de que Israel estaba inmerso en un «conflicto» con Hamás, así como en «guerras» intermitentes en Gaza, incluso cuando el propio ejército israelí calificaba sus operaciones para destruir barrios enteros y matar a sus residentes como «cortar el césped».
Israel, por supuesto, consideraba Gaza como su césped para cortar. Y eso es precisamente porque nunca dejó de ocupar el enclave.
Incluso hoy en día, los medios de comunicación occidentales se confabulan en la ficción de que Gaza está libre de la ocupación israelí, presentando la matanza que allí se está produciendo —y la hambruna de la población— como una «guerra».
Pérdida de la coartada
Pero el «día después» —señalado por la prometida «captura» y «reocupación» de Gaza por parte de Israel— plantea un dilema para Israel y sus patrocinadores occidentales.
Hasta ahora, todas las atrocidades de Israel se han justificado con la violenta ruptura de Hamás el 7 de octubre de 2023.
Israel y sus partidarios han insistido en que Hamás debe devolver a los israelíes que tomó cautivos antes de que pueda haber una «paz» indefinida. Al mismo tiempo, Israel también ha mantenido que Gaza debe ser destruida a toda costa para erradicar a Hamás y eliminarlo.
Estos dos objetivos nunca parecieron coherentes, entre otras cosas porque cuantos más civiles palestinos mataba Israel para «erradicar» a Hamás, más jóvenes reclutaba Hamás en busca de venganza.
El constante flujo de retórica genocida de los líderes israelíes dejaba claro que creían que no había civiles en Gaza —ninguno «no implicado»— y que el enclave debía ser arrasado y su población tratada como «animales humanos», castigada «sin comida, agua ni combustible».
El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, reiteró ese enfoque la semana pasada, prometiendo que «Gaza será completamente destruida» y que su población será sometida a una limpieza étnica o, como él mismo dijo, obligada a «marcharse en masa a terceros países».
Los funcionarios israelíes se han hecho eco de sus palabras, amenazando con «arrasar» Gaza si no se libera a los rehenes. Pero, en realidad, los cautivos retenidos por Hamás no son más que un pretexto conveniente.
Smotrich fue más honesto al observar que la liberación de los rehenes «no era lo más importante». Al parecer, su opinión es compartida por el ejército israelí, que, según se informa, ha situado ese objetivo en último lugar en una lista de seis objetivos «bélicos».
Para el ejército son más importantes el «control operativo» de Gaza, la «desmilitarización del territorio» y la «concentración y desplazamiento de la población».
Con Israel a punto de volver a controlar de forma indiscutible y visible Gaza, sin el pretexto de una «guerra», de la necesidad de eliminar a Hamás o de las bajas civiles como «daños colaterales», la responsabilidad de Israel en el genocidio será también incontestable, al igual que la complicidad activa de Occidente.
Por eso, más de 250 exfuncionarios del Mossad, la agencia de espionaje israelí, entre ellos tres de sus exdirectores, firmaron esta semana una carta en la que condenaban el incumplimiento por parte de Israel del alto el fuego de principios de marzo y su vuelta a la «guerra».
La carta calificaba de «inalcanzables» los objetivos oficiales de Israel.
Del mismo modo, los medios de comunicación israelíes informan de que un gran número de reservistas militares israelíes ya no acuden cuando se les llama para volver al servicio en Gaza.
Limpieza étnica
Los patrocinadores occidentales de Israel deben ahora lidiar con el «plan» de Israel para el territorio arruinado. Sus contornos se han ido perfilando con mayor nitidez en los últimos días.
En enero, Israel prohibió oficialmente la agencia de refugiados de las Naciones Unidas, la Unrwa, que alimenta y atiende a una gran parte de la población palestina expulsada de sus tierras históricas por Israel en las primeras fases de su colonización de la Palestina histórica, que dura ya décadas.
Gaza está repleta de estos refugiados, resultado del mayor programa de limpieza étnica llevado a cabo por Israel en 1948, cuando se creó como «Estado judío».
La eliminación de la UNRWA era una ambición largamente acariciada, una medida de Israel destinada a liberarse del yugo de las agencias de ayuda que han estado cuidando de los palestinos —y, por lo tanto, ayudándoles a resistir los esfuerzos de Israel por llevar a cabo una limpieza étnica— y supervisando el cumplimiento, o más bien el incumplimiento, del derecho internacional por parte de Israel.
Para completar los programas de limpieza étnica y genocidio en Gaza, Israel necesitaba crear un sistema alternativo al de la UNRWA.
La semana pasada, aprobó un plan en el que pretende utilizar contratistas privados, en lugar de la ONU, para entregar pequeñas cantidades de alimentos y agua a los palestinos. Israel permitirá la entrada de 60 camiones al día, apenas una décima parte del mínimo absoluto necesario, según la ONU.
Hay varias trampas. Para tener alguna esperanza de poder optar a esta ayuda tan limitada, los palestinos tendrán que recogerla en puntos de distribución militares situados en una pequeña zona del extremo sur de la Franja de Gaza.
En otras palabras, unos dos millones de palestinos tendrán que apiñarse en un lugar que no tiene capacidad para acogerlos a todos y, aun así, solo recibirán una décima parte de la ayuda que necesitan.
Además, tendrán que trasladarse sin ninguna garantía por parte de Israel de que no seguirá bombardeando las «zonas humanitarias» en las que han sido confinados.
Estas zonas de distribución militar se encuentran justo al lado de la única y corta frontera de Gaza con Egipto, exactamente donde Israel ha estado tratando de expulsar a los palestinos durante los últimos 19 meses con la esperanza de obligar a Egipto a abrir la frontera para que la población de Gaza pueda ser sometida a una limpieza étnica en el Sinaí.
Según el plan de Israel, los palestinos serán controlados en estos centros militares mediante datos biométricos antes de poder tener alguna esperanza de recibir raciones mínimas de alimentos con un control calórico.
Una vez dentro de los centros, pueden ser detenidos y enviados a uno de los campos de tortura de Israel.
La semana pasada, el periódico israelí Haaretz publicó el testimonio de un soldado israelí convertido en denunciante, que confirmaba los relatos de médicos y otros guardias, según los cuales la tortura y los abusos contra los palestinos, incluidos civiles, son habituales en Sde Teiman, el más notorio de los campos.
Guerra contra la ayuda
El viernes pasado, poco después de que Israel anunciara su plan de «ayuda», lanzó un misil contra un centro de la UNRWA en el campo de Jabaliya, destruyendo su centro de distribución de alimentos y su almacén.
Luego, el sábado, Israel bombardeó tiendas de campaña utilizadas para preparar alimentos en Khan Younis y la ciudad de Gaza. Ha estado atacando comedores y panaderías benéficas para cerrarlos, en un eco de su campaña de destrucción contra los hospitales y el sistema de salud de Gaza.
En los últimos días, un tercio de los comedores comunitarios apoyados por la ONU —el último salvavidas de la población— han cerrado porque se han agotado sus reservas de alimentos y su acceso al combustible.
Según la agencia de la ONU OCHA, esa cifra aumenta «cada día», lo que provoca un hambre «generalizada».
La ONU informó esta semana de que casi medio millón de personas en Gaza —una quinta parte de la población— se enfrentan a un «hambre catastrófico».
Como era de esperar, Israel y sus macabros defensores están restando importancia a este mar de inmenso sufrimiento. Jonathan Turner, director ejecutivo de UK Lawyers for Israel, argumentó que los críticos estaban condenando injustamente a Israel por matar de hambre a la población de Gaza e ignorando los beneficios para la salud de reducir la «obesidad» entre los palestinos.
En una declaración conjunta la semana pasada, 15 agencias de la ONU y más de 200 organizaciones benéficas y grupos humanitarios denunciaron el plan de «ayuda» de Israel. El fondo de la ONU para la infancia, Unicef, advirtió que Israel estaba obligando a los palestinos a elegir entre «el desplazamiento y la muerte».
Pero lo peor es que Israel está volviendo a montar su tinglado para dar la vuelta a la realidad.
Los palestinos que se nieguen a cooperar con su plan de «ayuda» serán culpados de su propia hambruna. Y las agencias internacionales que se nieguen a seguir el juego de la criminalidad israelí serán calumniadas como «antisemitas» y responsables del creciente número de víctimas de la hambruna en Gaza.
Hay una forma de impedir que estos crímenes sigan degenerando. Pero para ello será necesario que los políticos y periodistas occidentales encuentren mucho más valor del que han atrevido a reunir hasta ahora. Se necesitará algo más que florituras retóricas. Se necesitará algo más que lamentarse públicamente.
¿Son capaces de más? No contengan la respiración.
7. Entrevista a Bond.
Bond analiza las relaciones económicas entre Sudáfrica e Israel.
https://znetwork.org/zvideo/brics-nations-and-israel-hype-hope-and-helplessness/
Los países BRICS e Israel: exageración, esperanza e impotencia
Por Patrick Bond, Mariam Jooma Çarikci 10 de mayo de 2025
Fuente: Media Review Network
El profesor Patrick Bond se sentó con MRN para ofrecer su visión sobre la realidad que se esconde tras la retórica sobre Israel. Explica los profundos vínculos entre la élite gobernante sudafricana y las grandes empresas, y cómo esto influye en la postura moral de Sudáfrica respecto a Palestina. El profesor Bond también habla de los vínculos ecológicos en el movimiento por la justicia social y aclara por qué ya no podemos separar las cuestiones de la desigualdad económica y la explotación ecológica.
Patrick Bond: «El Banco BRICS sancionó a Moscú, que representa el 20 % de sus miembros, debido a las agencias de calificación crediticia de Nueva York… Creo que deberíamos exigir reparaciones a Glencore, Patrice Motsepe y otros que se han beneficiado del carbón destinado a Israel… El ministro de Finanzas de EE. UU. dijo al Banco BRICS: «Más les vale que se unan a nosotros en las sanciones contra uno de sus miembros». … Voten para expulsar a Donald Trump de la isla del G20. Y el G19 de 2026 no se celebrará en Estados Unidos, con Trump como anfitrión».
Mariam Jooma Çarikci: Bienvenidos al primer episodio de Critical Currents, el podcast oficial de Media Review Network, donde el análisis se une al activismo y las narrativas del Sur Global pasan a primer plano. Soy su presentadora, Mariam Jooma Çarikci, y en este espacio desmontamos la propaganda, cuestionamos los discursos dominantes y ponemos el foco en historias que los medios de comunicación convencionales suelen dejar de lado. En cada episodio, contaremos con la presencia de líderes intelectuales, activistas, académicos y periodistas que aportan claridad al caos y nos ayudan a conectar los puntos entre la geopolítica, el encuadre mediático y la vida cotidiana de las comunidades oprimidas, desde la zona de guerra de Gaza hasta las salas de juntas de los BRICS, desde las arenas movedizas de Sudán hasta las contradicciones políticas de Sudáfrica. Lo desentrañamos todo, de forma crítica y sin complejos. No se trata solo de comentarios, sino de resistencia a través de la razón. Bienvenidos a Critical Currents.
Y hoy, nuestro primer invitado, el invitado inaugural de nuestro podcast, es el profesor Patrick Bond. El profesor Bond es un distinguido economista político, intelectual público y autor, y actualmente es profesor en el Departamento de Sociología de la Universidad de Johannesburgo. El profesor Bond ha escrito extensamente sobre justicia global, financiarización, deuda climática, BRICS y, por supuesto, subimperialismo, un tema que nos interesa mucho hoy. Entre sus obras más importantes se encuentran Elite Transition, Politics of Climate Justice y BRICS: An Anti-capitalist Critique. También fue asesor del Programa de Reconstrucción y Desarrollo del expresidente Mandela. El profesor Bond es conocido por su aguda crítica del neoliberalismo y la captura del Estado por parte de las élites, especialmente en la Sudáfrica posterior al apartheid. Bienvenido, profesor Bond. Es un honor tenerle en el programa.
Patrick Bond: Oh, Mariam, gracias. Salam alaikum, es un gran honor. Quiero decir, que Media Review Network haga el podcast es una maravillosa expansión. Siempre he confiado en los análisis, los artículos, las cartas al editor… Oye, han pasado décadas manteniéndonos informados. Así que gracias a la red.
Miriam: Muchas gracias de verdad. Ha sido un largo viaje, son 30 años de MRN, pero nos han dado fuerzas intelectuales como usted. Así que hoy vamos a profundizar en las relaciones de Sudáfrica con Israel, las contradicciones de los BRICS y el papel de las élites en la configuración de la política exterior y, lo que es más importante, la crisis climática. Empecemos por el subimperialismo y la cuestión comercial con Israel. Usted ha argumentado que los Estados del BRICS a menudo han reforzado la estructura capitalista global en lugar de resistirse a ella. ¿Cómo ve la solidaridad retórica de Sudáfrica con Palestina, como algunos argumentan, en relación con su continuo comercio con Israel, y en particular con la cuestión del carbón?
Patrick: Bueno, gracias. Hay mucho que decir al respecto. Quiero decir, el problema ideológico general es uno al que nos enfrentamos constantemente: se llama «hablar de izquierda, actuar de derecha». Es decir, es fácil tener una posición retórica antisionista y antigenocida, pero luego, cuando personas clave se benefician de ello, uno se pregunta: ¿hasta dónde llega esto? Una vez que se rasca la superficie. Porque los BRICS, todos ellos, harán alguna declaración sobre la solución de dos Estados, la necesidad de un alto el fuego. Sin duda tendrán retórica. Y Sudáfrica, hay que reconocerlo, ha tomado dos direcciones: la Corte Internacional de Justicia, con la orden de detención de la Corte Penal Internacional; pero también la determinación de la CIJ de que se está produciendo un genocidio. Y respaldando a la CPI está el «Grupo de La Haya».
En segundo lugar, no se trata solo de confiar en los jueces, al menos una de los cuales, de Uganda, vicepresidente de la CIJ, es muy pro sionista, por lo que no estamos seguros de lo que sucederá. E incluso si se llega a una buena sentencia, sabemos que en Tel Aviv hay dos palabras que utilizan para describir lo que sucede, y esas son: «La Haya, qué más da». En otras palabras, no les importa. Así pues, el otro proceso, el Grupo de La Haya, consiste en decir que los gobiernos pueden unirse contra el enjuiciamiento y la persecución de Estados Unidos contra la Corte Penal Internacional, con sus sanciones y su intento de deslegitimar a la CPI, cuando esta tiene una orden de detención contra Netanyahu y otros.
Ahora bien, eso se convierte en otro punto de hipocresía, porque sería maravilloso que ese fuera, digamos, el modelo para plantarle cara a Trump. Es decir, se forma un colectivo, se tiene la autoridad moral, se defienden los valores internacionales, especialmente contra el genocidio. Y luego, en la declaración del Grupo de La Haya, del 31 de enero de este año, se dice: «No proporcionaremos combustible militar y no facilitaremos el combustible militar». Eso sería maravilloso. Y si pudiéramos ampliar ese espíritu, ahora que los aranceles, ahora que la crisis climática, la salud pública, la ayuda alimentaria humanitaria, todo eso, es ahora algo que creo que el G20 aquí en Johannesburgo en noviembre tendrá que resolver: ¿queremos siquiera a Estados Unidos en el G20?
Pero, por desgracia, esa fuerza se ve contrarrestada por una debilidad. Y la debilidad son los especuladores. Y hay especuladores en todos los países del BRICS. Entre los especuladores de Sudáfrica se encuentra un traficante de armas que es un bastión del establishment sionista, Ivor Ichikowitz, que ha hecho negocios con Elbit, negocios que suministran a gobiernos fascistas de América Latina —el ejército de Ecuador— no solo vehículos militares, sino que Elbit los equipa para las comunicaciones. Y eso continúa. Ichikowitz también suministra al pueblo judío el apoyo espiritual israelí, que es el tefilín, una tira de cuero que se ata alrededor de la cabeza con un versículo de la Torá en una pequeña caja. Eso es lo que hace este tipo, Ivor Ichikowitz, que es un traficante de armas y miembro del ANC y, hasta mediados de 2023, el principal donante del ANC, según muestran al menos los registros públicos. Y eso significa que, cuando comenzó el genocidio en octubre de 2023, Ichikowitz estaba esquizofrénico y dividido. Y en lugar de seguir apoyando al ANC, se ha pronunciado con mucha fuerza, especialmente en artículos de 2024 y en declaraciones constantes, en contra del apoyo de Sudáfrica a Palestina.
Ahora bien, eso es solo un ángulo: el tráfico de armas. Y luego tenemos a Rheinmetall, la empresa alemana propietaria de gran parte de Denel, la empresa estatal de armas de Sudáfrica. ¿Se fabrican armas en Sudáfrica, en Somerset West o en Centurion, y se envían no solo a Rheinmetall en Alemania, sino también a otros destinos, incluido Israel? Es una pregunta sin respuesta. No estamos seguros. Tenemos un Comité Nacional de Control de Armas Convencionales muy ineficaz que se encarga de supervisar esto, y no lo está haciendo bien. Hay otros traficantes de armas que nos intrigan, como Armscor e Israel, sobre todo si nos remontamos a la colaboración nuclear de la década de 1970.
Sin embargo, el otro gran problema es el carbón, que es muy evidente. Podemos rastrear los barcos cargados de carbón que van desde Richards Bay hasta el puerto de Hadera y, en cierta medida, hasta Ashdod. En Hadera se encuentra la central eléctrica de Orot Rabin. En Ashdod, la central de Rutenberg. Estas centrales suministran a Israel alrededor del 20 % de la energía de su red eléctrica. Y eso es una parte muy importante del suministro que las Fuerzas de Defensa de Israel utilizarían para llevar a cabo ese genocidio o para mantener el apartheid. Por lo tanto, sería contrario a la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia de julio, que fue codificada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre, que dice: no suministren electricidad ni ningún otro bien crucial para el apartheid, la apropiación de tierras de Cisjordania, no solo el genocidio de Gaza.
Así que tenemos un par de contradicciones, por así decirlo, gritantes. Y creo que es aún más vergonzoso para Sudáfrica, porque el presidente Ramaphosa era el principal socio de la principal empresa que vende carbón a Israel, tanto de Sudáfrica como de Colombia. Y han seguido haciéndolo, incluso este año, a pesar de que el presidente colombiano les ha dicho que no lo hagan.
Y esa empresa, Glencore, es conocida por sobornar a gobiernos africanos. No fueron procesados por sus actividades en Sudáfrica, pero en el resto de África, los procesos judiciales, incluidos los de Estados Unidos y Gran Bretaña, han demostrado que se trata de una empresa muy corrupta. Y han elegido hacerlo, sobre todo porque su predecesora, Xstrata, tenía acuerdos con el director ejecutivo de African Rainbow Minerals, Patrice Motsepe, que es cuñado del presidente Ramaphosa.
Ahora hemos descubierto, y una protesta a principios de abril lo confirmó, que el 23 % de la propiedad de Glencore corresponde a las minas en cuestión en Mpumalanga, que extraen el carbón y lo envían a Israel. Estimamos que eso supondría unos beneficios para Patrice Motsepe de unos 5 millones de dólares —es decir, los ingresos netos después de los costes— por cada una de las 177 000 toneladas de carbón que se cargan en el barco y se envían a Israel, lo que supone alrededor de un millón de dólares para Patrice Motsepe. Así que este es el tipo de contradicciones que, por así decirlo, saltan a la vista, y esperamos que una mayor presión nos permita resolverlas a favor del boicot, la desinversión y las sanciones a Israel.
Mariam: Vaya. Eso es… ya sabe, es mucho que asimilar. Y sin duda plantea la cuestión de la sociedad civil. Entonces, ¿qué tipo de influencia tenemos? ¿Se trata de una captura total del Estado por parte de la élite, en la que ahora nos hemos convertido casi en esclavos del sistema político sin ninguna vía de protesta significativa? Porque las protestas han continuado. Pero, ya sabe, ¿cuál es el obstáculo?
Patrick: Sí, creo que ahora nos encontramos ante una situación en la que, si usted es un auténtico antiimperialista de la sociedad civil y no civil, y le interesa la supervivencia y la solidaridad con Palestina, y también le preocupa la catástrofe climática y el bienestar de las generaciones futuras, que es algo que, en mi opinión, va indisolublemente unido, vemos a activistas en Sudáfrica que encarnan ambas posturas al acudir a las protestas contra el carbón. Es decir, no quieren ver cómo se quema el carbón, ya que una tonelada genera más de dos toneladas de CO₂. Y cuando eso ocurre, la crisis, por ejemplo, en Palestina no es solo la ocupación, el genocidio, el apartheid, sino que también va a ser una catástrofe climática.
En los próximos años y décadas, vamos a ver temperaturas mucho más altas, hasta el punto de que será imposible salir a la calle. Además, habrá fenómenos meteorológicos más extremos y la sequía de los suelos, algo que creo que ya están sufriendo los israelíes, donde plantaron pinos inadecuados en lugar de cedros autóctonos. Eso significó que, cuando los incendios arrasaron partes de lo que había sido Palestina, después de la Nakba, en 1948, los israelíes plantaron pinos, y ahora esos pinos se están quemando. También podemos afirmar con seguridad que eso se debe al efecto del clima.
Quiero decir, aún no se han publicado los estudios científicos. Y creo que si entendemos que Oriente Medio es una zona donde hay mucho petróleo y gas —gas en alta mar frente a Gaza, que los israelíes ya están tratando de robar— y CO₂, pero también metano, que se produce cuando se quema no solo carbón, sino también gas. Y el metano es un gas de efecto invernadero 85 veces más potente. Eso significa que, lo que puedo predecir con seguridad, es que veremos países como Israel (que dependía casi por completo del carbón) pasar al gas porque tienen sus propios yacimientos.
Del mismo modo, Sudáfrica parece tener yacimientos de gas. Y el portavoz del presidente, en declaraciones al New York Times en febrero, los ofreció a las compañías petroleras estadounidenses como una especie de acuerdo de paz con Donald Trump, debido al martilleo ideológico que Sudáfrica estaba recibiendo por parte del régimen neofascista de Trump. Es muy impactante ver que The New York Times hace esta oferta cuando hemos tenido más de 100 protestas en las playas —en el océano Índico y especialmente en la costa atlántica— contra la perforación de petróleo y gas en alta mar. Y los tribunales son favorables a los activistas, diciendo que empresas como Shell o Total no pueden seguir adelante. Y me temo que esta es una de las cuestiones en las que, si no vinculamos Palestina y el clima, estamos perdiendo una oportunidad enorme.
Y una de las oportunidades es hablar con otras personas de la sociedad civil que están implicadas. Seamos francos. Los principales sindicatos mineros del carbón, que son tres, aún no se han sumado. Tendrán una buena retórica contra el genocidio y contra el sionismo. Pero si nos fijamos en el Sindicato Nacional de Mineros, la Asociación de Mineros y Sindicato de la Construcción (AMCU) y el Sindicato Nacional de Metalúrgicos de Sudáfrica (NUMSA)… este último, el NUMSA, es el sindicato más grande e históricamente el más militante y socialista, solidario con los pueblos oprimidos de todo el mundo. Pero sus propios mineros, que trabajan para Glencore, aún no se han levantado para decir: «Vamos a dejar ese carbón en el pozo». Y si eso significa perder nuestros puestos de trabajo, entonces tenemos otra vía, que es acudir a la Asociación para una Transición Energética Justa, que cuenta con más de 150 000 millones de rands, con sede en la presidencia en Pretoria, precisamente para ayudar a la descarbonización. Es decir, dejar el carbón en el pozo.
Incluso la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) de Sudáfrica, la oferta que Sudáfrica hace a las Naciones Unidas para el control del clima, incluso ese documento dice que necesitamos un desarrollo sin combustibles fósiles en Mpumalanga. El dinero está ahí. La voluntad política no lo está, ni siquiera en nuestras propias filas, donde aún no existe la capacidad de vincular la solidaridad con Palestina con la preocupación por el clima.
Mariam: Profesor, sin duda ha planteado numerosas cuestiones que nos permiten ver nuestra democracia desde una perspectiva diferente. Porque, hasta qué punto hemos permitido, no solo con la retórica sobre Palestina, como usted dice, sino también con nuestro concepto sustantivo de democracia, que el papel y la jerga legal definan la democracia? Sé que ha escrito mucho sobre el subimperialismo y que es especialmente crítico, o poscrítico, al respecto en Sudáfrica. Si pudiéramos desviarnos un poco y centrarnos en la idea de la democracia, ¿cómo caracterizaría la posición actual de Sudáfrica y dónde cree que deberíamos estar?
Patrick: Bueno, la expresión que utilizan personas como Barry Gills, Joel Rocamora y Walden Bello es «democracia de baja intensidad». Pero eso no quiere decir que en 1994, la victoria del voto único y universal en un Estado unitario —algo que muchos palestinos ven como una forma de sortear el carácter apartheid de Gaza y la bantustanización geográfica de Cisjordania por parte de Israel— y el hecho de tener ahora un proyecto unificado, signifique que los palestinos deban optar por una solución de un solo Estado. Pero sin duda, logramos ese «una persona, un voto» cuando muchos pensaban que era imposible, dada la desfavorable balanza de fuerzas. El imperialismo amaba el régimen del apartheid, hasta que fue demasiado tarde. Y el apartheid se derrumbó en parte debido a la resistencia interna, obviamente política, pero también a las contradicciones económicas.
Y creo que si veo entonces la salida económica que elegirían empresas como Anglo American Corporation, fue ir a Zambia, a un lodge de caza, invitados por el entonces presidente zambiano, Kenneth Kaunda. Y esto fue en 1985. Aquí, en Johannesburgo, en agosto, P. W. Botha había creado tal fricción, volatilidad y crisis en los mercados financieros que los bancos internacionales se retiraron. Fue porque P. W. Botha pronunció un discurso, el discurso del Rubicón. Y ya sabe, cuando estuve en Gaza y Ramala dando charlas sobre esto, sobre la historia del BDS (boicot, desinversión y sanciones) y mostré una pequeña película realizada por Connie Field sobre este tema, hubo una ovación. No por mí, sino por este ejemplo. Y por la belleza de decir, a través de una estrategia económica no violenta que debería complementar toda nuestra política, nuestra cultura y todo el resto de nuestro trabajo, que sí, que se pueden encontrar cosas como el talón de Aquiles energético de Israel y empezar a afectarlo.
Lo hicimos aquí, pero de tal manera que las grandes empresas se fueron a Zambia, se reunieron con el Congreso Nacional Africano en el exilio y comenzaron a hacer un trato que, como usted dice, dejó intactos los cimientos políticos y económicos del apartheid, como la mano de obra migrante y la extracción de minerales. Lo único que realmente ha cambiado, pero no en nuestro beneficio, es que ha habido una cierta desracialización en la cúpula. Podría pensar en un café irlandés —bueno, quizá no se le ocurra, pero podría—: es una metáfora que se ha utilizado para decir que, en el fondo de la taza hay café negro oscuro, luego hay una capa de crema blanca y, por último, se espolvorea canela o chocolate. Y eso, en cierto modo, es también la metáfora de Zwelinzima Vavi, de la Federación Sudafricana de Sindicatos. Él lo expresa así: esa sociedad del café irlandés es lo que nos ha quedado.
Eso significa que, cavando profundamente en la tierra, están los mineros explotados. Marikana fue un lugar donde comprendimos muy claramente que el copropietario de la mina, Cyril Ramaphosa, no era el mismo Cyril que había organizado a los mismos mineros para luchar por la justicia a finales de los años 80. Y, de hecho, ese cambio: los diamantes negros emergiendo para hacerse con el control del carbón. Y no es solo Ramaphosa con Shanduka Coal, aliado con Glencore, especialmente Optimum Mine, o Patrice Motsepe, cuñado de Ramaphosa y su African Rainbow Minerals, copropietario de las minas que envían el carbón a Israel. También hay otros que, en cierto modo, han dificultado tanto nuestros debates sobre el clima. Porque su interés es seguir extrayendo el carbón y quemándolo.
Los intereses de sus hijos, de mis hijos y de las generaciones futuras serían: dejar ese carbón en el agujero. Y dejar que las próximas generaciones decidan si lo quieren, no para quemarlo, eso sería una locura, porque genera CO₂ y catástrofes climáticas, sino para utilizarlo en plásticos y materiales sintéticos, o productos farmacéuticos, o lubricantes, o asfalto, o todo tipo de cosas que utilizamos en la vida cotidiana y que dependen de los hidrocarburos. Pero ahora mismo, nuestra generación se limita a quemarlos.
Y creo que es esa incapacidad de nuestra nueva élite, que ha recurrido a una política imperialista que niega el cambio climático (en el caso de Donald Trump y el gran proyecto de las grandes petroleras y, ya saben, las grandes empresas del carbón en todo el mundo) para evitar reducir las emisiones. Pero, en segundo lugar, está la corriente dominante en Occidente: el proyecto imperialista de convertir la catástrofe climática en una oportunidad de marketing. Privatizar el aire a través de los mercados de carbono y el comercio de emisiones. Y negar que exista el principio de «quien contamina paga». Eso es lo que diríamos normalmente. Si yo tiro residuos tóxicos en la casa de mi vecino, él me dice: «Bueno, me vas a deber mucho por eso». Y usted pagaría, ya sabe, una reparación ecológica.
Pero nuestro Gobierno, y Occidente, tienen en común, al igual que los BRICS, el fracaso a la hora de, digamos, reconocer la deuda climática. Ni siquiera admitir que existe, no solo por parte de Estados Unidos, el principal contaminador histórico, sino también por parte de los principales emisores actuales, que son, en segundo lugar, China, históricamente, y Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, un poco más abajo en la lista. Pero reconocerlo de verdad. Y creo que por eso ha surgido la política subimperial, porque hay muchos factores egoístas.
Una élite financiera neoliberal. Tenemos al Standard Bank, que financia proyectos en toda África que promueven, por ejemplo, en el norte de Mozambique, la extracción de gas por parte de TotalEnergies en contra de los deseos de la comunidad islámica local, que ha sufrido una insurgencia. Y luego los hemos visto en Uganda y Tanzania con el oleoducto de crudo de África Oriental. Y los hemos visto aquí financiando el carbón. Así que Standard es uno de los objetivos de las fuerzas combinadas de los activistas que dicen: no queremos que promuevan a Glencore, como han hecho en el pasado, por su carbón en Sudáfrica. Tampoco queremos que se financie el carbón ni los combustibles fósiles.
Para mí, esa es la política que permite sortear el problema: hablar de izquierdas, actuar de derechas. El Gobierno tiene un fuerte prestigio nacionalista por haber conquistado la democracia, pero luego es cooptado por el capital fósil, el capital minero, que, francamente, saquea el país. Si se mide la extracción de minerales —lo que hago regularmente y discuto con profesionales y otros académicos—, se descubre que se extrae más, por ejemplo, bajo esta ciudad, Johannesburgo —la mitad del oro histórico del mundo— y que la reinversión de los ingresos es insuficiente para compensar esa pérdida de riqueza. Es decir, hay una pérdida neta de nuestro capital natural. Incluso si se añade el capital producido —la maquinaria o el entorno construido— y nuestro capital educativo, nuestro capital humano y nuestro capital financiero.
Si se suma todo, es menos de lo que hemos extraído. Y ese es el caso de todos estos minerales, incluido el carbón. Espero que podamos hacer ese tipo de cálculos y preguntar a personas como Patrice Motsepe y Glencore, una empresa muy, muy corrupta, cuya segunda cotización en bolsa es en la Bolsa de Johannesburgo y la primera en Londres, y preguntarles: «Si nos están saqueando, ¿no tenemos derecho a una indemnización por contaminación?». Creo que las reparaciones que deberíamos exigir a Glencore, a Patrice Motsepe y a otros que se han beneficiado del carbón para Israel deberían financiar, en primer lugar, el buen trabajo en Palestina. Así que espero que esa sea una de las áreas en las que podamos decir: reparaciones por los beneficios que han obtenido. Y podemos calcular los beneficios porque lo sabemos, podemos rastrear los barcos que los transportan.
Mariam: Sí, sin duda. Por supuesto, esto se extiende a zonas como el Congo, y luego hablamos de Mali. Y hemos visto movimientos interesantes en África Occidental con respecto a Guinea, Mali y Níger. Pero volvamos a lo que decían ahora sobre ofrecer, ya saben, la prestigiosa posición de ser un defensor de los oprimidos, pero al mismo tiempo beneficiarse de ello. Veamos el caso de los BRICS. ¿Qué dice esto de los BRICS? Quiero decir, hemos mirado a los BRICS —cuando digo «hemos», me refiero al Sur Global— como una alternativa. En su opinión, ¿dónde se sitúan?
Patrick: Sí, después de haber estudiado esto muy de cerca, muchos libros y artículos, docenas y docenas, diría sin duda que el bombo publicitario sobre el BRICS y la esperanza depositada en él, que conduce en última instancia a la impotencia: del bombo publicitario a la esperanza y a la desesperanza, es bastante común una vez que te das cuenta de lo que están haciendo. Y es muy trágico, porque ha habido mucho bombo sobre la desdolarización, sobre el abuso de las instituciones financieras imperialistas —el FMI, el Banco Mundial—, el comercio imperialista, la Organización Mundial del Comercio. Y luego, cuando se observa realmente la forma en que los BRICS se aprovechan de ello.
Ahora bien, podría empezar, obviamente, por Israel. Porque Rusia —según estimaciones de Vladimir Putin— tiene dos millones de ciudadanos rusos de los que es responsable que viven en Israel. Son algunos de los ciudadanos más derechistas, genocidas y activos en las Fuerzas de Defensa de Israel. Creo que hay unos 7,2 millones de judíos israelíes y, de ellos, 2 millones según Putin —1,3 millones según otras fuentes—, pero los encuentra regularmente, ya sabe, como rehenes, los encuentra en las Fuerzas de Defensa de Israel, los encuentra en los partidos de derecha. Y luego está el carbón ruso que va allí.
Luego podríamos pasar de Rusia a Brasil. Brasil tiene a Petrobras aliada con Total para enviar petróleo a Israel, y eso supone alrededor del 9 % del suministro de Brasil. Y Brasil también tiene una larga relación militar con Elbit Systems.
Luego podríamos ir a China, que es el mayor… Y es tan trágico que Yahya Sinwar, de Hamás, sea conocido por sus últimos minutos, sus últimos segundos, a causa de un dron. Y estos drones, en general, proceden de los mercados de consumo de empresas estatales chinas que han sido capaces de inundar el mundo con drones. E Israel es uno de los grandes compradores. Y les preocupa que, vale, quizá haya algún software o algún problema. Así que desmontan los drones, los vuelven a montar y los envían para vigilancia, pero también para ataques reales. Luego, en épocas de máxima actividad, hay unos 20 000 millones de dólares al año en comercio entre China e Israel. Y la privatización del puerto de Haifa y del puerto de Ashdod, una privatización que proviene tanto de los chinos —una empresa estatal de Shanghái que se encarga del Bayport, que es un puerto importante para Haifa— como de una empresa india, Adani, que se ha quedado con la otra parte del puerto de Haifa. Y los indios también suministran mucho material militar, ya sabe, y trabajadores que han sustituido a los palestinos.
Así que creo que esos son los cinco principales BRICS. Y nos vemos a nosotros mismos en Sudáfrica como el principal proveedor de carbón, pero también de diamantes en bruto. A veces vuelven procesados. Y uvas.
Así que este es el tipo de relaciones que hay cuando se oye hablar de la «solución de dos Estados» y se escuchan los llamamientos al alto el fuego: ¿qué presión se está ejerciendo? Como Turquía: cuando el líder Erdoğan ha dicho «no vamos a tener relaciones comerciales», resulta que hay muchas formas en que los especuladores turcos pueden seguir adelante y continuar sus actividades en Israel. Y me temo que eso es lo que hacen personas como Ivor Ichikowitz, con su suministro de tefilines al ejército israelí, como usted ha admitido, o sus acuerdos con Elbit, o el suministro de carbón, o los comerciantes de diamantes o de uvas… Todos ellos pueden hacerlo sin pensárselo dos veces porque aún no hemos conseguido que el movimiento BDS llegue a un punto en el que avergoncemos a este Gobierno para que lo detenga.
Sería fácil detenerlo. El ministro de Comercio e Industria, Parks Tau, dijo: «No podemos detener el comercio de carbón debido a las cláusulas de no discriminación de la Organización Mundial del Comercio». Pero cuando ve lo que está haciendo Donald Trump con el comercio, solo puede decir: olvídalo. La OMC ya ni siquiera tiene un panel de arbitraje, porque Estados Unidos lo saboteó. Así que no creo que haya ninguna base para que Sudáfrica, que tiene la capacidad de regular las exportaciones peligrosas, y el peligro de que el carbón vaya a Israel para alimentar un genocidio es tan obvio. Parks Tau parece uno de esos miembros del Gobierno que están dispuestos a hacer lo que sea por Donald Trump y a hacer tratos con Israel. Y creo que, en su caso, se trata de un problema ideológico. Él se ha tragado el cuento, como se suele decir. Han tomado el control.
Creo que los demás nuevos BRICS, con la excepción de Irán, todos los demás, incluso Indonesia, el más reciente, que tiene la mayor población musulmana, incluso ellos tienen acuerdos. Y su nuevo líder pasó un tiempo en Jordania y firmó algunos acuerdos militares con Israel.
Pero, en particular, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto son aliados muy, muy cercanos. También Etiopía. Y Etiopía suministra soldados al ejército israelí. Y Egipto, por supuesto, objeto de una reciente protesta aquí en la embajada de Pretoria, por no haber abierto la frontera de Rafah. Pero también, en general, apoyan a Israel cuando se trata de los grandes acuerdos geopolíticos. Por ejemplo, cuando Israel e Irán intercambiaron misiles —relativamente no letales, pero una demostración de fuerza por ambas partes en 2024—, fueron los Emiratos Árabes Unidos y Egipto, de los BRICS (Jordania también), los que ayudaron a Israel y a Estados Unidos a mantener en funcionamiento el Domo de Hierro.
Así que, cuando se analiza todo esto, y se observa también la llegada de algunos de los nuevos BRICS, yo diría que está Nigeria. También es socio de los BRICS. Pero también será objeto de preocupación por parte de los ecologistas y los activistas pro palestinos en Nigeria, ya que esto también es un problema importante. Nigeria es uno de los tres principales proveedores de petróleo de África a Israel.
Y espero que esa sea la base para que sigamos conectando a los críticos de los BRICS. Porque creo que, en general, cuando se mira no solo a Israel, sino a las instituciones multilaterales —el Banco Mundial, el FMI, la OMC— y, sin duda, al FMI: cuando se recapitalizan, necesitan más dinero y recurren primero a los BRICS. Los BRICS obtienen más acciones en el FMI. Al hacerlo, empujan hacia abajo a otros países. Venezuela perdió el 41 %. Incluso Sudáfrica y Nigeria perdieron acciones, cuando China, Brasil, India y Rusia, cuatro de los cinco BRICS, obtuvieron una participación mucho mayor en el FMI en 2015.
Y el FMI no ha cambiado. Quiero decir que, en estos momentos, estamos sujetos a la austeridad del FMI. Al ministro de Finanzas, Enoch Godongwana, se le dice repetidamente, como 100 veces en tres documentos, que imponga una «consolidación fiscal». Así que cuando USAID retira su apoyo a los medicamentos contra el sida, el PEPFAR más o menos cierra, lo que supone alrededor de 8500 millones de rands. Y ya sabe, Godongwana mira para otro lado, porque está muy vinculado a los mercados financieros occidentales.
Hablando de eso, me refiero también al Banco BRICS. Es el Nuevo Banco de Desarrollo, que tiene una sucursal aquí en Sandton. Pero cuando Rusia invadió Ucrania ilegalmente y fue objeto de sanciones financieras, el banco BRICS sancionó a su miembro del 20 %, Moscú, porque las agencias de calificación crediticia de Nueva York —Standard & Poor’s, Moody’s— y Janet Yellen, la ministra de Finanzas de Estados Unidos, le dijeron al Banco BRICS: más vale que se una a nosotros en las sanciones contra su propio miembro. Lo cual es bastante extraordinario.
Y toda la sensación de que tal vez podríamos lograr la desdolarización, que los mercados financieros aquí en Johannesburgo, o en São Paulo, o en Bombay, o en Shanghái, se levantaran y consiguieran alguna alternativa al SWIFT, el sistema interbancario. Por desgracia, eso formaba parte del bombo publicitario y la esperanza y, en última instancia, de la impotencia. Incluso Ebrahim Rasool, cuando dio su infame presentación en el seminario del MISTRA, el Instituto Mapungubwe, dijo básicamente: «Ni siquiera hablen de ello. Nos castigarán. Ni siquiera mencionen la desdolarización».
Y debo confesar que, incluso con Brasil como sede del BRICS y con un líder progresista como Lula, están asustados. Y no están dispuestos a desafiar nada, ni siquiera lo que ha hecho el que probablemente sea el peor presidente para el Tercer Mundo, Donald Trump, que ha abandonado el acuerdo climático, ha abandonado la Organización Mundial de la Salud, ha recortado toda la ayuda médica y farmacéutica, ha recortado los alimentos a lugares como Sudán, donde se necesitan desesperadamente, y ha destrozado el comercio y las finanzas mundiales.
Ahí, para mí, está el argumento de que los BRICS podrían ser antiimperialistas. Y Sudáfrica podría decirle a Donald Trump: «Es obvio que no te interesa el multilateralismo. ¿Por qué estás en el G20?». Podríamos convertirlo en el G19. Todos, con quizá dos excepciones, Argentina e Italia, dirían: «Votamos para expulsar a Donald Trump de la isla del G20». Y el G19 de 2026 no se celebraría en Estados Unidos, con Trump como anfitrión, sino quizá en México, con Claudia Sheinbaum como anfitriona. Así que espero que ese sea el espíritu que prevalezca. Pero el hecho de que tenga que sugerirlo, y que haya muy pocos otros en el país que lo hagan, demuestra que aún nos queda un largo camino por recorrer.
Mariam: Sin duda. Eso es precisamente lo que quería preguntarle, Doc, sobre el G20 como oportunidad perdida. Pero antes de llegar a eso, veamos un poco la cuestión del sionismo como racismo. ¿Debería Sudáfrica impulsar el resurgimiento de la resolución de la ONU de 1975? Porque creo que el reto era acomodar los Acuerdos de Oslo y, para que los israelíes se sumaran, había que derogarla. ¿Cree que ahora hay motivos para volver a presentarla con el fin de dar a Israel un empujón mucho más firme en la dirección correcta, contra el genocidio?
Patrick: Oh, sí. Estoy de acuerdo con la crítica de Edward Said a Oslo, porque ya estaba claro, por desgracia, que Yasser Arafat había aceptado un mal acuerdo. Y ya era una farsa, con la división de Palestina y el reconocimiento de esas fronteras. Pero luego, cuando se piensa que «el sionismo es racismo», ese mensaje tan claro que venía de la mayoría de los miembros de la ONU, tuvo que ser revertido. Y ahora, si usted es antisionista, también puede ser acusado, en muchas jurisdicciones, oficialmente en los tribunales, de ser antisemita. Lo cual es indignante. Para los palestinos, que son un pueblo semita, esto es un abuso extraordinario de la terminología.
Y como alguien cuyo tío abuelo sirvió en la Rote Kapelle en Alemania luchando contra los nazis, y fue capturado y ejecutado —era el líder de ese grupo, Harro Schulze-Boysen— y miembros judíos de mi familia académica tuvieron que irse a Estados Unidos durante ese periodo. Así que se trata de distorsiones extraordinarias de la realidad, cuando podríamos tener una solidaridad absoluta con los judíos que están siendo oprimidos, por un lado, y una crítica a Israel que surge en Palestina de la forma en que lo ha hecho, y luego a través del robo, el desplazamiento, la destrucción masiva y la muerte.
Y hay un grupo, Judíos Sudafricanos por Palestina, y sus aliados en todo el mundo, que lo están diciendo muy claramente. Es indignante decir que si usted está en contra del proyecto sionista de colonialismo de asentamientos en Palestina, eso le convierte en antisemita. Y creo que es tremendamente importante seguir cuestionando eso. Y, desde luego, yo acogería con satisfacción un movimiento que dijera: sí, «el sionismo es racismo».
Mariam: Claro. Y ahora, hablando del papel de los movimientos sociales, profesor, usted ha destacado el poder de la movilización popular. ¿Qué papel deberían desempeñar movimientos como el BDS, en el que usted está muy involucrado, en su relación con el Gobierno en materia de políticas? ¿Cuál ha sido su experiencia? ¿Cómo le ha recibido el Gobierno?
Patrick: Bueno, como contamos con un grupo extremadamente progresista en el DIRCO, el Departamento de Relaciones Internacionales y Cooperación, creo que no hay duda de que el mensaje está llegando. La pregunta es: ¿tenemos suficiente presión exterior para superar esa enorme contradicción, en la que hay personas en lo más alto de nuestro Gobierno, el presidente y su cuñado, que han hecho negocios con Glencore, el principal beneficiario de la venta de combustibles fósiles a Israel durante todos estos años? ¿Cómo combinamos, por así decirlo, a los que sacuden los árboles desde fuera con los que crean atolladeros desde dentro? Por citar a Jesse Jackson, el gran líder de los derechos civiles en Estados Unidos, buscando esa división del trabajo en la que se aplican las presiones adecuadas.
Y hay una tendencia, porque tenemos una gran tradición en el Congreso Nacional Africano de conquistar la democracia, y porque la exministra de Asuntos Exteriores Naledi Pandor tuvo mucho valor, junto con el entonces ministro de Justicia, su sustituto Ronald Lamola, de acudir a la Corte Internacional de Justicia a finales de 2023. El Gobierno sudafricano goza de mucho respeto y prestigio, y por lo tanto, llamémoslo así, de una reticencia a criticar abiertamente. Pero creo que ser, digamos, demasiado tolerante, demasiado suave, con esa contradicción y no sacarla a relucir significa, en mi opinión, que solo ha habido una ocasión, por ejemplo, en el Parlamento, en la que Al Jama-ah planteó la pregunta: ¿por qué seguimos vendiendo carbón a Israel? Esa es la única vez, creo, que al menos en esta cuestión del BDS, hemos visto un desafío en el Parlamento.
Simplemente significa que las calles tienen que calentarse más. Se necesita desesperadamente el calor de la calle. Y lo hemos visto contra Glencore en agosto de 2024 y contra African Rainbow Minerals, de Patrice Motsepe, aliado de Glencore, en abril de 2025. Así que necesitamos ver mucho más de eso. Y el consulado de Estados Unidos está muy cerca de African Rainbow Minerals, literalmente al otro lado de la calle. La oficina de Ivor Ichikowitz está justo al final de la calle. Mientras hablamos, tenemos una oportunidad porque la gran líder de la liberación palestina, Leila Khaled, está en coma tras sufrir un derrame cerebral que ha puesto en peligro su vida. Y creo que, antes de que nos deje, conseguir el cambio de nombre de Sandton Drive —por un lado, Ichikowitz; por otro, el consulado estadounidense en Johannesburgo— sería el homenaje adecuado. Y creo que tenemos que estar mucho más presentes en ese espacio.
Mariam: Profesor, por último, ¿hay algún libro o publicación suya que debamos tener en cuenta, o algo en lo que usted cree que nuestros lectores y oyentes deberían profundizar?
Patrick: Sí. Creo que es un gran momento para que tomemos conciencia de la ideología, del poder blando. A veces, personas como yo, formadas en la teoría marxista, nos centramos en lo que hemos hablado mucho: los intereses materiales, los flujos de capital, los flujos de mercancías. Pero, en realidad, estamos viviendo un periodo de fluidez ideológica.
Y el movimiento neofascista, el movimiento sionista, tiene su propia ideología nueva. No es nueva, pero es una forma muy novedosa de decir: «Podemos trabajar con el nacionalismo». Los intereses de la clase trabajadora blanca de Estados Unidos o Gran Bretaña, que apoyan —por cierto, lo llaman paleoconservadurismo o nacionalismo populista de derecha—. Y tenemos que ser conscientes de que se trata de una enfermedad, digamos, de falsa conciencia —por parte de los trabajadores— que les lleva a apoyar a alguien como Donald Trump. O, como ha ocurrido ahora en Gran Bretaña, el Partido Reformista.
Este es un problema muy, muy peligroso. Lo hemos visto en muchas partes del Tercer Mundo, como en Brasil, con Bolsonaro; en Filipinas, con Duterte y ahora Marcos. Y hemos visto, en cierto sentido, un evangelismo cristiano de derecha que se ha alimentado de eso. Y creo que, ideológicamente, tenemos que tener cuidado. Hay una corriente de eso en Sudáfrica. Lo vemos en el gabinete con Gayton McKenzie. Lo vemos en las empresas blancas y, ya saben, en BizNews, y especialmente en Rob Hersov. Y lo vemos en las tendencias xenófobas de la Operación Dudula. Así que diríamos que hay cierta xenofobia, aislacionismo y proteccionismo que no se ajusta a este espíritu vital de solidaridad.
Del mismo modo, las otras ideologías de la clase dominante —el neoliberalismo y el neoconservadurismo— están amenazadas. Están cambiando. Se están volviendo menos diversas, menos tolerantes. Están acostumbradas a ser la captura neoliberal de la «diversidad, la equidad, la inclusión», por lo que se pueden encontrar neoliberales negros, neoliberales mujeres, neoliberales gays… Se puede encontrar todo un conjunto de, digamos, asimilación neoliberal. Y eso es un poco más difícil debido a la amenaza de esta derecha muy fascista, los paleoconservadores.
Y luego, a nuestra izquierda, tenemos a personas que dirían que los BRICS siguen representando un antiimperialismo. Discrepo profundamente con ellos, pero es estupendo tener estos debates. Todos son buenos compañeros, hay muchos en este país, en grupos importantes como el ANC, el Partido Comunista, los Luchadores por la Libertad Económica, el Partido MK, NUMSA, COSATU. Ya sabe, los principales líderes de nuestro propio terreno político dirían que los BRICS son aliados, que Rusia es antiimperialista, que China es socialista, cosas con las que estoy totalmente en desacuerdo.
Y luego están los keynesianos, que son personas que ven la necesidad de una reforma global y acogen a algunos de los participantes en los debates del G20 desde la izquierda. No tienen muchas posibilidades de éxito, pero es tremendamente importante.
Y creo que lo más importante de todo esto es lo que estamos haciendo en solidaridad con Palestina, con el clima, con Black Lives Matter, con el feminismo, con la justicia económica y la cancelación de la deuda. Y podríamos seguir y seguir. Todos estos movimientos de base y progresistas que incluyen a algunos intelectuales, como yo, que pueden tener un poco de espacio libre para contemplar estos vínculos. Y a eso lo llamaríamos el Movimiento por la Justicia Global. Creo que todavía tiene un espíritu que comenzó a mediados de la década de 1990, en un lugar de México llamado Chiapas, con los zapatistas. Alcanzó su punto álgido en un lugar llamado Seattle, cuando se cerró la Organización Mundial del Comercio. Y podríamos decir que el mayor éxito fue conseguir medicamentos antirretrovirales, ya que tenemos alrededor de 7,8 millones de sudafricanos que viven con el VIH. Y pueden obtener sus medicamentos porque derrotamos a la Organización Mundial del Comercio a principios de la década de 2000, para que dejaran de ser propiedad intelectual, se fabricaran de forma genérica y se distribuyeran gratuitamente por el Gobierno sudafricano.
Ese sería el tipo de espíritu al que aspiraría, que nos inspirara continuamente: desmercantilizar y desglobalizar el capital a través de la solidaridad internacional. Y creo que los movimientos sociales del mundo, los movimientos obreros, los movimientos feministas y, especialmente, los movimientos de apoyo a Palestina han sido ejemplares. Espero que el movimiento climático se ponga al día, porque, en cierto modo, esa es la mayor amenaza de todas. Y en un lugar como Sudáfrica, que tiene tanto carbón, y ese carbón se destina a Israel para alimentar un genocidio, es absolutamente imperativo que todos nos impliquemos y pongamos fin a esto.
Mariam: Y creo que es exactamente como usted ha dicho: el medio ambiente es casi la cuestión central en torno a la que giran todas las demás. Así que si somos capaces de centrarnos en el medio ambiente y en cómo afecta a todos los aspectos —económicos, políticos, sociales—, entonces podríamos crear una red de justicia global más cohesionada. Porque, como ha dicho, hay muchos movimientos diferentes, y quizá encontrar un tema común en torno al medio ambiente les daría una mayor cohesión.
Patrick: Sí, siempre y cuando no se trate de un mero movimiento ecologista y conservacionista. Tiene que haber justicia. Porque desde donde hablamos, Johannesburgo, la ciudad más desigual del mundo, que ha sido saqueada hasta los cimientos y ahora se desmorona en muchos aspectos cruciales, en el país más desigual y el tercero que más contribuye a la crisis climática, es decir, por emisiones per cápita y por unidad de producción económica. Es un lugar estupendo para hacer este trabajo. Y tenemos la gran suerte de contar con todos los diferentes activistas —desde la justicia económica, la justicia climática y, especialmente, la justicia para los palestinos— que pueden unirse.
Mariam: Muchas gracias, profesor Bond. Ha sido un placer tenerle aquí y esperamos volver a recibirle y, por supuesto, contar con usted en los próximos programas de Critical Currents.
8.Gaza como Vietnam.
Hace tiempo que no os paso los análisis de David Hearst, el director de Middle East Eye. Esta comparativa de la guerra de Gaza con Vietnam me parece que vale la pena, aunque no acabo de comprar el argumento. La historia nunca se repite exactamente igual. Como vemos, Occidente está dispuesta a permitir imperturbable un genocidio, si considera que los beneficios superan el coste, especialmente si es de imagen. Tenemos una memoria muy corta.
https://www.middleeasteye.net/opinion/israel-has-already-lost-gaza-war-it-just-doesnt-know-it-yet
Israel ya ha perdido la guerra de Gaza. Solo que aún no lo sabe
David Hearst
16 de mayo de 2025
Al igual que en Vietnam, dos factores pondrán fin a esta matanza: la determinación de los palestinos de permanecer en su tierra y la creciente indignación pública en Occidente
Palestinos caminan desde el sur hacia el norte de Gaza, el 27 de enero de 2025 (Omar al-Qattaa/AFP)
En el último episodio del programa de televisión «La Casa Blanca en Uber: cómo comprar por adelantado a un presidente de Estados Unidos», pareció, por un instante, que el presentador estaba leyendo el guion adecuado.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo en Arabia Saudí que el intervencionismo liberal era un desastre. Es cierto. Dijo que no se pueden romper y reconstruir naciones. La Rusia postsoviética, Afganistán, Irak, Libia y Yemen son testimonio de ello.
Detuvo los bombardeos en Yemen y revirtió décadas de sanciones contra Siria, bloqueando así dos de las rutas clave de Israel para dominar la región: dividir Siria y iniciar una guerra con Irán.
Digo «brevemente» porque, como Irán ya ha vivido muchas veces este guion en las negociaciones sobre su programa nuclear, lo que promete un presidente estadounidense y lo que cumple son dos cosas diferentes.
Entre los más sorprendidos por el anuncio de Trump de suspender las sanciones a Siria se encuentran sus propios funcionarios del Tesoro estadounidense. Resulta que el cese de las sanciones múltiples impuestas a Siria desde que Estados Unidos incluyó al país en su lista de Estados patrocinadores del terrorismo en 1979 no es tan fácil, ni será rápido ni exhaustivo.
Existe la Ley César de Protección Civil en Siria, que exige que el Congreso la derogue, aunque Trump podría suspender partes de ella por razones de seguridad nacional. Las sanciones en sí, una mezcla de órdenes ejecutivas y estatutos, podrían tardar meses en deshacerse. Hay margen para más giros inesperados.
Este episodio concreto del programa le costó a sus patrocinadores, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar, una suma astronómica de dinero, más de 3 billones de dólares y subiendo, lo que es mucho incluso para los estándares del Golfo.
Misión mortal
Hubo 600 000 millones de dólares de Arabia Saudí, 1,2 billones de dólares en acuerdos con Catar, un 747 para uso personal como presidente, una torre para el hijo de Trump, Eric, en Dubái, y mucho más por venir, incluidos acuerdos de criptomonedas con la empresa familiar de Trump, World Liberty Financial.
Los árabes más ricos competían entre sí para rendir tributo al último emperador de Washington.
Mientras se producía esta orgásmica exhibición de riqueza en Riad y Doha, Israel conmemoraba el aniversario de la Nakba de 1948 matando a tantos palestinos como pudo en Gaza.
El miércoles fue uno de los días más sangrientos en Gaza desde que Israel abandonó unilateralmente el alto el fuego. Casi 100 personas fueron asesinadas. Se lanzaron bombas antibúnker cerca del hospital europeo de Jan Yunis, en un ataque dirigido contra Muhammad Sinwar, el líder de facto de Hamás en Gaza. Su muerte no ha sido confirmada.
Al igual que el asesinato del difunto líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán, Israel estaba apuntando a un negociador clave en un momento en que pretendía negociar.
Mis fuentes me informan de que, justo antes de que Israel reanudara sus ataques el 18 de marzo, los líderes políticos de Hamás en el extranjero habían aceptado un acuerdo con los estadounidenses que habría supuesto la liberación de más rehenes a cambio de una prórroga del alto el fuego, pero sin garantía de que se pusiera fin a la guerra. Sin embargo, Sinwar lo rechazó y, en consecuencia, no se llevó a cabo.
La inutilidad, ya reconocida, de la campaña militar estadounidense contra el Viet Cong se refleja y amplifica en los intentos del ejército israelí de borrar a Hamás del mapa.
Si efectivamente Sinwar está muerto, llevará tiempo restablecer las comunicaciones seguras dentro de Hamás con uno de los varios hombres que ahora podrían ocupar su lugar.
Su intento de asesinato o su muerte son una prueba, si es que hacía falta alguna, de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no tiene intención de traer vivos a casa a los rehenes que quedan. Un acuerdo sobre los rehenes requiere que las fuerzas de Hamás mantengan el mando y el control. Una lucha guerrillera no necesita nada de eso.
La misión de Netanyahu en Gaza, que consiste en matar de hambre y bombardear a tantos de los 2,1 millones de palestinos que puedan salir del enclave, se ha vuelto tan clara, tan obvia, que ni siquiera la mal llamada comunidad internacional puede ignorarla ahora.
Tom Fletcher, subsecretario general de Asuntos Humanitarios de la ONU, dijo al Consejo de Seguridad: «Para los que han sido asesinados y aquellos cuyas voces han sido silenciadas: ¿qué más pruebas necesitan ahora? ¿Actuarán con decisión para impedir el genocidio y garantizar el respeto del derecho internacional humanitario?».
El presidente francés, Emmanuel Macron, calificó de «vergonzosa» la política de Israel en Gaza. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, calificó a Israel de «Estado genocida» en su intervención en el Parlamento, y señaló que Madrid «no hace negocios» con un país así.
Traición masiva
Pero ni una sola palabra de condena pública sobre el comportamiento de Israel en Gaza salió de los labios de Mohammed bin Salman, príncipe heredero y gobernante de facto de Arabia Saudí, ni del presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Zayed, ni del emir de Catar, Sheikh Tamim bin Hamad al Thani.
La farsa del Golfo fue una traición masiva para los palestinos, pero, como ellos saben muy bien, los gobernantes árabes tienen un historial de abandonarlos.
En el pasado, esperaban unos meses o años después de una derrota militar para hacerlo. Tras la guerra de 1967, los líderes árabes tardaron un tiempo en hablar de una solución pacífica para la Cisjordania ocupada y Gaza. Hoy, están abandonando a los verdaderos héroes del mundo árabe mientras mueren de hambre y bombardeos.
Tanto Hamás como Hezbolá se han visto gravemente debilitados, aunque me pregunto si los golpes que han recibido son definitivos. Pero Hamás sigue luchando sobre el terreno, como sigue demostrando el número de muertos militares israelíes en Gaza, del que se informa muy poco. Ningún guardia ha entregado a su rehén para salvar su propia vida.
El espíritu de resistencia en Gaza no ha sido derrotado. De hecho, los paralelismos con otra derrota histórica de las fuerzas coloniales, las francesas y las estadounidenses, no han hecho más que reforzarse.
En cierto sentido, no hay comparación entre Gaza y la guerra de Vietnam. La fuerza que Israel utiliza hoy en Gaza eclipsa a la empleada por John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson y Richard Nixon, los tres presidentes estadounidenses cuyos mandatos quedaron condenados por Vietnam.
En un lapso de ocho años, Estados Unidos lanzó más de cinco millones de toneladas de bombas sobre Vietnam, convirtiéndolo en el lugar más bombardeado de la Tierra. En enero de este año, Israel había lanzado al menos 100 000 toneladas de bombas sobre Gaza.
Dicho de otro modo, Estados Unidos lanzó alrededor de 15 toneladas de explosivos por kilómetro cuadrado sobre Vietnam, mientras que Israel ha lanzado 275 toneladas por kilómetro cuadrado sobre Gaza, una cifra 18 veces superior.
Dicho esto, hay otros puntos de comparación que saltan a la vista entre una guerra que sigue marcando a Estados Unidos hasta el día de hoy y la actual guerra en Gaza, que Netanyahu está decidido a recrudecer con su intento de reocupar el territorio de forma permanente.
Un déjà vu aplastante
La generación actual de observadores de la guerra solo puede experimentar una aplastante sensación de déjà vu cuando ve el relato minucioso y completo del conflicto en la nueva miniserie Turning Point: The Vietnam War.
La inutilidad, ya reconocida, de la campaña militar estadounidense contra el Viet Cong se refleja y amplifica en los intentos del ejército israelí de borrar a Hamás del mapa.
A medida que se ampliaba la participación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam y Washington tenía que abandonar la pretensión de que más de 16 000 soldados y pilotos estaban «asesorando» al ejército de Vietnam del Sur, tanto Washington como Saigón tuvieron claro que iban a tener que expulsar al Viet Cong del campo y recuperar el control gubernamental de unas 12 000 aldeas.
Probablemente nada volvió a los aldeanos del sur de Vietnam en contra de Estados Unidos y de su propio Gobierno en Saigón más rápido que el «Programa de Aldeas Estratégicas».
Se trataba de asentamientos fortificados donde los aldeanos que habían sido expulsados de sus tierras ancestrales por las tropas estadounidenses eran obligados a reasentarse. En la jerga de los noticiarios de la época, los aldeanos podían empezar una nueva vida purgados de los comunistas.
Como dijo Thomas Bass, autor de Vietnamerica: The War Comes Home: «Hay regiones enteras que se declaran zonas abiertas al ataque».
Estrechamente relacionado con esto estaba otro supuesto del programa de «pacificación» estadounidense, precursor de la contrainsurgencia actual. Este surgió de los problemas que tenían los soldados estadounidenses para distinguir a los civiles de los combatientes. La solución consistía en tratar como enemigos a todos los vietnamitas que se encontraran en una «zona de fuego libre» declarada y abrir fuego sin consultar a la cadena de mando.
Un exmarine estadounidense dijo: «Nos enseñaron que todos los vietnamitas eran libres de marcharse y que todos los que se quedaran formaban parte de la infraestructura del Viet Cong. Solo había que cazar a la gente y matarla, y se podía matar como se quisiera».
Se esperaba que los comandantes regresaran con un alto número de muertos. Todos los fallecidos, incluidas mujeres y niños, eran tratados como comunistas muertos: «Me dijeron que si matábamos a diez vietnamitas por cada estadounidense, ganaríamos», declaró otro veterano de Vietnam.
Los aldeanos morían de hambre en sus campamentos libres de Viet Cong porque habían perdido el acceso a sus arrozales. Sin embargo, el objetivo principal no era alimentarlos, sino limpiar el campo. El resultado fue que los aldeanos huyeron y el Viet Cong se acercó aún más a las ciudades.
En un momento dado, hasta el 70 % de los aldeanos que se alistaron voluntariamente en el Viet Cong eran mujeres. Tran Thi Yen Ngoc, del Frente de Liberación Nacional, dijo: «Nos llamaban Viet Cong, pero éramos el ejército de liberación. Todos éramos camaradas y nos considerábamos una familia. Cuando caía uno, otros cinco o siete daban un paso al frente».
«Un caos terrible»
Hay otras dos similitudes entre la actualidad y 1968: las protestas y los niveles de represión en los campus estadounidenses, y la medida en que los ejércitos estadounidense e israelí sintieron que tenían que deshumanizar a su enemigo antes de cometer atrocidades.
Tras la masacre de My Lai de 1968, en la que murieron alrededor de 500 civiles desarmados e inocentes en tan solo unas horas, el comandante estadounidense William Westmoreland dijo que la vida no tiene valor para los vietnamitas: «Los orientales no valoran la vida tanto como los occidentales».
Los líderes israelíes van mucho más allá que Westmoreland. Llaman a los palestinos animales humanos.
Tachar de antisemita la crítica legítima al genocidio ya no funciona. Esa puerta ya se ha cerrado.
De hecho, toda esta historia de hace décadas suena inquietantemente pertinente para la actualidad en Gaza y la Cisjordania ocupada.
En una entrevista el 29 de octubre de 2023, solo unas semanas después del inicio de la guerra, Giora Eiland, un general de división retirado, dijo que Israel no debería permitir la ayuda en el territorio: «El hecho de que nos estemos derrumbando ante la ayuda humanitaria a Gaza es un grave error… Gaza debe ser completamente destruida: un caos terrible, una grave crisis humanitaria, gritos al cielo».
Más tarde razonó: «Toda Gaza pasará hambre, y cuando Gaza pase hambre, cientos de miles de palestinos se enfadarán y se irritarán. Y la gente hambrienta es la que provocará un golpe contra [Yahya] Sinwar, y eso es lo único que le preocupa».
No ocurrió nada de eso, pero el razonamiento de Eiland se conoció como el «Plan de los Generales», que se aplicó inicialmente al norte de Gaza, donde quedaban 400 000 palestinos.
El plan de vaciar el norte de Gaza fracasó, ya que cientos de miles de personas regresaron a sus hogares durante el reciente alto el fuego, a pesar de que no quedaba nada de ellos.
Billete de ida
Pero la táctica de matar de hambre y despejar ha cobrado nueva vida en la actual operación militar de Israel, denominada «Carros de Gedeón». En lo que Netanyahu ha calificado repetidamente como la «fase final» de la guerra, el plan consiste en obligar a más de dos millones de palestinos a trasladarse a una nueva «zona estéril» alrededor de Rafah.
Los palestinos solo podrán entrar tras ser controlados por las fuerzas de seguridad. Y es un billete de ida: nunca podrán volver a sus hogares, que serán completamente demolidos.
«El [ejército israelí], en cooperación con el Shin Bet [la agencia de seguridad interna de Israel], establecerá puestos de control en las principales carreteras que conducen a las zonas donde se alojarán los civiles de Gaza en la zona de Rafah», dijo Ynet.
Netanyahu dijo el martes que podría aceptar un alto el fuego temporal en Gaza, pero no se comprometió a poner fin a la guerra contra el enclave palestino.
Lo que Vietnam hizo por LBJ y Nixon, Gaza lo hará por Netanyahu y su sucesor como primer ministro, probablemente Naftali Bennett. Según fuentes británicas que lo ven regularmente, Netanyahu está mucho más enfermo de cáncer de lo que se reconoce públicamente.
Dos factores pusieron fin a la guerra de Vietnam y, con ella, a más de un siglo de lucha para liberar al país de su amo colonial: la determinación de los vietnamitas y la opinión pública estadounidense.
Los mismos dos factores llevarán al pueblo palestino a su propio Estado: la determinación de los palestinos de quedarse y morir en su tierra, y la opinión pública occidental, que ya se está volviendo rápidamente en contra de Israel. Obsérvenlo con atención. Se está filtrando en la derecha y está firmemente establecido en la izquierda. Tachar de antisemita la crítica legítima al genocidio ya no funcionará. Esa bala ya ha sido disparada.
Esta guerra se libra tanto en Palestina como en los corazones y las mentes de Occidente, de donde surgió el proyecto sionista y del que es tan dependiente.
Israel puede ganar cada batalla, como hicieron los estadounidenses en Vietnam, pero perderá la guerra.
9. Resumen de la guerra en Palestina, 16 de mayo.
El seguimiento en directo de Middle East Eye.
https://www.middleeasteye.net/live/israel-gaza-palestinians-killed-genocide
En directo: Estados Unidos está considerando trasladar a un millón de palestinos de Gaza a Libia, según informa NBC News
Esto se produce después de que Trump admitiera que «mucha gente se está muriendo de hambre» en la Franja.
Puntos clave
Los ataques israelíes golpean Jabalia, Beit Lahia y Khan Younis el viernes
Hamás afirma que el enviado de Trump se ha retractado de su promesa de levantar el asedio
El número de muertos en Gaza supera los 53 119 desde el 7 de octubre de 2023
Actualizaciones en directo
Nuestro blog en directo cerrará en breve hasta mañana por la mañana.
Estos son los acontecimientos más destacados del día:
– La cadena Quds News Network informa de que el norte de Gaza está siendo objeto de intensos bombardeos durante la noche del viernes al sábado, con ataques aéreos centrados en objetivos en Beit Lahia y Jabalia. El ejército israelí había pedido anteriormente a los residentes de esas zonas que abandonaran la zona, pero estos han repetido en varias ocasiones que no hay ningún lugar seguro en Gaza.
– NBC News, citando a cinco funcionarios estadounidenses anónimos, informó el viernes que la administración Trump planea «reubicar» de forma permanente hasta un millón de palestinos en Libia. Hamás afirmó que no tiene conocimiento de tal plan.
– Drop Site News reveló que el enviado especial del presidente estadounidense Donald Trump a Oriente Medio, Steve Witkoff, prometió a Hamás que el bloqueo israelí de Gaza se levantaría 48 horas después de la liberación del soldado estadounidense-israelí Edan Alexander. No fue así.
– Trump admitió ante los periodistas en Abu Dabi que «mucha gente se muere de hambre» en Gaza. «Estamos pendientes de Gaza. Y vamos a ocuparnos de eso», afirmó.
– Israel criticó duramente al jefe de ayuda humanitaria de las Naciones Unidas por preguntar al Consejo de Seguridad si actuaría para «evitar el genocidio» en la Franja de Gaza, calificándolo de «inapropiado» e «irresponsable».
– Las negociaciones para el alto el fuego y el acuerdo sobre los rehenes entre Israel y Hamás siguen estancadas, según informó una fuente israelí al medio de comunicación israelí Haaretz.
El norte de Gaza, azotado por los ataques aéreos israelíes
La Quds News Network informa de que el norte de Gaza está siendo objeto de intensos bombardeos durante la noche del sábado, con ataques aéreos centrados en objetivos en Beit Lahia y Jabalia.
A primera hora del día, el ejército israelí ordenó a los residentes que abandonaran Jabalia ante la posibilidad de un nuevo ataque más intenso.
Según la Quds News Network, los soldados israelíes también están volando edificios residenciales desde tierra, además de los ataques aéreos.
Se espera que el número de muertos se conozca con mayor claridad por la mañana.
Israel critica al jefe de ayuda de la ONU por decir que hay un «genocidio» en Gaza
Israel criticó el viernes al jefe de ayuda de las Naciones Unidas por preguntar al Consejo de Seguridad si actuaría para «impedir el genocidio» en la Franja de Gaza, donde, según los expertos, se avecina una hambruna después de que Israel bloqueara hace 75 días el envío de ayuda al enclave palestino.
Durante una reunión informativa con los 15 miembros del organismo a principios de esta semana, el jefe de ayuda de la ONU, Tom Fletcher, dijo: «¿Actuarán de forma decisiva para impedir el genocidio y garantizar el respeto del derecho internacional humanitario?».
En una carta dirigida a Fletcher el viernes, el embajador de Israel ante la ONU, Danny Danon, lo acusó de pronunciar «un sermón político» y de utilizar la palabra genocidio como arma contra Israel, cuestionando con qué autoridad había hecho lo que Israel consideraba una acusación.
«Ha tenido usted la audacia, en su calidad de alto funcionario de la ONU, de presentarse ante el Consejo de Seguridad e invocar la acusación de genocidio sin pruebas, sin mandato y sin moderación», escribió.
«Fue una declaración totalmente inapropiada y profundamente irresponsable que destrozó cualquier noción de neutralidad».
– Información de Reuters
Estados Unidos planea «reubicar» hasta un millón de palestinos en Libia, según un informe
NBC News, citando a cinco funcionarios estadounidenses anónimos, informó el viernes que la administración Trump planea «reubicar» permanentemente hasta un millón de palestinos en Libia.
A cambio, Estados Unidos podría liberar a Libia miles de millones de dólares de fondos que fueron congelados hace más de una década, según NBC.
El representante de Hamás, Basem Naim, dijo a NBC News que no tiene conocimiento de tal plan.
La propia Oficina de Asuntos Consulares del Departamento de Estado de Estados Unidos tiene una advertencia de «Nivel 4 – No viajar» en su sitio web sobre Libia.
Esto se debe a «la delincuencia, el terrorismo, las minas terrestres sin detonar, los disturbios civiles, los secuestros y los conflictos armados», según el Departamento de Estado.
Macron: La situación en Gaza es «intolerable»
El presidente francés, Emmanuel Macron, reafirmó el viernes que considera inaceptable la crisis humanitaria en Gaza y añadió que espera discutir pronto el asunto con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente estadounidense, Donald Trump.
– Información de Reuters
Los usuarios de las redes sociales han acusado a varios de los panelistas que participaron en el programa Question Time de la BBC el jueves de parcialidad a favor de Israel, tras sus respuestas a una pregunta sobre la guerra de Israel en Gaza.
El programa de debate incluyó una pregunta de un miembro del público que preguntó si «el Gobierno del Reino Unido está ignorando el genocidio en Gaza».
Los usuarios de las redes sociales subrayaron que los panelistas, entre los que se encontraban el ministro laborista Peter Kyle, el diputado conservador Nigel Huddleston, el empresario tecnológico Alex Depledge y la columnista y locutora Sonia Sodha, se hicieron eco de diversas variantes de la opinión de que Israel tiene «derecho a defenderse».
Más información: Las reacciones en línea describieron las respuestas como «partidistas del genocidio»
Drop Site News reveló el viernes que el enviado especial del presidente estadounidense Donald Trump a Oriente Medio, Steve Witkoff, prometió a Hamás que el bloqueo israelí de Gaza se levantaría 48 horas después de la liberación del soldado estadounidense-israelí Edan Alexander.
Hamás liberó a Alexander el lunes en lo que pareció un gesto de buena voluntad hacia Trump, sin recibir a cambio a palestinos de las prisiones israelíes.
El bloqueo no se ha levantado y, según Haaretz, las conversaciones para el alto el fuego se han estancado.
«Era un acuerdo» alcanzado por «el propio Witkoff», declaró Basem Naim, miembro de la oficina política de Hamás, a Drop Site News.
«Si liberamos [a Alexander], Trump dará las gracias a Hamás por su gesto, obligará a Israel a abrir las fronteras al segundo día y permitirá que entre la ayuda en Gaza, y [Trump] pedirá un alto el fuego inmediato y que se entablen negociaciones para poner fin a la guerra», añadió.
«[Witkoff] no ha hecho nada de esto», afirmó Naim.
«No han violado el acuerdo. Lo han tirado a la basura».
Un grupo de líderes europeos exige a Israel que levante el bloqueo de Gaza
Una declaración emitida el viernes por los líderes de España, Noruega, Islandia, Irlanda, Luxemburgo, Malta y Eslovenia exige a Israel que levante el bloqueo total de Gaza, impuesto a principios de marzo.
«Instamos al Gobierno israelí a que revierta inmediatamente su política actual y levante por completo el bloqueo de Gaza», reza la declaración. «No permaneceremos en silencio ante la catástrofe humanitaria que se está desarrollando ante nuestros ojos».
El grupo también condenó «la creciente escalada israelí en Cisjordania, con el aumento de la violencia de los colonos».
Funcionario huzí: «Estados Unidos ha abandonado» a Israel
En respuesta a los ataques aéreos israelíes del viernes contra dos puertos yemeníes, la oficina de prensa de los huzíes emitió un comunicado en el que calificaba el ataque de «débil» y señalaba que «Estados Unidos ha abandonado» a Israel.
«Israel confirma hoy que es débil y que Estados Unidos lo ha abandonado, y nosotros haremos frente a cualquier agresión que intente detener nuestro apoyo a Gaza», decía el comunicado.
«Trabajaremos para aumentar la escalada mientras continúe la agresión contra nuestro pueblo en Gaza. Las principales amenazas israelíes no tienen ningún valor y el enemigo es incapaz de llevarlas a cabo».
Ataques aéreos israelíes golpean dos puertos yemeníes
Ataques aéreos israelíes golpearon dos puertos en Yemen el viernes, en un intento por atacar sitios controlados por los huzíes, informó Associated Press.
Los puertos fueron identificados como los de Hodeidah y al-Salif, según un funcionario israelí anónimo citado por The Jerusalem Post.
Trump reconoce la hambruna en Gaza y Hamás pide el levantamiento del bloqueo
El presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó el viernes que «mucha gente se está muriendo de hambre» en la asediada Franja de Gaza.
Los breves comentarios de Trump sobre Gaza se produjeron al término de su primera gira internacional de su segundo mandato, en la que visitó varios países del Golfo, pero excluyó a su aliado clave, Israel.
«Estamos pendientes de Gaza. Y vamos a ocuparnos de eso. Hay mucha gente pasando hambre», declaró Trump a los periodistas en Abu Dabi.
Mientras tanto, Hamás instó a Estados Unidos a presionar a Israel para que levante el bloqueo de Gaza tras la liberación de los rehenes.
Información de la AFP
Folletos israelíes ordenan a los residentes de Jabalia que huyan hacia el sur
El ejército israelí lanzó folletos sobre el campo de refugiados de Jabalia, ordenando a los residentes que evacuaran hacia el sur, mientras intensifica los ataques aéreos en toda Gaza, según un reportero de Al-Jazeera en el lugar.
En Jan Yunis, al menos 11 civiles, entre ellos tres niños, murieron en los últimos ataques israelíes. Las autoridades sanitarias de Gaza afirman que más de 120 personas siguen desaparecidas en el norte mientras continúan las labores de rescate.
Los medios locales informaron de que un dron israelí atacó tiendas de campaña que albergaban a personas desplazadas en Tel Al-Zaatar, al norte de Gaza, y las incendió.
Las negociaciones para el alto el fuego entre Israel y Hamás siguen estancadas
Las negociaciones para el alto el fuego y el acuerdo sobre los rehenes entre Israel y Hamás siguen estancadas, según ha informado una fuente israelí al medio de comunicación israelí Haaretz.
La fuente añadió que Israel está ampliando sus operaciones en Gaza, incluyendo «ataques preparatorios», y que Hamás no ha cedido en su posición sobre la propuesta estadounidense.
La fuente también afirmó que Estados Unidos se ha retirado de las negociaciones y que el enviado Steve Witkoff ya no participa activamente en ellas.
Otra fuente israelí ha declarado a Haaretz que no existe ningún canal de comunicación directo o activo entre Hamás y Estados Unidos. En su lugar, Hamás inició la liberación del rehén estadounidense-israelí Edan Alexander a través de Bishara Bahbah, presidente nacional de Árabes Americanos por Trump, quien a su vez se puso en contacto con Witkoff.
Un exencargado del equipamiento del Arsenal ha emprendido acciones legales contra el club de la Premier League tras ser despedido por unos comentarios en las redes sociales sobre Israel, Palestina y la guerra en Gaza.
Mark Bonnick, de 61 años, trabajó como miembro del personal de entrenamiento comunitario del club londinense durante 22 años y, en el momento de su despido el año pasado, trabajaba como encargado del equipamiento en la academia de jóvenes futbolistas del Arsenal.
Durante su etapa en el Arsenal, Bonnick afirma que trabajó con estrellas actuales y antiguas como Jack Wilshere, Bukayo Saka y Myles Lewis-Skelly, y que tenía intención de permanecer en el club hasta su jubilación.
Sin embargo, el 24 de diciembre del año pasado, Bonnick fue despedido de su trabajo, y el club le informó de que las publicaciones a favor de Palestina que había escrito en las redes sociales habían desacreditado al club.
Desde entonces, Bonnick afirma que ha tenido dificultades para encontrar trabajo y que ahora gana lo que puede haciendo trabajos ocasionales. Actualmente trabaja como obrero en una obra.
Más de 100 personas muertas en 24 horas y el número de víctimas en Gaza supera las 53 000
En las últimas 24 horas, los hospitales de Gaza han recibido 109 cadáveres y atendido a 216 heridos, según el Ministerio de Sanidad. Los equipos de protección civil afirman que muchas víctimas siguen atrapadas en las calles y bajo los edificios derrumbados, inaccesibles debido a los continuos bombardeos y a las restricciones de acceso.
Desde que Israel rompió el alto el fuego a mediados de marzo, sus ataques han causado la muerte de 2985 personas y heridas a 8173.
Desde el 7 de octubre de 2023, el asalto continuo de Israel a Gaza ha causado la muerte de al menos 53 119 personas y más de 120 214 heridos, según las últimas cifras de las autoridades sanitarias de Gaza.
Opinión: «Israel ya ha perdido la guerra de Gaza. Solo que aún no lo sabe».
En el último episodio del programa de televisión «La Casa Blanca en Uber: cómo comprar por adelantado a un presidente de Estados Unidos», pareció, fugazmente, que el presentador estaba leyendo el guion adecuado.
El presidente estadounidense, Donald Trump, dijo en Arabia Saudí que el intervencionismo liberal era un desastre. Es cierto. Dijo que no se pueden romper y reconstruir naciones. La Rusia postsoviética, Afganistán, Irak, Libia y Yemen son testimonio de ello.
Detuvo los bombardeos en Yemen y revirtió décadas de sanciones contra Siria, bloqueando así dos de las rutas clave de Israel para dominar la región: dividir Siria y empezar una guerra con Irán.
Digo «brevemente» porque, como Irán ya ha vivido muchas veces este guion en las negociaciones sobre su programa nuclear, lo que promete un presidente estadounidense y lo que cumple son dos cosas diferentes.
Entre los más sorprendidos por el anuncio de Trump de suspender las sanciones a Siria se encuentran sus propios funcionarios del Tesoro. Resulta que el cese de las sanciones múltiples impuestas a Siria desde que Estados Unidos incluyó al país en su lista de Estados patrocinadores del terrorismo en 1979 no es tan fácil, ni será rápido ni exhaustivo.
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Colonos israelíes agreden a activistas extranjeros en Hebrón
Tres activistas extranjeros fueron agredidos físicamente el viernes por colonos israelíes en la zona de Massar Yatta, al sur de Hebrón, según la agencia de noticias palestina Wafa.
El activista palestino Osama Makhamreh dijo a Wafa que los colonos golpearon a los activistas «mientras documentaban los ataques contra pastores y agricultores en la zona de Susiya, en Massar Yatta».
Se han denunciado a diario actos de violencia de colonos israelíes contra palestinos, con continuos ataques contra las propiedades de pastores y otros residentes en Massar Yatta y sus alrededores.
Israel vuelve a invadir el norte de Gaza en una «noche sangrienta» de bombardeos
Israel lanzó el viernes una nueva ofensiva terrestre en el norte de la Franja de Gaza bajo el amparo de intensos bombardeos, que causaron decenas de muertos y heridos entre la población palestina.
Según el director del hospital al-Awda, en el norte de Gaza, al menos 100 personas murieron y muchas más resultaron heridas, entre ellas mujeres y niños, durante una «noche sangrienta» de ataques implacables.
Los bombardeos aéreos y de artillería, junto con los bombardeos navales, tuvieron como objetivo varias zonas del noroeste de la Franja de Gaza.
Varias viviendas habitadas en Beit Lahia y Jabalia quedaron arrasadas, con decenas de cadáveres recuperados, mientras que otras muchas personas siguen atrapadas bajo los escombros.
El norte de la Franja de Gaza ha sido duramente golpeado en anteriores ataques aéreos y terrestres israelíes a lo largo de los 19 meses de guerra.
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Palestinos atrapados intentan huir bajo el fuego en el norte de Gaza
Los servicios de emergencia de Gaza informaron el viernes que los palestinos han intentado sin éxito evacuar las zonas de incursiones israelíes en el norte de Gaza bajo fuego.
Anteriormente, se informó de que los palestinos habían comenzado a huir de las zonas de Beit Lahiya y Jabalia en dirección a la carretera principal de la Franja.
Según el portavoz de la defensa civil de Gaza, el servicio carece de personal suficiente y no puede llegar a los lugares donde se han registrado disparos.
«El personal de emergencia no puede rescatar a las personas atrapadas bajo los escombros a pesar de oír sus gritos», dijo el portavoz.
Jordania reitera su llamamiento a un alto el fuego inmediato en Gaza
El rey Abdullah II de Jordania ha reiterado este viernes su llamamiento al restablecimiento urgente del alto el fuego en la Franja de Gaza, durante una conversación telefónica con el vicepresidente estadounidense JD Vance.
Según la agencia de noticias jordana Petra, el rey Abdullah reiteró la necesidad de restablecer inmediatamente el alto el fuego en Gaza, reanudar el flujo de ayuda humanitaria y detener la escalada de violencia en los territorios ocupados de Cisjordania y Jerusalén.
El rey también ha destacado la importancia de crear un horizonte político para lograr una paz justa y global sobre la base de la solución de dos Estados.
Opinión: «¿Por qué el muro de silencio sobre el genocidio de Gaza está empezando a resquebrajarse?».
¿Quién hubiera imaginado hace 19 meses que se necesitaría más de un año y medio de matanzas y hambre infligidas por Israel a los niños de Gaza para que aparecieran las primeras grietas en lo que ha sido un muro sólido como una roca de apoyo a Israel por parte de las instituciones occidentales?
Por fin, parece que algo está a punto de ceder.
El diario financiero del establishment británico, el Financial Times, fue el primero en romper filas la semana pasada para condenar «el vergonzoso silencio de Occidente» ante el ataque asesino de Israel contra el pequeño enclave.
En un editorial —que es, en la práctica, la voz del periódico—, el FT acusó a Estados Unidos y Europa de ser cada vez más «cómplices» mientras Israel convertía Gaza en «inhabitable», en alusión al genocidio, y señaló que el objetivo era «expulsar a los palestinos de su tierra», en alusión a la limpieza étnica.
Por supuesto, ambos graves crímenes de Israel son evidentes no solo desde la violenta salida de Gaza de Hamás el 7 de octubre de 2023, sino desde hace décadas.
Más información: «Por qué el muro de silencio sobre el genocidio de Gaza está empezando a resquebrajarse»
Colonos israelíes atacan a palestinos en la Cisjordania ocupada
Colonos israelíes han llevado a cabo ataques contra vehículos de propiedad palestina en varias zonas de la Cisjordania ocupada.
Según las informaciones, los actos violentos se produjeron en las localidades de Bruqin, al oeste de Salfit, y en la zona de la llanura de Ramin, al este de Tulkarm.
La cadena Quds News Network informa ahora de que milicias de colonos israelíes han atacado el pozo de agua de Masoudiya, al noroeste de Nablus, y han quemado el vehículo del guardia.
Las fuerzas israelíes rodean una escuela que alberga a palestinos desplazados en Gaza
Las fuerzas israelíes han rodeado una escuela que alberga a palestinos desplazados en el norte de la Franja de Gaza, según el medio Al Araby.
Según los informes, el ejército israelí también ha llevado a cabo bombardeos continuos en Jabalya y Beit Lahiya, en el norte de Gaza.
«No hay ningún lugar seguro para los niños en Gaza», afirma la directora de Unicef
La directora del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Catherine Russell, condenó el viernes la matanza de niños en Gaza por parte de Israel y afirmó que el mundo debería estar conmocionado por la muerte de 45 niños en los ataques aéreos israelíes en solo dos días.
La matanza de niños en Gaza «se ha recibido en gran medida con indiferencia».
«Más de un millón de niños en Gaza corren el riesgo de morir de hambre. Se les priva de alimentos, agua y medicinas», escribió Russell en una publicación en X.
«Ningún lugar es seguro para los niños en Gaza», afirmó.
Estas son algunas de las últimas noticias sobre Gaza y toda la región:
- Al menos dos personas han muerto por los bombardeos israelíes que han tenido como objetivo zonas residenciales para palestinos desplazados en Beit Lahiya, según Al Jazeera Arabic
- El ejército israelí afirmó que mató a cinco palestinos en la Cisjordania ocupada el jueves después de que un colono israelí muriera en un tiroteo en la zona
- Fuentes médicas en Gaza afirman que al menos 21 personas han muerto en los ataques israelíes en las cinco horas transcurridas desde la medianoche hora local en Gaza.
- Colonos israelíes han irrumpido en la localidad de Bruqin, al oeste de Salfit, en la Cisjordania ocupada, y han incendiado una bandera palestina y varios vehículos de propiedad palestina.
- En el oeste del campo de Jabalia, en el norte de Gaza, al menos dos personas han muerto y varias más han resultado heridas después de que el ejército israelí bombardease una casa en al-Fakhoura.
- Hemos estado informando sobre el ataque aéreo del ejército israelí en la zona de Beit Lahiya, en el norte de Gaza, durante las últimas horas.
- Cientos de residentes de Beit Lahiya han huido de la zona para escapar de los bombardeos israelíes.