Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. Cómo reactivar el movimiento de países no alineados.
2. Cambio climático y salud laboral.
3. Kurdos contra yazidíes.
4. De vuelta al Debate Brenner.
5. Equilibrio inestable.
6. Recuerdo de Thomas Sankara.
7. Paul Mason: el candidato perpetuo.
8. OIT y lucha de clases.
9. Una pica en Asia central.
1. Cómo reactivar el movimiento de países no alineados
La propuesta de Boaventura de Sousa para una «no alineación» para un mundo muy diferente del de 1955.
La no alineación hoy
Boaventura de Sousa Santos16 de mayo de 2024
Publicado originalmente por Z. Siéntete libre de compartirlo ampliamente.
El movimiento original de no alineación se produjo en 1961, tras la Conferencia de Bandung (Indonesia) celebrada en 1955, a la que asistieron 29 países, casi todos recién liberados del colonialismo europeo. Representaban el 54% de la población mundial, pero su peso en la economía mundial era casi nulo.
En 1955, el no alineamiento significaba querer decidir el modelo de desarrollo nacional sin tener que adherirse a ninguno de los dos modelos rivales vigentes en aquel momento: el bloque soviético comunista y el bloque occidental capitalista. El concepto de Tercer Mundo nace de esta aspiración. Las rivalidades entre ambos empezaban a cristalizar en la Guerra Fría. Las diferencias entre ambos eran tan grandes que apuntaban a dos modelos de civilización. De hecho, la idea del «hombre nuevo» había surgido desde principios del siglo XX en Europa como una nueva idea civilizadora, tanto en la versión soviética como en las versiones fascista y nazi, y apuntaba a algo ideológicamente muy distinto de la norma capitalista que, después de 1918, dictaba cada vez más Estados Unidos. Las diferencias entre los participantes son bien conocidas. El uso de la fuerza y la guerra para resolver los conflictos, que había dominado la política internacional desde el siglo XIX, fue la cuestión más unánime. El bloque soviético tenía una ventaja comparativa, ya que, desde el Congreso de los Pueblos del Este celebrado en Bakú (Azerbaiyán) en 1920, había reconocido el papel de los movimientos de liberación colonial en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo. Pero, como señala S. Gopal, el no alineamiento era sobre todo un estado de ánimo, el espíritu de Bandung. El periodista afroamericano Richard Wright, que estuvo presente en Bandung, describe así el ambiente de Bandung: «Sólo los hombres morenos, negros y amarillos que, bajo los rigores de la dominación colonial, habían sido durante mucho tiempo angustiosamente conscientes de su raza y su religión, podían sentir la necesidad de una reunión así. Había algo extra-político, extra-social, casi extra-humano en ello; olía a maremotos, a fuerzas naturales. Y la convocatoria no se había hecho en términos ideológicos. El orden del día y el tema estaban escritos desde hacía siglos en la sangre y los huesos de los participantes. Las condiciones en las que habían vivido esos hombres se habían convertido en su tradición, su cultura, su razón de ser».
Los entonces jóvenes países de lo que hoy se conoce como el Sur global querían hacer valer sus intereses nacionales mediante la cooperación para centrarse en ellos y no en los intereses que les dictaba el Norte global. Estos intereses incluían el anticolonialismo, el antirracismo, salir del subdesarrollo y ampliar las zonas de paz.
Desde el principio, el Movimiento de Países No Alineados fue contestado por Estados Unidos, ya que las ideas de neutralidad, neutralismo o no alineamiento eran anatema para Estados Unidos, mientras que la URSS presionaba para intensificar su orientación antiimperialista. Como consecuencia, los desacuerdos aumentaron y el movimiento perdió relevancia, que se agravó con el final de la Guerra Fría.
En 2024, la situación geopolítica y económica del mundo es muy diferente a la de 1955. ¿Qué sentido tiene hoy hablar de no alineamiento? ¿No alineación entre qué y para qué? Un breve repaso de la situación geopolítica actual nos ayudará a definir el posible contenido político del no alineamiento. Anticipo que el nuevo no alineamiento es tan necesario hoy como lo era en 1955, aunque con un contenido político e ideológico muy diferente. Distingo entre no alineamiento débil y no alineamiento fuerte.
El contexto geopolítico
Vivimos en un mundo multipolar (o incluso bipolar), aunque muy diferente del mundo de 1955. Hoy en día, los dos polos de atracción geopolítica son Estados Unidos y China, y las rivalidades entre ellos se están intensificando. Está surgiendo una nueva Guerra Fría, nada que ver con la que existió entre la Unión Soviética y EEUU. En este sentido, 1955 y 2024 son distintos en tres aspectos principales.
1.Mientras que en 1955 las diferencias entre los dos polos eran enormes, uno comunista y el otro capitalista, hasta el punto de señalar opciones civilizatorias diferentes, hoy esas diferencias son mucho menores. Es cierto que los discursos y la autodescripción de los regímenes apuntan a realidades muy distintas, pero en realidad las diferencias son considerablemente menores. Basta recordar que hasta hace muy poco China era considerada un socio estratégico de EEUU, algo que nunca ocurrió con la Unión Soviética. Aunque existe un debate sobre la naturaleza del régimen económico chino (¿comunismo, socialismo, capitalismo de Estado?), la evolución de China en los últimos treinta años y el papel que ha desempeñado en la globalización de la economía dejan cada vez más claro que estamos ante dos variantes de un mismo modelo capitalista: por un lado, el capitalismo multinacional con capital financiero globalizado (EE.UU.) y, por otro, el capitalismo de Estado con control estatal del sector financiero (China). Visto desde esta perspectiva, los dos sistemas tienen más en común de lo que podría pensarse. Las diferencias son importantes, pero se producen dentro del mismo modelo de desarrollo económico capitalista. La opción socialista tal como se concibió en 1955 ha desaparecido. Y con ella, su opuesto también ha desaparecido del léxico económico: hoy no se habla de capitalismo, sino de economía de mercado, como si los mercados, que siempre han existido, hubieran sido siempre capitalistas.
2.La segunda diferencia con respecto a 1955 es que entonces existía una diferencia radical entre los países democráticos (porque eran multipartidistas) y los países autocráticos (porque eran unipartidistas), aunque estos últimos pretendían ser otro tipo de democracia: democracia popular, democracia desarrollista. Hoy, las diferencias son mucho más tenues dada la degradación de las democracias liberales en los últimos treinta años. No es exagerado decir que mientras China es una autocracia unipartidista, Estados Unidos es una autocracia bipartidista. De hecho, así lo afirmó con extraordinaria clarividencia el Presidente Julius Nyerere en 1991: «Estados Unidos es una democracia según algunas definiciones y no según otras. Es una plutocracia, pero el nativo tiene voto; ¡así que es una democracia! Pero Estados Unidos tiene mucha suerte. Hay dos partidos; ¡pero en realidad son un solo partido! Ambos partidos están de acuerdo en los objetivos nacionales básicos. Internamente, ambos son muy capitalistas. Externamente, ambos son imperialistas. Así que sus políticas no difieren mucho. No fue Kennedy quien planeó la Bahía de Cochinos. Lo planeó Eisenhower y Kennedy lo llevó a cabo, es decir, intentó llevarlo a cabo. Así que básicamente están de acuerdo». Obviamente, las diferencias son significativas, especialmente en el frente interno, pero en términos de geopolítica se traducen en la diferencia entre una autocracia monolítica y una autocracia pluralista.
3.La tercera diferencia con respecto a 1955 es la aparición de la cuestión ecológica. En aquella época, la cuestión no pasaba de ser una especulación filosófica en el Norte Global, y cuando los países del Sur Global se ocupaban de ella, la llamaban de otra manera, como la lucha por la tierra, la reforma agraria o el control de las explotaciones mineras. La situación ha cambiado radicalmente desde entonces y hoy en día sólo China es responsable del segundo mayor porcentaje de emisiones de dióxido de carbono, después de Estados Unidos. Por su parte, los países del Sur global han centrado sus reivindicaciones en la responsabilidad histórica de los países del Norte global y, si no se distinguen por ser más activos en los procesos de transición ecológica, es porque a menudo son víctimas de estos procesos cuando son adoptados por el Norte global, el llamado colonialismo energético. En resumen, también en este ámbito los dos polos parecen más similares que diferentes. La no alineación entre los dos polos puede significar nada más que elegir entre la tormenta y la inundación. En vista de ello, el nuevo no alineamiento tiene hoy muchas dimensiones, todas ellas urgentes. Distingo dos principales, que denomino, a falta de un término mejor, no alineamiento débil y no alineamiento fuerte.
No alineación débil
Como expliqué en mi resumen anterior, el mundo multipolar actual es un sistema único con dos variantes principales. Entre ellas se encuentra el crecimiento de una Guerra Fría que, al no estar regulada (al contrario que la anterior), podría deslizarse en cualquier momento hacia una guerra caliente. El no alineamiento débil tiene lugar dentro de este sistema sin desafiarlo en su conjunto. Pero no creas que las opciones son débiles o no entrañan riesgos, sino todo lo contrario. El no alineamiento débil o intrasistémico tiene dos características principales, y ambas implican activismo.
Neutralidad activa. No apoyar y hacer todo lo posible para evitar el estallido de la guerra entre los dos bloques. La neutralidad activa es lo que antes se llamaba neutralismo. No se trata sólo de mantenerse al margen de los conflictos de forma aislacionista y no intentar intervenir en ellos. Al contrario, implica políticas de intervención activa para promover soluciones pacíficas y evitar que se produzcan guerras. Dada la globalización y la interdependencia de la economía y del mundo, la neutralidad activa será más eficaz si se lleva a cabo a escala regional y no en nombre de países aislados. La neutralidad activa es asimétrica. Nadie en el Sur global cree que China quiera una guerra con Estados Unidos. La historia nos enseña que los imperios en ascenso avanzan creando zonas de influencia mediante beneficios desiguales pero recíprocos. La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) es la afirmación más poderosa de esto en la actualidad. Nadie en el Sur global cree que Rusia sea un país militarmente expansionista. Al contrario, ha sido históricamente víctima del expansionismo europeo, habiendo sido invadida dos veces desde el siglo XIX por dos potencias europeas, la Francia de Napoleón y la Alemania de Hitler. Rusia se defiende de una nueva forma de expansionismo, esta vez euro-norteamericano, la OTAN. De hecho, la guerra ruso-ucraniana, al igual que la guerra israelo-palestina, tiene el mismo objetivo de frenar al gran rival de Estados Unidos, China, neutralizando a sus aliados más importantes, ya sea Rusia o Irán. Los imperios en decadencia, como EEUU, se afirman mediante la guerra, cuando ni siquiera están dominados por la maquinaria bélica permanente alimentada por el complejo militar-industrial. En la actualidad, Estados Unidos tiene ochocientas bases militares en todo el mundo.
La neutralidad activa exige no participar en pactos militares, ya sean promovidos por EEUU o por China. Requiere distanciarse militarmente de cualquiera de ellos y promover iniciativas pacíficas de mediación y negociación, especialmente desde una base regional, ya sea África o América Latina. El poder económico de algunos de los países del Sur global puede ser suficiente para tener algún impacto en la detención de la guerra que se avecina.
No alineamiento activo. Este concepto ha sido acuñado recientemente en un libro de Carlos Fortin, Jorge Heine y Carlos Ominami, (Eds), Latin American Foreign Policies in the New World Order: The Active Non-Alignment Option(2023). En primer lugar, cabe señalar que la neutralidad activa y el no alineamiento activo son dos políticas interdependientes: cuanto más intensa y tensa sea la rivalidad militar entre EEUU y China, menor será el margen de maniobra de los países del Sur global para llevar a cabo políticas de no alineamiento activo.
Tomando a América Latina como foco de su análisis, los autores señalan que el adjetivo «activo» tiene un fuerte significado porque implica la política de una región que hoy tiene un peso significativo en la economía mundial y fuertes relaciones tanto con China (principal inversor) como con EEUU. En línea con lo que sostengo aquí, el no alineamiento activo forzaría a América Latina a salir de los acuerdos militares con EE.UU. porque éstos estarán cada vez más orientados a forzar a América Latina a un alineamiento activo con EE.UU. en todos los ámbitos: militar, económico, instituciones internacionales, etc.
Surgen dos cuestiones complejas. En el frente económico, la situación es dilemática. Mientras Estados Unidos sigue defendiendo la pertinencia económica del neoliberalismo a pesar de todos sus fracasos y de la aparición de versiones extremistas (Javier Milei en Argentina, Daniel Noboa en Ecuador, Nayib Bukele en El Salvador), China propone un capitalismo no neoliberal con una fuerte intervención del Estado y un control estatal del capital financiero. En este ámbito, es difícil prever una tercera vía. A nivel político, EE.UU. exige actualmente no sólo alineamiento, sino vasallaje, tanto en Europa como en América Latina. Además, después de Hugo Chávez, América Latina no ha vuelto a tener un líder interesado en una política autónoma para el continente. La esperanza reside ahora en Lula da Silva, Presidente de Brasil, sin duda uno de los líderes más respetados del mundo. Pero Lula está obligado a centrarse en los problemas internos del país, dado el nivel de destrucción y degradación institucional durante el período de Bolsonaro y el hecho de que Lula tiene a la mayoría de la legislatura en su contra y sólo una insincera tolerancia por parte de amplios sectores de las Fuerzas Armadas.
En cuanto a la neutralidad activa, quizá el continente africano tenga ventaja sobre América Latina (a pesar de la creciente presencia militar estadounidense en África), mientras que América Latina tiene ventaja en la no alineación activa. Una articulación entre África y América Latina podría ser prometedora en este ámbito. Por su parte, India estará atenta a esta evolución y, si se implica activamente, la propuesta de no alineamiento activo (quizá combinada con la neutralidad activa) tendrá otra fuerza.
El no alineamiento débil contiene una tensión que tenderá a aumentar con el tiempo. Al igual que en el no alineamiento original el bloque soviético ofrecía ventajas difíciles de rechazar, lo mismo ocurre ahora con China. De hecho, la idea de no alineamiento se asocia a menudo con el Sur global y la organización más consistente de este espacio geopolítico es el BRICS+, en el que China desempeña un papel destacado. ¿Hasta qué punto es posible hablar de no alineación? Hasta cierto punto, India, aunque sigue perteneciendo a los BRICS, está mostrando una autonomía que podrían seguir otros países. A medida que más países (cuarenta candidatos) se unan al grupo, también aumentará la heterogeneidad política. En el campo de la no alineación débil, nos dirigimos hacia una solución asimétrica de mayor proximidad a China, pero manteniendo distancias determinadas por intereses nacionales o lealtades regionales. Si, en esencia, se trata de un alineamiento condicional, estoy seguro de que China lo aceptará. No ocurriría lo mismo con Estados Unidos, que hoy, más que nunca, exige un alineamiento incondicional.
Fuerte no alineación
El no alineamiento fuerte se basa en la idea de que vivimos en una época de transición entre paradigmas civilizatorios, entre el paradigma de la civilización occidental cuya dominación global comenzó con la expansión colonial europea y uno o varios paradigmas emergentes que aún están por determinar. Estamos, pues, en una época de interregno en el sentido que le da Antonio Gramsci: el viejo paradigma aún no ha muerto del todo y el nuevo aún no se ha manifestado de forma creíble, una época de monstruos o fenómenos morbosos, como añadía Gramsci. Desde esta perspectiva paradigmática, vivimos en una sociedad capitalista globalizada en la que las rivalidades oficialmente reconocidas pretenden perpetuar el sistema cambiando de protagonistas. Los cambios son a largo plazo, seculares, pero también pueden ser el resultado de catástrofes que aceleran los procesos históricos. En la mayoría de los casos, los cambios son cuantitativos durante mucho tiempo y se producen sin ser detectados por el radar geoestratégico. En algún momento, sin embargo, el mundo se enfrenta a un cambio cualitativo de paradigma.
Sin embargo, son los cambios dentro de cada una de las variantes los que resultan significativos para los colectivos humanos que han sido socializados en ellas, por lo que las insatisfacciones, demandas o aspiraciones de estos colectivos rara vez ponen en cuestión la variante en su conjunto. Para que esto ocurra se necesitan agentes externos, lo que en la contrainsurgencia norteamericana se denomina cambio de régimen. La asimetría entre las dos variantes (EEUU y China) es que la variante ascendente (China) no necesita recurrir a esta estrategia porque dispone de otros mecanismos de atracción que, sin requerir la aceptación del sistema chino, neutralizan la hostilidad que pueda existir hacia su régimen político o sus procesos e intereses geoestratégicos. En cualquier caso, el cambio de variante no altera la permanencia del actual paradigma civilizatorio basado en el crecimiento económico infinito y la explotación del trabajo y la naturaleza. El no alineamiento fuerte pretende cambiar el paradigma y por ello propone tanto el distanciamiento como el no alineamiento con cualquiera de las dos variantes actuales. Como el paradigma actual nació en el Norte global, el no alineamiento fuerte, aunque promovido sobre todo por movimientos sociales del Sur global, pretende acabar con este último, como consecuencia lógica del fin del Norte global. Sólo existe un Sur global porque existe un Norte global.
La especificidad de la no alineación fuerte es la cuestión epistémica. Básicamente, se trata de saber qué tipo de conocimiento debe guiarnos para comprender el paradigma actual y establecer el marco para su transformación. El no alineamiento débil se conforma con las epistemologías desarrolladas en el Norte global basadas en la prioridad exclusiva de la ciencia/tecnología moderna porque fue esta epistemología la que, junto con el derecho moderno y el Estado moderno, legitimó la construcción del paradigma capitalista occidental cuyos fundamentos el no alineamiento débil no cuestiona.
Por el contrario, el no alineamiento fuerte cuestiona estos fundamentos y, para ello, no puede recurrir exclusivamente a los conocimientos que los sustentan. El no alineamiento fuerte requiere nuevas epistemologías que he denominado epistemologías del Sur, en las que el Sur no es geográfico ni siquiera geopolítico. Muy brevemente, las epistemologías del Sur consisten en los procesos de validación de conocimientos distintos de los científicos, conocimientos nacidos en las luchas contra la dominación occidental moderna -dominación capitalista, colonialista y patriarcal- por parte de los grupos sociales que más han sufrido esta dominación: trabajadores, pueblos colonizados, pueblos indígenas, campesinos, mujeres. En sus luchas, siempre ha circulado una pluralidad de saberes, entre ellos los científicos, pero también los ancestrales, populares y vernáculos. Estos conocimientos no científicos han sido despreciados, suprimidos y prohibidos por las epistemologías del Norte global, un proceso que yo llamo epistemicidio. Las epistemologías del Sur consideran que la ciencia moderna (en sí misma internamente muy diversa) es un saber válido y de hecho precioso, pero que no es el único saber válido y precioso, y que por tanto debe ser capaz de dialogar con otros saberes. Las epistemologías del Sur pretenden recuperar estos saberes de otro modo, en la medida en que pueden ayudarnos a pensar y legitimar el nuevo paradigma civilizatorio. No se trata de una adopción o celebración incondicional y romántica de alguna edad dorada del pasado con la que puedan relacionarse esos saberes. Se trata de invertir en la diversidad epistémica del mundo para hacer posible un futuro más justo en las relaciones entre los humanos y más equitativo entre los humanos y la naturaleza.
Propuestas para un no alineamiento fuerte
1. Tenemos derecho a ser iguales cuando la diferencia nos hace inferiores; tenemos derecho a ser diferentes cuando la igualdad nos caracteriza erróneamente.
2. No hay derechos sin deberes. Los deberes deben existir en proporción a la capacidad de impedir la violación de los derechos humanos y deben exigirse en proporción a las consecuencias que puedan derivarse de dicha violación. Los deberes no pueden limitarse a la esfera ética. Deben ser exigidos por los ordenamientos jurídicos existentes y futuros.
3. Se reconocen los derechos de la naturaleza, entendida como el principio vital que sustenta la vida humana y no humana en el planeta. Los deberes correspondientes incumben al Estado, a las comunidades y a los ciudadanos. Las violaciones más graves de estos derechos constituyen un nuevo crimen contra la humanidad/naturaleza: el ecocidio.
4. El respeto a la vida y a la dignidad implica reconocer la infinita diversidad de formas de conocer y vivir (en) el mundo y concebir la vida, la dignidad, el vivir bien y el vivir bien juntos.
5. El derecho a la educación debe entenderse como el derecho a conocer el mundo diversidad de formas de conocer así como derechos y deberes entre los seres humanos y en sus relaciones con la naturaleza. 6. La educación, en general, y la universidad, en particular, deben reformarse para intervenir eficazmente en la disputa de narrativas sobre la transición paradigmática que se avecina en las próximas décadas.
6.Los diferentes modelos de desarrollo, incluidos los modelos de desarrollo alternativo, deben dar paso a alternativas al desarrollo: desmercantilización, descolonización, despatriarcalización y democratización. Se prohíbe la obsolescencia programada de los productos industriales.
7. Los bienes comunes son todos los bienes que deben ser compartidos por todos los seres humanos, hombres y mujeres, sin discriminación, ya que son esenciales para que florezca la vida y prevalezca la dignidad. Se reconoce el derecho al libre acceso a bienes comunes fundamentales como el agua, el aire, el espacio, los bosques, los ríos, los mares, las semillas, el espacio público, la cultura, la educación, la salud, la electricidad, la información, la comunicación e internet.
8. La soberanía alimentaria debe ser uno de los principios rectores de la política agrícola. Los pueblos indígenas, los descendientes de esclavos y los campesinos tienen derecho a sus territorios ancestrales y a su subsuelo.
9. La renta básica universal es uno de los instrumentos importantes para combatir la creciente vulnerabilidad de los trabajadores y sus familias, sobre todo teniendo en cuenta el impacto de la inteligencia artificial en los procesos de producción.
10. La salud es un bien público, no un negocio. Las vacunas son un bien común, público y universal. Deben producirse teniendo en cuenta los intereses del pueblo y estar disponibles para un acceso gratuito y universal. En cuanto se declare una pandemia o una emergencia de igual gravedad, se levantarán todos los embargos y sanciones económicas que impidan a los países afectados proteger la vida de sus ciudadanos.
11. Debe garantizarse la deslocalización industrial de los bienes necesarios para garantizar la protección de la vida en las emergencias recurrentes que probablemente caracterizarán las próximas décadas. Por la misma razón, las pequeñas empresas y las tiendas locales deben ser las principales formas de distribución de productos a los consumidores.
12. Debido a su huella ecológica, la industria turística internacional debería ser cada vez menos importante en términos de creación de riqueza y empleo.
13. El derecho a la urbanidad es tan válido como el derecho a la ruralidad. Urge un nuevo tipo de relación entre el campo y la ciudad. El campo no precede a la ciudad, ni la ciudad representa un estadio superior de convivencia que el campo. Hay que redimensionar las ciudades y darles un nuevo sentido y dignidad.
14. La deuda pública de los países periféricos debe ser cancelada siempre que su peso les impida cumplir los objetivos anteriores. 15. Tan pronto como se declare una pandemia o una emergencia de igual gravedad, deben levantarse todos los embargos y sanciones económicas que impidan a los países afectados proteger la vida de sus ciudadanos.
Conclusión
El no alineamiento débil es la condición necesaria para pensar en el no alineamiento fuerte. A su vez, el no alineamiento fuerte es el horizonte utópico hacia el que debe tender el no alineamiento débil si no quiere convertirse en un placebo para los males que hoy padece la buena conciencia internacionalista. Sin un horizonte posoccidental, las luchas del no alineamiento no impedirán que el capitalismo sea cada vez más violento con los seres humanos y la naturaleza.
Se trata de redistribuir más equitativamente el miedo y la esperanza. Hoy en día, las grandes mayorías tienen demasiado miedo ante las vicisitudes de su vida cotidiana y muy poca esperanza de que las cosas mejoren, mientras que una ínfima minoría tiene demasiada esperanza de que el mundo siga garantizándoles sus privilegios y muy poco miedo de que no lo haga, porque están convencidos de que han eliminado o cooptado a sus enemigos. El no alineamiento fuerte supone que no será posible devolver la esperanza a las grandes mayorías sin infundir miedo a las minorías muy pequeñas.
2. Cambio climático y salud laboral
Un tema al que, por desgracia, cada vez habrá que prestar más atención. Recordemos algunas muertes de trabajadores por golpes de calor en España, por ejemplo. https://links.org.au/
Capitalismo, cambio climático y salud de los trabajadores: Notas sobre un programa de investigación
Raju J Das 18 de mayo de 2024
Resumen: El cambio climático está produciendo problemas de salud. Por ello, ha contribuido a que los estudiosos presten más atención a la salud pública. Este artículo presenta algunas ideas básicas sobre cómo están interconectados el capitalismo, la salud de los trabajadores y el cambio climático. Explica: a) las repercusiones de la producción de riqueza capitalista en la salud de los trabajadores, y b) cómo estas repercusiones están mediadas por el cambio climático, que también es un producto del capitalismo. Basándose en Friedrich Engels, el artículo introduce el concepto de «asesinato ecosocial» para explorar las formas en que el carácter ecológico del capitalismo está matando y perjudicando a los trabajadores.
El capitalismo produce mucha riqueza, incluido el desarrollo de nuevas tecnologías. Karl Marx admiró el capitalismo por ello en el Manifiesto Comunista y en otros lugares1. Pero también es una sociedad en la que la salud de los trabajadores se ve gravemente comprometida en relación con las oportunidades disponibles para escapar de enfermedades y muertes evitables . Se han producido mejoras significativas en las condiciones sanitarias, como demuestra el aumento masivo de la longevidad, gracias al desarrollo capitalista de la ciencia y la tecnología con la ayuda del Estado y gracias a la lucha de los trabajadores por una mejor salud. Sin embargo, el capitalismo también crea las condiciones para que se produzcan enfermedades y muertes. En El Capital 1, Marx (1887) dice: «el modo de producción capitalista… se ha apoderado de raíz del poder vital del pueblo» (ibíd.: 181, cursiva añadida)2. En nuestra época, el alcance de esta idea de Marx, junto con la idea de Friedrich Engels del asesinato social, puede ampliarse para incluir los impactos del cambio climático.
Engels (1845), coautor de Marx, escribió independientemente sobre la salud de los trabajadores.3Ha recibido merecidamente mucha atención por su trabajo sobre la salud de los trabajadores y, especialmente, por su concepto de asesinato social. Este concepto se refiere a las muertes evitables de trabajadores causadas por el funcionamiento del sistema económico capitalista y la política estatal capitalista. El asesinato social es una «muerte temprana y antinatural» causada por la privación de las necesidades vitales de la población. Es «una muerte tan violenta como la de la espada o la bala». Elasesinato social es social y es un asesinato porque es la sociedad capitalista la que obliga a la gente «mediante el brazo fuerte de la ley, a permanecer en tales condiciones hasta que sobrevenga la muerte» y la sociedad sabe que la gente sufrirá y morirá y, sin embargo, no hace nada para impedirlo. La sociedad capitalista comete este asesinato «cada día y cada hora» al colocar a la gente común «en condiciones en las que no pueden conservar la salud ni vivir mucho tiempo» y «socava la fuerza vital de… los trabajadores gradualmente, poco a poco, y así los precipita a la tumba antes de tiempo» (Engels, 1845:84).
La idea del asesinato social tiene relevancia en el contexto del cambio climático, que contribuye a las enfermedades de los trabajadores causando a menudo la muerte.Así que lo que Engels llama asesinato social debería llamarse asesinato ecosocial.
Las repercusiones del cambio climático en la salud de la población han sido objeto de una gran cantidad de literatura.4 Sin embargo, las repercusiones del cambio climáticoen los trabajadores no han recibido la atención seria a través del trabajo empírico teóricamente informado que merecen. Se trata de un importante olvido intelectual, en parte porque los problemas de salud de los trabajadores provocados por el calentamiento global no son exactamente los de la población general.La experiencia laboral de las personas es un importante factor determinante de la salud.
En este artículo, basándome en El Capital 1 de Marx, discuto la idea de que el capitalismo tiene impactos adversos en la salud de los trabajadores.5 También muestro que estos impactos están mediados por el cambio climático, que también es un producto de los principios de propiedad privada y maximización de beneficios del capitalismo. Así pues, los problemas de salud de los trabajadores -incluido el asesinato social, o asesinato ecosocial- en el capitalismo están causados por los impactos «directos» del mercado laboral capitalista y la dinámica del lugar de trabajo, y por los impactos «indirectos» del capitalismo (transformación del medio ambiente, incluido el cambio climático). Este planteamiento constituye un enfoque de las dimensiones de clase de la salud (Das, 2023; 2024), que, en la era actual del cambio climático, debe ampliarse para incluir un enfoque de las dimensiones de clase ecológicas de la salud.
Repercusiones del capitalismo en la salud de los trabajadores en la era del cambio climático
Valor de la fuerza de trabajo, precariedad del empleo y bajos ingresos
Los individuos trabajadores, como parte de la naturaleza, tienen «necesidades naturales, como alimentos, ropa, combustible y vivienda» que «varían según las condiciones climáticas y otras condiciones físicas de [su] país» (Marx, 1887: 121). Estas necesidades naturales también varían con el tiempo: por ejemplo, con el cambio climático que provoca temperaturas extremadamente altas o extremadamente frías, la gente necesita energía para la refrigeración o la calefacción, respectivamente. Por lo tanto, las necesidades energéticas de las personas deben satisfacerse para que puedan volver diariamente al trabajo con el cuerpo y la mente sanos. «Si el propietario de la fuerza de trabajo trabaja hoy, mañana debe poder repetir el mismo proceso en las mismas condiciones de salud y fuerza «(ibíd.: 121). Pero en realidad, el valor de la fuerza de trabajo no incluye todas las necesidades socioecológicas, o si lo hace, los salarios caen por debajo del valor de la fuerza de trabajo. La situación en la que los salarios caen por debajo del valor de la fuerza de trabajo se denomina «superexplotación «6. La superexplotación está abocada a enfermar a las personas porque les resulta difícil acceder a los recursos financieros necesarios para gozar de buena salud (por ejemplo, medicamentos, instalaciones hospitalarias y asesoramiento médico), que sólo están disponibles como mercancías.
Al producir fenómenos meteorológicos extremos, olas de calor, inundaciones, etc., el cambio climático está aumentando el coste de la vivienda, la alimentación, la asistencia sanitaria, etc.Los salarios nominales que se pagan convencionalmente no cubren el aumento de los costes de reproducción (por ejemplo, dispositivos de refrigeración en el hogar, costes de las enfermedades causadas por el cambio climático, que se ha convertido en un grave problema en los últimos 50 años aproximadamente). Esta situación repercute en la capacidad de los trabajadores para llevar una vida sana.
Los ingresos anuales de una persona determinan su capacidad para obtener los recursos financieros necesarios para gozar de buena salud. La renta anual suele estar en función de a) el salario por hora y b) el empleo (horas trabajadas al año). Como hemos visto, no hay garantía de que el salario cubra todos los costes necesarios para la reproducción. El empleo tampoco está garantizado. El hecho de ser contratado o no depende de la necesidad que tenga el capital de un trabajador y de la capacidad económica del capital para contratar. El cambio climático repercute negativamente en las oportunidades de empleo.7 Al debilitar la rentabilidad de los sectores afectados por el cambio climático, éste reduce la capacidad de generación de empleo de los empresarios. La interrupción de las cadenas de suministro causada por los desastres climáticos puede hacer inviables muchas empresas, por lo que es posible que no puedan contratar personal. Cuando las personas sufren enfermedades (por ejemplo, enfermedades relacionadas con el calor o enfermedades infecciosas) debido al cambio climático, tienen menos probabilidades de ser contratadas y de poder trabajar. Los efectos adversos de los fenómenos meteorológicos extremos están debilitando la viabilidad económica de los pequeños productores (campesinos, pescadores y pescadoras), que se están incorporando al ejército de reserva urbano y al mercado laboral precario, un proceso que ejerce una presión a la baja sobre los salarios.
En definitiva, cuando los salarios de las personas son inadecuados y/o cuando están desempleadas o subempleadas, están abocadas a la pobreza. La pobreza es un importante factor determinante de la salud. Y la pobreza -que se está viendo exacerbada por las consecuencias del cambio climático- es el efecto inevitable de la producción capitalista (Das y Mishra, 2023).8
Exceso de trabajo «absoluto y relativo»
Para algunos trabajadores, el desempleo y el subempleo son una maldición, con sus implicaciones para la salud. Para otros, tener que trabajar demasiadas horas es un problema y también tiene implicaciones para la salud.
No es el mantenimiento normal de la fuerza de trabajo lo que ha de determinar los límites de la jornada laboral; es el mayor gasto diario posible de fuerza de trabajo, por enfermo, obligatorio y doloroso que sea, lo que ha de determinar los límites del período de descanso de los trabajadores. (Marx, 1887: 179)
Ambas tendencias – exceso de trabajo y subempleo/desempleo – coexisten en el capitalismo. Al igual que se espera que los salarios sean suficientes para pagar los gastos normales, la duración de la jornada laboral debería ser razonable para garantizar que el trabajador descanse lo suficiente. En realidad, los trabajadores se ven obligados a trabajar más tiempo del que su complejo cuerpo-mente puede tolerar normalmente. Las largas jornadas laborales arruinan la salud física y mental/espiritual de los trabajadores. Al prolongar excesivamente la jornada laboral, el capitalismo somete a los trabajadores «al agotamiento prematuro y a la muerte de esta fuerza de trabajo misma» (Marx, 1887: 179; la cursiva es nuestra). Este problema -el problema del daño físico a los cuerpos de los trabajadores, incluyendo el agotamiento y la mortalidad causada por el trabajo, etc.- se ve agravado por los impactos del cambio climático sobre la salud, es decir, por el hecho de que cuando los trabajadores que trabajan al aire libre tienen que trabajar muchas horas, están expuestos a un calor atmosférico excesivo y a un aire que contiene gases nocivos que se liberan cuando se queman combustibles fósiles. Por eso experimentan problemas de salud.
Los impactos del cambio climático producido por el capitalismo sobre la salud de los trabajadores demuestran un punto más general: «Al capital no le importa nada la duración de la vida de la fuerza de trabajo» (Marx, 1887: 179; la cursiva es nuestra), a menos que «esté obligado por la sociedad» (ibíd.: 181), es decir, por la regulación gubernamental, lo cual es difícil en tiempos de neoliberalismo. Cuando las temperaturas son muy altas durante la jornada laboral, los trabajadores necesitan más descanso, en parte para hacer frente al agotamiento y evitar las horas punta de calor, y es necesario reducir la duración de la jornada laboral. Sin embargo, el capitalismo no suele permitirlo.
Cuando la jornada laboral se prolonga excesivamente, cuando las temperaturas son elevadas y cuando no hay suficientes pausas de descanso, los salarios -es decir, el precio de la fuerza de trabajo- pueden caer por debajo de su valor por una razón interesante. Así, la ley de la igualdad de los intercambios puede ser violada en el sentido de que los gastos en que deben incurrir los trabajadores para hacer frente al desgaste y agotamiento suplementarios causados por el calor excesivo (o incluso por las temperaturas excesivamente bajas sin disponibilidad de calefacción) no se incluyen en el precio normal de la fuerza de trabajo. El resultado es que «el precio de la fuerza de trabajo y el grado de su explotación dejan de ser cantidades conmensurables» (Marx, 1887: 371).Y, precisamente debido a la violación de la ley del intercambio igualitario, los intereses a largo plazo de la clase capitalista en su conjunto se ven amenazados. Si lostrabajadores enferman y mueren prematuramente, hay un coste adicional para el capital en su conjunto, y sin embargo el capital no impide que los trabajadores experimenten los efectos del cambio climático sobre su salud. ¿Por qué?
Una razón, obviamente, es que cuanto más tiempo trabajen los obreros, manteniéndose constantes las demás cosas, mayor será la plusvalía y, por tanto, el beneficio. Si los trabajadores descansan mucho para que su cuerpo se enfríe o para evitar el agotamiento por calor, el capital sufre una pérdida. En busca de un valor superior al valor de la fuerza de trabajo, los capitalistas hacen que los trabajadores trabajen muchas horas a costa de su propia salud. Pero al capital le es indiferente la salud de los trabajadores: «en su ciega pasión irrefrenable, en su hambre de lobo por el trabajo excedente, el capital sobrepasa… los límites físicos máximos de la jornada de trabajo» (Marx, 1887: 179; la cursiva es nuestra). Otra razón es que, impulsado por la presión competitiva para reducir el coste de producción, todo capitalista se ve obligado a extraer el máximo trabajo posible de sus trabajadores, aunque trabajen en condiciones climáticas extremadamente adversas. Esta tendencia, en muchos casos, se expresa en forma de un exceso de trabajo que arruina la salud de los trabajadores. Así pues, la mala salud debida al exceso de trabajo -es decir, al exceso de trabajo en relación con las condiciones físicas, incluso climáticas, del trabajo- cuando las temperaturas son muy altas debe explicarse a nivel del capital en su conjunto y en términos de los intereses competitivos de los capitalistas individuales.
Condiciones físicas en el despótico lugar de trabajo capitalista
Un aspecto importante de la sociedad capitalista es su «morada oculta de producción» (Marx, 1887: 123): el lugar de trabajo donde se produce y se apropia el plustrabajo. Las condiciones físicas del lugar de trabajo -o, «las condiciones materiales en las que se lleva a cabo el trabajo en la fábrica» (ibíd.: 1887: 286)- se caracterizan a menudo por «la insalubridad y el malestar» (ibíd.: 170). En algunos lugares de trabajo, «todos los órganos de los sentidos se ven perjudicados en igual grado por la elevación artificial de la temperatura, por la atmósfera cargada de polvo, [etc.]». (ibíd.: 286). Consideremos cómo los trabajadores de las industrias textiles trabajan en fábricas sin aire acondicionado, y especialmente en verano en climas tropicales. Consideremos también lo perjudiciales que son las condiciones del lugar de trabajo capitalista cuando el lugar de trabajo está al aire libre cuando las temperaturas son muy superiores a la temperatura corporal de 37oC.
Los trabajadores que realizan actividades extenuantes al aire libre son especialmente vulnerables al estrés térmico, así como a las enfermedades infecciosas. En algunos casos, los golpes de calor pueden causar la muerte (Yang et al, 2018).9 En Estados Unidos, el calor extremo es una de las tres principales causas de muerte y lesiones en el lugar de trabajo, contribuyendo a entre 600 y 2000 muertes al año, junto con 170.000 lesiones (Baker, 2023).10 Además, los impactos adversos del cambio climático en la salud de los trabajadores causan baja productividad y merman los beneficios de las empresas, lo que a su vez puede afectar a las posibilidades de empleo de los trabajadores.
Los efectos sobre la salud de las temperaturas extremadamente altas son especialmente graves para los trabajadores de la construcción. Suelen realizar tareas físicamente exigentes al aire libre, lo que aumenta su susceptibilidad a la deshidratación y al estrés térmico (Acharya, et al, 2018).11 Los efectos adversos del cambio climático en la salud de los trabajadores de la construcción provocan una baja productividad, como indica el hecho de que, por ejemplo, las actividades de construcción que implican trabajo físico tarden, de media, un 36% más en ejecutarse durante el calor extremo (Bleasby, 2023).12 De hecho, los trabajadores de la construcción corren un riesgo elevado de sufrir estrés térmico, debido a la naturaleza extenuante del trabajo, las condiciones laborales de alta temperatura y un clima cambiante (Acharya, et al, op.cit.).Otros trabajadores que trabajan al aire libre -por ejemplo, los que se dedican a la sanidad, los parques y la conservación de la naturaleza, el ecoturismo, la recogida de basuras, la extinción de incendios, la agricultura y la minería, y los trabajos de infraestructuras (como la reparación de líneas eléctricas dañadas)- sufren de forma similar.
Los efectos del cambio climático sobre la salud de los trabajadores pueden ser especialmente graves en el paisaje urbano: de hecho, los efectos sobre la salud se ven agravados -si no creados- por la rápida urbanización y la consiguiente alta densidad de población, y los entornos urbanos construidos sensibles al clima, donde el calor se acumula impidiendo el enfriamiento atmosférico, lo que da lugar a islas de calor urbano.
Es a través del control despótico que durante la jornada laboral el capital busca llenar todos los poros potenciales haciendo que los trabajadores trabajen cada minuto. El capital «roba el tiempo necesario para el consumo de aire fresco y luz solar» (Marx, 1887:179). Se podría decir que el capital roba el tiempo necesario para el descanso para hacer frente al agotamiento por calor. En general, en el lugar de trabajo, la mayoría de los trabajadores tienen poco control sobre las condiciones de su trabajo. «Todo tipo de producción capitalista… tiene esto en común, que no es el obrero el que emplea los instrumentos de trabajo, sino los instrumentos de trabajo los que emplean al obrero» (ibíd.: p. 286).
Esta falta de control debe tener algún impacto en la salud mental y física de los trabajadores. Los trabajadores no tienen control sobre la velocidad del trabajo, las horas de descanso, etc. en esta época de calentamiento global.
Resumen provisional
El debate de Marx sobre la economía política de la salud se centra en el trabajo asalariado y la producción de valor. Si un trabajador no produce plusvalía, no es necesario ni contratado por el capital, por lo que se le niega el acceso a los medios de subsistencia necesarios, incluidos la alimentación y la atención sanitaria. El cambio climático, al provocar una destrucción masiva de la riqueza capitalista, contribuye a debilitar las economías y a reducir la capacidad del capital para contratar a personas. Incluso si se contrata a personas, es posible que no reciban una remuneración adecuada, que cubra los gastos adicionales a los que hay que hacer frente debido al cambio climático. Si una persona no dispone de ingresos adecuados procedentes del trabajo asalariado debido a los bajos salarios y/o al subempleo o desempleo, no tiene dinero para cubrir necesidades básicas como la salud. Está claro que la salud es una parte importante del valor de la fuerza de trabajo y del proceso de producción de valor. Por lo tanto, la salud es una parte importante de la economía política de Marx y, de hecho, de su teoría de clases como tal (Das, 2017, op. cit.).
Además, la salud tiene una dimensión ecológica. El cambio climático afecta a la salud de los trabajadores de diversas maneras. Entre otras cosas, como hemos visto, provoca temperaturas extremadamente altas, incluidas las olas de calor y las islas de calor urbanas, que provocan problemas de salud (por ejemplo, agotamiento por calor) a los trabajadores que trabajan al aire libre.13 Esto ocurre en todo el mundo -en países tropicales y templados, más pobres y más ricos-, aunque hay importantes diferencias.
Hacia un programa de investigación
Lo que se puede decir sobre el mundo a nivel teórico tiene un límite. Las reflexiones teóricas deben complementarse con investigaciones empíricas fundamentadas en la teoría. Es importante examinar las repercusiones del cambio climático sobre la salud en un contexto urbano, así como en las zonas rurales, donde trabajan los obreros agrícolas y mineros. Es útil comparar el impacto del cambio climático en la salud de los trabajadores al aire libre en los mundos menos y más desarrollados. Una perspectiva comparativa internacional permitiría examinar si el nivel de desarrollo económico importa cuando se trata de las repercusiones del cambio climático en la salud y cómo se intenta mitigarlas.
Es necesario comprender cómo las repercusiones del cambio climático en la salud de las personas no son directas, sino que están mediadas por procesos económico-políticos específicos. Estos son: la necesidad de las empresas de mantener un nivel medio de beneficios; el «deber» del Estado de mantener un entorno empresarial propicio fomentando la productividad laboral; y la protección estatal de la salud de los trabajadores impulsada por la propia agencia de los trabajadores que exigen esto último. Es importante examinar en particular:
- ¿Qué problemas de salud afrontan los trabajadores (al aire libre) debido a las altas temperaturas durante la jornada laboral? ¿Cómo explican los problemas de salud a los que se enfrentan?
- ¿Cuáles son las políticas estatales (y las medidas voluntarias de los empresarios) para mitigar los efectos de las altas temperaturas sobre la salud, y en qué medida satisfacen realmente las necesidades sanitarias de los trabajadores?
- ¿Cómo han influido la concienciación climática y la conciencia de clase de los trabajadores, así como su actuación a través de sindicatos o asociaciones de la sociedad civil, en las respuestas del Estado y de los empresarios a los retos sanitarios de los trabajadores?
- ¿A qué limitaciones se enfrentan el Estado y los empresarios para ayudar a los trabajadores a hacer frente a las consecuencias del cambio climático para la salud, y por qué? ¿Qué límites existen a la mejora de las condiciones de salud de los trabajadores en el capitalismo afectado por el cambio climático, y por qué?
Las investigaciones que planteen el tipo de preguntas sugeridas anteriormente contribuirán a la comprensión de las dimensiones sociales y ecológicas de la salud pública, desde una perspectiva global. Mostrará cómo el carácter del propio lugar de trabajo y las condiciones económicas de los trabajadores constituyen una importante dimensión social de la salud pública en la era del cambio climático.14 Más concretamente, dicha investigación arrojará luz sobre las formas en que el impacto de la economía capitalista en la salud de los trabajadores está mediado por el cambio climático, que también es en gran medida un producto de la economía de mercado. Esta investigación arrojará luz sobre la naturaleza sensible al clima del lugar de trabajo capitalista, no sólo como lugar donde se obtienen beneficios, sino también como lugar donde los trabajadores experimentan problemas de salud. Esta investigación también apoyará a las organizaciones de trabajadores proporcionándoles recursos intelectuales vitales para luchar por «un salario social-ecológico» que se ajuste automáticamente a la inflación y que cubra la necesidad de un medio ambiente sostenible, incluido un planeta más frío y otras necesidades como la alimentación, la vivienda y la atención sanitaria, como parte de su lucha por una sociedad democrática más allá del dominio del capital que subordina a los trabajadores y a lanaturaleza15.
Raju J Das es catedrático de la Facultad de Investigación Medioambiental y Urbana de la Universidad de York. https://rajudas.info.yorku.ca
- 1Véase Das (2022:218-219) sobre este punto: Das, R. (2022). On the communist manifesto: ideas for the newly radicalizing public. World Review of Political Economy, 13(2), 209-244. https://www. jstor.org/stable/48687800
- 2Marx K. 1887. El Capital, vol. 1. Disponible en: https: //www.marxists.org/archive/
- 3Engels, F. (1845) Las condiciones de la clase obrera inglesa. Disponible en: https: //www.marxists.org/archive/
- 4Véase la recopilación de artículos en: Levy, B y Patz, J. (eds) 2015. Climate Change and Public Health. Oxford: Oxford University press.
- 5Para ello, me baso en Das, R. J. (2023). Capital, Capitalism and Health. Critical Sociology, 49(3), 395-414. https://doi. org/10.1177/08969205221083503
- 6Véase, Das, R.J. 2017. Marxist class theory for a skeptical world. Brill: Leiden/Boston (p. 269; 294; 302; 311; 347; 366; 386-88).
- 7Newman, F. y Humphrys, E. 2020. Sociología crítica, Vol. 46(4-5) 557-572
- 8Das, R. y Mishra, D., Eds. 2023. Global Poverty: Rethinking Causality, Leiden: Brill.
- 9Yang Xia, Yuan Li, Dabo Guan, David Mendoza Tinoco, Jiangjiang Xia, Zhongwei Yan, Jun Yang, Qiyong Liu, Hong Huo, Assessment of the economic impacts of heat waves: A case study of Nanjing, China, Journal of Cleaner Production, Volumen 171, pp. 811-819.
- 10Baker, A. 2023. El calor extremo pone en peligro a los trabajadores estadounidenses y a su economía. Time. https://time.com/6299091/.
- 11Acharya P., Boggess, B., y Zhang K. Assessing Heat Stress and Health among Construction Workers in a Changing Climate: A Review. Revista internacional de investigación ambiental sobre salud pública. 2018 Feb 1;15(2):247.
- 12Bleasby, J. 2023. Clima y construcción: El calor extremo aumenta el riesgo para la seguridad de los trabajadores y reduce la productividad https://canada.
- 13Habibi, M, Ghahria, A., Karimi, M, Golbabaeif. 2016. The Past and Future Trends of Heat Stress Based On Wet Bulb Globe Temperature Index in Outdoor Environment of Tehran City, Iran. Revista Iraní de Salud Pública. 45(6):787-794.
- 14Flynn, M. 2021. Global capitalism as a societal determinant of health: A conceptual framework. 268:113530. doi: 10.1016/j.socscimed.2020.
- 15Para más detalles sobre el salario social ecológico, véase Das, R. J. 2018. «Una perspectiva marxista de la sostenibilidad: Breves reflexiones sobre la sostenibilidad ecológica y la desigualdad social» Links: International Journal of Socialist Renewal. https://links. org.au/marxist-perspective- Tal lucha por un salario social ecológico debe estar conectada con una lucha por un precio social ecológico remunerativo para los campesinos y otros productores a pequeña escala de este tipo que también experimentan problemas de salud y de otro tipo debido al cambio climático causado por el capitalismo, lo que significa que es necesaria una alianza entre los trabajadores y los productores a pequeña escala, especialmente en el Sur. Sobre este tema, véase: Das, R. J. 2023. ‘On the worker-peasant alliance in India (and other countries of the Global South)’. Links: Revista Internacional de Renovación Socialista. https://links. org.au/worker-peasant-
3. Kurdos contra yazidíes
Si los kurdos no han tenido mucha suerte como pueblo, ¿qué decir de los yazidíes, que hasta estos mismos kurdos han oprimido? Un episodio no muy conocido de la colaboración del PDK de los Barzani con el ISIS. https://thecradle.co/articles/
¿Traicionará Alemania a las víctimas del genocidio yazidí?
Miles de personas se enfrentan a la deportación a la región kurda iraquí, donde la minoría religiosa perseguida vive en campos similares a prisiones bajo el temor constante de que se repita el genocidio de 2014 llevado a cabo por el ISIS en colaboración con la familia gobernante Barzani.
Corresponsal en Iraq de The Cradle 17 DE MAYO DE 2024
Miles de yazidíes supervivientes del genocidio perpetrado por el ISIS en 2014 corren ahora el riesgo de ser deportados de Alemania a Irak a pesar del peligro que siguen corriendo los miembros de esta minoría religiosa asediada en su patria.
Aunque el ISIS ha sido derrotado en gran medida, los yazidíes siguen sin estar seguros en su patria iraquí porque el genocidio no fue perpetrado únicamente por el ISIS, sino también por el líder kurdo Masoud Barzani y su Partido Democrático del Kurdistán (PDK), que aún gobierna la Región del Kurdistán iraquí (RIK).
Dado que el clan Barzani sigue buscando el control territorial de Sinjar y que cientos de miles de yazidíes desplazados siguen viviendo en campos similares a prisiones bajo el control del clan Barzani en la RIK, persiste el riesgo de un nuevo genocidio de yazidíes.
Yazidíes en Alemania
Muchos yazidíes buscaron seguridad y fueron acogidos en Alemania tras el genocidio de 2014, en el que miles de hombres yazidíes fueron masacrados y miles de mujeres fueron tomadas como esclavas sexuales para los líderes y combatientes del grupo terrorista en todo Irak y Siria.
El generoso apoyo de Berlín a los yazidíes se vio reforzado en enero de 2023, cuando el Parlamento alemán reconoció formalmente el genocidio yazidí.
Sin embargo, las autoridades alemanas sostienen ahora cada vez más que es seguro para los iraquíes de todas las confesiones regresar a casa porque el ISIS fue derrotado territorialmente en 2017 y ya no representa la amenaza que representaba antes.
El año pasado, Alemania intensificó sus deportaciones de iraquíes de todos los grupos religiosos y étnicos tras un acuerdo secreto alcanzado entre Berlín y Bagdad.
Pero aunque Irak en su conjunto disfruta ahora de un raro periodo de estabilidad tras décadas de guerras y sanciones, los yazidíes siguen viviendo con el temor a una nueva campaña de limpieza étnica y genocidio.
El papel oculto de los kurdos en el genocidio yazidí
Es de sobra conocido que el ISIS llevó a cabo el genocidio contra los yazidíes cuando invadió la región iraquí de Sinjar en agosto de 2014.
Pero se desconoce casi por completo -fuera de la propia comunidad yazidí- que el líder kurdo Masoud Barzani se asoció con el ISIS para facilitar la matanza.
Después de que el ISIS se hiciera con el control de Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, en junio de 2014, los militantes del grupo terrorista comenzaron a rodear lentamente la región de mayoría yazidí de Sinjar, al oeste, junto a la frontera siria.
A pesar del temor generalizado y la previsión de que el ISIS pronto se movilizaría para tomar también Sinjar, los funcionarios kurdos confiscaron armas e impidieron que los yazidíes huyeran, al tiempo que prometían que las fuerzas de seguridad del PDK, conocidas como Peshmerga, defenderían a la vulnerable minoría religiosa.
La periodista holandesa Christine Van Den Toorn informó en el Daily Beast de que, según un funcionario local del PDK, «los altos cargos del partido dijeron a los representantes que mantuvieran la calma, y que si la gente de sus áreas de cobertura se marchaba, les recortarían el sueldo».
Van Den Toorn informa además de que el oficial de seguridad del PDK Sarbast Baiperi dijo a los yazidíes que «hasta la última gota de sangre defenderemos Sinjar».
Pero Baiperi fue uno de los primeros en huir de Sinjar antes del ataque del ISIS. «Huyó en un solo vehículo, sin decírselo a nadie más que a sus guardias», escribió Van Den Toorn.
A Baiperi le siguieron miles de peshmerga que huyeron de Sinjar antes del asalto del ISIS sin disparar una bala, mientras que unos 200 yazidíes locales murieron al intentar defender Sinjar en solitario.
Las acciones del PDK y de los Peshmerga garantizaron que el ISIS pudiera masacrar y esclavizar al mayor número posible de yazidíes.
Las personas más peligrosas para los yazidíes
Pero cuando comenzó la matanza de civiles yazidíes, no sólo fueron miembros suníes árabes del ISIS, sino también miembros suníes kurdos del ISIS quienes llevaron a cabo los secuestros y asesinatos.
Salwa Khalaf Rasho, una joven yazidí de 16 años que fue capturada y vendida como esclava sexual durante el ataque de agosto de 2014, declaró posteriormente ante el Parlamento británico que cuando ella y su familia fueron capturados por el ISIS, «la mayoría eran suníes árabes y kurdos de la región [el subrayado es mío].»
Una fuente yazidí que habló con The Cradle declaró: «Las personas más peligrosas para los yazidíes son los kurdos. En Sinjar también vivían kurdos, no solo árabes. Miembros kurdos del ISIS mataron a muchos yazidíes en agosto de 2014».
Aunque a menudo se pasa por alto, la «presencia de kurdos en grupos yihadistas no es en absoluto un fenómeno nuevo», señaló Aymenn al-Tamimi para el Combating Terrorism Center de West Point. Los grupos yihadistas kurdos llevan décadas asentados en la zona del Kurdistán iraquí, incluso antes de la invasión estadounidense de 2003.
Como nieve al sol
La persecución kurda de yazidíes en 2014 tampoco era un fenómeno nuevo. Un memorando del Departamento de Estado estadounidense de 2008 publicado por WikiLeaks documenta una conversación entre Thomas Krajeski, entonces asesor principal del embajador estadounidense en Bagdad, y el líder religioso yazidí Tahsin Saeed Ali, en la que se hablaba de los esfuerzos kurdos por hacerse con el control de territorio tradicionalmente yazidí.
Saeed Ali afirmó que «como la nieve al sol», la comunidad yazidí «se derretirá bajo la presión del PDK para controlar la composición étnica y religiosa de los territorios en disputa en Nínive [donde vive la mayoría de los yazidíes]».
La nota señala que Saeed Ali describió cómo el KPD estaba robando tierras yazidíes y «borrando del mapa a la comunidad yazidí».
Jerusalén kurda
Los designios territoriales kurdos se centraban no sólo en zonas yazidíes como Sinjar y Sheikhan, sino también en la ciudad de Kirkuk, rica en petróleo y hogar de una mezcla de kurdos, árabes y turcomanos.
Cuando el ISIS atacó Mosul en junio de 2014, el ejército iraquí se derrumbó y huyó, dejando el control de la ciudad en manos del grupo extremista. Las fuerzas peshmerga del PDK aprovecharon inmediatamente la oportunidad para apoderarse de Kirkuk, que consideraban la «Jerusalén del Kurdistán».
Ello permitió a Barzani aumentar drásticamente las reservas de petróleo de la región kurda y exportar petróleo a Israel sin depender de Bagdad a través de Turquía, lo que a su vez proporcionó la base económica necesaria para sustentar el futuro Estado kurdo independiente deseado por Barzani y los líderes del PDK.
Dos semanas después de que Mosul cayera en manos del ISIS, Barzani declaró a la BBC: «Todo lo que ha ocurrido recientemente demuestra que el Kurdistán tiene derecho a lograr la independencia. A partir de ahora, no ocultaremos que ése es nuestro objetivo. Irak ya está efectivamente dividido».
Aunque muchos se centraron en la cantidad de territorio conquistado por el ISIS para su llamado Califato, Denise Natali, de la Universidad Nacional de Defensa, observó que debido a la toma de Mosul por el ISIS, «los kurdos habían ampliado su territorio en aproximadamente un 40%.»
Gareth Stansfield, de la Universidad de Exeter, señaló que el ISIS había proporcionado al PDK «su momento para reescribir el mapa de Oriente Próximo».
Todas las piezas para la independencia kurda estaban encajando rápidamente, dijo Stansfield a la revista Time, «y el ISIS lo ha propiciado».
Un acuerdo explícito
Sin embargo, la toma kurda de Kirkuk y otros territorios en disputa no fue sólo oportunista.
Según el académico francés y experto en Irak Pierre-Jean Luizard, del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS), con sede en París, hubo «un acuerdo explícito» entre Barzani y el ISIS, que «pretende repartirse una serie de territorios».
Al ISIS se le encomendó el papel de «desbastar al ejército iraquí, a cambio de lo cual los Peshmerga no impedirían que el ISIS entrara en Mosul o capturara Tikrit».
Según Luizard, el acuerdo preveía que los kurdos tomaran territorio en «territorios mixtos árabe-kurdos y suníes-chiíes, a menudo también poblados por minorías cristianas o yezidíes».
Cemil Bayik, miembro destacado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), también alegó que Barzani hizo un trato con el ISIS para permitir la caída de Mosul.
Según un informe de Michael Rubin, del American Enterprise Institute, Barzani suministró misiles antitanque Kornet al ISIS antes del ataque a Mosul.
Periodistas y miembros del parlamento del GRK comprobaron posteriormente que altos mandos peshmerga habían vendido armas al ISIS y que ninguno de ellos fue detenido ni acusado.
Conquista disfrazada de liberación
Tras ayudar al ISIS a conquistar Sinjar y masacrar yazidíes en agosto de 2014, Barzani viró rápidamente y exigió a Estados Unidos y sus aliados, incluida Alemania, que entregaran a sus peshmerga grandes cantidades de armas para luchar contra el ISIS.
Pero cuando los peshmerga se unieron finalmente al PKK para arrebatar Sinjar al ISIS en noviembre de 2015, apenas se produjeron combates y la ciudad fue capturada en un solo día.
Los combatientes del ISIS, que antes oponían una fuerte resistencia, huyeron repentinamente cuando llegaron los Peshmerga de Barzani.
«Durante todo el tiempo sólo vi a un combatiente del Daesh muerto», declaró al New York Times Carsten Stormer, documentalista alemán empotrado con combatientes del PKK.
Según una fuente yazidí que habló con The Cradle, el ISIS abandonó la ciudad de Sinjar en otro acuerdo con Barzani y los Peshmerga.
Pero en lugar de devolver Sinjar a los yazidíes supervivientes del genocidio, Barzani reclamó el territorio para su futuro Estado kurdo.
Tras izar una enorme bandera kurda sobre la ciudad, Barzani declaró: «Sinjar fue liberada con la sangre de los Peshmerga y pertenece al Kurdistán en todos los sentidos.»
Foreign Policy escribió que los combatientes yazidíes locales acusaron entonces a Barzani de intentar «ocupar Sinjar por acuerdo con el gobierno turco».
Como documentó el Programa de Consolidación de la Paz de la Universidad de Columbia, Turquía también ha colaborado estrechamente con el ISIS, sobre todo durante el asalto del grupo a la ciudad de Kobani, controlada por el PKK y situada en la frontera sirio-turca, en septiembre de 2014, apenas un mes después de las masacres de Sinjar.
Tras retomar la ciudad de Sinjar, los peshmerga impusieron un bloqueo económico sobre Sinjar, que duró más de un año e impidió a las familias yazidíes desplazadas durante el genocidio regresar y reconstruir sus hogares y sus vidas, informó Human Rights Watch.
El escritor asirio Max Joseph resumió la estrategia de Barzani: «Esto es conquista disfrazada de liberación».
Campos como prisiones
Casi una década después, cientos de miles de yazidíes de Sinjar no han podido regresar a Sinjar y siguen viviendo en tiendas de campaña en campos de desplazados internos en la RIK bajo control del PDK y la familia Barzani.
En cuanto a la ayuda humanitaria internacional destinada a los desplazados internos yazidíes, el experto en Asia Occidental Matthew Barber, de la Universidad de Chicago, declaró: Así que estás alimentando a personas, desplazadas, que ahora viven en prisiones similares a campamentos. Y en realidad estás ayudando a mantener ese statu quo a través de una industria de ayuda humanitaria mientras ignoras los factores políticos que impiden que esas personas vuelvan a casa. Los jóvenes que entraron siendo adolescentes o niños vivieron toda su adolescencia en tiendas de campaña sobre franjas de grava bajo el sol abrasador del verano y el frío glacial del invierno. Y es enfermizo. En mi opinión, es una continuación de este genocidio. El gobierno kurdo es el principal responsable de ello.
¿Otro genocidio?
El temor de los yazidíes a otro genocidio aumentó en abril de 2023, cuando extremistas kurdos de Zakho convocaron un atentado terrorista contra los yazidíes del campo de desplazados internos de Chamishko. El grupo habló de utilizar granadas y otras armas y animó a otros en Erbil y Sulaymaniyah a unirse.
Algunos de estos extremistas pueden ser, de hecho, miembros actuales o antiguos del ISIS. En noviembre de 2023, las fuerzas de seguridad kurdas de la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK), partido político rival del PDK, anunciaron la detención de 55 sospechosos de pertenecer al ISIS en la región de Sulaymaniyah.
Aún más preocupante es la afirmación del destacado activista kurdo Qadir Nadir, según la cual dirigentes del ISIS próximos a Abu Bakir al-Baghdadi viven actualmente en Erbil bajo la protección del PDK de Barzani, que les proporciona apartamentos seguros y generosos salarios.
En enero, InfoMigrants advirtió de que «la amenaza de persecución y genocidio sigue alimentando la migración» de yazidíes. El grupo financiado por la UE señaló que unos 2.900 yazidíes que huían de Irak a Alemania presentaron solicitudes de asilo entre enero y septiembre de 2023.
Un yazidí que sobrevivió al genocidio de 2014 pero que ahora está amenazado de deportación de Alemania es Shahab Smoqi, de 21 años.
«Tenía una esperanza: ir a un país que me respetara a mí, a mi religión y, con suerte, me protegiera a mí y a mi familia de quienes odian a los yazidíes», dijo Smoqi a InfoMigrantes.
Alemania, que tan generosamente acogió a los yazidíes en sus momentos más oscuros de necesidad, está ahora a punto de traicionarlos también.
4. De vuelta al Debate Brenner
En Francia acaban de publicar un libro sobre el debate de los orígenes del capitalismo, del que en esta reseña se hace un repaso extenso. https://www.contretemps.eu/
¿Conoce a Robert Brenner?
Étienne Furrer 17 de mayo de 2024 Connaissez-vous Robert Brenner ?2024-05-17
Étienne Furrer hace un recuento detallado del libro de François Allisson y Nicolas Brisset Aux origines du capitalisme. Robert Brenner et le marxisme politique (ENS Éditions, 2023). Este libro, del que puede leerse un extracto aquí, es importante porque pone al alcance de un público francófono una parte de la obra de Robert Brenner y de la polémica que suscitó sobre los orígenes del capitalismo, al tiempo que restituye el contexto intelectual de este debate .
Si no conoce a Robert Brenner o el Debate Brenner, los dos historiadores del pensamiento económico François Allisson y Nicolas Brisset tienen toda la intención de corregir ese error. Según el sociólogo Razmig Keucheyan, citado por los dos autores, Brenner es «el economista crítico más influyente de la escena internacional de los últimos años» (p. 9). Esta influencia queda patente en las numerosas traducciones al coreano, portugués, alemán, español, chino, japonés y turco de su obra fundamental, The Boom and the Bubble. The US in the World Economy (2002)[1].
La influencia intelectual de Brenner se remonta al menos a 1976, cuando publicó un resonante artículo, «Agrarian Class Structure and Economic Development in Pre-Industrial Europe», en la revista Past and Present. Con sólo 33 años, se enfrentó a dos célebres historiadores de su época, Michel Postan y Emmanuel Le Roy Ladurie, dando nombre al debate subsiguiente: el Debate Brenner.
Desde entonces, ha reelaborado y perfeccionado sus tesis, culminando en una versión modificada y definitiva en 2007, titulada «Propiedad y progreso: en qué se equivocó Adam Smith», que se traduce en este libro. Por consiguiente, el libro de Allisson y Brisset tiene, desde luego, interés divulgativo, ya que esta traducción es inédita[2]. Sin embargo, como historiadores del pensamiento económico, los dos autores nos ofrecen mucho más: tanto una auténtica interpretación del Debate de Brenner y del contexto intelectual que lo rodeó, como una reconstrucción de su prehistoria y de algunas de sus filiaciones.
Por lo tanto, esta reseña se centrará únicamente en esta primera parte, y no en el artículo de Brenner, ya que aquí se introduce, presenta y resume.
La historiografía marxista de la transición, del modelo smithiano al modelo marxiano
En el primer capítulo, Allisson y Brisset retoman tres etapas importantes del debate sobre la transición del feudalismo al capitalismo, anteriores al Debate de Brenner: los escritos introductorios de Marx y Engels; el debate Dobb-Sweezy; y, de forma más original, los debates soviéticos[3]. La primera etapa es esencial. Casi todos los historiadores marxistas trabajan a partir de una exégesis de la obra de Marx y se posicionan en relación con ella.
Brisset y Allisson siguen la tesis de Brenner, ampliamente compartida en el marxismo contemporáneo, de que existen dos modelos de transición en Marx. Esta distinción se hace también en el debate Dobb-Sweezy y en la historiografía soviética. El primer modelo se encuentra en los textos más filosóficos, a veces denominados obras tempranas, como La ideología alemana, Miseria de la filosofía y El manifiesto comunista. Los dos historiadores lo resumen así: «En el primer modelo de desarrollo, la tendencia al aumento de la división del trabajo ejerce una presión sobre las relaciones de propiedad feudales, que serán aplastadas progresivamente por el comercio internacional. Tal visión presupone una representación estática de las relaciones de propiedad, lo que nos obliga a encontrar la fuerza motriz de la historia en otra parte: primero en el desarrollo de las fuerzas productivas (consideradas independientes de las relaciones de propiedad), luego en el desarrollo del comercio. Marx y Engels parecen considerar, pues, una tendencia de los individuos a buscar el beneficio comercial. No estamos muy lejos de Adam Smith, que explica la división del trabajo por «la inclinación que les lleva [a los hombres] a traficar, a trocar e intercambiar una cosa por otra» (Smith 1991 [1776], p. 81)» (p. 23).
El segundo modelo, que se encuentra en los Grundrisse y en El Capital, rompe con el primero de dos maneras. En primer lugar, disocia el comercio de la producción capitalista, partiendo de la idea de que sus reglas de reproducción divergen. El comercio en sí mismo no hace nada para transformar las relaciones de producción -o, al menos, no es en sí mismo suficiente para transformarlas. En segundo lugar, como el comercio no puede tener este «papel disolvente», Marx sustituye la idea del «comercio internacional que habría liberado las tendencias capitalistas hasta entonces constreñidas por el orden feudal» por «la idea de que el proceso de acumulación que condujo al capitalismo fue producido por el comportamiento feudal: la relación salarial surge del propio sistema feudal» (p. 26).
El feudalismo ya no es el manto de plomo de la caída del Imperio Romano que constriñe y aplasta las tendencias naturales de los seres humanos hacia el intercambio y la división del trabajo. Este segundo modelo «sitúa en primer plano la relación de propiedad, es decir, el modo de acceso a los medios de producción, y la lucha en el seno de las relaciones de producción […] sustituye a la dialéctica entre las fuerzas productivas y la división del trabajo» (p. 27).
A diferencia de Adam Smith, para quien la división del trabajo se deriva del intercambio y de la conciencia de los individuos del tiempo y el dinero que pueden ahorrar mediante la especialización, Marx ve la división del trabajo como una «consecuencia de la lucha de clases». Los autores retoman en este extracto el análisis de Marx sobre el proceso de acumulación primitiva:
«El saqueo de los bienes de la Iglesia, la enajenación fraudulenta de las propiedades del Estado, el robo de los bienes comunales, la transformación usurpatoria de la propiedad feudal y clánica en propiedad privada moderna, llevada a cabo con terrorismo despiadado: estos son los métodos idílicos de la acumulación inicial. Fue a través de estos métodos como se conquistaron los campos para la agricultura capitalista, como se incorporó la tierra al capital y como se creó la oferta necesaria de proletariado explotable para la industria urbana. […] Fue así como la gente del campo, brutalmente expropiada y expulsada de sus tierras, reducida a la vagancia, fue obligada por leyes de grotesco terrorismo a la disciplina necesaria para el trabajo asalariado, mediante la flagelación, la marca y la tortura» (citado p. 27-28).
A partir del segundo modelo de desarrollo, el capital se entiende ante todo como una «relación social con un impacto cualitativo en el funcionamiento de la economía», porque «la presión de la competencia para maximizar el beneficio hace necesario aumentar la productividad profundizando la explotación del trabajo y mediante la reinversión sistemática de los excedentes [subrayado mío]» (p. 28). Y Allisson y Brisset prosiguen: «En otras palabras, mientras que los señores feudales, comerciantes o no, no tenían necesariamente interés en mejorar la tierra para aumentar la producción, la relación de propiedad capitalista hace necesario el progreso técnico.»
Así, el capitalismo es una emergencia, una combinación particular de hechos sociales feudales y conflictos políticos que crean un hecho social no feudal, porque es moderno, que disuelve desde dentro las reglas de la reproducción feudal. Esta focalización en el aspecto originariamente político del capitalismo, situado en la lucha entre campesinos y señores, estuvo en el origen del término «marxismo político» aplicado a Brenner.
La disolución del feudalismo entre causas internas y externas
El conflicto entre estos dos modelos se reprodujo de otras formas, sobre todo en el debate Dobb-Sweezy. En su libro Studies in the Development of Capitalism (1946), el economista Maurice Dobb sostenía que la revuelta de los pequeños productores contra el aumento de las rentas feudales y su huida a las ciudades crearon las condiciones para su emancipación (del trabajo forzado, la corvée, la servidumbre, etc.). Los señores socavaron la economía señorial sobreexplotando a sus siervos. Los siervos huyeron a las ciudades, obligando a los señores a mejorar sus condiciones o a liberarlos[4].
Esto llevó entonces a una diferenciación y competencia entre los trabajadores libres – antiguos siervos liberados – a través de las diferentes posibilidades de acceso a la pequeña propiedad o a los salarios. Sólo entonces surge un auténtico mercado de trabajo capitalista. De ahí la aparente paradoja: «Para que el capitalismo se afianzara, el capital comercial tenía que pasar a un segundo plano frente al capital productivo, es decir, tenía que surgir una clase capitalista compuesta por productores y no por comerciantes» (p. 37).
A partir de entonces, las revoluciones liberales, dirigidas por esta nueva clase de trabajadores libres, se propusieron destruir los vestigios del feudalismo, los monopolios comerciales, la propiedad señorial y los gremios, que seguían limitando sus actividades libres. Como resumiría Dobb más adelante en su carrera, fue «en última instancia de la producción a pequeña escala (en la medida en que garantiza la independencia de acción e introduce la diferenciación social) de donde surgió el capitalismo» (citado en la p. 37). La causa de la disolución del feudalismo es interna a él; se disuelve por sus propias contradicciones.
En un contexto de exégesis marxista, el economista Paul Sweezy criticó la perspectiva de Maurice Dobb en su artículo «La transición del feudalismo al capitalismo», publicado en la revista marxista Science and Society en 1950. Para él, el comercio internacional desempeña un papel predominante en la transición. Aunque está de acuerdo con la idea de que la huida de los siervos fue un marcador fundamental de la transición, se opuso a la explicación política en favor de una versión más socioeconómica.
Dobb olvida una cosa: la razón activa o positiva por la que los campesinos abandonan sus tierras. Es cierto que los campesinos se rebelan contra el aumento de los alquileres, en particular huyendo a las ciudades: pero se trata de una razón puramente reactiva o negativa. Pero la huida, sin garantía de oportunidad, ¿no es una apuesta muy arriesgada? Para Sweezy, «el rápido desarrollo de las ciudades, que ofrecían libertad, empleo y un mejor estatus social, ejercía una poderosa atracción sobre la población rural oprimida» (1950, p. 140)[5].
Añade un eslabón explicativo a la tesis de la mercantilización: la llegada de una élite mercantil (la burguesía comercial) no deshizo mecánicamente el feudalismo, sino que creó nuevas oportunidades para los campesinos y los pequeños productores. Allisson y Brisset lo resumen en pocas palabras: «mientras que Sweezy ve [en el capital mercantil] una fuente de financiación para la industria naciente, Dobb considera, por el contrario, que sigue sometido a la lógica feudal» (p. 39).
La ley económica fundamental del feudalismo y la historiografía soviética
En el lado soviético, existen diversas variantes de la transición. Los autores señalan desde el principio que los retos políticos eran diferentes. Por supuesto, la camisa de fuerza marxista-leninista impidió a los historiadores examinar la historia de la transición al socialismo, escrita en gran parte por los ideólogos del comunismo. La indisponibilidad de archivos también ha contribuido a las dificultades encontradas por los historiadores.
A pesar de ello, produjeron un impresionante corpus de investigación sobre el feudalismo europeo[6], «no tanto por interés intrínseco como porque parecía un terreno más libre y menos arriesgado» (p. 41). Aunque los investigadores soviéticos apenas mencionaban la literatura occidental, que consideraban burguesa, sí la leían. Por eso no es de extrañar que un historiador como Isaak Zvavich publicara una elogiosa reseña de los Estudios sobre el desarrollo del capitalismo de Dobb en la revista Voprosy istorii. Otro historiador soviético publicó una reseña del simposio La transición del feudalismo al capitalismo (1954), que incluía el debate Dobb-Sweezy, en la misma revista en 1955[7].
Allisson y Brisset trazan aquí las líneas maestras del debate[8] sobre la ley económica fundamental del feudalismo. Tuvo lugar en la principal revista histórica soviética, Voprosy istorii(Cuestiones de Historia), entre 1951 y 1955. Este debate, que tuvo una resonancia sorprendente en las discusiones occidentales, incluyó varios textos clave[9]. Por ejemplo, el artículo de Pankratova critica la confusión entre producción mercantil y producción capitalista. No se trata simplemente de observar una evolución de las fuerzas productivas para juzgar que el feudalismo se disuelve. Si «los historiadores se han limitado a estudiar las fuerzas productivas», su tarea debería ser también «revelar las relaciones de producción y mostrar el desarrollo de la lucha de clases» (p. 48).
De hecho, Pankratova sostiene que los historiadores que fechan el capitalismo en Rusia antes del siglo XIX se equivocan: no basta con constatar el desarrollo de la producción de mercancías -sin duda un terreno fértil para la aparición del capitalismo- o ver la aparición de formas de trabajo asalariado para ver el capitalismo o el trabajo asalariado. Estos últimos se reflejan en la aparición de una clase obrera y de un mercado de trabajo. Para ella -como para Trotsky- es por tanto la abolición de la servidumbre en 1861 el momento paradigmático de la aparición del capitalismo en Rusia.
En cuanto a la ley económica fundamental del feudalismo, Polânskij explica que reside en la distinción entre la naturaleza de lo que se apropian las clases poseedoras y la forma en que se apropian de ello. En el feudalismo, la renta se paga principalmente en forma de trabajo o en especie; el medio por el que se apropia es extraeconómico: violencia o protección garantizada. Por lo tanto, está claro que la acumulación económica está limitada por la naturaleza de lo que puede acumularse: la subsistencia no puede almacenarse ad infinitum y el trabajo penoso no puede desplegarse fuera de su entorno productivo directo, el campo o el taller. La productividad es, por tanto, extremadamente limitada.
Por consiguiente, el derecho económico del feudalismo correspondía a los límites de la economía natural, que la economía monetaria y de mercado de las ciudades tendía a rebasar. Sin embargo, a pesar de la proximidad de las cuestiones planteadas y del hecho de que varios actores favorecieron la circulación entre estas zonas geográficas (en particular Christopher Hill y Maurice Dobb), Allisson y Brisset señalan que estos debates «no estaban integrados» (p. 51). Una vez recordadas estas afinidades, los dos autores se adentrarán en la obra del propio Brenner y en el Debate Brenner.
El contexto marxista y el proyecto intelectual de Brenner
En el segundo capítulo, los autores presentan las condiciones y el contexto intelectual del Debate de Brenner. Recuerda toda una serie de elementos: el papel de las revistas británicas Past and Present y de la «primera» New Left Review(1960) en el renacimiento de un marxismo humanista y heterodoxo; el lugar de E. P. Thompson en la formulación de una historia desde abajo del desarrollo de las sociedades capitalistas -y por tanto, sobre todo, de una historia de la resistencia a su desarrollo- al volver a situar «las clases sociales en el centro de la historiografía» (p. 60); la toma de control de la NLR por Perry Anderson en 1962, y la crítica de Thompson a esta nueva línea editorial, demasiado teórica y antihumanista.
Brenner, entonces historiador (económico) estadounidense, se incorporó al consejo editorial de la Review en 1970. Y aunque el enfoque de Brenner sobre la lucha de clases podría acercarle a Thompson, su pertenencia a la New Left Review en este segundo periodo, así como su forma de argumentar, muy teórica y poco apoyada en ejemplos empíricos, le sitúan bastante lejos del «populismo» (por utilizar la palabra de Perry Anderson, citado por Davis, 2006) de este último.
Las motivaciones de su artículo de 1976 son muy claras. Al oponerse al modelo de comercialización, conocido como modelo smithiano, y al modelo demográfico de Postan y Le Roy Ladurie, Brenner pretendía demostrar sus respectivas debilidades, ya que ninguno de los dos tenía en cuenta «la estructura de las relaciones de clase, del poder de clase, que determinará en qué medida y de qué manera ciertos cambios demográficos y comerciales pueden afectar a la evolución a largo plazo, ya sea en la distribución de la renta o en el crecimiento económico» (citado en las pp. 54 y 63-64).
Como señalan Brisset y Allisson, Brenner quiere «romper con la historiografía liberal, que supone que el mercado está en todas partes en el poder», al tiempo que elabora «una historia económica centrada en las luchas por la apropiación de los medios de subsistencia» (p. 54). A continuación, explicarán cómo se sitúa Brenner en relación con los dos modelos mencionados, y explicarán cómo afina sus análisis utilizando varios conceptos, en particular los de relaciones de propiedad social y reglas de reproducción.
Tres elementos centrales del argumento
El modelo smithiano y el modelo malthusiano-ricardiano
Para Brenner, los dos modelos, el smithiano y el malthusiano-ricardiano, no son equivalentes. Ataca en particular a este último. Este último tiene el mérito de socavar el modelo smithiano «al subrayar que el auge del comercio en distintas partes de Europa y en distintas épocas no tuvo los mismos efectos en todas partes» (p. 65). Es cierto que el desarrollo del comercio desestabilizó a veces la economía feudal. Pero en otros casos, la reforzó, provocando a veces un retorno a la servidumbre, sobre todo en Rusia.
La tesis central del modelo matlhusiano-ricardiano, defendida en particular por Le Roy Ladurie, es que no son el comercio internacional y las «redes mercantiles» los que determinan el desarrollo de las economías feudales, sino los «movimientos demográficos a largo plazo» (p. 65). Este movimiento se compone de dos fases: el crecimiento y el declive de la población. Le Roy Ladurie lo califica de «homeostático» en el sentido de que la población se autorregula inconscientemente, produciendo el crecimiento demográfico «grandes crisis debido a la disminución de la relación tierra/trabajo», mientras que el declive produce un aumento de esta relación y «buenos tiempos para los trabajadores agrícolas». Pero Brenner atrapa el enfoque maltusiano en su propia trampa. Es imposible entender la continuación y el desarrollo exponencial del crecimiento económico en el siglo XIX en un momento en que la población crecía exponencialmente. «¿Qué fue lo que puso fin al equilibrio evocado por Le Roy Ladurie?», se preguntan Allisson y Brisset.
Relaciones sociales de propiedad y normas de reproducción
Si bien el mérito de la tesis maltusiana consiste en poner en tela de juicio la generalización y el determinismo comercial del modelo smithiano, este último ofrece algo que el modelo maltusiano evita: una explicación basada en «la aparición de comportamientos específicos» (p. 67). Brenner reconoce este mérito en el modelo smithiano, pero sostiene que debería desnaturalizarse, en particular rechazando el postulado de una inclinación humana natural al intercambio que explicaría el surgimiento del capitalismo. De hecho, esto es precisamente lo que necesitamos comprender, y la historización es la única forma de hacerlo. Para ello, utiliza el concepto de relaciones sociales de propiedad, que define del siguiente modo: «[Las relaciones de propiedad social son] relaciones entre productores directos, entre explotadores y entre explotadores y productores directos. Estas relaciones, en su conjunto, hacen posible y definen el acceso regular de los individuos y las familias a los medios de producción (tierra, trabajo, herramientas) y/o al producto social. La idea es que tales relaciones, específicas de cada sociedad, definen las restricciones fundamentales que enmarcan y limitan el comportamiento económico individual. Son restricciones en la medida en que determinan no sólo los recursos de que disponen los individuos, sino también la forma en que tienen acceso a ellos y, de manera más general, sus ingresos. Las relaciones sociales de propiedad son mantenidas y reproducidas colectivamente -fuera del control de cada individuo- por comunidades políticas constituidas precisamente con este fin. Y es debido a que estas comunidades políticas constituyen y mantienen estas relaciones sociales de propiedad colectivamente y por la fuerza -aplicando funciones políticas normalmente asociadas al Estado, como la defensa, la policía y la justicia- que los agentes económicos individuales generalmente no pueden modificarlas, y deben tomarlas como algo dado, como el marco en el que realizarán sus elecciones» (p. 128 en la traducción del artículo, citado en la p. 66).
El desarrollo del capitalismo sólo puede comprenderse a partir de un análisis comparativo de las diferentes formas de relaciones sociales de propiedad. A partir de ahí, se trata de «captar primero estas variaciones, para indicar qué tipos de organización están en el origen de la transición al capitalismo» (p. 69).
Así pues, existen relaciones de propiedad feudales y relaciones de propiedad capitalistas. En las primeras, los señores son propietarios de sus fincas, pero los campesinos tienen un derecho de posesión sobre las tierras estatales que cultivan, un derecho otorgado por el uso. Por tanto, los campesinos están en posesión de sus medios de reproducción, mientras que los señores se apropian de la propiedad por medios extraeconómicos. Brenner habla así de una «forma de propiedad políticamente constituida» (p. 70). Desde un punto de vista subjetivo, «las estrategias de los individuos dentro de un sistema feudal son en sí mismas feudales».
Esto es lo que Brenner conceptualiza aquí como «reglas de reproducción», la sistematicidad por la que «los individuos y las familias adoptan un conjunto correspondiente y particular de estrategias económicas» (p. 71). En otras palabras, las relaciones de propiedad feudales no pueden producir desarrollo económico, porque dan lugar a estrategias de reproducción feudales.
Por una parte, los campesinos no tienen ninguna razón para aumentar la productividad de sus tierras y tienen todo el interés en orientar su producción hacia el autoconsumo. La regla de reproducción de los campesinos es, pues, «la seguridad ante todo» (p. 72). Por otra parte, los señores no pueden aumentar la productividad de la tierra, ya que los campesinos no tienen ningún incentivo para hacerlo. En resumen, fue reforzando su potencial militar, por medios extraeconómicos, como los señores construyeron su riqueza, oscilando entre la conquista y la protección de sus súbditos, por los que percibían una renta.
Por el contrario, en las relaciones de propiedad capitalistas, los señores perdieron su poder de acumulación política y los campesinos sus derechos a la posesión de sus medios de subsistencia. A partir de entonces, la productividad de la tierra se convirtió en una cuestión clave. En primer lugar, como resultado del Estado moderno, «los terratenientes ya no tienen acceso a los beneficios de la acumulación política» (p. 71), por lo que tienen que hacer todo lo posible para mejorar la renta de sus tierras.
Para ello, las alquilan a agricultores capitalistas, que les pagan un alquiler. El agricultor alquila sus tierras con la intención de obtener un beneficio, si y sólo si consigue maximizar la productividad del trabajo en la explotación mediante el uso de trabajadores libres o de nuevas técnicas; no importa, ambas cosas son ahora capital. Pasamos de una relación binaria a una ternaria, típica del capitalismo, compuesta por el terrateniente, el explotador capitalista y el trabajador libre. Allisson y Brisset señalan que «es por tanto la relación de propiedad la que otorga al mercado un lugar central, y no al revés», y que «en el contexto de las reglas de reproducción capitalistas, es absolutamente necesario aprovechar todas las oportunidades de ganancia, debido a una situación de competencia generalizada» que implica «reducir costes y especializarse» (p. 72).
La transición del feudalismo al capitalismo
Sólo nos queda discutir la transición de un tipo de relación al otro, es decir, la transición del feudalismo al capitalismo propiamente dicho.Para entender cómo se pasa de uno a otro, nos enfrentamos a un primer problema: si, para Brenner, las estrategias reproductivas se corresponden con los regímenes de propiedad, ¿es siquiera posible que haya cambio social? Brenner resuelve la ecuación proponiendo una explicación de la transición en términos de «efectos involuntarios de acciones voluntarias». Las acciones voluntarias corresponden a las reglas de producción.
Tomemos el ejemplo de los gremios: para protegerse, restringen el acceso a una profesión. Limitar la competencia permite mantener un cierto nivel de escasez, garantizando al mismo tiempo la autenticidad de las competencias técnicas de los proveedores de bienes o servicios. Pero al hacerlo, los trabajadores libres quedan fuera de las instituciones feudales y se ven impulsados, por la fuerza de las circunstancias -por la fuerza de sus reglas capitalistas de reproducción-, a querer destruirlas.
Brenner identifica tres vías europeas de desarrollo: la vía inglesa, típicamente capitalista; la vía de Europa del Este, típicamente feudal; y la vía francesa, caracterizada por el minifundismo. Resumámoslas muy brevemente: cuando la peste negra asoló Inglaterra y disminuyó la proporción entre tierra y mano de obra, «el acuerdo de los señores ingleses se rompió debido al resurgimiento de la competencia por los arrendatarios» (p. 74).
El aumento de la demanda señorial de mano de obra permitió a los campesinos, en cierto modo deseados (porque eran escasos), imponerse a la nobleza. Los señores debían ofrecer las mejores condiciones para atraer a los arrendatarios potenciales, en particular concediéndoles el estatuto de «arrendatarios libres», lo que les obligaba a entregar una «copia del registro señorial en el que constasen las condiciones de su tenencia». Dado que el derecho consuetudinario británico otorgaba a todo hombre libre el derecho a apoderarse de ella, estas copias podían utilizarse como prueba ante los tribunales cuando surgía un litigio entre el señor y el productor directo.
En respuesta a esta resistencia legal -y a veces al descontento campesino- los Señores respondieron «presionando para que se pusiera fin a los derechos consuetudinarios (cercamientos, impugnación de los derechos de espigamiento y acceso a los bosques señoriales) y sometiendo las tierras de copropiedad a aumentos de renta en las transferencias, principalmente intergeneracionales». Por supuesto, los campesinos se opusieron a estos intentos de reafirmar los derechos señoriales. Sin embargo, no pudieron impedir la acumulación privada de la propiedad, impuesta por los Señores con la ayuda del Estado monárquico central.
Allisson y Brisset resumen: «El sistema feudal inglés tendía a concentrar el poder extraeconómico en manos de la corona y el poder económico en las de los grandes terratenientes. A partir de entonces, el modo de reproducción de estos terratenientes pasó a ser económico: la tierra debía alquilarse al mejor postor, lo que incitaba a los arrendatarios a ser más productivos. En comparación, en Europa del Este, según Brenner, el campesinado no estaba suficientemente organizado para imponer tal «liberación». Por tanto, la servidumbre seguía siendo la forma de organización dominante. Por el contrario, en Francia, la relación de fuerzas era más favorable a los campesinos, de modo que éstos pudieron tanto establecer su propiedad como preservar los derechos consuetudinarios. Por ello, Francia habría evolucionado hacia un sistema de pequeñas explotaciones campesinas protegidas de los caprichos del mercado, en el que la autosubsistencia seguía siendo la norma» (p. 75).
Los campesinos ingleses abandonaron así la regla de reproducción «safety first» típica del feudalismo en el mismo movimiento de las relaciones sociales de propiedad feudales a las capitalistas. En adelante, el campesinado inglés, en su competencia por los arrendamientos, tendría que adoptar la «regla smithiana de maximización de la relación precio/coste mediante la especialización, la acumulación y la innovación» (Brenner citado por Allisson y Brisset, p. 76).
El futuro del marxismo político
Las reacciones críticas a la tesis de Brenner se analizan en el capítulo 8 (p. 81). Algunas son esperables, como las de los partidarios del modelo maltusiano; otras son más constructivas, como la de Guy Bois, historiador marxista. Fue su crítica la que dio nombre al «marxismo político». Con «político» quería subrayar el hecho de que Brenner, en cierto modo como reacción al economismo marxista ortodoxo, había hecho demasiado hincapié en los factores políticos y olvidado las realidades económicas.
La respuesta de Brenner es que los factores políticos son inseparables del desarrollo económico. En cuanto a los correligionarios o herederos, sería demasiado largo reseñarlos a todos[10]. Allisson y Brisset prefieren centrarse en tres autores en particular que han utilizado y completado los análisis de Brenner: Andreas Malm, Ellen Meiksins Wood y Xavier Lafrance. Me centraré en particular en la contribución de Wood, que me parece más directamente crítica y acorde con los argumentos teóricos de Brenner.
Empezaré, sin embargo, con unas palabras sobre las aportaciones de Malm y Lafrance. El mérito de Malm reside en haber demostrado que las opciones tecnológicas pueden explicarse en términos de relaciones de propiedad, y no en términos puramente técnicos. Hay opciones políticas detrás de las tecnologías, porque la estrategia de reproducción capitalista, que pasa por el aumento de la productividad, también debe tener en cuenta y anticipar la resistencia popular a este aumento.
Xavier Lafrance[11] fue el primero en utilizar explícitamente el marco de Brenner en un estudio monográfico a largo plazo sobre la transición al capitalismo en Francia. Si había que mantener un argumento clave, era que el capitalismo francés era una importación estatal, una «imposición autoritaria» de Napoleón III, que luchaba contra el ascenso de Inglaterra y Prusia. Así pues, el desarrollo industrial se convirtió en un tema importante de la política del Segundo Imperio, con la creación de instituciones de crédito para sustituir la autofinanciación, una estrategia nacional de desarrollo ferroviario, la creación de grandes almacenes para racionalizar el mercado interior, la firma de los acuerdos Cobden-Chevalier, que ejercieron una presión capitalista constante sobre la producción francesa, y el desmantelamiento de los derechos locales en favor de una legislación laboral que organizaba la subordinación de los trabajadores.
Incuestionablemente, la principal correligionaria de Brenner en el marxismo político es Ellen Meiksins Wood. Tras recordar varias de sus ricas aportaciones, tanto intelectuales como políticas (pp. 88-89), Allisson y Brisset proponen examinar los trabajos encaminados a enriquecer los de Brenner[12]. Wood sostiene que, a pesar de las limitaciones del modelo de mercantilización, sería demasiado precipitado considerar que el comercio internacional no tiene ninguna relación con la aparición del capitalismo.
En su opinión, la mejor manera de reconstruir el surgimiento del capitalismo inglés era comprender el papel específico de Inglaterra en las redes del comercio internacional. A raíz de un debate con Brenner sobre las Provincias Unidas, Wood propuso distinguir entre las reglas del comercio feudal y las del comercio capitalista. Brenner consideraba que las Provincias Unidas habían establecido relaciones de propiedad social capitalistas, pero que su transición había «abortado» (p. 91).
Para Wood, Brenner contradice su propia argumentación sobre el surgimiento del capitalismo en Inglaterra, ya que el límite de la transición al capitalismo es externo, no interno. En cierto modo, saca a Brenner de esta contradicción, proponiendo una relectura del caso de las Provincias Unidas basada en tres argumentos: en primer lugar, contrariamente a lo que sugiere Brenner, las relaciones de propiedad siguieron siendo feudales; en segundo lugar, la dependencia del mercado internacional seguía una lógica feudal, «en la medida en que esta dependencia concierne al consumo (hay que vender para comprar), mientras que en un marco capitalista, es el beneficio el que se convierte en la condición de supervivencia» (p.92); por último, el aumento de los rendimientos agrícolas, en el que Brenner basaba su descripción de las relaciones sociales en las Provincias Unidas como «capitalistas», no derivaba de la presión constante del mercado capitalista, sino de una presión cíclica, de crisis, que obligaba al país a producir más para asegurarse el abastecimiento de subsistencia gracias a los beneficios de la exportación de productos manufacturados.
Aquí, la contribución de Wood fue decisiva para reafirmar la primacía capitalista de Inglaterra[13]. El comercio de las Provincias Unidas seguiría siendo enteramente feudal: «su dominio comercial sobre el resto de Europa se ejerce debido a una superioridad extraeconómica, por su dominio de las rutas comerciales, y no por su capacidad de reaccionar ante las variaciones de los costes de los diferentes lugares de producción» (p. 93). Los beneficios no se derivan de la competencia, sino del monopolio de las rutas comerciales.
Wood distingue así entre las estrategias de reproducción feudal y capitalista en la propia esfera comercial: la primera consiste en «vender para comprar»; la segunda, en «maximizar el propio beneficio en un contexto de depredación económica». Resume: «Es esencial distinguir la necesidad de vender para sobrevivir de la necesidad de alcanzar una tasa media de beneficio para sobrevivir, independientemente de las propias necesidades de consumo» (citado en la p. 94).
Además, en tiempos de crisis, la respuesta de las élites de las Provincias Unidas no fue mejorar la productividad. Peor aún, la posibilidad generalizada en las Provincias Unidas de convertir el capital económico en capital político mediante la compra de un cargo público permitió a las élites refugiarse en privilegios feudales, evitando así la competencia comercial, mientras que los lores ingleses tuvieron que mejorar la productividad de sus tierras.
La mejora de las tierras sólo se hace «vital» por la presión constante, la «dependencia completa y total de los mercados» (p. 97) de los arrendamientos y de la mano de obra gratuita, típica de la tríada inglesa de terrateniente (cuya renta depende de la eficacia del agricultor), arrendatario (cuyo salario depende de la productividad) y empleado agrícola o temporero (desposeído de sus medios de reproducción).
¿Qué hacer de Brenner?
No tendría sentido traducir los textos de Brenner si no tuvieran algo que decirnos. Básicamente, la respuesta a la pregunta «¿Por qué importa el Debate Brenner? es la respuesta a la pregunta «¿Por qué traducirlo? Y el interés de Brenner reside sobre todo en poner de relieve el papel fundamental de la propiedad en la estructuración del orden político. Su fuerza epistemológica reside en su posición de intermediario entre el postmarxismo de la Nueva Izquierda y los postestructuralismos y el marxismo «populista» de los Thompson: mantiene un análisis de clase sin interesarse por la agentividad de las clases trabajadoras.
Dejaremos este debate a los partidarios de Thompson y a los marxistas políticos. Es seguro que un equilibrio entre estas dos tendencias sería lo más fértil. Por otra parte, dentro del marxismo político, encontramos investigadores como Benno Teschke y Samuel Knafo que se erigen en intermediarios, criticando un cierto marxismo político que tiende, por su potencia teórica, a distanciarse de las múltiples historicidades de la transición[14].
Es más, estas críticas han dado en el clavo, ya que los muy brennnerianos/woodlandianos, relativamente cercanos a los fundadores, Xavier Lafrance y Charles Post, han publicado una obra colectiva que urge traducir, Estudios de casos sobre los orígenes del capitalismo (2019). En ella, la empresa comparativa adquiere un alcance intelectual y colectivo absolutamente decisivo. En términos de marxismo político, analiza la transición al capitalismo en Inglaterra, Francia, Cataluña, Estados Unidos, Canadá, Japón, entre el Imperio Otomano y Turquía, e incluso en Taiwán ¡Vaya programa!
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Post, Charles. « Structure and Agency in Historical Materialism: A Response to Knafo and Teschke », Historical Materialism. 2021, vol.29 no 3. p. 107‑124.
Salgado, Pedro. « Anti-Eurocentric Historicism: Political Marxism in a Broader Context», Historical Materialism. 2021, vol.29 no 3. p. 199‑223.
Sweezy, Paul et Maurice Dobb. « The Transition from Feudalism to Capitalism», Science & Society. 1950, vol.14 no 2. p. 134‑167.
Wood, Ellen Meiksins. L’origine du capitalisme : une étude approfondie. Traduit par François Tétreau. Montréal : Lux. 2009.
Notas
[1] La versión francesa aún está lejos.
[2] Pueden encontrarse otras traducciones de los artículos de Brenner en la revista en línea Period: http://revueperiode.net/
[3] El hecho de que François Allisson sea especialista en marxismo ruso explica esta discrepancia inesperada pero muy esclarecedora.
[4] La emancipación de los siervos fue especialmente frecuente en los siglos XII, XIII y XIV (Hyams, 2006). En Francia, Marc Bloch realizó brillantes análisis de la emancipación de los siervos por Saint-Louis en 1315, que iban a contracorriente de la mitología liberal propugnada por Guizot (Ganshof, 1922). En sus análisis, Bloch sostiene que los señores querían la emancipación, basándose en la idea de que obligarían a los campesinos a recomprar la tierra, más o menos como en Rusia después de 1861. Me parece que este argumento plantea problemas al análisis de Brenner.
[5] Dobb, haciendo uso de su derecho de réplica, replicó: «Una vez más, como señala Sweezy, las ciudades actuaron como imanes para los siervos fugitivos. No me interesa debatir si esta huida de siervos se debió a la atracción de estos imanes urbanos (y alternativamente, en ciertas partes de Europa, a la atracción de la tierra libre) o a la fuerza repulsiva de la explotación feudal. Evidentemente, se debió a ambas cosas, en mayor o menor medida según la época y el lugar. Pero el efecto específico de esta huida se debe al carácter específico de la relación entre el siervo y el explotador feudal». (1950, p. 160)
[6] Los autores citan en particular el artículo de los historiadores soviéticos Sidorova y Gutnova publicado en Annales en 1960: «Cómo percibe y explica la historiografía soviética la Edad Media occidental».
[7] Allisson y Brisset dan varios ejemplos más de este flujo bidireccional de ideas entre historiadores soviéticos y occidentales, a pesar de las barreras ideológicas y lingüísticas (véase p. 46).
[8] Dejando de lado, por ejemplo, como señalan, el debate sobre la génesis del capitalismo en la industria, que tuvo lugar en la revista Srednie veka (Edad Media) entre 1953 y 1955.
[9] Traducido al francés: «À propos de la périodisation de l’histoire de la Russie à l’époque du féodalisme» (1951) de Pashuto y Cherepnin; «Sur le rôle de la production marchande dans la transition du féodalisme au capitalisme» (1953) de la redactora jefe de la revista, Anna Pankratova; «La cuestión de la ley económica fundamental del feudalismo» (1954) por Polânskij; «Sobre la ley económica fundamental de la formación feudal (resultados de las discusiones)» (1955) en forma de resumen colectivo anónimo destinado a cerrar el debate.
[10] Además de aquellos cuyos trabajos se analizarán con más detalle, se menciona aquí a Benno Teschke, Hannes Lacher, David McNally y Georges Comninel.
[11] Una entrevista de Selim Nadi a Lafrance se publicó en la página web de Contretemps en 2020 https://www.contretemps.eu/.
[12] En Contretemps, también se puede leer el capítulo titulado «Les origines agraires du capitalisme» («Los orígenes agrarios del capitalismo») en su libro L’origine du capitalisme, une étude approfondie (2009).
[13] El historiador marxista holandés Pepijn Brandon ha criticado duramente esta lectura woodiana de la historia holandesa (2011).
[14] Este debate, que merece ser traducido, fue lanzado por un texto de Teschke y Knafo (Knafo et al., 2020), y tuvo lugar en un número de la revista Historical Materialism (Post, 2021; Lafrance, 2021; Evans, 2021; Moreno Zacarés, 2021; Salgado, 2021; Pal, 2021).
5. Equilibrio inestable
A los de la Fundación Rosa Luxemburgo no pareció gustarles que la mani del 1º de mayo estuviese en Berlín prácticamente monopolizada por la guerra en Palestina y a favor de los palestinos. En esta entrevista a uno de los suyos intentan mantener un insostenible punto medio. Especialmente insultante que consideren que se destacan especialmente los aspectos colonialistas del proyecto israelí, pero no los de «liberación nacional», judía, se entiende. También contra el movimiento BDS, tiquismiquis con el uso del término apartheid, para terminar con el socorrido «es que es muy complicado»… ¡Cágate, lorito! https://www.rosalux.de/en/
¿Perdido en el furor nacional?
Peter Ullrich sobre la indignación moral, el antisemitismo y la represión contra el movimiento de solidaridad con Palestina
La tradicional manifestación del Primero de Mayo Revolucionario en Berlín se caracterizó este año por una presencia numerosa y visible de manifestantes pro Palestina como no había ocurrido en años anteriores, lo que desató la polémica y el debate tanto dentro del movimiento como fuera de él. Erik Peter, del taz , habló con Peter Ullrich, de la Fundación Rosa Luxemburg, sobre la represión contra el movimiento de solidaridad con Palestina en Berlín, las acusaciones de antisemitismo tanto reales como imaginarias, y cómo cree que el movimiento por un alto el fuego en Gaza puede impulsar un mensaje universalista y evitar la trampa del nacionalismo.
Peter Ullrich es sociólogo, coordinador de antiguos alumnos en la Fundación Rosa Luxemburg, investigador principal en el campo de «Movimientos sociales, tecnología y conflictos» en el Centro de Tecnología y Sociedad, y becario en el Centro de Investigación sobre el Antisemitismo de la Universidad Técnica de Berlín.
Sr. Ullrich, la manifestación del Primero de Mayo Revolucionario en Berlín fue básicamente una manifestación puramente palestina. Otros temas quedaron relegados a un segundo plano. ¿Le ha sorprendido?
Había muchos indicios de antemano de que así sería. El tema se situó deliberadamente en el centro de la manifestación. Y para los movimientos de izquierdas es un conflicto central que vuelve de vez en cuando, sobre todo con la dramática escalada en Oriente Medio.
En la manifestación se escucharon ocasionalmente consignas prohibidas como «Del río al mar». Era inminente una intervención policial con la consiguiente escalada como consecuencia. ¿De dónde viene esta tendencia a gritar estas cosas?
En primer lugar, porque es simplemente la opinión de los manifestantes.
Entonces, sin duda, también se trata de autoafirmación frente a la acción masiva emprendida contra el movimiento propalestino. Pensemos en la prohibición de todas las protestas en las primeras semanas después del 7 de octubre, con la suposición, al menos implícitamente racista, de que todas eran manifestaciones a favor de Hamás. O la severidad totalmente desproporcionada con la que se atacó y clausuró la Conferencia sobre Palestina. La gente reacciona a esta presión con cierto desafío y un intento de mostrar fortaleza no cediendo al discurso de la «razón de Estado».
Por otra parte, se observa una inquietante cólera extrema y una indignación constante que parece casi religiosa, que no puede explicarse únicamente por el conflicto en sí, especialmente entre quienes no están personalmente afectados.
Entonces, ¿de dónde viene?
Por un lado, se aprecia la influencia de los discursos antirracistas actuales y de ciertas formas de «política de la identidad». Radicaliza la lógica de la teoría del punto de vista: sólo los afectados tienen derecho a expresarse sobre determinados temas.
También influye la aplicación reductora de los discursos poscoloniales a Israel. Se hace hincapié en los aspectos coloniales de la creación de Israel, mientras que se ignoran los aspectos de liberación nacional. El pensamiento es muy antagónico, no hay lugar para la ambigüedad. Por otra parte, la sociedad en su conjunto se siente a la defensiva. Todo esto aumenta el peligro de caer en el particularismo.
¿Un exceso de identificación con la causa palestina?
A menudo, la gente no sólo se compromete en un esfuerzo universalista para liberar a la gente de la ocupación, sino que también se partidiza en un conflicto nacionalista entre el sionismo y el movimiento nacional palestino. El nacionalismo del conflicto de la vida real deja sus huellas en el «conflicto de Oriente Medio de los movimientos de solidaridad». Aquí se solidifican los antagonismos en lugar de adoptar una tercera posición, que sería necesaria para una política de paz. Este maximalismo contribuye a que el movimiento sea extremadamente insensible a la crítica, incluso a la crítica constructiva desde una posición de solidaridad con el movimiento, y rehúya la reflexión.
¿En qué se basa para afirmar esto?
Un ejemplo: Fui invitado al cumpleaños de la Voz Judía por una Paz Justa en Oriente Próximo el pasado noviembre en Oyoun en Neukölln, con gente agradable y buena música. Y, sin embargo, me sentí bastante solo allí, a pesar de todas las similitudes, por ejemplo en lo que respecta a la crítica de la ocupación.
Lo que me irritaba era que no se percibía que el 7 de octubre había ocurrido poco antes. El silencio en torno a este atroz terror fue realmente ensordecedor. Pero tampoco hubo antisemitismo ni glorificación de Hamás. Este acontecimiento podría haber tenido lugar hace diez años. Este sentimiento también ha sido articulado por izquierdistas judíos que, aunque se ven a sí mismos como parte del movimiento de solidaridad con Palestina, no han experimentado empatía por sus traumas y pérdidas tras el ataque de Hamás.
Posteriormente se recortó la financiación de Oyoun.
Yo también lo critico enérgicamente. Lo que yo percibía como una ambivalencia se presentó, en el debate público, como gente que adoptaba posturas claras e inequívocas, como si Oyoun fuera un centro antisemita y no un lugar importante para el trabajo queer y antirracista.
¿Cree que las críticas al movimiento son injustas?
A veces se considera a los activistas palestinos como vengadores de los nazis. Se dice que se plantan delante de tiendas judías como hicieron los nazis en 1938. Este tipo de críticos del antisemitismo son bastante serios al respecto. Subjetivamente opinan que luchar contra el movimiento BDS es antifascista, por lo que prácticamente todos los medios pasan a ser permisibles. La complejidad y la ambigüedad son desterradas del pensamiento de la gente, y esto tiene su reflejo en la estrechez de miras de partes del movimiento palestino.
¿Qué es esta estrechez de miras?
Cuando doy conferencias sobre antisemitismo -y no me refiero a la crítica legítima a Israel, ni siquiera a la crítica radical-, a menudo la gente simplemente no puede separarlo cognitivamente. Dicen: «Pero es tan malo en Gaza». Sí, está muy mal, pero ese no era el tema de la conferencia. Todo el tema está estructurado de forma muy antagónica y no discursiva. Sólo quedan unas pocas personas que intentan hablar con diferentes personas, unir diferentes voces. No se toleran las contradicciones.
¿Se está saboteando el movimiento a sí mismo y socavando así su principal objetivo, conseguir que la gente preste atención al sufrimiento en Gaza?
A veces es cierto. En EE.UU., las protestas universitarias incluían lemas como: «Hamás, nosotros también amamos tus cohetes». Eso no describe a todo el movimiento ni mucho menos, pero el hecho de que algo así encuentre resonancia allí es un problema.
Otro ejemplo: El movimiento de boicot, desinversión y sanciones (BDS) decidió recientemente hacer del movimiento israelí Standing Together un nuevo objetivo. Standing Together es actualmente la voz más decidida contra la guerra en Israel. Pero ahora es presentado [por el movimiento BDS] como exponente de una inminente «normalización» del contacto con el «enemigo». Esta lógica no es progresista y debilita el campo de la paz.
Usted critica que ya no se discuta ni reflexione sobre la estrategia del BDS.
La cuestión es si el BDS o las consignas maximalistas realmente hacen algo por los palestinos. Cabría preguntarse si es sensato insistir en todo lo que se puede insistir y a quién se está alienando.
Creo que se puede propagar un boicot como medio contra la ocupación sin tener que escuchar inmediatamente acusaciones de antisemitismo. Pero el hecho de que para los judíos de este país esto también despierte recuerdos históricos del boicot nazi a los judíos podría entenderse con un mínimo de empatía. Lo mismo ocurre con «Del río al mar». Este eslogan está muy abierto a la interpretación. Puede leerse como la exigencia de una sociedad democrática para todos los que viven en ella o, en términos de Hamás, como la reivindicación de un Estado puramente palestino-islámico. Me gustaría que quedara más claro.
¿Y la insistencia en un término como «apartheid»?
El principal contexto histórico del término es Sudáfrica. Ahora es también un término jurídico que, aunque se inspira en esta experiencia, tiene su propia definición. En realidad, habría que mantener un debate sobre las diversas implicaciones históricas, políticas, jurídicas y morales del término, en lugar de limitarse a postular verdades inequívocas. Una parte dice en voz alta «claramente apartheid», mientras que la otra considera insoportable incluso el debate sobre el tema y sospecha de una inversión antisemita autor-víctima.
¿Son estas consignas del movimiento síntomas de un tratamiento general bastante simplista del conflicto de Oriente Próximo?
Hay ONG que realizan un seguimiento regular o escriben análisis complejos, observadores científicos del debate que son políticamente activos. Pero en los grupos de solidaridad de la calle hay a menudo un comportamiento marcial, con el riesgo de adoptar el nacionalismo del propio bando en el conflicto.
En realidad, antes ya estábamos más avanzados. En las décadas de 1970 y 1980, los izquierdistas tenían grandes esperanzas puestas en los movimientos de liberación nacional como agentes del progreso revolucionario. Sabemos que, en general, esta esperanza no estaba justificada. La historia se repite.
¿Cómo hacerlo mejor?
Deberíamos abogar de nuevo por una perspectiva universalista. En un conflicto tan complejo, no se puede simplemente tomar partido. Se puede tomar posición, pero sobre cuestiones concretas: contra la guerra, contra la ocupación, contra la violencia de los colonos, pero también contra la corrupta Autoridad Palestina y la extremadamente reaccionaria y terrorista Hamás. Pero cuando se trata de la cuestión del derecho a la vida de las personas en Israel y Palestina, hay que situarse del lado de los derechos humanos universales. Es importante recordar esto porque corre el riesgo de perderse en el furor nacional de algunos en el movimiento.
¿Qué papel desempeña el antisemitismo en este endurecimiento del debate?
Creo que éste es un factor que sólo explica una pequeña parte. El motor central de una crítica muy leñera es la identificación radical con una de las partes del conflicto. Los patrones genuinamente antisemitas desempeñan un papel y forman parte del programa de Hamás, pero eso no basta para explicar la ira en el movimiento más amplio a favor de un alto el fuego y contra la ocupación.
De nuevo, sobre el eslogan «Del río al mar»: Se interpreta como antisemita porque reivindica todo el país. Pero si miramos a Israel, también encontraremos por todas partes mapas en los que se asignan a Israel territorios no israelíes. Se puede ver que se trata de patrones universales en los conflictos violentos, en los que las posiciones maximalistas están representadas en ambos bandos y se niegan las reivindicaciones del oponente en el conflicto.
La acusación de antisemitismo llega demasiado rápido?
Se utilizan algunas definiciones muy simples, como la prueba 3D del antisemitismo, que postula los criterios de demonización, deslegitimación y doble rasero. Pero todos estos son patrones que pueden observarse en conflictos escalados. No hay nada específicamente antisemita en ello. Lo que es cierto, sin embargo, es que la lógica del conflicto aumenta la tendencia a adoptar interpretaciones antisemitas como munición para la propia posición. Por supuesto, el conflicto de Oriente Próximo no es la causa del antisemitismo, pero lo alimenta.
La escena política propalestina a menudo no se ha distanciado de las declaraciones posteriores al atentado de Hamás que claramente cruzan la línea [nota del traductor: hacia el apoyo a los ataques contra civiles y la apología de la derecha islamista]. ¿Por qué?
Es probable que mucha gente no exprese esas críticas [a Hamás y sus acciones] porque creen que debilitan a su propio bando. También hay un renacimiento de grupos de izquierda autoritaria que ven impulsos revolucionarios latentes en el terror de Hamás en su simple antiimperialismo. El pensamiento crítico es necesario para no amurallarse y protegerse de la estupidez. Un mecanismo de protección es la integración en otros discursos y temas políticos. Si sólo te dedicas a la solidaridad con Palestina, tiendes a crear tu propio mundo político estructurado exclusivamente por esta cuestión.
El Estado está tomando medidas muy duras contra el movimiento propalestino. ¿Qué opina al respecto?
Es increíble cómo la Conferencia sobre Palestina fue aplastada con prohibiciones de entrada y de actividad en condiciones escandalosas que ni siquiera dieron a los organizadores la oportunidad de comportarse «correctamente». Aquí entra en juego el ideal policial de una «policía de Estado», bajo cuya bandera se impulsan razones de Estado, comparables a los disturbios policiales en la cumbre del G20 en Hamburgo en 2017. Al amparo de una comprensible indignación moral y por parte de los políticos de turno, aquí se socavan fuertemente los derechos básicos. Se trata de tendencias altamente autoritarias que, en última instancia, afectarán a otros actores y cuestiones.
Este artículo apareció por primera vez en el taz y posteriormente en Left Renewal.
6. Recuerdo de Thomas Sankara.
La historia no se repite, pero, a veces, rima. Espero que Traoré pueda seguir los pasos de Sankara. Es un artículo un poco viejo, de octubre del 2022, aunque, viajando en el tiempo, en MR Online dicen que es de octubre del 2024. En cualquier caso, me ha parecido un buen artículo sobre la obra de Sankara. https://mronline.org/2024/05/
Thomas Sankara sigue siendo un icono mundial
Por Owen Schalk (Publicado el 17 de mayo de 2024)
Publicado originalmente: Canadian Dimension el 9 de octubre de 2024 (más por Canadian Dimension) |
«Fomentamos la ayuda que nos ayuda a prescindir de la ayuda», afirmó Thomas Sankara, presidente de Burkina Faso de 1983 a 1987.
Pero, en general, las políticas de bienestar y ayuda sólo han acabado por desorganizarnos, engatusándonos y robándonos el sentido de la responsabilidad sobre nuestros propios asuntos económicos, políticos y culturales.
Para restablecer ese sentido de la responsabilidad, Sankara puso en marcha un programa socialista y antiimperialista destinado a cultivar una economía autosuficiente gestionada por el pueblo burkinabé, para el pueblo burkinabé. Su programa incluía, entre otras cosas, la negativa a pagar la deuda de Burkina Faso a las instituciones occidentales, alegando, en primer lugar, que se había contraído ilegítimamente y, en segundo lugar, que el servicio constante de la deuda era un anatema para el desarrollo africano.
Mientras golpes militares ideológicamente vacíos sacuden Burkina Faso y la crisis de la deuda en todo el continente africano se hace más acuciante cada año, el pueblo burkinabè se prepara para conmemorar a Sankara en el trigésimo quinto aniversario de su asesinato. Los cuatro años de Sankara en el poder demostraron que los modelos de desarrollo alternativos que no se suscriben a los preceptos importados de las instituciones neocoloniales no sólo son posibles, sino necesarios si las naciones subdesarrolladas quieren desarrollarse de forma endógena y sostenible.
Cuando Sankara tomó el poder en 1983, su gobierno representó una ruptura radical con el pasado. Denominado «Alto Volta» por los franceses y subdesarrollado al estilo colonial clásico, la independencia formal apenas trajo cambios materiales al país. Una serie de gobernantes títeres mantuvieron al país bajo el dominio neocolonial de Francia, mientras que la mayoría de la población del Alto Volta seguía estando subeducada y desnutrida. Cuando Sankara, un capitán militar que defendía los principios del marxismo-leninismo, tomó el poder mediante un golpe de estado, se reavivaron las esperanzas del socialismo africano en todo el continente. El socialista zanzibariano A.M. Babu resumió el sentimiento de esperanza: “El capitán Thomas Sankara… puede ser decisivo para reavivar ese entusiasmo poscolonial que la mayoría de la gente esperaba que se reavivara con el Zimbabue [de Mugabe], pero que no se reavivó; el entusiasmo que desbrozó arbustos, que construyó miles de kilómetros de carreteras modernas, que cavó canales sobre la base del trabajo gratuito y el espíritu de construcción nacional.”
Hombre de estilo informal y valores modestos, Sankara propuso un ambicioso programa de desarrollo para el continente africano. En primer lugar, rebautizó su país de Alto Volta a Burkina Faso – «la tierra de la gente recta»- y nacionalizó la mayoría de sus recursos, sobre todo las tierras de cultivo y las reservas minerales. Lanzó una serie de operaciones «comando» para construir un ferrocarril que abarcara todo el país (el pueblo construyó casi 100 kilómetros de ferrocarril en dos años), aumentar la alfabetización en el campo (se enseñó a leer a decenas de miles de personas) y vacunar a los niños contra el sarampión, la meningitis y la fiebre amarilla (se vacunó a dos millones de niños en dos semanas, con lo que se salvaron entre 18.000 y 50.000 niños que solían morir en las epidemias anuales). Todas estas iniciativas se emprendieron sin aceptar fondos de instituciones financieras internacionales ni fomentar la inversión extranjera.
«No queremos nada de nadie», declaró el Ministro de Asuntos Exteriores, Basile Guissou. «Nadie vendrá a desarrollar Burkina Faso en lugar de su propio pueblo». En un momento en que la deuda africana rondaba los 200.000 millones de dólares y el 40% de los ingresos de exportación del continente se destinaban al pago de la deuda, era una postura valiente. Sankara fue un paso más allá cuando, en 1987, instó al resto de África a rechazar su deuda externa y seguir el exitoso modelo de autosuficiencia de Burkina Faso.
El objetivo de Sankara era garantizar el acceso de la población a los alimentos y al agua potable, una ambición básica pero exigente en un continente donde el hambre y la sed se imponían a pueblos enteros a través de las instituciones financieras y los programas de política exterior del «civilizado» mundo occidental. «Nuestra ambición económica», dijo, es utilizar la fuerza del pueblo de Burkina Faso para proporcionar, a todos, dos comidas al día y agua potable.
Sus políticas dieron fruto. Entre 1983 y 1986, la producción de cereales aumentó un 75% y el nuevo Ministerio del Agua ayudó a muchas comunidades a cavar pozos y depósitos de agua. El periodista Ernest Harsch recuerda: «Los burkineses de a pie parecían aceptar de buen grado el planteamiento de Sankara, ya que se movilizaron en sus comunidades locales para construir rápidamente nuevas escuelas, dispensarios y otras instalaciones que antes no parecían más que una remota fantasía.»
Las políticas de desarrollo independientes de Sankara, combinadas con una política exterior no alineada que le hizo disfrutar de buenas relaciones con Cuba, Libia y la Unión Soviética, llevaron a los europeos (y en particular a los franceses) a volverse contra el gobierno revolucionario. Al igual que otros procesos revolucionarios en Cuba y Venezuela, el gobierno de Sankara estaba aplicando con éxito una nueva estrategia de desarrollo que desdeñaba el paternalismo racista y la austeridad intervencionista de las instituciones financieras occidentales en favor de un modelo de autosuficiencia basado en la movilización popular. Además, Sankara exigió respeto al Norte Global, y especialmente al antiguo colonizador de Burkina Faso. «Lo esencial», afirmó, «es desarrollar una relación de iguales, mutuamente beneficiosa, sin paternalismo por una parte ni complejo de inferioridad por la otra.»
La actitud del gobierno francés hacia Sankara fue cada vez más negativa durante su mandato. Por ejemplo, durante una breve guerra fronteriza entre Malí y Burkina Faso en 1985, Francia vendió armas a Malí. En general, Sankara había privado a Francia de influencia en África Occidental, y el éxito de su vía alternativa presagiaba una disminución aún mayor de la influencia francesa, ya que otros pueblos de la región probablemente se darían cuenta de que la autosuficiencia era posible. Por ello, los franceses mantuvieron estrechos vínculos con los gobiernos conservadores de los vecinos Togo y Costa de Marfil, especialmente con el presidente marfileño Félix Houphouët-Boigny, en cuyo país vivían muchos exiliados burkineses que se oponían a la revolución burkinesa.
Cuando Sankara viajó a Costa de Marfil en mayo de 1984, al principio se le prohibió visitar Abiyán, la ciudad más grande, porque las autoridades marfileñas temían que fuera recibido con más entusiasmo que el propio presidente del país.
Todo se vino abajo el 15 de octubre de 1987, cuando Blaise Compaoré, antiguo compatriota de Sankara, lanzó su propio golpe de estado. Sus soldados asesinaron a Sankara y a sus aliados más cercanos y enterraron sin contemplaciones sus cuerpos en una fosa común. Harsch relató que, cuando se corrió la voz de la muerte de Sankara, los dolientes acudieron en masa al túmulo para depositar flores y llorar.
Compaoré gobernó hasta 2014. Algunas de sus primeras medidas fueron revertir el monopolio estatal sobre la industria minera y permitir el regreso al país del Fondo Monetario Internacional y el Mundo. «Sin vergüenza, debemos apelar a los inversores privados», anunció en una clara ruptura con Sankara. Tenemos que desarrollar el capitalismo… Nunca nos hemos planteado el socialismo.
A diferencia de su predecesor, Compaoré construyó un opulento palacio presidencial y compró un avión de lujo que en su día fue propiedad de Michael Jackson. El apoyo inmediato de Occidente a Compaoré y la cercanía del nuevo líder a Francia (y en particular al aliado francés Félix Houphouët-Boigny) han alimentado las teorías de que el golpe se produjo a instancias del antiguo colonizador de Burkina Faso. A día de hoy, el gobierno francés se niega a abrir sus archivos sobre Sankara.
A finales de la década de 1990, equipos de exploración extranjeros habían descubierto enormes reservas de oro en Burkina Faso. Canadá, con sus crecientes inversiones en oro, estaba especialmente interesado. En 2003, las siguientes empresas canadienses exploraban o explotaban minas en Burkina Faso: Axmin, Orezone Resources, Etruscan Resources, St. Jude Resources, SEMAFO y High River Gold. En menos de veinte años, los intereses canadienses poseerían la mayoría de las explotaciones de oro del país, dominando la exportación más rentable de Burkina Faso.
En 2014, un levantamiento popular derrocó a Compaoré, poniendo fin a décadas de gobierno abiertamente neocolonial. Sin embargo, el proceso político que siguió no logró romper con el pasado como Sankara habría aconsejado. La presión canadiense fue decisiva para impedir una reforma sustancial. Como explicó Business Monitor Online, «Burkina Faso depende en gran medida de la ayuda exterior, gran parte de ella procedente de Canadá, jurisdicción de origen de la mayoría de los mineros que se verían perjudicados por una revisión significativa». El ex primer ministro Stephen Harper protegió aún más las inversiones canadienses al finalizar un Acuerdo de Promoción y Protección de las Inversiones Extranjeras (FIPA), negociado con el régimen de Compaoré, mientras el gobierno de transición no electo estaba en el poder.
Un encuentro en 2015 entre el primer ministro Justin Trudeau y el expresidente Roch Marc Christian Kaboré reveló la prevalencia que sigue teniendo el capital canadiense en el país en la actualidad. Mientras las inversiones mineras canadienses en Burkina Faso y en toda África Occidental seguían aumentando, Kaboré estrechó la mano de Trudeau y «subrayó la importancia de las inversiones canadienses para la economía de Burkina Faso.»
Este año, Burkina Faso ha sido escenario de dos golpes militares. El primero, el 24 de enero, derrocó a Kaboré y llevó al poder al oficial Paul-Henri Sandaogo Damiba, y el segundo, el 30 de septiembre, derrocó a Damiba y elevó al oficial Ibrahim Traore a la jefatura del régimen militar. Ninguno de estos golpes afectó a las inversiones canadienses en el país. Un artículo publicado el 3 de octubre en Canadian Mining Journal señala que las operaciones propiedad de las canadienses Endeavor Mining e IAMGOLD «no se han visto afectadas por la propagación del malestar social tras un golpe de Estado interno».
La visión de Sankara de un modelo de desarrollo independiente, socialista y panafricanista -en el que la riqueza producida en África se quede en África para desarrollar a la mayoría de la población- no fue enterrada con él. Sigue siendo un símbolo inspirador para África y el resto del mundo. En una entrevista reciente con Democracy Now!, Aziz Fall, coordinador de la Campaña Internacional Justicia para Sankara, explicó que Sankara «simbolizó para la mayoría de los jóvenes africanos la esperanza de un África soberana. De hecho, dio su vida por ello… Y por eso es un icono, creo».
7. Paul Mason: el candidato perpetuo
Paul Mason es de lo peor de la prensa basura -entre otras cosas, colaborador de las fuerzas «antiterroristas»-, pero que se presenta siempre como un izquierdista -ahí tenemos su «teoría de los tres Tonis»-. Es un poco patético que sea la cuarta vez que intenta que lo propongan como candidato del partido laborista en unas elecciones -nunca lo consigue-, y ahora se quiere enfrentar a Corbyn, al que Starmer no le permite volver a presentarse por el partido en la circunscripción por la que siempre ha sido diputado. El personajillo no merece mucha atención, pero el artículo nos presenta un panorama interesante de la política británica.
Paul Mason, Por favor, basta
El periodista británico Paul Mason ha anunciado sus planes de presentarse a las elecciones en la circunscripción de Jeremy Corbyn. Es la culminación de la guerra de Mason con sus antiguos camaradas – y es importante que sea derrotado.
«Si no crees que [Keir Starmer] hará avanzar la lucha de clases, posiblemente no estés entendiendo correctamente la socialdemocracia desde un punto de vista marxista». Al tuitear sobre el nuevo líder laborista el 8 de abril de 2020, Paul Mason parecía optimista sobre las perspectivas de la izquierda, a pesar de sus recientes derrotas. El ex periodista de la BBC había iniciado este hilo apenas doce minutos después de que Bernie Sanders abandonara la carrera presidencial estadounidense, y cuatro días después de que Sir Keir Starmer ganara el liderazgo laborista. Para Mason, «la revolución política que inició [Sanders] continuará . . . *SI* la izquierda deja de esperar que el socialismo se logre sin lucha de clases – y *SI* aprendemos a construir una amplia alianza por la democracia/estado de derecho como hicimos en los años 30».
A primera vista, parecía que Mason pensaba que las campañas lideradas por Sanders y Jeremy Corbyn eran un buen comienzo, pero que necesitaban ser más profundas y radicales. El autor de Postcapitalism, que realizó una admirable crónica de la revuelta griega contra la austeridad a mediados de la década de 2010, se presentaba a menudo como uno de los principales partidarios de Corbyn, pero expresaba su frustración por la «izquierda burocrática» y su control del proyecto. Para Mason, faltaban las ideas de la «izquierda antiautoritaria» y de pensadores del 68 como Antonio Negri, cuya ideología «antiobrera» podría responder a las necesidades de una sociedad posmoderna «en red» y de formas de organización más «horizontales». En un artículo publicado en New Statesman , afirmaba que las «tres Tonis» (Negri, Benn, Gramsci) debían combinarse en una política radicalmente democrática.
En los escritos de Mason, a menudo sonaba como si el proyecto de Corbyn estuviera condenado por la gente que lo hizo posible: Stop the War, la dirección del sindicato Unite, figuras de la tradición comunista como Andrew Murray, incluso el propio Corbyn. Los viejos «antiimperialistas» y los «nacionalistas económicos» lideraban el proyecto junto con los «sindicatos eficaces pero jerárquicos» y el «anticapitalismo en red» de los jóvenes. Pero, trágicamente, estos últimos habían sido sofocados; si tan sólo ellos, o su portavoz, hubieran dirigido el espectáculo. Mason escribió como el campeón de los «movimientos sociales» de base, aunque esto significara poco más que pequeños círculos en el mundo de los medios de comunicación y las ONG. El proyecto declarado de Mason, tras la derrota de Corbyn, era impulsar un realineamiento, un «partido de un millón de miembros» que pudiera superar los límites del corbynismo.
Las pretensiones de representar a las bases ignoradas frente a los «burócratas» son de por sí antiguas: el material de la mayoría de las corrientes minoritarias y de la izquierda disidente del último siglo. Los populistas de izquierda de mediados de la década de 2010 ofrecieron algo un poco diferente en el sentido de que esperaban hacerse con el control del Partido Laborista, y luego del gobierno nacional, y luego ir reconstruyendo las bases de la organización de los trabajadores; Mason sugirió que, en la práctica, las energías latentes desde abajo fueron dejadas de lado. Insistió después de la derrota de Corbyn en que los esfuerzos de las bases podían construir sus fuerzas y presionar por el cambio, incluso bajo Starmer.
Pero, ¿qué había que hacer cuando los movimientos sociales no dejaban huella? ¿O si los movimientos de protesta que sí surgían eran directamente hostiles al credo de Starmer, el de la tacañería austeriana y el nacionalismo británico de bandera? No importaba. Mason ya estaba en plena cruzada contra sus enemigos de la izquierda.
Candidato permanente
Este miércoles, Mason anunció sus planes de presentarse como candidato laborista en Islington Norte, es decir, desbancar a Corbyn, el actual miembro más izquierdista de la Cámara de los Comunes. Mientras clavaba el cuchillo, el ex locutor se aseguró de dar una palmada en la cabeza a Corbyn: «Trabajé duro para Jeremy Corbyn mientras fue líder, y espero aprovechar las décadas de trabajo incansable que ha hecho por la gente local».
Sonaba casi como si Corbyn se retirara (no lo hace) o no pensara presentarse a la reelección (sí lo hace). ¿Otros que trabajaron duro por Corbyn también esperan que le echen del Parlamento? Aun así, para Mason, «Islington Norte necesita un diputado que ayude a marcar la agenda laborista en el Gobierno». Corbyn, suspendido del Partido Laborista parlamentario desde 2020 y con la prohibición de volver a presentarse por él, no puede hacerlo, al menos bajo el liderazgo de Starmer.
Aún así, es difícil ver qué influencia tiene realmente Mason en el proyecto Starmer, o por qué necesita sus talentos. En un momento dado, quizá durante la campaña por el liderazgo de 2020, podría haber servido como idiota útil. Mason es una figura pública y se puede imaginar que podría haber ayudado a vender las partes ligeramente verdes y redistribucionistas de la agenda de Starmer a la antigua base activista de Corbyn. Sin embargo, incluso en la medida en que Mason promueve tales mensajes, no está en posición de actuar como un reparador de vallas, en lugar de presentar rutinariamente su propio nuevo evangelio de defensa, seguridad y lucha contra el crimen en dura contraposición a sus antiguos camaradas. Parece el George Orwell de los pobres, adoptando la postura de una voz solitaria a favor de la decencia frente a la maldad moral de la izquierda.
Para ser justos, difícilmente podemos decir que Mason siempre planeó que Islington Norte fuera el escenario concreto en el que renegaría del corbynismo. Esta es ya la cuarta circunscripción en la que ha intentado ser nominado como candidato laborista, tras los recientes intentos fallidos en Stretford y Urmston, Sheffield Central y Mid and South Pembrokeshire. A menudo, los candidatos alegan algún vínculo personal con la zona en la que aspiran a presentarse; durante la candidatura de Mason a Pembrokeshire, añadió palabras en galés a su biografía de Twitter (su mujer, señaló, también tiene una caravana en la zona). Con Islington Norte, puede afirmar que «vive en Londres desde 1988«. La importancia de este escaño laborista, normalmente seguro, radica más bien en que está representado por Corbyn, un diputado popular a nivel local que parece probable que se presente como independiente. Si Corbyn mantiene el escaño, sería una rara espina en el costado de la marcha de Starmer hacia el triunfo electoral.
A Mason quizá no le moleste que los comentarios en Twitter sobre su anuncio de Islington North se burlaran mayoritariamente de él, e incluso le animaran sarcásticamente a presentarse con la expectativa de que perdería. A medida que se ha convertido en una figura divertida de la izquierda post-Corbyn en los últimos años, ha parecido cada vez más alejado de sus antiguos camaradas. En el verano de 2022, un diagrama de la izquierda supuestamente creado por Mason trazaba extrañas líneas de conexión entre CHINA, pequeños grupos leninistas, la página de memes Red London, varios medios de comunicación, jóvenes funcionarios laboristas, musulmanes y «la comunidad negra». Supuestos correos electrónicos filtrados de Mason sugerían que este gráfico de la «Red de Influencia» había sido remitido al jefe de la Unidad de Contra-Desinformación del Ministerio de Asuntos Exteriores británico.
Punto de encuentro
Los ataques del establishment contra Corbyn nunca tuvieron que ver sólo con un hombre, o con sus comentarios o errores particulares, sino con neutralizar el desafío político que representaba. Veterano antibelicista, opositor a las armas nucleares británicas y partidario de la liberación palestina y la unidad irlandesa, nunca se le habría permitido convertirse en primer ministro. Incluso su buen resultado en las elecciones de 2017 fue demasiado ajustado para la comodidad. Starmer se postuló para el liderazgo en 2020 prometiendo a los miembros laboristas que podría ser una cara más «competente» para las políticas welfaristas de Corbyn. Esto fue, simplemente, fraudulento, y muchos de nosotros lo señalamos en su momento. Como líder, ha promulgado una caza de brujas contra la izquierda más extrema incluso que la del partido de la era de Tony Blair, pero solo con esporádicas reacciones internas.
Echar a Corbyn tiene un efecto más amplio: Los activistas laboristas que hagan campaña por él en contra del candidato laborista oficial sabrán que eso será motivo de su expulsión automática del partido. A estas alturas, muchos lo tomarán como una insignia de honor. La defensa de Corbyn de su escaño proporcionará un punto de encuentro para los muchos que han optado por irse de todos modos, y parece haber una fuerte posibilidad de que derrote a cualquier contendiente.
Esto puede ser un pequeño consuelo, teniendo en cuenta lo que parecía posible hace sólo unos años, y una victoria menor teniendo en cuenta cuántas decenas de miles de activistas se movilizaron por primera vez en el Partido Laborista de la era de Corbyn. Pero ante un gobierno entrante de Starmer, la higiene política básica exige que resistamos este último esfuerzo por producir una «izquierda» desfigurada e inofensiva y, si Mason es el candidato laborista, derrotar su esfuerzo por presentarse como una de sus caras.
Si bien hoy nos encontramos en un momento político bastante diferente al de la candidatura inicial de Corbyn al liderazgo, algunos patrones son reconocibles. En 2015, cuando el Gobierno tory anunció planes para limitar las prestaciones familiares a los dos primeros hijos, Corbyn fue el único candidato laborista al liderazgo que se opuso al proyecto de ley. Fue un momento relámpago para su campaña, que le catapultó al primer puesto en las encuestas mientras los simpatizantes laboristas se rebelaban contra la austeridad. Pero los laboristas están bajo una nueva dirección, y este jueves, Starmer anunció que no revertirá esta política tory.
Así pues, admitamos que Paul Mason tiene razón en una cosa. Desde una perspectiva marxista, Sir Keir Starmer está haciendo avanzar la lucha de clases, pero no desde nuestro lado.
David Broder es editor para Europa de Jacobine historiador del comunismo francés e italiano.
8. OIT y lucha de clases
Por si le queréis echar un vistazo, en la revista ligada al PCF Cause commune han dedicado su último número a un dossier sobre la «Europa de los derechos sociales», supongo que para su campaña de las europeas. Os paso uno de los artículos, el dedicado a cómo intentar hacer avanzar la lucha de clases en las organizaciones internacionales. En este caso, la OIT, de la que se hace un repaso histórico. https://www.causecommune-
Reflexión sobre la Organización Internacional del Trabajo en la lucha de clases
Por Alec Desbordes
La Organización Internacional del Trabajo elabora normas internacionales de derecho laboral y sindical. Es un marco de experimentación de la socialdemocracia y la solidaridad internacional de clase.
El Partido Comunista Francés reconoce y afirma el papel central que debe desempeñar la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como instancia internacional de resolución de conflictos y garante de la paz. Frente a las críticas sobre el funcionamiento de la organización, en particular de su Consejo de Seguridad, debemos definir el papel que debemos desempeñar para democratizarla. La alternativa sería dejar la seguridad en manos del análisis nacional o de alianzas militares y clubes transnacionales restringidos como el G7. Sin embargo, cuando examinamos el papel de las Naciones Unidas, no debemos olvidar sus prerrogativas sociales, tan importantes para la preservación de la paz como para el desarrollo de las poblaciones. Entre sus organismos especializados destaca uno, el más antiguo: la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Historia de la OIT
Única organización internacional superviviente del periodo de entreguerras, la OIT ingresó en la ONU en 1946, convirtiéndose en su miembro más antiguo. El objetivo de la OIT es institucionalizar negociaciones tripartitas entre Estados, sindicatos y empresarios, con vistas a elaborar normas internacionales de derecho laboral y sindical. La organización ha sido (y puede seguir siendo) un campo de pruebas para la socialdemocracia y la solidaridad internacional de clase.
Creada en 1919 en virtud del Tratado de Versalles, la OIT se convirtió en el organismo multilateral encargado de definir las normas internacionales de derecho laboral y sindical. Su estructura tripartita la convierte en una anomalía. Los gobiernos están representados en la OIT, e incluso tienen doble derecho de voto, pero están flanqueados por representantes de las organizaciones sindicales y patronales de cada país, con sus propios derechos de voto. Esto la convierte de facto en una institución más avanzada que el Consejo Económico, Social y Medioambiental (CESE) de Francia, donde la voz de los sindicatos (y de las organizaciones patronales, asociaciones, etc.) sólo es consultiva en el proceso legislativo.
La presión geopolítica que siguió a la revolución bolchevique y al advenimiento de las repúblicas socialistas tuvo mucho que ver con la creación de la OIT. La creación de una institución de defensa de los derechos de los trabajadores y de los sindicatos, y la institucionalización de una forma de socialdemocracia, formaban parte de las medidas para alejar a la clase obrera de cualquier tentación hacia el comunismo, a costa de concesiones sociales. En este marco, la representación de la clase burguesa se institucionalizó a su vez, y se convirtió en un interlocutor social al igual que los trabajadores, lo que llevó a la organización a fundirse en una relación de clase capitalista. Además, esta estructura hacía problemática la futura integración de los países socialistas, más allá de las cuestiones geopolíticas, porque no tenían clase burguesa, o al menos no siempre reconocían su legitimidad política.
Durante el periodo de entreguerras, la Federación Sindical Mundial (FSM), de carácter socialdemócrata, hizo de su actividad en el seno de la OIT un elemento clave de su estrategia. Desde su primera conferencia, la organización adoptó convenios pioneros sobre la semana de 40 horas, el derecho al desempleo y el permiso de maternidad. Atrapada entre los grandes avances ideológicos consagrados en las normas internacionales y la reticencia práctica de los Estados a ratificar los convenios, la FSI defendió la causa de una organización independiente y audible. Aún hoy, la actividad de lobby de las federaciones sindicales internacionales en la OIT sigue siendo decisiva. Esto explica que muchas de ellas tengan su sede en Ginebra o sus alrededores, como es el caso de la Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera, IndustriALL Global Union y el Sindicato Internacional de Trabajadores de la Alimentación.
Como vemos, la historia de la OIT está profundamente ligada a la socialdemocracia y al anticomunismo. Además, la estructura actual de la OIT plantea un problema por varias razones. Su funcionamiento depende de los recursos de los Estados miembros, en particular, como en el caso de la ONU, de Estados Unidos, lo que la hace muy vulnerable a los caprichos e intereses políticos de este país imperialista.
Además, sus convenios no pretenden ser universales en su aplicación, ya que cada gobierno decide si ratifica o no un texto determinado. Además, la organización dispone de muy pocos medios de coerción en caso de violación de los tratados ratificados. Por último, la organización sirve de coordinación política a la patronal mundial, que desde hace años intenta anular el derecho de huelga consagrado en la jurisprudencia de la organización.
Invertir en la OIT
Lejos de justificar la condena o el simple abandono de la OIT, se trata de una invitación a invertir en ella aún con más fuerza. Por su propia composición, la OIT sigue siendo la emanación de las relaciones de clase globales y de su traducción jurídica e institucional. Esto es beneficioso en momentos de debilidad localizada de las organizaciones de la clase trabajadora. En tiempos de guerra civil, por ejemplo, los trabajadores de Myanmar o Sudán pueden contar con el apoyo internacional contra la represión de su propio Estado. Permite la solidaridad entre sindicatos de todo el mundo, más allá de las confederaciones, en una profunda coordinación de los avances prioritarios en el mundo del trabajo. También da a los sindicatos del Sur global una voz preponderante en las decisiones estratégicas, lo que no siempre es el caso dentro de las federaciones internacionales. Yendo más lejos, la cuestión de la representatividad de los trabajadores no organizados se plantea a su vez con regularidad, la última vez en 2011 con el convenio sobre los trabajadores domésticos.
En 1998, la OIT adoptó la Declaración relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo. Esta declaración convierte en vinculantes ocho de los convenios, hayan sido o no ratificados por los gobiernos miembros, por el mero hecho de ser miembros de la organización. Estos ocho convenios abarcan el trabajo infantil, el trabajo forzoso, la discriminación en el trabajo y, sobre todo, el derecho de sindicación, negociación y huelga. Esta importante innovación, en la que la organización toma en sus manos el carácter no negociable del derecho internacional que crea, debería ser fuente de inspiración para futuras reformas de gran alcance del derecho laboral internacional y una armonización al alza de los sistemas nacionales. Por ejemplo, Bernard Thibault, antiguo Secretario General de la CGT y administrador de la OIT durante siete años, analiza la histórica adopción en 2019 del convenio contra la violencia y el acoso en el trabajo (L’Humanité, 3 de julio de 2021). Con la mitad de todos los votos emitidos, los gobiernos tienen naturalmente un papel importante en la dirección que tome la organización. La OIT, como la ONU, no es un organismo distante y ciego, sino un campo de batalla de la lucha de clases, que no debemos dudar en invertir, ya sea en nuestro discurso político o en nuestro programa concreto de gestión del Estado una vez en el poder.
Alex Desbordes se encarga de las actividades comerciales de la federación parisina del PCF.
9. Una pica en Asia central
Un repaso a las últimas operaciones de Occidente para intentar separar a los países de Asia central de Rusia y China.https://lefteast.org/west-
Occidente corteja a Asia Central mientras se intensifica la nueva guerra fría
Por Owen Schalk 17 de mayo de 2024
En abril, el ministro británico de Asuntos Exteriores y ex primer ministro, David Cameron, viajó a las cinco repúblicas de Asia Central -Kazajstán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán-, además de Mongolia, con el objetivo de reforzar la influencia occidental en la región. Mientras que en Gran Bretaña gran parte de la cobertura se ha centrado en la decisión de Cameron de gastar 42 millones de libras del dinero de los contribuyentes viajando en un jet de lujo, la estancia del ministro de Asuntos Exteriores en los Stans muestra de hecho la creciente importancia de la región para las potencias occidentales a medida que se intensifica la nueva Guerra Fría.
En noviembre de 2023, el Parlamento británico publicó un informe titulado Countries at crossroads: El compromiso del Reino Unido en Asia Central. El informe afirma que «profundizar el compromiso del Reino Unido en Asia Central… debe considerarse un imperativo geopolítico». Identifica específicamente a China y Rusia como fuerzas de oposición en la región: «La respuesta del Reino Unido a las maniobras de Rusia, China y otros puede tener un impacto significativo en la independencia económica y política de los países de Asia Central».
La preocupación del gobierno británico por las actividades de China y Rusia en Asia Central es evidente. De hecho, el informe de 67 páginas menciona a China 37 veces y a Rusia 118 veces.
Una empresa de riesgos e inteligencia citada en el informe, KCS Group, afirma que Gran Bretaña «debe tener la confianza necesaria para enfrentarse abiertamente a Rusia y China [en Asia Central] y el compromiso de no retroceder si alguna de ellas, o los grupos de presión internos dentro de Asia Central, comienzan a contraatacar».
Al mismo tiempo, el informe señala que Gran Bretaña no debería intentar «suplantar o superar a China o Rusia» en Asia Central, sino ofrecer «opciones diferentes a los líderes centroasiáticos». Dada la naturaleza obviamente geopolítica del informe, está claro que el Reino Unido sólo presentará «opciones diferentes» si se alinean con los objetivos de la política exterior británica, es decir, dejar de lado a los enemigos geopolíticos de Occidente. Este es el contexto en el que se produjo el viaje de Cameron a Asia Central.
Los objetivos de Washington en la región son los mismos. Un informe de febrero de 2020 del Departamento de Estado, titulado Estrategia de Estados Unidos para Asia Central, 2019-2025, señala que «Asia Central es una región geoestratégica importante para los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos, independientemente del nivel de implicación de Estados Unidos en Afganistán.»
Este documento, publicado antes de la invasión rusa de Ucrania, no nombra ni a Moscú ni a Pekín como competidores en la región, aunque destacan por su ausencia. El informe subraya claramente que la política estadounidense en Asia Central tiene como objetivo profundizar las inversiones tanto estadounidenses como europeas en la región: «Trabajaremos para garantizar que los países de la región estén cada vez mejor conectados con Europa a través del Cáucaso, con Afganistán y el sur de Asia, así como con los mercados globales».
Ottawa también reconoce la importancia geopolítica de estrechar lazos con Asia Central.
Incluso antes de la invasión de Ucrania, el Parlamento canadiense identificó los intereses rusos en la región como opuestos a los de Estados Unidos y sus aliados occidentales. Un informe de 2017 del Comité Permanente de Asuntos Exteriores y Desarrollo Internacional, titulado Strengthening Canadian Engagement in Eastern Europe and Central Asia, señala que «las relaciones entre Occidente y Rusia están posiblemente en su punto más bajo desde la Guerra Fría». Una sección del informe, titulada «Intereses regionales contrapuestos entre Occidente y Rusia», deja claro que, mucho antes de 2017, Rusia consideraba las acciones occidentales en Asia Central como provocadoras y deliberadamente destinadas a socavar los intereses de Moscú.
Curiosamente, el informe cita a analistas que recuerdan que la Rusia poscomunista se sintió inicialmente muy atraída por la OTAN y la UE, pero pronto pasó a considerar a estas organizaciones como «antagónicas, destinadas a limitar la influencia de Moscú en su vecindario».
El informe gubernamental señala: «Algunos testigos sugirieron que los esfuerzos de Rusia por afirmar su influencia regional son de naturaleza defensiva y en gran medida malinterpretados. Según esta perspectiva minoritaria, Rusia se siente cada vez más rodeada por sus antiguos adversarios de la guerra fría y cree que Occidente ha ampliado deliberadamente la OTAN hasta las fronteras rusas». Cita a Christopher Westdal, ex embajador canadiense en Rusia y Ucrania: «Llame ‘agresión’ a la reacción de Rusia, si quiere, pero mientras ampliábamos la OTAN a pasos agigantados, ¿qué esperábamos? … ¿Que Rusia simplemente se daría la vuelta ante una evidente calamidad estratégica?».
El informe del Comité Permanente hace una serie de sugerencias, entre ellas que Ottawa siga presionando a Rusia en Europa Oriental y Asia Central, al tiempo que promueve la inversión empresarial canadiense en ambas zonas.
En la actualidad, los esfuerzos occidentales por cortejar a los gobiernos centroasiáticos no han hecho más que aumentar. El presidente francés, Emmanuel Macron, visitó Kazajistán y Uzbekistán en 2023. El secretario de Estado estadounidense Antony Blinken visitó las cinco repúblicas ese mismo año y, según Bruce Pannier, corresponsal en Asia Central desde hace muchos años, su mensaje a los líderes de la región fue: «Menos Rusia, no demasiada China». Ahora David Cameron se ha aventurado a visitar los Stans. Todos estos funcionarios occidentales hicieron diversas promesas de inversión y cooperación bilateral.
Estas visitas de funcionarios occidentales no tienen precedentes en las últimas décadas. Macron fue el primer presidente francés en visitar la región desde 1994. Cameron fue el primer ministro de Asuntos Exteriores en visitar Uzbekistán desde 1997, y el primero en visitar Turkmenistán, Tayikistán y Kirguistán.
Para Estados Unidos, sin embargo, Asia Central ha sido durante mucho tiempo geopolíticamente vital. La decisión de Washington en la década de 1970 de armar a los muyahidines en Afganistán se hizo bajo el supuesto de que debilitar el flanco centroasiático de la Unión Soviética mermaría a la URSS en su conjunto.
Tras el colapso de la Unión Soviética, Estados Unidos construyó bases militares en Kirguistán y Uzbekistán, mientras que en Kazajstán, Chevron encontró lucrativos yacimientos de petróleo que explotar y un gobierno represivo que ayudaba a explotarlos. En 2005, Estados Unidos apoyó el derrocamiento de Askar Akáyev, primer presidente del Kirguistán independiente, después de que éste cayera en desgracia ante Washington, en parte por sus crecientes vínculos con Rusia y China.
Bajo la administración Trump, el secretario de Estado Mike Pompeo visitó la región e instó a los países de Asia Central a desconfiar de las inversiones rusas y chinas. Desde Kazajistán, pidió a «todos los países que se unan a nosotros para presionar por el fin inmediato» de las supuestas violaciones de los derechos humanos en China.
Los compromisos de Rusia y China con Asia Central no han hecho más que crecer desde entonces, mientras que, comparativamente, el colectivo occidental se ha quedado rezagado.
El comercio de China con los Estados de Asia Central alcanzó los 89.400 millones de dólares en 2023, un 27% más que en 2022. Como escribe Conor Gallagher: «El valor total de los proyectos chinos en Asia Central supera los 63.000 millones de dólares». Rusia también desempeña un papel importante en las economías de Asia Central, incluyendo la construcción de centrales nucleares, centrales térmicas e hidroeléctricas, así como la exportación de petróleo, gas, electricidad y trigo.»
Es habitual oír que la influencia rusa en Asia Central está disminuyendo, pero como explican los colaboradores de Foreign Policy Raffaello Pantucci y Alessandro Arduino, no es así: «Han aumentado los flujos de dinero de Rusia a la región. Cada vez son más las empresas que se trasladan a la región, ya que las entidades y los hombres extranjeros y rusos tratan de escapar de la campaña de movilización del Kremlin y encuentran en Asia Central un entorno propicio. El gobierno ruso también ha apostado fuerte por su relación con la región, y el presidente ruso, Vladimir Putin, ha visitado los cinco países y enviado numerosas delegaciones de alto nivel en busca de vínculos y oportunidades de negocio. Moscú también ha aportado nuevas escuelas, equipamiento, ayuda y apoyo retórico en general.»
Aun así, las secuelas de la guerra de Ucrania han hecho que algunos en Asia Central vean a Rusia con mayor recelo. En una entrevista de octubre de 2023, un representante de la organización de izquierdas KyrgSoc (Socialismo Kirguís) declaró que «Rusia está perdiendo su antigua posición dominante en Kirguistán… Cada vez más gente empieza a percibir a Rusia no como una especie de ‘hermano mayor’/aliado, sino como uno de los lejanos Estados extranjeros, un país extraño. La guerra de Ucrania no ha hecho sino acelerar este proceso de distanciamiento de Rusia». Y añadieron: «Lo más probable es que China ocupe el lugar de ‘hermano mayor'».
Baiel Isayev, miembro del KyrgSoc, sostiene que Rusia invierte en Kirguistán para «mejorar la imagen [de Rusia] y seguir explotando Kirguistán como su mercado de ventas y fuente de mano de obra barata». Por el contrario, afirma que China «actúa de forma pragmática… prefiriendo la influencia financiera a la política. [China] concede préstamos, construye infraestructuras y otras instalaciones a crédito y compra el derecho a procesar y extraer minas».
A pesar de este cambio de actitud hacia Rusia por parte de algunos en Asia Central, Rusia sigue siendo un actor dominante en la región, junto con China. Estados Unidos simplemente no puede competir. Como señala la RAND Corporation «Dado que es improbable que Estados Unidos pueda gastar más que China o incluso que Rusia, su enfoque debe ser deliberado y centrarse en áreas donde pueda ver el mayor retorno de la inversión».
La escala de la integración ruso-china con Asia Central está superando ampliamente a la estadounidense. Rusia y China no sólo han ampliado sus relaciones comerciales bilaterales, especialmente en el sector energético, desde principios de 2022, sino que las crecientes tensiones con Occidente han impulsado a ambos países a estrechar sus lazos comerciales con Asia Central como forma de resistir los esfuerzos de aislamiento de Occidente. explica Gallagher: «Rusia y China también están trabajando para consolidar gobiernos amigos en Asia Central, asegurando así y expandiendo rápidamente las cadenas de suministro terrestre a través de la región… Rusia, China y Kazajstán también acaban de anunciar una iniciativa para mejorar su infraestructura de transporte y logística, incluyendo un enlace de transporte directo que conectará Xi’an con Moscú. El Corredor Meridional de Transporte es un ejemplo de plan para protegerse de cualquier esfuerzo de «disuasión» por parte de Occidente. La ruta, que conectará Rusia, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguistán y China a través del mar Caspio, podría considerarse un plan de contingencia en caso de que se interrumpa la conexión más corta con Kazajstán.»
En una reunión celebrada en mayo de 2023 con líderes de Asia Central en la ciudad china de Xi’an, China y Kazajstán firmaron 23 acuerdos bilaterales; China y Uzbekistán firmaron 41; China y Kirguistán firmaron 25; China y Tayikistán firmaron 25; y China y Turkmenistán firmaron al menos seis, un número menor, pero aún significativo si se recuerda que ambos países firmaron 15 acuerdos en enero de 2023.
También hubo informes el año pasado de que Rusia y China están negociando nuevas plataformas para coordinar y sintetizar sus inversiones en la región, concretamente a través de una organización propuesta llamada «5+2». Según informó el periódico ruso Nezavisimaya Gazeta, «se está formando un nuevo eje ‘5+2’ (Asia Central más China y Rusia)», una plataforma de la que es autor el ex diplomático indio M.K. Bhadrakumar: “tendrá sus propios mecanismos y proyecciones, que difieren de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) o de la Iniciativa de la Franja y la Ruta y la comunidad de la Unión Económica Euroasiática… Actualmente, no existen estrategias comunes acordadas en la región de Asia Central, que cuenta con una población de 75 millones de habitantes. El proyecto de la Franja y la Ruta no tiene debidamente en cuenta los intereses de Rusia y la interfaz con los proyectos de la Unión Económica Euroasiática tampoco puede proporcionar un nivel suficiente de interacción, debido a las deficiencias sistémicas”.
Aunque las inversiones rusas en Asia Central siguen siendo considerables, el impacto de las sanciones ha debilitado un poco la interconectividad y, en consecuencia, China se ha convertido en el mayor socio comercial de la región. Parece que China firma una serie de nuevos acuerdos en Asia Central cada mes. En marzo, la Cámara Nacional de Empresarios de Kazajstán firmó un memorando de cooperación con el gobierno chino para impulsar el comercio bilateral. A principios de abril, la empresa minera china Huaxin firmó un acuerdo para explotar el yacimiento de carbón de Kol-Jangak, en Kirguistán. China también está intensificando su colaboración en materia de seguridad con Uzbekistán.
En el contexto de la nueva Guerra Fría, China se siente claramente bien posicionada, no sólo en Asia Central, sino en todo el mundo. En una reciente llamada entre Xi Jinping y el presidente Joe Biden, Xi dijo al parecer que China «no se quedará de brazos cruzados» mientras Estados Unidos «insiste en suprimir el desarrollo de alta tecnología de China y en privar a China de su legítimo derecho al desarrollo.»
Mientras tanto, funcionarios estadounidenses y de la OTAN han culpado a China de apoyar la base industrial militar rusa. Cuando se le preguntó por las relaciones entre China y Rusia, Xi respondió con un aforismo: «Que se quite el cascabel quien se lo puso al tigre», en referencia a la postura china de que EE.UU. y la OTAN son responsables de que la situación en Ucrania se haya deteriorado hasta tal punto. Xi también reiteró la preocupación de Pekín por la continua relación militar de Washington con Taiwán, afirmando: «Si la cuestión de Taiwán no se maneja adecuadamente, tendrá un impacto subversivo en la relación entre [nuestros] dos países.»
A medida que aumentan las tensiones entre Oriente y Occidente, con Ucrania y Taiwán como claros focos de tensión, la región de Asia Central no hace sino crecer en importancia. Para Occidente, es una región geopolíticamente significativa a las puertas de Rusia y fuente de recursos críticos; para Oriente, es un eje central de conectividad comercial.
Algunos observadores creen que las continuas inversiones rusas y el aumento de las chinas han alejado a Asia Central de su enfoque «multivectorial» de política exterior, por el que los líderes de la región trataban de lograr un equilibrio entre Oriente y Occidente. La preocupación de que Asia Central se esté acercando a Rusia y China seguramente incitó la reciente oleada de visitas diplomáticas de funcionarios occidentales como Blinken, Macron y Cameron.
Estas visitas, sin embargo, no alteran el hecho más importante: en términos de poder económico y lazos culturales, Occidente no puede igualar a Rusia y China en Asia Central. A medida que se intensifica la nueva Guerra Fría, los esfuerzos occidentales por atraer a la región a su órbita pueden resultar peligrosos en última instancia.
Owen Schalk es un escritor de la Manitoba rural. Es autor de Canada in Afghanistan: A story of military, diplomatic, political and media failure, 2003-2023 y coautor de Canada’s Long Fight Against Democracy con Yves Engler.