Miscelánea 19/VI/2023

Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. Las divisiones en Die Linke.
2. Miscelánea militar.
3. Corbinismo austríaco.
4. Pasolini y la sociedad de consumo.
5. ¿Qué le pasa a este hombre?
6. La extrema derecha en Alemania.
7. El discurso de Putin en San Petersburgo.
8. Mi vídeo del día: ¿gótico o barroco?
9. Más newgreendealismo

1. Las divisiones en Die Linke.

En El Salto presentan este estado de la cuestión sobre las divisiones internas en Die Linke, que apuntan, tristemente, a una ruptura.

https://www.elsaltodiario.com/

La Izquierda alemana, ¿hacia la escisión?

Las discrepancias de Sahra Wagenknecht con algunos de los sectores y tendencias de La Izquierda son bien conocidas. En las últimas semanas han crecido los rumores sobre una escisión entre el sector progresista y el chovinista.

2. Miscelánea militar.

Los análisis más serios se los dejo a Miguel [Candel, pero voy encontrando cosillas que me llaman la atención:

-Ante todo, sinceridad. Un soldado ucraniano, ante un camión destruido, reconoce que en realidad, el objetivo de su viaje no era estrictamente militar:

Soldado: Lo diré con sinceridad. Íbamos de putas.

Periodista: ¿Lo pasaron bien?

Soldado: No llegamos…

https://twitter.com/Sinnaig/

-Algunas reglas básicas de estrategia militar:

«Mantente alejado de Rusia, nunca te pongas del lado de los alemanes, espera a que Italia cambie de bando para indicar que estás ganando, nunca te unas a una coalición débil, nunca confíes en EE.UU. porque te convertirás en una herramienta.»

https://twitter.com/djuric_

-¿Dónde está Zaluzny? Algunos dicen que ha sido defenestrado por Zelenski. Otros, que ha sido él mismo el que se ha apartado para no verse implicado en una contraofensiva que no veía suficientemente preparada. En cualquier caso, los ucranianos han publicado estas imágenes en las que se le participando en una graduación de una academia militar: https://twitter.com/ y, lo que ese más curioso, le han preguntado a Putin dónde puede estar, y ha venido a decir que está en el extranjero: https://twitter.com/

-Tras este lapsus de noticias pocasoltes, un par de mensajes algo más serios. O quizá no, porque no tengo ni idea de estrategia militar:

https://twitter.com/gslavic/. La traducción, de temas técnicos militares, creo que no es muy buena.

Tras 2 semanas de contraofensiva, podemos afirmar con total seguridad que se ha encontrado con un problema muy fácil de identificar, pero difícil de superar.

El asalto de detección ha fracasado por completo y ahora son de hecho incapaces de iniciar la fase de asalto completo de la ofensiva.

Parece que ha implementado algo que nunca se había visto antes – «defensa proactiva en profundidad». Para una explicación más detallada del funcionamiento interno del «clásico uno» – ya hablé de ello aquí (ten en cuenta que esto fue escrito hace algún tiempo) https://twitter.com/gslavic/

La consecuencia es: los ucranianos no están entrando en modo de ataque completo porque este asalto de detección (que estamos viendo) debería haber (por ahora) hecho varias cosas:

– Atar a las fuerzas rusas a sus respectivos sectores (para que no pudieran moverse – reforzar otros sectores)

– Forzado a reforzar/comprometer reservas a ciertos sectores donde el asalto screening ha hecho progresos en penetrar la fortificación.

– Permitir a los ucranianos señalar / penetrar las secciones débiles de las fortificaciones rusas para que la fuerza de reserva pueda ser comprometida al ataque.

– Derribar todos los elementos de reconocimiento, fortificaciones pasivas, zonas minadas y parámetros de defensa avanzada que tengan las fuerzas de que puedan proporcionar información sobre la dirección y la fuerza del asalto principal de y puedan dificultar la reunión y la ejecución de esa confianza principal.

– Obligar a los medios remotos de (fuerzas aéreas, helicópteros y artillería) a comprometerse en actividades defensivas para poder neutralizarlos (temporalmente, ahuyentarlos o noquearlos definitivamente) mediante AD, contrabatería, etc.

Los ucranianos no han logrado NINGUNO de estos objetivos.

Si la fuerza de reserva ucraniana (por grande y capaz que sea) se compromete en cualquier sector del frente, tendría que atravesar campos que en su mayoría no están limpios de minas, y trayectorias de penetración muy estrechas (que están casi garantizadas para causar un amontonamiento fácil de fuerzas).

Esos mismos amontonamientos habrían sido fácilmente identificados por los elementos de reconocimiento rusos (que no han sido derribados ni destruidos) y atacados por los medios aéreos y de artillería remotos que ni siquiera han sido identificados, y mucho menos sometidos o neutralizados por completo.

Incluso si sobreviven a la embestida de estos medios, se habrían enfrentado a las fortificaciones que están prácticamente intactas y de cuyo funcionamiento interno y puntos débiles no saben nada, porque el asalto de reconocimiento no ha conseguido ni siquiera llegar hasta ellas.

Y lo que es peor. El asalto de blindaje no ha conseguido hasta hoy alcanzar la deuda operativa que obligaría a los rusos a activar y comprometer las reservas estratégicas para obstaculizar esas penetraciones (todos los refuerzos se sacaron como mucho de las reservas de la primera línea defensiva).

Esto significa que dondequiera que se produzca el asalto total de las brigadas de reserva de armor, las reservas de podrán contrarrestar ese asalto porque las cosas anteriores las ralentizarán significativamente para que esas reservas lleguen y se posicionen para repeler esos asaltos.

Y ahí es donde radica el núcleo del problema. Tienen reservas formadas por fuerzas perfectamente equipadas/entrenadas y comprometidas con los últimos y mejores blindados occidentales, pero enviarlas a luchar cuando ni siquiera se ha producido la penetración es una receta para el desastre.

https://twitter.com/ArmchairW/

-El hilo de un tuitero prorruso que se califica a sí mismo de «Señor de la guerra de sofá», así que tomad su análisis con prevención. Creo que llegó a teniente de artillería en el ejército estadounidense. https://twitter.com/ArmchairW/

¡Cómo la OTAN trató de usar UN TRUCO RARO para destruir al Ejército Ruso!
Hilo Imagen

Esto es muy oportuno hoy porque Putin reveló detalles del tratado de paz ruso-ucraniano de abril de 2022 a la delegación de paz africana hoy.

La OTAN parece haber prometido a Zelensky no sólo apoyo ilimitado sino una superarma de guerra para que denunciase el acuerdo.

Esto condujo directamente a la provisión, a partir de finales de abril de 2022, de grandes cantidades de armas de precisión occidentales vinculadas a todo el resplandor del aparato de inteligencia y vigilancia de la OTAN.

Ninguna otra escalada de apoyo occidental se ha acercado ni remotamente a ésta en importancia.

Esto explica por qué los HIMARS -el arma de superficie más peligrosa de Estados Unidos y un enorme salto en la escala de la escalada desde los anteriores misiles de hombro- llegaron a Ucrania tan pronto y cuando las AFU aún tenían fuerzas sustanciales de cohetes y misiles.

Esto explica también por qué la OTAN (léase Estados Unidos) ha estado dispuesta a gastar en Ucrania gran parte de sus reservas de munición MLRS guiada de precisión.
Esta guerra iba a ser la primera prueba de la doctrina de combate occidental de nueva generación, centrada en la vigilancia persistente y el ataque de precisión.

Se trata de un concepto que se lleva barajando desde hace décadas, remontándose a los conceptos originales de los Sistemas de Combate Futuro de finales de la década de 1990.

La idea es que las fuerzas occidentales ligeras sean capaces de utilizar el «dominio de la información» y los disparos precisos de largo alcance para ganar con pérdidas mínimas. Imagen

El coronel Douglas Macgregor (un comentarista militar de perfil mucho más alto que el mío) ha presentado precisamente un concepto como el «Grupo de Ataque de Reconocimiento Ligero», esencialmente una brigada FCS estándar.

Puede leer la presentación completa en: https://t.co/0VHdz5bR0W

Esta idea también influyó en el diseño del nuevo concepto de Brigada de Ataque del Reino Unido, montada en APC sobre ruedas pero destinada a enfrentarse a las formaciones blindadas rusas utilizando fuego a distancia y misiles de precisión.
Véase:
Strike Brigades – More than Just a Medium Weight Capability

La provisión de exactamente estas capacidades a Ucrania pretendía permitirles atacar y destruir a las fuerzas rusas a una escala absolutamente industrial, día tras día tras día, conduciendo a su colapso y derrota militar. Una «estrategia de corrosión», si se quiere.

Los planificadores de guerra de la OTAN pensaron que esto funcionaría porque, como ya se ha explicado, era exactamente así como ellos mismos pretendían luchar en el futuro: armando a enemigos más pesados con disparos precisos desde distancias cortas.

Por desgracia para ellos, en la guerra no hay atajos.

Los rusos se adaptaron rápidamente a la nueva amenaza dispersando, ocultando y atrincherando sus fuerzas, interceptando lanzaderas y misiles, desplegando eficaces inhibidores de GPS y revelando que sus defensas aéreas pueden hacer la defensa antimisiles.
Vídeo: Pantsir derribando 12 misiles GMLRS.

El resultado final de todo esto ha sido muy parecido al resultado final de la mayoría de los trucos de la vida: pérdida de tiempo, esfuerzo y dinero, y el problema sigue sin resolverse.
La OTAN se está quedando sin armas de precisión y la posición rusa en Ucrania es probablemente mejor ahora que nunca.

Por último, y por si habéis llegado hasta aquí, os paso el vídeo resumen de Rybar de los días 17 y 18 de junio. https://twitter.com/rybar_

3. Corbinismo austríaco.

Últimamente hemos visto mucho esa especie de «rebelión» desde la base en algunas organizaciones más o menos progresistas: el corbinismo en Gran Bretaña, Sanders en los Demócratas estadounidenses, y, en cierto modo, hasta nuestro Sánchez, que se presentó como una especie de revulsivo contra el aparato socialista que lo había defenestrado en un primer intento. La cosa generalmente no ha terminado muy bien, pero os paso este artículo de Jacobin lat sobre un proyecto similar, en Austria, dado que últimamente hemos hablado de este país y de las posibilidades de crecimiento del PC austríaco. A ver si tienen más suerte.

https://jacobinlat.com/2023/

El próximo canciller socialista de Austria

Oliver White

Traducción: Florencia Oroz

Contra las élites centristas, la derecha insurgente y una burocracia de partido amañada, la campaña de Andreas Babler, marxista influenciado por Corbyn, ha logrado, contra todo pronóstico, asegurar una dirección socialista para los socialdemócratas austriacos.

El lunes 5 de junio, el partido socialdemócrata de Austria, el SPÖ, hizo un anuncio sorprendente. En la conferencia especial del partido celebrada dos días antes, la carrera por el liderazgo entre Hans-Peter Doskozil y Andreas Babler iba a ser decidida por una asamblea de 609 delegados designados en una conferencia especial del partido. Babler pronunció un apasionado discurso que provocó una gran ovación, pero fue en vano.

Llegaron los resultados: de 596 votos válidos, Doskozil había ganado con 316 frente a los 279 de Babler. Mientras Doskozil pronunciaba su discurso de victoria y Babler le felicitaba magnánimamente, el periodista Martin Thür se apresuró a detectar un error en los resultados publicados por el SPÖ: «316 más 279 son 595, no 596». Entonces, ¿de dónde salió este voto extra? La comisión electoral de la conferencia de Linz llamó a la sede del SPÖ en Viena, pero como el personal del partido no trabajó el resto del día ni el domingo, la comisión electoral del SPÖ no volvió a reunirse hasta el lunes y descubrió que el voto que faltaba no era ni mucho menos el único error.

Sorprendentemente, descubrieron que los votos de una hoja de cálculo Excel se habían mezclado y atribuido a los candidatos equivocados. En realidad, Andreas «Andi» Babler, alcalde socialista de la pequeña ciudad de Traiskirchen, en la Baja Austria, había ganado por 317 votos contra 280 y sería el nuevo líder del SPÖ.

A pesar de las enconadas circunstancias, el ascenso de Babler a la dirección del SPÖ es un golpe notable, y la moderada euforia entre su círculo de allegados será sin duda mayor que la que sienten Doskozil y sus partidarios. Cáliz envenenado o no, un socialdemócrata de izquierdas con principios lidera ahora la oposición austriaca y es el único capaz de sacar provecho de la crisis que han sembrado sus predecesores. Babler fue ajeno al «espectáculo de marionetas» que supuso la prolongada disputa política entre la exdirigente Pamela Rendi-Wagner y Doskozil en los meses previos a la votación sobre el liderazgo. Ha criticado duramente las estructuras arcaicas del partido, la falta de rendición de cuentas de sus élites y la opacidad de sus procesos de toma de decisiones, todo lo cual ha llegado a su punto álgido en los acontecimientos de los últimos días.

Cuando pase el bochorno inicial, Babler tendrá un mandato reforzado para cumplir sus promesas electorales. Estará mejor situado para empezar de nuevo, sin haber desempeñado ningún papel en esta debacle, con sus llamamientos a una nueva dirección para la socialdemocracia bien y verdaderamente reivindicados. 

Corbynismo austriaco

La historia sonará demasiado familiar a muchos lectores: un outsider con credenciales socialistas se presenta a la dirección del partido e inspira un movimiento popular para cambiar la dirección política del país hacia el socialismo democrático. La campaña de Babler se basó en la movilización de la base de afiliados del SPÖ, y no es exagerado decir que el legado del movimiento de Corbyn y Momentum marcó una diferencia crucial. 

Babler venció a la titular Pamela Rendi-Wagner por un margen de apenas 175 votos en la votación de los afiliados, lo que le otorgó la legitimidad política para presentarse a la segunda vuelta con Doskozil en la conferencia del partido. Estos votos se consiguieron gracias a los esfuerzos de inspirados activistas, como los de Solidarität, que pusieron en práctica lo que habían aprendido de las Brigadas Corbyn internacionales a finales de 2019. Sin la incansable organización de voluntarios tan entregados en forma de campañas en las redes sociales, actos en directo y llamadas telefónicas a los miembros más grises del SPÖ, Babler no habría llegado tan lejos. 

Hace menos de tres meses que empezó todo esto, cuando en marzo de 2023, Pamela Rendi-Wagner, la primera mujer en dirigir el SPÖ, fue obligada por la dirección del partido a concurrir a unas elecciones anticipadas a la dirección, que se pretendía que fueran entre ella y el líder del SPÖ del estado de Burgenland, Hans-Peter Doskozil. Esto se produjo tras años de críticas públicas de Doskozil contra su liderazgo.

Cuando faltaban dos días para que finalizara el plazo de inscripción de nuevos candidatos, Andi Babler se lanzó al ruedo y cambió por completo el guion; pero partiendo de una posición de relativa oscuridad, tenía una montaña que escalar. Su plan consistía en galvanizar a los afiliados de base y recorrer todos los rincones de Austria en su campaña. Lo que empezó como un duelo poco edificante entre dos élites del partido se convirtió así en un debate sustancial sobre las políticas socialistas democráticas y en un intento de salvar al SPÖ de su propia incoherencia. 

Rejuvenecimiento de la izquierda

Bajo Rendi-Wagner, el SPÖ no pudo aprovechar los persistentes escándalos y la corrupción que rodeaban al conservador Partido Popular Austriaco (ÖVP) ni a sus desventurados socios de gobierno de coalición, los Verdes (die Grünen). El partido que hizo la Viena Roja luchó por establecerse como una alternativa deseable a pesar de los escándalos y deficiencias de este gobierno, que fueron muy publicitados. Los resultados de las elecciones estatales federales de 2023 arrojaron un pronóstico sombrío, ya que el SPÖ perdió cuota de votos en tres elecciones al Senado estatales distintas, en Baja Austria, Carintia y el estado de Salzburgo. 

En enero, en las elecciones de Baja Austria, el estado natal de Babler, el partido cayó al porcentaje de votos más bajo de su historia, del 23,92% al 20,65%, y fue superado por el FPÖ de extrema derecha, que quedó en segundo lugar. Luego, en las elecciones de Carintia de marzo, perdieron tres de sus dieciocho escaños en el Senado estatal, y su porcentaje de votos cayó del 47,9% al 38,9%. Mientras la carrera por el liderazgo se recrudecía en abril, en las elecciones estatales de Salzburgo el SPÖ volvió a perder, con una caída de su porcentaje de votos del 20% al 17,9%, ya que el FPÖ volvió a adelantarles hasta el segundo puesto, mientras que, al mismo tiempo, el Partido Comunista Austriaco alcanzaba un máximo histórico del 11,5%. 

Los esfuerzos de Rendi-Wagner por liderar el partido se habían visto socavados durante mucho tiempo por su verdugo en jefe dentro del partido, Hans-Peter Doskozil. Doskozil es un antiguo jefe de policía y ahora dirige la sección del SPÖ del estado de Burgenland. En los últimos tiempos se ha desmarcado de la tendencia que ha afectado al SPÖ en otros estados, dirigiendo un partido estatal fuertemente organizado. La plataforma política de Doskozil aboga por un aumento de las prestaciones sociales, algo parecido a lo que ofrecen Rendi-Wagner o Babler. Sin embargo, su defensa de una política de fronteras mucho más dura, parecida a la de los socialdemócratas daneses, y sus acercamientos a los votantes del ÖVP y el FPÖ le sitúan firmemente a la derecha del partido.

Babler, en cambio, prometió democratizar las alienantes estructuras jerárquicas del partido, que excluyen a la mayoría de sus afiliados de la toma de decisiones importantes. En lugar de los típicos acuerdos de trastienda y la política del partido impuesta desde arriba, promete dar a los afiliados del SPÖ el poder de participar de forma significativa en un partido socialista verdaderamente democrático. 

La candidatura de Babler había dado claramente a esta elección de liderazgo un significado mucho mayor, y entre el anuncio de su candidatura el 23 de marzo y la fecha límite de inscripción a las 22:00 del día siguiente, 9000 personas se habían afiliado al partido para tener la oportunidad de votar. El plazo de inscripción se amplió posteriormente, lo que facilitó la afluencia de nuevos miembros.

Una política diferente

En marzo, muy poca gente en Austria había oído hablar de Andi Babler. Por lo general, cuanto más se enteraba la gente, más le gustaba; y sin duda la gente se está enterando ahora. Babler procede de la pequeña ciudad de Traiskirchen, en la Baja Austria, donde es alcalde desde 2014. La ciudad, de 21000 habitantes, alberga la fábrica de caucho Semperit, donde trabajaba el padre de Babler. Su política se forjó gracias a la experiencia compartida de su familia y sus vecinos luchando juntos contra los caprichos especuladores de la multinacional matriz de Semperit, Continental Tyres, que amenazaba constantemente con externalizar puestos de trabajo al extranjero. Finalmente, Continental trasladó la producción de neumáticos de Semperit a la República Checa en 2002.

El propio Babler se formó como obrero metalúrgico y trabajó en la fábrica de agua mineral Vöslauer antes de estudiar un máster en comunicación política. A pesar de esta cualificación, la mayor fuerza de Babler es que no habla ni actúa como un político típico. Con su chaqueta del FC St. Pauli y sus vaqueros, es un hombre realista y amable, que lleva su política en la manga. Por encima de todo, disfruta de la oportunidad de estar con la gente, escuchar sus problemas y ofrecer ayuda cuando puede. El hecho de que él y su mujer produzcan vino en una pequeña parcela no hace sino aumentar su cercanía a los votantes austriacos.

Babler es miembro electo del consejo de Traiskirchen desde 1995, y del ayuntamiento desde 2007. Cuando fue elegido alcalde en 2014, aumentó el mandato de su predecesor del SPÖ del 60% al 73%. Traiskirchen albergaba entonces el mayor centro de registro de refugiados de Austria, que estaba mal equipado para hacer frente al número de solicitantes de asilo. Cuando Babler aceptó el «trabajo imposible» de alcalde, se puso a trabajar contra el disfuncional sistema de asilo del gobierno conservador, no complaciendo los caprichos xenófobos de sus oponentes de derechas, sino haciendo campaña a favor de una política de asilo humana en la que los solicitantes de asilo recibieran el debido proceso y se les proporcionara alojamiento en todo el país. Este enfoque favorable a los refugiados no perjudicó a su popularidad, ya que ganó la reelección en 2020 a galope tendido con un mandato del 71,5%. Un residente de Traiskirchen resumió en pocas palabras la razón de su popularidad casi universal en su ciudad natal: «representa un tipo de política diferente a lo que hacen los demás hoy en día, y creo que eso le gusta a la gente».

Babler ha demostrado su capacidad para convertir su popularidad local en un apoyo político más amplio. En las ya mencionadas elecciones estatales de Baja Austria de este año, en las que el SPÖ obtuvo unos resultados históricamente malos, la actuación de Babler fue la única gracia salvadora. Babler ocupaba el último lugar de la lista del SPÖ de la Baja Austria, compuesta por treinta y cinco candidatos, y no gozaba del favor de los superiores de su propio partido, pero aun así recorrió los 19000 kilómetros cuadrados del estado, una superficie aproximadamente del tamaño de Gales, en su campaña electoral. 

Al final, reunió la impresionante cifra de 21273 votos preferentes, lo que le convirtió en el candidato no líder con mejores resultados de todos los candidatos en las elecciones, con bastante diferencia (en comparación, el candidato líder del SPÖ, Franz Schnabl, obtuvo 24223 votos preferentes). A Babler no se le permitió ocupar un escaño en el Senado estatal mientras seguía siendo alcalde de Traiskirchen, pero obtuvo un sueldo extra que donó a causas que luchan contra la pobreza infantil. Babler ha luchado constantemente por esta causa, defendiendo iniciativas sociales que proporcionan comidas escolares gratuitas, guarderías y atención extraescolar a niños de familias socialmente desfavorecidas de su ciudad natal y de otros lugares. El hecho de que situara estas cuestiones en el centro de su campaña suscitó algunos extraños desafíos por parte de oponentes ajenos al SPÖ, como cuando la periodista de derechas Rosmarie Schwaiger afirmó: «No veo dónde hay niños hambrientos en Austria». Sin embargo, tales desafíos solo sirvieron para llevar estos temas a la agenda mediática nacional.

Las iniciativas comunitarias de lucha contra la pobreza son características de la política de Babler, pero su otra prerrogativa como líder del SPÖ es hacer frente a la alienación y frustración que los afiliados sienten hacia su partido. Con los acontecimientos de los últimos días, este estado de ánimo no habrá hecho más que intensificarse. Los resultados de la votación de los afiliados del 22 de mayo no hicieron más que complicar las cosas, ya que el partido se dividió en tres partes: Rendi-Wagner obtuvo el 31,35%, Babler el 31,52% y Doskozil el 33,53%. Rendi-Wagner dimitió, como se había comprometido a hacer en caso de que no ganara, y Babler pidió una segunda vuelta entre él y Doskozil para garantizar un mandato claro para el nuevo líder. En su lugar, el SPÖ decidió una votación entre los altos delegados del partido en la conferencia especial convocada para el 3 de junio.  

Michaela Grubesa, que resultó ser la pareja del principal estratega de campaña de Doskozil, dirigió la comisión electoral, y convocó una fatídica rueda de prensa el lunes por la tarde para anunciar la noticia que cambiaría el curso de la política austriaca. 

Curiosamente, la confusión fue el resultado de la inexperiencia de los organizadores electorales del SPÖ con las selecciones democráticas. Estaban acostumbrados a que las votaciones de la conferencia solo implicaran a un candidato sin oposición, por lo que tachar el nombre del candidato suele considerarse un voto negativo. Esta vez, sin embargo, una tachadura en el nombre del candidato contaba como un voto a favor, pero los miembros del personal del SPÖ, siguiendo el procedimiento habitual de una votación en la conferencia del partido, introdujeron estos votos en la hoja de cálculo de forma que se restaban del número total de votos, dando el resultado inverso.

Los errores del lunes 5 de junio se repetirán durante años en todos los recuentos de votos y contiendas reñidas del mundo germanohablante. Que la gente bromee con regocijo o con humor de horca dependerá ahora del éxito del movimiento Babler. No es ideal que sus primeros días en el cargo se vean empañados por la calamidad de sus predecesores, pero si ese es el precio a pagar por la oportunidad de llevar las esperanzas de millones de personas en Austria, que anhelan el tipo de políticas socialdemócratas transformadoras que no se veían desde los tiempos de Bruno Kreisky, Andi Babler y su base de votantes lo pagarán con gusto.

4. Pasolini y la sociedad de consumo.

De vez en cuando conviene volver a estas declaraciones de Pasolini, porque nos muestran que hace sesenta años algunos ya sabían hacia dónde íbamos, y hemos perdido miserablemente la batalla.

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5. ¿Qué le pasa a este hombre?

Ya no es su despiste a la hora de salir de un estrado, caerse por las escaleras o tropezarse. No todos tenemos una buena psicomotricidad y yo soy de los menos indicados para presumir. Pero es que ahora este hombre está haciendo unas declaraciones que, francamente, indican algún problema mental.

¡Viva la reina!

En una reunión la semana pasada Biden terminó su discurso, sin que viniese a cuento, con estas palabras: «God save the queen, man!»

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El tren del Pacífico al Índico

Es sabido que Biden ha sido siempre un entusiasta de los trenes. Pero quizá no tanto de la geografía. Ahora propone un tren que atraviese todo el Pacífico hasta el Índico…

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6. La extrema derecha en Alemania

Hace unas semanas se publicó una encuesta de YouGov que causó mucha sensación porque pronosticaba un 20% de los votos en unas futuras elecciones generales para el partido Alternativa para Alemania. El diplomático indio Bhadrakumar publicó al respecto este artículo hace unos días.

The rise and rise of far-right in Germany – Indian Punchline

Auge y auge de la extrema derecha en Alemania

Los ultraderechistas alemanes enarbolan la bandera nacional en una manifestación

La clase política alemana está atónita ante los resultados de una encuesta de YouGov publicada el viernes, según la cual el 20% de los votantes alemanes daría su voto a la ultraderechista AfD (Alternativa para Alemania), lo que la convierte en el segundo partido más votado, por detrás de la centroderechista CDU (28%) y por delante del SPD del canciller Olaf Scholz (19%). No cabe duda de que se trata de un terremoto político.
Dado el sistema representativo proporcional de Alemania -que no se parece al de Estados Unidos o el Reino Unido, donde también la política es conflictiva pero está protegida por el sistema de votación por mayoría-, es razonable estimar que la actual coalición «semáforo» entre el SPD de centro-izquierda, los Verdes (que obtuvieron un 15%) y los neoliberales Demócratas Libres o FDP (7%) ya no tiene mandato para gobernar, tras sólo un año y medio en el poder.

En las elecciones generales de 2021, el SPD había obtenido el 25,7%, el FDP el 11,5% y el Partido Verde el 14,8% de los votos. Esta precipitada caída de la coalición en apenas 18 meses introduce incertidumbres políticas en una coyuntura en la que la economía se encuentra en una profunda recesión, la guerra de Ucrania está en un punto de inflexión y el ascenso de la ultraderechista AfD, que por cierto abarca todo el espectro de la extrema derecha, desde los nacionalistas democráticos hasta los neonazis, significa en sí mismo un cambio seminal en la política alemana desde la Segunda Guerra Mundial, con importantes consecuencias.

El 20% es ya un umbral importante en un sistema político fragmentado como el alemán, y hay observadores políticos que sitúan el potencial exterior de la AfD en torno al 30%. Hasta ahora, una coalición con la AfD ha sido un tabú para los dos partidos mayoritarios, la CDU y el SPD. En la situación actual, la CDU se enfrenta a una disyuntiva: volver a la «gran coalición» con el SPD (para la que no hay apetito, dado el sórdido historial del periodo 2005-2009 y 2013-2021 bajo la canciller Angela Merkel). La alternativa será una coalición con la ultraderechista AfD, que, concebiblemente, puede llegar a ser inevitable en algún momento.

En realidad, en la política europea en general, esa es la tendencia actual: la extrema derecha llegando desde el frío. Ha ocurrido recientemente en Suecia y está ocurriendo ahora en Finlandia. La cuestión es que la AfD está en racha y, una vez que supere la barrera del 20%, será cada vez más difícil para los partidos centristas excluirla de la política general como socio de coalición.

La recesión en Alemania se prevé larga, lo que prácticamente garantiza que, al menos a corto plazo, el ciclo económico favorezca a la AfD. La inmigración es otra cuestión que contribuye a la base de apoyo de la AfD. Según cifras oficiales, el número de solicitudes de asilo en Alemania aumentó un 80% entre enero y marzo de 2023 en comparación con el mismo periodo del año anterior.

Otras dos cuestiones que agitan a la opinión pública son la desaprobación del apoyo de Scholz a Ucrania y el enfado por su política energética. Scholz y el SPD se han posicionado del lado de Ucrania. Ahora, esto supone un cambio de política y la cuestión sigue dividiendo a la gente. La AfD, que es euroescéptica y aboga por mejorar las relaciones con Rusia, está capitalizando el hecho de que alrededor de un tercio de los alemanes no están de acuerdo con las políticas de Scholz sobre Ucrania / Rusia.
¿Importa esto? Pues sí. Con la economía en recesión -y Alemania arrastrando a toda la eurozona-, es probable que el auge de la AfD reduzca el entusiasmo por destinar más dinero y material a Ucrania. Por ejemplo, sólo el 28% de los encuestados en el último sondeo apoyan la entrega de aviones de combate alemanes a Ucrania. Según un informe de Deutsche Welle, «en general, el apoyo a las entregas de armas a Ucrania está disminuyendo, sólo una minoría cree que las entregas de armas deben intensificarse». El llamamiento a la diplomacia es cada vez mayor: El 55% dice ahora que deberían intensificarse los intentos del gobierno alemán de llegar a negociaciones para poner fin a los combates».
Del mismo modo, existe una creciente polarización de opiniones entre los alemanes sobre su identidad «europea». Como señalaba un comentarista, quizá sólo sea una coincidencia numérica que el 18% que está totalmente en desacuerdo con la noción de una identidad europea sea el mismo número que las cifras actuales de las encuestas para la AfD. Lo más probable es que se trate de una coincidencia. Paradójicamente, el número de eurófobos y euroescépticos está aumentando por igual, con una clara ventaja para estos últimos, que superan en un 56% al 41% de eurófobos. Esto puede acabar poniendo a la UE en una trampa, ya que los bajos índices de aprobación de la UE dificultan que los Estados miembros acepten una mayor integración y, sin embargo, ésta es necesaria para que la UE tenga más éxito. El panorama general es que el tipo de integración de la UE por la puerta de atrás que ha estado ocurriendo puede que ya no funcione.
El potencial futuro de la AfD es significativo, ya que en el sistema alemán basado en la representación proporcional no necesita ganar mayorías absolutas para gobernar. A corto plazo, sin embargo, se avecina un bloqueo político en Alemania, agravado también por el hecho de que la Izquierda se está reduciendo y podría incluso no obtener el mínimo del 5% de los votos necesarios para entrar en el próximo parlamento. En cuanto a los Verdes, también están atascados en el fango, con su reputación manchada por un escándalo de nepotismo, que irradiará durante mucho tiempo (ya que los Verdes son una comunidad muy unida y en adelante tendrán dificultades para utilizar el poder de los argumentos morales, que ha sido un elemento clave en su ascenso político).

Además, mientras estuvieron en el poder, aunque el año pasado, los Verdes desconectaron la energía nuclear e impulsaron la transición de Alemania hacia las energías renovables a una velocidad vertiginosa, lo que está produciendo una reacción violenta entre los votantes. Una ley para obligar a los propietarios de viviendas a cambiar sus sistemas de calefacción de gasóleo y gas a bombas de calor, a partir del próximo mes de enero, ha sido un bombazo, ya que los costes para los hogares son potencialmente agobiantes: varían entre 15.000 y 40.000 libras, dependiendo del tamaño de la vivienda. Los propietarios de viviendas más pobres son en su mayoría de clase media baja, y también resultan ser la parte del electorado más abierta a la extrema derecha.
Basta decir que, en un futuro previsible, los Verdes no van a estar en condiciones de sustituir a los partidos tradicionales. Así pues, se está abriendo una enorme brecha en el panorama ideológico del centro político. Sin duda, las cosas se están moviendo en una dirección tal que la AfD podría llegar a ser indispensable en la formación de un gobierno federal en Berlín en algún momento.
Desgraciadamente, toda esa charla sobre Alemania como próxima superpotencia junto a China se ha disipado. Ahora parece un sueño lejano. La potencia europea se tambalea. La crisis de Ucrania ha aguado la fiesta. Pero en gran parte hay que culpar de ello a la élite gobernante alemana, que ha desempeñado un papel dudoso en Ucrania desde el cambio de régimen en 2014, especialmente en el complot para subvertir los acuerdos de Minsk que preveían la autonomía regional del Donbass dentro de una Ucrania federada.

Fundamentalmente, las élites alemanas han sido incapaces o no han querido darse cuenta de que la economía de su país y la prosperidad de la nación se han construido sobre el suministro de energía barata e ilimitada de Rusia y el potencial del creciente mercado ruso para la industria de alta tecnología de Alemania. De aquellos polvos, estos lodos.

7. El discurso de Putin en San Petersburgo

Así lo resume Jacques Sapir en una entrada en Linkedin:

Le discours de Vladimir Poutine au SPIEF : un moment important pour une redéfinition des intérêts géopolitiques de la Russie

El discurso de Vladimir Putin en el SPIEF: un momento importante para redefinir los intereses geopolíticos de Rusia
Sapir, Jacques
Fecha de publicación: 18 de jun de 2023

Al término del SPIEF (Foro Económico de San Petersburgo) V. Putin hizo algunos anuncios importantes que deben analizarse en detalle, lo que no suele hacerse porque los periodistas occidentales no cubrieron el evento. De hecho, este discurso permitió a V. Putin aclarar la posición de Rusia sobre los grandes cambios que se están produciendo en el orden mundial. La transcripción del discurso puede consultarse aquí: http://en.kremlin.ru/events/ (en inglés)

Vladimir Putin consideró que el «sistema internacional neocolonial» ya no existía y que un orden mundial multipolar estaba cobrando fuerza. De hecho, el primero se ha derrumbado parcialmente con la emergencia de Asia en los años 90 y 2000, pero nadie discutirá el segundo punto, marcado por el aumento de poder de los BRICS.
Cabe señalar que la más que torpe propuesta de Emmanuel Macron de autoinvitarse a la cumbre de los BRICS refrendó de hecho este punto. Por desgracia, lo único que se recordará es la extrema torpeza de su acción, que probablemente desaprovechó una verdadera oportunidad para Francia durante varios años, sin ver la importancia del cambio.
Vladimir Putin también habló de asuntos internos, centrándose el SPIEF en la economía, y declaró que «el salario mínimo en Rusia ha sido indexado y aumentado». Señaló otros planes de indexación significativa para 2024, que beneficiarán a millones de personas. Es evidente que la situación actual, pero también la magnitud de los beneficios obtenidos por las empresas gracias a las ayudas estatales, exigen una redistribución de la riqueza en #Rusia. Esto ha llevado a #Putin y al GVT ruso a lanzar una forma de economía de la oferta.
V. Putin aboga por una reducción de las trabas burocráticas a las empresas, con menos inspecciones a empresas de bajo riesgo, subrayando la importancia de las medidas preventivas. Estas inspecciones son también un instrumento para el desarrollo de la corrupción por parte de las administraciones locales.

Más importante fue la parte del discurso en la que #Putin subrayó la importancia de permitir a los ciudadanos invertir y ganar dinero en su propio país, para evitar que el dinero invertido en el extranjero se pierda. Se trata, sin duda, de un cambio importante. Hasta ahora, #Rusia aspiraba a formar parte de la «globalización», con todo lo que ello implica en términos de internacionalización de los flujos financieros y de los ingresos. Aquí el cambio es evidente. Esto puede compararse con la nueva visión que está surgiendo en el seno del ClubValdaï: «no globalizados, sino conectados». Esta visión subraya la importancia de los marcos nacionales, con medidas proteccionistas y de política industrial, pero también los considera «conectados».
En realidad, y los periodistas no se han dado cuenta de ello, lo que se está poniendo en tela de juicio es un cierto marco global que fue construido en los años 80 y 90 por los países del G7. No se trata de la necesidad de un marco global (derecho internacional).
V Putin abordó a continuación el conflicto en curso entre Rusia y Ucrania, destacando las pérdidas sufridas por el ejército ucraniano y la falta de éxito en la consecución de sus objetivos. Hubo pocas novedades sobre este punto.
V. Putin volvió a las cuestiones económicas y detalló a continuación el programa de garantías para proyectos de soberanía técnica que se pondrá en marcha sobre la base del banco VEB, y que tiene como objetivo apoyar estos proyectos y reducir los tipos de interés de los préstamos a la inversión. Esto está en consonancia con nuestra política industrial. Entendemos que este programa pretende acelerar la sustitución de importaciones en sectores clave. Este programa se sumará a las medidas ya adoptadas. Su objetivo es desvincular los tipos de interés para estos proyectos de los tipos aplicados por el Banco Central de Rusia. El programa también pretende fomentar la inversión extranjera (sin duda de países «amigos») en estos proyectos de sustitución de importaciones garantizando el capital invertido. Este punto confirma que el GVT ruso ha elegido efectivamente la vía de una «política de oferta» centrada en el desarrollo de la industria y la reducción de la dependencia de las importaciones, seleccionando determinados sectores.

Vladimir Putin señaló que se había tomado una decisión conjunta con los socios de la OPEP+ para minimizar las consecuencias negativas para la economía mundial y los mercados energéticos de las «decisiones económicas políticamente motivadas», es decir, las sanciones de la UE y EEUU a las transacciones petrolíferas. De este modo, confirmó indirectamente la estrecha colaboración que Rusia mantiene con Arabia Saudí desde julio de 2022. Aunque Rusia y Arabia Saudí son competidores, ambos países tienen importantes intereses en común y Arabia Saudí, al igual que Irán, ha solicitado su adhesión a los BRICS. Cabe destacar aquí que la colaboración entre Rusia y Arabia Saudí se extiende a otros países, como los Emiratos Árabes Unidos, que también desean unirse a los #BRICS https://twitter.com/

Vladimir Putin ha precisado que la desdolarización no es el objetivo de Rusia. Se trata de un punto importante que merece ser abordado. Ha explicado que no redunda necesariamente en interés de la economía mundial. Pero, al mismo tiempo, insistió (¿demasiado?) en las preocupaciones legítimas sobre la fiabilidad de la divisa estadounidense y el paso a liquidaciones en otras monedas. Este pasaje del discurso de V. Putin ante el SPIEF puede interpretarse de dos maneras.

La primera es que V. Putin ha tomado nota de las dificultades en este ámbito. El surgimiento de la «moneda de los BRICS» será un proceso largo, como muestra el notable artículo de A. Ivanter en EKSPERT nº 23: https://expert.ru/expert/2023/. Es inevitable que el dólar estadounidense siga desempeñando un papel importante en las transacciones financieras mundiales. La reducción del papel del dólar estadounidense vendría entonces de la combinación del yuan y la moneda de los BRICS, y tendría lugar gradualmente.

Pero hay OTRA interpretación posible. Vladimir Putin estaría haciendo un gesto hacia Estados Unidos, indicando que no tiene intención de lanzar un ataque total contra el dólar. Si esta interpretación es correcta, sería coherente con los informes de bajo nivel de un cambio en la posición de EE.UU. hacia Ucrania, ya sea sobre la integración en la OTAN u otras cuestiones. https://twitter.com/

Todavía es demasiado pronto para decir si esto es sólo una señal o si es una señal de que #Rusia y #EEUU están hablando entre sí y que el progreso hacia un alto el fuego, sin duda en términos rusos, podría llegar después de este verano.
Por último, #Putin menciona la posibilidad de usar armas nucleares en determinadas circunstancias, si los intereses vitales de #Rusia están en juego, subrayando el mayor arsenal nuclear ruso que el de los países de la OTAN. Este es un ejemplo clásico de disuasión.

8.Mi vídeo del día: ¿gótico o barroco?

No sabía que los reality eran así. Les voy a dar otra oportunidad. https://twitter.com/

9. Más newgreendealismo

Emilio Santiago sigue dando entrevistas para promocionar su libro, y a Más Madrid-Sumar en las próximas elecciones, claro, con su proyecto Green New Deal -el de Santiago, al menos, no necesariamente el de Sumar-. No me parece mal, que conste. Pero no sé si un discurso optimista para «engañar» a la gente diciendo que no hay por qué preocuparse tanto es lo que necesitamos en este momento. Sinceramente no lo sé, no es una pose.

https://www.publico.es/

Emilio Santiago: «El colapsismo genera desmovilización en los desmovilizados»

Alejandro Tena

Emilio Santiago es investigador de la plaza de antropología climática del CSIC. Su pensamiento académico se entrelaza con el análisis del movimiento ecologista y sus postulados. Ahora publica un libro titulado Contra el mito del colapso ecológico (editorial Arpa) donde se mete de lleno en uno de los debates más intensos del conservacionismo español y europeo.

El colapso no es una opción y la crisis climática está lejos de desencadenar una caída abrupta del sistema. «Puede generar más desigualdad», dice en una entrevista con Público, «pero no un colapso». El debate, no obstante, no gira en torno al léxico y la semántica, sino a las implicaciones que tiene hablar de colapso en un momento que urge a construir horizontes de esperanza.

Usted dice que, por primera vez, el futuro está en juego

El futuro como categoría plena. No es la primera vez que nos enfrentamos a la posibilidad de que exista un futuro peor, en el sentido más literal de la palabra. Esto lo vivimos ya con la experiencia de las armas nucleares, pero, ahora, con el cambio climático, la situación alcanza una nueva dimensión.

Está en juego algo tan impensable como la extinción de la especie humana y esto es una novedad. Las sociedades a veces fracasan, pero como especie ahora estamos en una tesitura de supervivencia en la que, en función de lo que hagamos en las próximas décadas, nuestra especie continuará o no. 

En su nuevo libro aborda el debate sobre el colapso como ideología ante la crisis climática y ecosocial. Usted habla de la necesidad de situarse entre el miedo y la esperanza. ¿Cómo es posible tejer relatos de esperanza en un momento en el que todas las informaciones científicas nos hablan de una situación dramática por el calentamiento del planeta?

Yo creo que la clave es tener a la vez una mirada fría y una cálida. Fría para atender a la realidad en toda su complejidad y las dificultades que vienen por delante, porque nadie niega que vienen tiempos complicados; pero, al mismo tiempo, una cálida para no olvidar que los seres humanos, a través de la política, podemos transformar el mundo en el que vivimos y podemos cambiar las inercias de nuestros sistemas sociales.

En ningún caso cumplir con el objetivo de quedarnos por debajo del 1,5º C es más difícil que otras tareas que hemos demostrado que se han podido cambiar. Desde el sufragio femenino a la abolición de la esclavitud o la destrucción de los estamentos del antiguo régimen. En ningún caso es más difícil ese 1,5ºC.

Esa es una postura muy optimista, ¿no cree?

No lo creo. Ahora vemos esos retos de otra forma, porque hemos nacido con ellos asentados, pero en su día enfrentaban problemas y correlaciones de fuerza que eran más insalvables de lo que podemos imaginar.

Habla de colapsismo climático como estado de ánimo y como ideología. ¿Cuál es la diferencia?

La diferencia tiene que ver con los aspectos más discursivos de nuestra visión del mundo y los aspectos más emocionales. Ambos siempre van juntos, ¿no? Es muy difícil desligar una cosa de la otra, pero cuando remarco esa distinción es para dejar claro que, en muchas ideologías, no solo en el ecologismo, prevalece antes el posicionamiento afectivo que el racional.

No es una crítica al colapsismo, es algo que ocurre en todas las ideologías; no hay política sin afectos.

¿Cree que el colapsismo como posicionamiento político ante la crisis climática tiende a favorecer discursos reaccionarios?

Creo que el colapsismo genera desmovilización en los desmovilizados y una movilización problemática de los movilizados. Lo que nos indican algunos estudios es que el colapsismo parte de ideas que nos facilita pensar en salidas individuales o que, por otro lado, favorece una tendencia hacia la despolitización y eso es algo reaccionario.

La mejor forma de politizar la crisis climática no es generar un ambiente de nihilismo, resignación y apatía.

En algunos grupos sociales concretos y pequeños seguramente no ocurra esto, pero debemos entender que la transición ecológica justa no se hace solo con minorías muy pequeñas. Esto es algo que involucra al conjunto de la sociedad y los discursos colapsistas pueden llevar a la sociedad al cinismo y a la resignación.

Sin embargo, los colectivos ecologistas más movilizados en España o Europea, como Xtinction Rebellion o Futuro Vegetal, sí tienden a una ideología y discursos colapsistas, ¿no?

Claro. Esto es como en medicina: lo que separa el veneno del antídoto es una cuestión de dosis. En pequeñas dosis, el discurso colapsista puede ser interesante, porque genera algo que no nos sobra, que es la rabia y la impaciencia.

Pero hay que darse cuenta de que esto va a ser así para grupos muy pequeños que pueden tener un papel fundamental para movilizar y cambiar el sentido común, pero los cambios sociales no se basan en movilizaciones pequeñas, sino en construir grandes mayorías sociales. 

Discuto con Alberto Garzón en el libro, porque él publicó un artículo buenísimo hace unos meses donde hacía esta distinción entre colapso como diagnóstico y colapso como discurso. Él decía: «El colapso como diagnóstico no lo podemos perder, pero el colapso como discurso es contraproducente».

Yo lo invertiría; creo que el colapso como discurso, en muy pequeñas dosis, puede ser útil. Pero el colapso como diagnóstico es el verdadero problema.

Hace unos meses Yayo Herrero decía  en ‘Público’ que el problema en este debate es que hay un mal entendimiento y que se malinterpretaba un diagnóstico como planteamiento político.

Con todo respeto a Yayo, creo que no. La cuestión de fondo es que hay diagnósticos distintos. Nuestro diagnóstico es que no vamos a colapsar. Podemos vivir una degradación de condiciones de vida y un aumento de la desigualdad y el autoritarismo, pero eso no es colapsar.

La apuesta del libro no es utilizar la esperanza sin más, sino que el diagnóstico del colapso es erróneo. A partir de aquí hay que abrir un debate que se debe tomar con respeto y construyendo puentes.
Si entendemos lo que es el sistema neoliberal y capitalista, que se sustenta en la desigualdad, ¿tampoco habría un colapso como tal si por la crisis climática incrementase esta brecha social?

Claro. Desde los discursos del colapsismo se emplea el término colapso de una forma muy confusa y poco rigurosa. El colapso, siendo fieles al significado semántico, es algo que tiene que ser rápido, irreversible y muy destructivo. Sinceramente, creo que no es verosímil pensar que vayamos a enfrentarnos a esto.

¿Qué creo que puede pasar si las cosas nos salen mal y no damos una buena respuesta al problema del cambio climático? Pues un aumento de la degradación de las condiciones de vida, desigualdades, un apartheid ecológico… Pero eso no es colapso.

Pero todo esto no tiene que ver con una simple diferencia terminológica. Es que el término tiene implicaciones políticas. Si tu usas el término colapso con rigor, lo que estás haciendo –y es lo que muchos discursos colapsistas hacen– es dar por perdido, por ejemplo, el Gobierno del Estado.

Es decir, ya no va a ser funcional y toca trabajar desde pequeñas comunidades, construir balsas de emergencia, pero si fallas en ese diagnóstico, estás entregando el Gobierno del Estado a los enemigos políticos.
Hay una tendencia a abordar la coyuntura de crisis ecológica desde una perspectiva de agotamiento de recursos que, en ocasiones, obvia la crisis climática.

Eso que señalas es muy importante. Estamos en una situación de limitación ecológica con múltiples frentes que exigen respuestas distintas. Una parte del debate sobre el colapso tiene que ver con que muchos compañeros consideran que estamos ante una escasez energética sin precedentes que compromete todos los parámetros de la sociedad moderna.

Creo que el debate científico, en ese aspecto, ha cambiado esta hipótesis. Este planteamiento resultaba más verosímil en la primera década de los 2000, pero lo que percibimos es que aquellos pronósticos no se han cumplido exactamente, y creo que ahora nuestra sociedad está resolviendo mal el problema energético y agravando el problema climático.

Yo abandoné las posturas colapsistas. Para mí, fue importante ver cómo muchos de los autores que habían apuntalado el diagnóstico de escasez energética pasaron a decir que había certezas sobre la existencia de recursos comercialmente extraíbles suficientes para no cumplir con el acuerdo de París.

¿Qué opina del debate sobre la necesidad o no de frenar el despliegue de renovables?

Es un problema muy complejo. En primer lugar, las renovables tienen un impacto global netamente positivo y es que nos están dando la respuesta a la amenaza climática. Digo netamente positivo porque no hay mayor amenaza para la diversidad que el cambio climático. Dicho esto, es verdad que hay impactos locales que son negativos y que conviene minimizar.

El problema es que esto lo vamos a tener que hacer sobre la marcha porque no tenemos tiempo para parar. El último informe del IPCC señala que tenemos que organizar procesos de transición energética a una velocidad nunca vista en la historia.

El problema es que vivimos en un sistema socioeconómico en el que la implantación de estas renovables va a venir necesariamente vinculado a procesos de acumulación de capital, y por tanto procesos de abuso de los territorios más débiles políticamente.

Hay que poner solución a estos problemas, pero en ningún caso detener el desarrollo de aquella tecnología que nos puede ofrecer un horizonte de descarbonización viable. Hay que intentar por todos los medios compatibilizar estas cosas, y siempre tener en cuenta que disponemos de unas pocas décadas para evitar una subida de temperatura que va a ser catastrófica.

¿Cómo ha influido la producción cultural en el atractivo político de los discursos colapsistas?

Es enormemente sencillo hacer una lista de títulos distópicos en el plano ecológico y, al mismo tiempo, es enormemente difícil hacer lo contrario. Vivimos en un mundo en el que el apocalipsis se ha convertido en una moda cultural y eso, en parte, refleja una victoria antropológica neoliberal. 

Es decir, ¿qué es el colapsismo, sino el «no hay alternativa» de Thatcher pintado con un barniz Mad Max? En el fondo es lo mismo. Es el descreimiento de cualquier posibilidad de organización colectiva. Mi análisis es que una parte del auge de los discursos colapsistas se explica porque rima muy bien con el clima de época.

La política ha sido defenestrada y se ha dado por perdida y además estamos bombardeados sistemáticamente por estos imaginarios visuales y narrativos distópicos. Y eso no ayuda a interpretar la coyuntura de otra forma que no sea el colapso.

Me parece esencial cualquier giro hacia la utopía ecologista. Parte de la victoria del ecologismo pasa por generar narrativas ilusionantes sobre un futuro sostenible y no crear narrativas dramáticas.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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