Miscelánea 2/03/2024

Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. Transición energética en Sudáfrica.
2. Echar a los EEUU de Irak.
3. De nuevo sobre los dos estados (observación de José Luis Martín Ramos y Manuel Martínez Llaneza)
4. Extractivismo agrario en Senegal
5. Reunión del sur global en Moscú (observación de Joaquín Miras).
6. «Capitalistas anónimos»: lo estoy dejando.
7. Tambores de guerra (observación de Joaquín Miras).
8. Resumen de la guerra en Palestina, 1 de marzo.
9. Historia del antisionismo judío

1. Transición energética en Sudáfrica

Sudáfrica, donde por cierto tienen apagones frecuentes por problemas en su red eléctrica, es el siguiente país analizado en State of Power 2024 del TNI.

https://www.tni.org/en/

¿Reclamar el poder? 

Geografías cambiantes del extractivismo en Sudáfrica y visiones para una transición justa desde abajo

8 February 2024
La campaña sudafricana «Derecho a decir no» plantea cuestiones cruciales sobre cómo garantizar que su transición energética no deje tras de sí comunidades devastadas por los residuos tóxicos y excluidas de los pregonados beneficios de las energías renovables.
Lisa Pier Matthews Hlabane
La energía verde plantea nuevos retos en cuanto a los daños medioambientales y sociales cometidos en su generación y distribución. ¿La transición ecológica no hace sino reproducir estrategias de desposesión, marginación y explotación de personas y recursos? ¿Cómo pueden los activistas y la sociedad civil impugnar, replantearse y rechazar estas pautas, y cuáles son los puntos de partida para reclamar una transición verdaderamente justa que sea democrática, equitativa y respetuosa con el medio ambiente? Sudáfrica se enfrenta actualmente a un enorme desafío energético: los cortes de electricidad programados hacen que las caídas de carga sigan interrumpiendo la actividad pública, social y económica. ¿Por qué un país con recursos tan abundantes tiene tantos problemas con la disponibilidad de energía?
La energía ha sido durante mucho tiempo un tema polémico en Sudáfrica y la mala gestión sostenida del proveedor público de energía, Eskom, ha dejado al país incapaz de satisfacer la creciente demanda energética. A pesar de los cortes de carga, el precio de la electricidad subió un 20% en abril de 2023 (enlace externo) .1 Aunque el 89% de los sudafricanos tiene acceso a la electricidad (enlace externo) la brecha entre la electrificación urbana y rural es mucho mayor que la media regional.2 3 Según estimaciones conservadoras, el 50% de la energía de Sudáfrica la consume la industria (enlace externo) (enlace externo), incluidas industrias de alto consumo como la minería y la siderurgia, y sólo el 23% se destina a uso residencial.4 El Consejo Revolucionario Verde de Sudáfrica (SAGRC) calcula que es más probable que la industria consuma el 70% de la electricidad. Además, el 28% del carbón sudafricano se destina a la exportación (enlace externo) incluido a la Unión Europea (UE).5
A pesar de contar con algunos de los mejores recursos solares y eólicos del mundo, Sudáfrica produce menos del 20% de su combinación energética a partir de energías renovables (enlace externo)6. Sin embargo, el paso a las energías renovables sin un cambio sistémico en la forma en que producimos, consumimos y nos relacionamos con la naturaleza y entre nosotros conducirá a un aumento espectacular de la minería en todo el mundo, a expensas de los grupos marginados y del medio ambiente.7 La transición a las energías verdes supone actualmente una amenaza para los medios de vida y los ecosistemas, ya que la creciente urgencia y el interés político por una transición energética verde apuntalan duras prácticas de desposesión y exclusión: el extractivismo verde.
El Derecho a Decir No (R2SN), un movimiento social, una campaña y una red de activistas formada por más de veinte organizaciones, conecta diferentes luchas contra el extractivismo en toda África meridional, con el objetivo de poner fin por completo a un modelo de desarrollo que opera a favor del beneficio y a expensas de las personas y el planeta. En su crítica al modelo extractivista, el Derecho a Decir No cuestiona el acceso a la energía y su distribución, y también prevé una transición energética justa que favorezca los derechos y la vida de las personas. La campaña lo hace facilitando el intercambio y la movilización entre los afectados por la minería y el extractivismo y promoviendo el principio del Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI). Aunque el espacio para reimaginar el desarrollo puede ser limitado en los movimientos sociales, prever vías alternativas ayuda a fomentar una imaginación utópica y a negociar visiones colectivas de futuros energéticos justos y sostenibles. Las alternativas de base ya están tomando forma, pero no reciben suficiente atención. Arrojar luz sobre prácticas y visiones alternativas durante esta coyuntura crítica pone en tela de juicio la sistemática obliteración de alternativas por parte del capitalismo.

Tejiendo una transición justa desde abajo: hilos, visiones y alternativas
Los activistas del Derecho a Decir No no dejarán pasar este momento sin impugnar y poner un pie en el debate sobre lo que sería una transición verdaderamente justa para Sudáfrica. Las realidades extractivistas pueden parecer escenarios improbables para desarrollar imaginarios utópicos. Sin embargo, puede que sean precisamente estos espacios los que encierren el mayor potencial para imaginar alternativas, dolorosamente informadas por los males del modelo extractivista.
Tras movilizar apoyos dentro y fuera de Sudáfrica, el Derecho a Decir No se está enfrentando al extractivismo y a la impunidad empresarial a varios niveles. Amplificar y apoyar el activismo comunitario es el núcleo de la campaña, que reúne a comunidades de todo el país para formar alianzas sólidas e intercambiar conocimientos y experiencias sobre el extractivismo. Esto incluye talleres nacionales, como la Escuela de Extractivismo de la AIDC, o apoyo práctico, como la asistencia a las comunidades en los análisis del agua para detectar el Drenaje Ácido de las Minas (DAM). El Derecho a Decir No exige el replanteamiento de la política minera a escala nacional (enlace externo)
La campaña tiene vínculos en toda la región, incluidos Mozambique, la República Democrática del Congo (RDC), Zambia y Zimbabue, a través de actividades como el Tribunal Popular Permanente sobre Extractivismo, que se celebra anualmente. El Derecho a Decir No también es miembro de la «Campaña Mundial para Recuperar la Soberanía Popular, Desmantelar el Poder Corporativo y Poner Fin a la Impunidad», que participa activamente en las negociaciones para un Tratado Vinculante de las Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Si bien el Derecho a Decir No pretende reforzar la resistencia de las comunidades, también genera herramientas para garantizar los fundamentos jurídicos de un «derecho a decir no» a la minería y el extractivismo. Esto incluye la formulación de una ley modelo, una propuesta de proyecto de ley que garantice a las comunidades el derecho a oponerse a las actividades empresariales que repercuten negativamente en sus vidas y su medio ambiente. La ley modelo se sugerirá para su adaptación y adopción en múltiples legislaturas independientes de toda África Austral. Además, la campaña pretende reforzar la defensa del Tratado Vinculante en la región de la Comunidad para el Desarrollo del África Meridional (SADC), donde las delegaciones africanas se han mostrado especialmente activas en la promoción del proceso del Tratado en 2023.
Las herramientas jurídicas han demostrado su eficacia en la defensa de las tierras y los medios de vida de la población. El Comité de Crisis de Amadiba (ACC), fundado en 2007 por activistas comunitarios de Pondolandia, es un buen ejemplo. El ACC demandó a la empresa minera australiana Transworld Energy and Minerals y al gigante multinacional del petróleo y el gas Shell en 2018 y 2022 por ignorar el CLPI y los derechos consuetudinarios sobre la tierra y causar daños medioambientales, y ganó. En ambos casos, los planes de las empresas tuvieron que ser suspendidos, lo que constituyó una victoria masiva contra el poder corporativo y demostró que el derecho y el activismo pueden, de hecho, alterar las relaciones de poder. Sin embargo, además de oponerse al poder corporativo, la campaña Derecho a Decir No reconoce la importancia estratégica de plantear alternativas de desarrollo, como el ecosocialismo feminista, por las que trabajar. En marzo de 2023, en la manifestación nacional por el Derecho a Decir No y en conmemoración del líder asesinado, Bazooka Rhadebe, la campaña adoptó la Declaración Popular sobre la construcción de una transición justa desde abajo mediante el avance del Derecho a Decir No (enlace externo) como programa de acción. Dando ‘expresión a nuestro deseo de una transición justa desde abajo, que para nosotros es mucho más que una «transición energética». Para nosotros, es una transición desde el desempleo, la falta de tierra, la violencia, la pobreza abyecta en todos los rincones de la sociedad y la flagrante desigualdad de las vidas que se viven en Sudáfrica. Supone la creación de millones de puestos de trabajo y medios de subsistencia dignos. Por ejemplo, al rehabilitar las tierras dañadas por la minería y otras formas de extractivismo, se pueden encontrar miles de puestos de trabajo y sentar las bases de la soberanía alimentaria».9
En una entrevista realizada en abril de 2022, el coautor Matthews Hlabane explicó que para una transición energética verdaderamente justa, las comunidades y la clase trabajadora deben tener «el control del proceso», refiriéndose tanto a la toma de decisiones sobre las futuras trayectorias energéticas como a la producción e instalación de la tecnología necesaria, ya que de lo contrario «estamos comercializando para el capitalista».10 La falta de apoyo al desarrollo de proyectos y alternativas energéticas centrados en la comunidad ilustra la falta de interés del Estado por formar una transición justa para todos. Para la SAGRC, que las comunidades se organicen es fundamental para construir un contrapoder eficaz. Generar materiales y oportunidades para llevar a cabo una educación popular sobre los principios de la construcción de economías solidarias y apoyar las iniciativas comunitarias puede contribuir en gran medida a restaurar la cohesión y la unidad para luchar por un futuro mejor. La energía renovable de propiedad social y las estrategias alternativas de subsistencia, como la agricultura agroecológica, son algunas de las primeras ideas que mencionan las comunidades para invertir el desequilibrio energético y de poder.
Hlabane subraya que el establecimiento de comunidades como «zonas liberadas» para las economías solidarias podría resolver los problemas de inseguridad alimentaria, pobreza, desempleo y violencia mediante el suministro circular de recursos básicos, incluida la energía a nivel local. Se prevé que a medida que estas zonas liberadas del capitalismo neoliberal adquieran importancia, sus economías solidarias podrían ayudar a evitar la competencia, la duplicación y el despilfarro de recursos. En eMalahleni, la SAGRC y Matthews Hlabane han hecho posible lo (casi) imposible. En un terreno recuperado mediante una reclamación de tierras en 2021, los activistas establecieron una granja agroecológica que utiliza energía solar y eólica generada por ellos mismos. Su granja demuestra que las alternativas comunitarias pueden hacerse realidad y crear espacios para la experimentación y el beneficio colectivo. Aun así, la descentralización por sí sola no podrá hacer frente a los retos de la economía energética sudafricana.
Para la mayoría de las comunidades de clase trabajadora, el acceso a las energías renovables depende del acceso al capital. Como se describe en el informe del TNI «Cazadores de mitos sobre la transición energética», las soluciones energéticas descentralizadas, como las instalaciones solares o eólicas individuales, requieren recursos privados y, por tanto, son exclusivas de quienes pueden permitírselas. En Sudáfrica, el enfoque de libre mercado no ha conseguido en gran medida «desbloquear» la inversión privada en el sector de las energías renovables, lo que ha contribuido a la actual crisis energética. En la actualidad, el sector público lidera la transición energética, con la participación de Eskom.11 AIDC, TNI y otros han argumentado que revertir la privatización de Eskom, hacer campaña contra la legislación comercial internacional (incluidas sus restricciones a la propiedad intelectual), detener el «Programa de Adquisición de Productores Independientes de Energía Renovable» (REI4P), reconsiderar varias opciones para una transición energética exitosa, así como proponer nuevas formas de financiar la transición es clave para transformar Eskom y lograr una transición energética justa para Sudáfrica. 12, 13 Los activistas comunitarios añadirían que la integración de los principios del CLPI en cualquier nueva propuesta energética, así como garantizar la participación de la comunidad, son vitales para una transición no extractivista.
El Derecho a Decir No también consiste en «decir sí» a las propias soluciones de la gente. El concepto de política prefigurativa, que describe procesos de cultivo colectivo de prácticas radicales que hacen realidad fragmentos de un futuro deseado en el presente, puede servir como metodología útil para promover iniciativas a nivel comunitario.14 Aunque existe un gran debate (académico) sobre el impacto que pueden lograr los proyectos prefigurativos en el panorama más amplio de la injusticia y la desigualdad cimentadas estructural y políticamente, ofrecen espacios para la experimentación y la conversación sobre futuros inclusivos y justos. Especialmente en Sudáfrica, donde no se ha permitido a las comunidades negras imaginar libremente el desarrollo que desean, es importante crear espacios para debatir alternativas y formar imaginarios utópicos.15
En cuanto a la cuestión del empleo, la campaña «Un millón de empleos climáticos», promovida por la SAGRC, el Centro de Información y Desarrollo Alternativos (AIDC) y algunos sindicatos sudafricanos, pretende ofrecer una estrategia global16. La campaña afirma que una transición justa podría crear «al menos un millón de puestos de trabajo» y pretende movilizar a «miles de sudafricanos en torno a soluciones reales para frenar el cambio climático y promover la mejora de la vida humana y del entorno natural».17 Entre los ámbitos de actuación se encuentran la producción de energía verde, el transporte público, la rehabilitación de edificios, la producción sostenible de alimentos, la protección de los recursos naturales y la satisfacción de las necesidades básicas. De este modo, la campaña ofrece una alternativa práctica y justa a los discursos hegemónicos del desarrollo extractivista18.
Esto incluye una renovada atención a los recursos apropiados y de origen local que reduzcan el uso total de energía en lugar de impulsar una demanda cada vez mayor, por ejemplo mediante el rediseño y la readaptación de las casas utilizando tejados de paja, que contribuyen a la climatización natural y pueden construirse con materiales regenerativos y cultivados localmente.
Los activistas subrayan que una transición justa no sólo debe responder a las necesidades de los trabajadores, sino también cambiar las relaciones sociales de forma más amplia para responder a la crisis de reproducción social y al cambio climático. Aunque han pasado más de seis años desde que la campaña Un Millón de Empleos Climáticos tomó forma, sigue teniendo tracción, ya que su objetivo sigue sin cumplirse. Especialmente entre los mineros y otros trabajadores de las minas y entre quienes viven junto a las minas de carbón, la idea de empleos limpios y seguros no perderá su atractivo, lo que convierte la lucha por la campaña en una lucha continua. Muchos activistas trabajaron anteriormente en la minería y se solidarizan con los trabajadores mineros con empleos precarios, afectados de diversas formas por el carácter explotador del extractivismo. Aunque el Derecho a Decir No se centra en el activismo comunitario y la creación de alianzas internacionales, la campaña también fomenta las relaciones con la Asociación de Mineros y Sindicatos de la Construcción (AMCU) y la Federación Sudafricana de Sindicatos (SAFTU) para colaborar en materia de derechos laborales y responsabilidad corporativa, así como con el Sindicato Nacional de Mineros (NUM) en la campaña «Un millón de empleos climáticos». Aunque el sector sindical sudafricano tiene una compleja mezcla de intereses en cuestiones como la energía, la colaboración entre la AIDC y los sindicatos ha demostrado que la distinción que suele hacerse entre trabajadores y activistas es falsa. De hecho, hay que vincular más estrechamente las cuestiones de empleo y producción con las de reproducción y desempleo.
No obstante, «ir más allá del «no»» al extractivismo plantea un reto (enlace externo) para la campaña, no sólo por los limitados recursos para dedicarse a crear visiones utópicas, sino también porque los activistas sienten que «no se les ha permitido hacerlo» a lo largo de siglos de opresión colonial y apartheid.19 Derribar las barreras psicológicas y materiales para reavivar la imaginación utópica sudafricana más allá de las demandas de servicios es una tarea importante para la campaña. En una entrevista realizada en uno de los municipios de eMalahleni en 2022, un activista relató que la falta de recursos económicos o incluso de financiación externa obstaculiza las aspiraciones de poner en marcha iniciativas comunitarias y construirse una vida mejor.
Además, la resistencia se topa con la intimidación sistemática, la persecución y, en algunos casos, el asesinato de activistas y líderes comunitarios. Como señala el profesor de la Universidad de Johannesburgo Patrick Bond, una vía interesante de impugnación puede ser clasificar las actividades extractivistas como delitos económicos. En Goa, en India, y en Nauru, en el Pacífico sudoccidental, por ejemplo, así es como se ha conseguido prohibir la minería o el pago de indemnizaciones. Este enfoque también podría tener potencial en Sudáfrica, donde los recursos se siguen explotando rápidamente y se calcula que las actividades mineras han provocado una fuga de capitales en toda la economía de 330.000 millones de dólares entre 1995 y 2018.20

¿De qué estamos hablando? Historias de injusticia energética y extractivismo en Sudáfrica
El carbón ocupa un lugar central en el actual modelo energético sudafricano, ya que constituye el 70% de la capacidad nacional de generación de energía (enlace externo).21 Los impactos sociales y medioambientales destructivos de la minería del carbón recaen en gran medida sobre las comunidades marginadas, la naturaleza, las mujeres y las generaciones futuras, contribuyendo a lo que Samantha Hargreaves denomina una «crisis social, económica y medioambiental aguda y polifacética».22 Los efectos medioambientales negativos de las actividades mineras incluyen el drenaje ácido de las minas, los vertidos de polvo y tierra que aumentan las concentraciones de metales pesados y radiación, los incendios de carbón, las cenizas volantes y el humo cargado de sustancias químicas tóxicas.23 La extracción de agua y la contaminación del agua son problemas agudos en torno a algunas minas de carbón, entre ellas la disputada Somkhele, en la provincia de KwaZulu-Natal (enlace externo) donde el líder comunitario Fikile Ntshangase fue asesinado en 2020.24 El agotamiento de los recursos naturales sin reinversión ha sido debilitante.
Las autoridades medioambientales parecen estar bajo el mando de políticos con estrechos vínculos con la industria minera, lo que ha llevado a incumplir la normativa en favor del capital. Por ejemplo, en 2012, cuando el actual presidente, pero entonces magnate de la minería del carbón, Cyril Ramaphosa, como principal inversor local de Lonmin, solicitó por correo electrónico una «acción concomitante» contra los «cobardes criminales» mineros del platino en huelga salvaje, que condujo a la masacre de Marikana de 2012 (enlace externo).25 A medida que los límites de la abundancia de recursos sudafricanos, especialmente de oro y carbón, se hacen cada vez más evidentes, las fronteras extractivas se amplían con la penetración del capital en lugares más remotos e inaccesibles.
Las mujeres suelen situarse en primera línea de los proyectos extractivistas (enlace externo). La red feminista africana WoMin explica cómo las mujeres se enfrentan a una marginación mayor y específica en la minería y el extractivismo. Las trabajadoras mineras no sólo cobran menos que los hombres, sino que además suelen asumir tareas más peligrosas y precarias. Esto sin mencionar el trabajo de cuidados no remunerado de las mujeres y la responsabilidad de alimentar a sus familias, una tarea que puede ser extremadamente difícil en ausencia de tierras fértiles y/o ingresos para aquellas que no obtienen empleo en las minas, ya que puede haber muy pocos trabajos poco cualificados disponibles. También aumenta el riesgo de violencia sexual y de género en los lugares de extracción y sus alrededores, que suelen ser espacios dominados por los hombres.26 27
Las ciudades combinadas de Witbank y eMalahleni ilustran la violencia polifacética del extractivismo. La zona tiene una de las peores calificaciones de calidad del aire del mundo debido a la extracción y el procesamiento del carbón, lo que lleva a los residentes a describir la ciudad como «el infierno en la tierra».28 Es uno de los lugares donde el extractivismo en toda su brutalidad es visual y real. Mientras las minas de carbón están iluminadas día y noche, produciendo energía para los centros urbanos, las élites y la industria, los municipios vecinos se quedan a oscuras. La falta de acceso a la electricidad contribuye a crear situaciones de inseguridad, especialmente para las mujeres, y dificulta enormemente que la gente pueda construirse una vida mejor. A menudo, las minas a cielo abierto se sitúan a escasos metros de las viviendas de la población, causando graves daños estructurales y afectando a la salud y la seguridad de los residentes.
Las empresas mineras actúan en connivencia con el Estado y la policía para reprimir las protestas y movilizaciones. De hecho, se sospecha que las empresas mineras y los municipios canalizan recursos hacia grupos parapoliciales violentos para oponerse a las protestas y a los activistas intimistas. En Phola, a una protesta contra la vecina mina de carbón de Beryl en 2022 se opuso un grupo de vigilantes parapoliciales promineros que empezaron a atacar a los manifestantes contrarios a la minería. Cuando llegó la policía, los manifestantes se sorprendieron al ver que la policía protegía a los agresores en lugar de garantizar su seguridad.29
A medida que la atención se desplaza hacia los mercados de energías renovables y los nuevos yacimientos de extractivismo, es probable que lugares como eMalahleni sean abandonados como patatas calientes una vez que se agoten las reservas de carbón, dejando la tierra esterilizada por socavones que ponen en peligro la vida y el AMD filtrándose sin control a los ríos. En un lugar tan inextricablemente ligado a la industria del carbón y dependiente de ella, el imperativo de una transición ecológica ha suscitado dudas y temores entre las comunidades que dependen del empleo en el sector minero. Las empresas mineras de la zona han empezado a vender sus activos a empresas emergentes constituidas al amparo de la Ley de Empoderamiento Económico de los Negros (BEE). Al hacerlo, se deshacen de puestos de trabajo y transfieren responsabilidades sociales y medioambientales al gobierno o a las empresas BEE, que han demostrado ser incapaces y no estar dispuestas a ocuparse de estas cuestiones.

La nueva ola del extractivismo: Hidrógeno verde en Cabo del Norte
Bajo la bandera de la acción por el clima, las ETN y otras empresas ya están ampliando sus actividades a lugares de extracción cada vez más remotos e inaccesibles, sin preocuparse por las normas medioambientales y sociales. El apoyo político a la fiebre del hidrógeno «verde» es un ejemplo paradigmático de extractivismo verde. Sudáfrica se ha convertido en el centro de la fiebre mundial por este nuevo recurso, lo que ha dado lugar a una serie de protestas e impugnaciones.
El hidrógeno gaseoso se genera a partir del agua mediante un proceso de electrólisis que requiere enormes cantidades de energía. Para que el hidrógeno pueda calificarse de «ecológico», esa energía debe proceder de fuentes renovables, como la eólica y la solar. Aunque el hidrógeno puede funcionar como combustible para calefacción o motores de combustión, es especialmente apreciado por su capacidad para almacenar electricidad. El hidrógeno verde puede servir, por tanto, como almacén de electricidad para el excedente de energía eólica y solar, que se utilizará cuando las condiciones meteorológicas no permitan su uso directo. Otra propiedad del hidrógeno verde es que funciona independientemente de la conexión directa a la red y, por tanto, es fácil de comercializar internacionalmente.
Aquí es donde entra Sudáfrica: gracias a su capacidad para producir grandes volúmenes de energía eólica y solar, el país se ha convertido en un aliado bienvenido para los países del Norte global deseosos de «ecologizar» sus sistemas energéticos sin realizar cambios estructurales significativos. Se calcula que el sur de África se convertirá en el mayor productor mundial de hidrógeno verde en 2050. (enlace externo)30 Esta previsión llevó al actual Gobierno del CNA, en línea con su agenda neoliberal, a centrarse en la exportación de hidrógeno verde y amoníaco, asegurando asociaciones con empresas y obteniendo ingresos fiscales como parte de la estrategia nacional de hidrógeno verde. Presentada en la COP26 en 2021, la Asociación para una Energía de Transición Justa (JETP, por sus siglas en inglés) entre Sudáfrica y los países del G7, incluidos Francia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos, hizo especial hincapié en el desarrollo de una economía de exportación de hidrógeno verde en Sudáfrica. Alemania se ha convertido en uno de los principales socios de Sudáfrica y es un actor central en los proyectos de hidrógeno verde en la provincia del Cabo Septentrional. Negociado a puerta cerrada, alrededor del 97% (enlace externo) de los 12.500 millones de dólares (enlace externo)
(a noviembre de 2023) en financiación para el JETP procede de préstamos en divisas fuertes, lo que aumenta la carga de la deuda y la dependencia financiera de Sudáfrica.31 32

Cuadro 1 Principales empresas del sector de las energías renovables en Sudáfrica
El sector de las energías renovables en Sudáfrica está bastante consolidado y dominado por cinco grandes actores:
Empresa
Mainstream Renewable Power              Irlanda
SegenSolar
Juwi Renewable Energy                       Alemania
EDF Renewables
Acciona Energía SA
Como muestra la Tabla 1, ninguna de las cinco principales empresas del sector sudafricano de las energías renovables tiene su sede en Sudáfrica; se trata de ETN de energías renovables con operaciones mundiales. Sin embargo, un actor importante en el panorama de la energía verde es el gigante sudafricano de la energía y la petroquímica SASOL, el mayor productor mundial de combustibles y productos químicos a partir de carbón y gas, que está comprando capacidades de energía renovable en el país. En 2023, SASOL anunció una asociación con la empresa francesa de gas Air Liquide (enlace externo) para adquirir 1.200 megavatios (MW) de energía renovable para alimentar sus respectivas operaciones. Las dos empresas también firmaron un acuerdo de compra de energía eólica y solar de 260 MW con TotalEnergies y la empresa sudafricana de energías renovables Mulilo.33 SASOL también participa en la producción de hidrógeno verde, por ejemplo en Sasolburg, en el Estado Libre, y ha firmado (enlace externo) varios acuerdos para garantizar el suministro34.
En la Cumbre del Hidrógeno Verde celebrada en Ciudad del Cabo en junio de 2023, el presidente Cyril Ramaphosa presentó a Sudáfrica como un futuro «exportador mundial de energía». Actualmente, hay unos 20 proyectos de hidrógeno verde en tramitación en Sudáfrica. Nueve de ellos han sido declarados Proyectos Estratégicos de Infraestructuras en 2022, lo que significa que se acelerarán y facilitarán los procesos de aprobación. Aunque la Ministra de Obras Públicas e Infraestructuras, Patricia De Lille, afirma que los proyectos se han sometido a una «exhaustiva evaluación de calidad (enlace externo) (enlace externo) es poco probable que las evaluaciones de impacto ambiental y social reciban suficiente consideración y recursos, dado el enfoque favorable a los inversores de la estrategia del hidrógeno verde.35 Cuatro de estos proyectos (enlace externo) – el Programa de Desarrollo del Hidrógeno Verde de Boegoebaai, la Reserva de Energía de Prieska, el Proyecto de Hidrógeno de Energía Verde de Ubuntu y el Parque Solar y de Hidrógeno Verde de Upilanga – están situados en la Provincia Septentrional del Cabo.36
El Programa de Desarrollo del Hidrógeno Verde de Boegoebaai, que se establecerá en el municipio de Richtersveld, es un proyecto emblemático de la estrategia sudafricana del hidrógeno verde. El Gobierno sudafricano, junto con SASOL y ArcelorMittal, está planificando la Zona de Desarrollo Industrial Freeport Saldanha, con el objetivo de generar 80 GW para 2050. Es probable que esto convierta a Boegoebaai en uno de los mayores proyectos de hidrógeno verde del mundo. Entre los activistas, SASOL y ArcelorMittal son conocidas por descuidar cualquier forma de responsabilidad empresarial y, de hecho, por encubrir los daños medioambientales y sociales.
En respuesta a estos hechos, respaldados por el Gobierno y el capital mundial, los activistas formaron el grupo Vrywillige, Vooraf en Voortdurende ingeligte Toestemming (VVVT) Namakwaland, para impugnar el acaparamiento de tierras y agua.37 En Boegoebaai, unas 450.000 hectáreas de tierras de propiedad comunitaria están destinadas al Programa de Desarrollo del Hidrógeno Verde de Boegoebaai, sin consultar ni obtener el consentimiento de las comunidades afectadas. Estas comunidades habían recuperado recientemente parte de estas tierras, y ahora corren el riesgo de volver a perderlas. Está claro que la cuestión de la tierra en Sudáfrica no puede abordarse únicamente prestando más atención al CLPI. Sin embargo, para las comunidades que poseen tierras, el CLPI sigue siendo uno de los últimos recursos para defender los derechos sobre la tierra, que a menudo son consuetudinarios y no se poseen mediante títulos legales.
La pesca es fundamental para el sustento de las comunidades costeras y para la identidad y la cultura locales. Los residentes locales sostienen que los puestos de trabajo prometidos como parte del proyecto de desarrollo son inalcanzables para los miembros de la comunidad (enlace externo) VVVT Namakwaland se ha manifestado y protestado contra el proyecto previsto en Cabo Norte, incluso mediante formas creativas de resistencia. Representaciones teatrales (enlace externo) de Nama Khoi Productions subrayan la necesidad de consultar a los pueblos indígenas nama khoi antes de desarrollar nuevos megaproyectos en sus tierras.39 En una de sus obras recientes, durante la Semana Internacional de las Lenguas Khoikhoi, el grupo dejó al público con la pregunta «Si vendemos nuestra TIERRA, ¿ENTONCES QUÉ?
40 , lo que no deja lugar a dudas sobre el vínculo inextricable que existe entre la tierra y la identidad de los pueblos khoi.
En este contexto, es una siniestra comedia que el ministro federal de Economía y Acción por el Clima, el alemán Robert Habeck, promueva el hidrógeno verde como la energía del futuro (enlace externo) ignorando sus costes sociales y medioambientales.41 De hecho, Alemania está sacando doble provecho de la promoción del hidrógeno verde en Sudáfrica: en primer lugar, vendiendo la tecnología y la experiencia necesarias para su producción y, en segundo lugar, importándolo a bajo precio. Actualmente no existen normas medioambientales y sociales exhaustivas o vinculantes para los proyectos de hidrógeno verde en Sudáfrica, y las decisiones sobre la estrategia nacional del hidrógeno se tomaron sin contar con las aportaciones de la sociedad civil, los sindicatos y las comunidades afectadas.
El desarrollo de la economía verde del hidrógeno en Sudáfrica plantea, por tanto, la pregunta de ¿una transición energética verde para quién? Debería ser difícil justificar la exportación de energía durante una crisis energética, especialmente cuando las capacidades eólica y solar previstas para el proyecto de Boegoebaai son significativamente mayores que todas las energías renovables instaladas actualmente en Sudáfrica en conjunto (enlace externo)42 Resulta difícil imaginar cómo la producción de hidrógeno verde para la exportación no compite con las necesidades y demandas energéticas locales y nacionales o las degrada.
En lugar de vender hidrógeno verde a los países ricos del G7, la energía podría utilizarse para iluminar calles y hogares, o para construir un sector manufacturero nacional. En la actualidad, la fabricación en Sudáfrica es mínima y toda la producción de hardware para energías renovables se lleva a cabo en otros lugares. Todos los paneles solares y aerogeneradores instalados en Sudáfrica son importados, principalmente de China, Francia o Alemania. Aunque el Ministerio de Ciencia e Innovación afirma estar reorganizando el sector minero, la atención se centra en las exportaciones. El plan nacional de Transición a una Energía Justa sólo asigna el 0,1% de los presupuestos previstos reservados a los esfuerzos de localización para invertir en industrias manufactureras nacionales que produzcan el hardware necesario para las energías renovables.43 Las comunidades también denuncian que la transferencia de conocimientos técnicos es mínima, lo que deja en manos extranjeras el monopolio del conocimiento sobre la instalación y el mantenimiento de las energías renovables. En otras palabras, se espera que las comunidades locales sigan siendo sólo consumidores y mantengan un sistema de explotación en su propia desventaja.
Está claro que no habrá descarbonización sin más minería y extracción de recursos. El derecho a «decir no» a todo tipo de minería sería difícil de conseguir, si no imposible. Aunque el Derecho a Decir No es consciente de esta tensión, esto no debilita las demandas. Los miembros de Derecho a Decir No, especialmente los que viven en contextos urbanos o periurbanos en proximidad directa a actividades mineras, subrayan que decir no al extractivismo no significa necesariamente decir no a todo tipo de extracción de recursos. Más bien, garantizando normas medioambientales, una consulta y participación adecuadas de la comunidad mediante oportunidades de empleo seguras y justas, así como la prestación de servicios básicos como agua potable, electricidad y gestión de residuos, supondría una enorme diferencia a la hora de avanzar hacia sistemas energéticos más justos. Poder decidir sobre cuestiones de desarrollo, incluido el sector energético, es vital para cumplir el derecho a la autodeterminación. Cuando los beneficios y las cargas, así como el poder sobre los procesos de toma de decisiones, se reparten equitativamente, podemos empezar a hablar de un sistema energético justo no extractivista.

Conclusiones
Los activistas antiextractivistas de Sudáfrica se enfrentan a gigantescos intereses políticos en una transición energética dirigida por las empresas. Su activismo cuenta historias de luchas comunitarias -con éxito- contra el capital. La fiebre por la energía verde es un enemigo difícil de batir, dada la compleja naturaleza del desafío energético mundial y la red de relaciones de poder que dirigen la transición mundial en interés del capital y de los países del Norte global. La connivencia del gobierno sudafricano y las empresas transnacionales ha consolidado una arquitectura de impunidad en la que tanto el poder como la energía se distribuyen de forma extremadamente desigual entre las comunidades y el capital.
Además de los gigantes de las energías renovables, empresas como SASOL también se están haciendo con su parte del mercado de la energía verde en Sudáfrica. Está claro que esta transición tendrá sus costes. Pero en este momento, casi no hay mejoras en cómo se distribuyen estos costes entre el Norte global y el Sur global. El acaparamiento de tierras y agua en Boegoebaai muestra lo que ocurre cuando se reproducen los patrones de generación de energía extractivista del carbón al hidrógeno verde. La expulsión de las personas de sus tierras sigue siendo clave para el modelo extractivista y crea dependencia al reducir el acceso a los alimentos, el empleo y los recursos esenciales. Lugares como eMalahleni sirven para recordar cómo será el futuro de los lugares con gran potencial energético tras un siglo de violencia extractivista.
Los activistas del Derecho a Decir No siguen pidiendo cuentas a las empresas transnacionales y al gobierno, utilizando con éxito los principios del CLPI y los derechos consuetudinarios en su beneficio. Aunque las visiones alternativas para el desarrollo desde la R2SN pueden estar en sus fases iniciales, formular alternativas e imaginaciones utópicas puede servir como herramientas estratégicas para avanzar. La «Campaña por un millón de empleos climáticos», y las propuestas de descentralización y democratización de la energía bajo el liderazgo público de la empresa estatal transformada Eskom, siguen siendo clave para las demandas de la campaña por un futuro energético justo. El desarrollo de herramientas como una ley modelo que incluya el CLPI en la legislación nacional, así como la negociación de un sólido Tratado Vinculante de la ONU sobre Empresas y Derechos Humanos, serán fundamentales para responsabilizar a las empresas de los daños medioambientales y las violaciones de los derechos humanos, así como para garantizar la participación de la comunidad en los proyectos de energía verde y los beneficios de los mismos.

2. Echar a los EEUU de Irak

Un repaso a la situación tras la tregua decidida por la resistencia iraquí, a lo que EEUU respondió asesinando a uno de sus líderes. https://thecradle.co/articles/

Expulsión de las tropas estadounidenses: Los esfuerzos de la resistencia iraquí ganan fuerza en Bagdad
Mientras la Resistencia iraquí sigue presionando a Estados Unidos para que detenga su apoyo a la guerra de Israel contra Gaza, Bagdad -y Moscú- se alinean más estrechamente con su agenda para expulsar a las tropas estadounidenses de Irak.
Corresponsal en Iraq de The Cradle 1 DE MAR DE 2024
Los dispositivos de vigilancia de una vía pública local de Bagdad captaron en cámara el asesinato de un dirigente de las Brigadas iraquíes de Hezbolá, Abu Baqir al-Saadi, en un ataque con misiles estadounidense el 7 de febrero. Las imágenes muestran cómo un misil perfora el techo de su vehículo y luego se desvía a la derecha de la calle Al-Baladiyat, dejando una estela de llamas a su paso incendiario.

https://twitter.com/sayedat_

Con el telón de fondo de la creciente guerra israelí contra Gaza, apoyada y armada por Estados Unidos, los ataques aéreos estadounidenses contra Irak y Siria debían transmitir un firme mensaje de disuasión a los aliados de Irán en el Eje de la Resistencia, que tienen como objetivo los intereses militares estadounidenses en Asia Occidental en respuesta a la matanza de Gaza.
Pero los ataques han servido principalmente para avergonzar al gobierno iraquí y a sus aliados internos, provocando una reevaluación de la relación del país con Washington y reavivando las peticiones de que se ponga fin a la presencia militar estadounidense en Irak.
A pesar del flujo constante de amenazas y tácticas intimidatorias estadounidenses empleadas para disuadir a la resistencia iraquí desde finales del año pasado, estas facciones han aumentado y ampliado progresivamente su participación en la guerra en toda la región, impulsadas por su compromiso con la resistencia palestina y sus objetivos de liberación. Los grupos iraquíes tienen un objetivo específico: presionar a Washington hasta forzar una tregua en Gaza, un objetivo estratégico que refleja la unidad de propósito entre las facciones de la resistencia en Irak y en la región.
En declaraciones a The Cradle, un alto dirigente de la Resistencia Islámica en Irak (IRI) arroja luz sobre la importancia de la operación de inundación de Al-Aqsa dirigida por Hamás y lanzada el 7 de octubre de 2023. Según él, las facciones de la resistencia palestina consideran que este acontecimiento ha cambiado las reglas del juego y ha conmocionado a los corredores del poder en Tel Aviv, Washington y las capitales aliadas.
La operación se considera un proceso histórico que desafía el statu quo de las últimas siete décadas y redefine la dinámica social, de seguridad y militar de la región, explica la fuente.
La «unidad de los frentes»: llevar la teoría a la práctica
Apenas dos semanas después del Diluvio de Al-Aqsa y sus consecuencias, el corresponsal de The Cradle en Irak planteó: «¿Se unirán Yemen e Irak al Diluvio de Al-Aqsa de Palestina?». En ese momento, se señaló que cualquier posible participación de miembros del Eje de la Resistencia distintos de Hezbolá de Líbano en la guerra «probablemente se materializaría en forma de ataques con aviones no tripulados y misiles dirigidos a objetivos específicos, según la convergencia estratégica del Eje de la Resistencia en la Unidad de Frentes.»
La «crisis del Mar Rojo» que se desarrolló en el frente yemení liderado por Ansarallah, además de las decenas de ataques de la resistencia iraquí contra bases estadounidenses en Irak y Siria desde octubre parecen confirmar esta hipótesis.
En el caso de Irak, la mayor carga militar fue asumida por cuatro de las facciones de la resistencia identificadas por el secretario general de Kataib Hezbolá, Abu Hussein al-Hamidawi: su propio grupo Kataib Hezbolá, Harakat al-Nujaba, Kataib Sayyid al-Shuhada y Ansarallah al-Aufiaa. Como dice un funcionario del IRI a The Cradle: «Los frentes se abren a discreción de los propios líderes (de estos grupos), basándose en compromisos religiosos, ideológicos y morales derivados de la naturaleza del carácter iraquí en primer lugar.»
En los últimos meses, el IRI ha demostrado su versatilidad empleando diversas tácticas y armamento en unas 188 operaciones militares distintas contra objetivos estadounidenses. Éstas abarcan desde ataques con misiles contra bases estadounidenses en Irak hasta ataques con aviones no tripulados contra las fuerzas de ocupación estadounidenses en Siria, e incluso incluyen el ataque contra territorios israelíes distantes como Ashdod, Haifa y los Altos del Golán ocupados.
Una fuente oficial del IRI confirma a The Cradle que «bombardeamos con misiles balísticos bases estadounidenses, incluso las de Irak, y esto no se limitó a objetivos lejanos en la profundidad, o en el territorio ocupado.»
Sin embargo, a medida que las tensiones aumentaban, las tensiones en la relación entre Bagdad y Washington se hicieron palpables. El gobierno iraquí se encontró atrapado entre la vergüenza de la complicidad y el reto de mantener el control sobre los asuntos de seguridad. Incluso algunas de las propias facciones de la resistencia sintieron el apremio de las presiones externas, especialmente Kataib Hezbolá, que el 31 de enero anunció la suspensión temporal de sus operaciones contra las fuerzas estadounidenses y objetivos israelíes.
La suspensión se produjo inmediatamente después de la matanza de tres soldados estadounidenses en la Torre 22, a lo largo de la frontera entre Jordania y Siria, en una operación de la resistencia iraquí sin precedentes por su profundidad, que se consideró un desafío directo a la percepción de invencibilidad de Washington. Como era de esperar, la operación provocó un repunte de las tensiones, dando lugar a una feroz diplomacia de lanzadera en los días siguientes y provocando una respuesta militar estadounidense enérgica y desproporcionada.
Consideraciones económicas y estratégicas
Para facciones como Kataib Hezbollah y Al-Nujaba, la decisión de suspender las operaciones fue un movimiento calculado para calibrar la respuesta de Washington. Sin embargo, el asesinato selectivo por parte del ejército estadounidense del comandante de Kataib Hezbolá, Abu Baqir al-Saadi, les pilló desprevenidos y provocó una dura condena del ataque estadounidense por parte de Bagdad. Cabe señalar que la facción de Saadi forma parte de las Unidades de Movilización Popular que derrotaron al ISIS y, por tanto, está bajo el paraguas de las fuerzas armadas iraquíes.
Esta vez, el gobierno iraquí no tuvo más remedio que ponerse del lado de la resistencia, mientras que el IRI lanzó una severa advertencia a EE.UU.
La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, cursó entonces una invitación al primer ministro iraquí, Mohammed Shia al-Sudani, para que visitara Washington. La visita aplazada a la Casa Blanca en septiembre de 2023 para reunirse con el presidente estadounidense, Joe Biden, convierte a Sudani, sobre todo, en el único primer ministro iraquí que aún no ha visitado Estados Unidos con carácter oficial.
Tras el regreso del primer ministro iraquí de Múnich a principios de febrero, la embajadora de Estados Unidos en Irak, Elena Romansky, se reunió con él para coordinar la agenda de su próxima visita a Estados Unidos y garantizar la coincidencia en los temas a tratar.
Romansky declaró que «los líderes también discutieron la importancia de continuar con la Comisión Militar Superior EE.UU.-Iraq, que permitirá la transición a una asociación de seguridad bilateral duradera entre Estados Unidos e Irak y es el siguiente paso natural para construir sobre la muy exitosa colaboración de los últimos 10 años entre Irak y la coalición Derrota al ISIS».
Lo que no puede ignorarse, sin embargo, es que estas iniciativas diplomáticas siguieron a una serie de medidas coercitivas del Tesoro estadounidense para disminuir el valor del dinar iraquí frente al dólar estadounidense. Mientras Irak -tanto oficialmente como entre sus diversas facciones políticas- insiste en que aprovechar el volumen de las exportaciones iraquíes de petróleo como moneda de cambio en el mercado mundial es una herramienta de negociación ineficaz, hay quienes prevén aprovechar la oportunidad de la escasez del mercado para aumentar su cuota en dos millones de barriles.
La misión de Sudani es difícil. Debe forjar una solución que cumpla el compromiso de su gobierno de retirar las fuerzas militares extranjeras de suelo iraquí sin desencadenar repercusiones negativas para Estados Unidos.
Bagdad respalda a la resistencia  
Según las filtraciones, el primer ministro iraquí habría llegado a un acuerdo con el IRI para que suspenda sus operaciones militares contra las bases estadounidenses, con el fin de facilitar sus negociaciones para la retirada total de Irak de las fuerzas de la coalición internacional.
Sin embargo, cualquier decisión en este sentido corre el riesgo de suscitar una respuesta negativa por parte de Washington, que blande un arsenal siempre presente de tácticas de presión. Esto es especialmente preocupante si se tiene en cuenta que los ingresos iraquíes procedentes del petróleo todavía deben pasar por el Banco Federal de Estados Unidos antes de ser entregados a Bagdad.
Los miembros del Consejo de Representantes iraquí están trabajando activamente para sacar adelante una ley que retire las fuerzas extranjeras de Irak, con representación mayoritaria del centro y el sur de Irak, dominados por los chiíes. Sin embargo, las facciones suníes mantienen una postura ambigua respecto a los esfuerzos de los bloques del marco de coordinación para promulgar dicha ley. Además, los partidos kurdos, especialmente el Partido Democrático del Kurdistán, se oponen con vehemencia a cualquier consideración sobre la retirada militar
estadounidense de Irak.
En respuesta a esta dinámica, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso ha expresado la voluntad de Moscú de reforzar las fuerzas iraquíes tras la salida de las tropas extranjeras no deseadas. La oferta rusa ha agravado la presión sobre Washington, provocando una reevaluación de la menguante posición estratégica estadounidense en Asia Occidental.
Investigadores próximos a la coalición Marco de Coordinación de Irak, un colectivo de partidos políticos iraquíes que desempeñó un papel clave en la formación del gobierno de Sudani, sugieren que esta evolución -unida a la presión militar ejercida por la resistencia- ha reforzado la postura oficial iraquí y ha obligado a Estados Unidos a comprometerse con el gabinete iraquí y atender sus demandas.
A medida que las facciones de la resistencia intensifican sus operaciones militares en respuesta al asalto israelí a Gaza, respaldado por Estados Unidos, resulta evidente que existe una creciente sinergia entre el gobierno iraquí y los elementos de las fuerzas armadas apoyados por Irán.
Esta alineación forma parte de una facción de resistencia regional más amplia, con un enfoque estratégico no sólo en la liberación de Palestina, sino también en la salvaguarda de la soberanía de Irak en su totalidad.

3. De nuevo sobre los dos estados

En este artículo de Sidecar tampoco parecen estar por la labor… Pero no sé si hay fuerzas para la alternativa: un estado palestino aconfesional en el que convivan las dos comunidades. El autor propone, en cambio, no hablar de soluciones sino de luchas concretas por los derechos de los palestinos. Luego, ya se verá. https://newleftreview.org/

Contra el solucionismo
Ed McNally 01 Marzo 2024

«Cada vez está más claro», declaró Anthony Blinken en un reciente viaje a Doha, hablando de un «camino práctico, temporal e irreversible hacia un Estado palestino que conviva en paz con Israel». Los clientes árabes de Estados Unidos también han invocado el paradigma de los dos Estados, y tanto los saudíes como los qataríes han insistido en la necesidad de un «acuerdo global». En el Reino Unido, David Cameron ha declarado su firme apoyo a la creación de un Estado palestino, mientras que en Bruselas Josep Borrell ha insistido en que ésta es «la única forma de establecer la paz». Estas declaraciones pueden verse como un intento frenético de contención imperial. Si no se puede ignorar por completo a los palestinos, como en el marco de los Acuerdos de Abraham, mejor presionar a favor de un cuasi «Estado» palestino desmilitarizado y segmentado para que la normalización israelí pueda avanzar a buen ritmo. Biden, personal y políticamente a minutos de la medianoche, está desesperado por volver a encarrilar la agenda de Jared Kushner para Oriente Medio tras su descarrilamiento el 7 de octubre.
¿Cómo debemos responder al glorioso regreso y a la cadavérica persistencia del biestatismo? El reflejo más común es descartarlo como una peligrosa «fantasía» imperial, basada en la formalización diplomática del régimen de apartheid, y abogar por un solo Estado como única alternativa realista. Esta última postura fue presentada formalmente por primera vez por el Frente Democrático para la Liberación de Palestina tras la Naksa. Posteriormente fue adoptada por Arafat y Abu Iyad como línea oficial de la Organización para la Liberación de Palestina. Tras Oslo, los intelectuales palestinos -Edward Said, Ghada Karmi, Lama Abu-Odeh, Joseph Massad, Ali Abunimah, George Bisharat y Yousef Munayyer, entre otros- volvieron a este marco. En 2002, Karmi señaló que, aunque la exigencia de una democracia laica «pueda parecer utópica», no lo es más que «la empresa sionista de construir un Estado judío en un país ajeno». El año pasado publicó un libro sobre la «inevitabilidad» de un Estado único y democrático.
El reconocimiento de que la solución de los dos Estados está descartada es cada vez más común en todo el espectro político. En un ensayo publicado en la última edición de Foreign Affairs se afirma que «el efecto de volver a hablar de dos Estados es enmascarar una realidad de un solo Estado que casi con toda seguridad se afianzará aún más tras la guerra». En general, se trata de un cambio positivo, que refleja la generalización de la solidaridad con Palestina y el apoyo a la democracia multiétnica frente al supremacismo sionista. Sin embargo, existen buenas razones para que la izquierda occidental actúe con cautela. Dadas las actuales coordenadas regionales, ¿sigue siendo el uninacionalismo la opción más realista y basada en principios? La irremediable enfermedad de la sociedad de colonos, más clara y horripilante que nunca, puede ser un obstáculo para un Estado tanto como lo es para dos la arraigada geografía colonial de los Territorios Ocupados. Si el desarraigo de los colonos de Cisjordania es imposible de imaginar, sin duda es aún más difícil prever que los israelíes acepten el fin del etnonacionalismo y cohabiten pacíficamente con los palestinos.
El pueblo palestino -en Gaza, Cisjordania, la Palestina histórica y al-Shatat- determinará inevitablemente el telos de su lucha. El solucionismo corre el riesgo de derogar este principio básico, e incluso de emitir importantes juicios estratégicos y éticos en su nombre. Mientras que los modelos de dos Estados tienden a negar a los palestinos el derecho al retorno, los discursos de un Estado podrían significar decirles que abandonen la lucha por la descolonización, que se hagan amigos de sus opresores y que permitan que se queden todos los colonos. Tales decisiones podrían ser tomadas en algún momento por los propios palestinos -de ahí la importancia de democratizar sus estructuras políticas nacionales para permitir una auténtica deliberación popular-, pero no pueden presuponerse. En este sentido, la valorización de las formas políticas del estatuto final puede implicar perder de vista los primeros principios anticoloniales. También puede descuidar las condiciones objetivas necesarias para establecer una paz duradera en la región. Ninguna «solución» que no cuente con el apoyo masivo de los palestinos perdurará, y sólo un punto final que defienda sus derechos inalienables puede tener ese prestigio democrático.
Sobre esta base, organizaciones como la Campaña de Solidaridad con Palestina británica se han negado durante mucho tiempo a adoptar una posición dentro de las restricciones de los debates solucionistas: un Estado, dos Estados, ningún Estado. Para ellas, el objetivo primordial es ejercer presión política para reparar los crímenes sobre los que se fundó Israel: la negación del derecho de los palestinos a la autodeterminación y el retorno de los refugiados. La lucha contra estas brutalidades debe preceder a la elaboración de proyectos políticos para la región; de hecho, el curso de la primera determinará invariablemente la forma de la segunda. Como dice el académico palestino Karma Nabulsi: “Soy muy laico sobre cuál debería ser la solución. A algunos les gustan mucho los dos Estados . . . Hay quienes defienden un Estado binacional. Yo diría que es mucho más sencillo. Permitir que se rectifique la injusticia… Una vez que la gente pueda volver a sus hogares, dejemos que decidan democráticamente, las personas que viven allí, qué tipo de marco quieren».
Esta perspectiva tiene especial relevancia para la realidad posterior al 7 de octubre. Dada tanto la fuerza histórica como la legitimidad popular de la resistencia armada palestina, no puede asumirse que el establecimiento de un Estado democrático en, digamos, las próximas tres décadas sea más plausible que la liberación de algunas tierras palestinas de la ocupación colonial. En 1974, el Programa Político de la OLP afirmaba que «emplearía todos los medios . . para liberar el territorio palestino y establecer la autoridad nacional combatiente independiente para el pueblo en cada parte del territorio palestino que se libere». Esta visión, de afirmar el dominio palestino sobre porciones de tierra liberada, parece ahora notablemente contemporánea. Como ha demostrado Tareq Baconi, la concepción estratégica de los fundadores de Hamás no era muy distinta, ya que su objetivo era conseguir una «retirada completa de Cisjordania, la Franja y Jerusalén sin renunciar al 80% de Palestina». Abdel Aziz al-Rantisi veía en el éxito de Hezbolá a la hora de expulsar a los israelíes del sur del Líbano un modelo de cómo podría funcionar este enfoque.
Esta trayectoria, por improbable que sea, puede ser ahora más probable que la milagrosa desradicalización de la sociedad israelí. Por supuesto, las probabilidades siguen siendo desalentadoras, sobre todo por el triunfo de las fuerzas contrarrevolucionarias en todo el mundo árabe durante la última década. Tal vez el factor más importante y desalentador en este sentido sea la diezmación de la sociedad civil radical en Egipto bajo el férreo gobierno de El-Sisi, que, mientras no sea derrocado, podría impedir que se haga justicia a los palestinos. Sin embargo, el panorama se complica por la disminución gradual del dominio estadounidense y la sorprendente durabilidad del «eje de la resistencia». En un terreno tan sobredeterminado, no hay motivos para pensar que la lucha palestina se ajustará a teleologías o tipos ideales nítidos. Tanto el biestatismo imperial como las visiones más honorables de la democracia secular anhelan soluciones rápidas: el primero espera imponer el «orden», el segundo poner fin al insoportable sufrimiento en Gaza y Cisjordania. Pero es vital señalar que la mayoría de las concepciones palestinas de la lucha son temporalmente indeterminadas. Se trata de un proyecto de liberación nacional que ha aprendido a desconfiar de las falsas promesas de salvación inminente. Por lo tanto, cabe preguntarse si existe un elemento de proyección en la búsqueda de «soluciones» rápidas que sean más fácilmente asimilables y menos incómodas para los occidentales que una lucha anticolonial prolongada y armada.

Observación de José Luis Martín Ramos:
Ya que estamos en el año Lenin no está de más recordar un argumento constante de Lenin: lo fundamental es tener claro el objetivo. No la “ solución”, el objetivo. Tener claro el objetivo no quiere decir que eso objetivo vaya a conseguirse ya, ni cuando vaya a conseguirse, sino que es el que determina la línea a seguir. Sin la perspectiva de ese objetivo los pasos a dar serán erráticos, las consignas inmediatas quedan en el vacío. Cada quien tendrá sus objetivos, ideológicos, de clase en el fondo; el objetivo de la izquierda es el de un estado democrático único, plural. Y no es que parezca un milagro, un imposible, es que es el necesario. Estoy contento que cada vez salga más esta cuestión, que está más cerca como necesidad cuanto más cerca está el desastre. Por cierto, ese tercio de judíos antisionistas del que habla el otro artículo trabaja objetivamente para ese objetivo; no es mayoría, pero no constituye una base insignificante para llegar a serlo.

Comentario de Manuel Martín Llaneza:
También es importante “mirar a donde no vamos porque donde vamos ya lo veremos cuando hayamos llegado”. Este aforismo de la ‘Teoría de sistemas’ puede parecer una tontería, pero en realidad advierte contra la creencia voluntarista –muy común en proyectos tanto sociales como técnicos- en que las cosas saldrán como queremos, ninguneando la consideración de factores importantes que pueden frustrar nuestras buenas intenciones (o nuestra ignorancia o incompetencia). Yo lo citaba siempre en clase.
Ya que estoy aquí, ¿alguien puede explicarme qué es EL algoritmo? Yo sé –o creo saber- lo que es UN algoritmo, pero recientemente veo esgrimir con frecuencia propia de enterado de la última moda ‘EL algoritmo’ como un dios maléfico, hoy mismo aparece en rebelion.org un artículo titulado “El CEO de Uber confesó que usan el algoritmo para reducir los salarios de los trabajadores” en el que no entiendo el artículo determinado (creo que ya no se llama así, pero vale).
Para terminar: me ha llegado un documento del Partido en el que me consideran “una camarada hombre”. ¿Me he vuelto loco al creer que el castellano tiene los días contados (no los años)? ¿O será la izquierda la que los tiene?
¡Qué angustia!

4. Extractivismo agrario en Senegal

Reseña de un libro sobre «la tragedia de los comunes», o la apropiación neocolonial continuada de tierras en el Sur global, en un ejemplo: el delta del Senegal. Es uno de los artículos «liberados» del mes de febrero de Monthly Review.

https://monthlyreview.org/

El delta del Senegal y el capitalismo global
por Pietro Daniel Omodeo (01-feb-2024)
Pietro Daniel Omodeo es profesor de epistemología histórica en la Universidad Ca’ Foscari de Venecia (Italia) y titular de la Cátedra UNESCO de Agua, Patrimonio y Desarrollo Sostenible de Venecia. Es autor de Epistemología política: El problema de la ideología en los estudios científicos (2019).

Maura Benegiamo, La terra dentro il capitale. Conflitti, crisi ecologica e sviluppo nel delta del Senegal (Napoli-Salerno: Orthotes Editrice, 2021), 166 páginas, 16 euros, rústica.
Las intervenciones ecocríticas en el debate del Antropoceno sobre las irreversibles transformaciones tecnológicas del Sistema Tierra han señalado que las estructuras socioeconómicas y las decisiones políticas son causas fundamentales de la alteración medioambiental, tanto a escala local como planetaria. Así pues, un análisis del capitalismo es fundamental para una explicación sólida de los procesos geoantropológicos en curso y la búsqueda de soluciones a la crisis ecológica. A menos que vaya acompañada de políticas que promuevan la justicia social y ecológica, la «adaptación» al cambio climático aumenta las desigualdades en una carrera desesperada por asegurar los recursos, en detrimento de los más frágiles.
Más estudios socioambientales deberían abordar el Sur Global, no sólo porque esta parte del globo ha sido poco estudiada, sino especialmente porque comprende áreas que están expuestas a formas brutales de extractivismo. El Sur Global se ha convertido en el objetivo de programas masivos de financiarización de los recursos naturales, una «Gran Expropiación de los bienes comunes globales… justificada con el argumento de salvar la naturaleza convirtiéndola en un mercado, sustituyendo así las leyes de la naturaleza por las leyes del valor de las mercancías «1. Además, las zonas políticamente desfavorecidas soportan los costes más elevados de unos intercambios desequilibrados. Por tanto, su perspectiva desde abajo nos ayuda a lograr una mayor objetividad sobre esta coyuntura crítica.
Un brillante ejemplo de estudios medioambientales críticos que adoptan ese punto de vista es el reciente libro de Maura Benegiamo en italiano,
La terra dentro il capitale. Conflitti, crisi ecologica e sviluppo nel delta del Senegal (La tierra dentro del capital: Conflictos, crisis ecológica y desarrollo en el delta del Senegal). Su estudio de caso aborda las estrategias de inversión capitalista en África, su capacidad para mover dinero, agua y tierra, y para desplazar a las personas. Ofrece un análisis informado y crítico de los enredos de la hidroingeniería, la agricultura, la globalización, el acaparamiento de tierras y los conflictos políticos en la Reserva Faunística de Ndiaël, en el delta del río Senegal.
El primer capítulo de La terra dentro il capitale es un esbozo de los contextos local, histórico y global del estudio de caso de Benegiamo: la inversión realizada por una empresa italo-senegalesa, Senhuile-Senethanol, especializada en la producción de aceite vegetal y agroenergía, en el delta del Senegal. Esta zona del delta ya era un centro de intensa experimentación agrícola, social y botánica cuando era colonia francesa, pero, tras la independencia del país en 1960, se convirtió en el centro de proyectos de producción de arroz a gran escala. Con el paso de los años, los proyectos de hidroingeniería y la expansión del uso agrícola de la tierra (que comenzó en los años 60 pero aumentó a partir de los 80) privaron a las comunidades de pastores y a sus animales del 70% de sus pastos. Algunas cifras pueden ayudar a aclarar las dimensiones del problema. Sólo en 1964, una presa de ochenta y dos kilómetros enajenó un gran número de hectáreas de tierra; además, de 1980 a 2000 la cantidad de tierras agrícolas de regadío pasó de menos de 10.400 hectáreas a 44.000 hectáreas (51). De inmediato, los gobiernos empezaron a promover el asentamiento de agricultores sedentarios en el delta. En estas condiciones, las tierras comunales, como la Reserva de Ndiaël, adquirieron cada vez más valor como refugio para los pastores, cuyo ganado necesita grandes extensiones y acceso al agua.
La llegada de Senhuile-Senethanol ha introducido una preocupación adicional tanto en el aspecto medioambiental como en el social. Su adquisición (en régimen de concesión por cincuenta años) de veinte kilohectáreas ha privatizado de facto una gran extensión de una zona protegida (cuya extensión total es de cuarenta y seis kilohectáreas) sin preocuparse por el hecho de que constituye un recurso vital para las especies silvestres y el ganado. Para que esta operación fuera posible, la zona tuvo que ser desclasificada de su estatus de zona protegida. Esta medida, respaldada por el Presidente Abdoulaye Wade, es especialmente desafortunada porque la Reserva de Ndiaël -una zona de caza en la época colonial francesa y a principios de la poscolonial- estaba incluida en la Convención de Ramsar sobre los Humedales de 1971, que Senegal firmó en 1977, convirtiéndose así en el primer país de África Occidental en hacerlo. Ndiaël también se añadió al Registro de Montreux de humedales ecológicamente degradados en 1995. La construcción de presas a partir de los años 50 y el uso constante de las aguas para fines agrícolas han hecho que la zona sea más árida.
Esta versión senegalesa de la tragedia de los comunes amenaza la vida y los medios de subsistencia de los pastores. Aunque se ha reconocido la sostenibilidad del seminomadismo pastoral como práctica ecodinámica capaz de adaptarse a patrones irregulares de lluvia y meteorología, se ha mantenido la tendencia a marginar a estos pastores. De hecho, el movimiento del ganado en el Sahel tiene un gran valor ecosistémico en términos de fertilización del suelo, propagación de semillas y erradicación de la vegetación seca inflamable que podría provocar incendios. En concreto, la importancia de la vida pastoril ha sido reconocida por la legislación reciente de países de África Occidental como Níger y Guinea (desde la década de 1990), Mauritania (2000), Malí (2001) y Burkina Faso (2002).
El segundo capítulo, «África, ¿granero del mundo?», aborda el contexto geopolítico más amplio de las inversiones en el delta de Senegal como parte de los nuevos patrones globales de gobernanza neoliberal, que se remontan a la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995 y alcanzaron su punto álgido durante las crisis alimentarias de 2007-08, con el entrelazamiento de la cuestión agroalimentaria con los nuevos objetivos de crecimiento verde. A partir de esa fecha, la adquisición de tierras y el control de la producción primaria por parte de las grandes corporaciones multinacionales se convirtieron en imperativos para que estos agentes pudieran navegar por los fluctuantes mercados financieros. Como sostiene Benegiamo, el giro globalizador de la década de 1990 provocó en África un cambio de la política «desarrollista», orientada a la autosuficiencia, a las estrategias de «seguridad alimentaria», dirigidas a garantizar el acceso a los mercados de materias primas. La nueva lógica era la diferenciación nacional y la especialización en términos de producción dentro de un espacio mundial de libre comercio. Este cambio de la producción a la circulación, fomentado por instituciones de gobernanza mundial como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), supuso la «reprimarización» de las economías africanas. Estas instituciones consideraban África como un espacio agrario especializado. En consecuencia, el uso del agua se reorientó hacia la maximización de la producción de monocultivos. Sin embargo, esta política, junto con la mecanización de la agricultura, hizo a África dependiente de los mercados de importación y vulnerable a los vaivenes financieros, especialmente en relación con los precios del petróleo y los productos químicos.
Las inversiones empresariales en los humedales de Ndiaël deben considerarse un ejemplo de «extractivismo agrario», es decir, «la explotación intensiva del territorio… con fines ajenos al propio territorio, a los usos de la población local y a la preservación de los equilibrios medioambientales» (69). El extractivismo trastoca los programas de desarrollo anteriores. De hecho, se despliega «en contraste con las políticas dirigistas adoptadas por los gobiernos poscoloniales y socialistas centradas en la modernización de los sistemas agrícolas locales para lograr la autosuficiencia nacional» (158). En lugar de garantizar la autonomía de los Estados, hace que sus economías dependan más de factores externos, con consecuencias ecosociales devastadoras. Como demuestra el caso de Senegal, las inversiones actuales se refieren a la tierra, pero descuidan la mano de obra y el bienestar de la población.
El tercer capítulo de La terra dentro il capitale aborda la relación entre las narrativas dominantes del desarrollo y las fases de acaparamiento de tierras en la historia de Senegal. Según Benegiamo, las tres ideas más eficaces detrás de estos cambios son: la modernización, la transición energética y el mito del impacto beneficioso de las inversiones privadas. Se han convertido en los principales factores ideológicos de legitimación y transformación social, sustituyendo a la anterior política nacional basada en la centralidad del Estado -en realidad, la centralidad de las pequeñas explotaciones sujetas al Estado para su desarrollo. El punto de inflexión se remonta a los acuerdos firmados con el FMI y el Banco Mundial en 1980. Éstos introdujeron la política agrícola neoliberal en Senegal, según la cual el Estado se veía obligado a retirarse de la producción. En 1995, la OMC impuso la supresión de los derechos de aduana y el cese de los controles de precios. Esto sumergió la economía de Senegal en un mercado global desregulado, empobreció a los pequeños productores y provocó una migración de agricultores que continúa hasta hoy. Las nuevas inversiones en agrocombustibles, impulsadas por las directivas de la UE sobre energías renovables, agravaron estas tendencias en torno al año 2000. La crisis alimentaria mundial, que afectó principalmente al Sur Global, permitió finalmente a las corporaciones de los centros metropolitanos de la economía capitalista mundial comprar mucha más tierra. Esta nueva política de inversiones afectó especialmente a África. Por ejemplo, Madagascar concedió 1.300.000 hectáreas de suelo agrario a la empresa surcoreana Daewoo Logistics en 2008, lo que provocó una revuelta generalizada y condujo a un rápido cambio de gobierno y a la suspensión del proyecto.
Los inversores italianos en Senegal también han encontrado oposición y enfrentamientos. La última parte de Terra dentro il capitale aborda estas luchas y sus raíces. Los disturbios en Senegal afectaron a las decisiones políticas sobre las concesiones de tierras. La concesión de la reserva de Ndiaël, en el delta de Senegal, revela la fragilidad de los bienes comunes como objetivo de la privatización en tiempos de hegemonía neoliberal, con desastrosas consecuencias medioambientales. Como informa Benegiamo, Senhuile nunca rindió cuentas de sus acciones, que incluyen la pulverización de pesticidas venenosos desde aviones, los efectos negativos de sus sistemas de regadío, la desertización resultante de la deforestación de seis mil hectáreas de sabana para el monocultivo y los peligros para la salud y el bienestar de la población. Entre otras cosas, los nuevos canales cortados para el riego han limitado gravemente la movilidad de los pastores y alterado irreversiblemente las vías de pastoreo. El acceso a los pozos desde las aldeas se hizo difícil. Además, la falta de protección provocó el ahogamiento de animales y niños (123).
La marginación de la vida pastoral y de los pastores es uno de los efectos más dramáticos de estas políticas. Esto produjo una crisis cultural que sólo puede entenderse saliendo de las fantasías tecnocéntricas y observando más de cerca los hábitos, prácticas y creencias locales. Por este motivo, Benegiamo describe con cierto detalle la especial relación del pueblo fula del Sahel con su ganado. Para ellos, esta relación no es de propiedad, sino de pertenencia mutua, porque los humanos y los animales comparten una ascendencia paralela: sus antepasados ya vivían juntos (136). Al mismo tiempo, el sistema de pastoreo en la Ndiaël implica una visión del trabajo, el medio ambiente y la tierra como elementos mutuamente conectados, una visión que las actuales tendencias neoliberales pretenden separar. Sin embargo, las empresas privadas a las que se confía la tarea de «desarrollar» y «modernizar» el país (en lugar del Estado) silencian a los pastores y descartan su cultura por atrasada y supersticiosa. En este sentido, continúan la violencia colonial en nuevas condiciones porque, como señaló lúcidamente Amílcar Cabral, «cualesquiera que sean los aspectos materiales de esta dominación, sólo puede mantenerse mediante la represión permanente y organizada de la vida cultural de los pueblos afectados «2.
Para enmascarar la situación, la imagen de empresa «responsable» se propaga de muchas maneras, incluso a través de proyectos filantrópicos. Por el contrario, la disidencia y las protestas se criminalizan. Las comunidades locales no son tratadas como partes interesadas legítimas en las transacciones económicas que les conciernen. Además, se presiona mucho a los pastores para que se conviertan en sedentarios, pero esto no puede ocurrir sin inversiones, estructuras adecuadas y la producción de suficiente forraje para el ganado. La agricultura sedentaria también es menos resistente al calentamiento climático, ya que los pastores y sus animales no pueden adaptarse a las condiciones meteorológicas siguiendo la lluvia. Se trata de una cuestión muy relevante porque la amenaza de sequía y hambruna se ha cernido sobre el Sahel durante toda la segunda mitad del siglo XX. A la luz de estas contradicciones, las afirmaciones sobre la ética empresarial no hacen sino ocultar la falta de reglamentación.
En resumen, la historia reciente de Senegal demuestra que la política medioambiental no puede separarse de la toma de decisiones políticas y de los intereses económicos. África debe ocupar un lugar central en el estudio de estos procesos globales, en los que el acceso a los recursos es cada vez más conflictivo. Como señala Benegiamo, el extractivismo no sólo afecta a la minería, sino también a la agricultura. Las inversiones, como las realizadas por Senhuile en el delta de Senegal, forman parte de grandes programas de reingeniería paisajística y social en el contexto de una coyuntura entre el «capitalismo verde» y los paradigmas de seguridad alimentaria. La inscripción de la tierra en el capital -como sugiere el título del libro- es, en cierto sentido, una inscripción tecnológica que transforma los entornos hidrológicos, la agricultura, el trabajo y las relaciones sociales. La transformación actual de Senegal se enmarca en un fenómeno neocolonial de acaparamiento de tierras, que aliena el suelo y lo inserta en circuitos económicos globales de producción y mercantilización. La investigación de Benegiamo nos recuerda que el predicamento antropocénico de una región como el delta del Senegal y el futuro ecológico y social de un bien común como los humedales de Ndiaël dependerán de nuestra capacidad para evaluar críticamente y resistir a una nueva oleada de la «llamada acumulación primitiva», en África y en otros lugares.

5. Reunión del sur global en Moscú

Otro artículo de Pepe Escobar sobre reuniones del sur global en Moscú. También es interesante por cierto, la reunión que acaban de celebrar las diferentes organizaciones palestinas en la capital rusa. Parece que se ha llegado al acuerdo de incorporar a Hamás y la Yihad Islámica en la OLP y trabajar por un gobierno conjunto para Cisjordania y Gaza. Supongo que pronto se publicarán artículos. De momento solo he visto la noticia en redes sociales. https://strategic-culture.su/

El Sur Global converge hacia el Moscú multipolar
Pepe Escobar 1 de marzo de 2024
Esta es la clave de estos frenéticos días en Moscú: Normal-o-fílicos del mundo, uníos.
Han sido días frenéticos en la capital del mundo multipolar. Tuve el honor de decirle personalmente al Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, que prácticamente todo el Sur Global parecía estar representado en un auditorio del grupo de innovación Lomonosov un lunes por la tarde, una especie de ONU informal y en varios aspectos mucho más eficaz cuando se trata de respetar la carta de la ONU. Le brillaban los ojos. Lavrov, más que la mayoría, comprende el verdadero poder de la Mayoría Global.
Moscú acogió una conferencia multipolar consecutiva, además de la segunda reunión del Movimiento Internacional de Rusófilos (MIR, por sus siglas en francés, que significa «mundo» en ruso). En conjunto, los debates y la creación de redes han ofrecido indicios auspiciosos sobre la construcción de un orden internacional verdaderamente representativo, alejado de la fatalidad impuesta por la agenda de la cultura unipolar única y las guerras eternas.
La sesión plenaria de apertura del primer día estuvo protagonizada por la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Maria Zakharova, cuyo mensaje principal fue muy claro: «No puede haber libertad sin libre albedrío», que podría convertirse fácilmente en el nuevo lema colectivo del Sur Global. Los «Estados civilizados» marcaron la pauta del debate general, ya que están diseñando meticulosamente los planos del desarrollo económico, tecnológico y cultural del mundo hegemónico posoccidental.
El profesor de Relaciones Internacionales Zhang Weiwei, del Instituto de China de la Universidad Fudan de Shanghai, resumió los cuatro puntos cruciales para que Pekín impulse su papel como «nuevo polo independiente». Eso parece un marcador conciso de dónde estamos ahora:

  1. Bajo el orden unipolar, todo, desde los dólares hasta los chips informáticos, puede convertirse en un arma. Las guerras y las revoluciones de colores son la norma.
  2. China se ha convertido en la mayor economía del mundo según la PPA; la mayor economía comercial e industrial; y actualmente está a la vanguardia de la Cuarta Revolución Industrial.
  3. China propone un modelo de «Unir y prosperar» en lugar del modelo occidental de «Divide y vencerás».
  4. Occidente intentó aislar a Rusia, pero la Mayoría Global simpatiza con Rusia. Así, el Occidente Colectivo ha sido aislado por el Resto Global.

Combatiendo la «guerra teopolítica»
«Resto Global», por cierto, es un término equivocado: Mayoría Global es el nombre del juego. Lo mismo puede decirse de los «mil millones de oro»; los que se benefician del momento unipolar, sobre todo a través del Occidente colectivo y como élites compradoras en los sátrapas, son en el mejor de los casos unos 200 millones.
El lunes por la tarde en Moscú hubo tres sesiones paralelas: sobre China y el mundo multipolar, donde la estrella fue el profesor Weiwei; sobre el Occidente poshegemónico, bajo el título «¿Es posible salvar la civilización europea?» – al que asistieron varios europeos disidentes, académicos, think tanks y activistas; y el plato fuerte, protagonizado por los actores de primera línea de la multipolaridad.
Tuve el honor de moderar la impresionante sesión sobre el Sur Global, que se prolongó durante más de tres horas -en realidad, podría haber durado todo el día- y contó con varias presentaciones impresionantes a cargo de un elenco estelar de africanos, latinoamericanos y asiáticos, desde Palestina hasta Venezuela, incluido el nieto de Nelson Mandela, Mandla.
Era el Sur Global multipolar en pleno vuelo, ya que mi imperativo era abrir la palabra al mayor número de personas posible. Si los organizadores publicaran un Greatest Hits de las presentaciones, podría convertirse fácilmente en un éxito mundial.
Mandla Mandela hizo hincapié en que ya es hora de alejarse del sistema unipolar dominado por el Hegemón, «que sigue apoyando a Israel».
Esto complementó a la carismática activista beninesa Kemi Seba, que personifica brillantemente el liderazgo africano del futuro. En la sesión plenaria, Seba introdujo un concepto clave -que pide ser desarrollado en todo el mundo-: vivimos bajo una «guerra teo-política».
Esto resume perfectamente la guerra híbrida simultánea de Occidente contra el islam, el chiísmo, la ortodoxia cristiana, de hecho contra todas las religiones, salvo el culto woke.
Al día siguiente, el segundo congreso del movimiento internacional de rusófilos ofreció tres sesiones de debate: la más importante versó sobre la «guerra informativa e híbrida».
Tuve el honor de compartir el escenario con Maria Zakharova, y tras mi presentación al estilo free jazz, centrada en los más de 40 años que llevo ejerciendo el periodismo por todo el planeta y observando de primera mano la absoluta degradación de la industria, mantuvimos un diálogo esperemos que útil sobre medios de comunicación y poder blando.
Mi sugerencia, no sólo al Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, sino a todo el Sur Global, fue directa: olvídense de los medios de comunicación tradicionales controlados por la oligarquía, ya están muertos. No tienen nada relevante que decir. El presente y el futuro dependen de los medios sociales, de los «alternativos» -que ya no son alternativos, sino todo lo contrario- y de los medios ciudadanos, a todos los cuales, por supuesto, deben aplicarse las normas más estrictas del periodismo.
Por la noche, antes de que todo el mundo se fuera de fiesta, algunos de nosotros fuimos invitados a una cena de trabajo abierta, franca y esclarecedora con el Ministro de Asuntos Exteriores Lavrov en uno de los magníficos salones con frescos del Hotel Metropol, uno de los grandes hoteles de Europa desde 1905.
Una leyenda con un perverso sentido del humor
Lavrov se mostró relajado, entre amigos; tras un impresionante tour de force diplomático inicial que abarcó bastantes momentos destacados de las últimas décadas hasta llegar a las penumbras actuales, abrió la mesa a nuestras preguntas, tomando notas y respondiendo detalladamente a cada una de ellas.
Lo que más llama la atención cuando se está cara a cara con el diplomático más legendario del mundo desde hace tiempo, en un ambiente distendido, es su genuina tristeza ante la rabia, la intolerancia y la ausencia total de pensamiento crítico que exhiben especialmente los europeos. Eso fue mucho más relevante a lo largo de nuestra conversación que el hecho de que las relaciones entre Estados Unidos y Rusia estén en su punto más bajo.
Sin embargo, Lavrov sigue muy motivado por el Sur Global/Mayoría Global y por la presidencia rusa de los BRICS este año. Elogió a Jaishankar, ministro de Asuntos Exteriores indio, y las relaciones globales con China. Sugirió que el movimiento rusófilo debería asumir un papel global, sugiriendo juguetonamente que todos deberíamos formar parte de un movimiento «Normal-o-philes».
Bueno, Lavrov la Leyenda también es conocido por su perverso sentido del humor. Y el humor es más eficaz cuando es mortalmente serio. Esta es la clave de estos frenéticos días en Moscú: Normal-o-filos del mundo, uníos.

Observación de Joaquín Miras:
Salvar la civilización occidental. Primero fijar el sentido del término. Civilización  occidental como tradición de pensamiento. Civilización occidental como modo de vida. En el primer sentido, sí que existe una tradición de pensamiento, sin recurrir a la cual no se puede pensar, en el sentido teorético de la palabra pensar, sino decir vaciedades. Como no se puede pensar sin tener una lengua. Pero esa tradición, nace el mediterráneo oriental, a caballo de las islas jónicas, Anatolia y Egipto. De esa monumentalidad que es lo que denominamos filosofía griega, que se desarrolla en islas y costas de esa zona. Explicar la historia humana como narración de los hechos, que son consecuencia de nuestro hacer, y no de la intervención divina -o sea, la historia, la política, la…- este legado es devuelto a nuestro territorio, la cristiandad occidental, a través de musulmanes, persas y árabes, en sus reelaboraciones a la luz de los problemas que ellos se plantean y constituye ese grandisimo legado, absolutamente despreciado que es lo que se denomina la escolástica, la gente civilizada lo denomina filosofías medievales, ciertamente transmitidas mediante centros académicos o scholae… es relegado, reelaborado por lo que, también ignaramente, se denomina segunda escolástica y es un conjunto de filosofías en debate -todas ellas, en el occidente cristiano, católicas, los protestantes se dedicaban al LIBRO, leído sin filología, y consideraban a la filosofía clásica, idólatra, al humanismo, pagano, y a la «escolástica», fanatismo católico y superchería-. En este sentido, eso que se denomina segunda escolástica, donde nace el pensamiento de la contemporaneidad -o nacía hasta la aparición de la idea de que la filosofía es mero análisis del lenguaje, cosa que es muy liberadora porque ahorra mucho que estudiar, ardua tarea- pertenece tanto a Europa, como, por ejemplo, a Hispanoamérica, en cuyas universidades se estudia mucho más que en las europeas de occidente. No sé de Rusia; solo puedo decir que «Lomonosov» no es nombre que me guste. Ese legado del que se habla, no es europeo, no es señal de identidad europea. El otro sentido posible de Civilización es el de eticidad, culturas materiales del vivir humano, que dirigen su praxis de vida y ahorman el carácter del que las pone en obra -ethos con e larga y e breve-. Creo que en la geografía física de Europa occidental, se ha producido un fenómeno devastador de destrucción de formas de vida cotidiana por medio del capitalismo para el consumo de bienes producidos para la vida cotidiana y que ahora, el remate viene desde eso que se denomina izquierda, que propone los identitarismos y los individualismos como el ideal, y acusa a toda persona de izquierda que trate de defender y preserva la comunidad organizada y sus usos en evolución desde ella misma, de ser rojipardo y fascista. Eso es lo que se ataca con esos términos. Por lo demás, en los «restos de los restos» que…«restan», aún se diferencian las eticidades del mundo mediterráneo y ex católico, parecidas a las de América no anglosajona, de las de los anglosajones, por un lado, las centroeuropeas, por otro, y las eslavas, por otro. Pero sería aceptable hablar de culturas eticidades europeas, si hubiera fuerzas organizadas que las preservaran.
El combate se da en todos lo frentes. En el feminismo, mi maestra, Giulia Adinolfi, frente al feminismo woke liberal, que consiste en que las mujeres puedan hacer lo mismo que los hombres dentro del modelo liberal individualista capitalista de vida, y que haya la misma cuota de capitalistas y poderosas mujeres que hombres, proponía la defensa y preservación del cuidado, de las subculturas de vida cotidiana que era el legado que llegaba todavía a través de la mujer, y la lucha por su universalización, lo que implicaba que el combate era por un cambio de eticidad, el combate era la generación mediante su organización, de un sujeto nuevo, no existente, un bloc storico por crear, que luchara por esta democratización de la vida cotidiana. No confundía churras con merinas. Una cosa es creer que individuamente se puede cambiar la vida y otra es creer que solo desde los aparatos de estado -el sereno nocturno- y las vanguardias políticas se puede cambiar la vida cotidiana. La idea es que desde abajo, desde fuera del aparato, pero mediante la organización masiva activa para luchar por ello, se puede cambiar la vida. Es más, dado que la verdadera constitución de un estado es, no sus leyes, sino su eticidad, sólo desde ahí se puede crear una nueva constitución de sociedad, que es su eticidad.

6. «Capitalistas anónimos»: lo estoy dejando.

En realidad, las respuestas individuales sirven de muy poco ante el desastre estructural que vivimos, pero entiendo que todos nos preocupemos por intentar paliar en la medida de nuestras fuerzas sus destrozos. Una curiosa iniciativa en Francia. Como contrapartida, otro artículo también en la prensa francesa sobre la inutilidad de intentar el cambio desde el consumo. https://reporterre.net/

¿Adicto a los aviones y a la carne? Bienvenido a «Capitalistas Anónimos»
Inspirado en Alcohólicos Anónimos, este grupo de discusión creado en Issy-les-Moulineaux en noviembre de 2022 orienta a las personas hacia la sobriedad ecológica socavada por la sociedad de consumo. Reporterre asistió a una sesión.
Issy-les-Moulineaux (Hauts-de-Seine), reportaje
Sentados en círculo, con aspecto sereno, los rostros sonríen, felices de estar juntos. Ninguno de los nueve participantes se parece a la imagen de un adicto. Sin embargo, todos están aquí para ayudarse mutuamente en su búsqueda de la sobriedad ecológica. Bienvenidos a «Capitalistas Anónimos».
Desde el 23 de noviembre de 2022, se reúnen cada dos miércoles en el café comunitario La Fabrique d’Issy, situado al pie del barrio de Épinettes, en Issy-les-Moulineaux (Hauts-de-Seine). Al igual que Alcohólicos Anónimos, el grupo de discusión apoya a las personas que quieren liberarse de su adicción, no al alcohol, sino a los placeres, bienes y servicios generados por el sistema capitalista.
«En un momento en que nuestra sociedad nos empuja a tener cada vez más, el objetivo es ofrecer un lugar donde la gente pueda hablar entre sí de lo que necesita», explica Julien, de 38 años, fundador del grupo. Para lograrlo, ha ideado ocho pasos clave, entre ellos admitir la propia implicación en la crisis ecológica, aprender a hablar científicamente y transformar las propias emociones en un motor de cambio.
Esa tarde, 7 mujeres y 2 hombres, de edades comprendidas entre los veinte y los sesenta años, desafiaron a la lluvia para compartir sus experiencias. Terminados los saludos, todo el mundo se acomoda y la sesión comienza con una rápida ronda de presentaciones, en la que cada uno expresa su estado de ánimo.

«Mi gran defecto es volar».
Virginie [*], que está aquí por primera vez, se declara «curiosa». Aude, que hacía tiempo que no asistía a una sesión, está «contenta de ver caras conocidas». Marie-Noël confiesa estar «un poco deprimida por la actualidad, en particular por la suspensión del plan Ecophyto». Este programa, destinado a reducir el uso de pesticidas, fue suspendido por el Gobierno para apaciguar la cólera de los agricultores. Varias personas agitan las manos en el aire para expresar su aprobación.
Esta vez, el grupo se embarcó en la cuarta etapa del programa: reflexionar profundamente sobre su relación con la naturaleza y los seres vivos, hacer balance del impacto de su estilo de vida y enumerar soluciones para reducirlo. Julien, que dirige la sesión, empieza con una pregunta: «¿Cuál es el defecto de tu enfoque de la sobriedad?
«Ya conoces mi gran defecto, es volar», responde Cathy sin dudarlo. El público se ríe. Esta mujer de 50 años, que visita regularmente a su madre y a sus hijos en Córcega, se siente «culpable». «Sé que hay alternativas, pero como no tengo tiempo ni ganas, no lo hago», prosigue Cathy.
Chloé está de acuerdo: «Sueño con ir a Machu Picchu [en Perú], no puedo decirme a mí misma que no volveré a volar». Aquí, todo el mundo habla por turnos y escucha atentamente a los demás. Todos se tutean y los participantes utilizan el «yo» en lugar del «ellos» o el «nosotros».

«Me dio un impulso en mi compromiso».
Virginie, por su parte, tiene «un lado un poco extremista» que no le ayuda a convencer a los que la rodean. «Por ejemplo, quise obligar a mi familia a hacerse vegana, pero no me informé lo suficiente sobre las recetas. Obviamente, no funcionó». Camille interviene: «Yo también soy un poco fundamentalista, lo que a veces me impide llevar a mi familia conmigo».
Para Aude, estadística en el Ministerio de Sanidad, es la envidia los que le impiden hacer más: «Cuando oigo a mis conocidos decir que se van al otro lado del mundo en avión sólo por las vacaciones de Todos los Santos, me da envidia y me siento como una tonta. Me digo a mí mismo: «¿Qué sentido tiene hacer el esfuerzo? Incluso si son conscientes del cambio climático, hay una especie de despreocupación entre algunas personas que me pone de los nervios.
Cuando Aude, de cuarenta y tantos años, conoció el grupo hace año y medio, «necesitaba hablar con otras personas sobre estos temas, [no] necesariamente oía hablar de ellos en [su] círculo». Rápidamente me di cuenta de que «era bueno conocer a gente que compartía los mismos temas, y eso impulsó mi compromiso». Además, al venir sola, «me siento más libre para hablar, todo el mundo se escucha con cariño».

«Te sientes menos culpable y actúas más».
Eso es también lo que le atrae a Tania, voluntaria de 59 años en el café La Fabrique de Issy. Aunque al principio dudó por el nombre del grupo, ya va por su 35ª sesión. «Es interesante ver lo que hacen los demás con la gente que les rodea; no siempre es fácil y puedes acabar aislado. Mi marido no entiende mi compromiso, ¡es un poco burlón! Para Tania, «este grupo es un verdadero apoyo, nos sentimos menos culpables y actuamos más».
Reducir el consumo de carne, no viajar en avión desde 2020, cero residuos… A pesar de todo, siente que no hace lo suficiente, sobre todo a causa de su procrastinación. Ese es mi defecto», dice, «y es lo que me impide avanzar».
Además de compartir sus sentimientos sobre el cambio climático y confiarse mutuamente los problemas familiares o profesionales que obstaculizan su deseo de estar sobrios, los Capitalistas Anónimos comparten soluciones prácticas. Tania está aprendiendo a lavar la ropa, pero promete que «te llamaré en quince días». La última vez, compartió sus consejos para hacer su propio yogur, mientras que otro participante recomendó una tienda donde se puede comprar leche a granel.
A la pregunta de cómo rehacer su vida cotidiana, cada uno tiene su propio consejo: «Pon plantas en tu balcón», «Aprende a reconocer mejor las especies», «Haz wwoofing [trabajar en granjas a cambio de alojamiento y comida]»… Aunque no todos estaban en la misma fase a la hora de volar, «hablar con gente que lleva varios años sin coger el avión me inspira, me digo a mí misma que podemos viajar de otra manera», dice Aude.
No hay obligación de venir regularmente, así que cada uno es libre de venir o no. Eso es lo que atrajo a Mathis, que descubrió Capitalistas Anónimos a través de un amigo. «Es como un lugar seguro, no te juzgan y no hay compromiso», dice este joven de 26 años. Este hombre que se trasladó de Issy-les-Moulineaux a Rueil-Malmaison piensa que algún día podría crear un grupo de discusión en su ciudad natal. Al principio, sin embargo, él también se mostraba un poco escéptico: «No entendía muy bien el nombre de ‘Capitalistas Anónimos’.

«¿Por qué nadie hace nada, si todo el mundo lo sabe?»
Según Julien, fundador del grupo, se trata exactamente de eso: «Nuestra sociedad capitalista nos empuja a consumir cada día más, aun sabiendo que nuestro comportamiento está provocando el calentamiento global, el colapso de la biodiversidad y una contaminación masiva». Aunque cree que es necesario un cambio sistémico, eso no es razón para no hacer nada.
Tras estudiar ingeniería y trabajar una década en recaudación de fondos para ONG, este padre de dos hijos tomó conciencia de la crisis climática. Mientras investigaba sobre el tema, se obsesionó con una pregunta: «¿Por qué nadie hace nada, cuando todo el mundo lo sabe?» Fue intentando responder a esta pregunta cuando hace dos años se topó con la definición de adicción: «Proceso por el cual un comportamiento humano permite acceder a un placer inmediato al tiempo que reduce una sensación de malestar interno. Se acompaña de una incapacidad para controlar este comportamiento a pesar del conocimiento de sus consecuencias negativas». «Fue entonces cuando me di cuenta de que había que enfocar la crisis ecológica a través del prisma de la adicción y adoptar un enfoque terapéutico», explica Julien.
Se ha reunido con psicólogos especializados en el tema, ha estudiado el programa de doce pasos de Alcohólicos Anónimos para transponerlo a la sobriedad y se ha formado con Kalima, una empresa especializada en grupos de discusión. Desde la primera sesión, el 23 de noviembre de 2022, se han reunido veintisiete personas en Issy-les-Moulineaux.
El treintañero no tiene intención de detenerse ahí, con el objetivo de crear grupos de discusión en toda Francia para «preparar a la gente para la sobriedad que pronto se les impondrá». En febrero se abrieron dos nuevos grupos en Mérignac (cerca de Burdeos) y en el distrito 20 de París. Está prevista la apertura de un cuarto grupo en Marsella.
«Hasta ahora, 106 personas se han puesto en contacto conmigo para instalarse en toda Francia e incluso en Bélgica y Suiza», sonríe Julien. Julien también ha organizado una primera sesión especial de negocios «en el corazón de Mordor», en La Défense, el 26 de febrero. «El objetivo es hablar con todo el mundo: a todos nos afecta el cambio climático.

La postura crítica ante las respuestas individuales sobre consumo:

https://lvsl.fr/la-

El «consumo ético» no cambiará el mundo
Sacha Moens 01 de marzo de 2024
Ya se trate del calentamiento global o de las condiciones de trabajo insostenibles, siempre se repite la misma cantinela. Basta con consumir de forma «ética» y «ecológica». En realidad, esta idea no hace más que preservar el statu quo.
Artículo republicado de nuestro socio Lava Média.
La inmensa mayoría de la gente quiere hacer algo para que el mundo sea un lugar mejor. Y las propias empresas lo han comprendido. Colruyt, a través de su filial Bio-Planet, nos insta a unirnos a ellos en la lucha por un Planeta B: «¿Has visto u oído alguna vez nuestro spot publicitario? Descúbrelo completo aquí y únete a nosotros para tomar decisiones responsables. Porque existe un Planeta B… Bio-Planet «1. Comprar en Colruyt sería la elección responsable, una elección basada en la solidaridad, la equidad, el residuo cero, etc.
A la hora de comprar, H&M propone «cambiar la moda» en su página «Let’s change». Pero no se queda ahí: «Hagamos lo posible para que las generaciones futuras se sientan bien y sean más tolerantes con los demás. Hagamos que todo el mundo se sienta incluido, sea cual sea su origen, sexo, religión, edad, capacidad, orientación sexual, estilo o talla. Hagamos que la moda sea responsable y que la responsabilidad esté de moda. Hagamos una nueva promesa una vez marcadas estas casillas. Seamos agentes del cambio «2.
Consumir se parece cada vez más a un compromiso político. Pero, ¿qué es en realidad?

«¡Comprar es votar!»
Todos lo hemos oído alguna vez. Tal cual o en sus variantes: «Comprar es votar». Después de un largo día de trabajo, se espera de nosotros que participemos en la vida política desde detrás de un cadí. Así que aquí estamos, «consumidores soberanos «3, una concepción cínica del «consumidor» que se ha convertido en «agente del cambio» al hacer elecciones en el mercado libre. Los consumidores dotados de un supuesto nuevo poder político pueden contar con etiquetas éticas, ecológicas y sostenibles que les ayuden a identificar los productos más justos, los que realmente corresponden a sus valores.
Laure Waridel, ecosocióloga canadiense, se ha especializado en el café de comercio justo, convirtiéndose en pionera en su país. Tras diseccionar el funcionamiento global de la producción y el comercio del café, Waridel concluye que nuestra influencia reside en nuestras elecciones de consumo. Así es como podemos cambiar las cosas. ¿El título de su libro? Comprar es votar: el caso del café. Waridel marca la pauta en el primer capítulo de su libro:
«Algunas acciones son de carácter macroeconómico y competen a la política internacional. Otras están al alcance de los ciudadanos individuales a través de opciones de consumo que favorecen el comercio justo y la agricultura ecológica […]»4 . La acción macroeconómica está fuera del alcance de los ciudadanos; sólo pueden actuar como consumidores.
Evidentemente, mucha gente no se deja engañar por las bonitas palabras de Colruyt o H&M y prefiere recurrir a la «segunda mano», las cooperativas o los circuitos cortos. Esto es positivo. Demuestra que hay mucha gente asqueada por los métodos del capitalismo y sus consecuencias tanto para los trabajadores como para el clima.  Sin embargo, la lógica que se desprende de ello y hacia la que nos empujan es la misma: los ciudadanos detentarían el poder político como «consumidores soberanos». Comprando un producto en lugar de otro, eligiendo una marca en lugar de otra, podríamos expresar nuestros valores, manifestar nuestras preferencias y defender nuestra identidad política. La política se convierte en una cuestión de estilo de vida.
La democracia a través del mercado: una visión neoliberal
Esta visión de la política forma parte de una visión neoliberal que reduce la democracia al supuesto libre mercado.
Para los neoliberales, el mercado permite responder eficazmente a las necesidades de los ciudadanos. Es el sistema de precios, regido por la oferta y la demanda, el que permite a todos los agentes económicos tomar las decisiones más racionales.
En última instancia, por tanto, el mercado es la institución que mejor coordina la producción y mejor satisface las necesidades. Los ciudadanos manifiestan sus deseos y los cambios que quieren ver a través del consumo individual.
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Esta manera de concebir la organización de la producción y la sociedad en su conjunto determina también una manera muy particular de concebir la política. Participar en la vida política, influir en las decisiones económicas y determinar las necesidades que tenemos en una sociedad determinada se hace a través del mercado capitalista. En consecuencia, la democracia ya no se ejerce como ciudadanos y trabajadores a través de la deliberación colectiva, sino como consumidores individuales. La democracia pasa de instituciones estatales como el parlamento al mercado capitalista. Ludwig von Mises, uno de los padres fundadores del neoliberalismo5 es muy claro:
«Vista desde este punto de vista, la economía es una democracia en la que cada céntimo desempeña el papel de una papeleta electoral. Es una democracia cuyos representantes sólo tienen un mandato que siempre puede ser revocado. Es una democracia de consumo «6.
Pero hay tres cosas importantes que los neoliberales omiten y que los defensores del consumo «ético» parecen olvidar:
– En esta visión, la influencia política que puede ejercer cada individuo depende de su cartera. No todo el mundo puede permitirse comprar «ética y ecológicamente», ni mucho menos. La democracia en el mercado es una vuelta al voto plural del siglo XIX, cuando la gente podía votar varias veces en función de su estatus social.
– Esta perspectiva borra la cuestión de la democracia en el lugar de trabajo y el papel de los trabajadores en la sociedad en general. Elimina toda legitimidad de la lucha colectiva, porque «basta con consumir de otra manera» y nos vemos reducidos a actuar de forma aislada.
– Por último, el mercado no responde simplemente a la demanda. La crea. Las necesidades evolucionan con el tiempo y las empresas, sobre todo a través de la publicidad, desempeñan un papel crucial en su aparición. Contrariamente a lo que quieren hacernos creer los neoliberales, cuando se trata de necesidades, son las empresas las que tienen el control. Son ellas las que determinan en última instancia qué se produce, para quién y cómo. Desde este punto de vista, no tenemos nada que decir sobre la producción. Quién mejor para confirmarlo que el propio Steve Jobs:
«Dale a los clientes lo que quieren». Pero ese no es mi enfoque. Nuestro trabajo es averiguar lo que van a querer antes de que lo sepan. Henry Ford dijo una vez: «Si hubiera preguntado a los clientes qué querían, me habrían dicho: ‘¡Un caballo más rápido! La gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas. Por eso nunca confío en los estudios de mercado». 7
Al reducir nuestra acción política al consumo, estamos preservando el statu quo en lugar de desafiarlo.
En el mercado capitalista, los Steve Jobs y Elon Musk de este mundo marcan las reglas.
Evidentemente, consumir mejor tiene buenas intenciones. Es más, no puede decirse que haga ningún daño. Sin embargo, al reducir nuestra acción política a esto, estamos preservando el statu quo en lugar de desafiarlo.
¿Podemos consumir mejor? Probablemente sí. Pero, ¿significa eso ejercer una influencia política significativa? ¿Es contraatacar? No. Rechacemos quedarnos reducidos a tan poco.

Volver a poner la acción colectiva en el centro
Esta visión neoliberal es un ataque frontal a todas las formas de acción colectiva que han desarrollado los movimientos sociales, en particular el movimiento obrero.
Bajo una apariencia benévola, ética y ecológica, los defensores de esta perspectiva contribuyen a destruir la legitimidad democrática de la acción colectiva difundiendo formas de acción individualistas.
Tomemos el caso de H&M, que quiere cambiar la moda. Obviamente, en su página web no se menciona el hecho de que los trabajadores del sector textil que emplean indirectamente en Bangladesh se declararon recientemente en huelga durante tres semanas para conseguir un aumento salarial8. Desde la tragedia del Rana Plaza, en la que murieron más de 1.000 personas en este mismo sector industrial bangladeshí, las grandes marcas que se abastecen allí no han cambiado su política9. Los sindicatos locales, en cambio, han emprendido una lucha decidida para mejorar la seguridad de los trabajadores. Los salarios, en cambio, se han quedado especialmente rezagados. Tras un movimiento que provocó numerosos enfrentamientos con las fuerzas del orden, con el resultado de varios muertos, los sindicatos consiguieron finalmente un aumento salarial. A pesar de la vuelta al trabajo, no abandonan la lucha, porque el aumento obtenido sigue sin permitirles una vida digna. Los cambios en la moda los provocan los trabajadores con su lucha colectiva, no los consumidores y mucho menos las empresas.
Contra el «yo» individualista y consumista, atrevámonos a afirmar un «nosotros» obrero. Es la misma clase que produce la riqueza y que ha demostrado con su acción a lo largo de la historia de los grandes movimientos sociales, y en particular a través de las grandes huelgas, hasta qué punto puede obtener victorias.
Esto es tan cierto aquí como en Bangladesh. Las vacaciones pagadas, la reducción de la jornada laboral, la seguridad social y el derecho de voto no se conquistaron por un cambio en el consumo individual, sino por una lucha colectiva, combativa y organizada.

7. Tambores de guerra

Da un poco de vergüenza que el mundo entero se vaya dando cuenta del nivel político europeo. Bhadrakumar no lo dice en este artículo, pero la última ha sido la interceptación por parte de los rusos de mensajes entre generales alemanes hablando abiertamente de cómo atacar Crimea https://twitter.com/FarSight3/ y artículo en español en Sputnik: https://sputniknews.lat/, y la transcripción en https://sputniknews.lat/. Eso sí, ante declaraciones cada vez más alocadas y aventureras, consuela que haya una cierta serenidad por parte del resto del mundo.

https://www.indianpunchline.

Posted on marzo 1, 2024 by M. K. BHADRAKUMAR
China reanuda la diplomacia lanzadera mientras suenan más fuerte los tambores de guerra en Ucrania
El anuncio hecho el miércoles por el Ministerio de Asuntos Exteriores chino de que el representante especial de Pekín para Asuntos Euroasiáticos, Li Hui, partirá de su país el 2 de marzo en una «segunda ronda de diplomacia itinerante para buscar una solución política a la crisis ucraniana» puede parecer un desajuste.
Apenas dos días antes, el presidente francés Emmanuel Macron afirmó que no descartaría la posibilidad de poner botas occidentales sobre el terreno en Ucrania para impedir una victoria rusa. Está previsto que Li Hui visite Rusia, la sede de la UE en Bruselas, Polonia, Ucrania, Alemania y Francia.
El portavoz chino Mao Ning mantuvo las expectativas bajas al añadir que «Detrás de todo esto, sólo hay un objetivo que China espera alcanzar, a saber, crear consenso para poner fin al conflicto y allanar el camino para las conversaciones de paz. China seguirá desempeñando su papel, llevando a cabo una diplomacia itinerante, aunando consensos y aportando la sabiduría de China para la resolución política de la crisis ucraniana.»
Macron se pronunció así tras una cumbre de líderes europeos celebrada el lunes en París. Pero en diplomacia siempre hay algo más de lo que parece. Macron insistió más tarde en que había hablado de forma deliberada: «Son temas bastante serios. Cada una de mis palabras sobre este asunto está ponderada, pensada y calculada». No obstante, los representantes de la mayoría de los 20 países participantes en el cónclave de París, especialmente Alemania, adoptaron posteriormente una postura pública en la que afirmaban que no tenían intención de enviar tropas a Ucrania y se oponían rotundamente a participar en operaciones militares contra Rusia.
El ministro francés de Asuntos Exteriores, Stéphane Sejourne, explicó desde entonces que la presencia de militares occidentales en Ucrania podría ser necesaria para prestar algunos tipos de ayuda, como operaciones de desminado e instrucción de soldados ucranianos, pero que eso no implicaba su participación en el conflicto.
La reacción de la Casa Blanca ha sido una reafirmación de que Estados Unidos no enviaría tropas a Ucrania. La portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Adrienne Watson, dijo en un comunicado que Biden «ha dejado claro que EE.UU. no enviará tropas para luchar en Ucrania». El portavoz del NSC, John Kirby, también negó que se pudieran enviar tropas estadounidenses para operaciones de desminado, producción de armas o cibernéticas. Sin embargo, Kirby subrayó que sería una «decisión soberana» de Francia o de cualquier otro país de la OTAN el envío de tropas a Ucrania.
Curiosamente, sin embargo, dos días después de la reacción de la Casa Blanca, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, añadió una advertencia durante una audiencia en el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes: si Ucrania cae, Rusia y la OTAN podrían entrar en un conflicto militar directo, ya que los dirigentes rusos «no se detendrán ahí» si Ucrania es derrotada. «Francamente, si Ucrania cae, realmente creo que la OTAN estará en una lucha con Rusia», dijo Austin.
Lo que se desprende de esta cacofonía es que, muy posiblemente, se esté preparando el terreno para un aterrizaje suave de la idea de un despliegue militar occidental en Ucrania de alguna forma en el futuro. Pocas horas después del testimonio de Austin el jueves, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova, escribió en el canal Telegram: «¿Se trata de una amenaza abierta a Rusia o de un intento de inventar una excusa para Zelensky? Ambas cosas son una locura. Sin embargo, todo el mundo puede ver quién es el agresor: es Washington».
La OTAN no ha dejado de escalar posiciones, mientras que la reacción rusa ha sido, en general, acelerar la «picadora de carne» en la guerra de desgaste. Pero entonces, es el cadáver ucraniano el que está siendo molido y eso no parece importarles a los británicos ni a los estadounidenses.
Hubo un tiempo en que atacar Crimea se consideraba una «línea roja». Luego vino la explosión del puente de Crimea en octubre de 2022, el día después del 70 cumpleaños del presidente ruso Vladimir Putin. Pues bien, Rusia reparó con éxito el puente y lo reabrió al tráfico. Un Occidente envalentonado comenzó entonces una serie de ataques contra la Flota rusa del Mar Negro.
Rusia alegó en repetidas ocasiones que los británicos, junto con Estados Unidos, actuaron como observadores, proporcionando al régimen de Kiev las coordenadas de los objetivos, y que los ataques contra la Flota del Mar Negro se llevaron a cabo literalmente bajo la dirección de los servicios especiales británicos. La portavoz del MAE ruso, Maria Zakharova, declaró ayer: «En general, la pregunta que debe plantearse no es sobre la participación británica en episodios separados del conflicto en Ucrania, sino sobre el desencadenamiento y la participación de Londres en la guerra híbrida antirrusa». De hecho, informes recientes mencionan que nada menos que el Jefe del Estado Mayor de la Defensa del Reino Unido, almirante Tony Radakin, desempeñó un papel importante en el desarrollo de la estrategia militar de Ucrania en el Mar Negro.
En retrospectiva, existe una hoja de ruta de la OTAN para llevar la guerra a casa, a Rusia, siendo la última fase una nueva campaña de ataques aéreos contra la industria rusa del petróleo y el gas. La escalada a tal escala y sofisticación sólo es posible con la participación directa o indirecta de personal de la OTAN y la inteligencia en tiempo real proporcionada por los satélites o estaciones terrestres estadounidenses. Del mismo modo, ya no existe ningún tabú sobre lo que Ucrania puede hacer con las armas que le han proporcionado los países de la OTAN.
Últimamente, la CIA también empezó a hablar descaradamente de todo eso. El New York Times publicó un artículo exclusivo el lunes que una red de bases de espionaje apoyada por la CIA y construida en los últimos ocho años que se remontan al golpe de Estado en Kiev en 2014, que incluye 12 ubicaciones secretas a lo largo de la frontera rusa.
Baste decir que, mientras que en la vía diplomática, los repetidos intentos de Rusia para detener los combates han sido ignorados por Occidente -las negociaciones de Estambul a finales de marzo de 2022; la propuesta de Putin de congelar los movimientos en el frente y un alto el fuego ya en otoño de 2022, y luego de nuevo en septiembre de 2023-, la CIA y el Pentágono han estado trabajando duro para lograr la victoria a toda costa.
Incluso después de septiembre de 2023, Putin señaló su voluntad de congelar la actual línea del frente y pasar a un alto el fuego e incluso lo comunicó a través de varios canales, incluso a través de gobiernos extranjeros que mantienen buenas relaciones tanto con Rusia como con Estados Unidos. Pero ha prevalecido la facción que quiere aplastar militarmente a Rusia a toda costa. El comentario de Austin del viernes sugiere que esta pasión parece ser impermeable a los hechos sobre el terreno.
No nos equivoquemos: el 24 de febrero, Canadá e Italia se unieron al Reino Unido, Alemania, Francia y Dinamarca para firmar acuerdos de seguridad de 10 años con Kiev. Estos acuerdos subrayan un compromiso colectivo con la soberanía de Ucrania y sus aspiraciones de unirse a la alianza militar de la OTAN, lo que implica que su objetivo es una confrontación a largo plazo con Rusia. Y Europa está debatiendo ahora el despliegue de botas sobre el terreno en Ucrania.
En este premonitorio telón de fondo, ¿qué puede esperar conseguir Li Hui cuando se reúna el 3 de marzo con el jefe adjunto del departamento, Mikhail Galuzin, un diplomático ruso de rango medio del Ministerio de Asuntos Exteriores? En pocas palabras, aunque no se pone en duda el interés de China en resolver la crisis ucraniana, la «diplomacia itinerante» de Li Hui sólo puede verse como un esfuerzo por comprender las posiciones actuales de las partes, ya que la situación ha cambiado desde mayo de 2023, cuando se reunió por última vez, y el hecho es que hay conversaciones activas sobre nuevas medidas en relación con el conflicto en Occidente tras el fracaso de la contraofensiva ucraniana.
Es concebible que esta actualización de las opiniones de las partes permita a Pekín tomar decisiones sobre sus acciones. También se habla de un posible viaje a Europa del presidente Xi Jinping que podría incluir Francia.
China está reconstruyendo laboriosamente la confianza con las potencias europeas y ambas partes contemplan una cooperación pragmática a pesar de las fricciones geopolíticas. China sigue intrigada por la defensa de Macron de la «autonomía estratégica» de Europa. Mientras tanto, el fantasma de Donald Trump acecha tanto a Europa como a China, lo que, con suerte, puede aumentar las posibilidades de esta última de ganarse la confianza de Europa.

Observación de Joaquín Miras:
Macron sí ha hablado de enviar tropas de la OTAN a Crimea. Esto ha sido, cronológicamente, después de que Schultz, en unas declaraciones anteriores, dijera que Alemania no va a enviar misiles Taurus a Ucrania, por dos razones: tienen un alcance que permite atacar Rusia y los misiles Taurus, como -¡al tanto!, como ocurre con los misiles británicos y franceses enviados- solo pueden ser operados por soldados alemanes. Estas declaraciones han corrido por todas partes, menos por el jardín, Los británicos respondieron, por un lado, escandalizados de que Schultz revelara esto, y por otro lado diciendo que sí hay soldados británicos en Ucrania, pero solo dando formación médica de guerra. Tras la intervención de Macron, Schultz volvió a reiterar que no va a enviar soldados alemanes a Ucrania porque eso es comenzar la guerra con Rusia

8. Resumen de la guerra en Palestina, 1 de marzo

El resumen de Rybar de los días 28-29 de febrero. https://twitter.com/rybar_

Crónicas del conflicto palestino-israelí: 28 y 29 de febrero de 2024  

  • Las tropas israelíes siguen atacando edificios residenciales en el norte de la Franja de Gaza. El número de muertos supera ya las 30.000 personas.
  • Los militantes de Hamás también conservan la capacidad de lanzar cohetes desde la zona de Jabaliya, que los israelíes no han podido despejar. Una serie de impactos alcanzaron Ashkelon, donde un edificio residencial resultó dañado y una persona herida.
  • Los israelíes siguen librando encarnizados combates en el barrio suroccidental de al-Zeitoun. Las milicias palestinas llevan a cabo emboscadas e informan de supuestas «pérdidas colosales» de las IDF.
  • En la zona costera de Sheikh Radwan, los israelíes esparcen octavillas en las que ofrecen ayuda económica a los palestinos. De esta forma tan sencilla, las IDF intentan encontrar informadores que revelen la ubicación de militantes.
  • En la parte central del enclave, las Fuerzas de Defensa de Israel siguen llevando a cabo bombardeos masivos. Deir al-Balah quedó bajo fuego, con decenas de víctimas.
  • En el sur de la Franja de Gaza, las fuerzas israelíes siguen combatiendo en los barrios occidentales de Jan Yunis. En los últimos días, las unidades de las FDI han logrado avanzar hasta la mezquita de Al-Shafi’i, en la periferia occidental de la ciudad.
  • La ofensiva israelí continúa en la localidad de Abasan al-Kabira. Las formaciones palestinas informan regularmente de sus salidas, pero no han logrado repeler a los israelíes.

Vídeo en el tuit.

El resumen de Mondoweiss.

https://mondoweiss.net/2024/

Día 147 de la «Operación Al-Aqsa»: No hay alto el fuego a la vista pese a la condena internacional de la «masacre de harina» israelí

Estados Unidos bloquea una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que condena a Israel por su masacre contra palestinos que intentaban recibir ayuda humanitaria en Gaza, diciendo que el incidente «aún debe ser investigado.»
Por Anna Lekas Miller 1 de marzo de 2024
Bajas
Más de 30.228 muertos* y al menos 71.377 heridos en la Franja de Gaza.
Más de 380 palestinos muertos en Cisjordania ocupada y Jerusalén Oriental.
Israel revisa a la baja su estimación de víctimas mortales del 7 de octubre, de 1.400 a 1.147.
582 soldados israelíes muertos desde el 7 de octubre y al menos 3.221 heridos.
* Esta cifra fue confirmada por el Ministerio de Sanidad de Gaza en el canal Telegram. Algunos grupos de derechos humanos elevan la cifra de muertos a más de 38.000 si se tienen en cuenta los presuntos muertos.
** Esta cifra la ha dado a conocer el ejército israelí, mostrando los soldados cuyos nombres «se permitió publicar».

Principales acontecimientos

  • Dos muertos y varios heridos en un atentado en Rafah
  • Condena internacional generalizada de la «masacre de la harina» en la ciudad de Gaza, donde las tropas israelíes abrieron fuego contra los palestinos que esperaban un convoy de ayuda.
  • Naciones Unidas lleva más de una semana sin poder entregar ayuda en el norte de Gaza
  • Estados Unidos bloquea una resolución del CSNU que culparía a Israel del ataque contra palestinos que esperaban un convoy de ayuda en Gaza
  • La Comisión de la UE distribuirá 50 millones de euros a la UNRWA la próxima semana
  • 17 ONG internacionales han pedido a los países que reanuden la financiación a la UNRWA
  • El Ministerio de Asuntos Exteriores palestino pide que se impongan sanciones internacionales a Israel
  • Imágenes en los canales palestinos de Telegram muestran a soldados israelíes levantando barricadas frente a la Puerta de los Leones, impidiendo a los fieles llegar al recinto de Al Aqsa
  • El Ejército israelí confirma que está «preparando la demolición» de la casa de un hombre acusado de llevar a cabo un tiroteo en el que murieron dos colonos israelíes
  • El ejército israelí afirma que ha matado a más de 13.000 combatientes palestinos en Gaza desde el inicio de la operación
  • El diputado laborista británico George Galloway obtiene una aplastante victoria en las elecciones parciales y afirma que el triunfo es «por Gaza».

La inanición y el hambre empeoran en Gaza, mientras el mundo condena el ataque israelí a los solicitantes de ayuda humanitaria
En las últimas veinticuatro horas, la comunidad internacional ha condenado ampliamente la «masacre de la harina» israelí, cuando las tropas israelíes abrieron fuego contra cientos de palestinos que esperaban en la cola para el reparto de alimentos, matando a más de 100 personas e hiriendo al menos a otras 760.
«Los crímenes y masacres contra palestinos indefensos matan gente cada día y fomentan el terrorismo y el extremismo en la región», declaró el Ministerio de Asuntos Exteriores yemení en un comunicado.
China es uno de los muchos países que también ha condenado las matanzas.
«China insta a las partes implicadas, especialmente a Israel, a que cesen el fuego y pongan fin a los combates de inmediato, protejan seriamente la seguridad de los civiles, garanticen la entrada de ayuda humanitaria y eviten un desastre humanitario aún más grave», declaró el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Mao Ning.
Mientras tanto, los supervivientes siguen conmocionados por el ataque.
«Fuimos a por harina. El ejército israelí nos disparó. Hay muchos mártires sobre el terreno y hasta este momento los estamos retirando», describió un testigo a Al Jazeera. «No hay primeros auxilios».
Dado que es tan peligroso que las ambulancias lleguen al lugar de una emergencia como ésta, se utilizaron carros tirados por burros para llevar a la gente a los hospitales, que ya apenas funcionan, dada la guerra en curso y el asedio que impide que los suministros esenciales -como el combustible- lleguen a Gaza.
Mientras Hamás se ha referido al incidente como un «crimen de guerra sin precedentes», Israel ha cambiado repetidamente su narrativa, primero tratando de culpar a la multitud de palestinos por participar en una «estampida» que causó la violencia, y luego alterando su narrativa para decir que habían disparado contra la multitud.
Un administrador del Ummah Welfare Trust -una de las pocas organizaciones benéficas que distribuyen ayuda en Gaza- ha declarado que el lugar de la distribución fue compartido con los israelíes, lo que hace sospechar que el ataque fue premeditado.
«Nuestros socios sobre el terreno, que están en el sur, se pusieron en contacto con el ministerio israelí que organiza los convoyes en el norte, y tenían un plan preparado. Los camiones se movían juntos, y el lugar de la distribución fue revelado, y allí es [donde] la gente estuvo esperando toda la noche», dijo Muhammad Ahmad a Sky News.
«Desgraciadamente, un momento que nos habría dado cierta felicidad y alivio de que la ayuda hubiera llegado a los necesitados se convirtió en un baño de sangre».
Dado el incidente -y los crecientes incidentes de desnutrición y hambruna en el norte de Gaza- diecisiete ONG internacionales han pedido a los países que retiraron la financiación a la UNRWA que restablezcan sus fondos de donantes, con la esperanza de que esto alivie el empeoramiento de la catástrofe humanitaria.
«La reanudación de la financiación es clave para mantener la mayor operación humanitaria en Gaza sin interrupciones y mantener nuestras escuelas y clínicas de salud en funcionamiento para los refugiados palestinos en toda la región», dijo el Comisionado de UNRWA Philippe Lazzarini en un post en X.

Condena generalizada, temor a un alto el fuego retrasado
Mientras que Francia, España, Portugal, Arabia Saudí y Qatar se han unido al coro internacional en la condena de los asesinatos, Estados Unidos ha bloqueado una declaración presentada por Argelia ante el Consejo de Seguridad de la ONU que habría culpado a Israel de los asesinatos, afirmando que el tiroteo masivo «debe ser investigado a fondo».
Muchos temen que el reciente incidente retrase el alto el fuego aún más de lo que ya se ha retrasado.
«Creo que la administración Biden sigue un calendario impulsado por las elecciones estadounidenses de noviembre», declaró Adam Shapiro a Al Jazeera, señalando que es poco probable que Biden haga algo drástico que pueda afectar a su victoria electoral.
«Sólo después de que se determine el resultado de las elecciones podríamos ver movimientos dentro de la administración Biden».
Aunque el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, había expresado anteriormente su optimismo ante la posibilidad de alcanzar rápidamente un acuerdo, recientemente se ha retractado de esta afirmación, y representantes de Hamás han dicho que su optimismo «no se refleja en la realidad sobre el terreno» y que «la brecha sigue siendo grande» entre lo que está ocurriendo y lo que debe ocurrir para alcanzar un acuerdo justo.
Mientras tanto, Netanyahu ha manifestado que rechaza la presión internacional para poner fin a la guerra antes de que se hayan alcanzado todos los objetivos de Israel.

Demoliciones de viviendas y ataques de colonos en Cisjordania
Mientras tanto, el ejército israelí ha prometido demoler la casa de Muhammad Manasara, el palestino acusado de matar a dos colonos israelíes en el asentamiento de Eli a principios de esta semana.
Desde el tiroteo, han aumentado los ataques de colonos israelíes contra palestinos, y un grupo de colonos ha atacado las casas de varios residentes palestinos en las afueras del pueblo de Jalud, a las afueras de Nablus, en Cisjordania. Además, los colonos israelíes han levantado seis casas móviles en las afueras de la cercana aldea de Al-Luban Al-Sharkiya, cerca de Nablus. Es sólo el último de una serie de 561 casos de violencia de colonos israelíes contra palestinos registrados por la OCHA desde el 7 de octubre.
Continúan las redadas militares israelíes en Cisjordania: las fuerzas israelíes irrumpieron en el campo de refugiados de Qalandiya, a las afueras de Ramala, y detuvieron a dos hombres.
Mientras tanto, en Jerusalén, las fuerzas israelíes levantaron barricadas frente a la Puerta de los Leones, impidiendo a los fieles llegar al recinto de Al Aqsa, lo que hace temer que las tensiones se intensifiquen durante el Ramadán.

9. Historia del antisionismo judío

Un breve repaso histórico a la oposición judía al sionismo, y al impulso que está tomando en las nuevas generaciones judías en Occidente.  https://www.middleeasteye.net/

Guerra contra Gaza: La oposición judía a Israel es tan antigua como el propio sionismo
Joseph Massad 29 de febrero de 2024

Los judíos europeos y estadounidenses han estado a la vanguardia de la oposición al sionismo desde su nacimiento como movimiento colonial de colonos a finales del siglo XIX
La semana pasada, cientos de personas protestaron ante la sede en Manhattan del American Israel Public Affairs Committee (Aipac), el grupo de presión proisraelí más formidable de Estados Unidos, así como ante las oficinas de los senadores estadounidenses que reciben financiación del Aipac, exigiendo un alto el fuego. La policía de Nueva York detuvo a 12 personas.
La acción fue organizada por la sección neoyorquina del grupo antisionista Voz Judía por la Paz (JVP) y fue la última de las decenas de protestas judías contra la guerra genocida de Israel contra Gaza.
En noviembre, activistas judíos ocuparon la Estatua de la Libertad, exigiendo un alto el fuego inmediato y coreando «No en nuestro nombre». Las continuas protestas desde el 7 de octubre de 2023 confirman lo que los grupos pro-Israel han temido durante las dos últimas décadas: que el apoyo a Israel está disminuyendo entre los judíos estadounidenses.
De hecho, una encuesta realizada por el Jewish Electorate Institute en junio y julio de 2021 reveló que el 22 por ciento de los judíos creía que Israel estaba «cometiendo genocidio contra los palestinos», mientras que el 25 por ciento estaba de acuerdo en que «Israel es un Estado de apartheid», y el 34 por ciento pensaba que «el trato de Israel a los palestinos es similar al racismo en Estados Unidos». De los menores de 40 años, el 33 por ciento creía que Israel está cometiendo un genocidio contra los palestinos. Estas cifras se cotejaron dos años antes del actual genocidio.
Al igual que el JVP, una congregación judía llamada Tzedek, fundada en 2015, se había descrito inicialmente como «no sionista», pero más tarde se redefinió como «antisionista». El predominio de miembros jóvenes en estas organizaciones también indica un cambio generacional dentro del judaísmo estadounidense.
Los judíos estadounidenses que se oponen al genocidio del pueblo palestino por parte de Israel no están solos. Las organizaciones judías británicas también han participado activamente en las manifestaciones masivas que han tenido lugar en el Reino Unido desde octubre. Entre ellas se encuentran Jewish Voice for Labour y Jewish Network for Palestine, cuyos miembros también se han manifestado bajo pancartas como «No en nuestro nombre». El grupo judío británico Na’amod se ha opuesto activamente a la ocupación y el apartheid de Israel y también ha organizado manifestaciones y vigilias en apoyo de los palestinos.
En la Francia ultra-sionista, docenas de destacadas personalidades judías se han opuesto activamente al genocidio en curso, pidiendo un alto el fuego e incluso el fin de la ocupación de Cisjordania y Gaza. Esto apenas es una novedad en Francia. En 2018, la Unión Judía Francesa por la Paz exigió un boicot total a Israel a pesar de los esfuerzos en Francia para prohibir tales boicots. Como resultado, el grupo, que sigue activo en las marchas contra el genocidio, perdió la financiación estatal.
En Alemania, los activistas judíos, incluidos artistas, escritores y profesionales, y organizaciones como Judische Stimme han estado a la vanguardia de la oposición a la embestida de Israel y condenando la represión del Estado alemán contra los críticos de Israel y su chivo expiatorio de las comunidades musulmana y árabe de Alemania.
Mi querida amiga Evelyn Hecht-Galinsky, incansable activista judía alemana antisionista miembro de la coalición de grupos judíos contra la ocupación denominada Judíos Europeos por una Paz Justa, es sólo un ejemplo. El padre de Evelyn, Heinz Galinski, superviviente del Holocausto de Auschwitz, dirigió el Consejo Central de Judíos de Alemania Occidental de 1954 a 1962 y de nuevo desde 1988 hasta su muerte en 1992. Un cristiano alemán pro-Israel ha acusado a Evelyn de «antisemita» por su antisionismo.
Pero nada de esto es nuevo. Los judíos europeos y estadounidenses han estado a la vanguardia de la oposición al sionismo desde su nacimiento como movimiento colonial de colonos a finales del siglo XIX.

La primera oposición judía
En agosto de 1897, Theodor Herzl intentó convocar el Primer Congreso Sionista en Munich. Sin embargo, fueron las fuerzas combinadas de un gran número de rabinos ortodoxos y reformistas -que normalmente estaban de acuerdo en muy pocas cosas- las que le desalojaron a él y a su herética organización de Múnich. Se vio obligado a convocar la conferencia al otro lado de la frontera, en Basilea (Suiza), donde difamó a los rabinos antisionistas como «los rabinos de la protesta».
Seis semanas después de la fundación de la Organización Sionista, los judíos rusos formaron el Bund (la Unión General de Trabajadores Judíos de Lituania, Polonia y Rusia) y se opusieron vehementemente y ridiculizaron el sionismo. El Bund mantuvo esta postura hasta que sus miembros fueron borrados de la existencia durante la Segunda Guerra Mundial en las brasas de las cámaras de gas y los crematorios de la Alemania nazi. Todo ello al margen de los judíos comunistas de Europa del Este y de la Unión Soviética, que condenaban el sionismo sin paliativos.
Antes y después de que Lord Arthur Balfour, ministro de Asuntos Exteriores protestante evangélico británico, hiciera su infame declaración en noviembre de 1917, las principales personalidades y organizaciones judías británicas se opusieron resueltamente a sus planes.
El ex secretario de Estado para la India y único miembro judío del gabinete británico en aquel momento, Lord Edwin Montagu, declaró: «Toda mi vida he intentado salir del gueto. Ustedes quieren obligarme a volver allí».
Los líderes judíos británicos también protestaron contra lo que consideraban una política británica prosionista y antisemita. Entre ellos se encontraban Sir Philip Magnus, miembro del parlamento, y Claude G Montefiore, un notable judío británico y sobrino nieto de Sir Moses Montefiore. El joven Montefiore, fundador del «judaísmo liberal» británico, fue presidente de la Asociación Anglo-Judía y creó la «Liga de Judíos Británicos» antisionista en 1918.
Otros destacados judíos antisionistas que se opusieron a la Declaración Balfour fueron el periodista judío Lucien Wolf, otro presidente de la Anglo-Jewish Association, y Sir Leonard Lionel Cohen, banquero y jefe de la Jewish Colonisation Association.
La Junta de Diputados de los Judíos Británicos y la Asociación Anglo-Judía, las dos organizaciones judías británicas más importantes de la época, escribieron una carta publicada en The Times en la que afirmaban que «el establecimiento de una nacionalidad judía en Palestina basada en esta teoría de la falta de hogar de los judíos, debe tener el efecto en todo el mundo de sellar a los judíos como extranjeros en sus tierras nativas, y de socavar su posición duramente ganada como ciudadanos y nacionales de esas tierras».
En EE.UU., destacados judíos estadounidenses se levantaron en armas cuando el racista y anti-negro presidente Woodrow Wilson respaldó la Declaración Balfour. Ya en 1919, Julius Kahn, congresista judío de San Francisco, entregó a Wilson una declaración respaldada por 299 judíos, tanto rabinos como laicos. El documento, que denunciaba a los sionistas por intentar segregar a los judíos e invertir la tendencia histórica hacia la emancipación, se oponía a la creación de un Estado claramente judío en Palestina por ser contrario «a los principios de la democracia».
James N Rosenberg, del Comité Judío Estadounidense, denunció los planes sionistas de crear un Estado exclusivamente judío como antidemocráticos. En un artículo en el que rebatía los argumentos sionistas, se oponía a la anulación de los derechos de los no judíos como consecuencia del establecimiento de un Estado judío.
En 1944, Lessing J Rosenwald, presidente del Consejo Americano para el Judaísmo, declaró: «El concepto de un estado racial -el concepto hitleriano- es repugnante para el mundo civilizado, como atestigua la temible guerra global en la que estamos envueltos… Insto a que no hagamos nada que nos devuelva al camino del pasado. Proyectar en este momento la creación de un estado o mancomunidad judía es lanzar una innovación singular en los asuntos mundiales que bien podría tener consecuencias incalculables.»
Entre los judíos alemanes, el filósofo Hermann Cohen publicó en 1915 Deutschtum und Judentum, que se oponía al proyecto sionista, argumentando que los judíos no necesitaban una patria puesto que eran parte integrante de Europa.
Cuando se le pidió que firmara una petición de apoyo al asentamiento de judíos en Palestina, el judío austriaco Sigmund Freud se negó: «No puedo… No creo que Palestina pueda convertirse nunca en un Estado judío … Me habría parecido más sensato establecer una patria judía en una tierra con menos cargas históricas.» Ante el intento de los sionistas de transformar el Muro de las Lamentaciones en el lugar sagrado más importante para los judíos, cosa que nunca había sido antes de la colonización sionista, Freud añadió: «No puedo sentir simpatía alguna por la piedad mal dirigida que transforma un trozo de muro herodiano en una reliquia nacional, ofendiendo así los sentimientos de los nativos.»
En 1939, en el apogeo de la Gran Revuelta Palestina y del uso de escuadrones de la muerte sionistas para reprimir a los palestinos, Albert Einstein escribió: «No podría haber mayor calamidad que una discordia permanente entre nosotros y el pueblo árabe… Debemos esforzarnos por alcanzar un compromiso justo y duradero con el pueblo árabe… Recordemos que en tiempos pasados ningún pueblo vivió en mayor amistad con nosotros que los antepasados de estos árabes.»
Los judíos franceses también parecían inmunes al atractivo del sionismo. Herzl los había descrito en sus diarios de la siguiente manera despectiva y antisemita: «Eché un vistazo a los judíos de París y vi una semejanza familiar en sus rostros: narices atrevidas y deformes; ojos furtivos y astutos.» Herzl estaba horrorizado por el patriotismo de los judíos franceses, que les hacía aún más reacios al sionismo, algo que lamentaba y condenaba.
Incluso muchos judíos jasídicos no toleraban el sionismo. Aparte de la pequeña secta Naturei Karta, que se opone incondicional y militantemente al sionismo, hoy en día, la mayor comunidad jasídica de Estados Unidos, de unos 100.000 judíos, la Satmar, se opone al sionismo por principios religiosos y humanitarios.

Calumnias de «antisemitismo»
Al igual que los judíos antisionistas actuales, una minoría creciente en las comunidades judías, la mayoría de los judíos de Europa y Estados Unidos se opusieron al sionismo en sus inicios. Sin embargo, las revelaciones del Holocausto nazi acabarían llevando a muchos judíos a considerar el sionismo como un posible remedio contra el antisemitismo.
Los sionistas explotarían al máximo el Holocausto para hacer avanzar su causa. Los judíos que empezaron a hablar en contra de Israel después de la guerra de 1967 fueron tachados de «odio a sí mismos» por Israel y sus propagandistas, al igual que intelectuales judíos como Noam Chomsky e IF Stone. Las calumnias y los ataques sionistas contra los judíos que se oponen a Israel y a sus atrocidades persisten hoy en día.
De hecho, si la hija de supervivientes del Holocausto, como mi amiga Evelyn, pudo ser acusada de antisemitismo por un cristiano alemán en la Alemania fanáticamente pro-Israel, al New York Post le resultó igual de fácil alegar «antisemitismo» en relación con un altercado en la Universidad de Columbia entre un estudiante judío estadounidense antigenocidio y un estudiante israelí antipalestino. El estudiante judío estadounidense antigenocidio fue acusado de un delito de odio contra el estudiante israelí antipalestino que había servido en el ejército israelí.
Mientras tanto, otros dos estudiantes de Columbia que habían servido en el ejército israelí y atacaron con armas químicas a estudiantes antigenocidas, incluidos estudiantes judíos, en el campus, todavía no han sido acusados de nada parecido a delitos de odio. El «antisemitismo» no parece haber levantado su fea cabeza en este segundo caso.
Como argumenté en un artículo hace unos ocho meses, los partidarios de Israel también han tachado de «odio a sí mismos» a los profesores judíos que critican a Israel y están horrorizados de que haya «una cantidad aún mayor de judíos que se odian a sí mismos» entre los que apoyan el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones. Incluso rabinos sionistas críticos con las políticas israelíes han sido atacados por «odio a sí mismos», al igual que altos asesores judíos de la Casa Blanca que, a pesar de su ferviente apoyo a Israel, fueron atacados por pedir a Israel que «congelara» la construcción de asentamientos en los Territorios Ocupados.
Pero la marea ya ha cambiado, y las organizaciones sionistas estadounidenses ya han advertido del peligro.
Hoy en día, los judíos antisionistas están en todas partes y no se dejan intimidar por las tácticas sucias de Israel ni por las de sus partidarios en Estados Unidos, como el doxing, la difamación y la acusación de antisemitismo u odio a sí mismo. Estos activistas continúan el gran linaje judío antisionista que se remonta a finales del siglo XIX.
La principal diferencia es que, en la primera mitad del siglo XX, eran judíos estadounidenses y europeos establecidos, prominentes y de mayor edad, políticos, empresarios, intelectuales y rabinos los que se oponían al sionismo. En las dos últimas décadas, sin embargo, ha sido la generación más joven la que se opone decididamente a la colonia de colonos judíos. En eso no desentonan con el resto de la población estadounidense, más de un tercio de la cual cree que Israel está cometiendo un genocidio contra los palestinos, incluido el 49% de los estadounidenses del grupo de edad de 18 a 29 años.
Es posible que a los administradores universitarios que, en medio del genocidio del pueblo palestino por parte de Israel, fulminan sobre el aumento del antisemitismo en los campus de Estados Unidos no les importen estos judíos antisionistas más de lo que les importan los estudiantes de color.
Siguen reprimiendo sus voces prohibiendo sus principales organizaciones universitarias, JVP y Estudiantes por la Justicia en Palestina, como ha sucedido en mi propia Universidad de Columbia, quizá la universidad estadounidense más represiva de los opositores judíos y gentiles al genocidio (un logro nada desdeñable, ya que muchas otras universidades se disputan ese puesto).
Parece que la única voz judía que los administradores universitarios quieren oír, con el pretexto de «combatir el antisemitismo» en el campus, es la voz judía a favor de la guerra y el genocidio de los palestinos. Es una voz que pretenden que represente a todos los judíos, una postura que encarna el colmo del antisemitismo.
Pero si las protestas en curso son una indicación, los judíos antisionistas no pueden y no serán silenciados.
Joseph Massad es profesor de política árabe moderna e historia intelectual en la Universidad de Columbia, Nueva York. Es autor de numerosos libros y artículos académicos y periodísticos. Entre sus libros figuran Colonial Effects: The Making of National Identity in Jordan; Desiring Arabs; The Persistence of the Palestinian Question: Essays on Zionism and the Palestinians, y más recientemente Islam in Liberalism. Sus libros y artículos se han traducido a una docena de idiomas.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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