Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
INDICE
1. Transición ecológica en China, 3.
2. Corriente cálida.
3. El movimiento climático como movimiento antiausteridad.
4. El neoliberalismo contra la democracia.
5. Reconocimiento de Somalilandia.
6. Congreso extraordinario del Partido Comunista Sudafricano (observación de José Luis Martín Ramos).
7. Crisis en Corea del Sur.
8. Boletín del Tricontinental sobre Siria.
9. Resumen de la guerra en Asia occidental, 19 de diciembre.
1. Transición ecológica en China, 3
La tercera entrega de la serie de la revista Wenhua Zongheng
https://thetricontinental.org/
¿Un motor de cambio global? El auge de la industria china de vehículos de nueva energía y sus implicancias mundiales
Por Feng Kaidong y Chen Junting
Feng Kaidong (封凯栋) es profesor asociado en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Beijing. Sus principales intereses de investigación incluyen los sistemas nacionales de innovación en el contexto del desarrollo y la transformación, la capacidad del Estado en la política de innovación, la innovación industrial y la formulación de políticas en China, y las relaciones sociales de poder dentro de las empresas, incluyendo aspectos relacionados con la calificación de la mano de obra. Ha publicado cuatro libros y alrededor de 100 artículos en revistas académicas.
Desde 2016, China ocupa constantemente el primer lugar en el mundo en ventas anuales y propiedad de VNE. En 2023 el sector de los VNE de China experimentó un crecimiento explosivo, con una producción y ventas que alcanzaron las 9.587.000 y 9.495.000 unidades, respectivamente. Las ventas de VNE de China representaron el 66% del total mundial. Asimismo, en 2023, China superó a Japón y se convirtió en el mayor exportador de automóviles del mundo, un logro histórico estrechamente relacionado con la rápida expansión en el extranjero de su industria de VNE. Según datos de la Asociación China de Vehículos de Pasajeros (CPCA por su sigla en inglés), China exportó 1.730.000 VNE en 2023, lo que representa más del 30% del total de sus exportaciones de automóviles en ese año. Además, la calidad de las exportaciones de VNE de China ha ido mejorando constantemente, con un aumento de los precios de exportación y casi la mitad de las exportaciones destinadas a países europeos como Alemania, Francia, Reino Unido y Bélgica. Esto marca un cambio en la tradicional orientación de China hacia los países en desarrollo como principales mercados de exportación.
En contraposición, el gobierno de Estados Unidos anunció en febrero de 2024 una política para restringir la entrada de VNE chinos en el mercado estadounidense. La Alliance for American Manufacturing [Alianza para la manufactura estadounidense] (AAM por su sigla en inglés) ha exigido a la administración Biden que adopte medidas para impedir que los productos industriales y automotrices chinos entren, a través de inversiones en México, efectivamente en el mercado estadounidense. Casi en simultáneo, tras una década de investigación y desarrollo que costó miles de millones de dólares, Apple anunció que abandonaba su proyecto de VNE. Los países europeos y sus empresas automotrices, que en el pasado se lanzaron a una carrera de relaciones públicas para anunciar plazos de retirada progresiva de los vehículos de gasolina y encabezar la aplicación de aranceles sobre el carbono, han manifestado cambios en su postura. Por ejemplo, a fines de febrero de 2024, Mercedes-Benz anunció que retrasaba su objetivo de convertirse en una marca exclusiva de vehículos eléctricos para 2030 y que planeaba seguir produciendo vehículos con motor de combustión interna durante la próxima década. A la vista de estos acontecimientos, ¿cómo será el panorama internacional de los VNE y de la industria automotriz en el futuro próximo?
La industria automotriz tiene un importante efecto multiplicador sobre diversos sectores, lo que llevó al célebre especialista en gestión, Peter Drucker, a denominarla “la industria de las industrias”, a mediados del siglo XX. En 1990, tres profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts fueron más allá al calificar al automóvil como “la máquina que cambió el mundo” (Womack et al., 1990).
Hoy en día, pocos cuestionarían la relevancia de los VNE en la competencia internacional, ya que están destinados a convertirse en las nuevas máquinas que transformarán el mundo en el siglo XXI. En los próximos diez a veinte años, los VNE no sólo funcionarán como plataformas clave para tecnologías como chips semiconductores, computación en la nube, inteligencia artificial y comunicación por satélite, sino que también estarán estrechamente vinculados al desarrollo de sistemas de transporte, redes y ciudades inteligentes.
Impulsada por la ambición de liderar en tecnologías de vanguardia o por objetivos de estabilidad económica y seguridad laboral, ninguna nación desarrollada puede permitirse quedar al margen de la competencia en la industria de VNE. Esto sugiere que la rivalidad entre China y los países desarrollados occidentales en el ámbito de los VNE persistirá durante un periodo considerable, abarcando aspectos tecnológicos, productivos, de políticas, estratégicos y geopolíticos.
El auge y la expansión internacional de la industria china de los VNE no es una fuerza advenediza que “invade” el espacio ocupado por las potencias automotrices tradicionales, como algunos sugieren en las redes sociales chinas. Este fenómeno puede analizarse tanto desde una perspectiva local como global. A nivel nacional, el crecimiento de la industria china de VNE se ha beneficiado de la innovación desarrollada por la industria automotriz tradicional del país, un proceso largo y arduo de construcción de capacidades, más que el resultado de soluciones rápidas o atajos. En el ámbito internacional, desde que China comenzó a implementar estrategias económicas de “acceso al mercado a cambio de tecnología” en la década de 1980, las potencias automotrices tradicionales de los países desarrollados han integrado la fabricación y el mercado chino en sus planes globales. Esto les ha permitido obtener importantes beneficios durante las décadas siguientes gracias a su profunda implicación en el mercado chino. Por lo tanto, los automóviles chinos no son participantes nuevos e inesperados en el mercado mundial, ni han surgido al margen de los países desarrollados.
En los últimos veinte o treinta años, la industria automotriz china ha superado unas condiciones iniciales muy desfavorables a través de la innovación independiente, rompiendo los marcos establecidos por los países occidentales y aprovechando la oportunidad que ofrecen los VNE para alcanzar un crecimiento significativo, algo que las corporaciones multinacionales tradicionales nunca previeron en sus planes estratégicos.
A escala mundial, el auge de los VNE chinos no representa el primer desafío para las potencias automotrices tradicionales desde la Segunda Guerra Mundial. Si se considera el crecimiento de la industria automotriz china como el más reciente impacto de un nuevo actor en el panorama global, queda claro que los problemas fundamentales de las potencias automotrices tradicionales radican en sus propios sistemas internos. En consecuencia, la competencia y las disputas comerciales en torno a los VNE se intensificarán en el futuro cercano, lo que supondrá nuevos desafíos para China.
La “guerra mundial” en la industria automotriz tradicional
Por la especial importancia del automóvil en la economía industrial moderna, cada cambio histórico en el dominio y la ventaja competitiva dentro de la industria automotriz ha estado determinado por algo más que la competencia interna tecnológica y de producto. Estos cambios han ido acompañados de intensas guerras comerciales entre los principales países.
A principios del siglo XX, Estados Unidos fue el primer país en dominar la industria automotriz tras su nacimiento en el siglo XIX. Este dominio se realizó mediante la creación de sistemas de producción en cadena a gran escala. En 1950, Estados Unidos representaba un asombroso 80% de la producción mundial de automóviles (Rodrigue, 2024). A partir de la década de 1960, Alemania, Japón y Corea del Sur desafiaron sucesivamente a Estados Unidos en este terreno. El primer reto vino de la alemana Volkswagen con sus modelos de bajo precio. En 1970, el número de vehículos de pasajeros importados por EE. UU. desde Alemania representaba alrededor del 10% de las ventas de vehículos de pasajeros a nivel nacional. El desafío posterior, Japón, fue aún más formidable. En 1980, EE. UU. llegó a importar del país asiático 1.890.000 vehículos de pasajeros, lo que representó el 21% de sus ventas a nivel nacional. Ese mismo año, Japón encabezó por primera vez la lista mundial de producción de automóviles, con una fabricación de 11.040.000 vehículos. En la década de 1980, apareció otro nuevo “invasor”, la surcoreana Hyundai. En 1987 los automóviles surcoreanos representaban casi el 5% de la cuota de mercado estadounidense.
El ascenso de competidores de Alemania, Japón y Corea del Sur estuvo respaldado por nuevos conceptos de diseño, tecnologías de fabricación y métodos de organización de la producción, entre los que destaca el lean production system [sistema de producción optimizada] de Japón. Lideradas por Toyota, las empresas japonesas hicieron hincapié en los diseños compactos y de bajo consumo y otorgaron a los y las trabajadoras de primera línea el control de la cadena de producción para mejorar la eficiencia y la calidad de la fabricación. En cuanto a la colaboración entre las plantas de montaje y los proveedores de piezas, las compañías japonesas desarrollaron un sistema de producción Kanban, que garantiza el suministro en tiempo real reduciendo en gran medida la presión de los inventarios. Para el desarrollo de productos, Toyota incorporó a sus cooperativas proveedoras en los procesos de diseño y mejora desde el inicio, a diferencia de los proveedores estadounidenses, que sólo producían de acuerdo con los parámetros técnicos y las cantidades especificadas por los principales fabricantes.
Estos desafíos tuvieron un impacto significativo en Estados Unidos. En 1978, la industria automotriz estadounidense empleaba a más de un millón de trabajadores y trabajadoras, pero dos años más tarde el empleo descendió un 22% (Smil, 2015). Para contrarrestar estos desafíos, el gobierno estadounidense no sólo proporcionó importantes subvenciones y préstamos a nivel nacional, sino que también adoptó una serie de medidas de represalia a nivel internacional. En 1981, EE. UU. y Japón firmaron un acuerdo voluntario de restricción de las exportaciones, que limitaba el volumen anual de las exportaciones japonesas a EE. UU. a 1.680.000 vehículos durante los tres años siguientes, con un límite de 1.850.000 vehículos para 1984. Japón se adaptó rápidamente. Por un lado, las empresas japonesas mantuvieron sus márgenes de beneficio exportando productos más caros y, por otro, a partir de 1982, los fabricantes de automóviles japoneses establecieron fábricas en Estados Unidos y Canadá. En 1986, los ocho principales fabricantes de automóviles japoneses alcanzaron una capacidad de producción anual combinada de unos 2.400.000 vehículos en EE. UU., lo que representaba más del 20% de la producción anual de automóviles en ese país (Xia et al., 2002). Aunque entre 1988 y mediados de los años noventa los “Tres Grandes” fabricantes de automóviles estadounidenses invirtieron 125.000 millones de dólares en la renovación de sus fábricas y el desarrollo de nuevos productos, a la vez que cerraban fábricas antiguas y reducían personal y operaciones, su cuota de mercado nacional continuó disminuyendo, pasando del 72% en 1995 al 59% en 2005.2
En respuesta a la rápida expansión de la capacidad de producción japonesa en EE. UU., el gobierno estadounidense intensificó aún más sus restricciones. Por una parte, inició negociaciones con Japón selectivas por sectores y orientadas al mercado (MOSS por su sigla en inglés). En 1986, utilizando las MOSS, exigió a Japón que flexibilizara las restricciones impuestas a las empresas estadounidenses, automotrices y de autopartes, para entrar en el mercado japonés. Por otra parte, a medida que las empresas japonesas establecieron fábricas en EE. UU., se intensificaron las fricciones en el comercio de piezas de automóviles entre ambos países. En 1993, el gobierno estadounidense exigió al japonés compromisos específicos sobre la cantidad y la tasa de crecimiento de autopartes fabricadas en EE. UU. adquiridas por empresas japonesas. Al fracasar las negociaciones, Estados Unidos inició una investigación comercial contra Japón (“Super 301”) e impuso aranceles punitivos (Pei y Li, 2019). A medida que se intensificaron las fricciones comerciales, el yen japonés se revalorizó frente al dólar estadounidense. Tras el Acuerdo Plaza de 1985, los costos de producción en Japón aumentaron, y la ventaja competitiva de los fabricantes de automóviles japoneses en el mercado comenzó a disminuir gradualmente desde finales de la década de 1990.
Las guerras del sector automotor entre las décadas de 1960 y 1990 transformaron profundamente el panorama global de dicha industria. Tras ajustar sus estrategias, las empresas multinacionales desencadenaron una ola mundial de fusiones, adquisiciones y alianzas técnicas en el sector. Este cambio convirtió la competencia, anteriormente de carácter nacional o regional, en una contienda verdaderamente global. Las grandes compañías automotrices comenzaron a enfocarse en desarrollar plataformas de productos globales, lo que les permitió crear una gama diversa de modelos adaptados a las necesidades de distintos países, equilibrar las fluctuaciones de la demanda en diversas regiones y alcanzar economías de escala en el desarrollo de productos y la adquisición de autopartes. A partir de la década de 1990, los principales fabricantes de automóviles comenzaron a desprenderse de negocios no esenciales y aceleraron sus inversiones en plantas de producción en países en desarrollo, buscando aprovechar los menores costos laborales y explotar al máximo los mercados locales.
Con el final de las guerras del automóvil, la escala de la industria automotriz global alcanzó niveles sin precedentes: de 33.400.000 unidades en 1971, la producción creció a 58.950.000 unidades en el año 2000. Esta expansión, sin embargo, resultó en un grave exceso de capacidad, con un excedente global que llegó a 20.000.000 de unidades a principios del siglo XXI, equivalente a toda la capacidad de producción de los países de Europa Occidental (Holweg, 2008: 13-14).
Algunas marcas y empresas automotrices no sobrevivieron a estas guerras. Las marcas británicas enfrentaron la ola de adquisiciones más severa: Rolls-Royce, Bentley, Jaguar, Aston Martin, Lotus y Rover fueron adquiridas y algunas cambiaron de manos varias veces. Como consecuencia, el Reino Unido perdió a su gran fabricante de automóviles nacional capaz de producir a gran escala bajo control propio.
No obstante, los países desarrollados con industrias automotrices no perciben el desarrollo del sector únicamente desde una perspectiva de racionalidad económica, debido al fuerte impacto que tiene en el empleo. Cada planta de ensamblaje emplea en promedio a 5.000 personas y sostiene indirectamente unos 20.000 puestos de trabajo en la cadena de suministro de autopartes. A mediados del siglo XX, cuando la industria automotriz estadounidense prosperaba y Detroit era el epicentro del mundo automotor, una de cada seis personas en Estados Unidos estaba empleada directa o indirectamente por esta industria.3
Por ello, incluso frente a un grave exceso de capacidad, reducir la producción y despedir personal sigue siendo un desafío político. En 2022, la industria automotriz en Japón empleaba a 5.540.000 personas, representando el 8,2% del total de la fuerza laboral.4
En 2021, 12.900.000 de personas en la Unión Europea trabajaban en relación con el sector automotor, lo que suponía el 6,8% del empleo total. En 2022, en Estados Unidos, 7.390.000 personas trabajaban en la fabricación, venta y servicios posventa de automóviles, equivalentes al 5% del empleo total.5
Esta realidad convierte la competencia en la industria automotriz en algo más que una lucha por la cuota de mercado entre empresas. Es también una contienda político-económica entre naciones.
Las tradicionales “guerras mundiales” automotrices han dejado una serie de efectos secundarios que continúan moldeando la competencia en su industria en el siglo XXI. Esto se observa, en primer lugar, en los errores estratégicos de Japón respecto a las tecnologías de ahorro energético y VNE. Desde mediados de la década de 1990, Japón realizó grandes inversiones en tecnologías híbridas tradicionales y de hidrógeno para garantizar una ventaja tecnológica, obteniendo resultados significativos. Sin embargo, las principales empresas europeas y estadounidenses tardaron en seguir el ejemplo japonés, no sólo debido a predicciones estratégicas a nivel técnico, sino también como un movimiento táctico para resistir la ventaja competitiva de Japón.
Otro efecto inesperado ha sido el desarrollo de la industria automotriz china. Por un lado, los gigantes tradicionales del automóvil aprovecharon la política de “mercado a cambio de tecnología” del gobierno chino, integrando la industria y el mercado automotor de China en sus sistemas globales para obtener economías de escala, repartir costos u obtener ganancias por la venta de anteproyectos de productos y maquinaria de generaciones anteriores. Antes de que China ingresara en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, más de diez grandes empresas multinacionales ya habían establecido un número superior a veinte compañías conjuntas en el país. Después de 2001, todas las grandes automotrices multinacionales enfocadas en el mercado masivo utilizaron la política “mercado a cambio de tecnología” para entrar en China. Sin embargo, estas empresas conjuntas limitaron deliberadamente la innovación tecnológica de sus socios chinos, centrándose en la localización de la producción de modelos introducidos.
Por otro lado, estas “guerras mundiales” también generaron las condiciones para el surgimiento de empresas automotrices chinas innovadoras. Ante la sobreinversión generalizada y el estancamiento de las gigantes multinacionales, muchas compañías tecnológicas especializadas comenzaron a separarse de los fabricantes de vehículos completos, buscando mejores oportunidades de supervivencia en mercados externos. Algunas empresas de diseño e ingeniería, que anteriormente brindaban servicios a fabricantes convencionales, comenzaron a explorar los mercados emergentes. Firmas de diseño italianas de renombre como Pininfarina, Bertone e Italdesign desempeñaron un papel crucial en las primeras fases de desarrollo tecnológico de fabricantes chinos innovadores como Hafei, Chery, Geely y Great Wall. De manera similar, empresas de ingeniería como Lotus, Ricardo, AVL, FEV y Mitsubishi comenzaron a vender servicios técnicos y de ingeniería a los innovadores chinos.
Cuando en 2005 China orientó su política de desarrollo hacia la innovación “independiente”, las empresas automotrices que habían perdido terreno en las anteriores “guerras mundiales”, se convirtieron en objetivos de adquisición por parte de empresas chinas. Esta estrategia ayudó a las automotrices chinas, especialmente a las compañías estatales tradicionales, a acelerar la adquisición de tecnologías automotrices y acceder a mercados internacionales, aunque los resultados variaron considerablemente. Por ejemplo, la adquisición de la empresa surcoreana SsangYong por parte de SAIC no tuvo éxito, pero más tarde SAIC y Nanjing Automobile adquirieron activos de la británica Rover, que terminaron integrándose en la marca MG de SAIC. Por su parte, BAIC adquirió parte de los proyectos tecnológicos de Saab, mientras que el líder innovador chino Geely adquirió con éxito Volvo con apoyo estatal y, posteriormente, participaciones en las marcas Lotus y Smart.
Transformaciones y avances en la industria de vehículos de nueva energía
En el siglo XXI, se ha ido gestando gradualmente una nueva oleada de “guerras mundiales” automotrices en torno al campo de los VNE. Los esfuerzos por industrializar los VNE surgieron en los últimos años de las “guerras” del siglo pasado. Impulsados por la crisis del petróleo y la creciente demanda social de protección del medio ambiente y ahorro de combustible, los principales países industrializados comenzaron a desarrollar proyectos de VNE. A medida que la tecnología de las baterías ha avanzado y han surgido nuevas empresas como Tesla después de 2003, y que la preocupación por el medio ambiente ha ido adquiriendo mayor relevancia en la vida sociopolítica, los VNE son cada vez más la clara orientación del desarrollo futuro.
Aunque China se incorporó tarde al sector de los VNE en comparación con Japón y Estados Unidos, fue el primer país que trazó explícitamente una dirección para el desarrollo nacional estratégico de los VNE y logró avances fundamentales en las aplicaciones industriales a gran escala. Como parte del décimo Plan Quinquenal (2001-2005), China definió grandes proyectos para vehículos eléctricos en su programa nacional de investigación y desarrollo de alta tecnología, o “Programa 863” y estableció un marco de investigación específico de “tres verticales y tres horizontales”.6
En 2010, el Consejo de Estado de China designó los VNE como una de las siete industrias emergentes estratégicas y, en 2012, publicó el Plan de Desarrollo de la Industria de Vehículos de Ahorro de Energía y Nuevas Energías (2012-2020). Este definía claramente la estrategia para la tecnología de propulsión eléctrica pura. Si bien China lleva mucho tiempo poniéndose al día en el desarrollo de tecnologías clave fundamentales, una serie de factores le permitieron lograr avances significativos en la industrialización de los VNE, incluidos los avances en la seguridad de las baterías de potencia, la estructura de las baterías de potencia y las plataformas de chasis de vehículos eléctricos.
En primer lugar, el desarrollo de la industria automotriz tradicional de China sentó bases sólidas para su industria de VNE. A finales de 1990, el auge de compañías independientes e innovadoras, como Chery y Geely, estimuló una intensa competencia en la industria automotriz nacional en términos de escala e innovación de productos. En 2009, China se convirtió en el mayor productor y vendedor de automóviles del mundo, con una producción y ventas cercanas a las 13.800.000 y 13.650.000 unidades, respectivamente. Este proceso no sólo dio origen directamente a varias empresas nacionales importantes en el campo de los VNE, sino que también sentó bases sólidas para establecer una robusta cadena industrial en el sector automotor chino. Por otra parte, antes de 2012, debido a la perdurable reputación e influencia cultural de las marcas extranjeras en el mercado tradicional de vehículos de combustible, las marcas independientes chinas tuvieron dificultades para sacudirse la imagen de fabricantes de “pequeños automóviles baratos”. Numerosos intentos de entrar en los segmentos de automóviles de mayor tamaño de la clase B y de los premium más costosos, no tuvieron éxito. Este reto de posicionamiento impulsó a las empresas automotrices chinas que desarrollaban una innovación independiente a tener una mayor determinación de transformación cuando se enfrentaron a nuevas oportunidades industriales, en la transición del combustible tradicional a los vehículos eléctricos.
En segundo lugar, el gobierno chino ha implementado de manera sistemática políticas destinadas a promover el desarrollo de industrias estratégicas emergentes. Desde 2009, se han lanzado iniciativas como el proyecto de demostración y promoción de VNE “Diez ciudades, mil vehículos” y otros programas piloto. A pesar de algunos contratiempos iniciales, el objetivo de poner en funcionamiento 500.000 VNE se alcanzó en 2015. Más importante aún, durante este periodo, gracias al fuerte respaldo del gobierno central y la participación activa de los gobiernos locales, la cadena de suministro nacional de VNE comenzó a consolidarse gradualmente.
Entre 2010 y 2020, el gobierno central destinó más de 150 millones de renminbi (RMB) en subvenciones para la compra de VNE (conocidas como “subvenciones nacionales”), atrayendo a participantes de la industria en sus primeras etapas de desarrollo. La mayoría de los actuales proveedores nacionales de piezas en el sector de los VNE surgieron durante este periodo. A partir de finales de 2015, numerosas zonas de prueba y demostración para vehículos inteligentes conectados (VIC) comenzaron a establecerse en todo el país. Los gobiernos locales de Shanghái, Chongqing, Beijing, Zhejiang, Changchun, Wuhan y Wuxi colaboraron activamente con el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información de China (MIIT) para promover pruebas y verificaciones en carreteras semicerradas y abiertas. Hacia finales de 2020, se implementó gradualmente la construcción de ciudades piloto para la “Inteligencia Dual” (transporte inteligente y ciudades inteligentes). En noviembre de 2023, el MIIT anunció la apertura de pruebas en carretera para la conducción autónoma de nivel 3 y 4, marcando un hito para la industria china de los VIC al entrar oficialmente en la fase de producción y aplicación masiva.7
En tercer lugar, las reformas continuas del gobierno chino han movilizado las fuerzas del mercado, especialmente a partir de 2015, cuando una serie de ajustes institucionales permitió el ingreso de nuevos actores en la industria automotriz. Por un lado, un plan claro para la eliminación progresiva de subvenciones y la política de “doble crédito” obligaron a las empresas a centrarse más en la investigación, el desarrollo tecnológico y a mejorar la escala y calidad de la fabricación para ganar una mayor cuota de mercado.8
Al mismo tiempo, el gobierno continuó aplicando políticas favorables, como reducciones y exenciones de impuestos de compra, junto con incentivos para la construcción de infraestructura.
Por otro lado, la entrada de Tesla en el mercado chino generó un “efecto siluro”, estimulando la innovación y las mejoras entre los competidores “más débiles”. También fomentó la entrada de capital proveniente de internet y de industrias de alta tecnología en el sector. Además, el gobierno adoptó una actitud relativamente flexible hacia los nuevos actores del sector automotor, permitiendo medidas como la fabricación por contrato y certificaciones más accesibles. Estos nuevos participantes aportaron ideas y tecnologías innovadoras, y la integración de internet y la inteligencia artificial impulsó un rápido desarrollo en áreas como cabinas de mando inteligentes y conducción autónoma. Las nuevas empresas también introdujeron modelos de negocio disruptivos, captando cambios en la demanda del mercado y priorizando actualizaciones tecnológicas continuas para ampliar la cadena de valor para los usuarios. Este cambio transformó los modelos de negocio tradicionales de “fabricación” hacia un enfoque de “fabricación y servicios”, donde gran parte del valor proviene de servicios y actualizaciones posteriores a la entrega, creando una nueva dinámica para la industria china de VNE.
Estos factores han permitido a China alcanzar la industrialización a gran escala en las industrias de VNE y baterías eléctricas antes que otros países. En 2015, el índice de penetración del mercado de VNE en China apenas superaba el 1%. En 2022, alcanzó el 25,6%, logrando el objetivo del 20% fijado para 2025 tres años antes de lo previsto. Además, China ha producido fabricantes de VNE competitivos a nivel mundial. Por ejemplo, en 2022, BYD superó a Tesla como el mayor vendedor de VNE del mundo y en 2023 se posicionó entre los diez primeros en ventas globales de automóviles con un volumen anual de 3.020.000 unidades. Más relevante aún, China ha establecido un sistema industrial de VNE autosuficiente, con una cadena de suministro controlada internamente y sin puntos de estrangulamiento críticos sujetos a limitaciones extranjeras.
Finalmente, la promoción de los VNE ha llevado a su penetración en mercados de ciudades de tercer y cuarto nivel y en zonas rurales del país. Según datos de la Asociación China de Fabricantes de Automóviles, desde que el gobierno comenzó a promover los VNE en áreas rurales en julio de 2020, las ventas de estos modelos alcanzaron los 4.120.000 unidades a finales de 2022. Esto demuestra que, incluso después de la eliminación gradual de los subsidios y su cancelación completa en 2023, el mercado general continúa creciendo rápidamente.9
Se puede afirmar que los mecanismos de mercado han asumido el liderazgo, convirtiéndose en el motor principal de la industria china de VNE.
El auge de la industria china de VNE rompió un prolongado estancamiento en el que las marcas nacionales no podían superar una cuota de mercado del 45% en el sector automotor del país. Diversos datos indican que en 2023, las marcas nacionales alcanzaron, aproximadamente, el 55% del mercado. Desde 2020, no sólo la cuota de mercado de ventas de marcas alemanas, japonesas y surcoreanas mostró una tendencia significativa a la baja en China, sino que también sus cifras absolutas de ventas disminuyeron.
Durante este periodo, con los avances en tecnologías clave de los VNE, varios países formularon estrategias nacionales para la transición hacia vehículos eléctricos. En 2018, el Departamento de Transporte del Reino Unido publicó su estrategia Road to Zero [Camino a cero], que estableció un cronograma escalonado para la electrificación total de vehículos, proponiendo poner fin a la venta de vehículos de combustible tradicional para 2040. En 2021, Japón lanzó su “Estrategia de crecimiento verde”, fijando como objetivo que todas las ventas de coches nuevos sean de vehículos eléctricos para 2035. Ese mismo año, la Unión Europea (UE) propuso cambios en sus normativas de emisiones de CO2 para vehículos ligeros, exigiendo que todos los nuevos modelos sean de cero emisiones para 2035. Finalmente, Estados Unidos declaró en 2021 que los VNE deberían representar el 50% de las ventas de coches nuevos para 2030.
Sin embargo, estas declaraciones ambiciosas contrastan con los desafíos que enfrentan las compañías automotrices tradicionales de Europa, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur. Existen diversas razones que originan estas dificultades: en primer lugar, estos países enfrentan la resistencia de importantes grupos de interés vinculados a la industria petroquímica. Además, los conflictos entre empresas multinacionales y grupos laborales han dificultado esta transición. Por ejemplo, en septiembre de 2023, los United Auto Workers [Trabajadores del automóvil unidos] de Estados Unidos iniciaron una huelga simultánea contra los tres gigantes automotrices por primera vez en la historia, reflejando preocupaciones relacionadas con la transición energética y la demanda de una “transición justa” que no sea dictada únicamente por las empresas.
En segundo lugar, los gigantes tradicionales del automóvil enfrentan dificultades para transformar sus estrategias y planificación. La arquitectura técnica de los automóviles tradicionales está centrada en los sistemas mecánicos de potencia, mientras que los diseños de los VNE se enfocan en baterías, software, sensores e informática avanzada. Este cambio se refleja de manera prominente en las diferencias entre los sistemas electrónicos de los vehículos tradicionales y los de nueva energía. En los automóviles tradicionales, los sistemas electrónicos sirven para complementar las funciones mecánicas y eléctricas, mientras que, en los VNE, además de incorporar chips de control mecánico tradicionales, se incluyen chips relacionados con cabinas de mando inteligentes y conducción autónoma. Estos chips inteligentes necesitan comunicarse en tiempo real con varios sistemas de control, formando una red neuronal que domina todo el sistema del vehículo.
En términos de hardware, el número de chips en los VNE está aumentando, incluyendo chips computacionales de consumo que antes no existían. Conceptualmente, este sistema electrónico redefine la lógica fundamental del diseño, fabricación y control de los VNE. Actualmente, está evolucionando de un control distribuido hacia un control de dominio y en el futuro podría transformarse en un sistema de control centralizado gestionado por unos pocos chips, mejorando la eficiencia de la comunicación y reduciendo costos. Esta arquitectura proporciona capacidad de expansión y actualización, lo que permite a los vehículos inteligentes adaptarse a los diferentes hábitos de los usuarios y actualizar sus funciones a medida que avanza la tecnología del software. Este cambio plantea un desafío significativo para los enfoques tradicionales de diseño y desarrollo.
En tercer lugar, las dificultades de transformación de las empresas tradicionales también se reflejan en la dependencia de trayectorias organizacionales dentro y entre empresas. En el transcurso de su compromiso a largo plazo con la industria automotriz, estas compañías han establecido acuerdos institucionales que estructuran la colaboración interna y externa. Ante retos tecnológicos que exigen transformaciones, los departamentos internos pueden enfrentar conflictos sobre poder de decisión estratégica y prioridades en la asignación de recursos, lo que dificulta ajustes rápidos en las estructuras organizativas y avances fluidos en el desarrollo e industrialización de tecnologías emergentes. En ocasiones, multinacionales han desarrollado productos prometedores cuyo éxito ha quedado enterrado debido a luchas internas en tiempos de crisis.
Para estas grandes empresas multinacionales, transferir una parte considerable del desarrollo de VNE a China puede ser necesario. Tradicionalmente, estas multinacionales han desarrollado nuevos productos en sus sedes principales para luego adaptarlos a otros mercados, con ajustes específicos. Sin embargo, China se ha consolidado como un mercado líder en la industria de los VNE, lo que requiere un conocimiento profundo de sus avances tecnológicos y de las demandas cambiantes de los consumidores. Además, operar en China les permite sortear barreras burocráticas que enfrentan en sus sedes. Más importante aún, la revolución automotriz impulsada por los VNE no ocurre de manera aislada, sino en paralelo con las revoluciones de la energía, el transporte y la tecnología de la información. Los VNE integran una amplia gama de tecnologías de diversos sectores, como la informática, redes, inteligencia artificial, macrodatos, computación en la nube, nuevos materiales, electrónica de potencia y manufactura avanzada, convirtiéndose en plataformas para la innovación y la integración industrial.
Por ejemplo, los VNE deben integrarse con tecnologías de la información para lograr la interconexión entre vehículos, ciudades, carreteras e instalaciones de recarga. Esto requiere que los desarrolladores participen en ecosistemas de innovación que incluyan tecnologías de punta como 5G, inteligencia artificial, macrodatos, redes inteligentes y ciudades conectadas. Sin embargo, estos ecosistemas están floreciendo principalmente en China y algunos otros países, lo que complica el desarrollo de productos y tecnologías para los gigantes multinacionales con base en mercados tradicionales.
La dinámica de “auge en Oriente y declive en Occidente” que predomina en la industria de los VNE refleja un cambio profundo respecto al patrón tradicional de desarrollo industrial. En 2021, China representó más del 30% de la producción automotriz mundial, mientras que Japón y Estados Unidos apenas alcanzaron el 10% cada uno. En el mercado chino, las marcas locales de VNE han superado a las multinacionales en reconocimiento entre los consumidores, rompiendo una barrera histórica en el mercado de vehículos de combustible. Esto ha obligado a las multinacionales a reducir repetidamente los precios de sus VNE, que en algunos casos son incluso más baratos que los vehículos de combustible tradicionales. Tras las destacadas exhibiciones de las empresas chinas en los salones del automóvil de Shanghái y Múnich en 2023, los gigantes multinacionales comenzaron a invertir en empresas chinas de VNE o a colaborar con ellas, como la inversión de Volkswagen en XPeng, la de Stellantis en Leapmotor y la cooperación de Audi con SAIC, con la esperanza de acelerar su transformación y aprovechar la tecnología y arquitectura de producto desarrollada por las empresas chinas.
Un conflicto en desarrollo: la “nueva guerra mundial” de la industria automotriz
Reflexionando sobre las guerras automotrices que sucedieron entre los años noventa y sesenta del siglo XX, se puede prever con casi total certeza que los VNE se convertirán en el núcleo de una intensa competencia entre los principales países industriales en esta nueva era. La pandemia de COVID-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania han agravado las dificultades económicas de Europa, lo que ha llevado a las naciones occidentales a implementar políticas económicas proteccionistas para apoyar sus industrias nacionales de VNE.
En agosto de 2022, Estados Unidos aprobó la Ley de Reducción de la Inflación, con una inversión de 369 millones de dólares para incentivar el desarrollo de industrias relacionadas con nuevas energías. Esta ley incluye subvenciones exclusivas y cláusulas de protección para las industrias estadounidenses de VNE y componentes clave. Según la ley, los consumidores pueden recibir desgravaciones fiscales de hasta 7.500 dólares por la compra de vehículos eléctricos nuevos, siempre que sean ensamblados en Estados Unidos y una proporción de los materiales de las baterías provenga de empresas estadounidenses.10
Esta medida forma parte de los esfuerzos estadounidenses por atraer a empresas automotrices y de autopartes clave de Europa, Japón y Corea del Sur para que inviertan e instalen fábricas en Estados Unidos. En diciembre de 2023, el gobierno estadounidense propuso nuevas normativas a los créditos fiscales para vehículos eléctricos, restringiendo directamente a los fabricantes estadounidenses la posibilidad de abastecerse de materiales para baterías procedentes de China u otros competidores. Además, la Ley de Autorización de Defensa Nacional para el Año Fiscal 2024, aprobada a finales de 2023, prohíbe al Departamento de Defensa de Estados Unidos comprar baterías a empresas chinas como CATL y BYD a partir de octubre de 2027. En febrero de 2024 la Casa Blanca publicó una declaración que identifica los “riesgos de seguridad nacional en la industria automotriz estadounidense”, en la que el presidente Biden daba instrucciones explícitas al Departamento de Comercio de Estados Unidos para que investigara y tomara medidas para “responder al riesgo” que suponen los vehículos conectados que utilizan tecnologías vinculadas a China.
Estas políticas no sólo afectan a las exportaciones chinas, también agravan las tensiones con Europa. Como potencias tradicionales de la industria automotriz, Francia y Alemania emitieron conjuntamente una declaración en noviembre de 2022 para contrarrestar enérgicamente los desafíos planteados por la Ley de Reducción de la Inflación, en la que Francia incluso proponía una “ley de compra europea”. En febrero de 2023, la Comisión Europea propuso el Green Deal Industrial Plan [Plan industrial del pacto verde] y, en marzo, la UE divulgó sucesivamente los borradores de la Ley sobre la industria de cero emisiones netas y la Ley Europea de Materias Primas Fundamentales como pilares clave del plan. La primera pretende estimular la inversión en industrias verdes simplificando los marcos normativos y mejorando el entorno de inversión e incluye la tecnología de las baterías entre las ocho tecnologías estratégicas de balance neto cero. La segunda exige que un determinado porcentaje de materias primas estratégicas se extraiga y procese localmente para reforzar la seguridad de las cadenas de suministro de materias primas clave y productos de tecnología limpia.
Estas dos leyes entraron en vigor en mayo y junio de 2024, respectivamente. En la UE, 21 estados miembros ofrecen subvenciones directas a los consumidores que adquieran vehículos eléctricos nuevos. La nueva política industrial francesa endurece el alcance de las subvenciones al vincularlas a la huella de carbono, lo que impone requisitos sobre las emisiones de carbono durante la producción. En mayo de 2023, el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, declaró que el 40% de las subvenciones francesas a los vehículos eléctricos iban a parar a empresas automotrices asiáticas y que la nueva política pretendía esencialmente reservar las subvenciones a las compañías fabricantes nacionales europeas. En diciembre de 2023, el gobierno francés anunció los modelos de VNE subvencionables con hasta 7.000 euros, excluyendo los modelos producidos en China (An, 2023).
La UE también adoptó medidas específicas para componentes clave de baterías eléctricas. En agosto de 2023, el Reglamento sobre Pilas y Baterías Usadas entró oficialmente en vigor. Este reglamento impone tres requisitos obligatorios para las pilas producidas localmente e importadas en la UE. En primer lugar, debe facilitarse un pasaporte de pilas con información detallada sobre el origen de los minerales de la pila, el contenido de metales raros, el número de ciclos de la pila, etcétera. En segundo lugar, las empresas fabricantes de pilas están obligadas a reciclar las usadas y a utilizar una determinada proporción de materiales reciclados en la producción de pilas nuevas. En tercer lugar, debe facilitarse la huella de carbono de todo el ciclo de vida de la pila. Esta medida pretende frenar el impulso positivo de las exportaciones de la industria china de baterías de litio a la UE y busca ganar tiempo para el desarrollo de la industria nacional europea de baterías. Esta situación es similar a la guerra automotriz entre Estados Unidos y Japón, que se extendió gradualmente desde el sector automotor a las autopartes clave a finales de los años noventa del siglo XX.
Frente al rápido aumento de las exportaciones chinas de vehículos eléctricos a Europa, la UE adoptó incluso políticas proteccionistas más directas. Según datos de la Asociación China de Vehículos de Pasajeros, el número de vehículos eléctricos puros (también conocidos como VE) exportados de China a Europa alcanzó las 338.000 unidades en 2022, lo que supone un aumento interanual del 94%. En los primeros ocho meses de 2023 el número de vehículos eléctricos puros exportados a Europa alcanzó la escala de todo el año 2022. A principios de octubre de 2023, la Comisión Europea inició una investigación antisubvenciones sobre los vehículos eléctricos puros procedentes de China, elevando el nivel de restricción de las exportaciones de vehículos eléctricos chinos a nuevas dimensiones. La base jurídica de la investigación antisubvenciones se fundamenta en el Reglamento sobre subvenciones extranjeras, aprobado por la Unión Europea en noviembre de 2022. Este reglamento establece una definición amplia de las “subvenciones públicas extranjeras”, incluyendo elementos como préstamos preferenciales, reducciones fiscales y la provisión de terrenos o energía a bajo costo. Además, se consideran como apoyo financiero extranjero otras transacciones comerciales habituales, tales como la obtención de préstamos de bancos públicos de desarrollo o bancos comerciales estatales, los canjes de deuda por capital, la reestructuración de deuda, las inversiones de capital provenientes de fondos gubernamentales y los contratos de adquisición pública por parte de gobiernos. También se reconoce a las empresas estatales que reciben inyecciones de capital gubernamental como receptoras de subvenciones. Cabe destacar que, en muchos casos, los precios de los automóviles de fabricación nacional exportados desde China hacia Europa suelen superar los precios aplicados en el mercado interno.
Además de proporcionar un marco jurídico para las investigaciones antisubvenciones, el reglamento introduce dos herramientas adicionales para la revisión de inversiones, las cuales tienen un impacto significativo en las actividades de las compañías chinas en Europa. Desde octubre de 2023, las empresas involucradas en fusiones, adquisiciones o contrataciones públicas dentro de la UE están obligadas a notificar previamente a la Comisión Europea si han recibido subvenciones extranjeras, cumpliendo con los umbrales de notificación establecidos en los últimos tres años. En caso de infracción, las sanciones pueden alcanzar hasta el 10% del total de los ingresos anuales generados por la entidad en el ejercicio fiscal anterior. Esta normativa incrementará notablemente los costos asociados a las transacciones, prolongará los periodos de preparación y añadirá incertidumbre a las operaciones de las empresas chinas en el mercado europeo. Según analistas del sector, la estrategia de adquirir capacidades excedentes en fábricas locales o de fusionarse con empresas en dificultades enfrentará mayores obstáculos en el futuro.
El camino a seguir: “¿Estamos ante una nueva globalización?”
Frente a la intensa competencia mundial, una teoría optimista de una “victoria rápida” de la industria china de VNE es poco realista. Las crecientes tendencias proteccionistas entre los principales países industrializados prolongarán el proceso de competencia en los principales mercados europeos y estadounidenses, concediendo así más tiempo a las gigantes multinacionales occidentales para avanzar en la transición energética en la industria automotriz. Bajo la influencia de las políticas proteccionistas, EE. UU. y los países europeos presionarán para que aumenten las inversiones directas de empresas productoras de vehículos y autopartes en sus mercados locales, provenientes de China o Asia Oriental. Al mismo tiempo, las empresas multinacionales se mostrarán más activas a la hora de intentar adquirir activos tecnológicos de VNE de China, mediante inversiones y fusiones, para acelerar sus propias transiciones. Las capacidades de producción, la influencia de la marca y los canales de mercado que estas multinacionales han establecido en todo el mundo a lo largo de su dilatada historia de desarrollo, también serán recursos valiosos en sus procesos de transición.
Si reflexionamos sobre la anterior “guerra mundial” de la industria automotriz, vemos que, por una parte, las empresas japonesas y surcoreanas irrumpieron en los principales mercados de los países desarrollados confiando en la calidad de sus productos, su nivel tecnológico y sus nuevos modelos, a pesar de la consolidada cuota del mercado que ostentaban los grandes fabricantes tradicionales de automóviles. Esto a su vez, fomentó la idea de mejora continua de sus tecnologías y productos. Por otro lado, las empresas japonesas y surcoreanas también lograron un rápido crecimiento de las ventas mundiales explorando nuevos mercados, gracias a la excelente calidad de sus productos y al reconocimiento que recibieron en los principales mercados. Según los datos de exportación de la Asociación de Fabricantes de Automóviles de Japón, entre 1975 y 2023, además de obtener reconocimiento en los mercados principales de Europa y América del Norte, las exportaciones de automóviles de Japón a otros países y regiones representaron alrededor del 38% de la cuota promedio de los mercados de ultramar, alcanzando el 48% en 2022.
En la actualidad, las empresas chinas de VNE también exploran activamente mercados emergentes anteriormente subdesarrollados, con regiones como el sur de Asia, el sudeste asiático y Medio Oriente convirtiéndose en puntos de crecimiento para las exportaciones chinas de VNE. En 2022, China exportó casi 80.000 VNE a Tailandia, lo que representa el 7% de las exportaciones totales de VNE, y a países como Filipinas, India y Bangladesh, más de 50.000 unidades a cada uno. En 2022, las exportaciones de VNE de China a Israel y los Emiratos Árabes Unidos crecieron rápidamente de menos de 10.000 unidades en 2021 a casi 40.000 unidades y el número de exportaciones a Uzbekistán, Jordania y Turquía superó por primera vez las 10.000 unidades. Adicionalmente, en 2023, las exportaciones chinas de VNE también obtuvieron buenos resultados en países como Australia, Nueva Zelanda y Brasil. En 2020, según datos de la International Organization of Motor Vehicle Manufacturers [Organización Internacional de Constructores de Automóviles], EE. UU. tenía 860 automóviles por cada 1.000 habitantes, Europa unos 518 y China solamente 223. Además, algunos países del sur y el sudeste asiático aún no habían alcanzado los 100 coches por cada 1.000 habitantes, siendo países y regiones con una gran población y un gran potencial de aumento de la propiedad de automóviles per cápita, pero que carecen de capacidad nacional de fabricación de VNE.11
Países como Tailandia, Indonesia y Vietnam han puesto en marcha incentivos fiscales, subsidios a la compra y reducciones y exenciones de impuestos al consumo para las importaciones de VNE, así como subsidios a la inversión extranjera. Esto supone una gran oportunidad para que los productos, las tecnologías y las cadenas industriales chinas se extiendan al extranjero.
Sin embargo, los mercados en desarrollo del Sur Global también presentan nuevos retos para la industria automotriz china, como las normativas obligatorias del sector de los VNE en ámbitos como la infraestructura, la protección del medio ambiente y la seguridad. Por ejemplo, China no se ha adherido al Acuerdo de 1958, lo que implica que las exportaciones chinas de VNE deben someterse a procedimientos de prueba y certificación independientes en los mercados extranjeros, lo cual plantea ciertos riesgos y aumenta los costos de exportación.12
Actualmente, China está desarrollando una alianza de pruebas y certificación con algunos gobiernos de países en desarrollo, en el proceso de exportación de VNE. En el futuro, coexistirán oportunidades y retos en la promoción de productos relacionados y estándares de pruebas en el extranjero.
Más importante aún, para promover con éxito la internacionalización de los VNE chinos, el país debe explorar una “nueva globalización”. Lógicamente, el modelo tradicional de globalización configurado por las corporaciones multinacionales tiene limitaciones inherentes en la creación y distribución de valor. Estas han construido una estructura piramidal a escala mundial donde, en la cúspide, los países occidentales poseen tecnologías básicas, exportan gestión, capital y algunos equipos de producción y dominan la cadena de valor para cosechar altos ingresos. En la base, los países en desarrollo proporcionan principalmente recursos y mano de obra baratos, obteniendo ganancias comparativamente insignificantes, al tiempo que soportan los costos medioambientales. El defecto inherente a este modelo es que la mano de obra barata que obtiene ingresos mínimos no puede convertirse en consumidora de los complejos productos tecnológicos que fabrica. La clase trabajadora de los países en desarrollo, que constituye la mayoría de la población, pueden consumir ropa, calzado y artículos de primera necesidad producidos por este sistema mundial pero, por lo general, no pueden adquirir tecnologías o productos complejos como los vehículos eléctricos de nueva generación, sistemas de redes inteligentes o servicios de computación basados en la nube. De hecho, durante los modelos de desarrollo “tres más uno” (procesamiento de exportaciones con materiales, muestras o componentes suministrados, más comercio de compensación) o “mercado a cambio de tecnología” de la década de 1990, la mayor parte de la población china no podía permitirse los productos complejos fabricados localmente.
Las expectativas realistas de la competencia internacional y el tamaño de la población china son dos factores que determinan que China deba embarcarse en una “nueva globalización”. En primer lugar, los países desarrollados conservan ventajas en cuanto a capacidades científicas y tecnológicas y acumulación de capital, lo que los convierte en competidores muy fuertes. China no puede depender únicamente de los VNE para sustituir por completo su cuota en la industria automotriz mundial. Suponer un mundo en el que China sustituya por completo a los países del G7 es poco realista. En segundo lugar, la población de China es casi el doble de la del G7, lo que significa que China no puede conducir a la gran mayoría de su población a niveles de renta media a media-alta y alta simplemente replicando la lógica de globalización existente o esperando sustituir la cuota del mercado de los países desarrollados. Esto implica que los profesionales industriales chinos deben promover sustancialmente el proceso de industrialización de los países del Sur Global, transformando a la clase trabajadora emergente de esos países en consumidores de productos industriales complejos mediante la exportación de capacidad VNE y el desarrollo de infraestructuras. Al mismo tiempo, China necesita promover enérgicamente la circulación interna basada en la innovación, constituyendo una fuerza local en las agendas de innovación de productos y desarrollo de tecnologías de punta. Debe asegurar que las actividades de innovación centradas en las agendas tecnológicas nacionales y las demandas del mercado impliquen un alcance internacional más amplio, incorporando las actividades de industrialización de los países del Sur Global a las cadenas de valor relacionadas con China para consolidar la ventaja competitiva de China en la exportación de tecnología, industria y estándares.
Es importante destacar que el proceso de industrialización de los países del Sur Global no está determinado únicamente por China u otras naciones desarrolladas. A medida que el ascenso de China rompe gradualmente el control del sistema liderado por Estados Unidos sobre China, también elimina la posibilidad de reproducir dicho sistema. Los “grandes cambios nunca vistos en un siglo” que está experimentando el mundo no sólo alteran la relación entre China y el sistema mundial, también impulsan la aparición de la autonomía económica en algunos países en desarrollo. En el contexto de la industria de los VNE, existe actualmente una separación entre el suministro de materias primas y la producción de metales críticos como el litio, el níquel y el cobalto a escala mundial. Algunos países ricos en minerales, que poseen recursos metálicos clave, afianzan cada vez más su autonomía. Tratan de aprovechar sus posiciones para obtener mayores beneficios y han comenzado a formar organizaciones del tipo “OPEP para los metales” en campos relevantes. Esta realidad exige que China contemple la relación entre su desarrollo y el Sur Global con una perspectiva a largo plazo. La cooperación económica lograda a través de una colaboración industrial compleja, en igualdad de condiciones externas, es más sólida que las relaciones construidas únicamente sobre el comercio de bienes o la cooperación industrial simple. Por lo tanto, garantizar el funcionamiento global seguro y eficiente de la industria de VNE de China y de otros sectores industriales, promoviendo al mismo tiempo el proceso de industrialización en más países del Sur Global, generando condiciones para que existan consumidores con poder adquisitivo para productos e industrias tecnológicas complejas, no sólo es un tema importante en términos de competitividad industrial de China a largo plazo. También es una cuestión central relativa a la construcción de una comunidad global con un futuro compartido para la humanidad.
Referencias bibliográficas
An, Li. 中国产电动汽车失去法国补贴资格 [“Los vehículos eléctricos fabricados en China pierden la elegibilidad para las subvenciones en Francia”]. Caixin Online, 15 de diciembre de 2023.
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Miao, W. 换道赛车:新能源汽车的中国道路 [“Cambiar de carril para competir: el camino de China hacia los vehículos de nueva energía”]. Posts & Telecom Press, 2024.
Pei, G. y Li, X. 日美贸易摩擦与日本结构改革 [“Las fricciones comerciales entre Japón y Estados Unidos y la reforma estructural de Japón”]. 日本问题研究 [Estudios sobre Japón], n° 3, 2019.
Rodrigue, J. P. The Geography of Transport Systems, 6th. Routledge, 2024.
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Sturgeon, Timothy y Florida, R. Globalization and Jobs in the Automotive Industry, MIT Industrial Performance Center Working Paper Series, MIT-IPC-00-012. Cambridge, MA: Massachusetts Institute of Technology, 2000.
Womack, J. P., Jones, D. T. y Roos, D. The Machine That Changed the World. Rawson Associates, 1990.
Xia, D., Shi, D., y Zhang, L. 汽车工业:技术进步与产业组织 [“La industria automotriz: progreso tecnológico y organización industrial”]. Journal of Shanghai University of Finance and Economics, 2022.
Notas
1 Este documento es un resultado preliminar del proyecto “Investigación sobre la optimización del entorno de innovación para apoyar la mejora de la eficiencia de la innovación en la industria de los vehículos de nueva energía”, encomendado por la Academia Nacional de Estrategia de Innovación de la Asociación China de Ciencia y Tecnología.
2 En esta batalla automotriz, la historia entre Europa y Japón es muy parecida a la de Estados Unidos y Japón. Sin embargo, las empresas automotrices japonesas han tenido menos éxito que las estadounidenses a la hora de invertir y establecer fábricas en Europa (Sturgeon y Florida, 2000).
3 En China, la industria automotriz también es crucial para impulsar el crecimiento económico y el empleo. Según datos de 2002, por cada punto porcentual de aumento del valor agregado de la industria automotriz nacional, se estimuló un aumento de 1,7 puntos porcentuales en otros sectores económicos. Anualmente hay aproximadamente dos millones de personas directamente implicadas en la producción de automóviles, y un total de 27.900.000 empleadas en sectores relacionados, que representan el 1,6% y el 13,5% de la mano de obra nacional, respectivamente (Huang, 2003).
4 En las estadísticas oficiales de los distintos países hay ligeras variaciones en la definición de “industrias relacionadas con el sector automotor”, por lo que las comparaciones entre países pueden no ser del todo exactas. Lo que se quiere decir aquí es que para Japón, la Unión Europea y Estados Unidos, la industria automotriz tiene una importante capacidad de absorción de empleo y es un sector crucial que los gobiernos no pueden permitirse descuidar.
5 Los datos proceden de la Asociación Japonesa de Fabricantes de Automóviles (JAMA por su sigla en inglés), la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA por su sigla en francés) y la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos (BLS por su sigla en inglés).
6 El marco de “tres verticales y tres horizontales” establece las prioridades de investigación y desarrollo en el sector de los VNE. Las “tres verticales” corresponden a los tipos de vehículos (híbridos, eléctricos puros y de pila de combustible) y las “tres horizontales” a las tecnologías clave (desarrollo e innovación en baterías, infraestructura de carga y repostaje y tecnología de conectividad y conducción autónoma).
7 En China, las tecnologías de conducción autónoma se clasifican en seis niveles, desde el nivel 0 (L0), que requiere un control humano total sobre el proceso de conducción, hasta el nivel 5 (L5), que no requiere intervención humana.
8 En 2017, el Gobierno introdujo el sistema de “doble crédito” para los fabricantes de vehículos de pasajeros, que gestiona simultáneamente el consumo promedio de combustible y los créditos VNE. Para los vehículos impulsados por combustibles fósiles, el criterio de evaluación es el consumo de combustible. Los vehículos que cumplen la norma obtienen créditos positivos, mientras que los que no la cumplen consiguen créditos negativos. Para los VNE, el criterio es la proporción de ventas de VNE respecto al total de ventas de vehículos, con reglas de cálculo de créditos que tienen en cuenta otros parámetros técnicos. Los créditos negativos de los vehículos impulsados por combustibles fósiles pueden compensarse mediante traspaso, transferencia dentro de empresas afiliadas o deducción utilizando créditos positivos de los VNE. Sin embargo, los créditos negativos de los VNE sólo pueden compensarse comprando créditos positivos de otras empresas (Miao, 2024).
9 Las ventas mensuales resultaron afectadas por los cambios en las subvenciones públicas, pero en general siguieron aumentando.
10 El proyecto de ley exige un aumento anual del 10% en la tasa de localización de componentes de baterías y materias primas para baterías entre 2023 y 2029. Canadá y México se han incluido en la cláusula de exención.
11 En general, se cree que un mercado alcanza la saturación cuando existe aproximadamente un coche por cada tres personas. Esto indica que, a medida que aumentan los niveles de ingresos per cápita en muchos países y regiones en desarrollo, existe un vasto mercado potencial para el consumo de automóviles.
12 En el marco del Acuerdo de 1958, las partes contratantes certifican los productos con el mismo reglamento, lo que permite el reconocimiento mutuo de las certificaciones y posibilita la entrada directa en el mercado, sin necesidad de repetir las certificaciones para las exportaciones.
2. Corriente cálida
En septiembre -el 12- os pasé una entrevista de los newgreendealistas de Corriente cálida a Rodrigo Nunes sobre crisis climática y organización. Imagino que sumidos en la melancolía por cómo van las cosas tanto en lo macro -crecimiento del poder político negacionista en todo el mundo- como en lo micro -el desastre de Más País-, volviendo a las propuestas de Nunes, vuelven a plantearse qué hacer, o la «vía socialdemócrata» o «etapista» a la transición ecosocial.
https://contraeldiluvio.es/el-
El clima de la ecología
Este texto, más largo de lo razonable y menos de lo necesario, es tanto un documento de trabajo de Contra el diluvio como un intento de compartir con quien esté interesado el punto en que se encuentran nuestras preocupaciones acerca de la crisis climática y el movimiento que le intenta hacer frente, además de algo así como un método para empezar a abordarlas. Como se verá a lo largo de las próximas cuatro o cinco mil palabras, no hay soluciones ni líneas maestras ni objetivos. En estos momentos, creemos que lo más honrado es ofrecer esto, por poco que sea, y trabajar desde aquí.
Contexto político
No corren buenos tiempos para la acción climática. La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones de uno de los países más emisores del mundo aleja el objetivo consensuado hace casi diez años de un calentamiento global por debajo de los 1,5 grados, entre otras consecuencias para mujeres, minorías y los sistemas democráticos del Norte Global. El imparable avance del genocidio en Gaza, obra del criminal Estado israelí, ha demostrado de manera dolorosamente coincidente la inutilidad de los mecanismos multilaterales diseñados para la paz, además de la parálisis, cuando no directamente la complicidad, de esos mismos sistemas democráticos.
Hay algo en esta lucha que nos interpela directamente como militantes de la causa ecologista: si no solo no conseguimos que nuestros gobiernos hagan todo lo posible por frenar la barbarie, sino que además colaboran con ella en mayor o menor medida (desde venta de armas a apoyo militar directo); cuando se trata de un genocidio que sus propios perpretadores nos retransmiten en directo por redes sociales, cuando podemos ver en vídeo el desplazamiento de poblaciones palestinas como parte de una limpieza étnica, ¿cómo vamos a conseguir que ningún gobierno nos haga caso cuando pedimos medidas para frenar el cambio climático, una tragedia formada por otras tragedias que se empeora de manera lenta pero progresiva cada año y cada década? No contribuye al optimismo la nueva configuración de la Comisión Europea, en la que la derecha y extrema derecha (tanto la sionista como la antisemita) han aumentado su influencia.
Ya en casa, la catástrofe de la DANA en Valencia nos sube varios puntos el medidor de la rabia y de la impotencia. Nos duele la evidencia de que la incompetencia de la Generalitat valenciana, que esperamos que algún día sea juzgada, no se sustenta en la simple inutilidad, sino en un caldo de cultivo negacionista que se traduce en muertes y que ha mostrado su fuerza y su amenazante camino hacia la hegemonía entre el fango de la tragedia.
Por otro lado, las masivas manifestaciones que se han celebrado en varias ciudades españolas por una vivienda digna muestra que este es uno de los problemas más acuciantes en nuestro país en este momento. Desde que hace seis décadas un ministro franquista dijera aquello de “país de propietarios y no de proletarios” el modelo de vivienda ha sido la espina dorsal económica, política y sociológica de España, así que es de esperar que las grandes convulsiones históricas estén relacionadas con sus ciclos. Tras la crisis del ladrillazo y de las hipotecas de 2008, el capital (grande, mediano y pequeño) ha buscado refugio en la rentabilidad de la subida desbocada de los alquileres así como en la vivienda turística. Como resultado tenemos una situación de empobrecimiento generalizado, en la que los buenos indicadores de crecimiento de España (en comparación con el resto de economías) no reflejan que tener sueldo ya no es ninguna garantía.
Una brecha se forma entre quienes, independientemente de su situación laboral, van a tener acceso a la estabilidad de la clase media española mediante una herencia o apoyo económico directo familiar y quienes se ven hasta el final de los días no siendo más que “pasivos financieros”. Una crisis que, como no podía ser de otra forma en el capitalismo español, tiene en su centro a la propiedad, ligando todas las problemáticas de las que hablamos: no es casual, como decíamos, que las manifestaciones más multitudinarias en toda la geografía estatal hayan sido contra los precios de los alquileres y contra la turistificación.
En resumidas cuentas: cada vez más personas, jóvenes y no tanto, ven imposible pensar en el futuro y se encuentran paralizadas y angustiadas por el presente. Nosotros, a ratos, también. Esta es la condición humana fundamental con la que nos toca ponernos trabajar en eso de “toda política es política climática”. Ahondando en esta cuestión nos podríamos preguntar algo así como: ¿cuál es el clima actual de esa política climática, de la acción contra los peores efectos del calentamiento global?
El estado del clima
La movilización climática está, sin duda, en horas bajas, al menos si la comparamos con las movilizaciones de 2019, que sigue siendo el momento en el que seguimos sintiendo que la cuestión ecológica había cogido carrerilla y que se frenó de golpe por la pandemia. La fuerza de esa ola vino sin duda por el empuje juvenil, con Greta Thunberg y Fridays For Future a la cabeza. Ese empuje hoy en día no existe; es cada día más difícil mantener la ilusión por una acción decidida contra el cambio climático, dados los escasos avances y fiereza del capitalismo fósil. Además, la militancia, tal y como está diseñada en algunos espacios, quema y cansa. Hablaremos de ello más tarde.
Algunas de las organizaciones y estrategias que cobraron más fuerza en aquel momento han seguido funcionando; en particular, la resistencia civil no violenta que abanderaba Extinction Rebellion (XR) ha seguido siendo una táctica que, si bien minoritaria, ha tenido un importante impacto, ya sea el rociar cuadros famosos con pintura que lleva a cabo Stop Oil, la protesta frente al Congreso de los Diputados de Rebelión Científica o las acciones y parones de Futuro Vegetal. Los tres casos son representativos de algunas de las características del activismo climático de los años post-pandemia: no tanto movilizaciones o acciones masivas como heroicidades de pequeños grupos muy convencidos que consiguen un fuerte impacto mediático (y, en el caso de los cuadros, un importante debate público al respecto) además de, en última instancia, una represión muy exagerada con peticiones de cárcel y multas desorbitadas. Tanto el estado español como el británico buscan claramente sentencias disciplinadoras que cumplan una función de quitar ideas a quien vea en la desobediencia civil una manera de presionar para pedir acción climática.
Por otro lado, así como en 2019 las movilizaciones pillaron a la mayor parte de organizaciones (no ecologistas) de izquierda por sorpresa y sin discurso sobre la crisis ecosocial, ahora tenemos más bien la situación contraria: no tenemos grandes manifestaciones sobre el clima pero el discurso climático ha ido calando poco a poco más en partidos, sindicatos y asociaciones en general. Parte de los activistas de ese ciclo se han profesionalizado y han entrado a las organizaciones de la izquierda parlamentaria. Un ejemplo es la apuesta por un proyecto de populismo ecologista que ha impulsado Más País/Más Madrid y, hasta cierto punto, Sumar. Esta profesionalización tiene sus ventajas y desventajas, y daría por un análisis más en profundidad, pero es coherente con las demandas de una acción decidida en materia de transición ecológica desde el Estado.
Por otra parte, es evidente que el ciclo, si no ya agotado, está camino de agotarse. El lamentable caso de Íñigo Errejón parece haber sido la puntilla a una pérdida de credibilidad del espacio a la izquierda del PSOE, que se le suma a una aritmética parlamentaria complicada para sacar adelante cualquier reforma de calado. La debilidad, aun formando parte del Gobierno, y la pérdida de credibilidad se retroalimentan; no es nuestro papel proponer salidas en este aspecto, pero sí queremos aprovechar para recordar que es inútil seguir insistiendo en recetas que se están demostrando fallidas ante el emponzoñamiento de la vida pública. Resistir tiene su valor visto lo que hay enfrente, y no queremos argüir el clásico cinismo que desprecia los pequeños avances; pero creemos aún más peligrosa la tentación de atrincherarnos.
Un aspecto que ha caracterizado a nuestro ecologismo político desde la pandemia han sido las numerosas disputas internas. Lo que desde fuera y sobre todo durante las movilizaciones de 2019 se podía ver como un bloque compacto de acción climática es realmente una constelación muy compleja de actores con distintas sensibilidades, prioridades, valores, tácticas y estrategias. Una brecha evidente estos últimos años tiene que ver con los tiempos, extensión, gestión y necesidad siquiera del despliegue de las renovables a lo largo y ancho de la geografía del estado. Baste como muestra que esta división existe dentro de la mayor organización del ecologismo social español, Ecologistas en Acción.
Otra brecha importante, aunque probablemente solo ha llegado a resonar entre quienes siguen muy de cerca la vida de nuestra ecología política, ha sido el debate entre “colapsistas y no colapsistas”, “GND vs decrecentismo”, “acción estatal vs. rechazo al Estado” o cualquiera que sea la etiqueta que prefiramos dar a los intercambios en forma de hilos de Twitter, artículos y libros que se ha dado a lo largo sobre todo de los dos últimos años (habiendo nosotros puesto nuestro granito de arena con artículos escritos por defensores de ambas posiciones).
Tenemos claro que no podemos renunciar ni a la acción estatal ni a la organización de clase; y que es mucho menos malo, aunque cueste defenderlo, el capitalismo verde que el capitalismo marrón. Pero no es nuestra intención aquí hacer un resumen de las diversas posiciones, tan solo consideramos fundamental mirar a nuestro alrededor para saber dónde estamos. Si recordamos el título del que creemos que es uno de los artículos más importantes “Plan, estado de ánimo, campo de batalla” de Thea Riofrancos, nos parece fundamental captar el estado de ánimo de nuestro entorno, de la red en la que hacemos política. En los párrafos iniciales hemos además dado una visión (más impresionista que detallada) del campo de batalla político en el que nos encontramos. Y a partir de ahí, toca trabajar colectivamente y trazar un plan (discursivo, organizativo, político, táctico, estratégico).
Una visión ecológica de la ecología
Una lectura que nos ha marcado este año para clarificar conceptos y realizar las preguntas fundamentales respecto a la organización es ‘Neither vertical nor horizontal’, de Rodrigo Nunes, editado por Verso en inglés en 2021 (y que confiamos que será traducido al castellano en 2025). A falta de esta traducción invitamos encarecidamente a leer con detenimiento la interesante entrevista que le hicieron les compas de Corriente Cálida en su cuarto número, ‘Ecología de la Praxis’. No nos podemos resistir a traer citas de dicho libro (traducidas como mejor hemos podido) para trabajar algunos conceptos que nos parecen útiles para pensar para responder a la pregunta que un tal Vladimir nos dejó en las cabezas: “¿qué hacer?”.
En concreto, nos parece que el concepto de ecología, de entender la organización política de manera ecológica, nos puede ser muy útil para comprender la situación del entorno político que habitamos así como para ayudarnos a ser más efectivos a la hora de trabajar.
“De lo que se trata, en resumidas cuentas, es de pasar de pensar la organización en términos de organizaciones individuales a concebirla ecológicamente: es decir, como una ecología distribuida de relaciones que atraviesan y ponen en contacto distintas formas de acción (acumulada, colectiva), diversas formas organizativas (grupos de afinidad, redes informales, sindicatos, partidos), los individuos que las componen o colaboran con ellas, individuos sin afiliación que van a protestas, comparten material online o incluso simplemente siguen con interés y simpatía el desarrollo en las noticias, web y perfiles de redes sociales, espacios físicos y demás”.
Es decir, la cuestión es tener una visión global que nos permita ver la red de relaciones que existe entre los nodos de un red de la que formarían parte no solo Ecologistas en Acción, el Sindicato de Inquilinas o los partidos de la coalición del Gobierno, sino también la gente suscrita a medios de izquierdas, los asistentes a una mani por la vivienda que no iban a otra desde el 8M, etc. Se podría decir que esto es lo que ya suele recibir el nombre genérico de “la izquierda”, o “el movimiento ecologista”, pero en el mejor de los casos este es un término polisémico que además no anima a la acción. Porque la idea de verse dentro de una ecología es que los nodos de la red se ven influenciados los unos por los otros.
Lo importante del asunto es que no se trata de una fórmula, de una llamada a “ser ecología”: esta está dada siempre, seamos conscientes o no, “(…) si hay un elemento normativo en lo que he escrito, se puede resumir en la máxima: pensemos y actuemos de manera ecológica. Obviamente, una ecología siempre está ahí, no necesita ser creada. Pero puede ser expandida y cultivada, enriquecida, hecha más diversa y complementaria, más integrada internamente y capilarizada a lo largo de la sociedad. Todo esto depende de una masa crítica de personas pensando en la ecología como un todo. Pensar ecológicamente, por tanto, no es una cuestión de estar dispersos por estar dispersos, sino de aprovechar al máximo la pluralidad; entre la centralización extrema y la dispersión total hay muchas configuraciones posibles que son mucho más fértiles que cualquiera de las dos. Y tampoco asume la desaparición de diferencias irreconciliables y el conflicto. La idea es más bien que la enemistad misma tiene que ser concebida ecológicamente: si todo el mundo es un enemigo, nuestra manera de actuar se restringe mucho; entre un amigo total o un enemigo total, hay muchos grados intermedios que varían de acuerdo a la ocasión y a lo largo del tiempo”.
Por lo tanto, pensar y trabajar como ecología no es, para empezar, una manera de resignarse ante nuestra falta de fuerzas, algo así como “somos pocos y estamos dispersos pero de hecho está bien que esto siga siendo así”: no se trata de hacer de la necesidad virtud. Tampoco se trata de una manera complicada de decir que sea necesaria a veces mayor centralización, dirección, unidad de objetivos, etc, ni de vernos abocados a una falta de acción coordinada: el propio título del libro, ‘Ni vertical ni horizontal’, es una declaración de intenciones en este sentido. Este enfoque nos permite, partiendo de una realidad de la organización que es siempre ecológica, ser más conscientes de los recursos disponibles, de las distintas estrategias que se plantean, etc. Ya que si “la organización no es maś que la puesta en común, el almacenamiento y la gestión de la capacidad colectiva de actuar, algo que la gente siempre debe encontrar la manera de hacer si quieren llegar a ser, y a seguir siendo, capaces de efectuar un cambio en el mundo”, de lo que se trata es de aumentar nuestra capacidad de actuación colectiva sin anteponer respuestas prefabricadas acerca de cuál es la única forma válida de organizarse.
Un motivo por el que nos ha gustado tanto el planteamiento de Nunes es que a veces el trabajo militante, al menos desde Contra el diluvio, lleva un poco a preguntarse: ¿por qué? ¿Para quién? Es decir, si decimos algo como “no podemos renunciar al Estado”, ¿qué quiere decir esto, a quién va dirigido? ¿Tiene algún efecto decir cosas como esas sin estar organizados dentro de un partido? “Necesitamos visualizar un futuro mejor, necesitamos más transporte público”… ¿cuándo tiene sentido hacer artículos y seminarios en los que transmitimos estas ideas? ¿Para influir a otros activistas, para intentar marcar la agenda de un Gobierno? La perspectiva ecológica permite ser más conscientes del contexto en el que trabajamos, ver que no se lanzan mensajes al vacío sino que somos parte de un red y que lo que necesitamos no es emitir el análisis más sutil sino que nuestras ideas y los pocos recursos de los que disponemos se pongan en común. Esto puede parecer evidente pero creemos que ayuda a orientar mejor los esfuerzos personales y humanos de quienes dedicamos tiempo a lo político y lo colectivo.
Diferencias, alianzas, alegría
Además, esta manera de actuar y de pensar creemos que da un marco útil para tratar las diferencias teóricas y prácticas que lógicamente se dan al hacer política, y en concreto las que ya hemos mencionado que existen dentro del movimiento ecologista: ‘colapsistas’ y ‘greennewdealers’ son parte de la misma ecología. No se trata de reducirlo todo a un simple “narcisismo de las diferencias”, pues evidentemente existen diferencias filosóficas, tácticas, estratégicas e incluso (o sobre todo) estéticas: no es esta una manera de decir “seamos todos hermanos”. La cuestión es que si queremos ser efectivos tendremos que preguntarnos en qué cuestiones concretas estas diferencias son más irrelevantes, y dónde podremos poner los recursos de los que se disponen en común para aumentar la potencia colectiva.
Aterrizando un poco más este ejemplo concreto: más allá de lo que se ha convertido en diferencias personales, probablemente el mayor desacuerdo que exista entre ambas posiciones hace referencia a la necesidad y extensión de lo que se suele llamar mitigación. Sin embargo, en el contexto de lo que ha sido la DANA: ¿son las diferencias que existen relevantes cuando estamos ante un tragedia de esta dimensión? Y, más en concreto, ¿lo son en lo que respecta a la adaptación? La necesidad de gobiernos que reaccionen anteponiendo las vidas de las personas en casos de emergencia climática, de tener unos servicios de emergencia a la altura, de una red ciudadana y de clase, de apoyo mutuo, de cambiar la manera en la que se construye en zonas con gran riesgo de inundación…¿no son estas cuestiones en las que habría un amplio consenso? No quiere decir esto que en otros puntos las estrategias no diverjan, pero si pensamos de manera ecológica podemos ver cómo distintos núcleos de la red pueden movilizar a las personas de su entorno en una misma dirección.
En el libro Nunes cita a F. Scott Fitzgerald: “La prueba de una inteligencia de primer nivel es ser capaz de mantener dos ideas opuestas al mismo tiempo, y aún así, conservar la capacidad de funcionar”. Es posible que existan personas con posiciones muy firmes respecto al debate del colapso, con fuertes opiniones respecto al uso del término, a la relevancia y pertinencia de la acción estatal, etc, pero la realidad es que si pensamos por ejemplo en una persona joven que se moviliza en una marcha convocada por Fridays for Future lo cierto es que tendrá “dos ideas opuestas al mismo tiempo” en la cabeza. Por un lado, está en la calle pidiendo a los que mandan que actúen, con la rabia de los discursos de Greta Thunberg; y es probable que le hayan influido en esa rabia las palabras llenas de emoción y al borde del llanto de Antonio Turiel. Es probable que hable de colapso climático y que, a la vez, piense que sea necesario un despliegue de energía eólica y solar a lo largo de la geografía ibérica. No se trata de que defendamos la posición del famoso tuit de dril, de que todas las posiciones sean equivalentes o siquiera que sean siempre coherentes, sino de que esta es la realidad material de la que partimos; y de que no deberíamos solo utilizar nuestras fuerzas en que se hegemonice un sentimiento por encima del otro sino en ser capaz de ver cómo utilizar y movilizar estos afectos en un acción distribuida y ecológica en la que podamos poner fuerzas en común, como cuando antes hablábamos de la adaptación.
Otro aspecto en el que creemos que pensar de manera ecológica es útil es en la cuestión de alianzas que nuestro amigo José Luis Rodríguez trata en su artículo “¿Qué es una alianza? Apología de la incomodidad”, en el mismo número de Corriente Cálida que la entrevista con Nunes. En este, José habla de dos tipos de alianza, una más simple que otra: “En todo caso, y desgraciadamente, esta es la alianza sencilla, la de quienes piensan y actúan de manera muy parecida, comparten buena parte de su visión del mundo y sus valores y, además, son indistinguibles para el resto del planeta. La de quienes al aliarse no están poniendo en cuestión nada esencial de sí mismos (…)”.
Así pues, a priori el enfoque centrado en la ecología de Nunes trataría de esta primer tipo de alianza entre los y las que, de una manera simplificadora, solemos llamar “nuestra gente”. Sin embargo, creemos que la manera de ver la ecología como una red permite ver estas alianzas como momentos concretos, aquellos en los que existe mayor unidad de acción, en los que se prioriza la “verticalidad” en determinadas situaciones, en los que se deciden abandonar ciertas partes de las diversas identidades para poner en práctica y probar suerte con una estrategia concreta.
El segundo tipo de alianza, el más complejo, hace referencia al carácter de clase de la misma: “Efectivamente, aquí se halla uno de los nudos de una política activa de alianza y activación progresista de la clase media: esta clase es el foco de generación de hegemonía en las sociedades democráticas y pluralistas, por mucho que estas nos desagraden”.
Tratar en profundidad este tema supera de nuevo tanto nuestra capacidad de análisis en este momento como el alcance de este texto, pero creemos que vernos como ecología ayuda a este respecto también. Y no solo por la composición de clase del movimiento ecologista, aunque este es un aspecto importante, tanto por las personas que a nivel social más suelen priorizar estos temas como porque no es menor la parte de este movimiento que conforman personas ligadas al mundo universitario y de la academia.
La cuestión es que, si abrimos el foco, la ecología de la ecología incluye ya, por definición, a sectores productivos que no podríamos decir que sean particularmente de clase trabajadora: no solo cooperativas energéticas sino empresas grandes y pequeñas ligadas a las renovables, todas las personas ligadas a esta industria, así como la miríada de organizaciones e individuos que conforman el movimiento contra el despliegue de las renovables. Todo esto, con mayor o menor grado de conexión y enfrentamiento, son parte de la ecología realmente existente. En cualquier caso, no es casual que tanto el artículo de José como el libro de Rodrigo Nunes citen a Lenin: “Puede temer alianzas temporales, aunque sea con personas poco fiables, solo quien desconfía de sí mismo”.
Nuestra propuesta ha sido hasta ahora sobre todo organizativa, y más que una hoja de ruta detallada lo que traemos son preguntas y una invitación a pensar ecológicamente. Para insistir una vez más en esta idea traemos otra lectura reciente, ‘Militancia alegre. Tejer resistencias, florecer en tiempos tóxicos’, de Carla Bergman y Nick Montgomery, editado por Traficantes de Sueños. Este libro, al igual que el de Nunes, utiliza muchos conceptos de la filosofía política de Baruch Spinoza1, en la cual “las cosas no se definen por lo que son sino por lo que hacen: cómo afectan y son afectadas”. Una idea fundamental es la de la alegría, la cual para Spinoza “implica un aumento de la potencia de un cuerpo para afectar y ser afectado. Es la capacidad de hacer y sentir más”. Bergman y Montgomery plantean la militancia activa como esa manera de organizarse políticamente centrada en esta potencia colectiva: “La moral responde a la pregunta «¿qué se debe hacer?», mientras que la ética spinoziana se pregunta «¿de qué somos capaces?». (…). Nunca sabrás el resultado hasta que lo intentes. No importa si tienes «éxito» o si «fracasas», pues en el intento habrás aprendido, algo habrá cambiado.”
Es decir, no se trata solo del “¿qué hacer?” de Lenin, sino de “¿qué podemos hacer para hacer más?”. Por eso estamos insistiendo tanto en lo que consideramos que son fundamentos y contribuciones importantes para una charla más amplia sobre organización, porque con las medidas y discursos que necesitamos para luchar la crisis ecosocial pasa un poco como con los datos del IPCC: en lo fundamental los tenemos todos y todas en la cabeza, la cuestión es ver qué hacer con ello, no seguir repitiendo lo mismo una y otra vez sin sumar fuerzas y analizando críticamente hasta la saciedad la manera de decirlo del resto.
Un elemento importante a integrar dentro de este planteamiento es el de los partidos. Como hemos venido diciendo, el debate de la organización no consiste en elegir una forma organizativa definitiva que sirva para todas las situaciones, así como tampoco supone que el estado actual de las cosas es una fase preliminar de una futura forma ideal para la organización de la clase, que sería el Partido, con mayúsculas. Del mismo modo, el que insistamos en tener un enfoque ecológico de la organización tampoco implica que promovamos una atomización y unos nexos siempre laxos entre las distintas partes de la red: la opción electoral o la organización más centralizada son herramientas que parte de la red puede decidir en un momento determinado utilizar como la manera más eficaz de poner recursos en común y de conseguir objetivos en una coyuntura concreta, en concreto en lo referente al Estado. Incluso aunque haya parte de la red que no siga esta opción, seguirá formando parte de la ecología, que se verá modificada por la decisión en un momento determinado de una mayor “verticalidad”.
Conclusión: adaptación
“the sun setting above beds of ash
while we sat together, arguing.
the old world order barely pretended to care.
this new century will be crueler still.
war is coming.
don’t give up.
pick a side.
hang on.
love.”
Godspeed you! Black Emperor
Yes — you’re ready to start building communism again.
You’ve built it before, they’ve built it before.
Hasn’t really worked out yet,
but neither has love — should we just stop building love, too?
Disco Elysium
Todo lo que hemos presentado más arriba nos lleva a pensar que precisamente la adaptación, con sus múltiples derivadas y concreciones, puede ser un concepto fundamental en torno al que se pueden llevar a cabo muchas acciones concretas desde estrategias distintas e incluso incompatibles en apariencia. Precisamente, como hemos comentado, al ser un ámbito que no tiene por qué generar tantos desacuerdos como otras cuestiones puede permitir que se pongan en común recursos de sindicatos, organizaciones vecinales y colectivos de todo tipo, como hemos estado viendo con los trabajos de recuperación tras la DANA en el País Valenciano.
No solo eso, sino que puede atacarse desde distintos frentes sin necesidad de una organización absoluta orgánica: necesitamos que los partidos reformen las leyes urbanísticas, por ejemplo, pero a la vez se puede desplegar una coordinación entre colectivos para generar grupos de emergencia que movilicen y organicen a la población y la coordinen mejor con los medios del Estado. Esto no pasa, de ninguna manera, por dejar de lado la lucha contra el capital fósil, pero pensamos que precisamente a partir de una implicación más directa y física con la cuestión de la adaptación se abre la posibilidad a una organización asentada en el territorio a partir de la cual plantear piquetes climáticos, huelgas y boicots. Esta manera de organizarse es fácil verla también como mecanismos de autodefensa de la clase trabajadora y de apoyo, como una simple acción antifascista frente a los agentes reaccionarios que intentan aprovecharse de esta situación, como el pueblo que salva al pueblo….muchos afectos distintos que pueden movilizar, desde sentimientos e identidades diversas, las mismas acciones que necesitamos llevar a cabo.
Además, no es difícil de imaginar que cada vez más capas de gente vean esta adaptación como urgente y necesaria. Es verdad que si algo aprendimos de la pandemia es que no siempre “vamos a salir mejores”, y que no hay hechos materiales concretos que creen de manera irreversible una conciencia. Sin embargo, el fenómeno de las inundaciones en el Mediterráneo, al igual que otros efectos que empeora el cambio climático, van a ser recurrentes: va a ser difícil que la gente pierda el nuevo miedo adquirido a la “alerta roja” en el móvil. Por lo tanto es en este contexto en el que sabemos que estos eventos van a volver a ocurrir en el que tenemos que organizarnos.
No es fácil, desde luego. El panorama es sombrío: la legislatura reaccionaria de Donald Trump está a punto de empezar. Los genocidios avanzan sin freno aparente. Estamos cansades; de que cada vez nos cueste más pagar el alquiler, de los roces y las incomodidades de muchos años de militancia sin un fruto evidente y jugoso, de que la vida apriete. Pero, como solemos repetir, la historia raras veces se escribe en base a victorias incontestables o fracasos rotundos. A estas alturas del partido es prácticamente imposible limitar el calentamiento global a 1,5 grados, pero 1,6 grados son mejores que 1,7 grados y todas las redes que sepamos tejer, toda la resistencia que seamos capaces de levantar, será útil y cambiará vidas.
La única seguridad de la que disponemos es que nuestras opciones pasan por la acción colectiva, por juntarnos y organizarnos y hablar y discutir y luchar y querernos y luchar y luchar. La Historia no está escrita: no permitamos que nos la escriban a sangre y petróleo.
1 Quienes escribimos estas líneas llegamos al pensamiento de Spinoza por Nunes, bergman y Montgomery, pero no son por supuesto los primeros en traer las ideas del filósofo holandés a la izquierda: Deleuze y Toni Negri entre otros abrieron esa puerta a finales de los 60, y de hecho en concreto el libro de Nunes discute el planteamiento espinoziano de Negri. Reconocemos que, como apenas iniciados en estas ideas, por ahora no hemos profundizado en esos precedentes, pero sirva esta nota como clarificación.
3. El movimiento climático como movimiento antiausteridad
Aunque pueda parecer una contradicción, el autor entrevistado Huber, cree que el futuro del movimiento climático debe estar ligado a uno más amplio centrado en la antiausteridad, desmercantilizando las necesidades básicas de la población: vivienda, alimentos, transporte y energía. Cómo conseguirlo sin depredar el Sur Global es el gran problema de nuestro tiempo.
https://ctxt.es/es/20241201/
«El movimiento climático tiene que ser parte de un movimiento antiausteridad más amplio”
Esther Peñas 15/12/2024
Más allá de la huella de carbono, la gestión de residuos o las políticas “verdes”, la responsabilidad de la crisis climática arraiga en una minoría capitalista que deja poco margen de acción de no revertir su proceder. Esta es la tesis principal del último ensayo de Matthew T. Huber (Chicago, 1970), profesor de Geografía en la Maxwell School of Citizenship and Public Affairs de la Universidad de Siracusa. Analista de las relaciones de la economía y la geografía con el capitalismo, las políticas climáticas y la justicia social, acaba de presentar El futuro de la revolución. Cambio climático y la búsqueda de una insurrección democrática global (Errata Naturae) en el que propone una reformulación de la solidaridad, recuperar la propiedad pública de los sectores clave (en especial el energético) y desmercantilizar las necesidades de la clase trabajadora.
¿Es posible una insurrección global en un momento como el nuestro, en el que la desafección política y las pantallas nos privan de sacar los cuerpos a la calle?
Bueno, últimamente hemos visto levantamientos multitudinarios en muchos países (Bangladés, Sri Lanka, India, Chile, y se podría incluir la reciente revolución en Siria, para bien o para mal). Sin embargo, en Occidente, la izquierda y la clase trabajadora son demasiado débiles e incapaces de imaginar un derrocamiento revolucionario del capitalismo en el corto plazo. Por eso apuesto por reconstruir el movimiento de la clase trabajadora y porque la energía vuelva a ser de propiedad pública como pasos intermedios hacia una economía socialista más amplia, que apunte a desmercantilizar las necesidades de la clase trabajadora: vivienda, alimentos, transporte y energía (los sectores clave en el núcleo de la crisis climática).
¿Cuál es el vínculo entre “insurrección democrática” y “solidaridad de especie”?
No me identifico con la corriente “insurreccional” del marxismo o del socialismo. Acepto la tradición “socialista democrática”, que cree que es posible utilizar el poder estatal, a través de una política de masas de la clase trabajadora, y avanzar hacia una democratización más amplia de la economía y del Estado en general. Pero mi compromiso con el marxismo lo veo como un movimiento global para liberar a la humanidad (Marx realmente pensó que el proletariado global sería la “última clase”, que aboliría –de una vez por todas– la pobreza y las privaciones humanas con el poder social). Si bien Marx y sus seguidores articularon la solidaridad laboral internacional como clave para este proyecto, creo que la crisis ecológica y climática requiere que reformulemos esa solidaridad en términos ecológicos. No es sólo la humanidad la que necesita ser liberada; literalmente, están en juego las condiciones para la supervivencia de las especies. Por lo tanto, se necesita una economía basada en las necesidades sociales y la planificación socialista reformulada como proyecto destinado a salvar y ser solidario con todas las especies.
¿Lo que usted llama “política climática burguesa” es una lucha woke contra la emergencia climática?
Creo que las formas en que la política del “despertar” exige nociones vagas de justicia sin ninguna referencia a la política de clases, ni a la necesidad de erosionar el poder de la clase capitalista entra en litigio con gran parte de lo que hoy se llama política de “justicia climática”. El corazón de esta justicia señala la responsabilidad y las cargas desproporcionadas por la emergencia climática, pero el objetivo no es simplemente distribuir estas cargas de manera más equitativa. Necesitamos eliminarlas. Y eso requiere poder (y creo que ha de ser la clase trabajadora quien lo ejerza).
¿Cómo hacer frente a esas cien empresas responsables del 70% de las emisiones globales si cada vez ejercen “menos violencia” para mantenerse con el poder, si de un modo u otro “colaboramos” con ellas?
Tienen mucho más poder como propietarios y organizadores de infraestructuras y cadenas globales de suministro de energía que nosotros, meros “consumidores”. La mayoría de nosotros necesitamos consumir sus productos para vivir en una sociedad capitalista. Por eso no nos veo como “colaboradores”, porque ahora mismo no tenemos alternativa. Tampoco es que ejerzan menos violencia, aunque la ejercen digamos más lejos, siguen alineándose con regímenes brutales y represivos en Arabia Saudita, Nigeria y Guinea Ecuatorial (por nombrar algunos).
¿Por qué los Estados no frenan a estas compañías, por incapacidad, por cuestión económica, por falta de compromiso real?
La respuesta fácil es que muchos Estados están directamente bajo su influencia y dependen de su capital para obtener ingresos fiscales. Muchos de los Estados represivos antes mencionados dependen del dinero del petróleo para financiar la compra de armas (a menudo fabricadas en Estados Unidos) para reprimir a sus propias poblaciones.
A comienzos de 2000, parecía que era posible una acción conjunta (Estados, sociedad civil) para combatir la emergencia climática, pero se fue desinflando, ¿a causa de qué?
Mi argumento es que el movimiento climático siempre ha estado confinado a las clases profesionales altamente educadas que evocan una política fácilmente encuadrada como elitista, desconectada e incluso antagónica respecto de la clase trabajadora precaria, incluso en los países ricos. En mi libro analizo cómo sus diferentes modos de política climática (apostar por los criterios científicos, fijar precios tecnocráticos al carbono o decrecimiento, etc.) no resuenan en la mayoría de la clase trabajadora. De modo que el movimiento no tuvo capacidad para construir y conseguir el poder necesario para abordar la emergencia climática.
¿Está lo suficientemente concienciada la clase trabajadora con el cambio climático?
Sí, creo que sí. Cualquiera puede ver que algo anda mal con el clima. El problema es que no ven que ninguno de los esfuerzos necesarios para contrarrestarlo mejore sus vidas (en todo caso, ven lo contrario).
Asegura que la ecología de la clase trabajadora está ligada a los medios de reproducción (ocio). ¿Cómo trasladarla también al lugar de producción?
En última instancia, necesitamos un movimiento capaz de tomar el control social o público sobre aquellas formas críticas de producción que necesitamos descarbonizar (electricidad, transporte, agricultura, vivienda, etc.). Podemos atraer a la clase trabajadora en general ofreciéndole un programa que le brinde acceso gratuito y más barato a estas necesidades materiales en el ámbito de la reproducción (no lo veo como ocio per se, porque, como suelen señalar las marxistas feministas, reproducir la vida requiere mucho trabajo en el hogar y fuera de él).
“Solo un control social consciente de la producción puede guiarnos a algo parecido a una vía sostenible”. ¿Cómo conseguir ese control social a corto/medio plazo?
Tenemos que empezar poco a poco, con lo que llamo “socialismo en un sector”. Habría que comenzar con la propiedad pública de la electricidad: este es el sector eje de la descarbonización. Si podemos construir una gobernanza efectiva de la electricidad, de manera que la descarbonice y ofrezca electricidad más barata para todos, podremos defender el control de otros sectores críticos.
Cuando se habla de “una transición justa”, ¿justa para quién y en qué términos? ¿No saldrán perjudicados, de nuevo, los mismos, es decir, los trabajadores?
El término fue acuñado por el líder sindical Tony Mazzocchi en Estados Unidos. Su modelo fue el GI Bill, donde los veteranos recibieron apoyo material real para la transición a la economía civil después de la Segunda Guerra Mundial. Los trabajadores de los combustibles fósiles y otras industrias sucias deberían recibir un apoyo total a sus ingresos durante cinco años, educación gratuita y (si procede) jubilación anticipada. Sólo este tipo de vasto programa social podría convencerlos de que la transición no los perjudicará. De lo contrario, lo temen con razón.
¿Cómo es posible que los discursos de extrema derecha hayan calado tanto entre las clases más desfavorecidas en el asunto climático?
Muy simple: mientras los tecnócratas climáticos insistan en ver el cambio climático como un costo que debe ser asumido por los trabajadores (ya sea pagando un impuesto al carbono o comprando una costosa bomba de calor), estas políticas serán un regalo para la derecha, que califican la política climática como un proyecto liberal de élite para empeorar la vida de la clase trabajadora.
Algunos sectores desligados de los beneficios y las previsiones del mercado (como sanidad y educación) están siendo dinamitados. ¿Qué les depara el futuro?
Sinceramente, he llegado a la conclusión de que el movimiento climático no triunfará centrándose en un solo tema. Tiene que ser parte de un movimiento antiausteridad más amplio, que exija una renovada inversión a gran escala en bienes públicos e infraestructura pública después de décadas de austeridad brutal (y mortal). Es fácil comprobar cómo las inversiones climáticas en vivienda/electricidad/
Con la llegada de Trump al poder, resulta impensable que Estados Unidos lidere la lucha política contra el cambio climático. China tampoco está por la labor, ni Rusia. ¿Hasta qué punto su rebeldía mal entendida pone en juego la supervivencia del planeta?
Bueno, independientemente de quién esté en la Casa Blanca, hay un auge en la inversión en energía verde tanto en EEUU como en China en este momento (¡en este último caso la escala es casi increíble!). Pero tienes razón, no se actúa a la velocidad ni a la escala necesarias. A medida que aumentan las temperaturas y los desastres empeoran, la incapacidad de la clase dominante para abordar esta crisis se hará cada vez más evidente. Y la necesidad de cambios radicales en la economía parecerá cada vez más de sentido común. La única analogía que se me ocurre es una del siglo XIX, cuando los ideales liberales de igualdad entraron en un choque histórico mundial con el modo de producción esclavista. Al final no había forma de escapar a una confrontación política masiva con ese modo de producción. Nos enfrentamos a algo similar con nuestra continua dependencia de los combustibles fósiles.
4. El neoliberalismo contra la democracia
También Streeck se plantea la erosión de la democracia en Occidente, especialmente a partir del neoliberalismo.
https://www.sinistrainrete.
Globalismo versus democracia
por Wolfgang Streeck
Con el advenimiento del globalismo neoliberal, la democracia, como medio de intervención política igualitaria en la economía, ha caído en descrédito. A ambos lados del Atlántico, fueron las élites las que allanaron el camino para este proceso. Consideraban que la democracia, tecnocráticamente, era «poco complicada» frente a la «creciente complejidad» del mundo; inclinada como estaba a sobrecargar el Estado y la economía, además de ser políticamente corrupta por su falta de voluntad para enseñar a los ciudadanos «las leyes de la economía». Según esta línea de pensamiento, el crecimiento no procede de una redistribución descendente: de incentivos más fuertes para trabajar, sino ascendente: en el extremo inferior de la distribución de la renta, mediante la abolición de los salarios mínimos y la reducción de las prestaciones de la seguridad social; y en el extremo superior, por el contrario, mediante mejores oportunidades de beneficios y ganancias, apoyadas por una menor fiscalidad. El proceso subyacente a todo esto fue una transición hacia un nuevo modelo de crecimiento hayekiano, destinado a sustituir a su predecesor keynesiano, como parte de la revolución neoliberal. Como ocurre con cualquier doctrina económica, estas ideas deben entenderse como representaciones camufladas de limitaciones y oportunidades políticas derivadas de una distribución del poder históricamente contingente, disfrazadas de manifestaciones de leyes «naturales». La diferencia es que en el mundo hayekiano, la democracia ya no aparece como una fuerza productiva, sino como una piedra de molino alrededor del cuello del progreso económico. Por esta razón, la actividad distributiva espontánea del mercado debe protegerse de la interferencia democrática mediante cualquier tipo de muralla china o, mejor aún, sustituyendo la democracia por la «gobernanza global». La desintegración del modelo estándar de capitalismo democrático en medio del avance de la globalización ha sido muy analizada. En el transcurso de unas dos décadas desde la desaparición del comunismo soviético, el neoliberalismo ha resurgido de forma sorprendente: Hayek, durante mucho tiempo ridiculizado y escarnecido como líder de un culto sectario, ha eclipsado a figuras importantes en los asuntos mundiales, como Keynes y Lenin.
Las ideas de Hayek calaron hondo en el pensamiento no sólo de los economistas y las instituciones internacionales, sino también de los gobiernos nacionales y los partidos políticos. También incluyeron sus llamamientos en favor de un sistema en el que la propiedad privada estuviera protegida a escala internacional y la libertad del mercado mundial prevaleciera sobre la política nacional; mediante la liberalización a través de sistemas jurídicos idénticos en Estados formalmente soberanos («isonomía»); mediante la liberalización económica en federaciones internacionales heterogéneas; mediante la prohibición del intervencionismo estatal aplicada a través del derecho internacional de la competencia; y, no menos importante, mediante la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas, todo ello visto como un medio para neutralizar económicamente al Estado-nación. Por tanto, los gobiernos nacionales y los partidos políticos han empezado a compartir las sospechas sobre la teoría de la elección pública, y lo han hecho en relación con ellos mismos. Hasta que fue desmitificado por la Gran Recesión, el neoliberalismo se había convertido en la doctrina político-económica dominante del capitalismo moderno: la utopía de una economía de mercado capitalista global autorregulada, en la que las políticas nacionales se limitaban a crear y sostener esa economía, promoviendo una adaptación flexible a la misma, y quizás la preservación folclórica de las tradiciones culturales y políticas locales para que la gente se sintiera como en casa en una sociedad cada vez más desamparada. El avance del modelo de crecimiento globalista-neoliberal ha ido acompañado de una erosión gradual de lo que era el modelo estándar de democracia de posguerra. Desde finales de la década de 1970, se ha producido un descenso significativo de la participación en las elecciones de todo tipo y en todas las democracias capitalistas. Esto ha sido especialmente cierto en lo que se refiere a las personas que se encuentran al final de la cadena de distribución de la renta y de las oportunidades vitales, y que necesitan más protección social que redistribución. Al mismo tiempo, los partidos políticos, independientemente de las diferencias institucionales nacionales, experimentaron un drástico descenso en el número de afiliados. Lo mismo puede decirse de los sindicatos, que desde finales de la década de 1980 rara vez han podido ejercer su derecho a la huelga con perspectivas de éxito. En lo que respecta al sistema de partidos, como ha demostrado Peter Mair, los partidos tradicionales de centro se han distanciado cada vez más de la sociedad y de sus votantes, refugiándose en el aparato estatal; y su progresiva nacionalización ha tenido su contrapartida en la privatización de la sociedad civil. La principal fuerza motriz de todo este proceso ha sido la obligación de gobernar «responsablemente», como dice Mair, como producto de la propia globalización; en otras palabras, ha surgido de la falta real o supuesta de alternativas políticas al pensamiento único neoliberal generalizado. Del mismo modo que los sindicatos que quieren preservar los puestos de trabajo de sus afiliados sólo pueden hacer reivindicaciones salariales moderadas, los partidos políticos que quieren gobernar sus Estados -que ahora también forman parte del mercado global- no pueden dejarse influir demasiado por sus afiliados. Para utilizar los términos de Mair: la responsabilidad ha pagado el precio de la receptividad.
El colapso final del modelo estándar coincidió con la aceleración de la globalización en la década de 1990. Cuatro aspectos de este proceso son característicos de la involución liberal de la democracia capitalista. Se trata de un cambio específico en los intereses y actitudes representados en el centro del sistema político democrático, la formación de un modelo correspondiente de oferta y demanda política, y el aumento de los conflictos sobre el estatus del Estado-nación frente a los crecientes intereses en la restauración de una política de protección y redistribución. En primer lugar, en los sistemas políticos estándar de la posguerra, los partidos conservadores de centro-derecha -que en la Europa continental tenían a menudo una orientación demócrata-cristiana- habían asumido la tarea de conciliar el tradicionalismo social con la modernización capitalista. Pero bajo la presión de la globalización, esto se ha vuelto cada vez más difícil. El fin del socialismo real no sólo significó la desaparición de la antítesis del conservadurismo burgués, cuya existencia había facilitado hasta entonces la reconciliación del tradicionalismo con el capitalismo. También hubo nuevas presiones competitivas sobre los partidos de centro-derecha, para que abandonaran su equilibrio entre progreso y conservación y se pusieran del lado de los destructores creativos y de la modernización cultural, en nombre de la competitividad económica nacional. (Un ejemplo entre muchos es el de la transición promovida políticamente en dirección a una estructura social de participación universal en el mercado laboral; algo que ha debilitado gravemente la receptividad de la sociedad a las políticas familiares conservadoras). De este modo, segmentos cada vez mayores del electorado culturalmente conservador se han quedado políticamente sin hogar. En segundo lugar, también se produjo una evolución correspondiente dentro de los partidos, especialmente los socialdemócratas, que se encontraban en la otra mitad, a la izquierda del centro político. La apertura acelerada de las economías nacionales les había privado políticamente de la herramienta más importante que tenían en su caja de herramientas: la política económica keynesiana, en su versión de posguerra. Lo mismo puede decirse del rápido aumento de la deuda pública después de los años 70 y del hecho de que, en la apertura de los mercados internacionales, los costes de una política social desmoralizada a escala nacional amenazaban con convertirse en una desventaja competitiva. Si los partidos conservadores de centro se convirtieron en los gestores del progreso capitalista, sus homólogos socialdemócratas se convirtieron en sus facilitadores, garantes y propagandistas, mostrando con entusiasmo a sus votantes la luz de una renovada prosperidad al final del túnel de la globalización. En Alemania, por ejemplo, a los votantes socialdemócratas tradicionales se les dijo que les iría mejor reinventándose como empresarios individuales -algo así como Egos, Inc. -, incluso con apoyo estatal si era necesario. También se les dijo que una era moderna requeriría una política social orientada a la inversión en lugar de una orientada al consumo; que la adaptación flexible era preferible a la jubilación anticipada; y que la solidaridad internacional significaría ahora someterse a la competencia de los mercados internacionales. Esto tampoco fue bien recibido. Mientras que los vencedores, gracias a sus partidarios, se sintieron en parte representados -pero sólo en parte, ya que muchos de ellos se orientaron hacia los nuevos partidos verdes de centro-izquierda-, los perdedores de la globalización, al encontrarla demasiado gravosa, abandonaron la bandera de la modernización socialdemócrata, primero no acudiendo a las urnas y luego volviéndose hacia una nueva derecha, alejada de la vía democrático-capitalista. En tercer lugar, al unirse al frente unido del globalismo, tanto el centro-derecha como el centro-izquierda perdieron sus identidades políticas, por vagas que hubieran sido antes. En el proceso de adaptación al mercado mundial, la política democrática de posguerra dejó de ser una búsqueda a largo plazo de diferentes modelos de sociedad ideal -un modelo paternalista-jerárquico, por un lado, y un modelo igualitario-sin clases, por otro- para mostrarse como una serie de reacciones pragmáticas y a corto plazo ante unas condiciones del mercado mundial constantemente cambiantes e impredecibles. Los políticos y la política se han vuelto menos ideológicos que nunca, sin perspectiva y, por tanto, indistinguibles entre sí. De esta forma, la democracia podría acabar convirtiéndose en posdemocracia, tratando a los votantes como si fueran espectadores pasivos, implicando así a spin doctors y técnicos de relaciones públicas para diseñar las políticas. El comportamiento electoral -tanto las intenciones en las que se basan los estrategas electorales como las elecciones realizadas por los propios votantes- ha cambiado como consecuencia de ello: ya no se orienta hacia un ideal social colectivo, un futuro común por el que luchar como ciudadanos, sino que se desvincula de las posiciones de clase y las ideologías, reaccionando en el momento, en lugar de dirigirse hacia un futuro ideal. Como resultado, aumentó la rotación de votantes entre partidos, mientras que los partidos del antiguo modelo estándar podían contar cada vez menos con el apoyo estable de una base establecida. En cuarto lugar, la despolitización pragmática de la política provocada por la globalización -especialmente en el ámbito de la economía política-, combinada con la aparición de una política económica uniforme y conforme al mercado, puso fin a la estructuración del conflicto político-partidista a lo largo del eje capital-trabajo, ya que había modelado la diferenciación y la integración políticas según el modelo estándar. El antiguo conflicto fue sustituido por una nueva grieta que atravesaba la estructura clientelista del viejo sistema, dividiéndola entre una mayoría cada vez más reducida, que se sentía ampliamente representada en la política posdemocrática, y una minoría cada vez más numerosa que se sentía excluida. Entre otras cosas, esto se reflejó en un descenso de la participación electoral y en un alto grado de volatilidad electoral, así como en una caída drástica de la confianza y las expectativas de los ciudadanos en la política y los partidos de todos los grupos. En los años del internacionalismo y sus crisis, cristalizó otra división: entre una orientación nacional y otra internacional, que afectaba a los intereses políticos percibidos. Aquellos que se sentían beneficiados por la globalización de un modo u otro se encontraron en la estrecha franja de la política de la Tercera Vía. A la inversa, entre los perdedores económicos y culturales de la globalización, entre los que no se encontraban representados por el centro político reorganizado, se desarrolló una preferencia, durante mucho tiempo inarticulada y políticamente sumergida, por una restauración de la autonomía política y de la capacidad del Estado-nación. Esta preferencia podría acabar siendo movilizada cada vez más por partidos y movimientos orientados hacia un nacionalismo de derechas o de izquierdas y, por esta razón, excluidos como «populistas» del espectro dominante.
La crisis de 2008 marcó el final del apogeo del neoliberalismo. Se había prometido demasiado y se había cumplido demasiado poco. Las dudas sobre la democracia, si no sobre el capitalismo, empezaron a crecer entre la gente corriente, que se redescubrió y reconstituyó políticamente de diversas formas y colores, como manifestantes y como votantes. La pérdida de estabilidad y confianza, una distribución cada vez más desigual de la riqueza, que crecía a un ritmo cada vez más lento, y el estancamiento económico a pesar de los llamamientos al cambio estructural, junto con la creciente inseguridad cultural y el desprecio de las élites por los que se quedaban atrás, dieron lugar desde abajo a contra-movimientos populares plebeyos. Ante estos movimientos, el régimen neoliberal posdemocrático ha reaccionado con horror. Nacidos de la experiencia de la vida cotidiana globalizada, o fomentados de forma oportunista por nuevos actores políticos, lo que tenían en común era, y es, una profunda desconfianza hacia cualquier tipo de «apertura» a acontecimientos inciertos -desde el libre comercio hasta la migración-, acompañada de un redescubrimiento de la solidaridad local y la justicia local, a escala regional, nacional y de clase, y en todas sus combinaciones imaginables. Ya en los años anteriores a la crisis, la globalización había sido objeto de protestas; posteriormente, a través de una multitud de desvíos, esto condujo a una repolitización de una vida política que se había detenido durante un tiempo, culminando en una disputa fundamental, más o menos articulada, sobre cuál era, en la sociedad, el lugar correcto y legítimo de la política, la democracia y la solidaridad. Hoy en día, en todos los países capitalistas de la OCDE, algunos de los restos supervivientes del modelo estándar de democracia de posguerra están siendo redescubiertos y utilizados como recursos institucionales para la resistencia popular contra la aceleración de la modernización capitalista y cultural, y contra el cambio estructural políticamente desempoderador impulsado por la globalización. Esto equivale a una amarga lucha sobre el futuro carácter del Estado, tanto nacional como internacional: ¿centralizado e integrado para salvaguardar la globalización, o descentralizado y subdividido para impedir que siga avanzando; elitista o igualitario; (pequeño) burgués o plebeyo; tecnocrático o democrático? En los años previos a Covid, empezaron a perfilarse los contornos de una tendencia a la baja en la participación política, con protestas y huelgas más frecuentes. Los abandonados partidos del modelo estándar y sus aliados mediáticos tuvieron poco que ver con esto. De hecho, combatieron la nueva ola de politización con todo el arsenal de armas a su disposición – propagandísticas, culturales, legales, institucionales – a menudo soplando involuntariamente viento en las velas de aquellos a los que habían enmarcado como enemigos, no sólo de la democracia, sino también del Estado. La dinámica de este desarrollo puede verse en la inversión del largo declive de la participación electoral en la década de 2000. Anteriormente, la participación electoral en las democracias europeas había seguido una trayectoria descendente, continuando una larga tendencia que comenzó a finales de la década de 1960. Esto era más pronunciado en el extremo inferior del espectro social y económico. A mediados de la década de 2000, sin embargo, se produjo un aumento de la participación electoral de unos tres puntos porcentuales, acompañado de un rápido aumento de la cuota media de voto de los llamados partidos populistas de derechas hasta el 17%, desde el 11% que era. Mientras que los partidos de la nueva derecha, favorecidos por las condiciones políticas y económicas de la posdemocracia neoliberal, pudieron movilizar inicialmente a los no votantes apáticos o descontentos, su éxito, a su vez, ayudó a los viejos y nuevos partidos de centro a movilizar, si no a nuevos simpatizantes, al menos a los adversarios de sus adversarios. La inversión de la tan lamentada desvinculación de amplios segmentos del electorado de la política se debe principalmente al ascenso de los nuevos partidos de derechas, que han sido diagnosticados como antidemocráticos, o incluso antidemocráticos, por los gobernantes en ejercicio. Este incómodo giro de los acontecimientos ha obligado, por tanto, a los comentaristas liberales a pasar de una teoría participativa a una revisionista de la democracia, como la de Seymour Martin Lipset, según la cual la alta participación electoral es una expresión de descontento político que corre el riesgo de conducir a la radicalización política, poniendo así en peligro, en lugar de reforzar, la democracia.
Tres décadas de centralización y unificación político-económica neoliberal han cambiado las democracias occidentales hasta la médula: al recuperarse la participación electoral, los partidos políticos centristas han disminuido, los sindicatos han perdido afiliados y estatus político, y los nuevos partidos de derechas, o las corrientes populistas dentro de los partidos existentes, han erosionado el conservadurismo centrista, incluida la socialdemocracia tradicional. En 2023, en todos los países occidentales, la nueva oposición se ha convertido en una fuerza política más o menos influyente a tener en cuenta, convirtiéndose en algunos de ellos en un socio informal o formal del gobierno, a veces incluso en la fuerza política dominante. Esto se aplica a Estados Unidos y Gran Bretaña, así como a Italia, Francia, Austria y toda Escandinavia, por no hablar de Polonia, Hungría y Europa Central y Oriental en general. Independientemente de lo que pueda dividir a los nuevos nacionalistas de derechas, lo que tienen en común es su oposición a la internacionalización y la centralización, y a la integración de la gobernanza que conlleva, sacando así a la luz y politizando una línea de conflicto, en las democracias capitalistas, inherente al Nuevo Orden Mundial posterior a 1990 del neoliberalismo global. Hoy en día, las presiones a favor del autogobierno local -de la descentralización de la gobernanza mediante la restauración de la soberanía nacional- y la cuestión de cómo responder a ellas, son un tema central para los políticos y los responsables políticos en los contextos políticos y económicos nacionales e internacionales. Las fuerzas políticas que insisten en la soberanía de sus Estados-nación -ya sea frente a otros Estados imperiales, organizaciones internacionales dominadas por ellos o mercados mundiales o continentales- pueden afirmar que defienden una condición indispensable de la democracia nacional, aunque sólo la quieran para sí mismas y no también para sus oponentes. Quienes pretenden preservar la democracia liberal del periodo neoliberal tienden a subestimar el poder de la oposición a la misma, al tiempo que sobrestiman la capacidad de gobernar, política y técnicamente, de las organizaciones supranacionales y de los países hegemónicos imperiales. La democracia neoliberal ha sido incapaz de evitar una profunda pérdida de confianza en sus instituciones por parte de los ciudadanos, lo que constituye otro dramático resultado a largo plazo de las tres décadas neoliberales transcurridas desde principios de la década de 1990. Ni el centralismo neoliberal ha sido capaz de sostener instituciones nacionales o internacionales capaces de estabilizar una economía de mercado global. Al igual que los mercados han fracasado, también la política neoliberal, que había apostado por su infalibilidad, estaba condenada al fracaso. La revolución neoliberal había hecho añicos por completo lo que era el orden político y social del compromiso de posguerra, destruyéndolo y descartando así un simple retorno al mismo. Esto hace aún más necesario comprender las causas precisas del fracaso del centralismo supranacional, para comprender también los posibles contornos de una democracia posglobalista y posneoliberalista. Sólo así podremos esperar llenar el vacío político dejado por el neoliberalismo con un equivalente funcional del modelo estándar de posguerra. Al igual que su predecesor globalista, un modelo posglobalista de democracia descentralizada también debería incorporarse a un orden internacional acomodaticio que respete la autonomía política local y la soberanía estatal nacional como condiciones fundamentales para la democracia en la sociedad y la economía. En este sentido, el destino de la Unión Europea ofrece lecciones sobre la fragilidad del internacionalismo estatista, sobre cuáles son los límites de la gobernanza supranacional centralizada y sobre la integración como unificación; en resumen, sobre la futilidad de los intentos más o menos bienintencionados de relegar al basurero de la historia al Estado-nación como lugar de soberanía distribuida. Observando en particular el estado de la Unión Europea al final del neoliberalismo y al principio del posglobalismo, se puede tomar conciencia de las fuerzas de resistencia a una reducción jerárquico-tecnocrática supranacional de la política, como las que ahuyentaron a los Estados miembros de la UE que, en su lugar, deberían haberse convertido en los Estados Unidos de Europa. Además, la forma en que se han apretado las riendas, y se ha restaurado la centralización, en el transcurso de la guerra de Ucrania sugiere que la unificación supranacional de los Estados-nación soberanos se persigue mejor con la ayuda de un enemigo común, o aliado, o Estado imperial que actúe como un unificador externo definiendo, o incluso creando, un problema común de seguridad internacional que se aborde a nivel supranacional bajo el liderazgo imperial: una cuestión de vida o muerte, muy diferente de una renuncia voluntaria a la soberanía nacional, hecha en aras de la prosperidad económica y el bienestar cosmopolita, y extremadamente peligrosa además.
Publicado el 28/11/2024 en «Compact» [*].
[*] Nota: Este ensayo es una adaptación del último libro del autor, «¿Recuperar el control?: Estados y sistemas estatales después del globalismo», publicado en noviembre de 2024 por Verso.
5. Reconocimiento de Somalilandia
En el embrollo del Cuerno de África, ha destacado últimamente el reconocimiento por parte de Etiopía de Somalilandia, con la que ha llegado un acuerdo para tener salida al mar. Pero resulta que también Trump podría reconocer su independencia, impulsado por su colaboración con los EAU. Un artículo en The Cradle sobre sus implicaciones.
https://thecradle.co/articles/
El reconocimiento de Somalilandia: ¿Un cambio de juego geopolítico para Asia Occidental?
Trump planea reconocer a Somalilandia para reforzar la posición de Occidente en el Cuerno de África frente a Yemen y contrarrestar la influencia china, pero al hacerlo se arriesga a alienar a aliados regionales clave, críticos para las guerras de Israel en Asia Occidental.
Aidan J. Simardone 19 DE DICIEMBRE DE 2024
En un movimiento que sorprendió a muchos, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, está dispuesto a reconocer a Somalilandia como Estado independiente. Esta decisión sin precedentes, revelada por el ex secretario de Defensa británico Gavin Williamson e informada por Semafor, podría remodelar drásticamente la geopolítica en el Cuerno de África y las vías fluviales de Asia Occidental.
Situada cerca de la península arábiga, el reconocimiento de Somalilandia daría a Occidente un nuevo punto de apoyo estratégico en su guerra contra Yemen, que desde octubre de 2023 bloquea los barcos que se dirigen a Israel. Sin embargo, esta medida corre el riesgo de tensar las relaciones de EEUU con aliados regionales clave como Egipto y Turquía, que mantienen fuertes lazos con Somalia.
Un país en ascenso en la región
Somalilandia declaró su independencia de Somalia en 1991 pero sigue sin ser reconocida por ningún estado soberano. A pesar de ello, la región se ha forjado una identidad propia. Hogar de un tercio de la población de Somalia, Somalilandia tiene aproximadamente el tamaño de Florida y ha mantenido una relativa estabilidad, a diferencia de su vecino desgarrado por la guerra.
Aunque los enfrentamientos en sus regiones orientales se han intensificado desde 2023, la mayor parte de Somalilandia sigue siendo pacífica. Estratégicamente situada cerca del golfo de Adén, domina un corredor marítimo crucial para los buques que se dirigen al canal de Suez y a Yemen.
Desde el inicio de la guerra de Yemen en 2014, los EAU han buscado socios en el Cuerno de África contra el gobierno dominado por Ansarallah en Sanaa. En 2016, los EAU firmaron un acuerdo de 442 millones de dólares para construir un puerto en la ciudad somalí de Berbera, que se encuentra a sólo 260 kilómetros de la ciudad portuaria yemení de Adén.
Un año después, el puerto se amplió para incluir una base naval y aérea y, desde 2018, se utiliza para atacar dentro de Yemen. La base militar sigue ampliándose, con hangares en construcción para más aviones.
Posible normalización y reconocimiento de Israel
Según se informa, los EAU están trabajando para asegurar un acuerdo entre Somalilandia e Israel. Interesado en asegurarse un punto de apoyo cerca del Mar Rojo y el Golfo de Adén, en 2010 Israel se convirtió en uno de los pocos países que establecieron relaciones diplomáticas con Somalilandia, aunque sin reconocimiento formal.
El interés israelí en la región no ha hecho más que aumentar desde que Yemen comenzó a atacarles directamente en represalia por el genocidio en curso en Gaza, y ya mantiene una presencia militar y de inteligencia conjunta con los EAU en la isla yemení ocupada de Socotra.
Según el acuerdo negociado con los EAU, Israel establecería una base militar en Somalilandia a cambio de su reconocimiento. Este punto de apoyo permitiría a Tel Aviv responder directamente a Yemen en lugar de depender de los países occidentales para hacerlo.
Sin embargo, a pesar de las ambiciones de los EAU e Israel, ninguno de los dos Estados ha reconocido a Somalilandia. En 2010, se rumoreó que Israel formalizaría sus relaciones, pero se echaron atrás. Hacerlo habría supuesto el riesgo de enemistarse con varios países de la región.
La implicación de EEUU en el Cuerno de África
En 1993, EEUU invadió la capital de Somalia, Mogadiscio, con la esperanza de derrocar al gobierno. La batalla, en la que se vieron cadáveres de soldados estadounidenses arrastrados por las calles, fue «el tiroteo más sangriento en el que participaron tropas estadounidenses desde Vietnam», según PBS, y fracasó en su objetivo. Pocos meses después, se retiraron las últimas tropas estadounidenses que quedaban.
A partir de 2007, el ejército estadounidense volvió a intervenir en Somalia con operaciones navales contra los piratas y lanzó ataques aéreos contra el grupo insurgente salafista Al-Shabaab. A pesar de estos esfuerzos, Al-Shabaab siguió lanzando ataques mort ales contra las tropas estadounidenses. Un mes antes de dejar el cargo, Trump retiró las tropas estadounidenses. En 2022, Joe Biden dio marcha atrás, trayendo de vuelta a 500 soldados estadounidenses a Somalia.
A pesar de la ayuda de Washington y de que el gobierno somalí lanzó una gran campaña militar en 2022, el impacto sobre Al-Shabaab ha sido mínimo. Temiendo un vacío de seguridad, Somalia solicitó este año que las tropas de la Unión Africana (UA) retrasaran su retirada.
Somalia perdió aún más el control cuando la región de Puntlandia anunció su independencia. La semana pasada, las fuerzas de Jubalandia se enfrentaron a las del gobierno somalí, lo que provocó la captura de 83 soldados somalíes y que otros 600 efectivos se entregaran a Kenia al otro lado de la frontera.
Con este telón de fondo, la administración Biden señaló un posible cambio de política al enviar una delegación de alto nivel para felicitar al recién elegido presidente de Somalilandia, Abdirahman Mohamed Abdullahi. La medida fue elogiada por personalidades como el senador Jim Risch, que criticó como un fracaso la política de «Una Somalia» aplicada desde hace tiempo.
Los defensores del reconocimiento de Somalilandia destacan su estabilidad y su gobernanza democrática. Sin embargo, su valor estratégico como centro de operaciones militares occidentales contra Yemen y contrapeso a la creciente influencia de China en la región es probablemente la fuerza motriz de este pivote.
Contrarrestar la influencia de China
La creciente presencia de China en el Cuerno de África es un factor significativo para los intereses estadounidenses en Somalilandia. Desde 2017, China opera una importante base militar en Yibuti -su primera en el mundo- que limita con Somalilandia y es un actor clave en la geopolítica de la región.
Antaño bastión de las bases occidentales, Yibuti se ha alineado estrechamente con Pekín, apoyando incluso las acciones de China en Hong Kong y permitiendo que los barcos iraníes atraquen en su puerto.
Yibuti también ha pedido a EEUU que no lleve a cabo ataques aéreos en Yemen y ha permitido que los barcos iraníes atraquen en la base militar china.
La amenaza de China en Yibuti se menciona en el Proyecto 2025, que muchos ven como un anteproyecto para la presidencia entrante de Trump. Recomienda«el reconocimiento de la condición de Estado de Somalilandia como cobertura contra el deterioro de la posición de EEUU en Yibuti».
Somalilandia es uno de los pocos países del mundo que mantiene estrechas relaciones con Taiwán. China ha respondido profundizando sus relaciones con Somalia, incluso elevando sus vínculos a una «asociación estratégica» y enviando ayuda.
Si Estados Unidos reconociera a Somalilandia, sus aliados probablemente seguirían su ejemplo, al igual que hicieron con Kosovo en 2008. Hacerlo podría ser arriesgado dada la presencia de tropas estadounidenses en Somalia, pero es probable que Trump las retire, al igual que hizo en su anterior presidencia. Como Estado soberano reconocido, Somalilandia tendría mayor seguridad, lo que beneficiaría a los EAU e Israel. También sería un socio más fiable que Yibuti y se convertiría en un contrapeso a China.
Actores regionales
Pero el reconocimiento de Somalilandia podría provocar una reacción violenta significativa por parte de los aliados de EEUU. Egipto, estrechamente alineado con Somalia debido a las preocupaciones compartidas sobre la presa etíope del Gran Renacimiento, podría considerar el reconocimiento de Somalilandia como una traición.
Como nación sin salida al mar, Etiopía y Somalilandia firmaron este año un Memorando de Entendimiento (MoU), que proporcionaría a Etiopía acceso al mar a través del puerto de Berbera. En respuesta, Egipto firmó un acuerdo de defensa con Somalia.
El miembro de la OTAN Turkiye, otro actor regional clave, ha realizado grandes inversiones en Somalia, incluido el establecimiento de su mayor base militar extranjera en Mogadiscio, y ha proporcionado 1.000 millones de dólares en ayuda a Somalia entre 2011 y 2022. A cambio, Turkiye recibió un trato preferente con contratos de exploración petrolífera. El MdE Etiopía-Somalilandia socavaría la posición de Turkiye en la región y su ambición de independencia energética.
La semana pasada, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan reunió a los líderes de Etiopía y Somalia para firmar la histórica Declaración de Ankara. Gran parte del acuerdo es vago, pero sin embargo supuso un gran avance, ya que Etiopía y Somalia acordaron respetar la integridad territorial de la otra parte.
En virtud del acuerdo, Etiopía y Somalia seguirán dialogando con el objetivo de profundizar sus relaciones diplomáticas. El acuerdo no afecta al acceso de Etiopía al puerto somalí de Berbera, pero sí atenúa la esperanza de esta última de obtener el reconocimiento de Etiopía.
Arriesgar el apoyo a los intereses estadounidenses e israelíes
Estados Unidos se arriesgaría, por tanto, a perder a dos aliados que han desempeñado un papel importante en la protección del genocidio israelí en Gaza. Egipto ha instigado sistemáticamente a Tel Aviv negándose a abrir su frontera con Gaza y abriendo rutas comerciales cruciales para las mercancías destinadas a Israel, mientras que Turquía sigue enviando a Israel exportaciones clave como el acero. Ambos países podrían dar marcha atrás en estas políticas como represalia por el reconocimiento de Somalilandia.
Al igual que China, Rusia también ha incrementado su papel en África, con el establecimiento de una base naval rusa en Puerto Sudán, en el Mar Rojo. Rusia ha desempeñado un papel limitado en Somalia, pero recientemente ha ofrecido apoyo militar contra los extremistas de Al-Shabab. La UA también apoya la integridad territorial de Somalia y se opondría al reconocimiento de Somalilandia.
Mientras continúen el genocidio en Gaza y la guerra en Yemen, Somalilandia será un actor clave para Occidente. El reconocimiento de Somalilandia por parte de Trump aseguraría una base crítica para los EAU e Israel, al tiempo que contrarrestaría la influencia de China en Yibuti.
Sin embargo, este movimiento corre el riesgo de alienar a aliados clave como Egipto y Turquía, cuyo apoyo ha sido crucial para los intereses estadounidenses e israelíes en la región. Equilibrar estos intereses contrapuestos será un reto definitorio para la administración entrante.
6. Congreso extraordinario del Partido Comunista Sudafricano
Se ha celebrado un congreso extraordinario del SACP, importante tras las últimas elecciones en las que el ANC decidió formar gobierno con la derecha blanca. No he encontrado todavía información en su prensa, por lo que os paso esta primera noticia de la página de Nico Maury.
https://www.editoweb.eu/
¿Qué retener del 5ᵉ congreso extraordinario del Partido Comunista Sudafricano?
Jueves 19 de diciembre de 2024
El 5ᵉ congreso nacional extraordinario del Partido Comunista Sudafricano es histórico.
Histórico porque marca una ruptura con el Congreso Nacional Africano, su aliado de siempre en la lucha contra el apartheid y en la transición a la democracia, y porque quiere construir un poderoso movimiento socialista, popular e internacionalista independiente del CNA.
Artículo y traducción Nico Maury
El 5ᵉ Congreso Nacional Extraordinario del Partido Comunista Sudafricano concluyó el 14 de diciembre de 2024. Los delegados del PCS adoptaron una importante hoja de ruta para el movimiento obrero sudafricano.
Más de 570 delegados del PCS, que representan a más de 370.000 miembros del Partido Comunista, participaron en los trabajos y reafirmaron la inseparabilidad de la Revolución Democrática Nacional (RND) de la lucha por el socialismo. Esta RND sigue siendo el camino estratégico, directo y más corto hacia una sociedad socialista.
El PCS considera que, a pesar de los avances políticos y sociales logrados desde 1994, los años de políticas neoliberales han reforzado los legados del colonialismo y del apartheid, afianzando las desigualdades raciales y de género, profundizando la marginación económica y perpetuando la pobreza y el desempleo sistémicos. Que la coalición entre el CNA y el neoliberal DA representa una traición a los objetivos transformadores de la RND. Esta coalición da prioridad a la austeridad, la financiarización y la privatización por encima de los intereses de la clase trabajadora y los pobres.
El PCS reafirma que la elección política es simple: ¡socialismo o barbarie! El capitalismo no sólo ha afianzado las desigualdades estructurales y la pobreza, sino que también ha provocado la degradación del medio ambiente, la violencia de género, el feminicidio y el aumento de la violencia social. Sólo mediante la transformación socialista de la sociedad se desmantelarán estos sistemas opresivos.
El 5ᵉ Congreso del Partido Comunista Sudafricano definió así 5 ejes estratégicos:
1- Reafirmar la RND como vía estratégica hacia el socialismo.
La RND es la vía más corta y directa hacia el socialismo en Sudáfrica. Se basa en la visión de la Carta de la Libertad y en los principios del socialismo como respuesta a las crisis sociales y económicas, en la movilización de los trabajadores y los pobres en torno a un programa común que garantice el liderazgo de la clase obrera y en el rechazo de los programas nacionalistas y reformistas burgueses.
2- Construir el eje socialista y el frente popular de izquierdas.
La formación de un eje de izquierdas por el socialismo, anclado por el SACP y el COSATU, en colaboración con organizaciones políticas progresistas, sindicatos y movimientos sociales, es esencial para construir el poder de la clase obrera y hacer avanzar el contenido revolucionario de la RND. El PCS quiere construir amplios frentes sectoriales para abordar cuestiones sociales cruciales (juventud, justicia medioambiental, violencia de género y feminicidio), hacer campaña por la industrialización dirigida por el Estado, el empleo público, la unidad africana y la solidaridad contra el imperialismo.
3- Participar en las elecciones locales.
La decisión del PCS de presentarse de forma independiente a las elecciones locales de 2026 está motivada por la necesidad de abordar la crisis de representación a la que se enfrentan la clase trabajadora y los pobres. Esto es esencial para:
– Promover la representación de la clase trabajadora, garantizando que las voces y las luchas de la clase trabajadora y de los pobres impulsen la gobernanza local.
– Cuestionar las políticas neoliberales para restaurar la propiedad pública y dar prioridad al desarrollo comunitario.
– Reforzar el poder de los ciudadanos en las comunidades y capacitarlos para que asuman el control de la gobernanza local a través de estructuras participativas como los comités de calle, las cooperativas y los foros locales.
– Reconfigurar la Alianza sobre el terreno: reconectar la Alianza con las luchas populares y alinearla con los objetivos revolucionarios de la RND.
4- Promover el diálogo nacional a través de la movilización y la participación populares.
El PCS ha hecho un llamamiento a favor de un diálogo nacional en el que participen todos los sectores de la sociedad. Un proceso dirigido a millones de personas. El PCS se compromete a contribuir a la movilización y la participación de los trabajadores y los pobres en este proceso para hacer frente al sistema capitalista, abordar y, en última instancia, superar los múltiples fracasos y crisis capitalistas a los que se enfrenta el país.
5- Solidaridad internacional: hacer avanzar la lucha antiimperialista.
El PCS reconoce que la solidaridad internacional es la piedra angular de los esfuerzos del Partido Comunista por construir el socialismo y resistir al imperialismo. El PCS se compromete a apoyar a los pueblos oprimidos y a los movimientos progresistas de todo el mundo en sus luchas contra la explotación, el imperialismo y la dominación neocolonial.
Esto es importante porque el PCS pretende
a) Reforzar la solidaridad en África
El PCS es plenamente consciente de que las crisis humanitarias y los conflictos persistentes en toda África se ven exacerbados por el neocolonialismo, el imperialismo y los fracasos de los gobiernos locales.
– El PCS apoya al pueblo sudanés y pide una intervención internacional inmediata para hacer frente a las masacres, que están sumiendo en el hambre a millones de personas.
– El PCS se solidariza con el pueblo de Suazilandia, que lucha por la democracia en su país.
– El PCS se solidariza con el Sáhara Occidental y reafirma su apoyo inquebrantable al derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y a la independencia nacional. El PCS condena la ocupación ilegal del territorio por parte de Marruecos y pide el aislamiento de Marruecos hasta que cumpla la legalidad internacional, incluidas las resoluciones de las Naciones Unidas.
b) Resistencia al imperialismo estadounidense y al neocolonialismo
El PCS condena las acciones cada vez más agresivas del imperialismo estadounidense en África, América Latina, Oriente Próximo y más allá, destinadas a desestabilizar gobiernos, explotar recursos y socavar la soberanía.
El PCS apoya a las naciones que están a la vanguardia de la resistencia a la agresión estadounidense, como Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Pide el fortalecimiento del Foro Progresista de África Austral para contrarrestar el imperialismo y el neocolonialismo.
El PCS expresa su apoyo inquebrantable al Eje de la Resistencia, que reúne a las naciones y movimientos que se oponen a la agresión imperialista en Oriente Próximo. Apoya la lucha de los pueblos de Palestina, Líbano, Siria e Irán contra las fuerzas imperialistas y sus apoderados regionales, especialmente Israel y Turquía.
Observación de José Luis Martín Ramos:
El objetivo del congreso ha sido la ruptura de la alianza con el ANC. Una alianza que ha durado noventa años. Que ha dado importantes resultados en la lucha contra el colonialismo blanco y el apartheid y ha proporcionado a esa lucha figuras como Nelson Mandela, dirigente del SACP. Después de Mandela las cosas se torcieron – puede que antes, habrá que verse- el ANC se ha dejado engullir por el neoliberalismo y su última decisión de formalizar su alianza con la derecha liberal en una inédita coalición de gobierno, era imposible de sostener. Que prospere su decisión puede ser muy importante para el futuro político del África postneocolonial.
7. Crisis en Corea del Sur
Un repaso en Sidecar de la situación actual en Corea del Sur, donde el actual presidente parece que no va a poder permanecer mucho tiempo en el cargo.
https://newleftreview.org/
¿Salvar la democracia?
Hoduk Hwang y Jason Baker 19 de diciembre de 2024
El 3 de diciembre, el decimotercer presidente de la República de Corea, Yoon Suk Yeol, declaró la ley marcial. Con aspecto cansado y frustrado en su discurso televisado a la nación (se rumorea que podría haber estado bebiendo), justificó esta decisión acusando a la oposición parlamentaria de establecer una «dictadura legislativa», «conspirar para incitar a la rebelión pisoteando el orden constitucional de la República de Corea libre» y actuar en connivencia con las «fuerzas comunistas norcoreanas». El estado de emergencia no duró mucho: sólo seis horas, en las que el líder de la oposición, Lee Jae-myung, y sus compañeros legisladores atravesaron un cordón policial en la Asamblea Nacional y se atrincheraron en su interior, donde votaron unánimemente en contra del decreto presidencial. Fueron apoyados por una gran multitud de residentes de Seúl que se habían precipitado al parlamento, formando un escudo humano para protegerse de los paracaidistas que blandían fusiles de asalto.
Yoon volvió a aparecer en televisión y accedió a revocar las medidas, de las que evidentemente no había informado al aliado más cercano de Corea del Sur, EEUU. El 14 de diciembre fue destituido por la Asamblea Nacional; el tribunal constitucional está decidiendo si lo destituye. La opinión pública ha respirado aliviada y la oposición liberal, encabezada por el Partido Democrático, ha proclamado que se ha salvado la democracia. Pero el episodio revela un rasgo sorprendente de la cultura política surcoreana: la centralidad del anticomunismo en el orden constitucional. Es en este contexto en el que debe entenderse el aparente acto de locura de Yoon.
En primer lugar, algunos antecedentes. Yoon nació en 1960 en Seongbuk, un barrio acomodado del norte de Seúl. Sus dos padres eran profesores universitarios. En los últimos días se ha hablado mucho del hecho de que Yoon asistiera al instituto Chungam junto con su ministro de Defensa, Kim Yong-hyun, y se ha especulado sobre una «facción Chungam» en el círculo íntimo de Yoon y su papel en la planificación del decreto de ley marcial. Tras estudiar Derecho en la Universidad Nacional de Seúl, Yoon aprobó el examen de acceso a la abogacía en 1991 y, tras varios casos de gran repercusión como fiscal, incluida la investigación por corrupción que llevó a la detención de la ex presidenta Park Geun-hye, se incorporó a la Fiscalía del Distrito Central de Seúl. Fue nombrado fiscal general en 2019 por el entonces presidente Moon Jae-in, pero su relación se agrió después de que Yoon llevara a cabo investigaciones contra el ministro de Justicia de Moon, entre otros aliados. Tras su dimisión en marzo de 2021, Yoon se aseguró la candidatura presidencial del partido derechista Poder Popular (PPP).
El contraste entre Yoon y su predecesor ha sido muy marcado. Moon celebró una reunión histórica con el norcoreano Kim Jong-un en abril de 2018 que dio lugar a la Declaración de Panmunjom para la Paz, la Prosperidad y la Reunificación de la Península de Corea: comprometiendo formalmente a los dos países a la «desnuclearización» y abordando la perspectiva de un tratado de paz. Donald Trump había sido un firme partidario de esta entente cordiale durante su etapa en la Casa Blanca. Pero en el momento de las elecciones presidenciales surcoreanas de 2022, se había ido a pique. La campaña estuvo dominada por cuestiones internas, principalmente la falta de viviendas asequibles (el 81% de los coreanos de 20 años viven con sus padres, la tasa más alta de la OCDE) y las secuelas económicas del Covid-19, de las que el PPP trató de culpar a la administración Moon. Yoon triunfó sobre su rival del Partido Demócrata, Lee Jae-myung, por un estrecho margen, obteniendo un amplio apoyo entre los votantes masculinos más jóvenes.
Yoon había desatado la polémica durante el ciclo electoral al sugerir que Corea del Sur se beneficiaría de una semana laboral de 120 horas. En el cargo, intentó aumentar la jornada laboral semanal máxima de 52 a 69 horas, lo que provocó una gran reacción de los jóvenes y los sindicatos, que señalaron que no eran los trabajadores ociosos sino las bajas tasas de natalidad lo que explicaba los males económicos del país. Aunque Corea del Sur ocupa el segundo lugar del mundo en I+D, el crecimiento de la productividad se ha ido estancando gracias al declive demográfico: del 6,1% en 2001-10 al 0,5% en 2011-20. Yoon también consiguió provocar una huelga sobre las cuotas de admisión en las facultades de medicina que supuso la dimisión del 90% de los médicos en formación en señal de protesta. En política exterior, el presidente fue de línea dura y trató de elevar las relaciones con Japón al nivel de una alianza militar estratégica. Además de una hostilidad manifiesta hacia Corea del Norte, Yoon avivó el sentimiento antichino. El superávit comercial de la República de Corea con este país se convirtió en un déficit de unos mil millones de dólares en la primera mitad de su presidencia.
La segunda mitad de la presidencia de Yoon ha estado definida por el escándalo. Se nombró a un fiscal especial para investigar las acusaciones contra su esposa, que iban desde la manipulación del precio de las acciones hasta el soborno, pasando por manejos cuestionables en las nominaciones para los puestos del PPP. Yoon intervino en la fiscalía, ignoró las acusaciones, ejerció agresivamente sus poderes de veto en la Asamblea Nacional y rechazó de inmediato cualquier negociación con el partido mayoritario de la oposición. Sin embargo, tales controversias, incluida la propia declaración de la ley marcial, resultan engañosas cuando se toman de forma aislada; los comentarios suelen derivar hacia el espectáculo de las intrigas palaciegas a expensas de cuestiones estructurales más profundas.
¿Cómo dar sentido, entonces, a lo que parece haber sido un auténtico intento de devolver a Corea del Sur a una forma de gobierno militar? La carrera de Yoon como fiscal, que le enseñó una obstinada beligerancia a expensas de la negociación diplomática, puede ayudar a explicar su reciente acto de arrogancia. Estudiar Derecho en la República de Corea ofrece sin duda muchas oportunidades para estudiar detenidamente los libros de jugadas extralegales de los regímenes autoritarios de dictadores del pasado como Park Chung-hee y Chun Doo-hwan. El 10 de diciembre, Hankyoreh informó de que el ex ministro de Defensa Kim Yong-hyun – presunto miembro de la llamada «facción Chungam» – había estado intentando provocar un conflicto fronterizo limitado con Corea del Norte como pretexto para imponer la ley marcial. Dado que ésta sólo puede declararse en tiempos de guerra o de emergencia nacional, es posible que se haya ideado una estrategia para proporcionar a Yoon motivos legítimos para su decreto y reactivar así su coja presidencia (tras la derrota en las elecciones legislativas de mayo, la agenda política del PPP de Yoon ha quedado bloqueada). Queda por ver cómo se relaciona esto con la declaración de Yoon del 3 de diciembre, y si el presidente pretendía fingir un conflicto con el Norte una vez aplicada la ley marcial.
Pero esto también debe considerarse históricamente. Bruce Cumings caracterizó a Corea del Sur y Japón a finales de la década de 1940 como «los sujetos de una doble política de contención . . tanto para contener al enemigo comunista como para constreñir al aliado capitalista». La integración de Corea del Sur en la economía mundial se basaba en la supuesta necesidad de combatir el comunismo, una amenaza invocada por los sucesivos gobiernos para suprimir las libertades políticas, a través de la Ley de Seguridad Nacional. Ostensiblemente diseñada para proteger a Corea del Sur del Norte, la NSA funciona como una «constitución dentro de la constitución», proscribiendo el reconocimiento de Corea del Norte como entidad política, la impresión y distribución de propaganda «antigubernamental» y la promoción de la «rebelión contra el Estado». A día de hoy, la ley sigue utilizándose para sofocar la oposición al statu quo. En 2014, se invocó para prohibir un partido de izquierdas de reciente creación, los Progresistas Unificados, después de que obtuviera unos resultados sorprendentemente buenos en las elecciones a la Asamblea. Y el pasado agosto, fue citado por la policía para justificar el allanamiento de las oficinas del Partido Democrático Popular, la incautación de sus documentos y la detención de su líder, Lee Sang-hoon.
El panorama político e ideológico de Corea del Sur se configuró mediante una combinación de éxito económico y frágiles instituciones democráticas, siendo el «anticomunismo» el arma principal de las élites -hoy dominadas por los conglomerados Chaebol de Samsung, Hyundai, LG y otros- para reprimir la política progresista. Sin embargo, se ha producido un cambio gradual en la forma en que se despliega. Atrás quedaron los días en que la afirmación «soy comunista» podía llevar a un coreano a una fosa común. Y ahora nos encontramos en un punto en el que el anticomunismo liberal de la República de Corea -es decir, las leyes de emergencia que funcionan sin problemas en el marco de una constitución liberal- ha mutado en una forma de antiliberalismo. Un incidente revelador fue la cancelación de una charla de Judith Butler en la Universidad Kyung Hee sobre «La democracia y el futuro de las humanidades» a principios de este mes, tras las amenazas de los nacionalistas de derechas. Esto hablaba de un clima cultural más amplio: durante su campaña presidencial Yoon se había presentado con una plataforma explícitamente antifeminista, prometiendo abolir el Ministerio de Igualdad de Género y Familia con el argumento de que la desigualdad estructural de género ya no existe. La realidad es que el acoso sexual y la misoginia en el lugar de trabajo están muy extendidos en la República de Corea. En 2017, Human Rights Watch descubrió que el 80% de los hombres encuestados admitían haber ejercido violencia contra su pareja.
¿Cómo puede evolucionar la situación a corto plazo? En la enrarecida atmósfera de los estudios de televisión surcoreanos, estos escándalos suelen cobrar vida propia. Sin embargo, la audacia del decreto de Yoon, unida a su negativa a dimitir, ha puesto inadvertidamente en primer plano el tema del anticomunismo. Aunque una encuesta realizada en 2021 mostró que la mayoría de la población sigue apoyando la NSA y su controvertido artículo 7, que prohíbe la «rebelión contra el Estado» (una frase que Yoon citó en su discurso televisivo) es probable que las voces que piden su abolición se hagan más fuertes, uniéndose a las de la Asociación Coreana de Periodistas y Amnistía Internacional, que describe la NSA como «una herramienta para silenciar la disidencia y perseguir arbitrariamente a personas que ejercen pacíficamente sus derechos a la libertad de expresión y asociación».
¿Es probable que sus voces sean escuchadas? Es difícil predecirlo. Sin embargo, vemos algunos motivos para el optimismo. En primer lugar, el anticomunismo se considera cada vez más parte de un acuerdo político anticuado, que se cobró la vida de 1,5 millones de personas en la Guerra de Corea. Aunque algunos conservadores apoyaron inicialmente las acciones de Yoon, tras la votación sobre la destitución, en la que doce miembros del PPP apoyaron la moción de la oposición, se dice que el partido gobernante se está desmoronando. Cuantas más revelaciones surjan en las próximas semanas sobre falsas amenazas militares de las «fuerzas comunistas norcoreanas», más difícil será divorciar la oposición a Yoon y al PPP de la oposición al discurso anticomunista en general; históricamente, el anticomunismo está íntimamente ligado a las declaraciones de la ley marcial: ha habido 16 desde 1948. Sin embargo, las alternativas políticas surgidas de la oposición al anticomunismo han evolucionado, señalando un creciente deseo de un nuevo acuerdo político. Hoy en día, los coreanos que participaron en los movimientos prodemocráticos de la década de 1980, y la generación más joven de entre 20 y 30 años, consideran en general que la era de la rivalidad intercoreana ha terminado, y que en lugar de suponer una amenaza comunista, Corea del Norte sirve como fantasía neurótica del estado de seguridad.
En segundo lugar, la democracia surcoreana tiene la costumbre de brotar en tiempos de crisis. Las protestas a la luz de las velas, la última de las cuales tuvo lugar en 2016-18 contra la ex presidenta Park Geun-hye, vieron a millones de coreanos reunirse en las calles. La noche del 3 de diciembre, los ciudadanos que se congregaron ante la Asamblea Nacional pertenecían predominantemente a la generación prodemocrática de 1987. Sin embargo, el 7 de diciembre, cuando los manifestantes se reunieron en la Asamblea Nacional, los participantes más jóvenes, en particular las mujeres, constituían la mayoría. En los lugares de protesta resonaron tanto himnos democráticos tradicionales como canciones contemporáneas de K-pop. Los organizadores de la protesta antiYoon del sábado frente a la Asamblea Nacional afirman que asistieron dos millones de personas. Resulta difícil creer que semejante fuerza del sentimiento vaya a apaciguarse con la suspensión de Yoon de su cargo. Más bien sugiere que cualquier intento por parte del gobierno o de la oposición de tratar esto como una aberración aislada, para reanudar mejor las cosas como de costumbre, es probable que resulte contraproducente y transforme las protestas callejeras en un movimiento democrático más sostenible.
8. Boletín del Tricontinental sobre Siria
El último boletín de Vijay en el Tricontinental está dedicado a lo sucedido en Siria.
https://thetricontinental.org/
Cómo entender el cambio de gobierno en Siria | Boletín 51 (2024)
La caída de Damasco y el ascenso de HTS señalan un peligroso cambio en Siria, profundizando la inestabilidad regional y el aislamiento de Palestina. De Israel a la región africana del Sahel, ¿qué sigue?
19 de diciembre de 2024
Queridas amigas y amigos,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
La caída de Damasco ha sido uno de los acontecimientos más sorprendentes de los últimos meses. Este desplome era esperado desde hace más de una década, cuando los ejércitos rebeldes financiados por Qatar, Turquía, Arabia Saudita y Estados Unidos se agolparon en los límites de Siria y amenazaron al gobierno del entonces presidente Bashar al-Assad. Estos ejércitos, respaldados por países ricos y poderosos, estaban integrados por una serie de actores, entre ellos:
- Sectores de la población enfurecidos por las dificultades económicas causadas por la apertura de la economía y la consecuente devastación de las pequeñas empresas manufactureras, que no pudieron competir con el poderío emergente de la industria turca.
- El campesinado del norte, frustrado por la falta de respuesta adecuada del gobierno ante la prolongada sequía que les obligó a migrar hacia las ciudades septentrionales de Alepo e Idlib.
- Sectores de la pequeña burguesía laica, descontentos con el fracaso de la Primavera de Damasco de 2000-2001, que en un inicio había prometido reformas políticas derivadas de los muntadayāt (foros de debate) celebrados en todo el país.
- Una Hermandad Musulmana siria profundamente resentida, originada en la pequeña burguesía piadosa, que fue aplastada en 1982 y resurgió al inspirarse en el papel que desempeñó la Hermandad en las protestas de Túnez y Egipto durante 2010 y 2011.
- Fuerzas islamistas radicales, entrenadas por Al Qaeda en Irak, que buscaban enarbolar la bandera negra del yihadismo desde los puntos más altos de Damasco.
A pesar del fracaso de estas facciones de la oposición siria en 2011, muchas de estas mismas fuerzas lograron derrocar al gobierno de Assad el 7 de diciembre de 2024.
El gobierno de Assad se mantuvo en el poder durante poco más de una década gracias, en gran medida, al apoyo de Irán y Rusia, pero también a la intervención, en menor medida, de la vecina Irak y de Hezbolá (Líbano). Sin embargo, Assad no estaba preparado para la contienda. Llegó a la presidencia en el año 2000 tras la muerte de su padre, Hafez al-Assad, quien asumió el cargo mediante un golpe militar en 1971. Bashar al-Assad tuvo una educación privilegiada y estudió oftalmología en el Reino Unido. Cuando los ejércitos rebeldes se acercaron a Damasco en diciembre de este año, Assad huyó a Moscú con su familia, alegando que quería retirarse de la política y retomar su carrera como oftalmólogo. No dirigió ninguna declaración a su pueblo pidiéndole valentía o asegurando que sus fuerzas lucharían otro día. No hubo palabras de consuelo. Se fue en silencio, de la misma manera en que apareció, dejando a su país abandonado. Unos días después, en Telegram, Assad publicó un texto, pero su tono fue timorato.
Después de ser derrotados por las fuerzas sirias, iraníes y rusas en 2014, los rebeldes sirios se reagruparon en la ciudad de Idlib, cerca de la frontera de Turquía con Siria. Allí es donde la principal fuerza de la oposición se separó de Al Qaeda en 2016, tomó el control de los consejos locales y se perfiló como el único líder de la campaña anti-Assad. Este grupo, Hayat Tahrir al-Sham (Organización para la Liberación del Levante, o HTS), está ahora al mando en Damasco.
Proveniente directamente de Al Qaeda en Irak, HTS no ha sido capaz de desprenderse de esas raíces y sigue siendo un cuerpo profundamente sectario con ambiciones de convertir Siria en un califato. Desde su paso por Irak y el norte de Siria, el líder de HTS, Abu Mohammed al-Jolani, adquirió una reputación de gran brutalidad hacia el gran número de grupos minoritarios de Siria (en concreto, alauitas, armenios, kurdos y chiitas), a quienes consideraba apóstatas. Al Jolani es consciente de su reputación, pero ha cambiado notablemente su forma de presentarse. Se quitó los atuendos de su época en Al Qaeda, se recortó la barba, viste un uniforme caqui anodino y aprendió a hablar con los medios de comunicación en tono mesurado. En una entrevista exclusiva con CNN, publicada justo cuando sus fuerzas tomaban Damasco, Al Jolani describió los asesinatos cometidos en su nombre como simples indiscreciones juveniles. Era como si hubiera sido entrenado por una empresa de relaciones públicas. Al Jolani ya no es el loco de Al Qaeda, ahora se lo presenta como un demócrata sirio.
El 12 de diciembre conversé con dos personas amigas pertenecientes a comunidades minoritarias de distintas partes de Siria. Ambas dijeron que temen por sus vidas. Entienden que, aunque habrá un periodo de júbilo y calma, acabarán sufriendo graves atentados y ya han empezado a escuchar informes de ataques a pequeña escala contra familias alauíes y chiitas de su red. Otra persona conocida me recordó que en Irak reinó la calma tras la caída del gobierno de Sadam Husein en 2003, pero varias semanas después comenzó la insurgencia. ¿Podría producirse una insurgencia semejante de antiguas fuerzas gubernamentales en Siria después que se hayan recuperado de la precipitada caída de su Estado? Es imposible saber cómo será el tejido social de la nueva Siria dado el carácter de quienes han tomado el poder. Esto será especialmente cierto si al menos una fracción de esos siete millones de sirixs desplazadxs durante la guerra regresan a casa y buscan venganza por lo que seguramente considerarán el maltrato que les obligó a marcharse al extranjero. Ninguna guerra de este tipo termina con la paz. Quedan muchas cuentas pendientes.
Es preciso comprender también lo que este cambio de gobierno significa para la región y para el mundo, sin desviar la atención del pueblo sirio y su bienestar. Analicemos las repercusiones de manera secuencial, comenzando por Israel y concluyendo en la región africana del Sahel.
- Israel. Aprovechándose de una década de guerra civil en Siria, Israel ha bombardeado con regularidad bases militares de ese país para debilitar tanto al Ejército Árabe Sirio (EAS) como a sus aliados (en particular, Irán y Hezbolá). En el último año, durante la escalada de su genocidio contra el pueblo palestino, Israel también ha incrementado sus bombardeos contra cualquier instalación militar que considere que es utilizada para reabastecer a Irán y Hezbolá. Posteriormente, Israel invadió Líbano para debilitar a Hezbolá. Lo consiguió asesinando al que había sido su líder durante mucho tiempo, Sayyed Hassan Nasrallah y ocupando el sur del Líbano, donde Hezbolá tenía sus raíces. Como si estuviera coordinado, Israel proporcionó apoyo aéreo a HTS en su avance fuera de Idlib, bombardeando instalaciones militares sirias y puestos del ejército para desmoralizar a las EAS. Cuando HTS tomó Damasco, Israel reforzó su División 210 en los Altos del Golán ocupados (arrebatados en 1973) y luego invadió la zona tampón de las Naciones Unidas (establecida en 1974). Los tanques israelíes avanzaron fuera de la zona tampón y se acercaron mucho a Damasco. HTS no impugnó esta ocupación de Siria en ningún momento.
- Turquía. El gobierno turco prestó apoyo militar y político a la rebelión desde 2011, albergando en Estambul al gobierno exiliado de los Hermanos Musulmanes sirios. En 2020, cuando el EAS avanzó contra los rebeldes en Idlib, Turquía invadió Siria para forzar un acuerdo que protegiera a la ciudad de daños significativos. Turquía también facilitó el entrenamiento militar de muchos combatientes que se dirigieron por la autopista M5 hacia Damasco y proporcionó equipamiento militar para los enfrentamientos contra los kurdos en el norte y contra el EAS en el sur. Desde Turquía, varios islamistas de Asia Central, incluidos uigures de China, se unieron a la lucha del HTS. Durante la última década, Turquía invadió Siria en dos ocasiones, apoderándose de territorio que reivindica como parte de su tierra histórica. Este territorio no volverá a manos de Siria bajo el gobierno del HTS.
- Líbano e Irak. Después de la caída del gobierno de Sadam Husein en 2003, Irán construyó un puente terrestre para abastecer a sus aliados tanto en Líbano (Hezbolá) como en Siria. Con el cambio de gobierno en Siria, el abastecimiento a Hezbolá será más complicado. Tanto Líbano como Irak comparten frontera ahora con un país gobernado por una antigua filial de Al Qaeda. Aunque no está claro en lo inmediato qué significa esto para la región, es probable que aparezca una presencia fortalecida de Al Qaeda que busque debilitar el papel de las comunidades chiitas en estos países.
- Palestina. Las repercusiones para la situación en Palestina y la lucha por su liberación son decisivas. Considerando el papel de Israel en el debilitamiento del ejército de Assad en favor del HTS, es improbable que Al Jolani desafíe la ocupación israelí de Palestina o permita que Irán reabastezca a Hezbolá o Hamás. A pesar de su nombre, que hace referencia al Golán, no es concebible que Al Jolani intente recuperar los Altos del Golán para Siria. Los “amortiguadores” de Israel en Líbano y Siria, junto con la complacencia regional derivada de tratados de paz como los firmados con Egipto (1979) y Jordania (1994), aseguran que ningún vecino de Israel represente una amenaza para él en este momento. La lucha palestina ya enfrenta un aislamiento significativo a raíz de estos acontecimientos. La resistencia continuará, pero no contará con ningún vecino que facilite los medios para sostenerla.
- El Sahel. Considerando que Estados Unidos e Israel actúan prácticamente como un solo bloque en términos de geopolítica, la victoria de Israel también es una victoria para Estados Unidos. El cambio de gobierno en Siria no solo ha debilitado a Irán a corto plazo, sino también a Rusia (un objetivo estratégico a largo plazo de Estados Unidos), que anteriormente utilizaba los aeropuertos sirios para repostar sus aviones de suministro en ruta hacia diversos países africanos. Ahora Rusia no puede usar estas bases y no está claro dónde podrá repostar sus aviones militares para operar en la región, especialmente en los países del Sahel. Esto le dará a Estados Unidos la oportunidad de presionar a países vecinos del Sahel, como Nigeria y Benín, para que emprendan operaciones contra los gobiernos de Burkina Faso, Mali y Níger. Esta situación requerirá una vigilancia estrecha.
En julio de 1958, varios poetas organizaron un festival en Akka (Palestina ocupada ’48). Uno de los poetas participantes, David Semah, escribió Akhi Tawfiq (Mi hermano Tawfiq), dedicado al poeta comunista palestino Tawfiq Zayyad, que se encontraba en una prisión israelí en el momento del festival. En este poema, Semah nos arraiga en una sensibilidad que tanta falta hace en nuestros tiempos:
Si siembran calaveras en su tierra
Nuestra cosecha será esperanza y luz.
Cordialmente,
Vijay
9. Resumen de la guerra en Asia occidental, 19 de diciembre
Ayer hubo resumen en Mondoweiss, así que os paso este.
https://mondoweiss.net/2024/
Día del Genocidio de Israel 440: Aparecen nuevos informes sobre asesinatos masivos en Gaza
Un nuevo informe documenta el asesinato masivo de palestinos en el norte de Gaza. Mientras tanto, Hamás e Israel han discutido los detalles de un intercambio de prisioneros que podría servir como pieza central de un alto el fuego de 60 días.
Por Qassam Muaddi 19 de diciembre de 2024
Bajas
- 45.129+ muertos* y al menos 107.338 heridos en la Franja de Gaza, de los cuales el 59% son mujeres, niños y ancianos.
- Más de 822 palestinos han muerto en Cisjordania ocupada, incluido Jerusalén Este. Entre ellos hay al menos 146 niños.**
- 3.962 libaneses muertos y más de 16.520 heridos por las fuerzas israelíes desde el 8 de octubre de 2023***.
- Israel ha revisado a la baja su estimación de víctimas mortales del 7 de octubre, de 1.400 a 1.189.
- Israel reconoce la muerte de 890 soldados, policías y agentes de inteligencia israelíes y las heridas de al menos otras 5.065 personas desde el 7 de octubre.****
* La rama de Gaza del Ministerio de Sanidad palestino confirmó esta cifra en su informe diario, publicado a través de su canal de WhatsApp el 19 de diciembre de 2024. Grupos de derechos y expertos en salud pública estiman que el número de muertos es mucho mayor.
** El número de muertos en Cisjordania y Jerusalén no se actualiza periódicamente. Esta es la última cifra según el Ministerio de Sanidad palestino a 19 de diciembre de 2024.
*** Esta cifra fue publicada por el Ministerio de Sanidad libanés, actualizada el 9 de diciembre de 2024. El recuento se basa en la fecha oficial libanesa del inicio de «la agresión israelí al Líbano», cuando Israel comenzó los ataques aéreos en territorio libanés tras el inicio del «frente de apoyo» de Hezbolá a Gaza.
**** Estas cifras son dadas a conocer por el ejército israelí, mostrando los soldados cuyos nombres «se permitieron publicar». El diario israelí Yediot Ahronot informó el 4 de agosto de 2024 que unos 10.000 soldados y oficiales israelíes han muerto o han resultado heridos desde el 7 de octubre. El jefe de la asociación de heridos del ejército israelí dijo al Canal 12 de Israel que el número de soldados israelíes heridos supera los 20.000, incluidos al menos 8.000 que han quedado discapacitados permanentemente desde el 1 de junio. El Canal 7 de Israel informó de que, según las cifras del servicio de rehabilitación del Ministerio de Guerra israelí, 8.663 nuevos heridos se incorporaron al sistema de rehabilitación de discapacitados del ejército desde el 7 de octubre y hasta el 18 de junio.
Desarrollos clave
Gaza
- Los bombardeos israelíes han matado a 51 palestinos en toda la Franja de Gaza sólo desde la madrugada del jueves.
- Al menos 15 palestinos murieron en ataques israelíes contra dos centros que albergaban a civiles al este de la ciudad de Gaza.
- Human Rights Watch publica un informe en el que acusa a Israel de privar deliberadamente a los palestinos de Gaza del acceso al agua potable y de cometer actos de genocidio.
- El diario israelí Haaretz publica testimonios de soldados y oficiales israelíes que han servido en Gaza, en los que describen la matanza de civiles palestinos en la franja.
- Médicos sin Fronteras afirma que las observaciones de su equipo en Gaza coinciden con la descripción de genocidio que hacen los expertos, y acusa a Israel de limpieza étnica en la franja.
- Reuters informa de que mediadores árabes e internacionales están trabajando para lograr un acuerdo de alto el fuego en Gaza y que el martes tanto Hamás como Israel discutieron el número y las categorías de prisioneros a incluir en la primera fase de un alto el fuego.
Siria .
- Israel decidió mantener su ejército en el monte Al-Sheij, al sur de Siria, que ocupó tras el colapso del régimen de Al-Assad hasta el final del invierno.
- Israel ha ocupado unos 500 kilómetros cuadrados en Siria desde el colapso del régimen de Bashar Al-Assad, incluidas tres fuentes de agua estratégicas y la cima del monte Al-Sheikh, la cumbre más alta de la región.
Yemen
- El grupo yemení Ansarallah anunció el lanzamiento de un misil balístico contra Israel.
- Una escuela religiosa israelí de Ramat Gan, en Tel Aviv, sufrió daños tras ser alcanzada el miércoles por fragmentos de un misil procedente de Yemen que fue interceptado por las defensas aéreas israelíes, según el ejército israelí.
- El ejército israelí admite que la ojiva explosiva del misil yemení alcanzó la escuela de Tel Aviv.
- Israel bombardea varios objetivos en Yemen, entre ellos el puerto marítimo de Hudaida y otros objetivos en la capital yemení, Saná, en represalia por el ataque con misiles de Ansarallah.
- El ministro israelí de Asuntos Exteriores, Israel Katz, afirma que Israel «cortará cualquier mano» que se extienda para atacarle, tras los bombardeos israelíes sobre Yemen.
- El portavoz de Ansarallah afirma que el grupo yemení continuará sus operaciones de apoyo a Gaza y que éstas «sólo cesarán cuando Israel ponga fin a su genocidio y al asedio de Gaza».
Cisjordania
- Fuerzas israelíes matan el jueves a una mujer palestina de 80 años y a un hombre palestino de 25, y hieren a otro anciano durante una incursión en el campo de refugiados de Balata, en Naplusa.
- Fuerzas israelíes matan a cuatro palestinos en un ataque con dron contra un coche en Tulkarem, el jueves.
- Personalidades políticas y de la sociedad civil palestina lanzaron una iniciativa para poner fin a los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad palestinas y combatientes palestinos en el campo de refugiados de Yenín, que se vienen produciendo desde el pasado sábado.
- Colonos israelíes agreden a palestinos cerca de la entrada del pueblo de Burqa, al este de Ramala.
- Colonos israelíes irrumpen en el lugar religioso de la «Tumba de José», en la ciudad de Naplusa.
- Colonos israelíes aran las tierras de los palestinos en el pueblo de Al-Farisiyah, en el norte del valle del Jordán, en un intento de apoderarse de ellas. Los colonos israelíes aran la tierra de los palestinos en la aldea de Al-Farisiyah, en el norte del valle del Jordán, en un intento por apoderarse de ella;
Aparecen nuevos informes sobre asesinatos masivos en Gaza mientras crece la esperanza de un alto el fuego.
El miércoles, el diario israelí Haaretz publicó un informe de investigación basado en testimonios de miembros del ejército israelí bajo condición de anonimato, en el que se describen diversos actos de asesinato intencionado de civiles palestinos en Gaza.
Según los testimonios recogidos por Haaretz, soldados y oficiales de la brigada 252 del ejército israelí describieron una línea al norte del corredor de Netzarim, la zona militar despoblada creada por Israel al cortar la franja de Gaza por la mitad al sur de la ciudad de Gaza. Según los testimonios, esta línea se conoce como «la línea de los cadáveres», que los gazatíes «conocen muy bien». Los testimonios indicaron que los soldados israelíes disparan a matar a cualquier palestino que cruce esa línea, independientemente de que sean civiles, y que tienen órdenes de disparar a matar y enviar pruebas fotográficas de los asesinatos a sus dirigentes, contando cada caso como el asesinato de un militante,
Uno de los soldados dijo que en una ocasión los soldados documentaron la matanza de 200 palestinos cerca del corredor de Netzarim, sólo para darse cuenta más tarde de que sólo 10 de ellos eran militantes armados. Otros soldados dijeron que dejan los cadáveres en el suelo para que se los coman los perros callejeros, mientras que un soldado dijo a Haaretz que el ejército israelí actúa en Gaza como «una milicia independiente». Los testimonios también señalaron que distintas unidades militares israelíes compiten entre sí por ver qué unidad mata a más palestinos. Según uno de los soldados, «operamos en una zona sin reglas, y somos responsables de parte del horror que vive la población»
La noticia se ha publicado mientras fuentes israelíes han descrito los importantes avances que se están produciendo en las negociaciones de alto el fuego entre Israel y Hamás en El Cairo. Según las filtraciones publicadas, ambas partes han llegado a un acuerdo sobre un gran número de cuestiones relativas a la primera fase de un alto el fuego de 60 días, que incluiría una oleada inicial de intercambio de prisioneros, en la que Hamás liberaría a un número aún no especificado de cautivos israelíes, especialmente a los civiles restantes, mientras que Israel liberaría a una serie de detenidos palestinos.
Según algunos informes, Israel ha aceptado retirarse, parcialmente en una primera fase, del corredor Philadelphi a lo largo de la frontera entre Gaza y Egipto. En julio y agosto, el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, insistió en mantener una presencia militar en Philadelphi, por considerarlo una cuestión de seguridad nacional, a pesar de las declaraciones de oficiales del ejército israelí de que el ejército no necesita mantener tropas allí. La insistencia de Netanyahu en este punto fue una de las principales razones del fracaso de las conversaciones de alto el fuego en aquel momento.
Esta noticia se produjo poco después de que la organización internacional de derechos humanos Human Rights Watch – HRW acusara a Israel, en un informe publicado el jueves, de «exterminio y actos de genocidio» contra los palestinos de la Franja de Gaza.
El informe de HRW se centraba en lo que describía como la restricción por parte de Israel del acceso de los palestinos al agua potable por debajo de las cantidades mínimas necesarias. Según HRW, la destrucción por Israel de los recursos hídricos y las infraestructuras de Gaza ha obligado a los palestinos a recurrir al consumo de agua contaminada, lo que ha provocado el brote de enfermedades letales, especialmente entre los niños. Según HRW, Israel cometió estas acciones deliberadamente.
Las acciones de Israel en Gaza, que provocaron la muerte de miles de palestinos, constituyen actos de genocidio, afirmó HRW, citando declaraciones de funcionarios del gobierno israelí en las que anunciaban su intención de cortar el suministro de agua a Gaza como prueba de la intención genocida.
El informe de HRW llega dos semanas después de que Amnistía Internacional publicara su propio informe acusando a Israel de genocidio en Gaza. Ambos informes llegan más de un año después de que Sudáfrica iniciara un proceso contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), acusándolo de violar el Tratado para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, al cometer actos de genocidio contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza. La CIJ dictaminó entonces que era «plausible» que Israel estuviera cometiendo genocidio y ordenó a Israel que tomara medidas para impedir el genocidio en la franja.