Del compañero Carlos Valmaseda, miembro de Espai Marx.
1.La imagen del día: alimento para el espíritu
El tuitero Dinastía Chip cuenta esta curiosa historia: https://twitter.com/
Un usuario de Weibo, el ‘Twitter’ chino, para entendernos, vio esta pared y quiso investigar qué tipo de caligrafía o sistema de escritura era esta inscripción en una vivienda.
Al mirar con más detenimiento, vio que se trataba de unos embutidos colgando, algo común en China (aunque realmente parece el alfabeto mongol).
2. Turiel vuelve sobre la fusión
Antonio Turiel le ha dado forma de artículo, junto con Juan Bordera, al hilo que ya os envié sobre la reciente noticia a la que tanto bombo se le ha dado. No dice nada especialmente nuevo, pero está mejor redactado.
https://ctxt.es/es/20221201/
“La fusión nuclear, Ícaro y el pensamiento tecno-mágico”
El entusiasmo desmedido con el que se ha recibido el reciente experimento en los medios muestra la obcecación con la búsqueda de una fuente de energía ilimitada
Seguro que algo habrán escuchado o leído de la flamante promesa tecnológica que viene a salvarlo todo: la fusión nuclear. Hito histórico. Energía ilimitada al alcance en pocos años. Energía creada de la nada (¡chúpate esa, termodinámica!). Estas son solo algunas de las lindezas con las que se adereza en la mayoría de los medios el gran avance.
Pero, realmente, ¿se ha producido un avance tan espectacular? Respuesta corta: no. Ha sido una progresión en los experimentos que desde hace tiempo se llevan a cabo en la National Ignition Facility (NIF) de Estados Unidos. Por primera vez, se ha conseguido que la energía producida por la fusión nuclear de un pellet de deuterio y tritio del tamaño de una cabeza de alfiler sea mayor que la energía que llevaban los rayos láser emitidos.
Dispararon 192 dispositivos láser al unísono para comprimir el material y fusionar los núcleos de los dos isótopos de hidrógeno. En concreto, en la pequeña explosión nuclear se produjo una energía de 3 megajulios (MJ), mientras que los rayos láser llevaban una energía de 2,1 MJ. Una ganancia de casi el 50%. Un avance que muestra que la fusión por confinamiento inercial (así se llama este método) puede funcionar, ya que si la fusión genera ganancia neta se podría producir una reacción en cadena en una muestra de mayor tamaño y conseguir mayores cantidades de energía. Los datos que nos ha aportado este experimento permitirán mejorar nuestro conocimiento sobre este tipo de procesos, y en ese sentido es un hito importante para la ciencia. Hasta aquí las buenas noticias. Vamos ahora con las malas.
Para cargar los dispositivos láser se gastaron 300 MJ, es decir, 100 veces más de lo que se produjo en la minúscula reacción de fusión
La primera objeción que se podría poner es que la cantidad de energía generada, 3 MJ, da para hervir el agua de una olla de 9 litros, y para eso se ha tenido que hacer una instalación del tamaño de un estadio de fútbol. Además, los láseres se calientan tanto que solo pueden disparar un tiro al día, con lo que parece difícil realizar este proceso de manera sostenida.
Y lo más importante: no se ha producido realmente una ganancia neta de energía. Para cargar los dispositivos láser se gastaron 300 MJ, es decir, 100 veces más de lo que se produjo en la minúscula reacción de fusión. Un dispositivo láser es un aparato muy ineficiente, y es completamente normal que se pierda tanta energía en él: se sacrifica rendimiento por precisión, algo fundamental en este tipo de experimentos. Así que no se ha ganado energía: se ha perdido. Ahora vuelvan a recordar los titulares.
El diseño del experimento tampoco permite que sea sencillo construir un reactor. Haría falta algún material que absorbiera la energía producida para poder aprovecharla, pero no se puede colocar nada entre el láser y su objetivo. Además, para producir energía de manera continua sería necesario encender pellets como este a un ritmo también continuo. En este caso, la reacción duró 0,0004 segundos. A ese ritmo, sería necesario utilizar 2.500 pellets por segundo, es decir, 150.000 por minuto. Una auténtica pesadilla de fabricación y de logística.
El de los recursos energéticos es solo uno de los límites biofísicos que nos impone la vida en esta roca suspendida en medio del frío espacio
Se podría preguntar por qué este diseño es así, si no ayuda a la construcción de un reactor de fusión (al contrario que el ITER, que tendrá sus problemas técnicos no resueltos pero al menos es un diseño de un verdadero reactor). La respuesta es que el NIF estadounidense es un laboratorio cuyo objetivo es la experimentación para la mejora del diseño de bombas atómicas. La instalación no pretende crear algo parecido a un reactor, sino emular una bomba atómica de hidrógeno a pequeña escala para obtener información destinada a mejorar el diseño del actual arsenal nuclear de EE.UU. Y la única razón por la que se ha hecho el “descubrimiento” en este momento es que se había anunciado un posible recorte presupuestario. El Gobierno lo tendrá mucho más difícil ahora para recortar la asignación del NIF. Una jugada política interna estadounidense.
Sabiendo todo esto, lo que no se entiende es el entusiasmo desmedido con el que se ha recibido esta noticia en España –en contraste con el resto de Europa, donde se le ha dado una cobertura mucho más marginal y con mejores explicaciones técnicas de lo que se ha logrado y en qué contexto–. Aparte del ridículo que han hecho no pocos medios, este caso ilustra algo muy significativo: la obcecación en el discurso público –y, por tanto, y más peligroso, en los imaginarios asumibles– en que la única salida admisible a todos los problemas que tenemos es la búsqueda de una nueva fuente de energía ilimitada / milagro tecno-mágico que nos permita no solo hacer lo mismo que hacemos ahora, sino mucho más aún de lo mismo. Y esa es la cuestión verdaderamente interesante aquí.
Preguntémonos concienzudamente, ¿qué ocurriría con otra serie de problemas como los límites de los recursos, la degradación de los suelos, la crisis de biodiversidad, si llegásemos a producir el santo grial de la energía ilimitada? La respuesta es obvia: se agravarían. El de los recursos energéticos es solo uno de los límites biofísicos que nos impone la vida en esta roca suspendida en medio del frío espacio.
La lógica del crecimiento nos llevaría a abrasarnos con la antorcha de la energía infinita, si un dios malévolo nos ofreciera ese don maldito
Hace unos años, Tom Murphy, un astrofísico de la Universidad de California se preguntó qué pasaría si de repente nos encontráramos una fuente mágica de energía infinita. Asumiendo que mantuviéramos los ritmos históricos de crecimiento del consumo de energía, y teniendo en cuenta que la energía, después del uso, no desaparece sino que se convierte en calor (Primera Ley de esa obstinada Termodinámica), a medida que el consumo de energía por los humanos fuese creciendo, el calor disipado por nuestras máquinas dejaría de ser despreciable como lo es ahora, ¡y en solo 400 años haríamos hervir el agua de los océanos! La lógica del crecimiento nos llevaría a abrasarnos con la antorcha de la energía infinita, si un dios malévolo nos ofreciera ese don maldito.
Solo se pueden evitar estas y otras tantas contradicciones si se reconoce que el crecimiento perpetuo es imposible, dañino, y la principal obsesión autodestructiva de nuestra civilización. La tecnología debería ser nuestra aliada, pero no puede serlo si se necesita crecer por imperativo, ya que entonces se crean las condiciones para que siempre necesites correr un poco más rápido para permanecer en el mismo lugar: el efecto Reina Roja. Y ese efecto, indefectiblemente, agota. Los recursos esenciales finitos y el tiempo para reaccionar, en nuestro caso.
Cuando aún no faltaba energía, lo que ocupaba las discusiones sobre la Física de Altas Energías era el descubrimiento del Bosón de Higgs. La partícula elemental que explica las propiedades de la masa en nuestro universo observable. La partícula de Dios, la llamaron. Seguro que recordáis ese gran avance reciente. Más allá de las consecuencias del avance, de nuevo son mucho más interesantes sus implicaciones culturales. Ese nombre tiene mucho subtexto. Concretamente, de la crucial relación que nuestra sociedad ha establecido entre tecnología, magia, y religión.
Las grandes religiones tenían esa función de cohesión, de generar expectativas para un futuro mejor, incluso en la otra vida. Una buena parte del espacio que ha perdido la religión en ese aspecto, lo ha ganado el pensamiento tecno-mágico. La verdadera religión de nuestra era. La que hace que los hombres más ricos del planeta sean magnates del sector tecnológico, y sus fantasías autodestructivas, la pesadilla de muchos.
La única solución es desembarazarnos cuanto antes de esta especie de fe ciega en la tecnología
Paradójicamente, en esta desquiciada carrera por intentar superar los límites biofísicos del planeta, la cantidad de milagros tecnológicos de los que dependería “sostener el crecimiento” es lo único que no para de crecer: reciclaje de materiales hasta límites que desafían a la termodinámica; enormes porcentajes de captura y secuestro de carbono como se asumen en todos los modelos climáticos, aunque a día de hoy sea un fiasco energético y un pufo económico; hidrógeno de todos los colores –pero sobre todo que parezca verde– y sin asumir sus limitaciones; energía 100% renovable, como si fuera posible hacerlo con el nivel de consumo actual, cuando las fuentes de captación de energía renovable no producen aún ni el 15%, y todo ello soportado por el mantra que más vamos a oír: emisiones netas cero. Convirtiendo cada vez más al crecimiento perpetuo y al pensamiento tecno-mágico en una peligrosísima cuestión de fe. Como la que tenía Dédalo en aquellas alas que asesinaron a Ícaro, su hijo, por querer acercarse demasiado al sol.
La única solución es desembarazarnos cuanto antes de esta especie de fe ciega en la tecnología que domina nuestras sociedades. Y rápido. Cuanto más alto crezca la fe en el poder de arreglar los problemas con los mismos marcos culturales con los que los hemos generado, más crecerá también la sisífica distancia hasta el suelo. Tenemos que comprender que muchas de estas noticias que habitualmente podemos leer en los medios tienen más de esperanza que de experiencia, más de fe que de razón, más de desesperación que de aplomo.
Esta situación recuerda al furor por la energía nuclear (de fisión) de los años 50 del siglo pasado, cuando todo iba a ser propulsado por pequeños reactores, cuando se decía que la electricidad se volvería demasiado barata como para cobrarla. La fisión nuclear es esa energía que nos ha acabado llevando –tras Hiroshima, Nagasaki, Chernóbil o Fukushima– a este invierno, en el cual Francia, la mayor potencia en cuanto a reactores nucleares, ha avisado de cortes de luz rotatorios a su población principalmente porque tiene una buena parte de sus centrales paradas. ¿Qué sorpresas nos deparará el abrir –si es que alguna vez lo logramos– esta nueva tecnocaja de Pandora?
3.Higuita
No sé nada de fútbol, pero el nombre de este jugador me suena. Curiosamente, se ha generado una polémica en Kerala porque se ha estrenado una película titulada ‘Higuita’. El problema es que es allí popular porque un escritor publicó hace años un cuento con ese mismo título, y cree que la película le resta posibilidades de que se haga otra si ya hay una con ese título. Que quiere ‘patentar’ el nombre de Higuita en India, vaya. Algunos intelectuales indios se han posicionado a favor o en contra. Os traduzco un artículo en el que se explica la historia.
How Colombian footballer René Higuita’s name ignited a cultural debate in Kerala
Cómo el nombre del futbolista colombiano René Higuita encendió un debate cultural en Kerala
El popular escritor malayalam N S Madhavan ha impugnado el título de Higuita, la próxima película del debutante director Hemanth G Nair. Explicamos a qué se debe la polémica.
Escrito por Arushi Bhaskar , Editado por Explained Desk
Nueva Delhi | Actualizado: 19 de diciembre de 2022 7:53:40 am Newsguard
(I-D) El autor malayalam N S Madhavan, el ex futbolista colombiano René Higuita y un cartel de la próxima película de Hemanth G Nair, Higuita.
(I) El autor malayalam N S Madhavan ha afirmado que él ayudó a popularizar la palabra «Higuita» en la cultura de Kerala, y que debería tener derechos sobre su adaptación cinematográfica y otros títulos. (Fotos: N S Madhavan/ Twitter, Wikimedia Commons, Shashi Tharoor/ Facebook)
A finales de noviembre se produjo un debate cultural en Kerala, que comenzó cuando el líder del Congreso, Shashi Tharoor, compartió el cartel de una próxima película, y que ahora tiene a la intelectualidad del estado alineada a ambos lados del pasillo. ¿Cuál es el motivo? La próxima película del director malayalam Hemanth G Nair, Higuita, tiene su título impugnado por el aclamado autor N S Madhavan, que dice que le está privando de los derechos de una película titulada y basada en su relato corto, también llamado Higuita.
¿Qué es la polémica Higuita?
El 28 de noviembre, el diputado de Thiruvananthapuram y líder del Congreso, Shashi Tharoor, publicó el primer póster de Higuita en su página de Facebook.
Al día siguiente, un usuario de Twitter compartió el póster, etiquetando a Madhavan y diciendo que siempre que oía el nombre «Higuita», lo primero que pensaba era en el cuento del autor. A continuación, Madhavan citó en Twitter ese mensaje, en el que, en primer lugar, alegaba que esta película le quita sus derechos sobre el título de una película. También dijo: «No deseo que ningún escritor en ningún idioma sufra mi situación».
Sin embargo, Nair ha negado cualquier conexión entre su película y el cuento de Madhavan y ha declarado que el título era una referencia simbólica al ex portero colombiano René Higuita. Por cierto, el cuento de Madhavan también se inspiraba en el legendario futbolista. Nair ha cuestionado cómo alguien puede emitir un juicio sobre la película cuando ni siquiera se ha dado a conocer su preestreno.
«Higuita es mi primera película. Por ahora no tengo previsto cambiarle el título. El título se estrenó oficialmente el 8 de noviembre de 2019, con la ayuda de ocho estrellas destacadas del cine malayalam. Después de enfrentarnos a Covid-19 y muchas otras crisis, es ahora cuando tenemos la oportunidad de estrenar la película. Me pregunto por qué ha surgido ahora este asunto cuando nadie había tenido problemas con él hasta ahora», declaró Nair a la prensa.
Por otra parte, en declaraciones al portal de noticias malayalam Onmanorama, Madhavan declaró: «Higuita no era un portero muy conocido. Si se repasan los informes de 1986, su nombre habrá aparecido dos o tres veces. El jugador entró en la conciencia de Kerala a través de mí. Si yo no hubiera escrito esa historia, no tendría ninguna lógica que la película se titulara Higuita. Están intentando aprovecharse de la popularidad de mi historia».
El 2 de diciembre, sin embargo, Madhavan parecía haber ganado, ya que la Cámara de Comercio Cinematográfico de Kerala (KFCC) rechazó el título de la película, alegando que el autor había presentado una queja ante ellos. «Los responsables de la película deberían haber consultado al escritor antes de decidir el título», declaró el presidente de la cámara, G Suresh Kumar.
¿Hacia dónde se dirige ahora el debate sobre Higuita?
Madhavan reaccionó a esta noticia con un tuit en el que se mostraba agradecido a la KFFC. «Deseo al joven director Hemanth Nair y a su película todo el éxito. Que la gente acuda en masa a ver la película de Suraj-Dhyaan», añadió, refiriéndose a los actores Suraj Venjaramoodu y Dhyan Sreenivasan.
Sin embargo, Nair mantuvo su postura anterior de que su película no tenía nada que ver con el cuento, y afirmó que los cineastas emprenderían ahora las acciones legales oportunas.
Destacadas personalidades de la cultura de Kerala se han alineado a ambos lados del debate: algunos afirman que Madhavan se reserva los derechos del título, mientras que otros cuestionan cómo el nombre de una figura viva puede ser propiedad exclusiva de un hombre.
Asianet News ha informado de que el presidente de Kerala Sahitya Akademi, K Satchidanandan, ha apoyado la reivindicación de Madhavan del título. Al parecer, también había escrito un post en Facebook defendiendo al autor, que más tarde borró tras ser trolleado.
El líder de la oposición y diputado del Congreso, V D Satheesan, también apoyó a Madhavan. «El público malayalí no sólo conoce al futbolista, sino también el cuento escrito por Madhavan, que es uno de los más célebres de la literatura malayalam. Su dolor está justificado. El cineasta debería haberle pedido su consentimiento», declaró a la prensa.
El popular novelista Benyamin, autor de libros como Goat Days, adoptó una postura más equilibrada ante la polémica. En Facebook, escribió que, aunque Madhavan no era en absoluto el dueño de Higuita, no se puede ignorar el «doble rasero» de los cineastas.
¿Quién es N S Madhavan y de qué trata su cuento?
Madhavan, de 74 años, es uno de los autores malayalam más populares y aclamados. Su novela de 2003 Lanthan Batheriyile Luthiniyakal es una historia de Kochi y sus gentes y se considera su obra más significativa. Ganó el Premio Kerala Sahitya Akademi de Novela en 2004 y fue incluida en la larga lista del Premio Literario Man Asian 2007.
También es conocido por sus relatos cortos, como Higuita, Thiruthu y Vanmarangal Veezhumpol. La mayoría de sus relatos narran las angustias del mundo moderno en su choque con el modo de vida tradicional.
Además, Madhavan es comentarista habitual de fútbol y escribe artículos de viajes. Ingresó en el Servicio Administrativo Indio en 1975 como miembro del cuadro de Bihar.
Madhavan es miembro distinguido de la Kerala Sahitya Akademi y ha ganado varios premios por su obra. En 1993 ganó el premio Padmarajan por Thiruthu. En 2015, recibió el Premio Literario Padmaprabha, mientras que en 2018 ganó dos galardones: el Premio Literario Mathrubhumi y el Premio Literario del Bahrain Keraleeya Samajam.
Higuita, publicado por primera vez en 1990, está considerado uno de los mejores relatos cortos en malayalam del siglo XX. Gira en torno a un sacerdote cristiano, el padre Gee Varghese, ferviente admirador del portero colombiano René Higuita, que se inspira en su héroe para salvar a una niña tribal de la trata. La historia también ha sido adaptada al teatro por Sasidharan Naduvil como Higuita: La angustia de un portero en los penaltis.
El relato ganó el premio Odakkuzhal en 1994 y, en 1995, el premio Kerala Sahitya Akademi de relato. También ganó el Premio Muttathu Varkey en 2009.
¿Y quién es René Higuita?
Nacido como José René Higuita Zapata en 1966, el ex futbolista colombiano se ganó la fama como portero estrella que tenía un toque dramático. Higuita recibió el apodo de «El Loco» por su estilo de juego arriesgado.
Alcanzó el estrellato mundial en la Copa Mundial de la FIFA 1990. Tras su partido de despedida en 2010, la BBC escribió: «Fue un pionero por su habilidad con el balón en los pies y por su disposición a asumir la responsabilidad en situaciones a 40 metros de la portería. Antes de que el cambio en la regla del pase atrás obligara a los porteros a desarrollar estas habilidades, él ya demostraba que un equipo está formado por 11 futbolistas, no por 10 jugadores y un portero.»
Se dice que Higuita inventó la «patada de escorpión», un movimiento que consiste en que el jugador salta hacia delante, coloca las piernas por encima de la cabeza y, al hacerlo, patea el balón con los talones. La Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS) lo clasificó como el 8º mejor portero sudamericano de la historia. Además, marcó 41 goles entre 1985 y 2010, lo que le convierte en uno de los 10 porteros más goleadores del mundo.
Estuvo involucrado con el barón colombiano de la droga Pablo Escobar y fue detenido brevemente en 1993 acusado de beneficiarse de un caso de secuestro. Sin embargo, fue puesto en libertad al cabo de siete meses y se retiraron todos los cargos contra él.
En The Two Escobars, un documental de ESPN, Higuita afirmó que fue detenido por visitar a Pablo cuando éste estaba encarcelado, con el deseo de agradecerle su entrega, que estabilizó a Colombia durante un breve periodo de tiempo. A continuación, apoyó esta teoría afirmando que durante su propio encarcelamiento, sólo fue interrogado sobre el propio Pablo Escobar y no por ningún caso de secuestro.
4.Prashad contra la guerra
Nuevo artículo de Vijay Prashad. Este hombre no para. Esta vez en Counterpunch. Para que no os quejéis, aquí también tenemos censura. Desde los navegadores normales me dice que la página de Counterpunch no está disponible. He tenido que usar Tor.
20 de diciembre de 2022
¿Puede la izquierda discrepar sin ser desagradable? por Vijay Prashad
Soy periodista desde hace treinta años. Durante este periodo, he estado en muchas antiguas zonas de guerra y en zonas de guerra activas, como Irak, Libia y Siria. He visto cosas que desearía no haber visto y que desearía que nadie hubiera visto, y mucho menos experimentado. De lo que no se suele hablar sobre las zonas de guerra es del ruido: los estridentes ruidos del equipo militar y el sonido de los disparos y las bombas. El sonido de una bomba moderna es extraordinario, salpicado, como suele ocurrir en las zonas civiles, por los llantos de los niños pequeños. Imagínense el trauma infligido a generaciones y generaciones de niños por el propio ruido, por no hablar del miedo neurológico de los adultos que les rodean y la gran pérdida de vidas que experimentan desde muy temprano. No hay guerra que deba apoyarse basándose en el catastrófico coste que paga la humanidad por la violencia.
No hay ninguna guerra que yo haya vivido que haya sido tan devastadora como la guerra de Irak, que arrebató la vida a millones de personas, devastó la vida de toda la población y dejó al país marcado más allá de lo imaginable. Sin duda, otros reporteros que están en Ucrania vendrán con sus propias historias. No se pueden comparar las zonas de guerra, una más mortífera que la otra, aunque la pura destrucción de Irak es comparable al dolor infligido a Hiroshima y Nagasaki por las bombas atómicas.
Hay que oponerse a las guerras y hacer todo lo posible para evitarlas y ponerles fin.
Por lo tanto, afirmar que apoyo la guerra rusa contra Ucrania va en contra de todo lo que he dicho o hecho públicamente. Me opongo a esta guerra como me opongo a todas las guerras, y por eso he escrito -desde 2014- a favor de la necesidad de negociar y de que los vecinos encuentren una forma de convivir. Es peculiar que un llamamiento a la negociación entre Rusia y Ucrania se pinte ahora como un «tema de conversación» de Vladimir Putin en lugar de un gesto hacia la paz. Esa es la naturaleza tóxica del debate, incluso dentro de la izquierda, donde todo lo que no es idéntico a lo que alguien cree es puesto en la picota como la posición absolutamente opuesta; el espacio para el matiz y el diálogo se está marchitando por este tipo de actitud.
Publiqué una foto en las redes sociales sobre Zero Covid. Después de haber perdido a familiares y amigos en la pandemia de COVID, personas queridas que vivían en países que habían fallado a sus poblaciones, sigo asombrándome de los tres años de política y práctica de Cero Covid de países con gobiernos eficientes (como en China). Cuando hice esa foto, estaba en una habitación de hotel, donde utilicé el papel de carta y el bolígrafo que me proporcionaron. Tuve que dibujar la Z de Cero dos veces, lo que hizo que la Z fuera más oscura. Esta Z extra oscura se interpretó como un apoyo a la guerra de Rusia en Ucrania. Este es el absurdo lugar en el que hemos entrado, donde tales fantasías se venden como hechos, a pesar del registro público de mis argumentos a favor del fin de la guerra.
En segundo lugar, la foto se interpretó como una señal de que apoyo plenamente al gobierno chino y todas sus políticas. Sin duda, estoy impresionado por las numerosas políticas del gobierno chino, como la forma en que ha gestionado la pandemia, la forma en que ha erradicado la pobreza absoluta y la forma en que ha gestionado el desarrollo social de la población. Si comparamos China con India, no tendremos ningún problema en ver los impresionantes avances de la primera. Hay una forma nociva en la que las afirmaciones de los medios de comunicación occidentales sobre China se toman como completamente correctas, y luego estas afirmaciones -a menudo exageradas- se ponen ante uno como prueba de fuego: qué opinas de tal o cual política del gobierno chino, y en función de la respuesta de uno, se mide su correcto izquierdismo. ¿Qué opina de Xinxiang? ¿Qué opina de Hong Kong? ¿Cuál es su opinión sobre Taiwán? Nunca me han interesado este tipo de pruebas de fuego. Me interesan la discusión y el debate, no tratar el discurso de la izquierda como un examen tipo test en el que sólo hay una respuesta correcta a cada pregunta. La historia es un haz de contradicciones; la política social está plagada de opciones difíciles: creer que la historia es una secuencia de preguntas con una única respuesta pura es erróneo y crea una cultura fratricida en la izquierda. Tenemos que ser mucho más generosos unos con otros, capaces de mantener conversaciones sin recurrir a insultos y abusos.
Del desacuerdo nace el entendimiento. Pero de la calumnia malintencionada sólo surge la desorientación.
El libro más reciente de Vijay Prashad (con Noam Chomsky) es The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan and the Fragility of US Power (New Press, agosto de 2022).
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator
5. Artículo de Miguel sobre la guerra en Ucrania
Aunque no nos lo haya enviado, supongo que no le molesta que os lo pase.
https://www.aire-laizquierda.
¿Qué país ha perdido tres guerras mundiales consecutivas? Alemania, por supuesto.
Perdió la primera en 1918, la segunda en 1945 (aunque la tenía perdida desde 1943) y la tercera en 2022. Y en todos los casos por la misma razón: por enfrentarse a Rusia. Veamos.
Entre la primera derrota y la segunda pasaron 27 años, entre la segunda y la tercera, 77. O sea que parece que el ritmo de derrotas se va ralentizando. Algo es algo. Pero no suficiente para que los alemanes (y los europeos en general) durmamos tranquilos y pensemos que las propuestas de Pax perpetua formuladas por el buen alemán Kant han triunfado definitivamente.
Las causas de las derrotas de 1918 y 1945 son harto conocidas: desoyeron la advertencia de Bismarck de que nunca guerrearan en dos frentes a la vez, advertencia hecha no sé si porque el viejo zorro canciller conocía el refrán español que dice “casa con dos puertas mala es de guardar” o, sencillamente, porque tenía bastante sentido común. Algo de lo que carecía el káiser Guillermo II y, por supuesto, Adolf Hitler. En cambio, después de su relativa domesticación como potencia dedicada fundamentalmente al desarrollo económico y la consiguiente transformación de las divisiones Panzer en millones de automóviles Volkswagen, Opel, Audi, BMW y Mercedes, parecía que Alemania había aprendido finalmente las lecciones de la historia.
Claro que algún ramalazo bélico se le escapó cuando en los años 90 del siglo XX (mano a mano con el inefable Papa Wojtyla, también conocido como “el besasuelos” y gran encubridor de pederastas como Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo) decidió promover la voladura incontrolada de la Federación Yugoeslava, el bajo vientre, junto con Italia, del antiguo Imperio Romano Germánico y su sucesor, el Imperio Austrohúngaro. Decidida a ahijar a las católicas Eslovenia y Croacia enfrentándolas a la ortodoxa Serbia, la recién reunificada Alemania armó hasta los dientes a Croacia con el armamento pesado heredado de la extinta RDA, que no encajaba en los estándares de la OTAN. Era una expeditiva manera de ampliar su zona de influencia sin esperar a los engorrosos trámites de los procesos de adhesión a la CEE (pronto UE), que de todas formas culminaron luego muy rápidamente con la incorporación de casi todos los miembros del extinto Pacto de Varsovia, excepto Rusia, claro está[1].
Pero lo cierto es que, gracias en parte a la “Realpolitik” promovida por el sensato canciller Willy Brandt, el acercamiento de Alemania al Este europeo se fue afianzando ya desde antes de que concluyera la guerra fría. Y una vez concluida ésta, el viejo impulso de expansión hacia el Este se transformó en expansión comercial, adquisición o absorción de empresas, etc., en los antiguos países de economía dirigida. Pero el plato fuerte de este banquete económico eran, naturalmente, los acuerdos comerciales con Rusia, cuyo elemento más sustancioso y visible era la compra masiva de gas, obtenido a través de grandes gasoductos, así como de otras muchas materias primas y recursos básicos. Eso iba generando poco a poco una simbiosis económica ruso-germana que conseguía, pacíficamente, lo que la Operación Barbarrossa de 1941 trató de conseguir por la fuerza bruta. Simbiosis que a raíz de la guerra de Ucrania ha saltado por los aires junto con los gasoductos Nord Stream 1 y 2.
Constituye un insulto a la inteligencia sostener, como hicieron y hacen todavía ciertos periodistas y portavoces políticos, que la voladura de los citados gasoductos fue perpetrada por los propios rusos. (Claro que, para que haya insulto a la inteligencia, tiene que haber inteligencia, algo de lo que quienes siguen a pies juntillas las consignas de Washington y Bruselas no parecen andar muy sobrados.) Según el elemental criterio cui prodest? («¿a quién beneficia?»), reforzado por la copiosa información audiovisual existente sobre movimientos, en días previos a la voladura, de buques y helicópteros de países de la OTAN sobre las aguas de la zona marítima cercana a Dinamarca donde se produjo el sabotaje, pocas dudas pueden quedar de que la mano que puso los explosivos no era precisamente rusa [2], sino de comandos pertenecientes a algún o algunos países de la Alianza Atlántica. Y, por si eso fuera poco, ahí están las declaraciones previas de mandatarios norteamericanos diciendo que impedirían a toda costa la continuidad y el aumento del suministro de gas ruso a Europa. De que no cualquier país miembro de la OTAN, sino los propios Estados Unidos son los beneficiarios hacia los que hay que mirar al pedir responsabilidades, no ya por el sabotaje de los gasoductos [3], sino por la crisis derivada de la guerra de Ucrania, dan testimonio muchos artículos recientes como el aquí extractado, procedente de la publicación digital CGTN:
«Hoy en día, los políticos en Francia y Europa están más preocupados que nunca por el vaciado del sistema industrial europeo por los Estados Unidos. Las empresas europeas se enfrentan a una grave crisis de supervivencia a medida que los precios de la energía en Europa aumentan los costos de producción. Según Eric Trapier, presidente de la Federación Francesa de Industrias Metalúrgicas, las facturas promedio de gas natural y electricidad pueden cuadruplicarse. Ante la relativa estabilidad de los precios de la energía en los Estados Unidos y la Ley de Reducción de la Inflación para otorgar generosos subsidios a las empresas locales, las empresas europeas se plantean instalarse en los Estados Unidos. Volkswagen, de Alemania, anunció la expansión de sus negocios en los Estados Unidos; Dunkerque, la compañía de aluminio más grande de Francia, anunció una reducción del 20% de la producción; OCI, una compañía holandesa de fertilizantes, está invirtiendo cientos de millones de dólares en los Estados Unidos… La industria está escapando de Alemania.
El riesgo de desindustrialización en Europa ha afligido mucho a los responsables políticos europeos. Desde el estallido de la crisis en Ucrania, Europa ha seguido a los Estados Unidos para lanzar una serie de rondas de sanciones contra Rusia, pero se ha convertido en la mayor víctima. Estados Unidos, el iniciador de la crisis al otro lado del Atlántico, utiliza la profunda crisis energética de Europa para lograr beneficio. Por ejemplo, el valor de 60 millones de dólares estadounidenses de gas natural licuado enviado a Europa es vendido por 275 millones de dólares estadounidenses, un aumento de hasta más de cuatro veces. En agosto de este año, los Estados Unidos promulgaron un proyecto de ley de reducción de la inflación para proporcionar altos subsidios a los vehículos eléctricos locales, pero excluyeron a la UE, Japón, República de Corea y otros países. Bajo términos injustos, el atractivo de la industria europea de vehículos eléctricos se ha debilitado. Cada vez más europeos ven que el aprovechamiento del conflicto ruso-ucraniano para impedir la autonomía estratégica europea, obtener grandes ganancias con la crisis energética y luego debilitar la industria manufacturera europea es la intención original de EE.UU.»
En efecto, la actual crisis energética y, por tanto, industrial en Europa no es sólo, como ya he señalado, consecuencia de la voladura de los gasoductos Nord Stream, aunque ése es el hecho de mayor valor simbólico y mayor efecto negativo a corto plazo, sino que (además de venir precedida de crecientes problemas en las cadenas mundiales de suministros) deriva de toda la política de sanciones contra Rusia, recrudecida este año, pero iniciada mucho antes de la intervención militar directa en Ucrania, pues se remonta como mínimo a 2014, a raíz del golpe de Estado antirruso del Maidán y la subsiguiente anexión rusa de Crimea (con abrumador apoyo de su población expresado en referéndum), así como la ayuda militar a las repúblicas de Luhansk y Donetsk, en el Donbás, que ya entonces pedían el reconocimiento ruso de su independencia respecto de Ucrania, debido a la discriminación social, política y cultural de que eran objeto por el gobierno ucraniano surgido del golpe.
Y quien dice crisis de la economía europea dice crisis de su principal motor: Alemania. De manera que, en estos tiempos en que la mayor parte de los conflictos internacionales se ventilan sólo parcialmente en forma de guerra abierta y mayoritariamente a través de guerras comerciales a escala planetaria, no es ninguna exageración decir que Alemania está perdiendo la tercera guerra mundial. De hecho la ha perdido ya, pues el daño causado a su economía por la estrategia estadounidense consistente en disparar contra Rusia de manera que los proyectiles caigan de rebote sobre Europa, y principalmente sobre Alemania, va a ser irreversible durante mucho tiempo. Habrá quizá quien no lo sienta. Un servidor sí.
[1] El socialista(?) Jacques Delors, hacia el final de su mandato como presidente de la Comisión Europea, había hecho unas declaraciones de carácter interno (a las que tuve acceso) en las que anticipó que las fronteras de la futura Unión Europea serían (literalmente) las de la “Europa cristiana no ortodoxa” (por cierto, Ucrania no es íntegramente ortodoxa, sino que cuenta con una comunidad cristiana afín al catolicismo: los llamados “uniatas”).
[2] ¿Qué necesidad tenía Rusia de destruir sus propios gasoductos, teniendo como tiene la llave de paso del gas que circulaba por ellos? Pero, claro, mientras existían los gasoductos Rusia podía jugar con abrir o cerrar la espita y presionar así a Alemania para que dejará de aplicar sanciones. Ahora, obviamente, ya no puede hacerlo.
[3] Sabotaje que, aparte de las económicas, ha tenido consecuencias ambientales desastrosas. Según un experto español entrevistado en TVE, el gas metano liberado a la atmósfera durante los tres días siguientes a la voladura equivalía a las emisiones producidas por dos millones de automóviles a lo largo de todo un año.
Miguel Candel Sanmartín
Presidente del Consejo Político Nacional de AIREs – La Izquierda
Doctor en Filosofía
6. Bombardeos en Donetsk.
No puedo estar más de acuerdo con Helena Villar, relacionado con lo que hablábamos ayer de la situación militar: https://twitter.com/
«Está previsto que Zelensky llegue este miércoles a Washington DC para pedirle a Biden y al Congreso más misiles con los que bombardear hospitales en Donetsk.»